Está en la página 1de 21

"ARGENTINA ES UN TITANIC Y LAS VECES QUE HE VISTO LA PELÍCULA TITANIC, EL

BARCO SE HUNDE, PERO LOS SOCIALISTAS CREEN QUE PUEDEN ROMPER EL


ICEBERG" jajajjajajajajajaja

El empresario es una persona o grupo de personas que ponen un capital (dinero ahorrado)
para que una idea se desarrolle. Lo arriesga, porque no sabe si esa idea va a fracasar o si
tendrá éxito. Es el que comprueba a qué precio se debe vender ese producto o servicio, en
dónde ofrecerlo, cuándo, qué cantidad, a quién, cómo, etc. El 99% de los proyectos
fracasan. Son rechazados por la sociedad. De modo que lo usual es que el empresario
construya su primer éxito después de una montaña de fracasos. Muchos emprendedores
quedan endeudados de por vida. El pequeño número de empresarios que triunfa, que logra
dar en el clavo, es el que puede compartir su éxito con los demás, y generar empleos y
sueldos.

El empleado es aquella persona que no tiene capital ahorrado, que no tiene alguna idea
para desarrollar, no sabe de negocios, o que directamente no quiere arriesgar en
inversiones, o quizás ya lo hizo y fracasó y ahora prefiere elegir un trabajo que le guste, y
firmar un contrato intercambiando sus horas de trabajo por un sueldo fijo y seguro. Nadie le
está obligando a esa persona a emplearse por un sueldo. El empresario sólo ofrece una
opción más, que cada persona elige o no. Del mismo modo que nadie está obligado a
convertirse en empresario, ni a endeudarse para sacar adelante una idea o negocio.

El sueldo, como el precio de los productos, surgirá en base a la rentabilidad que logre el
empresario, y otros factores que determinan el coste de un trabajador. No hay nadie que
decida el valor de un sueldo, sino todos los empresarios pagarían el mismo sueldo en todas
partes del mundo: cero. Del mismo modo que un consumidor no decide el valor de las cosas
sino todos elegirían pagar lo mismo: cero. Tanto los precios, como los sueldos se forman de
manera colectiva, por la interacción por leyes y reglas de la economía, que van más allá de
la pura decisión de una sola persona.

Rentabilidad. Del mismo modo el honorario de un empresario no puede ser cero. Porque
SIN INCENTIVOS nadie estaría dispuesto en generar riquezas, nadie invertiría su capital, y
nadie ofrecería sueldos ni puestos de trabajo. Todos vivirían en el auto sustento, como en la
época de las cavernas, o anteriores al comercio. Sin empresarios se generarían menos
riquezas, habría menos recursos disponibles, todos seriamos infinitamente más pobres y
viviríamos con menos libertad y en peores condiciones que las actuales.

Por el contrario, con mayor grado de libertad, habría más incentivos a emprender. A pensar
ideas y arriesgar capital para ponerlas en marcha. La economía sería más fluida, habría
más gente emprendiendo y creando comercios y empresas. Habría más bienes y servicios
disponibles. Las ventas y los ingresos aumentarían. Habría más necesidad de producir más
para abastecer el consumo lo cual generaría más inversión y más necesidad de contratar
mano de obra, lo que ocasionaría más oferta de puestos de trabajo y los sueldos
aumentarían, etc. Esa es la espiral de crecimiento. Y cuando crece la economía, crece la
sociedad en todos los demás aspectos positivos. Es la base que sustenta todos los demás
progresos de la humanidad
La industrialización en Alemania, Estados Unidos y Rusia

El desarrollo de la industria alemana

El proces de industrialización en Alemania presenta peculiariaridades que distinguen


claramente del desarrollo en Inglaterra y Francia. En primer lugar, porque su entrada en el
cambio industrial se produjo sin haberse logrado la unificación política, aun más: el
crecimiento de la economía fue un factor fundamental en la misma. En segundo término, la
industrialización germana sirvió como contramodelo de la británica, oponiendo al esquema
clásico un diferente rol del Estado en la política arancelaria, la educación y la legislación.
Finalmente, su relativamente tardío desarrollo industrial se relaciona estrechamente con
formas de concentración empresarial.

El camino hacia la unidad

Las conquistas napoleónicas impusieron los principios del moderno Código Civil francés en
la Confederación del Rin; fundamentalmente el respeto a la propiedad privada individual y
absoluta. Hacia el oriente, Prusia también adoptó el sistema normativo galo, aboliendo en
1807 la servidumbre y la distinción entre propiedad noble y no noble. Se creaban así las
condiciones para la existencia de un mercado libre de tierras. Con posterioridad, las bases
para el crecimiento capitalista se consolidaron con la prohibición de las restricciones
gremiales en las ciudades.

La caída de Napoleón en 1815 abrió el camino a una nueva etapa. El Congreso de Viena,
muy preocupado por el equilibrio europeo, estableció en los territorios alemanes una
confederación de pequeños Estados, con el objetivo de frenar las tentativas de unificación
encabezadas por Prusia. La Confederación Alemana era una unión muy débil, conservando
los Estados miembros su soberanía en las decisiones ejecutivas y judiciales. Esta
organización preservaba los intereses de Austria, que recelaba de las intenciones
expansionistas prusianas.

Mientras los Estados alemanes se clausuraban recíprocamente sus fronteras,


permanecían abiertos a las mercaderías extranjeras, situación que se agravó tras la derrota
de Napoleón.

Hacia 1828 se realizó una reforma aduanera general, teniendo por eje a Prusia. Casi
simultáneamente se habían constituido dos uniones aduaneras, una entre Baviera y
Würtemberg, y otra entre Prusia y Hesse-Darmstadt, en cada una de las cuales las
mercaderías circulaban libremente, existiendo un arancel común en la frontera. Desde el
primer momento se realizó un acercamiento entre ambas uniones, pero la fusión definitiva
en una sola Zollverein no se resolvió hasta 1833, entrando en vigencia al año siguiente la
nueva legislación.

Los ferrocarriles y la concentración empresaria

Prusia sumó la construcción de ferrocarriles que la vinculaban con los otros Estados
alemanes. Deliberadamente impidió la comunicación de éstos con Austria, para reforzar los
nexos económicos dentro de la Confederación Germana y aislar el Imperio de los
Habsburgo.

Sus consecuencias comerciales y productivas no pueden ser exageradas. Por un lado, la


circulación interna de mercaderías aumentó notablemente, ampliándose el mercado interno
y la movilidad de mano de obra. Por otra parte, el ferrocarril creaba eslabonamientos hacia
atrás y hacia delante que impulsaron la minería y la siderurgia. A partir de la década de
1850, la producción de hierro y carbón se incrementó de gran manera -alrededor del 30 por
ciento el hierro y del 10 por ciento el carbón-. Esta explosión de la minería se vio favorecida
por la circulación de trenes que unían las cuencas ferrosas con los yacimientos
carboníferos, facilitando la producción de acero y por la demanda de las propias empresas
ferroviarias que se transformaron en el principal consumidor de las acerías, impulsando a la
vez todo un abanico de actividades mecánicas.

Por otra parte, su envergadura y el impulso a la industria pesada obligaron a la


concentración.

Los lazos económicos -expresados en la Zollverein y la construcción de ferrocarriles-


propiciaron la unificación política bajo el liderazgo prusiano. Estas tendencias a la unión
nacional germana se concretaron mediante victorias militares sobre Dinamarca, Austria y
Francia, que permitieron -bajo la conducción del canciller Bismarck- la consagración del II
Reich Alemán (1871). A partir de allí, el crecimiento industrial se aceleró, dada la mayor
coordinación de la política económica. Las empresas ferroviarias, por ejemplo, fueron
nacionalizadas y el Estado alemán fijó sistemáticamente tarifas muy bajas para favorecer el
flujo de mercaderías y personas.

Sociedad, población y crecimiento económico

La urbanización y el crecimiento demográfico son las características de todo el proceso de


industrialización, proporcionando una demanda creciente a las manufacturas y la oferta
necesaria de mano de obra. El cuadro muestra el crecimiento de la población en el Reino
Unido de Gran Bretaña, Francia, Alemania y Estados Unidos entre 1800 y 1920 (en millones
de habitantes):
1800 1820 1840 1860 1880 1900 1920

Gran Bretaña 15,7 21,0 26,9 29,1 35,0 41,5 42,8

Francia 27,3 30,5 34,2 36,7 37,6 39,0 39,2

Alemania 23,2 27,0 32,8 38,1 45,2 56,4 60,8

EE.UU 5,3 9,7 17,1 31,4 50,2 76,0 105,7

Obsérvese el espectacular crecimiento de la población alemana a partir de 1840-1860,


especialmente si se lo compara con el experimentado por Francia. Las cifras de Estados
Unidos son notables, pero debemos contemplar que en este último caso los inmigrantes
constituyeron el principal factor de aumento demográfico y el territorio estadounidense era
mucho más extenso.

Los sectores industriales que lideraron el proceso en Alemania fueron aquellos ligados a la
producción de acero, productos químicos, eléctricos y, desde principios del siglo XX,
automóviles.

Si analizamos la concentración desde el punto de vista de las necesidades productivas


podemos diferenciar entre:

- Concentración horizontal o de fusión: se busca agrupar bajo una misma dirección varias
empresas que operan en el mismo sector y etapa de la producción. Por ejemplo, acerías,
fundiciones de hierro, fabricantes de productos eléctricos.

- Concentración vertical: se unen distintas empresas complementarias que participan todas


ellas en el proceso de fabricación de un mismo bien. Es el caso de una acería que explota
minas de hierro y carbón, cuenta con un ferrocarril propio, lamina el acero y finalmente lo
comercializa.

También se producen procesos de concentración empresarial por causas económicas.


Entre ellos encontramos los cárteles, que son una forma de colusión en los mercados
oligopólicos. Mientras en un mercado con muchos vendedores -competencia perfecta-, cada
uno de ellos puede tomar el precio de mercado como parámetro, en un mercado con pocos
competidores las empresas saben que sus decisiones sobre la formación de los precios
afectarán las decisiones de las demás. Por ese motivo, el cártel está compuesto por un
grupo de empresas grandes dedicadas a fabricar un mismo producto, que se ponen de
acuerdo para fijar su precio y establecer cuotas de venta para cada compañía. Puede
adoptar muchas formas, celebrando convenios públicos o tácitos sobre el liderazgo de
precios en el mercado. El acuerdo se presenta más fácil de alcanzar cuando el número de
partes implicadas es pequeño, los productos son homogéneos y la regulación
gubernamental es poco exigente. La otra forma de concentración empresarial por causas
económicas son los trusts: en ellos un grupo financiero controla un conjunto de firmas,
manejándolas de manera coordinada.

Con frecuencia estas asociaciones practicaban estrategias de dumping; contaban con un


mercado interno protegido por altos aranceles aduaneros y exportaban sus productos a un
precio inferior. Las mayores ganancias obtenidas en el mercado interno compensaban las
eventuales pérdidas en las exportaciones, permitiéndoles la fabricación a gran escala y la
conquista de nuevos consumidores en el exterior.

Los bancos y la inversión en la industria

Los bancos alemanes operaban sólo con los sectores más modernos y significativos:
carbón, siderurgia, electricidad e industria química.

El centro de su política bancaria consistía en la prolongación de los vencimientos


bancarios a corto plazo, prorrogándolos primero como créditos de mediano plazo y después
como financiaciones que caducaban en diez o veinte años. El banco lanzaba y sostenía la
firma industrial, la seguía y controlaba; si la empresa se mostraba prometedora, se la
presentaba en el mercado bursátil y la entidad financiera sentaba a sus representantes en el
directorio de la fábrica.

Teoría y práctica del proteccionismo

Proponía entonces aplicar en Alemania el proteccionismo, como herramienta necesaria


para lograr la industrialización. La protección arancelaria debía ser moderada y transitoria:
en ningún momento se postulaba la necesidad de cerrar el mercado nacional a la
competencia extranjera.

Los aranceles aduaneros, entonces no deberían ser aplicados de manera abusiva; su


objetivo era lograr la "educación industrial" del país, es decir, la articulación de la economía
a nivel interno y la adopción de las técnicas necesarias para el crecimiento de la actividad
manufacturera.

La Alemania unificada expresaba la hegemonía de dos grupos diferenciados: por un lado,


que lideraba el sector más dinámico de la economía; por el otro, la antigua nobleza
terrateniente -cuyos miembros son llamados junkers-, que continuaba ocupando la cima de
la jerarquía social y la mayoría de las posiciones más destacadas de la administración, el
ejército y la diplomacia. Amenazada en su influencia por la evolución económica, la nobleza
sentía la necesidad de remozarse y fortificarse atrayendo a la alta burguesía industrial
mediante la táctica del ennoblecimiento y de los matrimonios mixtos. Las grandes familias
industriales, poseedoras de crecientes riquezas, aceptaron la unión propuesta por la
nobleza, para preservar los firmes intereses comunes.

De este pacto tácito nació "la alianza del centeno y del acero" que hizo solidarios a los
junkers prusianos y a los industriales de Renania. Estas dos fuerzas políticas respaldaron el
dominio imperial y acompañaron hasta 1890 la conducción de Bismarck.

La formación técnica
En 1810 se fundó la Universidad de Berlín, bajo la conducción del Ministerio de Educación
de Prusia. En 1840 tenía 1750 estudiantes y llegó a ser líder tanto en enseñanza como en
investigación, adquiriendo renombre mundial por su currículum y el carácter abierto a la
experimentación. Sus institutos de investigación contaban con laboratorios modernos, que
se vinculaban con las actividades productivas.

Rondo Cameron opina que el florecimiento de las universidades germanas se deriva de la


competencia entablada en la primera parte del siglo, cuando no existía un Estado alemán
unificado y cada una de las ciudades buscaba obtener prestigio a través de las actividades
académicas.

La concentración empresarial promovía la creación de grandes laboratorios, que crecieron


junto con las fusiones entre las firmas: tomemos por ejemplo la conformación del IG Farben
trust conformado en 1925 por Agfa, Bayer, Hoechst y Basf, entre otras.

La industrialización de Estados Unidos

La formación de las instituciones y los primeros pasos hacia el crecimiento acelerado

La independencia de Estados Unidos en 1776 se vincula fuertemente al dominio


económico ejercido por Inglaterra sobre sus colonias norteamericanas. Éstas se hallaban
completamente sometidas a la metrópoli en materia industrial, que prohibía cualquier tipo de
actividad manufacturera en sus dominios.

Tras la emancipación se entabló una fuerte polémica entre Alexander Hamilton, partidario
de fomentar la industria con aranceles proteccionistas, y Thomas Jefferson, que prefería la
aplicación de una política de librecambio que garantizara las exportaciones agrícolas.

Pero ni el gobierno federal ni las autoridades estatales contaban con atribuciones legales
para intervenir más en los asuntos económicos. La Constitución de 1787 era muy celosa en
cuanto al equilibrio entre los poderes y el respeto a la iniciativa privada. Además, existían
áreas no reguladas, con vacíos legales que limitaban la fijación de normas laborales y
comerciales.

El marco de las ideas

El proteccionismo recién alcanzó una mayor importancia teórica con la presencia del joven
List en la década de 1820 y a través de los escritos del economista estadounidense Henry
Charles Carey.

Carey atacó la preponderancia industrial de Inglaterra y reemplazaba el ideal ricardiano de


una división internacional del trabajo por el de naciones independientes dedicadas cada una
de ellas a todas las ramas de la actividad económica; reafirmaban, de tal manera, su propia
individualidad y soberanía. A su juicio, el librecambio tiende "a crear un taller único para el
mundo entero soportando los más onerosos gastos de transporte".
Finalmente, Carey señalaba la benéfica reacción producida en la agricultura por la
proximidad de las industrias nacidas al calor del proteccionismo, al proporcionarle mercados
cercanos. No se conformaba con una protección industrial, reclamaba además la protección
del sector agrícola; los derechos poco elevados que proponía List, distan mucho de
parecerle suficientes. Su ideal era la conformación de una economía completa, que reuniera
en sí todos los sectores: agricultura, ganadería, industria, comercio y transporte.

La evolución regional de las actividades económicas

Las tierras del Medio Oeste fueron colonizadas gradualmente, brindando la posibilidad de
agrandar la frontera agrícola, recibir las oleadas de inmigrantes y conformar un mercado
consumidor siempre creciente. En esta expansión fue fundamental la legislación de tierras,
basada en el criterio de otorgar la propiedad de la misma a las personas que se
comprometieran a cultivarla (Ley Homestead, 1862).

La colonización del Oeste se vio impulsada por el hallazgo de oro en California, de


importantes consecuencias: por un lado, en un sistema monetario con base de oro, el
descubrimiento del mineral conlleva un efecto expansionista, al permitir la emisión de más
billetes. Por otra parte, la creación de otro polo de crecimiento ubicado sobre el Pacífico
promovió la extensión de las vías férreas con el objeto de unir ambos océanos.

La producción algodonera del sur, que tenía como destino Inglaterra, se basaba en la
utilización de mano de obra esclava. Esta situación generaba dos conflictos básicos con el
norte del país. Por un lado, los plantadores del sur eran partidarios de una política de
librecambio para permitir un comercio fluido con la ex metrópoli. Se oponían así a las
regiones industriales que propiciaban el proteccionismo. Por otra parte, más allá de las
consideraciones éticas, el norte observaba la presencia de la esclavitud como una limitación
en la movilidad de la mano de obra y una reducción del mercado consumidor, al no revisar
los esclavos retribución alguna. La guerra civil (1861-1865) determinó la derrota del modelo
sureño, la adopción del proteccionismo y la abolición de la esclavitud. La consecuencia
inmediata fue la disminución de la importancia de las exportaciones de algodón.

El crecimiento industrial de Estados Unidos comenzó en el nordeste, especialmente en


Nueva Inglaterra. En un principio se copiaron los telares ingleses, pero el hilado continuaba
haciéndose de manera doméstica. La competencia británica fue hasta 1812 muy fuerte y
sólo se pudo ser superada a partir del cambio tecnológico: se incorporaron a la producción
grandes máquinas de hilar y tejer impulsadas por energía hidráulica. El algodón fue la
materia prima preferida, siendo provista por el sur.

Con posterioridad a la guerra civil, se instalaron en la zona interior de los Apalaches


nuevas industrias relacionadas con la denominada Segunda Revolución Industrial. Los
sectores más importantes fueron la producción de acero, maquinaria pesada, químicos y
automóviles.

En los Apalaches, los norteamericanos contaron con los yacimientos de hierro y carbón
necesarios para la industria siderúrgica.
Se desarrolló un crecimiento comercial espectacular de las ciudades del nordeste: Nueva
York, Boston, Filadelfia y Baltimore. Fuera del área, se sumaron más adelante Chicago -que
se convertiría en el principal centro de comercialización de cereales del mundo- Nueva
Orleáns y Los Ángeles.

La expansión ferroviaria

Su influencia fue notable en los siguientes aspectos:

- Permitió la unificación política del territorio nacional, sirviendo para el traslado de tropas y
armamentos federales.

- Facilitó el tránsito a un precio relativamente reducido de mercaderías y hombres,


ampliando permanentemente el mercado consumidor y la movilidad de mano de obra.

- Demandó el crecimiento de industrias vinculadas en la producción de hierro, acero y


maquinaria.

- Conformó un nuevo tipo de empresa moderna que serviría de modelo de organización en


el siglo siguiente.

En 1865 los ferrocarriles ya disponían de más de 50 mil kilómetros de vías; diez años más
tarde, cerca de 120 mil; y hacia 1885, más de 200 mil. Los kilómetros de vías existentes en
Estados Unidos superaban a los que había en todo el resto del mundo en su conjunto.

El Estado mantuvo su actitud liberal en el tema tarifario. Los precios del pasaje y del
transporte de cargas estaban desrregulados y eran fijados por las empresas según sus
deseos. En algunos trayectos cortos había una sola línea de ferrocarril que ejercía una
posición de monopolio, sometido únicamente a la competencia de otros medios distintos de
transporte, tales como los canales y los caminos. Como es lógico, sacaba el máximo partido
de tal posición de monopolio aumentando el precio de los pasajes y de los fletes.

Para remediar esta situación el gobierno federal estableció en 1887 la ICC (Comisión
interestatal de comercio) que tenía la función de establecer las tarifas ferroviarias. Más
adelante (en 1935) la regulación se extendió al transporte por carretera.

La concentración empresarial y la legislación antitrust

A la ya mencionada fusión de empresas ferroviarias debemos agregar las producidas en


los sectores petrolero y siderúrgico, combinando estrategias de control vertical y horizontal.
Esta tendencia encontraba sus fundamentos en las necesidades de abastecimiento de un
mercado interno en crecimiento explosivo, que cubría un extenso territorio en el carácter de
las actividades que requerían de importantes inversiones y en las facilidades otorgadas por
una legislación insuficiente, inspiradas en los preceptos jeffersonianos de respeto a la
iniciativa privada.
La concentración de firmas motivó una campaña contra los grandes conglomerados
industriales y de servicios. Entendiendo que estas asociaciones conspiraban contra la libre
competencia, en 1890 el Congreso de Estados Unidos sancionó la Sherman Antitrust Act.
En ella se establecía la prohibición vedando la formación de cárteles o cualquier convenio
para fijar precios, limitar la producción industrial, repartirse porciones del mercado o excluir
la competencia.

Aunque evidentemente no había sido redactada con ese objetivo, la Sherman Antitrust Act
fue utilizada en 1894 contra el movimiento obrero organizado. Ante una huelga proclamada
en veintisiete Estados por la American Railway Union, el gobierno federal envió las tropas
pretextando que el conflicto impedía el traslado de correspondencia. Los líderes de la
huelga finalmente fueron condenados por violar la normativa antitrust e impedir el comercio
interestatal.

La educación

En muchos Estados o localidades la ley exigía el mantenimiento de una escuela pública.


Pero en la mayoría de los casos los centros eran financiados particularmente mediante las
cuotas pagadas por los padres. Generalmente, también podía obtenerse alguna subvención
suplementaria de las autoridades locales, del condado o del Estado tanto para pagar las
cuotas de los niños cuyos padres se hallaban en dificultades para hacerlo como para
complementar las cuotas. Aunque la enseñanza no fuera obligatoria ni gratuita, la cantidad
de alumnos escolarizados era relativamente alta.

En la década de 1840 se inició una campaña para reemplazar el sistema dispar y en su


mayor parte privado por otro denominado de escuelas (elementales) gratuitas, que se
impuso lentamente a partir de mediados de siglo, aunque la enseñanza organizada por las
iglesias continuó siendo muy significativa.

Los éxitos en la alfabetización no fueron acompañados por una educación técnica


apropiadas en los otros niveles. Recién en las últimas décadas del siglo se abrieron
universidades inspiradas en el sistema alemán, más apropiado para la vinculación entre
ciencia y técnica.

Industrialización y Estado en la Rusia de los zares

Autocracia y predominio nobiliario

Por encima de las particularidades regionales, la estructura sociopolítica del imperio se


sustentaba en una autocracia que ubicaba a la nobleza en distintos niveles de la burocracia
estatal. De este modo, los nobles transmitían a sus hijos los privilegios, títulos aristocráticos
y prebendas.

Esta nobleza controlaba buena parte de las tierras y, al mismo tiempo, sometía a una gran
masas de siervos, obligados a cumplir con el pago de tributos en especie o trabajo. El
propio Estado poseía vastas extensiones de territorio, que explotaba mediante la utilización
de mano de obra servil.

El peso del aparato militar determinaba las características de la economía rusa. Su


preponderancia se mantuvo vigente por lo menos hasta la revolución de octubre de 1917,
que puso fin al predominio zarista.

La represión también debía ser financiada y el Estado ruso incurría en permanentes


default: se detenía el ritmo de expansión territorial y las iniciativas productivas por él
encaradas eran suspendidas.

Los condicionantes del desarrollo económico: el sector agrario

La precariedad de las técnicas empleadas determinaba la escasa productividad del sector


agrario: el sistema de rotación trienal prevalecía todavía en la mayor parte de las parcelas;
prácticamente no se producía forraje y la mitad de los trabajadores rurales utilizaba arados
de madera.

La derrota militar en la guerra de Crimea (1854-1856) impulsó la realización de una


profunda modificación de las relaciones en el campo. Su principal objetivo no era
económico: el zar procuraba evitar una revolución social, que podría dar por tierra con la
hegemonía nobiliaria.

La reforma no entregó las tierras en propiedad a los campesinos, sino que éstos debían
pagarlas en cincuenta pagos anuales idénticos, conocidos con el nombre de pagos de
redención. Los nobles que perdían sus tierras fueron compensados mediante la entrega de
bonos por parte del Estado.

La otra limitación importante se relaciona con el mecanismo utilizado para organizar la


propiedad campesina surgida del nuevo orden de relaciones sociales en el campo. En
aquellos lugares donde existían ayuntamientos locales (mir), la tierra no se entregó de
manera individual a cada campesino, sino que pasaba como propiedad corporativa a manos
de los mir. Al mismo tiempo, se hacía a cada uno de los ayuntamientos locales responsable
colectivamente por los pagos de redención y el cumplimiento de las obligaciones
impositivas.

¿Cuál era la intención del gobierno ruso al otorgar la propiedad de la tierra a los mir y no a
los campesinos en forma individual? El objetivo era principalmente fiscal y de control social:
dada la extensión del Imperio Ruso y las dificultades para ejercer sobre el mismo, la
concentración de responsabilidades en el mir evitaba la persecución de cada trabajador
rural que escapara para evadir el pago de la cuota anual de redención o el impuesto.

A diferencia de otras experiencias de industrialización que la precedieron, la agricultura


desempeñó un papel ambivalente en el desarrollo manufacturero ruso. Mientras en
Inglaterra la abolición de los vínculos feudales preparó la transición a una economía
netamente capitalista mediante la extensión de la propiedad privada en el campo y en
Alemania, la emancipación de 1807 consolidó el dominio de los junkers, hasta finales del
siglo XIX la economía rural en Rusia continuó bajo un modelo claramente no capitalista. Es
más: la particular articulación del sistema impositivo con el mir impedía la migración de los
campesinos fuera de los ayuntamientos locales; la parte del tributo que no aportaba el
aldeano que abandonaba el campo debía ser soportada por el resto de la comunidad. De
esta manera, un hipotético crecimiento manufacturero tropezaba con la escasez relativa de
trabajadores, ya que la mayoría de la población rural se hallaba atada a los mir.

El rol del Estado

Es más, su estudio condujo a la elaboración por parte de A. Gerchenskron de la teoría


sobre el desarrollo industrial en las sociedades atrasadas. La misma se basa en explicar las
industrializaciones tardías, buscando aquellos elementos que la distinguen del leading case
inglés. De este modo, este autor señala las diferencias que separan al líder de sus
seguidores, sosteniendo al mismo tiempo la necesidad de emplear herramientas cada vez
más extremas y alejadas del clásico ejemplo británico. La situación de atraso de Rusia era
tan profunda que sólo la presencia del Estado podía conducir al desarrollo económico y
preparar el saldo a la modernización industrial. Impulsado por las necesidades militares y de
control social, el Estado zarista encaró desde mediados del siglo XIX un proceso de
inversión en ferrocarriles, minería y fomento de la industria.

De este modo se van delineando las características del crecimiento manufacturero. El


énfasis se encuentra en la producción y el consumo del conjunto de la economía. Ya sea
directamente como dueño de minas o de ferrocarriles o indirectamente mediante el
otorgamiento de subsidios a empresas y fondos para el sistema bancario privado, el Estado
tenía una presencia hasta entonces desconocida en otros procesos de industrialización.

La política monetaria y los bancos

El comportamiento del sistema bancario reconoce dos etapas: la primera abarca desde la
Guerra de Crimea hasta fines del siglo XIX; en ella los bancos se habían limitado a actuar
como instituciones de depósito, otorgando créditos a corto plazo, repitiendo el esquema
inglés. El Estado los reemplazaba en su función de financiar los grandes emprendimientos
industriales.

La segunda fase -que llega hasta la Revolución de Octubre- se relaciona con el


crecimiento de la banca de San Petersburgo, que seguía el modelo de los grandes bancos
alemanes; se entrelazaban íntimamente con la marcha de las firmas, aumentando la
intervención en el directorio de las mismas. Esta participación más activa por parte del
sector privado en el desarrollo manufacturero es explicada por Gerschenkron como el
resultado como el resultado de la maduración económica del país, que posibilitaba el
abandono paulatino de funciones por parte del Estado.

El último intento de reforma


Dado el carácter de clase del gobierno ruso, era impensable un ataque a los intereses
nobiliarios. En cambio, era factible una modificación de la situación de los mir y de la
propiedad campesina. En 1907 el presidente del Consejo de Ministros, Piotr Stolypin
impulsó una serie de reformas en el ámbito rural. Los objetivos de las mismas eran:

- Consolidar una clase de pequeños propietarios rurales que actuarían como respaldo
conservador de la autocracia zarista.

- Facilitar la migración de los campesinos hacia las ciudades, desligándolos de las


obligaciones con la comunidad de origen.

- Se buscaba también una expansión del mercado interior de consumo y la generalización


de relaciones capitalistas en el ámbito rural.

Por otra parte, la división de la propiedad dificultó aún más la recaudación de los pagos de
redención y continuaron existiendo numerosas parcelas separadas, de cuy cultivo se
encargaban los trabajadores rurales agrupados en el mir.

La revolución de octubre de 1917 barrió con cualquier perspectiva de consolidación de las


relaciones capitalistas en el campo y de modernización de la estructura económica en ese
marco.

Conclusiones

La concentración empresarial, por razones productivas o económicas, requirió de fuentes


de financiamiento importantes, capaces de sostener en el largo plazo los emprendimientos
industriales. Los recursos financieros podían ser proporcionados por el gobierno, los bancos
o la bolsa; de todos modos estas interacciones definen la etapa caracterizada por Lenin
como de predominio del capital financiero monopolista.

El papel de la agricultura en cada proceso de industrialización promueve el debate en torno


a la necesidad de la concreción de una revolución agrícola como requisito indispensable
para el crecimiento industrial, tal como la postula Bairoch. La descripción desarrollada en el
artículo apuntala su teoría. En los casos exitosos de Alemania y Estados Unidos, el sector
agrario proporcionó cantidades crecientes de alimentos, aumentando la productividad.
Podríamos distinguir el esquema germano, de explotación de grandes extensiones de tierra
en mano de los junkers, del protagonizado en Norteamérica por los farmers, de estímulo a la
formación de la pequeña propiedad. Sin embargo, los cambios producidos en el campo
permitieron abastecer suficientemente a los centros urbanos.

En el caso del imperio Ruso, las condiciones sociales y la particular forma de tributación
campesina a través de los mir retrasaron considerablemente el proceso de creación de un
mercado libre de mano de obra y de consumo de manufacturas.

Por último, el marco institucional y la herencia histórica jugaron un papel fundamental en la


consolidación de cada una de las industrializaciones. En Alemania y Estados Unidos,
pudieron realizarse las adaptaciones necesarias para el crecimiento económico. La Rusia
de los zares, por otra parte, tropezó con el obstáculo de una estructura sociopolítica
extremadamente reaccionaria y anacrónica. Los intentos realizados para su modernización
no fueron suficientemente enérgicos como para establecer las bases del desarrollo
capitalista autosostenido. El Estado soviético, que transformará radicalmente las estructuras
sociales, heredará algunos rasgos de la economía zarista: el peso fundamental del poder
militar, el atraso del sector agrario y la preferencia sistemática por la producción de bienes
de capital y armamentos en detrimentos de la elaboración de bienes de consumo.

Sociedad y economía en el Japón contemporáneo

La crisis del sistema shogunal

Organización política y social en la era Tokugawa

En el siglo XIX el Japón era un país feudal, dominado políticamente por el shogun de la
familia Tokugawa, convertido a la vez en el propietario de tierras más poderoso del Imperio.
Si bien el emperador seguía siendo el soberano, éste y su corte, residentes en Kioto,
carecían de funciones políticas concretas y su poder económico y militar era relativamente
escaso. La administración del país descansaba en el shogun y su gobierno (Bakufu) con
sede en Edo, la actual Tokio, alrededor de la cual se encontraban los principales dominios
del shogunato.

En el Japón de los Tokugawa, la tierra y sus habitantes se hallaban bajo el dominio de los
grandes señores (daimyo) que ejercían su autoridad sobre otros señores de menor poder y
sobre la clase militar (samurai) y gobernaban sus tierras con gran autonomía, obteniendo
sus recursos de los tributos sobre las cosechas que debían entregar a los campesinos.

Los daimyo podían ocupar cargos en el gobierno, debían consejo y apoyo militar al shogun
y ciertos servicios relativos al mantenimiento de caminos, residencias y templos.

La clase de los guerreros (samurai) fue perdiendo sus privilegios a causa de la prolongada
paz vivida durante la última etapa de los Tokugawa. Fueron convirtiéndose en funcionarios
de los daimyo y en representantes de una nueva cultura letrada, sustento de la futura
transformación del país.

Los artesanos y mercaderes, aunque considerados inferiores socialmente a los


campesinos, se vieron beneficiados por una economía sustancialmente agrícola que fue
transformándose de una economía de autoabstecimiento a una producción en buena parte
destinada al mercado, con transacciones basadas en la moneda y en el crédito, y
caracterizada por una mayor especialización y variedad en la producción agrícola y por una
mayor demanda debida al proceso de urbanización.

La producción artesanal se desarrolló tanto en el ámbito rural como urbano, sujeta en


general al control de los mercaderes. En el ámbito rural, los comerciantes proveían la
materia prima y las máquinas para la producción a domicilio, beneficiándose de mayor
libertad frente al control gremial en las ciudades. Los comerciantes dominaron también las
transacciones financieras y la recaudación de los tributos señoriales. Pese a que los
mecanismos para expandir fueron diversos, el shogun y los señores requirieron cada vez
más sus auxilios financieros para mantener la administración de sus territorios y los gastos
que demandaba su estilo de vida. Por su parte, los samurai, dependientes de sus ingresos
en arroz, también debieron solicitar la ayuda de los comerciantes que auxiliaban su
economía con préstamos onerosos.

La apertura del Japón

Desde el siglo XVII, Japón permaneció aislado de Occidente hasta la llegada del comodoro
Perry a la bahía de Edo en 1853.

El shogun inició una serie de consultas con los daimyo para conocer su parecer sobre la
política a seguir con el extranjero. Una parte de las respuestas recogidas rechazó todo tipo
de relación con los occidentales y otras, más realistas pero las menos, apuntaron a entablar
negociaciones comerciales que podían beneficiar la economía japonesa, como también
permitirle avanzar en la adopción de la tecnología occidental, que con el tiempo pusiera al
Japón en pie de igualdad con las potencias occidentales.

En febrero de 1854 Perry volvió en busca de una respuesta y logró firmar un tratado que
establecía la apertura de los puertos e Shimoda y Hakodata para la provisión de naves
norteamericanas. En 1858 el Bakufu firmó un tratado comercial con Estados Unidos que
abrió diversos puertos japoneses al comercio, confirmó los derechos de extraterritorialidad a
los ciudadanos norteamericanos y fijó aranceles aduaneros modestos a los productos
extranjeros. Japón se vio obligado a firmar acuerdos similares con Holanda, Gran Bretaña,
Rusia y Francia.

En enero de 1868, pese a haber dimitido formalmente meses antes, el último shogun
Tokugawa fue definitivamente desplazado y restaurado el poder del emperador Mutsuhito.

La restauración Meiji

Las reformas políticas, militares y educativas

Recibe el nombre de era Meiji el período que va desde 1868 hasta la muerte del
emperador Mutsuhito en 1912.

La restauración del poder del emperador de origen divino y la abolición del cargo de
shogun iniciaron las reformas políticas que lentamente convirtieron al Japón en un país de
régimen monárquico constitucional y parlamentario.

En sus efectos, se tradujo en la eliminación de los feudos, los derechos señoriales y los
privilegios de los samurai, y en el establecimiento de la igualdad ante la ley y la libertad de
elegir ocupación y lugar de residencia.
Los órganos de gobierno se fueron simplificando hacia la conformación de un gabinete
ministerial y con la figura del primer ministro, que reemplazaron el antiguo Consejo
Ejecutivo. Finalmente, en 1889 se promulgó la Constitución imperial, inspirada en el derecho
alemán. Otorgaba importantes atribuciones al emperador como jefe administrativo y los
poderes legislativo y judicial, además de ser el jefe de las fuerzas armadas y tener
atribuciones para firmar tratados, declarar la guerra, suspender la asamblea nacional e
iniciar la reforma constitucional. El Poder Legislativo era bicameral. El Poder Judicial se
conformó con una Corte Suprema y jueces independientes del gobierno y se sancionaron
los códigos penal, civil, comercial y de procedimientos, inspirados en la legislación francesa
y la alemana.

Se logró un porcentaje notable de escolarización para fin de siglo, estableciéndose la


obligatoriedad de cuatro años de escuela primaria para ambos sexos. Toda ciudad y aldea
debía tener una escuela. También se desarrollaron las escuelas medias, normales y
técnicas y se crearon universidades como la de Tokio (1871).

Las reformas económicas

Algunos comerciantes y productores provinciales y grupos de samurai comenzaron a


intervenir en los nuevos negocios, conformando los cuadros renovados de dirigencia
económica japonesa.

El Estado asumió en gran medida el papel de la burguesía. La abolición de las estructuras


feudales fue un factor indispensable para permitir el desarrollo capitalista del Japón. Con la
transformación del régimen de la propiedad de la tierra, la movilización de la mano de obra
rural y la modificación del sistema fiscal, el Estado obtuvo además los recursos financieros
imprescindibles.

El Estado compensó a los señores por la entrega de sus tierras al emperador con
pensiones que eran un décimo de las rentas de sus antiguos dominios.

En los años 80 y 90 se inició la industrialización a gran escala. En una primera etapa, la


industria giró alrededor de la expansión y modernización del textil de seda y del algodón.

La industria pesada exigió la creación de grandes empresas con importante inversión en


capital fijo. A fines del siglo XIX ya quedaron firmemente constituidas las fábricas de
construcción naval, armas, ferrocarriles y máquinas industriales. Este proceso se vinculó
con la preocupación de construir un país respetable bélicamente y con la presencia de
Japón en los primeros planos del escenario internacional que lo forzó a contar con un
potencial militar acorde a sus pretensiones.

En los años 80, el ministro de Hacienda Matsukata concentró la emisión de papel moneda
en el Banco del Japón y reformó el sistema de bancos nacionales inspirados en el modelo
norteamericano. Con los años, el sistema bancario fue concentrándose y especializándose
con la aparición del Banco Industrial y del Banco Hipotecario.

El Estado decidió vender las empresas al sector privado. Esta transferencia favoreció a los
zaibatsu, conglomerados de empresas industriales y/o financieras vinculadas por lo general
a una familia fundadora del grupo, por ejemplo, Mitsubishi, Mitsui, Furukawa, Sumitomo y
Yasuda.

El proceso de industrialización influyó en el cambio de productos comercializados con el


exterior. Las exportaciones de té, seda y cobre permitieron la importación de las máquinas,
naves y armas sin recurrir masivamente al capital extranjero.

Las relaciones internacionales

La expansión japonesa chocó inevitablemente con China y Rusia. Con la primera se llegó
a la guerra (1894). El conflicto culminó al año siguiente con la victoria del Japón. Eliminada
China como enemiga, Rusia se convirtió en competidora del Japón por Corea y por
Manchuria. La guerra ruso-japonesa de 1904-1905 se saldó con la victoria del Japón, que
obligó a Rusia a reconocerle la libertad de acción en Corea y el control de la Manchuria
meridional.

El período de entreguerras

Los cambios políticos y sociales

El período de 1918-1932 es conocido en el Japón como la etapa de "gobierno de partidos"


ya que éstos comenzaron a desplazar a las grandes figuras y a la burocracia del centro de
la política. Los partidos políticos sirvieron como mediadores entre facciones enfrentadas
dentro de la clase dirigente. Otras formas de acción política fueron creciendo en los años 20
y 30: la violencia política, por un lado, y la presión militar, por el otro.

Las organizaciones gremiales siempre estuvieron en una situación de semilegalidad y


debilidad de representación. Los conflictos aumentaron frente a la reconversión de
posguerra que generó en una aguda crisis en el sector industrial. Los grupos socialistas
tuvieron escaso éxito en movilizar a las masas y las divisiones internas perjudicaron su
propio crecimiento. El Partido Comunista también fracasó en crear un movimiento de base
obrera, limitándose a ser una organización de composición esencialmente intelectual y
universitaria que en 1932 prácticamente desapareció por la represión estatal.

La crisis económica y el expansionismo militar

Japón abandonó el patrón oro a fines de 1931 y devaluó el yen haciendo más competitivas
las exportaciones, y fortaleció su comercio con sus zonas de influencia disminuyendo su
relación comercial con Occidente. Aumentó la ayuda del Estado para mejorar las
condiciones del sector agrícola y se procedió a racionalizar la industria alentando las
fusiones y la eliminación de la competencia interna y el fortalecimiento de las empresas en
el campo internacional. Las medidas adoptadas tuvieron como consecuencia una notable
recuperación económica sobre todo en el área industrial.
Las fuerzas armadas adquirieron un papel relevante en el diseño de la política económica
con tintes nacionalistas y militaristas cada vez más pronunciados. La orientación militarista
de la economía favoreció el desarrollo de las industria química, eléctrica, siderúrgica, de
maquinaria y de transporte.

Japón se inclinó en la posguerra por la cooperación internacional, al ingresar a la Sociedad


de Naciones en 1926, al aceptar las limitaciones a su poder naval en la Conferencia de
Washington (1921-1922) y en el Tratado Naval de Londres (1930) y al ceder frente a la
política de "puertas abiertas" que le fuera impuesta China.

Los objetivos nacionalistas y militaristas que se fueron imponiendo al gobierno japonés


llevaron a la necesidad de un control y planificación de la economía que encontró su
máxima expresión a partir de 1937, año en que Japón inició la guerra en el continente. En
1937 se creó la Junta de Planificación del gabinete y al año siguiente se sancionó la ley de
Movilización General, instrumentos que permitieron fijar y coordinar las prioridades
productivas, la asignación de recursos, la movilización eficiente de la mano de obra y la
regulación de precios y salarios. Se privilegió el desarrollo de la industria pesada y
armamentística en pos de cumplir con los objetivos expansionistas impulsados por las
fuerzas armadas.

Se disolvieron los sindicatos en una Asociación Patriótica industrial y en 1940 se procedió


de igual manera con los partidos políticos, creándose la Asociación de Asistencia a la
Autoridad Imperial cuyos objetivos fueron la movilización de la sociedad japonesa y la
eliminación del disenso.

La Segunda Guerra Mundial: derrota y ocupación del Japón

La derrota

En 1940, Japón firmó con Alemania e Italia el Pacto Tripartito y en 1941 un pacto de no
agresión con la Unión Soviética, lo que permitió avanzar sobre las colonias occidentales.
Estados Unidos, Gran Bretaña y Holanda declararon el embargo comercial al Japón. Japón,
atacado por el embargo y por las exigencias de que abandonara China decidió el ataque a
la flota norteamericana en Pearl Harbour en diciembre de 1941.

En agosto de 1945 Estados Unidos atacó con bombas nucleares Hiroshima y Nagasaki,
con lo que obligó a Japón a rendirse incondicionalmente.

Japón era un país devastado por las pérdidas humanas pero también por la destrucción
física. Numerosas ciudades fueron bombardeadas además de Hiroshima y Nagasaki. Un
número extraordinario de viviendas y de plantas industriales quedó destruido. Las
comunicaciones y los transportes estaban paralizados; la flota mercante, la tercera del
mundo, prácticamente había desaparecido. La producción industrial se derrumbó y sólo en
1953 recuperó el nivel de inicio de la guerra. La población carecía de los alimentos
necesarios y el desempleo cundía mientras el mercado negro florecía y la inflación se
disparaba.
La ocupación: desmilitarización y democratización política

La desmilitarización fue el primer asunto encarado por la ocupación. Las fuerzas armadas
japonesas desaparecieron, así como las industrias bélicas y las instalaciones militares.

La segunda tarea fue la de democratizar las estructuras y las prácticas políticas y


educativas del Japón. Al emperador se lo mantuvo aunque despojado de su carácter divino
y del poder soberano y se lo redujo a símbolo del Estado y de la unidad del pueblo, de
acuerdo con la nueva constitución impuesta en 1947. Por ella, se estableció la soberanía del
pueblo y un gobierno representativo, la responsabilidad del gabinete y una Dieta bicameral
elegida por sufragio universal masculino y femenino.

La ocupación: reformas económicas

Para evitar la formación de nuevos conglomerados se elaboró la ley antimonopolio.

La reforma agraria atacó a los propietarios abstentistas a quienes obligó a vender sus
tierras. Limitó también la propiedad de las tierras cultivadas. Por estas disposiciones el
Estado expropió y redistribuyó a bajo precio dos millones de hectáreas lo que contribuyó a
la estabilidad política y a extender el mercado consumidor.

En el campo laboral se alentó a que los obreros se organizaran en sindicatos, se otorgó el


derecho a la huelga, a acordar convenios colectivos y se concedieron mejoras referidas a la
jornada laboral, accidentes de trabajo y condiciones de seguridad e higiene.

El milagro económico

La expansión económica

En la dirigencia japonesa hubo un especial interés en reconstruir y expandir la capacidad


industrial del país. Este proceso exigió la creación de agencias estatales y de planes
económicos que orientaran las prioridades productivas, la asignación de recursos, las líneas
de crédito y la asistencia tecnológica y organizativa hacia una gama de proyectos
esenciales. Se crearon el Consejo de Estabilización Económica y el Banco de Desarrollo
(1951) y en 1949 el Ministerio de Internacional Exterior e Industria (MITI). Se apuntó
posteriormente a la fusión de las empresas para poder enfrentar la apertura del comercio y
al capital extranjeros. El capital extranjero se hizo presente a través de créditos concedidos
por el Banco Internacional y el Export-Import Bank. La tecnología industrial se importó
fundamentalmente de Estados Unidos para la producción siderúrgica, petroquímica y
eléctrica y, luego para los astilleros, las máquinas-herramienta y la industria automotriz.

El BIRD otorgó créditos para la construcción de represas hidroeléctricas. Japón necesitó


de cuantiosas divisas para importar petróleo, carbón, hierro y otros minerales y derivados.
La industria de maquinaria mecánica y eléctrica, la siderurgia, los astilleros, las
automotrices y la industria química cambiaron radicalmente el panorama industrial japonés y
su comercio exterior.

Las crisis petroleras y los años 80

Los efectos negativos de la inflación y la especulación se unieron a fines de 1973 con la


primera crisis petrolera.

Algunos factores internos contribuyeron a la profundidad de esta crisis en Japón como la


disminución desde fines de los 60 de la oferta de mano de obra barata disponible que hizo
elevar en forma rápida los salarios, incluso por sobre la inflación y por sobre la productividad
de la industria, lo que unido al aumento del precio del petróleo y de las materias primas
redujo sustancialmente la tasa de beneficios derivando en condiciones poco favorables para
la inversión privada. En 1979-1980, la segunda crisis petrolera truncó esta recuperación al
provocar la reducción del gasto público, la disminución de las exportaciones y el aumento
del desempleo.

Desde 1981 la economía japonesa se fue recuperando lentamente, gracias a la


disminución del precio del petróleo y al nuevo fortalecimiento de los mercados
internacionales. Ante la política restrictiva del gobierno que redujo el gasto público y social y
el consumo interno, la recuperación se fundó entonces en las exportaciones.

A fines de 1985, un nuevo cambio en la política norteamericana afectó las exportaciones


japonesas, también amenazadas por aquéllas de los países de nueva industrialización.
Ahora, el mercado interno vino a constituirse en la clave de la recuperación, impulsado por
el incremento del gasto público, las bajas tasas de interés, la disminución del precio de las
importaciones, el ingreso de empresas extranjeras al mercado, los créditos al consumo y el
consiguiente aumento de la demanda de viviendas y automóviles.

La relación con los países asiáticos se intensificó con la instalación de filiales de empresas
japonesas.

Algunos aspectos específicos del "milagro japonés"

Mano de obra y mercado interno

Uno de los factores que explican el crecimiento explosivo de la economía japonesa de


posguerra fue la transferencia de mano de obra barata de la agricultura al sector industrial y
posteriormente al de servicios.

Los ingresos del mundo rural crecieron y se modificaron debido a los salarios obtenidos
fuera de la agricultura. Esto derivó en un doble papel clave para la economía del período
1955-1970: mano de obra barata y un mercado local en expansión para los productos
manufacturados. La tasa de crecimiento de los salarios reales que acompañó a la expansión
económica, aunque siempre estuvo por debajo de la tasa de incremento de la productividad,
permitió un mayor consumo y un mejor nivel de vida a los trabajadores.

El segundo factor decisivo fue el nivel de inversiones privadas en equipamiento industrial y


la construcción de infraestructura vial y energética por parte del Estado. La elevada tasa de
ahorro de la población permitió en estos años financiar a bajo costo líneas de créditos para
las empresas privadas.

Organización Empresarial

Las empresas japonesas se reorganizaron y se volvieron a agrupar con otras firmas para
obtener, en una época de incertidumbre, mayor estabilidad y previsibilidad. Los objetivos de
estos reagrupamientos fueron diversos: encontrar flujos de financiación que permitieran
operar a largo plazo, lograr estabilidad mediante la propiedad de acciones cruzadas,
intercambiar personal, compartir información y reducir los costos de transacción entre
empresas.

Sistema de Empleo

Los pilares del sistema laboral fueron el empleo de por vida, la escala de remuneraciones
por antigüedad y los sindicatos por empresa.

El empleo vitalicio respondió en sus orígenes a las necesidades de las grandes empresas
de asegurarse una mano de obra calificada ante la escasez de la misma, fundamentalmente
aquellos profesionales egresados de las universidades o de las altas escuelas
especializadas, destinados a ocupar los cargos técnicos y gerenciales.

Una manera de consolidar la lealtad del empleado en la empresa fue a través de las
remuneraciones que variaban según la antigüedad en la compañía. La escala por
antigüedad compensaba la fidelidad del empleado, que debía ser retenido debido al
importante gasto en capacitación que realizaba la empresa. La promoción interna y una
serie de incentivos y primas vinculados con los beneficios de la firma y una amplia cobertura
social proporcionada por la propia empresa reforzaba la idea de pertenencia a ésta.

La organización sindical por empresa se consolidó como resultado de una combinación de


factores económicos y culturales y por la derrota del movimiento obrero sindicalizado de
posguerra frente al poder reconstituido de los grandes conglomerados. Desde 1955 las
luchas obreras se caracterizaron por concentrarse en una acción anual destinada a obtener
incrementos salariales llamada "ofensiva de primavera" y por un espíritu de colaboración
más que de confrontación.

El empleo de por vida también garantizó una escasa resistencia de los sindicatos a la
incorporación de nuevas tecnologías ya que los puestos de trabajo se hallaban
garantizados.
El sistema toyotista

La empresa Toyota se ha convertido en el ejemplo clásico de un nuevo tipo de


organización industrial dirigido a la producción de series relativamente reducidas de bienes
variados de alta calidad, en este caso automóviles.

El llamado sistema Kanban es un método de control de la producción basado en los


conceptos de just-in-time (JIT) y jidoka. Este sistema se basa en la flexibilidad y el cambio,
aprovechando la mano de obra japonesa de elevada capacitación y formada continuamente
en la empresa.

El Kanban apunta a la planificación de la producción en busca de la reducción de costos


fundamentales derivados del traslado y el almacenamiento de materias primas y unidades
producidas. La producción se organiza desde los pedidos realizados a la empresa.

El concepto JIT se refiere a la provisión de los componentes en las cantidades necesarias


en el momento en que son requeridos en cada etapa del proceso productivo.

El concepto de jidoka promueve la iniciativa de los trabajadores para buscar las causas y
solucionar los problemas que surjan en la línea de producción y para controlar la calidad del
producto elaborado. Aquí se organizan círculos de control de calidad en los que participan
supervisores, capataces, ingenieros y empleados.

El sistema Kanban se completa con una nueva y flexible disposición de máquinas y


puestos de trabajo en la planta que permite reorganizar rápidamente las tareas y eliminar la
estricta división del trabajo.

También podría gustarte