La Fiesta Rivua.
Perspectiva Estetica Y ANTROPOLOGICA
Fidel Sepiilveda Lianos.
Pontificia Universidad Catélica de Chile.
| Fiesta e Identidad
La fiesta es un acontecimiento esencial en la vida individual y
colectiva. El conocimiento de la real dimensién humana en la
fiesta recibe un aporte que no es reemplazable por sucedéneos.
La fiesta es revelacién del verdadero ser y acontecer del hombre.
No es descabellada la hipétesis de que la salud de los pueblos
se puede medir por la vigencia y calidad de sus fiestas. En la
flesta se restauran las relaciones esenciales del hombre consigo
mismo, con los otros hombres, con el mundo y con el transmundo.
La fiesta es convergencia de lo visible y lo invisible, lo previsible
} pero sobre todo lo imprevisible: lo imponderable como
imprescindible para una vida con real calidad. La fiesta es en-
| cuentro del individuo y del grupo con su més entrafiada identidad.
El encuentro revela a la realidad en trance permanente de
apertura y disponibilidad y restituye a la experiencia la alegria, el
asombro y el entusiasmo de ser-estar en el mundo. En este
sentido es una experiencia radical que le reivindica al hombre
sus raices y sus proyecciones reales, que se nutren de infinito y
| etermidad. La experiencia del encuentro abre al hombre a sentir
él tejido relacional que lo constituye en lo material, lo ps(quico ylo espiritual. Le patentiza la providencia con que este tejido de
circulos coneéntricos que lo rodea, no lo incita a cerrarse sino a
abrirse para recibir, Recibir en esta situacién es acordarse con el
movimiento del dar, del participar lo que se es, porque en la
participacién acontece la revelacién del ser. Vivir es acusar recibo
de estar rodeado por esta Iégica de circulos concéntricos que me
asisten con la dacién de su ser y que con ello me invitan a salir a
su encuentro, en el antes y en el después. Su apertura y entrega
obliga a mi apertura y entrega.
EI descubrimiento de la identidad ocurre.en esta experiencia
capital. A quinientos afios del descubrimiento de América, aserd
posible detectar un acontecimiento en que e! pueblo
iberoamericano haya tenido esta experiencia? zLa hubo pero se
perdié en los recodos de la historia, sin que de ella queden rastros?
{Todo este trayecto lo recuenta la memoria colectiva sélo como
cadena de desencuentros? Pensamos que en el acontecer
recéndito, en repliegues por escondidos entrafiados, hay Ambitos
donde el ser americano se ha encontrado, se sigue encontrando
consigo mismo, con la comunldad, con la naturaleza, con Dios.
Uno de estos acontecimientos es la fiesta ritual que
ciclicamente rescata la humanidad del hombre de la rutina y lo
abre a inmergirse en un tiempo, espacio, acontecer y personaje
transfigurados, no sacado de si, sino reencontrado con su ser
primordial, con su fuerza, luz, asombro originario. Las fiestas
rituales en América reencuentran al hombre con su destino; lo
reinsertan en el circuito de la vida. Lo reconcilian con su origen
originante, le patentizan sus relaciones esenciales, con las que
se escribe la verdadera historia, la que viven cada dfa los
cromosomas.
La fiesta es emergencia de la identidad que se manifiesta
como expresién de su ser saliendo, creciendo, desde su palabra,
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su misica, su color. En la fiesta la comunidad iberoamericana
recupera y renueva los significantes para sentir-comprender sus
significados, su sentido en este mundo y en el otro; en este mundo
donde se revela el otro, donde el otro se revela como éste. La
fiesta revela el vivir americano como un arte. En ella el ser
indohispano se clarifica, se rescata, se proyecta en su mas
desnuda verdad, en su mas hondo misterio, en su conmovedora
dignidad.
1! Tres instancias: Rutina, cotidianeidad, ritual
Rutina esta relacionada con la imagen de ruta como camino
gastado por una itinerancia movida por la inercia, esto es, por
una especie de tropismo polarizado por el caos. En el fondo rutina
se relaciona con un trayecto regresivo al no ser.
Larutina opera con un orden unidimensional y unidireccional,
pero tal operar es “contra natura” puesto que el orden natural es
pluridimensional, multidireccional. La rutina desnaturaliza al
mundo y al hombre, “lo ordena” para su involucién, para su
regresion. La rutina obra sobre el mundo una accidn de
destondamiento ontolégico en virtud del cual todo entra a operar
con una disminucién de energfa, de voltaje. La rutina es mortecina,
abulica, cansina. En la rutina el hombre no ejerce su capacidad
creadora, critica, su vocacién de pertenencia y esto se lo impone
al entomo. La rutina despuebla al entomo de habitantes y desfolia
al mundo de energ/a vital creadora de nuevas formas. Mas que
eso, la rutina cercena minuto a minuto la variedad y diversidad
vital del planeta. Trabaja para la homogeneidad que en este caso
es la desertificacién.
La rutina le borra el rostro al mundo. Hay un regreso al caos,
lo a-fisiognémico. Todo el plan que anima originalmente al mundo
5va“en hacia’, hacia una fisonomfa matizada, cuajada de variedad,
irrepetible. La rutina interrumpe este avance a la plenitud por la
via de la creacién de formas de ser nuevas, distintas, diversas.
En su lugar se impone un viaje a lo informe, a lo amorfo. Es un
no-viaje a a involucién, a la fusién homogenizante. La rutina opera
la amnesia de las materias, las cuales se olvidan de su identidad
profunda, de largo aliento, que les motiva a emprender un viaje
de millones de afios en busca de la forma que les brinde la
experiencia taumattirgica del encuentro con su ser radical
La rutina es ruta de descenso a una realidad degradada donde
hay la ausencia de los cuatro elementos. Es descenso alo estéril
(negacién de la fecundidad de la tierra). Es descenso a lo seco
(negacién de la fluidez vitalizadora del agua). Es descenso a lo
fro (negacién de la energfa transmutante del fuego). Es descenso
al vacio (negacién del elan vital del aire). La rutina es bajadanoa
la profundidad sino al sin fondo, al desfondamiento del ser.
Dejacién de ser por inanicién, sequla, enfriamiento y afixia. Caida
a un no-lugar, espacio que ha hecho abandono de su vocacién
de ser.
La rutina aparentemente posee una ruta definida que tiene
previsto y superado el extravio, pero, en el fondo, la figura espacial
que la interpreta es el laberinto. En la rutina hay una ruta que no
tiene salida. Tampoco punto de partida ni centro. No tiene raiz ni
horizonte. Es una situacién que sitéa fuera del area del ser.
Aparentemente asegura y pone fuera del riesgo pero, en el fondo,
al asegurar contra el riesgo exime de la aventura de vivir. La rutina
previene al ente rutinario de la iniciativa creadora, riesgosa,
imprevisible del espacio, del tiempo, del acontecer y del personaje
humano. El ente rutinario no ve ni oye los cambios que opera el
entomo. Tampoco huele ni paladea ni palpa'la realidad espacial
en cuanto deveni.
El ente rutinario, siempre hace el mismo camino que para él
tiene una fisonomia uniforme. De tanto ir por él, este camino se
gasta, se hunde, sus bordes se emparejan. Nada cambia de un
dia a otro, de un mes a otro, de un afio a otfo. “Se hace camino al
andar’, dice el poeta. Acd este tipo de andar no hace camino,
gasta, hunde el camino en el sin rumbo.
Sila rutina le borra el rostro al espacio, lo empareja y uniforma,
también homogeneiza al tiempo. El tiempo de la rutina no es
alterado por la aventura creadora de! macrocosmos ni del micro-
cosmos. El cronémetro le puso medida tinica al universo. El tiempo
rutinario no hace diferencia entre una hora de desolacién y una
hora de felicidad, una hora de tedio repetitivo y una de zozobra
creadora. Sin embargo, como en el espacio rutinario ocurre una
alteracién que lleva a la degradacién espacial, acd también ocurre
una modificacién: la degradacién temporal. Ocurre el tiempo
uniformente retardado que conduce a la inercia y el tiempo
uniformemente acelerado que conduce al vértigo. Ambos llevan
a una duracién que no dura. Es un tiempo sin creatividad que
sumiele al huinbre rutinario a un adelgazamiento, a un vaciamiento
del ser. El hombre rutinario no sabe cémo ocupar el tiempo. Su
problema es no saber cémo matar el tiempo: se “latea’.
Desvive un tiempo al que no le pasa nada, donde para él no
pasa nada. Sélo dura indefinidamente, igual en minutos, semanas,
afios que devoran pero no digieren el acontecer. Todo pasa pero
no pasa nada y nada queda. El tiempo son unas mandibulas
voraces que lo devoran todo y frente al cual la rutina como inercia
no discurre nada para distraer a su consumisién. Entre consumo,
consumismo y consumisién hay un sistema directo de inanicién.
Es la argucia anticreativa para matar el tiempo.
Una variante de esta arguoia es el vértigo, el huir hacia un no
adelante a velocidad uniformemente acelerada en donde elmovimiento deviene inmovilidad porque en el vértigo se resbala
sobre el acontecer de tal modo que tampoco pasa nada. Todo
pasa tan rapido que no pasa nada. igual que en la inercla nada
queda que ancle el ser del ente rutinario. Con la complicidad de
ambos -inercia y vértigo- ocurre la caida al no tiempo.
Espacio y tiempo son condicién necesaria para la ocurrencia
del acontecer. Un acontecimiento fundamental para el avance
cualitativo de la especie es el habitar entendido en el sentido
heideggeriano: como instancia de encuentro entre los dioses y
os mortales, entre el cielo y la tierra. El habitar supone un habito
creador que se ejerce dia a dia, minuto a minuto. Es ejercicio del
potencial creador instalado en el naturaleza humana y que tiene
Un proyecci6n pluridimensional que abarca esto y lo otro; lo alto y
\o hondo: lo eésmico, lo humano, lo divino. Habitar es ejercicio de
la vocacién de didlogo creador del hombre consigo mismo, con el
otto interior y exterior, con el mundo y el trasmundo.
En Ia rutina no hay didlogo creadar interpelante de lo
“profético” del hombre con sus raices personales, familiares, con
su historia y con su geografia. Al ente rutinario no le importa el
didlogo en profundidad consigo mismo y con los otros que lo
pueblan desde sus proximos a sus remotos ancestros. Tampoco
|e importan los miembros de la comunidad. El ente rutinario no
tiene experiencia del nosotros. Vive encapsulado en un ego
antofagocitante.
La experiencia de la morada como segundo titero le es ajena.
Para él no es valida la cuarteta de la cultura tradicional que dice:
Techador techa tu choza,
fecha tu choza, chocero,
‘con romero, flor y rosa,
rosa con flor de romero.
La metéfora entrafia el saber-ser primordial de construir la
morada como algo indelegable. Nadie puede recusar la tarea de
ser sujeto del habitar, esto es, de protegerse contra la intemperie.
Cada intemperie es personal en lo fisico, en lo psiquico y en lo
spiritual. El resquardo y desarrollo de la vida, nos dice la sabidurfa
de la cuarteta, se atiende no sélo con providencias técnicas sino
‘con atencién a los requerimiento de belleza y armonia encarnados
en este caso en la presencia de las flores. El habitar es proyeccién
de la vida y se atiende con la creacién de una morada hecha con
materiales que expresen el programa estético de la vida del
hombre y del cosmos.
La rutina no entiende la vida como proceso y misterio de la
encarnacién, esto es, como experiencia de didlogo de la materia
y del espiritu operante en todo lo existente: en el mundo y en el
hombre. Por esto el hombre rutinario arrastra una vida
desencamada, lo que se traduce en una experiencia de existencia
desencantada.
El encantamiento viene porla apertura al asombro. Elasombro
abre a la experiencia de frontera entre lo conocido y lo
desconocido. Abre la experiencia de rito de paso de lo conocido
lo desconocido. Es experiencia de frontera de ida y vuelta. De
ida de lo conocido a lo desconocido que en la medida que se
asume revela lo conocido como esenciaimente desconocido,
Revela la realidad estructurada por infinitos umbrales por donde
perennemente se va pasando de lo conocido a lo desconocido.
El asombro nos pone en trance de itinerancia perpetua de lo
conocido a lo desconocido, lo que una vez conocido nos abre a
otro nivel atin no conocido y asi en un proceso infinite. A esto lo
denominamos cotidianeidad. Lo desconocido que deviene
conocido nos retrotrae alo anterior conocido y nos lo revela comodesconocido. En este ir y venir la realidad se nos abre en cuanto
realidad de aca y de alla siendo siempre en signo mas: el acd es
siempre mas aca y el alld es més alld. También el ahora revela su
relacién con un antes y un después. Un antes que siempre es un
antes del antes y el después es un después del después.
La cotidianeidad como experiencia de frontera estructurada
por infinitos umbrales hacia adelante y hacia atrés en el espacio
y en el tiempo nos abre a la “proto categoria del entre”, de Martin
Buber, que vincula al sujeto con el objeto, que entrafia al sujeto
y al objeto y genera la dimensién de ambito en cuanto realidad
credndose dialégica, sinfénicamente.
La cotidianeidad rescata la realidad del poderio involutive de
la rutina, revela el cotidiano, el dia a dia, como instancia
generadora, desencadenadora de diversidad, de complejidad.
Ningin dia’ repite su amanecer, su mediodia, su atardecer.
Ninguna noche llega a la misma hora y de la misma manera.
Ninguina planta repite una hoja ni una flor; lo mineral, lo vegetal,
lo animal, lo humana, todo el universo va en viaje en busca de la
forma que lo encuentre con su plenitud. En este viaje siempre
hay un proyecto, siempre insatisfecho, de belleza. Este proyecto-
trayecto se hace dia a dia de la mano de una prolijidad que, por
la. via de la diversidad, del ars combinatoria, dela bisqueda amplia
de matices, avanza la linea de frontera de lo habido a lo entrevisto,
a lo ensonado.
En todo el universo, el de los astros y el de los atomos, hay
un plan de avance a cotas mas altas de creacién que se cumple
dia a dia. El mundo es una obra siempre emergente. Un mundo
en proceso expresivo, creativo de fotmas, ritmos, sinestesias
imprevisibles. El hombre es proceso activo-receptivo
imponderable de sensibilidad, afectividad, imaginacién.
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discemimiento. Hay en marcha una operacién mayéutica de la
que nada escapa, en donde todo esta en trance de dar a luz lo
que lo prefia.
La cotidianeidad, que se manifiesta como instancia de frontera,
como entre esto y Io otro, del “hic et nunc’, de lo conocido y lo
desconocido, del sujeto y del objeto, es epifania de una universal
emergencia de iniciativas creadoras que deja sin piso y sin entomo
al hombre rutinario. En la cotidianeidad no hay lugar para la
repeticion que desgasta y desdibuja el mundo. La cotidianeidad
es el reino de lo heterogéneo, de lo diverso, de lo imprevisible.
Desde este nivel se hace evidente la existencia de un tercer
nivel: io ritual. En él se patentiza la presencia de lo numinoso que
trasmina el ser del hombre y del mundo.
Lo ritual implica el paso a la “otra orilla’. Aqui ocurre la
‘experiencia de enoamacién, su revelacién en cuanto didlogo entre
el cuerpo del hombre y el cuerpo del mundo y entre el alma del
hombre y el alma del mundo, de las cosas del mundo y el mundo
de las cosas.
Ocurre la revelacién de Lo Otro en y a través de esto, la
presencia de lo sagrado en lo profano y viceversa. Ocutre el
entrafiamiento entre el sujeto y el objeto, del sujeto que se abisma
al desvelarse, al descubrirse lugar de encuentro, de
alumbramiento de la infinitud de la finitud de! hombre y de! mundo.
En el ritual el hombre descubre el sentido de sus sentidos, el
abismo de las razones del corazén que la razén no comprende,
ia geologia de sus suefios, los umbrales siempre inciertos de sus
certidumbres, el tejer-destejer de sus precarias decisiones.
Ambito de encuentro de la materia con su forma, de la
inmanencia con la trascendencia, el ritual le alumbra al hombre
"1el centroy et horizonte, la realidad y su soporte: el misterio afuera
yadentro de si.
En el ritual el espacio revela su infinitud, su estructura de
infinitos puntos cada uno de ellos infinito. El tiempo revela su
armadura de instantes plenos, eternos, de presente
umbilicalmente vinculado al tiempo primordial. El acontecer revela
su dinamismo y sentido tinico: la trascendencia.
La persona se revela personaje poseido por los arquetipos
de la especie haciendo un trayecto-proyecto donde el punto de
llegada es punto de partida para un sentido que se fuga siempre
a més. En el ritual se revela la presencia del horizonte como
‘encuentro de Io viejo y Io nuevo, de un principio que remonta el
origen y de un final que no divisa su término.
El rito busca superar las oposiciones entre diacronia y
sincronia, periodicidad y aperiodicidad, reversibilidad &
irreversibilidad; busca, en definitiva, entrafiarle a la comunidad la
experiencia gratificante de acceso al sentido de ser en vinculacién
radical a un origen y a un destino. “Especie de lenguaje icénico
(Cazeneuve, 1971, 14), traduce “una aprehensién inconciente de
la verdad’ (Levi-Trauss, 1979, 28). Mas que de la historia, el rito
es tributario de la intrahistoria que a lo largo de los siglos consigna
el trayecto humano con el cédigo transconciente de los simbolos
con que se escribe la transhistoria.
Lo ritual es instancia de donde se hace patente lo latente.
Por la via de epifania y de hierofania , de revelacién y de
transfiguracién, la hondura y densidad del misterio emite claves
para su vislumbre y goce. Es polaridad que atrae y distancia con
fuerza incoercible.
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I El Arte de la Fiesta
EI arte es connatural al hombre. Lo ha acompafiado
Posibilitando su proceso de hominizacién. Es su expresién-
creacién mas constante, compleja, licida, Las culturas florecen y
fructitican, por lo alto y por lo hondo, en sus manifestaciones
amtisticas. A veces es la obra genial de un individuo. Con éstas se
ha hecho, normalmente, la Historia del Arte. Lo normal y
Permanente, sin embargo, es la normal y permanente expresion-
creacién sucesiva y comunitaria por la cual sale el espiritu de
una cultura.
Una cultura puede ser leida por sus muestras de excelencia:
Sus obras de arte. Ahora bien, uno es el arte-objeto modemo,
obra individual presuntamente pertecta, auténoma y cotizable en
el mercado, seguin criterios no siempre artisticos. Otro es el arte-
vida entendido como comportamiento de una comunidad que
encama realidades humanas esenciales a la manera como las
acontece el arte. Los diversos cddigos expresivos, en este caso,
estan entramados entre si por una profunda relacién que nace
del comportamiento. Opera en este caso una ley de capilaridad
Por la cual una forma de vida evapora una constelacién de formas
de arte y estas formas de arte reobran peculiarizando una forma
de vida.
En este caso nos interesa el arte-vida, er que hay integracion
entre ética y estética y en que los ritmos y formas de asumir la
naturaleza humana no estén en contra de los ritmos y formas de
‘a naturaleza césmica sino en concordancia y armonia con ella.
EI seguimiento de los medios y modos de simbolizacién de
una visién de mundo, nos puede conducir a la deteccién del modo
y los medios de instauracién de la relacin Hombre-Mundo.
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