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ISSN 1564-4162

S E R I E

POLÍTICAS
SOCIALES

¿Estratificación social y clases


sociales. Una revisión analítica de
los sectores medios

Camilo Sémbler R.

División de Desarrollo Social

Santiago de Chile, diciembre de 2006


6(5,(

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políticas sociales

E stratificación social y clases


sociales. Una revisión analítica de
los sectores medios

Camilo Sémbler R.

División de Desarrollo Social

Santiago de Chile, diciembre de 2006


Este documento fue preparado por Camilo Sémbler R., consultor de la División
de Desarrollo Social de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe
(CEPAL).
Las opiniones expresadas en este documento, que no ha sido sometido a revisión
editorial, son de exclusiva responsabilidad del autor y pueden no coincidir con
las de la Organización.

Publicación de las Naciones Unidas


ISSN impreso 1564-4162
ISSN electrónico 1680-8983

ISBN: 92-1-322996-8
LC/L.2637-P
N° de venta: S.06.II.G.164
Copyright © Naciones Unidas, diciembre de 2006. Todos los derechos reservados
Impreso en Naciones Unidas, Santiago de Chile

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gubernamentales pueden reproducir esta obra sin autorización previa. Sólo se les
solicita que mencionen la fuente e informen a las Naciones Unidas de tal reproducción.
CEPAL - SERIE Políticas sociales N° 125

Índice

Resumen ........................................................................................ 5
Introducción....................................................................................... 7
I. Los enfoques clásicos sobre estratificación
y clases sociales. Un primer acercamiento
analítico a los sectores medios .......................................... 11
A. Producción, mercado y prestigio. Dimensiones
analíticas de los enfoques clásicos....................................... 12
B. El legado de los enfoques clásicos. Conclusiones
y debates............................................................................... 16
II. El capitalismo de posguerra y el debate sobre
los sectores medios. Un recorrido por la
investigación sociológica..................................................... 19
A. El crecimiento del sector servicios y el empleo no
manual. La discusión sobre la caracterización de
los “trabajadores de cuello blanco” ..................................... 20
B. Las clases medias en el desarrollismo latinoamericano.
Modernización, empleo público y movilidad social ............ 23
III. Los análisis contemporáneos sobre estratificación
y clases sociales. Aproximaciones teóricas y
empíricas a los sectores medios........................................ 29
A. Los enfoques teóricos-relacionales. La articulación
de relaciones de producción y mercado para la
identificación de las clases sociales..................................... 30
B. Las investigaciones contemporáneas sobre los sectores
medios de América Latina. Globalización y nuevo
estilo de desarrollo ............................................................... 40

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Estratificación social y clases sociales. Una revisión analítica de los sectores medios

IV. Las perspectivas recientes sobre estratificación social. Nuevos


mecanismos de diferenciación e identidad de las clases sociales.........................55
A. El debate sobre las “nuevas clases medias”. Reconocimiento simbólico,
consumo y capital cultural..................................................................................................56
B. Educación y movilidad en las clases medias actuales de América Latina .........................58
V. Reflexiones finales. Consideraciones temáticas para el estudio de las
clases medias en América Latina .....................................................................................63
A. El impacto de la terciarización en las clases medias latinoamericanas..............................63
B. Expansión educativa, capital cultural y movilidad social ..................................................64
C. Los cambios de género en la composición del mercado laboral latinoamericano .............64
D. La redefinición de los sistemas de protección social y las pautas de consumo .................65
E. Los nuevos clivajes de las clases medias ...........................................................................66
F. Las clases medias en fuga. El fenómeno de la migración laboral ......................................66
Bibliografía ....................................................................................................................................67
Serie Políticas Sociales: números publicados .....................................................................71

Índice de esquemas
Esquema 1 Las posiciones contradictorias de clase (E.O. Wright)...............................................35
Esquema 2 La estructura de clases desde las explotaciones múltiples (E.O. Wright) ..................36
Esquema 3 Primer mapa de clases (J.H. Goldthorpe) ...................................................................38
Esquema 4 Segundo mapa de clases (J.H. Goldthorpe) ................................................................39
Esquema 5 La estructura de clases en América Latina (A. Portes y K. Hoffman) .......................42
Esquema 6 Índice de nivel económico social – NES (M. Mora y Araujo) ...................................44
Esquema 7 Sectores medios asalariados e independientes en Chile (A. León y J. Martínez) ......47
Esquema 8 La estructura de clases en Brasil (N. do Valle Silva) .................................................49
Esquema 9 La estructura de clases en Centroamérica (J.P. Pérez) ...............................................51

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CEPAL - SERIE Políticas sociales N° 125

Resumen

El presente documento pretende contribuir al análisis y el debate


sobre estratificación y clases en América Latina, haciendo especial
referencia a determinadas coordenadas analíticas que permitan avanzar en la
identificación de la composición, los perfiles y orientaciones que presentan
los actuales sectores medios en la región.
Con la crisis de la industrialización y los programas de ajuste
estructural promovidos en la región durante la década de los ochenta, se
asiste a un importante giro temático en las preocupaciones analíticas e
investigativas desarrolladas por la sociología latinoamericana, signado en
parte importante por el declive de los estudios sobre estratificación, clases y
movilidad social. De este modo, no es de extrañar que en la actualidad se
posea escaso conocimiento e información concreta sobre las clases medias
latinoamericanas, su composición ocupacional interna, sus perfiles de
ingreso y educación, sus orientaciones culturales y sociopolíticas, etc., a
pesar de las constantes referencias a ésta que se pueden hallar en los medios
de comunicación y en las aspiraciones de buena parte de la población
latinoamericana. La clase media, en suma, parece haberse tornado una
especie de “zona gris” de la estructura social de América Latina, que
constantemente es referenciada sin lograr, en concreto, una mayor claridad o
precisión en la identificación de sus rasgos particulares constitutivos
Sin embargo, el estado actual de los estudios sobre estratificación,
clases y movilidad en América Latina contrasta con creces con lo que sucede
en la actualidad en el debate europeo, particularmente en la sociología
británica, donde estas temáticas no han dejado de representar un foco
importante de análisis, dedicándose a ellas un sinnúmero de reflexiones,
esquemas clasificatorios e investigaciones comparativas.

5
Estratificación social y clases sociales. Una revisión analítica de los sectores medios

Por ello, es posible sostener que un camino apropiado, o al menos sugerente, de intentar
reinsertar la temática de la estratificación y las clases en América Latina, con particular referencia
a los sectores medios, es hacer un recorrido por las principales referencias – teóricas y empíricas –
que se han desarrollado al respecto tanto en la región como en el debate europeo. Es esto,
precisamente, lo que se pretende realizar en el presente documento, es decir, revisar las principales
coordenadas teóricas, esquemas clasificatorios y aproximaciones empíricas que se han realizado en
torno a las clases medias, de modo de avanzar en la elaboración de un marco analítico que
posibilite desprender nuevas y fructíferas investigaciones sobre estos sectores, sus cambios y
reordenamientos recientes en América Latina.

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CEPAL - SERIE Políticas sociales N° 125

Introducción

El presente documento pretende contribuir al análisis y el debate


sobre estratificación y clases en América Latina, haciendo especial
referencia a determinadas coordenadas analíticas que permitan avanzar en
la identificación de la composición, los perfiles y orientaciones que
presentan los actuales sectores medios en la región. Sin lugar a dudas, esto
constituye un desafío importante y de largo alcance, toda vez que es
posible apreciar que la situación actual de los estudios de estratificación y
clases en América Latina contraste con creces con lo experimentado en
décadas anteriores, y también con lo que acontece en la actualidad en otras
latitudes, especialmente en Europa.
En efecto, hacia mediados del siglo XX la reflexión sociológica
hacía su aparición institucional en la región vinculada, como es sabido,
fundamentalmente a la problemática del desarrollo de las sociedades
latinoamericanas, esto es, a la posibilidad de una transformación
modernizadora de sus estructuras socioeconómicas que permitiera superar
las situaciones de atraso económico e inequidad características de las
sociedades tradicionales. En dicho marco la industrialización sustitutiva de
importaciones liderada por la acción estratégica del Estado encarnaba el
eje del proyecto modernizador en curso, y la reflexión sociológica,
entonces, se vinculaba a éste en parte importante mediante la elaboración
de estudios sobre estratificación y movilidad social que pretendían, por
una parte, identificar a los grupos sociales que podían ejercer un rol
importante en la conducción de las dinámicas modernizadoras – las bases
sociales del desarrollo-, y por otra, comprender las principales
transformaciones operadas en las categorías sociales clásicas y en las que
recién emergían producto de los cambios que se estaban produciendo en la
región (urbanización, industrialización, expansión educativa, etc.).

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Estratificación social y clases sociales. Una revisión analítica de los sectores medios

Precisamente, la preocupación por los sectores medios se enlazaba estrechamente con ambas
dimensiones, ya que éstos desempeñaban un papel esencial en la articulación de las alianzas
sociales (nacional-populares) que promovían las políticas desarrollistas en la región y, al mismo
tiempo, se constituían como uno de los principales grupos sociales beneficiados y transformados en
su composición y orientación por los cambios acarreados por dichas políticas. En suma, podría
anotarse que la referencia a las clases medias – si bien muchas veces más fundamentada en análisis
sociopolíticos que en estudios concretos de estratificación – aparecía como un lugar privilegiado
para la comprensión de las dinámicas y las tensiones que atravesaba el proyecto desarrollista en
América Latina.
Con la crisis de la industrialización y los programas de ajuste estructural promovidos en la
región durante la década de los ochenta, se asiste a un importante giro temático en las
preocupaciones analíticas e investigativas desarrolladas por la sociología latinoamericana, signado
en parte importante por el declive de los estudios sobre estratificación, clases y movilidad social.
En concreto, la mayoría de los estudios sociales se volcó hacia la identificación de la exclusión
social y la pobreza, así como de las nuevas formas de trabajo e inserción laboral que producían los
ajustes estructurales (sector informal, precariedad laboral, etc.), abandonando la pretensión de un
análisis de la totalidad de los mecanismos y grupos diferenciados socialmente.1 Se constituyeron
entonces una serie de imágenes sobre sectores o grupos específicos de la sociedad, por cierto con
importante valor analítico, pero sin desarrollar una aproximación sistemática a los patrones de
estructuración y diferenciación de los grupos y clases en las diversas sociedades, ausencia aún más
notoria en el caso de los estudios de alcance regional o comparativo.
A ello cabe agregar, además factores vinculados directamente al carácter general que asumió
la reflexión sociológica, sobre todo en tanto que la preocupación central dejó de ser el desarrollo y
sus bases sociales, instalándose, preferentemente, el problema de la refundación de los regímenes
democráticos tras la oleada de dictaduras y guerras civiles en la región; a lo cual se sumó la fuerte
crítica a los paradigmas clásicos de la disciplina - fundamentalmente el marxismo y el
funcionalismo - por su supuesto énfasis en el análisis estructural, leído ahora como determinismo,
dando paso a una perspectiva que enfatizaba la visión accionalista para la comprensión de las
dinámicas y fenómenos sociales.2
De este modo, no es de extrañar que en la actualidad se posea escaso conocimiento e
información concreta sobre las clases medias latinoamericanas, su composición ocupacional
interna, sus perfiles de ingreso y educación, sus orientaciones culturales y sociopolíticas, etc., a
pesar de las constantes referencias a ésta que se pueden hallar en los medios de comunicación y en
las aspiraciones de buena parte de la población latinoamericana. La clase media, en suma, parece
haberse tornado una especie de “zona gris” de la estructura social de América Latina, que
constantemente es referenciada sin lograr, en concreto, una mayor claridad o precisión en la
identificación de sus rasgos particulares constitutivos.
Sin embargo, como mencionábamos, el estado actual de los estudios sobre estratificación,
clases y movilidad en América Latina contrasta con creces con lo que sucede en la actualidad en el
debate europeo, particularmente en la sociología británica, donde estas temáticas no han dejado de
representar un foco importante de análisis, dedicándose a ellas un sinnúmero de reflexiones,
esquemas clasificatorios e investigaciones comparativas.3 Ahora bien, si la sociología
latinoamericana surge, en cierto sentido como apuntábamos, ligada al análisis –o el problema- de

1
Véase Filgueira, Carlos: La actualidad de viejas temáticas: sobre los estudios de clase, estratificación y movilidad social en
América Latina, Serie Políticas Sociales, N° 51, CEPAL, 2001.
2
De más está señalar que la referencia central en esta perspectiva será la influyente obra de Alain Touraine. Véase Touraine, A.: El
retorno del actor, Ed. Eudeba, Bs. Aires, 1987.
3
En particular, cabe destacar la labor realizada por el denominado grupo de Nuffield en la Universidad de Oxford, liderado por la
figura de Jhon Goldthorpe, cuyos postulados e investigaciones centrales se revisarán más adelante.

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CEPAL - SERIE Políticas sociales N° 125

las clases medias durante el periodo desarrollista, la reflexión sociológica europea tras un origen
–en los denominados clásicos de la disciplina– en donde no hay mayores alusiones o referencias
sistemáticas al tema, asumirá con posterioridad, sobre todo a la luz de los cambios en las relaciones
de trabajo y las formas de organización productiva, el desafío creciente de comprender a un amplio
segmento de categorías sociales posibles de identificar como posiciones intermedias.
Por ello, es posible sostener que un camino apropiado, o al menos sugerente, de intentar
reinsertar la temática de la estratificación y las clases en América Latina, con particular referencia
a los sectores medios, es hacer un recorrido por las principales referencias – teóricas y empíricas –
que se han desarrollado al respecto tanto en la región como en el debate europeo. Es esto,
precisamente, lo que se pretende realizar en el presente documento, es decir, revisar las principales
coordenadas teóricas, esquemas clasificatorios y aproximaciones empíricas que se han realizado en
torno a las clases medias, de modo tal avanzar en la elaboración de un marco analítico que
posibilite desprender nuevas y fructíferas investigaciones sobre estos sectores, sus cambios y
reordenamientos recientes, en América Latina.
Así, en primer lugar, el presente documento entrega una breve revisión de los enfoques
clásicos – las teorías marxiana, weberiana y funcionalista – sobre estratificación y clases sociales,
estableciendo desde ahí un primer acercamiento analítico a la caracterización de los sectores
medios. Si bien, como se verá, en estos enfoques no hay un abordaje sistemático en torno a las
clases medias, se pueden rastrear algunas referencias o sugerencias importantes, sobre todo a la luz
del debate posterior, y también una serie de conceptos y nociones que son centrales y comunes en
la mayoría de los estudios de estratificación y clases.
En seguida, se revisan los principales trabajos e investigaciones realizadas en el marco del
capitalismo de posguerra, vale decir, durante la primera del mitad del siglo XX, en torno a las
transformaciones y redefiniciones de los sectores medios de la estructura social. Particularmente,
en el caso de la sociología europea se reseña la discusión sobre la caracterización de los
“trabajadores de cuello blanco” (white collar) originados por la importancia que comienza a
adquirir el empleo no manual y el sector servicios, mientras que, desde América Latina, se revisan
una serie de estudios que abordan a las clases medias durante el período desarrollista, sobre todo en
relación a las dimensiones de la industrialización, el empleo público y la movilidad social.
En tercer lugar, y como parte central del presente documento, se examinan los análisis
contemporáneos sobre estratificación y clases sociales, situando en ellos las referencias particulares
que se realizan sobre las clases medias. Así, en los denominados enfoques teóricos-relacionales se
revisan los influyentes trabajos de Anthony Giddens, Erik O. Wright y Jhon Goldthorpe, y en las
investigaciones contemporáneas de América Latina se reseñan las principales transformaciones
apuntadas en las clases medias latinoamericanas en el marco del proceso de globalización y la
instalación de un nuevo estilo de desarrollo a partir de la década de los ochenta. A continuación se
señalan algunas dimensiones recientes abordadas en los estudios de estratificación y clases, sobre
todo vinculadas a la importancia del consumo, la educación y el capital cultural en la configuración
y las posibilidades de movilidad social de las clases medias.
Finalmente, basado en los ejes de análisis planteados en el documento, se plantean una serie
de consideraciones y reflexiones sobre áreas o líneas temáticas posibles de abordar en relación a las
clases medias actuales de América Latina, las cuales pueden ser útiles como bases o intuiciones a
ser exploradas a fondo en futuros estudios y/o aproximaciones empíricas.

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CEPAL - SERIE Políticas sociales N° 125

I. Los enfoques clásicos sobre


estratificación y clases sociales.
Un primer acercamiento analítico
a los sectores medios

Es en los denominados enfoques clásicos respecto a la


estratificación y la estructura de clases –es decir, en las teorías
marxiana, weberiana y funcionalista– donde es posible encontrar las
primeras referencias analíticas para una conceptualización de los
sectores medios. Por cierto, en estos enfoques no se encuentra un
abordaje acabado o sistemático en torno a dichos sectores, sino que,
más bien, dentro del marco general de una teoría de la estratificación y
las clases se pueden rastrear algunas referencias e indicaciones para su
identificación y descripción.
Precisamente, este es el motivo por el cual se ha decidido iniciar
la presente revisión analítica dando cuenta, brevemente, de las
principales ideas, nociones y conceptos elaborados por los enfoques
clásicos sobre estratificación y las clases, y cómo en ellos aparecen
referidos los sectores medios. La relevancia particular de estas
precisiones introductorias radica en establecer y clarificar, desde los
enfoques clásicos, una serie de conceptos (clase, ocupación, status,
estilo de vida, etc.) que son centrales para los diversos análisis y
debates posteriores sobre estratificación social y la definición de los
sectores medios.

11
Estratificación social y clases sociales. Una revisión analítica de los sectores medios

De hecho, como luego se revisará, las perspectivas más recientes en torno al tema y que
mayor influencia han tenido en el ámbito de la investigación teórica y empírica contemporánea, se
caracterizan en buena medida por intentar conciliar o vincular analíticamente la diversidad de
conceptos presentes en los enfoques clásicos, para desde ahí lograr una mejor comprensión de la
estratificación social y la estructura de clases en las complejas sociedades actuales.

A. Producción, mercado y prestigio. Dimensiones analíticas de


los enfoques clásicos
Desde la óptica marxiana,4 como es sabido, la delimitación y diferenciación de grupos
(clases) sociales se vincula directamente con la forma en que se organiza el proceso de trabajo en
un determinado momento histórico (división social del trabajo), o en términos más amplios, con la
articulación de un modo de producción y su consiguiente estructuración de determinadas relaciones
sociales. En palabras más precisas, el análisis de Marx considera que el proceso de trabajo –
entendido como la transformación material del entorno mediante una acción (social) con una
finalidad particular – se organiza en torno a los siguientes componentes o factores: (a) una
actividad creadora de valor y adecuada de acuerdo a una finalidad; (b) un objeto sobre el cual la
primera actúa y se materializa; y (c) los medios de trabajo que se emplean para el cumplimiento del
proceso. Al primer factor, entonces, se le puede identificar como trabajo productivo, mientras que
el objeto y los medios de trabajo corresponderían a los denominados medios de producción.5
Será entonces en el acceso diferenciado a los medios de producción, en tanto éstos otorgan la
posibilidad de controlar y dirigir el proceso de trabajo, donde el análisis marxiano ubicará el núcleo
de la estratificación y las clases sociales. Esto implica, por tanto, considerar que los grupos sociales
se diferencian y ordenan jerárquicamente a partir de la distinción binaria elemental propiedad / no
propiedad de los medios de producción, lo cual en el marco histórico del capitalismo aparecería
representado, como es sabido, por la existencia de la burguesía y el proletariado como clases
sociales fundamentales. En suma, se trataría de que los grupos sociales son posibles de identificar y
definir a partir de los modos en que se insertan en la estructura productiva, caracterizándose dichos
modos desde las relaciones de propiedad sobre los medios de producción que posibilitan el control
del proceso de trabajo y la apropiación de sus productos.
Una consideración fundamental que se desprende de lo planteado, es que el proceso de
trabajo al organizarse sobre la base de la transferencia y extracción de plusvalía desde los no-
propietarios (fuerza de trabajo) a los dueños de los medios de producción, implica inherentemente
una relación de explotación entre los agentes (grupos) que participan del proceso, lo cual determina
que las clases estructuradas en torno a dicho ámbito porten identidades e intereses contrapuestos, y
por ende, que sus relaciones se estructuren a partir del conflicto social (latente o manifiesto). Es
esto, precisamente, lo que lleva a privilegiar dentro del análisis marxiano el concepto de clase
social para dar cuenta de los grupos producidos y diferenciados en el marco de la estratificación
social, toda vez que dicho concepto, en esta perspectiva, implica no sólo una jerarquización de
categorías sociales, sino que además la existencia de intereses antagónicos posibles de materializar
en acciones colectivas y disputas sociopolíticas.
Ahora bien, a partir de estas consideraciones generales sobre la estratificación y las clases en
la óptica marxiana, es posible mencionar algunas ideas importantes para la conceptualización y el
debate sobre la identificación de los sectores medios. En este ámbito, precisamente, ha tendido a

4
Se utilizará el adjetivo marxiano para hacer referencia a las ideas y conceptos que pueden considerarse parte de la teoría original de
Marx, mientras que, por su parte, marxista se reservará para la identificación de la serie de perspectivas y debates que se han dado al
interior de la tradición que, de una u otra manera, se desprende de dicha teoría.
5
Marx, Karl: El Capital. Crítica de la Economía Política, Tomo I, Ed. FCE, México, 2001, págs. 31-33.

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CEPAL - SERIE Políticas sociales N° 125

predominar la opinión de que uno de los problemas fundamentales que aqueja al enfoque marxiano
sobre las clases es su dificultad para identificar y definir de forma adecuada a las posiciones
intermedias de la estructura de clases, toda vez que ésta, como se apuntó, aparece representada
desde un esquema dicotómico a partir de las relaciones de propiedad / no propiedad.6
De acuerdo a esto, la interpretación de los sectores medios se concibe principalmente en
torno a dos consideraciones. En primer lugar, se considera que las clases medias corresponden a un
segmento social transicional en términos históricos, vale decir, a grupos sociales que representan
vestigios precapitalistas aún no superados, y que por ende serán subsumidos en las categorías
sociales fundamentales (burguesía y proletariado) a medida que avanza el proceso de
modernización capitalista. Se trata, particularmente, de la tesis de la pauperización creciente
inherente al desarrollo capitalista, que llevaría a amplios sectores sociales que representan
posiciones intermedias a deslizarse progresivamente hacia la clase obrera. Y, en segundo lugar, se
considera a los sectores medios como fracciones o subdivisiones de las clases principales,
particularmente de la burguesía, atribuyéndoles entonces la categoría de “pequeña burguesía”.
Ambas consideraciones, como se puede apreciar, se caracterizan por una insuficiencia o
dificultad notoria de identificar de forma nítida y positiva a los sectores medios, en tanto sólo se
consideran como apéndices de otros grupos sociales o resabios destinados a desaparecer con el
desarrollo histórico. Por ello no es de extrañar – sobre todo a luz de los cambios históricos que
desde fines del siglo XIX pusieron en tela de juicio estas consideraciones – que ambas fuesen
posteriormente ampliamente profundizadas, debatidas y reformuladas, incluso al interior de la
misma tradición marxista, tal como se hará referencia más adelante con mayor detalle.
También desde el enfoque weberiano es preciso destacar algunos conceptos fundamentales
para el análisis de la estratificación y las clases sociales, y desde ahí, la particularidad de los
sectores medios. La principal relevancia del análisis de Weber radica en considerar una
multiplicidad de mecanismos y fuentes que actúan en la diferenciación y estratificación de los
grupos en una sociedad, y no sólo el acceso desigual a los medios de producción y la diferenciación
de clases considerada por Marx. Precisamente, esta extensión de los mecanismos y tipos de
diferenciación social se vincula con la preocupación central del análisis weberiano, esto es, las
relaciones de poder y dominación que se establecen en el marco de una comunidad política.
Para Weber, en efecto, las relaciones sociales en una comunidad aparecen estructuradas a
partir de una distribución desigual del poder, vale decir, de las probabilidades de un individuo o un
grupo social de imponer su voluntad particular sobre otros, lo cual se liga a la existencia de tres
variados tipos de recursos que confieren, a su vez, diversas expresiones de poder, a saber: (a) los
bienes y servicios presentes en el ámbito del mercado (poder de disposición); (b) el honor social o
prestigio (poder social); y (c) el poder político. Es por esto que se ha enfatizado, comúnmente, que
mientras el análisis de Marx sobre las clases se vincula a la existencia de relaciones de explotación,
en Weber se trata más bien de relaciones de dominación, de distribuciones desiguales del poder,
todo lo cual daría origen a un esquema multidimensional de la estratificación, en el sentido que
existen diversos mecanismos que diferencian y ordenan a los grupos sociales.
De esta manera, en primer término, se puede identificar una forma de diferenciación social
que transcurre en torno a la distribución y utilización de bienes y servicios en la esfera mercantil,
que remite al poder de disposición que se tiene sobre éstos, tanto en términos de posesión como en
sus posibilidades de valorización. Es aquí, precisamente, donde Weber identifica la existencia de
las clases, señalando, por tanto, que la situación de clase corresponde a la posición ocupada en el
mercado.7 A partir de la posición en el mercado se establecen, entonces, determinadas

6
Véase Ossowski, Stanislaw: Estructura de clases y conciencia social, Ed. Diez, Buenos Aires, 1972.
7
Weber, Max: Economía y Sociedad, Ed. FCE, México, 1962, pág. 684.

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Estratificación social y clases sociales. Una revisión analítica de los sectores medios

oportunidades de vida compartidas por los individuos que son miembros de una determinada
situación de clase, lo que implica que poseen un componente causal común en su posibilidad de
obtener ingresos o beneficios a partir de los bienes y/o servicios que se pueden ofrecer en el
mercado.8
Sin embargo, Weber va a razonar que una situación de clase no debe considerarse como una
entidad absolutamente homogénea en su composición, sino que se presenta siempre una diversidad
interna que remite a los distintos tipos de bienes ofertables (cantidad y cualidad) y al sentido con
que éstos se utilizan (por ejemplo: la distinción entre clases propietarias, principalmente rentistas,
y clases lucrativas como los empresarios). De esta manera, las posiciones de clase posibles de
reconocer son múltiples y diversas, pues remiten al modo en que se utilizan los diferentes bienes
que se poseen y valorizan en la esfera mercantil, lo que plantea una dificultad importante al
momento de intentar identificar empíricamente grupos sociales definidos y limitados en una
determinada sociedad.
El análisis weberiano pareciese considerar plenamente esta dificultad, y por ello introduce el
concepto específico de clase social para señalar a la totalidad de aquellas situaciones de clase entre
las cuales un intercambio personal y en la sucesión de generaciones es fácil y suele ocurrir de modo
típico.9 Con ello, entonces, se introduce una preocupación analítica que, como se verá, es central
para el análisis de la estratificación y la particular identificación de las capas medias, como es el
fenómeno de la movilidad social, entendida a grandes rasgos como el grado de apertura o cierre
presente en la estructuración de los grupos y clases en una sociedad.
Dentro de este marco general, Weber va a proceder a identificar a los sectores medios, valga
la redundancia, como posiciones intermedias tanto en relación a las clases propietarias como a las
lucrativas. En el primer caso, se trataría de todas aquellas capas que situándose entre las clases
propietarias se vinculan principalmente a propiedades o cualidades de educación como medio de
obtención de ingresos. Mientras que, como posición intermedia entre las clases lucrativas, se
encuentran también sectores identificables como “clases medias”, donde destacan los artesanos y
campesinos que trabajan de forma independiente, los funcionarios de carácter público y privado,
los profesionales liberales y otros trabajadores con cualidades monopólicas (cualificaciones).
Cabe destacar que en ambos casos se consideran aspectos que ocuparán un lugar importante
en la posterior discusión sobre los sectores medios, como es la existencia de cualificaciones
educativas, el trabajo independiente, el empleo en labores de funcionariado, etc. Esto, no obstante,
no salva que la conceptualización weberiana de las capas medias no es del todo precisa en términos
de su identificación y comprensión.
Sin embargo, como ya se mencionaba, Weber también considera otro mecanismo de
diferenciación social que se relaciona con la distribución del prestigio u honor en una comunidad,
lo que daría origen a los grupos estamentales, entendidos como agrupaciones que se configuran en
torno a un determinado estilo o modo de vida reconocido como particular o propio, y que por ende
les permite cierta identificación y reconocimiento simbólico. Los grupos estamentales, entonces, se
caracterizan por el monopolio sobre determinados bienes (materiales y simbólicos) que les
permiten adquirir un modo de vida específico, al cual sólo se puede acceder cumpliendo con ciertas
“convenciones” o “acreditaciones”. Además, cabe destacar el hecho de que en el análisis weberiano
los grupos estamentales se conciben como opuestos a la libre evolución del mercado, dado que ello
pondría en riesgo sus monopolios, por lo cual tenderían a predominar en situaciones
socioeconómicas de estabilidad, a diferencia de las clases – que al basarse en la mera posición

8
Por cierto, debe considerarse no sólo el mercado de bienes, sino también el mercado de trabajo y, por ende, la posibilidad de ofrecer
y valorizar la fuerza de trabajo.
9
Weber, M.: Op. Cit., pág. 242.

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CEPAL - SERIE Políticas sociales N° 125

ocupada en el mercado – se acrecentarían con el desarrollo del mercado y las transformaciones


técnicas-económicas.
Finalmente, es preciso considerar algunas ideas vinculadas a la perspectiva funcionalista que,
como es sabido, ha sido comúnmente considerada como el tercer enfoque clásico sobre la
estratificación social, y que ha ejercido una importante influencia en la investigación empírica
ligada al tema, particularmente en el marco de la sociología americana.
Para el enfoque funcionalista la estratificación social debe considerarse como “la ordenación
(ranking) diferencial de los individuos humanos que componen un sistema social dado y el orden
de superioridad o inferioridad que guardan sobre ciertos respectos socialmente importantes”.10 En
este contexto, de acuerdo a Parsons, debe considerarse a la evaluación moral como el criterio
central que rige a la estratificación, de modo tal que ésta corresponde a un sistema de ubicaciones
(escala) ordenado de acuerdo a la valoración (prestigio o desaprobación, como casos extremos) que
se realiza en torno a la posición y el actuar de los individuos respecto a aspectos considerados
socialmente significativos.
En este sentido, los individuos son ubicados en una escala de estratificación de acuerdo a
determinadas pautas valorativas compartidas socialmente y que, por lo mismo, poseen la capacidad
de orientar normativamente la motivación individual y las finalidades del actor. Es por esto,
precisamente, que desde el enfoque funcionalista la estratificación social se destaca como un
mecanismo esencial para la estabilidad e integración de las sociedades, en la medida en que
posibilita que las relaciones sociales se ordenen en referencia a valoraciones compartidas que se
anclan en las motivaciones y que a su vez se expresan normativamente en las instituciones.11
Los aspectos en torno a los cuales transcurre la valoración que da origen a las posiciones de
la estratificación son variados y múltiples, pero en el contexto de la sociedad occidental moderna
ocuparía un lugar central el trabajo y la estructura de roles ocupacionales que éste contempla. La
división del trabajo – crecientemente compleja en la sociedad moderna - acarrea la existencia de
una diversidad de ocupaciones que son valoradas, en mayor o menor grado, de acuerdo a su
importancia funcional para la supervivencia de la sociedad.
De este modo, entonces, las posiciones (roles ocupacionales) que revisten mayor importancia
para la sociedad, y también aquellas que representan un talento escaso o requieren de mayor
adiestramiento para su desempeño, son revestidas con superiores recompensas y niveles de
prestigio, dando forma al ordenamiento estratificador de los individuos de acuerdo a la valoración
social de su ocupación. De esta manera, mediante la estratificación social la sociedad se asegura de
motivar a los individuos a ocupar ciertas posiciones relevantes funcionalmente, y una vez en ellas,
a cumplir de buena manera las tareas respectivas, de modo tal que la desigualdad de prestigio se
concibe como un elemento fundamental en la estabilidad y el funcionamiento integral de la
sociedad.12
Además, ligado estrechamente a la estructura ocupacional, Parsons va a considerar otros dos
elementos que son objeto de valoración social, y por ende, factores de estratificación: el sistema de
intercambio y el sistema de propiedad. Son estos tres elementos estructurales – ocupación,
intercambio y propiedad – los que representan el “complejo instrumental” que debe considerarse
10
Parsons, Talcott: Un enfoque analítico de la teoría de la estratificación social, en Ensayos de teoría sociológica, Ed. Paidós, Bs.
Aires, 1967, pág. 62.
11
Cabe recordar, que para el funcionalismo la integración institucional representa el fundamento a partir del cual se produce y estabiliza
el orden social, toda vez que posibilita la complementariedad de expectativas entre los actores sociales mediante la comunión de valores
que se encarnan en las instituciones. Véase Parsons, T.: El Sistema Social , Ed. Revista de Occidente, Madrid, 1976.
12
“La desigualdad social es, de ese modo un expediente inconsciente a través del cual las sociedades se aseguran que las posiciones
más importantes estén ocupadas responsablemente por las personas más calificadas. Cada sociedad (...) debe por lo tanto,
diferenciar a las personas en términos de prestigio o estima”. Véase Davis, Kingsley y Moore, Wilbert: Algunos principios de la
teoría de la estratificación, en Bendix, R. y Lipset, S.: Clases, Status y Poder., Ed. Euramérica, Madrid, 1972.

15
Estratificación social y clases sociales. Una revisión analítica de los sectores medios

como núcleo de la diferenciación y estratificación social13. Por último, también se deben considerar
otros factores que contribuyen a la ubicación diferencial de los individuos en términos de valor, a
saber: (a) la participación como miembro en una unidad de parentesco; (b) cualidades personales;
(c) logros; (d) posesiones; (e) autoridad; y (f) poder.
La posición de un individuo en el sistema de estratificación social es resultado, en suma, de
las valoraciones que se realizan en torno a estos elementos o categorías estructurantes, y por ello
ésta debe concebirse en términos de status, es decir, como ubicaciones en una escala de prestigio
social. Mientras que, por otra parte, la categoría de clase social aparece vinculada a la existencia de
un conjunto de personas que comparten unidades de parentesco (kinship unit) que son valoradas de
modo aproximadamente similar.
Precisamente, el factor estratificador representado por las unidades de parentesco posee una
relevancia especial dentro del análisis funcionalista para la identificación de las clases medias. En
términos generales, los grupos o unidades de parentesco son concebidos como las entidades básicas
de solidaridad del sistema social, toda vez que en su seno no se da una competencia por status
ocupacionales, sino que se comparte entre sus miembros una determinada posición de prestigio -
vale decir, un status-, y por ello están en la base de la conformación de una categoría colectiva
como la implicada en la idea de clase social.
Ahora bien, la relación entre las unidades de parentesco y la estructura ocupacional
determina que se produzcan y diferencien “tipos de familia”, principalmente caracterizados por la
presencia de rasgos culturales particulares (actitudes, ideología, definición de situaciones, etc.).
Precisamente, como advierte Parsons, la distinción entre clase media y baja, además de remitir a
ocupaciones diversamente valoradas, también transcurre en torno al tipo de familia presente, en
donde es posible constatar que en las clases bajas predominan valores y actitudes que tienden a
reproducir la posición de subordinación, lo cual no se presentaría en el caso de los sectores
medios.14
En suma, el enfoque funcionalista permite una aproximación analítica a los sectores medios
vinculada, por un lado, al prestigio que revisten sus posiciones (roles) en la estructura ocupacional,
es decir, su status, y por otro, pero vinculado a aquello, al tipo de familia y rasgos culturales que
configuran sus unidades de parentesco. Ambas líneas, como veremos, serán posteriormente
desarrolladas y profundizadas en las investigaciones tanto teóricas como empíricas sobre los
sectores medios.

B. El legado de los enfoques clásicos. Conclusiones y debates


Como se ha pretendido reseñar en este apartado, la diversidad de enfoques clásicos sobre la
estratificación social comparten el rasgo esencial de introducir conceptos y nociones claves para el
análisis de los procesos de diferenciación y jerarquización de los grupos sociales, como son - por
mencionar algunos – los términos de clase social, status, posición de mercado, estructura
ocupacional, etc. Es decir, se trata - tal como se señalaba al comienzo – de enfoques analíticos que
pretenden desarrollar un marco o teoría general para la comprensión de la estratificación social, y
dentro de ese contexto, es posible rastrear algunas indicaciones o referencias para la identificación
y caracterización de los sectores medios. Precisamente, son éstas las que serán profundizadas y
debatidas en las aproximaciones posteriores que la investigación sociológica llevará a cabo

13
Parsons, T.: Clases sociales y conflictos entre clases a la luz de la reciente teoría sociológica, en Ensayos..., Op. Cit., pág. 281.
14
Ídem, pág. 285. En todo caso, es necesario precisar que la referencia parsoniana apunta, como se encarga de advertir, al caso
particular de la sociedad norteamericana.

16
CEPAL - SERIE Políticas sociales N° 125

buscando conceptualizar de mejor manera las posiciones y comportamientos propios de los sectores
o capas intermedias de la estructura social.
Ahora bien, para concluir este apartado es preciso destacar algunas líneas de análisis y
debate que se desprenden de los enfoques clásicos revisados.
En primer lugar, es posible apreciar que se trata de aproximaciones teóricas a la estructura
social que intentan dar cuenta de ésta mediante la vinculación analítica de categorías clasificatorias
generadas desde la estratificación social con categorías propias de la estructura de clases, lo que
permite abordar el problema de la identificación y comprensión de unidad o actores sociales reales,
y no sólo de categorías sociales estadísticas.
En efecto, la noción de clase social implica que los grupos se estructuran y actúan en torno a
intereses que trascienden los móviles puramente subjetivos, fundándose en posiciones compartidas
por sus miembros en la estructura social, pudiendo identificarse diversas matrices – desde los
enfoques clásicos – para la generación de dichos intereses de clase, destacándose la propiedad, el
mercado y las unidades de parentesco. A estos intereses debe agregarse el proceso de reproducción
de las clases (transferencia entre generaciones de sus propiedades esenciales) y las formas de
organización colectiva que asumen para expresarse como actores colectivos, todo lo cual configura
los componentes básicos que supone la identificación de las clases desde el análisis sociológico.15
Esta vinculación entre categorías clasificatorias y componentes de clase, es uno de los principales
legados de los enfoques clásicos a los análisis contemporáneos de la estratificación social.
Ligado a lo anterior, si bien es claro que los enfoques clásicos se vinculan con diversas
perspectivas de análisis en el esclarecimiento de los factores o elementos centrales que participan en
la generación de la estratificación, todos pareciesen compartir la idea de la centralidad del trabajo en
los procesos de constitución y diferenciación social. Ello implica, por una parte, que se destaque la
relevancia del empleo como mecanismo configurador de identidades sociales, y por otra, que la
estructura social y la estratificación se analicen sobre la base de la estructura ocupacional.
De esta manera, como se apreció, para el análisis marxiano las clases sociales se identifican en
torno al proceso productivo; en el caso de Weber la situación de clase se vincula a la posición en el
mercado, particularmente el mercado de trabajo; y finalmente para el funcionalismo los roles
ocupacionales son el elemento central – y el menos variable - del “complejo instrumental” que actúa
como núcleo de la estratificación. Se trata, en suma, de perspectivas que se insertan, de una u otra
manera, dentro de un paradigma productivista sobre la estratificación y la diferenciación social.
Por lo mismo, y como última línea de análisis a destacar, se trata de enfoques que al
centrarse en la posición o ubicación de los agentes en la producción o sus roles ocupacionales,
tienden a representar una imagen de la estratificación social con ciertos rasgos estáticos, o al
menos, una visión donde las acciones y relaciones entre grupos sociales encuentran un lugar poco
preciso. Ello explica, además, que no se encuentre una acabada exploración de un tema que se
revelará como central en el debate posterior para dar cuenta de la estratificación y las relaciones
entre grupos sociales, como es el del fenómeno de la movilidad social.
Los análisis contemporáneos sobre estratificación y clases recogerán buena parte del legado
de los enfoques clásicos, intentando además – como se verá más adelante – superar sus dificultades
o limitaciones analíticas, sobre todo mediante la identificación de otros mecanismos
diferenciadores y constitutivos de las identidades sociales (además del trabajo), y atribuyendo un
rol más importante a las acciones y relaciones en la estructuración de los grupos sociales.

15
Atria, Raúl: Estructura ocupacional, estructura social y clases sociales, CEPAL, Serie Políticas Sociales, N° 96, 2004, págs. 13-
14.

17
CEPAL - SERIE Políticas sociales N° 125

II. El capitalismo de posguerra y el


debate sobre los sectores
medios. Un recorrido por la
investigación sociológica

Antes de revisar los análisis contemporáneos sobre estratificación y


clases que han tenido un mayor impacto en la investigación, teórica y
empírica, dirigida a conceptualizar a los sectores o capas medias, es preciso
destacar algunos trabajos o reflexiones previas que en el marco de la
sociología de posguerra intentaron acercarse a la identificación y
comprensión de éstos. Particularmente, se trata de trabajos que recogen las
principales líneas de análisis planteadas por los enfoques clásicos, pero que
intentan reformularlas a la luz de los procesos de cambio histórico y
reordenamiento social experimentados durante las primeras décadas del
siglo XX, y que implicaron, entre otros aspectos, un incremento importante
de la relevancia de los sectores medios en la estructura social.
En el caso de la sociología angloamericana, que se revisará en primer
lugar, el debate sociológico apuntaba a caracterizar a los grupos sociales que
comenzaban a emerger -instalándose en posiciones intermedias- producto de
las transformaciones en el mundo del trabajo, los cuales aparecían
vinculados a la realización de labores no manuales (empleos
administrativos, comerciales y profesionales) que se diferenciaban
notoriamente de las formas clásicas del trabajo productivo llevado a cabo
por la clase obrera. Se trata, en pocas palabras, de la discusión sobre la
caracterización de los denominados “trabajadores de cuello blanco” (white
collar), abordando la particularidad de su posición en la estructura social y
los principales rasgos de su comportamiento grupal.

19
Estratificación social y clases sociales. Una revisión analítica de los sectores medios

Por su parte, la caracterización desde América Latina sobre los sectores medios se enmarca
en el contexto del proyecto desarrollista desplegado en la región entre, aproximadamente, la década
de los cincuenta y los años ochenta, de modo tal que aquellos se ligan principalmente a los factores
de aumento del empleo público y la movilidad social como dimensiones constitutivas del proceso
de modernización en curso.

A. El crecimiento del sector servicios y el empleo no manual. La


discusión sobre la caracterización de los “trabajadores de
cuello blanco”
Uno de los primeros trabajos que intentó aproximarse a los cambios en el mundo del trabajo
y la consiguiente redefinición de las pautas de estratificación social, considerado además como
clásico por el amplio debate posterior que suscitó, es el llevado a cabo por Lipset y Zetterberg
dirigido especialmente a dar cuenta de los cambios en la movilidad social en el marco de las
sociedades industriales.16 Para estos autores, en los diversos países del mundo industrializado se
estaría produciendo una tendencia a la equiparación en los patrones de movilidad absoluta, de
modo tal que los sistemas de estratificación social propenderían a la convergencia progresivamente,
sobre todo bajo el peso creciente de las posiciones o capas intermedias de la estructura social
vinculadas a labores no manuales.
La importancia de esta tesis es que, particularmente en el seno de la sociología
norteamericana, sirvió de fundamento a posiciones teóricas que señalaban que el crecimiento
sostenido de los “trabajadores de cuello blanco” iba aparejado a la disminución de la clase obrera
clásica y la conflictividad social, contribuyendo a la configuración de una “sociedad de clase
media”.17 Desde ahí algunos análisis planteados en la época también van a sostener que el análisis
marxiano sobre la industrialización ya no sería pertinente, toda vez que la tesis de la tendencia a la
descualificación y degradación del trabajo, con la consiguiente pauperización de los sectores
obreros y medios, no se estaría produciendo, sino que, por el contrario, el crecimiento de los
empleos no manuales implicaba un incremento de las destrezas y habilidades necesarias, y con ello,
mayores oportunidades de movilidad y equidad social.18
En suma, en todos estos trabajos se trataba de la identificación de una articulación entre
modernización económica, movilidad ascendente y equidad social, lo que se vinculaba al
crecimiento de las posiciones intermedias de la estructura social. Especialmente desde perspectivas
vinculadas al funcionalismo, esta tesis encontró una importante acogida, sobre todo al enfatizar la
medida en que la modernización acarreaba la materialización institucional (en la escuela, los
partidos, el Estado, la empresa, etc.) de una serie de valores secularizados que promovían la
existencia de una cultura meritocrática, es decir, abierta a la movilidad social y la igualdad de
oportunidades.
Estas posiciones generaron un amplio debate al interior de la investigación sociológica, sobre
todo en relación a la posición y las posibilidades efectivas de movilidad de los trabajadores
vinculados al empleo no manual. Una de las críticas más punzantes y conocidas al respecto es la
que se puede encontrar en las ideas planteadas por Harry Braverman sobre los cambios en la

16
Lipset, Seymour y Zetterberg, Hans: Movilidad social en las sociedades industriales, en Lipset, S. y Bendix, R. (eds.): Movilidad
social en las sociedades industriales, Ed. Eudeba, Bs. Aires, 1963.
17
Al respecto, puede consultarse el conocido artículo de Mayer, K: The changing shape of the American class structure, en Social
Research, N° 30, 1963.
18
Para una revisión en extenso de este argumento, véase Dunlop, Jhon; Harbison, Frederick; Kerk, Clark y Myers, Charles: El industrialismo y el
hombre industrial: los problemas del trabajo y la dirección en el desarrollo económico, Ed. Eudeba, Bs. Aires, 1967.

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CEPAL - SERIE Políticas sociales N° 125

organización técnica del trabajo y las relaciones laborales en la Europa de posguerra, y sus
consiguientes implicancias en la articulación de grupos sociales diferenciados.19
Particularmente, Braverman va a sostener, concordando con las posiciones reseñadas, que el
incremento en la racionalización del proceso laboral ha acarreado una creciente automatización de
las labores y, con ello, una tendencia al aumento del empleo no manual que tiende a situarse en las
posiciones intermedias de la estructura social. Sin embargo, Braverman cuestiona la medida en que
aquello se ha plasmado efectivamente en un incremento en las habilidades laborales y las
posibilidades de mejorar los respectivos niveles de vida, sosteniendo, por el contrario, que la
producción automatizada que promueve la organización taylorista del trabajo ha acarreado una
progresiva simplificación de la función laboral mediante su especialización, lo que ha se ha
plasmado en la rutinización y la degradación del trabajo. Por ello, concluye, si bien es cierto que se
han ido configurando posiciones intermedias en la estructura social debido a los cambios en el
mundo del trabajo, sobre todo a partir del despliegue de las funciones de organización y
administración del proceso productivo, aquellas también se presentan rutinizadas y pauperizadas,
por lo cual el aumento cuantitativo de los empleados de cuello blanco no puede leerse como un
incremento sustantivo en los niveles y oportunidades de vida.
Una línea de análisis bastante similar se puede encontrar en los análisis proveniente del
marxismo francés, como los de Serge Mallet, André Gorz y Pierre Belleville, que comúnmente se
engloban bajo la tesis de la “nueva clase obrera”.20 En estos análisis se identifica una diversidad de
capas y grupos sociales que realizarían trabajos no manuales en el capitalismo de posguerra,
vinculados, sobre todo, a ocupaciones de carácter científico y técnicas. A partir de esto se destaca
la pérdida de relevancia de los sectores obreros clásicos, tanto en términos cuantitativos en la
estructura social, como en relación al núcleo de las dinámicas de conflictividad social,
configurándose en su reemplazo una “nueva clase obrera” liderada por los trabajadores de cuello
blanco de las industrias tecnológicamente avanzadas. Serían estos sectores, entonces, los que ahora
encarnarían el centro del conflicto social, toda vez que en ellos radica el control y administración
de los procesos productivos. En suma, como se puede apreciar, en estos análisis predomina la
preocupación – ante el decaimiento del proletariado - por el posible comportamiento político de los
emergentes sectores medios, más que una cabal identificación de su ubicación particular en la
estructura social.
Las ideas de Guglielmo Carchedi constituyen otra referencia central a tener en cuenta en el
marco del debate de posguerra sobre los sectores medios, siendo además de especial relevancia por
la influencia que tendrá en uno de los enfoques contemporáneos que mayor impacto ha tenido en la
investigación sociológica sobre la estructura de clases, como es el trabajo de Erik O. Wright que
posteriormente se revisará. De acuerdo a Carchedi, la estructura de clases se configura en torno a
las posiciones que ocupan los agentes y grupos sociales en las relaciones de producción, los cuales
se diferencian a partir del desempeño de dos tipos de funciones principales, a saber: por un lado, la
función del capital, que se refiere a los agentes que participan en el control y supervisión del
proceso de trabajo, y por otro, la función del obrero colectivo representada por las posiciones que
participan directamente en la producción de plusvalía. A partir de esto, Carchedi identifica a los
sectores medios como aquellos que desempeñan labores ligadas tanto a la función del capital como
a la del obrero, toda vez que participan en la administración y el control del proceso de trabajo sin

19
Braverman, Harry: Trabajo y capital monopolista, Ed. Nuestro Tiempo, México, 1975.
20
Mallet, Serge: La nueva condición obrera, Ed. Tecnos, Madrid, 1973; Gorz, André: Adiós al proletariado, Eds. 2001, Barcelona,
1982; Belleville, Pierre: Una nueva clase obrera: neocapitalismo y enajenación, Ed. Tecnos, Madrid, 1967.

21
Estratificación social y clases sociales. Una revisión analítica de los sectores medios

poseer los medios de producción con que éste se lleva a cabo, tratándose, en suma, de una posición
contradictoria de clase.21
Como se puede apreciar con relativa claridad, tanto los análisis de Braverman, las ideas de la
“nueva clase obrera” y la noción de posición contradictoria planteada por Carchedi, se caracterizan
por permanecer dentro de los márgenes de una representación dicotómica de la estructura de clases
heredada del análisis marxiano, dentro de la cual se busca insertar, con las consiguientes
complicaciones y limitaciones, a las capas intermedias que van históricamente surgiendo ligadas al
trabajo no manual. Sin embargo, también es posible encontrar en el periodo perspectivas analíticas
que van allá de dicha representación, y que desde ahí introducen nuevos y fructíferos elementos
para la identificación de los sectores medios.
Entre estos se puede mencionar el análisis llevado a cabo por Barbara y Jhon Ehrenreich en
relación a lo que denominaron como “clase profesional y directiva”.22 Para estos autores, el
crecimiento de los empleos de cuello blanco producto de las transformaciones del capitalismo de
debe interpretarse como la emergencia de trabajadores no productivos que representan una posición
opuesta tanto a la clase capitalista como a los sectores obreros, a diferencia de lo sostenido por
Mallet y Gorz. Pues por una parte, sostienen, los profesionales y directivos son opuestos a los
capitalistas en términos de posesión o propiedad, pero, al mismo tiempo, se diferencian de la clase
obrera en la medida en que al controlar y administrar el proceso de trabajo se vinculan
funcionalmente a los sectores dominantes mediante el aseguramiento de la reproducción de las
relaciones culturales y económicas. En síntesis, los trabajadores de cuello blanco encontrarían un
lugar propio en la estructura de clases – no reducible a posiciones burguesas ni proletarias -, de
modo tal que ésta tendería a polarizarse no en dos direcciones, como veía el análisis marxiano
(dicotomía), sino que en torno a tres posiciones claramente definidas y diferenciadas.
Otro trabajo sumamente importante en el abordaje de los sectores medios, sobre todo en la
medida que va más allá de su estricta identificación económica, incorporando además las
dimensiones políticas e ideológicas en su definición - y que marcó profundamente la pauta para una
serie de investigaciones durante los años sesenta y setenta - es el realizado por Nicos Poulantzas.23
En efecto, si bien Poulantzas considera que los emergentes “trabajadores de cuello blanco”,
representados por profesionales, administradores y directivos, se distinguen económicamente de la
clase obrera en tanto desempeñan labores no productivas, mientras que ésta ejerce siempre
funciones ligadas al trabajo productivo, además destaca que se diferencian políticamente, en la
medida que ocupan posiciones de supervisión y control, e ideológicamente debido al ejercicio de
trabajo intelectual y no manual. A partir de esto concluye que los “trabajadores de cuello blanco”
son una fracción emergente dentro de la pequeña burguesía, a la cual denomina “nueva pequeña
burguesía”, destacando, además, la medida en que al no reducirse su identificación de clase a
criterios económicos, segmentos de sectores obreros pueden formar parte de las clases medias por
vínculos políticos-ideológicos, a pesar que se mantenga la diferencia económica sustancial entre
trabajo no productivo y productivo.24
También desde análisis vinculadas a preocupaciones características de la tradición weberiana
es posible encontrar referencias a los emergentes sectores medios, como es caso del trabajo clásico
de David Lockwood dirigido a caracterizar las nuevas formas de empleo no manual presentes en

21
Carchedi, Guglielmo: On the economic identification of social classes, Routledge & Kegan Paul, Londres, 1977, pág. 18.
Precisamente, la idea de los sectores medios como una posición contradictoria en la estructura de clases será retomada, como se verá
luego, por las primeras formulaciones de Erik O. Wright.
22
Ehrenreich, Barbara y Ehrenreich, Jhon: The profesional-managerial class, en Walker, P. (comp.): Between labor and capital, Ed.
South and Press, Boston, 1979.
23
Poulantzas, Nicos: Las clases sociales en el capitalismo actual, Ed. Siglo XXI, Madrid, 1977.
24
Para una crítica de la noción de “nueva pequeña burguesía” de Poulantzas como referencia válida para el análisis de las clases
medias, véase Baranger, Denis: Clases medias y pequeña burguesía, en Revista Mexicana de Sociología, N° 4, 1980.

22
CEPAL - SERIE Políticas sociales N° 125

los trabajadores de cuello blanco, el cual tuvo una profunda influencia en el importante análisis,
que posteriormente se desarrollará, de Jhon Goldthorpe.25
Para Lockwood la estructura de clases se organiza en torno a posiciones de clase producidas
por los siguientes factores: (a) la situación de mercado, entendida como la ubicación en términos
estrictamente económicos, donde se incluye la fuente y volumen de la renta, el grado de seguridad
laboral y la movilidad ocupacional; (b) la situación de trabajo, que implica las relaciones de
autoridad que se configuran a partir de la división del trabajo en las unidades productivas; y (c) la
situación de status, concebida como la posición del individuo en una escala de prestigio social. En
base a esto, Lockwood destaca que los sectores medios corresponden fundamentalmente a los
empleos administrativos que dentro de la situación de trabajo desempeñan labores de coordinación
y control, lo que produce que aún teniendo una débil capacidad de mercado que los sitúa cerca de
los sectores obreros, se diferencien notoriamente de éstos por el tipo de trabajo que realizan y el
lugar físico donde transcurre (típicamente oficinas), todo lo cual los hace tender a la cooperación
con las posiciones sociales superiores.
Para finalizar este breve recorrido por la literatura sociológica de posguerra en torno a los
sectores medios, cabe una especial referencia a las influyentes ideas desarrolladas por Ralf
Dahrendorf sobre las clases, la movilidad y el conflicto social ante las transformaciones de la
sociedad industrial.26 En su análisis Dahrendorf sostiene que se ha operado una transformación
fundamental en el capitalismo, que remite a la disociación o diferenciación de roles en el ejercicio
de la autoridad, situándose, por una parte, los agentes que poseen la propiedad legal de los medios
de producción (accionistas) y, por otra, los que ejercen el control efectivo del proceso de trabajo
(gerentes), insertándose en este fenómeno el crecimiento de las posiciones intermedias de la
estructura social. De esta manera, para Dahrendorf los grupos medios corresponderían a sectores
que forman parte de la cadena administrativa de autoridad (burócratas públicos y privados) y
también algunos grupos que se sitúan fuera de la administración pero realizan trabajos no
manuales, como por ejemplo los dependientes del comercio. Precisamente, en base a esto concluye
que los sectores medios no representan cabalmente una clase, debido a que han surgido
históricamente marcados por una profunda heterogeneidad interna, como lo revela el hecho de que
los burócratas se ubican o relacionan más directamente con los grupos dominantes, mientras que
los otros trabajadores no manuales estarían más cerca de posiciones obreras.

B. Las clases medias en el desarrollismo latinoamericano.


Modernización, empleo público y movilidad social
Como ya se mencionó, los estudios e investigaciones sobre las clases medias en la primera
mitad del siglo XX en América Latina se ligan estrechamente a la comprensión de las principales
dimensiones asociadas al proyecto desarrollista o de industrialización sustitutiva de importaciones
en curso en la región entre la década de los cincuenta y los ochenta, aproximadamente. Así, las
clases medias aparecen concebidas como una de las principales bases sociales impulsoras de las
políticas desarrollistas y, al mismo tiempo, como una categoría social profundamente transformada
en su composición y orientación por las transformaciones estructurales implicadas en dichas
políticas. Por eso, en suma, puede precisarse que las clases medias aparecen analizadas
principalmente desde las líneas temáticas de la modernización, el aumento del empleo público y el
fenómeno de la movilidad social durante el desarrollismo latinoamericano.

25
Lockwood, David: The blackcoated worker: A study in class consciousness, Ed. Allen & Unwin, Londres, 1958.
26
Dahrendrof, Ralf: Las clases sociales y su conflicto en la sociedad industrial, Ed. Rialp, Madrid, 1962.

23
Estratificación social y clases sociales. Una revisión analítica de los sectores medios

En este contexto, uno de los trabajos que sin duda alguna ejerció una vasta influencia en los
análisis sobre el desarrollo y la estratificación social en la región es el llevado a cabo por Gino
Germani.27 En términos concretos, Germani recoge los criterios centrales del enfoque funcionalista
sobre la modernización y la estructura social, intentando a partir de ellos dar cuenta de las
particularidades que asume el proceso de desarrollo y la configuración de los estratos sociales en
América Latina. A grandes rasgos, Germani sostenía que el desarrollo podía ser leído a partir de la
serie de transformaciones que supone el paso desde una sociedad típicamente tradicional (en donde
los estratos sociales se presentan como estamentos nítidamente diferenciados, la movilidad social
es escasa o nula y prima la adscripción como factor determinante del status social) a una
propiamente moderna (en la cual las fronteras entre estratos se tornan difusas, existe una tendencia
a la alta movilidad social y se valora el desempeño o logro individual como factor de status).28
Dentro de este marco general, entonces, se pretende diagnosticar la estructura y estratificación
social de América Latina, entendiendo que aquella es expresión de las modalidades y
transformaciones particulares que implica el proceso de modernización en la región.
Para ello Germani se basa en criterios de análisis que dan cuenta de la estructura
ocupacional, como núcleo básico de la estratificación social, en donde ésta se concibe
jerárquicamente a partir de las pautas socioculturales (valoraciones) de los roles y grupos
ocupacionales, los diversos tipos de existencia que éstos implican –en términos de nivel económico
y grados de instrucción-, los valores, normas y actitudes que les corresponden característicamente
y, por último, la “autoidentificación” de los individuos con los diferentes grupos y estratos sociales.
A partir de esto considera que la estructura ocupacional de América Latina, producto de la
modernización ligada a la industrialización sustitutiva de importaciones, ha tendido a incrementar
las posiciones laborales en el sector secundario y terciario, lo cual se traduce en un crecimiento
importante de los grupos ligados a funciones de dirección y a organismos burocráticos (públicos y
privados), vale decir, aquellos que típicamente pueden identificarse como sectores o “clases
medias”. En suma, desde Germani, se plantea el nexo existente entre la modernización de las
estructuras socioeconómicas de América Latina y el peso que adquieren los sectores medios, tanto
en términos cuantitativos – en la estructura ocupacional y el acceso a mecanismos de movilidad
social- como en relación a su comportamiento sociopolítico – en tanto encabezarían, debido a la
débil organización del proletariado, las alianzas multiclasistas modernizadoras.
También bastante ligado a preocupaciones funcionalistas sobre la estratificación y la
movilidad social, es posible mencionar, en el marco de la sociología brasileña, los trabajos de
Bertram Hutchinson y Carlo Castaldi dirigidos a analizar la estructura ocupacional en relación a la
dimensión del prestigio o valoración social.29 En ellos se encuentra un intento de establecer seis
categorías sociales, a partir de una lista de treinta ocupaciones, que responden a una jerarquía de
prestigio o valoración de los roles laborales que desarrollan los individuos, vale decir, una escala
de status. Recogiendo dicho intento se encuentran, posteriormente, una serie análisis y
aproximaciones empíricas, entre los que cabe destacar el de Joly Goueveia y Robert Havighurst,
que basándose en la escala ocupacional de Hutchinson y Castaldi desarrollaron una versión
ampliada incorporando, fundamentalmente, las categorías correspondientes a la “supervisión del
trabajo manual”, o sea, las posiciones no manuales que ejercen trabajos administrativos o
directivos.30

27
Germani, Gino: Política y Sociedad en una época de transición, Ed. Paidós, Bs. Aires, 1968.
28
Es decir, se trata, en general, de interpretar la modernización a partir de las patterns-variables consideradas por Talcott Parsons
como orientaciones normativas básicas de la acción social y, por ende, del funcionamiento institucional (adscripción/logro;
difusividad/especificidad de los roles; afectividad/neutralidad afectiva; pautas valorativas/pautas evaluativas; orientaciones
particularistas/universalismo).
29
Véase Hutchinson, Bertram y Castaldi, Carlo: A hierarquia de prestigio das ocupacões, en Hutchinson, B.: Mobilidade e trabalho.
Um estudo na cidade de São Paulo, Centro Brasileiro de Pesquisas Educacionales, Río de Janeiro, 1960.
30
Véase Gouveia, Joly y Havighurst, Robert: Ensino médio e desenvolvimiento, Ed. Melhoramentos, São Paulo, 1969.

24
CEPAL - SERIE Políticas sociales N° 125

En los clásicos trabajos de José Medina Echavarria31 también es posible encontrar la


preocupación analítica en torno a la relación entre el proceso de desarrollo y los cambios en la
estratificación social, insertando en ello un lugar importante para la caracterización de la posición y el
comportamiento de las clases medias. Los cambios en la estructura económica, derivados del proceso
de modernización en curso, impactarían en la estratificación social, de acuerdo a su consideración,
mediante la emergencia de nuevos estratos y grupos sociales que comienzan a desempeñar roles
sociopolíticos relevantes, y por contrapartida, se asistiría a la pérdida de relevancia de los viejos
estratos sociales. En suma, la modernización económica acarrearía una complejización del sistema de
estratificación social, en donde la preocupación central de Medina Echavarría radica en dar cuenta,
por una parte, de los cambios en el sistema de dominación tradicional que aquello acarrearía, y por
otra, los comportamientos sociales (actitudes y motivaciones) que presentarían los distintos grupos
sociales frente al proceso de desarrollo económico.
En este marco, Medina Echavarria concibe que la modernización económica de la región,
con la consiguiente industrialización y urbanización creciente, va asociada a la sostenida expansión
de las clases medias, lo que daba cuenta –en conjunto con la transformación de la clase alta por la
emergencia de la moderna burguesía, el surgimiento de los sectores obreros y la disminución de los
artesanos y campesinos– de un importante grado de movilidad y ascenso social en las estructuras de
estratificación de América Latina. A partir de ello, entonces, se preguntaba por las posibilidades de
las emergentes clases medias de presentar comportamientos sociales favorables al desarrollo,
señalando la medida en que esto se veía notoriamente dificultado por la persistencia de aspectos
ligados al sistema de dominación tradicional (adaptabilidad de la oligarquía) y también por la
importancia que alcanzarían en las capas medias las actitudes ligadas a la distribución y al
consumo, más que las propensas a la innovación y el crecimiento económico.
Por otra parte, desde enfoques más bien ligados a dimensiones propias del análisis marxista,
también es preciso reseñar algunas consideraciones en torno a la estratificación y la particularidad
de los sectores medios realizadas durante el periodo de industrialización sustitutiva.
En primer término, es posible mencionar los análisis de Florestán Fernándes quien, en
relación el proceso de modernización en América Latina, señalaba que no se ha configurado un
modo de producción estrictamente capitalista en la región, sino que conviven estructuras y formas
sociales de diversos estadios de evolución económica, razón por la cual no sería acertado referirse
al conjunto de la estructura ocupacional en términos de clases sociales.32 Es decir, se trataría de que
una parte relevante de los grupos sociales de la región no se estructura a partir de las condiciones
que plantea un mercado de trabajo propiamente capitalista, sino que la diferenciación y
estratificación transcurre en torno a otros mecanismos societales –siendo el caso más evidente lo
que ocurre en el sector agrario–, todo lo cual se traduce en que junto a las clases sociales se
presenten una serie de grupos que corresponden más bien a “categorías sociales”. A partir de esto,
en relación a la caracterización de los sectores medios, concibe que éstos se vinculan
principalmente a ocupaciones no manuales y burocráticas, por lo cual tienden a identificarse con el
proceso de modernización en curso, encontrando por ello amplias posibilidades de valorización en
el mercado. Por último, Fernándes distingue al interior de los sectores medios urbanos una clase
media tradicional y una clase media moderna, señalando que ésta última tiende a asociar sus
intereses y comportamientos colectivos a los grupos privilegiados (poseedores).

31
Medina Echavarría, José: Consideraciones sociológicas sobre el desarrollo, Ed. Solar/Hachette, Argentina, 1973; Aspectos sociales
del desarrollo económico, CEPAL, Santiago de Chile, 1967.
32
Fernándes, Florestán: Sociedades de classes e subdesenvolvimiento, Zohar Eds., Río de Janeiro, 1968; Capitalismo dependente e
classes sociais na America Latina, Zohar Eds., Río de Janeiro, 1973.

25
Estratificación social y clases sociales. Una revisión analítica de los sectores medios

Un trabajo que también transita cercano a la perspectiva marxista es el desarrollado por


Emilio de Ipola y Susana Torrado.33 A partir de la noción fundamental de división del trabajo
social, que daría origen a relaciones de explotación que se conciben como relaciones de
producción determinantes, De Ipola y Torrado identifican a las “clases sociales”, ubicando, por
otra parte, en el plano de las relaciones de producción determinadas (propiedad, posesión, control
técnico y detentación) a las “capas sociales”, entendidas como agentes que ocupan posiciones
jerárquicas diferentes al interior de una clase. Por último, agregan los conceptos de “fracciones de
clase” para referirse a la distribución de los agentes según sectores de actividad (industrial,
comercial, financiera, etc.) y “categorías sociales”, aludiendo a las diferenciaciones que se
producen en ámbitos no económicos, es decir, en el seno de los procesos (aparatos) jurídico-
político e ideológicos. Sobre la base de esto, desarrollan un complejo y extenso esquema de la
estratificación social, en donde los grupos clásicamente caracterizados como sectores medios
tienden a distribuirse en torno a las clases fundamentales, ya sea en los márgenes de la burguesía
(donde la categoría de pequeña burguesía propietaria agrupa a vendedores-propietarios,
trabajadores independientes, trabajadores en industrias familiares, etc.), en la clase obrera (en tanto
clase obrera semiproletariado que incluye, entre otros, a los agentes comerciales y empleados de
oficina), o también como agentes ideológicos (por ejemplo, profesores) o agentes políticos
(funcionarios del Estado).
Otros trabajos desarrollados durante el periodo intentaron analizar, particularmente, los
cambios en la composición y el comportamiento de las clases medias en distintas fases o momentos
del proceso de modernización económica. Así, Jorge Graciarena señalaba la existencia de un ciclo
histórico en la conformación de los grupos medios, el cual sería analizable a partir de los grados de
autonomía que lograban presentar frente a otros grupos o clases sociales. De esta manera, en la
época colonial habrían surgidos los primeros grupos medios, que se caracterizarían por estar
fuertemente vinculados, tanto en términos estructurales como de prestigio, a las clases altas
(oligarquía), presentando por ende una baja autonomía. La modernización económico habría
acarreado la declinación de estos grupos, mas no su desaparición, toda vez que permanecerían
ligados a sectores de la burocracia pública y la educación, tratándose, según Graciarena, de “clases
medias residuales”. Pero junto a estas estarían las “clases medias emergentes”, surgidas al amparo
del proceso de desarrollo económico desde inicios del siglo XX, ligadas por ende a la industria, el
comercio y los servicios, que se caracterizarían por presentar una mayor autonomía y que, en tanto
ligados al desarrollo, se enfrentarían a las “clases medias residuales” y a la oligarquía.34
Del mismo modo, en un trabajo conjunto con Rolando Franco, Graciarena explora la relación
entre el desarrollo, la composición de las clases medias y sus posibles comportamientos
sociopolíticos.35 En primer término, destacan la medida en que la expansión de la educación –
comúnmente ligada al incremento de posiciones intermedias, como los profesionales – no ha ido
acompañada de una correlativa expansión del mercado de trabajo para ocupaciones calificadas, es
decir, se ha producido un desajuste estructural entre las aspiraciones ocupacionales inducidas por la
educación y las posibilidades reales de empleo. Se trata, en suma, de una “sobreeducación relativa”
que puede producir tensiones sociales debido al no cumplimiento de las aspiraciones creadas por el
desarrollo educativo. En segundo lugar, Graciarena y Franco advierten que en tanto las clases
medias (o al menos sus capas superiores formadas por ejecutivos, profesionales y tecnócratas) han
sido los principales beneficiados por el desarrollismo – sobre todo por la urbanización, la
expansión educativa y la burocratización – es fuertemente probable que desarrollen actitudes
sociales defensivas del status quo que les resulta ventajoso. Por último, analizan la difundida tesis
33
De Ipola, Emilio y Torrado, Susana: Teoría y método para el estudio de la estructura de clases sociales, PROELCE,
FLACSO/CELADE, Santiago de Chile, 1976.
34
Graciarena, Jorge: Poder y clases sociales en el desarrollo de América Latina, Ed. Paidos, Bs. Aires, 1967.
35
Graciarena, Jorge y Franco, Rolando: Formaciones sociales y estructuras de poder en América Latina, Centro de Investigaciones
Sociológicas, Madrid, 1981.

26
CEPAL - SERIE Políticas sociales N° 125

que correlaciona el volumen que presentan las clases medias en la estructura social con la
formación de una sociedad democrática, señalando ciertos aspectos – como el hecho de que los
países donde más se han desarrollado los sectores medios muestran, al mismo tiempo, un mayor
estancamiento económico – que, sin negar la tesis mencionada, plantean algunas interrogantes en
torno al comportamiento real que desarrollan las clases medias.
Como se puede apreciar, el fenómeno de la movilidad social, vinculado a la industrialización
y la urbanización, constituye uno de los ejes temáticos principales de análisis de las clases medias
en el marco del desarrollismo latinoamericano. En efecto, de acuerdo a Costa Pinto, la movilidad
social en la región – en el contexto de la industrialización – se caracterizaría por presentar rasgos
particulares que la diferencian del mismo fenómeno en las sociedades desarrolladas, en tanto en
ellas la movilidad sólo se relacionaría con cambios de posiciones individuales dentro de la escala
jerárquica de la estratificación, mientras que en América Latina, además de esto y al mismo tiempo,
se produce una transformación del propio sistema de estratificación.36 El resultado de este proceso
es, a grandes rasgos, la coexistencia de dos escalas (tradicional y nueva) de valuación del prestigio
de las posiciones sociales, que corresponden a diferentes patrones de organización socioeconómica.
En este contexto, Costa Pinto señala que las sociedades en proceso de desarrollo se
caracterizarían por la emergencia de una clase media propiamente tal - en el pasado sólo existiría
una clase intermedia -, siendo sus principales factores de desarrollo, por una parte, las alteraciones
en la estructura de las empresas que resultan de la multiplicación de las categorías intermedias
entre la dirección y la ejecución, y por otra, la expansión del Estado y la burocratización del
servicio público como fuente de sustentación. Ahora bien, la coexistencia de dos sistemas de
estratificación, apunta, se expresa a través de lo que denomina como “fenómeno de halo”, es decir,
la inadecuación entre el prestigio que alcanzan determinadas ocupaciones y su consiguiente
posición en la escala de renumeraciones. Es el caso, precisamente, de las nuevas ocupaciones
representadas por la clase media (principalmente las burocráticas), que tienden a presentar un alto
status, pero salarios no significativamente mayores que los presentes en el trabajo manual más
calificado.
En esta misma línea, cabe hacer una especial referencia al estudio desarrollado por Carlos
Filgueira y Carlo Geneletti dirigido a diagnosticar los principales cambios operados en la estructura
ocupacional y la movilidad estructural en América Latina durante el periodo 1950-1970, con
especial énfasis en las alteraciones en el tamaño, composición y perfiles de la clase media.37 De
hecho, los autores parten de la premisa analítica central de que los cambios en la proporción de la
clase media sobre el total de la población económicamente activa es un buen indicador de los
cambios en la estratificación social, y un factor clave en la comprensión de la movilidad social. De
esta manera, Filgueira y Geneletti desarrollan una estructura de estratificación cruzando variables
de ocupación y categoría ocupacional, dando lugar a cinco estratos reunidos en dos grandes grupos:
trabajadores manuales y no manuales. El primero, entonces, constituye el estrato inferior, mientras
que el otro representa el estrato medio y alto.
Así, en primer término, dan cuenta del crecimiento sostenido de la clase media durante el
periodo, vinculado principalmente a la expansión del sector terciario y la creación de puestos desde
el Estado, tratándose, en suma, de una relación entre desarrollo socioeconómico (crecimiento y
modernización) y ampliación de la clase media. Ahora bien, a partir de ello se considera el patrón
de crecimiento presente, advirtiendo– mediante la comparación con datos de países desarrollados –
que la relación entre desarrollo e incremento de la clase media no representa una línea constante,

36
Costa Pinto, Luis A.: Estructura de clases y cambio social, Ed. Paidós, Bs. Aires, 1971.
37
Filgueira, Carlos y Geneletti, Carlo: Estratificación y Movilidad Ocupacional en América Latina, Cuadernos de la CEPAL,
Santiago, 1981.

27
Estratificación social y clases sociales. Una revisión analítica de los sectores medios

sino que se daría un límite en su crecimiento, al cual se acercarían países de la región como
Argentina, Uruguay y, en menor medida, Chile.
En tercer lugar, sostienen que la clase media no se estructura como un grupo homogéneo,
sino que presenta posiciones de status alto y bajo, donde precisamente el crecimiento mencionado
anteriormente se ha dado primordialmente en éste último grupo, vale decir, en las capas bajas de la
clase media (vendedores, oficinistas) y no en las altas (gerentes y empresarios). En suma, se trataría
de que el crecimiento de la clase media encubre un proceso de proletarización intenso en su
composición interna. Por último, realizan una interesante consideración en torno a la movilidad
social – entendida como el cambio en la distribución del ingreso, la educación, el prestigio, el
poder y la riqueza -, apuntando que en América Latina ésta se encuentra semibloqueada, ya que
sólo se produce sin alterar la distribución básica de los recursos económicos. Ello explicaría,
entonces, que la expansión sostenida de la educación y el incremento del status de determinadas
posiciones no se acompañe de cambios sustanciales en la distribución del ingreso.

28
CEPAL - SERIE Políticas sociales N° 125

III. Los análisis contemporáneos


sobre estratificación y clases
sociales. Aproximaciones
teóricas y empíricas a los
sectores medios

Con posterioridad a los trabajos reseñados en el capítulo


anterior, o en algunos casos de forma paralela pero abordando
determinados aspectos con mayor sistematicidad o profundidad, se han
desarrollado una serie de análisis que pretenden identificar con mayor
precisión a los grupos y clases medias, sobre todo a partir de una
comprensión más concreta - que ha posibilitado que se desprendan una
serie de investigaciones empíricas – de los mecanismos que participan
en la articulación de la estratificación y la estructura de clases.
De acuerdo a Crompton, los análisis contemporáneos sobre
estratificación y clases pueden clasificarse en tres tipos o categorías
generales: (1) los índices de “sentido común”, vale decir, aquellos que
sin mayores pretensiones teóricas ordenan las clases de acuerdo a un
orden jerárquico aproximado siguiendo una diversidad de criterios; (2)
los análisis de prestigio o status ocupacional que ordenan las clases a
partir del rango o valor que presentan sus ocupaciones; y (3) los
esquemas teóricos-relacionales que, construidos en referencia
explícita a los enfoques clásicos –particularmente intentando articular
las dimensiones del análisis marxiano y weberiano-, se caracterizan
principalmente por pretender dar cuenta de la dinámica y las
realidades de las relaciones de clase, más que describir estructuras

29
Estratificación social y clases sociales. Una revisión analítica de los sectores medios

gradacionales de desigualdad o prestigio.38 Son estos esquemas teóricos-relacionales, precisamente,


los que han desarrollado las aproximaciones teóricas y empíricas más precisas hacia las clases
medias en la sociología europea contemporánea, por lo cual es sumamente pertinente considerarlos
en el marco de esta revisión analítica.
En el caso de América Latina, por su parte, se revisarán una serie de investigaciones
contemporáneas sobre estratificación y clases, situando en ellas las principales referencias a las
clases medias, particularmente en relación a los cambios en sus patrones constitutivos, perfiles y
orientaciones, a raíz del proceso de globalización y el nuevo estilo de desarrollo vigente en la
región a partir de los ajustes estructurales de mediados de los ochenta.

A. Los enfoques teóricos-relacionales. La articulación de


relaciones de producción y mercado para la identificación de
las clases sociales
Como se apuntaba, los enfoques teóricos-relacionales se han construido en referencia
explicita a los análisis clásicos de Marx y Weber, razón por la cual comúnmente se les ha
catalogado bajo las denominaciones de teorías neomarxistas o neoweberianas. Precisamente, de
acuerdo a Burris, los análisis contemporáneos sobre estratificación y clases sociales se caracterizan
por intentar articular las dimensiones propias de los enfoques clásicos, de modo tal que en ellos se
integran comprensivamente categorías o ejes analíticos que previamente aparecían como
dicotomías, a saber: (a) la importancia de identificar tanto la estructura como la acción para el
análisis de las clases; (b) la incorporación de otros bases de diferenciación y asociación colectiva,
además de las clases sociales; (c) la vinculación entre la dimensión de la explotación y la referida a
la dominación para la comprensión de la estructura social; y, por último, (d) la articulación de
relaciones de producción y mercado para la identificación de las clases.39
De esta manera, a continuación se procede a revisar algunos de estos enfoques
contemporáneos sobre estratificación y clases sociales, destacándose aquellos en donde la
preocupación por la identificación de las clases medias ha encontrado un mayor desarrollo, y que
son particularmente los análisis de Anthony Giddens, Erik Olin Wright y Jhon Goldthorpe.
En primer lugar, como orientación general de su análisis, Anthony Giddens va a considerar
que las clases sociales no deben necesariamente suponerse como un actor social, ni siquiera como
un grupo o formación cabalmente definida a partir de su inserción objetiva en una estructura o
aglomerado de posiciones preexistentes, sino que, más bien, corresponden a agregados en gran
escala de individuos, que se componen de relaciones definidas impersonalmente y que son
nominalmente abiertos.40 Con esto, Giddens pretende atribuir un rol importante, pero no exclusivo,
a los comportamientos y relaciones entre los individuos para la identificación de las clases, de
modo tal que en vez del concepto estructura de clases va a insertar la noción de estructuración de
las relaciones de clase para llevar a cabo su análisis.
De este modo, se trata de una estructuración activa de las clases y grupos sociales, en donde
para su identificación y comprensión no basta con señalar los principales rasgos de la estructura
económica, sino que es preciso clarificar los distintos factores, con sus correspondientes tipos y
niveles, que intervienen en la estructuración de las clases. Precisamente, el problema central que

38
Crompton, Rosemary: Clase y estratificación. Una introducción a los debates actuales, Ed. Tecnos, Madrid, 1994, págs. 31-32.
39
Burris, Val: La síntesis neomarxista de Marx y Weber sobre las clases, en Caravaña, J. y de Francisco, A. (comps.): Teorías
contemporáneas de las clases sociales, Zona Abierta 59/60, Madrid, 1992. También, véase Longhi, Augusto: La teorización de las
clases sociales. Coincidencias y diferencias fundamentales de los enfoques marxista y weberiano, en Revista de Ciencias Sociales,
N° 22, Universidad de La República, Uruguay, 2005.
40
Giddens, Anthony: La estructura de clases en las sociedades avanzadas, Alianza Ed., Madrid, 1979, pág. 113.

30
CEPAL - SERIE Políticas sociales N° 125

debe enfrentar el análisis de clases, a decir de Giddens, es el modo en que las relaciones
estrictamente económicas se transforman en estructuras sociales “no económicas”, vale decir,
identificar los factores que intervienen en el proceso a través del cual una categoría económica se
convierte en un grupo o formación social efectiva e identificable. Con esto, como se puede
apreciar, el análisis de la estratificación y las clases permite trascender una visión exclusivamente
nominal o descriptiva de los grupos, para dar cuenta de su existencia como agrupaciones o
formaciones sociales reales.
Sobre la base de esto, Giddens va a distinguir entre factores mediatos e inmediatos de
estructuración de clases. Los primeros corresponderían a aquellos que intervienen, precisamente,
entre la existencia de determinadas posiciones en el mercado (capacidades de mercado) y la
formación de clases como grupos sociales identificables. Particularmente, los factores mediatos se
ligarían al importante fenómeno de la movilidad social, en tanto la distribución de las
oportunidades existentes en una sociedad implica distintos niveles de conformación de grupos
sociales, siendo su caso extremo aquél en donde la carencia absoluta de movilidad contribuye a la
reproducción permanente de las experiencias vitales comunes entre distintas generaciones y, por
ende, al cierre y permanencia temporal de un grupo o clase social.41
Así, las capacidades de mercado que componen el ámbito de los factores mediatos de
estructuración de clases, en el marco de la sociedad capitalista, serían principalmente: (a) la
posesión de la propiedad de los medios de producción; (b) la posesión de cualificaciones
educativas o técnicas; y (c) la posesión de la fuerza de trabajo manual. Como se puede apreciar, el
análisis de Giddens hasta aquí sigue de cerca los planteamientos weberianos revisados al comienzo,
lo cual lo lleva justamente a plantear que en la medida que en las sociedades capitalistas cada una
de esas capacidades de mercado se vincula a la existencia de un grupo social particular, la
estructura de clases en éstas tiende hacia la consolidación de un sistema genérico compuesto de tres
clases: alta, media y baja u obrera.
Ahora bien, el problema para el análisis de la estratificación y las clases es, como ya se
planteaba, dar cuenta de los mecanismos a través de los cuales ese sistema genérico, derivado de la
inserción económica en el ámbito del mercado, se manifiesta en la diversidad de sociedades
históricas concretas, dando origen a grupos y clases definidos e identificables, lo cual implica
considerar las variaciones que éstas presentan en términos de desarrollo económico y político.
Por otro lado, los factores inmediatos que participan en la estructuración de las relaciones de
clases corresponden a aquellos que pueden considerarse como particulares o localizados en la
formación de un grupo social, a saber: (a) la división del trabajo dentro de la empresa o unidad
productiva; (b) las relaciones de autoridad dentro de la empresa o unidad productiva; y (c) la
influencia de los denominados grupos distributivos, entendidos como aquellos que se producen a
partir de relaciones que entrañan formas comunes de consumo de determinados bienes o servicios.
A partir de esto es pertinente realizar algunas precisiones analíticas que realiza Giddens,
sobre todo por su utilidad para la identificación y comprensión de los sectores medios. En primer
lugar, como se mencionó, los grupos distributivos corresponden a aquellos que se estructuran en
torno a formas comunes de consumo, lo cual no implica que éstas – como en el caso de los grupos
estamentales weberianos – vayan asociadas directamente a determinados niveles de prestigio u
honor social. En el caso de que existan tales evaluaciones de prestigio se trata de una situación de
status y, aún más particularmente, cuando éstas dan como resultado la configuración de relaciones
sociales que derivan su coherencia de niveles de prestigio compartidos, corresponde hablar de un
grupo de status. De esta manera, como se aprecia, el problema nuevamente es diferenciar
41
Por cierto, Giddens advierte que la carencia absoluta de movilidad (intergeneracional e intrageneracional) constituye un tipo ideal no
identificable en la sociedad moderna, toda vez que en ésta los grupos y clases sociales no se establecen de acuerdo a limitaciones
legalmente establecidas, como es el caso de los estamentos en las sociedades feudales.

31
Estratificación social y clases sociales. Una revisión analítica de los sectores medios

analíticamente la inserción meramente económica de un grupo en la esfera del consumo (grupo


distributivo) de su articulación como una formación social real e identificable (grupo de status).
En segundo lugar, es necesario no confundir - como lo ha hecho parte importante del análisis
sobre estratificación y clases de acuerdo a Giddens- los dos primeros factores inmediatos de
estructuración de clases mencionados. Es decir, se trata de no reducir las relaciones de autoridad al
interior de la empresa a una expresión causal de las diferencias en la división del trabajo en la
misma, las cuales se asocian más bien a distinciones de carácter técnico en el ejercicio de las
labores.42 De esta manera, por ejemplo, la distinción entre trabajo manual y no manual, o también
entre labores productivas y no productivas, no arroja directamente diferencias en el ejercicio de la
autoridad, lo cual es fundamental, de acuerdo a Giddens, al momento de comprender la
particularidad de los sectores medios.43
Además de los factores mediatos e inmediatos que intervienen en la estructuración de las
clases, Giddens destaca otros aspectos importantes de considerar al nivel de la formación de los
grupos y las relaciones entre éstos. En primer término, se trata de la idea de reconocimiento de
clase, que implica la identificación que realiza un grupo social sobre actitudes, creencias y estilos
de vida que son considerados como propios o particulares, y que se diferencia de la conciencia de
clase, en tanto ésta implica, además de un reconocimiento propio, la identificación de otras clases
sociales con sus respectivos comportamientos y estilos de vida.44 Desde aquí es posible distinguir,
al nivel de las relaciones de clase, entre un conflicto social y una contradicción, en donde aquél
alude a una oposición de intereses de clase, mientras que la segunda representa un conflicto que
alcanza el nivel de una discrepancia entre un modo existente y un modo posible de organizar las
relaciones de autoridad.
A partir de estos factores y elementos, entonces, es posible situar e identificar a las clases
medias. Cabe precisar, como orientación general, que el análisis de Giddens considera
particularmente a los sectores medios como aquellos que desempeñan ocupaciones de tipo
administrativo y comercial, a los profesionales y técnicos, y en menor medida - producto de su
disminución en el marco del capitalismo avanzado- a los grupos vinculados a la pequeña propiedad
(pequeña burguesía, o de acuerdo a Giddens, “antigua clase media”).
De esta manera, en primer lugar, en el ámbito de los factores mediatos las clases medias
aparecen vinculadas a la capacidad de mercado que se deriva de la posesión de cualificaciones
educativas y técnicas, a diferencia del ejercicio de la fuerza de trabajo manual propio de la clase
obrera.
Pero a ello se debe agregar la importancia que adquieren en su configuración los factores
inmediatos, particularmente la articulación de grupos distributivos que generan formas de consumo
particulares, y desde ahí, grupos de status que asocian niveles de prestigio determinados a las
pautas propias de los sectores medios. Un caso ilustrativo de esto, al decir de Giddens, serían las
pautas de consumo en el ámbito de la vivienda que desarrollan los sectores medios, en donde es
posible identificar la existencia de “barrios de clase media” a los cuales se asocia un determinado
prestigio social.

42
Por ello Giddens, en otra obra, va a emplear el concepto de relaciones paratécnicas para identificar este último ámbito (división del
trabajo). Véase Giddens, A.: El capitalismo y la moderna teoría social, Ed. Labor, Barcelona, 1997.
43
A partir de esto Giddens va a criticar la noción de clase de servicio desarrollada por Goldthorpe – y que más adelante
especificaremos – como referencia válida para las “nuevas clases medias”, debido a que reduciría su identificación como clase al
tipo de labores técnicas que realizan.
44
A su vez la noción de conciencia de clase contiene distintas gradaciones o momentos de desarrollo, que van desde una concepción
de identidad de clase hasta la conciencia que asume la posibilidad de una reorganización total de la sociedad a partir de una acción
colectiva (clasista).

32
CEPAL - SERIE Políticas sociales N° 125

Ahora bien, también las formas y mecanismos a través de los cuales los sectores medios
reconocen sus estilos de vida y costumbres propias presentan particularidades que contribuyen a su
estructuración como grupo social identificable. De esta manera el reconocimiento de clase de los
sectores medios se vincularía a una perspectiva cognitiva signada por una paradoja crucial, en la
medida en que transcurre mediante una negación de la existencia de las clases, asociándose, por el
contrario, a una imagen de la sociedad que reconoce la responsabilidad y el logro individual como
los ejes de las posiciones y la movilidad social. En suma, la “imagen de sociedad” que se
estructuraría en los sectores medios si bien implicaría una percepción jerárquica de la estructura
ocupacional, sus posiciones, conflictos y movimientos (ascendentes o descendentes) serían
interpretados en relación a esfuerzos e iniciativas individuales, y no a partir de la relación entre
clases sociales.
Por último, cabe mencionar los factores que actuarían como mecanismos que impulsan la
diferenciación interna de los sectores medios, que se ligarían, por una parte, a las diferentes
capacidades de mercado que presentan sus miembros (factor mediato) y, por otra, a distinciones en
las relaciones que operan en el seno de la división del trabajo (factor inmediato). El primero,
entonces, apuntaría especialmente a la capacidad de mercado significativamente relevante que
poseen los miembros de los sectores medios que pueden ofrecer conocimientos técnicos o
simbólicos especializados, vale decir, los grupos profesionales. Mientras que el segundo se refiere
al carácter particular de las tareas o labores técnicas que se desempeñan en el marco de la
organización del trabajo.
Otro de los enfoques sobre las clases sociales que mayor debate teórico e indagaciones
empíricas ha suscitado en la sociología contemporánea es, sin lugar a dudas, el desarrollado por el
neomarxista Erik Olin Wright, en el cual también se pueden encontrar referencias bastante
interesantes para la identificación de las clases medias.
Los trabajos de Wright, desarrollados a partir de los años setenta, se enmarcan dentro de un
complejo intento teórico por construir un concepto de estructura de clases que, derivándose
lógicamente en sus conceptos del modelo original marxiano,45 sea capaz de operar en un nivel de
análisis mucho más concreto y micro, posibilitando la comprensión de las variaciones históricas
entre sociedades y el impacto de la clase sobre la vida de sus miembros. Además, su análisis posee
una relevancia particular en el marco de la presente revisión, toda vez que, como ha sostenido en
más de una ocasión, se animan fundamentalmente por la pretensión de situar e identificar de modo
comprensivo y coherente, dentro de un renovado concepto de estructura de clases, a las
denominadas “clases medias”.
En primer lugar, al igual que en el caso de Giddens, para Wright las clases no deben
considerarse como meras posiciones o roles anclados en la estructura ocupacional, sino que se
definen y conforman como tales a partir de las relaciones que establecen entre sí, esto es, desde la
vinculación que desarrollan en el marco de las relaciones sociales de producción. Es por ello,
entonces, que la estructura de clases no remite a una jerarquía ocupacional o un esquema
gradacional, sino que debe entenderse como un conjunto de posiciones que se definen
relacionalmente, representando cada una de ellas un empleo, tratándose, en suma, de “un mapa
relacional de la estructura de empleos”.46

45
Ello implica, de acuerdo a Wright, mantener lógicamente al menos tres supuestos teóricos que siempre porta el análisis marxiano:
1) Un vínculo interno entre los conceptos de clases y la noción de modo de producción, y desde ahí, la relación con una teoría de las
variaciones históricas de la estructura de clases; 2) La idea de que las clases se definen relacionalmente mediante la explotación, lo
que determina que posean intereses antagónicos; y 3) La ambición de una ordenación teórica de los conceptos. Estos tres supuestos,
además según Wrightm, darían una superioridad analítica al enfoque marxista sobre las aproximaciones weberianas, a pesar de que
éstas puedan – precisamente por carecer de dichos supuestos o pretensiones – lograr una mayor precisión empírica.
46
Wright, Erik: Reflexionando, una vez más, sobre el concepto de estructura de clases, en The debate on classes (comp.), Verso,
Londres, 1989.

33
Estratificación social y clases sociales. Una revisión analítica de los sectores medios

Ahora, si bien esto implica considerar que las posiciones de clase se producen dentro de
relaciones sociales, debe tenerse en cuenta, precisa Wright, que lo que se relaciona no son las
posiciones en sí mismas, o los agentes que las ocupan, sino que más bien el conjunto de prácticas
que las caracterizan como tales. De este modo, por ejemplo, la “relación capital-trabajo”
identificada como central en el análisis marxiano, debe entenderse como un conjunto de prácticas
relacionales a partir del cual se sitúan y definen las correspondientes clases sociales (burguesía y
proletariado).
A partir de estas consideraciones generales, Wright desarrolla su primer intento de
aproximación a las posiciones intermedias de la estructura de clases. En esta aproximación, va a
considerar que las posiciones de clase se definen a partir de dos dimensiones principales o
prácticas relacionales constitutivas, a saber: (a) las relaciones de propiedad que se estructuran en
torno a la explotación; y (b) las relaciones de posesión y control que se constituyen a partir de la
dominación. En el marco del modo de producción capitalista, estas dimensiones darían origen a tres
posiciones de clase claramente definidas o simples, y además, a tres posiciones de clase
contradictorias, donde precisamente se ubicarían los grupos caracterizados comúnmente como
“clases medias”.
Las primeras – las clases propiamente tales – corresponderían, por una parte, a aquellas
posiciones que son ocupadas por quienes poseen la propiedad de los medios de producción y
ejercen la autoridad o el control en el proceso de trabajo, vale decir, la burguesía; y por otra, las
posiciones que carecen de propiedad y dirección en su trabajo, esto es, el proletariado. Finalmente,
Wright considera las posiciones que, siendo propietarias de medios de producción y controlando su
proceso productivo, se vinculan con la producción simple de mercancías (pequeña burguesía).
Por su parte, las posiciones contradictorias de clase estarían ocupadas por los directivos y
supervisores, los asalariados semiautonómos y los pequeños empresarios. En el primer caso,
corresponderían a una posición contradictoria en la medida en que si bien ejercen autoridad en el
marco del proceso de trabajo, no son los dueños o propietarios de los medios de producción, razón
por la cual ejercerían prácticas propias tanto de los capitalistas como del proletariado.
Los asalariados o empleados semiautonómos - por ejemplo los profesionales, expertos y
técnicos -, también ocupan una posición contradictoria de clase, pero no en el marco del mismo
modo de producción capitalista, sino que combinan elementos de relaciones de producción
propiamente capitalistas con relaciones de producción simple de mercancías, lo que se plasma en
que ejercen un control directo sobre su propio proceso laboral (como la pequeña burguesía), pero al
mismo tiempo deben vender su fuerza de trabajo para sobrevivir (como el proletariado).
Por último, los pequeños empresarios constituirían una posición contradictoria en tanto
combinan relaciones pequeñoburguesas, como productores directos que trabajan junto a sus
empleados, y relaciones capitalistas, derivadas de la explotación que ejercen sobre aquellos.
En suma, el esquema que resume esta primera aproximación analítica es el siguiente:47

47
Wrigth, Erik: Class, Crisis and the State, Verso, Londres, 1979, pág. 63.

34
CEPAL - SERIE Políticas sociales N° 125

Esquema 1
LAS POSICIONES CONTRADICTORIAS DE CLASE (E.O. WRIGHT)

Modo de Producción Producción Simple de


CAPITALISTA MERCANCÍAS

Burguesía

Pequeños
Empresarios

Directores y Pequeña
Supervisores Burguesía

Asalariados
Semiautonómos

Proletariado

= Clases

= Posiciones contradictorias de clase

Ahora bien, de acuerdo a Wrigth, esta aproximación a los sectores medios presenta atractivos
y falencias que es preciso tener en cuenta al intentar desarrollar indagaciones empíricas desde sus
nociones centrales. Entre sus ventajas, se presentaría, en primer lugar, el hecho de integrar
sistemáticamente a la clase media dentro de una estructura de clases definida de modo relacional;
en segundo lugar, la inclusión que logra en el análisis, a partir de integrar criterios referidos a la
dominación y la autonomía en el trabajo, de la experiencia concreta (vivida) de las posiciones
intermedias dentro de la producción, contribuyendo a una aproximación mucho más concreta en su
definición de clase; y por último, la idea de las posiciones contradictorias abre un espacio
importante en el análisis para las dimensiones políticas e ideológicas que participan en la
formación de clase, es decir, el proceso posible mediante el cual una posición de clase con intereses
materiales contradictorios se constituye como un actor colectivo organizado. Mientras que, por el
lado de las falencias del esquema, se encontraría el dar una excesiva relevancia al criterio de la
dominación, en desmedro de la explotación, para la definición de directivos y asalariados
semiautonómos; a lo cual se agregaría, algo aún más relevante, la no distinción entre empleo estatal
y privado, y finalmente las dificultades de operacionalizar la categoría de los empleados
semiautonómos.48
Considerando esto, Wright desarrolló un segundo intento de aproximación conceptual,
basándose fundamentalmente en la aplicación de la teoría de juegos al análisis de la explotación

48
Para una revisión más detallada de las ventajas y limitaciones de esta aproximación, véase el capítulo 2 de Wright, Erik: Classes,
Verso, Londres, 1985.

35
Estratificación social y clases sociales. Una revisión analítica de los sectores medios

desarrollada por Jhon Roemer.49 La pretensión central de dicha aplicación, que recoge Wright, es
analizar distintos sistemas de explotación considerando la organización de la producción como un
“juego”, en el cual intervienen actores que portan variados tipos de bienes productivos que les
sirven para generar ingresos sobre la base de determinadas estrategias y reglas.
Desde aquí Wright distingue cuatro tipos de bienes que son la base de variadas relaciones de
explotación (explotaciones múltiples), que se definen a partir del acceso diferencial que las clases
tienen sobre éstos. Concretamente, considera los siguientes bienes con su correspondiente forma de
explotación característica: (a) bienes de la fuerza de trabajo (explotación feudal); (b) bienes de
capital (explotación capitalista); (c) bienes de organización (explotación estatista); (d) bienes de
cualificación (explotación socialista).
Ahora bien, si bien cada forma de explotación corresponde a un modo de producción
abstracto, en las sociedades reales siempre se articulan o combinan diferentes mecanismos de
explotación. Esto implica, de acuerdo a Wright, que en una estructura de clase concreta existan
posiciones que puedan ser explotadas a través de un mecanismo de explotación, pero que, al mismo
tiempo, sean explotadoras a través de otro mecanismo, constituyéndose, por tanto, como posiciones
intermedias. Es aquí, en suma, donde se sitúan las clases medias en esta segunda aproximación de
Wrigth.
En el caso particular de la sociedad capitalista, precisa Wrigth, los bienes que configurarían
las relaciones de explotación, y por ende la estructura y sus posiciones de clase, serían los de
capital, organización y cualificación. De este modo, por ejemplo, una posición intermedia como la
ocupada por los directivos sería capitalistamente explotada pero a la vez explotadora de bienes de
organización, o también el caso de los expertos o técnicos, que son explotados de forma capitalista
y explotadores de cualificación.
A partir de estas dimensiones, se produce un esquema bastante más diferenciado y complejo
de posiciones de clase, que se representa del siguiente modo.50
Esquema 2
LA ESTRUCTURA DE CLASES DESDE LAS EXPLOTACIONES MÚLTIPLES (E.0. WRIGHT)

Poseen suficiente 1. Burguesía 4. Directivos 7. Directivos 10. Directivos no


capital para expertos semititulados titulados.
contratar
trabajadores y +
trabajar
Poseen suficiente 2. Pequeños 5. Supervisores 8. Supervisores 11. Supervisores 0 Bienes de
capital para Empresarios. expertos semititulados no titulados. Organización
contratar
trabajadores pero
deben trabajar
Poseen suficiente 3. Pequeña 6. No directivos 9. Obreros 12. Proletariado.
capital para trabajar Burguesía. expertos semititulados.
autónomamente,
pero no para
contratar
trabajadores
+ 0 -
Bienes de Cualificación

Bienes de Producción
Propietarios de Medios de Producción No Propietarios (Asalariados)

49
Véase Roemer, Jhon: Teoría general de la explotación y las clases, Ed. Siglo XXI, Madrid, 1989.
50
Wright, Erik: Classes, Op. Cit, pág. 88.

36
CEPAL - SERIE Políticas sociales N° 125

Finalmente, conviene mencionar algunos ideas que Wright ha incorporado a su análisis, sin
estructurar aún una tercera aproximación, pero que son relevantes para la identificación de los
sectores medios.51
En primer lugar, se trata del concepto de posiciones múltiples de clase, que se refiere a
quienes poseen más de un empleo, y a los que, siendo empleados, pueden convertir parte de su
renta en acciones u otro tipo de propiedad capitalista. En segundo término, la noción de posiciones
mediatas de clase remite a la medida en que ciertos intereses de clase – como las amas de casa o los
estudiantes – no pueden analizarse en vinculación directa con la ocupación, sino que se deben
articular con las redes sociales en que éstos se insertan (por ejemplo, las redes de parentesco y las
unidades familiares). Y por último, se debe considerar la existencia de posiciones temporales, vale
decir, incluir en el análisis de la estructura de clase la dimensión temporal asociada a la trayectoria
(movilidad) que poseen determinadas categorías ocupacionales (por ejemplo, los profesionales y
directivos asociados a labores en las cuales existen carreras).
Como se señalaba al comienzo de este capítulo, los trabajos e investigaciones comparativas
sobre estructura de clases y movilidad social realizados por Jhon Goldthorpe constituyente otra
referencia central a tener en cuenta para la conceptualización de los sectores medios. Comúnmente
caracterizado como neoweberiano, a pesar de rechazar en más de una ocasión dicha calificación, la
preocupación central del enfoque desarrollo por Goldthorpe –en conjunto con otros miembros del
denominado grupo de Nuffield–52 remite a comprender las consecuencias que los mecanismos y
procesos de movilidad social acarrean sobre la formación y la acción de las clases en el marco de
las sociedades industriales avanzadas. A partir de ello ha elaborado un interesante e ilustrativo
esquema de clases, que de acuerdo a su consideración, más que un mapa definitivo debe entenderse
como un instrumento de viaje para ser explorado en diversos contextos.53
Al igual que los enfoques de Giddens y Wright anteriormente reseñados, la aproximación de
Goldthorpe a la estructura de clases se caracteriza esencialmente por su carácter relacional, vale
decir, por concebir e identificar a las clases a partir de los vínculos que establecen entre sí, y no a
partir de una clasificación gradacional o meramente jerárquica de un determinado atributo (como la
renta o el prestigio).
De esta manera, en un primer acercamiento,54 Goldthorpe elaboró un esquema de clases
basado en datos ocupacionales de la sociedad británica, identificando ocho categorías que a su vez
se pueden agrupar en denominaciones mayores. Así, en el punto más alto del mapa de clases,
encontraríamos una clase elitaria, a la cual le sigue la clase de servicio, identificándose en su
interior las categorías de clase de servicio alta y subalterna. Mientras que, en la parte inferior del
mapa, se situaría la clase trabajadora, compuesta a su vez por las categorías de los trabajadores
calificados y los no calificados. Entre ambas, precisamente, se ubicaría una amplia y variada clase
intermedia, que aglomeraría a las categorías correspondientes a la “clase de cuello blanco”, la
“pequeña burguesía” y la “clase trabajadora alta”.
En suma, el mapa de clases se presentaría de la siguiente manera:

51
Al respecto, véase los apartados 5 (Nuevas complejidades) y 6 (De vuelta a la clase media), del ya citado Reflexionando, una vez,
sobre el concepto de estructura de clases.
52
Aquí cabe además considerar los nombres de Catriona Llewellyn, Clive Payne y K. Hope.
53
Erikson, Robert y Golfthorpe, Jhon: The constant flux. A study of class mobility in industrial societies, Clarendon Press, Oxford,
1993, pág. 46.
54
Véase Goldthorpe, J.: Social mobility and class structure in modern Britain, Clarendon Press, Oxford, 1980. Para una revisión
detallada de este esquema, revisar particularmente el Capítulo 2: Class Mobiltiy in Britain: Three Theses Examined.

37
Estratificación social y clases sociales. Una revisión analítica de los sectores medios

Esquema 3
PRIMER MAPA DE CLASES (J. H. GOLDTHORPE)
CLASE ELITARIA
I. Clase de servicio alta
Clase de Servicio
II. Clase de servicio subalterna

III. Clase de cuello blanco

IV. Pequeña burguesía Clase Intermedia


V. Clase trabajadora alta

VI. Clase trabajadora calificada


Clase Trabajadora
VI. Clase trabajadora no calificada

En aproximaciones posteriores, Goldthorpe ha profundizado dicho mapa, incluyendo nuevas


categorías o especificando otras ya existentes. Particularmente, ha considerado los siguientes
criterios principales para la identificación de las clases y sus correspondientes categorías: (a) la
propiedad/no propiedad de los medios de producción; (b) la diferencia entre empleadores /
autoempleados y empleados, considerándose diferencias también en el número de empleados
cuando se poseen; (c) la distinción manual / no manual y agrícola en el ejercicio de las labores; y
(d) el tipo de relación de empleo.
Conviene destacar el último criterio mencionado, pues a partir de su profundización
Goldthorpe ha avanzado en la identificación de determinadas categorías y clases sociales. Las
relaciones de empleo, de acuerdo a Goldthorpe, deben analizarse a partir de dos componentes
fundamentales que influyen en la estructuración y la formación de las clases, a saber: (a) las formas
de regulación del trabajo (particularmente expresadas en el tipo de contrato); y (b) la estabilidad de
los ingresos y rentas que se obtienen desde el empleo.
En términos más precisos, el primer componente de la relación laboral (la regulación del
trabajo), remite al hecho de que los empleadores escogen al personal empleado para cumplir,
básicamente, las funciones de control y monitoreo o el ejercicio de un conocimiento especializado,
lo que se plasma en tipos de contratos distintos. De esta manera, el empleo de la clase trabajadora
se regularía mediante un contrato especifico, que implica una cierta cantidad de trabajo sobre la
base de tiempo o producto que se intercambia por un determinado nivel de ingreso (salarios). A
diferencia de lo que sucede con la clase de servicio, la cual presente un vínculo contractual
relativamente difuso y de largo plazo (“código de servicio”), que se expresa en oportunidades de
hacer carrera – en especial entre los profesionales y managers-, derivándose expectativas de
ascenso y promoción, además de la existencia de honorarios e incentivos. Finalmente, las
posiciones intermedias poseerían formas de contrato mixtas, es decir, ligadas tanto a características
propias del vínculo básico y al de servicio.
Por otro lado, la estabilidad de los ingresos representa un factor fundamental que, ligado al
tipo de contrato, diferencia a la clase de servicio de la clase trabajadora. En efecto, el contrato
básico de los trabajadores requiere esfuerzo físico y baja autonomía en el proceso mismo, y se
caracterizaría por la menor estabilidad en sus ingresos, mientras que la clase de servicio al
desempeñar labores de conocimiento o control, entabla una relación de confianza con sus
empleadores, que se mantiene a través de incentivos y oportunidades de ascenso, tendiendo por
tanto sus ingresos a ser más prospectivos.
A partir de esto Goldthorpe propone el siguiente esquema de clases y categorías sociales,
comúnmente utilizado en su investigación empírica:

38
CEPAL - SERIE Políticas sociales N° 125

Esquema 4
SEGUNDO MAPA DE CLASES (J.H. GOLDTHORPE)
I. Profesionales, administradores y funcionarios de nivel
superior, dirigentes de grandes empresas, grandes
empresarios.
Clase de servicio II. Profesionales, administradores y funcionarios de nivel
inferior, técnicos con altos niveles de calificación,
dirigentes de empresa pequeñas y medianas,
supervisores de trabajadores no manuales, empleados.
IIIa Empleados ejecutivos.
IIIb Trabajadores de servicios.
IVa Pequeños empresarios y trabajadores autónomos con
Clases intermedias dependientes.
IVb Pequeños empresarios y trabajadores autónomos sin
dependientes.
V. Técnicos de nivel inferior, supervisores de trabajadores
manuales.
VI. Trabajadores manuales industriales calificados.
Clases trabajadoras VIIa Trabajadores manuales industriales calificados.
VII.b Trabajadores manuales agrícolas.

Ahora bien, antes de reseñar los vínculos que este esquema tiene con el fenómeno de la
movilidad y la formación de clases, cabe hacer algunas anotaciones particulares sobre la clase de
servicio, toda vez que ésta ha tendido a considerarse como expresión de las “nuevas clases medias”
del capitalismo avanzado, y ha suscitado un amplio debate en la sociología europea contemporánea.55
En efecto, como ya se apuntaba, para Goldthorpe la clase de servicio se distingue
fundamentalmente de los asalariados clásicos a partir de la relación de empleo particular que
entabla con sus empleadores, y no desde la diferencia – central en el análisis marxista- entre trabajo
productivo y no productivo. Sería entonces dicha relación de empleo, basada en un código de
servicio (distinto al contrato de trabajo básico) y en la existencia de honorarios e incentivos (que
difieren del salario habitual), lo que daría a la clase de servicio una posición particular en la
estructura de clases, que además le posibilitaría una seguridad relativa en su empleo y perspectivas
de mejora material y de status que no se encuentran en las capas trabajadoras.
Por esto, la clase de servicio estaría representada por todas las ocupaciones de cuello blanco
de nivel alto, vale decir, los empleados profesionales, administrativos y directores que desempeñan
labores vinculadas a un conocimiento especializado y experto, o que ejercen determinados grados
de autoridad sobre el proceso productivo y los trabajadores. Es ello lo que determina una relación
de confianza con sus empleadores, a partir de la cual las ocupaciones mencionadas comparten una
comunidad básica de situación de trabajo (posición en los sistemas de control y autoridad), y desde
ahí, una situación de mercado (fuentes y niveles de ingreso), lo que permite su identificación como
clase de servicio. Por cierto, ello no implica la ausencia de distinciones internas en su composición,
las que se derivarían fundamentalmente del carácter público o privado del empleo, así como de la
estratificación en términos de niveles de ingreso, riqueza, hábitos de consumo, etc., entre los
individuos y familias que la componen.
Ahora, también es preciso destacar las diferencias de la clase de servicio con las posiciones
limítrofes (superiores e inferiores) de la estructura de clases. En primer término, se distinguirían de
una clase superior o elitaria en la medida en que las posiciones de servicio son ocupadas a partir de
una delegación de autoridad o promoción burocrática (carrera), mientras que las correspondientes a
aquella serían expresión de su propio poder (económico, político, etc.). Y, por otra parte, a pesar de
que puedan compartir algunos rasgos, la clase de servicio se diferenciaría de las posiciones o clases

55
Véase Goldthorpe, Jhon: Sobre la clase de servicio, su formación y su futuro, en Caravaña, J. y de Francisco, A. (comps.): Teorías
contemporáneas de las clases sociales, Zona Abierta 59/60, Madrid, 1992.

39
Estratificación social y clases sociales. Una revisión analítica de los sectores medios

propiamente intermedias de la estructura social – oficinistas, dependientes, técnicos, encargados y


otros tipos de personal -, en la medida en que éstos no se encuentran cabalmente integrados a las
organizaciones o unidades productivas mediante una relación de empleo como la de la clase de
servicio, por lo cual carecen de los incentivos, la seguridad en el trabajo y las rutas de promoción
que caracterizan a esta última.
Considerando estos elementos analíticos, Goldthorpe ha desarrollado una serie de
investigaciones comparativas sobre el fenómeno de la movilidad social y sus consecuencias en la
formación de las clases.56 Particularmente, el interés de Goldthorpe ha radicado en analizar las
posibilidades de movilidad relativa, es decir, las oportunidades que tienen de formar parte de las
distintas clases sociales los individuos de distintas procedencias u orígenes, lo que sería una
medida de lo que denomina como fluidez social de las estructuras de clases. A partir esto, la tesis
central que ha defendido es que se ha producido, en el marco del capitalismo avanzado, un
crecimiento sostenido de la clase de servicio y las posiciones intermedias, a diferencia de la
disminución de la clase trabajadora, a partir de la posguerra, lo cual sin embargo no puede
interpretarse directamente como un incremento de la fluidez social o la igualdad de oportunidades
existente en las sociedades examinadas. Esto porque, pese a existir movimientos
intergeneracionales ascendentes entre clases sociales, se percibe también una tendencia notable de
éstas a reproducirse mediante la transmisión de recursos (económicos, sociales y culturales) a las
generaciones siguientes, lo cual les permite disponer de medios y estrategias que influyen
fuertemente en la posición de clase que se posee y enfrentar los obstáculos presentes en las rutas
ocupacionales.57
Sin embargo, como se mencionaba, una de las preocupaciones centrales de Goldthorpe es
vincular los patrones de movilidad existentes con las posibilidades de formación de clase, esto es,
con la posibilidad de identificar las clases como unidades sociales estables y coherentes, capaces de
articular intereses y comportamientos colectivos, y no sólo como meras categorías estadísticas.
Para dar cuenta de la formación de clase Goldthorpe considera dos factores centrales: la identidad
demográfica y la identidad cultural. La primera remitiría al grado en que sus miembros (individuos
y familias) comparten posiciones a través del tiempo, mientras que la segunda se ligaría al grado de
asociación que presentan en torno a sus estilos de vida, costumbres, valores, etc.
Entonces, por ejemplo, el decrecimiento sostenido de la clase trabajadora implicaría su
desestructuración como unidad social y cultural, su des-formación, afectando sus posibilidades de
acción grupal, a diferencia de lo que sucedería en la clase de servicio, la cual presentaría una
tendencia – a pesar de su heterogeneidad interna – a constituirse en el largo plazo como un grupo
definido y con oportunidades de movilización colectiva, tendencia que se incrementaría acorde
disminuye o se torna más lenta la movilidad social ascendente producto del cierre de la fluidez social.

B. Las investigaciones contemporáneas sobre los sectores


medios en América Latina. Globalización y nuevo estilo de
desarrollo
A continuación se reseñan algunas de las principales investigaciones contemporáneas de
América Latina que hacen referencia, desde distintas perspectivas, a las transformaciones operadas

56
La investigación fundamental, que recoge datos comparativos de clases y movilidad sobre un total de 12 países, es la contenida en
Erikson, R. y Goldthorpe: The constant... Op. Cit.
57
A partir de esto, Goldthorpe ha integrado una serie de elementos provenientes de la teoría de la acción racional (rational choice)
para dar cuenta de las estrategias que participan en la transferencia hereditaria de posiciones y recursos sociales, abriendo, al mismo
tiempo, un interesante debate – que luego se consignará – con perspectivas “culturalistas” sobre la movilidad social desprendidas de
la obra de Pierre Bourdieu.

40
CEPAL - SERIE Políticas sociales N° 125

en las clases medias latinoamericanas en el marco del proceso de globalización y la instalación de


un nuevo estilo de desarrollo a partir de la década de los ochenta. Particularmente, las
investigaciones aquí reseñadas han sido seleccionadas de acuerdo a dos criterios principales, a
saber: (1) intentar abarcar la mayor cantidad de sociedades de la región, considerando que no
abundan los estudios globales sobre la región, sino que preferentemente trabajos referidos a
determinados países; 2) dar cuenta de una diversidad de perspectivas analíticas (estratos, clases,
índices, etc.) que han sido empleadas para dar cuenta de las transformaciones recientes en las
clases medias.
Una de las aproximaciones a destacar, por su intención de elaborar un mapa analítico y
generar datos para el conjunto de América Latina, es el desarrollado por Portes y Hoffman dirigido
a dar cuenta de los reordenamientos de la estructura de clases ante la reorientación del modelo de
desarrollo de la región en las décadas recientes.58 Partiendo de una noción de clase que alude a una
categoría distintiva y perdurable de la población que se caracterizaría, en lo fundamental, por un
acceso diferenciado a una serie de recursos sociales disponibles que le otorgarían poder y
determinadas posibilidades de vida, Portes y Hoffman realizan dos precisiones importantes de tener
en cuenta para el análisis de las clases.
En primer lugar, se trata de la consideración general de que dichos recursos en la sociedad
capitalista se vinculan explícitamente con el mercado y, por ende, con la capacidad de los
individuos y grupos sociales de acceder y competir por ellos. Ello, en segundo lugar, tiene
connotaciones particulares para las sociedades de América Latina, toda vez que en éstas buena
parte de la población no ha sido incorporada íntegramente a relaciones de trabajo legalmente
reglamentadas ni al mercado de bienes, razón por la cual se trata, más bien, de grupos vinculados a
la marginalidad o a la informalidad laboral.
La importancia analítica de estas precisiones, reside en que si las clases en el capitalismo
avanzado se configuran de modo relativamente homogéneo debido a su inserción plena en
relaciones de mercado, en América Latina se encuentran segmentadas por su incorporación parcial
a una economía monetarizada y reglamentada legalmente. De esta manera, el mapa de la estructura
de clases que elaboran se caracteriza por yuxtaponer criterios de definición propios de las
sociedades avanzadas (relaciones de mercado) con la condiciones estructurales particulares que
presenta la región (particularmente la reglamentación del empleo), todos los cuales son
considerados como activos que a partir de su posesión o ausencia definen la posición de los grupos
en la estructura. Los activos considerados, entonces, son los siguientes: (a) control del capital y de
los medios de producción; (b) control de la fuerza de trabajo impersonal organizada
burocráticamente; (c) control de calificaciones escasas y altamente valoradas; (d) control de
calificaciones subsidarias, técnicas administrativas; y (e) trabajo con cobertura y reglamentación.
Además agregan, como criterio definitorio, el modo de remuneración de las formas de empleo
propias de cada categoría.
Así, siguiendo una tipología tipo Gutmann – es decir, en que cada clase inferior sucesiva se
define por la ausencia de uno o más activos presentes en la clase que le precede – la estructura de
clases, con sus respectivas categorías o subtipos, se representa de la siguiente manera:

58
Portes, Alejandro y Hoffman, Kelly: Las estructuras de clase en América Latina: composición y cambios durante la época
neoliberal, CEPAL, Serie Políticas Sociales, N° 68, 2003.

41
Estratificación social y clases sociales. Una revisión analítica de los sectores medios

Esquema 5
LA ESTRUCTURA DE CLASES EN AMÉRICA LATINA (A. PORTES Y K. HOFFMAN)
Clase Subtipos Porcentaje de la
fuerza de trabajo
I. Capitalistas Propietarios y socios gerentes de empresas grandes o medianas. 1,8
II. Ejecutivos Gerentes y administrativos de empresas grandes o medianas. 1,6
III. Trabajadores de elite Profesionales asalariados con formación universitaria en la 2,8
administración pública y en las empresas privadas grandes y
medianas.
IV. Pequeña burguesía Profesionales y técnicos independientes y microempresarios con 8,5
personal supervisado directamente.
Va. Proletariado formal no Técnicos asalariados con formación vocacional y empleados de 12,4
manual oficina.
Vb. Proletariado formal Proletariado asalariado especializado y no especializado con 23,4
manual contrato de trabajo
VI. Proletariado informal Obreros asalariados sin contrato, vendedoras ambulantes y 45,9
familiares no remunerados.

Desde aquí, Portes y Hoffman definen el bloque dominante en América Latina a partir de las
tres primeras clases presentadas en el esquema, mientras que las clases subordinadas
corresponderían a las dos últimas del mapa (proletariado formal manual e informal). Por
consiguiente, apuntan, la pequeña burguesía y el proletariado formal manual representarían la clase
intermedia de la estructura latinoamericana. Cabe considerar que la razón de excluir de las
posiciones medias a una categoría comúnmente considerada como tal, como es el caso de los
profesionales asalariados con formación universitaria en la administración pública y privada,
remite a que recibirían ingresos significativamente superiores a los propios de las categorías
intermedias.
Podría precisarse, entonces, que el análisis de Portes y Hoffman considera dos estratos o
categorías (superior e inferior) dentro de la clase media latinoamericana, los cuales presentarían
rasgos distintivos y relevantes de considerar.
En primer lugar, la pequeña burguesía que comprendería a los microempresarios,
profesionales y técnicos que trabajan por cuenta propia, correspondería a una de las clases – junto
con el proletariado informal - que ha experimentado el mayor crecimiento durante la época de
cambios desencadenada por la implantación del estilo de desarrollo neoliberal. El motivo de este
crecimiento, según su consideración, radicaría en que las políticas de ajuste y reforma neoliberal
implicaron una importante disminución del empleo público, los profesionales asalariados y otros
trabajadores calificados, lo cual no fue absorbido por un consiguiente incremento del empleo
formal en el sector privado, sino que encontró refugio en las actividades microempresariales y
cuentapropistas. Así, si bien todavía no alcanza al 10% de la población económicamente activa en
la mayoría de los países, la pequeña burguesía ha experimentado un importante incremento durante
la última década. Además, destacan, este sector cumpliría un rol sumamente relevante en el marco
del modelo de desarrollo neoliberal en América Latina, toda vez que posibilitaría la articulación
entre la moderna economía capitalista (promoviendo insumos y bienes de bajo costo a las grandes
empresas) y los sectores informales (incorporados, frecuentemente, como mano de obra en
microempresas).
Por su parte, los trabajadores formales no manuales representarían a técnicos asalariados y
empleados de oficina de menor jerarquía, que se encuentran cubiertos por contrato de trabajo y la
previsión legal vigente. En el marco del modelo de desarrollo neoliberal, habrían experimentado un

42
CEPAL - SERIE Políticas sociales N° 125

importante descenso, tanto por la contracción del empleo en el sector público como por el
estancamiento del sector privado, lo que contrastaría con su evolución durante el proceso de
industrialización sustitutiva de importaciones, en donde se beneficiaron de un crecimiento lento,
pero sostenido, tanto de sus miembros como de sus ingresos absolutos y relativos.
Finalmente, Portes y Hoffman señalan que mientras la criminalidad se ha constitutido, en
determinados casos, como una estrategia de adaptación alternativa frente a los ajustes neoliberales por
parte de los grupos más empobrecidos y excluidos, la migración ha tendido a operar en el mismo
sentido para el caso de las clases medias, en donde los grupos portadores de cualificaciones
educativas (profesionales, técnicos y empleados administrativos), frente a la contracción del empleo
en el sector formal, han buscado crecientemente durante la década de los noventa opciones fuera de su
país de origen (principalmente, hacia Estados Unidos y desde Argentina, Colombia y Ecuador).
Otra aproximación interesante de considerar, sobre todo por su capacidad de
operacionalización de la estratificación social y cierto énfasis en los cambios operados
recientemente en los perfiles de la clase media, si bien remitiendo al caso particular de la sociedad
argentina, es el elaborado por Manuel Mora y Araujo a partir de la construcción de un índice de
nivel económico social (NES)59. De acuerdo a Mora, la elaboración de dicho índice deja atrás el
clásico debate entre la primacía de la posición en el proceso productivo y la posición en el
consumo, instalando una visión de la estratificación social a partir del acceso que logran los grupos
a determinados recursos sociales (participación social).
Se trata, entonces, de no asumir una centralidad de la ocupación ni del status para identificar
las posiciones y grupos, sino que distribuir la población en base a una dimensión subyacente única
que representa un continuo que engloba poder, prestigio y oportunidades materiales (índice
sumatorio de dimensiones de estratificación). Ello implica considerar que esa dimensión
subyacente, además de segmentar a la población, es un factor central en la constitución de sus
principales orientaciones actitudinales hacia la política, comportamientos de consumo y
oportunidades de logro.60
En concreto, el índice de nivel económico social incorpora las siguientes variables: (a) Nivel
educacional del principal sostén del hogar, considerando los ciclos formales que ha alcanzado
(primario, secundario, terciario no universitario, universitario, posgrado); (b) Nivel ocupacional del
mismo, de acuerdo a una jerarquía de ocupaciones basada en dos grandes grupos: cuentapropistas o
relación de dependencia laboral. El primero abarca trabajadores autónomos y empleadores de
empresas muy pequeñas, y el segundo al conjunto de posiciones, tanto del sector público y privado,
que van desde el empleo doméstico hasta las labores de alta dirección empresarial; y (c) Posesiones
materiales del hogar.
A partir del puntaje total que obtienen los hogares en las distintas variables del índice, se
establecen las cohortes que dan origen a las posiciones, segmentos y clases sociales. El esquema se
representa entonces de la siguiente manera.

59
Mora y Araujo, Manuel: La estructura social de la Argentina: Evidencias y conjeturas acerca de la estratificación actual, CEPAL,
Serie Políticas Sociales, N° 59, 2002.
60
De hecho, volveremos sobre esta aproximación en el capítulo posterior para hacer referencia, siguiendo los términos de Mora, a la
dimensión no vertical de la estructura social asociada a la existencia de situaciones laborales que configuran determinados estilos de
vida y nichos culturales en, y entre, las clases sociales. También se considerará la relación de la calidad social con el logro
educativo de sus miembros.

43
Estratificación social y clases sociales. Una revisión analítica de los sectores medios

Esquema 6
ÍNDICE DE NIVEL ECONÓMICO SOCIAL- NES (M. MORA Y ARAUJO)
Posición Segmento Clases
Alto- alto A-B-C1
Alto C2 Clases Afluentes
Medio-alto C3
Medio-bajo D1 Clase Media
Bajo D2
Bajo- bajo E Clases Bajas

Conviene precisar ahora algunas conclusiones que, a partir de la sociedad argentina, se


extraen de la aplicación del índice, particularmente en relación a la situación y composición de la
clase media. En primer término, a nivel de la distribución general de la población, la clase media
representaría el 48%, posible de descomponer en un 26% de hogares en el nivel medio-alto (C3) y
un 22% en el medio-bajo (D1). El resto de la distribución sería la siguiente: un 7% se ubicaría en el
segmento superior con un altísimo poder adquisititivo (A-B-C1), a lo cual seguiría un 11% en el
segmento alto (C2). Mientras, las posiciones inferiores de la distribución se repartirían entre un
29% en el segmento bajo (D2) y un 7% en el bajo-bajo (E).
En segundo término, la revisión de los resultados obtenidos en cada una de las variables del
índice también arroja conclusiones relevantes para la caracterización de los sectores medios. Así,
en relación con la distribución de la población por categoría ocupacional, se destaca un patrón
general de incremento de la proporción de personas empleadas en el sector servicios y una
disminución de los obreros manufactureros, al igual que el trabajo autónomo, cuya proporción
crecería linealmente desde el estrato bajo al alto-alto, pero también repuntaría significativamente en
el segmento bajo-bajo. Ello implica entonces que el trabajo autónomo es una categoría heterogénea
socialmente, asociada a un componente de clase alta (profesionales), un componente de clase
media (comerciantes) y uno de clase muy baja (changarines). Por último, también se destaca el
hecho de que la situación ocupacional correspondiente a las amas de casa tiende a ser mayor en los
estratos medios de la estructura social.
En el ámbito de la distribución por nivel educacional, se aprecian dos tendencias generales
importantes, que refieren al incremento – en todos los estratos – de los grados de escolaridad de los
jóvenes en relación a sus padres y la importancia que asume la diferenciación en el acceso a la
educación entre estratos, como lo revela el hecho que sus grados de distancia son mayores que los
referidos a la distribución de bienes materiales. Además, se advierte que si, como es obvio, el
mayor grado de distancia entre grados de escolaridad se presentaría entre los sectores extremos de
la estratificación, también cabe destacar la diferencia significativa que se presenta en el acceso a la
educación al interior de la clase media. Así, por ejemplo, mientras el 49% de los jefes de hogares
del segmento medio-alto ha completado el ciclo secundario de la educación, dicha cifra disminuye
al 25% para el caso de los pertenecientes a posiciones medio-bajas.
Finalmente, la distribución de la posesión de bienes materiales entrega conclusiones bastante
similares. Así, si bien se destaca la creciente homogeneidad de los estratos en el acceso a
instrumentos asociados a medios de comunicación, no así a recursos tecnológicos más sofisticados,
se advierte también una tendencia a una mayor distancia al interior de la clase media, entre su
estrato alto y bajo, y además entre ésta y los segmentos bajos de la estructura.
De esta manera, Mora concluye afirmando la existencia de una tendencia sumamente
relevante de tener en cuenta al aproximarse al estudio de los cambios operados en los sectores

44
CEPAL - SERIE Políticas sociales N° 125

medios, esto es, la presencia de una tendencia importante en el cuadro de las diferenciaciones
sociales en Argentina a pasar de una situación de homogeneidad de sus clases medias y una
segmentación de una clase baja relativamente reducida, a un contexto donde la clase baja
experimenta un relevante crecimiento cuantitativo y la clase media se ve fuertemente segmentada
en su interior. Ello, como veremos más adelante, posee profundas implicancias en la configuración
diferenciada de los estilos de vida y patrones culturales que presentan sus estratos constitutivos.
También basado en la experiencia reciente de la sociedad argentina, el análisis planteado por
Héctor Palomino concluye en una línea similar respecto a la heterogeneidad de las clases medias.61
En efecto, revisando las transformaciones económicas y su impacto en la estructura social argentina
a partir de 1975, Palomino destaca la modificación sustancial operada tanto en los patrones de
distribución del ingreso como en las fuentes laborales, lo cual acarrearía un profundo cambio en la
situación y las expectativas de la clase media.
En el ámbito de la distribución del ingreso las estimaciones generales apuntarían a dar cuenta
de una transferencia negativa para el caso de los asalariados y un importante proceso de
concentración en los sectores altos de la estructura, el cual se habría realizado a costa de los
estratos inferiores, pero también de segmentos significativos de los estratos medios. Ello permite
apuntar el paso desde una distribución del ingreso relativamente continua durante el modelo de
desarrollo anterior a un periodo reciente signado por la acentuación de las discontinuidades en la
escala de ingresos. Este proceso, entonces, tendría importantes implicancias, diferenciadas de
acuerdo a sus estratos, en la configuración de la clase media.
Así, la clase media asalariada – entendida como la categoría de trabajadores no manuales
que abarca a directivos, profesionales, docentes, técnicos, vendedores y empleados de oficina –
habría experimentado una disminución significativa de sus ingresos, fenómeno relevante si se
considera, advierte Palomino, que representaba el estrato con mayor crecimiento cuantitativo desde
mediados de siglo. Ahora bien, si esta categoría se analiza diferenciadamente según su fuente
laboral, se advierte un incremento de las posiciones vinculadas a empleos privados, en detrimento
de las posiciones públicas, donde además éstas han experimentado una disminución importante de
sus salarios. El resultado de esto es un aumento de la heterogeneidad en la situación de las diversas
capas de empleados pertenecientes a los sectores medios, toda vez que se advierte que a una misma
capacidad, calificación y experiencia laboral la inserción pública o privada determina diferencias
importantes en las condiciones de ingreso y posibilidades de consumo que presentan los estratos.
A esta diferenciación – público / privado - cabe agregar la operada al interior de los mismos
estratos medios privados, las cuales, en una línea similar, remitirían más bien a las diferencias en la
situación salarial de acuerdo al sector o empresa en que se insertan laboralmente (por ejemplo:
empresas orientadas al mercado internacional o local) que a las capacidades profesionales o
habilidades educativas.
Finalmente, la diferenciación salarial de los estratos de clase media también afectaría a su
segmento autónomo, los cuales, además de presentar una situación de mercado en extremo
inestable (por las contracciones y crisis sucesivas de la economía), habrían concentrado su
crecimiento en el decenio 1970-80 en sectores como la construcción, que en los años sucesivos ha
experimentado una caída considerable en sus condiciones de ingreso y niveles de vida. Con todo,
Palomino advierte que es probable que el incremento reciente del cuentapropismo se vincule más
con las dificultades de encontrar empleo asalariado que con la propia opción de asumir autonomía
laboral como mecanismo de mejoramiento de la condición social, razón por la cual es cuestionable
que el crecimiento de parte importante de los cuentapropistas pueda ser interpretada como una

61
Palomino, Héctor: Reflexiones sobre la evolución de las clases medias en la Argentina, en El Bimestre Político y Económico, N°
43, Argentina, 1989.

45
Estratificación social y clases sociales. Una revisión analítica de los sectores medios

expansión de las clases medias, tal como ocurría hasta los setenta, pudiendo ser asignada
posiblemente a posiciones propias de clases populares.
En suma, Palomino considera que las transformaciones económicas recientes acaecidas en
Argentina han impactado diversificando internamente a las clases medias, las cuales si bien es
cierto en el pasado ya se caracterizaban por su heterogeneidad entre estratos, ahora agregarían un
nuevo factor de fragmentación: las segmentaciones dentro de los estratos mismos. De esta manera,
concluye, no se trata sólo de heterogeneidad interna sino de fracturas en las clases medias, de
rupturas a través de las cuales algunos segmentos “ganan” y otros “pierden” en el ámbito de
ingreso, el consumo y las posibilidades de ascenso social. Es decir, en el nuevo contexto algunos
sectores de las clases medias pareciesen beneficiarse del nuevo funcionamiento económico y
social, principalmente aquellos autónomos y empleados vinculados a sectores en expansión,
mejorando con ello su situación de mercado, mientras que otros, relacionados con sectores
contraídos o con el Estado, experimentan un proceso de retroceso social.
En el caso de la sociedad chilena, León y Martínez han desarrollado un esquema de la
estructura de clases, a partir de la estructura ocupacional y sus categorías, que pretende dar cuenta
de los principales cambios acaecidos en el último cuarto de siglo debido a la implantación de un
nuevo estilo de desarrollo.62 Su análisis se centra en el fenómeno de la desigualdad social, pero
considerada ésta no primordialmente desde el punto de vista de una distribución regresiva del
ingreso, sino que a partir de la generación de barreras a la movilidad que tienden a crear grupos
sociales típicamente diferenciados por razones adscriptivas que reproducen formas de vida y ethos
culturales.
En términos generales, consideran la estructura de clases a partir de la identificación de un
conjunto de categorías socio-ocupacionales que expresan situaciones compartidas, y que han sido
históricamente la base constitutiva de actores sociales relevantes en la sociedad chilena, lo cual
permite dotar al análisis de cierta historicidad no presente en las construcciones analíticas basadas
solamente en la configuración de estratos socioeconómicos generados por la distribución continua
de una variable (por ejemplo, el ingreso). Por lo mismo, la clasificación que realizan permite
identificar segmentos de clase no sólo por referencia a un criterio de actividad económica
(fracciones), sino que a partir de la noción de “capas” o “generaciones” que han ido constituyendo
a las clases en las diversas etapas históricas de crecimiento económico y estilos de desarrollo.
En esta aproximación, los sectores medios aparecen diferenciados en dos grandes grupos
según su condición asalariada o independiente, los cuales a su vez abarcan una serie de categorías
sociales vinculadas a distintos momentos de la actividad económica y el desarrollo histórico. Así,
las categorías consideradas constitutivas de los sectores medios con su respectiva significación
numérica (en miles de personas) para el año 1995 en Chile, son las que siguen.

62
León, Arturo y Martínez, Javier: La estratificación social chilena hacia fines del siglo XX, CEPAL, Serie Políticas Sociales, N°52,
2001.

46
CEPAL - SERIE Políticas sociales N° 125

Esquema 7
SECTORES MEDIOS ASALARIADOS E INDEPENDIENTES EN CHILE (A. LEÓN Y J. MARTÍNEZ)

Sectores medios asalariados 1 492,1

Empleados de Comercio 243,6

Burocracia estatal tradicional alta 13,1

Burocracia estatal tradicional media 53,9

Burocracia estatal tradicional baja 57,6

Burocracia estatal moderna alta 22,1

Burocracia estatal moderna media 151,8

Burocracia estatal moderna baja 63,8

Burocracia moderna servicios privados alta 99,2

Burocracia moderna servicios privados media 186,4

Burocracia moderna servicios privados baja 600,7

Sectores medios independientes 431,8

Comerciantes detallistas 211,8

Profesionales liberales altos 24,8

Otros profesionales y técnicos liberales 45,9

Artesanado “moderno” 55,8

Pequeña burguesía transportista 93,4

En base a esto, León y Martínez plantean las dimensiones de la movilización, la movilidad y


la persistencia de las desigualdades de oportunidades entre clases como claves analíticas
fundamentales para dar cuenta de las principales transformaciones operadas en la estructura de
clases en Chile entre 1971 y 1995.
La primera aludiría, ligada a la perspectiva marxista, al análisis de las bases constitutivas de
la formación de clases como actores sociales con incidencia en el desarrollo histórico, lo cual se
vincularía a los ejes de la organicidad, exclusión e impermeabilidad de la estructura de clases. La
organicidad, plantean, se refiere al grado de colectivización implicado en las relaciones sociales de
las distintas posiciones socio-ocupacionales, esto es, la frecuencia e intensidad de las interacciones
con sus pares en las diversas categorías sociales, la cual se deduciría a partir del porcentaje de
asalariados en la población activa, de modo tal que una caída en la salarización del empleo
expresaría una estructura ocupacional signada por la inorganicidad.
Las cifras arrojan en relación a esta dimensión y sus ejes constitutivos, tras un largo
recorrido de deterioro fundamentalmente durante los años ochenta, una cierta igualdad entre los
índices extremos del ciclo histórico considerado (1971-1995). Ahora bien, ello no implica que no
existan alteraciones de la estructura de clases, sino que éstas quedan de manifiesto al examinar la
composición interna de los indicadores considerados, guardando especial relevancia para el caso de
los sectores medios.
Así, por ejemplo, en el ámbito de la organicidad, si bien hay un aumento persistente durante
el periodo de los sectores medios asalariados (de 18% en 1971 a un 27% en 1995), la tendencia
dejó de vincularse al crecimiento del empleo en el sector público, trasladándose con mayor

47
Estratificación social y clases sociales. Una revisión analítica de los sectores medios

dinamismo al sector privado. Esta reubicación de los sectores medios en el sector privado – más
relevante que su crecimiento en las ocupaciones independientes –tendría profundas implicancias
en términos de mayor flexibilidad de sus empleos, grandes diferencias o saltos en la escala de
ingresos interna (a diferencia de las escalas continuas de la administración pública) y la menor
importancia atribuida a factores como la educación o la antigüedad en beneficio de la
productividad y el logro individual. Por todo esto, concluyen León y Martínez, el incremento de la
organicidad en los sectores medios transcurre ligado a factores que acentúan la individualización,
planteando dificultades para su formación como actor y sus posibilidades de acción colectiva
(movilización).
En el ámbito de la movilidad social, analizada a partir de los cambios en la posición relativa
de las categorías sociales en la distribución y la evolución de los niveles absolutos de los estratos
más grandes de la estructura, también se desprenden importantes consideraciones para el caso de
los sectores medios. En primer término, se aprecia un claro distanciamiento de sus ingresos en
relación a los obtenidos por la clase obrera, en la medida en que desempeñar ocupaciones típicas de
los sectores medios aparece asociado a ingresos superiores al promedio nacional y, por ende, a un
movimiento ascendente cuando se proviene de posiciones obreras o marginales. Ahora bien,
existirían dos excepciones importantes: los asalariados obreros del cobre, que han logrado elevar
sus ingresos, y los sectores medios vinculados al empleo público, que además de reducir si
participación en el empleo total han visto reducidos sus ingresos. Y en segundo término, el periodo
histórico considerado se caracterizaría, sobre todo a partir de 1990, por un mejoramiento más
rápido de los ingresos de las categorías medias independientes en comparación con los asalariados.
Ahora bien, lo importante de destacar en la dimensión movilidad, es que éste incremento de los
ingresos no ha constituido una vía de movilidad social ascendente puesto que, como ya se señaló,
los asalariados y no los independientes son las categorías que más han crecido en éste sector.
Nelson do Valle Silva, por su parte, ha desarrollado un profundo análisis sobre las
principales transformaciones en la estratificación y movilidad social brasileña durante la segunda
mitad del siglo XX (1945-1999), abordando la transición estructural desde una sociedad tradicional
a una propiamente moderna y clasista durante el modelo desarrollo industrializador, y la
reorientación radical de éste – apertura comercial y financiera, disminución de las actividades del
Estado, énfasis en la estabilidad macroeconómica, etc.- hacia el final de la década de los ochenta.63
La propuesta de Silva para el análisis de la estratificación social se basa en una clasificación
de estratos o clases ocupacionales que, definidos a partir de una posición socioeconómica similar
(que abarcaría situación de trabajo y situación de mercado), se caracterizarían por diferenciarse
significativamente en sus respectivas situaciones y condiciones sociales. La situación de trabajo,
por una parte, refiere a la posición que ocupan en la estructura ocupacional, mientras que la
situación de mercado a los ingresos y educación presentes en las diversas clases.
Así, la clasificación ocupacional se basa en una amplia lista de títulos laborales que es
agrupada, en primer término, según un criterio sectorial (primario/secundario/terciario), y dentro
de cada categoría se diferencia entre trabajo manual y trabajo no manual/mental, generándose, en
suma, cuatro estratos básicos. Dentro de los trabajadores no manuales – comúnmente clasificados
como posiciones ocupacionales típicas de los sectores medios – se distingue además entre
funciones técnicas y administrativas, destacando en las primeras las ocupaciones que requieren un
nivel de educación superior y las profesiones liberales clásicas por su alto status (ingeniero,
médico, abogado, etc.), mientras que en el marco de las funciones administrativas se separa entre
ocupaciones relativas a la propiedad y las funciones propiamente asalariadas. En el caso de las
primeras, a su vez, se distingue a los empleadores y a los empresarios independientes, y en las

63
Silva, Nelson do Valle: Cambios sociales y estratificación en el Brasil contemporáneo (1945-1999), CEPAL, Serie Políticas
Sociales, N° 89, 2004.

48
CEPAL - SERIE Políticas sociales N° 125

funciones asalariadas se introducen distinciones en referencia al nivel de supervisión o posición en


la estructura de autoridad organizacional, dando lugar a tres posiciones: dirigentes y
administradores de alto nivel, funciones administrativas y de supervisión del trabajo manual, y
funciones de rutina y escritorio.
En suma, el análisis de Silva se basa en una esquema de 16 grupos / estratos /clases
ocupacionales con un número importante de categorías internas, lo cual da lugar al siguiente
esquema que incluye la distribución de estos estratos con respecto a la fuerza de trabajo ocupada en
Brasil durante el periodo 1995-1999.
Esquema 8
LA ESTRUCTURA DE CLASES EN BRASIL (N. DO VALLE SILVA)
Estado Ocupacional Fuerza de Trabajo Ocupada
(Porcentaje)
1. Profesionales liberales 1,5
2. Dirigentes 2,4
3. Propietarios 3,1
4. Otros profesionales 2,7
5. Supervisores del trajo manual 0,5
6. Ocupaciones técnicas y artísticas 7,0
7. Empresarios independientes 4,2
8. Ocupaciones no manuales de rutina 13,1
9. Trabajadores industria moderna 5,5
10. Trabajadores servicios generales 11,5
11. Trabajadores servicios ambulantes 2,7
12. Trabajadores industria tradicional 13,4
13. Trabajadores servicios personales 3,8
14. Trabajadores servicio doméstico 7,2
15. Propietarios empleadores rurales 0,7
16. Trabajadores rurales 20,9

A partir de esto Silva explora los cambios referidos a la distribución del ingreso, la
composición de género de la fuerza de trabajo y la movilidad ocupacional intergeneracional como
ejes analíticos de la estratificación social en Brasil entre 1981 y 1999, pudiéndose destacar algunos
aspectos que aluden a la composición y el perfil de los sectores medios.
En primer lugar, se destaca que los estratos no manuales representan poco más de un tercio
de la población ocupada y que, a nivel general, existe una notoria relación entre posición
ocupacional e ingreso individual. En este ámbito, precisamente, se aprecia una disminución del
promedio de ingresos reales durante de la década de los ochenta, lo cual repunta significativamente
(16%) durante los noventa. Ahora bien, en este decenio sólo dos estratos continuaron con una
tendencia regresiva: los trabajadores del comercio ambulante y los supervisores del trabajo manual,
cuya pérdida acumulada en el período representó el 19% de sus ingresos. Mientras que las mayores
alzas radicarían en los estratos ligados a los servicios, particularmente las ocupaciones técnicas y
artísticas, los trabajadores de servicios generales y los de servicios personales.
Por otra parte, un importante fenómeno que caracterizaría el período, si bien corresponde a
una tendencia ya presente desde 1960, es el acelerado ingreso de la mujer al mercado laboral. La
feminización de la fuerza de trabajo sería particularmente importante en los nichos ocupacionales

49
Estratificación social y clases sociales. Una revisión analítica de los sectores medios

del servicio doméstico, en el caso del trabajo manual, mientras que en la categoría no manual su
inserción sería más diversa, ligándose a las funciones no manuales de rutina - donde la mano obra
femenina se expandió casi un 91% durante el periodo-, al segmento de profesionales universitarios
(no liberales), supervisores del trabajo manual y técnicos, donde el incremento absoluto de la
participación femenina fue de un 114%, y por último, también se vincularía a los profesionales
liberales, dirigentes y propietarios empleadores - lo que podría identificarse, siguiendo a
Goldthorpe, como clase de servicio- en donde la proporción relativa de mujeres en este grupo
ocupacional pasó de un 6,5% (1981) a un 31,7 % (1999). En suma, lo que destaca Silva es la
importante y acelerada feminización de la fuerza de trabajo, lo cual debe ser una dimensión central
de tener en cuenta al analizar los cambios operados en la estratificación social.
Finalmente, el análisis de la movilidad ocupacional intergeneracional, mediante la
comparación de datos de 1973 y 1999, también entrega importantes referencias sobre los sectores
medios y su relación de movilidad con los otros grupos sociales.64 En primer lugar, señala que si
bien la movilidad ascendente es considerable en todos los estratos – observándose que mientras
más elevada es la posición del padre mayor es la posibilidad relativa de que el hijo herede una
posición igual o mejor-, ésta obedece principalmente a cambios estructurales, teniendo la movilidad
por circulación una cierta importancia relativa.
Precisamente, el análisis detallado de ésta última da cuenta de la existencia de una estructura
ocupacional brasileña que tiende a configurar clases bastante cerradas, sobre todo a partir de las
siguientes barreras sociales -ordenadas según su importancia- que limitan estructuralmente la
movilidad: (a) la que separa las ocupaciones rurales y la base de la jerarquía urbana
(subproletariado urbano) y que remitiría fundamentalmente a las dificultades que plantea la
migración espacial; (b) la barrera que separa a las industrias tradicionales de las propiamente
modernas, sector éste último que sería de difícil acceso; y por último, con una importancia también
significativa, se encontraría (c) la barrera que separa a los estratos no manuales de los manuales,
sugiriendo notorias dificultades para ingresar a posiciones intermedias de la estructura social.
Finalmente Silva destaca que dichas barreras estructurales se ligarían sobre todo a la posesión de
recursos educativos (acceso a títulos académicos) y económicos (acceso a la propiedad productiva
urbana).
Como se puede apreciar, hasta ahora se han revisado principalmente aproximaciones
referidas a países de Sudamérica, sin embargo también cabe reseñar algunas referencias a
sociedades de Centroamérica, como las contenidas en el estudio dirigido por Juan Pablo Pérez
sobre los cambios en las pautas de estratificación y movilidad en Costa Rica, Guatemala y El
Salvador.65
Este estudio se aproxima, según sus propios términos, de una forma ecléctica a la estructura
social centroamericana, en la medida que partiendo de una perspectiva cercana al análisis de clase
se identifican posiciones en la estructura socio- ocupacional, para luego jerarquizar – acercándose a
un análisis de estratificación – los grupos socio-ocupacionales respecto a los recursos de la
educación y los ingresos. Cabe destacar que no se jerarquizan ocupaciones ni se hace referencia a
la movilidad de individuos, sino que se trata de un análisis relacional de los grupos sociales
privilegiando la identificación de sus distancias (cohesión social), y que se basa en tratar de
articular las categorías propias generadas por la inserción al proceso de globalización con aquellas
que provienen de la fase de modernización previa.

64
Para este tema en particular – movilidad ocupacional intergeneracional en Brasil entre 1973 y 1999 – Véase Silva, Nelson do Valle:
Vinte e três anos de mobilidade social no Brasil, en Teoria & Sociedade, N° 4, 1999.
65
Pérez, Juan Pablo; Andrade-Eekhoff, Katharine; Bastos, Santiago; Herradora, Michael: La estructura social ante la globalización.
Procesos de reordenamiento social en Centroamérica durante la década de los 90, FLACSO-CEPAL, San José, 2004.

50
CEPAL - SERIE Políticas sociales N° 125

De esta manera, los criterios empleados para el análisis de la estructura social corresponden
a los siguientes: (a) la categoría ocupacional que remite a la propiedad de los medios de
producción y las diferencias entre el sector público y privado; (b) la ocupación que indica la
función dentro del lugar de trabajo; (c) el tamaño del establecimiento (micro / mediana / gran
empresa); (d) la estabilidad laboral que refleja la precariedad del puesto de trabajo; (e) la rama de
actividad; y la (f) zona geográfica (rural / urbana). A partir de esto, en suma, se identifican cinco
categorías sociales que contienen los diversos grupos socio-ocupacionales de la siguiente manera:
Esquema 9
LA ESTRUCTURA DE CLASES EN CENTROAMÉRICA (J.P. PÉREZ)
Categorías Sociales Grupos Socio-ocupacionales
I. Grandes propietarios de establecimientos (privados y 1. Propietarios (Capitalistas).
públicos) de tamaño grande
2. Gerentes (Administradores)
1. Profesionales sector privado.
II. Trabajadores profesionalizados 2. Profesionales sector público.
3. Profesionales independientes.
1. Trabajadores estatales
III. Asalariados no precarizados (regulados) 2. Trabajadores sector privado
1. Pequeños Empresariado.
IV. Pequeños Propietarios 2. Trabajadores por cuenta propia (no profesionales).
1. Empleadas domésticas.
V. Trabajadores vulnerables 2. Trabajadores no remunerados (familiares y no
familiares).
3. Asalariados desregulados en el sector privado.

El estudio revela transformaciones importantes en la estructura ocupacional de los países


centroamericanos considerados, debido a la inserción en el proceso de globalización, la cual
transcurría mediante nuevas estrategias acumulativas, a saber: las denominadas agroexportaciones
no tradicionales – o sea, todas aquellas que no se relacionan con las exportaciones históricas de la
región, esto es, el café, el banano, el algodón y la caña de azúcar-, la nueva industria de exportación
vinculada al ensamblaje y la maquila de confección, y, finalmente, la actividad turística.
En primer lugar se aprecia que la disminución del empleo formal y regulado no alcanza la
misma significación que en las sociedades de América del Sur, toda vez que los mercados laborales
centroamericanos serían históricamente más flexibles, por lo cual los ajustes estructurales no
encontraron muchas rigideces que remover, y además porque los procesos de democratización se
dieron en contextos bélicos, lo que hacía impensable no tomar en cuenta los derechos de los
trabajadores en el proceso de reconstrucción democrática. Por el contrario, donde sí existiría una
tendencia similar a la sudamericana es en el caso del empleo público, donde su reducción ha sido
significativa, sobre todo en el caso de Guatemala y Costa Rica, donde la ocupación estatal había
tenido la mayor importancia.
Al mismo tiempo, se revela que las nuevas actividades acumulativas de la región si bien han
generado nuevos puestos de trabajo, esto ha sido limitado y no siempre de calidad, por lo cual
perduran tendencias expulsoras de la fuerza de trabajo, como el desempleo y la migración
internacional, ésta última de particular relevancia para las ocupaciones propias de los sectores
medios. En efecto, de forma similar a lo planteado por Portes y Hoffman, el estudio apunta que la
migración se constituye como un mecanismo importante de ajuste del mercado laboral, no

51
Estratificación social y clases sociales. Una revisión analítica de los sectores medios

vinculado a los sectores más ricos ni pobres, sino a los segmentos y ocupaciones que muestran un
mayor perfil educativo. Se trataría, en general, de fuerza laboral masculina, entre 20 y 29 años, con
niveles importantes de educación, que emigra principalmente hacia Estados Unidos – sobre todo
desde El Salvador – o, dentro de la región, hacia Costa Rica. El estudio apunta, a partir de esto, la
necesidad de abordar esta nueva dimensión que supone la migración de sectores con perfiles
educativos considerables, pues da cuenta, por una parte, de la generación insuficiente de empleo
por las nuevas estrategias acumulativas, y por otra, de un fenómeno paradójico de exclusión
extrema que conlleva desarraigo territorial, y a la vez, incorporación plena, aunque en condiciones
precarias, como fuerza de trabajo al proceso globalizador.
El caso de Costa Rica pareciese ser el que más atracción ha suscitado, en el marco de las
sociedades centroamericanas, para el análisis de los cambios operados en la composición y el perfil
de las clases medias ante los cambios del modelo de desarrollo, toda vez que hacia la década de los
setenta se configuraba como una de las sociedades de la región en donde los sectores medios
presentaban un mayor peso cuantitativo, lo que habría dado paso, hacia fines de los ochenta, a una
“desaparición de la clase media”, o al menos, a un cambio interno profundo y sumamente relevante
para la orientación general de la estratificación social costarricense.
En efecto, uno de los principales estudios sobre la estructura de clases costarricense, como es
el desarrollado por el Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad de Costa Rica, aborda
de modo prácticamente preferencial la clasificación y transformaciones de las clases medias.66 La
propuesta de análisis de la estructura de clases que se plantea en este estudio incluye dos
dimensiones, a saber: (a) la propiedad o no propiedad de los medios de producción medida
empíricamente mediante la variable categoría ocupacional (diferenciando empleadores, asalariados
y trabajadores por cuenta propia); y (b) la posición en los mercados laborales medida por la
variable grupo ocupacional que da cuenta de criterios clasificatorios como la calificación, el
carácter manual o no manual de la actividad, el rol en la organización de los procesos de trabajo
(autonomía, dominio sobre otras personas, etc).
A partir de esto se considera la clase media diferenciada internamente en dos estratos según
razones de propiedad, educación y autonomía en el trabajo, identificándose una clase media alta
compuesta por profesionales, técnicos, medianos empresarios y comerciantes que ocupan entre
cinco y nueve trabajadores, y una clase media baja formada por los trabajadores de cuello blanco
–cuyas actividades aún cuando a veces son monótonas y poco autónomas se diferencian del trabajo
manual y también de los profesionales– y los pequeños propietarios que ocupan entre una y cuatro
personas.
El análisis de las principales transformaciones de la clase media en el marco del nuevo
contexto planteado por los ajustes estructurales en Costa Rica, considerando datos entre 1987 y
1998, entrega importantes conclusiones.67 Así, en una aproximación general, se advierte que la
clase media no ha desaparecido, sino que por el contrario su peso cuantitativo dentro de la
estructura social mantiene un ritmo de crecimiento sostenido, que se representa en un aumento de
8,5% entre 1987 y 1998. Ahora bien, ello no implica que no se den importantes transformaciones
en su composición interna, destacándose, en primer lugar, el fortalecimiento tendencial de los
propietarios privados por sobre los trabajadores de cuello blanco y los profesionales asalariados,
que muestran una propensión a decrecer. En segundo lugar, se aprecia que el grueso del incremento
de las posiciones de clase media transcurre en torno a inserciones laborales privadas, y no ligadas
al sector público como antes. Sin embargo, un análisis interno del sector público muestra un
66
Véase Instituto de Investigaciones Sociales, Universidad de Costa Rica: Actualización de indicadores (1995-1998). Cambios en la
estructura de clases costarricense (1987-1994), Proyecto modificaciones en la estructura social costarricense a partir de la década
del ochenta, San José.
67
Vega, Mylena: La clase media en transición: Situaciones y perspectivas al finalizar el siglo veinte, en Revista de Ciencias
Sociales, N° 86-87, Universidad de Costa Rica, 2000.

52
CEPAL - SERIE Políticas sociales N° 125

incremento relativo de los profesionales y técnicos ocupados, y un descenso de las ocupaciones


administrativas de clase media baja, lo que pareciese indicar que la reforma del Estado estaría
afectando, sobre todo, a las posiciones inferiores de los sectores medios. Por último, se destaca el
incremento de lo que podría identificarse como una clase media rural vinculada a actividades de
exportación de bienes no tradicionales en el agro y al turismo.
Finalmente, cabe concluir esta revisión de las principales investigaciones contemporáneas
sobre los sectores medios en América Latina, señalando los criterios analíticos y conclusiones
fundamentales que entrega una visión regional de la estructura ocupacional desarrollada por la
CEPAL en 1999.68
En este estudio se procedió a agrupar a los estratos ocupacionales a partir de su nivel de
ingreso, considerando datos provenientes de encuestas de hogares de ochos países de la región
–Brasil, Colombia, Costa Rica, El Salvador, México, Panamá y Venezuela– dando lugar a tres
niveles relativamente homogéneos: superior, intermedio e inferior.
Así, en relación a la fuerza de trabajo latinoamericana el estudio de la CEPAL mostró que en
el nivel intermedio se reuniría el 14% de la población ocupada de la región, sólo el 9% estaría en el
nivel superior y el restante 74% correspondía a variadas posiciones inferiores, que tienen en común
el no obtener ingresos promedio para sacar de la pobreza una familia típica de América Latina. Por
su parte el nivel intermedio obtendría un ingreso ocupacional medio de 5.0 líneas de pobreza.
El nivel intermedio, a su vez, se conformaría por dos estratos no manuales, esto es, por un
lado los profesionales de menor nivel educacional y los técnicos, y por otro, los empleados
administrativos. Los primeros representarían un 6% de la fuerza de trabajo ocupada a nivel regional
y obtendrían un ingreso de 5,3 líneas de pobreza. La gran mayoría de los miembros de este estrato
se desempeñarían como asalariados en las empresas privadas medianas y grandes, o en el Estado, y
sólo 1 de cada 10, aproximadamente, lo haría de manera independiente.
Por su parte, los empleados administrativos constituirían el 7,9% de la fuerza de trabajo, y
obtendrían un ingreso ocupacional medio de 4,8 líneas de pobreza. En su gran mayoría estarían
ocupados en el sector privado y el resto, entre un cuarto y un quinto del total, se ubicaría en el
Estado. Ahora bien, estos últimos recibirían un ingreso superior a los ocupados en el sector
privado, incluso por sobre los que se ubican en empresas medianas y grandes.
Además, el estudio establece una comparación entre las estructuras nacionales de
estratificación presentes en los países con ingreso medio más alto (alrededor de 6 líneas de
pobreza), como Chile y Costa Rica, y los de ingreso medio bajo (alrededor de 3 líneas de pobreza),
por ejemplo México y El Salvador. El análisis revela en este ámbito que los países de ingresos más
alto tienen una proporción mayor de fuerza de trabajo ocupada en ocupaciones no manuales,
asalariadas y no agrícolas, sin embargo ello va acompañado de una gran diversificación de éstas y
un incremento considerable de la desigualdad de sus ingresos.

68
Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL): Panorama Social de América Latina 1999-2000.

53
CEPAL - SERIE Políticas sociales N° 125

IV. Las perspectivas recientes sobre


estratificación social. Nuevos
mecanismos de diferenciación e
identidad de las clases sociales

Durante las últimas décadas se han desarrollado una serie de


perspectivas que, partiendo de una crítica al paradigma productivista
sobre la estratificación y clases sociales, han pretendido introducir
nuevas dimensiones analíticas, vinculadas especialmente a rasgos o
dimensiones culturales y simbólicas.
Conviene precisar que estas perspectivas se basan, de una u otra
manera, en un diagnóstico acerca de las transformaciones recientes de
la sociedad industrial, en donde se destaca la importancia que han
adquirido fenómenos como el consumo y la educación en la
articulación de los procesos de diferenciación y estratificación social,
desplazando la centralidad del trabajo como mecanismo productor de
las identidades sociales. Con ello, entonces, los análisis de las clases a
partir de la estructura ocupacional presentarían límites considerables,
siendo pertinente la incorporación de nuevas dimensiones asociadas,
como se dijo, a rasgos de tipo más bien simbólico o cultural. Desde
ahí, la importancia de estas perspectivas radica en que ha contribuido a
dinamizar los estudios sobre estratificación y movilidad social, en la
medida en que se ha considerado la importancia de las prácticas de los
agentes y los procesos de transmisión cultural para la formación y
reproducción de las clases.

55
Estratificación social y clases sociales. Una revisión analítica de los sectores medios

Además, en el marco de la presente revisión analítica poseen una relevancia particular, toda
vez que se ha tendido a identificar los rasgos particulares de las “nuevas clases medias”, propias de
las transformaciones históricas recientes, a partir de dimensiones asociadas a factores como el
acceso al consumo, la posesión de credenciales o cualificaciones (educación), estilos de vida
propios o la posesión de un determinado grado de capital cultural.

A. El debate sobre las “nuevas clases medias”. Reconocimiento


simbólico, consumo y capital cultural
Una de las primeras aproximaciones que pretendió enfatizar la influencia de los mecanismos
simbólicos sobre las diferenciaciones e identidades de los grupos sociales, es el desarrollado por
Jean Baudrillard.69 En efecto, para Baudrillard la sociedad industrial ha transitado hacia la
configuración de una sociedad de consumo, en donde dicho fenómeno asume una centralidad en la
configuración de las dinámicas diferenciadoras e identitarias de los grupos sociales.
Particularmente, Baudrillard va a destacar que se trata de un nuevo tipo de consumo, ya no
ligado primordialmente a la funcionalidad de los objetos, sino que, más bien, al reconocimiento
simbólico que estos posibilitan. Se trata, en suma, del consumo de objetos-signo, vale decir, un
consumo no regido por la lógica de la necesidad, sino que por la lógica de la distinción simbólica
entre posiciones y agentes sociales.
De acuerdo a esto, Baudrillard va a considerar que los grupos sociales que principalmente se
identifican con el consumo de objetos-signo son las “nuevas clases medias”, las cuales,
precisamente, se estructurarían e identificarían a partir de la significación o reconocimiento
simbólico que les otorga el acceso a determinados bienes. Por ello, un rasgo central de estas
“nuevas clases medias” sería su fragmentación interna, toda vez que el consumo de objetos-signos
acentúa la individualización, y no la articulación de redes e identidades sociales en su seno.
Ahora bien, la perspectiva teórica que ha pretendido insertar de modo más sistemático los
referentes simbólicos y culturales en el análisis de la diferenciación y relaciones entre las clases, es
la que ha sustentado Pierre Bourdieu, desde la cual se desprenden algunas consideraciones
importantes para la conceptualización de los sectores medios, en especial en relación con sus
vínculos con ocupaciones profesionales – por ende, con instancias educativas y carreras – y sus
posibilidades de movilidad social.
De acuerdo a Bourdieu, las clases sociales no deben analizarse primariamente a partir de sus
características particulares o intrínsecas, sino que es más preciso analizarlas a partir de la posición
que ocupan en el entramado de relaciones sociales que se puede definir como estructura de clases.70
Así, las condiciones concretas y particulares de una clase se vinculan a la posición que representa
en una estructura históricamente definida, de modo tal que sus propiedades de posición son
relativamente independientes de sus propiedades intrínsecas.
Para dar cuenta de esta distinción, Bourdieu propone los términos de condición de clase y
posición de clase. La primera alude entonces a sus características o rasgos particulares que
presentan las clases en un momento histórico determinado, y que se vinculan – actuando como su
margen de variación posible- a la posición de clase dentro de un sistema de relaciones de poder,
vale decir, en el marco del espacio social.

69
Véase Baudrillard, Jean: El sistema de los objetos, Ed. Siglo XXI, México, 1969; Critica de la economía política del signo”, Ed.
Siglo XXI, Madrid, 1974; La sociedad de consumo, Ed. Plaza & Jane, Barcelona, 1974.
70
Bourdieu, Pierre: Condición de clase y posición de clase, en Estructuralismo y Sociología, Eds. Nueva Visión, Bs. Aires, 1969.

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CEPAL - SERIE Políticas sociales N° 125

Sin embargo, para la identificación precisa de las clases y sus miembros no basta, apunta
Bourdieu, con señalar su posición particular dentro de una estructura de clases desde un punto de
vista meramente estático (“superior”, “media”, “inferior”), sino que además es fundamental
incorporar la dimensión vinculada a la trayectoria o el devenir de los grupos y los individuos, a
partir de lo cual se derivan características y propiedades particulares. Puede suceder, advierte
Bourdieu, que individuos o clases que representan cualidades relativamente similares desde una
mirada estática, difieran radicalmente al considerar sus trayectorias y movimientos en la estructura
de clases. Por último, también cabría considerar que las características de las clases no sólo
dependen de su posición y trayectoria, sino que además de su peso funcional en la estructura social,
vale decir, cómo contribuyen a la reproducción de ésta, lo cual no sólo tiene que ver con su
importancia numérica.
Las clases sociales, entonces, se ubicarían en el entramado complejo de relaciones de poder
que constituyen el espacio social, entendido éste como un espacio en el cual se producen
diferencias sociales a partir de distintos principios o recursos que se encuentran en disputa por los
agentes. La estructura del espacio social, por tanto, está determinada por cómo se distribuyen
dichas propiedades o recursos capaces de conferir poder y beneficios de distinta índole a sus
poseedores, esto es, por la distribución de las variadas formas de capital existentes, a saber: (a)
capital económico; (b) capital cultural; (c) capital social; y (d) capital simbólico (entendido como
la forma que toman las diferentes formas de capital una vez que son reconocidas como legítimas).71
A partir de ello Bourdieu considera que la distribución de los agentes en clases en el seno del
espacio social, considerando como factor central de diferenciación la distribución de los tipos de
capital, se produce a partir de las siguientes tres dimensiones: (a) el volumen global de capital que
poseen los agentes; (b) la composición de sus capitales, es decir, el peso relativo de sus capitales en
el capital total; y (c) la evolución en el tiempo del volumen y composición de sus capitales, o sea,
sus trayectorias en el espacio social.
Ahora bien, Bourdieu va a destacar que las posiciones de clase se caracterizan, en lo
esencial, por producir prácticas, experiencias subjetivas y representaciones similares entre sus
miembros, es decir, por articular disposiciones significantes compartidas o habitus semejantes. Ello
implica, por tanto, que las clases no sólo existen en la objetividad del espacio social y su
distribución del capital, sino que también en la dimensión subjetiva que representa el compartir
prácticas y representaciones del mundo (habitus).
En suma, las clases se definirían desde un conjunto de agentes que, por el hecho de ocupar
posiciones similares en el espacio social de acuerdo a la distribución del capital, están sujetos a
condiciones de existencia similares, y por ende, se encuentran dotados de disposiciones internas
compartidas, que operan de modo prerreflexivo (habitus) y que los impulsan a desarrollar prácticas
y orientaciones comunes. Desde ahí, por ejemplo, Bourdieu ha explorado las pautas que rigen el
consumo y los patrones de gusto de los diferentes grupos sociales a partir de su posición y
habitus.72
Dentro de este marco general, cabe señalar la importancia que representa el capital cultural
para la articulación de las posiciones y las prácticas propias de las clases medias, toda vez que,
como se ha señalado en más de una ocasión en la presente revisión, sus ocupaciones y empleos
tienden a ligarse a conocimientos o técnicas que requieren cierta cualificación y credenciales. Para
Bourdieu el capital cultural se presenta en las siguientes tres formas dentro del espacio social: (a)
encarnado en los comportamientos y representaciones de los agentes (habitus); (b) como estado

71
Bourdieu, P.: ¿Qué es lo que hace una clase social?. Acerca de la existencia teórica y práctica de los grupos, en Revista
Paraguaya de Sociología, N° 89, Asunción, 1994.
72
Véase Bourdieu, P.: La distinción. Criterios y bases sociales del gusto, Ed. Taurus, Madrid, 1998.

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Estratificación social y clases sociales. Una revisión analítica de los sectores medios

objetivado de bienes culturales; y (c) en un estado institucionalizado, el cual remite a las


credenciales y cualificaciones legitimas otorgadas por el sistema educativo.
A partir de ello Bourdieu ha analizado la medida en que el sistema educativo opera como un
mecanismo reproductor de las posiciones y formaciones de clase, toda vez que la distribución
desigual del capital cultural actúa hereditariamente, abriendo o negando la posibilidad de acceder a
credenciales o cualificaciones valoradas socialmente.73
En suma, a partir del análisis de Bourdieu se desprenden tres dimensiones importantes de
considerar para la identificación de las clases medias y sus posibilidades de movilidad social. En
primer término, se destaca la importancia de incluir los valores, prácticas y representaciones
colectivas para la identificaciones de las clases (habitus); en segundo lugar, la relevancia del capital
cultural para la conformación de las clases medias como grupos con acceso a cualificaciones y
credenciales; y por último, la importancia de abarcar en las consideraciones sobre la formación y
reproducción de clase (por ende, en las posibilidades de movilidad social) los mecanismos
hereditarios que operan prereflexivamente entre las generaciones (distribución del capital), y que
permiten, por una parte, mantener determinadas posiciones, y por otra, proveer a los agentes de una
serie de recursos y habilidades que pueden ocupar durante sus trayectorias de vida.74

B. Educación y Movilidad en las actuales clases medias de


América Latina
Los trabajos sobre estratificación y movilidad en América Latina han dado cuenta, desde
diversas perspectivas, de la importancia que representa el acceso a la educación y las pautas de
consumo en la configuración y las trayectorias que siguen los miembros de las clases medias. A
continuación se señalan algunas referencias importantes que apuntan a dichas dimensiones.
Haciendo referencia a las principales transformaciones socioeconómicas acaecidas en
Argentina durante las dos últimas, Carla del Cueto ha desarrollado una interesante investigación
sobre los nuevos modelos de interacción y socialización que presentarían las “nuevas clases
medias”.75 En particular, se sostiene que las transformaciones estructurales no sólo han redefinido
las articulaciones entre Estado, mercado y sociedad, sino que también, y de modo significativo, han
alterado el modo en que se relacionan y reproducen los diferentes sectores sociales.
En el caso de la clase media, entonces, se apreciaría a partir de mediados de los noventa una
creciente polarización y distanciamiento entre “ganadores” y “perdedores” frente al nuevo modelo
de desarrollo. Es decir, se conformaría una nueva pauta de estratificación social en su interior, en
donde un segmento social, más reducido, se vincularía de forma positiva a las nuevas dinámicas del
desarrollo, recibiendo sus principales beneficios, representado por las élites planificadoras, los
sectores gerenciales, profesionales y los intermediarios estratégicos; mientras que un segmento más
amplio quedaría fuera de sus beneficios, transformándose en los “perdedores” del nuevo modelo,
sobre todo ligado a importantes sectores de la clase media tradicional y de servicios que han
experimentado trayectorias descendentes o empobrecimiento durante el último tiempo. En suma, se
trata de una fragmentación o polarización interna de la clase media, en que la movilidad social

73
Véase Bourdieu, P. y Passeron, J.C: La reproducción: elementos para una teoría de la enseñanza, Ed. Laia, Barcelona, 1977.
74
Aquí radica el núcleo del debate abierto con las perspectivas cercanas a Goldthorpe en torno a los mecanismos implicados en la
reproducción y movilidad social, en tanto aquellas, como se apuntó, enfatizan el carácter reflexivo – desde la teoría de la acción
racional – de la transferencia de posiciones y recursos entre los miembros, mientras que para Bourdieu aquello opera a un nivel
fundamentalmente prerreflexivo, esto es, mediante la configuración hereditaria de disposiciones subjetivas (habitus) y determinadas
posesiones de capital (especialmente, cultural y educativo).
75
Del Cueto, Carla Muriel: Fragmentación social y nuevos modelos de socialización: estrategias educativas de las nuevas clases
medias, CLACSO, 2002.

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CEPAL - SERIE Políticas sociales N° 125

descendente empobrece a un cierto sector, al tiempo que otro se beneficia por una mejor
articulación con las nuevas estructuras del modelo de desarrollo.
Lo importante, y es lo que explora la investigación, es que esta polarización implica al
mismo tiempo nuevas y diferentes formas de socialización y reproducción de las posiciones
sociales, como las posibles de identificar en el ámbito de los estilos residenciales y las estrategias
educativas. De este modo, a partir del arsenal teórico de Bourdieu – particularmente de los
conceptos de capital social y capital cultural – se analizan las estrategias que desarrollan los
sectores medios en ascenso y altos (las “nuevas clases medias”) para reproducir y consolidar su
posición privilegiada en las formas de urbanización y educación que eligen y desarrollan.
Así, el estudio constata que en el ámbito de los estilos residenciales se asiste, liderado por las
nuevas clases medias, a un fenómeno creciente de urbanizaciones cerradas como mecanismo
promotor del distanciamiento y la diferenciación social, vale decir, la creación de residencias
cercadas y homogéneas internamente, que impiden la interacción otros grupos sociales. De la
misma manera, en el escenario de la educación, antiguamente núcleo del rol integrador que
desempeñaban las clases medias, se asistiría un proceso bastante similar, en donde las “nuevas
clases medias” acceden a un sistema signado por la fragmentación de circuitos educativos
diferenciados que, del mismo modo que la residencia, dificultan el contacto entre los diferentes
sectores sociales. Ello explicaría, entonces, que las clases medias altas en proceso de consolidación
y trayectorias de ascenso social, además de portar cuotas significativas de capital cultural, realizan
fuertes inversiones y apuestas en la formación de sus hijos, precisamente como estrategia de
reproducción de su posición privilegiada.
Con todo, lo que se desprende de la investigación de Del Canto, es la importancia creciente
que adquiera la educación como mecanismo de identificación – y por ende, diferenciación con
respecto a otras categorías – desarrollado por las “nuevas clases medias”, o sea, aquel segmento
alto y en ascenso que se ha beneficiado de las nuevas lógicas que plantea el estilo de desarrollo.
Por su parte, el ya citado trabajo de Manuel Mora y Araujo sobre la estratificación social en
Argentina comparte dicha consideración general, enfocando la dimensión de la educación desde el
punto de vista de lo que identifica como indicadores de calidad social.76 En concreto, Mora
entiende por calidad social aquella situación donde tiende a haber más personas en posiciones
socioeconómicas altas, menos en las bajas, más equidad distributiva, educación y menos
desempleo. Por ello, los indicadores de calidad social serían los siguientes: (a) afluencia
(proporción de la población en los estratos socieconómicos altos); (b) pobreza (proporción en los
estratos bajos); (c) equidad (diferencial de la proporción de la afluencia sobre la proporción de
pobres); (d) educación (proporción de personas con educación secundaria completa y más); (e)
desempleo (proporción de desocupados sobre el total activo); y (f) población adulta laboralmente
activa.
Los datos sobre calidad social que entrega Mora, levantados a partir de la comparación de las
situaciones y perfiles de las distintas provincias argentinas, señalan que la variable que más
explica, o sea influye, en la calidad social es el nivel educacional, guardando una estrecha relación
con la variable afluencia y la equidad distributiva. Se trataría, entonces, que el logro educativo
aparece como un factor central en las condiciones, niveles de vida y posibilidades de movilidad
social que presenten los distintos grupos sociales.
Al mismo tiempo, Mora considera también la situación laboral como una dimensión no
vertical de la estratificación importante de considerar, toda vez que estaría en la base de la
articulación de estilos de vida y nichos culturales diferenciados entre las clases sociales, guardando
especial relevancia en el caso de la composición interna de la clase media. Cabe considerar que la
76
Mora y Araujo, Manuel: La estructura social... Op. Cit.

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Estratificación social y clases sociales. Una revisión analítica de los sectores medios

situación laboral se analiza, en este caso, a partir de la distinción entre trabajadores en relación de
dependencia y cuentapropistas, lo que además de determinar sus fuentes de ingresos influiría en la
estabilidad / protección de sus fuentes laborales, y en la presencia o no de la mediación sindical con
efectos relevantes en las condiciones de vida de los miembros de un grupo o categoría.
A partir de esto, entonces, se pueden identificar tres estilos de vida o nichos culturales
diferenciados en el seno de la clase media argentina, a saber: (a) la cultura del sindicalismo activo
que se encontraría en posiciones económicas caracterizadas por la escasa competitividad, baja
capacitación y aptitudes laborales, por lo cual el sindicalismo se orientaría a defender a sus
miembros de su tendencia descendente; (b) la cultura de las clases medias tradicionales, donde
predominan las ocupaciones de baja cualificación y productividad, en las cuales son cada vez más
escasas las posibilidades de movilidad social ascendente, y donde la mayor exposición directa al
mercado, sin mediación sindical, provoca una tendencia descendente en los ingresos y las
oportunidades de sus miembros; y (c) la cultura de la clase media competitiva donde la educación
formal, el entrenamiento informal y las aptitudes competitivas permiten a sus miembros aspirar a la
movilidad ascendente e integrarse óptimamente a las nuevas dinámicas sociales. En suma, los
nichos culturales mencionados representan un eje de diferenciación horizontal de la clase media,
que separa en su interior a un segmento bajo (los dos primeras culturas mencionadas) de uno
superior (la clase media competitiva).
En el caso de la sociedad chilena, León y Martínez también han considerado la importancia
de la educación en la persistencia de desigualdades de oportunidades entre las clases.77
Precisamente, consideran la dimensión de la persistencia de la desigualdad interclasista en estrecha
relación con el logro educativo, o más ampliamente, con el capital educativo que poseen los
miembros de las diversas categorías sociales. A partir de esto apuntan que, en términos generales,
la expansión rápida de la educación – especialmente secundaria entre 1971 y 1995 – ha reducido de
forma importante, si se compara intergeneracionalmente, las distancias existentes entre los sectores
medios y obreros, no así la de éstos con respecto a los marginales.
Ahora bien, a pesar de ésta reducción se mantienen diferencias importantes en el perfil
educacional actual de los jóvenes según su categoría social, como lo revela el hecho que mientras
más del 83% de los pertenecientes a sectores medios se integran al mercado laboral con al menos
12 años de escolaridad, ello se reduce prácticamente a la mitad (46%) en la clase obrera. Además
consignan que a medida que la enseñanza secundaria tiende a universalizarse las diferencias
interclasistas se trasladan al nivel postsecundario, y que éstas aparecen asociadas, más que a
diferencias de ingreso entre hogares, al peso del capital educacional de los padres (promedio de
años de estudio de ambos cónyuges). En suma, se puede apreciar que a pesar de la expansión fuerte
de la educación (alfabetización, aumento de matrículas, etc.) las diferencias interclasistas en su
acceso persisten como una importante barrera a la movilidad social.
Ello no pareciese ser un caso particular de Chile, pues el trabajo sobre estratificación y
movilidad ocupacional en Brasil de Silva también revela la importancia de la educación en la
posición y los ingresos que obtienen las distintas clases.78 En efecto, y como se apuntó en el
capítulo anterior, Silva considera el nivel educacional como un elemento central que define la
situación de mercado de los individuos, y a partir de ello presenta datos – referidos al periodo que
va entre 1995 y 1999 - que evidencian la fuerza que tienen los títulos académicos (cualificaciones,
credenciales) en las posiciones ocupacionales y la determinación de ingresos en la sociedad
brasileña.

77
León, Arturo y Martínez, Javier: La estratificación social chilena... Op. Cit.
78
Silva, Nelson do Valle: Cambios sociales y estratificación... Op. Cit.

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CEPAL - SERIE Políticas sociales N° 125

Por último, cabe reseñar un interesante trabajo realizado por Alexis Romero sobre la relación
entre educación y movilidad social en los actuales sectores medios de la sociedad venezolana.79 En
efecto, Romero introduce una duda o cuestionamiento sumamente interesante de explorar en
aproximaciones empíricas sobre las clases medias de la región, que remite a que el papel que
anteriormente desempeñaba la educación (la titulación más concretamente) en la apertura de la
movilidad social ascendente y, con ello, en la ampliación de los estratos medios, estaría hoy en
crisis ante las nuevas condiciones económicas y sociales imperantes.
De acuerdo a Romero es posible identificar dos factores que explicarían esta crisis de la
movilidad social vertical promovida desde la educación, tal como se conoció en las décadas
anteriores (en el caso venezolano, fundamentalmente entre 1958 y los años ochenta). En primer
lugar se trataría de las restricciones de acceso a la educación que encuentran hoy los sectores más
bajos de la estructura social, las cuales no se explicarían principalmente de acuerdo a disposiciones
legales limitantes, sino que por la propia dinámica de la escolarización, esto es, porque los menos
favorecidos económicamente son también los que portan menor capital cultural y por ello, a pesar
de que puedan entrar al sistema educativo, tienden a quedarse en el camino. Ello explicaría, de
acuerdo a Romero, que los que acceden hoy a la educación universitaria no provengan de estratos
bajos, sino que sean, principalmente, hijos de aquellos que lograron beneficiarse de la movilidad
social ascendente (adquiriendo una posición de clase media) en el periodo histórico anterior.
El segundo factor se vincularía a los límites que presentan los ya titulados para conseguir un
empleo y condiciones de vida similares a los egresados en décadas anteriores, es decir, se
presentaría una dificultad importante de concretar el status de clase media que se obtiene mediante
la educación. Ello se relaciona con la existencia de una sobreoferta de titulados, razón por la cual
las posibilidades de éxito pasarían a vincularse con la calidad de la enseñanza recibida, los
antecedentes y los logros acumulados.
En suma, se trataría de una ruptura del ciclo virtuoso entre expansión de la educación,
movilidad social ascendente y ampliación de la clase media, en donde el logro educativo ya no
abriría inmediatamente las puertas del ascenso, por las razones señaladas, configurándose, por el
contrario, una tendencia a la una conservación o reproducción de los sectores medios, y no un
incremento de sus posiciones en la estructura social.

79
Romero Salazar, Alexis: El ascensor detenido. La crisis de la movilidad social a través de la titulación, en Espacio Abierto,
Cuaderno Venezolano de Sociología, Volumen 15, N°1 y 2, 2006.

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CEPAL - SERIE Políticas sociales N° 125

V. Reflexiones finales.
Consideraciones temáticas para
el estudio de las clases medias
en América Latina

Para finalizar, es posible plantear algunas consideraciones o


líneas temáticas que, basadas en los ejes analíticos revisados en del
presente documento, pueden ser útiles para orientar futuras
exploraciones y estudios sobre las clases medias en América Latina.

A. El impacto de la terciarización en las


clases medias latinoamericanas
Se ha señalado comúnmente, al momento de examinar las
principales transformaciones socioeconómicas inducidas por los
ajustes estructurales y la articulación de un nuevo modelo de
desarrollo en la región, la importancia creciente que ha adquirido el
sector terciario de la economía en la definición de las dinámicas
laborales de América Latina.
En efecto, de modo similar a lo acontecido en las sociedades del
capitalismo avanzado, se puede advertir un importante incremento en
las posiciones laborales (fuerza de trabajo ocupada) en el sector
servicios y el comercio, en detrimento de la vinculada a la
manufactura simple o industrial, lo cual conlleva una transferencia
ocupacional relevante hacia empleos no manuales urbanos,
precisamente aquellos clásicamente concebidos como propios de las

63
Estratificación social y clases sociales. Una revisión analítica de los sectores medios

clases medias. El análisis de Goldthorpe, precisamente, advierte dicha transferencia instalando la


categoría de clase de servicio para referirse a sus relaciones laborales y formas de ingreso
características.
Ahora bien, cabe indagar si en América Latina esta transferencia ocupacional puede ser leída
como la formación de una clase de servicio, con las oportunidades económicas, estabilidad laboral
y perspectivas de movilidad ascendente que ella representa, o si el paso a empleos no manuales no
va asociado directamente a mejoras de ingresos y niveles de vida. Podría tratarse, en suma, de una
terciarización espúrea en donde la participación en la distribución del ingreso y las perspectivas de
movilidad para los que desempeñan labores no manuales no transcurre de modo homogéneo, sino
que se establecen cortes y segmentaciones internas importantes de identificar en aproximaciones
empíricas regionales y nacionales.

B. Expansión educativa, capital cultural y movilidad social


Otro de los fenómenos que comúnmente se mencionan como característicos de las
transformaciones experimentadas recientemente en América Latina, aún cuando la revisión anterior
permite establecer que se trata de una tendencia desplegada desde mediados de siglo, es la
expansión creciente de las instancias y niveles educativos en la población de la región, sobre todo
por la universalización de los ciclos básico y secundario, y la ampliación creciente de matrículas en
el ámbito postsecundario. Dicho fenómeno, demás está decirlo, pareciese guardar una particular
importancia para el caso de la configuración de las clases medias, toda vez que, como se ha
expresado en la presente revisión, sus puestos laborales tienden a asociarse – al menos en el plano
teórico- a la posesión de cualificaciones o credenciales educativas.
A ello se suma la importancia, destacada por más de uno de los estudios aquí revisados, que
presenta el acceso a la educación en la estructuración de la calidad social, los ingresos y las
posibilidades de movilidad social.
De esta manera, si se ha sostenido que durante las últimas décadas buena parte de la
población de la región ha visto incrementarse sus niveles de educacionales, si se compara con el
acceso logrado presentes por las generaciones previas, cabe indagar si ello va asociado
efectivamente a trayectorias laborales y participación en la distribución del ingreso que puedan
concebirse efectivamente como propias de las posiciones intermedias de la estructura social.
También podría suceder, como se desprende por ejemplo del citado estudio de Romero para
el caso venezolano, que el fenómeno de expansión educativa ha actuado incrementado los niveles
de capital cultural que presentan los diversos grupos sociales, sin necesariamente acarrear
movilidad social ascendente o mejoras sustantivas en los niveles de vida. Se trataría, en ese caso,
de una “devaluación educativa”, en la cual el acceso a logros educativos, si bien incrementa el
status de quienes los poseen, no se vincula directamente a aumentos de participación en la
estructura de ingresos y bienestar social. La educación podría representar, por tanto, un importante
mecanismo de fragmentación de las clases medias latinoamericanas, en tanto contribuye a la
diversificación de cualificaciones y perspectivas de ascenso social en su composición interna.

C. Los cambios de género en la composición del mercado


laboral latinoamericano
Puede mencionarse también como línea temática a explorar, la inquietud por las
consecuencias que ha acarreado en la composición y los perfiles de las clases medias uno de los
principales procesos que, desde diversos estudios aquí referidos, se ha identificado como central en

64
CEPAL - SERIE Políticas sociales N° 125

el cambio de la estructura ocupacional de los países de la región, esto es, la incorporación


progresiva y acelerada de las mujeres al mercado laboral.
La feminización de la fuerza de trabajo plantea entonces un tema interesante de explorar para
aproximarse a la composición interna de las clases medias, toda vez que se ha destacado que,
además del servicio doméstico, es en posiciones laborales no manuales (servicios de rutina,
administración, oficinas) donde la incorporación de la mujer ha encontrado un importante nicho
ocupacional.
Además, puede resultar pertinente indagar acerca del impacto de dicha incorporación en las
unidades familiares propias de los grupos medios, sobre todo a la luz de las posiciones
diferenciadas en términos de género que pareciesen presentar la distribución del ingreso y las
posibilidades de ascenso social en América Latina. El concepto de posiciones mediatas de clase
elaborado por Erik O. Wright podría ser de bastante utilidad analítica en este sentido, ya que -
como se mencionó - remite a analizar las posiciones de clase no sólo en relación a las ocupaciones
en que se insertan, sino que también a partir de las redes sociales (por ejemplo, las unidades
familiares) en que se contextualizan de modo diferenciado.
Cabe consignar que esta área temática se revela particularmente relevante y, al mismo
tiempo, compleja, pues remite a una dimensión no desarrollada en profundidad en los estudios
sobre estratificación y movilidad social durante el periodo de posguerra, toda vez que en éstos se
tendía a derivar la condición de las unidades familiares – y de la mujer - a partir de la posición del
jefe de hogar, lo cual hoy no pareciese ser del todo adecuado como procedimiento analítico.
Entonces, se trata de analizar las diferencias en términos de ingreso y niveles de vida que presentan
los roles ocupacionales según género en las clases medias, y más ampliamente, cómo dichas
diferencias impactan en la constitución de sus unidades familiares características.

D. La redefinición de los sistemas de protección social y las


pautas de consumo
Ha sido bastante usual - tanto en las revisiones europeas como desde América Latina –
sostener una vinculación estrecha entre el acceso a determinados patrones de consumo y la
configuración de los grupos medios de la estructura social. De hecho, durante el periodo de
posguerra ya mencionado, buena parte de los bienes y servicios generados a partir de la
industrialización de las economías latinoamericanas encontraba sus consumidores en las clases
medias, ya que éstas, al mismo tiempo que veían incrementados sus niveles de ingreso por la
transformación de la estructura ocupacional, encontraban un sólido respaldo en las políticas
directas (redistribución del ingreso) e indirectas (servicios públicos) desarrolladas desde el Estado,
todo lo cual les permitía tener considerables oportunidades de lograr un acceso efectivo y dinámico
al consumo.
Ahora bien, como es sabido, uno de los rasgos esenciales de las transformaciones recientes
en América Latina se ha operado al nivel de las políticas del Estado y los sistemas de protección
social, lo cual sin lugar a dudas ha contribuido a una redefinición – necesaria de explorar en sus
dimensiones y alcances - de la composición y los patrones de consumo de las clases medias.
Considerando esto, entonces, puede resultar relevante investigar los niveles de acceso a los
mercados de bienes y servicios que hoy presentan las clases medias, o más ampliamente,
diagnosticar la redefinición de los mecanismos y patrones a través de los cuales transcurre hoy
dicho acceso, considerando el cambio en los sistemas de protección social.
Por otro lado, pero también en relación al marco otorgado por las políticas estatales, cabe
indagar en la distribución de las cargas tributarias existentes en los países de América Latina, y

65
Estratificación social y clases sociales. Una revisión analítica de los sectores medios

cómo ésta influye sobre la constitución interna, las posibilidades de acceso al consumo y la
movilidad social de las clases medias. Es decir, correspondería abordar cómo las cargas impositivas
se distribuyen sobre los distintos grupos sociales en los diversos países de la región, y la medida en
que ello abre o dificulta las posibilidades de acceso al consumo y la movilidad de las clases medias.
A partir de ello se podrían plantear las posibilidades y condiciones para un pacto fiscal que permita
la representación de dichos sectores sustentándose en su inclusión y protección social.

E. Los nuevos clivajes de las clases medias


Durante el período modernizador dirigido por la industrialización sustitutiva de importancias
y la acción del Estado, fue bastante usual identificar y analizar los principales clivajes o líneas
divisorias al interior de las clases medias a partir del acceso que lograban sus estratos constitutivos
en relación al aparato estatal y los servicios públicos.
Como ya se ha mencionado a lo largo de esta revisión, las actuales clases medias de América
Latina pareciesen ligarse en mayor medida al sector privado o al empleo independiente, producto
de la disminución sostenida de la injerencia estatal y el empleo público. Así, cabe aproximarse a
los nuevos clivajes que presentarían las clases medias, tanto en términos de fuentes laborales,
participación en el ingreso, acceso a la educación, estilos de vida, etc., los cuales se asociarían ya
no con el acceso al aparato estatal, sino con las formas particulares y diferenciadas en que sus
estratos se articulan con las nuevas dinámicas que plantea el estilo de desarrollo vigente en la
región.

F. Las clases medias en fuga. El fenómeno de la migración


laboral
Por último, como se desprende - por ejemplo- de los estudios de Portes y Hoffman, o el
dirigido por Juan Pablo Pérez para los casos particulares de Costa Rica, El Salvador y Guatemala,
la migración se ha constituido, al menos en algunas sociedades, como una importante estrategia
adaptativa para la población con cualificaciones educativas (profesionales, técnicos) frente a las
contracciones del mercado laboral.
De esta manera, cabe indagar los alcances reales de este fenómeno en la composición y los
perfiles de las clases medias a nivel latinoamericano, y también las diferencias entre sociedades a
partir de los rasgos que asumen los mercados laborales nacionales y la inserción ocupacional de los
sectores medios.

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