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CARTA A LOS OBISPOS DE LA IGLESIA CATÓLICA SOBRE

ALGUNOS ASPECTOS DE LA IGLESIA CONSIDERADA COMO


COMUNIÓN

INTRODUCCIÓN
 El concepto de comunión puede ser una clave de lectura para una renovada
eclesiología católica.
 Sin embargo, algunas visiones eclesiológicas ven a la Iglesia como misterio
de comunión sin una adecuada integración con los conceptos de Pueblo de
Dios y Cuerpo de Cristo. La intención de esta carta es clarificar los
elementos fundamentales para la profundización.

I. LA IGLESIA, MISTERIO DE COMUNIÓN


 El concepto de comunión está en el corazón del autoconocimiento de la
Iglesia, porque es el misterio de la unión de cada hombre con la Trinidad
divina (comunión vertical) y entre los hombres (comunión horizontal),
orientada a la plenitud escatológica, aun siendo ya una realidad presente
en la Iglesia (“el ya pero todavía no”).
 La comunión eclesial es al mismo tiempo invisible y visible. En la invisible
es la comunión de cada hombre con el Padre por Cristo en el Espíritu Santo
y con los demás hombres en una misma fe, una misma naturaleza divina.
La comunión visible se da en relación con la jerarquía, con los sacramentos,
con la tradición apostólica. La relación que se da entre la comunión visible
e invisible es lo que hace ver a la Iglesia como sacramento universal de
salvación.
 La comunión eclesial, en la que cada uno se inserta por la fe y el Bautismo,
tiene su raíz y su centro en la Eucaristía, que es fuente y creadora de
comunión. La Iglesia es el Cuerpo de Cristo porque la Eucaristía es el lugar
donde la Iglesia se manifiesta presente en todas partes y, sin embargo, una,
así como tenemos un solo Cristo.
 La Iglesia es comunión de los santos, donde se da la común participación
visible de los bienes de salvación en virtud de la comunión invisible de los
participantes. Se manifiesta como una solidaridad espiritual entre los
miembros de la Iglesia, incluso los que han fallecido ya y gozan de la gloria
celestial. La devoción a los santos deriva de la Iglesia como misterio de
comunión.

II. IGLESIA UNIVERSAL E IGLESIAS PARTICULARES


 La Iglesia de Cristo es la Iglesia universal que se hace operativa y presente
en la particularidad y diversidad de personas, grupos, tiempos y lugares.
La Iglesias particulares están constituidas a imagen de la Iglesia universal
y cada una de ellas es una porción del Pueblo de Dios que se confía al Obispo
para ser apacentada con la colaboración de su presbiterio.
 La Iglesia universal no puede ser vista como la suma de las Iglesias
particulares. No es el resultado de la comunión de las Iglesias, sino que, en
su esencial misterio, es una realidad ontológica y temporalmente previa a
cada Iglesia particular. La Iglesia universal es madre y no producto de las
Iglesias particulares.
 La universal comunión de los fieles y la comunión de las Iglesias no son
consecuencia una de la otra, sino que constituyen una misma realidad.
 La pertenencia a una Iglesia particular nunca está en contradicción con la
realidad de que en la Iglesia nadie es extranjero.

III. COMUNIÓN DE LAS IGLESIAS, EUCARISTÍA Y EPISCOPADO


 La unión de las Iglesias particulares con la Iglesia universal radica, en
primer lugar, en la Eucaristía, porque ella, aun celebrándose en una
particular comunidad, no es nada más celebración de esa comunidad, sino
que allí se manifiesta la Iglesia una, santa, católica y apostólica.
 La Eucaristía es la que hace imposible toda autosuficiencia de la Iglesia
particular, porque la unicidad e indivisibilidad del Cuerpo eucarístico
implica la unicidad de su Cuerpo místico, que es la Iglesia una e indivisible.
 Por otra parte, también la unidad de la Iglesia está fundamentada en la
unidad del Episcopado. Como la idea de Cuerpo de Iglesias implica la idea
de una Iglesia Cabeza de las Iglesias, que es la Iglesia de Roma, así también
el Colegio Episcopal lleva consigo la existencia de un Obispo Cabeza del
Colegio Episcopal, que es el Obispo de Roma, que es principio y fundamento
visible de comunión. Esta unidad del Episcopado se perpetúa a través de la
sucesión apostólica y es fundamento de la Iglesia de cada época con la que
Cristo constituyó sobre la roca de Pedro y los Apóstoles.
 El Obispo es principio y fundamento visible de la unidad en la Iglesia
particular confiada a su ministerio pastoral. Sin embargo, en la Iglesia
particular debe estar presente la suprema autoridad de la Iglesia, es decir,
el Colegio Episcopal en unión con el Obispo de Roma.
 Unidad de la Eucaristía y unidad del Episcopado con Pedro y bajo Pedro no
son raíces independientes de la unidad de la Iglesia, porque Cristo ha
instituido la Eucaristía y el Episcopado como realidades esencialmente
vinculadas.

IV. UNIDAD Y DIVERSIDAD EN LA COMUNIÓN ECLESIAL


 La universalidad de la Iglesia comportan la más sólida unidad y, además,
una pluralidad y una diversificación de carismas, estilos de vida,
apostolados, que no obstaculizan la unidad, sino que le confieren el carácter
de comunión.
 La promoción de la unidad es tarea del Obispo de Roma, pero también es
tarea de todos, porque todos estamos llamados a construirla mediante la
caridad.

V. COMUNIÓN ECLESIAL Y ECUMENISMO


 La Iglesia se reconoce unida por muchas razones con quienes, estando
bautizados, se honran con el nombre de cristianos, pero no profesan la fe
en su totalidad o no guardan la unidad de comunión bajo el sucesor de
Pedro. En las otras comunidades cristianas existen elementos de la Iglesia
que permiten reconocen una cierta comunión, aunque no plena.
 Con la celebración de la Eucaristía del Señor en cada una de las Iglesias
ortodoxas orientales, la Iglesia de Dios es edificada y crece.
 Esto reclama el empeño ecuménico hacia la plena comunión en la unidad
de la Iglesia. Esto se dará a partir de la oración, la penitencia, el estudio,
el diálogo y la colaboración.

CONCLUSIÓN
 La Virgen María es modelo de comunión eclesial. Eternamente presente en
el misterio de Cristo y desde el inicio estuvo en el corazón mismo de la
Iglesia naciente.
 La Iglesia fue congregada en la parte más alta del cenáculo con María, que
era la Madre de Jesús, y con sus hermanos. No se puede hablar, por tanto,
de Iglesia si no está presente María.

JAIRO MANRÍQUEZ ESPINOZA


Viernes 4 de mayo de 2018

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