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CURSO: LENGUAJE Y COMUNICACIÓN 2017

TIP LE02
TIPS DE LENGUAJE Y COMUNICACIÓN N°7

INFERENCIA
Las preguntas de información implícita son de las que resultan más difíciles para muchos de los
postulantes que rinden la PSU. Esto no se debe a su habilidad de inferir en sí misma, puesto que
todos inferimos día a día en diversos contextos. Lo llamado “leer entre líneas”, por ejemplo, no es
otra cosa que inferir, como cuando un amigo nos cuenta una “copucha” e inferimos las
implicancias de lo relatado, o cuando vemos publicidad e inconscientemente reconocemos los
argumentos implícitos a partir de los cuales se constituye el mensaje.
¿Por qué entonces resulta difícil en la PSU? El problema surge a partir del tipo de texto que
presenta la prueba. En los casos mencionados tenemos contextos y conocimientos compartidos
con el interlocutor y la posibilidad de interactuar directamente sobre la información, en cambio en
los textos de la PSU no conocemos el contexto de producción y los temas no necesariamente
resultan cercanos, por lo que debemos inferir con menos herramientas de las que contamos en la
vida cotidiana.
En una lectura intensiva como la que mide la PSU debemos inferir incorporando todas las
competencias discursivas con las que contamos, incorporando no solo la información, sino
también el tipo textual, el contexto comunicativo, las prácticas culturales (como normas,
estándares morales, modelos sociales, etc), y conocimiento de mundo (en torno a ciencias,
humanidades, conducta de las personas, etc.). De ahí que sea necesaria la lectura constante, no
solo para mejorar nuestras habilidades como lectores a partir de la práctica, sino también para
ampliar nuestro acerbo cultural y contar de esta manera con una mejor batería de análisis.

1. ¿Qué es inferir?
Inferir se concibe como “el proceso interpretativo efectuado por el interlocutor para deducir
el significado implícito de un enunciado, teniendo en cuenta los datos que posee del
contexto”, es decir, obtener información implícita a partir de la explícita.
Desde la lógica, inferir es un proceso deductivo. Sin embargo, en comunicación engloba los
implícitos pragmáticos, esto es, información no dicha, pero que se comunica, y que
puede deducirse por el contexto (como ocurre, por ejemplo, con los actos de habla
indirectos: “me encantan esas zapatillas” dicho en un contexto en que pueda significar una
petición, como durante un paseo por un centro comercial de un padre con una hija,
cercano a la fecha de cumpleaños de ésta); y los implícitos semánticos, o sea, la
información que puede deducirse a partir de los significados de las palabras (“Pedro ha
empezado a hacer deporte” implica que antes no lo hacía).
2. ¿Cómo inferir?
Según D. Sperber y D. Wilson (1994), el lector debe:
a) activar un contexto suficientemente pertinente para una interpretación
coherente, es decir, para que la interpretación no se aleje ni del tema ni de la
intención comunicativa.
b) tener en cuenta las pistas o señales verbales o no verbales que ofrece el
enunciador: en un contexto oral, gesticulación, entonación, miradas, etc.; en uno
escrito, el paralenguaje (puntuación, signos de exclamación y tipografía), el tono
del texto, marcadores discursivos, registro, etc.

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c) considerar la información procedente del contexto y el conocimiento de
mundo. Los modos discursivos conllevan prácticas textuales que implican ciertos
usos, propósitos y expectativas. Un texto literario, un ensayo, una columna
periodística, podrían presentar distorsiones a las implicancias usuales de ciertas
expresiones en torno a un tema determinado y según ello configurar, por ejemplo,
una ironía, como en este caso: “la selección presentó un juego increíble, preciso y
eficiente en cada una de sus líneas, sobre todo en el arco, con un portero que dejó
pasar cada tiro difícil, y en ataque, con goleadores que hicieron cualquier cosa
menos embocarla”. En el cual tanto portero como goleadores no cumplen con su
función, por lo que se infiere un uso irónico y de ahí crítico sobre el cometido de la
selección.
3. Técnica para preguntas de inferencia.
Para responder correctamente preguntas de inferencia, proponemos la estrategia de
evaluar las alternativas para discriminar la correcta a partir de los criterios de evaluación
de razonamientos:
a) Suficiencia: los datos a partir de los cuales se infiere deben ser bastantes y aptos para
plantear la tesis o información implícita planteada.
Nos preguntamos ¿el texto ofrece datos suficientes para afirmarlo?
b) Relevancia: el razonamiento debe ser coherente con el tema, el contexto y la
intencionalidad del discurso.
Nos preguntamos ¿tiene que ver con el tema?¿es coherente con la idea del
texto?
c) Aceptabilidad: la tesis o información implícita planteada deben ser verosímiles en
relación con el texto y el contexto de producción o recepción.
Nos preguntamos, ¿es verosímil el razonamiento o juicio?

“Según el Centro Nacional de Estadísticas, 7 de cada 10 personas se manifestó de acuerdo


con revisar la normativa sobre el porcentaje de pago de derechos de autor”.
Sobre el fragmento es posible afirmar que
A) la mayoría piensa que la normativa necesita ajustes.
[suficiente, pues se afirma que un 70% está de acuerdo con la idea; relevante, porque
la opinión pública es relevante para las decisiones de alguno de los poderes del Estado;
y aceptable, ya que es una fuente que debería tener credibilidad]
B) el congreso cambiará de inmediato la normativa sobre derecho de autor.
[además de insuficiente, la premura en el cambio, dado el tema, no es verosímil, por
tanto, no tiene aceptabilidad]
C) las personas creen que el porcentaje de pago de derechos de autor es injusto.
[insuficiente e irrelevante, pues no se plantea nada en relación con la justicia]
D) las normas responden a la opinión ciudadana tal como el rating en tv.
[el juicio generaliza a todas las leyes y con una analogía falsa, pues los datos no
bastan para referirse a toda normativa]

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4. ANÁLISIS DE ALTERNATIVAS DE UN EJERCICIO OFICIAL 2016.
EJERCICIO OFICIAL
“La biblioteca universal, de Voltaire a Google
1. Al ofrecer a una gran cantidad de personas una masa siempre creciente de conocimientos,
¿realiza Internet el sueño de las Luces o prepara la pesadilla de un saber público
entregado a los apetitos privados? Gracias a –o a causa de– Google, estas preguntas no
tienen nada de abstracto. En los cuatro últimos años, el célebre motor de búsqueda ha
digitalizado y puesto en línea millones de obras encontradas en los fondos bibliográficos de
las más grandes bibliotecas universitarias. Para los autores y editores, esta operación
constituía una violación flagrante del copyright. Pero después de largas negociaciones las
partes llegaron a un acuerdo que va a cambiar totalmente la manera en que los libros
llegan a los lectores. Aunque los límites legales y económicos del nuevo espacio
establecido por este acuerdo siguen siendo imprecisos, el objetivo de los directores de
biblioteca es claro: abrir sus colecciones y hacerlas disponibles a cualquier lector en
cualquier lugar. Un proyecto simple en apariencia, pero constantemente trabado por las
restricciones sociales y los intereses económicos. Igual que hace dos siglos con el de la
República mundial de las Letras. 

2. El siglo XVIII, el de las Luces, tenía una confianza total en el mundo de las ideas, que los
enciclopedistas denominaban la República de las Letras. Un territorio sin policía ni
fronteras, y sin otras desigualdades que no fueran las del talento. Cualquiera podía
instalarse allí siempre que ejerciera uno de los dos atributos de su ciudadanía, a saber, la
escritura y la lectura. Los escritores debían formular ideas, y los lectores apreciar su buen
fundamento. Llevados por la autoridad de la palabra impresa, los argumentos se difundían
en círculos concéntricos y solo ganaban los más convincentes. 

3. En esta edad de oro de lo escrito, las palabras también circulaban por vía epistolar. Al
hojear la espesa correspondencia de Voltaire, Jean- Jacques Rousseau, Benjamín Franklin
o Thomas Jefferson –lo que hace unos cincuenta volúmenes para cada uno de ellos–, uno
se sumerge en el corazón de la República de las Letras. Estos cuatro escritores debatían
sobre temas cruciales de su época en un flujo ininterrumpido de cartas que, uniendo a
Europa y América, presentaba ya todas las características de una red de información
transatlántica (...)”.
http://www.lemondediplomatique.cl/La-biblioteca-universal-de.html (fragmento)

37. A partir de la lectura del segundo párrafo, ¿cuál de las siguientes opciones presenta una
inferencia válida?
A) Tanto en la actualidad como en el siglo XVIII, la ciudadanía se ejercía a través de la
escritura y de la lectura. 

B) La República de las Letras se caracterizó por valorar las ideas, aunque estas solo eran
comunicadas entre los más ricos. 

C) La sociedad del Siglo de las Luces, apreciaba y valoraba el desarrollo del pensamiento
fundamentado. 

D) El siglo XVIII se distinguió por ser una época en la que el ser humano se expresó con
absoluta libertad. 

E) Al igual que en la actualidad, en el Siglo de las Luces la palabra escrita tenía mayor
validez que la oral.

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ANÁLISIS

La alternativa A es irrelevante para el asunto en cuestión, pues cuando el texto se refiere a la


ciudadanía lo hace en cuanto a la pertenencia a la República de las Letras.
La alternativa B presenta un razonamiento errado, pues el texto afirma que en la República de las
Letras la única diferencia de clase la da el talento, por lo que es irrelevante la condición
socioeconómica del ciudadano.
La alternativa D es incorrecto pues no hay información suficiente para afirmar que hay absoluta
libertad de pensamiento, pues solo se afirma que la República de las Letras es “un territorio sin
policía ni fronteras, y sin otras desigualdades que no fueran las del talento”.
La alternativa E es incorrecta pues establece una analogía inválida con el presente, pues no se
entrega información sobre la oralidad, siendo incoherente el razonamiento con el texto.
En cambio, la alternativa C es correcta pues establece un razonamiento sintomático válido, ya que
en el texto se afirma que “Los escritores debían formular ideas, y los lectores apreciar su buen
fundamento”. A partir de ello, se puede hacer una generalización correcta, pues la República de
las Letras se presenta como rasgo de su época, por lo que los datos son bastantes, aptos y
pertinentes para realizar la afirmación.

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EJERCITACIÓN PSU
TEXTO 1 (1 - 4)
1. “La reflexión que hoy presento acerca de la ética y el consumo, que he desarrollado
ampliamente en el libro Por una ética del consumo, está ligada a otro libro que escribí
en 1997 y que se titula Ciudadanos del mundo. En este libro se trataba de plantear la
necesidad de que las personas seamos ciudadanos de nuestra propia comunidad,
ciudadanos de nuestra propia tierra. Ciudadano es aquel que es su propio señor, junto a
sus iguales. Ciudadano es el que no es súbdito, el que no es vasallo, el que es dueño de su
vida. Ciudadano es el que hace su vida pero la hace con los que son iguales que él en el
seno de la ciudad. La idea de ciudadanía significa siempre ser ciudadano con otros y con
otros que son iguales. Se entiende que en la ciudad todos deben ser iguales. Así, el
ciudadano es señor propio pero con otros.
2. El siglo XXI debiera ser el siglo de la ciudadanía, en el que tenemos que ser nuestros
propios señores. Pero hay una dimensión de la ciudadanía que me parece que es
fundamental; se trata de la ciudadanía económica. La verdad es que la economía no la
hacemos sino que nos la hacen y, mientras ocurre esto, no somos nuestros propios
ciudadanos, porque a fin de cuentas somos siervos y vasallos de esa economía que «se nos
hace».
3. Dentro de la dimensión económica existe un ciclo formado por la producción, el
intercambio y el consumo. Las cosas primero se producen, después se intercambian y
finalmente se consumen. Dicen los economistas que normalmente las grandes preguntas
de la economía son: ¿qué se produce?, ¿para quién se produce?, y ¿quién decide lo que se
produce? Pero a mí me parece que hay otras cuestiones también muy importantes en el
terreno de la economía que son: ¿qué se consume?, ¿quién consume?, y ¿quién decide lo
que se consume? Es decir, que las famosas preguntas de la economía sobre la producción,
se pueden trasladar, tal cual, al consumo.
4. Creo que, para que las personas podamos ser ciudadanos económicos, tenemos que ser
también ciudadanos del consumo. Es decir, tenemos que ser nosotros los que decidamos lo
que se consume y, desde ahí, ser nosotros mismos quienes decidamos lo que se produce,
porque, al fin y al cabo, el empresario acaba produciendo lo que nosotros consumimos. Si
se consumen masivamente una serie de cosas, se acaban produciendo. Si queremos ser
protagonistas de nuestra vida tenemos que acabar siendo protagonistas de la producción.
Desde el consumo de una serie de cosas se producirá lo que nosotros consumamos y,
entonces, seremos verdaderamente nuestros propios dueños.”
Cortina, Adela. Consumo… luego existo (fragmento)

1. Según la definición presentada en el párrafo 1, es posible afirmar que no serían ciudadanos


A) los políticos.
B) los reclusos.
C) las amas de casa.
D) los sacerdotes.
E) los militares.

2. A partir del texto se infiere que ser ciudadanos del consumo implica que
A) la ciudadanía siempre tiene el poder sobre sus decisiones de consumo.
B) la producción funciona como una campaña política para lograr el favor del ciudadano.
C) el poder sobre la producción se traslada desde el productor al consumidor.
D) el ciudadano se constituye como un sujeto político al determinar su consumo.
E) los productores determinan las formas en que el ciudadano consume.

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3. Se infiere a partir del texto que súbdito y vasallo tienen en común
A) servir en casas de personas de mayor jerarquía.
B) recibir órdenes que coartan su libertad individual.
C) generalmente decidir sobre sus opciones de consumo.
D) ser ciudadanos de segunda clase, sin privilegios.
E) estar supeditados a los mecanismos de producción.

4. ¿Qué podrían tener en común los dos libros de la emisora mencionados en el texto?
A) Ser una crítica profunda a los privilegios de la clase productora y a los gobiernos que
restringen las libertades individuales.
B) Establecer un modelo de ciudadanía que se funda exclusivamente en las relaciones
económicas entre los individuos.
C) Ser publicados en fechas próximas por el vínculo temático que establece la autora en
ambos libros.
D) Plantear una ética que guíe el consumo, los derechos sociales y los mecanismos de
producción en la sociedad actual.
E) Considerar al ciudadano como una persona que tiene libertad de autodeterminación,
tanto en lo político como lo económico.

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SOLUCIONARIO
1. La alternativa correcta es B
En esta pregunta que mide la habildiad de identificar, la inferencia surge de deducir los componentes y
límites de la definición a partir de la información dada, en este caso, que el ciudadano tiene libertad para
autodeterminarse y decidir sus acciones. Según ello, el único grupo que por definición no puede actuar
con libertad son los reclusos, pues no son sujetos de derecho ni pueden actuar con libertad. Los políticos
son irrelevantes para este caso, pues no tienen restricciones en su actuar más que las que impone la
ética; las amas de casa, si bien en algunos lamentables casos en ciertas naciones o familias particulares
no cuentan con mucha libertad producto de estereotipos e ideologías, no son casos suficientes como
para afirmarlo para la mayoría, por lo que es una generalización. En cuanto a sacerdotes y militares,
efectivamente cuentan con una cantidad importante de restricciones en cuanto a su autodeterminación y
toma de decisiones, sin embargo son producto de una decisión libre en torno a la pertenencia a una
institución que implica estas reglas, por lo tanto seguirían siendo ciudadanos según la definición y la
práctica.
2. La alternativa correcta es C
En esta pregunta se debe vincular información de distintos párrafos para poder inferir, por lo que se
consideraría una pregunta de inferencia global. En el párrafo 1 se define ciudadano como aquel que
tiene libertad para tomar decisiones y definirse. En el párrafo 2 se plantea que en el ámbito económico
no somos libres, pues es una economía que «se nos hace». En el párrafo 4 se afirma la tesis del texto,
la cual plantea que “tenemos que ser nosotros los que decidamos lo que se consume, y, desde ahí, ser
nosotros mismos quienes decidamos lo que se produce”. De ahí que el poder económico de la
producción pasaría de los productores (quienes «nos hacen» la economía) a los consumidores. La
alternativa A es falsa por la generalización (“siempre”); las alternativas B y D son irrelevantes pues no
se han planteado asuntos políticos propiamente tales en el texto, por lo que serían más bien
evaluaciones del lector; la alternativa E es también irrelevante pues no corresponde a lo que se
pregunta, al ser información explícita y se pide información implícita.
3. La alternativa correcta es B
En el fragmento se afirma que el ciudadano es aquel que es su propio señor, el que no es súbdito, el que
no es vasallo, el que es dueño de su vida. Esta inferencia semántica, que surge desde el significado de
las palabras, se obtiene por la oposición de ciudadano con súbdito y vasallo. Si el ciudadano es aquél
dueño de su vida, su propio señor, por oposición no lo es ni el vasallo y ni el súbdito. En efecto, el
vasallo es una persona “que está bajo una autoridad absoluta, no democrática” (DVOX), y el súbdito
“Sujeto a la autoridad de un superior con obligación de obedecerle” (DRAE). De ahí que sea correcto
afirmar que súbdito y vasallo tienen en común recibir órdenes que coartan su libertad individual.

4. La alternativa correcta es E
En el fragmento la emisora afirma que “la reflexión que hoy presento acerca de la ética y el consumo,
que he desarrollado ampliamente en el libro Por una ética del consumo, está ligada a otro libro que
escribí en 1997 y que se titula Ciudadanos del mundo.” De ahí que se implique que hay aspectos
comunes a tratar en ambos textos. A continuación, se explicita la concepción de la autora en cuanto al
ciudadano y su libertad de autodeterminación: “En este libro se trataba de plantear la necesidad de que
las personas seamos ciudadanos de nuestra propia comunidad (…) Ciudadano es aquel que es su propio
señor, junto a sus iguales”; y luego se extrapola esta condición hacia la ciudadanía económica: “para
que las personas podamos ser ciudadanos económicos, tenemos que ser también ciudadanos del
consumo. Es decir, tenemos que ser nosotros los que decidamos lo que se consume y, desde ahí, ser
nosotros mismos quienes decidamos lo que se produce”, por tanto, a partir de las elecciones del sujeto
determinar la producción para así no ser determinado por los productores. De ahí que sea correcto
afirmar que ambos textos tienen en común considerar al ciudadano como una persona que tiene libertad
de autodeterminación tanto en lo político como en lo económico.

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