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UNIDAD 3 : Geología Marina

Los sedimentos marinos


Los sedimentos marinos están formados por los productos de la desintegración y
descomposición de los constituyentes de la tierra, los que resultan de los fenómenos
volcánicos submarinos y terrestres, la descomposición de los organismos que viven en el
mar, la precipitación de las sustancias inorgánicas que están disueltas en el agua de mar,
y la caída de material de origen extraterrestre.
Atendiendo a los orígenes citados en el orden indicado, los sedimentos marinos se
clasifican como:
“Sedimentos terrígenos”
“Sedimentos volcánicos”
“Sedimentos orgánicos”
“Precipitados inorgánicos” o “sedimentos autogénicos” y
“ Sedimentos cósmicos”.

Los sedimentos se clasifican también de acuerdo con el tamaño de las partículas que los
componen según lo indica la tabla III.
Los sedimentos terrígenos más finos pueden también clasificarse según la proporción de
los granos de determinado grosor que contienen de acuerdo con las especificaciones de
la tabla IV
(Revelle, 1944)
Murray y Renard (1891) han clasificado los sedimentos marinos por el lugar en el cuál se
encuentran llamándolos :
Depósitos de Océano Abisal si se localizan donde la profundidad es mayor de 200 ó
600 metros
Depósitos de agua poco profunda si están donde hay menos de 200 metros de
profundidad y
Depósitos litorales si se hallan sobre la orilla, entre las marcas de bajamar y pleamar.

Por su naturaleza, los mismos autores los han clasificado también en :


“Depósitos pelágicos” en correspondencia con los del océano abisal
“Depósitos terrígenos” en consonancia con los de aguas poco profundas y la
orilla.

Krümmel (1907), por su parte ha hecho de los sedimentos marinos la clasificación que
figura en la tabla V, dividiéndolos en:
Depósitos litorales
Depósitos hemipelágicos y
Depósitos eupelágicos.
Los dos primeros son formados por sedimentos terrígenos y el tercero por sedimentos
pelágicos.
Los depósitos litorales corresponden a la orilla y a la plataforma continental y provienen
de la erosión de la tierra por la acción de las olas, las corrientes , las lluvias, el viento, los
ríos y el hielo, estando compuestos de canto rodado, guijarro, pedregullo, grava, arenas,
fango y restos de origen orgánico cuyo grado de finura depende del carácter de la acción
erosiva a que han sido sometidos.

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TABLA III

CLASIFICACION GRANULOMETRICA DE LOS SEDIMENTOS


(según Wentworth, 1922)
Nombre Diámetro del Grano
(mm)
Canto rodado Mayor de 256
Guijarro 258 a 64
Pedregullo 64 a 4
Grava 4 a 2
Arena muy gruesa 2 a 1
Arena gruesa 1 a 0,5
Arena mediana 0,5 a 0,25
Arena fina 0,25 a 0,125
Arena muy fina 0,125 a 0,062
Fango 0,062 a 0,0039
Arcilla menor de 0,0039

TABLA IV
CLASIFICACION GRANULOMETRICA PROPORCIONAL DE LOS SEDIMENTOS
(Según Revelle, 1944)
Nombre Proporciones por diámetro
Arena Sedimento que tiene más del 80% de material de diámetro mayor de 0, 062
mm.
Arena Fangosa Sedimento que tiene del 50% al 80% de material de diámetro mayor de 0,062
mm.
Fango Arenoso Sedimento que tiene más del 50% de material de diámetro mayor de 0,005
mm. y más del 20% de material de diámetro mayor de 0,062 mm.
Fango Sedimento que tiene más del 50% de material de diámetro mayor de 0,005
mm. y menos del 20% de material de diámetro mayor de 0,062 mm.
Fango Arcilloso Sedimento que tiene menos del 50% de material de diámetro mayor de
0,005 mm.

Los depósitos hemipelágicos son una mezcla de los sedimentos de origen pelágico. Los
fangos azulados, rojizo y verdoso deben su color al hecho de contener sulfuro de hierro,
peróxido de hierro y glauconita respectivamente, el fango volcánico de color gris negro,
está formado por partículas de rocas volcánicas y el fango de coral de color blanco o
rosado es calcáreo y proviene de la erosión de los arrecifes e islas coralíferas.

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TABLA V
Clasificación de los Sedimentos por su Naturaleza y Lugar donde se encuentran depositados
Según Krümmel, 1907
Nombre Características
Depósitos litorales Depósitos formados cerca de tierra, con
Canto Rodado, guijarro, pedregullo y grava. sedimentos terrígenos en profundidades de menos
Arena de 200 metros y entre las marcas de bajamar y
Fango pleamar.
Depósitos hemipelágicos
Fango azulado Depósitos formados cerca de tierra con
Fango rojizo sedimentos terrígenos en profundidades de más de
Fango verdoso 200 metros
Fango volcánico
Fango de coral
Depósitos eupelágicos
Arcilla roja Depósitos formados lejos de tierra con sedimentos
Fango de radiolarios pelágicos en profundidades de más de 200 metros.
Fango de diatomeas
Fango de globigerinas
Fango de pterópodos

Los depósitos eupelágicos son de origen orgánico y provienen de los restos de los
animales y plantas diminutos que han precipitado al fondo del mar, excepto la arcilla roja,
que está formada por material inorgánico. La arcilla roja, de color ladrillo en el Atlántico y
chocolate en el Pacífico e Indico, está compuesta de minerales de procedencia volcánica
y cósmica. El “Fango de Radiolarios” está formado de los restos de protozoarios de
esqueleto silicoso llamados radiolarios y de arcilla roja, los hay de color ladrillo, chocolate
o amarillento.
“El fango de diatomeas” es un depósito blancuzco o amarillento de las valvas silicosas de
plantas microscópicas unicelulares del grupo compuesto por las diatomeas.
El “fango de globigerinas” es de color blanco, rosados, amarillento, marrón, gris o azulado
y está formado por los caparazones esféricos y calcáreos de protozoarios del orden de los
foraminíferos, con gran preponderancia de los llamados globigerinas.
El “fango de pterópodos” está compuesto por las conchas calcáreas de los pequeños
moluscos de la clase de los gasterópodos llamados pterópodos y tiene color blanco o
marrón claro con visos rojizo, rosa o amarillo.
Dentro de los sedimentos autogénicos merecen ser mencionados los llamados “nódulos
de manganeso” que en general están en profundidades de más de 3 800 metros, tienen
unos 5 cm. de diámetro, están compuestos de manganeso, hierro, níquel, cobre y cobalto,
encontrándolos cubriendo el fondo en concentraciones de hasta 10 000 toneladas por
Km2 ( Wenk, 1969 ).
Distribución de los Sedimentos.
La distribución y composición de los sedimentos marinos dependen de la distancia desde
tierra, de su origen, de su grado de finura, de la topografía del fondo, de los factores de
transporte que comprenden las corrientes, las olas, el viento, el hielo a flote, los
organismos vivos y a la gravedad terrestre, así como de los fenómenos de deposición
que pueden ser de naturaleza física, química o biológica.
Excepto en las grandes depresiones profundas, donde el espesor de los sedimentos
acumulados es de hasta 3 000 metros, la capa de ello que cubre el fondo del mar alcanza
un grosor de 500 metros por lo general, siendo que los más antiguos sedimentos marinos
obtenidos no superan los 160 millones de años. ( de aquí en adelante m.a.).

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Sobre la plataforma continental los sedimentos que corresponden a esta zona están
irregularmente distribuidos, pero en relación con el tipo de costa adyacente, las
características de la topografía submarina y las corrientes existentes, así como la
circunstancia de corresponder a mares cerrados o abiertos. Según Shepard (9148), la
arena se encuentra generalmente en la plataformas continentales abiertas y de poco
relieve frente a las playas de arena y en los bancos a lo largo de costas glaciadas donde
suele esta mezclada con grava y piedras; el fango es común frente a la desembocadura
de los grandes ríos, en las bahías y golfos abrigados y en las depresiones del fondo;
mientras que donde hay fuertes corrientes y existen lomas o espinazos, el suelo del mar
suele estar libre de sedimento fino, siendo de roca y a veces con grava o piedras.
En el talud continental se encuentra toda clase de sedimentos, aunque el fango suele se
el más común.
Sobre el fondo del océano profundo se hallan los fangos azulado, rojizo y verdoso en las
proximidades de los continentes. En las aguas árticas y antárticas, y hasta los 4.500
metros de profundidad, hay fango mezclado con material grueso mal seleccionado, que
ha sido transportado lejos de la costa por los hielos flotantes que lo depositaron al
fundirse y que ha sido denominado por Philippi (1912) "sedimentos glaciomarino".
El fango volcánico se halla cerca de las islas oceánicas de origen volcánico, el fango de
coral alrededor de los arrecifes e islas de naturaleza coralífera, la arcilla roja en todos los
océanos entre los 4.000 y los 8.300 metros de profundidad, el fango de radiolarios en la
región ecuatorial del Pacífico y del Indico entre los 4.300 y los 8.200 metros de
profundidad, el fango de diatomeas en el Antártico y en el Pacífico Norte donde la
profundidad es de 1.100 a 5.700 metros, el fango de globigerinas en todo los océanos
entre los 5.700 metros, el fango de globigerinas en todos los océanos entre los 800 y los
6.000 metros, excepto en las aguas frías y el fango de pterópodos en la zona tropical
entre los 700 y los 3.500 metros de profundidad.

Fuente: Gorskov y Yakushova


Geología General
Ed. MIR 1970 pp.

Panzarini Rodolfo N.
Introducción a la Oceanografía
EUDEBA 1984 pp. 18 - 29

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UNIDAD 3 : Geología Marina
Estructuras de los fondos oceánicos
Océanos y Continentes
Entre la cima del monte Everest (8 850 m.) y el fondo e la fosa de las Marianas (
11 000 m.), las altitudes y profundidades del globo no están distribuidas uniformemente.
En el histograma de la figura 1, existen dos modos privilegiados. El primero entre 0 y 1
km. de altitud, es el modo continental, el segundo, entre 4 y 5 km. de profundidad, es el
modo oceánico. Tanto las mayores altitudes como las grandes profundidades están
siempre asociadas a una actividad sísmica y tectónica intensa y se trata de zonas
excepcionales.
Entre los dos niveles dominantes, que difieren unos 5 km., se extiende una zona de
transición.
En la parte derecha de la figura 1 se puede observar que en esta zona de transición la
pendiente del histograma es máxima entre 1 y 2 km. de profundidad. Por el contrario, esta
figura ilustra el hecho que un pequeño cambio del nivel medio de los mares ( del orden de
100 a 200 m. de amplitud, como sucedió durante las regresiones glaciares), modifica
considerablemente la proporción del planeta cubierta por los océanos. Es evidente que
esta variación - llamada eustática – del nivel medio de los océanos, no afecta a la
naturaleza de las estructuras subyacentes.
Seguidamente demostraremos que estos dos niveles dominantes corresponden a dos
tipos de estructuras fundamentales de la superficie del globo.
Para ello es necesario recordar algunos aspectos de la composición química y física de la
parte externa de nuestro planeta, a la que llamamos manto superior (entre la superficie y
los 700 km.
de profundidad).
Generalmente se admite que el manto superior tiene una composición química
prácticamente uniforme, correspondiendo a la composición química de las rocas
ultrabásicas de gran densidad (3,3 g/ cm3 ). Se trata de silicatos ferromagnésicos
probablemente compuestos de tres partes de dunita por una parte de basalto, lo cuál
corresponde a una proporción del 43% de SiO2 .
Al tener el basalto un punto de fusión más bajo que la dunita, es el primer producto de una
fusión parcial del manto.
Pero, si bien la composición química es uniforme, por el contrario las propiedades físicas
varían muy rápidamente con la profundidad, a causa del aumento de temperatura. Hacía
100 km. este aumento es tal, que el basalto alcanza su punto de fusión, apareciendo en
este límite una escasa proporción de líquido (del 0,5 al 1%), cuya presencia afecta
profundamente a la rigidez de la roca. Mientras que por encima de este límite las rocas
son mecánicamente resistentes y elásticas, por debajo de él son capaces de fluidificarse
bajo el efecto de debilísimas tensiones. Por consiguiente, y en una primera aproximación,
podemos considerar que existe una envoltura externa indeformable, de alrededor de los
100 km. de espesor, que descansa sobre una capa susceptible de fluidificarse.
A la envoltura externa la llamamos litosfera y a la capa "fluida" subyacente astenósfera.

Esta estratificación explica el fenómeno de isostasia. Cuando más ligera es la envoltura


externa, más se eleva su superficie, a fin de preservar, primordialmente, el equilibrio
hidrostático en el seno de la astenósfera. La diferencia de nivel de 5 km. entre el fondo de
lo océanos y la superficie de los continentes queda explicada, pues, por el hecho de que,
para un mismo espesor, la litosfera continental es más ligera que la litosfera oceánica.
Esta diferencia no se debe a la naturaleza del manto, sino únicamente a la película
superficial llamada corteza.

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La corteza continental, de un espesor medio de 30 a 35 Km. tiene una composición
química media evidentemente más ácida que la del manto. Las rocas que la componen
proceden casi inequívocamente de una fusión parcial del manto, y son, pues, el resultado
de fenómenos de vulcanismo y de plutonismo, pero estas rocas ígneas y sus equivalentes
metamórficos han vivido una larga historia geológica. Algunos opinan que esta historia se
remonta a cerca de 4 000 m.a.,
Durante los cuales esta rocas han estado sometidas ala erosión y a profundas
modificaciones en el transcurso de numerosos episodios orogénicos. Destaquemos,
además, que los sedimentos producto de esta erosión a menudo han sido depositados en
un medio marino más o menos profundo, antes de reintegrarse al seno de la corteza
continental. Resumiendo, los continentes están constituidos por un ensamblaje
heterogéneo de rocas cuya edad se cuenta, generalmente, por centenares de millones de
años, y cuya composición química media es aproximadamente igual a la de las rocas
intermediarias llamadas <andesíticas> (60% de SiO2). La densidad de la corteza /2,85 g/
cm3 de promedio) es obviamente inferior a la del manto subyacente.

La corteza oceánica es mucho menos gruesa (6 km.), y su composición química es


menos ácida que la corteza continental. Se trata de rocas basálticas (del 45 al 50 % de
SiO2) procedentes de una fusión parcial del manto, y que se formaron en un tiempo
geológicamente muy breve. Su densidad se aproxima a 2,9 g/ cm3. En la superficie de la
corteza oceánica se depositan sedimentos terrígenos, que son productos directos de la
erosión de los continentes vecinos, y sedimentos biógenos, constituidos por esqueletos de
organismos. Como veremos, en las cuencas oceánicas el espesor de los sedimentos es
relativamente bajo, y muy pocas veces se ven afectados por fenómenos tectónicos.

Fácilmente se puede comprobar que dos columnas de litosfera del mismo espesor (100
km.), comprendiendo una de ellas corteza continental y la otra corteza oceánica, y 4,5 km.
de agua como porciones superficiales, tienen idéntico peso, si tenemos en cuenta las
numerosas simplificaciones introducidas en esta somera explicación.
¿En qué nivel tiene efecto el paso entre ambos tipos de estructura? La pregunta puede
parecer académica pero, no obstante, tiene unas importantes consecuencias científicas y
económicas, dada la diferente naturaleza de las dos cortezas. Sin lugar a dudas el nivel
cero de los actuales océanos no tiene ningún significado estructural. Nos sentimos
tentados a elegir como límite la profundidad de 2 000 m, que corresponde a la mitad de la
elevación media del continente por encima de la cuenca oceánica media. Este es el nivel
que hemos elegido en la introducción de esta obra, al considerar que el 60% de la
superficie del planeta posee una estructura oceánica.
(fig.1)

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Fig. 1 Distribución de los niveles en la superficie del planeta

En la curva de frecuencia, a la izquierda, existen dos modos privilegiados: Entre 0 y 1 km. de altitud,
es el modo continental y entre los 4 y 5 km. de profundidad es el modo oceánico. Tanto las grandes
altitudes como las grandes profundidades son zonas excepcionales.
De hecho, el problema de la naturaleza de la transición corteza continental/corteza
oceánica es muy complejo, y únicamente puede tratarse de un modo lógico dentro de una
perspectiva genética. Esto es lo que haremos en el siguiente capítulo, al tratar de la
génesis de los océanos. De momento, recordemos simplemente que existe una zona de
transición de anchura variable (del orden de los 100 km.) entre el continente y la cuenca
oceánica, a la que llamaremos margen continental. No obstante, la parte superior del
margen continental, entre el continente emergido y la ruptura de pendiente que señala el
comienzo del talud continental entre los 100 y los 300 m de profundidad, no pertenece a
esta zona de transición, sino que se trata de la plataforma continental, que no es más que
la prolongación directa de la masa continental emergida, y cuya historia está vinculada a
los avances (transgresiones) y retrocesos (regresiones) sucesivos de la línea de costa,
debido a las variaciones eustáticas del nivel del mar.(Fig.2)

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Fig. 2 Representación esquemática de la tierra
Se muestran los continentes emergidos y las plataformas continentales adyacentes (en negro). En el
dominio oceánico (en blanco), se presenta el eje de las principales dorsales. Las zonas punteadas a
uno y otro lado del eje de las dorsales son zonas oceánicas creadas durante el Terciario. Las fosas
oceánicas están representadas por una línea de puntos.

Del nacimiento a la muerte del océano

Ya a principios de este siglo, en su célebre hipótesis de la deriva de los continentes,


Alfred Wegener había propuesto que la distribución de los océanos y de los continentes
en el planeta había cambiado completamente en el curso de los últimos 200 m.a. Como
se ve en la fig. 3, a comienzos de la era secundaria existía un único continente, al que
Wegener llamó Pangea. No existían ni el océano Atlántico ni el océano Indico, sino que un
océano actualmente desaparecido, el Tethys, penetraba como una cuña entre la porción
norte de este supercontinente, llamada Laurasia, y que comprendía América del Norte y
Eurasia, y la porción sur, llamada Gondwana,
Que comprendía América del Sur, Africa, la India, Australia y la Antártida. La cicatriz que
señala el lugar de desaparición de este océano se encuentra actualmente a lo largo de las
cadenas montañosas alpino - himalayas. El Tethys se abría ampliamente a un océano
Pacífico ancestral,cuya geometría era distinta, y su superficie mayor que en la actualidad.

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Fig. 3. Hace unos 160 millones de años un supercontinente agrupaba a todos los bloques
continentales en un vasto conjunto. A. Wegener llamó Pangea a este supercontinente. Otros autores
distinguen dos bloques: Laurasia en el hemisferio norte y Gondwana en el sur.
Arriba, la posición actual de los continentes

Aunque los detalles de la reconstrucción pre - mesozoica de la fig. 3 son todavía motivo
de discusión su realidad de conjunto y no se pone en duda desde que se conocen las
líneas maestras de la historia geológica de los actuales océanos. Durante 200 m.a.
algunos trozos de Pangea, tales como Africa y América, han sido fragmentados y
separados por océanos. Otros han entrado en colisión y se han unido como, por ejemplo,
la india, o Arabia con Asia. Localmente ha habido reordenación y modificación de la
corteza continental, pero fundamentalmente no ha habido ni creación ni destrucción de
continentes. La historia geológica de los continentes durante este período puede
compararse burdamente con un rompecabezas cuya configuración fuese deformada, pero
sin modificar las piezas. Contrariamente, durante el mismo lapso han sido creados dos de
los principales océanos actuales, mientras que ha desaparecido un océano ancestral. Así
pues, los océanos pueden nacer, desarrollarse y morir, en un intervalo de tiempo que
corresponde solamente a 1/25 de la historia de nuestro planeta. En este capítulo vamos a

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describir brevemente el ciclo vital de un océano, desde su nacimiento hasta su muerte;
ello nos permitirá introducir genéticamente las grandes estructuras oceánicas, que
describiremos más detalladamente en capítulos venideros.

El distinto comportamiento de la litosfera continental, que parece indestructible, y de la


litosfera oceánica, que se presenta geológicamente efímera, se debe a la presencia de la
corteza continental. Esta última, gruesa relativamente ligera, y claramente diferenciada
químicamente en comparación con el manto subyacente, actúa como un flotador que
impide que el manto rígido subyacente se sumerja en el seno de la astenósfera para
perder aquí su identidad física al recalentarse. La corteza oceánica, por el contrario, no es
más que una delgada película en la superficie del manto. Así pues, la litosfera oceánica
puede sumergirse fácilmente en el seno de la astenósfera, de la que no difiere mucho en
su composición química media; y ello tanto más por cuanto por término medio es más
pesada que la astenósfera. Puesto que es una más fría.

Del rift continental al rift oceánico

Consideremos una litosfera continental sometida a una fuerzas de extensión superiores a


su resistencia a la ruptura. En un primer estadio se produce una red de fracturas de
extensión. El material de la astenósfera asciende progresivamente por estas fracturas, a
medida que tiene lugar la separación. En el curso de su ascenso la presión disminuye
cada vez más, u una fusión parcial da origen a un vulcanismo básico que se infiltra incluso
en superficie. El recalentamiento por la base de la litosfera tiene lugar en una gran
amplitud; la litosfera se adelgaza debido a la transformación de su parte inferior en
material astenosférico, y de todo ello resulta un abombamiento de la superficie a causa de
la más baja densidad media debida a la temperatura media más elevada. Este
abombamiento tiene una amplitud de 1 a 2 km., y una anchura de varios centenares de
kilómetros. Por otro lado, las fracturas superficiales tienen tendencia a localizarse en una
zona axial relativamente estrecha, creando, a causa de fallas normales antitéticas, una
fosa de hundimiento (graben) en donde los derramamientos volcánicos (generalmente
bastos alcalinos ) se intercalan con los productos bastos procedentes de la erosión de los
flancos adyacentes. Este es el estadio correspondientes al graben renano, en el cual se
dispone la llanura alsaciana en el eje de abobamiento formado por los Vosgos y la Selva
Negra. Tal estadio puede tener una duración de decenas de millones de años.

Si la extensión prosigue, la placa litosférica acaba por separarse en dos placas bien
diferenciadas. Se rebasa el estadio del rift continental bien desarrollado, como los rifts
africanos, y se entra en el estadio del rift oceánico. A menudo es en este estadio donde
tienen lugar los depósitos de sedimentos evaporíticos en el rift que se profundiza. Sea
como fuere, el material astenosférico asciende entonces entre las dos placas así creadas.
Una parte del basalto producido por fusión parcial alcanza la superficie, en donde forma
una corteza de tipo oceánico de 5 a 6 km. de espesor.
Al enfriarse, la corteza oceánica formada nuevamente y la astenósfera subyacente
encuentran progresivamente su respectivo nivel de equilibrio hidrostático, a cerca de 5
km. bajo el nivel continental.

Vemos como en todos estos procesos predominan los fenómenos térmicos. El material
astenosférico asciende incesantemente en la zona de inyección; y, al enfriarse, adquiere
las propiedades físicas de rigidez de la litosfera adyacente. En cada una de las placas hay

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acreción de nueva litosfera oceánica; esta acreción, efectuándose el enfriamiento de
manera idéntica por uno y por otro lado. La litosfera oceánica simétrica con referencia a la
zona de inyección, llamada frontera de acreción, o rift.

La litosfera continental y la litosfera oceánica están unidas rígidamente por mediación de


una zona se transición, que por lo general mide un centenar de kilómetros de anchura, y a
la que llamamos margen continental . Esta zona es el resultado de un adelgazamiento de
la corteza continental por fracturación de extensión (falla normales), que producen una
serie de bloques tumbados, inyecciones volcánicas básicas, y rellenado de sedimentos
groseros producidos por la erosión de los bloques continentales, y luego marinos.

La dorsal medio – meso oceánica

El océano evoluciona progresivamente al ensancharse (fig. 4, A y B). Efectivamente, por


una parte el enfriamiento de la litosfera depende del tiempo transcurrido desde su
formación, y por otra parte el depósito de la cobertura sedimentaria depende de números
factores, como por ejemplo, la distancia hasta las principales fuentes de sedimentos
(continentes), la profundidad,
La circulación abisal – que varía con la configuración del océano --, la productividad
planctónica en superficie, etc.

Fig. 4. Creación de un océano entre dos placas de carácter continental por divergencia de estas dos
placas. Existe ascención de material de la astenósfera a nivel del rift y acreción a uno y otro lado.

Como hemos visto, en la zona de acreción la astenósfera asciende hasta la superficie: en


zona, la temperatura media en los primeros 100 km. de espesor es elevadísima, y
comparable a la de la astenósfera, es decir, más de 1 000 oC. Por consiguiente, la
densidad media baja, y la profundidad en la zona de acreción se sitúa entre los 2,5 y 3
km., en lugar de 5 ó 6 km. Desde un punto de vista físico todo sucede como si se tratase
de la evolución térmica uniforme y sometida a una pérdida de calor a través de su límite
superior, mantenido a una temperatura cercana a los O ºC. Este enfriamiento sigue una
ley tal, que varía casi como la inversa de la raíz cuadrada del tiempo. El grosor de la

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litosfera y su densidad media aumentan, pues, tanto la evolución de la profundidad de su
superficie.
La figura 5 ilustra la variación de la profundidad de al superficie de la corteza en el
transcurso del tiempo. Ya que con un vistazo somero, podemos considerar que la litosfera
está como flotando en la astenósfera, la profundidad de su superficie no depende más
que de su edad. Sucintamente, una porción de océano es tanto más profunda cuanto más
edad tiene. Pero, aunque el aumento de profundidad es muy rápido en los primeros
millones de años (más de 100 m. por millón de años), se vuelve cada vez más lento con la
edad y es difícil observarlo más allá de 150 m.a.

Fig. 5 . El enfriamiento y la contracción de las rocas ígneas de la litósfera motivan una gradual
profundización del fondo de los océanos a medida que nos alejamos de la cresta de la dorsal. La
curva teórica casi concuerda con la curva observada.

Así, pues existe una profundización simétrica de la superficie de la corteza oceánica a


partir del eje del rift hasta los taludes continentales. La parte más reciente (unas decenas
de millones de años) tiene la forma de un triángulo isósceles muy aplastado, cuya cima
está de 2,5 a 3 km. de profundidad y cuya anchura es de varios centenares de kilómetros.
A esta porción del océano se la llama dorsal meso o medio oceánica. Al ser la más
reciente y la más alejada de los aportes continentales, la corteza oceánica no recibe allí
más que una" lluvia"
de sedimentos pelágicos. Se trata primordialmente de sedimentos biógenos, calcáreos o
silíceos procedentes del depósito de los esqueletos de organismos planctónicos que viven
en la zona eufótica superficial. Su tasa de sedimentación es del orden de 1cm. / 1 000
años. Por lo tanto, a menudo de entre unas bolsas de sedimentos de muy poco espesor
aflora el basalto. Su morfología es la de un área volcánica, secundariamente modificada
por una tectónica de extensión en la zona axial.

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Las cuencas oceánicas
En la figura 5 vemos que cuando la edad de la litosfera sobrepasa los 70 m. a., su
profundidad es de más de 5 500 m, y que a partir de aquí aumenta muy lentamente con la
edad. Es el dominio de la cuenca oceánica, la segunda área característica del océano con
la dorsal meso – oceánica. Por descontado que la lentísima subsidencia de la corteza
oceánica no ha cambiado el aspecto de su morfología superficial. La única diferencia
reside en una alteración mucho más profunda de las rocas ígneas cuando éstas han
quedado expuestas al agua marina.
En tal caso estas rocas han quedado generalmente recubiertas por una costra constituida
por depósitos químicos de metales, principalmente manganeso y hierro. Esta costra va
tomando grosor muy lentamente (algunos micrones cada millar de años). Pero en pocos
casos la corteza ígnea no ha sido sepultada bajo los sedimentos en el transcurso de un
lapso de tan prolongado.
Así, en general, la morfología de una cuenca oceánica es la de su cobertura sedimentaria.
La mayor profundidad de la cuenca tiene como consecuencia una más baja temperatura
de las aguas del fondo, una presión más elevada y una no saturación de éstas aguas en
carbonatos y sílice. Esta aguas disuelven fácilmente, pues, los frágiles caparazones de
los organismos planctónicos calcáreos y silíceos. En una cuenca alejada de los
continentes, por debajo de unos 4 500 m de profundidad, únicamente los sedimentos
terrígenos muy finos – como las arcillas producidas por la erosión y la alteración de las
rocas continentales – pueden acumularse en el fondo después de un transporte mediante
las corrientes o los vientos, su tasa de deposición, extremadamente escasa, no va más
allá de 1 mm cada 1 000 años. Estas "arcillas rojas" (en realidad lodos pardos) son
características de la cobertura superficial de las zonas llamadas de "colinas abisales", que
son las zonas que forman los profundos contrafuertes de las dorsales meso – oceánicas,
o las propias cuencas oceánicas, en el caso que estas estén resguardadas de los
procesos de transporte de derrubios terrígenos a lo largo del fondo.
Las únicas excepciones atañen a las regiones de muchísima productividad planctónica,
en donde los sedimentos biógenos pueden acumularse a grandes profundidades a causa
de la elevada tasa de sedimentación.
Como muestra la fig. 4 B, si una cuenca oceánica está próxima a un continente y además
no está separada de éste por una fosa activa actuando como una trampa, los sedimentos
terrígenos pueden depositarse mucho más rápidamente y nivelar completamente la
morfología ígnea inicial.
En tal caso tenemos lo que llamamos llanuras abisales, caracterizadas por una superficie
extremadamente llana cuya pendiente general, en la dirección de flujo de los sedimentos,
no sobrepasa el 1%. Aquí los sedimentos los aporta principalmente los que llamamos
corrientes de turbidez , que son unas corrientes de gravedad debidas al flujo de un agua
cuya densidad se ve incrementada por los sedimentos en suspensión que contiene. A
menudo se trata originariamente de aludes fangosos desencadenados en las pendientes
continentales y que rápidamente se transforman en corrientes túrbidas que al comienzo
pueden alcanzar velocidades muy elevadas (50 km. por hora o más) y transportar gran
cantidad de sedimentos. Siguiendo la línea de mayor pendiente se aligeran
progresivamente de las partículas más grandes y al final de su recorrido solamente
depositan los limos más finos. Estos aludes explican el transporte de guijarros, arenas y
derrubios vegetales, a centenares de kilómetros del margen continental.
Además, llevan a efecto un rellenado rápido de las cuencas a las que tienen acceso, por
medio de series de sedimentos clasificados granulométricamente, entre los que se
intercalan niveles de limos pelágicos. Comúnmente las tasas de sedimentación alcanzan
10 cm cada 1 000 años y a veces rebasan 1 m cada 1 000 años, es decir un km. cada
millón de años.

25
Los márgenes continentales
De las zonas principales, la última es el margen continental, cuya génesis durante los
primeros estadios de abertura de un océano ya se ha descrito. En el curso de su ulterior
evolución el margen está generalmente caracterizado por una subsidencia muy acusada,
en parte debida a un acoplamiento rígido con la adyacente cuenca oceánica. Es el punto
privilegiado de deposición de los productos de erosión del continente, los cuales pueden
acumularse aquí en grandes cantidades con enormes espesores, que a veces alcanzan
los 10 km. Estos dos hechos hacen muy difícil la determinación de la frontera exacta entre
la corteza continental original y corteza oceánica, en un margen continental evolucionado.
Además, existen numerosos tipos de márgenes continentales. No obstante, un margen
continental evolucionado está generalmente caracterizado por la presencia de tres zonas
bien diferenciadas:
 Plataforma continental, que es únicamente la prolongación sumergida de la
franja costera. Su cobertura superficial es el resultado de las oscilaciones
eustáticas del nivel del mar debidas a las glaciaciones cuaternarias. Aquí se
encuentra esencialmente depósitos litorales de poco espesor, modificados por
las corrientes que han barrido la plataforma, que a menudo son importantes.
En profundidad, los sondeos han mostrado que siempre se encuentran
depósitos poco profundos que se han depositado en el transcurso de la
subsidencia del margen : arenas terrígenas o conchíferas, depósitos
fluviomarinos, lacustres, etc.
 Talud continental, está situado más allá de la plataforma continental de la cual
está separado por una ruptura de pendiente bien visible situada por término
medio hacia los 150 m, pero cuya profundidad es muy variable ( de 25 a 500
m). Generalmente el talud continental se encuentra entre la ruptura de
pendiente y profundidades de 3 000 a 3 500 m. El promedio de su inclinación
es de 4º 25´, aunque es muy variable, según el talud represente un plano de
falla original ( más o menos modificado por la erosión) o bien represente el
frente de una sedimentación de tipo deltaico, que ha hecho avanzar el margen
continental. El pie del talud, el glacis continental enlaza la pendiente con la
 Llanura Abisal o con el fondo de la cuenca adyacente y solamente existe en
los márgenes ya bien desarrollados. Su morfología está en general controlada
por la circulación termohalina de las aguas profundas, que tiene tendencia a
seguir las isóbatas de los contornos topográficos, transportando de esta
manera limos finísimos dejados en suspensión por las corrientes de turbidez.

26
Fig. 6. Perfil batimétrico transatlántico, mostrando los tres principales dominios: margen
continental, cuenca oceánica y dorsal medio – oceánica. En el perfil, el espacio entre cada
línea de referencia es de mil (1 000) brazas (1 850 metros)

Se hace necesario recordar que el talud continental está normalmente surcado por una re
de gargantas o valles llamados cañones submarinos , que son la sede de corrimientos
masivos del relleno sedimentario. Probablemente estos corrimientos son los que originan
las corrientes de turbidez. Sea como fuere, se constata que las enormes acumulaciones
de sedimentos terrígenos que forman conos de deyección abisales se encuentran en la
desembocadura de los cañones submarinos. Los más espectaculares ejemplos son los
conos del Ganges y del Indo, que se extienden centenares de kilómetros más allá del
margen. También en la superficie de estos conos encontramos una red de canales
abisales vinculados con el flujo de las turbiditas o corrientes de turbidez. El origen de los
cañones submarinos ha sido motivo de discusión y aún lo son. En determinados casos es
probable que tengan un origen tectónico. Pero actualmente parece que ha quedado
establecido que los procesos de corrimiento masivo de su lecho sedimentario siguen
erosionándolos activamente, al igual que un glaciar erosiona su lecho rocoso.
La figura 6 proporciona el ejemplo más estudiado de la morfología de un océano creado
por la separación de dos bloques continentales y que ha alcanzado una fase de madurez.
Se trata del océano Atlántico Norte creado por la separación de Africa y América del
Norte, separación que empezó hace 180 m. a. y que prosigue a la tasa media de 2.5 cm
por año (1,25 cm por lado).
En la figura podemos reconocer las tres zonas principales cuyo origen acabamos de
precisar y que fueron descritas claramente por primera vez en 1959 por Heezen, Tharp y
Ewing.

27
La subducción de una litosfera oceánica
Hasta este punto se ha descrito el génesis y la evolución de un océano del tipo del
Atlántico actual. Sin embargo, al inicio de éste capítulo hemos visto que, sí desde hace
200 m. a. el océano Atlántico y el Indico se habían desarrollado, por el contrario el Tethys
había desaparecido por completo y el océano Pacífico se había encogido
considerablemente y cambiado su configuración. Existe, pues, un proceso que permite
hacer desaparecer la litosfera oceánica, proceso al que en la actualidad llamamos
comúnmente subducción.
La composición química media de la litosfera oceánica es idéntica a la de la astenósfera
subyacente. Unicamente sus propiedades físicas la diferencian claramente de ésta última.
La litosfera se vuelve progresivamente más pesada en el curso de su enfriamiento. El
aumento de densidad de la litosfera oceánica con relación a la astenósfera acentúa la
inestabilidad gravitacional de este sistema en el cual una "placa" flota por encima de un
"fluido" menos denso que ella. Basta con crear una fractura en el seno de una litosfera
oceánica ya vieja y por lo tanto densa, para que ésta pueda sumergirse en el seno de la
astenósfera y una vez dentro de ésta perder progresivamente, al recalentarse, su
identidad física, es decir su rigidez y su indeformabilidad.
Las fosas oceánicas, cuyas profundidades alcanzan hasta 11 km. y que principalmente
bordean al océano Pacífico, son la expresión superficial de esta zona de subducción a lo
largo de la cual una placa litosférica oceánica se desune de la placa adyacente y se
hunde bajo la otra placa litosférica. En la figura 7 vemos un esquema típico de semejante
zona de subducción, esquema que podría aplicarse por ejemplo a la zona de subducción
de las islas Kuriles, o la costa occidental del Pacífico (costa Sur del Perú), La litosfera
oceánica (placa de Nazca) se hunde bajo la placa litosférica continental (placa
Sudamericana), siguiendo un plano cuya pendiente aumenta progresivamente con la
profundidad, una vez devuelta al seno de la astenósfera necesitará de 10 a 20 m. a. para
perder su identidad física.
Además, por encima de la zona de inmersión este fenómeno de recalentamiento va
acompañado de un vulcanismo andesítico.
La consecuencia directa de este hundimiento es la formación de una zona de frotamiento
entre las dos placas litosféricas, en donde tienen efecto fortísimos sismos de colisión cada
vez que se desacoplan ambas placas.
Sin que queramos describir las importantísimas implicaciones tectónicas de este
fenómeno de subducción, simplemente recordemos los aspectos que involucran
particularmente a la evolución de los fondos oceánicos.

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Fig. 7. Esquema de la zona de contacto entre dos placas en convergencia.
La placa de subducción se creó por hundimiento de la litósfera oceánica bajo la otra placa
litosférica. La zona de contacto entre las dos litósferas es el foco de los sismos.

La subducción es un fenómeno muy eficaz para hacer que en un tiempo geológico corto
desaparezcan enormes superficies de fondos oceánicos. Las tasas de subducción
alcanzan los 10 cm por año o más, es decir 100 km. cada millón de años.
Actualmente cada año desaparecen unos 2,6 km.2 de superficie de fondos oceánicos,
superficie equivalente a la que se produce en el eje de las dorsales, si admitimos que la
Tierra conserva una superficie constante. Vemos que, alas actuales tasas, en 200 m. a.
pueden quedar destruidos 520 millones de km.2 , es decir cerca del doble de la superficie
actual de los fondos oceánicos.
Hay una renovación constante de los fondos oceánicos, que se crean en el eje de las
dorsales y van separándose simétricamente de éstas para finalmente sumergirse en las
zonas de subducción, a lo largo de las fosas oceánicas.
Suele compararse este proceso al de una cinta o faja transportadora cuya parte
ascendente fuese el rift y la parte descendente la fosa de subducción. Esta renovación
tiene efecto incluso en un océano que se encoge, como el Pacífico. Con ello se llega a la
paradoja que la edad media del fondo del océano Pacífico no sea superior a la de los
océanos Atlántico e Indico, esta edad está cercana a los 50 ó 70 m. a.
Un segundo aspecto de gran importancia es el hecho que exista un tipo de margen
particular, el margen continental sísmicamente activo, por oposición a los márgenes
inactivos descritos anteriormente.
La evolución de este tipo de margen está vinculada a la evolución de una zona de
subducción.
Partiendo del océano hacia el continente o hacia el arco insular, distinguimos en él una
sucesión de tres zonas principales :
 Zona de inmersión propiamente dicha, que forma el borde oceánico de la
fosa.
Su pendiente aumenta progresivamente hasta valores de 5º a 10º en el
fondo de la fosa. Las únicas manifestaciones tectónicas son unas fallas
normales de escaso buzamiento, debidas a la curvatura de la placa.

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El propio fondo de la fosa está a una profundidad media de 2,5 km. por
debajo del nivel de la cuenca oceánica adyacente y a veces está ocupada
por acumulaciones de turbiditas que pueden salvar centenares de kilómetros
lateralmente a lo largo de la fosa, constituyendo así una estrecha llanura
abisal. Como sea que la fosa hace las veces de una verdadera trampa de
sedimentos, en ella las tasas de acumulación pueden ser enormes, por
ejemplo 2,5 km.2 cada m. a. en la parte oriental de la fosa de las Aleutianas.
 Parte inferior del borde continental de la fosa, se trata de una zona muy
"tectonizada" , en continua evolución y que puede ser la sede una erosión
de la corteza o bien por el contrario, el punto de acumulación de una serie
de escamas tectónicas procedentes de los sedimentos rastrillados en la
superficie de la placa oceánica.
 Area de subsidencia relativa en la parte superior del borde continental de la
fosa, donde es característica la pausada acumulación de sedimentos
terrígenos bastante groseros, producto de la erosión del adyacente arco
volcánico. Esta zona de "terrazas" está separada de la zona tectónica
inferior por una ruptura de pendiente que a veces puede corresponder a
una zona emergida, a la que se llama arco externo.

Origen de las cuencas marginales


Sabemos que la mayoría de las grandes fosas oceánicas, delante del sistema de
los arcos volcánicos insulares, se encuentran en la parte occidental del océano Pacífico.
Sabemos también que es en ésta región donde se encuentran gran número de lo que
hemos llamado mares interiores (mares cerrados), ahora más a menudo llamados
cuencas marginales.
Se trata, por ejemplo de las cuencas situadas entre Japón y Corea (cuenca del Japón), o
detrás del arco de las Aleutianas, del arco insular de las Bonin – Marianas, etc. Estas
cuencas marginales tienen su origen en una migración de las zonas de subducción
(sistema fosa / arco insular), que se separan de los continentes adyacentes.
Esta alejamiento provoca una ascensión de la astenósfera y la formación de nueva
litosfera entre el arco insular y el continente. Se trata, pues, de un proceso comparable al
que forma la litosfera oceánica en el eje de las dorsales medio – oceánicas. La principal
diferencia radica en que este proceso tiene lugar de 150 a 300 km. por encima de la placa
litosférica, la cual ha abandonado la superficie a lo largo de la zona de subducción y que
está en curso de sumergirse en la astenósfera.
La presencia en profundidad de esta capa litosférica modifica considerablemente el
entorno físico y químico : indudablemente es el origen de corrientes de convección
subsidiarias creadas al sumergirse. Además esta placa es también la causa de un
vulcanismo de tipo menos básico que en una típica dorsal meso – oceánica.
Por último parece probable que la formación de estas cuencas marginales sea episódica.
Por ejemplo, la cuenca de las Filipinas al oeste del arco de las Marianas, se habría creado
en tres tiempos : la cuenca occidental de las Filipinas tendría su origen en el Eoceno (50
m. a.), la de Parece Vela sería del Mioceno (20 m. a.) y la de las Marianas estaría
formándose actualmente.
Estas cuencas marginales tienen gran importancia económica, puesto que, a ser de
tamaño bastante reducido y estar rodeadas de continentes y de arcos insulares, afectados
por una acusada tectónica, se rellenan rápidamente con enormes espesores de
sedimentos, los cuales están sometidos a una alta temperatura debida al elevado flujo de
calor.
Por este motivo podrían ser el lugar privilegiado para la formación de hidrocarburos.
Además son los únicos espacios marinos que subsisten en los últimos estadios de cierre

30
de un océano, ya que su creación parece estar relacionada con la existencia de una zona
de subducción muy activa en el otro lado del arco insular.
Es muy probable, por ejemplo, que el actual Mediterráneo sea un conjunto de cuencas
marginales de este tipo que subsisten después de la total desaparición del océano Tethys.

Islas y Pliegues volcánicos asísmicos, guyots, penachos


Las dorsales meso – oceánicas son el lugar preferido de la actividad volcánica en
la superficie del globo, siendo que la formación de la corteza oceánica es la principal obra
de esta actividad.
No obstante, sabemos que en los océanos existe cierta cantidad de islas de grandes
montañas submarinas, o de pliegues asísmicos, que no están muy claramente vinculados
con el proceso de acreción de nueva litosfera en el eje de la dorsal.
Para empezar, eliminemos de estas islas o de estos bancos aquellos cuyo origen
continental está comprobado. Se trata de fragmentos de continentes en tiempos del
proceso de formación de los océanos.
Su estructura es típicamente continental : un conocido ejemplo es el del banco de las
Seychelles, en el noroeste del océano Indico, otro lo representa, aunque menos conocido
el banco sumergido de Yamato, en el mar de Japón.
Quedan dos grandes tipos de estructuras, ambas volcánicas, tratándose de inmensos
volcanes, dispuestos a menudo de una manera lineal formando archipiélagos, o bien de
pliegues volcánicos con las mismas dimensiones laterales (de 50 a 100 km.) y verticales
(más de 5 km.), pero que se extienden de manera homogénea y continua por espacio de
centenares de kilómetros. Un ejemplo del primero de estos dos tipos de estructura nos lo
proporciona el archipiélago de las Hawaii, que se prolonga hacia el norte por una serie de
atolones (uno de ellos la isla de Midway) y también de montañas submarinas (cordillera
submarina del emperador). Estos enormes volcanes están producidos por una fuente de
rocas en fusión situada en profundidad bajo la litosfera. El magma más ligero asciende
continuamente, como un penacho (y de ahí el nombre de <hipótesis de los penachos>,
hasta la base de la litosfera, a través de la cual este magma se introduce por un sistema
de fracturas. Como sea que la litosfera se desplaza con relación a las partes más
profundas del manto, la expresión superficial del penacho migra con el tiempo. Así, pues,
en la superficie hay una línea de volcanes que señala el trazo del movimiento relativo de
la placa litosférica en comparación con la fuente del magma. Esta hipótesis, debida a
Tuzo Wilson, ha sido comprobada en el caso particular de las islas Hawaii y de su
prolongación
Hacia el norte, como queda indicado en la fig. 8 Mientras que los volcanes de la isla
Hawaii, que está situada en la extremidad sudeste, están todavía en actividad, éstos se
han ido extinguiendo en una época cada vez más lejana a lo largo de la cordillera del
Emperador para alcanzar los 40 m.a. en el codo situado en el sur de esta cordillera y 70
m.a. en el norte, al borde de la fosa de las Aleutianas.

Como es sabido, el fondo del océano va profundizándose en el curso del tiempo; así,
cuando una isla volcánica deja de ser activa, es rápidamente erosionada al nivel del mar,
para hundirse luego bajo éste. Pero puede darse el caso de que la productividad de los
arrecifes coralinos – que se pueden instalar en la periferia de la isla se las condiciones
hidrológicas son propicias para ello sea tal, que un atolón se mantenga por encima del
nivel del mar, mientras que el sustrato volcánico continúa hundiéndose. Esta es la
explicación del origen de los atolones propuesta por Darwin, y luego comprobada
mediante numerosos sondeos en los atolones del Pacífico. A falta de una productividad
suficiente, la isla erosionada o un atolón se hunden, convirtiéndose en un monte
submarino truncado por la erosión, y al que llamamos guyot (a veces tales guyot pueden

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representar primitivos volcanes submarinos).

La explicación que acabamos de dar se aplica a los archipiélagos lineales de islas


volcánicas o de guyots; pero existen asimismo grandes pliegues o crestas que parecen
tener un origen volcánico, pero que no presentan interrupciones durante centenares o
millares de kilómetros. Las más conocidas son la cresta llamada de los Noventa Grados
Este (Ninety East Ridge), en el océano Indico. Su origen es todavía dudoso, pero en la
actualidad a menudo se admite que son el resultado de una emisión anormalmente
grande de basalto en un punto de la frontera de acreción. Esto equivale a suponer que,
cuando el penacho se encuentra bajo la frontera de acreción, puede alcanzar más
fácilmente la superficie y producir de manera continuada grandes volúmenes de lava en la
superficie. En tal caso, para cada cresta simultáneamente sobre la placa adyacente; y,
efectivamente, así es en cierto número de casos, por ejemplo en la cresta de Walfish y en
la de Río Grande.

Fig.8. Las cadenas volcánicas lineales y los penachos, ejemplo de las cadenas del Emperador y de
Hawaii. Una ascención de magma de la astenósfera en forma de penacho se supone fija y
actaulmente bajo la isla de Hawaii. Los dos segmentos rayados representarían la huella de
transferencia de la Placa Pacífico sobre el penacho fijo( las flechas indican la dirección del
movimiento de la placa Pacífico). A lo largo de estos segmentos existe un aumento de la edad:
Hawaii, deactual a reciente, Kauai, de 5 a 6 m.a., Midway, 16 m.a., Sukoi 41 m.a. Hace de 20 a 40
m.a. tuvo lugar un cambio de dirección de la placa Pacífico.

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Fuente: Gorskov y Yakushova
Geología General
Ed. MIR 1970 pp. 252 - 259

Panzarini Rodolfo N.
Introducción a la Oceanografía
EUDEBA 1984 pp. 29
Le Pichon G.
El fondo de los Océanos
Colección MUY INTERESANTE 1989 pp. 1 - 42

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