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Choques culturales.

Hace unos años estudié alemán con un profesor nativo quién no hablaba español muy bien. El
trataba de explicar sus ideas usando las palabras que conocía y muchas veces la forma que se
expresaba no era la correcta, afortunadamente todos éramos personas más o menos de la misma
edad y comprendíamos lo que él trataba de expresar. Uno de los choques culturales más grande
fue la cuestión de la puntualidad. Mis compañeros eran todos estudiantes universitarios que salían
de clase a las 6 o 7 de la tarde para comenzar su clase de alemán a la misma hora. Para la mayoría
de nosotros no representaba un gran problema llegar 5 o 10 minutos tarde a la clase, pero sí lo era
para nuestro maestro quien se mostraba más que molesto, preocupado porque mis compañeros
perdían esos primeros 10 minutos de clase. Él incluso proponía mover el horario una hora más
tarde para que pudieran llegar. Después de unas clases, le explicamos que podíamos empezar la
clase 10 minutos y más tarde y terminarla 10 minutos más tarde también. Al principio representó
para él un cambio muy extraño, pero nosotros no entendíamos muy bien si sólo se trataban de 10
minutos.

Otra experiencia reciente que tuve fue en mi último viaje. Viajé por unos días a Londres y arribé al
aeropuerto de Gatwick, una ciudad ubicada a más o menos a 50 kilómetros de Londres. Cuando
llegué a la central, pregunté a un oficial que podía hacer para llegar al centro de Londres. Me
contestó de manera muy cortante, diciendo que le tenía que dar una ubicación especifica porque
de esa forma, no podía ayudarme. Entiendo lo que él me trato de decir, pero como mexicana
esperaba un trato más cálido de su parte, conforme los días pasaron, me di cuenta que no era
falta de educación o calidez, simplemente las culturas son muy diferentes y tenemos respuestas
diferentes a las situaciones.

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