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Características de la Persona.

¿Qué define al hombre, a la persona? ¿Cómo reconocerlo/a y distinguirlo/a de entre los


demás seres vivos de la naturaleza?
La guía de su conducta no pueden ( o no deben) ser sus instintos, sino su voluntad.
Tiene (debe tener) capacidad para distinguir el bien y el mal.(la conciencia).
Ha adquirido la consciencia de sí mismo. Puede contemplar la naturaleza; se ha
distanciado de ella sustancialmente, aunque participa de la materialidad original y de la
vida original, se ha producido un salto cualitativo en su forma de existir.
Puede conocer y puede amar. Toda su organización física y espiritual tiende a amar, y
para poder amar tiene que haber tenido la “experiencia” de haber sido amado, de ser
amado. Entendiendo amar como dar prioridad al crecimiento del otro, anteponiendo el
bien del otro al bienestar propio.
Tiene capacidad para interrogarse e interrogar. Esta capacidad le sirve para ir
aproximándose al descubrimiento del orden reinante en todo lo creado y comprobar que
es la misma persona quien introduce el desorden en el mundo.
Tienen capacidad para visionar el pasado (=ver), vivir el presente (=juzgar) y proyectar
el futuro (=actuar).
Porque hemos dicho que tiene la capapcidad de amar, también tienen la capacidad de
sufrir.
Es el único ser que anhela un Ser que lo transcienda, que no pertenezca a la naturaleza.
Como el niño recién nacido percibe la existencia de su madre y busca su calor y su
alimento y protección, así desde los albores del nacimiento de una consciencia
incipiente en el hombre primitivo, éste demanda el paraíso perdido (su unión con Dios
en la naturaleza).
Tiene la posibilidad de ir conquistando su propia liberación. La libertad que le es propia.
La persona es “encarnación de la vida”, si élla misma lo permite, o “encarnación de la
muerte” si lo consiente.
Por todo lo dicho anteriormente la persona es un ser responsable con deberes y derechos
ante su propia conciencia, ante la historia y ante su “creador”.

Concepto de Persona.

En primer lugar hay que decir que son inhumanas y despersonalizadoras todas
aquellas situaciones que representan cualquier tipo de menosprecio de la dignidad y de
la libertad de la persona. Nos preguntamos entonces : ¿cuándo nos podemos sentir o nos
sentimos “no persona”?. Veamos algunas situaciones:
Hay casos en las que muchos individuos del sector de las profesiones liberales
están absorbidos por su función profesional hasta el punto que se puede decir que la
función devora a las personas. Como dice Mounier “se peca contra la persona cada vez
que se empuja a un hombre vivo a identificarse con una de sus funciones”: pedagogía
funcional.
En otros casos se acentúa la dimensión natural de la persona, valorando
especialmente su aspecto biológico, lo que da lugar a una pedagogía naturalista. En
otros, se acentúa la dimensión espiritual, sobrevalorando todo lo que afecta al espíritu,
lo religioso y lo sobrenatural, lo que da lugar a una pedagogía espiritualista.
El caso más frecuente es el de la supervaloración de la inteligencia. De esta
manera se puede decir que es una pedagogía acentuadamente intelectualista.
Otra concepción de la persona es la voluntarista, que acentúa el valor de la
voluntad y de la acción, y donde son los impulsos del sentimiento, de la pasión y del
deseo los que prevalecen sobre el dictamen de la razón y sobre el imperativo de los
valores éticos y sociales.
La concepción individualista, que exagera los valores individuales con olvido de
los sociales. Por el contrario, la socialista sacrifica los valores de la persona a los
intereses del grupo social o del Estado.
La concepción humana que consideramos válida considera a la persona como
realidad pluridimensional, encarnada en la circunstancia sociocultural concreta actual,
sin la que es inexplicable, y proyectada a una transcendencia que lo sitúa más allá de lo
temporal y terreno. Además, por otra parte, la persona no es una realidad encerrada en sí
misma, sino un ser abierto y en relación de conocimiento, de valoración y de
comportamiento con su propio yo y con el mundo natural o cósmico, el científico-
cultural, el social y el trascendente.
De esa imagen del hombre y la mujer actual, realidad pluridimensional inserta en
la actual circunstancia, es necesario subrayar, desde una perspectiva pedagógica, dos de
las características fundamentales de la persona: la de su singularidad y la de su
autonomía:

cada hombre y/o mujer es diferente de los demás, es único/a, es singular desde su
nacimiento y a lo largo de toda su existencia.
La autonomía es una característica que se adquiere al ritmo del desarrollo personal.
Desde que el individuo nace tiende a ser autónomo, a valerse por sí mismo, a no
depender de los demás. Y la persona está tanto más hecha, más madura, cuanto mayor
es su capacidad para pensar y decidir por sí misma.

Un poco de historia del concepto persona

En su acepción clásica, el término “persona” deriva de “máscara”. Se trata de la


máscara que cubría el rostro de un actor cuando desempeñaba su papel en el teatro,
sobre todo en la tragedia de la Grecia antigua.
Las elaboraciones más explícitas de la noción de persona se deben en especial al
pensamiento cristiano. Uno de los primeros que desarrolló plenamente esta noción fue
San Agustín, quién logró que el término pudiera usarse para referirse a la Trinidad (“las
tres personas”) y al ser humano.
Uno de los autores más influyentes en la historia de la noción de persona es Boecio,
quien proporcionó la definición básica para casi todos los pensadores mediavales: “la
persona es una substancia individual de naturaleza racional”.
Según Occan, la persona es una substancia intelectual completa que no depende de otro
supuesto.
Leibniz dice que “la palabra ´persona´ lleva consigo la idea de un ser pensante e
inteligente, capaz de razón y de reflexión, que puede considerarse como el mismo, como
la misma cosa, que piensa en distintos tiempos y en diferentes lugares, lo que hace
únicamente por medio del sentimiento que posee de sus propias acciones”.
Kant definió la persona, o la personalidad, como “ la libertad e independencia frente al
mecanismo de la naturaleza entera, consideradas a la vez, como la facultad de un ser
sometido a leyes propias, es decir, a leyes puras prácticas establecidas por su propia
razón”.
La definición de Max Scheler es explícita: “la persona es la unidad de ser concreta y
esencial de actos de la esencia más diversa... el ser de la persona ´fundamenta´ todos los
actos esencialmente diversos”

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