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POR
O B IR. . A .
favorablemente informada por el Consejo de Instrucción
Pública y premiada con medalla de plata en la Exposición regional
valenciana de iSSj, con medalla de /. clasea
5. a
EDICIÓN
VALENCIA—1902
TIPOGRAFÍA MODERNA, Á CARGO DE M. GIMENO
Avellanas, 11
Es propiedad de su autor, el cual
se reserva todos los derechos que
le conceden las leyes y tratados
de propiedad intelectual.
DOCUMENTOS OFICIALES
DICTAMEN
REAL ORDEN
LECCIÓN XXXI
CONCEPTO DE LA LÓGICA
3 0 1 . Definición d e l a liógica.—La
palabra Lógica se deriva del griego lógos, que
además de tratado significa palabra y razón. He
aquí por qué la definen muchos: ciencia racio-
nal, ciencia del raciocinio y arte de su aplica-
ción, ciencia para raciocinar fácil, ordenada y
rectamente, arte de disputar 6 de discutir,
ciencia práctica de las operaciones mentales
para la investigación de la verdad, arte de bien
pensar ó ciencia de las formas del pensamiento,
ciencia de lo verdadero, ciencia del orden á
1
1
Curso de Filosofía Elemental, Lógica, pág. 2 .
Madrid, 1847.
12
i.°, investigación j
2.°, apreciación f , , , .
3 .r,,
u • • - 1>de la verdad.
enunciación
4.°, demostración )
La investigación, para poder encontrarla y
adquirirla; la apreciación, para medirla y pesarla
de manera que produzca en nosotros seguridad
y certeza; la enunciación, para que salga de
nuestra mente, compartiendo don tan precioso
con nuestros semejantes; y la demostración,
para que no pueda rechazarla entendimiento
alguno, por obcecado que esté.
307. Medios de q u e la Lógica se
sirve para la consecución de s u s
fines.—Estos importantísimos fines no pueden
lograrse sin poner en juego los medios adecua-
dos, que son: un conocimiento exacto de
los procedimientos racionales, ó sea de
las leyes del raciocinio, y una aplicación
acertada de dichos procedimientos á
todos los casos que en la práctica se
presenten. Cierto es, según hemos dicho, que
el entendimiento busca naturalmente la verdad,
como el ojo la luz; pero también es exacto que
las causas del error son otros tantos obstáculos
que el hombre tiene que vencer en el curso de
sus investigaciones, si quiere realizar su destino
y conservarse digno de su elevado origen.
308. Partes en que dividimos la
Liógica.—Dichos cuatro fines particulares nos
autorizan para dividir la Lógica en cuatro par-
tes, referentes las dos primeras á la materia y
las dos últimas á la forma ó expresión de la
verdad, que pueden llamarse:
i6
investigativa ó Metodología,
apreciativa ó Crítica,
Lógica enunciativa ó Gramática general,
demostrativa ó Dialéctica.
3 0 9 . Diferencias entre la Lógica
y l a P s i c o l o g í a . — N o puede confundirse la
Lógica con las demás ciencias, aunque tenga
íntimas relaciones con algunas, porque tanto
sus objetos como sus fines respectivos son
diferentes. Las investigaciones lógicas buscan
la vendad en general, al paso que todas las demás
ciencias tratan de verdades particulares, refe-
rentes á su materia propia. Difiere de la Psi-
cología, en que ésta estudia la naturaleza
del alma, y. por ende las operaciones
racionales en sí mismas; mientras que la
Lógica las considera sólo en sus relacio-
nes con la verdad.
310. Utilidad e importancia de la
Lógica.-—Fundándose algunos en la existencia
de la Lógica natural, niegan toda utilidad é
importancia á la Lógica científica ó propiamente
dicha; pero fácilmente se refuta sú error consi-
derando lo útil é importantísimo que es para el
hombre saber investigar la verdad, oculta mu-
chas veces á la simple mirada del espíritu,
apreciarla convenientemente por medio de una
crítica racional y sólida, enunciarla después con
17
claridad y exactitud, y demostrarla, por último,
en caso necesario. La verdad es el bien del
entendimiento, su alimento natural y propio, y
privarle de este alimento sería el mayor mal
que puede acaecerle. La Lógica es además
auxiliar poderosísimo, casi indispensable, de las
demás ciencias. Ninguna reclama su cooperación
inmediata y directa; pero todas ponen en prác-
tica sus preceptos y utilizan sus leyes. Es, pues,
la Lógica, respecto á las otras ciencias, como
una especie de faro que ilumina las obscurida-
des de sus respectivos rumbos, como un instru-
mento poderoso que facilita sus investigaciones.
Por último, la Lógica nos enseña á concebir con
claridad, á juzgar con rectitud, á raciocinar
Consecuentemente, y á relacionar entre sí las
ideas, los juicios y los raciocinios por manera
demostrativa y metódica, influyendo también
poderosamente en la pública moralidad, pues
sabido es que las buenas obras son siempre
producto de los rectos juicios. Nada de particu-
lar tiene, por lo tanto, que se haya llamado á
la Lógica medicina y maestra de la mente;
órgano, instrumento, llave y ciencia de las
ciencias; don de los dioses, como decía Só-
crates; canónica ó colección de reglas ó cáno-
nes; arte de las artes; arte crítica; propedéu-
tica ó disciplina preliminar que prepara otras
i8
LECCIÓN XXXII
D E LA V E R D A D
1
Lib. 2, Solil., cap. s.
20
3 1 3 . V e r d a d metafísica.—Refiérese
esta verdad á la realidad 6 esencia de los objetos
ó cosas, por lo cual se llama también real y
objetiva. A esta especie de verdad puede apli-
carse perfectamente la definición ya citada de
San Agustín. Metafísicamente verdadero es
todo cuanto existe, porque las cosas todas son
como deben ser. Pero como las esencias de las
cosas creadas, necesariamente tienen que estar
conformes con las ideas ejemplares ó típicas
que les sirvieron de modelo, ideas existentes
ab ademo en la mente del Criador, podemos
definir también la verdad metafísica diciendo,
que es la conformidad ó congruencia
existente entre la esencia de las cosas y
la inteligencia divina.
3 1 4 . F a l s e d a d m e t a f í s i c a . — L a ver-
dad metafísica es necesaria; contra ella no cabe
falsedad posible; su contrario es la nada. Por
eso hemos dicho en el número anterior que
todas las cosas existentes son metafísicamente
verdaderas. Corrobora esto mismo la conside-
ración de que en el entendimiento divino,
infinitamente perfecto, no cabe error, el cual es
una imperfección.
3 1 5 . V e r d a d l ó g i c a . — E s t a verdad no
se refiere á la existencia de las cosas, sino más
bien á la conformidad del entendimiento huma-
22
1
Sum. Tlieol., I. p., q. XVI, art. 2 .
2
I. q. XVI, a. 1 c.
PRIMERA PARTE DE LA LÓGICA
mETODOlíOOÍfl
LECCIÓN XXXIII
ESPECIES DE MÉTODOS
1
Del griego meta, en, entre, con, sobre, etc., y
odós, camino.
26
1
Del griego ¿sos, igual, y chrónos., tiempo.
32
1
Llemenias de Lógica, por Mendive, pág. 377.
Valladolid, 1883.
33
al valle, 6 sea, desciende desde.lo general á lo
particular.
321. Principales casos en q u e se
practica el método analítico ó i n -
ductivo.—Se hace uso del procedimien-
to analítico ó inductivo siempre que la
razón pasa ó asciende de lo compuesto
á lo simple, de lo particular á lo general,
de lo múltiple á lo uno, de los efectos á
las causas, dé las modificaciones á las
substancias, de las propiedades á las
esencias, de los hechos á las leyes, de lo
práctico á lo especulativo, de lo relativo
á lo absoluto, de lo que es á lo que debe
ser, de lo contingente á lo necesario, de
lo material á lo formal, y, en una palabra,
de lo finito á lo infinito.
325. Inducción de los m a t e m á t i -
cos.—Se da el nombre de inducción de
los matemáticos á la inducción completa,
que consiste en enumerar todas las
partesde un todo aplicando á cada una
de ellas el mismo predicado, para con-
cluir que conviene al todo, porque se
valen frecuentemente de este razona-
miento en sus teoremas los matemáticos.
Ejemplo: dos líneas paralelas no cierran espacio
alguno, dos rectas secantes entre sí tampoco
34
cierran ningún espacio, dos rectas inclinadas en
ángulo igualmente no cierran espacio; luego
con dos rectas nunca se puede cerrar espacio
alguno. Se llama también socrática esta induc-
ción, porque la empleaba Sócrates para reducir
suavemente á sus adversarios de concesión en
concesión, y la usan á veces los oradores.
3 2 6 . Inducción de los físicos.—
Por el contrario, se da el nombre de
inducción de los físicos á la incompleta,
esto es, á la que de cierto número de
casos particulares, aunque no de todos,
por no ser posible hacer con todos ellos
las experiencias necesarias, se infiere
una conclusión general. Ejemplo: con mu-
chos cuerpos de cualquier naturaleza, densidad
y volumen, se ha hecho la prueba y se ve que
caen en el vacío con la misma velocidad; de
donde se saca la ley física de que todos los
cuerpos caen en el vacío con velocidad idéntica.
3 2 ? . Principios en q u e se funda
l a i n d u c c i ó n d e l o s f í s i c o s . — En la
inducción de los físicos el tránsito ó paso de lo
particular á lo universal no es arbitrario, ni se
debe á un ciego instinto, como suponía Reíd,
ni á una especie de inspiración divina, como
decía el P. Gratry, sino que se apoya en los
dos principios que siguen:
35
328. P r i n c i p a l e s casos e n q u e se
practica e l método sintético 6 induc-
t i v o . — L o contrario que ocurre con el induc-
tivo, se practica el método sintético ó
deductivo, siempre que se procede ó se
pasa de lo simple á lo compuesto, de lo
general á lo particular, de lo uno á lo
múltiple, de las causas á los efectos, de
las substancias á las modificaciones, de
las esencias á las propiedades, de las le-
1
i, q. 19, a. 1.
3&
Particular General
Múltiple Uno
Modificaciones. . . Substancias
Propiedades. . . Esencias
Es
Material Formal
3 2 9 . Operaciones integrantes de
los métodos analítico y sintético.—
Aunque la análisis inductiva es la operación
37
LECCIÓN XXXIV
331. O b s e r v a c i ó n . — Observar es
aplicar la atención á los fenómenos exte-
riores para determinar sus circunstan-
cias y descubrir sus elementos, á fin de
conocerlos científicamente. Es, pues, la ob-
servación un caso particular de la atención.
También los hechos interiores pueden ser obje-
to de observación cuando se trata de nosotros
mismos, sólo que entonces suele denominarse
reflexión ú observación interna. Dos son los
medios únicos de que podemos servirnos para
efectuar las observaciones, á saber: los sentidos
y los instrumentos. La integridad y buen esta-
do de los sentidos'del observador son condi-
ciones necesarias para observar con fruto. La
buena vista, p. ej., es indispensable al astróno-
mo y al físico; sin buen oído sería imposible la
Acústica; el químico necesita buen gusto y ex-
celente olfato, etc. Dada la limitación de los
sentidos, los instrumentos, que los completan y
perfeccionan á veces, son también indispensa-
bles. Los ojos, p. ej., extienden el campo de la
40
r SUBSTANCIA
Corpórea Incorpórea
|- CUERPO -j
Orgánico Inorgánico
-VIVIENTE N
r :
Animal Vegetal
• |- ANIMAL -|
Racional Irracional
[• j HOMBRE j 1
1
Elementos de Lógica, por Eleizalde, pág. 32.
5 1
1
Del griego hypo, debajo, y tliesis, posición, esto
es, suposición.
52
bable, una suposición, que provisional-
mente admitimos como cierta, para la
explicación de ciertos hechos observa-
dos, inexplicables por todo otro proce-
dimiento. Conviene distinguir dos clases
de hipótesis, á saber: hipótesis especiales
é hipótesis generales. Por medio de aquéllas
se pretende explicar é interpretar un hecho
dado; y por medio de éstas se coordinan y
enlazan en cierta explicación común hechos
diferentes que componen agrupación más ó
menos numerosa. Puede servirnos de ejemplo
de hipótesis especial, la ley de la gravitación
universal imaginada por Newton en 1666; y de
hipótesis general, la teoría de la unidad de las
fuerzas físicas, aceptada modernamente por mu-
chos sabios. Aunque procedimiento supletorio,
la hipótesis, tanto general como especial, es
operación útilísima para la constitución de las
ciencias. En realidad, la inducción también es
una hipótesis, pero comprobada, mientras que
la hipótesis es una inducción sin verificar toda-
vía. Esta misma idea expresa Bacón cuando
llama á la inducción método de interpretación,
y á la hipótesis método de anticipación. La
mera probabilidad que produce la hipótesis, se
convierte en certeza con el tiempo, y la verdad
supuesta ó provisional en verdad definitiva y
53
comprobada. Para ello se necesita que el
juicio hipotético no sea absurdo y gra-
tuito, sino probable y fundado en he-
chos; que no esté en contradicción con
ninguna verdad evidente ni con ningún
hecho cierto; que sea fecundo en sus
aplicaciones, necesario para comprender
ciertos hechos y sus explicaciones satis-
factorias; y por último, que sea sencillo
y no complicado é incomprensible.
54
LECCIÓN XXXV
3 1 1 . Definición y división de la
d e f i n i c i ó n . — E l verbo definir , etimológica-
1
1
Del latín finiré, terminar, limitar.
55
ción en real ó de cosa, nominal ó de
palabra, y lógica ó de idea.
:M2. D C las definiciones real,
analítica, descriptiva y causal.—De-
finición real es la explicación por medio
de palabras de la misma cosa que se ex-
plica. Ejemplo: Historia es la narración verídi-
ca y razonada de los hechos humanos. La defi-
nición real puede ser analítica, descripti-
va y causal. Definición real analítica es
aquella que enumera los elementos in-
trínsecos componentes de la cosa de que
se trata. Ejemplo: el hombre es un compuesto
de alma y cuerpo. Definición real descripti-
va es aquella que dibuja ó pinta la cosa
de que se trata por sus accidentes, for-
mas y circunstancias extrínsecas. Ejem-
plo: balanza es un aparato destinado á medir los
pesos relativos de los cuerpos, compuesto de
una palanca de primer género, de brazos igua-
les, llamada cruz, que gira sobre un punto al-
rededor de un eje horizontal, y lleva en sus
extremos dos platillos pendientes de alambres
ó cadenas. Los retóricos le dan el nombre de
descripción. Definición real causal es la
que explica de qué manera ha sido pro-
ducida la cosa de que se trata. Ejemplo:
eclipse es la temporal privación de luz que
56
9. A
Las definiciones negativas no son bue-
nas, porque explican lo que no es, y no lo que
es el definido.
10. Las cosas evidentes no deben definir-
a
1
Caietani Sanseverino.—Philosophia Christiaiía
in compcndiiim redacta, editio vol. I, pág. 20.
S9
se, porque siempre la definición sería más obs-
cura que el definido, é infringiríamos la regla 2 .a
1
D e las palabras griegas díca, en dos, y tomé, sec-
ción.
2
D e las palabras griegas polys, muchas, y tomé,
sección.
63
3 5 0 . R e g l a s «le l a d i v i s i ó n . — L a s
más importantes reglas de la división son las
siguientes:
I . La división ha de ser íntegra ó adecua-
a
LECCIÓN XXXVI
3 5 1 . I m p o r t a n c i a de la definición
y d e l a d i v i s i ó n . — D e todas las operacio-
nes integrantes del método sintético, ninguna
tan útil é importante como la definición, puesto
que por su medio condensamos en po-
cas palabras la naturaleza de las cosas,
y ninguna más á propósito para la con-
cisa, profunda y clara exposición de las
ciencias. También la división es opera-
ción importante y útil del método sinté-
tico, porque sin ella no adquiriríamos
ideas distintas, ni sería, posible diferen-
ciar unas de otras las palabras equívo-
cas y las oraciones ambiguas. Facilita la
inteligencia de los asuntos complicados
y de los objetos complejos, ayuda á la
memoria, evita la confusión y desorden
y sirve admirablemente para la clara y
metódica exposición de la ciencia.
352. Definición de la clasifica-
"LÓOICA 5
66
VERTEBRADOS
LÍNEA CURVA
1
De VEspece, cap. I.
69
científicas, son las que se emplean prin-
cipalmente en Botánica y Mineralogía , 1
1
Del latín mineralia, minerales, y lagos, tratado.
70
clasificaciones hay que estudiar deteni-
damente los objetos, dar la preferencia
-á sus caracteres más importantes, y di-
vidir, codividir y sübdividir lógica y
ordenadamente.
358. Utilidad c importancia de
l a s c l a s i f i c a c i o n e s . — L a importancia cien-
tífica de las clasificaciones es innegable. Son
útilísimas para asociar las ideas con cla-
ridad; facilitan el estudio y el examen
comparativo de los objetos; son auxiliar
poderosísimo de la memoria; arrancan
sus secretos á la Naturaleza, determi-
nando con exactitud el orden y relacio-
nes entre los seres, y sin ellas no habría,
por último, en las ciencias, ni claridad
ni orden. Sin las clasificaciones, ¿quién sería
capaz de retener, p. ej., los nombres de las
ciento veinte mil especies vegetales que exis-
ten? ¿Cómo recordar sus propiedades?
3 5 0 . Deducción.—-Recuérdese lo dicho
en Psicología (143) acerca del raciocinio de-
ductivo, y téngase en cuenta que hablaremos
extensamente de este procedimiento racional
en Dialéctica. Conste, sin embargo, que la de-
ducción consiste en el tránsito ó paso de
lo general á lo particular, y que es la ope-
ración más importante del método sin-
7i
tetlCO, por esta razón, sin duda, llamado tam-
bién deductivo. A semejanza de lo que sucede
con la inducción, conviene distinguir en toda
deducción tres clases de verdades: 1 . , verda-
a
LECCIÓN XXXVII
TRACIÓN
1
Del griego ápo, d e , y deicnumai, enseñar, in-
dicar.
2
Del griego apago, separo, me alejo.
77
alma es incorruptible; lo incorruptible es inmor-
tal; luego el alma es inmortal. La primera pro-
posición, á saber: el alma es incorruptible, se
ha demostrado anteriormente por medio de
otros razonamientos, y por eso esta demostra-
ción se llama mediata 6 remota.
3 6 6 . D e m o s t r a c i ó n a p r i o r i Y «a
posteriori».—-Demostración a priori es
aquella que procede de las causas á los
efectos, de lo anterior á lo posterior, de
manera que la verdad demostrada de-
pende, en el orden ontológico, de los
principios ó verdades que sirven de
punto de partida. Ejemplo: Dios es infinita-
mente sabio: el universo está regido por Dios;
luego sapientísimamente está regido el univer-
so. Demostración a posteriori es aquella
que procede de los efectos á las causas,
de lo posterior á lo anterior, de manera
que, en el orden ontológico, la verdad
contenida en el principio depende de la
afirmada en la consecuencia. Ejemplo: en
los eclipses, la tierra proyecta sobre el disco
del sol una sombra circular; luego la tierra es
redonda. Tanto en la una corno en la otra se
cumple siempre aquella regla metódica de que
procedamos siempre de lo más á lo menos
conocido, pues en el primer caso conocemos
7 8
LECCIÓN XXXVIII
MÉTODOS ESPECIALES.
2. a
Pásese de lo conocido á lo desco-
nocido por grados, esto es, de manera que
cada una de las conclusiones se siga inmediata-
mente de sus principios próximos.
1
Necesse est in addiscendo non incipere ab e o
quod est facilius, sed ab eo a cujus cognitione s e -
quentium p e n d e t . — Santo T o m á s , super Boet., de
Trhi., q. V I , a. i ad 3 .
86
3. a
Por último, debe haber
conexión
entre todos los grados de la serie pro-
gresiva de verdades, de suerte que no se
interpole en ella ninguna proposición que no
esté enlazada con la que le precede . 1
1
Del griego axioma, dignidad, autoridad, princi-
pio, cosa juzgada.
2
D e l latínpostulattim, petición, demanda.
5
Del griego thtoros, contemplador, especulativo,
teórico: por eso teorema significa proposición teórica.
4
Del griegoprobállein, arrojar hacia adelante.
9i
lado y los dos ángulos restantes. Lema 1
es
una proposición referente á otro asunto
distinto del que se trata, que sirve de
preparación á un teorema: . j . , si un p e
1
Del griego lemma, remanente, residuo, que se
deriva del verbo lambánein, coger anticipadamente.
a
D e l griego schólion, breve explicación, nota, c o -
mentario.
3
D e l latín corollarium, gratificación, añadidura.
92
1
Filosofía Elemental, 2. a
edición, t. I, pág. 215.
Madrid, 1876-
93
prueban silogísticamente y refutan las
objeciones.
Si bien este método es útilísimo en las obras
elementales, dadas la organización de la ense-
ñanza en nuestra España y la necesidad oficial
de explicar primero la Psicología que la Lógi-
ca, no produciría resultados en esta asignatura.
94
LECCIÓN X X X I X
3 8 1 . F i n d e l m é t o d o . — ¿ Q u é fin se
propone todo el que practica un procedimiento
metódico cualquiera? Imprimir á las facultades
intelectuales una dirección determinada, prac-
ticando preferentemente ciertas operaciones,
sin objeto final, es inconcebible. Todo procedi-
miento metódico se propone, por consiguiente,
algo. Y en efecto, por medio del método inten-
tamos unas veces constituir las ciencias, y nos
proponemos otras exponerlas. La ciencia
es, pues, el único fin del método.
3 8 2 . Acepciones diversas de l a
p a l a b r a c i e n c i a . — L a palabra ~ ciencia
(del latín scire, saber) se emplea unas
veces para significar un conocimiento
cualquiera, otras se restringe su signifi-
cado á los conocimientos resultado de
la demostración, más frecuentemente se
aplica á todo conjunto sistemático de
verdades referentes á un solo orden, y no fal-
ta, por último, quien se sirve de esta palabra
95
para denotar el hábito ó virtud intelectual de
adquirir conocimientos. Algunos modernos dan
el nombre de ciencias exclusivamente á las
positivas, y reservan el calificativo de científicos
para los que las profesan. Tales pretensiones
son tan infundadas como ridiculas.
383. Definiciones subjetiva y ob-
j e t i v a d e l a c i e n c i a . — E s indudable que
un conocimiento cualquiera, más ó menos cier-
to, probado ó evidente y no relacionado con
otros, no constituye ciencia. Para comprender
bien la naturaleza de la ciencia, conviene consi-
derarla subjetiva y objetivamente. Bajo el pri-
mer aspecto, esto es, considerada como existen-
te en el sujeto que la posee, podemos definirla
con Aristóteles y Santo Tomás: conocimien-
to cierto y evidente de las cosas por sus
leyes, razones ó causas, ó también: conoci-
miento por medio de la demostración adquiri-
d o , porque todo lo que no sea subir hasta las
1
1
Ule scit, dice Aristóteles, proprie ac simpliciter,
qui causam cognoscit, cur res sit, etillius causatn esse,
et aliter se habere non posse firmiter tenet.—Anal.
Post., Iib. I, c. 7.
Demostratio, añade Santo T o m á s , quae facit sciea-
tiam de re, sumitur e x causis proximis rei. In lib. 1
Sent., Dist. X L V , q. I, a. 3 ad. 5.
9 6
(Onlológico,
j • . , Vpsitológifo.
MlClCU, <oclíeti«i.
Ale autoridad, y
^dogmático.
Obsonac iúii,
'experimentación
i (abstracción,
f Anal ítico.-/inducción,
janalogia,
generalización c
, hipótesis.
¡analítica,
re a l . descriptora, y
u » • .. ) (causal,"
§ jevolu- | '¡nominal, y
M w t l o n
lógica.
| \ tivo, I física,
^metafísica,
división.
" /moral, y
Ilógica,
¡natural,
| clasificación \ (arbitraria,
Isintético. .\
¡y artificial práctica, y
Reducción, (científica.
'simplo y compuesta,
directa ó indirecta,
Í
inmediata y mediata,
« a priori», «posteriori* y
i ( De lectora simultáneo, y
\y final, jmatomático .absoluta, relativa y regresiva,
(Escolástico. teoría, y
¡sistema. ,
io5
CRÍTICA
LECCIÓN X L
391. D e f i n i c i ó n , fin, o b j e t o , m e -
dios y carácter d e l a Crítica.—Crí-
tica es aquella parte de la Lógica que
nos enseña á juzgar rectamente, ó tam-
bién: que trata de los criterios como los
medios más adecuados para la apre-
ciación de la verdad. Por consiguiente, la
Crítica se propone aquilatar c o n v e n i e n -
temente nuestros conocimientos, razo-
narlos cuanto sea necesario para que no nos
quede la menor duda acerca de su valor objeti-
vo y para que podamos juzgar rectamente,
prestando asentimiento firmísimo á nuestros
io6
LÓGICA. 8
114
proposiciones muy generales, sujetas siempre á
numerosas excepciones, de definiciones inexac-
tas y de palabras mal comprendidas, porque
suelen ser fuente abundante de juicios falsos.
4. No hacer nunca suposiciones infunda-
a
LECCIÓN XLI
1
Curso de Filosofía Elemental, Lógica, pág. 8o.
Madrid, 1 8 4 7 .
122
to universal y tan firme como el de la
misma certeza física. Certeza de sentido
común es la que tenemos, p. ej., de que arro-
jando al acaso caracteres de imprenta, nunca
resultaría compuesta la Eneida de Virgilio.
La invariabilidad es el carácter distinti-
vo de la certeza y su causa generalmen-
te es la evidencia.
409. Definición y división de la
fe.—No siempre la evidencia inmediata, perso-
nal y propia es la causa de la certeza. Ciertos
estamos á veces de algunas proposiciones y
verdades que no han sido conocidas directa-
mente por nosotros. El asentimiento firmí-
simo que prestamos á las verdades no
evidentes, se llama fe. La fe es de tres
especies: teológica, histórica y filosófica.
Fe teológica es el crédito ó asentimiento
que damos á las verdades reveladas por
Dios. Fe histórica es el crédito que nos
merecen las afirmaciones de nuestros
semejantes. Fe filosófica es la confianza
instintiva que nos merecen nuestros me-
dios de conocer. Al admitir la fe filosófica,
lisa y llanamente queremos decir que, sin evi-
dencia personal alguna, sin que estemos segu-
ros de que nuestras facultades cognoscitivas no
nos engañan, les damos crédito instintivamen-
123
LECCIÓN X L I I
[ evidencia,
l conciencia,
Criterio de ' sentidos,
1 sentido común,
' y autoridad.
1
L u m e n , secundum quod pertinet ad intcllectum,
nihil aliud est, quam quaedam manifestatio veritatis.
Santo T o m á s , Sum. Theol., I. p., q. 82, art. 1.
LÓGICA 9
130
1
Curso de Filosofía Elemental, Lo'g¿ca,pig. no.
Madrid, 1847.
i3i
poco habituados á discurrir, el peligro es inmi-
nente.
117. R e g l a s p a r a h a c e r b u e n u s o
del criterio de l a evidencia.—Para
hacer buen uso de este criterio conviene cono-
cer las reglas siguientes:
i . Las verdades inmediatamente evi-
a
de su jurisdicción propia.
2. La conciencia es falible cuando
a
LECCIÓN X L I I I
SENTIDOS
1
Del griego mnemotiikd, arte de la memoria.
- Del griego mncmc, memoria, y techné, arte.
'1¡ <¡£ Elviage entretenido
vna mitra que dexó vn Arcobifpo,q
vale mas de ochenta mil dúcados.Ef-
to fin Lis machas caíulta» que tiene de
ledas y brocados,y dizen quedelpri-
merooroque vino de.las ladtas, fe
hizo pacte de la cuftodia dellalgle-
fia.la qual t-eae, fin orras muchas co-
fas que no digo, fececienras y cincue-
ta vidnerasjde varias colores. Ramir.
Pues (i queremos tratarde la ciudad,
cofamilagrofa los edificios, recrea-
ciones,y anoguedadesque tiene,pucs
vemos que íe manda por quatropuer
tas principales, y la mas frequencada
dellas,cs la que fale a la puente de Al-
ocan cara,laqu al es la mas rara y artifi-
ciofa dequantas ay en Efpaña, y aun
en gran parre del mundo.Porq es co-
mo fabeys de Tolo vn ojo, muy alta y
de grafunre-za^porq eftá fabricada to-
da de cal y cáVo.Ro.Ralis efcritor,Co-
roniíta délos Árabes,celebra mucho
ella pucnte,ydize el.miftnOjq fue he*
cha en tie.j--.po de Mahomat Heíimé¿
que
de Aguflin de Rojas. J$$
que fue hijo dei Rey Habdarratiman,
en la délos Árabes, de dociencos y
quarentav quatro.Sola.Tábien tiene
ocra puente fobre el rio T a j o de dos
}
1
Lógica citada, pág. 1 1 3 .
148
1
Filosofía fundamental por Balmes, t. I, páginas
303 y 3 0 4 . Barcelona, 1846.
No obstante, en ninguno de estos casos renun-
ciamos al conocimiento, pues una tendencia
natural nos impulsa entonces á dar crédito al
testimonio ajeno.
435. Testimonio, s u división y
s u s f o r m a s . — L a misma expresión ó
manifestación del conocimiento que otro
posee y que comparte con nosotros se
llama testimonio. Respecto á la persona
que atestigua, el testimonio se divide en
divino, que es el que procede de Dios, y
humano, que es el que procede de los
hombres; y por razón de la materia ates-
tiguada, el testimonio puede ser dogmá-
tico cuando se trata de verdades sobre-
naturales, histórico cuando se refiere á
los hechos ejecutados por el hombre, y
filosófico cuando se trata de verdades
científicas. El testimonio de un testigo, que
para referir el hecho se sirve de la palabra, se
llama narración; el de muchos testigos que
hablan de oídas, siendo desconocido el testigo
presencial, suele denominarse rumor ó fama.
Lo mismo la narración que la fama pueden
transmitirse á los venideros por medio de la
tradición oral, los documentos y los monumen-
tos. Tradición oral es la transmisión verbal de
un hecho por medio de una serie de testigos,
i5i
de generación en generación hasta nosotros.
Documento es el escrito en el cual se ha con-
signado la narración total ó parcial, directa ó
indirecta del hecho. Por último, monumento es
toda obra de arte, más ó menos permanente,
por medio de la cual puede venirse en conoci-
miento del hecho de que se trata.
136. Testigo y sus especies.—
Testigo es la persona que comparte con
nosotros sus conocimientos, los cuales
narra ó atestigua. El testigo que ha pre-
senciado el hecho que cuenta, se liama
inmediato ú ocidar, y el que habla por
referencia, apoyándose en el testimonio
de otro, mediato ó de oídas.
137. R e g l a s referentes á los tes-
t i g o s p a r a e l 1>uen u s o d e l c r i t e r i o
d e a u t o r i d a d . — P a r a que el criterio de au-
toridad sea fuente infalible de verdad y racio-
nal motivo de certeza, conviene conocer y
practicar ciertas reglas, referentes unas á los
testigos y otras á los testimonios. Las más im-
portantes, referentes á los testigos, son éstas:
i. a
El testigo ha de ser capas, esto
es, han de concurrir en él las condiciones nece-
sarias para que no se equivoque al apreciar los
hechos que presencia, engañándose á sí mismo
de buena fe, por ligereza ó ignorancia.
152
2. A
El testigo ha de ser veraz, porque
no basta que no se haya engañado á sí mismo,
necesario es también que no quiera engañar á
los demás.
3. a
El testigo ha de ser imparcial y
exacto, por lo que debemos preferir al que no
tomó parte en el hecho atestiguado, ni perdió
ni ganó con él, y entre el ocular y el de oídas
al primero.
438. Reglas referentes á los tes-
t i m o n i o s . — L a s principales son éstas:
1. Para que la tradición oral me-
a
LECCIÓN X L V
CUESTIONES GENERALES
1
«Aristóteles enseña que sobre las cosas en g e n e -
ra) se pueden proponer cuatro cuestiones: porque
podemos tratar d e indagar la existencia del objeto d e
que s e trata (an sü), su esencia (quid sit), la cualidad
inherente á él, pero que no es principio constitutivo
157
verdadera de materiales científicos y literarios
á propósito para dilucidar toda clase de asun-
tos; pero sabemos, por experiencia propia, que
una buena clasificación general de dichas cues-
tiones y el conocimiento de las reglas que pue-
den aplicarse á cada una, son cosas útilísimas
al hombre de ciencia, é indispensable comple-
mento de la Crítica. Ahora bien, siempre que
el entendimiento se propone la resolución de
una cuestión, procede que averigüe lo primero
si la cosa es ó no posible, lo segundo si existe ó
no, y lo tercero si existe como él la concibe,
esto es, cuál es su verdadera naturaleza ó esen-
cia. Por eso hemos adoptado la clasificación de
Balmes arriba apuntada.
4 4 2 . División de la imposibili-
dad.—-Tratemos, ante todo, de las cuestiones
de posibilidad, que son aquellas en que se ven-
tila si el asunto ó cosa es ó no posible. La
imposibilidad y la posibilidad, lo mismo
que la certeza (407), pueden ser metafísi-
cas, físicas, morales y de sentido común.
4 4 3 . Imposibilidad metafísica y
s u s r e g l a s . — L a imposibilidad metafísica se
refiere al orden absolutamente necesario, y por
de su esencia (qualis sil), y por último, el fin para
q u e existe y la causa de que procede (cur et unde
sit).7>—Elementos de Lógica, por Eleizalde, pág. 1 5 5 .
i5§
t l O . Imposibilidad de sentido
c o m ú n y s u s reglas.—Imposibilidad
de sentido común es aquella que implica
oposición, no á la esencia de las cosas,
ni á las leyes naturales, ni tampoco al
curso regular de los acontecimientos;
pero produce en nuestro entendimiento
la seguridad de que el suceso en cues-
tión no ha de acontecer, aunque ningún
motivo, ni experimental ni racional, se
opone á ello. Esta imposibilidad pertenece
al mismo orden que la certeza de sentido común
ya explicada (408). Aunque en el fondo la
razón de dicha imposibilidad pudiera encon-
trarse tal vez en la teoría de las probabilidades,
es lo cierto que todos los hombres, incluso los
que no conocen la teoría dicha, sin experiencia
previa ni la menor reflexión, instantáneamente
consideran imposibles ciertas extravagancias y
casualidades, como pasar por los orificios de
un cribero un centenar de hilos á la vez, conve-
nientemente dispuestos en la mano, pero con
los ojos vendados; encontrar una cascara de
nuez pérdida en el Océano, una aguja en los
arenales del desierto, etc. A estos hechos y
otros análogos ni se opone la esencia de las
cosas, ni las leyes naturales, ni el curso regular
de los acontecimientos; es decir, en ellos no
LÓGICA
II
IÓ2
1-48. C u e s t i o n e s d e e x i s t e n c i a . —
Casi siempre adquirimos los conocimientos pa-
sando de lo conocido á lo desconocido, tránsito
imposible si no existiera algún vínculo entre
aquello y esto. El estudio de estos vínculos es,
por consiguiente, necesario para apreciar con
exactitud las realidades existentes. Inmedia-
ta ó mediatamente, conocemos las cosas
por la experiencia; pero este conocimiento
no llega muchas veces á la naturaleza íntima ó
esencia de las cosas conocidas; de aquí que con
frecuencia las consideremos dependientes entre
sí 6 porque coexisten ó porque se suceden.
449. Coexistencia y sucesión.—
La coexistencia y sucesión suelen ser, en
ciencias experimentales sobre todo, in-
dicios de dependencia; pero para que
haya dependencia entre los hechos que
coexisten, necesario es que una expe-
riencia constante y dilatada acredite
que siempre se presentan juntos. Lo
mismo sucede con la dependencia indi-
cada por la sucesión, aunque puede tam-
bién acontecer que la coexistencia y la
sucesión indiquen dependencia, no de
los hechos simultáneos ó sucesivos entre
sí, sino de ambos con un tercero.
El fundamento de lo anteriormente dicho
'65
está en el siguiente principio: donde hay orden
hay causa ordenadora, pues la casualidad es
una palabra sin sentido.
Más difícil es determinar la existencia indu-
bitable de los actos que dependen de la libre
voluntad humana, interpretándolos rectamente.
Para ello no se debe fiar demasiado en la virtud
sometida á pruebas muy duras, ni pensar mal
para acertar, ni prescindir de la índole, carácter,
moralidad é intereses, etc., de la persona cuya
conducta se aprecia.
150. D e l a naturaleza de las co-
sas.—No basta conocer la posibilidad ó impo-
sibilidad de un hecho ó cosa; ni tampoco la
existencia y enlaces ó vínculos de dependencia
de las cosas entre sí: siempre que podamos
debemos aspirar á conocer su esencia ó
naturaleza íntima, que es el más útil, im-
portante y científico de los conocimien-
tos. Para el logro de este intento, no se
olvide, sin embargo, que la esencia de
las cosas es frecuentemente desconocida;
que según sea su naturaleza, así serán también
los métodos que deben aplicarse á su estudio;
y que todas las reglas críticas son inútiles,
cuando el investigador no se encuentra impul-
sado por el amor á la verdad y la imparciali-
dad más absoluta.
i66
LECCIÓN XLVI
-151. N a t u r a l e z a d e l e r r o r . — P r o -
poniéndose la Crítica la apreciación de la ver-
dad, con el fin de que el entendimiento la haga
suya y no dé cabida al error, para completar
esta parte de la Lógica preciso es que, en con-
clusión, digamos algo acerca del error, sus cau-
sas y remedios. Es el error aquel estado
positivo del entendimiento que consiste
en representarse las cosas, no tales como
son, sino formando de ellas juicios fal-
sos. Sabemos (316) que la falsedad lógica
se llama error, de donde podemos inferir
que el error, como la verdad lógica, reside
principalmente en el juicio, y se diferencia de la
ignorancia en que ésta es estado negativo y
aquél estado positivo del entendimiento, lis,
por lo tanto, más perjudicial al hombre la acción
del error que pervierte su entendimiento, que
la ignorancia que no le ilustra. Y en efecto, así
como la verdad es alimento natural y propio
167
1
Traite élémentaire de Philosophie, par Paul Janet,
páginas 5 4 6 - 5 5 0 .
174
j sujoto,
Análisis del juicio.^ lógico predicado, y
( cúpula.
I .. , \ nombro, r
I gramatical j _ • (or|)0
Í
nogatifo: ignorancia,
I duda,
.,. 1 opinión,
posit.ros^ i ^
o I l objeto»,
« l [ I inmediata, y
^ I \ ( mediata.
Criteriosl Conrionriu,
Sentidos,
Sentid» común, y
Autoridad.
[ metafísira,
física,
moral, y
Cuestiones generales del \ de sentido común.
eiistoneia,
y naturaleza ó esencia.
Causas generales del error.
LÓGICA. 12
TERCERA PARTE DE LA LÓGICA
LECCIÓN X L V I I
4 6 1 . Definición de l a Gramática
G e n e r a l . — P r o c e d e la palabra gramática del
griego gramma, que significa letra, escritura,
pintura; y el calificativo general nos dice que
no tratamos aquí de una gramática particular
cualquiera, la castellana ó latina, p . ej., sino de
los principios filosóficos comunes á las gramáti-
cas y lenguas todas, razón por la cual se deno-
mina también esta parte de la Lógica, Gramáti-
ca Filosófica, Gramática Razonada, Filosofía
del Lenguaje, etc. Gramática General es,
por lo tanto, aquella parte de la Lógica
que estudia filosóficamente el lenguaje
como el medio más adecuado para la
179
enunciación de la verdad. De donde se in-
fiere que no se trata aquí de arte gramatical
alguno, sino de la ciencia del lenguaje en sus
relaciones íntimas con el pensamiento; y aun
dentro de este campo, dada la imposibilidad de
exponer extensamente el asunto, apuntaremos
sólo aquellas cuestiones más importantes y que
tengan carácter eminentemente filosófico.
162. Fundamento de la Gramá-
t i c a G e n e r a l . — L a s leyes del pensa-
miento son invariables y las mismas para
todos los hombres: de aquí que su ex-
presión se amolde también á ciertos
principios filosóficos comunes á todas las
lenguas, base y fundamento de la Gramá-
tica General. Si las lenguas fuesen producto
exclusivo de la arbitrariedad y artificio huma-
nos, no sería posible, ni existiría, por consi-
guiente, la Gramática General. Pero no es así:
dos elementos diferentes conviene distinguir en
las lenguas, esencial, idéntico y permanente el
uno, y accidental, vario y mudable el otro. Tie-
ne su asiento el primero en la misma naturaleza
racional y en las íntimas relaciones existentes
entre el pensamiento y la palabra; y es pro-
ducto el segundo de las condiciones externas
de familia, patria, clima, emigraciones, comer-
cio, etc. Representan, aquél el elemento que
iSo
¡
468. División de los signos.—
Puede
natural,
artificial,
formal,
instrumental,
necesario, y
equívoco.
i8 3
1
D e l griego patitos, pasión, y gnoome, conoci-
mien to.
i86
1
Del griego mimoymai, imitar.
a
Del griego phone, canto, sonido.
3
Del griego graphein, pintar, dibujar, escribir.
4
Letture sopra la scienza del li?iguaggio.— M'úa.-
no, 1864.
i8 7
LECCIÓN XLVIII
1
Legislation primitive, I, X X I I I .
•93
de la cosa significada. Por lo tanto, aunque con-
fesamos que el ejercicio rápido y perfecto del
pensamiento sería casi imposible sin el auxilio
de la palabra, preciso es reconocer, al menos
por abstracción, que lógicamente el pensa-
miento es anterior y superior á la pala-
bra, y por consiguiente, que no depende
el pensamiento de la palabra, sino la
palabra del pensamiento. Entendemos ade-
más que esta doctrina puede profesarse inde-
pendientemente de la solución que se dé al
problema del origen del lenguaje hablado; y
que el pensamiento no sólo está íntimamente
unido á la palabra ó lenguaje oral, sino también
á cualquiera otra expresión ó lenguaje.
t T J r . «»rigen d e l l e n g u a j e e n g e -
n e r a l . — E n absoluto y en tesis general
es indudable que la criatura debe el len-
guaje al Criador, como todo cuanto es y
tiene; pero concretándonos á cada espe-
cie de lenguaje, podemos sintetizar nues-
tras opiniones diciendo: el lenguaje mudo
es natural al hombre; el lenguaje oral,
esto es, la primera lengua que hablaron
los hombres, no pudo ser inventada por
éstos y, en nuestra opinión humilde, es
de origen divino; y por último, el len-
guaje escrito pudo perfectamente ser in-
I.ÓGJCA 13
194
ventado por el hombre y es probable que
sea de origen humano.
Todos convienen en que, como natural que
es, el lenguaje mudo ó patognómico es instinti-
vo, universal y necesario, sin que el hombre
haya tenido la más remota intervención en el
origen y desarrollo de este lenguaje. ¿Sucede lo
mismo con el lenguaje oral? Podemos decir de
este lenguaje que es natural al hombre en el
sentido de que ha recibido de la naturaleza un
aparato fonético perfectísimo y el instinto de
servirse de este aparato para expresar su pen-
samiento; teniendo en cuenta que aun está por
descubrir tribu alguna, por salvaje que sea, que
no hable una lengua dada, y que sin la ayuda
de determinados signos la inteligencia no pue-
de desarrollarse. Por el contrario, podemos
decir del lenguaje hablado que es artificial, con-
vencional y arbitrario en el sentido de que la
naturaleza no ha establecido una determina-
da palabra fija para que tenga que significarse
con ella una determinada idea, pues de lo con-
trario no habría más que una sola é inmutable
lengua en el mundo.
Para resolver, pues, con acierto problema
tan importante, notemos ante todo, que no nos
referimos á la cuestión histórico-filológica del
origen y desarrollo de las lenguas, sino al ori-
i9S
gen del lenguaje hablado en general, esto es,
al origen de la palabra; y distingamos después
la cuestión que podemos llamar filosófica, refe-
rente á la posibilidad, de la histórica, referente
al hecho. En otros términos: separemos la
cuestión relativa á si el hombre tildo inventar
la palabra, de la referente á si realmente la
inventó.
175. Opiniones acerca de la posi-
bilidad de q u e el h o m b r e i n v e n t a -
s e l a p a l a b r a . — L a mayor parte délos
filósofos racionalistas y todos los mate-
rialistas, positivistas y darwinistas, .satu-
rados de las hipótesis del hombre salva-
je y del progreso gradual é indefinido,
que para ellos son verdades probadas é
inconcusas, sostienen, no sólo que el
%
1
Por selección natural entiende Darwin, según él
mismo dice, la ley que conserva en los vivientes, tanto
vegetales como animales, las variaciones útiles y eli-
mina las desviaciones perjudiciales. L o s darwinistas
atribuyen á la naturaleza oficio análogo al que desem-
peña el hombre cuando, por medio de elecciones arti-
ficiales y mezclando convenientemente las sangres,
perfecciona las razas.
197
exclusivo esfuerzo, inventasen la pala-
bra, esto es, la lengua primitiva, de la cual
proceden todas las demás. Cuestión es ésta de
las que Dios ha entregado á las disputas de los
hombres y que cada cual puede resolver según
su leal saber y entender. Nosotros creemos
más segura y verosímil la segunda opinión.
476. P r u e b a s de que el h o m b r e
no pudo i n v e n t a r l a palabra.—Co-
mencemos el estudio de tan importante punto
por la cuestiónfilosófica.,que se refiere sólo á
la posibilidad ó imposibilidad de que el hombre
inventase por sí y ante sí la lengua primitiva,
madre de todas las demás. Cierto que el género
humano ha ido formando lentamente las len-
guas; indudable que, dentro de cada lengua, el
hombre inventa palabras nuevas y determina-
das, según las exigencias ideológicas; pero en
nuestra opinión humilde, es indudable también
que el hombre no inventó ni pudo inventar el
lenguaje hablado, esto es, aquella lengua primi-
tiva, de donde proceden todas las demás, que
sirvió para que los primeros hombres comuni-
casen y se entendiesen mutuamente, y que, en
sentir de sabios filósofos y filólogos, es de ori-
gen divino. Nos fundamos para creerlo así
en. las siguientes consideraciones, que
se apoyan unas en la razón, otras en l a
198
1
Lamennais, de Bonald y otros.
199
producto de la invención; luego el hombre no
ha podido inventar el lenguaje, como no ha
podido constituirse voluntariamente en socie-
dad. Tan absurdo es, por lo tanto, suponer al
hombre insociable, como afirmar que fué mudo
en los tiempos primitivos. Esto prescindiendo
de que es absurdo suponer al hombre salvaje ó
mono, esto es, á un semibruto ignorante y
grosero, inventor de la palabra, artificio tan
admirable é ingenioso, que sólo una inteligen-
cia superior pudo idearlo y practicarlo.
c) No se concibe tampoco que el hombre
haya hecho nunca la vida social que hoy hacen
los brutos (único caso en que podríamos supo-
ner al hombre sin lenguaje articulado y sirvién-
dose únicamente del patognómicó), porque se-
mejante estado es por completo insuficiente
para satisfacer las necesidades intelectuales y
morales del hombre, tan naturales, permanen-
tes y no adquiridas como la sociabilidad y el
lenguaje.
d) Para la invención del lenguaje articula-
do, siquiera se hiciese lentamente y por medio
de ensayos, fué indispensable una estipulación
y convenio previos entre los inventores, con-
venio y estipulación imposibles si les negamos
la facultad de entenderse. La invención del len-
guaje articulado supone, pues, la existencia an-
200
1
Cartas á Mr. A b e l Remusat sobre la Naturaleza
de las lenguas, pág. 1 3 . París, 1 8 2 7 .
3
Ensayo sobre el origen de las lenguas, cap. I V .
203
a) la unidad de la especie humana;
b) que todas las lenguas pueden conside-
rarse como dialectos de una lengua primitiva,
perfecta en su género, hoy extinguida;
c) y que las diferencias profundas existen-
tes entre las ochocientas lenguas, vivas ó muer-
tas, y los cinco mil dialectos, poco más ó me-
nos, que se conocen, en medio de los elemen-
tos que todas ellas entrañan de la lengua primi-
tiva, no se explican más que reconociendo el
prodigio de la confusión de lenguas y la sepa-
ración violenta de los hombres.
Por último, las razones precedentes
encuentran su confirmación más perfec-
ta en el testimonio divino, que por medio
del Sagrado Texto nos dice: «Era en-
tonces toda la tierra un solo labio y unos
mismos vocablos .—-He aquí un solo
1
1
Génesis, cap. X , v. 5 . 0
2
Génesis, cap. X I , v. 6.°
3
Eclesiástico, cap. X V I I I , v . 5 . y 6.
0
204
los primeros hombres aprendieron inmediata-
mente del mismo Dios, el Cual se dignaba con-
versar con sus criaturas, como refiere el capítu-
lo III del Génesis, está en contradicción palma-
ria con la teoría evolucionista del lenguaje, que
supone mudo al hombre primitivo y perfeccio-
nando lenta, pero progresivamente, su lenguaje;
y el origen divino de la palabra concuerda per-
fectamente, por el contrario, con todas las
razones y datos expuestos.
180. E l hombre no inventó la
primera lengua que se habló en el
m u n d o . — P a s a n d o ahora de la cuestión filo-
sófica ó de posibilidad, á la histórica ó de hecho,
la contestación que se nos pide se infiere lógi-
camente de lo expuesto en el anterior número.
Si el hombre no pudo inventar la pala-
bra, por faltarle los medios necesarios
al efecto, evidentemente no la inventó.
Pero supongamos, como sostienen muchos, que
el entendimiento, el aparato vocal y el lengua-
je mudo,-son medios suficientes para que el
hombre inventase y perfeccionase la palabra
durante centenares de siglos: ¿la inventó? No
hay el menor dato histórico ni el más
grosero indicio que prueben la existen-
cia de invento tan portentoso. Se atribu-
ye la invención del lenguaje escrito á diferen-
205
tes pueblos y aun á individuos determinados;
pero respecto á la invención de la palabra nada
se ha escrito, ni siquiera existen tradiciones
nebulosas. Antes al contrario, la Sagrada Escri-
tura, que es el monumento histórico más anti-
guo que posee la humanidad, presenta al hom-
bre primitivo saliendo perfecto de las manos
del Soberano Artífice, viviendo desde luego en
sociedad con su compañera, y dotados ambos
de consejo, lengua y entendimiento . De donde 1
1
Creavitex ipso adjutorium simüe si'bi: consilium,
el linguam, et ocíelos, et afires, et cor dcdit illis exco-
gitando, et disciplina intellectus replevit illas. Creó de
él mismo una ayuda semejante á él: les dio consejo y
lengua y ojos y orejas, y espíritu para pensar: é hin-
chólos de la luz de la inteligencia.—Eclesiástico, capí-
tulo X V I I , v. s°
20Ó
LECCIÓN XL1X
1
Del griego ana, por medio, entre, y lagos, dis-
curso.
s
Del griego syn, con, y taxis, coordinación, cons-
trucción.
211
1
Del griego pros, según, y ode, canto, manera de
pronunciar los vocablos y de acentuar las sílabas.
1
Del griego orillos, recto, y gr'aphein, escribir, pin-
tar; esto es, escribir ó pintar correctamente.
212
¡ sustantivo,
copulativo,l activos
l transitivo é
y adjetivo.< pasivo,/intransitivo.
[ y neutro.
Como palabras variables, los verbos
se conjugan y en muchas lenguas tienen
cinco accidentes gramaticales, que son:
personas, números, tiempos, modos y voces.
2l8
LECCIÓN L
1
T o d a modificación supone una substancia modi-
ficada.
220
la substancia á que se refiere el sustanti-
vo. Como dicha unión no puede ser más ínti-
ma, el sustantivo y el adjetivo conciertan
en todos sus accidentes gramaticales, á
saber: en género, número y caso. Ejemplo:
hombre blanco. Esta es concordancia de sustan-
tivo y adjetivo, porque lo son respectivamente
las palabras dichas, y porque tienen el mismo
género (masculino), están en el mismo número
(singular) y en el mismo caso (nominativo).
496. Concordancia de nombre y
verbo.—Esta concordancia expresa fiel-
mente la unión que existe entre la ac-
ción significada por el verbo y el agen-
te significado por el nombre. Como entre
el nombre y el verbo no hay más accidente
común que el número, y los nombres pueden
referirse á la 1 . , 2 . ó 3 . persona, el nombre
a a
a
las dos.
4 9 7 . Concordancia de relativo y
a n t e c e d e n t e . — E s t a concordancia ex-
presa la unión entre una idea y la modi-
ficación de su extensión ó comprensión.
La oración entera en que figura el relativo hace
el papel de adjetivo respectó al antecedente,
221
que representa al sustantivo; y el relativo
debe concertar con su antecedente en
género y número. Ejemplo: amonesté á Pedro,
el cual cambió de conducta desde entonces. El
antecedente Pedro y el relativo el cual, como se
ve, son masculinos ambos y están los dos en
singular.
498. R é g i m e n . — L a recíproca de-
pendencia existente entre las palabras,
como expresión fiel de la que entre sí
tienen las ideas, se llama régimen. La
palabra expresiva de la idea principal recibe el
nombre de regente; las palabras con las cuales
se traducen las ideas secundarias, que sirven
como de complemento á la principal, se llaman
regidas. Las lenguas se sirven generalmente de
los casos y preposiciones para los efectos del
régimen.
4 9 9 . Construcción, sus especies
y l e g i t i m i d a d d e c a d a u n a . — L a ma-
terial colocación de las palabras en la
oración, siguiendo cierto orden prefijado
por las ideas, recibe el nombre de cons-
trucción. Dicho orden puede ser directo ó
inverso, y de aquí que la construcción
se divida en lógica y oratoria. La primera
tiene lugar siempre que se colocan las palabras
en orden gramatical ó directo, esto es, según
222
la importancia de las ideas que expresan. La
segunda se verifica siempre que se colocan las
palabras en orden inverso, según se van pre-
sentando en la mente las ideas á impulsos de la
imaginación y de las pasiones. La construcción
lógica, por lo común, coloca en primer lugar el
sustantivo; vienen después el adjetivo ó adjeti-
vos que lo modifican; luego el verbo, adverbio
si lo hay, y las demás palabras, por último,
que completan la oración. La construcción ora-
toria invierte este orden, sirviéndose al efecto
del hipérbaton, y da la preferencia, para su colo-
ción, á las palabras que han de impresionar
más fuertemente, á cuyo fin utiliza todas las
galas del lenguaje. Aquélla se propone única-
mente la claridad y la convicción; ésta, por el
contrario, busca preferentemente el agrado, la
conmoción y la persuasión. Ambas son na-
turales y completamente eficaces y legí-
timas, según los casos y el propósito de
quien las emplea.
500. Cuadro sinóptico de la oración gramatical.
t sustantivo, y
nombren
( adjetivo.
necesarias.<j
(sustantivo, (transitivo é
verbo.. copulativo,} activo, .
por su esencia. y adjetivo.* pasivo,
i n t r a n s i t i v 0
partes ó) f • [y neutro,
palabras) \ hipotéticas: p. ej., adverbio, pronombre, conjunc^n, etc.
( variables: p. ej., nombre, pronombre, verbo, etc.
por su esr.ructuraj adverbio, preposición, etc.
i n v a r i a b l e s : p < e j
inversa u oratoria.
224
LECCIÓN L l
• ,r \ fotográfico, y
. I ideográfico . , . ' & J
Lenguaje es-i
T
\ simbólico.
& M
crito.. . .) , ( silábico, y
I fonográfico , , , '
c r J
1
j alfabético.
fa r
5 0 3 . E s c r i t u r a ideográfica j fo-
nográfica.—-Ante todo, el lenguaje escrito se
divide en ideográfico y fonográfico. Lenguaje
escrito ideográfico (llamado también ki-
1
1
Del griego idea, tipo, ejemplar, idea, y graphein,
escribir, dibujar, pintar.
225
1
D e l griego kyrios, señor, y lagos, palabra, tér-
mino.
- Del griego fouc, sonido, canto, y graphcin, es-
cribir.
r
' D e l griego graphein, escribir, y foné, sonido.
4
Del griego fono, sonido.
LÓGICA 15
226
1
T o m a este nombre de las dos primeras letras del
abecedario griego que se llaman alfa y beta.
228
1
Del griego teros, sagrado, y glyphein, esculpir,
grabar en piedra: por eso se da este nombre á las ins-
cripciones encontradas en los templos egipcios, a u n -
229
1
Del griego bous, buey, y estrephehí, girar.
232
DlñLtÉCTICñ
LECCIÓN L l l
NOCIONES PRELIMINARES
ciones.
5 1 9 . Carácter de la Dialéctica.
Puesto que la Dialéctica, prescindiendo del
valor lógico de las ¡deas, juicios y raciocinios,
se concreta al- estudio de su expresión oral,
proponiéndose únicamente la demostración
científica de la verdad y la convicción de nues-
tros semejantes, es indudable que esta parte de
la Lógica tiene un carácter puramente
formal y agresivo en alto grado: formal,
porque se limita al estudio de las formas
del lenguaje, y agresivo, porque trata de
imponerse á la inteligencia del adver-
sario, obligándole á reconocer la ver-
dad.
5 3 0 . I m p o r t a n c i a de la D i a l é c -
tica.—Mucho se ha declamado contra la utili-
dad de la Dialéctica, sobre todo desde que el
arte silogístico ha caído en desuso; y en verdad,
para no practicar ni en su fondo ni en su forma
dicho arte importantísimo, no se necesitan es-
tudios dialécticos. No obstante, considérese con
imparcialidad el asunto, y no podrá menos
de reconocerse:
I.° Que, aunque la Dialéctica no enseña ni
puede enseñar á discurrir al imbécil, perfeccio-
na el discurso natural del cuerdo, ordenando,
237
LECCIÓN Lili
específicos,
genéricos,
diferenciales,
propios, y
accidentales.
Material, y
Categore-) [ propia y metafórica,
l máticosJ \ real y lógica,
A
"tíl I formal..^ común y particular, y
iies.
distributiva y colec-
tiva.
y sincategoremáticos.
1
Dividen también el término los autores en ex-
presivo y vacío, vago y preciso, contradictorio y con-
trario, etc. Expresivo es el que significa entidad real
y existente, como agua, mesa; vacio el que nada sig-
nifica, por ser caprichosa combinación de sonidos arti-
culados, p. ej., tiquis, ó también, el que expresa cosa
imposible, como cuadrado triangular; vago el suscep-
tible de interpretaciones variadas, como gracia, liber-
tad; preciso el que siempre significa la misma cosa,
como ángel, hombre; contradictorios son aquellos tér-
minos, uno de los cuales niega lo que afirma el otro,
de manera que no pueden ser simultáneamente apli-
cados ambos á la misma cosa, p. ej., existente-y no
existente; y por último, contrarios son los que con
formas igualmente positivas expresan cualidades in-
compatibles, como luz y tinieblas.
243
tal es el aplicable, aunque no siempre
en acepción idéntica, á todo lo posible
y existente: p. ej., ser, cosa, objeto. Término
rigurosamente trascendental no hay más que
uno, aplicable siempre en la misma acepción á
todo cuanto existe y puede existir, y es el tér-
mino ente; pero los autores, con el carácter de
atributos trascendentales del ente, enumeran
otros tres, á saber: tmidad, verdad y bondad,
pues todo ser es uno respecto á sí mismo, ver-
dadero respecto al entendimiento que lo apre-
hende, y bueno respecto á la voluntad que lo
apetece. En la bondad incluyen la belleza.
538. Subdivisión del termino uni-
v e r s a l ó común.—Subdivídese el tér-
mino universal en unívoco, equívoco y
análogo. Unívoco es el aplicable á muchas
cosas con significado idéntico: p. ej., mu-
jer, ave, corpóreo. Equívoco es el que expre-
sa cosas diferentes con una misma pala-
bra: p. ej., león, toro, escorpión, que lo mismo
pueden significar animales que signos celestes.
Análogo es el que puede aplicarse á co-
sas diferentes en acepciones parecidas:
p. ej., sano, piadoso, amo, aplicables, el prime-
ro, al color^ clima, país, etc.; el segundo, al
hombre, libro, hijo, etc.; y el tercero, al rey, y
á los que tienen criados ó esclavos. El término
244
LECCIÓN LIV
Substancia Substancia
Quantitas Cantidad
Relatio Relación
Qualitas Cualidad
Actio Acción
Passio Pasión
Ubi Dónde ó lugar
Quando Cuando ó tiempo
Situs Sitio
Habitus. Hábito.
posibilidad é imposibilidad,
realidad y no ciistencia.
necesidad y contingencia.
LECCIÓN LV
17
258
limitativas, y 2°, atendiendo á la mayor ó
menor necesidad ó fuerza con que el predicado
se afirma ó niega del sujeto, bajo cuyo aspecto
se dividen las proposiciones en necesarias,
contingentes, posibles é imposibles.
5 l'.l. Proposiciones simples y
c o m p u e s t a s . — A b s o l u t a m e n t e consideradas,
por razón de su materia y bajo el primer
aspecto, podemos definir las proposiciones sim-
ples y compuestas, diciendo:
Simples son las expresivas de una
sola afirmación racional, referente á un
solo sujeto, ó también: aquellas que no con-
tienen virtualmente otras, expresando sólo la
relación entre un solo sujeto y un solo predi-
cado: p. ej., Pedro pasea, la virtud es lauda-
ble, .etc.
Cojnpuestas son las expresivas de dos
Ó más juicios, ó también: aquellas que cons-
tan de dos ó más sujetos, ó de dos ó más pre-
dicados, por lo cual contienen virtualmente
otras proposiciones: p. ej., el hombre y el bru-
to son animales, racional aquél é irracional
éste; si te aplicas obtendrás sobresaliente, etc.
Se ha dicho que esta división más pertene-
ce á la Gramática que á la Lógica, la cual debe
fijarse principalmente en si la proposición es
una ó múltiple, según que exprese con muchas
259
LECCIÓN LVI
¡
J causales, é
[ hipotéticas;
exclusivas,
exceptivas,
comparativas,
restrictivas; y
reduplicativas.
2ÓS
553. Proposiciones copulativas.—
Proposición copulativa es aquella que
por medio de las partículas y, ni, ú otras
que hagan sus veces, expresa el enlace
de varias afirmaciones ó negaciones.
Dicho enlace puede tener lugar entre un solo
sujeto y varios predicados: p. ej., Santo Tomás
fué sabio y santo; entre un solo predicado y va-
rios sujetos: p. ej., San Agustín y Santa Teresa
de Jesrís son los héroes del amor divino; ó entre
varios sujetos y varios predicados, como Santo
Tomás y San Agustín fiwon filósofos, teólogos
y santos. En los ejemplos anteriores se nota, en
el que la proposición copulativa puede des-
componerse en tantas simples cuantos son sus
predicados; en el 2 . ° , en tantas cuantos son sus
sujetos, y en el 3. , en las que resultan de mul-
0
condicionales.—Proposición hipotética
es aquella que nada afirma ó niega en
absoluto, expresando sólo la dependen-
cia mutua de las partes entre sí. Se divi-
de la proposición hipotética en condicional,
disyuntiva y conjuntiva.
Proposición hipotética condicional es
aquella que consta de dos partes, dis-
puestas de modo que, cumplida la condi-
ción, se cumple también lo condicionado:
p. ej., si Fernández se aplica, obtendrá buena
nota. La primera parte, que contiene la condi-
ción ó supuesto, se llama antecedente,y la segun-
da, que contiene lo condicionado, consecuente.
Regla. La verdad de estas proposiciones no
depende de la del antecedente ni de la del con-
secuente, sino de la verdad del nexo 6 coinci-
dencia entre el antecedente y consecuente; esto
es, de que dado el primero, se siga naturalmen-
te el segundo.
557. Proposiciones disyuntivas y
c o n j u n t i v a s . —• Proposición disyuntiva
es aquella que enlaza varias enunciacio-
nes ó términos por medio de las partí-
culas ó, ya, ora, etc.: p. ej., el hombre se sal-
va ó se condena. '
Reglas. Para que estas proposiciones sean
verdaderas, se necesita: que sus partes sean
268
LECCIÓN LVII
OPOSICIÓN, C O N V E R S I Ó N Y EQUIVALENCIA D E L A S
PROPOSICIONES
1
T o d o hom- Ningún j
bre es hombre es ;
virtuoso. virtuoso.
A C O V r i t A l U A S E
te
./ >
*•
Sí l \
>
\ x i
1 SI liCOMIÍARIAS 0
Algún hom- Algún
bre es hombre no
virtuoso. es virtuoso.
Ejemplos:
„ . . , . ., ( Ningún hombro es irracional.
E simpliciter.... \
| niiiirún ¡rracionaal os hombro.
Algunos niélales son sólidos.
/ simpliciter.. .
.Algunos sólidos son metales.
Sinsiin metal es « s e t a l .
E per accid...
' Algún regotal no os mota!.
A per acc
. j Todos los metales son cuerpos simple:
Algunos cuerpos simples son metales.
Algún hombro no es virtuoso.
O per contra •. .
Algún no virtuoso no es no hombro.
\ Todos los metales son cuerpos simples. -
A per contra...
( Todos los cuerpos no simples son no metales.
LECCIÓN LVIII
DE LA ARGUMENTACIÓN SILOGÍSTICA
5 7 1 . D e f i n i c i ó n «le l a a r g u m e n -
t a c i ó n y s u s e s p e c i e s . — La misma rela-
ción de intimidad existe entre el raciocinio y la
argumentación1, que entre la idea y el término,
y el juicio y la proposición. Puede conside-
rarse, por lo tanto, la argumentación
como expresión oral del raciocinio y defi-
nirse: aquella oración en la cual se infie-
re una enunciación de otras, mediante
cierta conexión que entre ellas existe.
Según dijimos en Psicología (143), el raciocinio
puede ser inductivo y deductivo, y, por lo tan-
to, habrá también argumentaciones inductivas,
que son la expresión oral de los raciocinios
C= B
B= A
C= A
'9
290
4
Mayor, y menor, y medio,
T r e s términos han de ser
Del silogismo; sin esto
Ilación no puede haber.
291
Aplicado es un estudiante;
es así que un estudiante es desaplicado;
luego un aplicado es desaplicado.
*
1
D e l silogismo los términos
Q u e entran en la conclusión,
Más lejos que en las premisas
N o han de llevar la extensión.
s
S i se quiere por dos veces;
Pero siquiera una v e z ,
E n las premisas el medio
Universal ha de ser.
293
particular ó colectivamente podrá referirse á
diferentes sujetos en las diversas premisas, é
infringiríamos la regla 1 . , constando el silogis-
a
6. a
Pejorem scmper sequitur conclusio
partan. La conclusión sigue siempre la
parte peor, á saber, lo particular ó lo
negativo . Si una de las premisas es particu-
lar, la- conclusión debe serlo también por lo
dicho en la regla 2 . Si una de las premisas es
a
El hombre no es piedra;
es así que el mármol no es hombre;
luego el mármol no es piedra.
* Premisas particulares
S i enlazó el antecedente,
Jamás ilación alguna
Deducir puede la mente.
Para facilitar su recordación á los alumnos, tomo
estas reglas en verso d e la excelente Obra Curso de
Filosofía Escolástica, por el R. P. Manuel J o s é Proa-
ño, tomo I , págs. 1 1 1 - 1 2 1 . Madrid, 1 8 9 2 .
298
sas, en ninguna de las cuales el término medio
es universal, tampoco puede seguirse nada. En
el 3. , esto es, cuando una es afirmativa, y
0
1. a
3. a
3. a
4. a
Snl) prae; timi prae prao; tmii sub sub; denique prae sal).
Se pueden reducir á la 1 . figura las tres res-
a
¡
( luego la templanza es laudable.
Estudiante es todo el que estudia;
García no estudia;
luego García no es estudiante.
3°i
La Lógica es ciencia;
la Lógica es arte;
! luego algún arte es ciencia.
La caridad es santa,
5 7 9 . Modos d e l silogismo.—Todo
silogismo no solamente pertenece' á una figura,
sino qué tiene además su modo ó manera co-
rrespondiente. Los dialécticos dan el nom-
bre de modos del silogismo á las diversas
combinaciones trinarias que, por razón
de su cantidad y cualidad, pueden ha-
cerse con las proposiciones A E I O, de
manera que concluyan legítimamente.
Una cosa son, por lo tanto, los modos posibles
y otra los modos legítimos. Los posibles son
64, y únicamente 19 los legítimos, para cuya
fácil recordación inventaron los antiguos dia-
lécticos estos versos ingeniosos:
tivos.
3°5
LECCIÓN LIX
SILOGÍSTICAS
I
clusión.
E1 alma es principio vegetativo, sensiti-
vo ó racional;
no es principio vegetativo;
luego es ó sensitivo ó racional:
es principio racional;
luego ni es vegetativo, ni sensitivo:
no es ni vegetativo, ni sensitivo;
luego es racional.
307
583. Silogismo conjuntivo y s u s
r e g l a s . — S e llama conjuntivo el silogismo
que consta de una premisa (generalmen-
te la mayor) conjuntiva; de otra premi-
sa (generalmente la menor) simple, en
la cual se afirma uno de los miembros
de la mayor y de la conclusión consi-
guiente. Las reglas de este silogismo son:
i.
a
Ha de haber verdadera incom-
patibilidad entre los miembros de la con-
junción.
2.A
De la afirmación de uno de ellos
se infiere legítimamente la negación de
otro.
3.a
De la negación de uno de ellos
no puede inferirse la afirmación del otro,
á no ser que los miembros opuestos en
la mayor sean verdaderamente contra-
dictorios. Ejemplo: El hombre no puede ser á
la vez santo y criminal; es así que es santo; luego
no es criminal. Pero no puede decirse: es así que
no es santo; luego es criminal.
581. Principales argumcntaaio-
n e s n o s i l o g í s t i c a s . — L a s principales
argumentaciones no silogísticas, llamadas
así porque se separan, poco ó mucho, de la
forma del silogismo, aunque lo contengan en el
fondo, son las siguientes: Entimema, epi-
3 o8
1
Del griego soros, montón, cúmulo, porque en
efecto el sorites es un amontonamiento de proposi-
ciones.
312
ella menos una, ó en tantos silogismos como
proposiciones tiene menos dos. De manera que
el ejemplo anterior puede descomponerse en
cuatro silogismos. Para que el sorites concluya
legítimamente se necesita:—a) que todas sus
proposiciones sean verdaderas;—b) que no con-
tenga ninguna proposición negativa,—c) y
que ninguna premisa sea particular, excepto la
primera.
5 S O . I n d u c c i ó n . — N o hay que confun-
dirla con el raciocinio inductivo (143), aunque
en él se apoya.' Inducción es aquella argu-
mentación en la que, enumeradas las
partes y viendo que á cada una de ellas
conviene cierto predicado, inferimos que
conviene al todo, y de esta manera pa-
samos de las partes al todo, de los indi-
viduos á la especie, y de las especies al
genero. La inducción puede ser completa é
incompleta. Es completa cuando se enumeran
todas las partes y se ve que lo predicado de
ellas puede predicarse igualmente del todo; es
incompleta cuando todas las partes ó verdades
particulares, por ser muchísimas, no pueden
enumerarse, pero sí las suficientes para que, en
virtud de la generalidad y constancia de las
leyes naturales, estemos seguros de que en
todos los casos de la misma especie acontecerá
3'3
siempre lo mismo. Ejemplo de inducción com-
pleta:
En todos los vivientes, tanto vegetales como
animales, como racionales, existe un principio in-
trínseco- de acción, de donde proceden sus movi-
mientos propios; luego podemos definir al viviente
diciendo que es el ser que se ¡nueve d si misino.
Ejemplo de inducción incompleta:
El hierro es pesado, el agua es pesada, el aire es
pesado, etc.; luego todo cuerpo es pesado.
Tanto la inducción completa como la in-
completa pueden reducirse al silogismo, y para
que estén bien hechas se necesita:
I.°, que se enumeren todas las partes ó las
suficientes para que la verdad general quede
probada, y 2 . ° , que no se predique del todo más
de lo atribuido á cada una de las partes.
5 9 0 . Ejemplo.—Ejemplo es aquella
argumentación que se funda en las ana-
logías existentes entre las cosas. Estas
analogías pueden ser de semejanza, y
entonces el ejemplo se llama a parí, v. gr.:
Si la Magdalena y el Buen Ladrón fueron per-
donados por la contrición y la penitencia, a pari
serán igualmente perdonados todos los pecadores
que utilicen estos remedios.
Pueden ser de contrariedad ó diferen-
3M
cia, y entonces el ejemplo se llama a con-
trario, v. gr.:
Si el que observa los preceptos de la Moral y
de la Higiene vive sano y feliz, a contrario el que
los conculque vivirá enfermo y desgraciado.
Pueden fundarse, por último, en que
el hecho afirmado está más fuertemente
ligado con la ley que los rige, que aquel
otro con el cual se compara, y entonces
el ejemplo toma el nombre de a fortiori.
Tal sucede cuando decimos:
Si un alumno pierde curso por haber cometido
15 faltas de asistencia, a fortiori deberá perderlo
el que haga 30.
3iS
LECCIÓN LX
DE LOS SOFISMAS
5 9 1 . Definición d e l sofisma, de
la falacia y del paralogismo, y divi-
sión y e n u m e r a c i ó n de los sofismas.
Definamos nominalmente las tres palabras di-
chas. La primera viene de los antiguos sofistas,
los cuales disputaban, no para llegar á la ver-
dad, sino por motivos de vanidad ó de utilidad
propia, como dice Cicerón . Sofisma, en grie-
1
1
Acad., lib. II, c. 32.
3i6
viciosa, cuando el vicio es intencionado
y se incurre en él de mala fe, con el pro-
pósito de engañar ó seducir. Y para-
logismo es toda argumentación viciosa,
hija de la ignorancia, pero empleada de
buena fe.
Se dividen los sofismas en sofismas
de pensamiento de cosa ó dialécticos; y en
sofismas de dicción, de palabra ó grama-
ticales. Siete son los dialécticos, á saber:
de accidente, tránsito de lo absoluto á lo
relativo y viceversa, ignorancia de la
cuestión, de consecuente, petición de
principio, y de pregunta compleja como
simple. Y otros siete los gramaticales,
que se llaman: equivocación, anfibolo-
gía, composición, división, acento, y
figura de dicción.
592. Sofisma de accidente, y trán-
sito de lo relativo á lo absoluto y
v i c e v e r s a . — E l sofisma de accidente
(jallacia accidentis, como le llamaban los anti-
guos) consiste en inferir una conclusión
esencial de lo que es puramente acci-
dental ó variable: p. ej., ciertos filósofos son
malos, luego la Filosofía es perjudicial. Este
sofisma se comete con frecuencia condenando
las cosas más santas y las instituciones más
317
respetables por el abuso que en ellas ó con
ellas se comete.
El sofisma llamado tránsito de lo
absoluto á lo relativo y viceversa (tránsi-
tos a dicto simpliciter ad dictnm secundum quid)
consiste en inferir de una verdad abso-
luta otra relativa, que lo es únicamente
bajo cierto aspecto y viceversa. Ejemplos:'
al católico le está permitido el uso de las car-
nes; luego el católico que come carne en Jue-
ves Santo no peca: la Iglesia prohibe la lectura
de la Biblia en lengua vulgar sin notas; luego
los católicos no pueden leer la Biblia. En el
primer ejemplo se pasa indebidamente de lo
absoluto á lo relativo, y á la inversa, en el
segundo, de lo relativo á lo absoluto, y tan
viciosa es la argumentación en el uno como
en el otro caso. En otros términos, se comete
este sofisma cuando, én la conclusión, .se atri-
buye simpliciter, esto es absolutamente, un pre-
dicado á un sujeto, cuando aquel mismo predi-
cado se ha atribuido al mismo sujeto sectmdum
quid, esto relativamente, en las premisas. Por
ejemplo, los hombres de gran ingenio son dig-
nos de aprecio; es así que Voltaire fué hombre
de gran ingenio; luego Voltaire es digno, de
aprecio. Se refutaría este sofisma concediendo
aprecio á Voltaire únicamente por su gran
3i8
ingenio, y negándoselo en absoluto por todas
sus demás condiciones, pues abusó horrible-
mente de su ingenio.
5 9 3 . Ignorancia de la cuestión,
y s o f i s m a d e c o n s e c u e n t e . — S e come-
te este sofisma (tgnoratio elenchi, seu redar-
gutió) cuando se sostiene la existencia de
la contradicción donde no la hay, cuan-
do se ignora el verdadero estado de la
cuestión, y cuando se intenta probar lo
que el adversario no niega ni es perti-
nente. Incurren en este sofisma los protestan-
tes cuando acusan á los católicos de idolatría,
porque adoran las imágenes; el que dijera que
Cristo no es eterno, porque nació en Belén; y
aquellos que disputaban considerando opuestas
estas dos proposiciones: la Duquesa de Berry
tiene un ojo más pequeño que el otro, á lo que
oponía.su contrincante: no, señor, la Duquesa
de Berry tiene un ojo más grande que el otro.
Este sofisma se comete la mayor parte de las
veces por emplear términos mal definidos, por
precipitación ú orgullo, y en algún caso con
intención dañada.
Se comete el sofisma de consecuen-
te (fallada consequentis) cuando de un con-
secuente se infiere su antecedente, por-
que á la inversa es cierto; ó cuando por
319
haber negado un antecedente se niega
también su consecuente. Ejemplo de lo
primero: es animal, luego es hombre. A la in-
versa es cierto, pues de que un ser sea hombre
se puede inferir lógicamente que es animal,
pero de que es animal no se puede inferir que
es hombre. Ejemplo de lo segundo: no es hom-
bre, luego no es animal. La conclusión tampoco
es lógica, porque de que no sea hombre no se
puede inferir que no es animal. Este sofisma,
en sus dos formas dichas, cabe principalmente
en los silogismos condicionales.
5 9 4 . P e t i c i ó n de principio, y so-
fisma d e f a l s a c a u s a . — S e comete este
sofisma (petitio principa) siempre que se
supone lo mismo que se ha de probar ó
se propone con palabras diferentes: v. gr.,
el alma humana sobrevive al cuerpo porque es
inmortal, ó también: todos los cuerpos son gra-
ves, porque son pesados. En el primer caso se
supone la inmortalidad del alma, que es lo que
se va á probar, al decir que sobrevive al cuerpo,
y en el segundo con las palabras graves y pesa-
dos expresamos la misma idea. A este sofisma
pertenece el llamado circulo vicioso, que se
comete probando A por B y B por A, ó inci-
diendo en lo mismo que se procura explicar,
como si definiésemos el día diciendo que és un
220
1
L o s filósofos modernos añaden á los y a definidos
otros sofismas, como la inducción viciosa, el falso
supuesto, y los sofismas ad verecundiam, ad ignoran-
tiam y ad hominem. L a inducción viciosa se comete
cuando de cierto número de hechos particulares é in-
suficientes se infiere una conclusión general, v. gr.:
«Ciertos sacerdotes son ignorantes; luego el clero es
ignorante.» S e comete el falso supuesto cuando se da
por evidente una premisa ño verdadera, como se
cuenta de aquellos doctos del siglo x v i que disputaron
largo y tendido sobre la causa de que una niña nacie-
ra con un diente de oro, lo cual resultó después falso.
E l sofisma ad verecundiam se comete cuando delante
del adversario se pone un texto de autor tan eminen-
te que no admitirlo supondría soberbia inaudita. C o n -
LÓGICA ai
3 22
I
w y ejemplo.
oo
< De accidente,
tránsito de lo absoluto á lo
relativo y viceversa,
dialécticos.. ignorancia de la cuestión,
de consecuente,
petición de principio,
de falsa causa, y
sofismas) de pregunta compleja como
simple.
I
Equivocación,
anfibología,
composición,
\ división,
/acento, y
¡figurade dicción.
ÍNDICE DE L A L Ó G I C A
P.igs.
Documentos oficiales 3
L e c c i ó n X X X I . — C o n c e p t o de la L ó g i c a 9
Lección X X X 1 1 . — D e la verdad 19
L e c c i ó n X X X I I I . — E s p e c i e s de métodos 25
L e c c i ó n X X X I V . — Operaciones del método
analítico 39
L e c c i ó n X X X V . — O p e r a c i o n e s del método sin-
tético.—Definición y división 54
Lección X X X V I . — Operaciones del método
sintético.—Clasificación y deducción 65
L e c c i ó n X X X V I I . — Operaciones del método
sintético.—Demostración 73
Lección X X X V I I I . — O p e r a c i o n e s del método
sintético: teoría y s i s t e m a . - — V e r d a d e r o mé-
todo científico.—Métodos especiales 82
L e c c i ó n X X X I X . — D e la ciencia como fin del
método 94
L e c c i ó n L I I . — N o c i o n e s preliminares 233
P R I M E R A SECCIÓN D E L A DIALÉCTICA
D E L O S T É R M I N O S