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religiÓn

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II CICLO

Oficina Diocesana de Educación Católica

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LICENCIA ECLESIÁSTICA

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PRESENTACIÓN
La Oficina de Educación Católica de la Prelatura de Yauyos presenta
el nuevo texto de Religión para primer año de Educación Secundaria.
Los que han escrito este texto han tratado que se conozca mejor la
doctrina cristiana y que, de esta manera, se pueda vivir con coherencia
nuestra fe. San Agustín decía: “Dios que te creó sin ti, no salvará sin
ti”. Esto significa que el hombre se salva siguiendo a Cristo, en uso de
su libertad responsable y movido por el Espíritu del Señor.
Al redactar este libro han pensado en los que van a estudiarlo y en
los que van a explicarlo. Para la mayoría de las lecciones es comple-
mento indispensable la Sagrada Escritura. Se ha procurado conservar
los contenidos esenciales del Evangelio, siempre antiguo y siempre
nuevo. Asimismo se ha tenido muy presente el rico contenido doc-
trinal del Catecismo Universal de la Iglesia Católica y el provechoso
Magisterio de los últimos papas.
En la Exhortación Apostólica Postsinodal La Iglesia en América se
expone con claridad la necesidad de evangelizar los centros educati-
vos: “El mundo de la educación es un campo privilegiado para promo-
ver la inculturación del Evangelio. Sin embargo, los centros educativos
católicos y aquellos que aun no siendo confesionales tienen una clara
inspiración católica, sólo podrán desarrollar una acción de verdade-
ra evangelización si en todos sus niveles, incluido el universitario, se
mantiene con nitidez su orientación católica. Los contenidos del pro-
yecto educativo deben hacer referencia constante a Jesucristo y a su
mensaje, tal como lo presenta la Iglesia en su enseñanza dogmática y
moral. Sólo asi se podrán formar dirigentes auténticamente cristianos
en los diversos campos de la actividad humana y de la sociedad, espe-
cialmente en la política, la economía, la ciencia, el arte y la reflexión
filosófica” (Juan Pablo II, La Iglesia en América, n. 71).
Creemos brindar a los profesores un valioso elemento de trabajo en
la noble y difícil misión educadora que le han sido encomendada.

Padre Víctor Huapaya Quispe


Director de la ODEC

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ÍNDICE

1. La Revelación divina.......................................................................................
2. La Sagrada Escritura: su inspiración divina e interpretación..........................
3. El Antiguo Testamento....................................................................................
4. El Nuevo Testamento......................................................................................
5. El misterio de la creación................................................................................
6. Creación del hombre.......................................................................................
7. Dios crea al hombre a su imagen y semejanza..............................................
8. La providencia divina......................................................................................
9. El pecado del hombre. El escándalo del mal..................................................
10. La alianza de Dios Padre con los hombres.....................................................
11. Jesús nacido en medio de un pueblo..............................................................
12. Jesús el mesías prometido..............................................................................
13. La venida del Espíritu Santo...........................................................................
14. El Espíritu Santo Santificador . .......................................................................
15. El pueblo de Dios en el Antiguo Testamento...................................................
16. La Iglesia en el designio de Dios.....................................................................
17. La llamada universal a la santidad..................................................................
18. Adviento: Espera de la venida de Jesús.........................................................
19. Presencia de María en la historia y en la vida de la Iglesia............................
20. La fe de Iglesia en María. Los privilegios de María.........................................

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Tema 1
LA REVELACIÓN DIVINA
A. MOTIVACIÓN
La historia de San Agustín con el niño es por muchos conocida. La misma surge del
mucho tiempo que dedicó este gran santo y teólogo a reflexionar sobre el misterio de la
Santísima Trinidad, de cómo tres personas diferentes podían constituir un único Dios.
Cuenta la historia que mientras Agustín paseaba un día por la playa, pensando en el
misterio de la Trinidad, se encontró a un niño que había hecho un hoyo en la arena
y con una concha llenaba el agujero con agua de mar. El niño corría hasta la orilla,
llenaba la concha con agua de mar y depositaba el agua en el hoyo que había hecho
en la arena. Viendo esto, San Agustín se detuvo y preguntó al niño por qué lo hacía,
a lo que el pequeño le dijo que intentaba vaciar toda el agua del mar en el agujero
en la arena. Al escucharlo, San Agustín le dijo al niño que eso era imposible, a lo que
el niño respondió que si aquello era imposible hacer, más imposible aún era el tratar
de descifrar el misterio de la Santísima Trinidad.

B. CONTENIDO DOCTRINAL
1. LA REVELACIÓN DE DIOS
a. Dios se da a conocer
La revelación es la manifestación que hace
Dios a los hombres de sí mismo y de su
plan de salvación. Dios se revela sobre todo
en su Hijo Jesucristo. La revelación divina,
de la que forman parte las Sagradas Escri-
turas y la Sagrada Tradición, es transmitida
por la Iglesia, que vela por su integridad.
Con la Revelación Dios se da a conocer
a Si mismo directamente. Dios se revela,
es decir, permite que se le conozca a El
mismo, manifestando a la humanidad «el Van Gogh, La Biblia.
misterio de su voluntad» (Ef 1, 9). La voluntad de Dios es que los hombres, por me-
dio de Cristo, Verbo hecho hombre, tengan acceso en el Espíritu Santo al Padre y se
hagan partícipes de la naturaleza divina. Dios, pues, se revela al hombre a Sí mismo,
revelando a la vez su plan salvífico respecto al hombre. Este misterioso proyecto sal-
vífico de Dios no es accesible a la sola fuerza razonadora del hombre.
La Revelación “supera” al hombre, porque abre ante él las perspectivas sobrenaturales.
Pero en estas perspectivas está puesto el más profundo cumplimiento de las aspira-
ciones y de los deseos enraizados en la naturaleza espiritual del hombre: la verdad, el
bien, el amor, la alegría, la paz. San Agustín expresó esta realidad con la famosa frase:
“Nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en Ti” (Confesiones, 1, 1).

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b. Las etapas de la Revelación
Dios «se comunica» gradualmente al hombre, introduciéndolo sucesivamente en su
«auto–Revelación» sobrenatural, hasta el culmen, que es Jesucristo.
Toda la economía de la Revelación se realiza como historia de la salvación, cuyo pro-
ceso impregna la historia de la humanidad desde el principio.
Desde el comienzo se reveló a nuestros primeros padres y les invita a una íntima
comunión con Él. Esta revelación no se interrumpió por el pecado de los primeros
hombres. Efectivamente, Dios «después de su caída, no interrumpe su revelación, y
les promete la salvación para toda su descendencia. Después del diluvio, establecie-
ron con Noé una alianza que abraza a todos los seres vivientes. Al llegar el momento,
llamó a Abrahán para hacerlo padre de un gran pueblo (cf Gn 12,2-3). Después de la
edad de los patriarcas, instruyó a dicho pueblo por medio de Moisés y los profetas,
para que lo reconociese a El como Dios único y verdadero, como Padre providente y
justo juez; y para que esperara al Salvador prometido. De este modo fue preparando
a través de los siglos el camino del Evangelio» (DV 3).
La plena y definitiva revelación de Dios es la que Él mismo llevó a cabo mediante su
Verbo encarnado, Jesucristo, mediador y plenitud de la Revelación. Esta revelación ya
se ha cumplido plenamente, con la venida del Hijo y el Don del Espíritu, aunque la fe de
la Iglesia deberá comprender gradualmente todo su alcance a lo largo de los siglos.

2. LA TRANSMISIÓN DE LA REVELACIÓN DIVINA


a. El depósito de la Palabra de Dios
El depósito de la fe ha sido confiado por los Apóstoles a toda la Iglesia. Todo el Pueblo
de Dios, con el sentido sobrenatural de la fe, sostenido por el Espíritu Santo y guiado
por el Magisterio de la Iglesia, acoge la Revelación divina, la comprende cada vez
mejor, y la aplica a la vida.
¿Dónde podemos encontrar lo que Dios ha revelado para adherirnos a ello con nues-

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tra fe convencida y libre? Hay un «sagrado depósito», del que la Iglesia toma comu-
nicándonos sus contenidos.
Como dice cl Concilio Vaticano II: «Esta Sagrada Tradición con la Sagrada Escritura
de ambos Testamentos, son el espejo en el que la Iglesia peregrina contempla a Dios,
de quien todo lo recibe, hasta el día en que llegue a verlo cara a cara, como El es (cf
1 Jn 3, 2) » (DV 7).
b. La transmisión de la divina Revelación en los cristianos
Jesús les dijo a sus apóstoles: “Id y Pre-
dicad”; esta enseñanza oral de los Após-
toles ha sido transmitida de generación
en generación por medio de los Papas
y Obispos de la Iglesia Católica hasta
nuestros días.
Más adelante, algunos apóstoles y dis-
cípulos de Jesús, pusieron por escrito lo
escuchado. Pero al inicio, la transmisión
de la doctrina, era oral. No todo el men-
saje de Jesús se encuentra escrito, nos
Proclamación del Evangelio.
lo deja claro el evangelio de San Juan: “Je-
sús hizo muchas cosas, si se escribieran una por una, creo que no habría lugar en el
mundo para tantos libros” (Jn 21,25)
Las enseñanzas de la Tradición están contenidas en los Símbolos o Profesiones de la
fe (por ej., el Credo), en los documentos de los Concilios, en los escritos de los Santos
Padres de la Iglesia y en los ritos de la Sagrada Liturgia.
Con la Sagrada Tradición y la Sagrada Escritura las nuevas generaciones de los dis-
cípulos y de los testigos de Jesucristo alimenta su fe, porque «lo que los Apóstoles
transmitieron comprende todo lo necesario para una vida santa y para una fe crecien-
te del Pueblo de Dios» (DV 8).
c. Comprensión de la Sagrada Tradición
La Sagrada Tradición es la Palabra de Dios no escrita en la Sagrada Biblia, sino
transmitida oralmente por Jesús a los
Apóstoles y por éstos a la Iglesia.
«Esta Tradición apostólica va crecien-
do en la Iglesia con la ayuda del Espí-
ritu Santo; es decir, crece la compren-
sión de las palabras e instituciones
transmitidas cuando los fieles las con-
templan y estudian repasándolas en
su corazón (cf Le 2, 19.51), cuando
comprenden internamente los miste-
rios que viven, cuando las proclaman
Caravaggio, San Jerónimo. los Obispos, sucesores de los Apósto-

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les en el carisma de la verdad. La Iglesia camina a través de
los siglos hacia la plenitud de la verdad, hasta que se cum-
plan en ella plenamente las palabras de Dios» (DV 8).
El oficio de interpretar auténticamente la Palabra de Dios,
oral o escrita, ha sido encomendado únicamente al Magiste-
rio de la Iglesia, al Papa y a los obispos en comunión con él.

C. AUTOEVALUACIÓN
1. ¿Qué es la revelación?
2. ¿Cuáles son las etapas de la Revelación?
3. ¿Quién llevó a cabo la plena y definitiva revelación de
Dios? Beato Francisco,
4. ¿A quiénes ha sido confiado el depósito de la fe? vidente de Fátima.
5. ¿Qué es la Sagrada Tradición?
6. ¿Qué dice el Concilio Vaticano II sobre la Sagrada Tracición?
7. ¿A quién corresponde el oficio de interpretar auténticamente la Palabra de Dios?

D. ACTIVIDADES SUGERIDAS
1. Averiguar el significado de milagro y profecía.
2. Enumerar algunos milagros realizados por Jesucristo (curaciones y resurreccio-
nes) y señalar en qué libros y capítulos se encuentran.
3. Leer la vida de un santo contemporáneo e indagar qué milagro fue examinado
rigurosamente para su canonización.
4. Señalar seis advocaciones y santuarios de la Santísima Virgen.
5. Investigar y narrar uno de los milagros eucarísticos.

E. VOCABULARIO BÁSICO
Magisterio de la Iglesia Verbo Encarnado San Agustín
Depósito de la Fe Profesión de la fe Economía de la revelación

F. PARA TU VIDA CRISTIANA


• La viva transmisión de la divina Revelación, contenida en la Tradición y en la
Sagrada Escritura, perdura íntegra en la Iglesia, gracias al servicio especial del
Magisterio, en armonía con el sentido sobrenatural de la fe del Pueblo de Dios.
• Creer de modo cristiano significa: aceptar la verdad revelada Por Dios, tal como
la enseña la Iglesia.
• Ni Dios puede engañarse ni engañarnos ni la Iglesia, asistida por el Espíritu Santo.
• El sentido común dicta a los hombres que la religión que tenga a su favor mila-
gros y profecías es de Dios.
• No todas las verdades reveladas fueron recogidas en la Sagrada Escritura, sino
que algunas se conservan y trasmiten oralmente con la asistencia del Espíritu
Santo y mediante la Iglesia: es la Tradición.

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Tema 2
LOS LIBROS SAGRADOS
A. MOTIVACIÓN
En la carta que san Jerónimo escribe a Leta para que aconseje a su nieta la lectura
de la Biblia, le dice lo siguiente: “cercioraos de que cada día estudie algún pasaje de
las Escrituras… Que en lugar de las joyas y las sedas se aficione a los libros divinos.
Deberá aprender primero el salterio, distraerse con sus cantos y buscar una regla
de vida en los Proverbios de Salomón. El Eclesiastés le enseñará a despreciar los
bienes del mundo. Job le proporcionará un modelo de fuerza y de paciencia. Pasará
en seguida a los evangelios, que deberá tener siempre entre sus manos. Se asimilará
ávidamente los Hechos de los Apóstoles y las Epístolas. Después de haber recogido
esos tesoros en el místico cofrecito de su alma, aprenderá los profetas, el Pentateu-
co, Josué y los Jueces, los libros de los Reyes y los Paralipómenos, para terminar sin
riesgo por el Cantar de los cantares

B. CONTENIDO DOCTRINAL
1. ¿Qué es la Biblia?
La Sagrada Biblia o Sagrada Escritura es la colección de libros que, escritos bajo la
inspiración del Espíritu Santo, tienen a Dios por autor, y como tales libros divinos e
inspirados han sido entregados a la Iglesia.
Biblia es una palabra griega, plural de biblión, que significa “los libros”, porque más
que un libro es una colección. Por hallarse ahora todos juntos en un solo volumen,
se dice en singular: la Biblia.
El autor principal de la Biblia es el mismo Dios, porque Él ha inspirado a los hombres
que la escribieron. Dios los escogió, los impulsó y los iluminó para que escribieran.
Dios los asistió para que escribieran fielmente lo que Él quería decir a los hombres.
Por eso decimos que la Biblia es la Palabra de Dios, algo así como una carta que Dios
ha escrito a los hombres por medio de otros hombres.
La Biblia no puede equivocarse, porque Dios sabe todas las cosas y no puede enga-
ñar a los hombres.
La Biblia recibe varios nombres. Entre otros: Sagrada Escritura, Libros Santos, las
Divinas Escrituras, las Sagradas Escrituras o simplemente la Escritura.
2. Partes de la Biblia
La Biblia está dividida en dos grandes partes: el Antiguo Testamento y el Nuevo Tes-
tamento. Tiene en total 73 libros.
a) El Antiguo Testamento: Comprende los 46 primeros libros.
Fueron escritos por diversos autores, a lo largo de muchos siglos, en tres lenguas
diferentes: en hebreo, en arameo y, unos pocos, en griego.
b) EL Nuevo Testamento: Comprende los 27 últimos libros.
Fueron escritos por algunos discípulos de Jesús después de haber subido Él al cielo.

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Los protestantes no aceptan algunos libros de la Sagrada Escritura: cuatro libros
históricos ( Tobías, Judit y los dos Libros de los Macabeos); dos libros llamados sa-
pienciales: Sabiduría y Eclesiástico; y uno profético: Baruc. Asimismo, algunas partes
de otros libros.

REVELACION O
DOCTRINA
CRISTIANA
SAGRADA
TRADICION ANTIGUO
TESTAMENTO
46
JESUCRISTO SAGRADA
CENTRO ESCRITURA
de la Revelación NUEVO 27
TESTAMENTO

3. ¿Qué nos cuenta la Biblia?


La Biblia no es un tratado de ciencias humanas (historia,
geografía, ciencias naturales, etc.) sino un libro históri-
co-religioso, aunque escrito con las formas de escribir
usados en la época en que se escribió, con las maneras
de sentir, de hablar y de narrar en aquel tiempo.
En la Biblia encontramos, entre otras muchas cosas:
* La narración del origen del mundo y del hombre.
* La narración del primer pecado que cometieron los
hombres, la casa y raíz de todos los males que existen
en el mundo.
* La promesa que Dios hizo al primer hombre de enviar
un Redentor que salvará a los hombres de su pecado.
* La historia de Israel, el pueblo que Dios escogió para
Leonardo da Vinci, San Jerónimo.
transmitir su doctrina a todos los hombres y para pre-
parar la venida del Redentor.
* La vida, pasión, muerte y resurrección de Jesús, el Redentor de los hombres.
* La venida del Espíritu Santo, que santifica y guía a los cristianos.
* La fundación de la Iglesia.
* Los primeros pasos de la Iglesia Católica, continuadora de la misión salvadora de
Jesús.
4. Libros de la Biblia
Algunos libros narran lo que Dios ha hecho para salvar a los hombres. Son los llama-
dos libros históricos.

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Otros, contienen los avisos, amonestaciones o
castigos anunciados por los profetas en nombre
de Dios. Son los llamados libros proféticos.
Otros, finalmente, contienen enseñanzas o nor-
mas de vida valederas para todos los hombres.
Son llamados libros sapienciales o doctrinales.
5. Inspiración y verdad de la Sagrada
Escritura
La Sagrada Escritura es el conjunto de libros
que, escritos bajo la inspiración del Espíritu San-
to, tienen a Dios como autor principal y han sido
entregados como tales a la Iglesia.
Se llama inspiración aquella gracia o carisma
que da Dios a ciertos hombres para que con-
signen por escrito todo y sólo lo que Dios que-
ría comunicar a los hombres. Todo lo escrito es
verdaderamente revelación divina o Palabra de
Dios
Dios al dejarnos su Palabra escrita, siendo el autor principal, ha querido que los
escritores humanos nos transmitieran solo lo que él nos quiso decir. Los escritores
no fueron coaccionados ni privados de su libertad al narrar un libro sagrado. Cada
escritor narraba el texto con las condiciones de su tiempo, cultura. Por ello podemos
apreciar en los libros de la Sagrada escritura que existen libros proféticos, libros
históricos, … etc.
Dice el Concilio Vaticano II: «La santa madre Iglesia, fiel a la fe los Apóstoles, re-
conoce que todos los libros del Antiguo y Nuevo Testamento, con todas sus partes,
Son sagrados y canónicos, en cuanto escritos por inspiración del Espíritu Santo (cf Jn
20,31; 2 Tm 3,16; 2 P 1,19-21; 3, 15-16), tienen a Dios como autor, y como tales han
sido confiados a la Iglesia» (DV 11).
Dios –como Autor invisible y trascendente– «se valió de hombres elegidos, que usa-
ban de todas sus facultades y talentos; de este modo. como verdaderos autores,
pusieron por escrito todo y sólo lo que Dios quería» (DV 11). Con este fin el Espíritu
Santo actuaba en ellos y por medio de ellos.
Dios es el Autor principal de la Sagrada Escritura porque inspira a sus autores huma-
nos: actúa en ellos y por ellos. Da así la seguridad de que sus escritos enseñan sin
error la verdad salvífica.
Estos libros sagrados escritos bajo la inspiración del Espíritu Santo, tienen a Dios
como autor y como tales se le han entregado a la misma Iglesia. Pero en la redac-
ción de los libros sagrados, Dios eligió a hombres, que utilizó usando de sus propias
facultades y medios, de forma que obrando El en ellos y por ellos, escribieron, como
verdaderos autores, todo y sólo lo que El quería. A estos autores inspirados se les
llama hagiógrafos o escritores santos.

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Los redactores más importantes de la Sagrada Biblia fueron
• En el Antiguo Testamento: Moisés, el rey David, los profetas Isaías, Jeremías,
Ezequiel y Daniel;
• En el Nuevo Testamento: los cuatro evangelistas, Mateo, Marcos, Lucas y Juan,
y el apóstol san Pablo.
Dios respetó a los escritores sagrados, influidos por las costumbres y cultura de los
países en los que vivían, dejando huella de su estilo, temperamento, personalidad
e incluso de la clase social a la que pertenecían o el oficio que desempeñaban; así,
por ejemplo, San Pablo muestra su temperamento impetuoso, San Juan, místico y
sereno; San Marcos, detallista; San Lucas, como buen médico, nos revela a un Jesús
lleno de misericordia, etc. La mayor parte de los autores del Antiguo Testamento son
desconocidos para nosotros; cosa comprensible ya que la literatura antigua era anó-
nima, pues las composiciones, tanto orales como escritas. Muchos escritores además
se basaron en la tradición oral, que ampliaban, por lo que algunas obras se atribuyen
a aquel autor que más haya influido en ella.

UTILIZA SUS
FACULTADES
INSPIRACION
O CARISMA
AUTOR PRINCIPAL

HAGIOGRAFO
O
AUTOR SECUNDARIO

ENTREGADA A LA
IGLESIA

6. Disposiciones para leer la Biblia


Para leer con gran fruto las Sagrada Escrituras podemos mencionar algunos aspectos:
• Antes de comenzar la lectura de la Biblia, debemos dirigirnos a Dios por medio de
una oración a Jesucristo, pues es el único digno de abrirnos el divino libro.
• No debemos leer las Sagradas Escrituras de corrido, sino meditando lo que se lee.
• Es necesario leer la Escritura con grande humildad y con entera sumisión a la Igle-
sia, la cual recibió de Jesucristo este sagrado depósito.
• Jesucristo es el gran objetivo que hemos de tener presente en la lectura de la santa
Biblia, si queremos alcanzar su recto sentido.
• El fin y cumplimiento al que nos debe llevar la lectura de la Biblia es el de vivir la
doble caridad, es decir para con Dios y para con el prójimo.

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C. AUTOEVALUACIÓN
1. ¿Qué es la Sagrada Escritura o Biblia?
2. ¿Quién es el autor de la Sagrada Escritura?
3. ¿Por qué la Biblia no puede equivocarse?
4. ¿Cómo se divide la Biblia?
5. ¿Qué nos cuenta la Biblia?
6. ¿Qué clases de libros tiene la Biblia?
7. ¿A qué se llama divina inspiración?
8. ¿Quiénes son los escritores más importantes de la Biblia?
9. ¿Cuáles son las disposiciones para leer la Biblia?

D. ACTIVIDADES SUGERIDAS
1. Dialogar por grupos sobre la importancia de la Biblia.
2. Aprender a citar los textos bíblicos.
3. Señalar las diferencias de una Biblia católica con una protestante.
4. Averiguar por qué el 30 d septiembre celebramos el Día Nacional de la Biblia.
5. Señalar a qué Testamento pertenecen estos libros: el Éxodo, los Salmos, el
Apocalipsis, Epístola a los Romanos. ¿Cuál es su abreviatura?
6. Una prueba muy clara para decir que la Biblia es un libro divino, es porque
existen en ella profecías escritas que anuncian el porvenir y como sólo Dios lo
conoce, al ver que se cumplen con toda exactitud, resulta que esta escritura es
Escritura Divina. Comparar las siguientes profecías hechas en el Antiguo Testa-
mento con las del Nuevo Testamento:
Miqueas 5, 2 (escrita 7 siglos antes) con Mateo 2, 5-6
Isaías 61, 1-2 (escrita 8 siglos antes) con Lucas 4, 16-21
Zacarías 9, 9 (escrita 5 siglos antes) con Mateo 21, 1-5

E. VOCABULARIO BÁSICO
Carisma Biblia Antiguo Testamento
Nuevo Testamento Hagiógrafo San Jerónimo

F. PARA TU VIDA CRISTIANA


• “Toda Escritura está inspirada por Dios y es útil para enseñar, rebatir, corregir y
guiar en el bien” (2 Tm 3, 16).
• “No creería en la Biblia, si no me dijera la Iglesia que hay que creer en ella” (San
Agustín).
• “Es preciso que meditemos continuamente la Palabra de Dios […]; esta medi-
tación ayuda poderosamente en la lucha contra el pecado” (Santo Tomás de
Aquino, sobre el Credo).
• San Carlos Borromeo y otros santos se ponían de rodillas para leer la Sagrada
Escritura.

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Tema 3
EL ANTIGUO TESTAMENTO
A. MOTIVACIÓN
Un experto asesor en gestión del tiempo quiso sorprender a los asistentes a su con-
ferencia. Sacó un frasco grande de boca ancha. Lo colocó sobre la mesa, junto a una
bandeja con piedras del tamaño de un puño, y preguntó: “¿Cuantas piedras piensan
ustedes que alcanzan en este frasco?”. Después de que los asistentes respondieran,
empezó a meter piedras hasta que lleno el frasco. Luego preguntó: “¿Está lleno?”.
Todo el mundo le miró y dijeron ¡Si!. Entonces sacó un vaso con chinches. Metió los
chinches en el frasco y lo agitó. Los chinches penetraron por los espacios que deja-
ban las piedras grandes. El experto sonrío con ironía y repitió: “¿Está lleno?”. Esta vez
los oyentes dudaron. La mayoría dijeron que Si. Entonces puso sobre la mesa un vaso
con arena que comenzó a echar en el frasco. La arena se filtraba en los pequeños
espacios que dejaban las piedras y los chinches. Preguntó de nuevo: “¿Está lleno?”.
Ahora todos dijeron unánimemente que Si. Por último, tomó una jarra con un litro
de agua y comenzó a echarla en el frasco. El frasco aún no se llenaba. Entonces pre-
guntó: “¿Qué conclusión podemos sacar?”. Un alumno respondió: “Que no importa
lo llena que esté tu agenda; si sabes organizarte, siempre puedes hacer que quepan
más cosas”. “¡No!, -repuso el experto-, lo que nos enseña es que si no colocas las
piedras grandes primero, nunca podrás colocarlas después. ¿Cuáles son las grandes
piedras en tu vida? Recuerda, ponlas primero. El resto encontrará su lugar.” Dios tiene
que ocupar el Primer lugar y todo lo demás “vendrá por añadidura”. Darle un lugar a
Dios durante el día para leer su Palabra “nadie ama lo que no conoce”, si leemos mas
la Sagrada Escritura nuestro amor a Dios crecerá.

B. CONTENIDO DOCTRINAL
1. ¿Qué es el Antiguo Testamento?
La Sagrada Escritura se compone de dos grandes colecciones de libros: el Antiguo y
el Nuevo Testamento. El Antiguo Testamento, redactado todo él antes de la venida
de Cristo, es una colección de 46 libros de carácter diverso.
El Antiguo Testamento es una colección de libros que contienen, el plan de salvación
anunciado, contado y explicado por los autores sagrados (DV 14). En estos libros, los
profetas, en nombre de Dios, nos anuncian a grandes rasgos la vida del Mesías. Así,
nos dicen que nacerá en Belén (cfr. Miq 5, 2) y de una Virgen (cfr. Is 7,14), que vendría
a evangelizar a los pobres (cfr. Is 60, 1), que padecería mucho y cargaría con nuestros
pecados (cfr. Is 53; Sal 22), etc, y como todas estas profecías las vemos luego cumpli-
das en Cristo, el Antiguo Testamento, nos demuestra que Cristo es el Mesías.
2. Los libros del Antiguo Testamento
Los libros del Antiguo Testamento se clasifican de la siguiente manera:
a) Pentateuco. El primer grupo que encontramos es el llamado “Pentateuco”, que
significa “cinco libros”, formado por:

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Génesis, que describe la creación del mundo y del hombre y de la mujer, y relata los
inicios del pueblo de Israel.
Éxodo, narra la liberación del pueblo de la esclavitud de Egipto bajo la guía de Moisés,
iniciando su peregrinación durante 40 años por el desierto camino a la tierra prometida.
En el Sinaí tiene lugar la Alianza con Dios y la recepción de los diez mandamientos.
Levítico, hace referencia a las normas sobre el culto del pueblo judío.
Números y Deuteronomio tratan, respectivamente, del censo del pueblo y de otras
leyes por las que debe regirse el pueblo de Israel; quedando, además, éste, a las
puertas de la Tierra Prometida.
b) Libros históricos. Son dieciséis libros que narran la historia del pueblo de Israel,
pero no con el rigor que hoy se entiende la historia. Estos libros muestran los diversos
momentos de la vida del pueblo de Israel en la tierra prometida y en el exilio: sus gran-
dezas y sus luchas y las consecuencias prácticas de su fidelidad o infidelidad al Dios de
la alianza. En primer lugar se encuentra el Libro de Josué y, luego, el de los Jueces.
El conciso Libro de Rut constituye, en cierto modo, la introducción al grupo compuesto
por los dos Libros de Samuel y por los dos Libros de los Reyes. Entre estos libros deben
incluirse también los dos de las Crónicas, el Libro de Esdras y el de Nehemías, que se
refieren al período de la historia de Israel posterior a la cautividad de Babilonia.
El Libro de Tobías, el de Judit y el de Ester, aunque se refieren a la historia de la
nación elegida, tienen carácter de narración alegórica y moral, más bien que de his-
toria verdadera y propia. En cambio, los dos Libros de los Macabeos tienen carácter
histórico (de crónica).
c) Libros poéticos y sapienciales. Llamados también didácticos, forman un pro-
pio grupo, en el cual se incluyen obras de diverso carácter. Estos libros presentan la
reflexión de Israel a partir de las experiencias concretas de la vida. Tales libros tratan
de los problemas que surgen en la vida de cada uno y que exigen un discernimiento
par que se pueda encontrar sentido y realización en la vida.
Pertenecen a éstos: el Libro de Job, los Salmos, y el Cantar de los Cantares, e
igualmente algunas obras de carácter sapien-
cial-educativo: el Libro de los Proverbios, el de
Qohelet (es decir, el Eclesiastés), el Libro de la
Sabiduría y la Sabiduría de Sirácida (esto es, el
Eclesiástico).
d) Libros proféticos. El último grupo de es-
critos del Antiguo Testamento está formado por
los “Libros Proféticos”. Estos libros son una crí-
tica profunda del presente, para abrir caminos
hacia el futuro. Antes del exilio, los profetas
critican las estructuras políticas, económicas,
sociales y religiosas injustas y opresoras, exi-
giendo cambios radicales para que se instau-
re una sociedad según la justicia y el derecho.
Después del exilio de Babilonia, son anuncia- Miguel Ángel, el Profeta Ezequiel

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dores de consolación y esperanza en el Señor, para que el pueblo de Israel pueda
reconstruir su historia conforme al proyecto de la alianza con Dios.
Se distinguen los cuatro llamados Profetas “mayores”: Isaías, Jeremías, Ezequiel y
Daniel. Al Libro de Jeremías se añaden las Lamentaciones y el Libro de Baruc. Luego
vienen los llamados Profetas “menores”: Oseas, Joel, Amós, Abdías, Jonás, Miqueas,
Naún, Habacuc, Sofonías, Ageo, Zacarías y Malaquías.
3. Una nación elegida por Dios
A excepción de los primeros capítulos
del Génesis, que tratan del origen del
mundo y de la humanidad, los libros
del Antiguo Testamento, comenzando
por la llamada de Abraham, se refie-
ren a una nación que ha sido elegida
por Dios.
He aquí lo que leemos en la Consti-
tución Dei Verbum del Concilio Vati-
cano II: “Deseando Dios con su gran
amor preparar la salvación de toda la
humanidad, escogió a un pueblo en
particular a quien confiar sus promesas. Hizo primero una alianza con Abraham (cf.
Gen 15, 18); después, por medio de Moisés (cf. Ex 24, 8), la hizo con el pueblo de
Israel, y así se fue revelando a su pueblo, con obras y palabras, como el único Dios
vivo y verdadero. De este modo Israel fue experimentando la manera de obrar de
Dios con los hombres, la fue comprendiendo cada vez mejor al hablar Dios por medio
de los Profetas, y fue difundiendo este conocimiento entre las naciones (cf. Sal 21,
28-29; 95, 1-3; Is 2, 1-4; Jer 3, 17). La economía de la salvación, es decir, el plan
de salvación del hombre por parte de Dios, anunciada, contada y explicada por los
escritores sagrados, se encuentra, hecha palabra de Dios, en los libros del Antiguo
Testamento; por eso dichos libros, divinamente inspirados, conservan para siempre
su valor...” (DV, 14).
4. Preparación de la venida de Cristo redentor
La Constitución conciliar indica luego lo que ha sido la finalidad principal de la eco-
nomía de la salvación en el Antiguo Testamento: “preparar”, anunciar proféticamente
(cf. Lc 24, 44; Jn 5, 39; 1 Pe 1, 10) y significar con diversas figuras (cf. 1 Cor 10, 11)
la venida de Cristo redentor del universo y del reino mesiánico (cf. DV, 15).
Al mismo tiempo, los libros del Antiguo Testamento, según la condición del género
humano antes de Cristo, “muestran a todos el conocimiento de Dios y del hombre
y de que el modo como Dios, justo y misericordioso, trata con los hombres. Estos
libros, aunque contienen elementos imperfectos y pasajeros, nos enseñan la peda-
gogía divina” (DV, 15). En ellos se expresa “un vivo sentido de Dios”, “una sabiduría
salvadora acerca del hombre” y, finalmente, “encierran tesoros de oración y esconden
el misterio de nuestra salvación” (DV, 15). Y por esto, también los libros del Antiguo
Testamento deben ser recibidos por los cristianos con devoción.

16
5. Relación entre el Antiguo y Nuevo Testamento
La Constitución conciliar explica así la relación entre el
Antiguo y Nuevo Testamento: “Dios es el autor que ins-
pira los libros de ambos Testamentos, de modo que el
Antiguo encubriera el Nuevo, y el Nuevo descubriera el
Antiguo”. “Pues, aunque Cristo estableció con su sangre
la Nueva Alianza (cf. Lc 22, 20; 1 Cor 11, 25), los libros
íntegros del Antiguo Testamento, incorporados a la pre-
dicación evangélica, alcanzan y muestran su plenitud de
sentido en el Nuevo Testamento (cf. Mt 5, 17; Lc 24, 27;
Rom 16, 25-26; 2 Cor 3, 14-16) y a su vez lo iluminan y
lo explican” (DV, 16), pues el Antiguo testamento puesto
a la luz del Nuevo testamento nos muestra que el Mesías Tiziano, El sacrificio de Isaac.
prometido es Jesucristo.
Jesucristo mismo nos dirá después cómo el Antiguo Testamento habla de Él, y así
dice:
“Conviene que se cumpla todo lo que está escrito en la Ley de Moisés, en los profetas
y en los Salmos de mi” (Lc 24, 44). En otro lugar pide: “Investigad las Escrituras…,
ellas dan testimonio de mi” (Jn 5, 39). Por esta razón San Jerónimo dice:Ignorar las
Escrituras es ignorar a Cristo.
6. Dificultades para entender el Antiguo Testamento
Los autores de la Biblia revelan la voluntad de Dios escribiendo como lo hacían sus
contemporáneos, es decir, en una lengua determinada, con las expresiones y las
formas gramaticales y sintácticas de entonces y con la mentalidad de su tiempo. Si
a esto se añade que los libros del Antiguo Testamento se escribieron a lo largo de
varios siglos, puede entenderse mejor la dificultad que supone su interpretación.
Así, para comprender el Antiguo Testamento es necesario estudiarlo y, además, te-
ner en cuenta, entre otros, los puntos siguientes:
a. El mundo del Antiguo Testamento pertenece a una cultura antiquísima, histórica
y geográficamente muy distinta y distante de la nuestra. Exige, pues, un gran es-
fuerzo para acercarse lo más posible a ese mundo, a sus modos de pensar.
b. El Antiguo Testamento se escribió en tres lenguas: hebreo, arameo y griego, muy
diferentes de la nuestra, con giros y expresiones de muy difícil traducción.
c. En la redacción de los diversos libros que componen el Antiguo Testamento se
utilizaron distintos géneros literarios, es decir, diferentes formas para expresar o
narrar, que pueden ser propias de su tiempo y de su cultura.
d. Conviene relacionar unos textos con otros afines, por razón del tema o de sus
datos histórico-doctrinales. Esto supone conocer bien todos los libros.
e. Es muy importante preguntarse siempre: ¿Cuál es la intención del autor? ¿Cuál es
la enseñanza que quiere transmitir acerca de Dios, del ser humano o del mundo?
f. Siempre hay que leer la Biblia e interpretarla desde la postura del creyente.
Los protestantes no aceptan algunos libros de la Sagrada Escritura: Cuatro libros

17
históricos Tobías, Judit y los dos Libros de los Macabeos; dos libros llamados sapien-
ciales: Sabiduría y Eclesiástico; uno profético: Baruc. Asimismo, algunas partes de
otros libros.
7. Importancia del Antiguo Testamento
Nos lo dice el Vaticano II (Const. Dei Verbum, 15): “Los libros del Antiguo Testamento
(...) muestra a todos el conocimiento de Dios y del hombre y el modo como Dios,
justo y misericordioso, trata con los hombres. Estos libros (...) contienen enseñanzas
sublimes sobre Dios y una sabiduría salvadora acerca del hombre, encierran tesoros
de oración y esconden el misterio de nuestra Salvación.”. Además:

Nos ayuda a conocer más a Jesús

Para entender el
Nuevo Testamento “es necesario que se cumpla todo lo escrito de Mi en la Ley de Moises,
en los Profetas y en los Salmos (Lc 24,44)
El es la figura central de la Biblia. En Él convergen todas las profecías. De Él
dan testimonio todos los profetas (Hech 10, 43), todas las profecías se han
cumplido: Moisés (Dt 18, 15; Hech 3, 22), David (2 Sam 7, 12-16), Isaías,(7,
14; 53), Miqueas, que dijo que nacería en Belén de Judá (5,2), etc....

La liturgia nos habla de las fiestas de Pascua, Pentecostés, … y en


la Misa nos menciona a Abel, Abraham, Melquisedec.

Para vivir mejor la Se emplea términos como Cordero de Dios, Tabernáculo, etc.
Liturgia
El ritual nos habla de exorcismos, bendiciones, … y en la Misa de
matrimonio se menciona a Raquel, Sara, Rebeca..

La creación, designio amoroso de


Dios
Para convencernos
de la Providencia El hombre, es libre y responsable de sus actos.
de Dios
Dios aparece como un Padre, que a pesar de las
faltas de su pueblo, no los abandona (Heb 13,14)

La biblia es un libro educador. Nos enseña la pedagogía divina.

Para mejorar la vida


La conducta del pueblo judío es una lección para nosotros (Heb 3,7).
espiritual

C. AUTOEVALUACIÓN
1. ¿Qué es el Antiguo Testamento y cuántos libros contiene?
2. ¿Cómo se clasifican los libros del Antiguo Testamento?
3. ¿Qué libros forman el Pentateuco?
4. ¿Qué nos dice la Dei Verbum acerca de la elección del Pueblo elegido por
Dios?
5. ¿Cuál es la finalidad principal del Antiguo Testamento?
6. ¿Que actitud se ha de tener en cuenta para entender sin dificultades el Antiguo
Testamento?
7. ¿Cuáles son los libros de la Sagrada Escritura que no aceptan los protestan-
tes?
8. ¿Cuál es la relación entre el Antiguo y Nuevo Testamento?

18
D. ACTIVIDADES SUGERIDAS
1. Buscar Gn 22, 17-18 y comentar en grupo en qué consistió la promesa hecha a
Abraham.
2. Investigar qué otras promesas fueron hechos por Dios a los Patriarcas (Isaac y
Jacob).
3. Resumir la vocación de Moisés y cómo cumple su misión.
4. Cuando los cristianos hacemos una procesión recordamos que somos peregri-
nos hacia el cielo. Citar algunas procesiones que la Iglesia hace.
5. Hace un mapa e indicar el recorrido del pueblo desde Egipto hasta la Tierra
Prometida.
6. Leer la respuesta del Rey David al Señor en 2 Samuel 7, y explicar los tres ver-
sículos que te parecen más importantes.

E. VOCABULARIO BÁSICO
Dei Verbum Pentateuco Mesías
Concilio Vaticano II Génesis Éxodo

F. PARA TU VIDA CRISTIANA


• San Juan Crisóstomo llama a las Sagradas Escrituras cartas enviadas por Dios
a los hombres (cf Hom. Sobre el Génesis, 2,2). Y San Jerónimo exhortaba a
un amigo suyo con esta recomendación: “Lee con mucha frecuencia las divinas
Escrituras; es más, nunca abandones la lectura sagrada” (Epístola 52).
• “Se equivocan los que no conocen las Escrituras, y cuando las desconocen, des-
conocen también el poder de Dios” (San Jerónimo).
• Juan Pablo II preguntó a un grupo de Obispos de Perú cuál era para ellos el prin-
cipal problema, el más grave de la Iglesia en Perú. La respuesta fue: “Santidad,
las sectas”. Pero el Papa puso en primer lugar otro: la ausencia de sacerdotes en
muchas localidades, por falta de vocaciones sacerdotales, y, por ello, falta de
difundir la Palabra de Dios y la Sagrada Eucaristía. Vino a decir que si en Perú, y
en general en toda Latinoamérica, hubiera suficientes sacerdotes y una profunda
vida eucarística y a la Palabra de Dios, nada o muy poco podrían hacer las sectas.
(La información procede del Obispo de Huancavelica, Mons. Demetrio Molloy, y la
recoge M. Guerra en Los nuevos movimientos religiosos. Las sectas).

19
Tema 4
EL NUEVO TESTAMENTO
A. MOTIVACIÓN
Un hombre había pintado un lindo cuadro. El día de la presentación al público, asis-
tieron las autoridades locales, fotógrafos, periodistas, y mucha gente, pues se trataba
de un famoso pintor, reconocido artista. Llegado el momento, se tiró el paño que
velaba el cuadro. Hubo un caluroso aplauso.
Era una impresionante figura de Jesús tocando suavemente la puerta de una casa.
Jesús parecía vivo. Con el oído junto a la puerta, parecía querer oír si adentro de la
casa alguien le respondía.
Todos admiraban aquella preciosa obra de arte. Un observador muy curioso, encontró
una falla en el cuadro. La puerta no tenía cerradura. Y fue a preguntar al artista: “¡Su
puerta no tiene cerradura! ¿Cómo se hace para abrirla?“ El pintor tomo su Biblia,
buscó un versículo y le pidió al observador que lo leyera:
Apocalipsis 3, 20:
“He aquí, yo estoy á la puerta y llamo: si alguno oyere mi voz y abriere la
puerta, entraré á él, y cenaré con él, y él conmigo.”
”Así es”, respondió el pintor. “Esta es la puerta del corazón del hombre.” “Solo
se abre por dentro.”

B. CONTENIDO DOCTRINAL
1. El Nuevo Testamento cumplimiento del Antiguo
Los primeros creyentes no tenían otra Biblia que los Libros
Sagrados del Judaísmo leídos e interpretados a la luz de la fe
en Jesucristo resucitado. Esa fe no se basaba en testimonios
escritos sino en la predicación apostólica cuyo núcleo central
era el Misterio Pascual del Señor. Con todo, la transmisión oral
del mensaje cristiano pronto resultó insuficiente para satisfa-
cer las necesidades de una Iglesia en rápida expansión. De
hecho el Apóstol San Pablo tuvo que redactar varias Cartas
para mantenerse en contacto con las Comunidades fundadas
por él. Y a medida que iban muriendo los que habían conocido
al Señor se hizo más urgente recoger por escrito su mensaje.
Es así como fueron apareciendo los primeros textos que con el
Rembrandt, Cabeza de Cristo
tiempo serían reconocidos como inspirados por Dios.
Los libros que componen el Nuevo Testamento se escribieron entre los años 50 y 100
d.C. aproximadamente. Con la muerte del Apóstol San Juan se cerró la Revelación
pública y no aparece ya ningún otro libro canónico.
2. ¿Qué es el Nuevo Testamento?
El Nuevo Testamento o la Nueva Alianza, es la parte de la Biblia donde encontramos

20
el anuncio de la persona de Cristo. Su mensaje central es el
mismo Hijo de Dios que vino para establecer la alianza de-
finitiva entre Dios y los hombres. Siendo Dios y Hombre, el
mismo Jesús es la expresión total de esa alianza; él muestra
que Dios es Padre para todos los hombres y cómo los hom-
bres deben vivir para hacerse hijos de Dios.
Nuevo Testamento, indica la nueva y definitiva etapa de la
Historia de la Salvación realizada por Jesucristo, en la que
llegan a su plenitud y cumplimiento las promesas salvíficas y
la Antigua Alianza o Antiguo Testamento, hechos por Dios a
través del pueblo hebreo. Desde fines del siglo II se entiende
por N. T. la colección de libros inspirados por Dios que la Igle-
Caravaggio, La negación
sia ha recibido en el Canon de las Escrituras Sagradas.
de Pedro.
3. Los libros del Nuevo Testamento
Está compuesto por veintisiete libros, algunos muy breves.
Los escritos del NT están dirigidos en principio a comunidades concretas, y en oca-
siones, con temáticas particulares que responden a necesidades específicas de los
fieles a quienes se dirigen en primer lugar. Por eso, no son conocidos desde el primer
momento todos los libros en todas las iglesias, sino cada uno en las iglesias a las que
se dirigía de modo peculiar. No obstante, también desde el principio hay noticias de
intercambios de estos escritos de unos lugares a otros. Así, por ejemplo, al final de
la Carta a los Colosenses San Pablo les dice que cuando la hayan leído la pasen a los
de Laodicea, y a su vez que ellos lean la que le dejen los de esa ciudad vecina (cf Co
4, 16). Es de suponer que la veneración que tenían a las cartas del Apóstol les llevara
a guardar el documento original. Y a pasar a los otros una copia. De este modo, las
epístolas paulinas empezarían a copiarse en la propia época apostólica y a reunirse
en colecciones particulares. Cuando San Pedro, entre los años 66-67, habla de “todas
las cartas del hermano Pablo” (cf 2 P 3, 15-16) parece dar por supuesta la existencia
de una colección de Cartas de San Pablo
a. Los Evangelios. En el conjunto del NT en primer lugar tenemos los cuatro Evan-
gelios: según Mateo, Marcos, Lucas y Juan. Los Evangelios son cuatro formas del
anuncio de Cristo, escritas en el ambiente de comunidades diferentes.
Como es sabido Jesús no dejó ningún escrito personal. En cambio el recuerdo de su
palabra y de sus obras permaneció vivo en la memoria de los que lo habían visto y
oído. Y ese recuerdo difundido de boca en boca fue tomando forma progresivamente
dentro de las primeras comunidades sobre todo con ocasión de las celebraciones
cultuales y de la catequesis a los recién bautizados.
Fueron cuatro los discípulos que recopilaron los dichos y hechos del Señor y en base
de ellos redactaron sus respectivos Evangelios. Los tres primeros –el del Apóstol Ma-
teo el de Marcos intérprete de san Pedro y el de Lucas, compañero de viaje de san
Pablo– siguen un esquema más o menos semejante y tienen muchas coincidencias
entre sí. El cuarto en cambio –atribuido al Apóstol Juan– difiere considerablemente
de los otros tanto por su forma cuanto por su contenido.

21
Sin embargo los “cuatro” Evangelios no son en el fondo más que “un” solo Evangelio.
Es decir una sola Buena Noticia -este es el significado de la palabra “Evangelio”- la
más “buena” y la más “noticia”. La Buena Noticia de Jesús, expresada “según” cada
uno de los que la escribieron.
El Catecismo de la Iglesia Católica nos dice: “Los evangelios son el corazón de todas
las Escrituras ‘por ser el Testimonio principal de la vida y la doctrina de la Palabra
hecha carne, nuestro Salvador’ (DV 18)” (CEC 125).
b. Los Hechos de los Apóstoles. Luego sigue el libro de los Hechos de los Após-
toles, cuyo autor es también Lucas, es como la segunda parte del Evangelio de
San Lucas. Muestra cómo el anuncio de Jesús y la formación de las comunidades
cristianas se expandió, llegando a Roma, centro del mundo en aquella época. Allí
vemos el sentido de la misión cristiana: llevar la buena nueva del Evangelio a todos
los hombres, para que todos puedan tener conocimiento de Jesús y pertenecer al
pueblo de Dios.
c. Las Cartas o Epístolas. El grupo mayor está constituido por las Cartas Apostóli-
cas, de las cuales las más numerosas son las Cartas de San Pablo: una a los Roma-
nos, dos a los Corintios, una a los Gálatas, una a los Efesios, una a los Filipenses,
una a los Colosenses, dos a los Tesalonicenses, dos a Timoteo, una a Tito y una a
Filemón. El llamado “corpus paulinun” termina con la Carta a los Hebreos, escrita en
el ámbito de influencia de Pablo.
Siguen: la Carta de Santiago, dos Cartas de San Pedro, tres Cartas de San Juan y la
Carta de San Judas.
d. El Apocalipsis. El último libro del Nuevo Testamento es el Apocalipsis de San
Juan.
4. Los Evangelios principales libros del Nuevo Testamento
Con relación a estos libros se expresa así
la Constitución Dei Verbum: “Todos saben
que entre los escritos del Nuevo Testamen-
to sobresalen los Evangelios, por ser el tes-
timonio principal de la vida y doctrina de la
Palabra hecha carne, nuestro Salvador. La
Iglesia siempre y en todas partes ha man-
tenido y mantiene que los cuatro Evange-
lios son de origen apostólico. Pues lo que
los Apóstoles predicaron por mandato de
Jesucristo, después ellos mismos con otros
de su generación lo escribieron por inspira-
Basílica de San Pedro, Cristo Redentor ción del Espíritu Santo y nos lo entregaron
como fundamento de la fe: el Evangelio
cuádruple, según Mateo, Marcos, Lucas y Juan” (DV, 18).
5. Historicidad de los cuatro Evangelios
La Constitución conciliar pone de relieve de modo especial la historicidad de los cua-

22
tro Evangelios. Dice que la Iglesia “afirma su historicidad sin dudar”, manteniendo
con constancia que “los cuatro... Evangelios... transmiten fielmente lo que Jesús, el
Hijo de Dios, viviendo entre los hombres, hizo y enseñó realmente para la eterna
salvación de los mismos, hasta el día de la Ascensión” (cf. Act 1, 1-2) (DV, 19).
Si se trata del modo como nacieron los cuatro Evangelios, la Constitución conciliar los
vincula ante todo con la enseñanza apostólica, que comenzó con la venida del Espíritu
Santo el día de Pentecostés. Leemos así: “Los Apóstoles, después de la Ascensión del
Señor, comunicaron a sus oyentes esos dichos y hechos con la mayor comprensión que
les daban los acontecimientos gloriosos de Cristo e iluminados por la enseñanza del
Espíritu de la Verdad” (DV, 19). Estos “acontecimientos gloriosos” están constituidos
principalmente por la resurrección del Señor y la venida del Espíritu Santo. Se compren-
de que, a la luz de la resurrección, los Apóstoles creyeron definitivamente en Cristo. La
resurrección proyectó una luz fundamental sobre su muerte en la cruz, y también sobre
todo lo que había hecho y proclamado antes de su pasión. Luego, el día de Pentecostés
sucedió que los Apóstoles fueron “iluminados por el Espíritu de verdad”.
6. Formación de los Evangelios
En la formación de los Evangelios se pueden distin-
guir tres etapas:
a) La vida y la enseñanza de Jesús. La Iglesia mantiene
firmemente que los cuatro evangelios, “cuya his-
toricidad afirma sin vacilar, comunican fielmente lo
que Jesús, Hijo de Dios, viviendo entre los hombres
hizo y enseñó realmente para la salvación de ellos,
hasta el día en que fue levantado al cielo” (DV 19).
b) La tradición oral. “Los apóstoles ciertamente des-
pués de la ascensión del Señor predicaron a sus
oyente lo que Él había dicho y obrado, con aquella
crecida inteligencia de que ellos gozaban, amaes-
trados por los acontecimientos gloriosos de Cristo
y por la luz del Espíritu de Verdad” (DV 19).
c) Los evangelios escritos. “Los autores sagrados es-
San Pedro de Mala
cribieron los cuatro evangelios escogiendo algunas
cosas de las muchas que ya se transmitían de palabra o por escrito, sintetizando
otras, o explicándolas atendiendo a la condición de las Iglesias, conservando por
fin la forma de proclamación, de manera que siempre nos comunicaban la verdad
sincera acerca de Jesús” (DV 19)
7. Los restantes libros del Nuevo Testamento
En cuanto a los restantes libros del Nuevo Testamento, la Constitución conciliar Dei
Verbum se pronuncia del modo siguiente: “...Estos libros, según el sabio plan de Dios,
confirman la realidad de Cristo, van explicando su doctrina auténtica, proclaman la
fuerza salvadora de la obra divina de Cristo, cuentan los comienzos y la difusión ma-
ravillosa de la Iglesia, predicen su consumación gloriosa” (DV, 20). Se trata de una

23
breve y sintética presentación de contenido de esos libros, escritos probablemente
durante la segunda mitad del siglo I.
Lo que más importa, por tanto, es la presencia del Señor Jesús y de su Espíritu en los
autores del Nuevo Testamento, que son, por lo mismo, medios a través de los cuales
Dios nos introduce en la novedad revelada. “El Señor Jesús asistió a sus Apóstoles,
como lo había prometido (cf Mt 28, 20), y les envió el Espíritu Santo, que los fuera
introduciendo en la plenitud de la verdad” (cf Jn 16, 13) (DV, 20). Los libros del Nuevo
Testamento nos introducen precisamente en el camino que lleva a la plenitud de la
verdad de la divina Revelación.

C. AUTOEVALUACIÓN
1. ¿Cuándo se escribieron los libros del Nuevo Testamento?
2. ¿Con quién se cerró la revelación pública en la Iglesia?
3. ¿Qué es el Nuevo testamento?
4. ¿Cuántos libros contiene el Nuevo Testamento y cuáles son?
5. ¿Por qué los evangelios son de origen apostólico?
6. ¿Cuáles son los cuatro evangelios?
7. ¿Por qué sobresalen los evangelios entre los escritos del Nuevo Testamento?
8. ¿Qué dice la Iglesia acerca de la historicidad de los evangelios?
9. ¿Cuáles son las etapas de la formación de los evangelios?

D. ACTIVIDADES SUGERIDAS
1. Trazar el mapa de Palestina, el país de Jesús, y señalar el lugar del anuncio a
María y a Zacarías.
2. Señalar qué palabras del Ave María fueron dichas por el ángel a María y cuáles
fueron dicha por Isabel.
3. Explicar de qué manera se cumplieron las profecías de Isaías (Is 7, 14) y de
Miqueas (Mi 5, 1, citado por Mt 2, 6) referentes al Mesías.
4. Buscar una frase del Evangelio que corresponda a cada uno de los misterios
gozosos del Rosario.

E. VOCABULARIO BÁSICO
Libros apócrifos Evangelio Constitución conciliar
Apocalipsi San Pablo Sinópticos

F. PARA TU VIDA CRISTIANA


• El Nuevo Testamento, cuyo centro es Jesucristo, nos transmite la verdad definiti-
va de la Revelación divina. En él, los cuatro Evangelios de Mateo, Marcos, Lucas
y Juan, siendo el principal testimonio de la vida y doctrina de Jesús, constituyen
el corazón de todas las Escrituras y ocupan un puesto único en la Iglesia.
• Al leer el Evangelio en la Misa nos ponemos de pie para mostrar nuestro respeto
y nuestra disposición de cumplir lo que en él se nos enseña.
• Al rezar el Ángelus, acuérdate del amor de Dios para con nosotros. Él cumple su
promesa enviándonos a su Hijo por medio de María.

24
Tema 5
EL MISTERIO DE LA CREACIÓN
A. MOTIVACIÓN
Algunos al leer las primeras páginas de la Biblia, tal vez se pregunten: ¿Cómo se
formó este mundo? ¿Cómo surgió la vida sobre la tierra? ¿Qué nos dice la ciencia al
respecto? ¿Hay contradicción entre la Biblia y la ciencia?
Como cristianos creemos que el mundo y todo lo que en él se contiene, fue creado
por Dios; pero, ¿cómo hizo Dios el mundo?
Durante siglos, la inmensa mayoría de los creyentes, interpretando literalmente las
palabras de la Biblia, pensó que Dios había creado todas las cosas desde un comien-
zo, tal como las vemos ahora. O sea, que había creado el sol, la luna, las estrellas y
los había puesto cada uno en su lugar para que siguieran dando vueltas en el firma-
mento. Se creía también que Dios había hecho los montes, las semillas, las plantas,
los animales y el mismo hombre, tal como los vemos ahora y que cada especie había
tenido descendientes siempre en todo semejantes a sus progenitores.
Esta era una lectura que hoy llamaríamos «fundamentalista» de la Biblia. Es decir,
una lectura que interpretaba cada frase en sentido literal y sin atender para nada al
estilo literario que utilizaban los orientales en sus narraciones. Era una lectura sin
sentido crítico ni literario. Y de hecho algunas sectas fundamentalistas siguen aún
esta tendencia y la exigen a sus adeptos. ¿Qué pensar?
Entre todas las palabras de la Sagrada Escritura sobre la Creación, los tres primeros
capítulos del Génesis ocupan un lugar único. Expresan, con un lenguaje solemne y
hecho de imágenes, unos acontecimientos primordiales, que tuvieron lugar al co-
mienzo de todo y sobre todo de la historia del hombre. Expresan las verdades de la
creación, de su origen y de su fin en Dios, de su orden y de su bondad, de la vocación
del hombre, del drama del pecado y de la esperanza en la salvación.
Leídas a la luz de Cristo, en la unidad de la Sagrada Escritura y en la tradición viva
de la Iglesia, estas palabras de los tres primeros capítulos de Génesis son la fuente
principal para la catequesis de los misterios del “comienzo”: creación, caída, promesa
de la salvación” (cf CEC 289.390).

B. CONTENIDO DOCTRINAL
1. La omnipotencia de Dios
De todos los atributos divinos, sólo la omnipotencia de Dios es nombrada en el
Símbolo: confesarla tiene un gran alcance para nuestra vida. Creemos que esa om-
nipotencia es universal, porque Dios, que ha creado todo (cf Gn 1, 1), rige todo y lo
puede todo; es amor porque Dios es nuestro Padre (cf Mt 6, 9), es misteriosa, porque
solamente la fe puede descubrirla cuando “se manifiesta en la debilidad” (2 Co 12,9;
cf 1 Co 1, 18) (CEC 268).
Dios no está obligado a crear, ni por una necesidad o una fuerza exteriores a Él, ni por

25
impulsos irresistibles de su ser íntimo. Dios crea el mundo
y crea al hombre y a la mujer porque quiere. Lo hace por
amor y para comunicar sus bienes a otros seres; lo hace
porque es sumamente dadivoso.
Ha de quedar claro que Dios no se ve implicado en la
Creación, en el sentido de que su ser divino gane o pierda
perfecciones o atributos. La teología cristiana sostiene, en
efecto, que el acto creador de Dios es un acto libre, de
Miguel Ángel, detalle del amor, ocurrido en el tiempo, y productor del mundo a partir
rostro de Dios. de la nada.
2. Qué quiere decir crear
En la necesaria reflexión que el hombre de todo tiempo está inclinado a hacer sobre
la propia vida, dos preguntas emergen con fuerza: ¿De dónde venimos? ¿A dónde
vamos? Si la segunda se refiere al término definitivo, la primera se refiere al origen
del mundo y del hombre y es también fundamental. La pregunta sobre la Creación
aflora en el ánimo de todos, del hombre sencillo y del sabio.
“crear” quiere decir: hacer de la nada, llamar a la existencia, es decir formar un ser
de la nada. El lenguaje bíblico deja entrever este significado ya en la primera palabra
del Génesis: “Al principio creó Dios los cielos y la tierra”. En el acto de la Creación,
Dios es principio exclusivo y directo del nuevo ser, con exclusión de cualquier materia
preexistente.
Para la revelación judeocristiana, el mundo no ha
existido siempre. Tiene un origen y tendrá un fin,
porque todo lo creado es perecedero. El universo
no es una realidad última, sino una obra de Dios.
La doctrina de la Creación establece así con acen-
tos muy fuertes la distinción entre Dios y el mundo
creado por Él. El mundo no es divino, como pen-
saban los griegos. Sólo Dios es divino, y el mundo
profano. Flor de manzano
3. Principales verdades de la fe sobre la Creación:
1º Dios creó el mundo por sí solo. El poder creador no es transmitible: incomunicable.
2º Dios creó el mundo por propia voluntad, sin coacción alguna exterior ni obligación
interior. Podía crear y no crear; podía crear este mundo u otro.
3º El mundo fue creado por Dios en el tiempo, por lo tanto, no es eterno: tiene un
principio en el tiempo.
4º El mundo, creado por Dios, está constantemente mantenido por el creador en la
existencia. Este “mantener en el ser es, en cierto sentido, un continuo crear.
4. La Creación es obra de la Trinidad
Es verdad de fe que el mundo tiene su comienzo en el creador que es Dios uno y
trino. Aunque la obra de la creación se atribuya sobre todo al Padre –efectivamente,
así profesamos en los símbolos de fe (“Creo en Dios Padre todopoderoso, creador del

26
cielo y de la tierra”)– es también verdad de fe que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo
son el único e indivisible “principio” de la Creación (cf Jn 1, 1-3).
5. La Creación es revelación de la gloria de Dios
Mediante la obra de la Creación, la gloria “interior” de Dios,
que brota del misterio de la Divinidad, en cierto modo, se tras-
lada “fuera”: a las criaturas del mundo visible y del invisible,
en proporción a su grado de perfección (a partir de los seres
inanimados, subiendo a los animados, hasta llegar al hombre y
las criaturas de naturaleza puramente espiritual).
Con la Creación del mundo (visible e invisible) comienza como
una nueva dimensión la gloria de Dios, llamada “ exterior” para Basílica de San Pedro,
detalle de la pila de
distinguirla de la “interior”. La Sagrada Escritura habla de ella agua bendita.
en muchos pasajes y de modos diversos: “El cielo proclama la
gloria de Dios, el firmamento pregona la obra de sus manos… Sin que hablen, sin que
pronuncien, sin que resuene su voz, a toda la tierra alcanza su pregón y hasta los
límites del orbe su lenguaje” (Sal 18 [19], 2, 4-5; Si 42, 16; Ba 3, 34).
6. ¿Qué nos dice la Biblia sobre la creación?
En términos de Fe, lo que la Biblia nos quiere decir en los primeros capítulos del
Génesis es que Dios creó la materia y que le comunicó un primer impulso para que
ésta, a través de sucesivas transformaciones acaecidas durante millones de años,
generara la vida, primero la de las plantas, después la de los animales y finalmente
la del ser humano.
O sea que Dios, con su infinito poder, creó la materia de la nada y le dio su impulso
creador para que se fuera transformando hasta llegar a ser lo que vemos que es el
mundo hoy día.
Pero además la creación no fue una cosa del pasado. No fue un hecho que aconteció
hace millones de años y que duró un instante. La creación fue y sigue siendo. Dios
sigue hoy conservando el mundo y con su divina Providencia lo sigue acompañando
hacia su total plenitud.
Esta interpretación surgió en la Iglesia a principios del siglo XX y se debió principal-
mente a un hombre visionario, a un Jesuita llamado Teilhard de Chardin, quien tuvo
la genialidad de hacer la síntesis entre los avances de la ciencia y la Biblia. Según
esta teoría, entonces, entre la fe y la ciencia no sólo no hay contradicción sino que
una mutua complementación.
7. ¿Cómo se habría formado la tierra?
Hoy la ciencia nos dice que el universo cambia a cada momento. Que las galaxias se
alejan unas de otras a velocidades de miles de kilómetros por segundo. Que el univer-
so está en constante mutación. Y que mientras aparecen mejores telescopios, más el
hombre se asombra de la grandeza del universo y de la pequeñez del planeta Tierra.
La ciencia hoy se inclina por creer que hace miles de millones de años, la materia
de la que están hechos los astros, los planetas y la misma Tierra era como una
gran masa amorfa, que en un momento dado experimentó una gran explosión –«big

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bang» la denominan los científicos- y de repente se fragmentó en millones de peda-
zos que se esparcieron por todo el firmamento. Y después de un larguísimo proceso
de fragmentación y de descenso de las temperaturas que eran de millones de grados,
empezaron a aparecer los astros, los planetas y las estrellas, tal como los vemos aho-
ra. En un comienzo, entonces, la Tierra formaba parte de aquella gran masa amorfa
de materia y energía que explotó repentinamente y que se disgregó por el universo.
Después aquella masa se fue enfriando y cuando se dieron las condiciones adecua-
das, lentamente a través de millones de años, surgió la vida.
8. ¿Cómo surgió la vida y el ser humano?
Cuando en la Tierra se dieron las condiciones ade-
cuadas de temperatura, agua y aire, empezaron a
aparecer los primeros seres vivientes. Primero fue
una vida muy primaria y molecular, después apareció
la vida vegetal y finalmente la vida animal. Los seres
más primitivos fueron núcleos celulares. Después de
sucesivas transformaciones aparecieron los nuevos
Wenzel Meter, Adán y Eva en el géneros de vida, tanto vegetal como animal. Y así,
paraíso terrenal.
poco a poco fueron apareciendo las plantas, los pe-
ces y las aves y todos los animales. Así la vida fue desarrollándose lentamente hasta
llegar a ser lo que es hoy.
La vida, primero en el mar y después sobre la tierra, surgió tras millones de años
de mutaciones y transformaciones. Los seres vivientes nacieron, crecieron y fueron
adaptándose al medio. Unos permanecieron en el mar y otros emergieron hacia la
tierra y fueron evolucionando, es decir, se adaptaron al nuevo medio. Y así muchos
seres terrestres, se desarrollaron en el mar durante la primera etapa de su vida y
después, millones de siglos más tarde, emergieron hacia la superficie de la tierra.
Según esta interpretación, Dios habría dado a la creación el impulso inicial, y habría
fijado las leyes a la naturaleza, y ésta, obedeciendo al impulso del Creador en una
cadena ininterrumpida de transformaciones, llegó a generar las diferentes especies
de vida –de plantas, aves, peces y animales– que hoy vemos en nuestro planeta. Y
de una de estas especies, previamente elegida por el Creador, habría salido el «homo
sapiens». Esto es lo que se enseña hoy en cualquier libro de biología sobre el origen
del universo y del hombre. Se enseña que la vida del antepasado del hombre surgió
del mar y que a través de millones de años fue adaptándose a la tierra, es decir al
terreno seco. Se agrega también que primero, el antepasado del hombre, anduvo en
cuatro patas, luego se fue irguiendo de a poco y que finalmente se irguió y caminó
sobre dos pies. También, en colecciones de cráneos que se han podido recopilar y
estudiar, se muestra cómo las formas el cerebro del hombre fue evolucionando hasta
transformarse en el homo sapiens.
Ahora bien, en el plano teológico hay que afirmar que para que el antepasado del
hombre pasara del estado de no –hombre al de hombre-racional hay que creer que
hubo una intervención especial de Dios.

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C. AUTOEVALUACIÓN
1. ¿Qué es crear?
2. ¿Qué dice la teología cristiana acerca del acto creador de Dios?
3. ¿Tenía Dios necesidad de Crear?
4. ¿Cuáles son las principales verdades de la fe sobre la creación?
5. ¿A quién se atribuye la obra de la creación?
6. ¿Qué nos dice la Biblia sobre la creación?

D. ACTIVIDADES SUGERIDAS
1. Algunos científicos actuales defienden la teoría del Big Bang. Buscar informa-
ción sobre esta hipótesis científica, explica en qué consiste y si es compatible o
no con lo que enseña la Biblia sobre el origen del universo.
2. Averiguar sobre las ideas mitológicas acerca del origen del mundo, que domina-
ban el ambiente religioso y cultural de los pueblos paganos vecinos de Israel.
3. Explicar la diferencia entre Crear y Fabricar.
4. Investigar por qué Dios creó el mundo.
5. Leer, atentamente, los salmos 117 y 148 y señalar por qué esos salmos son una
invitación para alabar con la creación entera.

E. VOCABULARIO BÁSICO
Creación Atributos divinos Omnipotencia
Ecologism Perfecciones divinas Providencia

F. PARA TU VIDA CRISTIANA


• El hombre tiene asignada por Dios una tarea a realizar en este mundo material.
Ha recibido la vocación de transformarlo y perfeccionarlo, de modo que ese
trabajo de transformación y perfeccionamiento responde a los planes originales
divinos.
• Un ecologismo radical podría intentar defender la naturaleza a base de procla-
mar la igualdad total del hombre con el resto de los seres creados: sería una
nivelación errónea que no tiene fundamento en el pensamiento bíblico ni en la
tradición cristiana. El otro extremo sería atribuir al ser humano un poder sin
límites ni controles sobre el universo material.
• El ser humano es ‘imagen de Dios’, y esta propiedad le constituye en adminis-
trador, representante del Creador en la creación material. Su dominio sobre ella
no es, por lo tanto, un dominio absoluto, sino derivado: Adán es señor de la
Creación en nombre de Dios.

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Tema 6
CREACIÓN DEL HOMBRE
A. MOTIVACIÓN
Un pequeño en su oración le preguntaba a Dios:
Señor, sé que tú eres mi creador, que me has dado todo a cambio de nada, que conti-
go nada me podrá faltar, pero sabes, tengo una profunda duda y esta noche quisiera
preguntarte, ¿Señor, tú me necesitas? ¿Por qué me creaste? , si tú lo eres todo y
eres infinito me pregunto a mi mismo, siendo un ser tan pequeño e insignificante
¿podré servirte de algo? ¿Acaso me necesitas? Continúa la metáfora...
-Hijo mío, en tu pequeñez está tu grandeza, tú sintetizas toda la maravilla de la
creación.
Pero Señor, soy solamente uno más entre tantos, soy tan infinitamente insignificante
que no me explico por qué dices que soy importante.
Cada ser que yo he creado es único e irrepetible y he dado a cada uno una importan-
te misión que cumplir, la cual la debes realizar libremente y con amor.
¿Una misión?, no entiendo, ¿acaso no puedes hacer el mundo como tú quieres?, sé
que tu poder es ilimitado.
Le he dado al ser humano un alma libre que posee dos grandes virtudes: la inteligen-
cia y la voluntad, y su mayor facultad es ejercerlas con libertad, es el único camino
para llegar al amor verdadero.
Pero Señor, insisto, ¿tú necesitas al ser humano? ¿qué necesidad tienes de nosotros
si tú lo eres todo?
Hijo mío, te necesito porque sin tus ojos no podría contemplar la grandeza de la
creación, sin tus manos no podría continuar mi obra realizando avances para que
el ser humano se pueda desarrollar plenamente, sin ellas no podría consolar a los
desposeídos, a los abandonados, a los que necesitan una caricia de consuelo, dar un
trozo de pan a un hambriento, sin tus manos no podría acariciar a una criatura, dar
la ternura que tantos necesitan, no podría cerrar tantas heridas y acunar a un niño
al momento de nacer.
Sin tus labios no podría pronunciar palabras de consuelo, sin ellos no se podría pre-
dicar la verdad, defender a los pobres y olvidados, sin tu voz no podría hacer llegar
mis mensajes a toda la humanidad, ¿no te das cuenta que necesito comunicarme con
el hombre a través tuyo?
Sin el cuerpo de los seres humanos no podría continuar la creación, el hombre y la
mujer son mis orfebres y en el vientre de una madre se manifiesta mi grandeza.
El pequeño le interrumpió.
Señor, entonces es cierto, tú me necesitas, hoy me siento más importante que nunca,
te prometo que descubriré mi misión y seré parte digna de tu creación.
Finalmente Dios, con voz suave le dijo:
Pequeño, tú eres mi esperanza, en tu sonrisa se rebela el sentido de la alegría del amor
y en cada una de tus lágrimas la sensibilidad profunda de mi creación, vive con la liber-

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tad y nunca lo olvides: sin ti nada podría realizar, te amo infinitamente y deseo que tú
me ames libremente y ambos vivamos intensamente la realización en el amor.
El pequeño, con una sonrisa en sus labios y con una profunda esperanza finalmente
en paz, durmió.

B. CONTENIDO DOCTRINAL
1. Dios crea al primer hombre
Una vez hechas todas las cosas, Dios crea al pri-
mer hombre: Adán. Con una imagen muy poética
y popular, la Biblia nos presenta a Dios como un
alfarero que coge ens sus manos un poco de barro
y con él forma el cuerpo del primer hombre; luego
le da un soplo y le infunde el alma (cf Gn 2, 7).
Con ello, la Biblia nos quiere decir que Dios formó
el cuerpo del hombre de algo ya existente; que su
alma la creó de la nada; y que el hombre es supe-
rior a todos los seres visibles de la Creación.
En el orden natural fue dotado de inteligencia y
de voluntad, distinto de cualquier animal. Libre,
por tanto, en el querer y en el obrar. Wenzel Peter, Adán y Eva en el
Dios lo creó por amor, y todo lo creado era expre- paraíso terrenal.
sión de este amor de Dios por el hombre. Por ello, hasta antes del pecado, el hombre
vivía en plena armonía, reconciliado con Dios, consigo mismo, con los seres humanos
y con todo lo creado. El hombre vivía, por tanto, en estado de felicidad.
“El hombre es la cumbre de la obra de la creación. El relato inspirado lo expresa
distinguiendo netamente la creación del hombre y la de las otras criaturas (cf Gn 1,
26)” (CEC n. 343).
2. Imagen y semejanza de Dios
El hombre es la criatura más noble que Dios colocó sobre la tierra. Él mismo dijo:
“Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza…” (Gn 1, 26).
Y dijo esto en razón del alma del hombre, que es un espíritu dotado de entendimiento
y voluntad divinos.
Es de fe que el alma de Adán es creada, es decir, sacada de la nada por Dios. Y lo
mismo sucede con el alma de cada hombre.
Por haber sido hecho a imagen de Dios, el hombre tiene la dignidad de persona;
no es solamente algo, sino alguien. Es capaz de conocerse, de poseerse y de darse
libremente y entrar en comunión con otras personas.
3. La primera familia
Luego de crear al primer hombre creó a la primera mujer: Eva. El Génesis dice que
Dios formó “su cuerpo de una de las costillas de Adán” (Gn 2, 22), para indicarnos
la igualdad fundamental del hombre y la mujer, y el mutuo respeto que debe existir
entre ellos.

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Dios bendijo a esta primera pareja humana
diciendo: “Sed fecundos y multiplicaos; lle-
nad la tierra y dominadla…” (Gn 1, 28).
Y así comenzaron a existir los hombres,
por una intervención especial y amorosa de
Dios.
4. También nosotros hemos sido
creados por Dios
Miguel Ángel, la Creación de Adán. Nosotros, los hombres que ahora vivimos en
el mundo, somos descendientes de aquella
primera pareja humana. Y también hemos sido creados por Dios.
En cuanto a nuestro cuerpo, nuestros padres han sido instrumentos que Dios ha
escogido para transmitirnos la vida, mediante leyes biológicas establecidas por el
mismo Dios. De nuestros padres procede en gran parte el temperamento (el modo
de ser) y algunos rasgos físicos de la nueva persona.
En cuanto a nuestra alma, Dios mismo la ha creado directamente de la nada. “La
Iglesia enseña que cada alma espiritual es creada directamente por Dios –no es
producida por los padres-, y que es inmortal; no perece con la muerte, y se unirá de
nuevo al cuerpo en la resurrección final” (CEC n. 366).
Con cuánta razón podemos decir que, aun en lo natural, somos más hijo de Dios que
de nuestros primeros padres.
5. Cada alma es creada por Dios
Ya el Papa Pío XII en la Encíclica «Humani Generis», en 1950, afirmaba que «no era
contrario a la fe reconocer al cuerpo del hombre un origen que podía ser una materia
viva, con tal de mantener que las almas son creadas directamente por Dios, lo que
es compatible con un cierto evolucionismo».
Cabe notar aquí cómo la Iglesia –Madre y Maestra también en la interpretación de
la Biblia– hace hincapié en que el hombre está formado de cuerpo y alma y que el
alma no puede ser fruto de esta evolución cíclica sino que cada alma por ser única e
irrepetible es creada directamente por Dios. De ahí, entonces, la gran diferencia que
hay entre el ser humano en relación a los otros seres vivos de la creación.
La creación del alma, que en definitiva es lo que le da dignidad al hombre, es una
acción directa e inmediata del Creador. Y cuando un hombre y una mujer se unen
para generar una nueva vida, entonces Dios crea el alma única, inmortal e irrepetible
de cada nuevo ser.
Millones de personas durante siglos han interpretado los primeros libros del Génesis
en forma literal, es decir, pensaron que Dios creó el mundo en seis días como los
nuestros y que todo lo creó tal cual lo vemos hoy día.
Hoy tenemos nuevos elementos para interpretar cómo surgió la vida sobre la tierra.
Como católicos, entonces, podemos aceptar la teoría de la evolución, según la cual
Dios creó la materia y le dio el primer impulso creador. Y llegado el momento elegido
por el mismo Dios, y previa una especial intervención suya, crea el alma, y de ahí
surge el ser humano.

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