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Biblio 3W. Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales.

Universidad de Barcelona, nº 51, 13 de octubre de 1997.

LA APROXIMACIÓN DE LA GEOGRAFÍA A LA GLOBALIZACIÓN: ANÁLISIS


BIBLIOGRÁFICO DE LOS ESTUDIOS RESEÑADOS EN GEOGRAPHICAL
ABSTRACTS ENTRE 1992 y 1996.

El presente artículo se propone aclarar cual es el uso o los usos que la comunidad geográfica otorga al
concepto globalización. Aparecido en nuestro vocabulario recientemente este término, no obstante, ha
irrumpido con fuerza, y hoy salpica las páginas de los medios de comunicación y de los artículos
especializados que se publican en la denominada prensa científica. En esta misma revista, Biblio 3W,
ya se ha dedicado atención a este tema. Nuestro objetivo ha sido responder a una serie de preguntas:
¿de qué hablan los geógrafos cuando hablan de globalización?, ¿desde cuándo utilizan este término?,
y ¿en qué publicaciones aparecen los artículos que se ocupan de este tema? Con esta finalidad se han
estudiado todos los artículos, informes o libros reseñados en la publicación Geographical
Abstracts bajo las palabras claves que hacen referencia a la globalización, durante el periodo
comprendido entre enero de1992 y diciembre de 1996. En dicho periodo temporal fueron reseñadas en
esta publicación un total de 69 referencias bibliográficas, las cuales corresponden a 5 libros, 2 capítulos
en libros, 4 informes de la ONU, 2 informes del Banco Mundial y 56 artículos editados en 46 revistas
científicas diferentes. El propósito del presente artículo es ofrecer una primera aproximación al debate
geográfico en torno a la globalización, a partir de la lectura de los resúmenes de todas las referencias
aparecidas en Geographical Abstracts y de la lectura de alguno de estos artículos, aún siendo
conscientes de que nuestro panorama es sesgado, al limitarse a los trabajos referenciados bajo algunas
palabras clave en esta publicación.

Es destacable el hecho de que sobre las 46 revistas científicas reseñadas que han publicado artículos
sobre algún aspecto de la globalización, tan solo 11 son de carácter esplicitamente geográfico (> 25%),
siende el resto de las revistas económicas, de ciencias sociales o de otras materias específicas. No
obstante, en las revistas geográficas han sido publicados cerca del 50 por ciento de los artículos
reseñados, lo que demuestra el interés con el que se abarca este fenómeno desde la geografía.

En la actualidad, el empleo del vocablo globalización se ha popularizado, siendo de uso corriente en


los medios de comunicación de masas. No obstante, su aparición en las revistas científicas es muy
reciente; por ejemplo, en Geographical Abstracts hasta el número de mayo de 1992 no aparece
"globalización" como palabra clave de acceso a la información bibliográfica que esta publicación
ofrece.

Pero ¿qué es la globalización un concepto nuevo que define un proceso nuevo, o un concepto nuevo
que renombra y moderniza un proceso con un desarrollo histórico prolongado? La globalización es un
término que intenta definir un estructura de relaciones económicas que abarca todo el planeta, en la
que las condiciones de vida de una localidad están influenciadas por las relaciones económicas que
ésta mantiene con el resto del globo y por las relaciones económicas que se mantienen en el resto del
planeta sin la consideración de esta localidad. No obstante, la estructura global de la economía no es
un proceso nuevo, hay autores que consideran que existe una economía globalizada desde finales del
siglo XIX, cuando todos los territorios del planeta estaban bajo el dominio comercial de las potencias
europeas. Mientras que otros autores situan el inicio de la globalización en el Descubrimiento de
América. Aunque, también podriamos encontrar ejemplos de economías globalizadas en tiempos
pretéritos; el Imperio Romano sería un claro ejemplo, al relacionar económicamente todo el mundo
"conocido".

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Si la globalización de la economía no es un proceso nuevo ¿cuáles son entonces los motivos que han
propiciado la acuñación de un nuevo vocablo?, ¿por qué aparecen libros y artículos dedicados a esa
cuestión?, ¿a qué nos referimos cuando hablamos de globalización en la década de los noventa? Si
bien el proceso de globalización puede remontarse hasta los orígenes de la humanidad sin hallar
discontinuidades, también es cierto que desde la Segunda Guerra Mundial y, más especificamente,
desde los años ochenta se han producido una serie de innovaciones que han permitido una aceleración
de los intercambios comerciales y de información a escala mundial. Se ha producido un salto
cualitativo en la globalización del planeta. Una serie de innovaciones tecnológicas han producido
cambios en la estructura económica planetaría. El cambio fundamental que ha inducido o posibilitado
el resto de innovaciones ha sido la revolución en los transportes. El descenso en los costes de transporte
ha permitido la descentralización de la producción, desvinculando por primera vez los mercados de los
centros de producción. A este cambio que ha modificado la distribución del empleo sobre el planeta,
se deben añadir otras innovaciones importantes, como la explosión de las telecomunicaciones, que
permite el intercambio de información al instante o la globalización de los sistemas económicos.

En los medios de comunicación de masas el término globalización no tiene un uso muy específico, es
más bien un concepto abstracto que llega emplearse para realzar los titulares. E incluso algunos autores
han indicado que su uso tiene una intención propagandística en defensa de las políticas de los gobiernos
neoliberales, los cuales aprueban medidas impopulares, como la reducción de las políticas de bienestar
social, al amparo de la inevitable llegada de la globalización. Para aproximarnos a su estudio hemos
dividido las 69 publicaciones científicas en los siguientes siete categorías: 1) El Nuevo Orden Mundial,
2) la división internacional del trabajo, 3) la globalización y su influencia sobre las políticas de
bienestar, 4) globalización e identidad cultural, 5) políticas de desarrollo en un marco de integración
global, 6) sistemas financieros, competitividad y estrategias empresariales, y 7) la ciudad global: la
competencia por la atracción de capitales; aunque conviene advertir que en un gran número de artículos
aparecen más de una de estas materias.

El Nuevo Orden Mundial

Algunos aseguran que la globalización ha impuesto un Nuevo Orden Mundial, por lo tanto es lógico
que alguno de los trabajos intenten explicar cuáles son las novedades que presenta esta nueva
ordenación del planeta. El descenso de los costes de transporte por debajo de un valor crítico,
acontecido durante los años 80, ha propiciado la redistribución del trabajo y de las inversiones a escala
mundial y, consecuentemente, se ha incrementado la competitividad entre las diversos lugares por
atraer unas inversiones que, a pesar de todo, son limitadas. El descenso de los costes de transporte ha
provocado que parte del empleo, de la producción y de los ingresos hayan huido de los paises centrales
hacia la periferia en busca de una mano de obra más barata. ¿Pero son estos cambios suficientes para
hablar de un Nuevo Orden Mundial? Samir Amin, (1994) no cree que los cambios acontecidos hayan
comportado un nuevo orden mundial y, en su artículo explica la estrategía de adaptación a la
globalización desarrollada por los paises centrales para poder seguir apropiándose de los beneficios
generados en el sistema, los mecanismos del neocolionalismo. En su opinión, los paises centrales
tienen garantizada la apropiación de los beneficios del sistema global gracias a poseer el control de lo
que denomina los "cinco monopolios": el sistema financiero global, la tecnología, el acceso a los
recursos, la comunicación y los mass-media, y las armas o sistemas de destrucción de masas. Este
control reduce el problema de la descentralización de las industrias manofactureras a un simple sistema
de extracción de beneficios, que desvaloriza el trabajo y el capital invertido en actividades productivas,
en beneficio del valor añadido en actividades centrales.

No obstante, otros autores más optimistas, como T.M. Shaw (1994) o P. Krugman y A.J. Venable
(1995) se preguntan cuáles son las oportunidades de los paises del Tercer Mundo en el Nuevo Orden
Mundial, pues no se puede negar el aumento de inversiones en los paises periféricos; aunque desde
éstos la pregunta más formulada es cómo atraer la inversión extranjera en competencia con
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localizaciones tradicionales que ya cuentan con la ventaja inicial, en contra de la tendencia natural del
capital hacia la aglomeración. Paralelamente, G.L. Clarck, (1994) nos presenta la pregunta que
preocupa a los paises centrales: cómo mantener sus actuales índices de crecimiento económico y la
balanza comercial en valores positivos, cuando la producción industrial se desplaza hacia la periferia.
En resumen, ¿cómo substituir la base industrial de sus economías post-industriales y globalizadas?

La división internacional del trabajo

Para la geografía humana es un objeto básico de estudio el análisis de los cambios que la globalización
ha provocado sobre la división internacional del trabajo. Para Mittelman (1994), tras la guerra fría,
aparecieron nuevas condiciones globales que impusieron una nueva división del trabajo y afirmaron
nuevas relaciones sociales de poder. En su estudio, centrado en el Este Asiático, relaciona estos rápidos
cambios y el aumento de la competitividad con la profunda reestructuración del trabajo en estos países.
El mismo Mittelman, en su artículo de 1995, criticó la terminología "nueva división internacional del
trabajo" (NIDL), y propuso la alternativa "división global del trabajo" (GDL) termino que en su
opinión permite incluir la reestructuración de las regiones dentro de una interpenetración de los
procesos globales, las dinámicas regionales y las condiciones locales. El autor también denuncia en
este último trabajo que la reestructuración conlleva una fuerte contradicción entre la clara preferencia
por la democracia en las políticas nacionales y las demandas de cambios en políticas económicas y
sociales que solicitan las corporaciones empresariales en los mercados mundiales.

Desde una línea neoliberal, Lambert y Caspersz (1995) exponen las diferencias en las políticas de
reestructuración del mercado laboral de los paises occidentales, alabando los índices de
desregularización alcanzados en Asia, que en su opinión explican el incremento de inversiones
realizadas en dicho continente, en los últimos años, en contraste con la crisis de empleo en los países
de la OECD. El trabajo analiza también las repercusiones de la argumentación neoliberal en favor del
no intervencionismo en cuestiones laborales.

Desde una oposición a las tesis neoliberales, De Wet (1995) explica que la imposición del pacto social
es una medida esencial para alcanzar el libre y equilibrado funcionamiento de la economía de mercado.
El autor identifica este discurso como constante entre los gobernantes de los países y sus respectivas
representaciones industriales, y aclara que para entender la repercusión política y social de los cambios
laborales se debe analizar quienes son y el papel que juegan los protagonistas y antagonistas sociales
dentro de los propósitos de liberalización económica inducidos por la globalización.

En esta misma línea, Silver y otros (!995) aportan una perspectiva histórica de la relación dinámica
entre mercado laboral y capitalismo en el siglo XX. El artículo se centra en el estudio de los vínculos
entre la militancia obrera y la evolución del moderno sistema mundial. El trabajo utiliza informaciones
compiladas de noticias de periódicos desde 1870 hasta 1990, y para la actual etapa de globalización
busca aclarar cual es la participación del movimiento obrero en la generación de esta nueva división
internacional del trabajo. En esta misma línea, pero analizando un ejemplo específico, Herod (1995)
estudió el caso de los metalúrgicos de West Virginia (Estados Unidos). En él evaluó la capacidad
sindical de intervención sobre las políticas laborales en un enfrentamiento histórico contra los intereses
de una poderosa transnacional del sector. El autor concluye que la victoria de los trabajadores sobre la
empresa transnacional, a la que obligó a firmar un nuevo convenio laboral más favorable, es razón
suficiente para despertar una mayor atención de los investigadores sobre la influencia de los
movimentos obreros organizados en el proceso de globalización, importantes aún a pesar de ser poco
considerados.

La globalización y su influencia sobre las políticas de bienestar

La globalización y la deslocalización de las inversiones han incrementado los niveles de


competitividad entre las diversas ciudades, regiones y estados; en este marco algunos autores se
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realizan dos preguntas: una, ¿cuál es el nuevo papel de estado nacional?; y otra, ¿sí es posible ser
competitivo y mantener los actuales niveles de bienestar?

Todos los autores que intervienen en este debate están de acuerdo en la existencia de dos procesos. El
primero es la pérdida de autonomía de los gobiernos nacionales, ya que la globalización ha reducido
su capacidad histórica para regular la economía y las políticas sociales nacionales, al tiempor que el
nivel de independencia económica de los estados se ve restringido por las necesidades del mercado
global. El segundo de los procesos es que los Estados se ven obligados a competir por atraer las
inversiones de las multinacionales, lo que condiciona a un país, para ser competitivo, a sacrificar sus
actuales niveles de cohesión social, independencia, libertad política y bienestar social.

No obstante, existen dos formas diferentes de valorar estos procesos. Los neoliberales, (en nuestra
recopilación representados por Fagan y Le Heron) valoran positivamente la reducción del control
estatal sobre la economía, puesto que la nación, en su opinión, no es el espacio natural para la
circulación monetaria, por lo que la disminución de las trabas estatales representa una clara ventaja.
Consecuentemente valoran de manera positiva la desregularización y la privatización de los servicios
que en los años 80 impulsó el Estado, ya que aseguran que en manos privadas serán más eficientes.
También valoran positivamente el desmantelamiento de los sistemas de protección social, dentro de la
línea liberal más tradicional, que considera que las políticas de protección al desempleo impiden la
financiación de las políticas activas de empleo, imposibilitando a su vez la generación de puestos de
trabajo.

Por su parte, Korten (1995) atribuye la emergencia de un sistema global a una convergencia ideológica,
política y tecnológica que favorece intereses sociales sin compromiso con el bienestar colectivo; ésta
sería la razón principal del fracaso del Estado del Bienestar, que no puede rearticularse a partir de este
nuevo ordenamiento de la economía mundial. Según el autor, las alternativas a un sistema económico
y político de este siglo - capitalismo y comunismo - no se centran hoy en la búsqueda de bienestar y
mayor calidad de vida para la humanidad. Y considera que las políticas de bienestar son un artificio
historico para el mantenimiento de la estabilidad de un sistema que, hoy por hoy, concentra suficiente
poder para mantenerse sin ellas.

A su vez, la organización ANON (1995), aún manteniendo las tesis liberales dominantes en estas
instituciones, afirmó que es fundamental recrear políticas de bienestar con el avance de la
globalización. Para eso, propone medir los efectos sociales de este proceso por medio de una
identificación de los ganadores y los perdedores en la reestructuración económica e investigar como
cada uno de estos responde a las nuevas circunstancias. Solamente así, dice el autor, se puede proceder
a la planificación de una acción local, nacional e internacional hacia unas propuestas de políticas de
bienestar coherentes con la nueva realidad.

Paralelamente, existen otros autores que denuncian que las políticas de bienestar han sido muy
afectadas por los ajustes fiscales de los Estados nacionales. Miller (1995), alerta en su investigación
que la retirada de políticas de bienestar está produciendo un incremento de los niveles de pobreza en
todo el mundo y una creciente polarización social entre ricos y pobres. Su artículo aboga para que el
sistema político mundial actúe sobre las condiciones necesarias para el crecimiento económico global
con equidad a través de un espacio de discusión global de los rumbos del desarrollo, como en su
momento fue la Conferencia de Bretton Woods. Para el autor, ésta sería una fórmula eficaz para
establecer unas condiciones sociales previas a la globalización de las economías.
Más radical es la crítica efectuada por Diskin y Koechlin, para quienes la globalización es únicamente
una parte del discurso justificativo neoliberal con el fin de convencer de la imperiosa necesidad de
desregularizar la economía para mantener la competitividad de los distintos estados; pero, en último
término, para imponer todas las concesiones que solicitan las grupos de presión que determinan la
economía global. En esta línea Hirst y Thompson aseguran la continuidad del Estado-nación en el seno
de la economía global, ya que éste ha demostrado su capacidad para ejercer el poder sobre la sociedad,
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un poder que sería ingestionable a escala mundial.

Por otra parte, R. Dahrendorf (1995) denuncia que en los paises desarrollados se están produciendo
unas tasas de desempleo del 5-10 por ciento (que en España alcanza el 20%) a pesar de la aplicación
de las políticas neoliberales. En estos paises crece una clase desfavorecida excluida del sistema, pero
incapaz de producir un conflicto social que se manifieste de otra forma distinta al "conflicto
individual", ya que los mecanismos de control social en estas sociedades han alcanzado unos niveles
de elaboración que impide las fisuras. De todas formas, advierte el autor, que existen diferentes grados
de conflictividad, siendo la población asiática más estable que la europea.

Globalización e identidad cultural

El impacto de la globalización sobre las identidades culturales locales ha despertado un gran interés
tanto en la geografia humana como en otras ciencias sociales. El núcleo central de la cuestión sería el
estudio del impacto que sobre las culturas posee el avance imparable de la cultura de mercado; lo que
implica discutir las relaciones causales entre la dinámica capitalista y la superestructura social.

E. Berner y R. Korff (1995) parten del supuesto que la globalización no es la extensión global de una
cultura o sociedad particular, sino la selectiva transnacionalización de diversas partes de las diferentes
culturas. Estos autores afirman que caracterizar la globalización como un fenómeno de
"norteamericanización" es despreciar la cultura local como elemento de la producción-reproducción
de una sociedad. En su investigación acerca de las ciudades de Bangok y Manilla, observan que es en
las relaciones locales donde las sociedades actúan de manera resistente a la globalización, ya que los
individuos tienen una conducta que no es heredada ni inducida por la globalización; sino que son las
sociedades locales quienes producen su própio universo de relaciones y un patrón de conducta ajeno a
la transnacionalización de las culturas, que se manifiesta "hacia fuera" de cada local, y no "hacia
dentro". El tipo de relaciones que tienen los vecinos en Bankgok y de Manila, con sus lazos de
solidaridad y sus redes sociales locales es un ejemplo de una cultura que se mantiene a pesar de la
globalización y que no se transforma de acuerdo a ella.

En franca oposición a esta perspectiva, D. Ghai y C. Hewit (1994) argumentan que los cambios en la
cultura acompañan una desintegración social, hecho que está ocurriendo bajo un contexto de un
colapso económico global. Afirman estos autores que la crisis estructural en la sociedad capitalista está
produciendo nuevas formas de organización y control social. En este caso, la globalización afectaría a
las distintas formaciones culturales sin que éstas posean la capacidad para deslocalizar el proceso de
su eje director, ya que desempeñarían un papel pasivo en la reestructuración de los mecanismos de
poder. En su opinión, este proceso tiene lugar no sólo en el mundo de la organización sociopolítica y
en las expresiones macrosociales de la ideología y la cultura, sino sobre todo en los núcleos familiares
y en las relaciones personales, considerando que las sociedades son crecientemente multi-étnicas y
desagregadas desde un punto de vista de lo coletivo.

P. Sparr (1995) aporta al debate el tema de las relaciones de género como cuestión seriamente afectada
por los cambios culturales fomentados por la globalización. El autor analiza la evolución de las
políticas sociales en el estado capitalista desarrollado, y estima que en éste la reestrucuturación
económica global ha tenido un profundo impacto sobre el trabajo feminino y en la pobreza, y que el
paradigma neoliberal ha provocado graves consecuencias para la mujer. Analizando el caso de los
Estados Unidos, propone que se estudien con mayor amplitud los cambios acerca de la relación entre
la perspectiva social de la mujer y sus nuevos espacios en tiempos de reestructuración económica.

Para finalizar, Gunn (1994) aborda la relación entre historia y ciencia, y entre herencia y proceso,
rescatando una relación de causalidad entre cultura y medio físico que hoy es condenada por las
ciencias sociales en general. La globalización, en su tendencia homogeneizadora, levantaría el
supuesto velo de las diferenciaciones culturales como fenómeno intrínsicamente social. Esta visión
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ahistórica, aparentemente una crítica posmoderna a la geografía humana, propone un examen global
de los efectos de las mudanzas climáticas en las culturas regionales, buscando maneras de correlacionar
fenómenos como "El Niño", el vulcanismo, la inestabilidad de las temperaturas globales, etc., con
comportamentos sociales colectivos y desarrollo culturales.

Políticas de desarrollo en un marco de integración global

El concepto de región puede referirse a diferentes escalas territoriales, desde una región metropolitana
hasta una región supranacional. La importancia de los estudios sobre globalización y desarrollo
regional está, justamente, en articular estas distintas escalas con un proceso sostenido por redes
globales en el espacio geoeconómico. Así, J. Robertson (1994), afirma que las estructuras económicas
nacional y supranacional condicionan las expectativas, oportunidades y límites de las decisiones y
actividades económicas locales. Su idea se basa en que en los dos últimos siglos ha habido una gran
dependencia de las economías locales y regionales dentro del proceso de industrialización de los
países. Tradicionalmente, las políticas económicas se centraron en la escala nacional, lo que las ha
hecho poco flexibles. El autor defiende la necesidad de un control más flexible del sistema económico
como un punto clave para el futuro. Esta necesidad nace de la internacionalización de las economías,
que están siendo obligadas a establecer marcos de planificación no coincidentes con los niveles
nacionales. Como ejemplos, la integración europea y las iniciativas plurinacionales para fomentar el
desarrollo sostenible, por una lado, y la descentralización de las funciones económicas hacia las
regiones subnacionales y las localidades, por otro.

Más pesimista con respecto al impacto de la globalización en el desarrollo regional, O'Hearn (1993)
cuestiona la integración europea como medio para reducir las desigualdades dentro de Europa. Para el
autor, la competición global forzará a las empresas europeas y a los Estados a buscar estrategias de
desarrollo local ajenas a la equidad regional.

A su vez, Robinson (1994) admite que los cambios globales implican fuertes sistemas interactivos y
fuertes diferenciaciones regionales. Según el autor, es difícil modelar un "cambio global" a nivel
regional, particularmente para las áreas ex-comunistas de la Europa central y el Este europeo. Afirma
que los modelos existentes no pueden ser adaptados para articular el desarrollo de estas regiones, fuera
de su papel subordinado.

Por su parte, C. Cooper (1994), buscando incorporar los cambios técnicos como elementos dinámicos
de la transformación de los territorios, analiza las cambios recientes en las políticas tecnológicas de
los países en desarrollo. El autor explica, que ha pesar de la esportación de los procesos industriales
desde los paises centrales hacia los países en desarrollo, no es seguro que estos últimos puedan alcanzar
los niveles de bienestar de los primeros, ni tampoco determina cuales serán las condiciones que
definirán su inserción en el contexto internacional.

En la misma línea, A. Reddy y J. Sigurdson (1994) afirman que desde la mitad de los años 80 las
corporaciones transnacionales que desarrollaban I + D, empezaron a traspasar parte de sus
investigaciones a sus sedes en los países en desarrollo. Este cambio fue posible gracias a la
disponibilidad en estos paises de grupos de trabajo técnicamente cualificados. Produciéndose la misma
tendencia que se da en las inversiones industriales con el objeto de reducir los costes e innovar para un
mercado regional. Para los autores, las condiciones de partida de estos países dentro de un marco
globlal serían en gran medida dictadas por las estrategias internas de las empresas transnacionales.

A su vez, M. Wegener (1993) estima que la globalización impone cambios acelerados en los países
industrializados. Desde el incremente de las infraestructuras regionales al desarrollo de sistemas
logísticos, como la subcontractación o los procesos "just-in-time" que constituyen importantes
transformaciones que atañen principalmente al sector de los transportes.

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El trabajo de H. Kreutzmann (1995) se ocupa de la interrelación entre el medio ambiente y la economía.
El trabajo defiende que un análisis de los conflictos de intereses, modelos de cambio y disparidades
regionales es fundamental para el entendimiento del proceso de desarrollo presente en las regiones
montañosas del tercer mundo, lo que les confiere una inserción desigual en el proceso de globalización
y con muchos matices internos.

Finalmente, un capítulo aparte formarían los trabajos que se ocupan del análisis del sistema
agroalimentario y de las políticas que lo gestionan. Centrado en este particular encontramos la
aportación de T. Marsden y K. Arce (1995), quienes opinan que la globalización de los espacios
productivos rurales no comporta la estandarización de la produción agraria; lo cual es debido a que se
están desarrollando nuevas formas de relación entre la industria alimentaria y los consumidores, lo que
sumado a importantes cambios en la estructura de las unidades de producción, dirigidos a una mayor
rentabilidad por parcela, ha provocado una mayor oferta de bienes y servicios (incluyendo la proteción
ambiental), intentado la explotación de lo particular o lo ecológico. Dicen los autores que es necesario
examinar los cambios agrarios y agroalimentarios desde una perspeciva multidisciplinaria,
asociándolos a la construción del valor social y del significado político del alimento. Son muchas las
contradiciones generadas en la esfera política, ante la existencia de intereses con peso distinto en las
varias escalas de planificación, desde lo local a lo nacional; la globalización de las relaciones
producción-consumo induce a una reorganización de las relaciones de poder. La creciente complejidad
de la política agrícola y rural se produce por las diferentes estrategias globales de las agroindustrias
frente a los circuitos económicos y financieros, reduciendo la capacidad de maniobra de los actores
locales.

Paralelamente, C.G. Davis y M.R. Langham (1995) se ocupan de la conservación de los recursos
naturales, óptica que debe generar nuevas políticas de explotación que creen nuevos parámetros de
desarrollo para los territorios rurales, la agricultura y los agentes involucrados en estos procesos. En la
misma línea ecológica, pero desde una óptica malthusiana H.W. Kendall y D. Pimentel (1994) han
realizado proyecciones sobre las posibilidades de incremento de la producción de alimentos para el
año de 2.050, cuando esperan que la población se haya doblado. El balance que nos facilitan es
pesimista y presenta pérdidas ecológicas crecientes, alteraciones climáticas globales en el planeta y
una oferta menor de alimentos. Aunque también intentan facilitar las directrices necesarias para evitar
estos graves problemas futuros.

Competitividad y estrategías empresariales

La globalización es un concepto vinculado al ámbito económico más que a cualquier otro. Pero, ¿cuál
es la influencia de la globalización en la economía? ¿qué cambios ha producido la globalización en los
mercados? ¿cuáles han sido las adaptaciones de las empresas a estos cambios? Algunos de los artículos
reseñados en Geographical Abstracts están dedicados a explicar estas cuestiones, bien desde una
óptica general, bien desde el estudio de un caso particular.

En materia económica dos son los aspectos fundamentales que justifican la literatura actual sobre la
globalización. El primero hace referencia a la deslocalización de la producción propiciada por la caida
de los costes de transporte; proceso que ha propiciado la aparición de las corporaciones
transnacionales. Éstos se caracterizan por producir y comercializar sus productos en varios mercados
como las multinacionales, pero cuyo capital, a diferencia de éstas, no está participado por inversores
de una sola nación, sino que poseen unas relaciones de capital repartidas (entre inversores apatridas)
lo que disminuye el marcado carácter extractivo que poseen las multinacionales sobre los beneficios.
El segundo de los aspectos es la liberalización del sistema financiero, y la consiguiente reducción de
las trabas a la libre circulación de capitales propiciadas por los acuerdos del GATT; aunque sobre este
particular B.J. Cohen (1996) nos advierte que esta mayor apertura de las fronteras a los capitales
extranjeros no debe entenderse como una innovación, sino como una resurrección de las tésis más
liberales dentro del ciclo económico de proteccionismo- librecambismo.
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Ante estos dos aspectos fundamentales las opiniones de los autores aquí reseñados se dividen entre las
de los que alaban los cambios propiciados por el liberalismo y las de los que se muestran cautos ante
esta situación. La oposición a la globalización no está basada en la internacionalización de la economía,
sino en los efectos que ésta produce sobre la pérdida de autonomía en las política económicas de los
gobiernos nacionales o sobre el desmantelamiento del Estado del Bienestar.

La globalización ha incrementado el poder de intervención de las corporaciones trasnacionales sobre


las políticas económicas estatales. Un ejemplo de este fenómeno nos lo facilita A. P. D'Costa (1995),
quien nos explica en su artículo que la intervención del capital japonés en la industria automovilística
hindú provocó la modificación de leyes económicas en este país. Aunque otros autores observan
efectos posítivos en la intervención de las transnacionales en los paises en vías de desarrollo. Así, el
informe anual de la ANON de 1993 alababa los efectos de la inversión extranjera en los países
periféricos, debido a que las plantas industriales generadas con estas inversiones actuaron como polos
de desarrollo, permitiendo la transferencia de tecnología, de know-how y el acceso a nuevos mercados;
de este modo este organismo de la ONU revisaba la idea tradicional de que la inversión extranjera es
unicamente extractiva. No obstante, este mismo organismo en informes de años posteriores matizó las
posibilidades de crecimiento de los paises en desarrollo en competencia con aquellos que ya poseen la
ventaja inicial, lo que como asegura J. Taylor sigue siendo el primer factor de localización valorado
en las inversiones de las empresas.

Finalmente, algunos estudios han analizado las estrategías de adaptación de las empresas al mercado
global. En este campo D.W. Edgington (1993) ha estudiado las estrategias de globalización de las
corporaciones industriales niponas, distinguiendo un crecimiento en tres fases: en la primera se
establece una relación lineal entre un mercado y Japón, en la fase media la empresa japonesa afronta
una especialización internacional y construye una organización en malla para, en la fase final,
establecer una estrategia mundial.

Otra estrategia de notable adaptación empresarial a la globalización ha sido protagonizada por algunas
compañías publicitarias. Éstas, como explica D.A. Leslie, han pasado a basar sus campañas en las
marcas, en detrimento de los productos, pues estos últimos han de adaptarse a cada uno de los mercados
nacionales, siendo en cambio la marca única en todo el planeta. La trasnacionalización de las agencias
de publicidad desempeña un papel importante en la constitución geográfica del mercado, dentro de la
internacionalización de una cultura del consumo. Esta reorganización de las agencias está comportando
una concentración del control del mercado en las grandes compañías que crecen fuera de los espacios
regionales o nacionales. La globalización hace referencia a la interrelación entre diferentes lugares en
el mundo, pero no hay sentido para una cultura global sino es como un proceso de producción de una
cultura transnacional. Las agencias de publicidad serían parte de las "terceras culturas" y
desempeñarían un papel trascendente en la mediación entre diferentes culturas nacionales. Estas
agencias contribuyen a que muchos segmentos de mercado se repitan en todo el mundo, con categorías
comunes de productos.

La ciudad global: La competencia por la atracción de capitales

El tema que se repite reflejado en casi la totalidad de los artículos que hacen referencia a la ciudad
global, es la competencia entre las distintas ciudades por atraer el capital móvil en manos de inversores
multinacionales. Esta temática es la que posee una tradición más prolongada de los hasta ahora
presentados. Tanto los urbanistas como los gestores urbanos han tenido que ocuparse de la
competencia interurbana desde la crisis industrial de los años setenta. Durante todo el siglo XX en la
ciudad se había producido un crecimiento continuado promovido por el aumento del consumo de
bienes industriales. Pero, la crisis de 1973 modificó esta tendencia: la industria abandonó las ciudades
y muchas de éstas entraron en crisis. Los gestores urbanos que hasta ese momento se habían dedicado
a gestionar un crecimiento urbano tuvieron que enfrentarse al estancamiento. Su principal
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preocupación fue recuperar el nivel de ingresos de la ciudad. Sustituir el dinero que habían dejado de
recaudar por la crisis industrial, buscando nuevas fuentes de ingresos: los servicios, las finanzas y el
turismo. Desde ese momento, las políticas de marketing urbano y desarrollo local marginaron a las
políticas sociales o de vivienda en el seno de los presupuestos.

Los urbanistas, pues, llevan más de dos décadas aproximándose a la ciudad en el seno de un marco
global y competitivo. Como nos indica K.R. Cox la lógica central de las New Urban Politics es que
cada ciudad o comunidad está inmersa en una fuerte competencia por captar el capital móvil en
circulación. Los ayuntamientos y las comunidades entran en competencia entre sí para captar la
localización de centros comerciales, centros de convenciones, sedes de corporaciones o sedes de
organismo oficiales. E inmersas en esta competición han de someterse a las exigencias de grandes y
no tan grandes empresas, conscientes de su poder, ofreciéndoles incentivos de diverso tipo, desde
exención de impuestos hasta la construcción de infraestructuras. Asímismo, las ciudades han entrado
en una competencia por la imagen, básica tanto para la captación de inversiones como para la atracción
del turismo, una de sus principales fuentes de ingresos. Esta competición ha impulsado la recuperación
de los centros históricos y, también, la gentryficación de todos aquellos sectores de la ciudad con
capacidad para atraer al turista.

En esta competición, en opinión de K.R. Cox, las corporaciones locales no están solas. El dinero
público es respaldado por el dinero privado en manos de los agentes urbanos, también interesados en
el éxito internacional de la ciudad que alberga sus inversiones. Entre estos agentes se destaca el papel
de las Cámaras de Comercio.

Por otra parte, Pryke y Lee opinan que aunque la globalización y el cambio tecnológico han
incrementado la competitividad entre y dentro de los centros financieros por la atracción de capitales,
la singularidad de las diversas ciudades y la ventaja inicial de los centros urbanos consolidados implica
que cada localidad pueda explotar su singular definición. Las ciudades que cuentan ya con una
presencia internacional y unas economías de escala consolidadas poseen una ventaja inicial
determinante en esta competición. Ante esta situación así definida, Knox y Taylor se preguntan cual
es el papel de las ciudades del Tercer Mundo en este sistema de ciudades globales. Y en su artículo
Gilbert enumera las recetas que deben seguir estas ciudades para potenciar su presencia a nivel
internacional: desregularizar el mercado de trabajo y empresarial, privatizar, modernizar el estado y
estabilizar la economía. En resumen, la receta liberal aplicable a todo mal.

Para Konvitz las megaciudades que ofrecen economías de escala, facilidad de accesos financieros,
mejores oportunidades de empleo son las que están asociadas con el crecimiento de la economía
mundial. Pero el tamaño no es el único factor que determina la importancia económica, sino la
capacidad de captar parte de la demanda internacional de servicios y negocios. Mientras para M.
Castells (1993) los centros de negocios nacionales-internacionales, los servicios urbanos y las áreas de
oficinas son los motores de la economía global.

Finalmente, entre todas las aportaciones aquí reseñadas sobre la ciudad global, es necesario destacar
la voz discrepante de Budd, quien se cuestiona la existencia de una economía globalizada, debido a los
impulsos estatales para formar alianzas entre los mercados de las grandes ciudades.

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