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PENSAMIENTO CONTEMPORANEO > - Coleccidn ditigida por Manuel Cruz Sas foe Taylor, La deca dele autenticdad. Buon, Lat ml ear del rel [Blanchot El pase (ro) me ale ‘Wied, sama ceded primitioa 33. HA G 40, W. Ber G Me. He A Asta fen ed as de tea del opesin scl ssn, Libertad’ reentinento ut De la Ditton ole scion tng, Ms ald de a nterpretacon in, Persanajesalemanes ‘Logue entendo porsoberaia—— eve RRO” raat ie aL G ca rad exiszencia A Helen U ps roti des oid secede. _ 9 soctedad liberal rapa 9 poles apart en ws oes serpin I Horteimes Toor tadionah teoraarice Porn oid oie lo ston Gates 1 Ea orp mode o Eide ewes modemo Ea sin” Nree Lect ety ores does i Los ats del top ‘tudo tbr la stor jae i pola deh sporens te cl it ts sel igh Sel libertad Brana Elie biti como artefact lterario y otros eseitos culpa |, Ambigiedad armoni sab Abie) ‘Blumen iu BSSRIRGLSH: BERET Se a 2 F Hayden White El texto histérico como artefacto literario y otros escritos Introduccién de Verénica Tozzi Ediciones Paidés . LCE, de la Universidad Auténoma de Barcelona Barcelona - Buenos Aires - México Prefacio HECHO Y FIGURACION EN EL DISCURSO HISTORICO ‘Me gustaria agradecer a la profesora Verénica Tozzi y a sus colegas la célida recepcién que han dado a mi trabajo y el cuidado que han puesto en la traduccién al espafiol de es- tos ensayos. En general, mi trabajo ha recibido mejor acep- tacién en aquellas pastes del mundo desgarradas por con- flictos politicos y econémicos que en Estados Unidos. No sé por qué, pero sospecho que es s6lo en las sociedades «ines- tables» donde las certezas de una sabidurfa basada en la in- vestigaci6n histérica objetiva pueden ser efectivamente pro- blematizadas. El término «historia» nombra un modo de existencia que es definitivamente construccién pero que se oftece a si misma como objeto encontrado, como algo ya conformado por los agentes muertos ya hace tiempo y como sien si misma fuera irrevisable. Pero la historia es, segdn mi forma de ver, una construccién, més especificamente un producto del discurso y la discursivizacién. Sin dada, en nuestros tiempos, los historiadores desean ser objetivos, y contar la verdad, asi como agudos en Jo que tienen que de- cit acerca del pasado, lo que, en la practica, normalmente ifica ocultar sus propias actividades como compositores de esta condicién de existencia llamada «historia». Bajo mi punto de vista, sin embargo, la objetividad, el contar la verdad y la agudeza son desempefiadas mas adecuadamente en aquellas disciplinas blandas tales como la historiografia, por su franca y abierta admisi6n de la agencia en la cteacién de 44. EL TEXTO HISTORICO COMO ARTEFACTO LITERARIO las cosas que son estudiadas: Esta es la razdn de que haya subrayado el aspecto literario de la imaginacién hist6rica. Creo que la aproximacién més provechosa al estudio del escrito hist6rico toma su aspecto literatio més seriamente de lo que permite la vaga y subteotizada nocién de «estilo». En aquella rama de la teoria lingiiistica, literaria y semiética de- nominada tropologia, entendida como una teorfa de la figu- raci6n y la trama discursiva, tenemos un.instrumento para relacionar las dos dimensiones de la significacién denotativa y connotativa por las-cuales los historiadores-dotan_a.los acontecimientos pasados no solo de facticidad sino también de significado. Mis criticos tienen razén al suponer que la teoria tropolégica det discurso —derivada de Vico y de los ‘modemos analistas del discurso tales como Kenneth Burke, Northrop Frye, Barthes, Perelman, Foucault, Greimas'y ‘otros-—es central para mi pensamiento acerca de la histo- riografia-y su relacién con el discurso literario y cientifico, por un lado, y con el mito; por el otro, Una teoria de la his- toriografia capaz de identificar los elementos ideol6gicos en ehescrito-histético tradicional debe problematizas,més-que simplemente reafirmar; lautilidad intemporal-de las preten- siones de la historiografia tradicional de realismo en la re- presentacién y de cientificidad en su pensamiento acerca de Ia historia en general. Como un discurso acerca de las cosas ya no perceptibles, la histotiografia debe construis, entendiendo por ello imagi- nar y conceptualizar, sus objetos de interés antes de poder proceder a aplicarles los tipos de procedimientos que desea usar para explicatlos o comprenderlos. Existen muy buenas razones por las que la historia nunca ha sido convertida en una ciencia sin perder su identidad como historia—.Esto sedebera que las figuras y los giros discursivos (tropos), mas imaginarios que conceptuales, son necesarios para la consti= tacién delos objetos de interés de la historia como posibles | | 4 HECHO ¥ FIGURACION EN EL DISCURSO HISTORICO 45 temas de una representacién especificamente historiolégica. Este elemento imaginativo no puede ser cercenado del es- tito historico sin privar al pasado de su encanto y pathos, es decir, su «paseidad>. La tropologfa es Ja comprensién teérica del discurso ima- ginativo, de todas las formas por las cuales los diversos tipos de figuraciones (tales como la metéfora, Ja metonimia, a sinécdo- gue y la ironfa) producen los tipos de imagenes y conexiones entre imagenes capaces de desempefiarse como sefiales de una realidad que s6lo puede ser imaginada més que percibida di- rectamente. Las conexiones discursivas entre las figuraciones (de personas, acontecimientos y procesos) en un discurso no son conexiones logicas 0 implicadas deductivamente entre si sino metaféricas en un sentido general, es decir, basadas en las, téenicas poéticas de la condensacién, el desplazamiento, la re- presentabilidad y la elaboracién secundaria. Es por ello por lo que cualquier evaluacién de un discurso especificamente his- t6rico que ignore la dimensi6n tropol6gice fracasar4 inevita- blemente en aprehender cOmo es posible «comprender» el pasado a pesar de la informacién errénea que pueda contener y de las contradicciones Iégicas que puedan invalidar sus argumentos. 'No creo qué mi nocién de un discurso caractetizado pot ‘un tropo dominante por su modo de captar la realidad en el Tenguaje—del cual el modo de tramar, de argumentacién y 2 “dé implicacién ideoldgica son posibles extensiones—lleve © a la imposicidn de una falsa consistencia sobre el pensa- Thiento contenido en el discurso: Existen diferentes tipos de consistencia discursiva, para los cuales una légica de la iden- tidad y la no contradiccién provee sélo un criterio de eva- luacién. No sdlo son diferentes las «ldgicas» que se pueden aplicar al argumento de un discurso, por ejemplo, la I6gica aditiva de la paradoja del sorites de los estoicos, que puede ser més aplicable al andlisis del discurso narrativo que una 46 ELTEXTO HISTORICO COMO ARTEFACTO LITERARIO Jégica de la identidad, sino que existen otros tipos de «con sistencia» ademés de aquellas postuladas por la légica aris totélica y las figuras del silogismo, por ejemplo, la consistencia figurativa, la poética ylaestilistica, del tipo encontrado en la literatura, sea de ficci6n ono. Que'la bistoriogtafia contiene un.componente inclucta- blemente poético-retérico es sefialado por la idea tradicional de que una representacin SSS un.tipo. sa telaiGn entre el relato conformado 4 pari de los aconteci- mientos y cualquier argumento formal que pueda proponer- se para explicar aquellos acontecimientos como el resultado de una combinacién de elementos l6gico-deductivos y tropo- Vico figurativos. As una sproximacin wopolgiea ast dio de los discursos hist6ricos parec ej cada incluso exigida, pr ull lado: por lax diferencias ere Ios discursos hist6ricos y los:cientificos, y por el otro, por las semejanzas entre el escrito hist6rico y el literario. Se piensa algunas veces que esta nocién tropolégica del discurso hist6rico conduce al «determinism lingiiistico»: No creo ser un:determinista lingtifstico, pero sostengo que cualquier anilisis de cualquier tipo de escrito debe tener en cuenta las formas en que el uso de los diversos cédigos, de HECHO ¥ FIGURACION EN EL DISCURSO HISTORICO 47 Ios cuales el lenguaje es en s{ mismo un paradigma, capacita tanto como limita aquello que puede decirse acerca del mundo. Si esto me coloca en el terreno de Barthes, Greimas, Foucault y Derrida, entonces que asi sea; pero ninguno de ellos es un «determinista lingiiistico» y yo tampoco. Siempre me ha interesado cémo puede usarse el lenguaje figurative para creas imagenes de objetos que ya no son per- ceptibles y dotatlos de un aura de un tipo de «realidad» y hacetlos en cierto modo disponibles para las técnicas de ex- plicacién e interpretacién elegidas por un determinado histo- riador para su explicacién. Asi, las caracterizaciones de Marx de la burguesia y las clases trabajadoras francesas durante los levantamientos de 1848 en Paris las prepararon para la apli- cacién del anélisis dialéctico-materialista que us6 para explicar sus conductas durante los acontecimientos que siguieron. La consistencia que se obtiene entre las caracterizaciones origi- nalesy las explicaciones que siguen en el discurso de Marx es una consistencia modal, no l6gica. No se trata de una «con- sistencia falsa» que enmascara una «inconsistencia real, sino de una natrativizacién de los acontecimientos que despliega Jos cambios en los grupos y las transformaciones de las rela- ciones entre ellos en el transcurso del tiempo. No se puede representar una secuencia real de acontecimientos como si se desplegara un significado «cémico» sin imaginarse a los agentes y a los ptocesos involuctados en ellos como los tipos de fenémenos que uno podria reconocer como tipos «cémi- cos». La consistencia discursiva, en la cual diferentes niveles de representacién estan relacionados anal6gicamente entre si, es completamente diferente de la consistencia légica, en la que un nivel es tratado como si fuera deducible de los otros. El fracaso de los esfuerzos recientes por elaborar una doctri- nna coherente de la causalidad histérica indica la inadecuacién del paradigma cientifico «nomolégico-deductivo» como un organon de la explicacién histérica. 48 EL TEXTO HISTORICO.COMO ARTEFACTO LITERARIO. Cualquier representacién hist6rica de la realidad debe, creo, tratar de explicar los acontecimientos histéricosrepre- sentandolos como si tuvieran la forma y la sustancia de un proceso narrativo. Tal representacién puede ser complemen- tada con un argumento formal que reclama el derecho ala consistencia légica como expresiOn e indicador de su racio- nalidad. Pero asi como existen: muchas formas diferentes de representacién, hay también diferentes tipos de racionali- dad. Hay muy poco de-«irracionaby em larepresemtacion de Flaubert de los acontecimientos-de-1848-en-L'Education sentimentale, aunque tiene bastante de 58 EL TEXTO HISTORICO COMO ARTEFACTO LITERARIO| y sélo de manera secundatia natradores y «escritores»—. Por el contratio, considero sus escritos:como sélo la fase tardia de un proceso de «composicién» que tuvo que haber comenzado en el mismo momento en que identificaron sus temas: como el momento en que Gibbon contemplaba las ruinas del foro de Tito desde los escalones de una iglesia que le sugiri6 el tema de «el barbarismo y la rligisms en Historia de la decadencia caida del Imperio Romano. A pats de ese momento de ingpi- racién, Gibbon capté la trama de contar: La composicién de ese relato fue una-co1 dela estructura de ese momento. ¢Fue un proceso de factualizacién:o-de ficcionalizacin el que estaba involucrado en la composici6n del trabajo.de Gibbon? Bueno, factualizacién en la medida en que Gibbon traté de conseguir el relato correcto, separar la verdad de las distorsiones, falsificaciones y-mentiras contenidas en los re- latos populares sobre el tema> Pero seguramente era una cuestién de ficcionalizacién en la medida en que Gibbon te- nia que traducir personas, lugates y acontecimientos reales al tipo de «figuras» y éopoi que permitirian a su lector seguit el relato que deseaba contar como un relato que explicara su tema «traméndolo» como un relato de un tipo particular, el relato de una «decadencia y caida». Es un lugar comin de Ia teorfa histérica que el relato efectuado a partir de los hechos sea una condensacién —una reduccién del tiempo de la accién al tiempo del relatar y una reduccién de todos lo hechos que son conocidos acerca de un perfodo dado de la historia tinicamente a aquellos he- chos que son importantes— no sélo de los acontecimientos que ocurren en un dominio espacio-temporal dado sino también de los hechos que puede que se conozcan acerca de esos acontecimientos; La traducci6n de lo que Collingwood lamé «él pensamiento del historiadot acerca de'los‘aconte- cimientos» en un discurso esctito (lo que de hecho dice o HECHO ¥ FIGURACION EN EL DISCURSO HISTORICO. 59 escribe) emplea todas aquellas condensaciones y desplaza- mientos peculiares del uso del discurso figurativo. Los his- toriadores pueden desear hablar literalmente y no decie otra cosa que la verdad acerca de sus objetos de estudio, pero no pueden narrativizar sin recurrir al habla figurativa y a un dis- curso mas poético (0 retdrico) que literal. Una consideracién meramente literalista de «lo que ocurrié» en un detemminado pasado podria usarse para producir sélo un anal o una cré- nica; no una «historia». La historiograffa es un discurso que apunta normalmente hacia la construccién de una narrati zacién veridica de los acontecimientos, no a una descripcién estitica de un estado de cosas. Si uno se interesa por conceptualizar una historia de los estudios histéricos (0, en cuanto a eso, escritura histérica o pensamiento histérico 0 conciencia histérica), es decir, si uno se interesa por dar cuenta de los cambios que ellos sufren en el tiempo y las diferencias que manifiestan en los diversos lu- gares donde «el pasado» ha llegado a ser construido como un objeto posible de cognicién sistematica y autorreflexiva, entonces debe asumir una perspectiva metahist6rica, Es decir, no podemos suponer simplemente la adecuacién del arsenal conceptual proporcionado por los historiadores de nuestro mismo tiempo (o de algiin otro tiempo y lugar) y usar este circulo de conceptos como el objetivo hacia el cual todo se esforzaba, con més 0 menos éxito, para llegar a ser «desde el comienzo» de la practica dela disciplina, Por ejemplo, tiene poco sentido (y es profundamente no histérico) presumir que lo que Ranke o Braudel entendian por «acontecimiento histérico», «narrativa historica» o «explicacién histérica» —literatura», «ficcién», «poesia», «imitacion», «descrip- ci6n», «el pasado», «el presente», ete—era lo mismo qué lo que Herddoto o Tucidides pueden que entendieran por los términos griegos equivalentes, Esta es la razén de que tenga poco sentido (y sea profundamente no hist6rico) jerarquizar 1 i | | | | | 60 EL TEXTO HISTORICO COMO ARTEFACTO LITERARIO| allos clésicos reconocidos de la historiografia occidental en términos de hasta dénde se aproximaron al canon del discur- so hist6rico contemporaneo 0 cuanto se alejaron de él. Este es exactamente el caso en el estudio de la «ciencia» gtiega antigua, romana, medieval y moderno-temprana—por no mencionat las diversas formas no occidentales de «cien- cia»—. Los filésofos de la ciencia pueden muy bien suponer que las concepciones fisicalistas de la realidad fisica propor- cionan los criterios validos para evaluar tas nociones equiva lentes en Aristételes, Galeno, Plinio, Paracelso,-Agricdla, Bruno-o Bacon; pero la historia moderna'de larciencia se cocupa propiamente de las diferencias y discontinuidades en- tre las nociones sucesivas de causalidad fisica (y, en cuanto a ¢s0, entre diferentes nociones de «naturaleza» o «lo fisico») que marcan la evolucién global de la «ciencia» desde; diga- mos, el siglo via.C. En otras palabras, una historia propia de laciencia requiere-un-distanciamiento;y-una-problematiza- cién de lo que pase por ser una ciencia «propia» en nitestro tiempo, una puesta entre paréntesis de la idea de que la ‘ciencia occidental moderna constituye la ciencia real hacia Ta cual todas las otras ii es dé cientificidad estaban es- forzdndose o fracasando en alcanzat desde, digamos, Tales 0 Hipécrates. Se debe asumir una posicién metacientifica, una posicién fuera de la ortodoxia cientifica corriente, si se desea conceptualizar una concepcién de la ciencia genuina- mente histérica (por lo cual yo entenderfa, genuinamente historicista): Y lo mismo para una historia de los estudios hist6ricos, La conceptualizacién de una historia de la historiografia debe ‘comenzar con Ja deconstruccién (me atrevo a usar el térmi- no?) de las presuposiciones de las ottodoxias autorizadas cotrientes (que se referird, en este caso, a las profesionales) del campo de los estudios histéricos. Estas no pueden ser to- madas como absolutamente validas y como si constituyeran ECHO Y FIGURACION EN BL DISCURSOHISTORICO 61 a dinica base posible pata el estudio del pasado, su repre- sentacién en un discutso y una determinacién de su signifi- cado, Esto es lo que propuse hace unos treinta afios en Me- tabistoria. La imaginaci6n bist6rica en la Europa del siglo XIX (1973) y lo que desde entonces he tratado de elaborar en los trabajos subsiguientes. Sé que la mayor parte de los historiadores modernos no quieren ser considerados escritores de «literatura», enten- diendo literatura como «ficcién». Sé que la'mayorfa de los historiadores creen que tanto los hechos como los relatos que ellos realizan de estos hechos residen en la histotia o al me- nos en el registro histérico y no deben ser considerados como «

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