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S E R I E
POLÍTICAS
SOCIALES
Camilo Sémbler R.
125
políticas sociales
Camilo Sémbler R.
ISBN: 92-1-322996-8
LC/L.2637-P
N° de venta: S.06.II.G.164
Copyright © Naciones Unidas, diciembre de 2006. Todos los derechos reservados
Impreso en Naciones Unidas, Santiago de Chile
Índice
Resumen ........................................................................................ 5
Introducción....................................................................................... 7
I. Los enfoques clásicos sobre estratificación
y clases sociales. Un primer acercamiento
analítico a los sectores medios .......................................... 11
A. Producción, mercado y prestigio. Dimensiones
analíticas de los enfoques clásicos....................................... 12
B. El legado de los enfoques clásicos. Conclusiones
y debates............................................................................... 16
II. El capitalismo de posguerra y el debate sobre
los sectores medios. Un recorrido por la
investigación sociológica..................................................... 19
A. El crecimiento del sector servicios y el empleo no
manual. La discusión sobre la caracterización de
los “trabajadores de cuello blanco” ..................................... 20
B. Las clases medias en el desarrollismo latinoamericano.
Modernización, empleo público y movilidad social ............ 23
III. Los análisis contemporáneos sobre estratificación
y clases sociales. Aproximaciones teóricas y
empíricas a los sectores medios........................................ 29
A. Los enfoques teóricos-relacionales. La articulación
de relaciones de producción y mercado para la
identificación de las clases sociales..................................... 30
B. Las investigaciones contemporáneas sobre los sectores
medios de América Latina. Globalización y nuevo
estilo de desarrollo ............................................................... 40
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Estratificación social y clases sociales. Una revisión analítica de los sectores medios
Índice de esquemas
Esquema 1 Las posiciones contradictorias de clase (E.O. Wright)...............................................35
Esquema 2 La estructura de clases desde las explotaciones múltiples (E.O. Wright) ..................36
Esquema 3 Primer mapa de clases (J.H. Goldthorpe) ...................................................................38
Esquema 4 Segundo mapa de clases (J.H. Goldthorpe) ................................................................39
Esquema 5 La estructura de clases en América Latina (A. Portes y K. Hoffman) .......................42
Esquema 6 Índice de nivel económico social – NES (M. Mora y Araujo) ...................................44
Esquema 7 Sectores medios asalariados e independientes en Chile (A. León y J. Martínez) ......47
Esquema 8 La estructura de clases en Brasil (N. do Valle Silva) .................................................49
Esquema 9 La estructura de clases en Centroamérica (J.P. Pérez) ...............................................51
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CEPAL - SERIE Políticas sociales N° 125
Resumen
5
Estratificación social y clases sociales. Una revisión analítica de los sectores medios
Por ello, es posible sostener que un camino apropiado, o al menos sugerente, de intentar
reinsertar la temática de la estratificación y las clases en América Latina, con particular referencia
a los sectores medios, es hacer un recorrido por las principales referencias – teóricas y empíricas –
que se han desarrollado al respecto tanto en la región como en el debate europeo. Es esto,
precisamente, lo que se pretende realizar en el presente documento, es decir, revisar las principales
coordenadas teóricas, esquemas clasificatorios y aproximaciones empíricas que se han realizado en
torno a las clases medias, de modo de avanzar en la elaboración de un marco analítico que
posibilite desprender nuevas y fructíferas investigaciones sobre estos sectores, sus cambios y
reordenamientos recientes en América Latina.
6
CEPAL - SERIE Políticas sociales N° 125
Introducción
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Estratificación social y clases sociales. Una revisión analítica de los sectores medios
Precisamente, la preocupación por los sectores medios se enlazaba estrechamente con ambas
dimensiones, ya que éstos desempeñaban un papel esencial en la articulación de las alianzas
sociales (nacional-populares) que promovían las políticas desarrollistas en la región y, al mismo
tiempo, se constituían como uno de los principales grupos sociales beneficiados y transformados en
su composición y orientación por los cambios acarreados por dichas políticas. En suma, podría
anotarse que la referencia a las clases medias – si bien muchas veces más fundamentada en análisis
sociopolíticos que en estudios concretos de estratificación – aparecía como un lugar privilegiado
para la comprensión de las dinámicas y las tensiones que atravesaba el proyecto desarrollista en
América Latina.
Con la crisis de la industrialización y los programas de ajuste estructural promovidos en la
región durante la década de los ochenta, se asiste a un importante giro temático en las
preocupaciones analíticas e investigativas desarrolladas por la sociología latinoamericana, signado
en parte importante por el declive de los estudios sobre estratificación, clases y movilidad social.
En concreto, la mayoría de los estudios sociales se volcó hacia la identificación de la exclusión
social y la pobreza, así como de las nuevas formas de trabajo e inserción laboral que producían los
ajustes estructurales (sector informal, precariedad laboral, etc.), abandonando la pretensión de un
análisis de la totalidad de los mecanismos y grupos diferenciados socialmente.1 Se constituyeron
entonces una serie de imágenes sobre sectores o grupos específicos de la sociedad, por cierto con
importante valor analítico, pero sin desarrollar una aproximación sistemática a los patrones de
estructuración y diferenciación de los grupos y clases en las diversas sociedades, ausencia aún más
notoria en el caso de los estudios de alcance regional o comparativo.
A ello cabe agregar, además factores vinculados directamente al carácter general que asumió
la reflexión sociológica, sobre todo en tanto que la preocupación central dejó de ser el desarrollo y
sus bases sociales, instalándose, preferentemente, el problema de la refundación de los regímenes
democráticos tras la oleada de dictaduras y guerras civiles en la región; a lo cual se sumó la fuerte
crítica a los paradigmas clásicos de la disciplina - fundamentalmente el marxismo y el
funcionalismo - por su supuesto énfasis en el análisis estructural, leído ahora como determinismo,
dando paso a una perspectiva que enfatizaba la visión accionalista para la comprensión de las
dinámicas y fenómenos sociales.2
De este modo, no es de extrañar que en la actualidad se posea escaso conocimiento e
información concreta sobre las clases medias latinoamericanas, su composición ocupacional
interna, sus perfiles de ingreso y educación, sus orientaciones culturales y sociopolíticas, etc., a
pesar de las constantes referencias a ésta que se pueden hallar en los medios de comunicación y en
las aspiraciones de buena parte de la población latinoamericana. La clase media, en suma, parece
haberse tornado una especie de “zona gris” de la estructura social de América Latina, que
constantemente es referenciada sin lograr, en concreto, una mayor claridad o precisión en la
identificación de sus rasgos particulares constitutivos.
Sin embargo, como mencionábamos, el estado actual de los estudios sobre estratificación,
clases y movilidad en América Latina contrasta con creces con lo que sucede en la actualidad en el
debate europeo, particularmente en la sociología británica, donde estas temáticas no han dejado de
representar un foco importante de análisis, dedicándose a ellas un sinnúmero de reflexiones,
esquemas clasificatorios e investigaciones comparativas.3 Ahora bien, si la sociología
latinoamericana surge, en cierto sentido como apuntábamos, ligada al análisis –o el problema- de
1
Véase Filgueira, Carlos: La actualidad de viejas temáticas: sobre los estudios de clase, estratificación y movilidad social en
América Latina, Serie Políticas Sociales, N° 51, CEPAL, 2001.
2
De más está señalar que la referencia central en esta perspectiva será la influyente obra de Alain Touraine. Véase Touraine, A.: El
retorno del actor, Ed. Eudeba, Bs. Aires, 1987.
3
En particular, cabe destacar la labor realizada por el denominado grupo de Nuffield en la Universidad de Oxford, liderado por la
figura de Jhon Goldthorpe, cuyos postulados e investigaciones centrales se revisarán más adelante.
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las clases medias durante el periodo desarrollista, la reflexión sociológica europea tras un origen
–en los denominados clásicos de la disciplina– en donde no hay mayores alusiones o referencias
sistemáticas al tema, asumirá con posterioridad, sobre todo a la luz de los cambios en las relaciones
de trabajo y las formas de organización productiva, el desafío creciente de comprender a un amplio
segmento de categorías sociales posibles de identificar como posiciones intermedias.
Por ello, es posible sostener que un camino apropiado, o al menos sugerente, de intentar
reinsertar la temática de la estratificación y las clases en América Latina, con particular referencia
a los sectores medios, es hacer un recorrido por las principales referencias – teóricas y empíricas –
que se han desarrollado al respecto tanto en la región como en el debate europeo. Es esto,
precisamente, lo que se pretende realizar en el presente documento, es decir, revisar las principales
coordenadas teóricas, esquemas clasificatorios y aproximaciones empíricas que se han realizado en
torno a las clases medias, de modo tal avanzar en la elaboración de un marco analítico que
posibilite desprender nuevas y fructíferas investigaciones sobre estos sectores, sus cambios y
reordenamientos recientes, en América Latina.
Así, en primer lugar, el presente documento entrega una breve revisión de los enfoques
clásicos – las teorías marxiana, weberiana y funcionalista – sobre estratificación y clases sociales,
estableciendo desde ahí un primer acercamiento analítico a la caracterización de los sectores
medios. Si bien, como se verá, en estos enfoques no hay un abordaje sistemático en torno a las
clases medias, se pueden rastrear algunas referencias o sugerencias importantes, sobre todo a la luz
del debate posterior, y también una serie de conceptos y nociones que son centrales y comunes en
la mayoría de los estudios de estratificación y clases.
En seguida, se revisan los principales trabajos e investigaciones realizadas en el marco del
capitalismo de posguerra, vale decir, durante la primera del mitad del siglo XX, en torno a las
transformaciones y redefiniciones de los sectores medios de la estructura social. Particularmente,
en el caso de la sociología europea se reseña la discusión sobre la caracterización de los
“trabajadores de cuello blanco” (white collar) originados por la importancia que comienza a
adquirir el empleo no manual y el sector servicios, mientras que, desde América Latina, se revisan
una serie de estudios que abordan a las clases medias durante el período desarrollista, sobre todo en
relación a las dimensiones de la industrialización, el empleo público y la movilidad social.
En tercer lugar, y como parte central del presente documento, se examinan los análisis
contemporáneos sobre estratificación y clases sociales, situando en ellos las referencias particulares
que se realizan sobre las clases medias. Así, en los denominados enfoques teóricos-relacionales se
revisan los influyentes trabajos de Anthony Giddens, Erik O. Wright y Jhon Goldthorpe, y en las
investigaciones contemporáneas de América Latina se reseñan las principales transformaciones
apuntadas en las clases medias latinoamericanas en el marco del proceso de globalización y la
instalación de un nuevo estilo de desarrollo a partir de la década de los ochenta. A continuación se
señalan algunas dimensiones recientes abordadas en los estudios de estratificación y clases, sobre
todo vinculadas a la importancia del consumo, la educación y el capital cultural en la configuración
y las posibilidades de movilidad social de las clases medias.
Finalmente, basado en los ejes de análisis planteados en el documento, se plantean una serie
de consideraciones y reflexiones sobre áreas o líneas temáticas posibles de abordar en relación a las
clases medias actuales de América Latina, las cuales pueden ser útiles como bases o intuiciones a
ser exploradas a fondo en futuros estudios y/o aproximaciones empíricas.
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Estratificación social y clases sociales. Una revisión analítica de los sectores medios
De hecho, como luego se revisará, las perspectivas más recientes en torno al tema y que
mayor influencia han tenido en el ámbito de la investigación teórica y empírica contemporánea, se
caracterizan en buena medida por intentar conciliar o vincular analíticamente la diversidad de
conceptos presentes en los enfoques clásicos, para desde ahí lograr una mejor comprensión de la
estratificación social y la estructura de clases en las complejas sociedades actuales.
4
Se utilizará el adjetivo marxiano para hacer referencia a las ideas y conceptos que pueden considerarse parte de la teoría original de
Marx, mientras que, por su parte, marxista se reservará para la identificación de la serie de perspectivas y debates que se han dado al
interior de la tradición que, de una u otra manera, se desprende de dicha teoría.
5
Marx, Karl: El Capital. Crítica de la Economía Política, Tomo I, Ed. FCE, México, 2001, págs. 31-33.
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predominar la opinión de que uno de los problemas fundamentales que aqueja al enfoque marxiano
sobre las clases es su dificultad para identificar y definir de forma adecuada a las posiciones
intermedias de la estructura de clases, toda vez que ésta, como se apuntó, aparece representada
desde un esquema dicotómico a partir de las relaciones de propiedad / no propiedad.6
De acuerdo a esto, la interpretación de los sectores medios se concibe principalmente en
torno a dos consideraciones. En primer lugar, se considera que las clases medias corresponden a un
segmento social transicional en términos históricos, vale decir, a grupos sociales que representan
vestigios precapitalistas aún no superados, y que por ende serán subsumidos en las categorías
sociales fundamentales (burguesía y proletariado) a medida que avanza el proceso de
modernización capitalista. Se trata, particularmente, de la tesis de la pauperización creciente
inherente al desarrollo capitalista, que llevaría a amplios sectores sociales que representan
posiciones intermedias a deslizarse progresivamente hacia la clase obrera. Y, en segundo lugar, se
considera a los sectores medios como fracciones o subdivisiones de las clases principales,
particularmente de la burguesía, atribuyéndoles entonces la categoría de “pequeña burguesía”.
Ambas consideraciones, como se puede apreciar, se caracterizan por una insuficiencia o
dificultad notoria de identificar de forma nítida y positiva a los sectores medios, en tanto sólo se
consideran como apéndices de otros grupos sociales o resabios destinados a desaparecer con el
desarrollo histórico. Por ello no es de extrañar – sobre todo a luz de los cambios históricos que
desde fines del siglo XIX pusieron en tela de juicio estas consideraciones – que ambas fuesen
posteriormente ampliamente profundizadas, debatidas y reformuladas, incluso al interior de la
misma tradición marxista, tal como se hará referencia más adelante con mayor detalle.
También desde el enfoque weberiano es preciso destacar algunos conceptos fundamentales
para el análisis de la estratificación y las clases sociales, y desde ahí, la particularidad de los
sectores medios. La principal relevancia del análisis de Weber radica en considerar una
multiplicidad de mecanismos y fuentes que actúan en la diferenciación y estratificación de los
grupos en una sociedad, y no sólo el acceso desigual a los medios de producción y la diferenciación
de clases considerada por Marx. Precisamente, esta extensión de los mecanismos y tipos de
diferenciación social se vincula con la preocupación central del análisis weberiano, esto es, las
relaciones de poder y dominación que se establecen en el marco de una comunidad política.
Para Weber, en efecto, las relaciones sociales en una comunidad aparecen estructuradas a
partir de una distribución desigual del poder, vale decir, de las probabilidades de un individuo o un
grupo social de imponer su voluntad particular sobre otros, lo cual se liga a la existencia de tres
variados tipos de recursos que confieren, a su vez, diversas expresiones de poder, a saber: (a) los
bienes y servicios presentes en el ámbito del mercado (poder de disposición); (b) el honor social o
prestigio (poder social); y (c) el poder político. Es por esto que se ha enfatizado, comúnmente, que
mientras el análisis de Marx sobre las clases se vincula a la existencia de relaciones de explotación,
en Weber se trata más bien de relaciones de dominación, de distribuciones desiguales del poder,
todo lo cual daría origen a un esquema multidimensional de la estratificación, en el sentido que
existen diversos mecanismos que diferencian y ordenan a los grupos sociales.
De esta manera, en primer término, se puede identificar una forma de diferenciación social
que transcurre en torno a la distribución y utilización de bienes y servicios en la esfera mercantil,
que remite al poder de disposición que se tiene sobre éstos, tanto en términos de posesión como en
sus posibilidades de valorización. Es aquí, precisamente, donde Weber identifica la existencia de
las clases, señalando, por tanto, que la situación de clase corresponde a la posición ocupada en el
mercado.7 A partir de la posición en el mercado se establecen, entonces, determinadas
6
Véase Ossowski, Stanislaw: Estructura de clases y conciencia social, Ed. Diez, Buenos Aires, 1972.
7
Weber, Max: Economía y Sociedad, Ed. FCE, México, 1962, pág. 684.
13
Estratificación social y clases sociales. Una revisión analítica de los sectores medios
oportunidades de vida compartidas por los individuos que son miembros de una determinada
situación de clase, lo que implica que poseen un componente causal común en su posibilidad de
obtener ingresos o beneficios a partir de los bienes y/o servicios que se pueden ofrecer en el
mercado.8
Sin embargo, Weber va a razonar que una situación de clase no debe considerarse como una
entidad absolutamente homogénea en su composición, sino que se presenta siempre una diversidad
interna que remite a los distintos tipos de bienes ofertables (cantidad y cualidad) y al sentido con
que éstos se utilizan (por ejemplo: la distinción entre clases propietarias, principalmente rentistas,
y clases lucrativas como los empresarios). De esta manera, las posiciones de clase posibles de
reconocer son múltiples y diversas, pues remiten al modo en que se utilizan los diferentes bienes
que se poseen y valorizan en la esfera mercantil, lo que plantea una dificultad importante al
momento de intentar identificar empíricamente grupos sociales definidos y limitados en una
determinada sociedad.
El análisis weberiano pareciese considerar plenamente esta dificultad, y por ello introduce el
concepto específico de clase social para señalar a la totalidad de aquellas situaciones de clase entre
las cuales un intercambio personal y en la sucesión de generaciones es fácil y suele ocurrir de modo
típico.9 Con ello, entonces, se introduce una preocupación analítica que, como se verá, es central
para el análisis de la estratificación y la particular identificación de las capas medias, como es el
fenómeno de la movilidad social, entendida a grandes rasgos como el grado de apertura o cierre
presente en la estructuración de los grupos y clases en una sociedad.
Dentro de este marco general, Weber va a proceder a identificar a los sectores medios, valga
la redundancia, como posiciones intermedias tanto en relación a las clases propietarias como a las
lucrativas. En el primer caso, se trataría de todas aquellas capas que situándose entre las clases
propietarias se vinculan principalmente a propiedades o cualidades de educación como medio de
obtención de ingresos. Mientras que, como posición intermedia entre las clases lucrativas, se
encuentran también sectores identificables como “clases medias”, donde destacan los artesanos y
campesinos que trabajan de forma independiente, los funcionarios de carácter público y privado,
los profesionales liberales y otros trabajadores con cualidades monopólicas (cualificaciones).
Cabe destacar que en ambos casos se consideran aspectos que ocuparán un lugar importante
en la posterior discusión sobre los sectores medios, como es la existencia de cualificaciones
educativas, el trabajo independiente, el empleo en labores de funcionariado, etc. Esto, no obstante,
no salva que la conceptualización weberiana de las capas medias no es del todo precisa en términos
de su identificación y comprensión.
Sin embargo, como ya se mencionaba, Weber también considera otro mecanismo de
diferenciación social que se relaciona con la distribución del prestigio u honor en una comunidad,
lo que daría origen a los grupos estamentales, entendidos como agrupaciones que se configuran en
torno a un determinado estilo o modo de vida reconocido como particular o propio, y que por ende
les permite cierta identificación y reconocimiento simbólico. Los grupos estamentales, entonces, se
caracterizan por el monopolio sobre determinados bienes (materiales y simbólicos) que les
permiten adquirir un modo de vida específico, al cual sólo se puede acceder cumpliendo con ciertas
“convenciones” o “acreditaciones”. Además, cabe destacar el hecho de que en el análisis weberiano
los grupos estamentales se conciben como opuestos a la libre evolución del mercado, dado que ello
pondría en riesgo sus monopolios, por lo cual tenderían a predominar en situaciones
socioeconómicas de estabilidad, a diferencia de las clases – que al basarse en la mera posición
8
Por cierto, debe considerarse no sólo el mercado de bienes, sino también el mercado de trabajo y, por ende, la posibilidad de ofrecer
y valorizar la fuerza de trabajo.
9
Weber, M.: Op. Cit., pág. 242.
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Estratificación social y clases sociales. Una revisión analítica de los sectores medios
como núcleo de la diferenciación y estratificación social13. Por último, también se deben considerar
otros factores que contribuyen a la ubicación diferencial de los individuos en términos de valor, a
saber: (a) la participación como miembro en una unidad de parentesco; (b) cualidades personales;
(c) logros; (d) posesiones; (e) autoridad; y (f) poder.
La posición de un individuo en el sistema de estratificación social es resultado, en suma, de
las valoraciones que se realizan en torno a estos elementos o categorías estructurantes, y por ello
ésta debe concebirse en términos de status, es decir, como ubicaciones en una escala de prestigio
social. Mientras que, por otra parte, la categoría de clase social aparece vinculada a la existencia de
un conjunto de personas que comparten unidades de parentesco (kinship unit) que son valoradas de
modo aproximadamente similar.
Precisamente, el factor estratificador representado por las unidades de parentesco posee una
relevancia especial dentro del análisis funcionalista para la identificación de las clases medias. En
términos generales, los grupos o unidades de parentesco son concebidos como las entidades básicas
de solidaridad del sistema social, toda vez que en su seno no se da una competencia por status
ocupacionales, sino que se comparte entre sus miembros una determinada posición de prestigio -
vale decir, un status-, y por ello están en la base de la conformación de una categoría colectiva
como la implicada en la idea de clase social.
Ahora bien, la relación entre las unidades de parentesco y la estructura ocupacional
determina que se produzcan y diferencien “tipos de familia”, principalmente caracterizados por la
presencia de rasgos culturales particulares (actitudes, ideología, definición de situaciones, etc.).
Precisamente, como advierte Parsons, la distinción entre clase media y baja, además de remitir a
ocupaciones diversamente valoradas, también transcurre en torno al tipo de familia presente, en
donde es posible constatar que en las clases bajas predominan valores y actitudes que tienden a
reproducir la posición de subordinación, lo cual no se presentaría en el caso de los sectores
medios.14
En suma, el enfoque funcionalista permite una aproximación analítica a los sectores medios
vinculada, por un lado, al prestigio que revisten sus posiciones (roles) en la estructura ocupacional,
es decir, su status, y por otro, pero vinculado a aquello, al tipo de familia y rasgos culturales que
configuran sus unidades de parentesco. Ambas líneas, como veremos, serán posteriormente
desarrolladas y profundizadas en las investigaciones tanto teóricas como empíricas sobre los
sectores medios.
13
Parsons, T.: Clases sociales y conflictos entre clases a la luz de la reciente teoría sociológica, en Ensayos..., Op. Cit., pág. 281.
14
Ídem, pág. 285. En todo caso, es necesario precisar que la referencia parsoniana apunta, como se encarga de advertir, al caso
particular de la sociedad norteamericana.
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buscando conceptualizar de mejor manera las posiciones y comportamientos propios de los sectores
o capas intermedias de la estructura social.
Ahora bien, para concluir este apartado es preciso destacar algunas líneas de análisis y
debate que se desprenden de los enfoques clásicos revisados.
En primer lugar, es posible apreciar que se trata de aproximaciones teóricas a la estructura
social que intentan dar cuenta de ésta mediante la vinculación analítica de categorías clasificatorias
generadas desde la estratificación social con categorías propias de la estructura de clases, lo que
permite abordar el problema de la identificación y comprensión de unidad o actores sociales reales,
y no sólo de categorías sociales estadísticas.
En efecto, la noción de clase social implica que los grupos se estructuran y actúan en torno a
intereses que trascienden los móviles puramente subjetivos, fundándose en posiciones compartidas
por sus miembros en la estructura social, pudiendo identificarse diversas matrices – desde los
enfoques clásicos – para la generación de dichos intereses de clase, destacándose la propiedad, el
mercado y las unidades de parentesco. A estos intereses debe agregarse el proceso de reproducción
de las clases (transferencia entre generaciones de sus propiedades esenciales) y las formas de
organización colectiva que asumen para expresarse como actores colectivos, todo lo cual configura
los componentes básicos que supone la identificación de las clases desde el análisis sociológico.15
Esta vinculación entre categorías clasificatorias y componentes de clase, es uno de los principales
legados de los enfoques clásicos a los análisis contemporáneos de la estratificación social.
Ligado a lo anterior, si bien es claro que los enfoques clásicos se vinculan con diversas
perspectivas de análisis en el esclarecimiento de los factores o elementos centrales que participan en
la generación de la estratificación, todos pareciesen compartir la idea de la centralidad del trabajo en
los procesos de constitución y diferenciación social. Ello implica, por una parte, que se destaque la
relevancia del empleo como mecanismo configurador de identidades sociales, y por otra, que la
estructura social y la estratificación se analicen sobre la base de la estructura ocupacional.
De esta manera, como se apreció, para el análisis marxiano las clases sociales se identifican en
torno al proceso productivo; en el caso de Weber la situación de clase se vincula a la posición en el
mercado, particularmente el mercado de trabajo; y finalmente para el funcionalismo los roles
ocupacionales son el elemento central – y el menos variable - del “complejo instrumental” que actúa
como núcleo de la estratificación. Se trata, en suma, de perspectivas que se insertan, de una u otra
manera, dentro de un paradigma productivista sobre la estratificación y la diferenciación social.
Por lo mismo, y como última línea de análisis a destacar, se trata de enfoques que al
centrarse en la posición o ubicación de los agentes en la producción o sus roles ocupacionales,
tienden a representar una imagen de la estratificación social con ciertos rasgos estáticos, o al
menos, una visión donde las acciones y relaciones entre grupos sociales encuentran un lugar poco
preciso. Ello explica, además, que no se encuentre una acabada exploración de un tema que se
revelará como central en el debate posterior para dar cuenta de la estratificación y las relaciones
entre grupos sociales, como es el del fenómeno de la movilidad social.
Los análisis contemporáneos sobre estratificación y clases recogerán buena parte del legado
de los enfoques clásicos, intentando además – como se verá más adelante – superar sus dificultades
o limitaciones analíticas, sobre todo mediante la identificación de otros mecanismos
diferenciadores y constitutivos de las identidades sociales (además del trabajo), y atribuyendo un
rol más importante a las acciones y relaciones en la estructuración de los grupos sociales.
15
Atria, Raúl: Estructura ocupacional, estructura social y clases sociales, CEPAL, Serie Políticas Sociales, N° 96, 2004, págs. 13-
14.
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Estratificación social y clases sociales. Una revisión analítica de los sectores medios
Por su parte, la caracterización desde América Latina sobre los sectores medios se enmarca
en el contexto del proyecto desarrollista desplegado en la región entre, aproximadamente, la década
de los cincuenta y los años ochenta, de modo tal que aquellos se ligan principalmente a los factores
de aumento del empleo público y la movilidad social como dimensiones constitutivas del proceso
de modernización en curso.
16
Lipset, Seymour y Zetterberg, Hans: Movilidad social en las sociedades industriales, en Lipset, S. y Bendix, R. (eds.): Movilidad
social en las sociedades industriales, Ed. Eudeba, Bs. Aires, 1963.
17
Al respecto, puede consultarse el conocido artículo de Mayer, K: The changing shape of the American class structure, en Social
Research, N° 30, 1963.
18
Para una revisión en extenso de este argumento, véase Dunlop, Jhon; Harbison, Frederick; Kerk, Clark y Myers, Charles: El industrialismo y el
hombre industrial: los problemas del trabajo y la dirección en el desarrollo económico, Ed. Eudeba, Bs. Aires, 1967.
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organización técnica del trabajo y las relaciones laborales en la Europa de posguerra, y sus
consiguientes implicancias en la articulación de grupos sociales diferenciados.19
Particularmente, Braverman va a sostener, concordando con las posiciones reseñadas, que el
incremento en la racionalización del proceso laboral ha acarreado una creciente automatización de
las labores y, con ello, una tendencia al aumento del empleo no manual que tiende a situarse en las
posiciones intermedias de la estructura social. Sin embargo, Braverman cuestiona la medida en que
aquello se ha plasmado efectivamente en un incremento en las habilidades laborales y las
posibilidades de mejorar los respectivos niveles de vida, sosteniendo, por el contrario, que la
producción automatizada que promueve la organización taylorista del trabajo ha acarreado una
progresiva simplificación de la función laboral mediante su especialización, lo que ha se ha
plasmado en la rutinización y la degradación del trabajo. Por ello, concluye, si bien es cierto que se
han ido configurando posiciones intermedias en la estructura social debido a los cambios en el
mundo del trabajo, sobre todo a partir del despliegue de las funciones de organización y
administración del proceso productivo, aquellas también se presentan rutinizadas y pauperizadas,
por lo cual el aumento cuantitativo de los empleados de cuello blanco no puede leerse como un
incremento sustantivo en los niveles y oportunidades de vida.
Una línea de análisis bastante similar se puede encontrar en los análisis proveniente del
marxismo francés, como los de Serge Mallet, André Gorz y Pierre Belleville, que comúnmente se
engloban bajo la tesis de la “nueva clase obrera”.20 En estos análisis se identifica una diversidad de
capas y grupos sociales que realizarían trabajos no manuales en el capitalismo de posguerra,
vinculados, sobre todo, a ocupaciones de carácter científico y técnicas. A partir de esto se destaca
la pérdida de relevancia de los sectores obreros clásicos, tanto en términos cuantitativos en la
estructura social, como en relación al núcleo de las dinámicas de conflictividad social,
configurándose en su reemplazo una “nueva clase obrera” liderada por los trabajadores de cuello
blanco de las industrias tecnológicamente avanzadas. Serían estos sectores, entonces, los que ahora
encarnarían el centro del conflicto social, toda vez que en ellos radica el control y administración
de los procesos productivos. En suma, como se puede apreciar, en estos análisis predomina la
preocupación – ante el decaimiento del proletariado - por el posible comportamiento político de los
emergentes sectores medios, más que una cabal identificación de su ubicación particular en la
estructura social.
Las ideas de Guglielmo Carchedi constituyen otra referencia central a tener en cuenta en el
marco del debate de posguerra sobre los sectores medios, siendo además de especial relevancia por
la influencia que tendrá en uno de los enfoques contemporáneos que mayor impacto ha tenido en la
investigación sociológica sobre la estructura de clases, como es el trabajo de Erik O. Wright que
posteriormente se revisará. De acuerdo a Carchedi, la estructura de clases se configura en torno a
las posiciones que ocupan los agentes y grupos sociales en las relaciones de producción, los cuales
se diferencian a partir del desempeño de dos tipos de funciones principales, a saber: por un lado, la
función del capital, que se refiere a los agentes que participan en el control y supervisión del
proceso de trabajo, y por otro, la función del obrero colectivo representada por las posiciones que
participan directamente en la producción de plusvalía. A partir de esto, Carchedi identifica a los
sectores medios como aquellos que desempeñan labores ligadas tanto a la función del capital como
a la del obrero, toda vez que participan en la administración y el control del proceso de trabajo sin
19
Braverman, Harry: Trabajo y capital monopolista, Ed. Nuestro Tiempo, México, 1975.
20
Mallet, Serge: La nueva condición obrera, Ed. Tecnos, Madrid, 1973; Gorz, André: Adiós al proletariado, Eds. 2001, Barcelona,
1982; Belleville, Pierre: Una nueva clase obrera: neocapitalismo y enajenación, Ed. Tecnos, Madrid, 1967.
21
Estratificación social y clases sociales. Una revisión analítica de los sectores medios
poseer los medios de producción con que éste se lleva a cabo, tratándose, en suma, de una posición
contradictoria de clase.21
Como se puede apreciar con relativa claridad, tanto los análisis de Braverman, las ideas de la
“nueva clase obrera” y la noción de posición contradictoria planteada por Carchedi, se caracterizan
por permanecer dentro de los márgenes de una representación dicotómica de la estructura de clases
heredada del análisis marxiano, dentro de la cual se busca insertar, con las consiguientes
complicaciones y limitaciones, a las capas intermedias que van históricamente surgiendo ligadas al
trabajo no manual. Sin embargo, también es posible encontrar en el periodo perspectivas analíticas
que van allá de dicha representación, y que desde ahí introducen nuevos y fructíferos elementos
para la identificación de los sectores medios.
Entre estos se puede mencionar el análisis llevado a cabo por Barbara y Jhon Ehrenreich en
relación a lo que denominaron como “clase profesional y directiva”.22 Para estos autores, el
crecimiento de los empleos de cuello blanco producto de las transformaciones del capitalismo de
debe interpretarse como la emergencia de trabajadores no productivos que representan una posición
opuesta tanto a la clase capitalista como a los sectores obreros, a diferencia de lo sostenido por
Mallet y Gorz. Pues por una parte, sostienen, los profesionales y directivos son opuestos a los
capitalistas en términos de posesión o propiedad, pero, al mismo tiempo, se diferencian de la clase
obrera en la medida en que al controlar y administrar el proceso de trabajo se vinculan
funcionalmente a los sectores dominantes mediante el aseguramiento de la reproducción de las
relaciones culturales y económicas. En síntesis, los trabajadores de cuello blanco encontrarían un
lugar propio en la estructura de clases – no reducible a posiciones burguesas ni proletarias -, de
modo tal que ésta tendería a polarizarse no en dos direcciones, como veía el análisis marxiano
(dicotomía), sino que en torno a tres posiciones claramente definidas y diferenciadas.
Otro trabajo sumamente importante en el abordaje de los sectores medios, sobre todo en la
medida que va más allá de su estricta identificación económica, incorporando además las
dimensiones políticas e ideológicas en su definición - y que marcó profundamente la pauta para una
serie de investigaciones durante los años sesenta y setenta - es el realizado por Nicos Poulantzas.23
En efecto, si bien Poulantzas considera que los emergentes “trabajadores de cuello blanco”,
representados por profesionales, administradores y directivos, se distinguen económicamente de la
clase obrera en tanto desempeñan labores no productivas, mientras que ésta ejerce siempre
funciones ligadas al trabajo productivo, además destaca que se diferencian políticamente, en la
medida que ocupan posiciones de supervisión y control, e ideológicamente debido al ejercicio de
trabajo intelectual y no manual. A partir de esto concluye que los “trabajadores de cuello blanco”
son una fracción emergente dentro de la pequeña burguesía, a la cual denomina “nueva pequeña
burguesía”, destacando, además, la medida en que al no reducirse su identificación de clase a
criterios económicos, segmentos de sectores obreros pueden formar parte de las clases medias por
vínculos políticos-ideológicos, a pesar que se mantenga la diferencia económica sustancial entre
trabajo no productivo y productivo.24
También desde análisis vinculadas a preocupaciones características de la tradición weberiana
es posible encontrar referencias a los emergentes sectores medios, como es caso del trabajo clásico
de David Lockwood dirigido a caracterizar las nuevas formas de empleo no manual presentes en
21
Carchedi, Guglielmo: On the economic identification of social classes, Routledge & Kegan Paul, Londres, 1977, pág. 18.
Precisamente, la idea de los sectores medios como una posición contradictoria en la estructura de clases será retomada, como se verá
luego, por las primeras formulaciones de Erik O. Wright.
22
Ehrenreich, Barbara y Ehrenreich, Jhon: The profesional-managerial class, en Walker, P. (comp.): Between labor and capital, Ed.
South and Press, Boston, 1979.
23
Poulantzas, Nicos: Las clases sociales en el capitalismo actual, Ed. Siglo XXI, Madrid, 1977.
24
Para una crítica de la noción de “nueva pequeña burguesía” de Poulantzas como referencia válida para el análisis de las clases
medias, véase Baranger, Denis: Clases medias y pequeña burguesía, en Revista Mexicana de Sociología, N° 4, 1980.
22
CEPAL - SERIE Políticas sociales N° 125
los trabajadores de cuello blanco, el cual tuvo una profunda influencia en el importante análisis,
que posteriormente se desarrollará, de Jhon Goldthorpe.25
Para Lockwood la estructura de clases se organiza en torno a posiciones de clase producidas
por los siguientes factores: (a) la situación de mercado, entendida como la ubicación en términos
estrictamente económicos, donde se incluye la fuente y volumen de la renta, el grado de seguridad
laboral y la movilidad ocupacional; (b) la situación de trabajo, que implica las relaciones de
autoridad que se configuran a partir de la división del trabajo en las unidades productivas; y (c) la
situación de status, concebida como la posición del individuo en una escala de prestigio social. En
base a esto, Lockwood destaca que los sectores medios corresponden fundamentalmente a los
empleos administrativos que dentro de la situación de trabajo desempeñan labores de coordinación
y control, lo que produce que aún teniendo una débil capacidad de mercado que los sitúa cerca de
los sectores obreros, se diferencien notoriamente de éstos por el tipo de trabajo que realizan y el
lugar físico donde transcurre (típicamente oficinas), todo lo cual los hace tender a la cooperación
con las posiciones sociales superiores.
Para finalizar este breve recorrido por la literatura sociológica de posguerra en torno a los
sectores medios, cabe una especial referencia a las influyentes ideas desarrolladas por Ralf
Dahrendorf sobre las clases, la movilidad y el conflicto social ante las transformaciones de la
sociedad industrial.26 En su análisis Dahrendorf sostiene que se ha operado una transformación
fundamental en el capitalismo, que remite a la disociación o diferenciación de roles en el ejercicio
de la autoridad, situándose, por una parte, los agentes que poseen la propiedad legal de los medios
de producción (accionistas) y, por otra, los que ejercen el control efectivo del proceso de trabajo
(gerentes), insertándose en este fenómeno el crecimiento de las posiciones intermedias de la
estructura social. De esta manera, para Dahrendorf los grupos medios corresponderían a sectores
que forman parte de la cadena administrativa de autoridad (burócratas públicos y privados) y
también algunos grupos que se sitúan fuera de la administración pero realizan trabajos no
manuales, como por ejemplo los dependientes del comercio. Precisamente, en base a esto concluye
que los sectores medios no representan cabalmente una clase, debido a que han surgido
históricamente marcados por una profunda heterogeneidad interna, como lo revela el hecho de que
los burócratas se ubican o relacionan más directamente con los grupos dominantes, mientras que
los otros trabajadores no manuales estarían más cerca de posiciones obreras.
25
Lockwood, David: The blackcoated worker: A study in class consciousness, Ed. Allen & Unwin, Londres, 1958.
26
Dahrendrof, Ralf: Las clases sociales y su conflicto en la sociedad industrial, Ed. Rialp, Madrid, 1962.
23
Estratificación social y clases sociales. Una revisión analítica de los sectores medios
En este contexto, uno de los trabajos que sin duda alguna ejerció una vasta influencia en los
análisis sobre el desarrollo y la estratificación social en la región es el llevado a cabo por Gino
Germani.27 En términos concretos, Germani recoge los criterios centrales del enfoque funcionalista
sobre la modernización y la estructura social, intentando a partir de ellos dar cuenta de las
particularidades que asume el proceso de desarrollo y la configuración de los estratos sociales en
América Latina. A grandes rasgos, Germani sostenía que el desarrollo podía ser leído a partir de la
serie de transformaciones que supone el paso desde una sociedad típicamente tradicional (en donde
los estratos sociales se presentan como estamentos nítidamente diferenciados, la movilidad social
es escasa o nula y prima la adscripción como factor determinante del status social) a una
propiamente moderna (en la cual las fronteras entre estratos se tornan difusas, existe una tendencia
a la alta movilidad social y se valora el desempeño o logro individual como factor de status).28
Dentro de este marco general, entonces, se pretende diagnosticar la estructura y estratificación
social de América Latina, entendiendo que aquella es expresión de las modalidades y
transformaciones particulares que implica el proceso de modernización en la región.
Para ello Germani se basa en criterios de análisis que dan cuenta de la estructura
ocupacional, como núcleo básico de la estratificación social, en donde ésta se concibe
jerárquicamente a partir de las pautas socioculturales (valoraciones) de los roles y grupos
ocupacionales, los diversos tipos de existencia que éstos implican –en términos de nivel económico
y grados de instrucción-, los valores, normas y actitudes que les corresponden característicamente
y, por último, la “autoidentificación” de los individuos con los diferentes grupos y estratos sociales.
A partir de esto considera que la estructura ocupacional de América Latina, producto de la
modernización ligada a la industrialización sustitutiva de importaciones, ha tendido a incrementar
las posiciones laborales en el sector secundario y terciario, lo cual se traduce en un crecimiento
importante de los grupos ligados a funciones de dirección y a organismos burocráticos (públicos y
privados), vale decir, aquellos que típicamente pueden identificarse como sectores o “clases
medias”. En suma, desde Germani, se plantea el nexo existente entre la modernización de las
estructuras socioeconómicas de América Latina y el peso que adquieren los sectores medios, tanto
en términos cuantitativos – en la estructura ocupacional y el acceso a mecanismos de movilidad
social- como en relación a su comportamiento sociopolítico – en tanto encabezarían, debido a la
débil organización del proletariado, las alianzas multiclasistas modernizadoras.
También bastante ligado a preocupaciones funcionalistas sobre la estratificación y la
movilidad social, es posible mencionar, en el marco de la sociología brasileña, los trabajos de
Bertram Hutchinson y Carlo Castaldi dirigidos a analizar la estructura ocupacional en relación a la
dimensión del prestigio o valoración social.29 En ellos se encuentra un intento de establecer seis
categorías sociales, a partir de una lista de treinta ocupaciones, que responden a una jerarquía de
prestigio o valoración de los roles laborales que desarrollan los individuos, vale decir, una escala
de status. Recogiendo dicho intento se encuentran, posteriormente, una serie análisis y
aproximaciones empíricas, entre los que cabe destacar el de Joly Goueveia y Robert Havighurst,
que basándose en la escala ocupacional de Hutchinson y Castaldi desarrollaron una versión
ampliada incorporando, fundamentalmente, las categorías correspondientes a la “supervisión del
trabajo manual”, o sea, las posiciones no manuales que ejercen trabajos administrativos o
directivos.30
27
Germani, Gino: Política y Sociedad en una época de transición, Ed. Paidós, Bs. Aires, 1968.
28
Es decir, se trata, en general, de interpretar la modernización a partir de las patterns-variables consideradas por Talcott Parsons
como orientaciones normativas básicas de la acción social y, por ende, del funcionamiento institucional (adscripción/logro;
difusividad/especificidad de los roles; afectividad/neutralidad afectiva; pautas valorativas/pautas evaluativas; orientaciones
particularistas/universalismo).
29
Véase Hutchinson, Bertram y Castaldi, Carlo: A hierarquia de prestigio das ocupacões, en Hutchinson, B.: Mobilidade e trabalho.
Um estudo na cidade de São Paulo, Centro Brasileiro de Pesquisas Educacionales, Río de Janeiro, 1960.
30
Véase Gouveia, Joly y Havighurst, Robert: Ensino médio e desenvolvimiento, Ed. Melhoramentos, São Paulo, 1969.
24
CEPAL - SERIE Políticas sociales N° 125
31
Medina Echavarría, José: Consideraciones sociológicas sobre el desarrollo, Ed. Solar/Hachette, Argentina, 1973; Aspectos sociales
del desarrollo económico, CEPAL, Santiago de Chile, 1967.
32
Fernándes, Florestán: Sociedades de classes e subdesenvolvimiento, Zohar Eds., Río de Janeiro, 1968; Capitalismo dependente e
classes sociais na America Latina, Zohar Eds., Río de Janeiro, 1973.
25
Estratificación social y clases sociales. Una revisión analítica de los sectores medios
26
CEPAL - SERIE Políticas sociales N° 125
que correlaciona el volumen que presentan las clases medias en la estructura social con la
formación de una sociedad democrática, señalando ciertos aspectos – como el hecho de que los
países donde más se han desarrollado los sectores medios muestran, al mismo tiempo, un mayor
estancamiento económico – que, sin negar la tesis mencionada, plantean algunas interrogantes en
torno al comportamiento real que desarrollan las clases medias.
Como se puede apreciar, el fenómeno de la movilidad social, vinculado a la industrialización
y la urbanización, constituye uno de los ejes temáticos principales de análisis de las clases medias
en el marco del desarrollismo latinoamericano. En efecto, de acuerdo a Costa Pinto, la movilidad
social en la región – en el contexto de la industrialización – se caracterizaría por presentar rasgos
particulares que la diferencian del mismo fenómeno en las sociedades desarrolladas, en tanto en
ellas la movilidad sólo se relacionaría con cambios de posiciones individuales dentro de la escala
jerárquica de la estratificación, mientras que en América Latina, además de esto y al mismo tiempo,
se produce una transformación del propio sistema de estratificación.36 El resultado de este proceso
es, a grandes rasgos, la coexistencia de dos escalas (tradicional y nueva) de valuación del prestigio
de las posiciones sociales, que corresponden a diferentes patrones de organización socioeconómica.
En este contexto, Costa Pinto señala que las sociedades en proceso de desarrollo se
caracterizarían por la emergencia de una clase media propiamente tal - en el pasado sólo existiría
una clase intermedia -, siendo sus principales factores de desarrollo, por una parte, las alteraciones
en la estructura de las empresas que resultan de la multiplicación de las categorías intermedias
entre la dirección y la ejecución, y por otra, la expansión del Estado y la burocratización del
servicio público como fuente de sustentación. Ahora bien, la coexistencia de dos sistemas de
estratificación, apunta, se expresa a través de lo que denomina como “fenómeno de halo”, es decir,
la inadecuación entre el prestigio que alcanzan determinadas ocupaciones y su consiguiente
posición en la escala de renumeraciones. Es el caso, precisamente, de las nuevas ocupaciones
representadas por la clase media (principalmente las burocráticas), que tienden a presentar un alto
status, pero salarios no significativamente mayores que los presentes en el trabajo manual más
calificado.
En esta misma línea, cabe hacer una especial referencia al estudio desarrollado por Carlos
Filgueira y Carlo Geneletti dirigido a diagnosticar los principales cambios operados en la estructura
ocupacional y la movilidad estructural en América Latina durante el periodo 1950-1970, con
especial énfasis en las alteraciones en el tamaño, composición y perfiles de la clase media.37 De
hecho, los autores parten de la premisa analítica central de que los cambios en la proporción de la
clase media sobre el total de la población económicamente activa es un buen indicador de los
cambios en la estratificación social, y un factor clave en la comprensión de la movilidad social. De
esta manera, Filgueira y Geneletti desarrollan una estructura de estratificación cruzando variables
de ocupación y categoría ocupacional, dando lugar a cinco estratos reunidos en dos grandes grupos:
trabajadores manuales y no manuales. El primero, entonces, constituye el estrato inferior, mientras
que el otro representa el estrato medio y alto.
Así, en primer término, dan cuenta del crecimiento sostenido de la clase media durante el
periodo, vinculado principalmente a la expansión del sector terciario y la creación de puestos desde
el Estado, tratándose, en suma, de una relación entre desarrollo socioeconómico (crecimiento y
modernización) y ampliación de la clase media. Ahora bien, a partir de ello se considera el patrón
de crecimiento presente, advirtiendo– mediante la comparación con datos de países desarrollados –
que la relación entre desarrollo e incremento de la clase media no representa una línea constante,
36
Costa Pinto, Luis A.: Estructura de clases y cambio social, Ed. Paidós, Bs. Aires, 1971.
37
Filgueira, Carlos y Geneletti, Carlo: Estratificación y Movilidad Ocupacional en América Latina, Cuadernos de la CEPAL,
Santiago, 1981.
27
Estratificación social y clases sociales. Una revisión analítica de los sectores medios
sino que se daría un límite en su crecimiento, al cual se acercarían países de la región como
Argentina, Uruguay y, en menor medida, Chile.
En tercer lugar, sostienen que la clase media no se estructura como un grupo homogéneo,
sino que presenta posiciones de status alto y bajo, donde precisamente el crecimiento mencionado
anteriormente se ha dado primordialmente en éste último grupo, vale decir, en las capas bajas de la
clase media (vendedores, oficinistas) y no en las altas (gerentes y empresarios). En suma, se trataría
de que el crecimiento de la clase media encubre un proceso de proletarización intenso en su
composición interna. Por último, realizan una interesante consideración en torno a la movilidad
social – entendida como el cambio en la distribución del ingreso, la educación, el prestigio, el
poder y la riqueza -, apuntando que en América Latina ésta se encuentra semibloqueada, ya que
sólo se produce sin alterar la distribución básica de los recursos económicos. Ello explicaría,
entonces, que la expansión sostenida de la educación y el incremento del status de determinadas
posiciones no se acompañe de cambios sustanciales en la distribución del ingreso.
28
CEPAL - SERIE Políticas sociales N° 125
29
Estratificación social y clases sociales. Una revisión analítica de los sectores medios
38
Crompton, Rosemary: Clase y estratificación. Una introducción a los debates actuales, Ed. Tecnos, Madrid, 1994, págs. 31-32.
39
Burris, Val: La síntesis neomarxista de Marx y Weber sobre las clases, en Caravaña, J. y de Francisco, A. (comps.): Teorías
contemporáneas de las clases sociales, Zona Abierta 59/60, Madrid, 1992. También, véase Longhi, Augusto: La teorización de las
clases sociales. Coincidencias y diferencias fundamentales de los enfoques marxista y weberiano, en Revista de Ciencias Sociales,
N° 22, Universidad de La República, Uruguay, 2005.
40
Giddens, Anthony: La estructura de clases en las sociedades avanzadas, Alianza Ed., Madrid, 1979, pág. 113.
30
CEPAL - SERIE Políticas sociales N° 125
debe enfrentar el análisis de clases, a decir de Giddens, es el modo en que las relaciones
estrictamente económicas se transforman en estructuras sociales “no económicas”, vale decir,
identificar los factores que intervienen en el proceso a través del cual una categoría económica se
convierte en un grupo o formación social efectiva e identificable. Con esto, como se puede
apreciar, el análisis de la estratificación y las clases permite trascender una visión exclusivamente
nominal o descriptiva de los grupos, para dar cuenta de su existencia como agrupaciones o
formaciones sociales reales.
Sobre la base de esto, Giddens va a distinguir entre factores mediatos e inmediatos de
estructuración de clases. Los primeros corresponderían a aquellos que intervienen, precisamente,
entre la existencia de determinadas posiciones en el mercado (capacidades de mercado) y la
formación de clases como grupos sociales identificables. Particularmente, los factores mediatos se
ligarían al importante fenómeno de la movilidad social, en tanto la distribución de las
oportunidades existentes en una sociedad implica distintos niveles de conformación de grupos
sociales, siendo su caso extremo aquél en donde la carencia absoluta de movilidad contribuye a la
reproducción permanente de las experiencias vitales comunes entre distintas generaciones y, por
ende, al cierre y permanencia temporal de un grupo o clase social.41
Así, las capacidades de mercado que componen el ámbito de los factores mediatos de
estructuración de clases, en el marco de la sociedad capitalista, serían principalmente: (a) la
posesión de la propiedad de los medios de producción; (b) la posesión de cualificaciones
educativas o técnicas; y (c) la posesión de la fuerza de trabajo manual. Como se puede apreciar, el
análisis de Giddens hasta aquí sigue de cerca los planteamientos weberianos revisados al comienzo,
lo cual lo lleva justamente a plantear que en la medida que en las sociedades capitalistas cada una
de esas capacidades de mercado se vincula a la existencia de un grupo social particular, la
estructura de clases en éstas tiende hacia la consolidación de un sistema genérico compuesto de tres
clases: alta, media y baja u obrera.
Ahora bien, el problema para el análisis de la estratificación y las clases es, como ya se
planteaba, dar cuenta de los mecanismos a través de los cuales ese sistema genérico, derivado de la
inserción económica en el ámbito del mercado, se manifiesta en la diversidad de sociedades
históricas concretas, dando origen a grupos y clases definidos e identificables, lo cual implica
considerar las variaciones que éstas presentan en términos de desarrollo económico y político.
Por otro lado, los factores inmediatos que participan en la estructuración de las relaciones de
clases corresponden a aquellos que pueden considerarse como particulares o localizados en la
formación de un grupo social, a saber: (a) la división del trabajo dentro de la empresa o unidad
productiva; (b) las relaciones de autoridad dentro de la empresa o unidad productiva; y (c) la
influencia de los denominados grupos distributivos, entendidos como aquellos que se producen a
partir de relaciones que entrañan formas comunes de consumo de determinados bienes o servicios.
A partir de esto es pertinente realizar algunas precisiones analíticas que realiza Giddens,
sobre todo por su utilidad para la identificación y comprensión de los sectores medios. En primer
lugar, como se mencionó, los grupos distributivos corresponden a aquellos que se estructuran en
torno a formas comunes de consumo, lo cual no implica que éstas – como en el caso de los grupos
estamentales weberianos – vayan asociadas directamente a determinados niveles de prestigio u
honor social. En el caso de que existan tales evaluaciones de prestigio se trata de una situación de
status y, aún más particularmente, cuando éstas dan como resultado la configuración de relaciones
sociales que derivan su coherencia de niveles de prestigio compartidos, corresponde hablar de un
grupo de status. De esta manera, como se aprecia, el problema nuevamente es diferenciar
41
Por cierto, Giddens advierte que la carencia absoluta de movilidad (intergeneracional e intrageneracional) constituye un tipo ideal no
identificable en la sociedad moderna, toda vez que en ésta los grupos y clases sociales no se establecen de acuerdo a limitaciones
legalmente establecidas, como es el caso de los estamentos en las sociedades feudales.
31
Estratificación social y clases sociales. Una revisión analítica de los sectores medios
42
Por ello Giddens, en otra obra, va a emplear el concepto de relaciones paratécnicas para identificar este último ámbito (división del
trabajo). Véase Giddens, A.: El capitalismo y la moderna teoría social, Ed. Labor, Barcelona, 1997.
43
A partir de esto Giddens va a criticar la noción de clase de servicio desarrollada por Goldthorpe – y que más adelante
especificaremos – como referencia válida para las “nuevas clases medias”, debido a que reduciría su identificación como clase al
tipo de labores técnicas que realizan.
44
A su vez la noción de conciencia de clase contiene distintas gradaciones o momentos de desarrollo, que van desde una concepción
de identidad de clase hasta la conciencia que asume la posibilidad de una reorganización total de la sociedad a partir de una acción
colectiva (clasista).
32
CEPAL - SERIE Políticas sociales N° 125
Ahora bien, también las formas y mecanismos a través de los cuales los sectores medios
reconocen sus estilos de vida y costumbres propias presentan particularidades que contribuyen a su
estructuración como grupo social identificable. De esta manera el reconocimiento de clase de los
sectores medios se vincularía a una perspectiva cognitiva signada por una paradoja crucial, en la
medida en que transcurre mediante una negación de la existencia de las clases, asociándose, por el
contrario, a una imagen de la sociedad que reconoce la responsabilidad y el logro individual como
los ejes de las posiciones y la movilidad social. En suma, la “imagen de sociedad” que se
estructuraría en los sectores medios si bien implicaría una percepción jerárquica de la estructura
ocupacional, sus posiciones, conflictos y movimientos (ascendentes o descendentes) serían
interpretados en relación a esfuerzos e iniciativas individuales, y no a partir de la relación entre
clases sociales.
Por último, cabe mencionar los factores que actuarían como mecanismos que impulsan la
diferenciación interna de los sectores medios, que se ligarían, por una parte, a las diferentes
capacidades de mercado que presentan sus miembros (factor mediato) y, por otra, a distinciones en
las relaciones que operan en el seno de la división del trabajo (factor inmediato). El primero,
entonces, apuntaría especialmente a la capacidad de mercado significativamente relevante que
poseen los miembros de los sectores medios que pueden ofrecer conocimientos técnicos o
simbólicos especializados, vale decir, los grupos profesionales. Mientras que el segundo se refiere
al carácter particular de las tareas o labores técnicas que se desempeñan en el marco de la
organización del trabajo.
Otro de los enfoques sobre las clases sociales que mayor debate teórico e indagaciones
empíricas ha suscitado en la sociología contemporánea es, sin lugar a dudas, el desarrollado por el
neomarxista Erik Olin Wright, en el cual también se pueden encontrar referencias bastante
interesantes para la identificación de las clases medias.
Los trabajos de Wright, desarrollados a partir de los años setenta, se enmarcan dentro de un
complejo intento teórico por construir un concepto de estructura de clases que, derivándose
lógicamente en sus conceptos del modelo original marxiano,45 sea capaz de operar en un nivel de
análisis mucho más concreto y micro, posibilitando la comprensión de las variaciones históricas
entre sociedades y el impacto de la clase sobre la vida de sus miembros. Además, su análisis posee
una relevancia particular en el marco de la presente revisión, toda vez que, como ha sostenido en
más de una ocasión, se animan fundamentalmente por la pretensión de situar e identificar de modo
comprensivo y coherente, dentro de un renovado concepto de estructura de clases, a las
denominadas “clases medias”.
En primer lugar, al igual que en el caso de Giddens, para Wright las clases no deben
considerarse como meras posiciones o roles anclados en la estructura ocupacional, sino que se
definen y conforman como tales a partir de las relaciones que establecen entre sí, esto es, desde la
vinculación que desarrollan en el marco de las relaciones sociales de producción. Es por ello,
entonces, que la estructura de clases no remite a una jerarquía ocupacional o un esquema
gradacional, sino que debe entenderse como un conjunto de posiciones que se definen
relacionalmente, representando cada una de ellas un empleo, tratándose, en suma, de “un mapa
relacional de la estructura de empleos”.46
45
Ello implica, de acuerdo a Wright, mantener lógicamente al menos tres supuestos teóricos que siempre porta el análisis marxiano:
1) Un vínculo interno entre los conceptos de clases y la noción de modo de producción, y desde ahí, la relación con una teoría de las
variaciones históricas de la estructura de clases; 2) La idea de que las clases se definen relacionalmente mediante la explotación, lo
que determina que posean intereses antagónicos; y 3) La ambición de una ordenación teórica de los conceptos. Estos tres supuestos,
además según Wrightm, darían una superioridad analítica al enfoque marxista sobre las aproximaciones weberianas, a pesar de que
éstas puedan – precisamente por carecer de dichos supuestos o pretensiones – lograr una mayor precisión empírica.
46
Wright, Erik: Reflexionando, una vez más, sobre el concepto de estructura de clases, en The debate on classes (comp.), Verso,
Londres, 1989.
33
Estratificación social y clases sociales. Una revisión analítica de los sectores medios
Ahora, si bien esto implica considerar que las posiciones de clase se producen dentro de
relaciones sociales, debe tenerse en cuenta, precisa Wright, que lo que se relaciona no son las
posiciones en sí mismas, o los agentes que las ocupan, sino que más bien el conjunto de prácticas
que las caracterizan como tales. De este modo, por ejemplo, la “relación capital-trabajo”
identificada como central en el análisis marxiano, debe entenderse como un conjunto de prácticas
relacionales a partir del cual se sitúan y definen las correspondientes clases sociales (burguesía y
proletariado).
A partir de estas consideraciones generales, Wright desarrolla su primer intento de
aproximación a las posiciones intermedias de la estructura de clases. En esta aproximación, va a
considerar que las posiciones de clase se definen a partir de dos dimensiones principales o
prácticas relacionales constitutivas, a saber: (a) las relaciones de propiedad que se estructuran en
torno a la explotación; y (b) las relaciones de posesión y control que se constituyen a partir de la
dominación. En el marco del modo de producción capitalista, estas dimensiones darían origen a tres
posiciones de clase claramente definidas o simples, y además, a tres posiciones de clase
contradictorias, donde precisamente se ubicarían los grupos caracterizados comúnmente como
“clases medias”.
Las primeras – las clases propiamente tales – corresponderían, por una parte, a aquellas
posiciones que son ocupadas por quienes poseen la propiedad de los medios de producción y
ejercen la autoridad o el control en el proceso de trabajo, vale decir, la burguesía; y por otra, las
posiciones que carecen de propiedad y dirección en su trabajo, esto es, el proletariado. Finalmente,
Wright considera las posiciones que, siendo propietarias de medios de producción y controlando su
proceso productivo, se vinculan con la producción simple de mercancías (pequeña burguesía).
Por su parte, las posiciones contradictorias de clase estarían ocupadas por los directivos y
supervisores, los asalariados semiautonómos y los pequeños empresarios. En el primer caso,
corresponderían a una posición contradictoria en la medida en que si bien ejercen autoridad en el
marco del proceso de trabajo, no son los dueños o propietarios de los medios de producción, razón
por la cual ejercerían prácticas propias tanto de los capitalistas como del proletariado.
Los asalariados o empleados semiautonómos - por ejemplo los profesionales, expertos y
técnicos -, también ocupan una posición contradictoria de clase, pero no en el marco del mismo
modo de producción capitalista, sino que combinan elementos de relaciones de producción
propiamente capitalistas con relaciones de producción simple de mercancías, lo que se plasma en
que ejercen un control directo sobre su propio proceso laboral (como la pequeña burguesía), pero al
mismo tiempo deben vender su fuerza de trabajo para sobrevivir (como el proletariado).
Por último, los pequeños empresarios constituirían una posición contradictoria en tanto
combinan relaciones pequeñoburguesas, como productores directos que trabajan junto a sus
empleados, y relaciones capitalistas, derivadas de la explotación que ejercen sobre aquellos.
En suma, el esquema que resume esta primera aproximación analítica es el siguiente:47
47
Wrigth, Erik: Class, Crisis and the State, Verso, Londres, 1979, pág. 63.
34
CEPAL - SERIE Políticas sociales N° 125
Esquema 1
LAS POSICIONES CONTRADICTORIAS DE CLASE (E.O. WRIGHT)
Burguesía
Pequeños
Empresarios
Directores y Pequeña
Supervisores Burguesía
Asalariados
Semiautonómos
Proletariado
= Clases
Ahora bien, de acuerdo a Wrigth, esta aproximación a los sectores medios presenta atractivos
y falencias que es preciso tener en cuenta al intentar desarrollar indagaciones empíricas desde sus
nociones centrales. Entre sus ventajas, se presentaría, en primer lugar, el hecho de integrar
sistemáticamente a la clase media dentro de una estructura de clases definida de modo relacional;
en segundo lugar, la inclusión que logra en el análisis, a partir de integrar criterios referidos a la
dominación y la autonomía en el trabajo, de la experiencia concreta (vivida) de las posiciones
intermedias dentro de la producción, contribuyendo a una aproximación mucho más concreta en su
definición de clase; y por último, la idea de las posiciones contradictorias abre un espacio
importante en el análisis para las dimensiones políticas e ideológicas que participan en la
formación de clase, es decir, el proceso posible mediante el cual una posición de clase con intereses
materiales contradictorios se constituye como un actor colectivo organizado. Mientras que, por el
lado de las falencias del esquema, se encontraría el dar una excesiva relevancia al criterio de la
dominación, en desmedro de la explotación, para la definición de directivos y asalariados
semiautonómos; a lo cual se agregaría, algo aún más relevante, la no distinción entre empleo estatal
y privado, y finalmente las dificultades de operacionalizar la categoría de los empleados
semiautonómos.48
Considerando esto, Wright desarrolló un segundo intento de aproximación conceptual,
basándose fundamentalmente en la aplicación de la teoría de juegos al análisis de la explotación
48
Para una revisión más detallada de las ventajas y limitaciones de esta aproximación, véase el capítulo 2 de Wright, Erik: Classes,
Verso, Londres, 1985.
35
Estratificación social y clases sociales. Una revisión analítica de los sectores medios
desarrollada por Jhon Roemer.49 La pretensión central de dicha aplicación, que recoge Wright, es
analizar distintos sistemas de explotación considerando la organización de la producción como un
“juego”, en el cual intervienen actores que portan variados tipos de bienes productivos que les
sirven para generar ingresos sobre la base de determinadas estrategias y reglas.
Desde aquí Wright distingue cuatro tipos de bienes que son la base de variadas relaciones de
explotación (explotaciones múltiples), que se definen a partir del acceso diferencial que las clases
tienen sobre éstos. Concretamente, considera los siguientes bienes con su correspondiente forma de
explotación característica: (a) bienes de la fuerza de trabajo (explotación feudal); (b) bienes de
capital (explotación capitalista); (c) bienes de organización (explotación estatista); (d) bienes de
cualificación (explotación socialista).
Ahora bien, si bien cada forma de explotación corresponde a un modo de producción
abstracto, en las sociedades reales siempre se articulan o combinan diferentes mecanismos de
explotación. Esto implica, de acuerdo a Wright, que en una estructura de clase concreta existan
posiciones que puedan ser explotadas a través de un mecanismo de explotación, pero que, al mismo
tiempo, sean explotadoras a través de otro mecanismo, constituyéndose, por tanto, como posiciones
intermedias. Es aquí, en suma, donde se sitúan las clases medias en esta segunda aproximación de
Wrigth.
En el caso particular de la sociedad capitalista, precisa Wrigth, los bienes que configurarían
las relaciones de explotación, y por ende la estructura y sus posiciones de clase, serían los de
capital, organización y cualificación. De este modo, por ejemplo, una posición intermedia como la
ocupada por los directivos sería capitalistamente explotada pero a la vez explotadora de bienes de
organización, o también el caso de los expertos o técnicos, que son explotados de forma capitalista
y explotadores de cualificación.
A partir de estas dimensiones, se produce un esquema bastante más diferenciado y complejo
de posiciones de clase, que se representa del siguiente modo.50
Esquema 2
LA ESTRUCTURA DE CLASES DESDE LAS EXPLOTACIONES MÚLTIPLES (E.0. WRIGHT)
Bienes de Producción
Propietarios de Medios de Producción No Propietarios (Asalariados)
49
Véase Roemer, Jhon: Teoría general de la explotación y las clases, Ed. Siglo XXI, Madrid, 1989.
50
Wright, Erik: Classes, Op. Cit, pág. 88.
36
CEPAL - SERIE Políticas sociales N° 125
Finalmente, conviene mencionar algunos ideas que Wright ha incorporado a su análisis, sin
estructurar aún una tercera aproximación, pero que son relevantes para la identificación de los
sectores medios.51
En primer lugar, se trata del concepto de posiciones múltiples de clase, que se refiere a
quienes poseen más de un empleo, y a los que, siendo empleados, pueden convertir parte de su
renta en acciones u otro tipo de propiedad capitalista. En segundo término, la noción de posiciones
mediatas de clase remite a la medida en que ciertos intereses de clase – como las amas de casa o los
estudiantes – no pueden analizarse en vinculación directa con la ocupación, sino que se deben
articular con las redes sociales en que éstos se insertan (por ejemplo, las redes de parentesco y las
unidades familiares). Y por último, se debe considerar la existencia de posiciones temporales, vale
decir, incluir en el análisis de la estructura de clase la dimensión temporal asociada a la trayectoria
(movilidad) que poseen determinadas categorías ocupacionales (por ejemplo, los profesionales y
directivos asociados a labores en las cuales existen carreras).
Como se señalaba al comienzo de este capítulo, los trabajos e investigaciones comparativas
sobre estructura de clases y movilidad social realizados por Jhon Goldthorpe constituyente otra
referencia central a tener en cuenta para la conceptualización de los sectores medios. Comúnmente
caracterizado como neoweberiano, a pesar de rechazar en más de una ocasión dicha calificación, la
preocupación central del enfoque desarrollo por Goldthorpe –en conjunto con otros miembros del
denominado grupo de Nuffield–52 remite a comprender las consecuencias que los mecanismos y
procesos de movilidad social acarrean sobre la formación y la acción de las clases en el marco de
las sociedades industriales avanzadas. A partir de ello ha elaborado un interesante e ilustrativo
esquema de clases, que de acuerdo a su consideración, más que un mapa definitivo debe entenderse
como un instrumento de viaje para ser explorado en diversos contextos.53
Al igual que los enfoques de Giddens y Wright anteriormente reseñados, la aproximación de
Goldthorpe a la estructura de clases se caracteriza esencialmente por su carácter relacional, vale
decir, por concebir e identificar a las clases a partir de los vínculos que establecen entre sí, y no a
partir de una clasificación gradacional o meramente jerárquica de un determinado atributo (como la
renta o el prestigio).
De esta manera, en un primer acercamiento,54 Goldthorpe elaboró un esquema de clases
basado en datos ocupacionales de la sociedad británica, identificando ocho categorías que a su vez
se pueden agrupar en denominaciones mayores. Así, en el punto más alto del mapa de clases,
encontraríamos una clase elitaria, a la cual le sigue la clase de servicio, identificándose en su
interior las categorías de clase de servicio alta y subalterna. Mientras que, en la parte inferior del
mapa, se situaría la clase trabajadora, compuesta a su vez por las categorías de los trabajadores
calificados y los no calificados. Entre ambas, precisamente, se ubicaría una amplia y variada clase
intermedia, que aglomeraría a las categorías correspondientes a la “clase de cuello blanco”, la
“pequeña burguesía” y la “clase trabajadora alta”.
En suma, el mapa de clases se presentaría de la siguiente manera:
51
Al respecto, véase los apartados 5 (Nuevas complejidades) y 6 (De vuelta a la clase media), del ya citado Reflexionando, una vez,
sobre el concepto de estructura de clases.
52
Aquí cabe además considerar los nombres de Catriona Llewellyn, Clive Payne y K. Hope.
53
Erikson, Robert y Golfthorpe, Jhon: The constant flux. A study of class mobility in industrial societies, Clarendon Press, Oxford,
1993, pág. 46.
54
Véase Goldthorpe, J.: Social mobility and class structure in modern Britain, Clarendon Press, Oxford, 1980. Para una revisión
detallada de este esquema, revisar particularmente el Capítulo 2: Class Mobiltiy in Britain: Three Theses Examined.
37
Estratificación social y clases sociales. Una revisión analítica de los sectores medios
Esquema 3
PRIMER MAPA DE CLASES (J. H. GOLDTHORPE)
CLASE ELITARIA
I. Clase de servicio alta
Clase de Servicio
II. Clase de servicio subalterna
38
CEPAL - SERIE Políticas sociales N° 125
Esquema 4
SEGUNDO MAPA DE CLASES (J.H. GOLDTHORPE)
I. Profesionales, administradores y funcionarios de nivel
superior, dirigentes de grandes empresas, grandes
empresarios.
Clase de servicio II. Profesionales, administradores y funcionarios de nivel
inferior, técnicos con altos niveles de calificación,
dirigentes de empresa pequeñas y medianas,
supervisores de trabajadores no manuales, empleados.
IIIa Empleados ejecutivos.
IIIb Trabajadores de servicios.
IVa Pequeños empresarios y trabajadores autónomos con
Clases intermedias dependientes.
IVb Pequeños empresarios y trabajadores autónomos sin
dependientes.
V. Técnicos de nivel inferior, supervisores de trabajadores
manuales.
VI. Trabajadores manuales industriales calificados.
Clases trabajadoras VIIa Trabajadores manuales industriales calificados.
VII.b Trabajadores manuales agrícolas.
Ahora bien, antes de reseñar los vínculos que este esquema tiene con el fenómeno de la
movilidad y la formación de clases, cabe hacer algunas anotaciones particulares sobre la clase de
servicio, toda vez que ésta ha tendido a considerarse como expresión de las “nuevas clases medias”
del capitalismo avanzado, y ha suscitado un amplio debate en la sociología europea contemporánea.55
En efecto, como ya se apuntaba, para Goldthorpe la clase de servicio se distingue
fundamentalmente de los asalariados clásicos a partir de la relación de empleo particular que
entabla con sus empleadores, y no desde la diferencia – central en el análisis marxista- entre trabajo
productivo y no productivo. Sería entonces dicha relación de empleo, basada en un código de
servicio (distinto al contrato de trabajo básico) y en la existencia de honorarios e incentivos (que
difieren del salario habitual), lo que daría a la clase de servicio una posición particular en la
estructura de clases, que además le posibilitaría una seguridad relativa en su empleo y perspectivas
de mejora material y de status que no se encuentran en las capas trabajadoras.
Por esto, la clase de servicio estaría representada por todas las ocupaciones de cuello blanco
de nivel alto, vale decir, los empleados profesionales, administrativos y directores que desempeñan
labores vinculadas a un conocimiento especializado y experto, o que ejercen determinados grados
de autoridad sobre el proceso productivo y los trabajadores. Es ello lo que determina una relación
de confianza con sus empleadores, a partir de la cual las ocupaciones mencionadas comparten una
comunidad básica de situación de trabajo (posición en los sistemas de control y autoridad), y desde
ahí, una situación de mercado (fuentes y niveles de ingreso), lo que permite su identificación como
clase de servicio. Por cierto, ello no implica la ausencia de distinciones internas en su composición,
las que se derivarían fundamentalmente del carácter público o privado del empleo, así como de la
estratificación en términos de niveles de ingreso, riqueza, hábitos de consumo, etc., entre los
individuos y familias que la componen.
Ahora, también es preciso destacar las diferencias de la clase de servicio con las posiciones
limítrofes (superiores e inferiores) de la estructura de clases. En primer término, se distinguirían de
una clase superior o elitaria en la medida en que las posiciones de servicio son ocupadas a partir de
una delegación de autoridad o promoción burocrática (carrera), mientras que las correspondientes a
aquella serían expresión de su propio poder (económico, político, etc.). Y, por otra parte, a pesar de
que puedan compartir algunos rasgos, la clase de servicio se diferenciaría de las posiciones o clases
55
Véase Goldthorpe, Jhon: Sobre la clase de servicio, su formación y su futuro, en Caravaña, J. y de Francisco, A. (comps.): Teorías
contemporáneas de las clases sociales, Zona Abierta 59/60, Madrid, 1992.
39
Estratificación social y clases sociales. Una revisión analítica de los sectores medios
56
La investigación fundamental, que recoge datos comparativos de clases y movilidad sobre un total de 12 países, es la contenida en
Erikson, R. y Goldthorpe: The constant... Op. Cit.
57
A partir de esto, Goldthorpe ha integrado una serie de elementos provenientes de la teoría de la acción racional (rational choice)
para dar cuenta de las estrategias que participan en la transferencia hereditaria de posiciones y recursos sociales, abriendo, al mismo
tiempo, un interesante debate – que luego se consignará – con perspectivas “culturalistas” sobre la movilidad social desprendidas de
la obra de Pierre Bourdieu.
40
CEPAL - SERIE Políticas sociales N° 125
58
Portes, Alejandro y Hoffman, Kelly: Las estructuras de clase en América Latina: composición y cambios durante la época
neoliberal, CEPAL, Serie Políticas Sociales, N° 68, 2003.
41
Estratificación social y clases sociales. Una revisión analítica de los sectores medios
Esquema 5
LA ESTRUCTURA DE CLASES EN AMÉRICA LATINA (A. PORTES Y K. HOFFMAN)
Clase Subtipos Porcentaje de la
fuerza de trabajo
I. Capitalistas Propietarios y socios gerentes de empresas grandes o medianas. 1,8
II. Ejecutivos Gerentes y administrativos de empresas grandes o medianas. 1,6
III. Trabajadores de elite Profesionales asalariados con formación universitaria en la 2,8
administración pública y en las empresas privadas grandes y
medianas.
IV. Pequeña burguesía Profesionales y técnicos independientes y microempresarios con 8,5
personal supervisado directamente.
Va. Proletariado formal no Técnicos asalariados con formación vocacional y empleados de 12,4
manual oficina.
Vb. Proletariado formal Proletariado asalariado especializado y no especializado con 23,4
manual contrato de trabajo
VI. Proletariado informal Obreros asalariados sin contrato, vendedoras ambulantes y 45,9
familiares no remunerados.
Desde aquí, Portes y Hoffman definen el bloque dominante en América Latina a partir de las
tres primeras clases presentadas en el esquema, mientras que las clases subordinadas
corresponderían a las dos últimas del mapa (proletariado formal manual e informal). Por
consiguiente, apuntan, la pequeña burguesía y el proletariado formal manual representarían la clase
intermedia de la estructura latinoamericana. Cabe considerar que la razón de excluir de las
posiciones medias a una categoría comúnmente considerada como tal, como es el caso de los
profesionales asalariados con formación universitaria en la administración pública y privada,
remite a que recibirían ingresos significativamente superiores a los propios de las categorías
intermedias.
Podría precisarse, entonces, que el análisis de Portes y Hoffman considera dos estratos o
categorías (superior e inferior) dentro de la clase media latinoamericana, los cuales presentarían
rasgos distintivos y relevantes de considerar.
En primer lugar, la pequeña burguesía que comprendería a los microempresarios,
profesionales y técnicos que trabajan por cuenta propia, correspondería a una de las clases – junto
con el proletariado informal - que ha experimentado el mayor crecimiento durante la época de
cambios desencadenada por la implantación del estilo de desarrollo neoliberal. El motivo de este
crecimiento, según su consideración, radicaría en que las políticas de ajuste y reforma neoliberal
implicaron una importante disminución del empleo público, los profesionales asalariados y otros
trabajadores calificados, lo cual no fue absorbido por un consiguiente incremento del empleo
formal en el sector privado, sino que encontró refugio en las actividades microempresariales y
cuentapropistas. Así, si bien todavía no alcanza al 10% de la población económicamente activa en
la mayoría de los países, la pequeña burguesía ha experimentado un importante incremento durante
la última década. Además, destacan, este sector cumpliría un rol sumamente relevante en el marco
del modelo de desarrollo neoliberal en América Latina, toda vez que posibilitaría la articulación
entre la moderna economía capitalista (promoviendo insumos y bienes de bajo costo a las grandes
empresas) y los sectores informales (incorporados, frecuentemente, como mano de obra en
microempresas).
Por su parte, los trabajadores formales no manuales representarían a técnicos asalariados y
empleados de oficina de menor jerarquía, que se encuentran cubiertos por contrato de trabajo y la
previsión legal vigente. En el marco del modelo de desarrollo neoliberal, habrían experimentado un
42
CEPAL - SERIE Políticas sociales N° 125
importante descenso, tanto por la contracción del empleo en el sector público como por el
estancamiento del sector privado, lo que contrastaría con su evolución durante el proceso de
industrialización sustitutiva de importaciones, en donde se beneficiaron de un crecimiento lento,
pero sostenido, tanto de sus miembros como de sus ingresos absolutos y relativos.
Finalmente, Portes y Hoffman señalan que mientras la criminalidad se ha constitutido, en
determinados casos, como una estrategia de adaptación alternativa frente a los ajustes neoliberales por
parte de los grupos más empobrecidos y excluidos, la migración ha tendido a operar en el mismo
sentido para el caso de las clases medias, en donde los grupos portadores de cualificaciones
educativas (profesionales, técnicos y empleados administrativos), frente a la contracción del empleo
en el sector formal, han buscado crecientemente durante la década de los noventa opciones fuera de su
país de origen (principalmente, hacia Estados Unidos y desde Argentina, Colombia y Ecuador).
Otra aproximación interesante de considerar, sobre todo por su capacidad de
operacionalización de la estratificación social y cierto énfasis en los cambios operados
recientemente en los perfiles de la clase media, si bien remitiendo al caso particular de la sociedad
argentina, es el elaborado por Manuel Mora y Araujo a partir de la construcción de un índice de
nivel económico social (NES)59. De acuerdo a Mora, la elaboración de dicho índice deja atrás el
clásico debate entre la primacía de la posición en el proceso productivo y la posición en el
consumo, instalando una visión de la estratificación social a partir del acceso que logran los grupos
a determinados recursos sociales (participación social).
Se trata, entonces, de no asumir una centralidad de la ocupación ni del status para identificar
las posiciones y grupos, sino que distribuir la población en base a una dimensión subyacente única
que representa un continuo que engloba poder, prestigio y oportunidades materiales (índice
sumatorio de dimensiones de estratificación). Ello implica considerar que esa dimensión
subyacente, además de segmentar a la población, es un factor central en la constitución de sus
principales orientaciones actitudinales hacia la política, comportamientos de consumo y
oportunidades de logro.60
En concreto, el índice de nivel económico social incorpora las siguientes variables: (a) Nivel
educacional del principal sostén del hogar, considerando los ciclos formales que ha alcanzado
(primario, secundario, terciario no universitario, universitario, posgrado); (b) Nivel ocupacional del
mismo, de acuerdo a una jerarquía de ocupaciones basada en dos grandes grupos: cuentapropistas o
relación de dependencia laboral. El primero abarca trabajadores autónomos y empleadores de
empresas muy pequeñas, y el segundo al conjunto de posiciones, tanto del sector público y privado,
que van desde el empleo doméstico hasta las labores de alta dirección empresarial; y (c) Posesiones
materiales del hogar.
A partir del puntaje total que obtienen los hogares en las distintas variables del índice, se
establecen las cohortes que dan origen a las posiciones, segmentos y clases sociales. El esquema se
representa entonces de la siguiente manera.
59
Mora y Araujo, Manuel: La estructura social de la Argentina: Evidencias y conjeturas acerca de la estratificación actual, CEPAL,
Serie Políticas Sociales, N° 59, 2002.
60
De hecho, volveremos sobre esta aproximación en el capítulo posterior para hacer referencia, siguiendo los términos de Mora, a la
dimensión no vertical de la estructura social asociada a la existencia de situaciones laborales que configuran determinados estilos de
vida y nichos culturales en, y entre, las clases sociales. También se considerará la relación de la calidad social con el logro
educativo de sus miembros.
43
Estratificación social y clases sociales. Una revisión analítica de los sectores medios
Esquema 6
ÍNDICE DE NIVEL ECONÓMICO SOCIAL- NES (M. MORA Y ARAUJO)
Posición Segmento Clases
Alto- alto A-B-C1
Alto C2 Clases Afluentes
Medio-alto C3
Medio-bajo D1 Clase Media
Bajo D2
Bajo- bajo E Clases Bajas
44
CEPAL - SERIE Políticas sociales N° 125
medios, esto es, la presencia de una tendencia importante en el cuadro de las diferenciaciones
sociales en Argentina a pasar de una situación de homogeneidad de sus clases medias y una
segmentación de una clase baja relativamente reducida, a un contexto donde la clase baja
experimenta un relevante crecimiento cuantitativo y la clase media se ve fuertemente segmentada
en su interior. Ello, como veremos más adelante, posee profundas implicancias en la configuración
diferenciada de los estilos de vida y patrones culturales que presentan sus estratos constitutivos.
También basado en la experiencia reciente de la sociedad argentina, el análisis planteado por
Héctor Palomino concluye en una línea similar respecto a la heterogeneidad de las clases medias.61
En efecto, revisando las transformaciones económicas y su impacto en la estructura social argentina
a partir de 1975, Palomino destaca la modificación sustancial operada tanto en los patrones de
distribución del ingreso como en las fuentes laborales, lo cual acarrearía un profundo cambio en la
situación y las expectativas de la clase media.
En el ámbito de la distribución del ingreso las estimaciones generales apuntarían a dar cuenta
de una transferencia negativa para el caso de los asalariados y un importante proceso de
concentración en los sectores altos de la estructura, el cual se habría realizado a costa de los
estratos inferiores, pero también de segmentos significativos de los estratos medios. Ello permite
apuntar el paso desde una distribución del ingreso relativamente continua durante el modelo de
desarrollo anterior a un periodo reciente signado por la acentuación de las discontinuidades en la
escala de ingresos. Este proceso, entonces, tendría importantes implicancias, diferenciadas de
acuerdo a sus estratos, en la configuración de la clase media.
Así, la clase media asalariada – entendida como la categoría de trabajadores no manuales
que abarca a directivos, profesionales, docentes, técnicos, vendedores y empleados de oficina –
habría experimentado una disminución significativa de sus ingresos, fenómeno relevante si se
considera, advierte Palomino, que representaba el estrato con mayor crecimiento cuantitativo desde
mediados de siglo. Ahora bien, si esta categoría se analiza diferenciadamente según su fuente
laboral, se advierte un incremento de las posiciones vinculadas a empleos privados, en detrimento
de las posiciones públicas, donde además éstas han experimentado una disminución importante de
sus salarios. El resultado de esto es un aumento de la heterogeneidad en la situación de las diversas
capas de empleados pertenecientes a los sectores medios, toda vez que se advierte que a una misma
capacidad, calificación y experiencia laboral la inserción pública o privada determina diferencias
importantes en las condiciones de ingreso y posibilidades de consumo que presentan los estratos.
A esta diferenciación – público / privado - cabe agregar la operada al interior de los mismos
estratos medios privados, las cuales, en una línea similar, remitirían más bien a las diferencias en la
situación salarial de acuerdo al sector o empresa en que se insertan laboralmente (por ejemplo:
empresas orientadas al mercado internacional o local) que a las capacidades profesionales o
habilidades educativas.
Finalmente, la diferenciación salarial de los estratos de clase media también afectaría a su
segmento autónomo, los cuales, además de presentar una situación de mercado en extremo
inestable (por las contracciones y crisis sucesivas de la economía), habrían concentrado su
crecimiento en el decenio 1970-80 en sectores como la construcción, que en los años sucesivos ha
experimentado una caída considerable en sus condiciones de ingreso y niveles de vida. Con todo,
Palomino advierte que es probable que el incremento reciente del cuentapropismo se vincule más
con las dificultades de encontrar empleo asalariado que con la propia opción de asumir autonomía
laboral como mecanismo de mejoramiento de la condición social, razón por la cual es cuestionable
que el crecimiento de parte importante de los cuentapropistas pueda ser interpretada como una
61
Palomino, Héctor: Reflexiones sobre la evolución de las clases medias en la Argentina, en El Bimestre Político y Económico, N°
43, Argentina, 1989.
45
Estratificación social y clases sociales. Una revisión analítica de los sectores medios
expansión de las clases medias, tal como ocurría hasta los setenta, pudiendo ser asignada
posiblemente a posiciones propias de clases populares.
En suma, Palomino considera que las transformaciones económicas recientes acaecidas en
Argentina han impactado diversificando internamente a las clases medias, las cuales si bien es
cierto en el pasado ya se caracterizaban por su heterogeneidad entre estratos, ahora agregarían un
nuevo factor de fragmentación: las segmentaciones dentro de los estratos mismos. De esta manera,
concluye, no se trata sólo de heterogeneidad interna sino de fracturas en las clases medias, de
rupturas a través de las cuales algunos segmentos “ganan” y otros “pierden” en el ámbito de
ingreso, el consumo y las posibilidades de ascenso social. Es decir, en el nuevo contexto algunos
sectores de las clases medias pareciesen beneficiarse del nuevo funcionamiento económico y
social, principalmente aquellos autónomos y empleados vinculados a sectores en expansión,
mejorando con ello su situación de mercado, mientras que otros, relacionados con sectores
contraídos o con el Estado, experimentan un proceso de retroceso social.
En el caso de la sociedad chilena, León y Martínez han desarrollado un esquema de la
estructura de clases, a partir de la estructura ocupacional y sus categorías, que pretende dar cuenta
de los principales cambios acaecidos en el último cuarto de siglo debido a la implantación de un
nuevo estilo de desarrollo.62 Su análisis se centra en el fenómeno de la desigualdad social, pero
considerada ésta no primordialmente desde el punto de vista de una distribución regresiva del
ingreso, sino que a partir de la generación de barreras a la movilidad que tienden a crear grupos
sociales típicamente diferenciados por razones adscriptivas que reproducen formas de vida y ethos
culturales.
En términos generales, consideran la estructura de clases a partir de la identificación de un
conjunto de categorías socio-ocupacionales que expresan situaciones compartidas, y que han sido
históricamente la base constitutiva de actores sociales relevantes en la sociedad chilena, lo cual
permite dotar al análisis de cierta historicidad no presente en las construcciones analíticas basadas
solamente en la configuración de estratos socioeconómicos generados por la distribución continua
de una variable (por ejemplo, el ingreso). Por lo mismo, la clasificación que realizan permite
identificar segmentos de clase no sólo por referencia a un criterio de actividad económica
(fracciones), sino que a partir de la noción de “capas” o “generaciones” que han ido constituyendo
a las clases en las diversas etapas históricas de crecimiento económico y estilos de desarrollo.
En esta aproximación, los sectores medios aparecen diferenciados en dos grandes grupos
según su condición asalariada o independiente, los cuales a su vez abarcan una serie de categorías
sociales vinculadas a distintos momentos de la actividad económica y el desarrollo histórico. Así,
las categorías consideradas constitutivas de los sectores medios con su respectiva significación
numérica (en miles de personas) para el año 1995 en Chile, son las que siguen.
62
León, Arturo y Martínez, Javier: La estratificación social chilena hacia fines del siglo XX, CEPAL, Serie Políticas Sociales, N°52,
2001.
46
CEPAL - SERIE Políticas sociales N° 125
Esquema 7
SECTORES MEDIOS ASALARIADOS E INDEPENDIENTES EN CHILE (A. LEÓN Y J. MARTÍNEZ)
47
Estratificación social y clases sociales. Una revisión analítica de los sectores medios
dinamismo al sector privado. Esta reubicación de los sectores medios en el sector privado – más
relevante que su crecimiento en las ocupaciones independientes –tendría profundas implicancias
en términos de mayor flexibilidad de sus empleos, grandes diferencias o saltos en la escala de
ingresos interna (a diferencia de las escalas continuas de la administración pública) y la menor
importancia atribuida a factores como la educación o la antigüedad en beneficio de la
productividad y el logro individual. Por todo esto, concluyen León y Martínez, el incremento de la
organicidad en los sectores medios transcurre ligado a factores que acentúan la individualización,
planteando dificultades para su formación como actor y sus posibilidades de acción colectiva
(movilización).
En el ámbito de la movilidad social, analizada a partir de los cambios en la posición relativa
de las categorías sociales en la distribución y la evolución de los niveles absolutos de los estratos
más grandes de la estructura, también se desprenden importantes consideraciones para el caso de
los sectores medios. En primer término, se aprecia un claro distanciamiento de sus ingresos en
relación a los obtenidos por la clase obrera, en la medida en que desempeñar ocupaciones típicas de
los sectores medios aparece asociado a ingresos superiores al promedio nacional y, por ende, a un
movimiento ascendente cuando se proviene de posiciones obreras o marginales. Ahora bien,
existirían dos excepciones importantes: los asalariados obreros del cobre, que han logrado elevar
sus ingresos, y los sectores medios vinculados al empleo público, que además de reducir si
participación en el empleo total han visto reducidos sus ingresos. Y en segundo término, el periodo
histórico considerado se caracterizaría, sobre todo a partir de 1990, por un mejoramiento más
rápido de los ingresos de las categorías medias independientes en comparación con los asalariados.
Ahora bien, lo importante de destacar en la dimensión movilidad, es que éste incremento de los
ingresos no ha constituido una vía de movilidad social ascendente puesto que, como ya se señaló,
los asalariados y no los independientes son las categorías que más han crecido en éste sector.
Nelson do Valle Silva, por su parte, ha desarrollado un profundo análisis sobre las
principales transformaciones en la estratificación y movilidad social brasileña durante la segunda
mitad del siglo XX (1945-1999), abordando la transición estructural desde una sociedad tradicional
a una propiamente moderna y clasista durante el modelo desarrollo industrializador, y la
reorientación radical de éste – apertura comercial y financiera, disminución de las actividades del
Estado, énfasis en la estabilidad macroeconómica, etc.- hacia el final de la década de los ochenta.63
La propuesta de Silva para el análisis de la estratificación social se basa en una clasificación
de estratos o clases ocupacionales que, definidos a partir de una posición socioeconómica similar
(que abarcaría situación de trabajo y situación de mercado), se caracterizarían por diferenciarse
significativamente en sus respectivas situaciones y condiciones sociales. La situación de trabajo,
por una parte, refiere a la posición que ocupan en la estructura ocupacional, mientras que la
situación de mercado a los ingresos y educación presentes en las diversas clases.
Así, la clasificación ocupacional se basa en una amplia lista de títulos laborales que es
agrupada, en primer término, según un criterio sectorial (primario/secundario/terciario), y dentro
de cada categoría se diferencia entre trabajo manual y trabajo no manual/mental, generándose, en
suma, cuatro estratos básicos. Dentro de los trabajadores no manuales – comúnmente clasificados
como posiciones ocupacionales típicas de los sectores medios – se distingue además entre
funciones técnicas y administrativas, destacando en las primeras las ocupaciones que requieren un
nivel de educación superior y las profesiones liberales clásicas por su alto status (ingeniero,
médico, abogado, etc.), mientras que en el marco de las funciones administrativas se separa entre
ocupaciones relativas a la propiedad y las funciones propiamente asalariadas. En el caso de las
primeras, a su vez, se distingue a los empleadores y a los empresarios independientes, y en las
63
Silva, Nelson do Valle: Cambios sociales y estratificación en el Brasil contemporáneo (1945-1999), CEPAL, Serie Políticas
Sociales, N° 89, 2004.
48
CEPAL - SERIE Políticas sociales N° 125
A partir de esto Silva explora los cambios referidos a la distribución del ingreso, la
composición de género de la fuerza de trabajo y la movilidad ocupacional intergeneracional como
ejes analíticos de la estratificación social en Brasil entre 1981 y 1999, pudiéndose destacar algunos
aspectos que aluden a la composición y el perfil de los sectores medios.
En primer lugar, se destaca que los estratos no manuales representan poco más de un tercio
de la población ocupada y que, a nivel general, existe una notoria relación entre posición
ocupacional e ingreso individual. En este ámbito, precisamente, se aprecia una disminución del
promedio de ingresos reales durante de la década de los ochenta, lo cual repunta significativamente
(16%) durante los noventa. Ahora bien, en este decenio sólo dos estratos continuaron con una
tendencia regresiva: los trabajadores del comercio ambulante y los supervisores del trabajo manual,
cuya pérdida acumulada en el período representó el 19% de sus ingresos. Mientras que las mayores
alzas radicarían en los estratos ligados a los servicios, particularmente las ocupaciones técnicas y
artísticas, los trabajadores de servicios generales y los de servicios personales.
Por otra parte, un importante fenómeno que caracterizaría el período, si bien corresponde a
una tendencia ya presente desde 1960, es el acelerado ingreso de la mujer al mercado laboral. La
feminización de la fuerza de trabajo sería particularmente importante en los nichos ocupacionales
49
Estratificación social y clases sociales. Una revisión analítica de los sectores medios
del servicio doméstico, en el caso del trabajo manual, mientras que en la categoría no manual su
inserción sería más diversa, ligándose a las funciones no manuales de rutina - donde la mano obra
femenina se expandió casi un 91% durante el periodo-, al segmento de profesionales universitarios
(no liberales), supervisores del trabajo manual y técnicos, donde el incremento absoluto de la
participación femenina fue de un 114%, y por último, también se vincularía a los profesionales
liberales, dirigentes y propietarios empleadores - lo que podría identificarse, siguiendo a
Goldthorpe, como clase de servicio- en donde la proporción relativa de mujeres en este grupo
ocupacional pasó de un 6,5% (1981) a un 31,7 % (1999). En suma, lo que destaca Silva es la
importante y acelerada feminización de la fuerza de trabajo, lo cual debe ser una dimensión central
de tener en cuenta al analizar los cambios operados en la estratificación social.
Finalmente, el análisis de la movilidad ocupacional intergeneracional, mediante la
comparación de datos de 1973 y 1999, también entrega importantes referencias sobre los sectores
medios y su relación de movilidad con los otros grupos sociales.64 En primer lugar, señala que si
bien la movilidad ascendente es considerable en todos los estratos – observándose que mientras
más elevada es la posición del padre mayor es la posibilidad relativa de que el hijo herede una
posición igual o mejor-, ésta obedece principalmente a cambios estructurales, teniendo la movilidad
por circulación una cierta importancia relativa.
Precisamente, el análisis detallado de ésta última da cuenta de la existencia de una estructura
ocupacional brasileña que tiende a configurar clases bastante cerradas, sobre todo a partir de las
siguientes barreras sociales -ordenadas según su importancia- que limitan estructuralmente la
movilidad: (a) la que separa las ocupaciones rurales y la base de la jerarquía urbana
(subproletariado urbano) y que remitiría fundamentalmente a las dificultades que plantea la
migración espacial; (b) la barrera que separa a las industrias tradicionales de las propiamente
modernas, sector éste último que sería de difícil acceso; y por último, con una importancia también
significativa, se encontraría (c) la barrera que separa a los estratos no manuales de los manuales,
sugiriendo notorias dificultades para ingresar a posiciones intermedias de la estructura social.
Finalmente Silva destaca que dichas barreras estructurales se ligarían sobre todo a la posesión de
recursos educativos (acceso a títulos académicos) y económicos (acceso a la propiedad productiva
urbana).
Como se puede apreciar, hasta ahora se han revisado principalmente aproximaciones
referidas a países de Sudamérica, sin embargo también cabe reseñar algunas referencias a
sociedades de Centroamérica, como las contenidas en el estudio dirigido por Juan Pablo Pérez
sobre los cambios en las pautas de estratificación y movilidad en Costa Rica, Guatemala y El
Salvador.65
Este estudio se aproxima, según sus propios términos, de una forma ecléctica a la estructura
social centroamericana, en la medida que partiendo de una perspectiva cercana al análisis de clase
se identifican posiciones en la estructura socio- ocupacional, para luego jerarquizar – acercándose a
un análisis de estratificación – los grupos socio-ocupacionales respecto a los recursos de la
educación y los ingresos. Cabe destacar que no se jerarquizan ocupaciones ni se hace referencia a
la movilidad de individuos, sino que se trata de un análisis relacional de los grupos sociales
privilegiando la identificación de sus distancias (cohesión social), y que se basa en tratar de
articular las categorías propias generadas por la inserción al proceso de globalización con aquellas
que provienen de la fase de modernización previa.
64
Para este tema en particular – movilidad ocupacional intergeneracional en Brasil entre 1973 y 1999 – Véase Silva, Nelson do Valle:
Vinte e três anos de mobilidade social no Brasil, en Teoria & Sociedade, N° 4, 1999.
65
Pérez, Juan Pablo; Andrade-Eekhoff, Katharine; Bastos, Santiago; Herradora, Michael: La estructura social ante la globalización.
Procesos de reordenamiento social en Centroamérica durante la década de los 90, FLACSO-CEPAL, San José, 2004.
50
CEPAL - SERIE Políticas sociales N° 125
De esta manera, los criterios empleados para el análisis de la estructura social corresponden
a los siguientes: (a) la categoría ocupacional que remite a la propiedad de los medios de
producción y las diferencias entre el sector público y privado; (b) la ocupación que indica la
función dentro del lugar de trabajo; (c) el tamaño del establecimiento (micro / mediana / gran
empresa); (d) la estabilidad laboral que refleja la precariedad del puesto de trabajo; (e) la rama de
actividad; y la (f) zona geográfica (rural / urbana). A partir de esto, en suma, se identifican cinco
categorías sociales que contienen los diversos grupos socio-ocupacionales de la siguiente manera:
Esquema 9
LA ESTRUCTURA DE CLASES EN CENTROAMÉRICA (J.P. PÉREZ)
Categorías Sociales Grupos Socio-ocupacionales
I. Grandes propietarios de establecimientos (privados y 1. Propietarios (Capitalistas).
públicos) de tamaño grande
2. Gerentes (Administradores)
1. Profesionales sector privado.
II. Trabajadores profesionalizados 2. Profesionales sector público.
3. Profesionales independientes.
1. Trabajadores estatales
III. Asalariados no precarizados (regulados) 2. Trabajadores sector privado
1. Pequeños Empresariado.
IV. Pequeños Propietarios 2. Trabajadores por cuenta propia (no profesionales).
1. Empleadas domésticas.
V. Trabajadores vulnerables 2. Trabajadores no remunerados (familiares y no
familiares).
3. Asalariados desregulados en el sector privado.
51
Estratificación social y clases sociales. Una revisión analítica de los sectores medios
vinculado a los sectores más ricos ni pobres, sino a los segmentos y ocupaciones que muestran un
mayor perfil educativo. Se trataría, en general, de fuerza laboral masculina, entre 20 y 29 años, con
niveles importantes de educación, que emigra principalmente hacia Estados Unidos – sobre todo
desde El Salvador – o, dentro de la región, hacia Costa Rica. El estudio apunta, a partir de esto, la
necesidad de abordar esta nueva dimensión que supone la migración de sectores con perfiles
educativos considerables, pues da cuenta, por una parte, de la generación insuficiente de empleo
por las nuevas estrategias acumulativas, y por otra, de un fenómeno paradójico de exclusión
extrema que conlleva desarraigo territorial, y a la vez, incorporación plena, aunque en condiciones
precarias, como fuerza de trabajo al proceso globalizador.
El caso de Costa Rica pareciese ser el que más atracción ha suscitado, en el marco de las
sociedades centroamericanas, para el análisis de los cambios operados en la composición y el perfil
de las clases medias ante los cambios del modelo de desarrollo, toda vez que hacia la década de los
setenta se configuraba como una de las sociedades de la región en donde los sectores medios
presentaban un mayor peso cuantitativo, lo que habría dado paso, hacia fines de los ochenta, a una
“desaparición de la clase media”, o al menos, a un cambio interno profundo y sumamente relevante
para la orientación general de la estratificación social costarricense.
En efecto, uno de los principales estudios sobre la estructura de clases costarricense, como es
el desarrollado por el Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad de Costa Rica, aborda
de modo prácticamente preferencial la clasificación y transformaciones de las clases medias.66 La
propuesta de análisis de la estructura de clases que se plantea en este estudio incluye dos
dimensiones, a saber: (a) la propiedad o no propiedad de los medios de producción medida
empíricamente mediante la variable categoría ocupacional (diferenciando empleadores, asalariados
y trabajadores por cuenta propia); y (b) la posición en los mercados laborales medida por la
variable grupo ocupacional que da cuenta de criterios clasificatorios como la calificación, el
carácter manual o no manual de la actividad, el rol en la organización de los procesos de trabajo
(autonomía, dominio sobre otras personas, etc).
A partir de esto se considera la clase media diferenciada internamente en dos estratos según
razones de propiedad, educación y autonomía en el trabajo, identificándose una clase media alta
compuesta por profesionales, técnicos, medianos empresarios y comerciantes que ocupan entre
cinco y nueve trabajadores, y una clase media baja formada por los trabajadores de cuello blanco
–cuyas actividades aún cuando a veces son monótonas y poco autónomas se diferencian del trabajo
manual y también de los profesionales– y los pequeños propietarios que ocupan entre una y cuatro
personas.
El análisis de las principales transformaciones de la clase media en el marco del nuevo
contexto planteado por los ajustes estructurales en Costa Rica, considerando datos entre 1987 y
1998, entrega importantes conclusiones.67 Así, en una aproximación general, se advierte que la
clase media no ha desaparecido, sino que por el contrario su peso cuantitativo dentro de la
estructura social mantiene un ritmo de crecimiento sostenido, que se representa en un aumento de
8,5% entre 1987 y 1998. Ahora bien, ello no implica que no se den importantes transformaciones
en su composición interna, destacándose, en primer lugar, el fortalecimiento tendencial de los
propietarios privados por sobre los trabajadores de cuello blanco y los profesionales asalariados,
que muestran una propensión a decrecer. En segundo lugar, se aprecia que el grueso del incremento
de las posiciones de clase media transcurre en torno a inserciones laborales privadas, y no ligadas
al sector público como antes. Sin embargo, un análisis interno del sector público muestra un
66
Véase Instituto de Investigaciones Sociales, Universidad de Costa Rica: Actualización de indicadores (1995-1998). Cambios en la
estructura de clases costarricense (1987-1994), Proyecto modificaciones en la estructura social costarricense a partir de la década
del ochenta, San José.
67
Vega, Mylena: La clase media en transición: Situaciones y perspectivas al finalizar el siglo veinte, en Revista de Ciencias
Sociales, N° 86-87, Universidad de Costa Rica, 2000.
52
CEPAL - SERIE Políticas sociales N° 125
68
Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL): Panorama Social de América Latina 1999-2000.
53
CEPAL - SERIE Políticas sociales N° 125
55
Estratificación social y clases sociales. Una revisión analítica de los sectores medios
Además, en el marco de la presente revisión analítica poseen una relevancia particular, toda
vez que se ha tendido a identificar los rasgos particulares de las “nuevas clases medias”, propias de
las transformaciones históricas recientes, a partir de dimensiones asociadas a factores como el
acceso al consumo, la posesión de credenciales o cualificaciones (educación), estilos de vida
propios o la posesión de un determinado grado de capital cultural.
69
Véase Baudrillard, Jean: El sistema de los objetos, Ed. Siglo XXI, México, 1969; Critica de la economía política del signo”, Ed.
Siglo XXI, Madrid, 1974; La sociedad de consumo, Ed. Plaza & Jane, Barcelona, 1974.
70
Bourdieu, Pierre: Condición de clase y posición de clase, en Estructuralismo y Sociología, Eds. Nueva Visión, Bs. Aires, 1969.
56
CEPAL - SERIE Políticas sociales N° 125
Sin embargo, para la identificación precisa de las clases y sus miembros no basta, apunta
Bourdieu, con señalar su posición particular dentro de una estructura de clases desde un punto de
vista meramente estático (“superior”, “media”, “inferior”), sino que además es fundamental
incorporar la dimensión vinculada a la trayectoria o el devenir de los grupos y los individuos, a
partir de lo cual se derivan características y propiedades particulares. Puede suceder, advierte
Bourdieu, que individuos o clases que representan cualidades relativamente similares desde una
mirada estática, difieran radicalmente al considerar sus trayectorias y movimientos en la estructura
de clases. Por último, también cabría considerar que las características de las clases no sólo
dependen de su posición y trayectoria, sino que además de su peso funcional en la estructura social,
vale decir, cómo contribuyen a la reproducción de ésta, lo cual no sólo tiene que ver con su
importancia numérica.
Las clases sociales, entonces, se ubicarían en el entramado complejo de relaciones de poder
que constituyen el espacio social, entendido éste como un espacio en el cual se producen
diferencias sociales a partir de distintos principios o recursos que se encuentran en disputa por los
agentes. La estructura del espacio social, por tanto, está determinada por cómo se distribuyen
dichas propiedades o recursos capaces de conferir poder y beneficios de distinta índole a sus
poseedores, esto es, por la distribución de las variadas formas de capital existentes, a saber: (a)
capital económico; (b) capital cultural; (c) capital social; y (d) capital simbólico (entendido como
la forma que toman las diferentes formas de capital una vez que son reconocidas como legítimas).71
A partir de ello Bourdieu considera que la distribución de los agentes en clases en el seno del
espacio social, considerando como factor central de diferenciación la distribución de los tipos de
capital, se produce a partir de las siguientes tres dimensiones: (a) el volumen global de capital que
poseen los agentes; (b) la composición de sus capitales, es decir, el peso relativo de sus capitales en
el capital total; y (c) la evolución en el tiempo del volumen y composición de sus capitales, o sea,
sus trayectorias en el espacio social.
Ahora bien, Bourdieu va a destacar que las posiciones de clase se caracterizan, en lo
esencial, por producir prácticas, experiencias subjetivas y representaciones similares entre sus
miembros, es decir, por articular disposiciones significantes compartidas o habitus semejantes. Ello
implica, por tanto, que las clases no sólo existen en la objetividad del espacio social y su
distribución del capital, sino que también en la dimensión subjetiva que representa el compartir
prácticas y representaciones del mundo (habitus).
En suma, las clases se definirían desde un conjunto de agentes que, por el hecho de ocupar
posiciones similares en el espacio social de acuerdo a la distribución del capital, están sujetos a
condiciones de existencia similares, y por ende, se encuentran dotados de disposiciones internas
compartidas, que operan de modo prerreflexivo (habitus) y que los impulsan a desarrollar prácticas
y orientaciones comunes. Desde ahí, por ejemplo, Bourdieu ha explorado las pautas que rigen el
consumo y los patrones de gusto de los diferentes grupos sociales a partir de su posición y
habitus.72
Dentro de este marco general, cabe señalar la importancia que representa el capital cultural
para la articulación de las posiciones y las prácticas propias de las clases medias, toda vez que,
como se ha señalado en más de una ocasión en la presente revisión, sus ocupaciones y empleos
tienden a ligarse a conocimientos o técnicas que requieren cierta cualificación y credenciales. Para
Bourdieu el capital cultural se presenta en las siguientes tres formas dentro del espacio social: (a)
encarnado en los comportamientos y representaciones de los agentes (habitus); (b) como estado
71
Bourdieu, P.: ¿Qué es lo que hace una clase social?. Acerca de la existencia teórica y práctica de los grupos, en Revista
Paraguaya de Sociología, N° 89, Asunción, 1994.
72
Véase Bourdieu, P.: La distinción. Criterios y bases sociales del gusto, Ed. Taurus, Madrid, 1998.
57
Estratificación social y clases sociales. Una revisión analítica de los sectores medios
73
Véase Bourdieu, P. y Passeron, J.C: La reproducción: elementos para una teoría de la enseñanza, Ed. Laia, Barcelona, 1977.
74
Aquí radica el núcleo del debate abierto con las perspectivas cercanas a Goldthorpe en torno a los mecanismos implicados en la
reproducción y movilidad social, en tanto aquellas, como se apuntó, enfatizan el carácter reflexivo – desde la teoría de la acción
racional – de la transferencia de posiciones y recursos entre los miembros, mientras que para Bourdieu aquello opera a un nivel
fundamentalmente prerreflexivo, esto es, mediante la configuración hereditaria de disposiciones subjetivas (habitus) y determinadas
posesiones de capital (especialmente, cultural y educativo).
75
Del Cueto, Carla Muriel: Fragmentación social y nuevos modelos de socialización: estrategias educativas de las nuevas clases
medias, CLACSO, 2002.
58
CEPAL - SERIE Políticas sociales N° 125
descendente empobrece a un cierto sector, al tiempo que otro se beneficia por una mejor
articulación con las nuevas estructuras del modelo de desarrollo.
Lo importante, y es lo que explora la investigación, es que esta polarización implica al
mismo tiempo nuevas y diferentes formas de socialización y reproducción de las posiciones
sociales, como las posibles de identificar en el ámbito de los estilos residenciales y las estrategias
educativas. De este modo, a partir del arsenal teórico de Bourdieu – particularmente de los
conceptos de capital social y capital cultural – se analizan las estrategias que desarrollan los
sectores medios en ascenso y altos (las “nuevas clases medias”) para reproducir y consolidar su
posición privilegiada en las formas de urbanización y educación que eligen y desarrollan.
Así, el estudio constata que en el ámbito de los estilos residenciales se asiste, liderado por las
nuevas clases medias, a un fenómeno creciente de urbanizaciones cerradas como mecanismo
promotor del distanciamiento y la diferenciación social, vale decir, la creación de residencias
cercadas y homogéneas internamente, que impiden la interacción otros grupos sociales. De la
misma manera, en el escenario de la educación, antiguamente núcleo del rol integrador que
desempeñaban las clases medias, se asistiría un proceso bastante similar, en donde las “nuevas
clases medias” acceden a un sistema signado por la fragmentación de circuitos educativos
diferenciados que, del mismo modo que la residencia, dificultan el contacto entre los diferentes
sectores sociales. Ello explicaría, entonces, que las clases medias altas en proceso de consolidación
y trayectorias de ascenso social, además de portar cuotas significativas de capital cultural, realizan
fuertes inversiones y apuestas en la formación de sus hijos, precisamente como estrategia de
reproducción de su posición privilegiada.
Con todo, lo que se desprende de la investigación de Del Canto, es la importancia creciente
que adquiera la educación como mecanismo de identificación – y por ende, diferenciación con
respecto a otras categorías – desarrollado por las “nuevas clases medias”, o sea, aquel segmento
alto y en ascenso que se ha beneficiado de las nuevas lógicas que plantea el estilo de desarrollo.
Por su parte, el ya citado trabajo de Manuel Mora y Araujo sobre la estratificación social en
Argentina comparte dicha consideración general, enfocando la dimensión de la educación desde el
punto de vista de lo que identifica como indicadores de calidad social.76 En concreto, Mora
entiende por calidad social aquella situación donde tiende a haber más personas en posiciones
socioeconómicas altas, menos en las bajas, más equidad distributiva, educación y menos
desempleo. Por ello, los indicadores de calidad social serían los siguientes: (a) afluencia
(proporción de la población en los estratos socieconómicos altos); (b) pobreza (proporción en los
estratos bajos); (c) equidad (diferencial de la proporción de la afluencia sobre la proporción de
pobres); (d) educación (proporción de personas con educación secundaria completa y más); (e)
desempleo (proporción de desocupados sobre el total activo); y (f) población adulta laboralmente
activa.
Los datos sobre calidad social que entrega Mora, levantados a partir de la comparación de las
situaciones y perfiles de las distintas provincias argentinas, señalan que la variable que más
explica, o sea influye, en la calidad social es el nivel educacional, guardando una estrecha relación
con la variable afluencia y la equidad distributiva. Se trataría, entonces, que el logro educativo
aparece como un factor central en las condiciones, niveles de vida y posibilidades de movilidad
social que presenten los distintos grupos sociales.
Al mismo tiempo, Mora considera también la situación laboral como una dimensión no
vertical de la estratificación importante de considerar, toda vez que estaría en la base de la
articulación de estilos de vida y nichos culturales diferenciados entre las clases sociales, guardando
especial relevancia en el caso de la composición interna de la clase media. Cabe considerar que la
76
Mora y Araujo, Manuel: La estructura social... Op. Cit.
59
Estratificación social y clases sociales. Una revisión analítica de los sectores medios
situación laboral se analiza, en este caso, a partir de la distinción entre trabajadores en relación de
dependencia y cuentapropistas, lo que además de determinar sus fuentes de ingresos influiría en la
estabilidad / protección de sus fuentes laborales, y en la presencia o no de la mediación sindical con
efectos relevantes en las condiciones de vida de los miembros de un grupo o categoría.
A partir de esto, entonces, se pueden identificar tres estilos de vida o nichos culturales
diferenciados en el seno de la clase media argentina, a saber: (a) la cultura del sindicalismo activo
que se encontraría en posiciones económicas caracterizadas por la escasa competitividad, baja
capacitación y aptitudes laborales, por lo cual el sindicalismo se orientaría a defender a sus
miembros de su tendencia descendente; (b) la cultura de las clases medias tradicionales, donde
predominan las ocupaciones de baja cualificación y productividad, en las cuales son cada vez más
escasas las posibilidades de movilidad social ascendente, y donde la mayor exposición directa al
mercado, sin mediación sindical, provoca una tendencia descendente en los ingresos y las
oportunidades de sus miembros; y (c) la cultura de la clase media competitiva donde la educación
formal, el entrenamiento informal y las aptitudes competitivas permiten a sus miembros aspirar a la
movilidad ascendente e integrarse óptimamente a las nuevas dinámicas sociales. En suma, los
nichos culturales mencionados representan un eje de diferenciación horizontal de la clase media,
que separa en su interior a un segmento bajo (los dos primeras culturas mencionadas) de uno
superior (la clase media competitiva).
En el caso de la sociedad chilena, León y Martínez también han considerado la importancia
de la educación en la persistencia de desigualdades de oportunidades entre las clases.77
Precisamente, consideran la dimensión de la persistencia de la desigualdad interclasista en estrecha
relación con el logro educativo, o más ampliamente, con el capital educativo que poseen los
miembros de las diversas categorías sociales. A partir de esto apuntan que, en términos generales,
la expansión rápida de la educación – especialmente secundaria entre 1971 y 1995 – ha reducido de
forma importante, si se compara intergeneracionalmente, las distancias existentes entre los sectores
medios y obreros, no así la de éstos con respecto a los marginales.
Ahora bien, a pesar de ésta reducción se mantienen diferencias importantes en el perfil
educacional actual de los jóvenes según su categoría social, como lo revela el hecho que mientras
más del 83% de los pertenecientes a sectores medios se integran al mercado laboral con al menos
12 años de escolaridad, ello se reduce prácticamente a la mitad (46%) en la clase obrera. Además
consignan que a medida que la enseñanza secundaria tiende a universalizarse las diferencias
interclasistas se trasladan al nivel postsecundario, y que éstas aparecen asociadas, más que a
diferencias de ingreso entre hogares, al peso del capital educacional de los padres (promedio de
años de estudio de ambos cónyuges). En suma, se puede apreciar que a pesar de la expansión fuerte
de la educación (alfabetización, aumento de matrículas, etc.) las diferencias interclasistas en su
acceso persisten como una importante barrera a la movilidad social.
Ello no pareciese ser un caso particular de Chile, pues el trabajo sobre estratificación y
movilidad ocupacional en Brasil de Silva también revela la importancia de la educación en la
posición y los ingresos que obtienen las distintas clases.78 En efecto, y como se apuntó en el
capítulo anterior, Silva considera el nivel educacional como un elemento central que define la
situación de mercado de los individuos, y a partir de ello presenta datos – referidos al periodo que
va entre 1995 y 1999 - que evidencian la fuerza que tienen los títulos académicos (cualificaciones,
credenciales) en las posiciones ocupacionales y la determinación de ingresos en la sociedad
brasileña.
77
León, Arturo y Martínez, Javier: La estratificación social chilena... Op. Cit.
78
Silva, Nelson do Valle: Cambios sociales y estratificación... Op. Cit.
60
CEPAL - SERIE Políticas sociales N° 125
Por último, cabe reseñar un interesante trabajo realizado por Alexis Romero sobre la relación
entre educación y movilidad social en los actuales sectores medios de la sociedad venezolana.79 En
efecto, Romero introduce una duda o cuestionamiento sumamente interesante de explorar en
aproximaciones empíricas sobre las clases medias de la región, que remite a que el papel que
anteriormente desempeñaba la educación (la titulación más concretamente) en la apertura de la
movilidad social ascendente y, con ello, en la ampliación de los estratos medios, estaría hoy en
crisis ante las nuevas condiciones económicas y sociales imperantes.
De acuerdo a Romero es posible identificar dos factores que explicarían esta crisis de la
movilidad social vertical promovida desde la educación, tal como se conoció en las décadas
anteriores (en el caso venezolano, fundamentalmente entre 1958 y los años ochenta). En primer
lugar se trataría de las restricciones de acceso a la educación que encuentran hoy los sectores más
bajos de la estructura social, las cuales no se explicarían principalmente de acuerdo a disposiciones
legales limitantes, sino que por la propia dinámica de la escolarización, esto es, porque los menos
favorecidos económicamente son también los que portan menor capital cultural y por ello, a pesar
de que puedan entrar al sistema educativo, tienden a quedarse en el camino. Ello explicaría, de
acuerdo a Romero, que los que acceden hoy a la educación universitaria no provengan de estratos
bajos, sino que sean, principalmente, hijos de aquellos que lograron beneficiarse de la movilidad
social ascendente (adquiriendo una posición de clase media) en el periodo histórico anterior.
El segundo factor se vincularía a los límites que presentan los ya titulados para conseguir un
empleo y condiciones de vida similares a los egresados en décadas anteriores, es decir, se
presentaría una dificultad importante de concretar el status de clase media que se obtiene mediante
la educación. Ello se relaciona con la existencia de una sobreoferta de titulados, razón por la cual
las posibilidades de éxito pasarían a vincularse con la calidad de la enseñanza recibida, los
antecedentes y los logros acumulados.
En suma, se trataría de una ruptura del ciclo virtuoso entre expansión de la educación,
movilidad social ascendente y ampliación de la clase media, en donde el logro educativo ya no
abriría inmediatamente las puertas del ascenso, por las razones señaladas, configurándose, por el
contrario, una tendencia a la una conservación o reproducción de los sectores medios, y no un
incremento de sus posiciones en la estructura social.
79
Romero Salazar, Alexis: El ascensor detenido. La crisis de la movilidad social a través de la titulación, en Espacio Abierto,
Cuaderno Venezolano de Sociología, Volumen 15, N°1 y 2, 2006.
61
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V. Reflexiones finales.
Consideraciones temáticas para
el estudio de las clases medias
en América Latina
63
Estratificación social y clases sociales. Una revisión analítica de los sectores medios
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CEPAL - SERIE Políticas sociales N° 125
65
Estratificación social y clases sociales. Una revisión analítica de los sectores medios
cómo ésta influye sobre la constitución interna, las posibilidades de acceso al consumo y la
movilidad social de las clases medias. Es decir, correspondería abordar cómo las cargas impositivas
se distribuyen sobre los distintos grupos sociales en los diversos países de la región, y la medida en
que ello abre o dificulta las posibilidades de acceso al consumo y la movilidad de las clases medias.
A partir de ello se podrían plantear las posibilidades y condiciones para un pacto fiscal que permita
la representación de dichos sectores sustentándose en su inclusión y protección social.
66
CEPAL - SERIE Políticas sociales N° 125
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Volumen I: Proyecto Joven de Argentina (LC/L.1470-P), Número de venta S.01.II.G.5 (US$10.00), enero de 2001.
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Volumen II: El Programa Nacional de Enfermedades Sexualmente Transmisibles (DST) y Síndrome de
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Volumen III: El Programa de Restaurantes Escolares Comunitarios de Medellín, Colombia (LC/L.1470/Add.2-P),
Número de venta S.01.II.G.5 (US$10.00), enero de 2001. ZZZ
Volumen IV: El Programa Nacional de Apoyo a la Microempresa de Chile (LC/L.1470/Add.3-P), Número de
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78. Sandra Piszk y Manuel Barahona, Aproximaciones y desencuentros en la configuración de una autoridad social en
Costa Rica: relato e interpretación de una reforma inconclusa, (LC/L.2027-P), Número de venta: S.03.II.G.191,
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81. Carmen Artigas, “La reducción de la oferta de drogas. Introducción a algunos instrumentos internacionales”,
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82. Roberto Borges Martins, “Desigualdades raciais et políticas de inclusão racial: um sumário da experiência
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Roberto Borges Martins, “Desigualdades raciales y políticas de inclusión racial; resumen de la experiencia
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CEPAL - SERIE Políticas sociales N° 125
99. Lorena Godoy, “Programas de renta mínima vinculada a la educación: las becas escolares en Brasil” (LC/L.2217-
P), Número de venta: S.04.II.G.137, (US$ 10.00), noviembre de 2004. ZZZ
100. Alejandro Portes y William Haller “La economía informal,” (LC/L.2218-P), Número de venta: S.04.II.G.138, (US$
10.00), noviembre de 2004. ZZZ
101. Pablo Villatoro y Alisson Silva, “Estrategias, programas y experiencias de superación de la brecha digital y
universalización del acceso a las nuevas tecnologías de la información y comunicación (TIC). Un panorama
regional”, (LC/L2238-P), Número de venta: S.04.II.G.159, (US$ 10.00), noviembre del 2004. ZZZ
102. David Noe, Jorge Rodríguez Cabello e Isabel Zúñiga, “Brecha étnica e influencia de los pares en el rendimiento
escolar: evidencia para Chile”, (LC/L.2239-P), Número de venta: S.04.II.G.159, (US$ 10.00), diciembre del 2004.
ZZZ
103. Carlos Américo Pacheco, “Políticas públicas, intereses y articulación política como se gestaron las recientes
reformas al Sistema de Ciencia y Tecnología en Brasil”, (LC/L.2251-P), Número de venta: S.05.II.G.9, (US$
10.00), enero del 2005. ZZZ
104. Mariana Schnkolnik, “Caracterización de la inserción laboral de los jóvenes” (LC/L2257-P), Número de venta:
S.05.II.G.15, (US$ 10.00), febrero del 2005.ZZZ
105. Alison Vásconez R., Rossana Córdoba y Pabel Muñoz, “La construcción de las políticas sociales en Ecuador
durante los años ochenta y noventa: sentidos, contextos y resultados”, (LC/L.2275-P), Número de venta:
S.05.II.G.27, (US$ 10.00), febrero del 2005.ZZZ
106. Pablo Villatoro, “Diagnóstico y propuestas para el proyecto: Red en línea de Instituciones Sociales de América
Latina y el Caribe RISALC”, (LC/L.2276-P), Número de venta: S.05.II.G.28, (US$ 10.00), febrero del 2005.
ZZZ
107. Richard N. Adams, “Etnicidad e igualdad en Guatemala, 2002”, (LC/L.2286-P), Número de venta: S.05.II.G.30,
(US$ 10.00), mayo del 2005. ZZZ
108. María Rebeca Yáñez y Pablo Villatoro, “Las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación (TIC) y la
institucionalidad social: hacia una gestión basada en el conocimiento” (LC/L.2298-P), Número de venta:
S.05.II.G.46, (US$ 10.00), mayo del 2005. ZZZ
109. Lucía Dammert, “Violencia criminal y seguridad ciudadana en Chile”, (LC/L.2308-P), Número de venta:
S.05.II.G.57, (US$ 10.00), mayo del 2005. ZZZ
110. Carmen Artigas, “Una mirada a la protección social desde los derechos humanos y otros contextos
internacionales”, (LC/L.2354-P), Número de venta: S.05.II.G.98, (US$ 10.00), agosto del 2005. ZZZ
111. Rodrigo Martínez, “Hambre y desnutrición en los países miembros de la Asociación de Estados del Caribe
(AEC)” (LC/L.2374-P), Número de venta: S.05.II.G.119, (US$ 10.00), septiembre del 2005. ZZZ
Rodrigo Martínez, “Hunger and Malnutrition in the Countries of the Association of Caribbean States (ACS)”
(LC/L.2374-P),Sales Number: E.05.II.G.119, (US$ 10.00), September, 2005. ZZZ
112. Rodrigo Martínez, Hambre y desigualdad en los países andinos. La desnutrición y la vulnerabilidad alimentaria en
Bolivia, Colombia, Ecuador y Perú” (LC/L.2400-P), Número de venta: S.05.II.G.147, (US$ 10.00), octubre del
2005. ZZZ
113. Mariana Schnkolnik, Consuelo Araos y Felipe Machado, “Certificación por competencias como parte del sistema
de protección social: la experiencia de países desarrollados y lineamientos para América Latina” LC/L.2438-P),
Número de venta: S.05.II.G.184, (US$ 10.00), diciembre del 2005. ZZZ
114. Irma Arriagada, Verónica Aranda y Francisca Miranda, “Políticas y programas de salud en América Latina.
Problemas y propuestas”, LC/L.2450-P), Número de venta: S.05.II.G.196, (US$ 10.00), diciembre del 2005.
ZZZ
115. Gonzalo Wielandt, “Hacia la construcción de lecciones de posconflicto en América Latina y el Caribe. Una mirada
a la violencia juvenil en Centroamérica”, LC/L.2451-P), Número de venta: S.05.II.G.197 (US$ 10.00), diciembre
del 2005. ZZZ
116. Sebastián Galiani, “Políticas sociales: instituciones, información y conocimiento”, LC/L.-2482P), Número de
ZZZ
venta: S.06.II.G.8, (US$ 10.00), enero del 2006.
117. Andras Uthoff, “Brecha del Estado de Bienestar y reformas a los sistemas de pensiones en América Latina y el
Caribe”, (LC/L.2498-P), Número de venta: S.06.II.G.30, (US$ 10.00), abril del 2006. ZZZ
118. Martín Hopenhayn, Álvaro Bello, Francisca Miranda, “Los pueblos indígenas y afro descendientes ante el nuevo
Milenio”, LC/L.2518-P), Número de venta: S.06.II.G.45, (US$ 10.00), abril del 2006. ZZZ
,
119. Irma Arriagada, Cambios de las políticas sociales: políticas de género y familia”, LC/L.2519-P), Número de venta:
ZZZ
S.06.II.G.46, (US$ 10.00), abril del 2006.
,
120. Guillermo Sunkel, “El papel de la familia en la protección social en América Latina”, LC/L.2530-P), Número de
ZZZ
venta: S.06.II.G.57, (US$ 10.00), abril del 2006.
121. Marcelo Drago, “La reforma al sistema de salud chileno desde la perspectiva de los derechos humanos”,
(LC/L.2359-P), Número de venta: S.06.II.G.86, (US$ 10.00), abril del 2006.ZZZ
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Estratificación social y clases sociales. Una revisión analítica de los sectores medios
122. María Rebeca Yánez, Sandra Acuña y Gloria Molina, “RISALC: hacia una herramienta estratégica para la gestión
social” (LC/L.2585-P), Sales Number: S.06.II.G.115, (US$ 10.00), agosto del 2006. ZZZ
123. Filip Filipov, “Post-conflict Peacebuilding: Strategies and Lessons from Bosnia and Herzegovina, El Salvador and
Sierra Leone. Some Thoughts from the Rights to Education and Health” (LC/L.2613-P), Sales Number:
E.06.II.G.138, (US$ 10.00), September, 2006. ZZZ
124. Gonzalo Wielandt, “Poblaciones vulnerables en América Latina y el Caribe: análisis de casos. (LC/L.2628-P),
Número de venta: S.06.II.G.152, (US$ 10.00), noviembre de 2006. ZZZ
125. Camilo Sembler R., “Estratificación social y clases sociales. Una revisión analítica de los sectores medios”,
(LC/L.2637-P), Número de venta: S.06.II.G.164, (US$ 10.00), diciembre de 2006 ZZZ
• El lector interesado en adquirir números anteriores de esta serie puede solicitarlos dirigiendo su correspondencia a la Unidad de
Distribución, CEPAL, Casilla 179-D, Santiago, Chile, Fax (562) 210 2069, correo electrónico: publications@cepal.org
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