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Contaminación lumínica

Ciudad de México de noche, con el cielo iluminado por la contaminación lumínica en 2005

Los Ángeles de noche, con el cielo iluminado por la contaminación lumínica en 2001

En los cielos libres de contaminación lumínica se puede ver la Vía Láctea.

La definición de la contaminación lumínica es un tema bastante discutido.

Una de las definiciones establece que la introducción de luz artificial produce una degradación de
los ecosistemas o el estado natural. Sin embargo, existe también una definición operacional que
limita a la contaminación lumínica como aquellas emisiones de flujo luminoso de fuentes
artificiales de luz nocturnas en intensidades, direcciones, rangos espectrales u horarios
innecesarios para la realización de las actividades previstas en la zona en la que se instalan las
luces.

La principal diferencia entre estas definiciones es que en la primera, prácticamente toda


iluminación nocturna causaría contaminación lumínica y en la segunda tan solo las instalaciones
ineficientes. Sin embargo, los efectos de la luz artificial en la naturaleza están probados
independientemente de la eficiencia de los sistemas de iluminación.1 Por tanto, si bien la primera
es la definición científica y rigurosa, la segunda es la que se utiliza en ingeniería, ya que se trata de
minimizar el impacto de la misma, ya que hasta la más eficiente de las fuentes artificiales de
iluminación produce efectos adversos.

Una de las herramientas más utilizadas para combatir la inseguridad es la sobre iluminación de
calles, pues se espera con esto disuadir conductas antisociales, dando como efecto 2un ineficiente
y mal diseñado alumbrado exterior, además la utilización de proyectores y cañones láser, la
inexistente regulación del horario de apagado de iluminaciones publicitarias, monumentales u
ornamentales, etc., generan un problema cada vez más extendido, Como consecuencia de estos
fenómenos, las ciudades se han desligado de su entorno y, junto con la contaminación, han
generado una cápsula que impide disfrutar los cielos estrellados aún en condiciones climáticas
adecuadas.
La contaminación lumínica tiene como manifestación más evidente el aumento del brillo del cielo
nocturno, por reflexión y difusión de la luz artificial en los gases y en las partículas del aire urbano
(smog, contaminación...), de forma que se disminuye la visibilidad de las estrellas y demás objetos
celestes.

Índice [ocultar]

1 Consecuencias

1.1 Contaminación lumínica y CO2

1.1.1 Biodiversidad y contaminación lumínica

2 Medición

3 Intrusión lumínica

3.1 Efectos sobre la salud

4 Propuestas para posibles soluciones

5 Comunidades y ciudades autónomas de España

5.1 Cantabria

5.2 Comunidad Valenciana

5.3 Comunidad de Madrid

5.4 Región de Murcia

6 Véase también

7 Referencias

8 Enlaces externos

Consecuencias[editar]

Contaminación lumínica en el distrito de Manhattan, Nueva York en 1999

Imagen de La Tierra durante 1994 y 1995. Se puede ver en muchas zonas contaminación lumínica
Sobre la contaminación lumínica, hasta el momento, existe escasa conciencia social, pese a que
genera numerosas y perjudiciales consecuencias como son el desperdicio de energía (y las
emisiones de gases de invernadero resultantes de su producción),el daño a los ecosistemas
nocturnos, los efectos dañinos a la salud en humanos y animales, las dificultades para el tráfico
aéreo y marítimo, las dificultades para la astronomía y la pérdida en general de la percepción del
Universo a gran escala. Es probable que muchos de los efectos negativos de la contaminación
lumínica sean desconocidos aún.

Es indudable que el alumbrado exterior es un logro que hace posible desarrollar múltiples
actividades en la noche, pero es imprescindible iluminar de forma adecuada, evitando la emisión
de luz directa a la atmósfera y empleando la cantidad de luz estrictamente necesaria allí donde
necesitamos ver. Toda luz enviada lateralmente, hacia arriba o hacia los espacios en donde no es
necesaria, no proporciona seguridad ni visibilidad y es un despilfarro de energía y dinero.

Estos perjuicios no se limitan al entorno del lugar dónde se produce la contaminación —


poblaciones, polígonos industriales, áreas comerciales, carreteras, etc.—, sino que la luz se
difunde por la atmósfera y su efecto se deja sentir hasta centenares de kilómetros desde su
origen. Además, la contaminación lumínica puede provocar plagas y cambios persistentes en el
medio ambiente.

Al incrementarse más el brillo del cielo, acaban por desaparecer también, de forma progresiva, las
estrellas, con lo que, al final, solamente las más brillantes, algunos planetas y la Luna resultan
visibles en medio de un cielo urbano neblinoso de color gris-anaranjado. Si consideramos que en
condiciones óptimas, nuestro ojo alcanza a distinguir estrellas hasta la sexta magnitud, lo cual
supone poder alcanzar a ver unas 3.000 en verano, podremos juzgar con equidad la magnitud de
lo que nos perdemos.

El efecto de la contaminación lumínica trastoca esa fuente de valores culturales, históricos y


científicos que nos han permitido ubicarnos en el universo. Poco a poco, nos despoja de esa
ventana intrigante y extraordinaria que nos reafirma como seres humanos; ese exceso de
iluminación nocturna innecesaria nos arrebata el derecho a disfrutar de los cielos oscuros.

El cielo oscuro necesario para la astronomía, ha sido la ciencia que ayudó a los marinos a viajar por
todo lo largo y ancho de este mundo. Desde el siglo XVII, se han venido perfeccionando las cartas
del cielo, que eran efemérides elaboradas para su uso en la navegación. Estas cartas del cielo se
hicieron a los largo de los siglos XVII a XIX, en observatorios que estaban, en general, en los
centros de las mayores ciudades europeas. Recuérdese el caso de los Observatorios de Greenwich,
en Londres; del Observatorio de Paris; del Observatorio Nacional español, en el madrileño Parque
del Retiro, o del Observatorio Nacional de México, instalado primeramente en pleno Bosque de
Chapultepec. Gran parte del estudio de las estrellas y nebulosas realizado entre los siglos XVIII y
XIX se lleva a cabo en estos observatorios.Hasta casi finales del siglo XIX, el uso de iluminación era
muy escaso, con lámparas que equivalían en el mejor de los casos a una bombilla moderna de 2.5
vatios. Esto explica que la observación astronómica pudiese hacerse sin grandes problemas desde
el mismo centro de las ciudades. A partir de la invención de la electricidad comercial, en el siglo XX
se inició un proceso imparable de iluminar cada vez más las ciudades. Iluminar era signo de
modernidad, y seguridad. A mitad del siglo XX la implantación de lámparas en las ciudades es una
prioridad. A finales de siglo la iluminación es ya omnipresente, inutilizando los antiguos
observatorios para la observación. Así, la observación astronómica profesional, que antes se podía
hacer desde las ciudades, hoy se hace normalmente desde sitios remotos, altas montañas o
enclaves singulares. Además, estos enclaves se ven en muchas ocasiones amenazados por el
exceso de iluminación de ciudades más o menos cercanas. Hasta el punto de que algunos
observatorios profesionales pueden verse amenazados en corto tiempo si no se toman medidas.3

Además, se ha demostrado en los últimos años que una exposición prolongada de los árboles a luz
artificial puede provocar que los árboles se descontrolen y crezcan en momentos inadecuados.4

La contaminación lumínica produce un incremento de la contaminación del aire al inhibir en parte


las reacciones químicas que hacen depositarse a los Óxidos de nitrógeno en forma de nitratos.5

La contaminación lumínica está relacionada con la contaminación del aire.

Contaminación lumínica y CO2[editar]

Cada vez, un habitante necesita más energía, entre otros motivos para los aparatos eléctricos
(televisores, lavadoras, ordenadores...) provocando que un ciudadano de un país industrializado
gaste unas 100 veces más que un habitante del tercer mundo.

La contaminación lumínica está relacionada en parte con un aumento del CO2 debido a que para
producir electricidad se necesitan centrales térmicas (aparte de energías renovables) y esto
produce un aumento notable de la contaminación medioambiental.
Biodiversidad y contaminación lumínica[editar]

La mayoría de los animales, al contrario de lo que nos pueda parecer, son de hábitos nocturnos.
Esto significa que buena parte de sus actividades (campeo, búsqueda de alimentos,
desplazamientos migratorios, apareamiento, oviposición, etc.) se desarrollan entre la puesta de
sol y el amanecer. Una de las excepciones más notables a esta regla es el ser humano, que se ha
adaptado evolutivamente a tener un ciclo circadiano opuesto, desarrollando su actividad en horas
diurnas y dejando las horas nocturnas para el descanso.

El ser humano ha desarrollado todo tipo de sistemas de alumbrado que le permiten iluminar sus
horas de oscuridad, y cuando esto sucede en zonas exteriores y especialmente fuera de los
núcleos urbanos, pueden aparecer una serie de interferencias con el resto de las especies.

Hemos utilizado el término «interferencia» para señalar que el alumbrado exterior altera de
manera más o menos significativa la actividad de ciertas especies eminentemente nocturnas, sin
llegar a provocar en la mayoría de los casos una «aniquilación» directa de las poblaciones
afectadas. En los últimos años,la literatura científica ha identificado numerosos grupos zoológicos
afectados por la contaminación lumínica, así como diversas formas de impactos sobre la
biodiversidad que erosionan las poblaciones de muchas especies. En efecto, se han recogido las
consecuencias ecológicas del alumbrado exterior sobre mamíferos voladores y terrestres, aves,
anfibios, reptiles, peces, zooplancton… en definitiva, todos los grupos zoológicos existentes. Pero
quizás uno de los grupos más significativos, tanto por su importante contribución a la
biodiversidad en cifras absolutas como su posición en la cadena trófica, es el de los insectos. En
este grupo zoológico, el alumbrado exterior provoca un comportamiento de hiperestímulo que se
conoce como «vuelo a la luz». La base de este comportamiento es difícil de entender porque los
cálculos y circuitos que se usan para el control del vuelo están pobremente estudiados. El vuelo a
la luz se traduce en tres grandes impacto: un efecto de cautividad (el insecto se siente atraído por
la luz, muere extenuado, quemado o depredado por lo general), el efecto barrera (las fuentes de
luz actúan como barreras migratorias o de dispersión) o el llamado efecto aspirador (los insectos
son «extraídos» de sus hábitats naturales). En cuanto a los efectos sobre la fisiología de los
insectos atrapados, se han descrito todo tipo de alteraciones, con consecuencias permanentes o
de carácter temporal, sobre la visión, la navegación, la oviposición y el apareamiento, los insectos
son el grupo zoológico más numeroso en prácticamente todos los ecosistemas terrestres. Además
suponen el alimento base para el resto de la cadena trófica y cumplen funciones vitales como la
polinización de las plantas.6

Medición[editar]
Cielo nocturno sobre el VLT del Observatorio Europeo Austral, en Cerro Paranal, Chile.

El brillo del firmamento nocturno se mide en mag/arcsec2 (magnitud entre arcosegundo


cuadrado).

El cielo más oscuro posible tiene un valor máximo de alrededor de 22 mag/arcsec2; una noche con
claro de luna, alrededor de 18 (40 veces más luminoso); áreas densamente pobladas, de 17 (100
veces más luminoso) e incluso menos. Téngase en cuenta que es una medición de un área
diminuta del cielo, de manera que la mayor oscuridad corresponderá normalmente con el cénit y
puede aumentar bastante conforme bajamos hacia el horizonte, y variar con la orientación.

En España, la red de MeteoGalicia incluye actualmente la medición del brillo del cielo nocturno en
14 de sus estaciones meteorológicas.7

Intrusión lumínica[editar]

La intrusión lumínica se produce cuando la luz artificial procedente de la calle entra por las
ventanas invadiendo el interior de las viviendas. Su eliminación total es imposible[cita requerida]
debido a que siempre entrará un cierto porcentaje de luz reflejada en el suelo o en las paredes,
esto puede provocar falta de descanso así como posibilidades de alguna alteración en la vida de la
ciudad. Esto resulta una gran agresión medioambiental así como una agresión a los vecinos al
mismo tiempo.

Efectos sobre la salud[editar]

A lo largo de la evolución humana, la luz estuvo más o menos restringida a las horas de luz solar, el
tiempo que el sol permanecía por encima del horizonte, lo que ya no ocurre en las sociedades
desarrolladas. Con la llegada de la electricidad, la luz artificial se ha convertido en un
contaminante importante, y probablemente esta situación no haga más que empeorar. Aunque,
hasta hace poco, no se consideraba que la exposición excesiva a la luz tuviera consecuencias
fisiológicas, indudablemente las tiene.8

En 2012 fue publicado un estudio capitaneado por neurocientíficos de la Ohio State University
Medical Center, financiado parcialmente por el Departamento de Defensa de Estados Unidos, que
sugiere que exponerse por la noche a fuentes lumínicas, como pantallas de ordenador o televisión
alteraría el ciclo luz-oscuridad provocando desajustes que serían causa de depresión, además de
modificaciones en el hipocampo, disminución de la densidad de las espinas dendríticas y aumento
del factor de necrosis tumoral (TNF). Estudios anteriores encontraron relación entre
contaminación lumínica nocturna y mayor riesgo de cáncer de mama9 y obesidad.10 El informe
dice además que el incremento de la tasa de trastornos del humor guarda relación con el
incremento de la contaminación lumínica nocturna en las ciudades durante los últimos 50 años.11
12

Recientemente, se ha descubierto que el uso de luces tipo "LED" en habitaciones de niños


pequeños es desaconsejable porque produce alteraciones en el sueño.13 Hay un caso de trastorno
evidente: el de aquellas personas que en verano necesitan imperiosamente abrir la ventana para
dormir y no pueden hacerlo si tienen la mala suerte de tener un foco luminoso frente a ella. Esto
produce alteraciones en la vida social, que si no se remedian pueden llegar a ser graves. Los
posibles síntomas de la falta de sueño gracias a las luces demasiado potentes son usualmente:
sueño inquieto, ausencia de reposo, insomnio, cansancio y nerviosismo.

Propuestas para posibles soluciones[editar]

No se debe confundir el intento de minimizar la contaminación lumínica con la idea de dejar a las
ciudades con una iluminación deficiente, Al contrario, las acciones a llevar a cabo para reducir la
contaminación lumínica suelen llevar asociadas mejoras de la calidad de la iluminación ambiental,
desde comienzos de los años 1980 existen diferentes movimientos organizados de gente
preocupada por este problema y que promueven campañas de prevención de la contaminación
lumínica. Es posible aplicar medidas que, manteniendo 14un correcto nivel de iluminación,
llevarían a prevenir el problema de la contaminación lumínica como las siguientes:

Impedir que la luz se emita por encima de la horizontal y dirigirla sólo allí donde es necesaria.
Emplear de forma generalizada luminarias apantalladas cuyo flujo luminoso se dirija únicamente
hacia abajo.

Usar lámparas de espectro poco contaminante y gran eficiencia energética, preferentemente de


vapor de sodio a baja presión (VSBP) o de vapor de sodio a alta presión (VSAP), con una potencia
adecuada al uso.

Iluminar exclusivamente aquellas áreas que lo necesiten, de arriba hacia abajo y sin dejar que la
luz escape fuera de estas zonas

Ajustar los niveles de iluminación en el suelo a los recomendados por organismos como el Instituto
Astrofísico de Canarias15 o la Comisión Internacional de Iluminación.16
Regular el apagado de iluminaciones ornamentales, monumentales y publicitarias.

Prohibir los cañones de luz o láser y cualquier proyector que envíe la luz hacia el cielo.

Reducir el consumo en horas de menor actividad, mediante el empleo de reductores de flujo en la


red pública o el apagado selectivo de luminarias. Apagar totalmente las luminarias que no sean
necesarias.

Para medir la calidad del cielo, se utilizan escalas cómo por ejemplo la escala de cielo oscuro de
Bortle.

El 20 de abril de 2007 se promulgó la Declaración de la Palma por el derecho a observar las


estrellas, con el apoyo de la Unesco.17

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