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CUESTIONARIO DE PREGUNTAS

LECTURA: JUPITER, HERCULES, Y HERMES: TRES MODELOS DE JUECES

INTEGRANTES:

CAVERO ROQUE, JOHHANS CARLY

MATOS MURILLO, HAROLD DANIEL

MARTINEZ OSEDA, MARCO ANTONIO

1. ¿Qué rol cumple Júpiter, Hércules y Hermes?

Jupiter, cumple un rol jurídico basado en criterios jerárquicos, partiendo


de la recopilación de fuentes materiales del derecho como la ley, esta es
construida en base a una premisa originaria que deriva a otras creando
jerarquía e imperativismo, pues da preferencia a la naturaleza de lo
prohibido, pues ese carácter imperativo mencionado parte de una base
sagrada
.
Respecto a la aplicación es únicamente práctica, pues esta se acopla a
situaciones fácticas analizadas por el autor, que es único y tiene una
condición de soberanía más allá de lo imaginable, los criterios que tiene
el legislador al hacer un cuerpo compilatorio normativo tiene una función
orientada a conveniencias de ciertos sectores, pues es lógico que para la
creación de normas se debe tener una finalidad individual y a la vez
colectiva, este supuesto se plasma en el caso de que al hacer la norma
faculta al autor a una condición imperativa y superiormente jerárquica
poniendo de esta manera a la colectividad en un grado inferior tanto
jurídico, social, etc.

Es por esto, que el Derecho de Júpiter se articula en forma piramidal y


jerárquica, quiere decir que se construye diferenciando normas
superpuesta y subordinadas; de esta forma, genera una cascada de
poderes donde se delega fuentes de derecho y obligaciones ligados a
criterios de grado, ya sean de mayor o menor importancia.

La premisa mencionada quiere decir que existe un relativismo entre una


norma de mayor e inferior jerarquía, pues la norma de mayor jerarquía
crea a la norma de menor jerarquía, pues delega la primera a el legislador
regular conductas de la colectividad y hacer derecho valido y legítimo,
caso contrario como podría regularse las conductas humanas sin una
legitimidad previa, sería como aplicar una norma impuesta por nadie, pues
no existe una premisa normativa que delegue la función legisladora para
crear derecho, sin embargo esta delegación tiene que sustentarse en una
base imperativa ya sea divina o de una fuente superior al ser humano.

Esta condición nos hace entender que la ficción genera la validación


positivista, esto quiere decir que la ficción es la generadora de impulso
inicial a generar un sistema jurídico.

Además, de las características ya mencionadas un sistema jurídico de


característica Jupiteriana, como es un ordenado de manera jerárquica
tiene que estar planteada en aspectos de completitud, claridad, no
redundancia, simplicidad y manejabilidad, de esta forma el autor plantea
que el modelo jurídico conlleva cuatro corolarios.

El primer corolario es el monismo jurídico, que no es más que el cárter


dominante de la norma, pues al ser fuente de derecho y obligaciones
refuerza la sistematicidad y autoridad del modelo jurídico y las autoridades
que la emanan.

El segundo corolario es el monismo político, que se basa en un proceso


de identificación nacional y de centralización administrativa que culmina
en la determinación de un ente soberano que tiene poder sobre las demás
instituciones de un sistema y de los sujetos de la misma, creando figuras
jurídicas, instituciones, facultades, limites; todas ellas con una función pro
sistema basados en la sostenibilidad y consenso nacional.
El tercero, parte de una condición generadora de normas pues una regla
genera otra, quiere decir que la creación de las normas parte del análisis
de lo general a lo concreto, pues se sabe que la diversidad de situaciones
conlleva a esta condición, en esta dimensión se emplea la racionalidad
pues el uso de la lógica es determinante en la función legislativa, de esta
manera el resultado sería la coherencia y armonía ideológica del sistema.
El cuarto corolario, se plantea como una condición previa a la conducta,
quiere decir un futuro controlado; pues se crea la norma para regular
conductas y contingencias futuras, estas mismas analizadas del pasado
y la dinámica progresión de la historia; partiendo de esta premisa se
puedes decir que la norma no es más que una consecuencia de la historia
pues se crea para corregir errores, regular posibles conductas figuras y
cambiar un modelo ambiguo de institución jurídica.

Sin embargo, la concepción jerárquica de la norma genera crisis, pues al


existir incompatibilidad de normas, una premisa de menor jerarquía; asi
sea correcta, seria ineficaz al ponderarse con una norma superior que
puede ser errada. Este hecho generaría una mala aplicación de derecho
y efectos negativos en la solución de un problema.

En conclusión, el derecho jupiteriano, es un sistema basado en principios


jerárquicos, facultativos y a su vez delimitadores, creando condiciones
funcionales a diversos sectores de un sistema y modelo establecido por
la norma superior.

HERCULES:

El rol que toma este modelo es contrario al jupiteriano, pues el juez es la


fuente del único derecho valido, pues el lo interpreta, partiendo de la
decisión y no la ley que crea la autoridad, sustituyendo al código por el
dossier, quiere decir que este modelo parte de lo singular a lo general; de
esta manera el sistema jurídico es invertido pues representa un embudo
partiendo del hecho a la norma.
En ese modelo se sustituye la regla y el deber de obediencia por el punto
de vista del bad man, que vela por los efectos negativos que trae una mala
conducta. De esta manera la norma no es mas que la justificación de una
decisión, pues el sustento es el hecho y la norma es tan solo un
instrumento que le da legitimidad a la consecuencia.

En este modelo el derecho se reduce su relevancia dando lugar a la


singularidad y a lo concreto del hecho. Este modelos sintetiza la aplicación
del derecho, pues las decisiones se sustenta en la racionalidad que un
juez tiene y se aleja de una condición humana ordinaria.

Trata del héroe de la mitología griega, hijo de Zeus y de una mujer, lo que
lo convierte en semi-dios, famoso por sus “trabajos”, que constituyen
verdaderas hazañas. La apelación a quien es mitad hombre, es un
símbolo de un Derecho que nos trae a la tierra, a través de una pirámide
invertida o un embudo. Al Código lo sustituye el “dossier”, el expediente,
vale decir, el caso plasmado y establecido en el expediente. La
singularidad del caso, el pragmatismo, desplazan a la abstracción y la
generalidad de la ley, al dogmatismo. Cobra mayor relevancia la
jurisprudencia en el Common Law que en el derecho europeo y en los
materializados bajo su modelo. Más allá de las diferencias de escala, lo
cierto es que en ese siglo el Derecho es lo que los jueces dicen que es,
minimizando, en mayor o menor grado, al legislador. Llewellyn señala la
existencia de paper rules (literalmente “reglas de papel”) como simples
posibilidades jurídicas, “correspondiendo a los jueces darles consistencia
en sus decisiones” que configuran real rules (reglas reales)

En ese siglo se ingresó en el ámbito de los Derechos de Segunda


generación, es decir pertenecientes al concepto de la consigna
revolucionaria de la “igualdad”, configurados como derechos económicos
y sociales, tendientes a la igualación de condiciones. Ya no solo se
consideran los derechos que le corresponden como individuo sino los que
surgen en relación a sus actividades profesionales y a sus necesidades
económicas. Adviene el Estado de Bienestar o Estado Social de Derecho,
un Estado en total descrédito en el siglo XX

El modelo herculeano es el de la Revolución, se centra en el hombre, de


modo que es el juez el más importante del Derecho, es la pirámide
invertida, o más bien el embudo, el clásico del realismo estadounidense,
el juez semidiós, que se somete a los trabajos más agotadores, y acaba
por sostener al mundo con sus fuertes brazos, la
pirámide jupitereana señalaba lo sagrado y trascendente, el embudo
señala lo profano y material, elementos propios del estado asistencial del
siglo XX.

La figura de Hércules como la de Prometeo, como bien dice Ost, es


trágica, no por casualidad Hércules libera a Prometeo del peñón
caucásico donde había sido encadenado por robar el fuego de los dioses.
Por su parte Hércules había sido castigado con la maldición de Hera por
el infanticidio que ella le había incitado a cometer, su incansable actividad
con sus famosos trabajos le hacen liberarse de esa maldición. Ost se
pregunta qué falta, qué busca expiar el juez asistencial herculeano siglo
XX, la inclemencia liberalista o quizá la miopía legalista decimonónica.
Buscará quizá evitar la quiebra de empresas, el reconocimiento del niño
por su padre natural, la interrupción de un embarazo por la angustia de la
madre o imponer moratorias a las empresas que amenazan el equilibrio
ecológico. El Hércules está presente en todo, no se refugia en la sombra
del código como su antecedente Jupiter, se manifiesta por todo, se
atribuye competencias, con un nuevo realismo se coloca en el centro de
las decisiones judiciales, el embudo es expresado en que no es ya tan
importante el código como la decisión particular, el Hércules, la
materialidad de la decisión, el juez da consistencia a las reglas generales
y normativas, la Real Rule estadounidense aparece claramente
exteriorizada, parece suficiente el punto de vista, el hecho del Juez, la
regla solo parece una justificación de la decisión de la autoridad
competente.
HERMES

Hermes o Mercurio (para los romanos) hijo de Zeus. Es simbolizado como


un mensajero que porta un sombrero, con sandalias con alas y con un
caduceo en la mano, símbolo de que es un heraldo, siempre en
movimiento uniendo con su mensaje el cielo con la tierra, es el gran
comunicador, el mediador universal reconocible y reconocido. Nos
adentramos en el plano amorfo todavía de los derechos de Tercera
Generación identificables con la divisa revolucionaria
tardíamente adicionada de la “fraternidad

Se advierte que se multiplican los actores jurídicos, los niveles de poder,


lo nacional se adapta a lo regional (v.g. Unión Europea, Mercosur, Alianza
del Pacífico, APEC), a la globalización, se modifican las modalidades de
acción jurídica, puesto que el Estado promueve, planifica o a la inversa
disuade de llevar a cabo las conductas que considera no deseables y para
ello realiza recomendaciones, presupuestos, declaraciones
gubernamentales, planes, entre otras actividades. En suma se advierte
mayor complejidad e interrelación.

Los modelos jupitereano y herculeano, son válidos en cierta manera pero


es evidente que son fragmentarios, este tercer factor puede explicar en
parte las anteriores en sus deficiencias y fortalezas, y entonces aparece
este Hermes mensajero de los dioses, siempre en movimiento, entre el
cielo y la tierra, conectando los vivos con los muertos, la divinidad y la
materialidad, es el gran comunicador.

Si el modelo de Júpiter adoptaba la figura de la pirámide, el modelo de


Hércules la pauta del embudo, el modelo de Hermes es la figura de la red,
con multitud de puntos de interrelación, con multiplicidad de actores y
poderes. El Derecho post-moderno es un derecho en red, traducido en
infinitas informaciones disponibles al mismo tiempo. Hermes no es
inmanencia ni trascendencia, se encuentra entre la una y la otra en
permanente dialéctica, reformulando y reescribiendo constantemente los
fines últimos del buen Derecho.

Si en este modelo se aplican normas, es la decisión pieza fundamental en


la creación y aplicación del derecho

2. ¿De dónde se origina la crisis de los modelos de jueces?

Paradójicamente, esta crisis de los modelos proviene, sin duda, no tanto


de la ausencia de referencias como de su excesiva abundancia; como si
el jurista, y particularmente el juez, no llegase a elegir, en el surtido de los
accesorios de la justicia, el uniforme que convenga a los roles múltiples
que en lo sucesivo se esperan de él. ¿Será la toga, el falso cuello o la
blusa, por retomar el catálogo propuesto en su tiempo por André-Jean
Arnaud? Esta manera de proliferación -a la que no es extraña cierto
sentimiento de burla engendrado por la conciencia misma de disfraz-
podría ser, calificándola de entrada, uno de los rasgos del
postmodernismo, caracterizado precisamente por la superposición y las
interferencias constantes de los juegos del lenguaje.
¿Cómo construir entonces el modelo de quien parece sustraerse a la
modelización? Podríamos, quizá, comenzar evocando dos figuras
extremas de la juridicidad, para trazar inmediatamente, en el vacío que
los separa o la saturación que a veces los aproxima, la vía de una tercera
figura que, por su misma complejidad, podría responder a la presente
diseminación de las teorías, valores y discursos.

Tomemos el modelo de la pirámide o del código. Lo llamaremos el


Derecho jupiterino. Siempre proferido desde arriba, de algún Sinaí, este
Derecho adopta la forma de ley. Se expresa en el imperativo y da
preferencia a la naturaleza de lo prohibido. Intenta inscribirse en un
depósito sagrado, tablas de la ley o códigos y constituciones modernas.
De ese foco supremo de juridicidad emana el resto del Derecho en forma
de decisiones particulares. Se dibuja una pirámide, impresionante
monumento que atrae irresistiblemente la mirada hacia arriba, hacia ese
punto focal de donde irradia toda justicia. Evidentemente ese Derecho
jupiterino está marcado por lo sagrado y la trascendencia. De este modo
la aparición del segundo modelo, el modelo herculeano que nos trae sobre
la tierra, toma la figura de revolución -gesto iconoclasta que hace del
hombre, más concretamente del juez, la fuente del único Derecho válido-
. En la huella de las diversas corrientes que se declaran realistas -
pensamos especialmente en el «realismo americano» y particularmente
en la sociological jurisprudence-, entra en juego un modelo que calificaría
de embudo (pirámide invertida) o de dossier. Es Ronald Dworkin, como
es sabido, quien, revalorizando hasta el extremo la figura del juez
moderno, le da los rasgos de Hércules.
Sin poder lejos de pretenderlo reducir la posición de Dworkin a la de los
realistas americanos, mantendremos aquí el nombre de Hércules,
particularmente acertado para designar a ese juez semidiós que se
somete a los trabajos agotadores de juzgar y acaba por llevar el mundo
sobre sus brazos extendidos, reproduciendo así fielmente la imagen del
embudo. A partir de aquí no hay más Derecho que el jurisprudencial; es
la decisión y no la ley la que crea autoridad. Al código lo sustituye el
dossier; la singularidad y lo concreto del caso se superponen a la
generalidad y abstracción de la ley. Este cambio de perspectiva nos lleva
desde las cimas de la trascendencia de la ley hacia la inmanencia de
nuestros intereses en conflicto. La pirámide sugería lo sagrado y lo ideal;
el embudo evoca la materia, lo profano, incluso lo alimenticio. Al
predominio de una justicia inspirada por el mandato jupiterino, le sustituye
la balanza de nuestros cálculos y compensaciones cotidianas.

Podríamos, evidentemente, quedarnos ahí y comentar cómodamente el


entrelazamiento de estas dos figuras. No sería muy difícil mostrar cómo
el modelo de la pirámide traduce las exigencias del Estado liberal o Estado
de Derecho del siglo XIX y el modelo del embudo, las actividades del
Estado social o asistencial del siglo XX.

3. ¿En qué consiste el Derecho post moderno o Derecho de Hermes?

Consiste en el discurso jurídico es radicalmente hermenéutico: Teoría


Lúdica del Derecho., el riesgo que presenta es que se descubre la
imposibilidad de monopolizar la interpretación, siempre hay textos a
interpretar, también permanecen jerarquías especialmente
institucionales. El derecho antes de ser regla o institución es discurso,
estilos discursivos, utilizan argumentaciones.

Tiene un carácter hermenéutico o “reflectante” del juicio jurídico, que no


se reduce a la improvisación ni a la simple determinación de una regla
superior.

Estamos entonces ante un Derecho Posmoderno que tiene complejidad


y ello a raíz de varios indicios: Multiplicidad de actores jurídicos, la
multiplicación de los niveles de poder.

Solo una teoría lúdica del derecho está en condiciones de dar cuenta de
las vueltas y rodeos de la racionalidad jurídica. Los rasgos de esta idea
son 5:
Se adoptan estilos discursivos, utilizan argumentaciones, se
respetan los topoi (lugares comunes) y las autoridades que los
imponen.
El inmenso juego de sociedad que es el Derecho, acepta un número
indefinido de jugadores cuyos roles y replicas no están enteramente
programados, el juego está abierto a todos, no está reservado
exclusivamente para nadie.
El tercer rasgo , el más importante insiste sobre la naturaleza mixta
del juego que combina , en proporción variable la regla y el azar , la
convención y la invención , la apertura y el cierre , este modelo
muestra una gran fecundidad para presentar las operaciones de
interpretación y de validación a las cuales se dedican
cotidianamente los juristas.
La idea del juego permite articular la distinción y concebir las
relaciones entre un polo simbólico, el del juego como representación,
y un polo utilitarista, el del juego como estrategia.
El último rasgo, inherente al concepto de juego, aparece Derecho en
el corazón del no derecho, mientras que se desarrolla no-Derecho
en lo más profundo del Derecho.

Surge la pregunta ¿Qué legitimidad concebir para un derecho


posmoderno incompatible con todo discurso de autoridad? Algunas
observaciones al respecto son:
La legitimidad procedimental del Derecho, la primera garantía de
legitimidad reside en el respeto a las condiciones de la discusión sin
coacción, el respeto a los plazos, formas, a los procedimientos es
realmente esencial y substancial al Derecho, la mediación entre el
juez y las partes –mediación procedimental- constituye toda
legitimidad del Derecho.
Este punto se dirige a acreditar la idea de que el hombre no es
solamente sujeto de Derecho, sino igualmente titular de
responsabilidades.
Hay un lazo necesario entre el respeto a los procedimientos y los
derechos fundamentales. Al encuentro de la dialéctica los
procedimientos jurídicos tienen el efecto de universalizar y por tanto
de igualar, al menos o parcialmente, el derecho de la palabra, esta
regla del juego implica respeto al jugador.
La tarea de aplicar el derecho es entonces una obra hermenéutica, un trabajo
recomenzado.

4. ¿En qué consiste el modelo clásico jurídico?

Consiste en el modelo jupiteriano que postula que el Juez Júpiter es el


modelo jurídico clásico de juez, en una primera etapa, estuvo influenciado
por la Escuela de la Exégesis con su culto a la ley escrita y su reducción
de la función judicial a una tarea deductiva; y en una segunda etapa,
comprendió al derecho como un sistema jurídico estratificado alrededor
de la norma fundamental (Constitución material) y reconoció propiedades
en la creación y aplicación del derecho a la función judicial.

El Juez Júpiter es el dios celestial de la pirámide codificada basada en


una ficción jurídica, dueño de un derecho unidireccional y una justicia
absoluta e inmanente; por lo que no responde a las expectativas del
fenómeno de la globalización, conduce de manera inexorable al monismo
jurídico, el monismo político o soberanía estatal, el imperio de la
racionalidad deductiva y un futuro solventado en la idea moderna de
progreso de la historia.

El Juez Hércules está dotado de una racionalidad superior fundada en


una extraordinaria capacidad de discernimiento y argumentación, además
tiene un conocimiento exhaustivo de todas las normas que integran el
derecho de su comunidad y sus posibles conexiones mutuas. Este juez
semi dios toma en serio los derechos fundamentales, cuenta con tiempo
limitado de decisión, domina el imperio del Derecho y siempre encuentra
la respuesta correcta en los casos difíciles, dentro de la unidad del
Derecho apoyada en la coherencia narrativa y la jerarquía más
satisfactoria de los principios de la moral política de una comunidad en
una época determinada.

En materia de razonamiento jurídico el Juez Hércules es partidario de la


interpretación constructiva que es producto de la interacción
hermenéutica entre sujeto (intérprete) y objeto (interpretado); por lo que
la mejor interpretación posible aplicable al caso concreto puede provocar
entrecruzamientos de competencias normativas y conflictos entre
principios que tienden a balancearse y decidirse conforme a su peso; pero
estas decisiones deben adoptarse en el marco de una tradición jurídica
que se consolida al estilo de un escritor de novela en cadena, donde cada
contribución personal de los jueces se suma a los anteriores
pronunciamientos o precedentes judiciales generados.

5. ¿En qué consiste el monismo político o la soberanía estatal?

El monismo político o de la soberanía estatal, porque el código supone el


resultado de la identificación nacional y la centralización administrativa
que culmina en la figura del soberano, con lo que se reprime a los
múltiples consensos sectoriales y locales a favor de un acaso hipotético
consenso nacional.
La codificación del mismo modo que el establecimiento de la Constitución
en la cúspide de la pirámide normativa- supone el resultado de un proceso
de identificación nacional y de centralización administrativa que culmina
en la figura del soberano. A la multiplicidad de instituciones, estados y
cuerpos intermediarios del Antiguo Régimen le sustituye ahora el espacio
míticamente unificado de la voluntad nacional. A los múltiples consensos
sectoriales y locales los sustituye el consenso nacional -real o impuesto,
poco importa aquí- cuyo código traduce las principales opciones.

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