Está en la página 1de 171
Alianza Universidad AKL ef £3244 OP foo2rest = Carl Schmitt La dictadura Desde los comienzos del pensamiento modemo de la soberania hasta lt lucha de clases proleraria Alianza Editorial “Titulo orignal Die Ditacur © Duncker te Honblot, Bein © Bios: Allznas Beer $A. Mads, 1989 Cale Misa, 36-28 2000045, ISBN: 4.262425 Depdsto legals M. 3.5181985 Timpres en Artes Geis eat, S.A Maside Heid 31, 2039 Madsid Printed in Spin, INDICE, Advertencia preliminar a la cuarta edicién (1978) Aavertencia preliminar a la tercera edicion Brétogo a ta'segunda edicion Prologo a ta primera edicion Capitulo 1: LA DICTADURA COMISARIAL Y LA. “PEORIA DEL ESTADO a) La teorla técnicoestatal y Ia teorla juridica del Estado 1a representacion tradicional de Ia ditadira ju ‘uice romana, 23-—Fl eoneepta de dictadura en Hlaquiavolo, 36a ctecniciteds como nots. de { concepel6n del Estado, 39--Racioalismo, toe Sickdad 9 ejecativo come’ novss. del nacieate Es. Ingo. mouetno, fOe—La iteratura de" los" arcana fides damn expresion de tal goneepeta, toe adura ysinageieyencencional en in Iiefaira aes arden, Sea atyanteniacion juree citica de los monarcémacos en ta Vindictae de anius Brutus, 0--Lae dos especies, de! mocerno derecho natural derecho natural basedo en Ta fesucia y derecho'naturat basado en fa cencla natura! en el contenido de Ia decisin y en al Sonocimfento del valor de ta decision. coms: tal, En'pertcular en Tots ¥ Putendort) Stocks Sono representante dela coneepcion estamental Seg jatucia, 35 ) La definfctén de dlctadura comisarial en Bod EI concepta de soberania en Rodina y Ia contro versa sida con ell. sobre dietara y robe. Fania en Bodino, Hobbes, Pufendorf, Thomasius y Wolff, 57—Definicién de Bodino del dictador 7 3 37 como un comisario y st definiciéa del comisa Tio, 6i—Investigacion de esta definicion; el dle fador ‘como comisario de accida, 70—La dicts dura de A. Sidney y Locke, 72. Cap, 2: LA PRACTICA DE LOS COMISARIOS RE- ‘Glos HASTA EL SIGLO XVIII La_plenitudo potestatis papal, su ejercicio a travds de los comisarios y sur lucha a través: de Jn teorla.coneilir del efercicio de. los. poderes intermedios, 13--El comisario como der dele Balas coo representante personal (vices ge Fens), "Ta-Principes seculares comissrios, $0 Siversidad de amisiones y" atribuciones, 80;—Co- inlsarios de-goblerno y- del ejército en el Estado ela Iglesia en el siglo. xv, 88—EI. comisario como instrumento. del. absolitisme, monérauico para’ el allanamiento de los derechos ‘estame nles: “—a) ef comisario. de ejecucién: a ejecu tion como guerra, 93—La ojeeucion en el impe- Ho aleman "y 1a Significacion de. los comisarios Imperiales. frente al-comandante militar, 95-— Ta'ejecucién contra los 2ebeldes bohemlos por el archiduque Maximilian de, Baviera como ‘com fario de ejecucion, 99-—b) El paso de comisario Gel elerelio 8 loner permanente, 104—La Slenificacion,tipica de Prosia, 109- com Sonir ute ratatne canmy comming ule asatin, exe cada en el ejemplo de una comisiga de reforma on Estria, 110. Disgresién sobre Wallenstein como dictador Cap, 3: LA TRANSICION A LA DICTADURA SOBE RANA EN LA TEORIA DEL ESTADO DEL SI- GLo XVir Log Intendentes del rey de, Francia como, com Sarjos del gobierno ‘centralista ys. oposicion a los poderes intermedios, 138—Lavinculacion dela, feoria de los poderés_intermedios can Ja octrina de Ia llamada division, més proplamen: te, balanceamiento de poderes’ en, Montesquieu, Mita validee sin excopcion de la ley goncral 113 Indice como medio, tanto de Ja libertad politica como del despotisino, 143—El despotisme legal como Gictadura de ld razén esclarecida: Voltaire; 105, fisiocratas, en particular Mercier de la Rivigre, M5.—La construcclén de la monarquia como una dictadura hereditaria en Cerutti, 148.—La abo. licién de Ia argumentacién absolutista de la mal- dad “del hombre en Morelly y Mably, 149.—La fadura en Mably como dictadura dé reforma y Ta anticipacién tedrica de la dictadura jacobi ha, I5t-—La dictadura en Rousseau en’ conexion, Con el Contrar Social y la sustitucién del pen samiento contractual por el moderno. conc: Ge comisario, 154—La volonté générale y la Kectica del terror, 158-—Lépistareur y dictateur gn el Contrar Social y su signilicacion para el Eoncepto de dictadura’ soberana, 164, Cap. 4: EL CONCEPTO DE DICTADURA SOBERANA El concepto moderno del poder constituyente no gra el fundamento te6rico de la dominacion de Cromwell, 178—La dictadura. soberana como comision de’ accién, su. distincién de la monar- quia absoluta y del estado policia de un lado, y de We dictadira comtsrial de bir, 1781 concepto eee ‘constiruant del pueblo como supuesto a postoitdad teorice de Ta dictadura sobers MB La asencia ded peuneir coesitaeih 86.—Los comisarios del postotr consiitnnt (co: misarios del pueblo) ‘en oposicién a los. comisa- Flos de un. pouvoir constitué, 180-—La dictadura Soberana como comision de’ accion revoluciona- ‘de un pouvoir constituant, 192-—La dictadura Soberana’ de la Convencion Nacional ‘de 1793 1795, 198. Cap, 5; LA PRACTICA DE LOS COMISARIOS DEL, PUEBLO DURANTE LA REVOLUCION FRAN: ces Comisarios de Ia Asamblea Nacional constituyen- te de 17891791, 199-—La Asamblea Legisiativa de 1791-1792, 202,~"Misiones y atribuciones de los co- misarios’ de la Convencién Nacional hasta la ins Litwelon del Comité de salut pubic, 205-—BL des- Srrollo ulterior de ia comisibu de’ acciOn incon icionada, 202-—La transicion a las competencias Feguladas, 215—Los “comisariosextraorginatios bajo Nepolegn Ty ef gobierno real 216. Cap, 6; LA DICTADURA EN EL ORDENAMIENTO, ‘DEL ESTADO DE DERECHO EXISTENTE (EL. ESTADO DE SITIO) La sustancia de la martial law: una suspensién del derecho existente en interés de una aceién elica, 22—Forma juridiea "yacto oficial “compuesto, La lor wiartiate: de 1789, 231—Le état de sid: ge en la ley de 1791, 234—La suspension de la Constinicion, 239—Lé dai de sidge segtin el de- Geto de 18l1, 240,—En la Coastitucion de 1815, 244—Durante’ la restauracion, 24—Darante. la monarquia burguesa, 250-—La’ dictadura sobera: ha de fa Asamblea Nacional de 1848, 252.~Bl. ar Heulo 48 de Ia Constitucién alemana’de 1919, 257. Indice de nombres y materias Indice ADVERTENCIA PRELIMINAR ALA CUARTA EDICION (1978) Desde 1969 han aumentado de forma inesperada los trubajos sobre el problema del estado de excep. cidn en el derecho, Obedece esto a la dinamica de un desarrollo que ha convertido las emergencias y crisis en elementos integradores o desintegradores de una andmala situacién intermedia entre guerra y paz. De abi el interés cientifico que conserva una mo- nografia sobre el tema de la dictadura que utiliz la documentacién historica y presta especial aten- cién a los conceptos. Podria incluso suceder que al- gunos capitulos de este libro apareciesen hoy bajo ‘una luz completamente nueva. Febrero 1978. cs. ADVERTENCIA PRELIMINAR ALA TERCERA EDICION Las referencias contenidas al final del prologo a Ia segunda edicién (infra, p. 17) pueden completarse con diversos articulos posteriores, que profundizan en el tema de la dictadura y tratan especialmente de su desenvolvimiento desde el estado de sitio clé sico —es decir, policial y militar— del siglo 20x hasta el estado’ de excepcién financiero, econémico y social del siglo xx. Estos articulos estan reprodu- Gidos en el capitulo Ausnahmezustand und Biirger- kriegslage (Estado de excepcidn y estado de guerra civil), de mi coleccién «Verfassungsrechtliche Auf- sitze», 1958 (pp. 233-371). El indice sistematico de materias de la coleccién remite a los lugares corres- pondientes (bajo [as palabras: Ausnatmezustand, Diktatur, Notstand und Notverordnungen y Klas- sischer Begriff des Ausnahmezustandes). Diciembre, 1963. cs. PROLOGO A LA SEGUNDA EDICION Es de lamentar que no haya aparecido alguna critica cientifica a la primera edicién, con la cual hubiera tenido que enfrentarse una ‘segunda edi- cién. La discusién cientifica se ha contentado hasta ahora con alguna alabanza general, un reconoci- miento incidental o una aceptacion’ técita de los conceptos elaborados y un par de glosas malicio- sas publicadas en Zeitschrift fiir dffeniliches Recht. Una excepcién, que desde luego es de interés por la significacién cientifica de su autor, se reficre a una sola cuestién, que es la interpretacién de las palabras «regalia Suprema», contenidas en los acuer- dos de 1632 del emperador con Wallenstein, en su segundo generalato (p. 118 de este libro).’ Ulrich Stutz ha demostrado, en Zeitschrift der Savigny- Stiftung, Seccién Canénica XII, 1922, pp. 416 'ss., que como «regalia suprema» puede designarse ef jus reformandi; Joh. Heckel ha complementado esta interpretacion, en la misma Revista (XIII, pp. 518 y siguientes) con nuevas pruebas de este uso lingiifs- tico. No niego que en otros respectos pueda desig- narse el jus reformandi con las palabras «regalia suprema», pero no siempre tienen este contenido ni lo tienen de una manera exclusiva. Lo que im- porta aqui es lo que quieren decir en ja cléusula de los Acuerdos de 1632: «5. De los paises ocupa- dos, la regalia suprema en el imperio, como una 5 6 a ied recompensa extraordinaria.» Es fécil utilizar fra- ses como «regalia suprema», «regalia mejor», «pre- sea ms costosa y mas perfectas, etc. (cf. Heckel, loc. cit., p. 523), sin un sentido exclusivo, especial: mente en ‘un lenguaje barroco. Ademés,’en el. si- glo xvut la esfera de lo eclesiastico esta indudable- mente separada de la esfera de lo secular, por lo que dentro de cada una de ambas puede existir una «regalia suprema», En los Acuerdos con Wa- Henstein no hay ningiin interés politico reconocible como jus reformandi. En cambio, la concepeién de que la expresiGn erezalia suprema» designa aqut la dignidad electora, ademas de responder igual- mente al lenguaje de Ia época, en conexién con las recompensas pagadas, indica’ el acertado sentido de una erecomperisa extraordinaria», lo cual con- cuerda bien con la situacién del aio 1632. Sin investigaciones més profundas de historia y de teoria de la Constitucién, no puede tratarse hoy cientificamente tal cuestién de interpretacion ni el problema general de la dictadura. El mismo curioso fenémeno aparece en casi todos los paises europeos, bajo formas distintas: como dictadura abierta, como practica de las leyes de apodera- miento; en formas aparentemente legales, es decir, en las formas prescritas para una reforma consti: tucional, para encubrir rupturas de la Constitucién, en Ta legislacién efectuada por mayorias absolutas patlamentarias, etc, No es en modo alguno «posi tivo> ignorar lo sencillo. También la ciencia del derecho pablico esta obligada a tener conciencia de los problemas de su tiempo. Ast se justifica el presente, ensayo de estudiar algunos siglas del pro ema de la dictadura. Otra cosa sucede indudable- mente con la cuestién’ de la prognosis. Yo he pres- cindido de intentar nada semejante, aun cuando aqui existen ya algunos precedentes. Erwin von Beckerath, por ejemplo, dice al final de su libro, Prstogs ” sumamente inteligente y claro, Wesen_und Werden des fascistischen States (Berlin, 1927, pp. 1545), que con la creciente concentracién def poder cco- nomico y politico en pocas manos se disgregara la idea de las mayorias, y si («como suponemos») siguen creciendo las tensiones econémicas y pol ticas en Europa, «es probable que el Estado autori- tario, junto con una transformacién de la ideologia politica, recupere terreno dentro de la comuni- dad_cultural occidental». H. Nawiasky profetiz6, el 18 de febrero de 1925, en Munich, con esta frase lapidaria en su forma y en su contenido, que «la caida de Mussolini no es més que una cuestion de tiempo» («Die Stellung der Regierung im modernen Staal», Cuaderno 37 de la Coleccién Recht und Staat, ‘Tubingen, 1925, p. 23). Ahora bien, es claro que todo To terreno es a la larga tan solo «una cuestién de tiempo» y que el riesgo mismo de tales profecias no es, por lo tanto, muy grande. A pesar de ello, yo prefiero no meterme en eso. Sobre la trayectoria de la idea de la dictadura se encuentran algunas observaciones al tratar del aspecto filosoficohistérico de la dictadura en la ac- tualidad (prélogo a la 1,* edicién) y del comienzo racionalista de la dictadura en el siglo xvar (car pitulo TI), Sin embargo, falta todavia una expo- sicién completa de esta linea de desarrollo. Por cierto que en mi trabajo Die geistgeschichtliche Lage des heutigen Parlamentarismus (especialmen- teen el capitulo TI, «La Dictadura en el pensa- miento marxista», 2 ed., 1926, pp. 63 ss.) se mucs- tran algunos momentos decisivos de la historia de Jas ideas del siglo x1x, por lo que me remito a dicho lugar. Bonn, agosto 192 PROLOGO A LA PRIMERA EDICION El decir que no solo los libros, sino también los dichos tienen su destino serfa tina trivialidad, si con ello solamente se aludiese a las transforma. ciones que se operan en el transcurso del tiempo para demostrar, mediante una prognosis a poste- riori o mediante un horéscopo filosoficohistérico, como sucedié lo que sucedi6». Pero no es tal cosa el propésito de este trabajo, el cual se esfuerza mas bien por establecer_ conexiones sisteméticas, cuyo cometido es tan dificil precisamente porque debe investigarse un concepto central de la teoria del Estado y de la teoria de la Constitucién, el cual, si alguna vez ha sido tomado en considera- cién, ha aparecido, todo Jo més, de una manera incidental y confusa, en Jos linderos de diversas esferas —historia politica, politica en el sentido de Roscher, teorfa general del Estado—, pero en lo demas ha permanecido como un término politico tan confuso que explica su enorme popularidad, asi como la aversién a admitirlo que muestran los, eruditos del derecho, En 1793 se Jamentaba un jacobino: on parle sans cesse de dictature. Hoy, todavia no se ha dejado de hablar de ella, y tal vez seria una ocupacién divertida elaborar un cua Gro de los distintos sujetos concretos y abstractos de una dictadura real o presunta, Pero con ello no se habria hecho mucho para aprehender el concep- » 2» Le dictaduns to de dictadura y, a Io sumo, se habria introdu- cido, una vez mas, la confusién general en la con- ciencia, Pero a pesar de ello, una vez que se ha derivado de otras conexiones’un concepio de dic- tadura, mostraremos ya aqui cudles son los mo- mentos esenciales para el conocimiento de la cucs- tién contenidos en el lenguaje politico, mediante los que sea posible introducir en la aturdidora am- bigiiedad del término una orientacién provisional, no solo puramente terminolégica, y uma referencia a su conexidn con otros conceptos de la teoria ge- neral del derecho y del Estado. La literatura politica burguesa, que hasta el aio 1917 ha aparentado ignorar cl conocimiento de una dictadura del proletariado, se permiti6, en el mejor de los casos, caracterizar el sentido poli de la palabra indicando que, ante todo, si aba Ja dominacién personal de un individuo, si Bien ligada necesariamente a otras dos repre. fentaciones: a una, que este dominacién se apoya en un asentimiento del pueblo, que tanto da que sea impuesto 0 imputado, y, por tanto, en un fun- camento democratico, y la’ otra, que el dictador se sirve de un aparato de gobierno fuertemente sentralizado, apropiado para el gobierno y la ad ministracion de un Estado moderno. Segin esta concepcién, el prototipo del dictador moderno es Napoleén i. Para no escoger una manifestacién ocasional cualquiera, dentro de la enorme cantidad de obras politicas, utilizaremos como ejemplo las expresiones de Ia’ obra de Bodley sobre Francia (Londres, 1898). Aqui se encuentra con frecuencia la palabra (dictatorship), la cual tiene incluso un lugar propio en el indice alfabético de materias, pero las referencias de este indice son curiosas: Dictadura=Régimen autoritario i partismo, e incluso=Boulangismo, Gambetta aspi- raba a la «dictaduras, su actividad politica era un Prélogo a ecesarismo potencial» (If, 409); Napolen 1 era wn dictador militar (1, 259). Pero también Mama dictadura a todo ejecutivo fuerte, con un. sistema de gobierno centralizado y una cabeza autocratica (I, 80); y, finalmente, para valer como dictadura basta todo realce personal de un presidente, todo egobierno personal» (personal rule), en el mas. am- plio sentido (1, 297 ss). Seria la mas necia pedan- teria tratar de’ plasmar en una frase una obra po litica que, por lo demas, es rica en observaciones sensatas y acertadas, y mas aim con una palabra como diciadura, a 1a que la etimologia general da una extensién ilimitada, puesto que, segiin ella, puede Tlamarse dictador'a todo aquel que «dicta» Pero en esta cuestion trashice por todas partes Ia conexién entre la dominacién personal, la dem cracia y el centralismo, a pesar de la terminologfa oportunista; solo que el momento de la domina- cién personal queda rezagado con frecuencia, por causa de la acentuacién del aparato del gobierno centralizado, que resulta en sf necesaria por mo- tivos técnicos. Asi se explica la cutiosa serie de adictadores» del siglo xrx:_ Napoleén_ I, Nano- Jen HT, Bismarck, Thiers, Gambetta, Disracli, in- cluso Pio IX. Para la literatura politica alemana, la obra de Bruno Bauer, Disraelis romantischer und Bismarcks sozialistischer Imperialismius (1882), es un documento instructive de esta nocién_polf tica, A esto responde también el que en Ostro- gorski, el jefe de partido de una democracia mo- derna. que tiene en su mano el Caucus, la méqui- na del partido centralizada, sea llamado con cierta concisién dictador, 0 que en la literatura nolftica de los Estados Unidos, los adversarios de Ta cen tralizacién amen «dictatorial» a toda medida del sobierno federal que atente a la independencia de os Estados singulares. Pero segtin el uso mas mo- derno del lenguaje, siempre es caracteristico de 2 La dicts fa dictadura una supresion de Ia democracia sobre bases democraticas, de manera que ya no existe, Jas més de las veces, ninguna diferencia entre di tadura y cesarismo y falta una determinacién esen- cial, que es el carcter comisarial de la dictadura, del ‘cual se trata 2 continuacion. En la literatura socialista de la «dictadura del proletariado» resulta esto tanto més claro, por cuanto que se trata de una filosofia de la historia de amplias dimensiones, que opera solamente con Estados y clases en su integridad. De Ia discusién ‘que se produjo entre los marxistas de aquella éno- ca —en el verano de 1920— podria sacarse Ia im presién de.gque la dictadura fuera una negacién esencial de la democracia parlamentaria, bajo la renuncia a los fundamentos democraticos formales. Si Kautsky, de cuyo Terrorismus und Kommunis- mus (1919)'arranca esta discusién, quiere rechazar la dictadura del proletariado, porque él define la @ictadura como la dominacién personal necesaria de un individuo y considera que una dictadura co- lectiva es una contradiccién en sf misma, tal refu- tacién no es més que un argumento terminolégico Precisamente el marxismo, para cl que el titular de todo acontecer politico efectivo no es un indi- viduo, sino una clase, no le era dificil hacer del proletariado, en cuanto conjunto colectivo, un st jeto propiamente actuante y, por tanto, sujeto de una dictadura, EI contenido de su comportamiento dictatorial puede ser indudablemente concebido de maneras diversas. Segtin las discusiones sobre Ja obra de Kautsky, parece que lo importante es la eliminacién de Ia democracia, como se manifiesta en el mayor vigor puesto en el rechazo 0 en la di- solucién de una asamblea nacional constituyente, elegida con arreglo a los principios democraticos. Pero de aqui no se deriva necesariamente que para los secuaces marxistas de la dictadura del prole- Pesos 2 tariado se considere necesaria la dominacién de una minoria sobre la mayoria, En las respuestas que han dado hasta ahora Lenin, Trotski y Radek a la obra de Kautsky no puede ‘caber ya ninguna duda de que no existen ni siquiera razones de principio contra la utilizacién de las formas, demo- eraticas, sino que esta cuesti¢n, como todas las dems, incluyendo la de la legalidad y la ilegalidad, tiene que ser contestada de manera distinta, segin las circunstancias del pais singular, y es tan solo una de las medidas estratégicas y tacticas del plan comunista. Segin la situacién de las cosas, puede ser conveniente trabajar con uno u otro método, pues en todo caso lo esencial es la transicién al objetivo final comuista, para lo cual la implan- tacién de la dictadura del proletariado es un me- dio técnico. AI Estado en gue la clase dominante es el proletariado, ya sea como mayorfa o bien como minoria, también se le llama dictadura, en cuanto un todo, en cuanto «maquina centralizadae, en cuanto eaparato de dominacién». Ahora bien, este Estado proletario no quiere ser nada defini- tivo, sino una transicién. De ahi recibe de nuevo su_Significacién la circunstancia esencial que se habia pospuesto en la literatura burguesa. La dic- tadura es un medio para alcanzar un fin determi- nado; como su contenido solo esté determinado por el interés en el resultado a aleanzar y, por tan- to, depende siempre de la situacién de las cosas, no se puede definir, en general, como la supresion de ia democracia. ‘Por otra parte, la argumenta- jon comunista permite también conocer que la dictadura del proletariado, que segtin su idea es una transicion, solo debe implantarse por excep- cién y bajo la coaccién de las circunstancias. Tam- bign esto forma parte de su concept, v Lo que im- porta es determinar a qué se hace tal excepcién. Si la dictadura es un «estado de excepcién» ne- ™ 1a dictadane cesario, pueden demostrarse las distintas posibili- dades de su concepto mediante una enumeracién de lo que se considera como normal: desde un punto de vista juridicopolitico, puede significar Ia supresién del Estado de derecho, donde Estado de derecho puede significar, a su vez, cosas diferentes: una especie de ejercicio del poder estatal que solo permite la ingerencia en la esfera de los derechos de los ciudadanos, de la libertad personal y de la propiedad, apoyandose en una ley; 0 bien una ga- rantia constitucional, puesta por encima incluso de las ingerencias legales, de ciertos derechos de l- bertad, que son negados por la dictadura. Si la Constitucién del Estado es democratica, puede Ha- marse dictadura a toda violacién de’ principios democraticos que tenga lugar por via de excep- cién, a todo ejercicio de la dominacién estatal aue prescinda del asentimiento de Ia mayoria de los gobernados. Si se establece, como ideal politico de validez general, semejante ejercicio democré- tico de Ia dominacién, es dictadura todo Estado que no respete estos principios democriticos. Si se adopta como norma el principio liberal de’ los derechos humanos, y de libertad inalienables, en tonces también apirece como dictadura una viola- cién de estos derechos, aun cuando se apoye en la voluntad de la mayoria, La dictadura puede, ast, significar una excepcién tanto a los principios de- mocraticos cuanto a los principios liberales, sin que ambas excepciones tengan que aparecer’uni- das, Lo que tiene que valer como norma puede ser determinado positivamente mediante una Consti- tucién y también mediante un ideal politico. Por eso, al estado de sitio se le Hama dictadura. debido a la suspensién de preceptos positivos de la Cons- titucién, en tanto que, desde un punto de vista re- volucionario, todo el ordenamiento existente se ca- Hifica de dictadura, por lo cual el concepto puede Pasig 2 ser trasladado de lo juridicopolitico a lo simple- ‘mente politico. Ahora bien, alli donde, como en Ia literatura comunista, se Tama dictadura no solo al ordenamiento politico combatido, sino también a la propia dominacién politica ambicionada, se introduce en la esencia del concepto un cambio mas amplio. Al Estado propio se le lama dictadu- ra en su conjunto, porque significa un instramento de transicién, que’ efecttia él, a una situacién justa, pero su justificacién descansa en una norma que ya no eS meramente politica ni juridicoconstitu- ‘ional positiva, sino filosoficohistérica. De esta m: nera, la dictadura —que, en cuanto excepcién, per- manece en una dependencia funcional de aquello que niega— se ha convertido asimismo en una ca- tegoria filosoficohistorica. Segdin la concepcién eco- némica de la historia del marxismo, el desarrollo hacia el estadio final comunista debe producirse (en el sentido de Hegel), las con- diciones econémicas deben estar maduras para la revolucién, el desarrollo es «inmanente» (igualmen- te en sentido hegeliano), las condiciones no pueden shacerse» madurar por la fuerza, y una ingerencia artificial, mecénica, en este desarrollo orginico ca- receria de sentido ‘para toda marxista. Pero la ar- sumentacién bolchevista ve en la actividad de la burguesia —que se defiende con todos los medios para no ser desalojada de su puesto, condenado a desaparecer desde hace largo tiempo por la ev lucién histérica— una ingerencia exterior en el di arrello inmanente, mediante Ia cual se obstruye el camino del desarrollo orgénico, v que debe ser su- primida igualmente por medios mecénicos y ex ternos, Este es el sentido de la dictadura del pro: etariado, mediante el cual se justifica, tanto desde el punto de vista filosoficohistéric como desde el de Ja argumentacién, una excepcién a las normas, del desarrollo organico y a su enestién fandamen- % 1a dicduse tal, En Ia tiltima obra de Lenin sobre el Radicalis mo (1920) y en el Anti-Kautski de Trotski (1920) se ve esto con mayor claridad ain que,en otras partes: la burguesia es una «clase condenada a caso por la historia», el proletariado, por ser una clase histéricamente ascendente, tiene derecho a todo el empleo de la fuerza que le parezca conve- niente contra la clase histéricamente declinante, en interés del desarrollo historico. Quien esté del lado de las cosas venideras puede permitirse empujar Jo aue atin falta para Megar a ellas. El que toda dictadura contiene una excepcién a una norma no quiere decir que sea una nega- cién causal de una norma cualquiera. La dialéctica interna del concepto radica en que mediante la dictadura se niega precisamente la norma cuya domi nacién debe ser asegurada en la realidad politico historica. Entre Ja dominacién de la norma a re lizar y el método de su realizacién puede existir, pues, una oposicién. Desde el punto de vista filo- fdico, la esencia de la dictadura esta aqui, esto es, en la posibilidad general de una separa: cién de las normas de derecho v las normas de la realizacién del derecho, Una dictadura que no se hace denendiente de un resultado a aleanzar, co- rrespondiente a una representacién normativa, pero concreta, que segtin esto no tiene por fin hacerse a si misma superflua, es un despotismo cualquie- ra. Pero lograr un resultado conereto significa in- tervenir en el decurso causal del aconiecer con medios cuya correccién est en. su conveniencia v que denenden exclusivamente de las conexiones facticas de este decurso causal. Partiendo precisa- mente de lo que debe justificar, Ja dictadura se convierte en una supresién de Ia situacién juridi- ca en general, porque significa la dominacién de un procedimiento que est interesado exclusiva mente en el logro de un resultado concreto, me- Prog a diante la eliminacién del respeto esencial al dere- cho que tiene el sujeto de derecho a oponer su vor luntad, si esta voluntad obstaculiza tal resultado; y seatin esto significa el desligamiento del fin res- ecto del derecho. Desde luego, quien no ve en la medula de todo derecho mas que semejante fin, no est en situacién de encontrar un concepto de dic- tadura, porque para él todo ordenamiento juridi- co es simplemente una dictadura, latente o intermi- tente. Thering se expresa de la’ manera siguiente (Zweck im Recht, T1?, 251): el derecho es un me- dio para un fin, para ¢l existir de la sociedad; si el derecho no se muestra en situacin de salvar a la sociedad, interviene Ia fuerza y hace lo que se ofre- ce, entonces es el checho salvador del poder del Estado» y el punto en que el derecho desemboca en la politica y en Ia historia. Dicho de una mane- ra més precisa, seria el punto donde el derecho revela su verdadera naturaleza y donde, por mo- tivos de conveniencia, acaban las atenuaciones ad- mitidas de su cardcter teleolégico puro. La guerra contra el enemigo exterior y la represién de una sublevacién en el interior no constituirian estados de excepcién, sino el caso ideal normal en el que el derecho y el Estado despliczan su naturaleza finalista intrinseca con una fuerza inmediata, La justificacién de la dictadura que se apoya en que, Si bien esta ignora el derecho, es tan solo para realizarlo, es importante por su contenido, pero no es una derivacién formal v. por tanto, no es una justificacién en sentido juridico, porque el fin real o supuesto, por bueno aue sea, no nuede fundamentar ninguna ruptura del derecho, y la im- plantacién de una situacién que responda a Tos principios de justicia normativa no Ie presta nin- funa autoridad juridica. La caracteristica formal radica en el apoderamiente de una autoridad st prema, la cual esté juridicamente en situacién de Ey Ls dicadura suspender el derecho y autorizar una dictadura, es decir, esté en situacién de permitir una excep: cién conereta, cuyo contenido es monstruoso, en comparacién con el otro caso de excepcién con- creta, con el caso del indulto. Hablando en térmi- nos abstracts, el problema de la dictadura serfa el problema de la excencién concreta, que hasta ahora no ha sido tratado sistemsticamente en Ja teorfa general del derecho. En este trabajo no va- mos a entrar en esta cuestién, pero para el cono- cimiento de la dictadura era ‘necesario investigar de qué autoridad suprema —inica que puede otor- rar tales excepeiones— parten las construcciones de la dictadura realizadas hasta la fecha. Porque otra peculiaridad de la dictadura radica en lo si guiente: como esté justificado todo lo que resulta necesario, considerado desde el punto de vista del resultado’ conereto a alcanzar, el contenido del apo- deramiento en la dictadura se determina, de una manera incondicionada y exclusiva, con arreslo a Ta situacién de las cosas; de donde surge una igual- dad absoluta entre cometido y facultad, discrecién y apoderamiento, comisién y autoridad. Dada se- mejante identidad, todo dictador es necesariamen- te comisario, en un sentido especial. En uma inves- tigacién mas minuciosa es inevitable rastrear la historia de este importante concento. A esto se debe Ta estructuracién del presente trabajo, en el que a cada exposicién tedtica perteneciente a la teorfa general del Estado y de la Constitucién sigue una consideracién histérica del ejercicio inmediato co- misarial de la autoridad estatal. En el punto medio se encuentra entonces la distincién esencial (esta- blecida en el cap. IV) que contiene el resultado del trabaio, puesto que trata de resolver una primera dificultad, que permite Wegar por primera vez al concento'de dictadura mediante una explicacién cientificojuridica: Ia distincién entre dictadura co- Pdogo » misarial y dictadura soberana. Tal distincién cons- tituye, tedricamente, la transicién de la primitiva dictadura de la «Reforma» a la dictadura de la Revolucién, sobre la base del pouvoir constituant del pueblo, En el siglo xvi aparece, por primera vez en la historia del Occidente cristiano, un con- cepto de dictadura, segin el cual el dictador per- manece en realidad comisario, pero que, a conse- ‘euencia de la peculiaridad no’ del poder’ constitui- do, sino del poder constituyente del pueblo, es un comisario inmediato del pueblo, un dictador que dicta incluso a su comitante, sin dejar de legiti- marse por él, EI ulterior desarrollo de Ia historia de las ideas durante el siglo x1x solo ha podido ser insinuado, en una nota bastante larga (nota 22 del capitulo 4). Desde el afio 1848 se separan de una manera pau- latina, pero total, al menos en Alemania, la teorfa general del Estado y el derecho politico positivo, y.corren ademés, unas junto a otras, varias direc Giones de ideas independientes, por lo que de esta parte del trabajo se hace una exposicién separada. Politicamente hablando, el concepto de. soberania, transmitido de siglos anteriores, ha cambiado esen- cialmente, a través del concepto de clases y, desde un punto de vista juridico-constitucional y juri politico, a través de la moderna li cin; y el concepto que todavia hoy predomina, el concepto de una soberania «del Estado» que se opone a todos los demas sujetos de la soberania, es muchas veces tan solo la delimitacién de una tergiversatio del problema verdadero. La dificultad del trabajo estaba por ello, de una parte, en el pro- blema mismo, pero también en el material histé- Tico, cientificojuridico y filosdfico, con ayuda del cual tavo que caminar la investigacién por un ca mino tan poco allanado. Indudablemente, el mate- rial no esta tan anticuado como tal vez pudiera »” Ls dicadore parecer a primera vista. La controversia que se inicia con Bodino, expuesta en el capitulo 1 de este trabajo, en torno por ejemplo a si el dictador es soberano, es mencionada todavia, al menos por un jurista erudito como James Bryce. Pero aun prescindiendo de esto, el material no ha sido re- Copilado como un fin’en s{ mismo, sino para ilus- trar el desarrollo de un concepto sistematico esen- cial. Por ello debe observarse también que el inte- rés de este trabajo no lo han suscitado por primera vex las discusiones actuales sobre la dictadura, la violencia o el terror. El valor juridico de la sen- tencia en cuanto tal, independientemente de su con- tenido material de justicia, se convirtio ya en 1912, en el tratado «Ley y Juicio», en la base de una in: vestigacién de la practica juridica; alli se aludia especialmente a Bentham, cuya teorfa de la certeza juridica se ha hecho importante para la teoria del Estado inmediatamente a través del concepto de soberanfa de Austin, que tiene precisamente aqui tm inesperado predécesor en Hobbes y un apoyo atin menos esperado en De Maistre. La prolonga- Gién de este pensamiento dio por resultado la con- traposicion entre norma juridica y norma de eje- cucién del derecho, que ha sido investigada en su aspecto principal en mi tratado sobre el Valor del Estado (1914), del que solamente deploro que, al redactarlo, no conocia todavia la teoria de la’ so- berania del derecho de H. Krabbe. El tratado ha sido erréneamente enjuiciado desde lados opues- tos: un erudito de la importancia de Weyr iden- tific sin mas el concepto de derecho qué alli se expone con la «forma» positivista, salvadora en si, de Kelsen, que segin mi opinion es una contradic: tio in adjecto, pues para Kelsen el problema de la dictadura est tan lejos de ser un problema juri- dico como una operacién del cerebro lo esté de ser un problema légico, respondiendo a su formalismo Prd a relativista, el cual desconoce que aqui se trata de algo distinto, a saber: que la autoridad del Estado no puede ser separada de su valor; L. Waldecker, por el contrario, veia en el tratado tan solo «dere- cho natural de viejo recuerdo», con lo cual despa- cho (al menos entonces, en el aio 1916). Con esto se acercaba a prestar una consideracion especial al concepto eritico de realizacién del derecho y, por tanto, a la dictadura, y a mostrar, mediante una exposicién de su desarrollo en la teoria mo- derma del Estado, que es imposible tratar ad hoc, como hasta ahora, tan solo luchas constituciona- les singulares ocasionales ¢ ignorar por principio Jo demas. La exposicidn pudo ser conducida hasta Ja presente parte terminada, indudablemente bajo las condiciones mas desfavorables, en una época cum desertis Aganippes Vallibus esuriens migraret in atria Clio. Capitulo 1 LA DICTADURA COMISARIAL Y LA TEORIA DEL ESTADO a) La teoria técnicoestatal y la teoria estatalju- ridica Para los autores humanistas del Renacimiento, a dictadura era un concept que se encontraba en la historia de Roma y en sus autores clasicos. Los grandes fildlogos y conocedores de la antigiiedad romana comparaban las. distintas exposiciones de Cicerén, Tito Livio, Tacito, Plutarco, Dionisio de Halicarnaso, Suetonio, etc, y se interesaban por Ja institucién como una cuestién de la historia de Ja antigiiedad, sin buscar un concepto de signifi: cado juridicoestatal general '. De esta manera fun- daron una tradicién, que ha permanecido invaria- ble hasta bien entrado el siglo xx: Ja dictadura es una sabia invencién de la Republica Romana, el dictador un magistrado romano extraordinario, que fue introducido después de la expulsion de los reyes, para que en tiempos de peligro hubiera, un imperium fuerte, que no estuviera obstaculizado, como el poder de los cénsules, por la colegialidad, por el derecho de veto de los tribunos de la plebe ¥ la apelacién al pueblo. El dictador, que era nom brado por el consul a solicitud del’ Senado, tiene el cometide de eliminar la situacién peligrosa que ¥ o 1a dices ha motivado su nombramiento, o sea, hacer la gue- tra (dictadura rei gerendae) 6 reprimir una rebo- lin interna (dictadura seditionis sedandae); mas tarde también se le encomendaron pormenores ¢s- peciales, como la celebracién de una asamblea po- pular (comitiorum habendorum), clavar un clavo, que por motivos religiosos tenia que ser clavado por el praetor maximus (clavi figendi), la direccion de una investigacién, la fijacion de dias festivos, et- cétera. El dictador’ era nombrado por seisme- ses, pero antes del transcurso de este plazo resig- naba su dignidad, al menos con arreglo al loable uso de Jos viejos tiempos republicanos, si habia ejecutado su misién. No estaba ligado a las leves y era una especie de rey, con poder ilimitado sobre la vida y Ja muerte. La cuestion de si por el nom- bramiento del dictador se extingufa el poder de Jos restantes magistrados es contestada de diver- Por lo general, se vela en la dictadu- ra un medio politico, en virtud del cual la aris- tocracia patricia buscaba proteger su dominacion frente a las exigencias democraticas de los plebe- yos, Como ¢s natural, falta una critica historica de las noticias transmitidas*, Las dictaduras tar- dias de Sila y César fueron agrupadas casi siempre con Ja dictadura de la época antigua, como. algo juridicamente igual, aunque politicamente distin- to (in effectu tyrannis, como dice Besold). Precisamente de esta sorprendente diversidad de la antigua dictadura republicana y la dictadura ulte- rior de Sila y César habria podido sugerir una de- terminacién ‘mds inmediata dentro del concepto de dictadura. La contraposicién entre la dictadura comisarial y la dictadura soberana, que habia de desarrollarse en lo sucesivo como la decision fan- damental, esta aqui ya insinuada en el desarrollo politico mismo y se apoya propiamente en la na- turaleza de las cosas. Pero como el juicio histérico, a dicta comisail y la tcotin del Fenda 3 siempre depende de las experiencias del propio pre- sente*, el interés de los siglos xvr y xvi se dirige menos hacia el desarrollo habido desde Ia demo- cracia hasta el cesarismo. Porque el principado absoluto que entonces se implanté no vefa su fun- damento juridico en el asentimiento del pueblo, cualquiera que fuese el modo en que pudiera pro- ducirse, sino que era por Ja gracia de Dios, y se imponia frente a los estamentos, es decir, frente ‘a lo que, para la Constitucién de entonees era el pueblo. El significado lingiifstico de la palabra dic- tadura, que conduce a su extensién a todos aque- los casos en los que puede decirse que se

También podría gustarte