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DANZA DE LA MUERTE

La Danza de la muerte o Danza macabra es un género artístico que aparece a


finales de la Edad Media cuyo tema era la universalidad de la muerte. Se trata
de un diálogo en verso y por tanto representable, en que una personificación
alegórica de la Muerte, como un esqueleto humano, llama a personas de
distinta posición social o en diferentes etapas en la vida para bailar alrededor
de una tumba. Típicamente estas figuras eran el Papa, el Obispo, el
Emperador, el Sacristán, el Labrador, etc. La muerte les recuerda que los
goces mundanos tienen su fin y que todos van a morir. Estas danzas macabras
eran de hecho bailadas y representadas teatralmente en el siglo XIV.

Estas representaciones eran una


herramienta útil para enseñar
los mensajes doctrinarios de la
Iglesia, que los expresaba
oficialmente en el templo y en
latín. La población convivía con
la muerte. Era algo habitual
extraer mensajes y enseñanzas
de la vida cotidiana. La función
pedagógica de la danza
subrayaba la importancia de la
gloria y la eternidad a través del
mensaje de que la vida mortal se
acaba. A parte de esto también tenía una intención satírica al hacer que todos
caigan muertos, con independencia de su edad o su posición social, dado el
poder igualatorio de la muerte. “La Iglesia utilizó el teatro como recurso
evangelizador” para las clases populares.

La Danza general de la Muerte escrita en castellano se conserva en un


manuscrito de la Biblioteca de El Escorial. Consta de más de seiscientos
versos dodecasílabos en coplas de arte mayor en que van desfilando y
lamentándose todas las figuras representativas de los tres estamentos sociales
medievales (nobleza, clero y plebe) sucesivamente invitados por la Muerte a
unirse a su danza.

El hombre medieval estaba familiarizado con la idea de la muerte y la


convirtió en motivo artístico. Las danzas de la muerte se representaban en
semana santa. Son alegorías de este tema en el que aparecen personas de todas
clases sociales y económicas bailando con esqueletos, personificando el tópico
literario de la muerte igualadora.

El origen de las danzas de la muerte no acaba de saberse. Hay quienes ven su


origen en textos germánicos sobre los franceses y latinos. La mayoría de los
investigadores consideran que las danzas se gestaron en la literatura alemana
(se cree que la primera danza gráfica fue la del Cementerio de los Inocentes
(París), desaparecida), ya que la creencia en fiestas nocturnas en los
cementerios llevadas a cabo por los muertos que salían de sus tumbas
proviene de ese ámbito territorial. Algunos investigadores opinan que el
origen de las danzas se centra en los sermones eclesiásticos y en una pequeña
representación teatral llevada a cabo en la iglesia a modo de escenario, sin
embargo no hay documentos que lo confirmen.

Para entender el significado y la importancia de estas danzas voy a hablar del


contexto donde se desarrollaron. La Europa bajomedieval de los siglos XIV y
XV se caracterizó por la asolación de la crisis y la enfermedad. La
depresión agrícola, producida por el agotamiento de los suelos y el fin de los
procesos colonizadores, conllevó un descenso de la productividad agraria que,
junto a un aumento demográfico, provocó la aparición del hambre y los
problemas de abastecimiento. A este panorama desolador se unieron los
conflictos bélicos y la aparición de las epidemias. La muerte convivía con
los vivos en su vida diaria por lo que en este difícil ambiente comenzó a
desarrollarse un sentimiento de temor y desconfianza que hicieron proliferar
movimientos milenaristas y flagelantes, con sus ideas sobre el inminente
Juicio Final.

Prácticamente todas estas representaciones se encuentran en un recinto


religioso (abadías, iglesias, cementerios…) aunque a partir del siglo XV
muchas de estas danzas formarán parte de la ornamentación de algunos Libros
de Horas, en los Oficios de Difuntos. Que los esqueletos aparezcan danzando
dentro de centros religiosos tiene su origen en la celebración de eventos dentro
de los cementerios llevados a cabo antes del siglo XIII, pues en ellos se
bailaba, cantaba, comerciaba y jugaba.

En las representaciones gráficas, la Muerte mantendrá un diálogo con cada


una de las víctimas donde son obligadas a bailar con movimientos raquíticos.
Desnudos o tapados con un lienzo, se tapan sus miembros sexuales
inexistentes. Danzan al ritmo de la música y reposan sus brazos en el
hombro de la víctima a la que acompañan. A veces aparecen portando un
instrumento musical, mostrando un lado seductor, atractivo, el poder
diabólico de encantamiento de la música. Cada cadáver está asociado a un
miembro de la pirámide social al que acompaña. Estos personajes,
representantes de las distintas clases sociales, son las víctimas a las que se les
obliga a bailar.

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