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Concepto de Persona.
En primer lugar hay que decir que son inhumanas y despersonalizadoras todas
aquellas situaciones que representan cualquier tipo de menosprecio de la dignidad y de
la libertad de la persona. Nos preguntamos entonces : ¿cuándo nos podemos sentir o nos
sentimos “no persona”?. Veamos algunas situaciones:
Hay casos en las que muchos individuos del sector de las profesiones liberales
están absorbidos por su función profesional hasta el punto que se puede decir que la
función devora a las personas. Como dice Mounier “se peca contra la persona cada vez
que se empuja a un hombre vivo a identificarse con una de sus funciones”: pedagogía
funcional.
En otros casos se acentúa la dimensión natural de la persona, valorando
especialmente su aspecto biológico, lo que da lugar a una pedagogía naturalista. En
otros, se acentúa la dimensión espiritual, sobrevalorando todo lo que afecta al espíritu,
lo religioso y lo sobrenatural, lo que da lugar a una pedagogía espiritualista.
El caso más frecuente es el de la supervaloración de la inteligencia. De esta
manera se puede decir que es una pedagogía acentuadamente intelectualista.
Otra concepción de la persona es la voluntarista, que acentúa el valor de la
voluntad y de la acción, y donde son los impulsos del sentimiento, de la pasión y del
deseo los que prevalecen sobre el dictamen de la razón y sobre el imperativo de los
valores éticos y sociales.
La concepción individualista, que exagera los valores individuales con olvido de
los sociales. Por el contrario, la socialista sacrifica los valores de la persona a los
intereses del grupo social o del Estado.
La concepción humana que consideramos válida considera a la persona como
realidad pluridimensional, encarnada en la circunstancia sociocultural concreta actual,
sin la que es inexplicable, y proyectada a una transcendencia que lo sitúa más allá de lo
temporal y terreno. Además, por otra parte, la persona no es una realidad encerrada en sí
misma, sino un ser abierto y en relación de conocimiento, de valoración y de
comportamiento con su propio yo y con el mundo natural o cósmico, el científico-
cultural, el social y el trascendente.
De esa imagen del hombre y la mujer actual, realidad pluridimensional inserta en
la actual circunstancia, es necesario subrayar, desde una perspectiva pedagógica, dos de
las características fundamentales de la persona: la de su singularidad y la de su
autonomía:
cada hombre y/o mujer es diferente de los demás, es único/a, es singular desde su
nacimiento y a lo largo de toda su existencia.
La autonomía es una característica que se adquiere al ritmo del desarrollo personal.
Desde que el individuo nace tiende a ser autónomo, a valerse por sí mismo, a no
depender de los demás. Y la persona está tanto más hecha, más madura, cuanto mayor
es su capacidad para pensar y decidir por sí misma.