Con mucha frecuencia se escucha en los Establecimientos Escolares y Jardines Infantiles: “vamos a hacer una convivencia” o “no está muy bueno el orden en este curso” o “vamos a tener que hacer una convivencia”. Esa mirada implica una manera de entender la Convivencia, como algo que comienza a ocurrir cuando decidimos conscientemente encontrarnos y pasar juntos un rato de esparcimiento, en espacios diferentes a los que se relacionan con los objetivos educativos. En ese sentido no sería parte de la convivencia la cotidianeidad de los encuentros que ocurren en la Escuela o Jardín Infantil, en vistas a su meta educativa: entre los estudiantes, entre los profesores, entre profesores y estudiantes, entre profesores y directivos, etc. Si la Convivencia al interior de Establecimientos Escolares, tiene que ver con la relación entre todos los actores institucionales. Esto implica que los niños, jóvenes y adultos son considerados partícipes de la Convivencia adscribiéndoseles derechos y responsabilidades, entonces debemos definir Convivencia Escolar, como una instancia valiosa que nos permita pensar en esta especial relación entre personas, como un recurso educativo sobre el cual podemos operar para producir aprendizajes significativos en los niños y niñas, pues entonces la Convivencia Escolar, es un hecho propiamente humano. Convivir implica “vivir con”. En una sociedad que realza el valor del individualismo, nos olvidamos de que somos seres biopsico-sociales, es decir seres que sólo pueden vivir en relación (Martiñá, 2006).