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Seminario de doctorado. Año 2008


Las prácticas científicas: Incidencia de la política
Profesor: Dr. Ricardo Gómez.
Alumna: Adriana A. Stagnaro

Michel Foucault. Conocimiento/Poder

Nuestra civilización ha desarrollado el sistema de


saber más complejo, las estructuras de poder
más sofisticadas: ¿qué hizo de nosotros esa
forma de conocimiento, ese tipo de poder? ¿De
qué manera esas experiencias fundamentales de
la locura, del sufrimiento, de la muerte, del
crimen, del deseo y de la individualidad están
ligadas al conocimiento y al poder? Estoy seguro
de no hallar nunca la respuesta; pero eso no
quiere decir que debamos renunciar a plantear la
pregunta. Michel Foucault ¿Qué es la Ilustración?
1996:41

Este nudo temático emerge como reflexión en el itinerario teórico de Foucault en el


período que va de 1975 a 1984, cuando se inaugura el método genealógico que lejos de
sustituir a su precedente arqueológico interesado en cómo se organiza el saber, lo
complementa al agregar una dimensión más a la caracterización de los distintos
discursos y sus relaciones interdiscursivas: el análisis de la interconexión entre saber y
poder. Las obras representativas de esta etapa son el primer volumen de La historia de
la sexualidad (1976), Vigilar y castigar (1975) y diversos artículos, conferencias y
entrevistas, entre ellas “Verdad y Poder.” Este corpus será indagado por sus
comentaristas, de los cuales hemos seleccionado tres para desarrollar: Oscar Terán
(1983,1995); Carl Gordon (1980) y Dreyfus y Rabinow [1982] (2001)

En su Presentación de Foucault Oscar Terán (1983) considera al análisis de la conexión


entre política y verdad como eje organizador de las investigaciones foucaultianas, en los
dos momentos teóricos previamente distinguidos, aún en el arqueológico consagrado al
análisis del discurso. Así encuentra en su repaso de la primer conferencia dada en Río de
Janeiro el 21-5-1973, incluida en La verdad y las formas jurídicas [1978] (1988:13,31)
la siguiente reflexión metodológica respecto de sus anteriores investigaciones sobre las
cuestiones acerca de:
“¿ cómo se formaron dominios de saber a partir de las prácticas sociales? “(p.13) y más
precisamente “ cómo es el problema de la formación de ciertos determinados dominios
de saber a partir de relaciones de fuerza y relaciones políticas en la sociedad” (p.31)
Siguiendo su línea exploratoria, las citas siguientes provienen de mi lectura:
“Me propongo mostrar a ustedes cómo es que las prácticas sociales pueden llegar a
engendrar dominios de saber que no sólo hacen que aparezcan nuevos objetos,
conceptos y técnicas, sino que hacen nacer además formas totalmente nuevas de sujetos
y sujetos de conocimiento. El mismo sujeto de conocimiento posee una historia, la
relación del sujeto con el objeto; o, más claramente, la verdad misma tiene una historia”
“Podemos decir entonces que la historia de los dominios de saber en relación con las
prácticas sociales, excluida la preeminencia de un sujeto de conocimiento dado
definitivamente, es uno de los temas de investigación que propongo” (p. 14)
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“Sería interesante que intentáramos ver cómo se produce a través de la historia, la


constitución de un sujeto que no está dado definitivamente, que no es aquello a partir de
lo cual la verdad se da en la historia, sino de un sujeto que se constituyó en el interior
mismo de ésta y que, a cada instante, es fundado y vuelto a fundar por ella.”
Es decir, la verdad no entendida como adecuación entre un objeto y un sujeto
previamente constituidos.
En 1976, en una entrevista hecha por la revista Herodote editada en Microfísica del
Poder (1992:116) , luego de plantear la necesidad del filósofo de preguntarse qué es el
conocimiento y qué es la verdad y de afirmar que la ciencia, su forma de legitimación
de lo verdadero y los procedimientos que aseguren su producción estuvieron presentes
en la sociedad occidental durante milenios, universalizándose en la actualidad para
erigirse en ley general de toda civilización, suelta directamente esta
interrogación”¿Cuál es su historia, cuáles son sus efectos, cuál es su entramado con las
relaciones de poder?
El desplazamiento del interés del análisis discursivo a la temática saber-poder y el
acento puesto en lo político y su fusión con lo discursivo, viene acompañado- según
Terán- con la modificación de categorías: definición del discurso como acontecimiento;
paso de una concepción represiva del poder a otra productiva y la fuerte presencia del
pensamiento de Nietzsche. En especial su denuncia del ocultamiento por parte de la
filosofía occidental del vínculo entre verdad y poder, que permitió concebir el
conocimiento como una relación pura (exenta de valores) entre un objeto y sujeto
neutros.
Analizar la política de la verdad implica dar fin al mito occidental “donde hay saber no
hay poder” e interrogarse el cómo del poder: cómo opera, qué mecanismos genera,
cómo actúa y cómo se ejerce. Las condiciones políticas son una suerte de plataforma
sobre la cual se instituyen los sujetos, los campos de saber y las relaciones con la
verdad.
Siguiendo a Deleuze (1979:99), Terán resume las reglas a seguir en el análisis del poder:
1) No estudiarlo en su cristalización institucional, como poder del estado en sentido
restringido.”La condición de posibilidad del poder, en todo caso el punto de vista que
permite volver inteligible su ejercicio…no debe ser buscado en la existencia primera de
un punto central, en un foco único de soberanía del cual irradiarían formas derivadas y
descendientes.” ; 2) No detenerse en señalar quién detenta el poder, sino analizar cómo
se ejerce. “El poder se ejerce a partir de innumerables puntos, y en el juego de
relaciones móviles y no igualitarias”; 3) Considerar que el poder no se posee como un
bien, es una relación desigual que circula, funciona en cadena, reticular y
transversalmente. “El poder no es algo que se adquiera, arranque o comparta, algo que
se conserve o se deje escapar”; 4) Su investigación debe respetar sus propias formas de
constitución de abajo hacia arriba. “El poder viene de abajo; es decir, que no hay, en el
principio de las relaciones de poder, y como matriz general, una oposición binaria y
global entre dominadores y dominados, reflejándose esa dualidad de arriba abajo y en
grupos cada vez más restringidos, hasta las profundidades del cuerpo social” , 5) Tener
presente que el poder no actúa sólo represiva o ideológicamente, sino que produce lo
real, a su alrededor no se forman ideologías, pero sí saberes. “ Las relaciones de poder
no se hallan en posición de superestructura, con un simple papel de prohibición o
reconducción; desempeñan, allí en donde actúan, un papel directamente productor”;
6) Las relaciones de poder no son exteriores a los procesos económicos, a las relaciones
de conocimiento, a las relaciones sexuales, porque son inmanentes a ellas; no se
constituyen como una “superestructura” sino como materialidad directamente
productora; 7) “las relaciones de poder son a la vez intencionales y no subjetivas”; 8)
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Por eso, en su examen no hay que enfocarse en el sistema jurídico, ni en los


denominados aparatos de estado y sus concomitantes ideologías, sino apuntar hacia los
operadores materiales de la dominación y las formas locales de sometimiento; 9)
“Donde hay poder hay resistencia” Ante un poder definido por la dispersión, el
contrapoder es pensado como acciones puntuales y locales eficaces para generar una
revolución. Esto implica la entrada en juego de los saberes locales, discontinuos, no
legitimados. (Las citas son nuestras y provienen del capítulo Método del primer
volumen de Historia de la sexualidad, 1976 )

Carl Gordon (1980) encontrará en la investigación foucaultiana de 1968/69 en adelante-


paralela a la participación personal en diferentes frentes políticos y profesionales- una
revisión y reformulación de sus propuestas básicas: 1) Una interrogación genealógica:
¿qué tipo de relevancia política podemos indagar en nuestro pasado para hacer
inteligibles las “condiciones objetivas” de nuestro presente social, no sólo en sus crisis y
fisuras visibles, sino también en la solidez de sus incuestionadas razones
fundamentales?; 2) Una pregunta arqueológica: ¿ cómo analizar en nuestras sociedades
la producción de formas sancionadas de discurso racional en relación a sus condiciones
de posibilidad históricas y materiales y a sus sistemas reguladores de orden, apropiación
y exclusión?; 3) Una demanda ética: ¿qué tipo de relaciones puede establecer el rol y
actividad del intelectual entre la investigación teórica, el conocimiento especializado y
las luchas políticas? 4) Finalmente una cuestión fundamental para poder analizar las
precedentes: la del uso apropiado del concepto de poder y la mutua absorción,
interacción e interdependencia de poder y conocimiento.
La reflexión original y novedosa del poder sostenida por Foucault –más allá del bien y
del mal- se ubica fuera de los campos de fuerza de dos concepciones antitéticas que
determinaron las reglas básicas del pensamiento político moderno: el modelo
sociológico de poder como agencia de cohesión social y la representación del poder
como instancia de represión y coerción. Gordon lee la iniciativa de Foucault como un
quiebre de la premisa compartida de que el poder consiste en alguna instancia
sustantiva o agencia de soberanía, al introducir un doble principio metodológico de
neutralidad o escepticismo en el análisis en términos de poder. “El poder no existe” en
un sentido sustantivo. Y será necesaria una mirada nominalista para analizarlo en cuanto
“relación estratégica compleja en una sociedad dada” siendo la tarea central el trazado
del sistema móvil de relaciones y sus síntesis generadoras de las condiciones de
posibilidad para la formación de ciertos órdenes y niveles de objetos y de las formas de
conocimiento de ese tipo de objetos: el descubrimiento de un “a priori histórico”.
La efectividad de los modernos aparatos de poder estriba en una “política o régimen
de verdad” que hace posible el análisis de los procesos de producción en sí mismos, lo
que constituye para Gordon el rasgo más radical del análisis del poder en términos de
conocimiento y del conocimiento en términos de poder Las complejas relaciones entre
las nociones de historia y racionalidad componen el esquema de su pensamiento crítico.
Una historia de la ciencia, sin desestimar el componente interno de las categorías
verdad/falsedad, debe dar lugar a una historia de lo que Canguilhem denominó
discursos verídicos, prácticas gobernadas por la norma de un proyecto específico de
formulación de proposiciones verdaderas. Este tipo de discursos son científicos no
directamente por su real contenido de verdad, sino por la normatividad verídica
organizada como una práctica.
El poder es ejercido no sólo sujeto a , sino a través y por medio de las condiciones de
posibilidad. Gordon concluye que para Foucault, el poder es omnipresente en el cuerpo
social porque es coextenso con las condiciones de las relaciones sociales en general.
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Una tercera interpretación de la obra de Foucault (Dreyfus y Rabinow,1982,2001)


presenta algunas tesis diferentes a las dos lecturas anteriores, a veces distintas, otras
contradictorias.
La cuestión del poder es central en el diagnóstico de Foucault sobre nuestra situación
actual. Sin embargo no es una de las áreas que haya desarrollado de modo más
completo. En discusiones sostenidas con el propio Foucault, él mismo concedió que su
concepto de poder, continuó siendo elusivo, pero no obstante importante.
Foucault no pretendía hacer de su descripción del poder una teoría, o sea una
explicación objetiva, ahistórica y descontextualizada. Por ello no es aplicable como
generalización a toda la historia. La propuesta es “ avanzar menos hacia una teoría que
hacia una´ analítica´del poder,[…]hacia la definición del dominio específico que
forman las relaciones de poder y la determinación de los instrumentos que permiten
analizarlo” (Historia de la sexualidad, 1980)
La siguiente tesis de Foucault es que el poder no se restringe a las instituciones
políticas. Aunque las relaciones de poder son inmanentes a las instituciones, poder e
instituciones no son idénticos. No obstante, cuando las tecnologías políticas se localizan
en instituciones específicas (escuelas, hospitales, prisiones) las “invisten” y se hacen
verdaderamente efectivas, dando lugar al despliegue del biopoder.
Dreyfus y Rabinow subrayan que el significado del carácter productivo del poder, se
relaciona con esto: no es una posición de exterioridad a cierto tipo de relaciones. El
poder es una matriz general de relaciones de fuerza en un tiempo dado y en una
sociedad determinada.
Aunque Foucault nos dice que el poder viene de abajo y que nos encontramos enredados
en él, no sugiere con esto que no hay dominación. Los constructores de la prisión y los
carceleros tuvieron innegables ventajas a su favor. Pero estos grupos se hallan también
involucrados en relaciones de poder que no controlan, sin negar la jerarquía y la
desigualdad . Para Foucault, sólo en la medida de que estas desiguales relaciones se
expresen en su funcionamiento material real, será posible su análisis. Caso contrario
seguirán operando autónomamente, alimentando la ilusión de que el poder sólo se aplica
de arriba hacia abajo.
Su aporte es que el poder se ejerce tanto sobre los dominantes como sobre los
dominados. La dominación, entonces no es la esencia del poder.
Para estos autores, la propuesta más provocativa sobre el poder es la afirmación de que
las relaciones de poder son “intencionales y no subjetivas”.Su comprensión depende de
su intencionalidad, siempre hay objetivos y miras en el ejercicio del poder. Reconocer la
actividad volitiva y la conciencia en la toma de decisiones, no implica buscar
motivaciones secretas detrás de las acciones de los sujetos. Pero cómo hablar de
intencionalidad sin un sujeto, de una estrategia sin estratega? La respuesta está en las
prácticas, que focalizadas en las tecnologías políticas, se corporizan en lo que el analista
está tratando de comprender. Las prácticas poseen una lógica. Existe un impulso hacia
un objetivo estratégico, pero nadie lo impulsa. El objetivo surge históricamente,
adoptando formas particulares y encontrando obstáculos, condiciones y resistencias.
Voluntad y cálculo se involucran mutuamente. En palabras de Foucault “ las personas
saben lo que hacen, frecuentemente saben por qué hacen lo que hacen; pero lo que no
saben es lo que hace que hagan lo que hacen” (comunicación personal con Dreyfus y
Rabinow).
Foucault no es reduccionista respecto de las relaciones de conocimiento y poder. En el
caso de las ciencias naturales, el conocimiento se separa de las prácticas en las cuales se
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ha formado. Las combinaciones deben analizarse en cada instancia, no asumidas de


antemano. En el caso de las ciencias humanas, por el contrario hubo una constante
interacción continua, mutua y prolongada de esas relaciones de saber-poder. Lo cual no
quiere decir y Foucault jamás lo sostuvo que cada aspecto de la ciencia social tuvo un
efecto disciplinario directo.
El conocimiento es uno de los componentes definitorios para la operación del poder en
el mundo moderno. Pero el saber no tiene una relación superestructural con el poder: es
una condición esencial para la formación y el desarrollo de la sociedad tecnológica
industrial. Tampoco poder y saber son idénticos entre sí. Foucault no trata de reducir el
saber a la hipotética base del poder, ni conceptualiza el poder con una estrategia siempre
coherente. Trata de mostrar la especificidad y materialidad de sus interconexiones.
Tienen una relación correlativa, no causal, que debe determinarse en su especificidad
histórica. La mutua producción de saber y poder es una de las tesis más fructíferas de
Foucault.
Lo que nos ofrece es una genealogía de las tendencia organizadoras de nuestra cultura.
No afirma que todas las prácticas de la cultura son disciplinarias o confesionales, o que
cada producción de saber opera de inmediato como efecto de poder. Como no
disponemos del recurso a leyes objetivas, ni a la pura subjetividad, ni a la totalización
de la teoría, sólo nos quedamos con las prácticas culturales que nos han hecho como
somos.
El trabajo a realizar no es liberar a la verdad del poder. En las ciencia humanas todos los
intentos de “liberación” sólo generaron la energía para disciplinar y afirmar las
tendencias tecnológicas en nuestra sociedad. Captar e interpretar las configuraciones
específicas dadas de las relaciones de conocimiento y poder en nuestra sociedad, es la
tarea por hacer.

BIBLIOGRAFÍA CITADA

DELEUZE, Gilles. 1979. Foucault. Buenos Aires, Paidós.


DREYFUS, Hubert y RABINOW, Paul. 2001. Michel Foucault: más allá del
estructuralismo y la hermenéutica. Buenos Aires, Nueva Visión.
FOUCAULT, Michel. 1986. Historia de la sexualidad, Vol. 1. Buenos Aires, Siglo XXI.
FOUCAULT, Michel. 1988. La verdad y las formas jurídicas. Guanajuato, Gedisa.
FOUCAULT, Michel. 1992. Microfísica del Poder. Madrid, La Piqueta.
FOUCAULT, Michel. 1995. Un diálogo sobre el poder y otras conversaciones. Buenos
Aires, Alianza.
FOUCAULT, Michel. 1996. ¿Qué es la Ilustración? Córdoba, Alcion Editora.
FOUCAULT, Michel.. 1975. Vigilar y castigar. Buenos Aires, Siglo XXI.
GORDON, Carl. 1980. Power-Knowledge. New York, Panteón Books.
RABINOW, Paul. 1984. The FOUCAULT Reader. New York, Pantheon Books.
TERÁN, Oscar. 1983. Michel Foucault; El discurso del Poder. México, Folios
Ediciones.
TERÁN, Oscar. 1995. Michel Foucault: discurso, poder y subjetividad. Buenos Aires,
El Cielo por Asalto.

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