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Resumen “El peso de Roma en la cultura europea”

Lo que hoy constituye la cultura europea es el resultado del influjo que ejercieron,
principalmente, la civilización romana y griega, las cuales derivarían, según algunos
historiográficos, de las antiguas culturas afro-asiáticas. En el siglo XIX los europeos comienzan
a identificarse con los griegos, al punto de idealizar a Grecia, negando sus orígenes orientales y
señalando que Roma había sido la simple transmisora de la cultura griega. Pero así como la
cultura oriental transmitió elementos a la civilización griega, ésta también traspasó otros al
pueblo romano, dando como resultado una cultura nueva y diferente.

Normalmente, cuando se habla del legado que dejó Roma sobre Europa, se piensa en la
llamada “alta cultura”, que comprende a la literatura, a las ciencias, el arte, la filosofía, entre
otras. Pero otro sentido, corresponde a la “cultura antropológica”, esto es el conjunto de
valores, costumbres, mentalidades, etc.

Un elemento que ha contribuido a establecer un cierto grado de cultura común entre los
diversos países europeos, y que corresponde a la alta cultura, es la ciencia jurídica.

Ciencia Jurídica, Jurisprudencia Romana y Formación de un Sistema Jurídico.

Si bien, en algún momento se creyó que la cultura europea provenía de la cultura ateniense,
señalando que los romanos sólo la habían importado y convertido en propia, cabe constatar
que Roma tuvo contribuciones originales, tanto como las tuvo Grecia.

El derecho como ciencia, es decir, como un conjunto coherente de principios extraídos de las
normas que se aplican a la realidad social, surge con el pueblo romano, influyendo en el actual
derecho de numerosas naciones modernas.

Mientras en Roma existían juristas, con competencia para expresar su opinión sobre diversos
casos concretos, ejerciendo su función de intérpretes del derecho; en Grecia, existían los
“exégetas”, personas que de algún modo se asimilaban a los juristas, pues tenían competencia
para interpretar reglas pero únicamente del derecho sagrado. Además en Atenas, los jueces
eran simples ciudadanos, no tenían competencia específica en materia jurídica, donde para
convencerlos se requería, más que competencia jurídica, capacidad retorica; lo que se diferencia
bastante de Roma, donde los jueces solían inspirar sus decisiones en los pareceres de los
juristas. A ello se suma, que durante la época imperial se estableció que los pareceres de los
juristas, cuando eran concordes, tenían valor de ley, es decir, vinculaban al juez respecto al
modo en que debía resolver el caso.

Aproximadamente en el año mil, el derecho romano volvió a ser estudiado en las escuelas, a
través de la compilación justinianea, volviendo su uso en varios países europeos, con excepción
de Inglaterra. Con el proceso de codificación se produce una declinación en el uso del derecho
romano, pero a pesar de ya no estar vigente, sus principios fueron recogidos en las diferentes
codificaciones. En la actualidad, el estudio del derecho romano sigue siendo fundamental en la
formación de los juristas europeos. Además el derecho común europeo, al igual que el derecho
romano, es un derecho casuístico, es decir, más un derecho de juristas-jueces que un derecho
de leyes.

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