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LOS CLIMAS DE ESPAÑA

MINISTERIO DE AGRICULTURA

LOS CLIMAS DE ESPAAA


POR

JOSE MARIA DE SOROA


INGENIERO AGRONOMO

Segunda ,dlci6n corregido y aumentada.

I
Sección de Publicacione., Pren.a y Propagando.
GRÁFICAS UGUINA - MELÉNDEZ VALDÉS, 7
En verdad ha de resultar muy útil, tanto
para el agricultor como para quien tenga que
recorrer una nación, ya porque sus negocios
lo reclamen, bien simplemente por "ver paí-
ses"--que no deja de ser empresa de menor
significación mercantil-, el poseer la des-
cripción clima.' ológica de España.
Imprimen los factores del clima sello pecu-
liar a la economía de cada país. Obran sobre
las producciones de flora y de fauna; dan al
paisaje sus matices; otorgan a unas comar-
cas veneros de riqueza agrícola y truecan
otras en áridos panoramas. Aquí influye la lu-
minosidad del sol fulgente en límpida atmós-
fera, en su vida bulliciosa. Acá, hoscos cela-
jes impondrán nota severa en el ceño de los
naturales, cual acontece en ciertas zonas in-
dustriales en que la vida se desenvuelve me-
nos riente, I quién sabe si más augusta, dig-
nificada por mayores austeridades del tra-
bajo!
-6-

Mas si la conveniencia queda probada, la


dificultad de dar cima a la descripción, y so-
bre todo en sencillas pero verídicas notas, es
insuperable, porque en la heterogeneidad de
los factores físico-naturales radica precisa-
men e la gran policromía de escenarios espa-
ñoles la variedad de producciones, de usos y
costumbres que a su vez y en íntimo nexo de
razones históricas, han dado al territorio es-
pañol las más Q"ljstintas modalidades.
Esta descripción que vamos a acometer la
resumimos con todo fervor de españoles, y
como tales, con ,'oda lealtad hay que desechar
una idea admitida con harta credulidad, que
puede trocarse en decepción: no es toda Es-
paña el país del cielo azul, de trigales gualdos
bajo la caricia del sol deslumbrante que per-
mite la sazón de las mieses, sin que para co-
secharlas tengan sus hombres que tomarse
mayores afanes: que los de breves labores, ale-
gradas por las coplas en que requiebran a las
hembras, bajo la rivalidad falaz de los varo-
nes enervados por las calorías de un sol casi
africano, que abrasa cual los néctares de sus
vinos.
No. Esta leyenda anacrónica y cllesde luego,
en otras épocas, har.o generalizada, si pudo
tener antaño algún viso de más verídica, ha
servido paracaricatura de lo que se quiso ha-
cerpasar cual retrato de una nación.
Escritas estas cuartillas rindiendo culto a
la veracidad. de los datos del Servicio Meteo-
rológico Nacional y a otros es' udios científi-
cos, se huye en lo posible de darlas carácter
doctrinal, sino de narración fidedigna, de evo-
cación literaria y de información práctica. Al
tiempo de consignar los caracteres del clima
español, recogeremos cual pleitesía a la lite-
ratura nacional, algunas de sus más escogidas
muestras que sirven de magnífico bordado a
la exposición documental de nuestro más bur-
do cañamazo.
II

LOS CLIMAS DE ESPAÑA


"Este pals, sin el vigor de la raza
que le puebla, no habr-ía sabido hacer
frente a e.sos inconvenientes colosales
que la Naturaleza nos crea en el suelo
y en la atmósfera, obligándonos a. to-
mar a la bayoneta y con dínamíta esos
reductos de roca y a dominar con pa-
ciencia y con en ergio. las inclemencias
del clima, gracias a una ardiente fe
en los destinos de esta Patria que no
deberá morir nunca."
(MORIll'1'.)

Tiene la Península ibérica una eX.'.ensión


de 583.000 kilómetros cuadrados y se consí.
dera como de figura aproximada a un cua-
dirilátero, aunque también se admite por
otros autores que el solar hispano-lusitano
semeja una piel Idie toro. Es lo cierto que
por estar surcado por siete grandes síste-
mas orográficos que dejan entre ellos me-
setas y vasos de nuestros principales ríos,
ofrece comarcas muy diferentes tanto en di-
- 10-

ma como en su vegetación, desde las mues-


tras raquíticas de una flora desértica, hasta
las ubérrimas de aspecto subtropical, Con ex-
cepción de Suiza, es España el país europeo
de mayor al.itud media (660 me ros) y ofrece
una región septentrional templada, de régi-
men pluviométrico francamente acentuado,
con moderada temperatura, salvo en las cotas
más elevadas, cuya región forma una orla de
la España árida, de que es dique esa barrera
infranqueable por los vientos húmedos. Como
precisa acertadarnen. e el que fué insigne In-
geniero Agrónomo de imperecero recuerdo
D. Enrique Alcaraz, sin necesidad ¿le movi-
mientos ciclónicos de la atmósfera, a poco
que el viento SW. o S. adquiera en aquella
región gala ice-astur y leonesa alguna fuerza,
al chocar con el nudo lusitano de la Sierra de
la Estrella y con la complícadísima orografía
gallega, produce abundante precipitación de
más de 900 milímetros anuales, con un breve
período discontinuo de sequedad en mitad del
verano. Pero en el resto de España, en la re-
gión seca, los vien os SW. y W., cuando pe-
netrando en territorio leonés siguen hacia las
altiplanicies de ambas Castillas, han abando-
nado su humedad y solamente la lluvia se pre-
senta en las depresiones que entran por los
paralelos situados por bajo de Lisboa, o que
corren a lo largo del meridiano próximo a
esta capital, o las que se producen en el Nor-
te de Africa o en el Mediterráneo y las que
-11-

bajan a dicho mar por la Europa Occidental.


Surcado ~l territorio por dichos grandes
espinazos montañosos con desig-ual orienta-
ción de sus ejes, los declives generalmente rá-
pidos con que éstos bajan a los mares que ba-
ñan por S. y E. la Península, dejan en el cen-
tro de la misma una gran mesa que tiene de
altitud media 650 a 700 metros.
La configuración topográfica ejerce decísi-
vo influjo en el clima de la Península ibérica
(tiene que es' udiarse unidas España y Portu-
gal, por constituir un sistema geográfico úni-
ca). Pese a que se incluye en el borde meri-
dional de la zona templada, no goza de uni-
formidad. Las influencias locales que ejercen
BUS grandes cordilleras, las altas presiones at-
mosféricas de las Azores y las mínimas de Is-
landia que desplazan la circulación' die los
vien' os, hacen que en la parte continental
--<Iue es la más extensa-s-, a una primavera
cálida y lluviosa, sigan estíos secos y ecuato-
riales, otoños apacibles e inviernos de fríos
secos.
. La acción del Sáhara, con sus arenas calci-
nadas por el ardor solar, somete a vientos cá-
lidos y secos que retardan la saturación de
la atmósfera y desfavorece la producción de
lluvias en gran parte del territorio. Ejerce
asimismo manifiestas acciones eléctricas que,
en los veranos producen efectos tempestuosos.
v Atenúase el cuadro de grandes oscilaciones

de los elementos climáticos en las costas por


- 12-

regularizar temperatura y humedad los mares


que las bañan y por la acción también cari-
ñosa de la corriente del Gulf-Siream; uno de
cuyos brazos aprisiona las costas occidentales.
Sin entrar a mayor concisión científica,
pero agrupando de manera práctica las ca-
racterísticas de las principales regtones cli-
matológico-agrícolas, se puede, por consi-
guiente, dividir España en tres zonas princi-
pales, que son:
- 13-

La variabilidad climática de cada una de


las regiones que quedan consignadas y aun
la que existe dentro de cada delimitación, im-
primen tantas facetas a los panoramas espa-
ñoles que ante un Congreso mundial, el IX de
Agricultura, las explicaba así a los visitantes
extranjeros D. Segismundo Moret, el insigne
tribuno, con otras de cuyas palabras 'se enca-
beza este capítulo:
"Al Ilegal' a las huertas de Murcia y Valen-
cia, después de caminar por los arenales de
Albacete, y cuando, fatigados los ojos por el
resplandor del sol y por las molestias del pol-
vo, se cierran involuntariamente, os parece-
rá que despertáis en un oasis, viendo de pron-
to líneas y tapices d\e verdura formados por
árboles y plantas, oyendo el rumor de las
aguas y contemplando la campiña salpicada
oon la alegría de la casilla, la blancura de la
barraca, sintiendo la vida de una población
numerosa y feliz, y sobre todo la transforma-
ción afortunada de la España seca, árida y
despoblada en otra España rica, riente y po-
blada, en cuya a.mósfera se mezclan, perfu-
madas por los aromas de las flores, las aguas
que bajan de las montañas con la brisa del
Mediterráneo.
"Pero además recordad Jos que habéis en-
trado por el Norte que a los pocos kilómetros
del mar empezásteis a subir las ásperas mon-
tafias de Alsasua, que ha sido preciso perfo-
rar en continuados túneles para llegar a la
- '4-

gran meseta de Vitoria , que después, cuando


creáis recorrer ya la llanura, habéis cruzado
los agrestes desfiladeros de Pancorbo, y des-
pués, al salir de la vieja Castilla, os esperaba
el Guadarrama. que a ravesásieis casi bajo
tierra, adivinando, por lo largo de nuevos tú-
neles, lo agreste de la montaña, para cesem-
bocal' al fin en esta otra meseta central de
Castilla la Nueva, de la cual no saldréis sino
salvando nuevas, elevadas y extensas cordi-
lleras.
"Los que cruzáis con frecuencia el territo-
rio de Francia, donde los ferrocarriles no ne-
cesitan 'úneles, donde la vegetación parece
que se contempla en las aguas tranquilas de
sus abundcsos ríos, pensadl al comparar am-
bos países, en los grandes esfuerzos que he-
mos debido hacer los españoles para vencer
dificultades que nos crea la Naturaleza, para
subir desde la costa a la altura de la meseta
central; la influencia de esos desniveles en la
corriente de los ríos, que se despeñanoomo
torrentes; la rapidez con que el sol fundie las
nieves de las montañas, sin dar ,'jempo para
que se es'anquen en los lagos, como en Suiza,
o se retengan en pantanos, como las aguas del
Nilo."
lB

REGION AGRICOLA DE, LOS PRADOS Y


PASTOS
EL BARANDAL DEL CANTABRICO y DEL ATLANTlCO

..oo. se siente angustiosa y próxima la


estación de las nubes y de las largas
lluvias, la que viene todos los afias
pregonando el agotamiento de la savia
y la muerte irremediable, pero que pasa
como todas las cosas y se olvida en el
"surrexlt" de la siguiente renovación
vital."
(P. LoTI: Ramunc/1.o.)

Comprende esta región Galicia entera y la


parte de Asturias, de Santander y Vasconga-
das que queda al Norte de los Montes Cantá-
bricos, o sea la zona cootera,· generalmen.e
nubosa, con gran precipitación anual y pe-
queña oscilación térmica anual, ya que la me-
. dia diaria fluctúa entre 5° y 18°. Está deli-
mitada, según acusa el adjurr o croquis, por
el Atlántico, el Cantábrico, la divisoria pire-
naica, el núcleo inicial de la cordillera ibéri-
-16-

ca y la mencionada cordillera cántabro-astur.


cuyas altas cotas se cubren de nieve que al
derretirse y bajar hacia el mar mantienen
tierra y ambiente en permanente grado ele-
vado de humedad. Castaños, hayas, manza-
nos, maizales y un perenne man.o de verdor
de los prados que alimenta elevada pobla-
ción ganadera, decoran esta región que es
algo más fría en la parte Norte del Cantábri-
co que el ángulo N.O., que da al Atlántico,
porque el paso de los vientos del Sur es obs-
taculizado por los montes cántabros. De toda
suerte, los inviernos en estas dos costas son
de inviernos dulces, veranos templados, hú-
medos en toda estación y muy nubosos, regis-
trando una precipitación de 700 a 1.500 litros
por metro cuadrado al año.
La docta pluma del Ingeniero Agrónomo
D. Enrique Alcaraz afirma en su Climaiolo-
gía ,agrúJola al tratar del medio ambiente cán-
/.abrc>-astur-galaico, que se extiende por toda
la orla montañosa cantábrica correspondien-
te a dicha cordillera en sus derrames al mar,
y por todo el macizo galaico que es el· tipo de
clima. templado co;¡ ,estaciÓfr/, fría.
Es el clima de la región española de los pas-
tos, que cubren con su manto de eterno ver-
dor las abruptas montañas del Norte español,
la zona de mayor densidad poblatoría de Es-
paña agrícola, muy agrícola; fabril, muy fa-
bril; que compendia en sus múkiples caseríos
- 17-

108 rasgos de las razas del N arte: austeridad


y previsión.
Entona el manto vegetal, canto perenne de
la renovación de la Naturaleza, con las tos-
cas y severas, en su sencillez, construcciones
del país. Y así pueden ser de rudimentarias,
si el bonancible clima permite, exceptuado el
de la parte alta mon, añosa, vivir la casi to-
talidad del tiempo a pleno aire, cabe sus por-
ches, galerías y soportales, que las abrigan
del único meteoro que abunda en demasía: la
lluvia.
y otro enlace se da como consecuencia de
tales condiciones naturales: la aproximación
a los pueblos costeros en la temporada esti-
val de la población del interior, que busca en
la suavidad del paisaje norteño, bajo los cen-
(mies de su ciedo, laxí ud a los nervios, dis-
tracción y salud en sus playas. Suceden al
bullicio del verano norteño apacibles otoños
envueltos en sudarios melancólicos por la llu-
via, que deja descorrer los albores del día y
que presta su encanto a los crepúsculos en que
Se esfuma. .
Y, sin embargo..., en toda la zona, pero en
especial en algunos de sus pueblos, la lluvia
es de tal insistencia, que obligó a decir al ge-
nialcreador de La Casa, ele la. Troija, a Pérez
Lugín.:
"En Santiago no llueve como en el resto
del mundo. Allí la lluvia es una cosa de pesa-
dez, de encono, de obsesión. Un llover sin des-
CLIMAS 2
- 18-

canso, sin tregua, sin esperanza de sol. Llue-


ve, llueve y llueve. Un día. otro día y ot roy
otro y oí ro, ¿Quién pudo jamás contarlos'?
Unas veces cae el agua menudita. persistente
y fina lte "ealabohos'"; otras arrój ase sobre
la ciudad en violentos chapa nones. como si
sobre el triste pueblo se desplomasen los cie-
los. Y nunca escampa. Las losas de las calles
y los sillares de las fachadas pónense a tono
con la situación y adop an, desde antes de que
las nubes se abran, un color negruzco, que es
la señal infalible que anuncia a los mojados
santiagueses la llegada del enemigo.
"Un ambiente de mortal, risteza invade la
ciudad. Todos los ruidos de alegría cesan y
sólo se oye, monótono, tedioso, tozudo, acaba-
dor, el estruendo del agua que arrojan a to-
rrentes por sus anchas bocas las enormes gór-
golas; con ían:a fur.a.icon odio tal, que salta
violenta al .ocar las piedras del suelo, como
si quisiera subir toda vez a las nubes para
dejarse caer de nuevo sobre la maltratada
Compostela."
Pero también cuida el novelista de mostrar
compensación a la tristeza del invierno norte-
ño al describir el asombro del señorito madri-
leño cuando, de pasmo en pasmo, descubre
Galicia:
" ... Solicitada de con.' inuo su admiración
por mil bellezas que en cualquier parte adon-
de dirigiese los asombrados ojos descubría.
Cuándo era ·la serena diafanidad del mal' es-
- 19-

meraldino. punteado aquí y allá 'por la blan-


cura de las velas o de la espuma con que lo
rizaba una brisa amable.. Tal vez, la umbría
de una corredoi ra que perdíase ondulante en
un túnel ce verdura. Ahora la opulencia y
frondosidad de .unos pomposos castaños, cu-
yas hojas temblaban de emoción al recibir
las caricias de un cefirillo enamorado y tra-
vieso. Aquí la molicie de un verde prado, el
murmurar de un regato saltarín y la alegría
de las diminutas rosas de los setos que cer-
can las huertas. De pron o, la sorpresa de una
aldeíta escondida entre loureiros : voces fe-
meninas e infantiles que entonan ingenuos
cantares de una vaga y tierna melancolía;
chirriar lejano de carretas, que se alza sobre
el silencio del campo cantando una áspera y
prolongada canción de trabajo, ·de paz y de
dicha. El cielo azul. los pinos esbeltos, los fru-
tales próvidos ; los castros dominadores, que
escalan en .ropel los árboles: las iglesias hu-
mildes con sus poéticos cementerios
siempre en paz;

el himno a Dios misericordioso, creador de


tanta maravilla, que los pájaros felices ento-
nan a toda hora, modulando el que la Natu-
ralezadice en el augusto silencio y grandeza
de su hermosura•... Todo esto, y lo demás que
la torpe y pobre palabra humana no acierta
a 'pintar y que sólo puece expresarse con gor-
jeos de "paxariños", SUsurrar de maizales,
20 -

árboles y arroyos : aromar, incensar; de. 1'0-


sas y jazmines; melancólico quejarse de los
pinos, acariciar de las mansas olas a las are-
nas de la plaza, risas y cánticos de niños y
mujeres, . iniineo de campanitas de iglesias
aldeanas... Galicia, en fin, que es todo dulzu-
ra.. Y paz. Y amor.
Cómo pasar insensible entre esta poesía del
cielo y de la tierra sin declararse
Rendido esclavo de hermosura tanta?"

* * ...
En la parte interior de Galicia, zona de
trana.ción al clima de la altiplanicie, redúce-
se enormemente la precipitación; lo cual es
un serio contra íempo en algunos años para
las producciones pratenses de región tan ga-
nadera.
En toda la región, salvo en los vértices más
. elevados de su valladnr interior, rara vez baja
el termómetro de O°. Sólo en los puertos de
Reinosa y <le Cabrales, que constituyen el
confín con la España con ineníal, caen nie-
vea. La temperatura invernal de la costa es
sensiblemente igual a la de la orilla del Mame
N osbrum. en el Este, y las mínimas son de
1°~ 3'\ .
Suave el temple primaveral se prolonga
hasta el mes de julio; y el verano, ya retra-
sado en su iniciación, queda 'también acorta-
~. 21 _.-

do, pues d'esde la última decena de agosto


empieza a descender, pero muy paulatina-
mente, la temperatura, manteniendo templa-
do su largo aunque húmedo otoño. continua-
ción de un estío en el que, única zona de Es-
paña, se mantiene bastante continua la hu-
medad prestando SU arrullo a la vegetación.
No es raro, en efecto, la presentación frecuen-
te de nubes que en el rodar c~e los días vera-
niegos van dejando caer su contenido sobre
las campiñas gallegas, hecho descrito por la
gran escritora doña Emilia Pardo Bazán en
SlU cuadro La Madre Naturaleza:
"Las nubes, ealiginosas y de un gris amo-
ratadocomo de tin.' a desleída, fueron juntán-
dose, juntándose, atropellándose más bien, en
las alturas del cielo, deliberando si se desha-
rían o no se desharían en chubasco. Resuel-
tas finalmente a lo primero, empezaron por
soltar goterones anchos, gruesos, legítima llu-
via de estío, que doblaba las puntas de las
hierbas y resonaba iestrepf osamente en los
zarzales; luego se apresuraron a porfía, mul-
tiplicaron sus esfuerzos, se derritieron en rá-
pidos y oblicuos hilos de agua, empapando la
tierra, inundando los matorrales, sumergien-
do la vegetación menuda, colándose como po-
dían al través de la COpa <re los' árboles para
escurrir después tronco abajo, a manera de
raudales de lágrimas por un semblante rugo.
SO y moreno,"
- ;¿;¿-

Como síntesis de los principales factores


meteorológicos de algu nos de los Observato-
rios de esta región, con-ignamos los siguien-
.es, resumidos de los del S. M. N., referentes
a los años 1901 a 19aO:
T~)'fP~~RATURAS Mml AH ~:-;T..\no Il<:'L -r st.o. :,,;('~I"':~
I~() fJ.: .u r."-:' ,-\.'\ r: \1. .;.~
~~------~---':':';"'-_:._
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OBSERVATORIOS Lluvia
Anual vl.i x una vl iuima anual I )e-;~'e~ ( '¡),ld"

'ad.!". \ t: :'()_"',,'~
..19 0 8(0 »1m .....

Coruña 1:{.-1 18 10,6 ' 792 6;; 151 151


Santiago 13,;¡ 13,7 8,1 ' 1.442 4::; 153 13':
Gijón .. 1:3.5 13.7 3.2 a 971 25 2')" 1Ji
Bilbao H,:; 20,5 8,6 ' 1.112 62 [;;1 172
San Sebastián 13,7 13,5 8,3 ' 1.331 51 171 1411

1 Dfcíernbre.
Enero .
• Febrero.
IV

BARRERA MERIDIONAL DEL PIRINEO'


ORIENTAL
"Lo Canlgó es una magnolia Inmensa
que en un rebrot del Plrineu se bada;
per abelles té fades que la voltan,
per papallons los ctenes y les állgues.
Forman son cálcer escarldes "erres
que plateja I'hivern y l'estlu daura,
grandiós bey re hont beu alors r'estrena.
Les boscuries de pins son sos ba rbtcos ,
los Estanyols ses got es de rosada,
y es son pistil aqueix pa.la.u auritlch,
somni tI'aloja que del cel devana .."
(JACINTO V!JRDAGU~R: Canlg6.)

La falda 'dlel Pirineo español, muy fría y


húmeda, con frecuentes nevadas en invierno,
y de estaciones intermedias, en que paulati-
namente se pasa a la temperatura fresca del
verano, ofrece panoramas bellos para quien
la recorra, Es de vegetación ubérrima y con
una gran densidad poblatoria, repartida. en
múltiples caseríos que salpican cerros y va-
lles. y que hacen el país acogedor para el tu-
rísta,
-- 26 -

Merece ciescripeión especial el clima del Pi-


rineo español, frontera anch.; y elevada que
ciei ní ~l itsrno con que parece retener Euro-
pa a España, cual hija amada. La colosal ima-
f ron:e que desde los valles del Ebro, en rápi-
da ascensión, culmina en crestas elevadas, de-
jando entre sus repliegues, en anfiteatros de
entrantes y salientes, innúmeros pueblos que
.besan sus pies y escalan hasta sus cumbres,
marca en el recorrido de estos montes, d'esde '
Tolosa hasta Zaragoza, la gradación de climas
que hacen creer-ha dicho Michelet-"que
se franquea un mundo".
La cadena pirenaica impone con implaca-
ble mando dirección a los vientos; en sus par-
tes septentrional y oriental, los que proceden
del Océano siguen el eje N. O., y los proyecta
a la vertiente francesa, donde al franquear
la altura de la barrera fronteriza se enfrían
y dejan abandonado el reg-alo ele I'US aguas a
la nación vecina.
Agarradas las nubes en que se condensa la
humedad de los aires oceánicos, a las alturas
a que tienen que trepar para salvar las dos
nacionalidades, los cendales de la bruma que
logran salvar de N. a S., el Pirineo se esfu-
man al sufrir la cálida caricia de la venien-
te mediterránea, 'en cuyo beso se evapora.
Nubes que en sus crestas chocan proceden-
tes de los dos países, levantan columnas de
bruma que decoran, en su lucha con los cela-
- 27-

jes grisáceos, las paredes de la cadena que


inspiró el estro de Víctor Balaguer para es-
cr: b r su canto elegíaco a Provenza :
"Cielo hermoso de la Provenza : dulce tie-
rra de los amores. el recuerdo que de ti me
llevo jamás se borrará de mi corazón."
, Aguaceros y lloviznas fugaces, que en vo-
lumen significan menos ci~ la tercera parte
de la capa pluviométrica que dejan caer en la
vertien e francesa, son los fenómenos meteo-
rológicos más repetidos del Pirineo español,
en cuyas altitudes la temperatura desciende
notablemente con respecto a las llamadas del
Ebro.
Resulta agrícolamente que esta falda del
Pirineo español es muy variada, según las al-
titudes y exposiciones de las parcelas si,' ua-
nas erntre tanto repliegue orográfico; pero es,
desde luego, mucho más fría que la región
anteriormente tratada en el capítulo prece-
dente, ya que falta en ésta el regulador tér-
mico que suponía en aquélla la vecindad del
mar, y ello se acusa en que alterren prados.'
bosques. principalmente havares (lagll;;'j, algo
de cereales y en los regadíos de los anchos
arroyos y ríos que recogen las aguas de la
fusión de las nieves del Pirineo, como las "ri-
beras navarras" y valles de Cataluña. hay
toda una gama de cultivos que comprenden
el del olivo, huertas, viñas. raíces, tubércu-
los, etc., etc., amén de una gran variedad de
frutales,
- 28-

Consignamos los datos del S. M. N., de los


que más influyen en los resultados die tan di-
ferentes producciones, y en los que se con-
firman la variabilidad de factores meteoroló-
gicos, según la al. ura y situación de dos de
Jos principales Observatoriés : Pamplona, de
altitud de 450 metros, y Gerona, sita a 69 me-
tros sobre el m vel del mar:

..
TwnRATURAS MIWIAS ESTADO DIIlL CIIaLO. NUM!-
_ ~O__D~ orAS ANUAL!S
OBSERVATORIOS Lluvia
Anual Máxima ~línima anual Despe- Cubi ee-
jades Nub osos los
'!Y0B~ Enero mnU'.

Gerona ............................ .. 15 23,5 7,3 763 105 209 :51


.
Pamplona ..... ... .... ..... .......... 12 20,5 4,3 188 71 144 144
<,

v
CLIMA CONTINENTAL DE LAALTIPLA-
NICLE DE CASTILLA LA VIEJA

LA CANCION DEL DUERO

"Las nubes nos dan una sensación de


inestabilidad y de eternidad. Las nubes
son-como el mar-siempre varias y
siempre las mismas, Sentimos mirán-.
dalas cómo nuestro ser y todas las eo-
sal! corren hacia la nada, en tanto que
ellas-tan fugitivas-permanecen eter-
nas."
(AZORiN: CasHlla.)

Abarca el primero de los grupos que hemos


establecido para los climas continentales es-
pañoles, las. provincias de León, Zamora, Sa
Iamanea, Valladolid, Palencia, Burgos, Sorra
y Avíla, Parcialmente contiene algo de la de
Logroño,
Es la cuenca hidrográfica del Duero amplio
vaso triangular cerrado a todos los vieu os,
que para penetraren la altíplamcie de Cas-
tilla la Vieja tienen que dejar su humedad
- 32-

en las vertientes que forman el borde de


aquél.
Se caracteriza por clima brusco y áspero.
aunque de estíos cortes, con amplitudes tér-
micas exageradas, de 30 a 36 grados anual-
mente.
Inviernos largos, tan largos que duran más
de nueve meses, hacen sufrir a la región, des-
de diciembre a mediados de febrero, la ¡rWda
caricia de las bajas temperaturas, que suelen
descender cotidianamente de O°. La metia es
de lOO.
En los parajes más altos se presentan los
primeros hielos ya en el mes da septiembre,
y como confirmación del rigor de sus mver-
nadas, basta saber que Palencia y Burgos re-
gistran casi todos los años, en -nitad de di-
. cha estación, mínimas ex.remas de - 12) Y
-.: 14°. Estas mismas provincias y la parte
occidental de la die Logroño, los elevados pi-
cos de Avila y. de Segovla se cubren con el
manto níveo durante gran parte del año y son
las provincias en que mayor es d número de
*va¡j&s.
Se prolonga el tiempo frío durante los me-
ses de febrero y de abril, y la mayoría de los
afias el pocaarbolado de la reglón y sus ex-
tensos sembradíos de cereal padecen grave
daño por la tardía presencia de heladas-s-al-
gunas en los primeros días de mayo--, sien ..
do zona de parada invernal en la actividad
vegetativa, que dispone de poca ganadería,
-·33 -

sólo representada por los sobrios rebañ lIS l:e


ovejas y de cabras.
Es característico del clima de la altiplani-
cie lo efímero de las estaciones intermedias
y la brusquedad de las variaciones térr.ncas
diurnas, singularmente en estos meses lJl';-
maverales.
Por ser muy escasos y salpicados cronoló-
gicamente los días típicos de la primavera,
impresionan, por Su rareza, la inspiración de
la pirs'ura costumbrista. En ellos la estación
"presta a los trigales-c-parafrasis de Larre-
ta-i-undoso brillo de seda; ¡ verde y plateada
casulla sobre el buriel de loo terruños! El sol
chispea en la mica de las peñas, en la reja de
los arados, en el agua del río..."
De la presencia irregular según los años
de lluvias en dicha estación,depende en gran
parte la riqueza de la comarca. "Por San Vi-
cente el invierno pierde un diente", reza el
proverbio, que confirma que hasta el 5 de
abril, festividad' del Santo, no comienza ge-
neralmente la iniciación primaveral. Otro re-
frán que califica "abril y mayo, llave de todo
el año", demuestra cómo en estos meses, ven-
ga o no la lluvia, habrá cosecha o será año
perdido para el negocio cerealista que cons-
tituye el eje de la vida regional.
Breves los eslíos-de fines de julio a me-
diados de septiembre-suelen dar un prome-
dio de tempera.ura de 25°, pero aun dentro
de ese corto lapso, no es raro que suba la co-
eL'MU (1
-.14 -

Iumna termométrica a 35 y cerca de 40° a la


sombra, en ese período de cielo despejado,
"bajo la claridad implacable del sol castella-
no", y de calma absoluta en los movimientos
die la atmósfera.
El torvo sosiego de siesta castellana es re-
tratado con precisa frase por el autor de La
[Jimia, Ilile Don Romtitro, el elegante prosista
hispanófilo Enrique Larreta:
"Días de bochorno canicular a que no se
escapa, con ser tan empinada y ventosa, toda
aquella región de Castilla. Un aire abrasador
se amodorra en las navas, y en el cielo sin
nubes embravece su tinte como el esmalte en
el horno. La peña cruje bajo la rabia del sol;
el árbol se tues' a. Aquí y allá, a lo largo de
los .caminos, la recua o el rebaño levantan
grandes nubes de polvo, cual si fueran ejér-
citos."
Destaca como rasgo más notable del clima
de la cuenca del Duero, la pequeña lluviosa-
dad de 200 a 400 mms, anuales.
Meses y meses pendiente de la aparición de
las nubes, la mirada no sólo del labrador cas-
tellarso, sino del industrial y del comerciante,
se d'íríge al horizonte. Sabe la población de
Castilla la Vieja que el rodar de las nubes
por su celaje es promesa de la lluvia que re-
gula el que Ceres ofrende su cosecha, o que
se pierdan los sembrados. Y por ello es pre-
ocupación, la primera del día, escrutar el ñr-
mamento que desesperanza al verlo terso;
pero que, por el contrario, si se presenta en-
capotado, ofrece perspectivas da pan para zi-
cos y pobres. .
Ambos rasgos, oscilaciones bruscas de tem-
peratura y largos períodos de sequía, dotan
de dureza y sobriedad a la flora de los pára-
mos castellanos.
Exuberantemente arrullada por los dorados
reflejos del as.ro rey, que rara vez empaña
una atmósfera seca, mo extrañará que la ex-
citación lumínica haya producido en su po-
blación trabajadora y sufrida cual eeñejo die
la acción del medio, delíríos de epopeya y con-
tinuada labor constructiva. Y por inspirada
pluma, con certera visión del país que descri-
be, se reverencian sus virtudes exclamando
Ricardo León en el excelso prólogo de su no-
vela El amor (~e los amores las siguientes fra-
ses en que se compendia cómo las condiciones
del clima actúan en la vida de las ciudades
de Castilla:
",j Qué tónico el ambíene, qué austero el
paisaje, qué serena la atmósfera sobre el haz
de la tostada llanura! Yo he visto las yuntas
perezosas, labrando la besana, y hendir la reja
el húmedo terruño, y caer, como una lluvia de
oro, la simiente; he visto verdear la mies y
encorvarse al batir del viento, y madurar al
sol, y caer al filo de las hoces, y yacer agavi-
llada en los surcos, y bambolearse en los ca-
rros gemidores, y desbordarse en las eras, y
crujir bajo los trillos, y molerse en la aceña,
-- 36 --

y tostarse 911 el horno, y convertirse en blan-


quísimas hogazas. He disfrutado en prima-
vera de la hermosura de los campos y he be-
bido el olor de madreselvas y rosales, de me-
joranas y tomillos. Secó mi garganta el ás-
pero dogal de los calores agostizos y, en la ca-
llada siesta, busqué el sombrío tamujal, a la
vera del río soñoliento, y al llegar la noche
bañé mi frente en las aguas mansas de la
runa, Vi pasar, en tardes otoñales, la bullicio-
sa pastoría; sentí el balar de los corderos, el
ladrar de los mas ines, el chasquido de la hon-
da y el silbo de los zagales, y en la postrera
lumbre del crepúsculo se alzó un cayado como
un cetro de rey. Dormí en las majadas, sobre
las hojas perfumadas de resina embriagado
por el vaho de los apriscos y arrullado el sue-
ño por el manso rumiar. Y en el invierno cas-
tigué mi carne con el azote úle la nieve y me
curtí la piel con el cuchillo de la helada. Que
así a tus hijos haces, i oh dura tierra de Cas-
tilla 1, recios también y fuertes como los ro-
bles..."
De vegetación espontánea esclero-xerofíi-
ca, matorrales principalmente, con algunas
pinares importantes y encinas y robles como
especies forestales predominantes, es Casti-
lla la Vieja, ante todo, una zona eminen te-
mente cerealista, en qu-e alternan 'con esta
producción la de leguminosas de secano, ya
que el factor sequedad, y gran brusquedad
térmica retrasa algunos años hasta el final
_. 37 --

de julio las' recolecciones de aquéllos, y siem-


pre duran hasta bien avanzado agosto las de
las legumbres secas (garbanzo, lentejas, al-
mortas, e .c.). Fuera de las vegas del Duero
y sus principales afluentes, escasa es la repre-
sentación de frutales Sólo la vid' tiene algún
interés.
Las paradas vegetativas de las produccio-
nes de pastos reducen mucho el peso vivo sos-
tenido en esta zona, por unidad! de superficie.
He aquí la justificación de cuanto ha quedado
consignado, expresado en resúmenes de los
principales factores del clima, según datos
del período 1901-1930:
, liSTADO Dm. ClIIILO. NUYIIl-
TIKI"lRATUI\AS YIElIAS
RO DIl DIAS ANUALII8
OBSERVATORIO:':> Lluvia
Anual Máxima Mínima anual Despe- Cubier-
jades Nubosos los
~g":'.to_ Enero n"ms.

Valladolid ...... ..................•. , .. 11,7 21,4 3,4 407 81 193 91


Salamanca ." ......... 12 21,5 3,7 396 106 17~ 86
Burgos .......................... 10 18,9 2,6 486 90 167 108
Avila ................. 10,1 19,9 2,4 369 119 165 SI
VI
LA CUENCA DEL EBRO
..... la fuente y el pozo son la semIlla
del oasl8 y el oasis es una conquista
para la patria."
(COSTA: La fórmula de la Agricul-
tura 68pafl.ola..)

Comprende esta región climatológica gran


parte de Navarra y die Logroño, las provin-
cías aragonesas y algo de la parte interior
u occidental de las de Cataluña. Supeditase
la riqueza de las mismas a las grandes obras
que para aprovechar las aguas se han reali-
zado, tanto de sus afluentes como del río, que
naciendo en Reinosa, desemboca en ancho del-
ita en Tortosa-c-del Ebro--; río que, según
el polígrafo de Graus, "ha servido de cima a
la nacionalidad aragonesa, maestra de Espa-
ña en cuestiones sociales", al que pedía que
"anuncie ahora el nuevo Evangelio político a
los pueblos de la Península, como ya princi-
pió a anuncíárselo con el canal de Tortosa,
constnuído en el siglo xs, antes que ninguno
otro de Europa".
- 40

La Rioja y la depresión o cuenca del Ebro


poseen un clima continental, en el que pue-
den distinguirse tres aspectos : el de la lade-
ra meridional de los Pirineos y sus estriba-
ciones, el del valle del mencionado río yel de
las vertientes septentrionales de la cordillera
Ibérica, que constituyen el otro borde de la
cuenca.
Algo más abrigada esta cuenca que la me-
seta castellana en su centro o depresión, tie-
ne temperaturas altas en la canícula, en la
que no dejan Qje ser frecuentes las grani-
zadas.
),'!
Sus inviernos son más cortos que los de la
\, meseta, y fuera del borde periférico muy ele-
vado, en que las bajas térmicas son las ma-
yores de España (Teruel), en el resto, no de
tanta altitud, es algo más suave que en la me-
seta, y las oscilaciones térmicas más regula-
res, menos bruscas. Así y todo, en la canícu-
la suben las temperaturas hasta 40° a la ISOb·
bra.
Perfectamente cerrada por los elevados
montes, los vientos que a su centro llegan van
calentándose al acercarse al valle del Ebro;
pero como mientras tanto se deseca, la preci-
pitación pluviométrica es ligera (de 200 a 400
litros por metro cuadrado al año). Tan sólo
borrascas muy i:n' ansas depositan el beso de
sus lluvias a las tierras aragonesas, que cons-
tituyen otra de las ZOIlB8 más secas de la Es-
paña esteparia. El máximo pluvíométrico sue-
- 41 -

le ocurrir en mayo. Hiela en la zona desde no-


viembre hasta abril.
En cambio, las vegas del río que rinde tri-
buto al Pilar zaragozano, y las de sUS afluen-
tes, prestan a la flora aspecto más similar al
de las costas del Medierráneo que al del in-
terior de España. Huertas y vergeles de la
Rioja SOn orgullo de la agricultura de la cuen-
ca del Ebro, y emporio de la riqueza, son
también SUB famosos viñedos, que pasean los
caldas españoles en triunfo por el mercado
mundial.
Cual en Castilla, es también preocupación
de los aragoneses de las zonas del secano la
presentacién die las lluvias, que pocas veces
dibujan sus tintes rojizos al ser heridas por
los rayos del crepúsculo vespertino, acogidas
con alegría, ya que reza el refrán "arreboles
de Aragón, la noche con agua son".
Pero en la mayoría de las puestas de sol,
desde los meses de abril a octubre, se ocul!ta
el astro bajo un cielo tan azul, que parecen
para él escritos unos versos de Manuel de
San doval, que dicen:
\,

En vano all3gra y dora


desde el cénít el vaIle y la cañada
con luz deslumbradora
que no puede sufrir nuestra mirada,
si en la tarde y la aurora,
detráa de la montaña escondido,
nos oculta su disco enrojecído,
-- 4;¿ -

y tan s610, volviéndole la espalda,


vemos crecer o decrecer su lumbre,
que baja de la cumbre por la falda,
(1 sube por la falda hasta la cumbre."

Em el siguiente cuadro se resumen los prin-


cipales factores que influyen en la Agronomía
de la región :
••
TEMPERATURAS MIIIHAB CSTADO DH:'L CIZLD. NUMa-
Rol OE OlAS AXUAL~
OBSERVATO~IOS Lluvia
Anual Máxima Mínima anual Despe- Cubier-
jades Xubcsos los
Emro nlms.
-- --
Logroño ............ 12,7 21,5 I 3,8 392 97 175 92
Zaragoza ....... 14,3 23,7' 5,6 305 128 183 54
Huesca ..... 13,5 23,5' 4,7 487 105 1% 75
Teruel ... 11,6 21,9 ' 3,1 381 103 194 OS
Lérida. .. 14,2 24 • 3,8 463 89 205 71

1 Agosto.
• J"uilo.
VII

MONTAÑAS, VEGAS Y CIGARRALES DEL


CENTRO
"Mananas de junio en que la ciudad
de los concilios parece susurrar en al-
garabias canciones de Oriente. El cielo
sin una nube, tiende su tafetá.n más
azul; aquí y allá, la cal enseña bajo
los tejados morenos su reciente blan-
cura; rosas y claveles arden en los bal-
cones, y en lo alto de algunas callejue-
las deliciosamente sombrias vese espe-
jear el azulejo de las cúpulas y almi-
nares."
(E. LARltllrrA:' La Gloria de uo«
Ramiro.)

La que fué corte española, Madrid y sus


provincias límítrofes (Toledo, Guadalajara) ,
y también algo de la de Cáceres, const!' uyen
una de las dos cuencas 'de la submeseta merídio-
nal: la del Tajo. Su clima lo define el conoci-
do dicho: "Nueve meses d~ invierno y tres de
inñerno", que alude a cómo suele prolongarse
la estación fría a costa de que pasen desaper-
cibidos gran número de días de otoño y de
primavera y al calor abrasador de sus estíos.
Frase, desde luego, exageraoa, ya que si bien
cortas, sus estaciones intermedias son, preci-
samente, de clima delicioso.
Más veraz es el cOI1Sej o refranero de "has-
ta el 40 de mayo no te quites el sayo", que ya
admite como tiempo bonancible el que Se dis-
fruta n ta región desde la segunda dece-
.,..
...
~
na de junio. para .no caricaturizar los ras-
gos, cebemos señalar que los meses de mayo
y de o.<:1:.ubre aunque sujetos a las variaciones
que ~~acté zan el ambiente de Casulla la
Nl\eva, su . n constituir excelentes épocas de
-tiempo b ncible en Madrid y sus alredores.
amplitud-no sólo refiriéndose a
uno de los factores, el térmico, sino a los aires
y meteoros-podremos decir que conoce todos
los climas, porque los soporta en rápida suce-
sión cronológica.
En la Guía de Madriid--punto central de la
región-, de que es au'or D. A. Fernández de
los Ríos, indica que D. Casiano del Prado .se-
ñaló la temperatura media de Madrid y su
término, en 12°,9, creyendo que la de 15° que
resulta por el termómetro en el Observatorio,
es algo fuerte. De las observaciones dle ocho
años aparece que llovió, por término medio,
77 mms, en cadatmo, siendo la cantidad me-
dia de agua llovida en cada año de 362 milí-
metros, término medio; que los vientos más
fuen'es fueron del primer cuadrante, o sean
los del NE., y dJespués del tercero. En la sie-
-- 47 -

rra nieva con frecuencia de noviembre a


abril ;en Madrid las nevadas son escasas y
ligeras. La temperatura que el mismo señor
Prado encontró en el agua de las fuentes: en
la de la ReÍJ1a (montaña del Príncipe Pío),
que €S más bien un pozo de cuatro metros de
profundidad hasta el agua, 14°, 1, en 17 <fu
febrero, 15°, 3 en 4 de septiembre; en las
fuenbd del ánterior de la villa procedentes de
cañerías la oscilación es mayor, llegando en
las que toman el agua del canal del Lozoya a
12° y 14°, y en las otras a 8°.
Si vario es el clima en el transcurso de~o
días, no menor heterogeneidad! ofrece en . 8l§ ,
distintos puntos del mapa de esta regióI\!l.~ n
comprobación citemos, refiriéndonos a la d~ ...
vergencia en los alrededores de Madxi ; oJW
la floración de una misma planta vie ~ r.iI2' ,
trasada en Peñalara respecto a Aranju en
setenta y ocho mas. ~.
El clima de las provjncias de Madrid y li-
mítrofes se resiente en general de la altura
que ocupa sobre el Medsterráneó, la que varía
alrededor de 650 a 700 metros. A causa de
este nivel se debe el que la temperatura sea
bastante menor que la que debiera eorrespon-
del' atendiendo a su latitud.
La configuración topográfica influye mucho
en las condiciones climatológicas, haciendo
que éstas sean muy diversas de un punto a
otro y que a una primavera "de abril de las
aguas mil" sigan estíos tórridos y secos, oto-
-48-
ños breves e inviernos de muchos hielos, Con-
secuencia de la gran elevación de algunos pi-
cos de la sierra es la caída de nieves casi per-
petuas.
Los datos, pues, a que vamos a referirnos,
lejos de ser generales, están modificados se-
gún las condiciones a que acabamos de refe-
rirnos.
... La temperatura media anual, según las di-
" ferentes localidades, puede considerarse com-
prendída en re los 3,5 a 16,5°, siendo en Ma-
0

drid de 13",3 según sl promedio de treinta y


cinco años de observaciones. La temperatura
media mensual oscila en Madrid entre 4,8 en0

diciembre y 33,5° en agosto. Sin embargo, no


es la temperatura media de las estaciones, pues
una misma !temperatura media anual puede
corresponder a máximas y mínimas muy di-
ferentes.
Ein Madrid dicha tempera.ura máxima sue-
le ser anualmente de unos 40° por término
medio, alcanzando su óptimum en julio, en
que la máxima mensual suele oscilar entre
los 37° y 43"', siendogeneralmente estas temo
peraturas acompañadas de una gran sequía.
Reñríéndonos a los vientos de Madrid, los
predominantes son el N. E. y S. O.; el prí-:
mero se sobrepone al segundo en otoño e in-
vierno, e inversamente el S. O. al N. O. en
primavera y verano. También es algo fre-
cuen' e el N. O., o viento gallego. Hechos tam-
bién perfectamente característicos de cada
-49-
uno, es que con S. O. siempre llueve, mientras
que con el N. E. sucede todo lo contrario.
La velocidad media es de 4,5 metros por
segundo; el N. E. la posee por lo general muy
tenue, pero tansn tensa es su acción que per-
fee!tamente conocido es el dicho "El aire de
. Madrid es r.an tenue y tan sutil que mata a
W1 hombre yno apaga un candil".
Por término medio hay en Castilla la Nueva
ciento treinta días despejados, ciento setenta
y dos nubosos y sesenIta y !tres cubiertos al
eabo del año. Llueve noventa y cinco días al
año, un año con otro, y la altura de la capa
de agua que se acumularía sobre el suelo du-
rante esos días de lluvia si no corriera ni se
evaporara o ñltrara, sería de 420 mms., o sea
casi medio metro, que representa 420 litros
cada metro cuadrado d~ terreno horizontal.
(Claro es que los anteriores datos varían de
la pal1te N. a la S. de ella.)
Las lluvias presentan un máximo en no-
viembre y a fines de abril o primeros de mayo,
y el mínimo lo presen.an en verano, en julio
y agosto, y otro en invierno a fines de enero.
Datos son estos muy dados a la excepción;
pero téngase en cuenta son resultados de ge-
neralizar observaciones de treinta o cuarenta
años.
La acción del Sáhara hace que Los vientos
que de allí procedan, eáIi<fus y secos, retar-
den la saturación de nuestra atmósfera, des-
favoreciendo la producción de lluvias, y en
CLlMU 4
~ ~o-

verano son manifiestas sus acciones electri-


zando la atmósfera y dando origen a la foro
mación de nubes tempestuosas de efectos bien
destructores algunas veces.
Por lo que respecta a otros meteoros acuo-
sos, d~remos que el número de días de nieve.
suele ser de cuatro a nueve, y mucho mayor
en la sierra, en donde suele nevar desde no-
viembre a abril o mayo, habiendo algún año
en que no ha nevado en Madrid más de un
día y habiendo sido o.ro año superior a vein-
te el número acusador elle los días de nieve.
En la comarca no hay nieves perpetuas:; Io
~; que hay son ventisqueros o neveras. La nieve
desaparece generalmente en julio, o antes.
Los días de granizo suelen ser ocho, núme-
ro más número menos, habiendo habido algu-
nos años de causar granules destrozos en las
cosechas.
Los días de escarcha oscilan alrededor de
cuarenta, y los de rocío son unos treinta; al-
gunas heladas han causado a veces grandes
estragos en el mes de mayo. Los días tempes-
tuosos varían mucho, según los años. Lo más
general es que sean de aliez a doce.
Y, por últérno, el número de días de niebla
suele ser igual a diez, aunque por lo general
és' a se presenta muchos días en invierno por
la mañana y al crepúsculo vespertino, que-
dando despejado durante el día.
Agronómicamente, cereales, leguminosas y
vid son los cultivos precominantes en los se-
- SI-

canos de esta comarca, en la que comienza la


actividad. de faenas de recolección a media-
dos de mayo con la siega de las cebadas y co-
gida de habas; sigue ri'esde final de junio en
algunos años la séega de los restantes cerea-
les que ocupa todo julio, y en este mes y el
siguiente se completa la recolección de gra-
nos panificables y de la legumbre. Desde la
última decena de septiembre, pero principal-
mente en octubre, se opera la vendimia.
En las vegas, aunque se den otras especies
de pomos y die drupas, predominan como fru-
tales los perales y albaricoqueros y almen-
dros y, finalmente, cierra la reseña de plan-
tas de algún interés en esta zona el olivo, que
en la provincia de Toledo :inicia la represen-
'tación que con aumen' o ha de irse acusando
hacia otras provincias más meridionales.
Quejigos, robles, encinares y algunos pina-
res forman la principal masa de los montes
de esta región, en que abundan matorrales.
Como puedle apreciarse en el siguiente cua-
dro, los factores térmico y pluviométeíco 1110
garantizan las conveniencias para que haya
en toda época pasto suñcíene y, sobre todo,
la parada vegetativa estival es muy acusada:
TUlNRATUR"'S ldllDIAS SSTADO 01lL CIIlLO. NUM'"
RO 0111 OlAS ANUALIS
OBSERVATORrOS Lluvia
Anual Máxima Mínima anual Despe- Cubier-
jades Nubosos tos
~gf)~~_ Ener« mms.

Madrid ... ........ .............. 13,3 23,5 4,8 420 105 178 82
Toledo ............... 14,8 25,5 5,8 357 110 1M 91
GuadaJajara. .................... 12,9 23 4,7 3M 119 194 52

..
.r/- o'.,
~

/
., .
~''/
VIII

LA PATRIA DEL QUIJOTE y LAS TI&


RRAS' EXTREMEÑAS
..... ven conmigo, señor clartsímo, que
te quiero mostrar los tesoros que este
transparente alcáaar solapa. de quien
yo soy alcaide y guarda mayor per-
petuo.....
(CIlRVANTIIlS: Don Qujiot~.)

Esta región climatológica, cuenca del Gua-


diana, agrupa por semejanza de caracteres en
sus rasgos principales la provincia de Bada-
joz y también aquella parte de las de Cuenca,
Albacete y Ciudad Real, que constituyen la am-
plia faz del campo manchego, por el que "el
rubicundo Apolo tendía-s-en la obra inmor-
tal de Cervantes-e-las doradas hebras de sus
hermosos cabellos". cuando el famoso caballe-
ro andante, flor de la hidalguía de su tierra,
emprendlió SU primera andanza, "apenas los
pequeños y pintados pajarillos con sus arpa-
das lenguas habían saludado con dulce y me-
liflua armonía la venida de la fosada aurora,
que dejando la blanda cama del celoso mari-
uo, por las puertas y balcones úlel manchego
horizonte a los mortales se mostraba".
De clima también. continental, aunque una
gran parte de ella muestra su paisaje árido,
es, como dice Costa, refiriéndose a la Man-
cha, muy sedienta; pero "bríndala la Natura-
.....
1'1'
leza con agua de riego en la superñcie y en-
cima y debajo de la superficie; en sus entra-
ñas laten copiosas venas, que puede sacarse
a la luz cuando no por med.o die pozos arte-
sianos, con bombas y norias",
Bajo la denominación de la Mancha se com-
prende el país por lo general llano, raso y
árido que se extiende desde el monte de To-
ledo a las estribaciones occidentales de la se-
rranía die Cuenca y desde la Alcarria, en es a
misma provincia, hasta SIerra Morena. Entra
por lo tanto, a formar parte de la Mancha casi
toda la provincia de Ciudad Real, el sudeste
de la de Toledo, el cuadrante de la de Cuenca
y la fracción occidental de Albacete.
De clima muy seco, por estar circundada
toda esta llanura manchega por unos valles
formados por ásperas cordilleras, que impi-
deñ que a su interior pasen los vientos acuo-
sos procedentes del mar, o por 10 menos, si
los dejan pasar es a costa de robarles el va-
por Ide agua, que hace que se condensen y se
precipiten las lluvias en las vertientes exte-
riores de la región, en la zona costera o en
la vertiente meridional, hacia Andalucía, los
-- 55 --

vien: OS que corren por el interior die la Man-


cha son secos en demasía.
Unícamente en los equinoccios de corta du-
ración, época en que los monzones y los ali-
sios soplan con gran intensidad, pueden fran-
quear la barrera montañosa y descargar be-
néfica lluvia para las sedientas tierras man-
chegas.
Sus veranos son abrasadores, determinan-
do la suspensión de la vida vegetal, salvo en
las vegas dlel Guadéana, que conservan su ve-
getación debido a la proximidad de este río,
así como también se conserva una parte <le
la flora, porque el Guadiana, an' es de aflorar
a la superficie, discurre, próximo a la misma,
por la parte oriental.
En invierno igualmente la sequedad duran-
te una gran parte de los meses fríos determi-
na que la principal riqueza de la región sean
sus extensos véñedos. ya que esta sufrida am-
pelídea resiste mejor que otras producciones
la falta de lluvia y la naturaleza excesiva-
mente caliza de sus tierras.
La temperatura desciende durante~l mes
de enero con mucha frecuencia a cuatro gra-
dos bajo cero; se prolonga, aunque algo me-
nos, dicha estación, como en las provincias
centrales, siendo muy frecuente en el mes de
abril que haya cambios bruscos de tempera-
tura y aún que aparezcan heladas todavía
en esta comarca, si bien su primavera el! un
-< 56-

pOCO JlUÍ.<3 adelantada con respecto a la región


central.
La sequedad de la atmósfera y la falta de
arbolado de la región electrizan la atmósfera,
siendo también frecuente en esta es.ación pri-
maveral yen el verano los psdriscos ; pudren-
du decirse que desgraciadamente se pasa rá-
pidamente de una primavera que aparece con
intermitencias entre días fríos y días propios
de la estación, al verano abrasador de los pára-
mos manchegos, a los cuales alude el conocido
dicho de "Por San Pablo (29 de junio) cigüe-
ñas en el campo", ya que la aparición de es-
tas aves es la mejor guía para 1<:6 naturales
de la región de que SP. ha inaugurado clima-
tológicamente el verano.
Caracteres análogos a los de la Mancha
ofrece toda la provincia de Badajos, única-
mente con la atenuación de temperatura en
,:odas las estaciones del año, salvo en el ve-
rano, que es tan riguroso como en la región
manchega; hasta el punto de que algunos
afluentes de segundo y de tercer orden del
Guadiana se secan, originando focos palúdi-
coso Esta provincia principalmente téene ri-
queza ganadera, olivarera y algo de viñedo;
pero son sus principales representaciones ve-
getales los extensos encinares que la. cubren
y que pueden soportar la larga sequía y las
~emperaturas extremas, especialmente "el há-
lito encendido que desciende desprendido
como plomo derretido de este sol abr~dor
- 57-

de los desiertos". Así dijo en una de sus mu-


chas poesías extremeñas el cantor de la. bu-
cólica extremeña Gabriel y Galán, del cual
son también los siguientes párrafos, que re-
tratan la dureza de su clima estival:
La extensión Indefinida.
de la. tierra. empedernida.
pierde el tono de la vida
que en el seno sólo vive de la tdea..; '.
Es el sueño de un despierto,
es la calma del desierto,
es un vivo mundo muerto... ,
í es la ardiente Extremadura que sestea! ...

Agrfcolamen.e el cultivo más importante en


la Mancha es el die la vid. Cereales y olivos,
éstos últimos cada vez mostrándose con' más
frecuencia, ocupan también lugar preferente
de la riqueza de la Mancha y Extremadura.
La encina, el roble y el alcornoque son en
esta última importantísimo factor económico.
Que vides y encinares sean exponentes ca-
rac'erfsticos de este país se explica, dado lo
seco y cálido que resulta en más de una mitad
del año. A continuación se consignan, toma-
dos cilel Servicio Meteorológico Nacional, da-
tos de algunos de sus Observatorios:
ZSTADO DE. CIIILO. NUM~
T~ATURAS lUDIAS
RO DII lilAS ANUAI.ilS
OBSERVATORIOS Lluv ia
Anual Máxima Mínima anual Des pe- Cubier-
jades N ubosos tos
Agosto Bnero mm8.

Ciudad Real 13,9 24,7 5 377 152 118 95


Albacete 13.6 24,4 4,11 336 134 164 er
Cl\ceres 15,6 26,9 6,8 562 139 151 75
Badajoz .... 16,3 26,8 8,1 538 134 162 ~
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....
IX

ANDALUCIA OCCIDENTAL O REGION


DEL OLIVO
"Noche andaluza, viva y traspasada
de sollozos, luceros y cantares;
palpltacJón profunda y desmayada
de UD corazón florido de azahares."
(MAN1.lml. GóNOORA.)

La cuenca del Guadalquivir que abarca las


provincias de Córdoba, Huelva, Jaén, Cádiz,
Sevilla y parte de las de Málaga y Granada,
es la que con más juateza constituye la re-
gnón na,'ural del olivo, si bien este escarpa
también toda la costa occidental del Medite-
rráneo. Con el árbol de Minerva alternan los
más acreditados pagos de viñedo, que sumi-
nistran preciados vinos licorosos y dulces.
La parte baja de esta cuenca es "la tierra
del sol" flamígero en un cielo puro. "Sol de
un mediodlía abrasador. La implacable in' en-
sidad de la luz me ofuscaba-e-tal dice el prota-
gonista de la novela de Palacio Valdés La he1'-
m<V"a, SanS11lpicio-, haciéndome ver los terre.
-" 60 --

nos lejanos como masas violáceas envueltas


en una gasa blanca." Tan blanca que al rever-
berar sobre las nítidas fachadas de sus casas
deslumbra al transeúnte.
No sólo los prosistas, sino los poetas, loa-
ron la bella bóveda del cielo andaluz, del que
escribió Grilo :
Cielo donde el sol triunfante,
mplendo densas neblinas,
n sus hebras diamantinas
Jo ma guirnalda brll1ante;
1" tierra, 1& mar gigante,
" admiran siempre las dos;
~" ~ los querubes, en pos
" ~ .. ~-.; e esa Inmensidad que asombra,
, te esparcieron como alfombra
de los jardines de Dios.

y si el luminoso cuadro del día andaluz es


nota sobresaliente de su clima, no deja d~ ser-
lo tampoco el encanto de sus noches serenas,
tachonadas de estrellas, cargadas de efluvios
de sus flores, cálidas y sensuales, pero no fla-
mígeras, como sus mañanas y sus tardes.
Andalucía occidental-mejor dicho, la falla
meridional que forma el valle del Guadalqui-
vir y que desde el tercio inferior de la Penín-
sula se derrama en forma de triángulo desde
las cumbres de Sierra Morena hacia el estre-
cho de Gibraltar, con par.'e de Su extremidad
en el Atlántico, y también unos kilómetros de
Mediterráneo-goza de clima oceánico, moda-
- 61-

rado térmicamente, ya que las oscilaciones


anuales de las mecías anuales 'tienen 10° de
amplitud y la temperaura media es 15°.
Las mayores temperaturas españolas de
principio de verano se anotan en esta región,
así como las máximas de 41° a la sombra a
mitad de la estación en las provincias de Se-
villa y Córdoba.
Invierno poco riguroso, excepto en las se-
rranías, en que el factor altura acusa ya ~
clima eoncinental del centro de España, lig;~ ~...~
ramente atenuado por latitud' y proximidad ~
al mar. Predominan los vientos S. W., tem•.,...., ,
plados y húmedos, que desde el Golfo d~tá
diz vienen. al territorio andaluz de que ~_. ~
tamos. ~
A medida que de la costa nos seperamos se
deja sentir menos el influjo oceánico y se acu-
sa más el desértico, que alarga los estíos se-
cos y cálidos más que en ninguna otra región
española. Las elevaciones térmicas llegan en-
tonces de cuarenta a cincuenta grados.
No son muchos los días de lluvia, pero son,
sobre todo, frecuentes y copiosas en otoño y
pnimavera,
En los montes mariánicos y los penibé.icos
predomina el pinetum halepensi« con subpiso
00 atochar, los alcornocales y encinares con
subpíso de matorral.
Dada la bondad die temperatura, en las 'Ve-
gas andaluzas es espléndida la variedad de
- 62-

cultivos no sólo citados, sino de plantas in-


dustriales, como alg-odón y tabaco, y también
las raíces y forrajeras.
Una sin esis (.Ie las observaciones meteoro-
lógicas que más influyen en la producción
agrícola se expone seguidamente:
TEMPBlIlATURAS MlMllAS &STAOO DIIIL cteio. NUMIt-
RO DE DlAS AI'HJAt&8
OBSERVATORIOS Lluvia
Anual Má:¡:ima Mínima anual De_ipe- Cubier-
j ad os x uboscs tos
Ag••to Enero mm".

Jaén ......................................... 16,4 27,3 8 628 194 124 47


Córdoba ...................................... 17,4 27,9 8,6 631 143 175 47
Sevilla .................................... 18,5 28,4 10,1 559 147 152 66
Cá.dlz .................................... 18 24,6 12,1 546 125 190 50
Granada .............. ............ , .... 15 26,5 6,7 384 137 138 90
X
LA COSTA DEL SOL
"y sI alguna nube errante
del valle exhalada sube,
parece el pendón flotante
hijo de la blanca nube,
que va saitando delante."
(ZORIULLi: Poema <te
Graftada.)

La orilla meridional del Mare Noetrum,


desde Málaga hasta la provincia de Almería,
y la costa, es de clima sub tropical seco, ~a que
no rebasa de 509 mms. la precipitación al
año; de elevada temperatura, cuya media
anual es d~ 18<>,1, excede en el estío -de 30", y
rara vez desciende por bajo de 10° en in-
vierno.
Delgada faja esta costa se halla resguar-
dada a pocos kilóme.ros el Mediterráneo, por
cotas elevarlas, desde cuyos picachos, algunos
muy considerables, como los de Mulhacen y
Veleta, cubiertos siempde die nieves, bajan los
ríos y arroyos a ofrecer SU tributo al mar.
Itinerarios cortos permiten al viajero sufrir
CLIMAII 5
-66-
en pocas horas, dentro de un mísmo día. los
tránsitos más bruscos no sólo de panoramas,
sino experimentar también sensaciones de ca-
Ior y de frío muy notables en las provincias
de Málaga y parte de las de Granada y de AJ·
mería,
De cómo pueden desfilar los más varios pa-
noramas ante el turista, puede darse cuenta
por la descripción que de uno de los valles
de la Alpujarra, hiciera el novelista-poeta
Alarcón.
"Allá arriba, donde un perpetuo frío achi-
ca los robles, las encinas y los casi.años, se
crían el liquen de Spitzberg, la sabina de No-
ruega, el quebranta-piedras de Oroenlandía y
los sauces herbáceos de Laponia, Más abajo,
donde los castaños y las encinas se agrandan
y aparecen ya los cerezos y manzanos silves-
tres, con los tejos, el boj, los aceres y los ali...
sos, prodúcense la salvia, luna manzanilla es-
pecial, la mejorana, el ajenjo y otras plantas
aromáticas y alpinas. Luego siguen los mora-
les, los fresnos y las higueras. Después los
olivos, las vides y los granados. A continua-
ción los naranjos y los limoneros. Y, por últi-
mo, la africana pita, la higuera chumba, el
plátano de América y fa palmera de los 'de-
siertos die Arabia. i Añadid a esto, en ordena-
da progresión, todos los demás frutales, se-
millas y cereales de las tres zonas en que se
divide la tierra, pues de ninguno fak an allí
ejemplares, y formaréis una leve idea de la
-67-

riqueza de aquel vergel tan curioso como pro-


ductivo!"
La provincia de Málaga es prototipo de es-
taciones iceales para invernar las personas
que amen el clima subtropical, ya que en mi-
tad de enero no suele descender de 12° el ter-
mómetro. A cambio de tan' a moderación en
su retracción, y no obstante que el Mare Nos-
tmom. frene las demasías del calor veraniego,
el hálito de fuego del Sáhara. que desde su
otra orilla envía sus besos demasíado pasio-
nales, hacen posible que alguna vez se regis-
tren en los veranos de esta llamada Costa del
Sol. o zona cañera, las temperaturas de 40°,
aunque la media de agosto es de 25°,4.
Pequeña región ehmatológica española ésta
de la caña de azúcar, ofrece toda una gama
de la flora tropical y de zona templada: mai-
zales, cañaverales, prados de alfalfa,oultivos
forrajeros muy varios. En pleno invierno, en
sus feracísimas vegas, aun en canchales pi-
zarrosos por los que se bajan las aguas al
mar, se obtienen, gracias a las muchas calo-
rías que reciben, exquisitos frutos de huerta
en pleno invierno. Olivos, naranjos, limone-
ros, plá,'anos, algarrobos y chirimoyos cubren,
como también algunos cultivos florales, pal-
mo a palmo el rscllucto de esta zona. Este pa-
norama es dominado por la blanca caperuza
que a los altos picos de la Alpujarra ponen
las nieves invernales, que sueltan su jugo vi-
-68-

gorizante por las tierras de la vega en los


ríos en que se derriten.
La luminosidad de la costa hace recordar
a los turistas americanos las marinas del Gol-
fo de Méjico-al 'decir de muchos de;) ellos-.
Ciento veintitrés días al año son totalmente
despejados, doscientos, uno más o menos, nu-
bosos y solamente cuarenta y uno son cubier-
too.
XI

ESTEPA COSTEÑA SUDORIENTAL


"Aqul con la sequla...
¡es tanta la agonla
de ver agua... que el mar
que nus tragara ciego,
no consegula este fuego
de mi carne apagar!"
(J. M. ALVARIIlZ DI SOTO-
MAYOR: La Seca.)

Pasa bruscamente el cordón litoral medite-


rráneo de la exuberante muestra de la flora
granadina, lograda gracias a que la nieve en
las cumbres es promesa die frutos en sus ve-
gas, a la aridez de la estepa sudorienta]. Fue-
ra de los oasis que representa el último tra-
mo del recorrido de los ríos Almanzora, J ú-

car y Segura, se acusan pitas, chumberas, es-


partizales y palmeras, como únicos símbolos
vegetativos.
La provincia de Almería, y el borde de las
de Murcia y di':! Alicante, constituyen la zona
más sedienta del clima ibérico. Muy cálida,
pero carente la tierra delprecíado elemento,
-70-

í del agua l, lamen' a su agricultura la falta, y


dota de inestimable, mejor diremos de fabu-
loso valor, a las vegas de sus ríos, los alum-
bramientos de los veneros líquidos del sub-
suelo.
Empero, la sed contenida de las tierras sud-
orientales, es a veces, en cruel ofrenda de sus
rampas,saciada hasta ahogar sus produccio-
nes. La inundación-i-¡ terrible palabra !-ha
sido también descréta en el mismo dramaru-
ral con que se abre este capítulo, en estaan-
gustí 08a llamada.
j Pos a golver tos pa el rlo;
que de sentir ese bramlo
me quíé saltar el corazón!
j Hala, que están dando alarlos
y hacen zurrll sus caracolas
probes mujeres que están solas
porque emigraron sus marias!

'Largas sequías invernal.s y estivales, fre-


cuentes también en las primaveras, suelen
romper la continuidad seca por lluvias de ca-
rácter torrencial, breves, mejor diremos, fu-
gaces y destructoras, siendo frecuentemente
aún perjudiciales en las vegas de los ríos an-
tes citados. verdaderos núcleos de riqueza
agrícola, ya que el único factor climá'éco des-
favorable-la escaaísima precipitación-, al
ser corregido con las aportaciones ácueas de
tales ríos, brinda ya completo conjunto de
condiciones vitales para fauna y flora.
Es el campo de Cartagena la región en que
-11-

menor es el número de días de lluvia. No sue-


len exceder de noventa y cuatro. Por el con-
trario, en muchos años sólo hubieron cincuen-
ta y dos a sesenta, La capa de agua caída en
~odo el ángulo español S. E. es de 170 a 240
litros por metro cuadrado, Con esta parca
cantidad de lluvia, pero principalmente con
los alumbramientos de aguas subterráneos
aún a muchísimos metros de profundidad, o
.' con las traídas de otras corrientes a centena-
res de kilómetros, "cues'e lo que oueste", ad-
mínistrando hasta el agua que quepa en un
dedal, se logran en la provincia de Alicante,
gran estación invernal, sorprendentes cose..
chas '<le parrales, cuya uva se embarca para
mercados de Ultramar; dátiles azucaradísi-
mos, peras y otros muchos productos de aque-
llas cálidas tierras evocadas en la no menos
ardiente Jnspiración de Cas'elar, como re-
cuerdos sacrosantos: •
"Surgía desde los níveos Alpes el ancho pa-
tio alicantino, con los dondiegos en el suelo,
y las pasionarias en la puerta, y la parra por
techumbre, y la cantarera llena de alcazarras
que despiden frescas evaporaciones, y las ma-
cetas de floridas recién rociadas albahacas, y
la gallarda columna de la palmera, cuya 00-
rona vibra en los azules cíelos: y el montón
de resinosas almendras aquí, o el montón de
panoj as allá, y el cañizo para extender los
capullos dle seda y para secar los higos de
mieles, y el lagar oliendo a mosto a un lado,
-72 -

y la almazara chorreando luminoso aceite al


otro lado, y por todas partes las brisas medi-
terráneas, y en las brisas mediterráneas
aquellas palabras 1emosi n as , ora graciosas
como la ironía de una sátira provenzal, ora
músicas como las consonantes de un servente-
sio tolosano, ora dulces como las perlas suel-
tas de una canción de Petrarca..."
Los elementos que principalmence definen
la climatología agrícola de la región de pa-
rrales y palmerales, se consignan a continua-
ción:


TlMPIrRATURAS l4IDIAS CSTADO Da. crjao, NUVII-
RO DI!: OrAS ANUALIlll
OBSERVATORIOS Lluvia
Anual Mínima Máxima anual lJesv e- Cubie:--
j ados Xubo:o>os los
Enero Agosto tnnt8.

Almerla ....................................... 18,6 12,6 25,3 219 92 244 211


MurcIa ......................................... 17,7 10,2 26,3 289 148 151 68
AlIcante ....................................... 17.6 11,2 2lí,3 335 179 142 H
LEVANTE Y SUS COSTAS
"¡ Barraca valenciana! j Santa y noble
escota del TrevalJ! i Modest bressol
del que nos dona el pa, laborlos poble
curtll pel vent y bronsejat pel sol!
(T. LLORlNTIIi: La barraca.)

Ascendamos por la línea que siguiendo el


pérfil de la costa española de Levante constí-
tuye la parte oriental de las provincias de Va-
lencia y Castellón y de las tres costeras cata-
lanas:
Desde Alicane al extremo N. E. de la Pen-
ínsula todos los derrames de la cordillera ibé-
rica dejan entre esta cadena y el mar un cor-
dón litoral llano y rico, sometido a factores
meteorológicos más suaves que lo concernien-
te a temperatura, que paulatinamente des-
ciende a medida que se aproxima a Francia,
y bastan/e más abundantes en humedad, pues
va pasando desde 250 a 590 litros anuales por
metro cuadrado. Sin embargo, el celaje, ge-
neralmente despejado - aunque llueva más
que en la parte S. E. durante loa días de llu-
- 76-

vias-, dota de espléndida luminosidad a la


zona que, de temperatura bonancible y tole-
rable humedad, es una de las más ricas de Es-
paña, muy poblada como consecuencia, y aun-
que de predominio agrícola, no deja de per-
mitir derive la actividad de sus habitantes
-en sus aborígenes árabes-a las múltiples
índustrias a que los productos del campo dan
lugar, y que mantienen no sólo con el interior
de la Península, sino con los países extran-
jeros, eficacísímo comercio por los puertos del
litoral mediterráneo.
El invierno, de igual temple que' la orílla
can'ábríca durante el mes de enero, no suele
ofrecer menos de 2° en el Golfo de Valencia.
A medida que se recorre hacia el Norte la
cornisa, la temperatura es algo menor, y llega
a -30 en la "Costa brava" (provincia de Ge-
rona). '
No exceden, por regla general, las máximas
veraniegas de 39° a la sombra.
El máximo pulviométrico se acusa desde mi-
tad de febrero hasta principios de abril, den-
tro de suave temperatura, para reanudar la
decoración polícroma de las huertas de Le-
vante, tan vivamente descritas por el escritor
de mayor fecundia cerebral, hijo de la re-
gión, que ha hecho sea conocida mundialmen-
te. en todos 108 idiomas, ya, a través de 1M
páginas de La Ba'N'Ma, ora en las de En'tlre
naramjo8, bien en otras muchas de su larguí-
sima obra literaria, que casi toda ,tiene por
-17-
escenario las provincias de Valenda y de Cas-
tellón.
De las dos novelas citadas de Vicente Blas-
ca Ibáñez basta transcribir los siguientes pá-
rrafos para destacar en el folklore regional
la influencia del <Clima levantino.
El cuadro del amanecer otoñal en el ti:b~o
ambiente de Levante constituyen las primeras
líneas de La Barraca :
"Desperezábase la inmensa vega bajo el
resplandor azulado del amanecer; ancha faja
de luz que asomaba por la parte del mar.
"Los últimos ruiseñores, cansados de ani-
mar con sus trinos aquella noche ae otoño,
que por lo tibio die su ambiente parecía de
primavera, lanzaban el gorj eo final, como si
les hiriera la luz del alba con sus reflejos de
acero. De las techumbres de paja de las ba-
rracas salían las bandadas de gorriones como
tropel de pilluelos perseguidos, y las copas
de los árbolesestremecíanse con los primeros
jugueteos de aquellos 'granujas del espacio,
que todo lo alborotaban con el roce de su blu-
sa de plumas.
"Apagábanse lentamente los rumores que
poblaban la noche: el barboteo de las uce-
quías, el murmullo de los cañaverales, los la-
dridos de los mastines vigilantes.
"Despertaba la huen.a: y sus bostezos eran
cada vez más ruidosos. Rodaba el canto del
gallo de barraca en barraca; los campanarios
de los pueblecitos devolvían con ruidosas ba-
-]8 -

dajadas el toque de misa primera que sonaba


a lo lejos, en las torres de Valencia, azules,
esfumadas por la distancia, y de los corrales
salía un d.scordante concier.o animal."
y la plasticidad del gran escritor culmina
en la descripción de la enervante noche levan-
tina, en la que "no soplaba ni la más leve bri-
sa; los huertos impregnaban con su olorosa
¡I i respiración la atmósfera encalmada; dilatá-
banse los pulmones como si no encontrasen
aire, queriendo aspirar de un golpe todo el
espacio. Un estremecimiento voluptuoso agi-
taba la ciudad, adormecida bajo la luz de la
luna".
En estas noches, canto primaveral de LA
Walkiria, en que raya a mayor altura el €St-
tro de el autor de Entre naranio«, y en que el
inmenso manto de nieve de azahar blanquea
a la luz de la luna, síén ese dominado el pro-
tagonista die dicha novela:
"Los naranjos, cubiertos desde el tronco a
la cima de blancas florecillas con la nitidez
del marfil, parecían árboles de cristal hilado;
recordaban a Rafael esos fantásticos paisajes
nevados que tiemblan en la esfera de los pi-
sapapeles. Las ondas de perfume, sin cesar
renovadas, extendíanse por el infinito con mis-
terioso estremecimiento, transfigurando el paí-:
saje, dándole una atmósfera sobrenatural,
evocando la imagen de un mundo mejor, de
un astro lejano donde los hombres se alimen-
tasen con perfumes y vivieran en eterna poe-
-79-
sía. Todo estaba transfigurado por aquel am-
biente de gabinete de amor iluminado por un
inmenso fanal de nácar. Los cruj idos seoos
de las ramas sonaban en el profundo silencio
COmo besos; el murmullo del río le parecía a
Rafael el eco de una de esas conversaciones
con voz desfallecida, susurrando junto al oído
palabras temblorosas ü'1e pasión. En los caña-
verales can.aba un ruiseñor débilmente, como
anonadado por la belleza de la noche.
"Se deseaba vivir más que nunca; la san-
gre parecía correr por el cuerpo más aprisa;
los sentidos se afinaban y el paisaje imponía
silencio con su belleza pálida, como esas in-
tensas voluptuosidades que se paladean con
un recogimiento místico..."
Si bien el clima se hace menos templado y
más húmedo a medida que nos acercamos a
Francia, la flora litoral se ofrece en amplia
gama poco más o menos que la descrita.
La variación consignada se aprecia en estos
.datos meteorológicos que se resumen en el
cuadro siguiente:
TIKPWRATURAS MIDIAS _STADO DIIlL ClllLO. ~
RO D. DIAS ANUAI&ll
OBSERVATORIOS Lluvia
Anual Máxima M.ínima anual Despe- Ccbtee-
jados Nubosos tos
.
_~-- _.~--
___. m".., .

Valencia ...................................... 16,7 24,6 10 416 139 170 M


Castellón ...................................... 17 24,8 10,5 405 12& 199 tO
Tortosa ........................................ 16,6 25 9,1 472 111 191 li1
Barcelona .................................... 16,2 24,2 9,4 578 92 190 83
CLIMAS DE LAS ISLAS BALEARES
Y CANARIAS

CLlIlfA.. 6
XIII

CLIMA BALEAR
"Ss. vida d'es Tafoner
es molt bona si dormía
pero de sa nit fa dia
sempre du son en-derra."
(Tonada popular.)

Perlas dispersas del collar de las provincias


españolas son las islas de los archipiélagos
balear y canario, sin cuya descripción de cli-
ma sería incompleta es a monografía.
Situado el archipiélago balear en el centro
ill:l la zona templada, se disfruta en sus islas
de benigna temperatura, siendo de 16° la me-
dia anual, y sólo perturbada por recios tem-
porales del Golfo de León. La oscilación que
en el año 'tiene la altura media de la columna
termométrica es reducida, ya que tan sólo
pasa de 10° en invierno a 24 Ó 25° en verano.
Únanse a la bonancible temperatura, el que
la caída del agua está comprendida entre 481
milímetros en Palma a 607 mms, en Mahón
y a que ,'31 reoorrido medio del viento no pasa
-84-
de 101 kilómetros, que las tempestades son
raras y mucho más aún las nevadas, y se juz-
gará del apacible clima de estas islas, cuya
flora es muy rica, tan variada cual la de la
costa catalana y la de la cornisa de la Costa
Azul, destacando entre sus riquezas milena-
rios olivos y pródigos almendrates, inmorta-
lizados por la paleta de Rusiñol, que follé su
pintor y propagandista de la belleza 'de las
islas, y también recogido en el folklore balear
de D. Antonio PoI, cuando al describir uno
de sus rincones habla que "los principales
jardines de alfabia tienen el perfume de una
fragante primavera; aquellos jardrnes con sus
pasillos, miradores, columnas y glorietas, cu-
biertos todos de variadas fiores; aquellos jar-
dines. Henos de luz y de vida"...
En cuanto a luminosidad, con citar que en
Palma hay ciento veintiséis días despejados,
ciento noventa y uno nubosos y cuarenta y
ocho cubiertos y en Mahón ciento cuarenta y
tres, ciento setenta y seis y cuarenta y seis,
respectivamente, se comprende que es un país
de regular evaporacíén y ambiente fresco
para la vegetación.
XIV

CANARIAS, LAS LLAMADlAS ISLAS


AFOR'nUNADAS
"Otras 191&8 se ven que blanco velo
las cifl.e en torno menos elevadas,
llamólas por su fértll cielo y suelo
la antigüedad las Islas Fortunadas;
y tan amigo suyo e.stimó el Cielo
que de su voluntad no cultivadas
las tierras. entendió dar nobles Yfutos
y las incultas vides sus tríbutos"
siempre desea tlorecer la oliva
destllar de las Pefl.as miel sabrosa
y con murmurio blando la agua viva
baxar del alto monte presurosa:
templar el ayre la calor estiva
de suerte que a ninguno sea mejora;
y el tln, por su templanza. lauros, palmas,
ser los Campos Elyseos de las almas."
(BARTOI.O:adl CAIBASCO: El Arco de IG
FOtnG.)

Pocos son 108 daros que tendremos que afiar.


dir a la descripción que hiciera, con el carí-
fío con que trata die estas descripciones de su
clima, el historiador que con gran esmero tra-
ta estas islas, D. José María Viera y Clavíjo,
-86-
según el cual están situadas en la zonatem-
plada septentrional, teniendo su día ca.orce
horas y el menor nueve. Como islas sitwzdas
en mita;dJdcl Océano Atlániico, formando para-
je acogedor para que hagan escala en sus lar-
gos viajes los navíos, la climatología está per-
fectamente estudiada, y al decir del historia-
dor mencionado, "apenas entra marzo se ex-
perimenta en ella de una primavera que hace
gala die todos sus ornatos y que aparenta
pasar por el más agradable del mundo, por-
que un sol templado y vivificante despierta el
vigor de la naturaleza y la póne toda en ac-
ción. Es verdad que como los vientos regula-
res en esta estación son las brisas, tan pro-
pias de nuestras costas africanas, y que éstas
si son fuertes cargan el aire de nubes densas,
se ofrecen algunos días opacos. Es verdad
también que estos vientos orientales se sue-
len rodar hacia los puntos colaterales del Nor-
te en los principios de la primavera, los que
traen consigo aquellas lluvias saludabes que
aseguran las mieses y aquéllas ráfagas que des-
cargan de sus demasiadas flores los árboles...
Pájaros. Flores. Mieses, pastos, hierbas me-
dicinales y olorosas que emoian. una atmósfe-
ra de fragancia a más die dos leguas al mar,
todo conspira a su belleza".
Describe después el historiador que los ve-
ranos son pocp intensos y no fatigan mucho
sus calores, pues el terreno montañoso de las
Islas, que son unas prominencias elevadís!..
mas en el océano, y las mareas y las brisas
marinas que sus costas reciben, las despojan
del cuadro abrasador que parece evocar la pa-
labra canícula en otro climas continentales.
A cambio-consigna---que el azote mayor de
su clima en el verano es el viento de Levante,
que proviene de la zona tórrida, habiendo pa-
sado por las arenas caloeadas del desierto
africano, y que es un cruel enemigo de la co-
modidad de sus habitantes, ya que el menor
mal quepuede aportar a las islas es el calor,
algunas veces lOB huracanes y nubes de lan-
gosta voladora, procedentes del Sahara,
En los otoños, desde octubre, los vientos
N orte, Nordeste y Noroeste, llevan a las islas
precipitaciones pluviométricas abundantes.
IDs curioso registrar que las turbonadas, 11u-
vías tempestuosas y pedriscos, no acaecen en
el verano, sino, por el oontrario, en el rigor
del invierno, consecuencia de la dirección do-
minante de los vientos. En febrero soplan los
meridionales secos.
Tales son los principales rasgos del clima de
estas islas, en que ni las heladas ni las nie-
ves hacen sufrir sus molestias, y que constí- ,
tuyen por su apacibilidad una región en que
la fantasía de los gentiles hizo radicar los
Campos Elíseos, donde el dios marino, Pro-
teo, hizo a Menelao el feliz pronóstico de que
no moriría, sino de que los dioses le enviarían
a esos Campos, que, según Hornero, en su lí-
bro cuarto de ls Odise« "están en lo último
-88-
de la Tierra, donde Radamantho da la Ley y
tienen los hombres una vida dulce y tranqui-
la, sin experimentar nieves ni inviernos rígi-
dos. en lluvia sana, en perenne aire fresco
nacido de las respiraciones de los céfiros que
el océano exhala". . ~
Del Servicio Nacional Meteorológico toma-
mos los siguientes da/os, que caracterizan el
clima del archipiélago, emporío de platanares,
chumberas y tomatares, que originan su prin-
cipal riqueza y comercio:
TIKP&RATURAS IODIAS lISTADO DIlL CIm.o. N1JlO-
RO DI DIAS ANUALIS
OBSERVATORIOS Lluvia
Anual Máxima Mínima anual Deape- Cu bier..
jados Nubosos tos
mma.

La Laguna 16,3 21,5 12,5 lS80 81 212 12


Las Palmas 20,4 23,7 17,8 194 131 149 815
santa CrUZ 20,9 25,6 17,5 290 71 271 23

<lo
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-~ .

.
~
Borde Norte !I Noroeat6, que contiene GaUci&, Asturias, provincia

a1 \ ZOna cant6.brica, o ~ de Santander y Vascongadas. EstA. comprendida entre el Atlé.n-

~ ::"~d~'~~.~: I tíco, el mar Cantábrico, los montes astures-galaicos y la dlvi·


soria pirenaica y núcleo Inicial de la cordillera Ibérica. Zona
nubosa de gran precipitación pluviométrica y temperatura media
diurna variable entre 50 y lS· C.

i' ~~N:~·'··l
< Falda del Pirineo Bapañol, de frecuentes nevadas en invierno y con
estación intermedia de temperaturas frias y regulares precipi-
taciones. algo menores que en la anterior. Comprende la parte
alta de la provincia de Navarra, de la de Hue.sca y Gerona.

~
Zona de regular lluvia Altiplanicie central de Castilla la VteJG,
invernal y escasa es- que conatítuye la cuenca del Duero, que
tival es el granero de Espa11a.

Zona de alguna lluvia. Depre816", o cuetO-


ca del Ebro, en que domina el cultívo
cerealista, aunque en sus regad los exis-
tan otras plantas, raices, tubérculos e
I industriales.

R egión central, o d.e úaatilla la Nue'IJa, la


Macizo continental,
Zonas de algunas llu- Mancha" E:a:tremad.tlra, o sean los vasos
que se divide en
vias en la estación del Tajo y del Guadiana superior, entre
do. partes .
Intermedia. y pocas en cuyas cuencas sólo hay pequeñas diferen-
invierno, siendo casi \ cias en la variedad del calor y humedad.

I
nula 1& lluvia en ve- Cereales, viiias, pinares y encinares son

~
rano . las grandes masas vegetales que princi-
palmente la pueblan.

:
<Ill
DepreMón bética, regió" del olit'o o cu""-
ca del Guadalqtl''lJir, que comprende casl
G'.l toda Andalucla, siendo los cultivos cerea-
5rl leS, olivos y víñedos, lus principales en
sus secanos.

Región del naranjo. Faja del litoral del Med1terrá.neo que tiene
su depresión entre los ríos Llobregat, Turla, Júcar y Segura.;
verdadero jardln, en el que naranjos, limoneros, albaricoquero..
olivos y palmeras alternan con una variada gama de frutos.

Costa del KediterrA.·


lleo Desde el cabo de Ga.ta hasta el golfo de Va.lencia, constituye 1&
región del p<¡lmeral.

Re.fión de la ca1ia del a*ÚCar, al pie de la región de las nieve-


perpetuas del Mulbacén. Sólo comprende parte de "Ias provincfaa
de Málaga, Granada y Almerl&, desde loa derrames de la cor-
dlNera Penibética hasta el mar (Costa del" Sol).
I N O I e E
P4g8.

L.-Norte de este trabajo 5


n.-Los climas de Espafla 9
III.-Reglón agrlcola. de los prados y pastos 15
IV.-Barrera merIdIonal del PIrIneo orlental...... 211
V.-Clima continental de la altfptanícre de Caso
tilla. la Vieja 31
VI.-La cuenca del Ebro 39
VII.-Montafia.s. vegas y cigarrales de! Centro... 45
VIII.-La patrIa. del QuIjote y lag tierras extre-
meñas 53
IX.-Andalucfa occidental o reglón del olivo 119
X.-La costa. del sol..................... 65
XI.-Estepa. eoateña, sudorienta! 69
XII.-Levante y sus costas 75
XIII.-CJlma balear sa
XIV.-Canarlae. las llamadas Isla.s afOrtUI1&.dIl,S.... 811
Obras editadas por la Sección de Pu·
blicaciones, Prensa y Propaganda del
Ministerio de Agricultura, y que se ho-
lIan a la venta, al precio de dos pese-
tas ejemplar, en la Librería Agrícola
(Fernando VI, 2, Madrid) y en las prin-
cipales librerías de España

AGRICULTURA GENERAL
I Defectos, alteracIones y enfermedades de los vinos
(2." edición), por Jua.n Marcilla, Ingeniero Agró-
nomo.
2 Pesas, medidas y monedas (2." edición).
lS FuncIonamIento del motor Dleael, por Eladio Aran-
da Heredia, Ingeniero Agrónomo.
4 Epltome del cultivo por el sistema Benalges o de
lineas pareadas, por Luis Fernl1ndez Salcedo,
Ingeniero Agrónomo.
() Luces del agro (1), por Daniel Nacore, Ingeniero
Agrónomo.
6 La soja. Su cultIvo y apllcaolones (2." edición), por
Jos6 :M." de Soroa, Ingeniero Agrónomo.
7 Cereales de prImavera (2." edición), por Daniel Na-
gore, Ingeniero Agrónomo.
8 Los cereales de InvIerno en Espal'la (2." edición),
por Daniel Nagore, Ingeniero Agrónomo.

(1) lD1 precio de Mta obra .. de peRta. 8,00.


9 Blometrla (3.' edición), por Daniel Nagore, Ing&-
mero Agrónomo.
10 La. fibras textiles (2.' edición), por José M.' de
Soroa, Ingeniero Agrónomo,
II Cultivos en arenas. Navazos y vides, por Angel To·
rrejón y Boneta, Ingeniero Agrónomo.
12 Abonos (2," edición). por Francl.sco Uranga, Inge·
niero Agrónomo.
I ~ EstudLo critico de algunos m~todos usados en la
determinación del pH (2.' edición), por Jea11a
Aguirre Andrés, Ingeniero Agrónomo.
14 El heno (4." edtcíén), por Ramón Blanco, Ingenie-
ro Agrónomo.
15 La crianza del gusano de leda y el cultivo de la
morera (2.' edición), por Felipe González Ma·
rín, Ingeniero Agrónomo.
16 Cómo le planta ahora una villa (2.' edición), por
Nicolé.8 García de los Salmones, Ingeniero Agró-
nomo.
i7 Cartilla de la almazara (2," edición), por J. Miguel
Ortega Nieto, Ingeniero Agrónomo.
18 Tabacos oscuros y tabacos claros en Espalla (1),
por Fernando de Montero, Ingeniero Agrónomo.
19 Lal plantas oleaginosas, por Joaquln Mas-Oulndal,
Vicepresidente de 1& Real Academia de Farma-
cia.
20 La org'llnlzacl6n cooperativa sindical del campo,
conferencia pronunciada por D. Rafael Font de
Mora, Ingeniero Agrónomo, en el Instítuto de
Ingenieros Civiles.
21 La agricultura en la provincia de Ciudad Real, en
el presente y en el porvenir, conferencia pronun-
ciada por D. Carloa Morales Antequera, Inge·
níero Agrónomo, en el Instituto de Ingenieroa
Civiles.
22 La energla en la Agricultura. RecurSOI nacionales
y urgencIa de aprovechamientos, conferencia
pronunciada por D. Eladlo Aranda Hered1a, in-
geniero Agrónomo, en el Inst1tuto de Ingenieros
CivUes.
(1) El precio de e.Ita obra e.I de peeetu 8,00.
2.3 Dlvulgacl6n agrlcola, conferencia pronunciada por
D. Juan Josá Fernández UzquiZa., Ingeniero
Agrónomo, ex Director General de AgricUltura,
en el Instituto de Ingenieros Civiles.
24 M6todos empleados en gen6tlca vegetal, conreren-
cía pronunciada por D. José Rulz Santaella, In·
geníero Agrónomo, en el Instituto de Ingen1eroe
Clvilell.
25 El campo, la técnIca y el agr6nomo, conferencia
pronunciada por D. Ramón Olalqu!aga, Lngenie-
ro Agrónomo, en el Instituo de Ingenieros Ci·
viles.
26 Anuario de LegislacIón agrlcola. Afio 1939 (1).
27 "nuarlo de Legislación agrlcola. Afio 1940 (2).
79 El catastro de la riqueza rClatlca en Espa"a (1),
por Gabriel Garcla-Badell, Ingeniero Agrónomo.
80 CatAlogo metódico de 1.. plantas oultlvadas .,.
España (3), por Juan Dantin cereceda.
90 Desecación de productos agrlcolas, por Enrique
Alcaraz, Ingeniero Agrónomo.
92 Riegos y regad 10', por Eugenio Vega Ri.et, Perito
Agrlcola del Estado.
93 Anuario de Legislación agrlcola. Año 1941. (2).
1O,'An,uar1o de Legislación agrlcola. Afto 1942 (2).
lO'Reglamento de Vlas Pecuaria•.
l06Grandes almacenes para trigo, por José García
Fernández, Ingeniero Agrónomo (1).
10¡Climas de España, por José M.a de Soroa, Inge-
niero A¡Tónomo.

ANALI818
28 Anillsls de trigo. y harinaa, Centro de CerealleUl·
tura,
29 Anillsls de aguas, por JeBI1B Ugarte, Ingeniero
de Montea.
.30 Instrucciones para el an'''als de tierras, EBta.ci6n
de QU1mic& Agricola.

(1) El precio de estaB obras ea de pesetu 5,00.


(2) El precio de esta. obra es de pesetas 10,00.
(3) El precio de esta obra es de pesetas a,oo,
&1 Regla. Internaolonale. de an6".I. de Mmlll .., Ser-
victo de Defena contra Fraud•. Becclón 1.";
8emIlld, Fruto. Y ViVer08.
32 AnAII.I. mecinloo de tierra.. EstudIo del m6todo
Wlegner y su aplicación a la escala de Kopecky
(2.' edición). por J~ Agulrre Andrés, Inge-
niero Agrónomo.
ARBORICULTURA, FRUTICULTURA y FLO-
RICULTURA
M Injertaclón de loa Arboles frutales (2." edición),
por J0a6 de Picaza, Arquitecto, ex Pree1dente
de 1& Sociedad de Horticultore.l de E8pa6&.
34 La poda de los Arboles frutales (2." edición). por
JoM de Picaza, Arquitecto, ex Presidente de la
Sociedad de Hortlcultoree de Eapa.fta.
3D FlorIcultura, por Gabriel Bornú Y eSe UrcuUu, In-
geniero Agrónomo.
l>6 Lista de los establecImiento. de hortloultura, Jar-
dlnerla y arboricultura, Dirección General de
Agricultura. Sección B.': Fitopatologla- y Plagu
del campo.
M Jardlne., por Gabriel Bornú UrcuUu, Ingen1e1"l
Agrónomo.
91 Relaciones de viveros de Arboles frutales, vldel
amerlcanaa, especles de sombra y ornam"nta·
clón, horticultura y Jardlnerla.
APICULTURA
37 Nociones elementales de apicultura (2.' edición),
por N. JOSé de LiMn Heredia, Conde de Dofia
Marina.
68 Flora y reglones meliferas de Esplfta, por Pedro
Herce, Ingeniero Agrónomo.
AVICULTURA
69 Las gallinas y sus producttls (B." edición), por Bal·
vador Castelló, Profesor de Avicultura.
40 Pavos, patos y ganlos (2." edición), por Salvador
C8l8te1l6, Profeeor de Avicultura.
41 Las paloma. dom6stlca. (2." edición), por S&lva-
dor Cutell6, Profesor de A vicuItura.
CARBONES V COMBUSTIBLE8
42 Lo. carbone. aettves, por J~ Ugarte, Ingenie-
ro de Montes.
43 Combultlble. vegetalel, por Ignacio Claver Oo-
rrea, Ingeniero de Montea.
CUNICULTURA
44 Cunicultura (3." edición), por EmUlo Aya1&. Ma.r-
tín, Presidente de la Asociación Nacional df
Cunicultores de E5pa1l.a.
102Blblloteca del técnico en Cunlcu:tu..., (1), por
Emilio Ayala Ma.rtin.
FITOPATOLOGIA
46 Plagas del campo (2." edición), por BUverio Pla-
nea, Ingeniero Agrónomo.
46 Las heladas en la produccl6n naranjera, por Ma-
nuel Herrero Ega.fl.a y Alejandro Acerete, Inge-
nieros Agrónomos.
47 Lo. pulgones, por Aurel10 Ruiz Castro. Ingeniero
Agrónomo. _
48 Insecto. del vlfledo, por AureUo Ruiz castro, In-
geniero Agrónomo.
49 Calendario fltopatol6glco, por Jo86 del C4ft1zo y
Car-los Gonzl1lez AndréS. Ingenieros Agrónomos.
84 Plagas de la remolacha, por Francisco DomInguu
Garcta-Tejero. Ingeniero Agrénomo.
89 Enfermedades de la vid, por Aurello RUiZ cutro,
Ingeniero Agrónomo.
98 El escarabajo de los patatales, por D. 108' del ca·
6J.zo Gómez, Ingeniero Agrónomo.
GANADERIA
1>0 La leche (2.· edici6n), por Demetrio López Due!laa,
Maestro de Industrias !Acteas.
lit La alimentacIón del ganado (2." edición), por Za·
cartas Balazal', Ingeniero Agr6nomo.
1>2 Producción hlgl6nlca de leche (El ordefto), por
Santiago Mata.l1ana, Ingeniero Agrónomo.
M El ganado cabrio, por J086 López Palaz6n, Inge-
niero Agrónomo.

(1) 1Il1 preclo <le ..ta obra ea de pea.tu l.


M El ganado eqUino, por Z8.cartu SalUllLr, IngenieJ'(l
Ag'l'Ónomo.
5ll Ganado porcino, por Z&earfas Salazar, Ingeniero
Ag'l'Ónomo.
56 Gallcla y IU ganaderla (1), por cayetano Lópes,
Inspector General Veterinario.
57 Lo. nuevo. conoclmlentol sobre nutrición y la Zoo-
tecnia (3." edición), por Ram6n Blanco, Ingenie-
ro Agrónomo.
68 Notal .obre la alimentación dl"l ganadó da oertla
(3.' edición), por JeB1lB Andréu, Ingeniero Agró-
nomo.
59 Conllderaclonel aobre la allmentacl6n de los bevt-
nos en crecimiento (3.' edición), por JeB1ia An·
dréu, Ingeniero Agrónomo.
60 Crianza de ternero. (2." edición), por JcB1ia An·
dréu, Ingeniero Agrónomo.
61 Sobre la mejora del ganado bovIno (8." edícíén):
por Jest1s Andréu, Ingeniero Agrónomo.
62 Malz, cebada y arroz en la ceba de cerdos (2.' edi-
ción) (2), por Miguel Odriozola, Ingeniero Agró-
nomo.
63 La raza Karakul, por Salvador Font Toledo, Peri-
to Agricola del Estado.
64 Anlmale. lalvajes en cautIvidad. Marta. y fuina.,
por Emilio Ayala MarUn, Presidente de la Aso-
ciaci6n de Cunicultores de Espatla.
65 EstadIstica de las Ferias mb Importantes que le
celebran anualmente en Elpafta.
66 Relatividad del tamafto del toro, conferencia pro-
nunciada por D. Luis Femández Salcedo, Inge-
niero Agrónomo, en el Instituto de Ingenieroa
ClvDe•.
67 Mejora del ganado vacuno y del actual aprovecha-
miento de sus productos, conferencia pronuncia-
da por D. Ignacio Gallástegui ArUz, Ingeniere
Agrónomo, en el In.stituto de Ingenieros Civiles
68 Mejora de nuestras razas ante una conveniente
autarqula en la producción ganadera, conferen-
(1) El precio de eeta abra es de peeetas 4.00.
(2) El precio de esta obra e8 de pesetas 8,00.
el&. pronunetada por D. CAndldo del Pozo Pele-
yo, Ingeniero Agrónomo, en el Instituto de In·
genleros Civiles.
78 Sueros, vacunas e Inoculaciones reveladoras, por
cayetano López LOpez, del CUerpó NacionaJ V.
terlD&r1o.
51 El ganado mular y sus padrea, por Rafael JantnI
Janlnl, Ingeniero Agrónomo.
85 Los biotlpos constitucionales y la herencia pato-
lógica en zootecnia, por Carlos Luis de Cuenca.
88 Alimentación de la vaca lechera, por J. AndréU
Lázaro, Ingeníero Agrónomo.
94 Pides Karakul. por Salvador MarU GUe11, Vete-
rinario.
96 Crfa y reerfa de 6qullloa, por Fulgencio Portero
Veterinario :MJlltar.
96 La producción, de ganado merIno en Espafla (1),
por D. Santos Arán, Inspector general Vete-
rinario.
99 Máquinas an~males (1), por D. ZaCllria.e Balazar,
Ingeniero Agrónomo.
104Factores externos y vitamina en la presentación
de infecclonelll, por Cayetano López, del Cuerpo
Nacional Veterinario.
INDUSTRIAS ACUICOLAS y SUS AFINES
69 Piscicultura agrlcola e Industrial (2.& edicl6n), por
Estanislao de Quadra Salcedo, Perito Agrlcola.
70 El cangrejo (Aataclcultura elemental), por Lula
Pardo.
71 El aprovechamiento biológico Integl"&l de la. agu••
dulces, por Luia Pardo.
72 Los caracolea, por Luis Pardo.
101 El acuario (1), por Luis Pardo.
SEMILLAS
7lJ Laa semillas pratenses. Su determlnacl6n, por :Ma,.
nuel Madueflo Boll:. Ingeniero Agrónomo.
74 Composición y cultivo de laa mezcla. de aemlllaa
de plantaa forrajera. (3.& edición), por el doctor
(1) El precio de eeta obra .. de 8,00 peset&ll.
Teodoro de Welnzterl, Director de la JJ:Itac16n
de Enayo de Semilla. de Viena.
76 Cifra. media. relativa. al pelO y volumen de la.
semillas, por Antonio Garcla Romero. Ingeniero
Agrónomo.
86 Relaciones de las Casas dedicadas a la venta de
semillas, y de patatas y otros tubérculos Inscrl·
tas en las Jefaturas Agronómicas Provlnclalee
del afto 1943.
VARIOS
76 Elcuela Especial de Ingeniero. de Monte. (Inau-
guración del curao 1940-41).
77 Instrucclon~ para el Servicio de Ordenación de
Montes. .
82 MisterIos de la NaturaJ.eza, por JeBi1.s Ugarle, In-
gen'ero de Montes.
97 Conferencias radiadas (1),
100Plantas productoras de esenetae, resln,;:.s y SUI el;·
rlvados (2), por D. Joaqutn Mas Guindal, Co·
ronel Farmacéutico.

(1) El preeto de esta obra es de D.OO pesetas.


(:!) El precio de 8Ilta obra es de a,1lO pesetas.
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107 Precio: 2 pesetas.

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