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Brook, Pexer Trovocacssnen « Gd. Fausto (1989) 6 LLENANDO EL ESPACIO VACIO EL ESPACIO COMO HERRAMIENTA No me gusta este espacio, Ayer, a esta misma hora, estébamos en el prodiodla Unies de Carteas ‘actuando bajo un érbol; por las noches, representamos Ubu en un viejo cine, semiderruido y abandona- do, y el espacio es Hoy, ustedes me han invitado a dar una ‘conforencia sobre el espacio en el teatro en ete sldn deslumbrantey ultramoderno, y ono me siento a gusto. Y me pregunta {por qué? Creo que cualquiera puede darse cucnta a simple vista de que éste es un espacio dificil Y lo sentimos asf porque lo que a nosotros nos importa es la posbilidad de tener un contacto vivente y verdadero en {re todos. Si ese contacto no se produce, entonces todo lo que even- tualmente podamos decir sobre el teatro en teorfa quedarta iavali- dado. ‘A mi parecer, el teatro se basa en una caracterfstica humana muy particular, que es la necesidad, quo surge de vez en cuando, de esta- blecer con el préjimo una relacién renovada y més fntima. Sin embar- {g0, en este momento, mirando a mi alrededor, observando todo este Ambit, tengo la impresion de que todos mantienen la distancia... itu- viera que actuar aquf, lo primero que tendria que hacer es tratar de _ Zanjar, de romper esa distancia, Y esto me recuerda uno de los prime 10s principios que descubrimos, trabajando bajo todo tipo de condi- ciones. Nada os més irrelevante que la comodidad. La comodidad suelo debiitar, qutarle la vida a la experiencia, For ejemplo, ustedes « catia todo cbmodamenta senados; on eae omen yo qublrs decir algo para provocar en ustedes una reacciéa inmediata, tondtia que hablar précticamente a los gritos, para tratar de impulsar un re- cambio de la energia en la persona que tuviera mis cerca, y en la otra, 165 ‘yen a otra, y as sucesivamente, hasta abarcax a todos los presentés en” il salén, ¥ aun cuando tuviera éxito en mi intento, la resecién que ob- tendrie de ustedes serfa muy lenta; se verfa demorada por las brechas centre las personas que han impuesto los arquitectos, sin lugar a dudas ‘para camplir con las reglamentaciones. Dado que éstc 8 un nuevo ‘edificio, iene que haber en é una determinada cantidad de asientos, is de determinada manera, . "Ademés, todo edificio nuevo esté sometido a las nuevas regulacio~ ries en cuanto a incendios, que cada dia se vuelven més y més estrictas. De modo que la inbéspita naturaleza de este émbito me leva a hacer tuna muy simple referencia para medi la diferencia entre un espacio, vivo y un espacio musrto: la maitera en que los seres bumanos que ¢s- tén en él se hallan ubicados, uno en relacién con el otro. ‘En todos nuestros experimentos hemos podido establecer que el piblico nunca esté incmodo sila accién es permanentemente dingimi- ‘ca, Tomemos por ejemplo nuestra situacién, aqui, ahora: todos uste- ‘des estén sentados en cOmodas butacas. |Y corren el riesgo de -quedarse dormidost ‘Una de las difcultades-que genera wun espacio como éste es la dis- ‘tancia —en toda la amplitud de la palabra— inyolucrada en él. La ma-” nera ea que ban sido emplazados ls asientos, que por supuesto es la ‘mis l6gica, la més comin s lo que se busca es que haya capacidad su- ficiente para albergar con comodidad al mayor ntmero de personas, trac como consecuencia que.cada uno de nosotros deba mirar la nuca de la persona quc tenga delante, ¥ supongo que coincidiremos en que Ta nuca es la parte menos interesante de la anatoma del vecino. "Aqui surge otro notable fensmeno, Mi voz se desplaza lentamente ‘por todo este Ambito, no solamente debido a sistema de traducci6n si- ‘ulténea sino también por la magnitud del espacio que debe atrave~ ‘sar. Siyo fuera un actor; esto me obligaria a hablar més pausadamente, més eaféticamente, con menos dad. Ahora bien: si estuvié- ramos més cerca, si estuviéramos todos bien cerca uno de otro, el in- negate sable soacstmponon cesta conics yf Es que los espacios imponen ciertas yes fécil ver el precio que pagamos por cada uno de los factores que determi- nan la cleccién que hacemos del espacio. ‘Supongamos que tuviéramos que represeatar una obra en este i- bito, Tendrfamos entonces dos alternativas para elegi una serfa ubi- car a los actores a cierta altura respecto del pablico, Jo cual crearfa inmediatamente una nueva relacién entre todos; siyo me subo ala me- 166 ‘2.. lmiren!.. ahora todos estén obligadGs a alzar la vista para mirar- me. Me he convertido en un en un misteric, en alguien ‘observa a su auditorio desde una cierta altura, como un politico Ticedo su dscurso en un estrado, Esta ela clase de eladon arbitra. Sy aria uc ha io caracerstic del teatro por cleo y lstos 105. La otra alternativa seria la de situar al actor af mismo nivel que ef piiblico, Hagimoslo.. ;ven algo?... no, no pueden ver nada; la mayoria de ustedes no puede ver nada. Mis Gnicos contactos posibles se han re- ducido a un muy limitado nimero de personas. Ese hombre de anteo- Jos, por ejemplo, sentado aqut, muy cerca; o aquel all, parado junto a ‘es08 espejos, o esta dama aqui a mi izquierds, sentada en el suelo, To-. dos los demés tienen la inexpresividad de quien se ha quedado “fuera de la cosa”. Y no es culpa de ustedes; sucede simplemente que la ubi- ceaci6n de las butacas que ocupan les da muy escasas posibilidades de establecer conmigo un contacto verdadero, ‘Una manera de resolver el problema de este espacio en particular serfa transportar al pdblico a un lugar mfs elevado. Pero a primera vis- tase comprusba qu 40 aqut no seria de ada, puesto que, bien el dmbitd es notableniente profundo, no tiene la en otras palabras, la cantidad de gente que podria ser ubicada por encima del nivel de los actores serfa sumamente reducida, De todas maneras, si efectivamente situamos al pablico en un lugar més clevado con respecto a los actores, comprobaremos que la situa ci6n que acabamos de crear al hacerlo tiene sus consecuicncias, Si nos ‘detenemos a considerar la accién, veremos que se establece una nueva interrelacién damética, y que el significado mismo del evento teatral volver4 a verse modificado. Este tipo de gambio debe ser estudiado ‘con precisiOn; no debe ser considerado como meramente accidental. Inglaterra, pats que jams habla tenido un teatro nacional, se decidié finalmente, y por extrafias razones de orgullo patrbtico, que ddebia construirse uno. Y asf fue como me vi formando parte de un co- rmité responsable de controlar los proyectos arquitect6nicos. En aues- {tas primeras reuniones se plantearon preguntas como las siguientes: “yall es el Angulo ideal para ol emplazamiento de las butacas?, Mi respuesta pierdan tiempo haciendo planos del teatro; olVviden- ‘se un poco de las mateméticas, de los tableros de dibujo. Mejor, dedi- quen tres o cuatra meses a establecer contacto con la gente de las més diversas ocupaciones. Siganlos, observénlos en la calle, ex los restau- antes, en medio de alguna disputa. Sean pragmaticos; siéatense en el 167 suelo ¥ miren hacia arriba; suban lo més alto que pueda y miren hacia abajo, ubiquense a espaldas de la gente, en medio de la gente, frente a Ja gente. ¥ entonces st, saquen sus conclusiones ciesitificas y geométri- ‘eas de la experiencia directa que han adquirido”. Podriamos intentar lo mismo ahora, en este Ambito. Por ejemplo, si {yo aparto el micréfono y trato de que mi vor se proyecte por sf sola, ‘conseguiré que ustedes se sientan mal, que se pierda toda calidez, por- que este espacio, este ambiente, dado el carfctes de su cielorraso y de ‘sus muros, le quite vida a Jas palabras y a los sonidos. Nos hallamos en ‘un edificio moderno, higiénico, que esteriliza el sonido. Ese cine de ‘Caracas donde estamos actuando ahora es, en este seatido, mucho me- jor, porque sus paredes de cemento permiten que haya més vibraciéa, 'Y el lugar donde actuamos la semana pasada en Francia éra atin mo- jor, porque trabajamos al aire libre, en un espacio de piso de piedra, ‘que producfa una catraordinaria resonancia, Lo importante no ¢s el espacio en teorfa sino el espacio como herramicnta, ‘Si nuestra Gnica meta, en este momento, fuera comunicar un texto preciso, en cl que cada palabra tuviera su significado, agregariamos ‘una separaci6n aqu y otra al, y entonces todos se agruparfan en un ppequefio espacio, de manera tal que Jos actores pudieran hablar répi- do y mirar en todas direcciones. Eso daria como resultado que este dzbito quedara transformado en un espacio muy apto y satisfactorio. ‘Aunque su acistica no es la mejor, ni una de las ms roménticas, igual podria resultar fil. Dirlamos que ¢s “funcional”, Después tendrfamos que examinar las diferentes funciones. Si qui- sigramos hacer Edipo, y el piblico taviera que recibir una fuerte carga emocional gencrada por los tonos graves de la voz del actor, en este mbito no podrfamos hacerla. Si el propésito de la puesta fuera preci- samente evocar un mundo frfo y blando como esto que nos roda, en- tonces estarfamos en el lugar ideal. Pero si el propésito fuera dejar ‘volar la imaginatién, para bacer ingresar al piblico a un mundo de, fantasia, bueno, es evidente que aqu{ eso se nos haria cuesta arriba El problema del espacio es relativo. Siempre se podrfa reacomodar este sal6o; podriamos perfectamente contratar a un disefiador para que lo disfrazara, para que lo transformara totalmente, Si lo hiciéra- ios, n9s toparfamos cara a cara con otra cuestiGn: si ése fuera el caso: por qué no actuar directamente en un teatro? La relacién entre el be- cho teatral y un lugar que tiene cardcter propio se esfuma apenas co- ‘menzamos a reconstruir el espacio. 168, Bin el teatro hay cosas que ayudan y cosas que obstruyen. ¥ fuera del teatro ocurre lo mismo, ‘Cuando dejamos los espacios convencionales y salnios.a Ia calle, al ‘campo, al desierto, a un garage, a un establo, o a cualquier lado, siem- pre y cuando sea al aire libre, eso puede signficar al mismo tiempo ‘una Ventaja y un retroceso. ‘La ventajaos que entre los actores y el niundo puede establecerse de inmediato una relacién, que no podria surgir en ninguna otra cir- ‘cunstancia. Esto aporta al teatro un hilito de vida nueva. El hecho de invitar al phblico a romper con sus hébitos condicionados —entro los cuales ée incluye el asstir a lugares especiales para determinados fi- ‘tes — es un gran progreso, en trminos draméticos. ‘El elemento mas importante para tener en cuenta, eso que realmen- te establece una diferencia entre un espacio y otro, os cl problema de la concentracién. Porque siies que existe alguna diferencia entre el teatro y la vida real, diferencia que puede no ser fc de definir,siem- pre es una diferéncia en términos de concentracién. El evento teatral puede ser similar 0 idéntico a un evento dela vida, pero gracias a cier- tas condiciones y téenicas que existen en él nuestra concentracion es ‘mayor. De mianera que el espacio y la concentracién son dos elemen- tos inseparables. ‘Sil propésito de una performance fuera el de crear una imagen de ‘confusién, entonces una esquina callejera seria perfecta para ello, Pe- ro siel objetivo fuera cl de centrar ol interés en un punto tinico, y hu- biora molestos, 0 mala visibilidad, o si los acontecimientos . ‘ocurricran al mismo tiempo, arriba, absjo, detrés y muy cerca del es- ppectador, entoncss éste comprobaria que concentrarse es imposible, “Alguna vez hemos llevado a cabo experimentos en los cualés el ac- tor sale del esceaario y comienza a desplazarse entre el piblico, te- niendo mucho cuidado de mantener la relaci6n actor-espectador. Esta relacién dependerd de las dimensiones del espacio, dela velocidad de Jos movimientos, de la manera en que habla el actor y de la extensi6n del experimento; porque legaré un momento en que el contaéto se ha- ‘bré roto, en el que toda comunicactén se habré quebrado, y el experi- ‘mento quedard reducido a la nada, Esto es claro fadice de hasta qué _punto condiciona al evento Ia distahcta, la duracién y el sonido dentro ‘de un determinado espacio. No hay reglas estrictas que nos digan ‘cutindo un espacio es bueno 0 malo, De hecho, todo esto remite a un ‘ipo de ciencia tan rigurosa y precisa que s6lo podemos desarrollarla 169 ‘mediante I continua experimentacion, y un empirismo basado en los hhechos. {Es0 ea! ;Basta de teorizaci6at LES BOUFFES DU NORD ‘Tres afios hemos pasado viajando, y le experimentaci6n nos ha en- seiado — duramente— cuéulo un espacio ¢s bueno y cuando un cepa, ‘io es malo, Un dfa, Micheline Rozan me dijo: “Hay un teatro detrés de la Gare du Nord del que nadie se acuerda. Me han dicho que sigue Al jVamos a echar una end!” De modo gue ne abios a un au to, y fuimos; pero cuando llegamos al lugar. 'se suponta debia es- tar el teatro, no habia nada, salvo: un café, una ticnda y la fachada repleta de ventanas de un tipico edificio de departamentos parisino dol siglo diecinueve. Sin embargo, de repente notamos que una tabla suelta cubria malaments un boguete en el muro. La kicimos a un lado, ingresamos en un ttinel polvoriento por el que debimos avanzar casi arrasirindonos; cuando pudimos incorporarnos, descubrimos, —su- ‘ios, quebrados, golpeados por la Ihwvia, picados de viruela, y sin em- bargo todavia nobles, humanos, refulgentes, sobrecogedores a Les Bouffes du Nord. *"Tomamos dos decisiones: primero, mantener el teatro exactamenic cen clestado en que estaba, no borrar el més minimo trazo de los cien afios de vida que habfen pasado por sobre él; segundo, revitalizarlo- ‘cuanto antes, Nos habian dicho que era imposible. Un funcionario del ‘ministerio nos dijo que conseguir dinero y la habititacion demoraria, ddos aos al menos. Micheline rechaz6 esa l6gica; acepté el desaflo.. ‘Seis meses miés tarde, inaugurébamos con Timdn de Atenas. ‘Mantuvimos las viejas butacas de madera de las galerfas, s6lo que ‘ahora las barnizamos. Durante las primeras funciones hubo gente que ‘quedé literalmente pogada a sus asientos y tuvimos que pagar indem- nizaci6n a un par de damss iracundas furiosas porque 20 habfan teni- ‘do ms remedio que resignar parte de sus faldas en la butaca. Jos aplausos fueron muchos, tantos que, no tan afocmadamente, itersimentsamenazaron con tar Ia. casa abc ‘porque grandes trazos de molduras de yeso y de! mismo cielorraso co- menzaron a despreaderse y a caer por efectos de lavbraciGn, y no dic- ron en la cabeza de’ nadic del piblico por milagro. Luego de ¢s0, tuvimos que tirar abajo:el cielorraso, y sin embargo la extraordinaria calidad actstica del Ingar no se perdi. 10 Micheline y yo nos propusimos una politica: el teatro iba a ser éen- illo, abierto, clido, No habria localidades numeradas, todas las ubi- ‘eaciones tendrfan ol mismo precio, un precio lo més bajo posible, la mitad o la cuarta parte de una entrada comin. Querfamos que el tea- to fuera accesible a gente de los otros suburbios, alas familias, que no se vieran saqueados por el costo de las localidades por el hecho de ve- ‘tir en grupos de cuatro o de cinco, y agrégamos también una matineé Joe ssbados —funcién que siempre tiene una de los pthlicns mejores y ‘mis receptivos~ a un precio aun més bajo. Esto permiticia que los ‘ianos, siempre temerosos de salir de noche, pudicran también asst ‘Ademis, resolvimos darnos la libertad de cerrar el teatro cuando qui- ‘siéramos, o de dar funciones gratis de Navidad o Pascua para la gente —— vecindario, ‘Quer‘amos que hubiera talleres, eventos para nifios, 0 incluso la po- sibilidad de salir es busca de la comunidad con nuestras improvisacio- nes, de manera que los Bouffes no se cotvrticran en un teatro de repertorio, sino que siguicran siendo tn Centro, Naturalmente todo ‘esto resulta mucho més costos6 que administrar un teatro todas las no- ‘ches, con una taquilla a valores normales; y a pesar del apoyo desinte- resado del nuovo ministfo de Cultura, Michel Guyel, el subsidio que ecibjamos del gobiorso francés, ain era insuficiente, Fue una gran suerte para m{ tener a Micheline como socia; gracias a su brillantez ¥ originalidad de pensamiento puidimos, afos tras afo, ir cruzando en la ‘cucrda floja el abismo de la supervivencia, LA CONFERENCIA DE LOS PAJAROS expan cocoon tas ns cons tae ‘como un fin en s{ misma, aun cuando tr Se aces lcnganes gerton Estuidbumos tambien oe sont ‘dos como medio de expresién, eunque nunca nos imaginamos que eso significaria la oliminaci6n de nuestras formas habituales de lenguaje, ‘Trabajébamos con improvis libre frente a todo tipo de pablico, con tn simple objetivo: comprender més profundamente ls rlaciones wae catre la verdad de una forma y la calidad de lo que recibe el péiblico. é ‘Necesariamenté, nuestro punto de partida tenfa que estar en noso- tros mismos. Sin embargo, para eludir el peligro de girar en circulos narisistas, 6 absolutamente necesario vernos sacudidos desde el exte- rior, y algo de esto sucede cuando tratamos de trabajar con algo que mm

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