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ESPÍRITU

“Poder” es básicamente la capacidad de actuar o hacer cosas, y


puede ser latente, residiendo inoperante en alguien o algo. Por
otro lado, “fuerza” designa de forma más específica la energía
proyectada y ejercida sobre personas o cosas, y se puede definir
como “una influencia que produce o tiende a producir movimiento
o lo modifica”. El “poder” pudiera asemejarse a la energía
acumulada en una batería, mientras que la “fuerza” se podría
comparar a la corriente que fluye de tal batería. , adorarlo con
espíritu significa especialmente poseer su espíritu santo y permitir
que este nos guíe. Es preciso que sintonicemos nuestro espíritu,
o disposición mental, con el suyo mediante el estudio y la
aplicación de Su Palabra (1 Corintios 2:8-12). Inclinación mental
dominante. Tanto rú·aj como pnéu·ma se utilizan para designar
la fuerza que hace que una persona manifieste cierta actitud o
emoción o que tome cierta acción o proceder. Aunque esa fuerza
que está dentro de la persona es invisible, produce efectos que sí
son visibles. Corazón y espíritu. Con frecuencia se relaciona al
corazón con el espíritu. Como el corazón figurado tiene capacidad
para pensar y motivar, y es el asiento de las emociones y los
afectos (véase CORAZÓN), debe desempeñar un papel
importante en el desarrollo del espíritu (la inclinación mental
impelente) de la persona. Éxodo 35:21 establece un paralelo
entre el corazón y el espíritu al decir: “Vinieron, todo aquel cuyo
corazón lo impelió, y trajeron, todo aquel cuyo espíritu lo incitó, la
contribución de Jehová para la obra de la tienda de reunión”. )
Debido al influyente efecto que la fuerza motivadora de la persona
tiene en la mente, Pablo aconseja: “Deben ser hechos nuevos en
la fuerza que impulsa [forma de pnéu·ma] su mente, y deben
vestirse de la nueva personalidad que fue creada conforme a la
voluntad de Dios en verdadera justicia y lealtad”. (Ef 4:23, 24.)

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