Está en la página 1de 52

_____________________________________________Unidad V

El FMI y las políticas de ajuste.

Introducción

ACTIVIDADES DE APRENDIZAJE

Realiza la lectura del material que se presenta en esta unidad.


5.1 Elabora un resumen sobre el origen del FMI.
5.2 Elabora un mapa conceptual sobre los fundamentos del FMI.
5.3 Elabora un mapa sinóptico de los convenios que tiene México con el FMI.
5.4 Elabora un resumen de las consecuencias que tiene el FMI en la política económica nacional.

Objetivos particulares

Conocer los el papel que juega el FMI en el diseño de la política económica nacional.

CONTENIDOS

5.1 Origen y estructura del FMI.


5.2 El fundamento teórico del pensamiento del FMI.
5.3 Los convenios de México con el FMI y las Cartas de Intención.
5.4 Consecuencias de los candados impuestos a México.

Fichas bibliográficas de los documentos


Documento Ficha
5.A. SISTEMA Económico Latinoamericano (SELA)
El FMI, el Banco Mundial y la Crisis Latinoamericana
Ed. Siglo XXI, México 1986
Págs. 11-59, 317-390

5.A. SISTEMA Económico Latinoamericano (SELA)


El FMI, el Banco Mundial y la Crisis Latinoamericana
Ed. Siglo XXI, México 1986
Págs. 11-59, 317-390

EL FMI Y EL BANCO MUNDIAL: UN MEMORÁNDUM LATINOAMERICANO*


EDMAR LISBOA BACHA
MIGUEL RODRÍGUEZ MENDOZA

En este trabajo se examinan los rasgos más significativos de las actividades del Banco Mundial y del FMI en América Latina y se sintetizan las
conclusiones y otros aspectos de interés de los distintos estudios incluidos en el presente volumen. En la primera sección se describen las
tendencias principales del financiamiento otorgado por el Banco Mundial a los países latinoamericanos y se discuten las razones que han
conducido a una disminución de la importancia relativa de América Latina en las actividades de esa institución; también se analizan las relaciones
del Banco con algunos países —Brasil, Colombia y Perú— y se evalúa la actitud del Banco frente a la actual crisis latinoamericana.
En la segunda sección se analiza el papel que ha desempeñado el FMI en la región, así como las recientes experiencias de los programas del
Fondo en algunos países latinoamericanos (Argentina, Brasil, Jamaica, México y República Dominicana). También se discute el nuevo papel del
Fondo —intermediario entre los bancos acreedores y los países deudores— y algunos de los principales problemas originados por la
condicionalidad de sus programas.
En la tercera sección se incluyen algunas recomendaciones y propuestas políticas orientadas a dinamizar en forma positiva las actividades del FMI
y el Banco Mundial en América Latina.
I. EL BANCO MUNDIAL EN AMÉRICA LATINA
1. La contribución financiera
Los países de América Latina y el Caribe han recibido más préstamos del Banco Mundial que cualquier otra área geográfica. Desde su creación el
Banco ha suministrado a la región préstamos por cerca de 32 mil millones de dólares, lo que equivale a aproximadamente una cuarta parte de su
cartera de préstamos (véase cuadro 1).

*Este trabajo fue presentado por la Secretaría Permanente del SELA a la consideración de los estados miembros de la organización con ocasión de la XI Reunión Ordinaria del Consejo
Latinoamericano (diciembre de 1985). Los autores han realizado, desde entonces, algunas modificaciones y agregados.
1
Además, la importancia relativa de los recursos del Banco en el total de los recursos del Banco en el total de los recursos financieros externos
recibidos por los países latinoamericanos ha aumentado en los últimos años. Así mientras que en 1979 los recursos del Banco representaran solo
el 4.4 % del total de los recursos a mediano y a largo plazo que recibió la región, este porcentaje se duplicó en 1983 (véase cuadro 2) y esta
tendencia ascendente continuó sin duda durante 1984 y 1985. Este incremento de la participación relativa del Banco en el financiamiento externo
de la región se explica tanto por la contracción de los préstamos de origen privado como por la política adoptada por el Banco de acelerar los
desembolsos mediante el Programa de Acción Especial iniciado en 1983.1
Sin embargo, ni el volumen total de préstamos ni la mayor importancia relativa del Banco en el financiamiento externo regional pueden ocultar el
hecho de que América Latina en su conjunto ha visto reducir progresivamente su importancia en las actividades crediticias del Banco.
En el cuadro 3 se presentan las tasas reales de crecimiento de los préstamos otorgados por el Banco a América Latina desde 1954, y en el cuadro
4 se desagregan estos préstamos por sectores. Del análisis de esta información se deduce que el periodo 1958-1977 corresponde al de mayor
acceso de América Latina a los recursos del Banco. Desde entonces la contribución del Banco ha sido mucho menor. En el período más reciente
(198 1-1984), que corresponde al de la crisis más aguda por la que ha atravesado América Latina en su historia económica, los préstamos del
Banco a la región crecieron sólo al 3.5% anual, mientras que los préstamos totales se elevaron a una tasa anual de 19.8%. En ese mismo período
los préstamos del Banco a América Latina representaron el 23% de los préstamos totales, mientras que en el período 1958-1968 esta proporción
alcanzó un 27 por ciento.
Esta disminución de las actividades del Banco en América Latina tiene como causa varios factores, entre los cuales destacan los siguientes:
a] En la década de los setenta la política del Banco fue concentrar sus recursos en los países más pobres, esto es, los africanos y asiáticos; los
préstamos a los países de mayores ingresos fueron limitados a un 10% de la cartera total de préstamos además, se introdujeron criterios de
“graduación” para el acceso a los recursos del Banco.
b] La recesión, la crisis del endeudamiento y las medidas de ajuste impuestas, han producido en los países latinoamericanos una caída de las
inversiones que ha afectado las operaciones tradicionales de financiamiento de proyectos del Banco. Además, se han cancelado numerosos
proyectos debido a la ausencia de recursos de contra partida, la cual es ocasionada, a su vez, por las restricciones al crédito impuestas por
diversos países:
c] Las nuevas políticas de préstamos del Banco dan ahora mayor importancia a préstamos para el ajuste estructural, los cuales, por razones que se
expondrán más adelante, han sido poco utilizados por los países de América Latina y el Caribe.
Los cambios en las políticas crediticias del Banco también se reflejan en las categorías de préstamos otorgados a los países de América Latina
(véase cuadro 4). En una primera etapa el financiamiento del Banco se concentró, sobre todo, en proyectos de infraestructura en los sectores de
energía, telecomunicaciones y transporte. Paulatinamente, los sectores agrícola, industrial y social aumentaron su participación y disminuyeron los
préstamos para proyectos de infraestructura. Los préstamos para programas (ajuste estructural, asistencia técnica, turismo), sin embargo, han sido
notablemente insignificantes y esto probablemente se debe, en buena medida; al hecho de que estos préstamos están condicionados, lo cual los
hace poco atractivos para los países latinoamericanos.
CUADRO 1
PRÉSTAMOS DEL BANCO MUNDIAL Y DE LA AGENCIA INTERNACIONAL PARA
EL DESARROLLO A PAÍSES DE AMERICA LATINA Y EL CARIBE1
(Total acumulado, 15 de marzo de 1985)
País Banco Mundial AID Total 2
Argentina 1 918.3 - 1 918.3
Bahamas 22.8 - 22.8
Barbados 60.2 - 60.2
Belize - 5.3 5.3

Bolivia 299.3 104.8 404.1


Brasil 10 313.6 - 10 313.6
Región del Caribe 3 43.0 14.0 57.0
Colombia 4 423.7 19.5 4 443.2

Costa Rica 407.4 5.5 412.9


Chile 752.2 19.0 771.2
Dominica - 5.0 5.0
Ecuador 694.4 36.9 731.3

El Salvador 216.1 25.6 241.7


Granada - 5.0 5.0
Guatemala 346.0 - 346.0
Guyana 80.0 38.5 118.5

1 En la medida en que la región ha experimentado en los últimos años una transferencia neta de recursos hacia el exterior, la contribución relativa de Banco en el financiamiento
latinoamericano es aún más significativo, sobre todo en el caso de los países que han registrado excedentes en su balance de cuenta corriente.
2
Haití 2.6 246.4 249.0
Honduras 503.6 83.2 586.8
Jamaica 697.1 - 697.1
México 7 316.1 - 7 316.1

Nicaragua 233.6 60.0 293.6


Panamá 545.3 - 545.3
Paraguay 458.1 45.5 503.6
Perú 1 694.4 - 1 694.4

Republica Dominicana 296.3 22.0 318.3


San Vicente y Granadinas - 5.0 5.0
Surinam n. d. 4 n. d. n. d.
Trinidad y Tobago 124.8 - 124.8

Uruguay 520.4 - 520.4


Venezuela 383.3 - 383.3

32 380.0 735.9 33 115.9


1. Según la definición del Banco Mundial, Cuba es el único estado miembro de la
SELA que no es miembro del Banco.
2. Monto original, cifras redondas, en millones de dólares de Estados Unidos.
3. A través del Banco de Desarrollo del Caribe
4. No hay datos

FUENTE: Banco Mundial

CUADRO 2 FLUJOS NETOS DE CAPITAL A AM{ERICA LATINA Y EL CARIBE. 1974-1983


(Millones de dólares)
1974 1976 1978 1979 1980 1981 1982 1983
Transferencias netas1. 5. 875.1 8 980.7 12 212.7 9 349.1 3 536.8 6 076.7 3 036.8 -744.9
Acreedores oficiales 1 477.9 803.0 1.123.8 450.4 2 286.0 2 457.6 2 940.7 1 655.2
Multilateral 535.6 342.0 564.6 825.3 1 309.8 1 321.0 2 266.6 505.4
BIRD 314.5 58.7 39.8 251.9 555.7 532.6 562.1 787.5
AID 22.0 32.1 32.7 27.0 55.4 64.8 24.8 25.3
Bilateral 1 042.2 461.0 559.2 -374.9 976.2 1 136.6 674.1 1 149.9
Acreedores privados 4 297.2 8 177.7 11 088.9 8 898.7 1 250.8 3 619.1 96.0 -2 400.1

Flujos netos 2. 7 955.1 12 347.4 18 428.5 18 319.7 16 362.1 21 380.3 21 625.9 17 775.5
Acreedores oficiales 2 165.9 1 695.2 2 006.5 2 442.9 4 051.4 4 446.9 5 181.6 4 093.0
Multilateral 910.7 847.4 1 714.6 1 367.4 2 309.6 2 400.6 3 465.0 1 948.8
BIRD 579.1 394.2 818.5 524.1 1 190.8 1 200.4 1 298.1 1 625.1
AID 23.3 34.0 29.5 34.9 58.5 68.1 28.4 29.2
Bilateral 1 255.2 847.8 291.9 1 075.5 1 741.8 2 046.3 1 716.6 2 144.2
Acreedores privados 5 789.2 10 652.2 16 422.0 15 876.8 12 310.7 16 933.5 16 444.3 13 682.5
1.Las trasferencias netas son los flujos netos menos los pagos por interés o los desembolsos menos el total de los pagos por servicio de la deuda.
2. Los flujos netos son los desembolsos menos los pagos de capital.

FUENTE: Banco Mundial, World debt tables

CUADRO 3 TASAS DE CRECIMIENTO REAL DE LOS PRESTAMOS DEL BANCO MUNDIAL EN GENERAL Y PARA AMÉRICA LATINA1
(Porcentaje anual)
Prestamos en términos reales a América Latina y
Total de prestamos en términos reales
Años fiscales el Caribe
1954-1958 0.2 21.2
1958-1968 11.4 1.1
1968-1977 9.6 14.1
1977-1981 2.6 0.6

Las trasferencias netas son los flujos netos menos los pagos por interés o los desembolsos menos el total de los pagos por servicio de la deuda.
1.

Los flujos netos son los desembolsos menos los pagos de capital.
2.

FUENTE: Banco Mundial, World debt tables


3
1981-1984 3.5 19.8
1. Para calcular los préstamos en términos reales, las cifras de los préstamos comprometidos para cada año fiscal (extraídas de los informes anuales del
Banco) se deflactan de acuerdo con el índice de valor unitario de las exportaciones de los países industrializados, según las estadísticas financieras
internacionales.

Cuadro 4 DISTRIBUCIÓN SECTORIAL DE LOS PRESTAMOS TOTALES Y DE LOS PRESTAMOS A AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE (BIRF Y
AID)1
(porcentajes)

Infraestructura Agricultura Industria Sociales Programas Total


Años fiscales Total / A.L. Total / A.L. Total / A.L. Total / A.L. Total / A.L. Total / A.L.
1947-1957 48.2 87.7 5.0 6.7 11.2 4.5 0.4 — 35.1 1.1 100.0 23.3
1958-1968 67.9 82.9 8.8 10.3 18.3 4.5 3.7 2.2 1.4 0.0 100.0 26.6
1969-1979 36.6 43.6 27.4 8.0 17.7 8.0 12.8 12.4 5.6 3.7 100.0 24.3
1980-1984 35.6 35.7 26.2 0.9 16.0 0.9 13.2 15.7 9.0 2.2 100.0 22.9
1 Infraestructura incluye energía, telecomunicaciones y transporte. Industria incluye la gran y pequeña industria y las instituciones financieras de
desarrollo. Sociales incluye educación, población, salud, nutrición, desarrollo urbano, agua potable y alcantarillado. Programas incluye préstamos no
asignados a proyectos específicos más asistencia técnica y turismo. Total indica la participación de América Latina en el total de los préstamos del
Banco. La fuente de los montos de préstamos (comprometidos) son los informes anuales del Banco. Los datos para el período 1947-1981 provienen de
Samuel Lichtensztein y Mónica Baer, Políticas globales en el capitalismo: el Banco Mundial, México, CIDE, 1982, cuadros 4A – 4C, pp. 136-138.
2. Las relaciones del Banco con algunos países de la región
a] Brasil es el país que ha recibido más préstamos del Banco; ha suscrito 131 operaciones de crédito por un total de 10.3 mil millones de dólares.
Sin embargo, la historia de las relaciones del Banco con Brasil muestra algunas desavenencias. En la década dolos cincuenta, el Banco decidió
suspender sus préstamos a Brasil; alegando que la política económica del gobierno dudaba de la solvencia externa del país. En realidad, el país,
durante el período en que los préstamos del Banco estaban suspendidos, creció a una tasa promedio de 6.8%al año con tasas de inflación nunca
superiores al 20 por ciento.
A partir de 1964, el Banco volvió a otorgarle créditos á Brasil expandiendo y diversificando sus préstamos en forma considerable. Al final de la
década de los setenta el país se convirtió en el principal usuario de los recursos del Banco. Sin embargo, dado que en ese mismo período Brasil
comenzó a tener un acceso casi ilimitado al mercado de eurodólares; la importancia relativa de la contribución financiera del Banco se mantuvo
casi inalterada, aunque en términos absolutos ésta se haya expandido notablemente.
Más recientemente, la participación del Banco en el financiamiento externo de Brasil aumentó considerablemente. Los desembolsos brutos del
Banco duplicaron su valor entre 1979 y l982 nuevamente se duplicaron entre 1982 y 1983, alcanzando un nivel cercano a los 1.3 mil millones de
dólares en 1983, nivel que se mantuvo también en 1984.
En 1983 y 1984 el programa de préstamos del Banco a Brasil se enfrentó a enormes percances en su aplicación. El principal problema fue la
deficiencia de recursos de contrapartida, ocasionada por la situación de austeridad fiscal y monetaria. Está ocurrió a pesar de que el Banco
concedió una aceleración de los desembolsos mediante la aprobación de un programa de asistencia especial. De esta manera se trataba de
compensar parcialmente la pérdida de acceso de Brasil al mercado internacional de capitales. Asimismo, esta actitud del Banco —si bien positiva
puesto que reflejaba la necesidad del país de disponer de divisas convertibles en una situación de penuria cambiada— sirvió a sus propios
intereses, en la medida en que le permitió mantener su presencia en el proceso de ajuste brasileño e introducir criterios de condicionalidad
macroeconómica.
Estos criterios se refieren a la descompresión financiera, la privatización, la corrección de precios relativos y, principalmente, la apertura comercial
al exterior. Sin embargó; el gobierno brasileño tiene una resistencia natural en cuanto a la oportunidad de liberalizar su comercio exterior en medio
de la situación de penuria cambiaria por la que atraviesa el país.
De mantenerse la intransigencia del Banco a este respecto, una alternativa sería la reorientación de sus financiamientos para proyectos de menor
cuantía, especialmente en áreas sociales. En estas áreas se reconoce que la influencia del Banco ha sido, en general, benéfica y en conformidad
con la nueva política del gobierno brasileño.
Paralelamente a esta reorientación, debería buscarse una revisión de la política del Banco en cuanto a sus préstamos sectoriales y de ajuste
estructural (de acuerdo con los planteamientos que se discuten más adelante, en el apartado 4 de este mismo ensayo), debido a que algunos de
sus sectores de acción tradicional, como energía, transportes y telecomunicaciones, continuarán necesitando un considerable volumen de inversión
gubernamental en el país.
b] Colombia constituye un caso excepcional en lo que respecta .a sus relaciones con el Banco. Desde 1949 ha recibido préstamos de el todos los
años, con excepción de 1957 y 1965, y es en términos percapita el principal receptor de recursos de este organismo. Por otro lado, los préstamos
del Banco han constituido la mayor fuente individual de créditos externos del país en los últimos cuarenta años.
Además, la función de agente coordinador y promotor del financiamiento externo de Colombia, ha dado al Banco la oportunidad de influir en la
política económica del país. No obstante, y a la continua insistencia del Banco en la adopción de políticas fiscales, cambiarias y de comercio
exterior ortodoxas, la mayoría de las decisiones más importantes en esta materia sé han llevado a cabo con escasa influencia directa de ese
organismo. Solamente en dos ocasiones en 1965.y 1985), ambas en conjunción con negociaciones críticas con el FM la situación ha sido diferente;
en la última oportunidad respecto al otorgamiento de un préstamo del Banco para el sector exportador.

4
La influencia principal del Banco ha recaído más bien sobre los montos y la composición de la inversión pública del país, y sobre el desarrollo
institucional y la política sectorial en áreas que han concentrado sus préstamos para proyectos: los sectores de energía eléctrica y de carreteras. La
influencia en este campo ha sido decisiva por cuanto la política económica colombiana y el gasto fiscal desestimularon el financiamiento interno de
la inversión pública y en cambio propiciaron el endeudamiento externo con las agencias multilaterales de crédito.
La magnitud de los préstamos del Banco facilitó que se mantuvieran niveles elevados de inversión pública, con un efecto benéfico sobre el nivel de
la demanda agregada interna, sin acudir en exceso al endeudamiento con la banca privada internacional. Los préstamos contribuyeron a que el
crecimiento económico del país tuviera lugar en un marco de estabilidad cambiaria, aun cuando en este campo el mérito corresponde,
fundamentalmente, a las políticas económicas internas que fueron aplicadas.
Por otra parte, las exigencias del Banco sobre fondos de contrapartida y sobre políticas tarifarias y de precios de los servicios públicos, hicieron que
los créditos no sustituyesen el ahorro público interno y más bien lo estimularon; asimismo, facilitaron el crecimiento de algunas empresas públicas
y, por lo tanto, la ampliación de la cobertura de sus servicios.
No obstante los logros anteriores, las relaciones con el Banco han presentado varios aspectos negativos para Colombia. La dependencia del
crédito externo para proyectos de inversión pública limitó su manejo discrecional y su efectividad desde una perspectiva macroeconómica. Se
presentaron períodos en que la baja disponibilidad de créditos para proyectos obligó a reducir el monto de inversión deseado; períodos en los que
el impulso inversor tuvo pocos efectos sobre la demanda efectiva interna, debido al sesgo importador que le confino este tipo de financiamiento.
Esto ultimo, además, con tribuyó decisivamente al debilitamiento del proceso de industrialización en la última década, porque afectó negativamente
las posibilidades de profundización de este proceso mediante el desarrollo de la industria de bienes de capital.
La composición sectorial de la inversión resulto también considerablemente afectada, con distorsiones importantes en las prioridades. La inversión
pública se ha concentrado excesivamente en el sector eléctrico (en relación con otros sectores energéticos y otros servicios públicos) y en
carreteras (frente a otras modalidades de transporte), y acusa un atraso importante en proyectos en el sector agrícola, en salud pública y en
acueductos y alcantarillados. Además, se ha favorecido la inversión en las ciudades grandes y se le ha dado poca atención a los problemas de
pobreza, en particular a los de carácter rural en buena medida esta asignación de recursos se debió a las políticas específicas del gobierno, pero
fue también reforzada por las prioridades operativas del Banco.
La mayoría de los problemas señalados se asocian con la modalidad de préstamos para proyectos utilizada por el Banco. En principio, si éste
hubiese utilizado más préstamos para programas, dichos problemas se hubiesen podido evitar. No obstante, la experiencia sobre los préstamos
destinados a bancos de desarrollo privados arroja ciertas dudas al respecto. Uno de los objetivos principales de estos préstamos, el desarrollo de
mercados de capitales a largo plazo, no se cumplió debido a que el Banco buscó “sobreproteger” a estas instituciones: les proporcionó crédito
externo abundante y recursos de redescuento interno que hicieron innecesario captar recursos de ahorro interno; además, en el sistema financiero
mantuvo una posición “principista”, con reformas muy ambiciosas destinadas a facilitar el desarrollo del mercado de capitales, que eran muy poco
viables. Al respecto, una posición más pragmática del Banco pudo haber resultado en una influencia más efectiva y constructiva.
De la misma manera, en las negociaciones recientes de un préstamo para promoción de las exportaciones, el Banco ha insistido en reformas de la
política y de las instituciones de comercio exterior muy ambiciosas y en de las importaciones que puede resultar prematura en las condiciones
actuales. Dado el buen récord del sistema y las políticas de comercio exterior adoptadas por Colombia desde 1967, es discutible el alcance dado a
estas reformas así como su imposición a pesar del insuficiente consenso nacional.
c] Perú ha suscrito con el Banco Mundial 58 acuerdos de préstamos por un monto global de 1 694.4 millones de dólares. De este total, el 43%
equivale a préstamos aprobados durante los tres últimos años.
El 25% de estos préstamos se ha orientado a la agricultura y un 22% a la industria y la energía, respectivamente. Actualmente se encuentran en
vigencia 26 préstamos, pero el Banco aún no ha desembolsado el 70% de los recursos involucrados, debido fundamental mente a la falta de fondos
de contrapartida. La importancia relativa de los montos desembolsados en la inversión nacional ha sido reducida (entre 1 y 5% anual) y lo mismo
sucede al comparar estos montos con el déficit en cuenta de la balanza de pagos. La transferencia neta de recursos del Banco a Perú durante el
período 1972-1984 fue del orden de los 221 millones de dólares.
En materia de condicionalidad, los préstamos pata proyectos sólo han estado sujetos a la supervisión normal por parte del Banco. Con los
préstamos para programas la situación ha sido diferente; así Perú recurrió en 1979 a un préstamo de “recuperación económica”, cuya
condicionalidad en materia de política económica (cambiaria, comercial, fiscal y monetaria) era muy semejante a la del FMI. Más- tarde, en 1983,
se iniciaron negociaciones para un préstamo de “ajuste estructural”, pero éste nunca se aprobó. Con el objeto de acelerar sus desembolsos, Perú
ha suscrito recientemente con el Banco un programa de acción especial, aplicable a los 26 préstamos actuales.
3. La actitud del Banco frente a la actual crisis latinoamericana
El Banco ha desempeñado un papel de escasa importancia en la crisis económica por la que atraviesan actualmente los países de América Latina
y él Caribe; ha sido incapaz de evitar la contracción del flujo de recursos hacia la región y a excepción del Programa de Acción Especial, destinado
a acelerar los desembolsos, su participación en el diseño de medidas de emergencia para hacer frente a la crisis ha sido insignificante. Cabria
preguntarse, por lo tanto, cuál podría ser la contribución del Banco para la superación de la crisis regional y qué papel podría éste desempeñar en
el restablecimiento del flujo de recursos financieros hacia América Latina.
Prácticamente todos los análisis coinciden en afirmar que América Latina no mejorará su acceso a los mercados internacionales de capital mientras
no se restablezcan las condiciones para un reordenamiento de sus economías. En consecuencia la región se encuentra en una fase de transición
en la que el Banco, cuantitativa y cualitativamente, podría tener una función muy importante; podría ser, además de fuente de recursos financieros,
un destacado catalizador de flujos privados de capital hacia la región.

5
En realidad, la situación actual del Banco vis-à-vis América Latina es similar a la que enfrentó cuando, inició sus operaciones en 1947. En ese
entonces sus actividades se dirigieron a la reconstrucción de los países europeos devastados por la guerra y a la promoción del desarrollo en otras
regiones. La situación de varios países latinoamericanos es ahora muy semejante a la de países como Italia y Bélgica en los primeros años de la
posguerra. No ha sido un conflicto bélico el que ha debilitado las economías latinoamericanas —excepto en algunas regiones de América central—
si no las consecuencias de las enormes dificultades financieras y de las políticas de ajuste que se han puesto en práctica para hacerles frente.
En la Europa de los años cuarenta y cincuenta el Banco financió grandes proyectos de infraestructura y, tal vez más importante, extendió
préstamos para programas sin los criterios de condicionalidad que ahora caracterizan sus actividades: Como se puede observar en el cuadro 4, los
préstamos para programas representaron cerca del 35% de los préstamos totales dél Banco en el período 1947-1957 y se redujeron al 1.4% en
1958-1968, una vez que el período de reconstrucción europea había sido superado.
La- contribución del Banco a la recuperación y el desarrollo de América Latina debería servir para contrarrestar las políticas de contracción de la
demanda que propone: el FMI, con lo cual estaría cumpliendo su objetivo fundamental de “estimular el desarrollo de los recursos y las facilidades
productivas en los países en desarrollo”, como lo prescribe el artículo 1º de su Convenio Constitutivo. Para que esto sea posible, sin embargo; es
necesario que exista consistencia entre la capacidad del-Banco de expandir sus préstamos para proyectos y la capacidad de los países de proveer
los fondos de contrapartida.2 Además, el Banco podría multiplicar sus actividades en lo que respecta a los préstamos para ajuste estructural, para
lo cual se requieren modificaciones sustanciales en las políticas y condiciones que inspiran estos préstamos.
4. Los préstamos para ajuste estructural
Los préstamos para ajuste estructural, establecidos en 1980, representan actualmente cerca del 9% de los préstamos totales del Banco y la AID
(véase cuadro 4). La expansión de estos préstamos, sin embargo, está limitada por la decisión del Banco de restringirlos a un 10% de los nuevos,
compromisos de préstamos y a un 30-40% de los préstamos otorgados a cualquier país. Los préstamos para ajuste estructural están también
limitados por el monto total de los recursos del Banco, los cuales no han podido ser ampliados debido a la oposición de algunos países
desarrollados, en particular Estados Unidos.
Desde el punto de vista de los países receptores, la limitación principal de estos préstamos está relacionada con la condicionalidad que los
acompaña, la cual los hace poco atractivos para los países en desarrollo, en especial para los de América Latina
Sólo cinco países de la región han recibido préstamos para ajuste estructural: Jamaica, Bolivia, Guyana, Panamá y Costa Rica. Los resultados
obtenidos no son muy positivos. En 1980, el programa de Bolita se vio afectado por el cambio de gobierno que tuvo lugar en ese país. En 1981 el
préstamo otorgado a Guyana fue suspendido, debido a que este país tuvo problemas en la aplicación de un programa de estabilización suscrito con
el FMI. Los préstamos otorgados a Panamá (1983) y a Costa Rica (1985) son aún muy recientes para evaluar sus resultados.
El caso de Jamaica merece una atención especial. El Banco le ha otorgado tres préstamos para ajuste estructural y considera esta experiencia
como un caso especial que le permitirá aumentar (o disminuir) la credibilidad de sus políticas frente a otros países, así como fortalecer (o debilitar)
la importancia que recientemente el Banco ha dado al financiamiento por programas. El primer préstamo para ajuste estructural fue aprobado en
1982 y desde entonces este país ha recibido cerca de 191 millones de dólares en préstamos para programas y por lo menos 95 millones de dólares
adicionales para el financiamiento de proyectos vinculados directamente a las disposiciones de los préstamos para ajuste estructural.
Inicialmente los préstamos para ajuste estructural suscritos con Jamaica fueron vinculados a las disposiciones del Acuerdo de Facilidad Ampliada
firmado por este país con el FMI en 1981. Desde entonces el Fondo se ha concentrado en las medidas de estabilización de corto plazo, mientras
que el Banco ha dirigido su atención a los esfuerzos de ajuste estructural en el mediano y largo plazo.
Los planteamientos generales incluidos en los acuerdos relativos a los préstamos para ajuste estructural están relacionados con la liberalización del
comercio, la privatización de las operaciones del sector público y las políticas fiscales. Con estas medidas se intenta hacer frente a lo que se
considera la experiencia negativa de las políticas económicas adoptadas por Jamaica desde si independencia. Las políticas de sustitución de
importaciones en la década de los sesenta y la estrategia de redistribución del ingreso adoptada en los años setenta, son consideradas
responsables de las dificultades económicas experimentadas por Jamaica en el período 1974-1980. En consecuencia, la nueva política económica
propuesta en los programas de ajuste estructural consiste en una serie de medidas destinadas a reorientar la economía, de manera que se logre
una expansión de las exportaciones y se otorgue al sector privado el papel de “motor del crecimiento”.
Los resultados alcanzados hasta ahora son variados. La economía de Jamaica no está hoy más orientada a la exportación que hace cinco años,
cuando se suscribió el primer préstamo para ajuste estructural. Tampoco puede afirmarse que el sector privado ha sido un estímulo mayor para el
crecimiento que en los años anteriores. Sin embargo, se han puesto en práctica una amplia variedad de medidas y si el esfuerzo de ajuste continúa
en los próximos años es muy probable que se produzcan cambios fundamentales en la estructura económica del país.
Por otra parte, el Banco contribuyó a impulsar los cambios estructurales que Jamaica requería desde principios de la década para hacer frente a las
dificultades económicas: de ese momento. A fines de 1980 el desarrollo económico del país experimentaba una crisis de gran magnitud, que se
agudizo a partir de 1982 debido a la crisis de la industria de la bauxita y los cambios que desde entonces ha sufrido el mercado mundial del
aluminio. Estos cambios pusieron de manifiesto la necesidad de impulsar transformaciones de carácter estructural, los cuales de otra manera
hubieran podido postergarse por algún tiempo.
En términos generales puede afirmarse que los países de América Latina y el Caribe consideran poco atractivos los préstamos para ajuste
estructural. Algunos países han estado poco dispuestos a aceptar la condicionalidad de los programas de estabilización del FMI, que son
generalmente una precondición para el otorgamiento de un préstamo para ajuste estructural. Otros temen que a la condicionalidad de corto plazo
del FMI se agregue aquella de mediano y largo plazo del Banco. De allí que los países latinoamericanos hayan preferida suscribir con éste

2 En 1984, por ejemplo, el Banco tuvo que cancelar 172 proyectos para América Latina, debido a la ausencia de recursos de contrapartida.
6
acuerdos de préstamos sectoriales, además de aquellos efectuados en el marco del Programa de Acción Especial para acelerar los desembolsos.
Esto, sin embargo, no contribuye a incrementar de manera permanente los recursos que América Latina necesita con urgencia para hacer frente a
sus necesidades de recuperación y desarrollo. En consecuencia, parece necesario que el Banco introduzca algunos cambios en sus políticas que
le permitan fortalecer su contribución futura al desarrollo latinoamericano y a este respecto se incluyen en la sección III de este informe algunas
sugerencias.
II LA EXPERIENCIA RECIENTE DEL FMI EN AMERICA LATINA
1 El papel tradicional deL FMI
Tradicionalmente, el papel que ha desempeñado el Fondo en América Latina ha sido proporcionar financiamiento oficial para apoyar programas de
estabilización destinados a solucionar problemas de balanza de pagos. Tal como se puede observar en el cuadro 5, durante el período 1954-1980
los países de América Latina y el Caribe3 suscribieron 231 acuerdos stand by y de facilidad ampliada con el FMI por un total de 7 mil millones de
derechos especiales de giro (DEG).
Desde 1982, las actividades del Fondo en América Latina se han modificado sustancialmente tanto en términos cuantitativos como caritativos.
Como puede observarse el cuadro 6, para marzo de 1986, los prestamos que había otorgado a los países de la región representaban 75% del total
de los recursos movilizados, bajo los acuerdos stand by y de facilidad ampliada. Los recursos otorgados alcanzaron un monto aproximado de 10 mil
millones de DEG, que al menos en términos nominales, era una cantidad considerablemente mayor que los recursos proporcionados por el Fondo
durante un período de 26 años: de 1954 a 1980.
Más importante aún: la ruptura de los mercados financieros internacionales en 1982 hizo que el Fondo asumiera un nuevo papel en la región. En la
actualidad el Fondo es el encargado de orquestar los procesos de renegociación de la deuda externa de los países de la región con los bancos
comerciales acreedores. En lugar de tratar de solucionar los problemas de balanza de pagos de un país en particular, el Fondo debe lidiar ahora
con el proceso de ajuste de la región en su conjunto.
CUADRO 5
AMERICA LATINA Y EL CARIBE: MONTO TOTAL DE LOS ACUERDOS STAND BY Y
DE FACILIDAD AMPLIADA, 1954-1980 (JUNIO)1
Países Número total Monto total
(millones de DEG)
Argentina 10 1385.00
Brasil 10 765.00
Bolivia 15 220.70
Colombia 15 528.45
Costa Rica 6 134.20
Chile 12 503.10
Ecuador 9 103.80
El Salvador 12 134.10
Granada 3 1.23
Guatemala 8 103.40
Guayana 11 108.25
Haití 19 109.45
Honduras 13 159.30
Jamaica 5 560.50
México 5 798.00
Nicaragua 8 93.35
Panamá 12 195.55
Paraguay 10 51.20
Perú 19 1014.50
República Dominicana 2 36.20
Uruguay 11 242.95
Venezuela 1 100.00
231 7348.23
1. En algunos casos, los acuerdos de facilidad ampliada a los stand by incluyen montos de
acuerdos previos no desembolsados.
FUENTE: Jorge del Canto, “The role of external financing and financial policies in the process of
economic growth in Latin American in the last World War II period”, estudio preparado para el
Banco Interamericano de Desarrollo, septiembre de 1980, p. 163 d.
2. Los programas del Fondo en América Latina

3De los estados miembros del SELA, Cuba es el único que no lo es del FMI. En los análisis del FMI el área de América Latina y el Caribe incluye las Bahamas, Dominica y Paraguay,
países que no son miembros del SELA.
7
La mayoría de los países latinoamericanos han suscrito acuerdos con él FMI durante los últimos tres años, 4 y a pesar de la recuperación
espectacular de las balanzas de pagos estos acuerdos han sido objeto de varias revisiones e interrupciones, debido principalmente al
incumplimiento de las metas de los programas. De hecho, este incumplimiento ha caracterizado los programas del Fondo en todo el mundo y la
experiencia latinoamericana confirma la opinión generalizada de que los criterios de condicionalidad de este organismo no funcionan, evidenciando
la necesidad de mejorarlos.
CUADRO 6
AMÉRICA LATINA: ACUERDOS STAND BY Y DE FACILIDAD AMPLIA VIGENTES AL 31 DE MAYO DE 1985
(Miles de DEG)
Miembros Fecha de acuerdo Vencimiento Monto acordado Saldo no girado
Acuerdos stand by
Argentina 28-12-1984 27-03-1986 1 419 000 1 182 500
Costa Rica 13-03-1985 12-04-1986 54 000 40 000
Ecuador 11-03-1985 10-03-1986 105 500 84 400
Haití 7-11-1983 30-09-1985 60 000 39 000
Jamaica 22-06-1984 21-06-1985 64 000 36 000
Perú 26-04-1984 31-07-1985 250 000 220 000
Uruguay 22-04-1983 21-04-1985 378 000 226 800
Subtotal 2 330 500 1 828 700
Acuerdos de facilidad ampliada
Brasil 1-03-1983 28-02-1986 4 239 375 1 496 250
México 1-01-1983 31-12-1985 3 410 625 1 203 745
Subtotal
7 650 000 2 699 995
Total América Latina
9 980 500 4 528 695
Total todos los países 12 259 160 5 871 738
FUENTE: Fondo Monetario Internacional.
La experiencia de América Latina con dichos programas demuestra que puede haber muy poca relación entre el comportamiento de la balanza de
pagos y los criterios de ejecución interna fijados por el Fondo. Esto es obvio en el caso de los dos países con mayor deuda, Brasil y México. El
acuerdo de tres años suscrito por Brasil fue suspendido dos veces debido a que el país no pudo cumplir las metas fiscales ni monetarias del
programa, a pesar de que los objetivos relativos a la balanza de pagos fueron más que alcanzados. México, por otra parte, cumplió con exactitud
las metas para la política fiscal del acuerdo suscrito con el FMI en 1983; sin embargo, mostró un superávit de la cuenta corriente de la balanza de
pagos de 5 mil millones de dólares en lugar del déficit, previsto de 4 mil millones de dólares. Estos dos casos confirman, contra lo afirmado por los
funcionarios del Fondo, que los programas de éste fallan a menudo en un solo aspecto: fijar criterios de ejecución interna más estrictos de lo que se
requiere para satisfacer los objetivos de balanza de pagos de los programas.
Esta tendencia de los programas del Fondo a suprimir la demanda interna es contraria al mandato de este organismo promulgado en el Artículo I
(V): evitar la “aplicación de medidas que vayan en detrimento de la prosperidad nacional e internacional”. Este tipo de medidas imponen sacrificios
internos innecesarios y conducen continuamente a la revisión e interrupción de los programas de préstamo, las cuales desacreditan al Fondo ante
la comunidad internacional. Además, las frecuentes interrupciones aumentan la fragilidad de los mercados crediticios internacionales,
particularmente en lo que respecta a los grandes deudores.
Entre las principales tareas de los países latinoamericanos destacan, primero, promover un cambio profundo y efectivo en los criterios de
condicionalidad del Fondo y, segundo, utilizar los acuerdos de reestructuración a largo plazo como un instrumento efectivo para corregir los
desajustes financieros internos y externos, y de ese modo conducir a la región hacia la recuperación económica. El capítulo III del presente trabajo
contiene recomendaciones específicas en este sentido. Veamos a continuación la experiencia de Algunos países de América Latina y el Caribe
respecto a los programas del Fondo.
a] Argentina en la última década ha suscrito y ejecutado acuerdos con el Fondo en 1976-1977 y en 1983-4984. En estos acuerdos, el diagnóstico
de los problemas de balance de pagos, el modelo de la economía implícito y las recomendaciones de políticas aseguir son esencialmente similares.
Pero la naturaleza de los problemas que enfrenta la economía, los modos de funcionamiento y el contexto internacional han experimentado fuertes
cambios durante la década. Estos nuevos rasgos no tienen reconocimiento relevante en la formulación de los programas del Fondo.
El déficit en cuenta corriente y las dificultades de caja que afrontaba la economía a principios de 1976 tenían su origen en un déficit transitorio del
balance comercial, atribuible a la situación de precios relativos y a la expansión de la absorción. Por otro lado, el programa de 1976 es adoptado
como un prerrequisito para el acceso de Argentina a un mercado internacional de crédito en auge. En cambio, el déficit fiscal de los años 1983 y
1984 se origina en los intereses de la deuda externa; mientras la cuenta de comercio arroja un superávit abultado. Los programas recientes forman
parte del proceso de negociación de deudas externas que se desarrolla desde la crisis del mercado financiero internacional. La naturaleza de
restricción externa es esencialmente distinta después de 1981-1982.

4Durante el período comprendido entre febrero de 1983 y marzo de 1985, 17 países miembros del SELA suscribieron acuerdos con el Fondo: Argentina, El Salvador, Brasil, Chile,
Costa Rica, República Dominicana, Ecuador, El Salvador, Granada, Guatemala, Haití, Honduras, Jamaica, México, Panamá, Perú y Uruguay.
8
Desde julio de 1976 hasta diciembre de 1977 estuvieron en vigencia sucesivamente dos acuerdos contingentes. Sus objetivos básicos eran lograr a
corto plazo una reducción considerable del déficit del balance de pagos y una reducción de la tasa de inflación a fin de posibilitar un crecimiento
“renovado”. En consonancia con estos objetivos, en el memorándum presentado al Fondo se establecían metas a cumplir que fijaban límites para el
déficit de caja de la tesorería, para los préstamos con seguro de cambio, para los activos internos netos y para la reducción de los activos externos
(en el segundo acuerdo se imponían mínimos de crecimiento para esta variable). También se establecía el compromiso de reducir y no imponer
nuevas restricciones al comercio y los pagos internacionales. En cuanto a los resultados, el éxito más notable del plan fue el cumplimiento de las
metas comprometidas con el Fondo, y su mayor fracaso recayó en su intento de abatir la inflación. Como consecuencia se indujeron una serie de
desequilibrios que afectarían fuertemente la evolución económica posterior.
En primer lugar, con objeto de combatir una inflación que no cedía y, también, de cumplir con la meta de emisión comprometida con el Fondo, se
indujo una fuerte restricción en la oferta monetaria de origen interno, con lo cual hacia el tercer trimestre de 1977 se produjo un aumento abrupto de
las tasas de interés y un desplome de la inversión. En segundo lugar, con fines antiinflacionarios los salarios se mantuvieron deprimidos en niveles
muy inferiores a los promedios registrados en años anteriores, con lo que tampoco el con sumo ayudó a la absorción interna. En tercer lugar, el
gasto público fue comprimido en forma significativa (en especial el de carácter corriente), al tiempo que se aumentaba la presión tributaria (los
impuestos indirectos realizaron el aporte mayor: su recaudación se triplicó en términos reales). El déficit fiscal no fue eliminado pero sí fuertemente
reducido, con las consiguientes .repercusiones en la demanda agregada.
Entre 1978 y 1982 no se negoció ningún acuerdo contingente con el Fondo. A fines de este último año, sin embargo, la imposibilidad de hacer
frente a los servicios y las amortizaciones de la deuda externa acumulada en los 4 años anteriores obligó a Argentina a solicitar el apoyo del
mismo. En enero de 1983 se firmó un acuerdo stand by que tenía una duración prevista de quince meses.
Los objetivos prioritarios del plan de estabilización eran lograr la reactivación de la economía, la reducción del desempleo y el mejoramiento del
sector externo. La condicionalidad del mismo en cuanto a las metas a cumplir repetía los items del acuerdo anterior, aunque con algunas variantes
de importancia entre las cuales destacaban las referidas a la forma de definir el déficit (ahora se incluía a todo el sector público no financiero y no
sólo a la Tesorería), a la determinación más estricta de los límites de endeudamiento del sector público y finalmente al compromiso de concluir
antes de seis meses los acuerdos de refinanciación tanto de la deuda pública como la privada.
En general, las metas trimestrales de este acuerdo contingente se cumplieron hasta el segundo trimestre de 1983. Posteriormente varias de las
metas comprometidas no pudieron alcanzarse. Por ende sólo fueron girados los dos primeros tramos del stand by. La cuota correspondiente a
noviembre no fue hecha efectiva y el acuerdo quedó suspendido. Razones políticas, institucionales y estrictamente económicas explican el fracaso
del plan de ajuste.
En primer lugar, cabe remarcar que las metas referidas al sector externo se hubieran cumplido de no haberse frustrado el proceso de refinanciación
con los bancos, ya que las medidas de ajuste del sector (devaluación real, control de cambios, restricción de importaciones, etc.) se habían tomado
mucho antes de acordar el memorándum con el Fondo habían resultado exitosas en cuanto a generar un fuerte superávit comercial. Estas metas
no se cumplieron porque ahora irrumpía un hecho nuevo: la abultada deuda externa y la necesidad de refinanciarla. Si en los stand by anteriores un
buen saldo comercial había sido condición cuasi suficiente para cumplir con las metas externas, ahora pasaba a ser sólo una de las condiciones
necesarias; era indispensable también tener éxito en el refinanciamiento de la deuda. Este hecho nuevo agrega un componente de incertidumbre
sustancial a los programas del Fondo ya que ahora entran una serie de variables de índole política e institucional que normalmente hacen difíciles
los pronósticos.
En segundo lugar, y al margen del problema de la refinanciación, el programa llevaba implícitas algunas inconsistencias potenciales que le quitaban
viabilidad. Así, el objetivo en relación con la inflación fue sensiblemente subestimado: se esperaba una pauta descendente durante el año hasta
llegar a un ritmo anual de 85%, pero en el cuarto trimestre ya era del 726%. En el memorándum de entendimiento se establecía una meta de
crecimiento de los activos internos de alrededor de 12% mensual, mientras la inflación observada era del orden de 16%. .Dado que, a diferencia de
1976-1977, no cabía espera que el sector externo expandiera la base monetaria, estaba claro que ese 12% era el “techo” previsto para la inflación.
Como hipótesis de inflación futura, este porcentaje no sólo era irreal, sino que, además, contradecía el memorándum de política económica
presentados simultáneamente, en el que se reconocía la gran dificultad para inducir cambios en los precios relativos sin una repercusión —vía
costos— sobre la inflación, para justificar el establecimiento de controles de precios. Como efectivamente la inflación se aceleró, esto generó una
fuerte contracción monetaria.
La contracción monetaria, a su vez, no logró convertirse en una valla contra la inflación, debido a que los agentes reaccionaron elevando la
velocidad de circulación del dinero a través del desarrollo de mecanismos novedosos de intermediación del dinero, tales como la creación de
mercados de crédito al margen del control de la autoridad monetaria. El sistema financiero “oficial” se achicó mientras el informal crecía,
aumentando con ello la incertidumbre y la fragilidad financiera. Así, si a principios del programa se había previsto un incremento decreciente de la
emisión monetaria nominal, con el objeto de controlar la tasa de variación del Ingreso nominal, el sector privado respondió adaptando la velocidad
de circulación a los precios y cantidades que deseaba transar y no a la inversa.
Por último, de crucial importancia para el fracaso del plan resultó el hecho de que la política de ingresos no pudo ser manejada por el gobierno. A
diferencia del stand by de 1976-1977, el poder de negociación de los sindicatos aumentó —en un contexto de apertura política. Los salarios reales
—a partir de niveles deprimidos en 1982— se elevaron durante el año en forma sustancial. Este hecho repercutió negativamente en tres sentidos:
impidió que se cumplieran las metas de déficit fiscal al incrementar los gastos corrientes en el presupuesto; contribuyó a la aceleración inflacionaria
haciendo fracasar las pautas de control de precios y dada la propensión al gasto en consumo de los asalariados y las metas de saldo comercial
preestablecidas, llevó ex post a un fuerte retroceso en la inversión.
Dado el fracaso de este stand by, las autoridades constitucionales tuvieron que encarar la solución del problema del sector externo a partir de cero.
Luego de un largo proceso de marchas y contra marchas —durante el cual el intento de refinanciar la deuda en forma directa con la banca privada
y los gobiernos llevó a un punto muerto—, se firmó un acuerdo contingente con el FMI a fines de 1984. Las cláusulas de este acuerdo, cuyo
9
incumplimiento provocaba la suspensión del mismo, imponían metas para prácticamente las mismas variables correspondientes al stand by anterior
y en términos similares. Los objetivos centrales del plan eran combatir la inflación y los desequilibrios del sector externo, así como lograrla
revitalización de la inversión privada mediante una adecuada política de ingresos y de reducción del déficit fiscal. La vida de este plan sin embargo
sería efímera. En diciembre de 1984, al no cumplirse las metas fiscales, el Fondo no dio “luz verde,” para la cuota correspondiente a febrero.
El error en la apreciación de los determinantes de la inflación y por ende en el diagnóstico acerca de su evolución futura, indujo gruesas
equivocaciones en el establecimiento de las pautas nominales, dejando al gobierno y al Fondo prácticamente con la única alternativa de suspender
el acuerdo y volver a negociar. De hecho esto fue lo que ocurrió, poniéndose a la economía en el estado de incertidumbre extrema propia de cada
nueva negociación de acuerdos stand by.
Una visión conjunta de los programas comprometidos en la última década sugiere las siguientes conclusiones: i en el plano de la programación
monetaria se tiende sistemáticamente a inducir una contracción excesiva de los activos internos netos, cuyas diversas e inciertas consecuencias
(dependientes del contexto macroeconómico e internacional) son, en general, desestabilizadoras; ii] las políticas de ingreso, cuando aparecen en el
programa, parecen llenar exclusivamente una necesidad retórica, aun cuando el cumplimiento de las metas nominales internas parece depender
crucialmente de la capacidad gubernamental para determinar los salarios nominales; iii] procurar incrementos rápidos en los ingresos fiscales así
como una caída acelerada de los gastos, conlleva una tendencia a elevar la distorsión en el sistema tributario, la política tarifaria y la eficiencia en la
asignación de recursos estatales; iv] la política de precios relativos, orientada a una rápida reversión de los déficit externo y fiscal, tiende
sistemáticamente a sobredimensionar la corrección; v] más allá de algunas innovaciones menores, en los últimos acuerdos no se tomó en cuenta
en forma relevante el hecho nuevo del endeudamiento excesivo y las graves consecuencias que en el funcionamiento de la economía tiene el pago
de una sensible proporción del PIB en concepto de intereses por tal deuda; vi en este nuevo contexto, la formulación de planes extremadamente
ambiciosos en cuanto al ritmo posible de ajuste del déficit fiscal y en cuenta corriente y de la tasa de inflación, ocasiona permanentes
renegociaciones con el Fondo, con el consecuente costo en términos de incertidumbre.
b] Brasil. A finales de 1982 el gobierno brasileño, presionado por la precaria situación de su deuda externa y por un ambiente interno de recesión e
inflación elevada, anunció que suscribiría un acuerdo de facilidad ampliada con el FMI. La negociación de este acuerdo permitiría lograr el aval de
esta institución para el programa de ajuste brasileño, condición indispensable para iniciar los entendimientos con la comunidad financiera
internacional referentes a la renegociación de la deuda externa y la concesión de nuevos préstamos.
La primera carta de intención fue elaborada y firmada en sólo tres semanas. Sin embargo, aun antes de que ésta fuera examinada por la dirección
del Fondo, el cruzeiro sufrió una maxi-devaluación de. 30% respecto al dólar, que impidió la viabilidad de las restringidas metas cuantitativas
definidas en esta primera versión.
Entre 1983 y 1984 fueron preparadas siete versiones distintas del programa de ajuste. Este hecho contraría el acostumbrado procedimiento del FMI
de establecer una carta de intención para cada año de vigencia de los acuerdos de facilidad ampliada, que tienen una duración total de tres años.
Otra peculiaridad del acuerdo brasileño fue la disminución de plazos de las cartas de intención, que establecieron metas y criterios para un intervalo
de sólo tres a seis meses. A pesar de ello, el acuerdo con Brasil se ha caracterizado por el incumplimiento de los objetivos y metas establecidos.
Consecuentemente, el gobierno brasileño dirigió al FMI dos pedidos de waiver y tres de cambios de metas y objetivos —que fueron atendidos.
El programa ha sido suspendido en dos ocasiones. La primera interrupción del: acuerdo sucedió durante el primer semestre de 1983, en virtud del
incumplimiento de las metas para marzo y junio. Los flujos de recursos del FMI y de los bancos comerciales extranjeros fueron suspendidos y esto
llevó nuevamente al país a una situación de penuria cambiaria. Las reservas internacionales netas de las autoridades monetarias alcanzaron el
valor negativo de 4.5 mil millones de dólares el 30 de junio, y hasta finales de agosto se acumularon cerca de 2.3 mil millones de dólares de pagos
atrasados.
La dirección del FMI concedió un waiver a las metas incumplidas y en septiembre de 1983 fue elaborada la tercera versión del programa. Sin
embargo, como las metas para la política fiscal presuponían la vigencia del decreto ley núm. 2045 relativo a la conducción de la política salarial,
que fue rechazado por el Congreso Nacional a finales de octubre, fue necesario revisar por tercera vez los objetivos referentes a la variable fiscal
fijados para diciembre de 1983. Esta revisión condujo a la cuarta carta de intención.
Los objetivos para diciembre de 1983 relativos a las reservas internacionales netas, crédito interno neto y atrasos cambiarios no fueron observados
debido a la interrupción de la entrada de recursos externos y a la demora de financiamiento externo adicional para l983 La dirección del Fondo
concedió de nuevo un waiver para estos objetivos y aceptó aplazar para marzo de 1984 las cláusulas anteriormente fijadas. Los nuevos límites
para marzo, así como los compromisos para el segundo y tercer trimestres de 1984, fueron establecidos en la quinta carta de intención.
En septiembre de 1984 fue solicitada otra modificación de las metas para este mismo mes, debido a la falta de sincronización entre la tasa de
inflación efectiva y la que se incluye en la definición de las metas cuantitativas. En la sexta carta de intención, donde estos compromisos fueran
revisados, se estipularon también los criterios para el último trimestre del año.
La séptima carta de intención, firmada el 20 de diciembre de 1984, con metas para marzo y junio de 1985; no llegó a ser analizada por la dirección
del Fondo, debido a la segunda suspensión del acuerdo a principios de 1985. La suspensión ocurrió en virtud de la no observancia de los límites
estipulados para las necesidades de financiamiento y para el déficit operacional del sector público en diciembre de 1984. Asimismo fueron
interrumpidas las negociaciones con la comunidad bancaria internacional para el reescalonamiento de las amortizaciones que vencen en el período
1985-1991.
El programa de ajuste comprende dos tipos de variables: los objetivos o metas de política económica y los criterios de desempeño. Éstos consisten
en un conjunto de indicadores relativos al ajuste interno y externo de la economía, evaluados trimestralmente.
El análisis de los resultados del programa de ajuste en 1983 y 1984 revela que el éxito de los indicadores externos está en correlación,
paradójicamente, con el fracaso de los indicadores internos. Los resultados en el área externa ya superaron, incluso, las metas programadas para

10
todo el período 1983-1985, debido, principalmente, al nivel récord de la balanza comercial en 1984.-El saldo en cuenta corriente, previsto para
presentar un déficit de cerca de 4 mil millones de dólares en 1985, tuvo un pequeño superávit en 1984. El aumento estimado de 3 mil millones de
dólares en el stock de reservas internacionales netas en los tres años del acuerdo, fue también sobrepasado por la acumulación de reservas en
1983 y- 1984 que alcanzó 3.7 mil millones de dólares. En lo que se refiere a los indicadores internos, los resultados más desfavorables se refieren
al comportamiento de la tasa de inflación. Ésta aumentó de 100% en 1982 a 211 y 224 en 1983 y 1984, respectivamente, contrariando la previsión
de que la inflación se reduciría significativamente en los dos primeros años del acuerdo. La evolución del producto real, por lo menos en lo que
respecta 1984, fue más satisfactoria que lo programado. Sin embargo, parece poco probable que el producto pueda volver a crecer sostenidamente
(a tasas comparables a la tasa histórica) si no se resuelve en forma decidida el problema de la inflación.
Dentro de la estrategia de ajuste del FMI, que favorece la administración del nivel y de la estructura de la demanda agregada, las políticas fiscal y
monetaria desempeñan un papel primordial. La variable de control fiscal utilizada por el Fondo, con las necesidades de financiamiento del sector
público (NFSP) no financiero. Este concepto corresponde a la variación durante el año de la deuda del sector público junto al sistema financiero,
sector privado no financiero y sector externo, medida por la diferencia entre los stocks de la deuda en dos períodos consecutivos. Como la deuda
del sector público está en gran parte indexada, por la corrección monetaria o cambiaria, los flujos de financiamiento incluyen dos componentes:
nuevos recursos para financiar el exceso de gastos sobre ingresos y el aumento en la deuda que es consecuencia de la indexación.
Dicho concepto resultó inadecuado para la economía brasileña debido a la elevada sensibilidad de la relación NFSP/PIB a variaciones en la tasa de
inflación. Como la corrección nominal del saldo de la deuda del sector público tiende a reflejar la variación de precios entre el comienzo y el final del
año y el PIB, a su vez, refleja el nivel promedio de precios, la relación NFSP/PIB tiende a aumentar cuando la tasa de inflación se eleva. Además,
como una parte considerable de la deuda del sector público está indexada a la corrección cambiaria, la cual quedó significativamente por encima
de la tasa de inflación en el bienio 1983-1984, se reforzó la tendencia de aumento de la relación NFSP/PIB.
Las metas nominales para las NFSP fueron fijadas en bases completamente irreales, tanto en lo que respecta al estimado de inflación utilizado,
como en lo referente a los propios topes cuantitativos. De acuerdo con la tasa de inflación prevista en la primera carta de intención (70%), por
ejemplo, sólo la corrección monetaria de la deuda equivaldría a necesidades de financiamiento de cerca de 8.2 billones de cruzeiros en 1983,
superior al tope de 7 billones de cruzeiros fijado para las necesidades totales de financiamiento. Ello significa que, en sólo un año, el gobierno
tendría que eliminar completamente sus necesidades de financiamiento, incluso correcciones monetaria y cambiaria de la deuda, y aun generar un
exceso de ingresos sobre gastos.
Al ser reconocida la impropiedad del uso de este indicador en el marco de una economía ampliamente indexada y con una tasa de inflación alta e
inestable, fue introducido en el programa un segundo criterio de desempeño fiscal, denominado resultado operacional del sector público. Esta
variable, utilizada por primera vez en lo programas del Fondo, se obtiene excluyéndose de las NFSP la parte correspondiente a las correcciones
monetaria y cambiaria del stock de la deuda del sector público. Los dos indicadores de política fiscal representan, por lo tanto, posiciones límite en
lo que respecta a la medida del intervalo entre gastos e ingresos del sector público. Mientras los estimados de NFSP consideran como gasto
corriente toda corrección monetaria de la deuda (aunque las obligaciones venzan a lo largo de varios periodos) ésta es integralmente expurgada
del concepto de resultado operacional del sector público.
La variable de control monetario utilizada en el programa de ajuste es el crédito doméstico líquido (CDL) de las autoridades monetarias. La
selección de este indicador se basa en el argumento de que su control trae mayor estabilidad al saldo global de la balanza de pagos. El uso del
CDL también presentó problemas debido, nuevamente, a las características particulares de la economía brasileña. Este hecho obligó a la revisión
del concepto en la tercera carta de intención.
A partir de la quinta carta de intención, fueran incorporadas metas específicas para otras dos variables monetarias: base monetaria y medios de
pago. El objetivo era permitir un seguimiento más riguroso de la política monetaria e intentar revertir la tendencia de aumento de la tasa de
inflación. Sin embargo, todos los límites definidos para la expansión de estas variables fueron ampliamente superados por los valores efectivos.
El punto más crítico de las recientes relaciones de Brasil con el FMI ha sido el comportamiento de la tasa de inflación. La preocupación del Fondo
en reducir significativamente la inflación brasileña no encuentra justificación en sus estatutos, que caracterizan el ajuste de las balanzas de pagos
como el principal objetivo de la institución. No se pretende cuestionar la necesidad de promover una política decidida de combate a la inflación. Lo
que se discute, una vez más, es la de impropiedad de los procedimientos preconizados por el equipo del FMI, frente a las características
particulares de la economía brasileña.
La existencia generalizada de mecanismos formales e informales de indexación y las rígidas expectativas inflacionarias de los agentes económicos,
introducen un fuerte elemento de inercia en la tasa de inflación, en la medida en que se crea una cadena de realimentación de los precios en la
economía. Esto implica que la inflación brasileña sólo puede ser combatida con políticas de demanda a un costo extremadamente elevado en
términos de recesión y desempleo.
La elaboración de sucesivas cartas de intención basadas en estimados de inflación cada vez más elevados, representó el reconocimiento tácito,
por parte del equipo del FMI, de la inadecuación de su estrategia de combate a la inflación; o alternativamente, la aceptación de la indisposición del
gobierno brasileño a incurrir en los costos que la ejecución de esta estrategia implicaría.
El gobierno brasileño que tomó posesión en marzo pasado parece estar decidido a estructurar sobre bases reales, el nuevo programa de ajuste.
Para lograr esto, sin embargo, es necesario evitar la repetición de una de las fallas sistemáticas de los programas anteriores, que consistía en la
definición de metas cuantitativas para las variables fiscal y montería en cruzeiros corrientes, basadas en estimados irreales de inflación. Lo ideal
sería indexar los criterios de desempeño a la tasa de inflación efectivamente verificada. Sin embargo, como el Fondo se resiste fuertemente a esta
propuesta, una alternativa sería negociar la fijación de un intervalo de variación para los topes nominales, asociados a distintas trayectorias de
inflación. La alteración de los topes nominales podría ser menos que proporcional a la variación de la tasa de inflación, lo que resultaría en grados

11
de contracción real crecientes para las variables fiscal y monetaria. Este procedimiento evitaría que la aceleración imprevista de la inflación
implicara revisiones constantes del programa con el FMI, con los costos consecuentes.
c]Jamaica. Entre 1976 y 1984, este país suscribió cuatro acuerdos con el FMI. Los dos primeros fueron interrumpidos mucho antes de su
vencimiento. Uno de ellos fue un acuerdo stand by de dos años negociado en 1977, y el otro un acuerdo de facilidad ampliada de tres año
negociado en 1978. Estos acuerdos fueron suspendidos al cabo de cuatro y diecinueve meses, respectivamente. Durante el período 1981-1984,
Jamaica concertó una serie de programas de ajuste con el Fondo, y obtuvo recursos sustanciales del Banco Mundial, a través de los prestamos
para ajuste estructural, así como de fuentes bilaterales y multilaterales.5
El acuerdo de facilidad ampliada aprobado en abril de 1981 tenía una duración de tres años, pero fue descontinuado en el último año debido a que
el país en repetidas ocasiones no pudo satisfacer los criterios de ejecución. El programa más reciente fue un acuerdo stand by de un año, que
finalizó en marzo de 1985. En este acuerdo Jamaica obtuvo dos exenciones debido al incumplimiento de los criterios de ejecución durante el
segundo y tercer trimestres del programa, aunque parece haber cumplido las metas finales. Actualmente, el país está negociando otro acuerdo
stand by.
Una de las principales características de la experiencia de Jamaica con el FMI es la continua divergencia entre las metas y proyecciones fijadas y
los resultados alcanzados. Quizá esta divergencia se debió a por lo menos tres factores. Primero, la estrategia general pudo ser inadecuada para
alcanzar las metas deseadas. Segundo, tal vez los programas se basaron en proyecciones poco realistas en áreas específicas. Tercero,
probablemente sucedieron eventos inesperados después de haberse aplicado el programa, coadyuvando para que éste no fuese compatible con la
realidad del país. Analicemos en seguida estos factores:
El acuerdo de facilidad ampliada suscrito en 1981 reconocía explícitamente que los problemas de Jamaica eran de índole y requerían la aplicación
de medidas de ajuste a mediano plazo y un flujo adecuado de recursos que pudiesen financiar los déficit de pago temporales. El acuerdo fue
negociado como parte de un paquete económico que incluía los préstamos para ajuste estructural negociados con el Banco Mundial. Esto
contrastaba ampliamente con los programas aplicados durante el período 1977-1979, los cuales prestaban poca atención a los esfuerzos de ajuste
estructural y no se consideraban compatibles con la estrategia económica que estaba siendo aplicada en ese momento.
Sin embargo, las proyecciones de crecimiento real nunca se materializaron. En particular, los programas no estimaron correctamente el efecto que
tendrían sobre las exportaciones. A fin de poder cumplir las metas relativas a la balanza de pagos, se pidió al gobierno que disminuyera las
importaciones mediante, por ejemplo, la restricción del crédito privado y la demanda. Esta política contradice la evaluación previa del Fondo de que
una de las principales causas del decrecimiento económico era la disminución de las importaciones. Resulta difícil determinar en cuánto tiempo se
pueden recuperar los sectores de exportación tradicionales o se pueden desarrollar nuevos sectores. La manera como reaccione el Fondo al
incumplimiento de las metas fijadas puede tener implicaciones fundamentales sobre la compatibilidad entre los programas de financiamiento del
FMI y la viabilidad del ajuste estructural.
Una lección que se desprende de la experiencia de Jamaica durante el período 1981-1983 es que no basta con aplicar un programa de
financiamiento, aun cuando éste venga acompañado de inyecciones masivas de capital y de una política de liberalización de importaciones. La
estructura interna necesaria para canalizar los recursos constituye un factor crítico, pero el desarrollo de dicha estructura lleva tiempo. Otro aspecto
de importancia es la formulación exacta de las metas programáticas y los criterios de ejecución. En particular, algunos aspectos más técnicos
relativos a la especificación de los criterios de ejecución han sido un factor importante de la relación que Jamaica ha establecido con el Fondo.
Estos temas no se discuten con frecuencia, por lo que merecen que se les preste mayor atención.
La formulación de los criterios de ejecución es de relevancia especial para la fijación de los límites de crédito. La teoría económica no especifica los
agregados monetarios que deben fijarse para la consecución de una determinada meta real o financiera, pero la formulación exacta de estos límites
puede influir de manera crítica tanto en la capacidad del gobierno para cumplir los objetivos, como en sus opciones de políticas a seguir.
Las definiciones utilizadas en los programas suscritos por Jamaica no son universales. Los límites que se imponen a los activos internos netos, los
cuales se definen básicamente como el circulante menos las reservas de la banca comercial, tienden a limitar la capacidad operacional del Banco
de Jamaica. Para alcanzar las metas fijadas, las fluctuaciones en las reservas de la banca comercial requieren ajustes compensatorios en la
expansión crediticia del Banco de Jamaica. Las reservas de la banca comercial son muy volátiles y difíciles de predecir. Es más, el coeficiente de
reserva ya no constituye un instrumento de política monetaria disponible. La manera como se definen los agregados utilizados en los distintos
países para la fijación de los límites de ejecución otorgan un mayor margen de maniobra a las autoridades monetarias.
Parte de la experiencia reciente de Jamaica se debe a causas externas, en particular, al mal rendimiento de la industria de bauxitaaluminio. Debido
a que la decadencia de una industria influye tanto en la cuenta externa como en la fiscal, los problemas inesperados que pueden aquejarla hacen
que los programas del Fondo sean más restrictivos de lo previsto, lo que pone en peligro los esfuerzos de ajuste a mediano plazo. Esto puede
incluso generar una doble restricción. Por ejemplo, citando la baja de la producción de bauxita disminuyó los ingresos fiscales y las exportaciones
durante el período 1984-1985, el gobierno redujo aún, más el gasto de capital en un intento por evitar la expansión del gasto en el sector público y
contrajo aún más el crédito privado en un intento por disminuir las importaciones y cumplir las metas relativas a la reservas internacionales netas.
Lo importante es saber responder de manera adecuada tanto a los choques temporales como a los choques permanentes. Si las bajas en la
producción de bauxita hubieran sido temporales, la teoría económica indicaría que era necesario llevar a cabo un proceso de ajuste relativamente
suave. Esto comprueba lo ventajoso que resultan los criterios de ejecución flexibles, ya que pueden ajustarse a las bajas de producción e
incorporar vínculos tales como el que existe en Jamaica entre las exportaciones y los ingresos fiscales.
No obstante, el Fondo se ha resistido sistemáticamente a vincular los criterios de ejecución con los factores externos. Este enfoque es adecuado
cuando el cumplimiento de las metas externas constituye el único objetivo del programa. Sin embargo, puede originar inconsistencia cuando el

5 Véase sección I de este ensayo.


12
programa tiene varios objetivos. La inflexibilidad de los topes trimestrales puede causar, confusión en los acuerdos de facilidad ampliada, en los
que se espera que el proceso de ajuste dure tres años.
Cuando el sector de la bauxita comenzó a declinar, el Fondo reaccionó al incumplimiento de las metas otorgando una exención, sin aumentar
ulteriormente los niveles de restricción. De hecho, el choque al cual Jamaica ha debido ajustarse ha resultado permanente. Este hecho, aunado a la
renuencia inicial del gobierno a llevar a cabo la doble contracción mencionada, parece haber sido un factor importante que llevo al Fondo hacia una
mayor restricción. Una pregunta que todavía queda por responder es hasta qué punto la respuesta más adecuada al shock permanente fue la doble
contracción inmediata. Esta respuesta hace que el objetivo político principal ya no sea el ajuste a mediano plazo, sino el manejo a corto plazo de
los problemas de balanza de pagos. Quizá resulte prematuro hacer una evaluación detallada, pero los resultados iniciales —incluyendo una gran
disminución de la inversión y una reducción de las exportaciones de productos manufacturados aun a pesar del aumento en la competitividad
externa— sugieren que la contracción excesiva debilitó los intentos por crear nuevas fuentes de exportación.
Un tema que se relaciona con lo anterior es la manera como reacciona el Fondo cuando un país no logra satisfacer los criterios de ejecución. Lo
que el FMI ha hecho en Jamaica desde 1981 es fijar un calendario para las metas de ejecución, de manera que si durante un período se exceden
los límites, para el siguiente período se acelera el proceso de ajuste. Inicialmente, la reducción del déficit fiscal se programó de manera que pasara
del 17% del PIB al 15.9 primero, al 13.0 después y finalmente al 10%. Cuando no se llevó a cabo la primera reducción, el ajuste de un año pasó de
16.4 a 12.9% durante el período 1982-1983, de 16.4 a 10% durante el período 1983-1984, y finalmente de 16 a 7.8% en el acuerdo de derecho de
giro suscrito para el período 1984-1985.
Aun en el caso de un programa que inicialmente esté bien formulado, en general no existe un argumento económico que justifique la aceleración
del proceso de ajuste. La reacción apropiada debería depender de la causa del incumplimiento de las metas. Los shocks temporales pueden
ofrecer una razón válida desde el punto de vista económico para que un país falle en las pruebas iniciales sin necesidad de realizar un ajuste
acelerado en el futuro. Las objeciones que se hacen respecto al ajuste acelerado se magnifican hasta el punto de que ya existían inconsistencias
entre las metas del programa y los objetivos a mediano plazo. Las proyecciones de crecimiento demasiado optimistas constituyen una fuente de
conflictos. Los argumentos que esboza el Fondo en favor de la aceleración tienen que ver supuestamente con la necesidad de asegurar que los
criterios de ejecución sean tomados en serio y de utilizar la condicionalidad como un prerrequisito para el otorgamiento de préstamos.
Resumiendo, el programa del Fondo suscrito en 1981 representó un programa de financiamiento en gran escala y fue diseñado como parte de un
proceso de ajuste mucho más amplio. El enfoque global del programa no parece haber sido compatible con las dificultades económicas de
Jamaica. Algunas de las principales razones de la continua discrepancia existente entre las proyecciones del programa y los resultados
alcanzados, fueron la disminución de la producción de bauxita-aluminio y una estimación demasiado optimista de la reacción de la producción y las
exportaciones al paquete de ajuste. Al incrementar la incertidumbre respecto a la magnitud del esfuerzo requerido, la especificación de las metas
del programa aumentó las dificultades que tuvo que enfrentar el gobierno para cumplirlas.
La magnitud y permanencia del shock externo requirió de un proceso de ajuste adicional. Sin embargo, la inflexibilidad de los criterios de ejecución
y la estimación excesiva de la reacción de los indicadores económicos han originado conflictos entre las distintas metas de los programas. Estos
programas han estado poniendo cada vez más énfasis en las metas externas a corto plazo que en los objetivos estructurales a más largo plazo.
Esto es particularmente evidente en lo que se refiere a la aceleración del ajuste que se espera en los programas siguientes.
d México. En diciembre de 1982 el nuevo gobierno del presidente Miguel de la Madrid ratificó la carta de intención para un convenio de facilidad
ampliada con el FMI que había sido enviada en noviembre por las autoridades mexicanas. El objetivo criticó del programa implicaba una reducción
del déficit del sector público a 8.5% del PIB, es decir 1.5 billones de pesos para un PIB estimado en 18.2 billones.
En 1983 se cumplió básicamente con el ajuste global convenido en términos nominales, aun cuando el déficit como porcentaje del PIB resultó
ligeramente superior a lo proyectado, debido a la sobrestimación inicial de este último. 6 Sin embargo, el ajuste de las finanzas públicas en términos
reales resultó considerablemente diferente de lo estimado, dada la endogeneidad de los distintos rubros de las finanzas públicas al cuadro
macroeconómico (crecimiento, inflación, tipo de cambio y tasas de interés).
Los ingresos presupuestales resultaron superiores en 7 puntos porcentuales del PIB a la estimación original, debido a la mayor revaluación de los
ingresos externos de PEMEX y a la agresividad de los ajustes en precios, a pesar de la caída de los ingresos tributarios directos.
Los intereses, por su parte, resultaron 6 puntos porcentuales superiores a la estimación original y 5.6 puntos por arriba del cierre de 1982. Como es
sabido, la programación del pago de intereses sobre la deuda pública interna es el elemento más vulnerable del manejo de las finanzas públicas,
ya que el componente correspondiente a la amortización inflacionaria está directamente vinculado a la dinámica de los precios y de las tasas
nominales de interés.
El gasto programable (es decir en bienes y servicios no financieros) fue inferior, al cierre de 1982, en 3.4 puntos porcentuales del PIB y superior en
2.2 puntos porcentuales a la estimación inicial.
En resumen, para interpretar correctamente el espectacular ajuste de 9 puntos porcentuales del PIB realizado en 1983 y el cumplimiento del déficit
nominal global convenido con el FMI, conviene recordar que:
i. el déficit de 1982 contenía 6.1% del PIB de pérdidas cambiarias que corresponden a una asunción de pasivos por una sola vez;
ii en relación con 1982, en 1983 la devaluación real del tipo de cambio significó una transferencia neta en favor del sector público del orden de 2.5%
del PIB, debido a su posición superavitaria en divisas, y

6La estimulación del cierre, macroeconómico de 1982, en el que se basó el programa de ajuste, fue elaborada en agosto de 1982 y no fue revisada posteriormente en el período
septiembre- diciembre. En razón de la importancia de los cambios económicos ocurridos en dicho período, el cierre definitivo resultó significativamente distinto a la estimación elaborada
en el mes de agosto. Así, el déficit público total fue de 17.4% del PIB en lugar de 16.5 por ciento.
13
iii. el componente de amortización inflacionaria contenido en el pago de intereses sobre la deuda pública interna fue considerablemente mayor que
el implícito en el convenio con el FMI, de suerte que el verdadero ajuste de las finanzas públicas, medido por el superávit primario (es decir el déficit
antes del pago de intereses), fue superior a lo inicialmente proyectado: superávit del orden del 5% del PIB en lugar de equilibrio. El mayor ajuste
real se tradujo en una contracción de la actividad económica mucho mayor; a pesar de ello, la inflación resultó significativamente superior a lo
estimado.
Así el hecho de que se haya alcanzado el déficit público convenido en términos nominales refleja la existencia de márgenes iniciales significativos
en el manejo de las finanzas públicas y la voluntad política para llevar adelante un ajuste real, mucho más severo que lo anticipado, y no tanto una
programación económica ex ante precisa y acertada a nivel técnico.
Considerando lo anterior, no sorprende que los avances en la reducción del déficit fiscal hayan sido modestos durante 1984, en relación con lo
observado en 1983. Se cumplió básicamente con el objetivo de déficit presupuestal contable como porcentaje del PIB, fijado en 5.7%. Sin embargo,
el déficit correspondiente en términos nominales resultó superior a lo estimado, a raíz de la desviación observada del PIB nominal; adicionalmente,
la intermediación financiera, es decir el monto de las operaciones de crédito de la banca de desarrollo con el sector privado, fue muy superior a lo
previsto (1.3% del PIB en lugar de 0.7), debido al mayor dinamismo económico y a la mayor inflación; finalmente, creció el déficit fuera de
presupuesto y el rubro de intereses devengados con el Banco Central pendientes de registro. De esta forma, el déficit nominal con impacto
monetario (el concepto relevante para la programación financiera) fue significativamente mayor a lo convenido.
En cuanto al ajuste externo, como ocurre con frecuencia en los programas de estabilización convenidos con el FMI, el ajuste de la balanza de
pagos se realizó con más rapidez y en proporciones superiores a lo inicialmente proyectado. La cuenta corriente mostró un superávit significativo
de 5.5 mil millones de dólares en 1983 y 3.8 mil millones en 1984, diferentes de los déficit anticipados de 4,2 mil millones y 7 mil millones de
dólares respectivamente (esta última cifra que se fijó a finales de 1983 era ya inferior a la proyección inicial del programa de diciembre de 1982,
que contemplaba para 1984 un déficit de 3.6 mil millones de dólares).
El comportamiento de la cuenta corriente permitió una acumulación de reservas internacionales superior al nivel convenido, a pesar de un monto de
endeudamiento público neto ligeramente inferior al tope acordado y una evolución de la cuenta de capital del sector privado mucho más
desfavorable que lo previsto (resultado en parte, durante 1983, de una liquidación de los pagos atrasados sobre deudas privadas a proveedores por
un monto de 1.08 mil millones de dólares, superior al valor convenido para el “candado” correspondiente de 600 millones de dólares). Así, los tres
“candados” fundamentales sobre la evolución de la balanza de pagos convenidos con el FMI (endeudamiento público neto, acumulación de
reservas y, en 1983, ritmo de regularización de pagos atrasados) fueron cumplidos más que satisfactoriamente.
El sobre ajuste de la cuenta corriente se derivó fundamentalmente de un sobre ajuste de la balanza comercial. Las importaciones cayeron
dramáticamente en 47% en 1983 y 28% en 1984 en relación con los niveles de 1982, que a su vez representaban el 68% del nivel alcanzado en
1981. Contrariamente a lo supuesto en las proyecciones del FMI, que esperan tradicionalmente un crowding-in del sector privado asociado con la
retracción del sector público, la caída de las importaciones privadas fue mucho mayor, de 61% en 1983 y 42 en 1984 en relación con los niveles de
1982. La reducción de las importaciones de bienes de capital, asociada con la contracción de la inversión, explican el 80 y el 72% de la caída de las
importaciones totales en 1983 y 1984 en relación con el nivel de 1982.
Las exportaciones no petroleras aumentaron significativamente, en 12.5 y 50% en 1983 y 1984 respectivamente en relación con 1982; sin
embargo, su dinamismo resultó menor al esperado. El crecimiento de las exportaciones no petroleras se debió fundamentalmente a la reducción de
la absorción interna, aun cuando se dude que la subvaluación del tipo de cambio haya permitido un acceso más rápido a los mercados
internacionales de los excedentes de producción. En 1984, la recuperación de la demanda interna disminuyó el ritmo de crecimiento de la
producción exportable.
En general, puede afirmarse que el crecimiento de las exportaciones no petroleras durante el bienio 1983-1984, aunque significativo, fue de
naturaleza transitoria, y de no consolidarse aceleradamente un proceso de inversión destinado a la creación de una plataforma permanente de
exportaciones, la recuperación de la demanda interna se reflejará rápidamente en un deterioro de la cuenta corriente. El carácter espectacular del
ajuste de la balanza de pagos durante el bienio 1983-1984 disimula probablemente su fragilidad estructural.
La inflación se redujo considerablemente durante 1983, después de la absorción de los choques correspondientes a la devaluación de diciembre de
1982 y a los ajustes de precios y tarifas al inicio del año. Sin embargo, las presiones inflacionarias mostraron gran resistencia y no se alcanzaron
las metas proyectadas en el convenio con el FMI: de 55% en 1983 y de 40% en 1984 (en diciembre de 1982 la meta inicialmente prevista para
1984 era de 30 por ciento).
La contracción de la actividad económica durante 1983 fue mucho mayor de lo esperado en el programa convenido con el FMI, en parte como
resultado de la profundidad de la recesión en el segundo semestre de 1982 y, en parte también, como consecuencia de la severidad de la
contracción fiscal, monetaria y salarial durante 1983. En este último año, la inversión pública sufrió una contracción considerable, con efectos
multiplicadores significativos sobre la actividad económica general. El consumo público (medido a pesos constantes) sufrió una, caída poco
significativa, ya que el ajuste del gasto corriente gubernamental se hizo mediante una severa contracción del salario de la burocracia y no mediante
recortes generalizados de personal. Las dificultades financieras de las empresas magnificaron el efecto de la contracción de la demanda sobre la
caída de la inversión privada.
Durante 1984, se observó una recuperación generalizada de la economía a partir de niveles de actividad muy deprimidos. Adicionalmente, dado el
perfil temporal de la producción durante 1982.1983, las tasas de crecimiento en promedio anual tienden a magnificar el dinamismo tendencial de la
actividad económica. Las exportaciones no petroleras, la inversión privada y el consumo público constituyeron los rubros cuyo crecimiento impulsó
la demanda agregada.
La evolución de la industria manufacturera, tanto su composición por ramas como su dinámica temporal, es un indicador significativo de las
características del proceso de estabilización durante el bienio 1983-1984. La contracción de la actividad económica afectó fundamentalmente la
14
industria de bienes de capital y de bienes de consumo duradero (en particular, textiles). El crecimiento de las exportaciones atenuó la magnitud de
la recesión en algunas ramas de bienes intermedios (en particular, sustancias químicas y productos siderúrgicos).
En conclusión, de la experiencia reciente de México con el FMI surgen dos consideraciones de carácter general:
i. El esquema metodológico aplicado en los programas de estabilización recomendados por el FMI, basado en una doble condicionalidad (externa
en lo que se refiere al déficit de la balanza de pagos e interna en lo que se refiere al déficit de las finanzas públicas), no es el más adecuado para
enfrentar los problemas que padece hoy la mayoría de las economías de América Latina. Fue un esquema adecuado a situaciones caracterizadas
por desequilibrios de flujos en la balanza de pagos (situación típica en los años cincuenta y sesenta), mas no a situaciones de desequilibrio
generalizado en los acervos de la economía (resultado de un crecimiento considerable de la intermediación financiera internacional y de cambios
bruscos en precios relativos). En ambos casos está claro que un equilibrio básico de la economía interna, y en particular de las finanzas públicas,
es necesario para garantizar el equilibrio de la balanza de pagos; en ese sentido, no es posible analizar por separado el desequilibrio externo y el
interno. Sin embargo, el hecho de que para garantizar el equilibrio de la balanza de pagos se propongan “candados” sobre la evolución de las
finanzas públicas derivados de un ejercicio de programación financiera, basado a su vez sobre un supuesto arbitrario de inflación, equivale
generalmente a desconocer la complejidad de la evolución dinámica de una economía con profundos desequilibrios. Por destacar la relación entre
desequilibrios internos y externos, se pierde la relación entre corto y median plazo, que es la más importante cuando los desequilibrios se derivan
de una mala asignación de los acervos y no de un simple desajuste en los flujos. Regresar a una trayectoria de crecimiento sostenido, sin inflación
y con una situación de equilibrio básico de la balanza de pagos, requiere un horizonte temporal, de análisis y de ajuste mayor que el contemplado
por la metodología implícita en los programas del FMI. Si no se contempla dicho horizonte, las restricciones de endeudamiento externo serán
demasiado severas y las metas de inflación fijadas serán inevitablemente demasiado optimistas, .por lo que los “candados” internos de los
convenios correspondientes con el FMI difícilmente podrán cumplirse (los “candados” externos, sobre endeudamiento neto se cumplen casi por.
definición).
ii. El carácter inadecuado de las metodologías del FMI tiene en última instancia como punto de partida la parálisis actual del sistema financiero
internacional. La condicionalidad del FMI estaba adaptada a un mundo en el cual los préstamos voluntarios de la comunidad bancaria para financiar
el déficit de la balanza de pagos de los países en desarrollo eran la norma, y la intervención del FMI para superar desajustes transitorios era la
excepción. Esta situación se ha invertido en la actualidad. El FMI se ha vuelto, por un período con horizonte todavía indefinido, el responsable de
facto de la gestión de la liquidez externa de los países en desarrollo sobreendeudados, en un régimen de préstamos bancarios forzados o, con un
eufemismo, “semivoluntarios”. Por lo tanto, la revisión inevitable de los criterios de condicionalidad del FMI pasa por una adecuación —también
inevitable— de las reglas de funcionamiento del sistema financiero internacional a la realidad del problema de la deuda latinoamericana.
e] República Dominicana. Durante 1983 la economía dominicana operó baja un programa de facilidad ampliada acordado con el Fondo para el
período 1983-1985. El programa perseguía reducir el déficit del sector público 6.22% del PIB en 1982 a 3.9 en 1983. Asimismo, se había
proyectado una disminución en el déficit de la cuenta corriente de la balanza de pagos de casi 40%. Al final, la economía evidenció un déficit del
sector público equivalente a 5.6% del PIB mientras que el déficit de la cuenta corriente sólo se redujo en 4.7. El PIB creció 3.9% en términos reales.
El gasto doméstico, que en 1982 se mantuvo al mismo nivel que el del año anterior en términos reales, aumentó en 1983, mientras que el déficit
comercial (bienes y servicios no factoriales) se redujo en 20.5% en términos reales. En consecuencia, durante el primer año del programa de
facilidad ampliada con el FMI, la economía dominicana no evidenció over killing. Sin embargo, es importante destacar que las metas y límites del
programa no se cumplieron, lo que permitió un déficit del sector público mayor al programado y, en consecuencia, un mayor gasto doméstico real
durante el año.
Para el segundo año de la facilidad ampliada, el FMI exigía una reducción en el déficit, del sector público de 5.6% del PIB a 1.3 en 1984; una
transferencia masiva de pagos de importaciones al mercado paralelo con el fin de aliviar la presión sobre las reservas del Banco Central, y reducir
drásticamente el déficit de la cuenta corriente vía ese mecanismo de devaluación disfrazada.
Aunque no se llegó a un acuerdo con el FMI durante 1984, las autoridades dominicanas, que sabían que al país no le quedaría otra alternativa para
1985 que no fuese la de acordar un programa stand by con el FMI, tomaron importantes medidas en el orden monetario, fiscal y cambiario con el fin
de ir allanando el camino al potencial acuerdo stand by de 1985.
Respecto al nivel de 1983, en 1984 el gasto doméstico se redujo en 0.8%, mientras que el déficit comercial (bienes y servicios no factoriales) se
redujo en 45% en términos reales respecto al nivel de 1983 y en 57% con relación al de 1982. Sin embargo, tampoco podemos hablar de over
killing durante 1984, debido a que en ese período el FMI no trazó metas a las autoridades dominicanas.
La fuerte depreciación de la tasa de cambio del mercado paralelo, ocurrida durante 1984, fue un factor importante para el estancamiento relativo de
la actividad económica. La depreciación real de la tasa de cambio combinada con el aumento en la tasa de cambio utilizada para liquidar los
impuestos ad valorem a las importaciones, tuvieron un impacto recesivo sobre las actividades de la industria y el comercio durante 1984. Sin
embargo, el sector de exportación reaccionó positivamente a la fuerte depreciación cambiaria, lo que evitó un estancamiento económico mayor.
La depreciación de la moneda local y la elevación de impuestos redujeron la liquidez real de los sectores productivos, mientras que la mayor tasa
de inflación consumía el salario real de la población, lo que motivó una contracción en la demanda agregada. Por otra parte, las fuertes
expectativas de depreciación de la tasa de cambio del mercado paralelo de divisas así como las medidas de restricción al crédito interno,
provocaron un aumento considerable en la tasa de interés del mercado financiero informal, constituyendo esto último un factor adicional para la
reducción del ritmo de producción industrial.
Un aspecto que merece destacarse es el referente a la diferencia entre el déficit de la cuenta corriente “oficial” y el déficit de la cuenta corriente
global. Dado que la República Dominicana instrumentó en 1967 un sistema dual de cambio —donde un número cada vez mayor de importaciones
eran traspasadas al mercado paralelo de divisas—, la presión sobre las reservas del Banco Central era cada vez menos fuerte.

15
La tasa del mercado paralelo de divisas, al ser flexible, equilibra automáticamente la balanza de pagos “paralela”. En consecuencia, una parte
importante del déficit global de la cuenta corriente se cancela vía el financiamiento que ofrece el mercado paralelo.
Los técnicos del FMI deberían calcular el déficit efectivo de la cuenta corriente de la balanza de pagos, es decir el déficit que sí afecta a las
reservas internacionales netas del Banco Central. Prestar atención al déficit global de la cuenta corriente, dentro de un esquema dual de cambio,
puede confundir a los diseñadores de la política económica.
Un ejemplo permitirá aclarar esta preocupación. En 1983 el déficit de la cuenta corriente de la balanza de pagos global fue de 421.1 millones de
dólares Sin embargo, el déficit de la cuenta corriente de la balanza de pagos oficial, es decir la porción del déficit que sí afecta a las reservas
internacionales del Banco Central, fue de 105.6 millones de dólares. El resto del déficit global, 315.5 millones de dólares, fue financiado en el
mercado paralelo de divisas. En consecuencia, los técnicos del FMI deberían fijar sus metas sobre el déficit de la cuenta corriente oficial o efectivo
y no sobre el déficit global. Un over killing diferente puede producirse si las metas se fijan sobre el déficit global y no sobre el déficit efectivo u
oficial.
Funcionarios del FMI habían propuesto para el segundo año de la facilidad ampliada un traspaso continuo y masivo de pagos de importaciones al
mercado paralelo de divisas, medida que flexibilizaría aún más el tipo de cambio promedio de la economía dominicana. Los técnicos del FMI
reconocían que la devaluación oficial del peso dominicano era el camino preferible para el desequilibrio externo de la economía. Dado que la
devaluación oficial conllevaba problemas de corte político y legal, lo cual imposibilitaba la ejecución de esa medida, el staff del FMI recomendó a las
autoridades dominicanas la unificación y flexibilización de la tasa de cambio vía el traspaso de todas las transacciones de la balanza de pagos al
mercado paralelo.
Éste es un aspecto muy criticable del programa de ajuste requerido por el FMI. A economías abiertas y pequeñas como la dominicana no les
favorece un sistema de tipo de cambio flexible, ya que desincentiva la inversión extranjera y puede tener un impacto negativo sobre la actividad
económica vía la incertidumbre sobre el comportamiento de la tasa de cambio. Por otra parte, el sistema flexible implica que las transacciones de la
cuenta corriente de la balanza de pagos estarán sujetas a la volatilidad del tipo de cambio, la cual es muchas veces resultado de procesos
especulativos. Por otra parte, la economía dominicana posee un patrón de producción sumamente concentrado, lo que descartaría la selección del
sistema flexible de cambio.
Otro factor que desalentaría el uso del sistema de tipo de cambio flexible en una economía como la dominicana tiene que ver con las expectativas
de depreciación, los sobre ajustes de tipo de cambio y la formación de precios. Un sistema de cambio flexible puede generar consecuencias
perversas sobre el sistema de precios y anular todo el programa de estabilización. Si los precios aumentaran en proporción mayor que el tipo de
cambio, se produciría una “apreciación” real de la tasa de cambio que alentaría futuras depreciaciones y así sucesivamente. Se producirían,
entontes, alzas continuas de precios y tasa de cambio.
Una alternativa mejor a la requerida por el FMI era la creación de un mercado comercial cambiario con tasa de cambio fija, a un nivel más realista
que la oficial. Esta alternativa sería equivalente a una devaluación oficial de la tasa de cambio, que según funcionarios del FMI era el camino
preferible para reducir el desequilibrio externo de la economía dominicana; en vez de traspasar al mercado paralelo las exportaciones e
importaciones que todavía se canalizaban a través del mercado oficial, se hubiesen podido transferir a un mercado comercial manejado por el
Banco de Reservas, el banco comercial del Estado dominicano. De esta manera se habría disfrazado la necesaria devaluación oficial de la moneda
local.
Otro aspecto importante es el referente al impacto de los programas de ajuste sobre la distribución del ingreso. Durante el primer año de la facilidad
ampliada no hubo aumentos en los salarios nominales. Sin embargo, en mayo de 1984 y derivado de los ajustes de precios internos llevados a
cabo a principios de 1984, el salario mínimo de 125 pesos dominicanos por mes fue elevado a 175, y se aumentaron en 10% los salarios
comprendidos en el rango de 175 a 300 pesos.
En consecuencia, el FMI ha tenido que “ceder’ ante las autoridades dominicanas en lo referente a la política salarial. Es probable que funcionarios
del FMI hayan presionado para obtener una reducción en los niveles de salario y empleo en el sector público. Sin embargo, las autoridades
dominicanas fueron a la mesa de negociaciones dispuestas a reducir el déficit del sector público sólo a través de nuevos impuestos, reajustes de
precios e incentivos cambiarios. El gasto corriente nominal del sector público no ha sido reducido durante los años en que la economía ha estado
sujeta a los programas del FMI. La disminución en el salario real ha sido fruto de la mayor tasa de inflación que ha evidenciado la economía
dominicana a partir de 1984:
La rentabilidad de las empresas del sector de bienes exportables fue mejorada a través de la creación de los incentivos cambiarios (una
devaluación, disfrazada, dadas las trabas legales y políticas que conllevaría una devaluación oficial). Asimismo, la caída en el salario real fue otro
factor que estimuló la actividad de exportación e indujo nuevas inversiones en ese sector, especialmente en el área de los productos de exportación
no tradicionales.
Vemos que las consecuencias distributivas negativas no tuvieron su origen en la potencial reducción de salarios nominales. La instrumentación de
nuevos tributos indirectos y el aumento de los demás, el aumento en la tasa de inflación y la eliminación parcial de los subsidios del gobierno a
algunos productos alimenticios consumidos primordialmente por personas de escasos ingresos fueron los factores determinantes del deterioro de la
distribución del ingreso durante 1983 y 1984. Para 1985 se espera una nueva contracción en el salario real debido a los ajustes de precios
derivados de las medidas cambiarias del 23 de enero de este año. Sin embargo, las autoridades aumentarán seguramente los subsidios a
productos alimenticios básicos.
Un aspecto importante acerca del programa stand by para 1985 es el relacionado con la expansión de 23% permitida por el FMI en los pasivos
monetarios del Banco Central. Los técnicos del FMI han estimado una tasa de inflación de 23%, lo que mantendrá inalterada la liquidez real de la
economía durante el año; pero esta tasa de inflación probablemente se ha subestimado (la mayoría de los economistas estiman que la tasa de

16
inflación en 1985 será del orden del 35%), con lo cual la expansión monetaria permitida conducirá a una contracción de la liquidez real que tendrá
efectos recesivos a la economía dominicana.
En relación con la política de tasas de interés, la misión del FMI ha presionado a las autoridades monetarias para que pongan en práctica un
sistema de tasas de interés flexible, con el fin de contener la salida de capital y permitir que el sistema financiero se adapte los requerimientos del
régimen de sistema del tipo de cambio flexible que opera desde el 23 de enero de 1985.
Las implicaciones de una reforma financiera como la que proponen los técnicos del FMI a la República Dominicana no son fácilmente detectables.
El impacto podría ser perjudicial y, por lo tanto, habría que proceder con mucha prudencia. Las autoridades monetarias acaban de llevar a cabo
una amplia reforma cambiaria, cuyos efectos están todavía por verse. Si además de esta reforma se procede a liberalizar el sistema financiero, es
muy probable que los agentes económicos pierdan toda la credibilidad sobre la estabilización del programa de ajuste, lo que provocaría al final el
fracaso del mismo.
3. El nuevo papel del Fondo
La condicionalidad del Fondo siempre ha estado vinculada al otorgamiento no sólo de sus préstamos, sino también, a través del sello de
aprobación que éste otorga, de otros acreedores. De hecho, se ha descubierto que el impacto más favorable que han tenido los programas del
Fondo no ha sido sobre la cuenta corriente de los países deudores, sino sobre su cuenta de capital.
Este papel del Fondo adquirió una importancia extraordinaria durante la primera fase de la crisis de la deuda latinoamericana. A diferencia de su
experiencia anterior, el Fondo comenzó a involucrarse activamente en las negociaciones entre los países deudores y los bancos comerciales
acreedores; se convirtió en un orquestador financiero al imponer sus condiciones no sólo a los deudores, sino también a los acreedores y al
vincular el otorgamiento de sus propios recursos con la disposición de los bancos a conceder nuevos préstamos y reestructurar las deudas ya
contraídas. En relación con épocas anteriores, esta concertación de préstamos puso al Fondo mucho más en contacto con los intermediarios
financieros privados.
Debido al papel tan crucial que llegó a desempeñar en las reestructuraciones de la deuda externa, el Fondo adquirió mucho más poder en la
región. Sin embargo, este poder tuvo un costo. En primer lugar, como lo ha demostrado la experiencia del Fondo en Brasil desde 1983, la
institución comenzó a enfrentarse a un dilema nuevo cada vez que un gran país deudor no estaba en condiciones de cumplir con los
requerimientos exigidos. Si suspendía los préstamos, podía precipitar una crisis de confianza. Por otra parte, si no lo hacía, o si se mostraba muy
dispuesto a aceptar un relajamiento de los requisitos, podía empañar su sello de aprobación.
En segundo lugar, y éste es un aspecto de mayor importancia desde el punto de vista de los países deudores, el Fondo comenzó a correr el riesgo
de adaptar sus propios requerimientos a los de la comunidad bancaria privada.
Estos problemas se agudizan en la segunda fase de la crisis de la deuda. A medida que los préstamos del Fondo van disminuyendo, el problema
de la deuda persiste y los banqueros privados continúan renuentes a conceder préstamos voluntarios a América Latina. En esta etapa, la
condicionalidad tradicional del FMI ya no tiene aplicación, ya que los recursos de la institución no están involucrados. De ahí se origina una
situación en la cual la aprobación que el FMI imparte a las políticas de sus países miembros se utiliza para garantizar los préstamos otorgados por
la banca privada y no sus propios fondos.
La delicada naturaleza de esta nueva relación se refleja en el acuerdo de refinanciamiento a largo plazo de la deuda privada de México. Como
parte de este acuerdo se han establecido una serie de procedimientos para supervisar las políticas económicas mexicanas. Según estos
procedimientos, México solicitará una ampliación de las consultas anuales que los países miembros realizan de manera regular con el Fondo, tal
como lo es el artículo IV del convenio constitutivo del FMI.
De las conversaciones entre México y el Fondo, los funcionarios de éste incluirán en su informe sobre las consultas un resumen de las
conversaciones sostenidas respecto al programa de política económica y financiera del país, así como su evaluación de dicho programa. Este
informe también: i] incluirá una evaluación de la coherencia interna de las metas y objetivos del programa, y ii] se pronunciará sobre la
compatibilidad del programa económico y financiero de México con las posibilidades de lograr un crecimiento económico sostenido y un
comportamiento del sector externo consistente con las necesidades de servicio de la deuda. Además del informe sobre las consultas anuales
estipuladas en el artículo IV, México solicitará al Fondo un análisis semestral de la economía mexicana y un informe al respecto. En estos informes,
elaborados por los funcionarios del Fondo, se evaluará el comportamiento de la economía mexicana, como se hace en los informes anuales, y se
incluirá una descripción de la evolución de las principales variables económicas del país, un resumen de las discusiones sobre las políticas
económicas que se celebren con las autoridades mexicanas y las conclusiones de la evaluación. Los informes se remitirán al directorio ejecutivo
del Fondo. México, por su parte, los remitirá a los bancos acreedores.
En el acuerdo con México, es particularmente preocupante la ausencia de cláusulas sobre imprevistos, que permitan el otorgamiento de nuevos
créditos bancarios en caso de que, el país se vea afectado por factores de índole externa. Por el contrario, la presunción implícita en el acuerdo es
que México, ante semejante eventualidad, tratará de cubrir sus necesidades de divisas a través de fuentes no bancarias tales como el Banco
Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIRF), el BID y el FMI.
Es difícil predecir cuándo América Latina volverá a recibir préstamos de los mercados de capital de manera normal y voluntaria. En vista de ello,
parecería importante incorporar en estos acuerdos de reestructuración a largo plazo mecanismos que protejan al país ante la eventualidad de
choques externos adversos.
Una posibilidad podría ser fijar un tope a las tasas de interés, cuyo valor sería inversamente proporcional al comportamiento del poder adquisitivo
de las exportaciones del deudor. Una alternativa más simple, pero aparentemente más difícil de negociar con los países industrializados, sería la
fijación de un porcentaje máximo de las exportaciones para el pago de los intereses. En ambos casos, la diferencia, entre las tasas de interés del
mercado y los intereses pagados por el país deudor se añadirán al monto de la deuda externa que deberá ser pagada en el futuro.
17
Otro factor que debería tomarse en cuenta en estos acuerdos de reestructuración es la vinculación entre la deuda externa, la deuda interna y el
ajuste interno.
La magnitud de los choques externos y la prontitud con la que América Latina tuvo que adaptarse a ellos, constituyen el origen de las actuales
dificultades por las que atraviesan los mercados financieros internos. Los presupuestos gubernamentales se vieron seriamente agobiados por el
servicio de la deuda como consecuencia del aumento de las tasas de interés, las devaluaciones y la nacionalización de grandes porciones de la
deuda privada. Como consecuencia de la clausura repentina de los mercados internacionales de capital, los pequeños mercados financieros
internos se vieron repentinamente inundados por instrumentos crediticios del Estado, lo que frecuentemente traía como consecuencia un aumento
de tasas internas reales de interés.
La solución tradicional a este problema es la generación de excedentes en las operaciones del sector gubernamental lo suficientemente grandes
como para permitir cumplir con el servicio de la deuda, tanto interna como externa. Esto es en esencia lo que se está tratando de hacer mediante
los programas de estabilización que el Fondo está auspiciando en América Latina. Sin embargo, este esfuerzo debe complementarse con el
otorgamiento de nuevos créditos bancarios, no necesariamente para financiarlos déficit presupuestarios, sino más bien para aliviar parte de la
deuda interna. La sustitución de la deuda interna por deuda externa reduciría el peso que actualmente tiene el servicio de la deuda sobre los
presupuestos gubernamentales, ya que las tasas de interés internacionales están actualmente muy por debajo de las tasas de interés
prevalecientes en la mayoría de los países de América Latina. La deuda externa es típicamente un múltiplo de la deuda interna, por lo cual un
aumento relativamente pequeño de la primera originaría una contracción relativamente grande de la segunda, lo que permitiría incrementar las
inversiones privadas y reducir las tasas de interés.
Esta propuesta se basa en la percepción de que los países latinoamericanos no tienen un problema de balanza de pagos, sino que más bien están
tratando de adaptar sus economías al brusco proceso de ajuste a que se han visto sometidos como consecuencia de la ruptura de los mercados
financieros internacionales. Esto desmiente en parte la percepción equivocada que existe en los países industrializados de que la mitad del proceso
de ajuste —el externo— ya se ha llevado a cabo, por lo que ahora es el momento de comenzar la otra mitad, el proceso de ajuste interno. De
hecho, los actuales desajustes internos se originaron en gran parte debido a la precipitación con que se tuvieron que enfrentar los reajustes
externos. Estos últimos deben ser remediados de modo que se permita a los gobiernos latinoamericanos ordenar sus finanzas sin afectar el
crecimiento de sus economías.
Un esfuerzo relativamente pequeño para remediar el ámbito externo ayudaría mucho a balancear las cuentas gubernamentales y restablecer el
orden en los mercados financieros internos, aun cuando no se requieran nuevos préstamos bancarios para cerrar las cuentas de balanzas de
pagos. Por lo tanto, la variable a utilizar para apreciar si un país tiene necesidad o no de incluir nuevos créditos bancarios en sus acuerdos de
reestructuración a largo plazo no debería ser tan sólo la balanza de pagos, sino también la diferencia entre las tasas de interés domésticas y las
internacionales. Cuanto mayor sea esta diferencia, mayor será la necesidad de recurrir a préstamos bancarios. Obviamente, se parte de la base de
que estas diferencias no pueden tratar de eliminarse a través, de la aplicación de políticas monetarias menos restrictivas, dado el riesgo de inflación
que éstas conllevan.
III RECOMENDACIONES Y PROPUESTAS DE POLITICA
En esta sección se presentan algunas propuestas y recomendaciones de política que podrían hacer más efectiva la acción del Banco Mundial, y el
FMI en América Latina. Estas sugerencias no pretenden abarcar la amplia gama de actividades de estos organismos ni solucionar todos los
problemas que éstas plantean y tampoco intentan remplazar, por lo tanto, las propuestas sobre la reforma integral del sistema monetario y
financiero internacional que han sido presentadas por los países en desarrollo en diversas instancias. 7
Las recomendaciones y sugerencias que se describen a continuación son de aplicación inmediata y pueden contribuir a que las actividades del
Banco y el Fondo respondan de una manera más eficaz a las necesidades que deben enfrentar los países de América Latina en el nuevo contexto
financiero mundial en que se desenvuelven sus economías.
1. La contribución futura del Banco Mundial al desarrollo latinoamericano.
Para que la contribución del Banco esté más acorde con sus finalidades de apoyo al desarrollo y su aporte a la recuperación económica de los
países latinoamericanos más acorde con las necesidades financieras actuales y futuras de éstos, parece necesario que se pongan en práctica
algunas medidas de política, tales como las siguientes:
a] El Banco podría destinar más recursos para préstamos de ajuste estructural y programas, para lo cual es necesario que flexibilice su política
actual de limitar estos préstamos a sólo un 10% de sus préstamos totales y a 30-40% de sus préstamos a un país determinado. Estos préstamos
también podrían ser incrementados si se aprobara un incremento general del capital del Banco, tal como lo ha propuesto su propia administración.
Otra posibilidad podría ser que se incrementara la relación entre el monto de sus préstamos y su capital, que es actualmente de 1/1.
b] La condicionalidad de los préstamos para ajuste estructural y para programas debería ser modificada de manera que éstos sean más atractivos
para los países receptores. Las condiciones del Banco para el uso de sus recursos deberían ser más pragmáticas y menos ambiciosas en lo que se
refiere a las propuestas de política económica que deberían aplicar los países. Con este propósito, se podría utilizar la práctica de establecer
grupos de expertos para la revisión de estos préstamos y de las condiciones en que se otorgan. Las conclusiones de estos grupos de expertos y
los mismos acuerdos suscritos con los gobiernos, podrían ser puestos a disposición del público y ser objeto de debate abierto, lo que permitiría a
los gobiernos ampliar el apoyo a estos acuerdos y al Banco tomar en cuenta diversas opiniones.

7Véanse al respecto los documentos del Grupo de los 24, en particular el Programa revisado de acción para la reforma del sistema monetario y financiero internacional, Washington, 21
de septiembre de 1984; y, más recientemente The functioning and improvement of the Internacional Monetary System, Washington, 21 de agosto de 1985.

18
c] En los préstamos del Banco debería desvincularse el financiamiento de proyectos de su uso para financiar el componente importado de la
inversión, permitiendo así un mejor desarrollo de la industria de bienes de capital tanto interna como regionalmente. Además, resulta imperativo
que se le otorgue a los países en desarrollo un mayor poder de voto y por tanto de capacidad de decisión en las actividades del Banco,
particularmente en aquellos aspectos directamente relacionados con sus políticas económicas.
d] Finalmente, el Banco debería intensificar sus esfuerzos para incrementar el flujo de recursos financieros privados a los países de la región,
mediante una ampliación de sus actividades de cofinanciamiento u otras equivalentes. Se debe cuidar, mientras tanto, que estos recursos sean
efectivamente adicionales y no simplemente una sustitución de recursos que, ya sea a través de los bancos comerciales o del Banco actuando
individualmente, de todas maneras serían otorgados a los países latinoamericanos.
2. FMI: hacia una nueva condicionalidad
A continuación se sugieren una serie de principios para el establecimiento, por parte del directorio ejecutivo del Fondo, de nuevas directrices para
la aplicación de la condicionalidad en sus operaciones crediticias con los países que poseen monedas no convertibles.
a] Se establecería un doble sistema de condicionalidad. El primero de ellos estaría orientado hacia las variables denominadas en dólares o relativas
a la balanza de pagos; y el segundo hacia las variables denominadas en moneda local, tales como el crédito interno y los déficit presupuestarios.
b] Se fijarían criterios cuantitativos de ejecución respecto a ambos tipos de variables, pero se otorgaría automáticamente una exención de la
condicionalidad relativa al segundo tipo de variables, siempre y cuando se estuviese cumpliendo la condicionalidad relativa a las variables
denominadas en dólares. Más adelante se sugiere una prueba para distinguir entre el cumplimiento nominal y el cumplimiento real de la
condicionalidad relativa al primer tipo de variables. El cumplimiento nominal no bastaría para la concesión de la exención automática, ya que el
hecho de que se estuviese cumpliendo el primer tipo de condicionalidad y no el segundo podría deberse a condiciones externas favorables y no a
un efectivo proceso de ajuste.
Esta propuesta está en consonancia con los artículos del convenio constitutivo del Fondo, particularmente los artículos I (V) y V3 (a) según los
cuales sólo se permite la aplicación de la condicionalidad respecto a la balanza de pagos y se reconoce la necesidad de “aplicar políticas
especiales para los problemas especiales de balanza de pagos”, tales como los que afectan actualmente a los países latinoamericanos deudores.
Los criterios de ejecución relativos a las variables denominadas en dólares, tales como las reservas internacionales y los préstamos externos, ya
forman parte de los programas del Fondo. En ausencia de una reversión de la fuga de capitales, estos criterios restringen efectivamente la cuenta
corriente, ya que la inversión directa es por lo general muy pequeña y tarda tiempo en reaccionar. La cuenta corriente propiamente dicha no
aparece como un criterio de ejecución sino más bien como una meta de los programas, lo que se debe a la idea sostenida por los funcionarios del
Fondo de que la cuenta corriente constituye un resultado de las políticas nacionales o un objetivo de éstas y no una variable o instrumento de
política. Por consiguiente, dependiendo de la tasa de cambio, los funcionarios del Fondo prefieren enfrentar el problema de la cuenta corriente
mediante variables internas, tales como el déficit fiscal.
Sin embargo, la promoción de las exportaciones y la sustitución de importaciones constituyen objetivos de política gubernamental en los países en
desarrollo. En la consecución de estos objetivos intervienen tanto las fuerzas del mercado como diversos instrumentos de control administrativo.
Estas políticas comerciales, al igual que los intentos por disminuir los déficit presupuestarios gubernamentales también afectan la balanza
comercial. La tasa de cambio es quizás el instrumento más importante para la promoción de las exportaciones y la sustitución de las importaciones,
pero no es el único, particularmente en los países en desarrollo que tienen una tradición de activa participación gubernamental en los asuntos
económicos. Son muchas las medidas e instrumentos que un país puede utilizar para modificar el comportamiento de sus importaciones y
exportaciones y al mismo tiempo cumplir con las obligaciones contraídas con la comunidad internacional en el marco de los acuerdos del Fondo y
el GATT.
Esta situación no es muy distinta en lo que se refiere a las innumerables alternativas que tiene un gobierno para disminuir su déficit presupuestario.
El Fondo nunca ha querido tocar los aspectos relacionados con la “microeconomía” de las finanzas gubernamentales. De modo similar, en el marco
de un sistema revisado de condicionalidad, se le debería pedir que se abstuviese de entrar en detalles respecto a las políticas comerciales del país
deudor cuando establece los criterios de ejecución relativos a la balanza comercial o de cuenta corriente de dicho país. 8
¿Cómo podría saber el Fondo que el mejoramiento de la balanza comercial se produce como resultado de políticas internas antes de que se le
permita al país pasar al segundo tipo de variables de condicionalidad? La respuesta parte del hecho de que las técnicas actuales de econometría y
prospectiva permiten, con la información disponible en América Latina actualmente, estimar las variables de exportación e importación con la-
misma precisión que la variable monetaria. La información sobre esta última variable constituye un ingrediente esencial de los “ejercicios
financieros” que vinculan las variaciones programadas de las reservas internacionales con los criterios de ejecución relativos al aumento del crédito
interno en los programas del Fondo.
De estas variables de exportación e importación pueden lograrse los balances comerciales y de cuenta corriente esperados; una vez que se le
asignan los valores apropiados a las variables exógenas relevantes. A medida que se avanza en el programa, va surgiendo información respecto a
la evolución de la cuenta corriente y de las variables exógenas. De ahí que se pueda estimar el papel que tienen las variables exógenas
(incluyendo los instrumentos de política interna) en la justificación de las diferencias existentes en la cuenta externa real y la programada. Estas
diferencias pueden utilizarse para calcular el efecto que tienen los instrumentos de política interna no incluidos en el programa.

8 Esto requería que los funcionarios del Fondo cumpliesen más cabalmente con lo estipulado en el artículo XIV, sección 2 del convenio constitutivo, el cual autoriza a los países
miembros a “mantener y adaptar a las circunstancias cambiantes las restricciones sobre los pagos y transferencias con las transacciones de cuenta corriente en vigor el día en que el
país se hizo miembro”. Es más. La sección 2 establece claramente que son los países miembros y no el Fondo los que deben decidir cuándo retirar tales restricciones: “tan pronto como
sientan que están en capacidad de equilibrar su balanza de pagos, sin necesidad de aplicar las restricciones, de una manera que no afecte su acceso a los recursos del Fondo”.
Contrariamente a lo que está estipulado en estas cláusulas y al espíritu de las disposiciones del convenio constitutivo sobre “moneda escasa”, los funcionarios del Fondo actualmente
están imponiendo a los países miembros unos criterios de ejecución “cualitativos” que implican la eliminación de las restricciones cambiarias.
19
Supongamos que la cuenta corriente resulta estar en mejor estado de lo que se esperaba. Este método permitiría por lo tanto evaluar el efecto
relativo de las variables externas, la oferta interna y las políticas internas sobre los resultados alcanzados. Esto le permitiría a los funcionarios del
Fondo descomponer los factores que incluyeron en el comportamiento de la cuenta corriente. En este caso, ¿qué debería hacer el Fondo en el
supuesto de que el país no pueda cumplir los criterios relativos al segundo tipo de condicionalidad? Consideremos tres posibles escenarios. Uno en
el que el balance de la cuenta corriente se hubiese mejorado por causas puramente circunstanciales, tales como el auge temporal del comercio
mundial o una buena cosecha; en este caso, los funcionarios del Fondo argumentarían que el cumplimiento de las metas del programa había sido
tan sólo nominal pero no efectivo y, por ende, se le pediría al gobierno que aumentase la contracción del gasto público y modificase sus políticas a
fin de permitir la continuación del programa. Un segundo escenario podría ser que al país le hubiese tocado un golpe de buena suerte permanente,
tal como el descubrimiento de una fuente de riqueza petrolera; en este caso, se argumentaría que el cumplimiento de las metas fue efectivo, se
relajarían los criterios de ejecución y el programa continuaría normalmente. Un tercer escenario podría ser que las variables exógenas no hubiesen
sido afectadas de una manera tal que pudiesen explicar los resultados alcanzados; en este caso se le daría al país el beneficio de la duda, se
argumentaría que los criterios de ejecución habían sido demasiado exigentes y se continuaría el programa de la misma manera que en el escenario
número dos.
Estos procedimientos, al mismo tiempo que permitirían aplicar un nivel adecuado de austeridad interna, reducirían considerablemente el número de
exenciones otorgadas en los programas del Fondo, así como las interrupciones de estos programas, lo que contribuiría a la estabilidad de los
mercados financieros internacionales y al progreso económico de los países deudores.
3. Otras propuestas en relación con las actividades del FMI
Las directrices que sugiere la sección anterior están basadas en la creencia de que el ajuste efectivo de la balanza de pagos requiere que se
establezcan condiciones respecto a las variables de política que controlan la capacidad de absorción interna, si bien éstas no son tan importantes
como las condiciones relativas a las variables que están directamente relacionadas con la balanza de pagos. Estas directrices podrían adoptarse
junto con algunas otras sugerencias:
a] El servicio de facilidad ampliada del Fondo, que no ha sido utilizado por el propio Fondo en años recientes, debería ser reactivado, dándole un
margen de tiempo mayor a los programas de estabilización del Fondo.9
b] En lugar de restringir el servicio de financiamiento compensatorio como hizo en 1983,10 el Fondo debería liberalizarlo y expandirlo con miras a
aplicar el mismo tipo de régimen tanto a las importaciones como a las exportaciones de bienes y servicios, incluyendo el pago de intereses. 11 Esta
expansión del servicio ayudaría a vincular más el establecimiento de criterios de condicionalidad con el estado de la economía mundial.
c] Los plazos para los pagos al Fondo no deberían ser igual para todos los países, sino más flexibles y variar de acuerdo con las necesidades de la
balanza de pagos de los países deudores. Esto va a ser particularmente importante en el futuro inmediato, cuando la mayor parte de los créditos
que el Fondo concedió durante el período 1981-1984 comiencen a ser pagados.12
d] En lugar de que el Fondo redacte las cartas de intención, debería aplicarse la “condicionalidad invertida”, según la cual el país deudor diseñaría
su propio programa de ajuste con la asistencia técnica del Fondo. Esto facilitaría la preparación de programas “hechos a la medida” que
remplazarían los “paquetes” del FMI.13
e] Los criterios de ejecución deberían fijarse como una gama de valores en lugar de establecerse como metas únicas, siguiendo en esto el ejemplo
de los países industrializados en lo que respecta a sus objetivos de política monetaria. 14
f] Deberían fijarse los criterios de condicionalidad sobre la base de las tasas de inflación internas en el caso de las monedas nacionales,
particularmente en los países que tienen tasas de inflación altas y volátiles y en donde se aplica la indexación salarial. Si la balanza de pagos es
uno de los objetivos, el Fondo no debería exigir la aplicación de políticas monetarias más severas para combatir la inflación, ya que eso estaría
fuera de su ámbito de acción. Para evitar los efectos negativos que pudiera tener la inflación sobre la balanza comercial, el Fondo debería insistir
más bien en que los países deudores aplicasen una política de tipos de cambio basada en la paridad ajustable. 15

EL PROGRAMA MEXICANO DE REORDENACIÓN ECONÓMICA, 1983-1984.
JOSE CÓRDOBA
1. INTRODUCCIÓN
El presente trabajo pretende ofrecer una descripción general y un recuento analítico del programa de estabilización que se introdujo el 1 de
diciembre de 1982 para enfrentar la crisis económica más severa de la que se tiene memoria en la historia moderna de México. Trata de explicitar

9 Véase ensayo de S. Dell en J.Williamson [ed.], IMF conditionality, Washington, MIT Press, 1983; T. Killick et al., The quest for economic stabilization: The IMF and the Third World,
Nueva York, St. Martin´s Press, 1984, y J. Williamson [ed.], IMF conditionality, op. cit.
10 Véase S. Dell, “The fifth credit tranche”, Nueva Cork, Naciones Unidas, noviembre de 1984, p. 13.
11 Ibid., véase también S. Dell, “Stabilization: the political economy of overkill”, en J. Williamson, IMF conditionality, op. cit.
12 P. B. Kenen, “Financing, adjustment and the International Monetary Fund”, mimeografiado, 1984.
13 G. K. Helleiner et al., Towards a New Bretton Woods: Challenges for the World financial and trading system, Londres, Secretaría del Commonwealth, 1983; T. Killick et al., The quest

for economic stabilization: The IMF and the Third World, op. cit., y F. Steward, “Alternative conditionality”, en K. Haq y C. Massad [eds.], Adjustment with growth: A search for an
equitable solution, Islamabad, Mesa Redonda Norte- Sur, 1984, pp. 198-216.
14 S. Dell, “Stabilization: The political economy of everkill, en J. Williamson, [ed.], IMF conditionality, op. cit.; T. Killick et al., The quest for economic stabilization: The IMF and the World,

op. cit., y J. Williamson, “The lending policies of the IMF”, en IMF conditionality, op. cit.
15 E. Bacha, “The IMF and the prospects for adjustment in Brazil”, en J. Williamson [ed.], Prospects for adjustment in Argentina, Brazil and Mexico, Washington, D. C., Institute for

International Economics/MIT Press, 1983, pp. 31-42, y J. Williamson [ed.], IMF conditionality, op. cit.
20
la participación del Fondo Monetario Internacional tanto durante el diseño como durante la instrumentación del programa de estabilización,
distinguiendo su apoyo financiero externo directo e indirecto, de la dimensión interna de sus cláusulas de condicionalidad. Los efectos de este
programa siguen vigentes y sería prematuro tratar de establecer conclusiones definitivas respecto a su éxito o fracaso. Sin embargo, los orígenes
de la crisis, la definición del programa de ajuste y los resultados de los dos primeros años son ya parte de la historia. En los últimos meses se ha
acumulado suficiente material y suficiente experiencia para establecer un balance preliminar de lo que se ha logrado y de lo que se ha aprendido,
así como una evaluación de la contribución específica del FMI.
Este artículo consta de cinco secciones. La primera es un resumen de los eventos económicos que culminaron con la crisis de 1982. La segunda
analiza la concepción global del programa de estabilización y de sus decisiones de política más importantes. La tercera presenta los resultados
globales que se obtuvieron en 1983 y 1984. La cuarta examina dos temas especiales que han sido tradicionalmente minimizados en la visión del
FMI; uno de ellos se refiere a la inercia inflacionaria, y el otro al comportamiento de los agentes económicos en condiciones de
sobreendeudamiento y de desequilibrio de acervos. Finalmente, la última sección ofrece una evaluación global del apoyo financiero del FMI y de
sus criterios de condicionalidad, así como algunos comentarios sobre su papel en el manejo del problema de la deuda internacional en el presente
y en el futuro.
II. LOS ORIGENES DE LA CRISIS ECONÓMICA DE 1982*
Para entender la crisis de 1982 en la perspectiva histórica apropiada parece ser necesario hacer un breve recuento del desarrollo económico de las
últimas décadas.
1. La era del desarrollo estabilizador: 1954-1970
Este largo período se ha convertido en la referencia necesaria para el análisis del desarrollo económico de México: al principio de los setenta, en
parte como resultado de los numerosos desequilibrios que se habían acumulado durante los años sesenta, y en parte a raíz de un manejo indebido
de la política económica, la economía se alejó de la senda de crecimiento estable que había seguido previamente y, desde entonces, no han
cesado sus fluctuaciones. Por lo tanto, la era del desarrollo estabilizador se ha vuelto al mismo tiempo un paradigma para los observadores del
desenvolvimiento de México y una fuente de nostalgia entre los funcionarios públicos.
La tasa de crecimiento promedio del PIB fue de 7% entre 1954 y 1969. Aún más, con excepción de 1959, 1961 y 1962, cuando el PIB creció 2.3,
4.9 y 4.7% respectivamente, la tasa de crecimiento nunca fue menor a 6%. El deflactor del PIB creció un promedio de 5.1%, disminuyendo de un
promedió de 7.7% durante el quinquenio 1954-1959 a un promedio de 3.6% durante el período 1960-1970. Por otra parte, la paridad de la tasa de
cambio se mantuvo constante durante el período en 12.49 pesos por dólar. Aunque el deflactor del PIB estuvo 2.2 puntos porcentuales arriba del
deflactor del PIB en los Estados Unidos, la productividad creció más rápido en México. Este hecho, aunado a una política comercial cada vez más
proteccionista, permitió el equilibrio de la balanza de pagos. El propósito de la política macroeconómica fue mantener fija la tasa de cambio.
El comportamiento macroeconómico estuvo asociado a una considerable profundización financiera de la economía. La tasa promedio de ahorro
aumentó de 13.5% en 1959 a 21.9% en 1967. Los pasivos totales del sistema bancario crecieron de 28 a 38% del PIB en el período 1959-1965 y
alcanzaron 43% en el período 1965-1967. El déficit del sector público siempre fue menor al 2% del PIB. Los ahorros externos sólo representaron
10% de la inversión neta en promedio, y la deuda externa del sector público aumentó de 813 millones de dólares en 1960 a 3 792 millones en 1970.
Los salarios reales crecieron a una tasa anual promedio de 2.5% entre 1959 y 1967.
Para 1970 esta estrategia de crecimiento parecía haber llegado a sus “límites”, o por lo menos ése era el término que se usaba en esa época.
Algunos factores de desequilibrio estaban apareciendo, a saber:
□ Aunque el crecimiento había sido permanente y considerable, la distribución del ingreso no se había mejorado sensiblemente durante ese
período: ocurrió una redistribución del 30 % más bajo y el 30% más alto a favor de los grupos intermedios (el 40% restante), cuya participación
aumentó de 22.7 a 24% del ingreso nacional;
□ El precio relativo del trabajo con relación al capital estaba cada vez más distorsionado, como resultado de las políticas proteccionistas y de los
subsidios fiscales a la inversión Esto se volvió un problema importante que menguó la capacidad de la economía para absorber el crecimiento de la
fuerza de trabajo implícita en un crecimiento de la población de 3.5% por año;
□ Se usó la política de precios controlados para subsidiar a la industria y disminuir la inflación: esto llevó a un consumo excesivo de energía
(puesto que el precio nominal de la energía fue constante entre 1960 y 1970), y a presiones significativas sobre el déficit del sector público, en la
medida en que aumentaron los subsidios implícitos en los bienes gubernamentales y las inversiones necesarias para atender una demanda
creciente;
□ Como en la mayoría de los otros países latinoamericanos, la política comercial estaba subordinada a lo que se percibía como los requisitos del
proceso de industrialización. La sobreprotección creció de manera impresionante: por ejemplo, sólo el 1% de las importaciones se encontraba
sujeto a restricciones cuantitativas en 1947; esta proporción creció a 50% en 1966, 68% en 1970 y 100% en 1975. Esto implicó ineficiencias en el
proceso de asignación de recursos y, en gran medida, explica la falta de competitividad en la exportación de manufacturas aún hoy en día.
2. La estrategia del desarrollo compartido: 1970-1976
El nuevo gobierno encabezado por el presidente Echeverría estableció como objetivo obtener mayores niveles de crecimiento para aumentar el
empleo y mejorar la distribución del ingreso. Después de una leve recesión en 1971 cuando el PIB sólo creció 4.1%, debido en gran medida a una
reducción en 11% del gasto público real como ocurre con frecuencia al principio de un sexenio, el gobierno emprendió una nueva fase de gasto
expansivo en 1972. En ese año, la inversión pública creció 41.7% en términos reales. Así, por ejemplo, se emprendieron importantes proyectos

* Esta sección y la II se apoyan en un trabajo anterior de Pedro Aspe y el autor, presentado en el seminario de macroeconomía del MIT, 23 de abril de 1984.
21
industriales en petróleo y acero para resolver los cuellos de botella existentes. Sin embargo, estas medidas no estaban respaldadas por una
reforma fiscal: la emisión primaria y el endeudamiento externo se volvieron fuentes significativas de financiamiento del gasto público.
Como consecuencia, el déficit del sector público creció del 2.9 al 3.7% del PIB: la combinación de una política fiscal expansiva en México, que
indujo un crecimiento real del PIB del 8.4% en 1972 y 1973, y de una recesión en los Estados Unidos, causada por el aumento en el precio del
petróleo, fue muy dañina para la economía de México. Tanto la inflación como el endeudamiento externo crecieron significativamente: el índice de
precios al consumidor se elevó en 7.4% en 1972 y 21.3% en 1973; por su parte, el endeudamiento externo aumentó de 4 800 millones de dólares
en 1972 a 7 300 en 1973 y 10 500 en 1974. Infortunadamente, la lección de 1973 no fue recordada cuando el choque petrolero de 1979.
Para 1974, los desequilibrios internos y externos estaban creciendo para alcanzar proporciones insostenibles en 1976: durante el primer semestre
de ese año, el déficit de la cuenta corriente alcanzó 2 500 millones de dólares y se estima que la fuga de capitales, durante el primer trimestre, fue
de 500 millones de dólares. La deuda pública externa sigue elevándose, alcanzando 18.3 mil millones de dólares en 1976. El 31 de agosto de
1976, el gobierno dejó que el peso flotara, alcanzando una paridad de 20 pesos por dólar a final del año.
El 13 de septiembre de 1976 una carta de intención para un acuerdo de facilidad ampliada fue enviada al FMI. El 1 de octubre se ordenó un
aumento de emergencia de 23% en los salarios; como resultado, los salarios reales eran 10.3% mayores en octubre de 1976 que en el mismo mes
del año anterior. A finales de octubre se logró un acuerdo con el FMI. El programa de ajuste requería una reducción del déficit gubernamental a 6%
del PIB para 1977, 4% en 1978 y 2.5% en 1979. El endeudamiento externo se veía limitado a 3 000 millones de dólares durante 1977 y un techo
correspondiente se establecía para el crédito interno del Banco de México. El gobierno se comprometió a no aumentar las restricciones
cuantitativas al comercio exterior para estabilizar la balanza de pagos, y establecer una política de tasas de interés que estimulara el ahorro interno.
3. El gobierno de López Portillo, 1976-1982: del “boom” a la crisis
El nuevo gobierno ayudado por un capital inicial de confianza y por el bajo gasto gubernamental ya tradicional en el primer año de su mandato fue
muy exitoso en la instrumentación del programa de estabilización en el período 1977-1978. El déficit del sector público disminuyó 23% en términos
reales, alcanzando 5.7% del PIB en 1977 y 5.4% en 1978.
La tasa de crecimiento de la oferta monetaria nominal se redujo de 30.9% en 1976 a 26% en 1977, aumentando posteriormente 33% en 1978. El
salario medio nominal aumentó 31.4% en 1977, sobre todo a consecuencia del ajuste de emergencia de finales de 1976, y 12.9% en 1978: esto
significó una disminución en el salario mínimo real de 3.2% durante el proceso de estabilización de 1977 y de 4% en 1978. Después de la
devaluación de finales de 1976, que implicó un sobre ajuste de la tasa de cambio necesario para estabilizar el proceso dinámico de formación de
expectativas, la tasa de cambio fue fijada en términos nominales (su valor promedio fue de 22.57 pesos por dólar en 1977 y 22.76 en 1978), y cayó
gradualmente en términos reales hasta alcanzar su valor de equilibrio de paridad del poder de compra.
Aunque el deflactor del PIB aumentó de 19.4% en 1976 a 30.6% en 1977, la tasa de inflación disminuyó lentamente durante ese año: el índice de
precios al consumidor (medido de diciembre a diciembre) bajó de 27.2 en 1976 a 20.7% en 1977 y disminuyó aún más a 16.1% durante 1978. El
PIB sólo creció 3.4% en 1977, la menor tasa de la década anterior, El ajuste externo fue muy rápido: el déficit en la cuenta corriente disminuyó 48%
entre 1976 y 1977, como consecuencia de un aumento de l0.7% en los ingresos y una disminución de 5% en los gastos; las importaciones
disminuyeron 22% del primer semestre de 1976 al primer semestre de 1977, y las exportaciones petroleras aumentaron 234% empezando en un
nivel muy bajo en 1976. Por otra parte, el empleo disminuyó 1% y las horas trabajadas 1.6 por ciento.
Al principio de 1978 se fortaleció la confianza del sector privado en las políticas gubernamentales y en el futuro de la actividad económica, en gran
medida gracias al aumento en las reservas probadas de petróleo crudo de 11 000 a 40 000 millones de barriles, y a la decisión de explotarlas. El
programa de ajuste fue hecho a un lado. La inversión pública creció 48.3% y la inversión privada 21.8% en términos nominales durante 1978,
favoreciendo la recuperación económica. El PIB creció 8.2% y los sectores de energéticos y petroquímica, que fueron los más dinámicos de la
economía, 24.0 y: 13.7%, respectivamente. La oferta monetaria real creció 15.5%, dándole mayor dinamismo a la demanda agregada. La deuda
externa del sector público aumentó de 15 000 millones de dólares en 1977 a 31 000 en 1978.
Cabe destacar algunos de los hechos —y lecciones— más importantes de este primer intento de estabilización en la historia moderna de México:
□ la dificultad de controlar el mercado de divisas dada la integración financiera con la economía estadounidense; una vez que se produce el
desequilibrio, es necesario un sobreajuste de la tasa de cambió para estabilizar el comportamiento dinámico del mercado;
□ el efecto deflacionario de una devaluación, producido por la falta de liquidez, a veces por la insolvencia, de las empresas privadas con altos
niveles de endeudamiento en moneda extranjera;
□ el conflicto en el corto plazo entre el ajuste de los precios públicos y la reducción de la inflación; dadas las rigideces de corto plazo en el gasto
corriente y la estructura impositiva, los precios controlados y la inversión pública son las dos variables fundamentales de ajuste para corregir el
desequilibrio fiscal;
□ la recuperación económica resultó de un aumento en la inversión pública real, que disminuyó 63% en 1977 y aumentó 10.9% en 1978. Aunque
las expectativas empresariales se tornaron rápidamente favorables, la inversión privada se rezagó en relación con el gasto público: disminuyó 7.3%
en términos reales en 1977 y aumentó 10.5% en 1978. Aunque el sector externo evolucionó de manera favorable, su contribución a la recuperación
económica fue reducida.
La rápida recuperación de 1978 marcó el principio de una prosperidad sin precedente que duró cuatro años y que, paradójicamente, precedió la
peor crisis en cincuenta años de historia económica en México. Entre 1978 y 1982 el PIB creció a un promedio de 8.4% y la inflación alcanzó un
“plateau” de 30%. Al contrario de lo que había sucedido en el sexenio anterior, la inversión privada creció a la par de la pública. Por lo tanto la
inversión agregada en capital fijo, que había sido de menos de 20% del PIB en 1977, alcanzó 26% del PIB en 1981. Cualquiera que fuera el criterio,
el mercado de trabajo era de los oferentes. Además, la apuesta sobre el futuro del petróleo ofreció muchas ganancias: las reservas probadas

22
fueron aumentando y su explotación creció rápidamente; no parecía haber habido mejor momento para explotar esas reservas, puesto que el
precio del petróleo aumentó 2.5 veces entre 1975 y 1980.
En el frente del endeudamiento externo, el comportamiento parecía muy favorable hasta 1980. El acervo de deuda pública creció de manera
conservadora entre 1977 y 1980, elevándose de 23.8 a 33.9 mil millones de dólares. El flujo agregado promedio fue de sólo 3 200 millones anuales,
lo que se compara favorablemente con los 4 000 millones anuales que se registraron en los últimos tres años del gobierno de Echeverría. La deuda
privada —de las empresas y los bancos— creció de manera más agresiva: alcanzó un nivel de 17 000 millones de dólares en 1980, cuando sólo
era de 6 800 millones en 1977. Sin embargo, cuando se le compara con el tamaño de la economía en su conjunto, la deuda externa total del país
disminuyó hasta 1980: la proporción deuda a PIB disminuyó de 35.8% en 1977 a 31.3% en 1980. El problema de la deuda empezó en 1981,
cuando el acervo de la deuda externa creció 18 000 millones de dólares en sólo un año.
Así como había sucedido en el sexenio de Echeverría, no se instrumentó una estrategia de consolidación de los ingresos fiscales y de las
empresas para estatales para respaldar el crecimiento del gasto público. Pero el aumento en los ingresos petroleros —debido tanto a un aumento
en la cantidad exportada como a un mejoramiento de los términos de intercambio— compensó durante 1980 y 1981 la debilidad de las otras
fuentes de ingreso gubernamental, lo que no había sucedido en épocas anteriores. Entre 1979 y 1981, el ingreso público interno apenas mantuvo
su participación en el PIB en 21%: la tradicional elasticidad-ingreso de la recaudación fiscal fue más que compensada por el aumento en los
subsidios implícitos que conllevó, en un contexto inflacionario, una política de fijación del precio nominal de los bienes y servicios producido por el
gobierno. El gasto interno siguió creciendo de 27.1% del PIB en 1979 a 36.2% en 1981, debido al enorme aumento en las transferencias y los
subsidios a entidades fuera de control presupuestal directo.
Dadas las limitaciones del ahorro financiero nacional; el déficit interno del sector público, que se elevó de 5.9% del PIB en 1979 a 14.9% en 1981,
fue financiado cada vez más con endeudamiento externo. Esto tuvo dos efectos importantes. Primero aumentó la apertura externa de la economía
al crecer las importaciones de mercancías a una tasa vertiginosa: de 12 000 millones de dólares en 1979, a 18 500 en 1980 y 24 000 en 1981. En
segundo lugar, el desplazamiento interno de las necesidades privadas de crédito por el creciente endeudamiento gubernamental obligó a las
grandes empresas a utilizar cada vez más los mercados internacionales de capital para financiar sus inversiones. La facilidad con la que el sector
privado mexicano pudo obtener financiamiento en el extranjero durante esos años de reciclaje de excedentes petroleros, y las expectativas que los
ingresos petroleros le permitirían al gobierno sostener una tasa de cambio sobrevaluada indefinidamente, hicieron que muy pocas empresas usaran
el sistema de cobertura cambiaria instituido por el Banco de México. El bajo costo del crédito en moneda extranjera (excluyendo el riesgo
cambiario) lo hacía uno de los negocios más lucrativos de la época.
Los choques externos de 1980 y 1982 —primero el aumento en las tasas de interés y luego la caída del precio del petróleo— tuvieron efectos
desastrosos para la capacidad de pago al exterior de México. Los pagos de intereses al extranjero aumentaron de 4 066 millones de dólares en
1979 a 5 921 millones en 1980 y 8 882 en 1981. Los ingresos por exportaciones petroleras que habían crecido 190% entre 1979 y 1980, sólo
aumentaron 32% entre 1980 y 1981, aun cuando el volumen exportado creció en 39% (el presupuesto de 1981 suponía un aumento de 60% en los
ingresos petroleros, una proyección a todas luces demasiado optimista). Sin embargo, sería un error atribuirle a los choques externos toda la culpa
por el comportamiento de la economía mexicana después de 1981. El desequilibrio interno, causado por la situación financiera del sector público,
era la mayor fuente de desbalance externo.
El siguiente ejercicio hipotético aclara el argumento anterior. Supongamos que un “planeador prudente”, a la Díaz-Alejandro, hubiera administrado
las finanzas del sector público manteniendo constantes ciertos parámetros en sus niveles de 1979. En efecto, en ese año, la posición financiera del
sector público estaba prácticamente en equilibrio (se puede argumentar, sin embargo, que un planeador realmente prudente hubiera escogido 1978
como su año base). Suponemos, pues, que restringimos a las variables siguientes a conservar en 1980 y 1981 sus valores de 1979: la proporción
de la inversión pública que es financiada con recursos propios; el precio real de los bienes y servicios producidos por el gobierno; el monto de
transferencias y subsidios a entidades fuera de presupuesto como proporción del PIB, y el valor real de la tasa de cambio.
Si alimentamos el modelo de simulación PROGRAMA II1 con estos supuestos y tomamos como exógenos los valores de los parámetros
internacionales que de hecho acaecieron, podemos resolver el sistema de manera simultánea para las variables macroeconómicas que nos
interesan: la inversión pública, el déficit gubernamental, el endeudamiento público interno y externo, el endeudamiento privado (calculado para
financiar los niveles de inversión necesarios), y las exportaciones petroleras (calculadas de tal suerte que el presupuesto del gobierno y la balanza
de pagos estén equilibrados). Los resultados se presentan en los cuadros de las páginas siguientes.
Los cuadros 1, 2 y 3 muestran que unas políticas de finanzas públicas y de tasa de cambio más precavidas hubiesen implicado menor crecimiento
y mayor inflación en 1980-y 1981: el crecimiento acumulado del PIB hubiera sido12.2% en vez de 16.8% y la inflación 92.9% en vez de 63.7%. Sin
embargo, cuando los datos de 1982 se toman en cuenta, la comparación ya no es tan desfavorable: el “planeador prudente” hubiera causado un
crecimiento acumulado de 15.3% en tres años, en vez de la observada de 16.4%. Si incluimos 1983 en nuestra comparación la opción del
“planeador prudente” sería, sin duda alguna, la mejor. Por otra parte, el acervo de deuda externa seria 14 900 millones de dólares menor al final de
1982, y las reservas petroleras serían mayores en 285 millones de barriles al haberse explotado a un ritmo menor, lo que equivale a 10 121
millones de dólares adicionales a precios de 1980-198 1. Claro está, no debemos olvidar que el endeudamiento excesivo es, en cierta medida, la
contraparte de las inversiones financieras de los mexicanos en el extranjero y que se estiman en alrededor de 16 000 millones de dólares.
CUADRO 1
INDICADORES ECONÓMICOS BÁSICOS, 1980-1982
1980 1981 1982
PIB real1 8.3 7.9 - 0.5
(tasa de crecimiento)2 6.7 5.2 2.8
Deflactor del PIB1 28.7 27.2 61.2

1 Modelo de tamaño medio de la economía mexicana elaborado por Fernando Clavijo y utilizado en la Secretaría de Programación y Presupuesto.
23
(tasa de crecimiento)2 32.5 45.5 44.0
Déficit del sector público1 7.3 14.5 16.5
(porcentaje del PIB)2 7.0 10.0 9.3
Endeudamiento público interno1 4.3 6.1 12.6
(porcentaje del PIB)2 3.9 5.0 6.1
Endeudamiento público externo1 3.0 8.4 3.9
(porcentaje del PIB)2 3.1 5.0 3.4
1. Proyección base (datos observados).
2. Proyección alternativa (supuesto del “planeador prudente”).

CUADRO 2
EVOLUCIÓN DE LA DEMANDA AGREGADA, 1980-1982
(Tasa de crecimiento a precios constantes de 1970)
1980 1981 1982
1 2 1 2 1 2
PIB 8.8 67 7.9 5.2 -0.5 2.8
Consumo total 7.7 5.1 7.6 4.7 1.2 3.3
Privado 7.5 4.5 7.3 4.3 1.0 2.0
Público 9.5 10.0 10.0 10.0 2.3 10.0
Inversión total 14.9 8.8 14.7 6.6 -15.9 -2.5
Privada 13.7 8.0 13.9 4.0 -17.3 -6.0
Pública 16.6 10.0 15.8 10.0 -14.2 2.0
Exportaciones 4.3 20.6 6.2 11.0 13.7 9.0
Importaciones 31.8 13.1 20.2 0.8 -37.0 -13.0
1. Proyección base (datos observados).
2. Proyección alternativa (supuesto del “planeador prudente”).
El ajuste económico de los desequilibrios internos y externos, que había sido pospuesto durante 1981 mediante el endeudamiento externo, fue
impuesto por la realidad en 1982. Hubo fugas de capital importantes en las primeras semanas de 1982, que se aceleraron
CUADRO 3
DATOS BÁSICOS DE LA BALANZA DE PAGOS, 1980-1982
(Miles de millones de dólares)
1980 1981 1982 1980-1982
1 2 1 2 1 2 1 2
Exportaciones de petróleo crudo (miles de barriles/día) 830.0 650.0 1 100.0 750.0 1450.0 1 200.0 – –
Exportaciones de petróleo crudo (valor) 10.4 8.5 14.0 10.0 16.5 13.3 41.5 31.3
Endeudamiento público externo 5.2 5.0 20.0 9.0 6.5 7.0 31.7 21.0
Endeudamiento privado externo 6.4 5.7 5.0 1.8 4.1 3.8 15.5 11.3
Endeudamiento externo total 11.6 10.7 25.0 10.8 10.6 10.8 47.2 32.3
Déficit de cuenta corriente 7.3 5.7 12.5 7.7 7.7 2.7 27.4 16.0
1. Proyección base (datos observados).
2. Proyección alternativa (supuesto del “planeador prudente’).
en febrero de ese año. El pago de préstamos de corto plazo (la mitad de la deuda de 20 000 millones contratada en 1981 estaba a menos de un
año) y la reducción en los ingresos de PEMEX (el valor de las exportaciones de petróleo que representaban 72% de las exportaciones totales,
decrecieron 16 entre enero de 1981 y enero de 1982) crearon fuertes presiones sobre la balanza de pagos. Como resultado, las reservas
internacionales del Banco de México cayeron 1 458 millones de dólares en el primer trimestre de 1982.
El 18 de febrero de 1982, el gobierno dejó flotar el peso. Al final de ese mes la nueva tasa de cambió había alcanzado 45 pesos por dólar, lo que
implicaba una devaluación de 67%. Un programa de ajuste posdevaluatorio fue anunciado poco después. Las medidas principales de tal política
eran las siguientes: una disminución indiscriminada del presupuesto de 3%; controles de precios y reducciones arancelarias de 1 500 productos
básicos, y medidas para flexibilizar la política de fijación de la tasa de cambio y las tasas de interés.
En marzo de 1982, respondiendo a presiones sindicales el gobierno “recomendó” —si bien no decretó formalmente— un aumento de salarios de
emergencia: 10 o 30% dependiendo del nivel salarial. Esto representaba, después de la devaluación de febrero, el segundo choque de oferta en lo
que iba del año. Tuvo efectos desastrosos sobre las expectativas inflacionarias, sobre los costos y la posición de liquidez de las empresas. La tasa
de inflación, medida con respecto al mismo mes del año anterior, que había alcanzado 30.8% en enero y 34.7% en marzo llegó a 49.4% en junio.
La dinámica de la formación de expectativas obligó a un segundo ajuste importante de la tasa de cambio, lo que trajo efectos perversos de
retroalimentación entre inflación y devaluación.
El 5 de agosto de 1982, el gobierno introdujo el mercado dual de divisas. La tasa preferencial fue fijada en 50 pesos por dólar; misma que podía ser
usada para importaciones prioritarias, los pagos de intereses sobre deudas públicas y privadas, y la amortización de pasivos del sistema bancario
mexicano. La tasa libre se fijó en 70 pesos por dólar y debía ser usada para todas las otras transacciones. Dadas las características del sistema
financiero mexicano y la enorme cantidad de depósitos denominados en dólares (los llamados “mex-dólares’.’ representaban el 56.6% de los
pasivos totales del sistema bancario, cuando sólo representaban el 38.4% en enero del mismo año), un sistema dual era inherentemente inestable.
El riesgo que se percibía de un congelamiento de los depósitos en. “mex-dólares” y su conversión obligatoria a pesos provocó una fuga de
capitales aún mayor, resultando en enormes presiones sobre el tipo de cambio. Unos cuantos días después, se congelaron efectivamente los
24
depósitos en “mex-dólares”. Esta decisión tuvo efectos dramáticos sobre la confianza del público y sobre la estructura institucional del sistema
financiero. En un intento por calmar el descontento, el gobierno decidió que los depósitos en “mex-dólares” se convertirían a pesos a la tasa de 70
pesos por dólar, pero que los préstamos se convertirían a la tasa de 50 a uno (vale la pena recalcar que la mayor parte de los activos denominados
en dólares que cubrían los depósitos en “mex-dólares” correspondían ál encaje legal depositado en el Banco de México). Las pérdidas cambiarias
correspondientes) que representaban el 2.5% del PIB, fueron absorbidas por un aumento en la deuda interna del gobierno.
En esa época, las expectativas se centraban en: la introducción del control de cambios generalizado; un aumento de la desintermediación
financiera; el riesgo de un ataque especulativo sobre los bancos; el riesgo de una cadena de quiebras de empresas privadas y desempleo masivo;
el aumento de las fugas de capital y compras de pánico de bienes y servicios reales; la interrupción de las importaciones legales, y la ruptura de
relaciones comerciales y financieras normales con el resto del mundo.
III. EL PROGRAMA DE ESTABILIZACIÓN DE 1983-1984: CONCEPCIÓN GLOBAL Y MANEJO DE LOS INSTRUMENTOS DE POLÍTICA
El nuevo gobierno encontró el 1 de diciembre de 1982 una situación económica en creciente deterioro. Los dos problemas económicos que
caracterizaban la inestabilidad económica —una crisis en el mercado de cambios y una aceleración de la inflación— estaban empeorando y sé
retroalimentaban.
La introducción de controles completos sobre las transacciones en divisas del 1 de septiembre de 1982, propició que la mayoría de las
transacciones externas que quedaban, se llevaran a cabo, en el último trimestre de 1982, en un mercado ilegal dentro del país e incluso a través de
un mercado en pesos organizado en el seno del sistema bancario estadounidense y cuyo tamaño creció rápidamente. El valor promedio mensual
de las transacciones en divisas efectuadas dentro del sistema bancario mexicano disminuyó a la cuarta parte en relación con el período febrero-
septiembre. En esos meses, el crédito externo se interrumpió, el sector privado y algunos de los bancos nacionalizados dejaron de darle servicio a
sus dólares y las reservas en divisas del Banco de México se acercaron peligrosamente a cero.
Al principio de 1982, la tasa de cambio en el mercado negro llegó a 145 pesos por dólar, 5.5 veces más que su valor antes de la primera
devaluación de febrero de 1982. Al mismo tiempo, la paridad peso/dólar en el mercado a futuros de Chicago era dé 173 a 3 meses, 200 a 6 meses
y 239 a 9. Las expectativas del mercado eran que la tasa de devaluación iba a acelerarse. La inflación interna también estaba en una senda
explosiva, ya que la tasa anualizada durante el último trimestre de 1982 era de 125 por ciento.
La devaluación y la inflación tuvieron un efecto desastroso sobre los financieros, las finanzas públicas y la producción. El valor de los acervos
financieros en términos reales disminuyó 5% en 1982, y se estaba contrayendo a una tasa anualizada mucho mayor en el tercer y cuarto trimestres
de ese año. En el último trimestre, empero, el tremendo aumento en la base monetaria necesario para financiar el creciente déficit público y la
conversión forzada de los depósitos de “mex-dólares”, implicaron que los pasivos monetarios reales disminuyeran temporalmente a una tasa
menor. El déficit del sector público llegó a representar el 17.6% del PIB en 1982, siendo afectado cada vez más por la imposibilidad de obtener
financiamiento inflacionario y por la magnitud de las pérdidas en el mercado cambiario. El PIB disminuyó en 5% durante ese año, pero la
producción manufacturera estaba cayendo a una tasa anualizada de 10% en el segundo semestre de 1982. Al final de 1982, los pronósticos sobre
la situación económica indicaban un empeoramiento de la recesión, la aparición de una hiperinflación y la indización de algunos precios-clave de la
economía, prevaleciendo un clima de enorme incertidumbre y de falta de confianza.
Durante el período comprendido entre el 4 de julio (día de las elecciones) y el primero de diciembre (día de la toma de posesión), mientras que los
funcionarios públicos y los asesores del FMI analizaban las finanzas públicas y las proyecciones de balanza de pagos, el equipo económico del
presidente electo elaboraba la concepción global y el calendario de instrumentación del programa de estabilización. Se conformaron en ese
momento los siguientes principios básicos.
Se dejó de creer en la conveniencia de introducir ajustes graduales y se pensó en la necesidad de adoptar una política de estabilización
relativamente radical. Claro está que la severidad creciente de la crisis de pagos al exterior y la dificultad de obtener crédito externo suficiente para
financiar un ajuste gradual fueron factores cruciales en esta evolución. Es necesario apuntar que, en gran medida, fueron los sobresaltos de las
relaciones financieras internacionales los que invalidaron la opción de un ajuste gradual. Pero también es cierto que se tomó la decisión política de
evitar, a casi cualquier costo en el corto plazo, la posibilidad de una indización generalizada. Se pensó que, dados los desequilibrios existentes,
cualquier estrategia que no lograra contener los factores de inercia y que no modificara las expectativas existentes llevaría a altos niveles
permanentes de inflación e implicaría la indización, legal o de facto, de ciertas variables- clave (salarios, tasas de interés, tipo de cambio y precios
.públicos): la indización la adopta gradualmente el cuerpo social, como mecanismo de defensa ante los daños reales que causa la inflación, mucho
antes de que un gobierno se vea obligado a darle una sanción formal. La experiencia internacional demuestra así que una convivencia larga con un
nivel alto de inflación lleva inexorablemente a la adopción de mecanismos generalizados de indización. Éstos a su vez tienen múltiples desventajas:
primero, no logran cubrir a los sectores informales de la economía, particularmente relevantes en el caso de México, distorsionando aún más en su
contra la distribución del ingreso; segundo, inducen la desviación de cuantiosos recursos reales de la actividad productiva a la esfera de la
especulación financiera; tercero, rigidizan la estructura de precios relativos y aumentan la vulnerabilidad de la economía frente .a choques de
oferta, elevando considerablemente el costo social de cualquier esfuerzo posterior de estabilización o, incluso, intento de desindización. Por ello,
los costos de largo plazo de un ajuste gradual aparecieron claramente superiores a los costos inmediatos de una estrategia de estabilización
radical.
La situación privilegiada de México respecto a la “psicología social de la inflación” fue argumento importante para favorecer una resolución rápida
de los desequilibrios económicos subyacentes. La aparición de los altos niveles de inflación había sido tan repentina en la segunda mitad de 1982
que los agentes económicos no se habían acostumbrado a ellos al final de ese año. Cuando las tasas de crecimiento de los precios eran menores,
la “dolarización” del sistema financiero había funcionado como un seguro en contra de la inflación, evitando así su indización en relación con la
evolución de los precios internos. Se limitó el hábito social, de utilizar la inflación pasada como referencia general en la elaboración de contratos
comerciales o salariales. Para el tomador de decisiones era evidente que, en una estrategia de estabilización radical, la congruencia y la
credibilidad inicial del programa eran elementos cruciales para aprovechar un clima psicológico relativamente favorable en cuanto a las normas
25
sociales de convivencia con la inflación. De ello dependía la posibilidad de introducir un programa de ajuste económico drástico a un costo social
relativamente bajo.
Había consenso sobre el hecho de que en el corto plazo, el desequilibrio interno (i.e. el desequilibrio financiero del sector público) era más
trascendente que el desequilibrio externo (i.e. el problema de balanza de pagos); es decir que se necesitarían medidas más drásticas para resolver
en el corto plazo el primero que el segundo. Por ello, el diagnóstico oficial de la situación, así como la explicación de los orígenes de la crisis
económica, minimizaron la importancia de los factores externos y resaltaron por lo contrario la necesidad de ajustes internos. Esto era necesario
para crear las condiciones en las cuales iba a ser posible mantener una estrategia de ajuste severo aun después del mejoramiento inicial en la
balanza de pagos. Esto también quería decir que el restablecimiento inmediato de los flujos financieros “normales” y de las relaciones de comercio
con el resto del mundo no requerirían ajustes internos “excesivos” por lo menos en el cortó plazo (en el mediano plazo el argumento puede
cambiar).
En diciembre de 1982 el nuevo gobierno ratificó la carta de intención para un convenio de facilidad ampliada enviada en noviembre al FMI por las
autoridades mexicanas. El memorándum técnico era compatible con la Ley de ingresos y el presupuesto de egresos para 1983. El objetivo crítico
del programa implicaba una reducción del déficit del sector público a 8.5% del PIB, es decir 1.5 trillones de pesos para un PIB estimado en 18.2
trillones.
Vale la pena subrayar que los objetivos incluidos en el memorándum técnico habían sido calculados con base en las proyecciones económicas
para 1982 hechas con los datos disponibles, en el mes de agosto. Los eventos políticos de septiembre a noviembre, la incertidumbre creciente
causada por la introducción del control de cambios y la urgencia de llegar a un acuerdo con el FMI para que se restablecieran relaciones
financieras más normales con el exterior, no favorecieron la reconsideración de esas estimaciones en los últimos meses del año. Se preveía que en
1982 el PIB crecería 2%, la tasa de inflación alcanzaría 75% y el déficit el 16% del PIB. Para 1983 se proyectaba una paridad promedio peso/dólar
de 96.00 .y un precio promedio de 28.75 dólares por barril de petróleo. El cierre, del año 1982, del que se dispuso a principios de 1983, arrojó una
caída del PIB de .5% una inflación cercana al 100%, y un déficit del sector público de 17.6% del PIB (la medida real, una vez que. se incorporan las
pérdidas cambiarias acontecidas en 1982, es de hecho mucho, mayor, y del orden 4 el 20% dependiendo de la metodología usada).
De hecho, un nuevo ejercicio interno de presupuestación de las finanzas públicas se elaboró a principios de 1983 (después de la reunión de la
OPEP de febrero en la que se acordaron reducciones de precios y, se ajustaron las cuotas de producción), con base en información más
actualizada sobre el comportamiento interno de la economía. La creación de una reserva especial con fondos presupuestales no asignados
constituyó, desde un inicio, una variable estratégica que permitiría la reestructuración del programa de ajuste. Se respetaron los objetivos sobre
déficit gubernamental que se habían acordado con el FMI, creando así un clima de confianza tanto interno como externo sobre la voluntad del
gobierno de llevar a cabo un proceso drástico de ajuste, pero el sentido económico de las medidas correspondientes fue muy diferente de la
intención que se tenía originalmente. Una pregunta interesante que consideraremos más adelante es por qué los objetivos para el PIB nominal y el
déficit gubernamental fueron respetados, aunque los supuestos bajo los cuales fueron determinados resultaron falsos.
Durante su discurso de toma de posesión, el 1 de diciembre de 1982, el presidente Miguel de la Madrid anunció un Programa inmediato de
Reordenación Económica (PIRE) que constaba de diez puntos: la reducción de la tasa de crecimiento del gasto público; la protección del empleo; la
continuación de proyectos públicos ya iniciados, con un criterio selectivo; el reforzamiento de las normas existentes para garantizar la disciplina, la
programación adecuada y la eficiencia en la ejecución del gasto público autorizado; el apoyo y los incentivos a la producción, las importaciones y la
distribución de alimentos básicos; al aumento de los ingresos públicos; una canalización adecuada del crédito a las actividades prioritarias; el
regreso del mercado de divisas al control del Estado; una reestructuración de la administración pública federal, y una consolidación del sistema
económico mixto definido en la Constitución. Estos objetivos ortodoxos globales se aplicaron mediante un manejo selectivo y a veces poco
ortodoxo de los instrumentos de la política económica.
1. Finanzas públicas
La reducción en el tamaño del déficit público se obtuvo mediante un ajuste selectivo de los ingresos y de los gastos. En 1983, los recortes
presupuestales y los aumentos en los ingresos debían contribuir por igual a la disminución del déficit de las finanzas públicas en al rededor de 9
puntos porcentuales del PIB. Una disciplina presupuestal estricta debía aumentar la eficiencia del gasto público cuyo nivel se había reducido. Al
mismo tiempo, las prioridades sectoriales del presupuesto se redefinieron hacia el ámbito social (educación, salud y seguridad social) y las
actividades intensivas en mano de obra (agricultura e infraestructura de transportes). El sector industrial y el sector energético sufrieron el mayor
recorte presupuestal: su capacidad instalada era suficiente para atender una demanda decaída y, en la mayoría de los casos, se podían posponer
las inversiones correspondientes, sin efectos dañinos en el mediano plazo.
Las medidas para aumentar los ingresos públicos trataron de minimizar los efectos redistributivos negativos. En 1983, un sobre impuesto especial
de 10% fue aplicado a los niveles altos de ingreso y la mayoría de las bases especiales de tributación fueron eliminados. Aumentó el Impuesto al
Valor Agregado de 10 a 15% y se introdujo un impuesto adicional al consumo suntuario. La mayoría de los precios del gobierno fueron ajustados
hacia arriba, siendo el mayor aumento el de la gasolina Por otra parte, se mantuvieron los subsidios reales a los alimentos básicos. Se esperaba
que los aumentos en los impuestos redujeran el déficit en 2 puntos porcentuales y que las medidas de política de precios contribuyeran con 2.5
puntos adicionales del PIB.
Se introdujo dentro de la estrategia de contracción presupuestal, un programa emergente de creación de empleos en áreas rurales deprimidas y en
áreas urbanas críticas, así como un programa de servicio social para estudiantes. Estos programas atendieron exitosamente los problemas
sociales más urgentes gracias a su flexibilidad: los gobernadores de los estados de la República administraban directamente los recursos
correspondientes, respondiendo a las necesidades comunitarias más urgentes, y los fondos se distribuían mediante líneas de crédito especiales en
el sistema bancario, de manera que se garantizó eficiencia y control. Se estima que estos programas crearon 365 000 y 420 000 puestos de trabajo
en 1983 y 1984, respectivamente.

26
2. Tipo de cambio
A pesar de las recomendaciones del FMI, se introdujo un mercado dual de divisas para poder estabilizar inmediatamente la dinámica especulativa
al menor costo posible para la economía real. Dadas la incertidumbre y la desconfianza que reinaban, aunadas a la falta de depósitos en “mex-
dólares” que habían permitido controlar las fugas de capital hasta entonces, se pensó que un mercado unificado sería muy volátil y que ello tendría
efectos dañinos tanto sobre la inflación como sobre la producción, razón por la cual se mantuvo el control de cambios. Este peligro
contrabalanceaba con creces el costo administrativo del sistema de controles cambiarios.
El sistema fue establecido el 13 de diciembre de 1982. Se incluyeron en el mercado “controlado” todas las transacciones que podían ser
controladas en la práctica: exportación de mercancías, pagos por las maquiladoras a los factores nacionales y préstamos del exterior. Por otro lado,
fueron incluidas la mayoría de las importaciones y el servicio de la deuda tanto pública como privada. El mercado “controlado” recogía
aproximadamente el 80% de las transacciones corrientes, y esta proporción aumentó durante 1983 y 1984, El turismo, las transacciones fronterizas
y las otras operaciones financieras y de servicios se canalizaron a través del mercado “libre”.
Cuando este mercado dual comenzó sus operaciones el 20 de diciembre de 1982, la paridad inicial fue de 148.5 pesos por dólar (a la compra) y
150.00 pesos por dólar (a la venta). El criterio utilizado para determinar esa paridad fue la intención de “destruir” cuanto antes el mercado de pesos
en territorio estadounidense cuya tasa fluctuaba alrededor de 145 pesos por dólar. Se obtuvo ese resultado en pocos días. La paridad en el
mercado “libre” constituía una restricción sobre el nivel y la evolución del mercado “controlado”, ya que un diferencial demasiado grande lo hubiera
destruido operacionalmente La paridad del mercado “controlado” se estableció en 95.9 pesos por dólar y el desliz se fijó en 13 centavos por día. Se
pretendía que un desliz nominal por un monto fijo implicara una tasa porcentual decreciente, lo que debía contribuir a reducir las presiones
inflacionarias y a estabilizar las expectativas. Como el desliz acumulado á partir de diciembre de 1982 resultó ser menor que la inflación durante el
período correspondiente, el tipo de cambio real mostró una tendencia a la reducción. Aunque esto fuera normal después del sobre ajuste inicial,
quedaba aún por determinar la tasa de cambio real apropiada para el largo plazo. El 5 de diciembre de 1984 el desliz se aceleró a 17 centavos por
día, juzgándose ya insuficiente el grado de subvaluación alcanzado por el tipo de cambio. No cabe duda que el ajuste del desliz cambiario marcó
un punto de inflexión en la estrategia de lucha contra la inflación. El Banco de México intervino de una manera pragmática en el mercado “libre” con
el propósito de mantener la tasa constante hasta agosto de 1983, cuando fue introducido un deslizamiento de 13 centavos diarios; en diciembre de
1984, el “deslizamiento libre” fue también ajustado hacia la alza a 17 centavos diarios. En febrero-marzo de 1983, durante la crisis petrolera previa
a la reunión de la OPEP en Londres, en la cual la creciente incertidumbre significó un exceso de demanda en el mercado cambiario a la tasa de
150 pesos/dólar, tuvo lugar un episodio interesante en el manejo del mercado cambiario. En vez de una intervención en gran escala o dejar al
mercado ajustarse libremente, como algunos lo sugirieron, el Banco de México permitió que creciera el mercado de pesos en el sistema bancario
estadounidense al ofrecer una tasa de cambio mayor que en México. Cuando la incertidumbre terminó, este mercado desapareció. De esta forma,
las autoridades monetarias lograron manejar exitosamente los efectos asimétricos sobre las expectativas de un ajuste en el mercado de pesos en
los Estados Unidos o en el mercado de dólares en México. Un ajuste en la tasa de cambio “libre” oficial hubiera tenido seguramente efectos
desestabilizadores sobre las expectativas y la inflación.
CUADRO 4
DINÁMICA DE TIPO DE CAMBIO, MERCADO CONTROLADO, 1983-1984
Valor nominal Porcentaje de subvaluación1
(peso/dólar Estados Unidos)
1983 I 104.4 21.5
II 116.0 18.3
III 128.1 16.1
IV 139.7 14.3
1984 I 151.9 2.2
II 163.7 4.8
III 175.7 3.5
IV 187.7 3.9
1. Calculado usando un método de paridad del poder de compra, base 1978 = 100; se comparó la evolución del índice de
precios al consumidor de México y la inflación promedio de 19 países ponderada por la estructura del comercio internacional
de México.
La intervención acumulada neta en el mercado libre durante 1983 solamente fue de alrededor de 200 millones de dólares: esta cifra muestra que la
intervención estuvo de hecho limitada a contrarrestar con oportunidad presiones especulativas transitorias que hubieran podido tener efectos
dañinos permanentes sobre las expectativas.
3. Reestructuración de la deuda externa
Como es sabido, el 22 de agosto de 1982, el gobierno mexicano pidió una moratoria de 90 días para los vencimientos de la deuda pública externa.
Durante estos tres meses, sólo se haría el pago correspondiente a los intereses; se elaborarían paralelamente los términos para la reestructuración
del principal y se propondrían conjuntamente con el recientemente creado “comité asesor de bancos”. Es importante recordar que este anuncio, el
cual en alguna medida inició el drama de las deudas de los países en desarrollo y la pesadilla de la comunidad financiera internacional, fue
precedido por conversaciones entre las autoridades mexicanas y una misión del Fondo Monetario Internacional sobre un convenio de tipo stand by,
así como por difíciles pero exitosas negociaciones para obtener un crédito-puente del Departamento del Tesoro y del Ministerio de Agricultura
(CCC) de los Estados Unidos. Casi simultáneamente, la Reserva Federal y algunos bancos centrales europeos establecieron una disponibilidad de
1 900 millones de dólares, administrada por el Banco de Pagos Internacionales, para apoyar temporalmente la balanza de-pagos de México.
Para fines de noviembre de 1982, las autoridades financieras de México propusieron un esquema para la reestructuración de los vencimientos de la
deuda pública con bancos comerciales internacionales, correspondientes al período comprendido entre agosto de 1982 y diciembre de 1984, los
cuales alcanzaron aproximadamente 23 000 millones de dólares-estadounidenses. Al mismo tiempo, un nuevo préstamo de 5 000 millones de
27
dólares fue solicitado para satisfacer los pagos externos de 1983 y los requerimientos de acumulación de reservas. El paquete de reestructuración
fue firmado en agosto de 1983 y la comunidad financiera internacional, en una operación de “sindicación forzada”, otorgó el préstamo requerido
como apoyo al programa de ajuste convenido con el Fondo Monetario Internacional.
En el segundo semestre de 1984, las autoridades financieras mexicanas comenzaron a negociar un convenio de reestructuración multianual con el
fin de recalendarizar los 48 700 millones de dólares a vencer desde 1985 hasta 1990. En marzo de 1983, un primer paquete fue firmado con 550
bancos internacionales, por un monto de 28 600 millones de dólares, el cual incluía los 23 000 millones que habían sido objeto de la primera
reestructuración (agosto de 1982-diciembre de 1984) y los 5 000 millones de dólares del préstamo “jumbo” otorgado en marzo de 1983. El segundo
paquete de 21 000 millones de dólares correspondió a deuda adquirida por las empresas del sector público, teniendo que ser firmada sobre una
base individual hasta agosto de 1985.
Como parte del convenio de reestructuración multianual, la tasa base fue cambiada del prime norteamericano al Libor, se abrieron opciones para la
diversificación de monedas, los diferenciales fueron reducidos, y las cuotas de reestructuración (previamente de 1%) fueron sufrir Los diferenciales
serán como sigue: 7/8 para el período 1985-1986, 1 1/8, para el periodo 1987-1991 y 1 1/4 para el período 1982-1988; el diferencial promedio será
1.11 %; previamente, los diferenciales eran 1 7/8 sobre Libor y 1 3/4 sobre el prime rate. Los vencimientos del principal crecerán gradualmente a
partir de niveles muy bajos en 1986, conforme la capacidad de obtención de divisas del país se fortalezca.
La reestructuración de la deuda privada externa fue llevada a cabo a través de un mecanismo relativamente más original, establecido en diciembre
de 1982. Se requería urgentemente .un programa con el fin de aliviar en el corto plazo la mayoría de las grandes empresas de la enorme carga
derivada del servicio de la deuda externa, redistribuyéndola en el tiempo. El diseño financiero y legal de este programa, llamado FICORCA, fue
guiado por los siguientes criterios básicos:
o el sector público no absorbería, en ningún caso, el riesgo comercial correspondiente a los pasivos en moneda extranjera del sector
privado; la reestructuración resultaría de negociaciones individuales entre las empresas mexicanas y los bancos internacionales;
o el sector público absorbería el riesgo cambiario; el programa seria autofinanciable y no generaría subsidio alguno si las autoridades
ajustan en promedio el tipo de cambio nominal de acuerdo con el diferencial de inflación y las tasas de interés domésticas se acercan a
su valor “natural” (paridad de tasa de interés cubierta con el exterior); no escapa que estas condiciones pueden constituir una severa
restricción al manejo de la política económica; sin embargo, cabe reconocer que al momento de introducir el programa, el tipo de cambio
controlado tenía un grado significativo de subvaluación, lo que permitía prever la generación inicial de una reserva técnica a favor de
FICORCA, con la cual podrían absorberse posteriormente movimientos desfavorables en las tasas de interés o el tipo de cambio;
o el mecanismo sería de una naturaleza general y la mayoría de las empresas deberían tener acceso a él, aun aquellas con restricciones
muy severas de liquidez a corto plazo;
o las autoridades monetarias inducirían una estructura temporal para la reestructuración de la deuda privada compatible con las
restricciones macroeconómicas de mediano plazo del país.
Este programa fue muy exitoso. Cuando se cerraron las posibilidades de su acceso el 25 de octubre de 1983, un monto de 11 608 millones de
dólares fue reestructurado a través de FICORCA lo que representaba la mayoría de la deuda privada externa. Es importante notar que el 40% de
los pasivos correspondientes fueron reestructurados a mayores plazos que el perfil requerido por FIC0RCA: un horizonte de pago de ocho años
con cuatro años de gracia. Al lograr posponer en el corto plazo pagos de principal de la deuda privada externa, este programa contribuyó a evitar
presiones sobre los flujos de capital: la salida neta registrada sólo alcanzó 853millones de dólares durante 1983 y 1984 (sin embargo, algunos
pagos fuera del esquema de FICORCA podrían haber aparecido en la cuenta de errores y omisiones).
4. La política salarial
La política salarial fue un elemento fundamental en el manejo de la demanda agregada nominal, contribuyendo directamente a reducir la inflación y
las expectativas inflacionarias; asimismo, permitió mantener los niveles prevalecientes de empleo y alcanzar una depreciación real del tipo de
cambio. La negociación del salario mínimo en diciembre de 1982 —tradicionalmente una decisión conjunta entre trabajadores, empresarios y
gobierno— fue crítica para indicar el patrón básico de ajuste durante 1983-1984. Dos parámetros fundamentales fueron definidos en esta etapa:
o la negociación salarial debería basarse en expectativas inflacionarias orientadas hacia la baja, no tomando automáticamente como
referencia la inflación pasada, con el propósito de reducir las presiones sociales en favor de la indización y factor inerciales en la dinámica
del proceso inflacionario; este esquema induciría en forma endógena cierta caída del salario real, inevitable durante el período de ajuste.
o dados los niveles prevalecientes de inflación, la negociación salarial debería fundarse en dos entregas semestrales, con el fin de permitir
ajustes nominales relativamente moderados, requeridos para estabilizar las expectativas; asimismo, permitirían prevenir variaciones muy
agudas en los salarios reales y contribuir a estabilizar la evolución de la demanda agregada real. El Ejecutivo envió al Congreso una
iniciativa para modificar la Ley de Salarios Mínimos de tal suerte que se abriera la posibilidad de introducir, de manera discrecional y no
automática, varios ajustes en el año.
Un incremento de 25% para el salario mínimo fue negociado en diciembre de 1982; se anticipó la posibilidad de un segundo ajuste de 12% para el
1 de julio de 1983, pero éste no fue formalmente acordado. Una doble entrega de esta magnitud hubiera provocado una caída de 18% en el salario
real, si se hubiera alcanzado la nieta de inflación de 60% fijada inicialmente para el año de 1983. El segundo ajuste fue en realidad del 14% y se
introdujo el 14 de junio de 1983: de esta suerte, la: reducción promedio del salario real mínimo alcanzó un 26%, para una inflación en los precios al
consumidor de 80%. Durante 1984, el salario mínimo también se incrementó dos veces, 30.4 el 1 de enero, 20% el 15 de junio; la reducción
promedio en el salario real mínimo alcanzó un 6%, para una inflación en los precios al consumidor de 59.2 por ciento.

28
Durante 1983 y 1984, los salarios contractuales a nivel de empresa o de rama de actividad fueron negociados en términos similares: dos ajustes
semestrales, el segundo vinculado en la mayoría de los casos a la segunda revisión del salario mínimo. Aun cuando las autoridades laborales
recomendaron alguna flexibilidad con el fin de tomar en cuenta la heterogeneidad de la situación económica de las empresas, los ajustes promedio
cayeron dentro de rangos similares: desde 25 hasta 29 % para: la: primera revisión salarial durante 1983; desde un 15 hasta: un 18% para la
segunda durante 1983; desde 29 hasta 34% para la primera revisión en 1984 y de 19 a 23% para la segunda. Se manifestó cierta preferencia por
ajustes proporcionales por razones de equidad: así los salarios mínimos y contractuales cayeron en proporción similar. Sin embargo, los salarios
del sector público a niveles medio y alto cayeron en mayor proporción que en el resto de la economía, fundamentalmente durante 1983.
5. Precios y tarifas del sector público
Como ya se dijo, los precios del sector público fueron ajustados hacia el alza con el propósito de incrementar el ingreso y de corregir distorsiones
en los precios relativos. Estos ajustes fueron. un factor crítico en la determinación del, perfil inflacionario y la evolución de los salarios reales.
Durante el período 1983-1984 los ajustes en precios nominales alcanzaron su cometido en el logro de un cambio en precios relativos.
CUADRO 5
EVOLUCIÓN DEL ÍNDICE RELATIVO DE LOS PRECIOS DEL SECTOR PÚBLICO VS. LOS PRECIOS DEL SECTOR PRIVADO, 1982-1984
(Índice de valor 1978 = 100)
1982 I 101.3 1984 I 140.7
II II 144.7
III III 130.5
IV IV 133.4
1983 I 131.5
II 138.9
III 133.6
IV 139.0

La gama de controles administrativos sobre los precios del sector privado fue reducida. Se definió una canasta de consumo básico centrada en
catorce artículos alimenticios: los subsidios reales a estos productos fueron incrementados de tal forma que el índice de precios de esta canasta
creció menos que el salario nominal mínimo durante 1983. A pesar de esta política, la inflación reprimida en 1983 no fue muy significativa, ya que
los precios controlados sólo se rezagaron 4% en relación a los precios del mercado libre. Esta situación se revirtió durante 1984, cuando los precios
controlados se incrementaron en un 66.1% contra 55.7% en el caso de los precios de mercado libre. El comportamiento de los productos
intermedios estratégicos y los bienes de consumo básico fue diferente. Asimismo, los precios relativos mostraron una gran variabilidad como
consecuencia de una política de ajustes demasiado bruscos en un contexto altamente inflacionario; como veremos más adelante, esta variabilidad
de precios relativos, inducida en gran medida por decisiones gubernamentales, fue un factor importante en la retroalimentación de la inercia
inflacionaria.
Finalmente, es importante notar que los precios agrícolas de garantía durante 1983 y 1984, fueron incrementados en términos reales con el
propósito de estimular la producción e iniciar la reversión de una larga historia de discriminación de precios en contra de la agricultura. Esta política
presionó al alza los subsidios a los productos de consumo final y a la baja el salario real.
CUADRO 6
EVOLUCIÓN DEL INDICE RELATIVO DE LOS PRECIOS CONTROLADOS VS. LOS PRECIOS LIBRES DEL SECTOR PRIVADO, 1982-1984
(Índice de valor, 1978=100)
Índice general Índice de productos estratégicos intermedios Índice de bienes de consumo básico
(valor real) (valor real)
1982 I 159.2 95.6 95.2
II 185.0 92.3 91.0
III 220.2 96.7 97.9
IV 261.5 100.4 104.6
1983 I 330.1 94.9 105.6

II 385.8 95.5 105.6


III 436.9 95.3 102.6
IV 486.7 99.4 103.6
1984 I 567.2 99.3 103.6
II 628.2 103.0 108.8
III 695.0 101.2 104.2
IV 763.6 104.6 103.4

CUADRO 7
EVOLUCIÓN DE LOS PRECIOS AGRÍCOLAS DE GARANTÍA, 1979-1984
(Índice de valor, 1978=1000)
1979 1980 1981 1982 1983 1984
93.2 98.5 95.5 75.9 77.7 85.4
6. Política de tasas de interés

29
El manejo de las tasas de interés con inflación alta y sin indización formal enfrenta muchos problemas, entre los que destacan dos: por un lado, la
relación entre el nivel de la tasa dé interés y las reglas de paridad “abierta” o “cerrada”; por otro, la estructura temporal de la tasa de interés y la
liquidez de la intermediación financiera.
En un contexto de inflación alta, la política de tasas de interés puede orientarse hacia cualquiera de dos polos posibles: el respeto a la condición de
paridad “abierta” u el anuncio del mantenimiento de una regla de paridad “cerrada”. En el primer caso, se fija la tasa doméstica para igualar la tasa
externa aumentada por la tasa de devaluación y, en su caso un premio de riesgo: de esta forma se limitan las posibilidades de arbitraje entre el
sistema financiero doméstico y el internacional. En el segundo, se cuida que la tasa nominal cubra la inflación interna y genere un rendimiento real
fijo: de esta forma, se limitan las posibilidades de arbitraje entre instrumentos financieros y activos reales domésticos. En ausencia de mecanismos
generalizados de indización, la regla de paridad “cerrada” es de difícil instrumentación; la condición de paridad “abierta” se vuelve entonces una
referencia natural para el manejo de las tasas de interés, sobre todo si el objetivo de las autoridades monetarias es garantizar la estabilidad del
mercado cambiario. Ello ocurrió en México en el período 1983-1984.
Cuando acontece una devaluación discreta, es posible que exista un ‘”sobredisparo” inicial del tipo de cambio real y que éste se reduzca
gradualmente a través del tiempo. La condición de paridad “abierta” indica que la tasa de interés interna real estará por abajo de la externa cada
vez que el tipo de cambio real se esté apreciando. De esta forma, a finales de 1982, el disparo y la estabilización a un valor nominal constante del
tipo de cambio libre, el cual es relevante para el arbitraje financiero, dio inicialmente un espacio considerable para el manejo de la política de tasas
de interés: la tasa de interés real podía ser negativa sin inducir salidas de capital. Esto sucedió durante el primer semestre de 1985, y redujo de
manera significativa la carga del servicio de la deuda del sector público y de las empresas privadas durante la etapa inicial del proceso de
estabilización.
Como se observa en el cuadro 8, la política de tasas de interés no aprovechó en forma completa el margen brindado inicialmente por la cobertura
de las tasas externas: los rendimientos reales hubieran podido ser más agresivamente negativos. La falta casi absoluta de reservas internacionales
a principios de 1983 y el daño futuro que puede crear sobre las expectativas y la estabilidad del sistema financiero dicha política limitó el alcance de
lo que se pudo lograr en esta materia. No cabe duda, sin embargo, que la posibilidad de mantener tasas de interés reales negativas fue uno de los
factores clave en la estabilización económica de 1983. Las tasas de interés pasivas llegaron a ser moderadamente positivas en términos reales
cuando se inició el deslizamiento del tipo de cambio libre. Por su parte, las tasas activas se redujeron permanentemente en términos nominales
aunque el congelamiento del rendimiento nominal de algunos cajones de crédito, debido a regulaciones previas, significó que las tasas reales
fueron mayores de lo que hubiera sido posible bajo un esquema de menor regulación (véase cuadro 9).
CUADRO 8 TASAS DE INTERÉS SOBRE DEPÓSITOS A TRES MESES. 1982-1984
(Rendimientos compuestos efectivos nominales y reales)
Nominal Real Real cubierta1
1982 I 33.9 -18.0 104.7
II 41.6 -23.6 36.5
III 51.2 -31.5 213.9
IV 47.8 -31.7 198.3
1983 I 60.0 -25.9 -76.2
II 60.3 -8.1 -49.5
III 57.7 -0.8 -38.4
IV 56.4 -6.9 -13.4
1984 I 51.0 -18.5 -25.6
II 48.2 -2.8 -7.8
III 48.4 3.7 0.1
IV 45.0 -6.4 -9.8
1. Se refiere a la tasa real interna que hubiera prevalecido en condiciones de paridad “abierta”, tomando coma referencia la evolución del tipo de cambio libre.

CUADRO 9
TASAS DE INTERÉS ACTIVAS APLICADAS A PRÉSTAMOS BANCARIOS. 1983-1984*
Nominal Real
1983 I 84.5 1.1
II 96.3 36.8
III 97.1 47.6
IV 91.7 36.3
1984 I 83.8 19.1
II 72.3 26.8
III 72.6 35.2
IV 66.4 21.0
*Incluye comisiones y reciprocidades.
30
Importa destacar que, sobre todo durante los primeros dieciocho meses del programa de estabilización, el control del déficit fiscal y la moderación
de la demanda de crédito del sector privado permitieron que la política monetaria fuera de facto pasiva, es decir, que acomodara la expansión
crediticia asociada con una trayectoria de las tasas de interés, determinada de manera relativamente exógena y de acuerdo con una regla de
paridad “abierta” en función del deslizamiento anunciado del tipo de cambio. Al elevarse el déficit fiscal y reactivarse la demanda de crédito del
sector privado, la anterior política monetaria podría tornarse incompatible con el abatimiento de la inflación: en tales condiciones, una política
monetaria pasiva induce una expansión crediticia incompatible con el ritmo anunciado de deslizamiento cambiario o con la preservación del nivel de
reservas internacionales del Banco Central. La política monetaria debe entonces tornarse activa, es decir fijarse como meta operacional el
crecimiento del crédito interno del Banco Central, y dejar que la tasa de interés se ajuste al alza de manera endógena. La magnitud del
desequilibrio monetario interno, más que las reglas de paridad “abierta” o “cerrada”, se constituye entonces en el determinante de la evolución de
las tasas de interés. En el último trimestre de 1984, se manifestaron indicios en el dinamismo de las variables reales y financieras que podían
conducir gradualmente al Banco Central a adoptar una política monetaria más activa.
El aumento de la incertidumbre y del riesgo asociado con altos niveles de inflación provocan la desaparición de la intermediación financiera a plazo.
Cabe subrayar, sin embargo, que puede ser conveniente para las autoridades monetarias agudizar transitoriamente este fenómeno, a través de
una estructura temporal de las tasas de interés que premie el ahorro en instrumentos de corto plazo: en una estrategia de desinflación rápida y
exitosa, cualquier otra política podría resultar en tasas de interés reales excesivamente altas. Por supuesto, la contrapartida de esta política es una
considerable vulnerabilidad’ del sistema financiero frente a acontecimientos externos o internos desfavorables. Durante 1983-1984, la estructura
temporal de las tasas de interés favoreció la captación a corto plazo como se observa en el cuadro 10 y permitió una retroalimentación positiva en
el proceso de abatimiento de la inflación.
CUADRO 10
ESTRUCTURA TEMPORAL DE LOS DEPÓSITOS BANCARIOS, 1983-1984
(Porcentaje de los valores del acervo)
1983 1984
I II III IV I II III IV
Líquidos 32.7 32.5 29.7 32.3 42.8 51.2 54.9 58.9
Cheques 0.6 0.5 0.5 0.7 0.6 0.6 0.4 0.5
Un mes 5.2 5.8 4.9 5.4 4.8 4.7 4.2 4.3

Call-money 8.6 7.4 7.0 7.3 5.5 5.1 4.9 -5.4


Otros 0.8 0.8 0.8 0.7 0.6 0.8 0.7 0.6
No líquidos 67.3 67.5 70.3 67.7 57.2 48.8 45.1 41.1
3 meses 45.1 52.7 45.0 38.6 40.5 38.6 38.4 32.6
6 meses 14.1 7.5 20.3 26.0 14.8 7.7 4.3 6.3

12 meses 5.2 4.4 2.5 0.6 0.5 0.4 0.7 0.7


18 meses 0.2 0.2 0.1 0.1 0.1 -- -- --
24 meses 1.4 1.5 1.4 0.6 0.5 0.6 0.3 0.1

Más 1.3 1.2 1.0 1.8 0.9 1.4 1.3 1.3

7. El sistema de protección comercial


El sistema de protección comercial es un instrumento fundamental en el marco de un programa de estabilización, aun cuando la complejidad de su
manejo administrativo oscurece a veces sus interrelaciones con la política económica general.
A finales de 1982, como consecuencia de la escasez absoluta de divisas, la totalidad de las fracciones de la tarifa general de importación estaba
sujeta al régimen de permiso previo. En el período enero-octubre de 1983, los permisos de importación se concedieron en forma limitada, aun
cuando el número de permisos sin utilizar alcanzó volúmenes significativos; de octubre en adelante, las autorizaciones crecieron para acomodarse
al incremento deseado en las importaciones inducido por la recuperación gradual de la actividad económica. A principios de 1984, al tiempo que se
canalizaron a través del mercado controlado las importaciones que aún permanecían en el mercado libre, se adoptó una serie de medidas
tendientes a liberalizar selectivamente el sistema de permisos de importación: autorizaciones sin restricciones para artículos esenciales, tales como
ciertos productos farmacéuticos; dispensa de permiso de importación para 1 703 fracciones de la tarifa (de un total de 8 050); otorgamiento
automático de permisos de importación para 275 insumos esenciales para la pequeña y mediana empresa; autorización automática de
importaciones de maquinaria de hasta 100 000 dólares, sujeta a ciertos requerimientos, y autorización selectiva de importaciones para limitar
escaseces sectoriales o prácticas oligopólicas
En diciembre de 1984,83% de las importaciones (en términos de valor) seguía sujeto al régimen de permiso previo y la mayoría de las fracciones
entonces liberadas correspondían a bienes que no se producen en México. Ello indica que, para fines prácticos, la protección comercial se manejó
durante el bienio 1983-1984 mediante restricciones cuantitativas a la importación, sin que se permitiera un arbitraje directo de precios con el
exterior para el conjunto de bienes producidos en México y comerciables internacionalmente. No es de sorprender que, en dichas circunstancias, la
protección implícita no haya mantenido relación alguna con el nivel nominal de los aranceles y se haya elevado considerablemente a lo largo del
bienio 1983- 1984, tal como se evidencia en el cuadro 11.
El crecimiento de la protección implícita, determinada de manera endógena por el sistema de permisos previos de importación, permitió que las
empresas pasaran costos a precios (incluyendo costos financieros que corresponden a una amortización inflacionaria de la deuda) y prohibió que el
31
deslizamiento del tipo de cambio constituyera un tope efectivo a la evolución del precio interno de los bienes comerciables. Ello facilitó el
2
saneamiento financiero de las empresas R pero amplificó la magnitud de la inevitable caída del salario real y obstaculizo considerablemente el
abatimiento de la inflación.

CUADRO 11 EVOLUCIÓN SECTORIAL DE LA PROTECCIÓN IMPLICITA 1983-1984


Septiembre Septiembre Diciembre
1983 1984 1984
Promedio Total -26.0 -15.0 -11.0
Productos primarios de origen agropecuario 22.1 -12.0 -2.0
Industrias extractivas -41.1 -33.0 -3.5
Industria manufacturera -14.1 -2.0 2.0
Manufacturera tradicional (-24.0) (-11.0) (-8.0)
Manufacturera intermedia (-14.0) (-5.0) (2.0)
Manufacturera moderna (4.8) (17.0) (21.0)
Petróleo y derivados -70.0 -61.0 -62.0
*Definida como Pi  1 , donde Pi y Pf son los precios internos y externos corregidos por tipo de cambio, fletes y seguros.
Pf

1. El ajuste interno
a] Evolución de las finanzas públicas
El ajuste de las finanzas públicas constituyó el elemento central del programa de estabilización. El cuadro 12 muestra la evolución de las finanzas
públicas durante el período 1982-1984, comparando las proyecciones contenidas en el programa convenido con el FMI y los resultados que
finalmente se obtuvieron.
Un ejercicio de programación de las finanzas públicas parte en general de una estimación del PIB nominal, ya que la meta global del ajuste fiscal se
refiere a la evolución deseada del déficit público como porcentaje del PIB. Como se observa en el cuadro 12, se sobreestimó el PIB en 3.4% para
1982 y 2.6% en 1983 y se subestimó en 14% para 1984: estos márgenes de error se originaron en desviaciones con relación a lo previsto tanto del
PIB real como del deflactor. Cabe notar sin embargo que el error de estimación de 1983 se origina en las deficiencias de la estimación del cierre de
1982, ya que las desviaciones de la actividad económica y de la inflación durante 1983 tendieron a compensarse: la inflación fue mayor, pero la
actividad real menor; en 1984, las desviaciones de ambos conceptos se dieron en el mismo sentido
CUADRO 12 EVOLUCIÓN DE, LAS FINANZAS PÚBLICAS, 1982-198
(Porcentaje PIB)
1982 1983 1984
(e) (c) (p) (c) (p) (c)
DÉFICIT CON IMPACTO MONETADO 16.5 17.4 8.5 9.4 6.4 9.1
Intereses devengados con el Banco Central pendientes de registro1 - - - 0.3 - 1.4
DÉFICIT FINANCIERO NETO TOTAL 16.5 17.4 8.5 9.1 6.4 7.7
Intermediación finaciera2 1.3 1.4 1.1 0.4 0.7 1.3
DÉFICIT ECONÓMICO CONTABLE 15.2 16.0 7.4 8.7 5.7 6.4
Déficit fuera de presupuesto3 1.0 1.0 0.9 0.9 0.3 1.4
DÉFICIT PRESUPUESTAL 14.1 15.0 6.5 7.8 5.4 5.0
INGRESOS PRESUPUESTALES 26.9 30.02 27.5 34.5 31.8 33.0
Impuestos de PEMEX 3.2 6.1 6.0 7.8 7.8 8.0
Impuesto al valor agregado 2.7 2.3 4.4 2.9 2.8 2.6
Impuesto sobre la renta 4.4 4.9 3.2 4.2 4.1 4.1
Otros ingresos tributarios 2.8 1.8 2.7 2.3 1.6 1.4
Ingresos no tributarios y de capital 0.8 1.1 0.8 2.5 0.8 1.5
Ingresos propios de PEMEX 6.6 6.8 4.7 7.5 7.8 7.7
Ingresos propios de otros 6.4 7.2 5.7 7.2 6.9 7.6
GASTO NETO PRESUPUESTAL PAGADO 41.0 45.2 34.0 42.2 37.2 37.9
Intereses pagados 7.1 9.1 8.6 14.1 10.2 11.6
Participantes y estímulos 2.5 2.7 2.9 3.4 3.0 3.2
Adefas pagadas4 1.5 1.0 1.0 1.0 0.8 0.5
Pérdidas cambiarias 4.2 6.1 - - - -
GASTO PROGRAMABLE PAGADO 25.7 26.3 21.5 23.7 23.1 22.6
Adefas a pagar 2.5 1.9 1.2 1.1 1.7 1.2
GASTO PROGRAMABLE DEVENGADO 28.2 28.2 22.6 24.8 24.8 23.9
Gobierno Federal 12.6 12.4 10.3 9.8 11.6 9.6
Servicios personales 4.4 4.6 2.7 3.2 3.4 3.4
Otros gastos corrientes 0.6 0.5 0.3 0.5 0.5 0.6
Inversión 2.7 2.3 3.2 1.8 1.8 1.9
Transacciones fuera de presupuesto 4.2 4.8 3.0 4.3 3.4 3.7
Erogaciones extraordinarias 0.7 0.2 1.1 - 2.5 -
Organismos y empresas 15.6 15.8 12.3 15.0 13.2 14.2
Servicios personales 3.5 3.6 2.6 3.1 2.5 2.9
Otros gastos de operación 6.0 6.1 5.1 7.6 6.8 7.1
32
Inversión 5.3 5.7 4.5 3.9 3.7 3.4
Gasto en cuentas ajenas 0.8 0.4 0.2 0.4 0.2 0.9
Memorándum 2 (porcentaje del PIB)
Superávit primario -9.0 -7.9 0.5 5.5 4.3 4.4
Intereses internos 3.1 4.6 4.2 10.2 6.3 9.0
Intereses externos 4.4 4.9 4.8 4.7 4.4 4.5
Memorándum 2 (crecimiento real)
Servicios personales 8.7 8.8 -1.0 -3.0 5.0 12.1
Inversión presupuestal -12.0 -13.3 -3.4 -30.5 13.6 -4.0
Memorándum 3 (miles de millones de pesos)17
PIB nominal 9 740.0 9 417.1 17 600.0 17 141.7 27 790.0 28 748.0
Crecimiento real del PIB 2.0 - 0.5 - -5.3 1.0 3.7
Deflactor del PIB 62.0 61.2 20.7 92.1 50.0 61.7
c. Valores definitivos al cierre.
e. Estimación del cierre utilizada para el programa del año siguiente.
p Proyección implícita en el programa convenido con el FMI
1. Se refiere a intereses del gobierno federal cuyas estipulaciones contractuales de pago no corresponden con el calendario del ejercicio fiscal anual.
2. Se refiere a crédito otorgado por la banca nacional de desarrollo al sector privado; en un sentido estricto, no debería incluirse en el déficit del
sector público.
3. Se refiere al déficit de las entidades sujetas a control presupuestal indirecto.
4. Se refiere a adeudos de ejercicios fiscales anteriores.
Como se indicó en la primera parte de este trabajo, la estimación del cierre macroeconómico de 1982, sobre el que se basó el programa de ajuste,
fue elaborada en agosto de 1982 y no fue revisada posteriormente en el período septiembre-diciembre. En razón de la importancia de los cambios
económicos ocurridos en dicho período, el cierre definitivo resultó ser significativamente distinto de la estimación elaborada en el mes de agosto.
Así, el déficit público total fue de 17.4% del PIB en lugar de 16.5%. La diferencia se origina fundamentalmente en la evolución de las pérdidas
cambiarias que pasaron de 4.2% del PIB a 6.1% (en particular, a raíz del tratamiento de las operaciones en “mex-dólares” adoptado en
septiembre), así como de los ingresos brutos de PEMEX y de los intereses sobre la deuda pública externa que se revaluaron por la devaluación del
tipo de cambio, en 3.1 y 2% del PIB, respectivamente.
Para 1983, se cumplió básicamente con el ajuste global convenido en términos nominales, aun cuando el déficit como porcentaje del PIB resultó
ligeramente superior a lo proyectado, debido a la sobreestimación inicial de este último. Sin embargo, el ajuste de las finanzas públicas en términos
reales resultó ser considerablemente diferente de lo estimado, dada la endogeneidad de los distintos rubros de las finanzas públicas al cuadro
macroeconómico (crecimiento, inflación, tipo de cambio y tasas de interés).
Los ingresos presupuestales resultaron superiores en 7 puntos porcentuales del PIB a la estimación original (y 4.3 puntos en relación al cierre de
1982), debido a la mayor revaluación de los ingresos externos de PEMEX y a la agresividad de los ajustes en precios y tarifas; ello ocurrió a pesar
de la caída de los ingresos tributarios directos (particularmente, del impuesto al valor agregado), consecuencia de la mayor contracción de la
actividad económica, así como de la erosión de la base gravable y del aumento de la evasión fiscal en un contexto de mayor inflación.
Durante 1983, los intereses resultaron ser 6 puntos porcentuales superiores a la estimación original y 5.6 puntos por arriba del cierre de 1982.2
Como es sabido, la programación del pago de intereses sobre la deuda pública interna es el elemento más vulnerable del manejo de las finanzas
públicas, ya que el componente correspondiente a la amortización inflacionaria está directamente vinculado a la dinámica de los precios y de las
tasas nominales de interés.
El gasto programable (es decir en bienes y servicios no financieros) fue inferior en 3.4 puntos porcentuales del PIB al cierre dé 1982 y superior en
2.2 puntos porcentuales a la estimación inicial. La desviación en relación con la estimación inicial se debe fundamentalmente a. que la mayor
contracción real de los servicios personales y del gasto de inversión (caída de 30.5% en lugar de 3.4% estimado originalmente) fue insuficiente
para compensar el crecimiento de los gastos de operación de organismos y empresas (2.5% del PIB), originado en el .mayor tipo de cambio y la
mayor inflación
En resumen, para interpretar correctamente el espectacular ajuste de 9 puntos porcentuales del PIB realizado en 1983 y el cumplimiento del déficit
nominal global convenido con el FMI, conviene recordar que:
o el déficit de 1982 contenía 6.1% del PIB de pérdidas cambiarías que corresponden a una asunción de pasivos por una sola vez;
o la devaluación real del tipo de cambio significó Una transferencia neta a favor del sector público del orden de 2.5% del PIB en 1983 en
relación con 1982, debido a su posición superavitaria en divisas;
o el componente de amortización inflacionaria contenido en el pago de intereses sobre la deuda pública interna fue considerablemente
mayor que el implícito en el convenio con el FMI, de suerte tal que el verdadero ajuste de las finanzas públicas, medido por el superávit
primario (es decir el déficit antes del pago de intereses), fue superior a lo inicialmente proyectado: superávit del orden deI 5% del PIB en
lugar de equilibrio. El mayor ajuste real se tradujo en una mucho mayor contracción de la actividad económica; a pesar de ello, la inflación
resultó significativamente superior a lo estimado.

2 Es importante subrayar que hasta la modificación de la Ley orgánica del Banco de México en 1984, los términos contractuales del pago de intereses del gobierno federal al Banco
Central sobre la deuda pública respalda por reservas bancarias no correspondían al calendario diciembre-diciembre del ejercicio fiscal. El déficit con impacto monetario, que incluye los
intereses devengados con la banca comercial no registrados aún en las cuentas de las finazas públicas, es por lo tanto superior al déficit finaciero contable que era, hasta 1984, el
objeto de convenio con el FMI:
33
Así el hecho de que haya alcanzado el déficit público convenido en términos nominales refleja más la existencia de márgenes iniciales significativos
en el manejo de las finanzas públicas y la voluntad política para llevar adelante un ajuste real mucho más severo que lo anticipado, y no tanto una
programación económica ex ante precisa y acertada a nivel técnico.
Considerando lo anterior, no es de sorprender que los avances en la reducción del déficit fiscal hayan sido modestos durante 1 984 en relación con
lo observado en 1983. Se cumplió básicamente con el objetivo de déficit presupuestal contable como porcentaje del PIB, fijado en 5.5%.3 Sin
embargo, el déficit correspondiente en términos nominales resultó superior a lo estimado, a raíz de la desviación observada del PIB nominal;
adicionalmente, la intermediación financiera, es decir el monto de las operaciones de crédito de la banca de desarrollo con el sector privado, fue
muy superior a lo previsto (1.3% del m en lugar de .7), debido al mayor dinamismo económico y a la mayor inflación; finalmente, creció el déficit
fuera de presupuesto y el rubro de intereses devengados con el Banco Central pendientes de registro; De esta forma, el déficit nominal con impacto
monetario (el concepto relevante para la programación financiera) fue significativamente mayor a lo convenido.
La mayor inflación significó mayores intereses como porcentaje del PIB (12% en lugar de 10.2) debido al crecimiento del componente de
amortización de la deuda pública interna y a pesar de una revaluación real del tipo de cambio (que reduce el pago de intereses sobre la deuda
externa como porcentaje del PIB). Frente a ello, el ajuste de la estructura ingresos presupuestales-gasto programable fue insuficiente: superávit
primario se redujo de 5.5% deI PIB en 1983 a 4.4% en 1984, aun cuando fue equivalente al de 4.3% implícito en el convenio con el FMI. Como a
pesar de un ajuste real mayor a lo convenido la inflación y el crecimiento excedieron las metas, se deduce ex post que el ejercicio fiscal inicial era
excesivamente optimista, en el sentido de subestimar la inercia inflacionaria y el esfuerzo requerido para reducirla. Así, los ingresos presupuestales
redujeron su participación en el PIB en 1.5% (debido en parte al efecto de reevaluación del tipo de cambio sobre los ingresos de exportación) y el
gasto programable se contrajo sólo ligeramente en .9% del PIB; caída real de 4% de inversión y crecimiento real de 12% del rubro de servicios
personales, más por efecto volumen (crecimiento de plazas en los sectores salud, educación y defensa) que por un crecimiento significativo del
salario real.
b] Evolución de las variables monetarias y financieras
El saneamiento de las finanzas públicas es el instrumento fundamental para estabilizar la dinámica del sistema financiero y del mercado cambiario;
contrario sensu, los ejercicios de programación financiera constituyen el marco normativo para definir el manejo deseable de las, finanzas públicas
dentro de una política de estabilización económica. Por ello se indica en el cuadro 13 la evolución de las fuentes y usos de recursos financieros en
la economía, comparando las proyecciones contenidas en el programa convenido con el FMI y los resultados que finalmente se obtuvieron.4
El Cierre preliminar para 1982 elaborado en agosto de ese año subestimó considerablemente el proceso de desintermediación financiera, de
desplazamiento del crédito del sector privado y de revaluación del endeudamiento externo, ocurrido en el período septiembre a raíz del mayor
déficit público y tipo de cambio.
Para. 1983, se cumplieron con todos los “candados” convenidos, excepto marginalmente con el correspondiente al financiamiento del Banco de
México al gobierno: se utilizó en mayor proporción dicha fuente de financiamiento y en menor medida la emisión de valores gubernamentales, dado
el dinamismo relativo de la captación y la escasa demanda de crédito del sector privado; sin embargo, la evolución del crédito primario demuestra
que el ajuste monetario fue considerablemente mayor que lo anticipado. La evolución de los salarios reales de los principales agregados financieros
hace aparentes algunos sesgos del ejercicio de programación original: subestimar el ahorro financiero nominal pero sobreestimar su valor real (ya
que no se puede esperar una reposición significativa de los saldos reales si se agudiza la recesión mucho más de lo previsto); subestimar la
.contracción del saldo real de la base monetaria requerida para lograr cierta meta de abatimiento de la inflación; subestimar la reducción requerida
de la deuda interna real del sector público para ,mantenerse cerca de las metas nominales de expansión de los agregados monetarios, y
sobreestimar la demanda de crédito del sector privado en el proceso de ajuste.
Para 1984, se cumplieron los “candados” referidos a metas financieras externas (endeudamiento y reservas), pero se desbordaron los valores
correspondientes a las metas financieras internas, ya que no se aceptó en los hechos la mayor restricción real requerida para abatir una inercia
inflacionaria muy superior a la contenida implícitamente en el ejercicio original de programación financiera; aun así, la contracción real de la base
monetaria fue superior a lo inicialmente contemplado. El mayor crecimiento económico implicó qué el proceso de reposición real de saldos
monetarios y financieros se acentuara más allá de le previsto.

CUADRO 13
FUENTES Y USOS DE RECURSOS FINANCIEROS, 1982-
(En miles de millones de pesos)
1982 1983 1984
(e ) (c) (p) (e ) (c) (p) (e ) (c)

3 El presupuesto de egresos de la Federación para 1984 incluía una reserva para la recuperación económica de 1% del PIB, es decir 277 mmp. Por otra parte, se estimó una
intermediación financiera de 200 mmp, es decir de alrededor de .8% del PIB. El FMI aceptó entonces que el concepto de déficit relevante para el “candado” de 5.5% del PIB, acordado
inicialmente para 1984, fuera el déficit económico y que se impusiera un “candado” adicional a la intermediación financiera por arriba de la cifra anterior.
4 En el cuadro aparecen los cinco conceptos sobre los cuales existe efectivamente un “candado” convenido y que constituyen los criterios de desempeño del programa: recursos

externos, financiamiento al sector público, acumulación de reservas internacionales, crédito primario (definido como la emisión monetaria menos la acumulación de reservas) y crédito
del Banco Central al gobierno.
34
FUENTES (flujo anual) 1467 1 388 2 499 2 758 2 841 3 060 3 942 4 490
Recursos externos 233 455 480 475 513 660 412 377
(en miles de millones de dólares) (5.6) (-) (5.0) (3.9) (-) (4.0) (2.4) (2.2)
Recursos internos 1 244 932 2 019 2 282 2 328 2 400 3 530 4 113
Billetes y monedas 309 222 311 180 174 300 302 441
Capacitación bancaria total 655 466 1 458 1 654 1 691 1 950 3 024 3 032
Valores gubernamentales 170 188 200 115 124 150 204 328
Otros 110 57 50 333 339 - - 312
Usos (flujo anual) 1467 1388 2 499 2 758 2 841 3 060 3 942 4 490
Financiamiento al sector público 1 605 1 753 1 500 1 500 1 541 1 724 1 983 2 620
Financiamiento al sector privado 146 -95 792 630 687 994 1 458 1500
Reservas internacionales -262 -270 207 628 610 342 501 370
(en miles de millones de dólares) (-5.5) (-) (0.2) (5.1) (-) (2.0) (3.0) (2.4)
Memorándum 1 (flujo anual)
Crédito primario 571 492 104 -448 -436 -42 -199 71
Crédito del Banco Central al gobierno 991 683 787 852 911 858 1 019 1 147
Memorándum 2 (saldos nominales
revalorizados a finales de año y
variación real
Base monetaria (B) 1 811 1 983 2 805 3 095 3 136 4 336 4 656 4 834
Medio circulante (M1) 1 112 992 1 399 1 390 1 402 2 050 2 080 2 287
(-5.4) (-19.0) (-18) (-21.8) (21.5) (-) (6.0) (2.2)
Ahorro financiero (M5) 3 147 3 612 5 166 5 852 5 898 7 893 9 396 9 966
(-19.8) (-11.6) (5.9) (-9.8) (9.2) (2.5) (1.0) (6.4)
Deuda pública interna 3 250 3 545 4 560 4 930 4 938 6 594 7 065 7 782
Crédito la sector privado 1 611 1 545 2 580 2 337 2 394 3 356 3 877 3 919
Memorándum 3
0.079 0.075 0.058 0.059 0.060 0.050 0.057 0.056
Velocidad del dinero (V1 M ) 1

PIB
M5 0.261 0.295 0.243 0.259 0.268 0.236 0.260 0.269
Penetración del dinero ( V 5  )
PIB
M1 0.557 0.455 0.544 0.449 0.440 0.474 0.447 0.411
Multiplicador del dinero ( ki  )
B
M 1.631 1.787 1.801 1.840 1.957 1.856 1.781 1.992
Multiplicador del crédito (K 5  )
B
Participación crediticia del sector privado 0.110 -0.10 0.39 0.28 0.26 0.41 0.41 0.36
C Pr
( )
M5
Memorándum 4
Inflación al consumidor
diciembre 92 100.0 55.0 80.9 80.8 40.0 58.2 59.8
promedio 63 66.0 80.7 100.9 101.9 50.0 55.4 56.7
Tasas de interés (CPP promedio) 43 40.4 36.0 57.0 56.7 4.0 50.0 51.1
PIB nominal 9 740 9 417.0 17 600.0 18 290.0 17 142.0 27 790.0 28 530.0 28 749.0
PIB real 2 -0.5 - -3.3 -5.3 1.0 2.8 3.7
c. Valores definitivos al cierre.
e. Estimación del: cierre utilizada, para el programa del año siguiente.
p. Proyección, implícita en el programa convenido con el FMI.
Finalmente, cabe notar que se anticipó correctamente el sentido de la evolución de los coeficientes de velocidad del dinero y de penetración
financiera, aun cuando éstos muestran al margen cierta inestabilidad. Esto indica que controlar la evolución nominal del agregado financiero más
amplio permite efectivamente tener un control aproximado sobre el PIB nominal: ello ocurrió en mucha mayor medida durante 1983 que durante
1984.
2. El ajuste externo

35
Como ocurren con frecuencia los programas de estabilización convenidos con el FMI, el ajuste de la balanza de pagos se dio con más rapidez y en
mayores proporciones que lo inicialmente proyectado. La cuenta corriente mostró un superávit significativo de 5 500 millones de dólares en 1983 y
3 800 en 1984, diferentes de los déficit anticipados de 4 200 y 7 000 millones de dólares respectivamente (esta última cifra, que se fijó a finales de
1983, era ya inferior a la proyección inicial del programa de diciembre de 1982, que contemplaba para 1984 un déficit de 3 600 millones de
dólares). El comportamiento de la cuenta corriente permitió una acumulación de reservas internacionales superior al nivel convenido, a pesar de un
monto de endeudamiento público neto ligeramente inferior al tope acordado y una evolución de la cuenta de capital del sector privado mucho más
desfavorable que lo previsto (resultado en parte, durante 1983, de una liquidación de los pagos atrasados sobre deudas privadas con proveedores
por un monto de 1 080 millones de dólares, superior al valor convenido para el “candado” correspondiente de 600 millones de dólares). Así, los tres
“candados” fundamentales sobre la evolución de la balanza de pagos convenidos con el FMI (endeudamiento público neto, acumulación de
reservas y, en 1983, ritmo de regularización de pagos atrasados) fueron cumplidos más que satisfactoriamente.
El sobreajuste de la cuenta corriente se derivó fundamentalmente de un sobreajuste de la balanza comercial. Las importaciones cayeron
dramáticamente en 47% en 1983 y 28% en 1984 en relación con los niveles de 1982, que a su vez representaban el 68% del nivel alcanzado en
1981. Contrariamente a lo supuesto en las proyecciones del FMI, que esperan tradicionalmente un “crowding-in” del sector privado asociado con la
retracción del sector público, la caída de las importaciones privadas fue mucho mayor, de 61% en 1983 y 42% en 1984 en relación con los niveles
de 1982. La reducción de las importaciones de bienes de capital, asociada con la contracción de la inversión, explican el 80 y el 72% de la caída de
las importaciones totales en 1983 y 1984 en relación con el nivel de 1982.
CUADRO 14 BALANZA DE PAGOS, 1982-1984
(Miles de millones de dólares)
1982 (p) 1982 1983 (p) 1983 1984 (p) 1984
Balanza comercial 6.0 6.8 8.5 13.7 9.9 12.6
Exportaciones 20.9 21.3 23.7 21.4 23.9 23.7
Petroleras (15.2) (16.5) (16.1) (16.0) (16.3) (16.0)
No petroleras (5.7) (4.8) (7.6) (5.4) (7.6) (7.2)
Importaciones -14.9 -14.4 -15.2 -7.7 -14.0 -10.4
Sector público (-4.8) (-5.4) (-4.8) (-4.2) (-6.2) (-5.4)
Sector privado (-10.1) (-9.0) (-10.7) (-3.5) (-7.8) (-5.2)
Balanza de servicios 1.5 0.9 1.0 2.1 2.0 2.5
Turismo 0.7 0.6 1.0 1.2 1.3 1.6
Transacciones fronterizas 1.1 0.4 0.6 0.1 0.2 -0.1
Balanza de factores y -13.5 -12.2 -13.7 -10.2 -12.9 -12.0
transferencias
Intereses de -11.7 11.3 -12.0 -9.8 -11.4 -11.6
Sector publico (-8.6) (-8.4) (-9.2) (-7.3) (-8.2) (-8.6)
Sector privado (-3.1) (-2.9) (-2.8) (-2.5) (-3.2) (-3.0)
Otros -1.8 -0.9 -1.7 -0.4 -1.5 -0.4
Cuenta corriente -6.4 -4.9 -4.2 5.5 -1.0 3.8
Cuenta capital -7.2 -8.6 6 .2
1
 0 .9
1
3.0 -0.8
Sector público 5.6 10.4 5.0 4.2 4.0 3.2
Sector privado 1.6 -1.8 1.2 -3.3 -1.0 -4.0
Errores y omisiones -6.3 -8.4 - -1.4 - -0.6
Reservas internacionales -5.5 -4.6 2.0 5.0 2.0 2.4
Las exportaciones no petroleras aumentaron significativamente; en 12.5 y 50% en 1983 y 1984, respectivamente, en relación con 1982; sin
embargo, su dinamismo resultó menor al esperado. El crecimiento de las exportaciones no petroleras se debió fundamentalmente a la reducción de
la absorción interna, aun cuando no haya duda de que la subvaluación del tipo de cambio permitió un acceso más rápido a los mercados
internacionales de los excedentes de producción. Una regresión en sección cruzada para las distintas ramas de la producción manufacturera del
incremento en exportaciones (x) contra la disminución de la demanda interna bruta (D), ponderada por la participación de las exportaciones en la
X
producción total ( ) para el año base (1982), arroja una correlación significativa para ambos años, 1983 y 1984.
Y
X oi
(1983) Xi  87.3  1.22 Di R 2  0.19
Yo
(1.50) (3.33) DW  1.99
X oi
(1984) X i  416  0.60 Di R 2  0.38
Yoi
(3.76) (5.42) DW  2.18

36
La correlación pierde fuerza en el año de 1984, cuando la recuperación de la demanda interna disminuyó el ritmo de crecimiento de la producción
exportable. Los resultados anteriores muestran, como era de esperar, que el crecimiento de las exportaciones no petroleras durante el bienio 1983-
1984, aunque significativo, fue de naturaleza transitoria. De no consolidarse aceleradamente un proceso de inversión destinado a la creación de
una plataforma permanente de exportaciones, la recuperación de la demanda interna se reflejará rápidamente en un deterioro de la cuenta
corriente. El carácter espectacular del ajuste de la balanza de pagos durante el bienio 1983-1984 disimula probablemente su fragilidad estructural.
3. Inflación, producción, empleo y distribución del ingreso
La inflación se redujo considerablemente durante 1983, después de la absorción de los choques correspondientes a la devaluación de diciembre de
1982 y a los ajustes de precios y tarifas al inicio del año. Sin embargo, las presiones inflacionarias mostraron gran resistencia y no se lograron las
metas proyectadas en el convenio con el FMI de 55% en 1983 y 40% en 1984 (la meta inicialmente prevista para 1984, en diciembre de 1982, era
de 30 por ciento).
CUADRO 15 EVOLUCIÓN DEL ÍNDICE NACIONAL DE PRECIOS AL CONSUMIDOR, 1982-1984
1982 1983 1984
Mensual Anual Mensual Anual Mensual Anual
Enero 4.9 30.0 10.8 110.0 6.4 73.3
Febrero 3.9 32.7 5.3 112.9 5.3 73.2
Marzo 3.6 34.7 4.8 115.3 4.3 72.3
Abril 5.4 38.9 6.3 117.2 4.3 69.0
Mayo 5.6 44.5 4.3 114.5 3.3 67.9
Junio 4.7 49.3 3.7 112.4 3.6 67.1
Julio 5.1 54.3 4.9 112.0 3.3 64.4
Agosto 11.2 68.2 3.8 98.0 2.8 62.8
Septiembre 5.3 73.9 3.1 93.8 3.0 62.6
Octubre 5.2 79.0 3.3 90.3 3.5 62.9
Noviembre 5.0 84.5 5.8 91.8 3.4 59.2
Diciembre 10.6 98.8 4.2 80.7 4.2 59.1
Como se puede observar en el cuadro 16, la contracción de la actividad económica durante 1983 fue mucho mayor de lo que se supuso én el
programa convenido con el FMI, en parte como resultado de la profundidad de la recesión en él segundo semestre de 1982 (mayor a lo que se
anticipaba aún en agosto de 1982, cuando se elaboraron las proyecciones básicas del convenio) y, en parte, como consecuencia de la severidad
de la contracción fiscal, monetaria y salarial durante 1983. La inversión pública sufrió una contracción considerable en 1983, con efectos
multiplicadores significativos sabre la actividad económica general. El consumo público (medido a pesos constantes) sufrió una caída poco
significativa, ya que el ajuste del gasto corriente gubernamental se hizo mediante una severa contracción del salario de la burocracia y no mediante
recortes generalizados de personal. Las dificultades financieras de las empresas magnificaron el efecto de la contracción de la demanda sobre la
caída de la inversión privada.
Durante 1984, se observó una recuperación generalizada de la economía a partir de niveles de actividad muy deprimidos. Adicionalmente, dado el
perfil temporal de la producción durante 1982-1983, las tasas de crecimiento en promedio anual tienden a magnificar el dinamismo tendencial de la
actividad económica. Las exportaciones no petroleras, la inversión privada y el consumo público constituyeron los rubros cuyo crecimiento impulsó
la demanda agregada. La inversión privada se benefició de un régimen fiscal muy favorable (75% dé depreciación) que estimuló, además de la
conclusión de inversiones en proceso y una expansión significativa de capacidad en la industria maquiladora fronteriza, la reposición de parte del
parque automotriz de la planta industrial hacia finales de 1984. El consumo público experimentó un fuerte crecimiento, a raíz de un aumento de
personal en los sectores de educación y salud del gobierno central y en los gobiernos estatales, de la reposición de equipos y materiales, y de las
adquisiciones del sector defensa. El consumo privado mostró una recuperación significativa en relación con la considerable caída de los años
anteriores, reflejo de un crecimiento del empleo, de una menor caída del salario real y de un aumento de las compras de bienes de consumo
duradero por parte de los sectores más favorecidos de l población.
Durante 1983-1984, el comportamiento sectorial de la actividad económica está estrechamente relacionado con la evolución de los distintos rubros
de la demanda agregada, como se observa en los cuadros 16 y 17. La instrumentación del programa de reordenación económica se vio
beneficiada por condiciones climatológicas favorables que, junto con precios de garantía satisfactorios y una relativamente importante canalización
de crédito al campo, contribuyeron a sostener el crecimiento del sector agrícola: esta situación permitió limitar las importaciones de granos y crear
empleo en las zonas rurales, elementos fundamentales en el éxito de un esfuerzo de estabilización. La minería se vio afectada por la evolución
desfavorable del sector petrolero y del mercado internacional de minerales metálicos, así como por la caída de la producción de minerales no
metálicos para la industria de la construcción. La industria manufacturera mostró, como es la norma, un comportamiento pro cíclico, ampliando la
caída o la recuperación de la actividad económica general.
CUADRO 16
OFERTA Y DEMANDA AGREGADA, 1982-1984
(Tasa de crecimiento, pesos de 1970)
1982 1983 1984
Oferta total -5.6 -8.6 4.6
PIB -0.5 -5.3 3.7
Importaciones -37.1 -41.7 19.9
Demanda total -5.6 -8.6 4.6
Consumo 1.2 -6.8 3.0
Público 2.4 -1.3 6.9
Privado 1.0 -7.5 2.5
Inversión -15.9 -27.9 5.5
Pública - -32.5 0.6

37
Privada - -24.2 9.0
Exportaciones 13.7 11.5 10.1
CUADRO 17
EVOLUCIÓN SECTORIAL DE LA ACTIVIDAD ECONÓMICA, 1982-1984
(Tasa de crecimiento, pesos de 1970)
1982 1983 1984
Total -0.5 -5.3 3.7
1. Agricultura, ganadería y pesca -0.5 2.9 2.6
2. Minería 9.2 -2.7 1.6
3. Manufacturas -2.9 -7.3 4.7
4. Construcción -5.0 -1.8 3.9
5. Electricidad 6.6 0.7 7.0
6. Comercio -7.9 1.0 2.9
7. Transporte y comunicaciones -3.8 -4.8 5.7
8. Servicios financieros y de seguros 2.9 2.1 2.8
9. Servicios personales, sociales y comunales 4.4 0.3 3.7
La evolución de la industria manufacturera, tanto su composición por ramas como su dinámica temporal, es un indicador significativo de las
características del proceso de estabilización durante el bienio 1983-1984. Como se observa en el cuadro 18 la contracción de la actividad
económica afectó fundamentalmente la industria de bienes de capital y de bienes de consumo duradero (en particular textiles), El crecimiento de
las exportaciones atenuó la magnitud de la recesión en algunas ramas de bienes intermedios (en particular, sustancias químicas y productos
siderúrgicos).
CUADRO 18
COMPOSICIÓN POR RAMAS DE LA PRODUCCIÓN MANUFACTURERA, 1982-1984
(Tasa de crecimiento, pesos de 1970)
1982 1983 1984
Industria manufacturera -2.9 -7.3 4.7
Alimentos, bebidas y tabaco 4.2 -0.9 1.4
Textiles, prendas de vestir e industria -5.8 -5.6 -
del cuero
Industria de la madera -0.5 -16.6 1.2
Papel, imprenta y editoriales 1.3 -6.4 6.9
Sustancias químicas, derivados del
petróleo, productos de caucho y 1.4 0.3 7.0
plástico
Productos minerales no metálicos, -3.8 -10.9 9.0
excepto derivados del petróleo y
carbón
Industrias metálicas básicas -8.8 -6.5 12.6
Productos metálicos, maquinaria -12.6 -22.8 6.0
Otras industrias manufactureras -4.7 -8.9 6.0
Como se observa en el cuadro 19, el colapso de la producción manufacturera se produjo durante el segundo semestre de 1982 y la recuperación
se observa marcadamente en el segundo semestre de 1984; entre dichos períodos no se manifiestan fluctuaciones agudas en los niveles de la
producción manufacturera, aun cuando se observa durante 1983 una tendencia a la baja y durante 1984 una tendencia al alza. Durante el período
más agudo de la recesión, la caída del salario real amortiguó el efecto de la contracción de la actividad sobre el empleo; así, el ajuste de personal
se redujo en cierta medida durante 1983, y la mayor parte de los despidos se concentraron en el segundo semestre de 1982. Los anterior explica
que el número de trabajadores empleados en las industrias manufactureras no se haya reducido significativamente en el transcurso de 1983.
CUADRO 19
PRODUCCIÓN, EMPLEO Y PRODUCTIVIDAD EN LA INDUSTRIA MANUFACTURERA, 1982.1984
(Índice base 1970 = 100 y tasas de crecimiento anual)
Producción Empleo Productividad
Índice Tasa Índice Tasa Índice Tasa
1982 I 219.9 63 161.8 2.5 135.9 3.7
II 213.4 - 161.6 -0.1 132.1 0.2
III 201.8 -7.7 156.7 -4.2 128.3 -3.7
IV 190.9 -11.2 149.6 -7.7 129.6 -3.8
1983 I 191.4 -13.0 143.8 -11.1 133.1 2.1
II 194.7 -8.8 143.7 -11.1 135.5 2.6
III 188.5 -6.6 141.7 -9.6 133.0 3.3
IV 185.3 -2.9 139.4 -6.8 132.9 4.2
1984 I 198.5 3.7 139.4 -3.1 142.4 7.0
II 198.4 1.9 140.3 -2.4 141.4 4.4
III 200.0 6.1 141.8 0.1 141.0 6.0
IV 204.0 10.1 142.0 1.9 143.5 8.0
La caída del salario real significó una reducción considerable de los costos de la mano de obra, que contrajo su participación en los costos totales
de las empresas de 21.4% en l981 a 16.4% en 1984, como se ilustra en el cuadro 20. Esto permitió que las empresas pudieran reducir
aceleradamente su nivel de endeudamiento real, sin tener que recurrir a despidos masivos para generar las utilidades requeridas. El mantenimiento
38
relativo de los niveles de empleo durante el período más agudo de la reces significó posteriormente un fuerte crecimiento de la productividad de la
mano de obra, al crecer la producción sin elevarse el empleo, lo que Indujo una mayor caída de su costo unitario efectivo. Esta situación explica
que las empresas más grandes, para las cuales este proceso cobró mayor importancia hayan logrado un saneamiento considerable de sus
finanzas y dispusieran de excedentes de tesorería a finales de 1984.
La caída del salario real y. en mucha menor medida, la contracción de los niveles de empleo han provocado un cambio considerable en la
distribución funcional del ingreso en contra del trabajo asalariado, cuya participación en el PIB se redujo de 37.4 en 1981
CUADRO 20
EVOLUCIÓN DE LOS COSTOS DE LAS EMPRESAS, 1981-1984
1981 1982 1983 1984
Costos de venta 72.5 72.4 70.2 68.1
Mano de obra (21.4) (19.2) (16.7) (16.4)
Otros (51.1) (53.2) (53.4) (51.6)
Gastos de administración y ventas 14.6 13.7 14.6 16.4
Depreciación 5.2 4.8 4.1 4.2
Gastos financieros 7.7 9.1 11.1 11.3
FUENTE: Encuestas sobre la actividad económica empresarial, INEGI. (Nota bene; los costos financieros corresponden a una contabilidad tradicional de los
mismos, es decir, no incluyen una corrección por la amortización inflacionaria de la deuda.)
a 27.5% en 1984. Los ingresos de capital forman una parte creciente del ingreso total de las familias. Los impuestos directos de las sociedades
anónimas sufren desde 1982 un proceso de erosión como consecuencia de varios factores entre los que destacan: pérdidas cargadas a los
distintos ejercicios fiscales, insuficiente corrección inflacionaria de la base gravable y de los pagos por anticipos, y cláusulas de depreciación
acelerada en 1984. El excedente neto de explotación de las empresas públicas se elevó como resultado de la corrección de precios relativos y de
la reevaluación del excedente de divisas de PEMEX. Asimismo, se elevaron las utilidades no distribuidas de las empresas privadas facilitando el
proceso de recapitalización de la planta industrial. Los cambios sufridos por la distribución funcional del ingreso sintetizan la intensidad y las
características del proceso de estabilización durante el bienio 1983-1984.
CUADRO 21
ESTRUCTURA DEL INGRESO DE LAS FAMILIAS Y DE LAS EMPRESAS, 1981-1984
(Por ciento del PIB)
1981 1982 1983 1984
Remuneración de asalariados 37.4 35.8 28.0 27.5
Otros ingresos de las familias 41.9 40.9 45.1 46.4
Intereses 3.4 6.0 8.1 9.5
Ingresos de agricultores y ejidatarios no jornaleros
9.6 10.2 10.4 10.7
Ingresos por servicios profesionales 1.9 1.7 1.5 1.7
Otros ingresos (rentas, alquileres, dividendos, empleo
informal, artesanía, pequeño comercio, restaurantes
familiares, etc.) 27.0 23.0 25.1 24.5
Ahorro de las empresas públicas y sociedades anónimas
6.5 6.1 7.6 7.8
Utilidades no distribuidas de las sociedades anónimas
1.7 1.9 2.3 2.4
Impuestos director de sociedades anónimas 2.8 1.8 1.8 1.9
Ahorro de empresas públicas 2.0 2.4 3.5 3.5
FUENTE: Sistema de Cuentas Nacionales, INEGI, y estimaciones propias.
V. LOS PROBLEMAS ANALÍTICOS
Las críticas teóricas generales que se han hecho al enfoque monetario de la balanza de pagos, subyacente al marco conceptual del Fondo
Monetario Internacional, son ampliamente conocidas y han nutrido en los últimos años la literatura sobre políticas desestabilización. Sin embargo,
la experiencia obtenida durante un intento de estabilización en condiciones de desequilibrio agudo señala la existencia de algunos problemas
analíticos particulares, mismos que tradicionalmente no se han tratado con gran amplitud en esa literatura, y que parecerían tener una relevancia
especial para evaluar la metodología utilizada en la práctica por el Fondo Monetario Internacional y las recomendaciones de política económica que
de ella se derivan. En el caso del proceso mexicano de reordenación económica durante el período 1983-1984, dos de esos problemas cobraron
particular importancia: primero, la relación entre la inercia en la formación de precios y la disyuntiva inflación-producto real; segundo, el
comportamiento de los agentes económicos, tanto públicos como privados, en una situación de sobreendeudamiento general.
1. Inercia en la formación de precios y disyuntiva inflación-producto real
Este fenómeno es, por supuesto, bien conocido y es central en la discusión sobre los determinantes de la pendiente de la curva de Phillips. Arthur
Okun, desde el inicio de los años setenta, llamó “cociente de sacrificio” a la reducción en la inflación obtenida con una caída de 1% en el producto
real, y sugirió que su valor podría aumentar significativamente al aumentar la inercia inflacionaria. Sin embargo, la dificultad de conceptualizar
satisfactoriamente dicho fenómeno y la importancia qué ha adquirido recientemente el enfoque de expectativas racionales han relegado a un
segundo plano el análisis de los factores. Inerciales en la dinámica de la inflación, y por lo tanto, de los costos económicos y de la viabilidad social
de una estrategia de desinflación rápida.
Una reducción “totalmente creída por los agentes económicos” del ritmo de crecimiento de los agregados monetarios provocaría, en principio, un
abatimiento radical de la inflación sin contracción de la actividad económica. En un mundo tal, la pendiente de la curva de Phillips no tendría
39
fundamento económico objetivo y seria únicamente función de credibilidad gubernamental, variable crítica para realinear en forma repentina las
expectativas del conjunto de los agentes privados. Desgraciadamente las cosas no son tan simples. En una situación de desequilibrio económico
profundo, y como lo han dicho recientemente varios autores, la racionalidad de las expectativas es un concepto equívoco, dada la imposibilidad de
determinar cuál es el modelo “verdadero” que explica el comportamiento dinámico de la economía: ello implica dispersión de las expectativas
individuales y requiere introducir expectativas de orden mayor (i.e. expectativas sobre las expectativas de los otros agentes económicos), y
consideraciones complejas de teoría de juegos para aproximar, bajo supuestos generalmente muy restrictivos, la evolución de la opinión promedio
en una economía en transición hacia el equilibrio.
Lo anterior no significa que la política económica de un gobierno pueda ser inconsistente .sin inducir rápidamente una aceleración de la inflación.
Señala simplemente la existencia de un círculo vicioso potencial entre abatimiento de la inflación y modificación de las expectativas, ya que existen
razones para pensar, tanto a nivel teórico como práctico, que éstas no se ajustan en función de las declaraciones gubernamentales, ni siquiera de
su interpretación por parte de los agentes económicos, sino que fundamentalmente se mueven de acuerdo con la regla del “ver para creer”: es
necesario que la inflación caiga para que las expectativas inflacionarias se reduzcan y que los agentes económicos tengan un incentivo
generalizado para alterar su estrategia de revisión de precios nominales. Por ello, una política de estabilización centrada exclusivamente en una
restricción monetaria y fiscal puede alcanzar sus metas antiinflacionaria más lentamente y con costos mucho mayores a los contemplados en los
modelos desarrollados por los autores de la escuela de expectativas racionales. Se vuelve entonces crítico analizar los determinantes de la inercia
del proceso inflacionario, ya que el control de dichos factores inerciales puede aumentar la eficacia de una política de contracción de la demanda
nominal y acelerar la reducción inicial en los niveles observados de inflación; ello, a su vez, constituye un prerrequisito para confirmar la bondad de
la política adoptada, inducir una convergencia hacia abajo de los niveles promedio de las expectativas y retroalimentar el proceso general de
desinflación.
a] Dispersión de precios relativos y dinámica de la inflación5
La historia reciente de la inflación en México puede ser descompuesta en tres períodos: 1969-1972, 1973-1978 y1979-1985, durante los cuales se
modificó el comportamiento de los agentes económicos en relación con su estrategia de revisión de precios. De manera más precisa, se puede
argumentar que el comportamiento aleatorio del índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) reflejó tres “regímenes inflacionarios” distintos,
en el sentido de que los procesos económicos subyacentes que determinan la inflación son estructuralmente diferentes. Un análisis de los
componentes del TN evidencia los cambios correspondientes de comportamiento. Así:
 los productores o comerciantes cambiaban sus precios, en promedio, cada tres meses en el período 1969-1972, mientras que ahora lo
hacen cada mes;
 los intentos por parte de los productores o comerciantes por aumentar sus precios relativos incrementando sus precios nominales,
fracasaron en sólo 6.6% de los casos en el período 1969- 1972, pero en 53.3% de ellos entre1980-1984;
 al pasar el tiempo, es cada vez menos frecuente que disminuyan los precios nominales: durante 1969, el 16% de los componentes del
INCP disminuyeron en promedio cada m y para 1984 era así sólo en el 3% de los casos; hay que notar, además, que de 1980
a la fecha los únicos precios nominales que han disminuido han sido los de productos perecederos (mariscos, frutas y legumbres) o de bienes
controlados por el gobierno.
Por otra parte, es interesante descomponer el último período, 1980-1985, en dos subperíodos: uno de inflación ascendente (febrero 1980-abril
1983) y otro con inflación descendente (mayo 1983 a marzo 1935). El punto de ruptura ocurre en abril de 1983, en que se observó la inflación anual
más elevada con un valor de 117.8%. Podemos entonces analizar las relaciones estadísticas existentes en cada uno de los dos subperíodos entre
las varianzas y las medias de las distribuciones mensuales de las tasas de crecimiento de los componentes del INPC es decir entre la distorsión de
los precios relativos y la dinámica de la inflación.
CUADRO 22
RELACIÓN ENTRE EL NIVEL Y VARIANZA DEL INPC EN UN PERIODO DE INFLACIÓN ASCENDENTE, FEBRERO 1980-ABRIL 1983
Parámetros
R2 F DW a b
In(vart )=a+bntt 0.8726 179.12 1.40 -4.063* 2.475
In(vart )=a+bntt-1 0.8441 136.39 1.56 -4.078* 2.663*
In(vart )=a+bntt-2 0.8287 117.10 1.36 -4.120* 2.945*
In(vart )=a+bntt-3 0.8349 117.30 1.31 -4.123* 3.430*
In(vart )=a+bntt-4 0.8326 110.45 1.02 -4.355* 3.980*
In(vart )=a+bntt-5 0.7567 66.31 1.17 -4.362* 4.315*
In(vart )=a+bntt-6 0.7231 53.21 0.99 -4.426* 4.669*
Parámetros
R 2 F DW a b
Nt=a+bln(vart) 0.8726 179.12 1.20 1.503* 0.354*
Nt=a+bln(vart-1) 0.8306 123.54 1.20 1.572* 0.368*
Nt=a+bln(vart-2) 0.7600 77.01 1.01 1.637* 0.379*
Nt=a+bln(vart-3) 0.6793 49.71 0.81 1.716* 0.394*
Nt=a+bln(vart-4) 0.6438 40.75 0.67 2.066* 0.494*
Nt=a+bln(vart-5) 0.5546 27.15 0.59 2.096* 0.492*

5 Este apartado se apoya sobre un trabajo con1.9065junto con José Alberto 185.17y recoge resultados que se 1.21exponen más ampliamente en “Disperción de precios relativos y
dinámica del nivel de precios”. Documento mimeografiado, México, El colegio de México.
40
Nt=a+bln(vart-6) 0.4370 16.53 0.51 2.108* 0.484*
*Quiere decir que el parámetro es significativamente diferente de cero y que el nivel de significancia es mayor que 0.999.
De los cuadros anteriores, se puede concluir que en el primer período, la media explica la varianza en mayor medida de lo que la varianza explica
la media, mientras que en el segundo período sucede exactamente lo opuesto. Esto tiende a indicar que en una fase de

CUADRO 23
RELACIÓN ENTRE VARIANZA Y NIVEL DEL INPC EN UN PERÍODO DE INFLACIÓN DESCENDENTE, MAYO 1983-MARZO 1985
Parámetros
R 2 F DW a b
Nt=a+bln(vart) 0.9311 311.74 1.04 1.429* 0.286*
Nt=a+bln(vart-1) 0.8915 181.75 1.54 1.355* 0.259*
Nt=a+bln(vart-2) 0.8383 109.84 1.33 1.266* 0.230*
Nt=a+bln(vart-3) 0.8198 92.00 1.36 1.181* 0.202*
Nt=a+bln(vart-4) 0.9065 185.17 1.21 1.096* 0.175*
Nt=a+bln(vart-5) 0.8659 117.22 1.44 1.033* 0.154*
Nt=a+bln(vart-6) 0.7889 64.52 1.35 0.972* 0.134*
Parámetros
2
R F DW a b
In(vart )=a+bntt 0.9311 311.74 1.15 -4.644* 3.263*
Nt=a+bln(vart-1) 0.8560 131.73 1.50 -4.708* 2.996*
Nt=a+bln(vart-2) 0.7876 78.87 1.30 -4.528* 2.667*
Nt=a+bln(vart-3) 0.7725 68.90 1.34 -4.322* 2.303*
Nt=a+bln(vart-4) 0.8311 94.47 1.35 -4.056* 1.865*
Nt=a+bln(vart-5) 0.7358 51.12 1.52 -3.944* 1.660*
Nt=a+bln(vart-6) 0.6567 33.52 1.44 -3.886* 1.536*
*Quiere decir que el parámetro es significativamente diferente de cero y que el nivel de significancia es mayor que 0.999.

expansión inflacionaria, el crecimiento del nivel general de precios contribuye a desalinear precios relativos; sin embargo, en un período de
estabilización, la asincronía existente en los reajustes de precios nominales, que se expresa en una alta variabilidad de los precios relativos, se
constituye en un factor de inercia que limita el abatimiento de la inflación.
Así, la falta de sincronía que prevalece en un momento dado entre precios relativos se resuelve en diacronía, mediante la emergencia de una
inflación inercial.6 (Véase en el anexo A algunas consideraciones complementarias sobre este fenómeno.) La existencia de factores inerciales no
elimina por supuesto la importancia de la política monetaria en la evolución de la inflación Señala, sin embargo, la existencia potencial de dos
regímenes inflacionarios: un régimen “inercial y un régimen “monetario”, restrictivo o expansivo. En el primer caso, la política monetaria es pasiva
en relación con la inercia existente en el proceso de fijación de precios; en el segundo es activa, en el sentido de que frena o acelera el proceso
inflacionario subyacente en la economía, alterando hacia la baja o el alza dicha inercia. Determinar cuál régimen prevalece en un período dado es
una cuestión eminentemente empírica.
b] Análisis del eje inflacionario
Los datos mensuales del INPC no son un buen indicador de la inercia inflacionaria prevaleciente en un momento dado, pues el comportamiento de
ese índice está considerablemente influido por el calendario de ajustes de los precios que controla el gobierno, sobre todo cuando dichos ajustes
son bruscos y espaciados en el tiempo. Por lo tanto, es deseable filtrar la serie de la inflación observada para neutralizar los efectos de los ajustes
de los precios controlados, directos vía su ponderación específica en el índice, e indirectos vía su impacto en costos en las distintas etapas de la
cadena productiva. En ese enfoque, podemos definir el “eje inflacionario” como la tasa de inflación mensual que se hubiera observado si durante
ese mes cada uno de los precios que controla el gobierno —tanto de bienes finales como de bienes intermedios— hubiese crecido a la tasa de
crecimiento que hubieran tenido los precios no controlados en ese caso. Puede entonces inferirse el valor del eje inflacionario a partir de los datos
observados de inflación, condicionándolos a un supuesto de neutralidad de la política de precios controlados (véase metodología en el anexo B).

6 A nivel estadístico, caben las siguientes observaciones:


o La relación entre media y varianza es muy estrecha, pues las variaciones de la primera pueden explicar más de 90% de las variaciones de la segunda, y es mejor en el
segundo período que en el primero; es de notarse, además, que uno de los índices del deterioro relativo de la relación entre media y varianza es el comportamiento del
estadístico Durbin-Watson (DW); el primer período indica la presencia de auto correlación del primer grado en los residuos desde el segundo rezago en el caso de la
regresión de varianza sobre media; sin embargo, intentos de corregirla con el algoritmo de Cochrane y Orcutt empeoraron el DW, reflejando que la estructura de errores es
más complicada;
o la inercia del sistema parece ser de por lo menos cuatro meses pues la media

41
La metodología anterior es útil para analizar el comportamiento de la Inflación durante 1984 y permite concluir que correspondió fundamentalmente
a un régimen inercial. Proyectemos la serie construida de valores del eje inflacionario doce meses hacia adelante a partir de diciembre de 1983 con
el método Box-Jenkins y corrijamos estas estimaciones de acuerdo con la política de precios y tarifas que se instrumentó efectivamente en 1984.
Los resultados aparecen en el cuadro 24.

CUADRO 24 INFLACIÓN OBSERVADA Y VALOR PROYECTADO DEL EJE CORREGIDO, 1984


Índice de precios
Productos Bienes de consumo
Estratégicos básico
Mes Valor observado Eje Intermedios Eje corregido
Enero 6.4 4.2 55.7 84.2 4.0
Febrero 5.3 3.9 56.9 83.7 4.7
Marzo 4.3 4.0 56.6 81.7 3.6
Abril 4.3 4.1 58.5 87.0 5.1
Mayo 3.3 4.2 59.4 88.8 4.4
Junio 3.6 4.1 59.4 89.0 3.8
Julio 3.3 4.1 58.3 87.3 3.5
Agosto 2.8 4.1 58.3 84.8 3.3
Septiembre 3.0 4.1 57.7 84.4 3.6
Octubre 3.5 4.1 58.6 91.4 4.2
Noviembre 3.4 4.1 57.9 90.2 3.5
Diciembre 4.2 4.1 56.6 93.7 4.3
Incremento anual 59.1 61.8 0.5 7.9 60.1

Estos resultados muestran que en diciembre de 1983 se hubiera podido obtener una excelente estimación del valor del INPC durante el año 1984,
utilizando únicamente la información sobre factores inerciales contenida en los datos mensuales de inflación observados hasta entonces, y un
conocimiento del valor real de los precios y tarifas que iba a introducir el gobierno el año subsecuente. Esto implica que los efectos de todas las
otras variables relevantes —tanto de oferta como de demanda— se cancelaron unos con otros, Se deriva lógicamente de lo anterior que durante
1984 la política monetaria, y la política fiscal que la acompañó, fueron pasivas o acomodaticias con respecto a la inercia incorporada en el proceso
inflacionario.
Aparece ex post que durante 1984, y a diferencia de 1983, no se hizo una programación de la demanda agregada nominal que pudiera romper el
piso inflacionario de la economía. Sin embargo, considerando el arraigo y la resistencia de la inercia inflacionaria, surge la siguiente pregunta:
¿cuáles hubieran sido los beneficios en términos de una menor inflación y cuáles los costos en términos de una actividad económica menor, de una
política fiscal restrictiva y de una política monetaria más activa? Retomaremos esta interrogante en la parte final del presente trabajo.
2. Sobreendeudamiento y comportamiento económico
La crisis internacional que enfrentan los países deudores desde 1982 y los esfuerzos de estabilización llevados a cabo en América Latina en los
últimos dos años han subrayado, de manera dramática, la falta de comprensión teórica y empírica del comportamiento microeconómico y del
manejo de políticas gubernamentales en una economía sobrendeudada. Esto no debería sorprendernos, pues nuestros mejores modelos siempre
se han referido a situaciones de equilibrio (o en algunos casos a situaciones de desequilibrio moderado) y son inadecuados para explicar el
comportamiento dinámico de economías sobrendeudadas, en las que hay desequilibrios de acervos muy profundos. Por esta razón, es importante
aislar algunos aspectos analíticos relevantes de esta problemática, y que sucedieron en México entre 1983 y 1984.7
a] Los orígenes de la crisis fiscal de 1982
Como sostuvimos en la primera parte de este trabajo, la causa principal de la inestabilidad económica observada durante la década de los setenta
y el principio de la de los ochenta, la que condujo a la crisis cambiaria de 1982 y a la posterior aceleración de la inflación, fue el desequilibrio

7 No abordaremos en esta sección, orno debería hacerse en un sentido estricto, la problemática del comportamiento de las empresas y de los hogares en un contexto de
sobreendeudamiento general. Pueden aducirse cuatro razones para ello:
primero, el problema cobra mayor alcance en el caso del sector público puesto que ahí se reflejan en gran medida los desequilibrios del resto de la economía; segundo los datos
disponibles son menos sistemáticos al no existir una matriz completa de flujos financieros netos por sectores institucionales; tercero, se extendería demasiado el presente trabajo, y
finalmente, ya hemos mencionado arriba las características principales del saneamiento financiero de las empresas en un contexto de sobreprotección comercial.

42
financiero interno del sector público. Por ello, el análisis del comportamiento del sector público es fundamental para la comprensión de la naturaleza
económica del proceso de estabilización (además la metodología del FMI, que se pretende evaluar aquí, centra su análisis sobre el sector público).
Al igual que cualquier otro agente económico, el sector público se comporta como si maximizara una función de utilidad sujeta a una restricción
presupuestal intertemporal. Esta restricción indica que el valor presente de los ingresos del gobierno (incluyendo el impuesto inflacionario) debe ser
igual a la deuda inicial más el valor presente de los gastos gubernamentales. Los ajustes que el gobierno debe introducir a su comportamiento para
responder a los choques externos que afectan su restricción presupuestal pueden, en principio, ser derivados de la teoría macroeconómica
neoclásica usual. La caída permanente de una fuente de ingreso gubernamental o un aumento permanente en las tasas de interés (que reduce el
valor presente del flujo esperado de ingresos netos) requieren que se efectúe un ajuste inmediato en el comportamiento futuro tanto de los ingresos
como de los gastos. La respuesta adecuada a cambios transitorios en las tasas de interés o en los ingresos gubernamentales depende en mucha
mayor medida de factores institucionales: si un ajuste repentino de los gastos o un aumento sustancial de los impuestos tienen altos costos
políticos, un gobierno tenderá a instrumentar una política de ajuste gradual; un mayor endeudamiento permitirá financiar la mayor brecha que
momentáneamente se abre entre ingresos y gastos; paralelamente, ajustes permanentes, pero de magnitud moderada, en impuestos, precios y
tarifas y gastos asegurarán la solvencia intertemporal del gobierno.
Como ya se dijo, México se vio afectado, al principio de los años ochenta, por dos choques externos considerables: primero, aumentaron las tasas
internacionales de interés y después disminuyeron los precios de exportación del petróleo. En conjunto, estos dos choques externos implicaban
que la tasa de crecimiento de la economía sería en el futuro menor a lo esperado y que se requeriría una depreciación permanente del tipo de
cambio real, con el correspondiente ajuste del salario real. Los dos choques externos, junto con los internos exigidos para acomodarlos modificaron
sustancialmente la dinámica de la restricción presupuestal del gobierno.
Por el lado de los ingresos, además de la caída del precio del petróleo, se cae la recaudación tributaria fiscal, porque el menor crecimiento
esperado del ingreso real significa una contracción de la base gravable; adicionalmente, el ingreso futuro esperado de los proyectos de inversión ya
terminados son menores porque, a posteriori, algunos de ellos resultan improductivos: esto es la consecuencia de cambios importantes en los
precios relativos y de la caída de la demanda interna en un contexto de inversión irreversible y de bienes no comerciables internacionalmente. Por
el lado del gasto, el aumento de las tasas de interés encarece, el servicio de la deuda publica, adicionalmente, surgen perdidas y subsidios como
resultado de garantías cambiarias concedidas previamente al sector privado por el gobierno y de la existencia de deudas externas no cubiertas en
empresas públicas y bancos nacionales. El único aspecto positivo de estos cambios es que la depreciación real de tipo de cambio implica una
revaluación en moneda nacional de los impuestos al comercio exterior y del superávit en divisas del sector público. Como apuntamos antes, el
gobierno mexicano no reaccionó frente .a cambios como debía de haberlo hecho si los hubiera interpretado como lo que eran, cambios internos
inducidos por choques externos de naturaleza permanente. Quizá, dado el contexto internacional del crédito fácil que prevalecía en aquella época,
el gobierno quiso abrigar temporalmente la esperanza de que estos choques eran transitorios; asimismo, tal vez por razones políticas vinculadas
con el calendario de la sucesión presidencial, el gobierno descontó en ese momento el futuro a una tasa muy alta, en exceso de la tasa de interés
de mercado. El hecho es que se pospuso el inevitable ajuste de los ingresos y gastos públicos, así como del tipo de cambio, y que se escogió una
estrategia de financiamiento de los desequilibrios por la vía del mayor endeudamiento externo.
El comportamiento de las empresas y de los particulares no permanece tampoco inalterado por estos choques externos. Los cambios adversos en
las tasas de interés y el precio del petróleo disminuyen el ingreso permanente disponible de los hogares, lo que implica que debe aumentar su
ahorro y disminuir el consumo privado. En un contexto en que las inversiones son irreversibles, la caída de la demanda interna por debajo de su
nivel esperado y los cambios los precios relativos causan una disminución en el valor neto de las empresas, lo que requiere que éstas, introduzcan
ajustes en sus flujos de operación para fortalecer sus balances, deteriorados adicionalmente en muchos casos por la presencia de deudas
denominadas en moneda extranjera y cubiertas de manera imperfecta. Además existe una fuerte interdependencia entre la estrategia de
financiamiento de los desequilibrios escogida por el gobierno y la elección de una cartera intertemporal de activos por parte del sector privado, en la
medida en la que este último identifique la naturaleza permanente de los choques que afectaron la restricción presupuestal del sector público. Si el
gobierno pospone vía endeudamiento las correcciones necesarias con los ingresos y gastos públicos, empresas y particulares tienen la posibilidad
de anticiparse a los mayores impuestos previstos para el futuro, incluyendo el impuesto inflacionario, orientando sus carteras hacia activos no
gravables, fundamentalmente activos denominados en dólares y bienes de consumo duradero; Esta dinámica de comportamiento por parte del
sector privado puede aumentar considerablemente el costo de un posterior ajuste de las finanzas públicas; por los subsidios que resultan del
financiamiento público de las fugas privadas de capital o, en su caso, por las pérdidas derivadas de la existencia de garantías cambiarias.
¿A cuánto asciende el sobreendeudamiento que el gobierno contrajo a consecuencia de choques permanentes adversos a su restricción presupuse
y de la adopción de una estrategia temporal de financiamiento de los desajustes correspondientes? Ésta es una pregunta fundamental porque
determina la magnitud del desequilibrio de acervos en el balance de las finanzas públicas, que debe ser corregido durante el proceso de
estabilización. Estimaciones preliminares indican que el endeudamiento excesivo se situaría alrededor de 20 000 millones de dólares. 8 En principio,
un desendeudamiento por ese monto, al restablecer la solvencia intertemporal del sector público, permitiría su regreso voluntario al mercado
internacional de capitales.
b] Ajuste rnacroeconómico a la restricción presupuestal del sector público, 1983.1984
Un gobierno que se da cuenta de que, como resultado de choques exógenos, su restricción presupuestal intertemporal deja de ser satisfecha, al
existir incompatibilidad entre la estructura de los impuestos, el nivel de precios y tarifas, el flujo planeado de gastos futuros y el servicio de la deuda
acumulada, tiene tres opciones:

8Para un análisis teórico y empírico más completo sobre este punto, ver el trabajo conjunto del autor y de F. Clavijo, “Ajuste macroeconómico y cambio estructural en las finanzas
públicas de México, 1982-1984”.
43
o reducir de manera discontinua y única el monto vigente de la deuda pública, a través de su repudio parcial y/o de un impuesto sobre la
riqueza, legal o mediante la aceleración de la inflación; el ajuste en el monto inicial de deuda pública que se requiere debe ser igual al
valor presente de las pérdidas en el flujo neto de ingresos públicos causados por los choques extensos adversos;
o ajustar permanentemente en una proporción apropiada los flujos de ingresos y gastos futuros, de tal forma que el valor presente de la
diferencia sea de nuevo igual al monto de la deuda pública vigente;
o sobre ajustar momentáneamente los flujos de ingresos y gastos para reducir en el corto plazo el monto inicial de la deuda, de tal suerte
que los flujos antecedentes de ingresos y gastos (o por los menos cercanos a aquellos que prevalecieron antes de los choques externos)
satisfagan la nueva restricción presupuestal.
La primera opción corresponde a un tratamiento radical mientras que la segunda es una política de ajuste gradual. La tercera opción es una
solución intermedia. Si se descarta la primera opción por los costos políticos que implica, debemos especificar la función de utilidad del gobierno,
es decir, en última instancia las preferencias de la sociedad, para poder escoger entre la segunda y la tercera opción. A priori, parecería ser cierto
que siempre y cuando las dos condiciones siguientes sean satisfechas la tercera opción será preferida a la segunda.
o Si hay un compromiso social con algún criterio de equidad intergeneracional; en este caso, el costo del endeudamiento excesivo que
resultó de políticas económicas erróneas, por ejemplo de una estrategia de sobreendeudamiento como respuesta a choques
permanentes adversos, debe ser pagado por la generación que permitió su adopción;
o Si hay aversión social hacia el uso permanente del impuesto inflacionario; es posible que el monto inicial de deuda pública sea tal que,
aun si los impuestos directos e indirectos aumentan permanentemente al máximo socialmente aceptable y si el gasto público es
disminuido al mínimo compatible con los compromisos políticos del gobierno, se requiera, en el largo plazo, del impuesto inflacionario
para cerrar la brecha entre los flujos de gastos e ingresos y satisfacer así la restricción presupuestal intertemporal del gobierno; en ese
caso es posible que un “sobre ajuste” transitorio de los impuestos (incluyendo probablemente el impuesto inflacionario) y de los gastos
sea socialmente superior a un impuesto inflacionario moderado, pero permanente; una inflación permanente en un rango medio no sólo
representa un impuesto inestable sobre las tenencias de dinero, pues surgen cambios institucionales que tienden a erosionar la base
gravable de dicho impuesto, sino que también lleva inevitablemente a la indización de algunos precios clave de la economía, lo qué
introduce costos sociales muy altos en un mundo en el que los choques reales existen y en un tiempo en el que su frecuencia se
multiplica.
La política de estabilización seguida en México en el bienio 1983- 1984 tiene la racionalidad implícita a la anterior opción 3: reducir de manera
acelerada el valor real de la deuda pública para alcanzar el punto de partida de un nuevo patrón de crecimiento estable, con inflación baja y acceso
voluntario al crédito externo. El cuadro 25 ilustra así el ajuste de acervos que sufrió la posición financiera del sector público en el período 1982-
1984.
o Los ingresos fiscales se elevaron considerablemente a raíz de la reevaluación de los ingresos petroleros resultantes del cambio real de
paridad en 1982 y 1983. En 1984 la reevaluación relativa del tipo de cambio tuvo un efecto contrapuesto Los ingresos petroleros no
experimentaron cambios significativos, ya que el aumento de los ingresos de los organismos y empresas vía ajustes de precios y tarifas
se vio compensado por la erosión de la recaudación tributaria.
o Los egresos en bienes y servicios no financieros sufrieron una caída dramática en 1983 (2 1%) y crecieron moderadamente en1984
(2.8%), debido al dinamismo relativo del gasto corriente y de otros gastos de las entidades fuera de presupuesto. La inversión pública
cayó 55% en 1984 en relación con 1981.
o Después de haber aumentado 60% en 1982, el valor real de la deuda pública interna disminuyó 23% en 1983 y 1% en 1984. Ello significa
que el nivel de deuda interna real de 1984 correspondía al nivel de 1981, habiéndose eliminado en el bienio 1983-1984 un monto de
deuda real equivalente al endeudamiento contraído durante la crisis de 1982. En 1983, el ajuste descansó básicamente en el uso del
impuesto inflacionario, que explica el 70% del total. Cuando desaparecieron los márgenes en el manejo de las tasas de interés,
permitidos inicialmente por el sobre ajuste de la tasa de cambio, el impuesto inflacionario y la erosión del valor de la deuda pública interna
disminuyeron considerablemente.
¿En qué medida se ha avanzado en un saneamiento permanente de las finanzas públicas en el bienio 1983-1984? Desde el punto de vista de un
equilibrio macroeconómico de largo plazo, la actual brecha fiscal puede medirse como el monto de endeudamiento externo adicional necesario
para, simultáneamente, mantener el actual superávit primario, es decir la estructura actual de ingresos fiscales y de gasto en bienes y servicios no
financieros; asegurar un servicio de la deuda pública interna a la tasa de interés natural (es decir, bajo el supuesto de que las tasas de interés
externas y la tasa de inflación en México son iguales a las de los Estados Unidos), y restringir el endeudamiento real interno a su nivel observado.
De acuerdo con esta definición, el volumen adicional de endeudamiento externo requerido hubiera sido en 1984 de alrededor de 3 500 millones de
dólares (véase columna l984a del cuadro 25); esta cifra corresponde a un nivel que hubiera mantenido aproximadamente constante el acervo real
de deuda externa del país durante 1984.
El anterior ejercicio tendería a demostrar que desde un punto de vista macroeconómico de largo plazo, las finanzas públicas no estarían
actualmente en franco desequilibrio. Es crítico, sin embargo, matizar esta conclusión aparente con tres consideraciones fundamentales. Primero, la
experiencia internacional demuestra que es necesario ofrecer tasas reales de interés domésticas superiores a las internacionales en un período de
desinflación rápida como el que requiere a finales de 1984 la economía mexicana; esto significa que el
CUADRO 25
FLUJOS DE RECURSOS REALES DEL SECTOR PÚBLICO, 1981-1984
(Miles de millones de pesos constantes, 1978=100)
1981 1982 1983 1984 1984ª
44
FUENTES
Ingresos fiscales 799.9 926.0 952.0 914.0 914.0
Petroleros 192.5 310.2 313.9 264.0 264.0
No petroleros 606.5 615.8 638.1 649.0 649.0
Endeudamiento 470.4 687.2 297.7 265.6 87.6
Interno 224.6 569.2 208.0 228.6 -7.7
Externo 245.0 118.0 89.7 37.0 95.3
Impuesto inflacionario1 38.6 183.0 202.7 28.0 -
Total 1 308.0 1 796.2 1 452.4 1 207.6 1 001.6
USOS
Egresos en bienes y servicios no financieros 1 091.8 977.7 773.4 795.7 795.7
Corriente 572.6 573.1 463.7 481.8 481.8
Capital 392.2 290.8 206.7 175.7 175.7
Otros2 127.0 113.8 103.0 138.5 138.5
Intereses externos 12.6 90.9 106.0 85.0 85.0
Intereses internos - - - 32.0 45.5
Pérdidas cambiarias - 189.2 - - -
Amortización inflacionaria de la deuda 138.0 516.8 533.4 285.3 75.1
Interna 130.0 447.9 495.4 236.3 26.1
Externa 58.0 68.8 38.0 49.0 49.0
Otros 15.9 21.5 39.6 9.8 9.8
Total 1 308.0 1 796.2 1 452.4 1 207.6 1 001.6
Memorándum
Endeudamiento neto real 268.5 223.3 -335.4 -52.3 -6.0
Interno 94.0 121.3 -287.4 -7.7 -7.7
Externo (neto de reservas internacionales) 174.5 102.0 -48.0 -44.6 13.7
a.- Supone valores de la inflación y las tasas de interés iguales a las de Estados Unidos en el cálculo del impuesto y amortización inflacionaria.
1. Para el cálculo del impuesto inflacionario se toma como base gravable, el acervo de deuda nominal existente en el año t — 1 para cada uno de los componentes
de la deuda interna; a esta base grabable se le aplica una tasa impositiva constituida por la diferencia entre la tasa de interés promedio y la tasa de inflación
promedio. Al endeudamiento neto del año t, se e aplica la misma fórmula tomando los saldos mensuales y las tasas mensuales.
2. Incluye cuentas ajenas, otros gastos y déficit de organismos con control presupuestal indirecto.
actual superávit primario de las finanzas públicas es insuficiente para transitoriamente abrir espacio a un mayor pago real de intereses internos y
permitir un abatimiento de la inflación (al menos de que se planteara un aumento significativo del valor real de la deuda externa); por lo tanto, será
necesario a futuro un sobreajuste adicional del superávit primario, para consolidar la transición hacia la estabilidad. Segundo, aun cuando se
restablezca un estado de equilibrio macroeconómico básico de las finanzas públicas, la composición actual del nivel de gasto público entre
inversión y consumo es incompatible con los requerimientos del crecimiento del país a mediano plazo: ello plantea la inevitabilidad de un cambio
estructural en las finanzas públicas, centrado en la reducción de la evasión fiscal y en un recorte al tamaño del sector público, necesario para
contraer permanentemente su gasto corriente y abrir márgenes al programa de inversiones. Tercero, no es probablemente viable amortizar
aceleradamente deuda externa en términos reales, pretendiendo al mismo tiempo ofrecer las tasas reales de interés internas que requiere una
estrategia de desinflación rápida y avanzar con rápidez en una estrategia de cambio estructural en la asignación del gasto público (ya que un
crecimiento mínimo de la economía es prerrequisito para un esfuerzo significativo de recorte de personal en el sector público). Si los mercados
internacionales de capital fueran menos imperfectos de lo que son, es probable que los flujos financieros voluntarios serían mayores a los actuales,
al reconocerse la racionalidad económica de la anterior situación.
En conclusión, a pesar del saneamiento considerable logrado durante el bienio 1983-1984 en el manejo de sus finanzas, el sector público no ha
regresado aún a su restricción presupuestal intertemporal: requiere un sobreajuste adicional transitorio de su superávit primario para abatir la
inflación; requiere un cambio permanente en la estructura de su gasto y un esfuerzo sistemático de reducción de la evasión fiscal para garantizar
un crecimiento sano de la economía a mediano plazo; y requiere mayores flujos financieros internacionales para relajar la restricción de
desendeudamiento externo real y contribuir al logro de los objetivos anteriores. De no darse dichas condiciones, la dinámica del déficit público
podría provocar nuevamente inestabilidad financiera e inducir una recaída macroeconómica a corto-mediano plazo.
VI. CONSIDERACIONES FINALES
Analizar de manera crítica la estructura metodológica de los programas del FMI y la condicionalidad que de ella se deriva se ha vuelto
recientemente un ejercicio común, ante las dificultades de las políticas de estabilización llevadas a cabo durante los últimos tres años en la mayoría
de los países de América Latina. Esta sección recoge la experiencia mexicana del bienio 1983-1984 en la perspectiva de este análisis crítico,
Para ubicar los problemas metodológico del esquema implícito en los programas del FMI, es en primer lugar necesario hacerlo explícito. Como es
sabido, los programas del FMI se resumen fundamentalmente a un ejercicio de programación financiera. A partir de un conjunto de supuestos
sobre el cierre del año y de restricciones económicas tanto exógenas (endeudamiento externo, reservas internacionales, tasa de interés real, tipo
de cambio real, etc.) como funcionales (curva de Phillips, demanda de activos financieros, etc.) es posible derivar el valor meta del PIB nominal y
evolución correspondiente de las distintas variables financieras (véase cuadro 26). Contrario sensu, si se impone un “candado” efectivo sobre las
cinco variables correspondientes los criterios de desempeño (reservas internacionales, crédito primario, crédito del Banco Central al gobierno,
endeudamiento público externo y déficit público total), si se supone que el crédito al sector privado se comporta como deseado y si se supone que
la velocidad del dinero es una constante en el rango considerado, entonces se garantiza la consecución de la meta de PIB nominal. En este
esquema la división entre inflación y crecimiento es endógena y el PIB real constituye la variable de ajuste.

45
Este esquema hace surgir dos preguntas fundamentales: la factibilidad económica de las tres condiciones señaladas (control de los “candados”,
comportamiento del crédito al sector privado y constancia de la velocidad del dinero) y la viabilidad social de dejar el PIB real como variable de
ajuste para cualquier meta de inflación.
La lógica de los “candados” presupone que las autoridades gubernamentales tienen el control efectivo de las variables que constituyen los criterios
de desempeño (por ello no se impone, como lo exigiría la lógica del esquema, un “candado” sobre el crédito mínimo al sector privado); en
particular, se supone que las autoridades tienen control sobre la evolución del déficit público nominal. Éste es probablemente uno de los puntos
más polémicos. Aun cuando parece lógico suponer lo anterior, no hay que olvidar que en la práctica el déficit público demuestra un alto grado de
endogeneidad en relación con la evolución de ciertas variables macroeconómicas, destacadamente la inflación. En particular, el pago de interés
sobre

CUADRO 26 ESTRUCTURA METODOLÓGICA DE UN PROGRAMA- TIPO FMI


Supuestos Restricciones Objetivos Criterios de desempeño
Macroeconómicos
D f  D f *
R f  R f *
ˆ  ˆ
( , )  Y
( o ,  o ) Yo rˆ  rˆ
d d*
V0 V5
( e o , wo ) C Pr
w  
  *
( M oo , M 50 ) M 5  M o  R f  CP R B  M 5  C Pr


( P oil , r f , Y f ) d  d ( , ˆ, p rie , r f , Y f )  d * rd 


D f
F ( ,  )  0 CBCG CDG


G (ˆ, wˆ )  0 PSBR

Mi
Vi   Vi( , rˆ d ,  )
Y
Variables sujetas a “candado” donde: Rf = nivel de reservas internacionales.
 = tasa de crecimiento real del producto interno bruto.
 = tasa de inflación. Df =nivel de deuda pública externa.
 = tipo de cambio nominal. d =déficit en cuenta corriente de la balanza de pagos.
w = salario nominal. CP =crédito primario del banco central.
r = tasa de interés nominal. RB =reservas bancarias.
Y = PIB nominal. CPr =crédito interno al sector privado.
x̂ = valor real de la variable nominal. CBCG = crédito del Banco Central al sector público.
Mi
V i  velocidad del agregado monetario M i CDG = crédito interno directo al sector público (por fuera del
Y Banco Central).
PSBR =requerimientos financieros totales del sector público.
X * =valor de la variable X fijada de manera exógena.
la deuda pública interna depende directamente de la inflación. Si la inercia inflacionaria es mayor que la prevista, el pago de intereses y el déficit
resultan mayores. Por supuesto, ello debería conducir a las autoridades a adoptar medidas para elevar los ingresos o reducir más el gasto
programable. Sin embargó, dada la imposibilidad legal de aumentar los impuestos durante el ejercicio fiscal y considerando los importantes rezagos
existentes entre una decisión de recorte del gasto y su manifestación efectiva en el flujo de caja del sector público, existe un lapso durante el cual el
gobierno no controla efectivamente la dinámica del déficit (que puede ser del orden de seis meses). Por lo tanto, en la práctica, el grado de control
sobre el déficit público depende de dos variables: el realismo con el que se estimó la inflación en el presupuesto original (es decir, la congruencia

46
entre la meta de inflación y el paquete global de política económica) y el horizonte temporal sobre el cual se pretende alinear el déficit observado y
el déficit-meta.9
El comportamiento del crédito al sector privado es una variable difícil de proyectar. Como en todos los casos dónde -así acontece, los programas
del FMI tienden a adoptar una posición conservadora, es decir, a sobrestimarla: para una proyección dada del ahorro financiero, se restringe aquí
aún más el crédito disponible para el sector público y el “candado” correspondiente al déficit fiscal. Por otra parte, existen muchos argumentos
teóricos para cuestionar la constancia de la velocidad del dinero (en un sentido amplio o reducido), e incluso su estabilidad funcional. En la práctica,
como se señaló en la sección II, la velocidad del dinero observa cierta variabilidad en el periodo 1982-1984. Sin embargo, es justo reconocer que
las desviaciones observadas en el PIB nominal durante dicho período se deben mucho más a desviaciones de los agregados monetarios y
financieros que a la inestabilidad de la velocidad del dinero. Las autoridades pueden, dentro de márgenes y plazos razonablemente satisfactorios,
controlar la evolución del PIB nominal: pero no es viable dejar que el PIB real constituya la variable de ajuste para cualquier meta de inflación. Si el
costo social fuera irrelevante no existiría ningún obstáculo para abatir la inflación: el único problema verdadero de una política de estabilización es
cómo lograrlo reduciendo al máximo dicho costo. Una de las mayores fallas de los programas del FMI consiste en dejar de lado este problema, a
nivel metodológico mismo, en el momento en que la naturaleza de los desequilibrios que se persiguen corregir en América Latina, de acervos y no
de flujos, implican alargar el del ajuste, de esencia estructural, para precisamente diluir en el tiempo su costo social.
Es cierto que el desequilibrio de la balanza de pagos refleja (contablemente) un desequilibrio interno y que éste se origina generalmente en las
finanzas públicas. Es cierto que detrás de toda inflación alta existe fundamentalmente un desequilibrio fiscal. También es cierto que, si existe
voluntad política para llevar adelante un programa de ajuste, es necesario a nivel técnico jugar con la inevitable incertidumbre existente a favor del
propósito de la estabilización: ello se logra fijando una meta de inflación relativamente ambiciosa, que probablemente ext post, pero que garantiza
que el ajuste real de las finanzas públicas no se quedara corto. La estrategia del overkill, que es parte consustancial del vademecun del misionero
del FMI, tiene sin duda cierto fundamento lógica, aunque tal vez no el que persigue directamente el Fondo: lograr que el ajuste de la balanza de
pagos sea mayor a lo previsto para que no surjan en el curso del año problemas de financiamiento externos. Pero es incorrecto fijar una meta de
inflación no ambiciosa sino arbitraria, por carente de sustento analítico y esperar que la simple elaboración de un ejercicio de programación
financiera congruente con esa meta permita alcanzarla.
El desequilibrio de las finanzas públicas es necesario para generar la inflación, pero una política monetaria y fiscal restrictiva es insuficiente para
abatirla rápidamente y con un costo social aceptable. La rapidez del proceso de reducción de la inflación depende de un conjunto de factores
dinámicos que no capta un ejercicio anual de programación financiera. Esto aparecería con claridad si los técnicos del FMI intentaran hacer una
calendarización mensual rigurosa de su programa monetario, lo que no ocurre por lo general. Por otro lado, cuando existen desequilibrios de
acervos, especialmente en el ámbito de las finanzas públicas, la satisfacción coyuntural de una restricción externa demasiado severa puede
significar una agudización mayor de los desequilibrios estructurales internos y constituir un o adicional para un abatimiento duradero de la inflación.
En general se inicia un programa de estabilización en un contexto de inflación creciente; por otro lado, las medidas iniciales (devaluación y ajuste
de precios y tarifas) constituyen “choques” de costos que retroalimentan el alza del proceso inflacionario, adicionalmente en muchos casos, sobre
todo cuando hubo ya varios intentos fallidos de estabilización, la credibilidad de un gobierno es reducida, por lo que los agentes económicos se
resisten a modificar sus expectativas de acuerdo con las metas oficiales de inflación. En dicho escenario, la contracción instantánea de la demanda
decidida en un momento dado por el gobierno a inducir una caída salarial, programar un nivel de gasto público nominal restringido y contraer la
oferta monetaria, se anticipa considerablemente en relación con la dinámica propia del proceso de fijación de costos y precios, que muestra mayor
independencia en relación con la políticas gubernamentales tradicionales. Los precios mantienen inicialmente su dinámica previa, aun cuando la
demanda nominal se contrae; de ahí que la reducción del PIB se adelante a la caída de la inflación y que su abatimiento pueda tener un costo
social muy elevado.
En el marco anteriormente delineado, existen dos grandes líneas de acción complementarias en materia de lucha antiinflacionaria:
o una basada en el control de la demanda mediante políticas monetarias y fiscales restrictivas; la credibilidad en torno al mantenimiento de
estas políticas pueden tener un efecto favorable sobre las expectativas inflacionarias y moderar indirectamente los aumentos de precios
deseados por los agentes económicos;
o otra basada en el control directo del proceso de fijación de precios, centrada en el manejo de los precios-clave (tipo de cambio, salario,
precios y tarifas del sector público) y en el control directo (vía sanción administrativa) o indirecto (vía a apertura comercial y manejo
arancelario) del precio de los bienes privados más importantes.
El éxito de una estrategia antiinflacionaria depende fundamentalmente de la sincronización entre las medidas correspondientes a ambas líneas de
acción. Si se privilegia exclusivamente la primera, como tienden a recomendarlo los enfoques ortodoxos y los programas del FMI, el costo social del
abatimiento de la inflación puede ser intolerable por la caída excesiva de la producción, el empleo y el gasto social; los resultados en materia de
precios suelen ser demasiado lentos. Si sólo se atiende la segunda, se obtienen resultados en el corto plazo pero no se evita un posterior repunte
de la inflación. Lo correcto es aplicar simultáneamente políticas de restricción monetaria y fiscal del primer tipo, respaldadas por políticas de control
de la inercia inflacionaria del segundo tipo, que reduzcan el costo social de una estrategia de desinflación rápida.

9 Existen adicionalmente problemas de medición que pueden ser significativos. Uno de los mayores atractivos de los “candados’ derivados de la programación financiera es que se
refieren a variables para las cuales en principio se dispone de información confiable y oportuna. (Viene aquí a colación el símil que hace con frecuencia Frank Hahn entre la economía
aplicada y el borracho que busca la llave de su casa bajo el farol, aunque la perdió en la esquina: fijarse no en lo más relevante, sino en lo que es más fácil observar.) sin embargo,
como es sabido, la oportunidad puede, ser insuficiente para determinar desviaciones y pueden surgir problemas metodológicos significativos en cuanto a la definición del concepto de
déficit público relevante (prácticas de reevaluación de activos, tratamientos de gastos devengados no pagados, etc.,). Por ello, el FMI tiende a introducir cada año “candados”
adicionales para cerrar una brecha por donde se fugó el concepto del déficit el año anterior.

47
El caso de México en el período 1983-1984 ilustra lo anterior. En 1983, se logró el manejo programado de la demanda nominal. Ello fue posible
fundamentalmente gracias al control del déficit del sector público, lo que permitió limitar el crecimiento de la base monetaria, á pesar de una
acumulación de reservas internacionales superior a la prevista. Sin embargo, la dinámica del proceso costos-precios mostró una gran inercia, de tal
suerte que, aun cuando el valor del PIB nominal estuvo en línea con lo proyectado, su división entre caída de la inflación y contracción de la
actividad económica resultó mucho más desfavorable de la anticipada. En el segundo semestre - de 1984, la política fiscal fue menos restrictiva
que en los primeros 18 meses de la presente administración; de haberse confirmado antes la notable recuperación de; la inversión privada, el gasto
público debió haber sido más reducido. La política de incentivos a la inversión privada se instrumentó deficientemente, al proveer subsidios altos el
primer año y decrecientes después, induciendo una aceleración excesiva de la demanda de crédito al sector privada en el segundo semestre de
1984; además de hacer extensiva la depreciación acelerada a las importaciones se provocó su mayor crecimiento, Por otra parte, la política
monetaria careció de oportunidad, ya que no se volvió restrictiva sino hasta el primer semestre de 1985.
En el conjunto del período 1983-1984, las medidas orientadas a controlar directamente la inercia del proceso de fijación de costos y precios fueron
insuficientes. El diseño original de la política cambiaria fue el adecuado: un desliz diario constante corresponde a una tasa porcentual decreciente
que debía permitir conducir gradualmente hacia abajo el proceso inflacionario. Si se hubiera podido mantener conjuntamente el desliz diario de 13
centavos y un tipo de cambio real adecuado durante el período 1983-1988, la inflación en 1988 hubiera podido ser inferior al 20%. Ello, sin
embargo, no ocurrió: el desliz del tipo de cambio nominal no constituyó un tope al crecimiento de los precios de los bienes comerciables
internacionalmente, ya que se elevó considerablemente la protección implícita, determinada de manera endógena por el sistema de permiso previo
y no limitada por aranceles fijos. Cabe subrayar que el primer ajuste al desliz del tipo de cambio a finales de 1984, que en cierto sentido marcó el
final de una primera etapa en el proceso de reordenación económica, fue impuesta por la tendencia a la sobrevaluación del tipo de cambio
resultado del cierre de la economía, más que por un desequilibrio cambiario creado por una expansión crediticia excesiva; es decir, se originó más
por el lado de los costos que de la demanda. Por otra parte, los precios y tarifas del sector público se elevaron en términos reales vía ajustes
bruscos concentrados en el tiempo que desestabilizaron los precios relativos y retroalimentaron la inercia inflacionaria. El único instrumento de
control efectivo de los costos fue el salario, a todas luces insuficiente para constituir un anda para el conjunto del sistema de precios.
En tales condiciones, la economía entra gradualmente en la trampa de la indización de facto. Dentro de la estrategia de estabilización diseñada a
finales de 1982, estaba claro que al agotarse el margen de subvaluación del peso, se tocaría un piso inflacionario similar al nivel de inflación
entonces vigente. Si se descarta la posibilidad de sobrevaluar el peso o de inducir una caída permanente del salario real o de los precios y tarifas
del sector público, sería necesario a partir de entonces ajustar con la regularidad requerida el desliz cambiario a un nivel cercano al diferencial de
inflación con Estados Unidos, arrastrando los demás precios-clave y validando la tendencia inflacionaria del momento. De hecho, después de una
importante subvaluación inicial en diciembre de 1982, el tipo de cambió real alcanzó hacia finales de 1984 un valor aparentemente cercano a su
valor de equilibrio cuando la tendencia inflacionaria era del orden de 60%. Ése es el piso inflacionario que ha adquirido la economía mexicana y con
él se ajustan, con mecanismos de indización de facto, si no de jure, los precios-clave: tipo de cambio, salarios tasas de interés y precios y tarifas
del sector público. Ello reduce la eficacia antiinflacionaria de una contracción fiscal y monetaria. Por otra parte, una meta muy severa de
desendeudamiento externo puede conducir la política monetaria y de tasas de interés a una situación de trampa. Si existe incompatibilidad
estructural entre los distintos componentes de las finanzas públicas y la restricción de endeudamiento externo fijada de manera exógena, el déficit
correspondiente excede la cantidad de recursos financieros internos disponibles. Ocurre entonces una de dos situaciones: si el Banco Central tiene
una política monetaria activa, se elevan las tasas internas de interés y se presiona al déficit fiscal; o si el: Banco Central tiene una política monetaria
pasiva, crece el crédito primario y se desboca la inflación.
El alza de las tasas de interés internas tiene en principio dos efectos favorables para equilibrar oferta y demanda de fondos preentables y contribuir
a la estabilización de la economía: por un lado, incentiva el ahorro interno en moneda nacional; por el otro, abate la demanda de crédito del sector
privado. Sin embargo, este proceso en condiciones de desequilibrio agudo tiene límites: si la economía está estancada y no existe mayor ahorro
corriente generado por mayores ingresos la captación financiera está limitada por el reacomodo del portafolio de activos existentes. En estas
condiciones, si suben las tasas de interés, el factor de equilibrio lo constituye, en principio, la entrada de capitales del exterior; pero si no hay
acceso al crédito internacional y el retorno voluntario de capitales está restringido por factores de desconfianza, la elasticidad de la captación a las
tasas de interés puede ser, pasado cierto umbral, considerablemente baja. Por otro lado, después de cierto límite alcanzado por las tasas de
interés y las restricciones crediticias, el sector privado mantiene saldos mínimos de crédito y se puede desconectar del sistema financiero, de tal
suerte que un crecimiento adicional de las tasas no puede ya reducir más la demanda.
En tales condiciones, que emergen en México pero que ya se dan por ejemplo en Brasil, el sistema financiero interno se desconecta en gran
medida del funcionamiento de la economía productiva: las tasas reales suben, el déficit público sube, la liquidez que inyecta es lo único que
alimenta la captación, que a su vez no está respaldada por activos que generen en el futuro un rendimiento correspondiente: la deuda interna del
sector público se transforma verdaderamente en un globo sin vínculo alguno con la economía real. Al percibirse gradualmente esta dinámica por
parte del público ahorrador, se eleva el premio de riesgo10 sobre los instrumentos de deuda pública y se acortan los plazos, compactándose el
sistema financiero al mercado de dinero. Ello complica aún más el problema: al acortarse el plazo de los valores gubernamentales, el gobierno
debe hacer cuantiosas colocaciones diarias para financiar la amortización de su deuda lo que distorsiona el funcionamiento del mercado y eleva
aún más el premio de riesgo (el mercado abierto funciona bien en condiciones de estabilidad más no de inflación aguda); a su vez, el alza del
premio de riesgo aumenta la carga de la deuda pública, agudizando la incompatibilidad estructural de las finanzas públicas y elevando la
probabilidad de insolvencia del gobierno. La única salida posible de este tobogán es entonces el repudio parcial de la deuda pública interna,
mediante la hiperinflación, o de la deuda pública externa, mediante la suspensión de pagos.

10En condiciones de liquidez externa administrada, en donde el gobierno no tiene acceso a los mercados internacionales de capital y las reservas de divisas suelen ser bajas, el premio
de riesgo tiende a ser alto ya que la comunidad anticipa un ajuste cambiario frente a cualquier “choque” sobre la balanza de pagos, lo que ocurre con frecuencia en el mundo actual.

48
En conclusión, se derivan de todo lo anterior dos consideraciones generales:
o El esquema metodológico aplicado en los programas de estabilización recomendados por el FMI basado en una doble condicionalidad
(externa en lo que se refiere al déficit de la balanza de pagos e interna en lo que se refiere al déficit de las finanzas públicas), no es el
más adecuado para enfrentar los problemas que padece hoy la mayoría de las economías de América Latina. Era un esquema adecuado
a situaciones caracterizadas por desequilibrios de flujos en la balanza de pagos (situación típica en los años cincuenta y sesenta), más no
a situaciones de desequilibrio generalizado en los acervos de la economía (resultado de un crecimiento considerable de la intermediación
financiera internacional y de cambios bruscos en precios relativos). En ambos casos, está claro que un equilibrio básico de la economía
interna y, en particular, de las finanzas públicas, es necesario para garantizar el equilibrio de la balanza de pagos; en ese sentido, no es
posible analizar por separado el desequilibrio externo del interno. Sin embargo, proponer para garantizar el equilibrio de la balanza de
pagos “candados” sobre la evolución de las finanzas públicas derivadas de un ejercicio de programación financiera, basado a su vez
sobre un supuesto arbitrario de inflación, equivale generalmente a desconocer la complejidad de la evolución dinámica de una economía
con profundos desequilibrios. Por enfatizar la relación entre desequilibrios internos y externos, se pierde la relación entre corto y mediano
plazo, que es la más importante cuando los desequilibrios se derivan de una mala asignación de los acervos y no de un simple desajuste
en los flujos. Regresar a una trayectoria de crecimiento sostenido, sin inflación y con una situación de equilibrio básico de la balanza de
pagos, requiere un horizonte temporal, de análisis y de ajuste, mayor que el contemplado por la metodología implícita en los programas
del FMI. Si no se contempla dicho horizonte, las restricciones de endeuda miento externo serán demasiado severas y las metas de
inflación fijadas serán inevitablemente demasiado optimistas, por lo que los “candados” internos de los convenios correspondientes con el
FMI difícilmente podrán cumplirse (los “candados” externos, sobre endeudamiento neto, se cumplen casi por definición).
o El carácter inadecuado de las metodologías del FMI tiene en última instancia como punto de partida la parálisis actual del sistema
financiero internacional. La condicionalidad del FMI estaba adaptada a un mundo en el cual los préstamos voluntarios de comunidad
bancaria para financiar el déficit de la balanza de pagos de los países en desarrollo era la norma y la intervención del FMI para superar
desajustes transitorios era la excepción. Como es sabido, esta situación se ha invertido en la actualidad. El FMI se ha vuelto, por un
período con horizonte todavía indefinido, el responsable de facto de la gestión de la liquidez externa de los países en desarrollo
sobreendeudados, en un régimen de préstamos bancarios forzados o, con un eufemismo, “semivoluntarios”. Por lo tanto, la revisión
inevitable de los criterios de condicionalidad del FMI pasa por una, adecuación —también inevitable— de las reglas de funcionamiento del
sistema financiero internacional a la realidad del problema de la deuda latinoamericana.
ANEXO A
ASINCRONÍA DE PRECIOS RELATIVOS E INFLACIÓN INERCIAL
Para medir el peso de la asincronía en la fijación de precios sobre el nivel del INPC, se puede calcular el costo (en forma de un aumento único y
discontinuo en el nivel general de precios) de los ajustes en los precios nominales necesarios para que la mayoría de los productores regresen a
sus precios relativos de largo plazo.
Para ello, se hicieron ejercicios de simulación de este fenómeno con el INPC partiendo de tres supuestos:
o ningún productor aceptaría disminuir su precio nominal;
o aquellos cuyo precio relativo estuviera por debajo de su nivel de largo plazo, lo aumentarían hasta alcanzarlo, y
o aquellos productores cuyo precio relativo estuviera por arriba de su valor de largo plazo mantendrían constante su precio nominal en la
medida en que el primero no cayera por debajo del segundo; cuando eso sucediera, estarían en la situación contemplada en el punto
anterior.
Para definir los precios relativos de largo plazo se calcularon 23 promedios (mi) sobre los valores rezagados de los componentes del INPC,
variando la cobertura de 2 a 24 meses. Se definió el promedio de esos 23 promedios (m para i = 2,3,4. . . 24 meses) como M, y se tomó una banda
de 5% alrededor de M. El número de más que cayeron fuera de esa banda fue mínimo en el caso de i = 13 meses por lo que se consideró que los
precios relativos de largo plazo de cada producto eran en promedio (mi sobre los últimos 13 valores reza gados de los componentes del INPc.
Como se observa en el cuadro 1A, la simulación que utiliza datos de agosto 1984 converge después de 16 interacciones con una “inflación inercial
acumulada” de 16.74%. Los precios relativos “calculados” con esta simulación se acercan en 85% de sus valores objetivos de largo plazo. La
varianza disminuye en 20% y 97% de los productos cambian su precio nominal. Hay que aclarar, sin embargo, que tanto el número de
interacciones necesarias para obtener convergencia, como el valor acumulado de la inflación varían de mes a mes y dependen directamente de la
varianza de la distribución inicial de precios, mismo que cambia sustancialmente a través del tiempo. A pesar de que, por las consideraciones
anteriores, este ejercicio puede carecer de robustez, tiende a mostrar claramente que el desorden en el proceso de fijación de precios en un
momento dado tiende a generar una inflación inercial. Así, aun cuando el gobierno hubiera anunciado en agosto de 1984 una reforma fiscal de
fondo, la independencia, del Banco Central y una restricción monetaria absoluta, y que todos los agentes económicos hubieran estado convencidos
de
CUADRO 1 A
EFECTO INFLACIONARIO DE UN REAJUSTE DE PRECIOS
(Resultados del programa iterativo con datos de agosto 1984)
Datos de entrada Precios Nominales Objetivos de precios relativos
Media ordinaria 745.559 1.0437
Varianza Ordinaria 49 292.462 0.0760
Media ponderada 715.157 1.0101
Varianza ponderada 50 851.728 0.0832
49
Proceso iterativo Iteración 16
1 8
Índice de precios 715.157 788.008 831.899
Discrepancia promedio entre precios relativos y objetivos 0.013 0.003 0.002
Media ordinaria precios relativos 1.042 1.041 1.039
Varianza ordinaria precio relativo 0.096 0.078 0.077
Número de precios relativos ≥ media ordinaria 165.000 178.000 178.000
Varianza ordinaria de los precios relativos 0.027 0.020 0.020
Número de precios relativos ≥ media ordinaria 136.000 123.000 123.000
Varianza ordinaria de los precios relativos 0.070 0.058 0.056
Varianza ponderada precios relativos 0.099 0.085 0.084
Número de precios relativos ≥ media ponderada 140.000 151.000 153.000
Varianza ponderada de los precios relativos 0.033 0.027 0.026
Número de precios relativos ≥ media ponderada 161.000 150.000 148.000
Varianza ponderada de los precios relativos 0.066 0.580 0.057
Número de ponderadas cuyo precio relativo crece 154.000 279.000 291.000
Número de ponderadas cuyo precio relativo está “cercano” 41.000 239.00 288.000
a sus objetivos
Tasa de inflación acumulada 0.035 0.114 0.167
ello, el reordenamiento de precios relativos, bajo del supuesto de rigidez hacia la baja de los precios nominales, hubiera generado una inflación
residual del orden del 17 por ciento.
ANEXO B
METODOLOGÍA DE ESTIMACIÓN DEL “EJE INFLACIONARIO”
Supongamos que existen n bienes en la economía, de los cuales p son bienes cuyos precios están sujetos a control y q son bienes cuyos precios
son libres o no controlados (n = p + q). De éstos, algunos son bienes finales y tienen un ponderador positivo en el Índice Nacional de Precios al
Consumidor y otros son bienes intermedios y entran con un valor positivo en las celdas de la matriz insumo-producto; sin embargo no necesitamos
en este ejercicio separarlos formalmente.
Definamos:

  t es el vector de incrementos porcentuales acumulados entre 0 y t de los componentes del vector  ;


es el vector unitario de dimensión 1  n ;
n
I
Pct es el vector ( p 1) de precios controlados en el período t ;

Pnct es el vector (q 1) de precios no controlados en el período t ;


A  ( Ac , Anc )  (ai ) es el vector (n 1) de ponderadores de Índice Nacional de Precios al Consumidor (por supuesto ai  0 si i es un bien
intermedio).

INPCt  Ac  Pc  Anc  Pnct  INPCct  INPCnc


t

El “eje inflacionario” es el valor del INPC que se hubiera observado si los precios controlados, finales e intermedios, hubieran tenido un
comportamiento neutro en relación con los precios no controlados finales desde el inicio del período de análisis. La definición anterior supone que
los precios relativos de los bienes controlados son constantes a lo largo del eje, e iguales al valor que tenían en el año base ejercicio (promedio de
1978). Este supuesto es menos restrictivo de lo que aparenta, ya que se puede mostrar que las estimaciones de inflación que se obtienen con este
método son independientes del año base que se seleccione. Por lo tanto, se puede decir que cuando la inflación observada estuvo por debajo del
eje inflacionario fue por que el gobierno estuvo reprimiendo inflación, dejando que el valor relativo de los precios controlados disminuyera, y que,
cuando estuvo por arriba, el gobierno estuvo liberando presiones inflacionarias De hecho, el eje cruza la inflación observada en 1984, indican que
los bienes controlados recobraron en 1984 su valor promedio de 1978.
Por definición:

E t  (INPCnc
t
PcT  I p  E,  0,1,...t )
Sea mij el impacto porcentual sobre el precio del bien j de un aumento de 100% en el
precio del bien i . Bajo el supuesto de que los agentes económicos fijan precios con una estrategia de mark-up en relación con sus costos, se
puede derivar la matriz M  (mij ) de la matriz insumo-producto, dividiéndola en sectores cuyos precios están controlados y sectores cuyos
precios no lo están.

M c ,c M nc,  c 
M  (mij )   
M c ,nc M nc,nc 
50
De manera obvia mij  0 si i es un bien de consumo final. Igualmente M c,c  0 y M nc,c  0 ya que suponemos que los precios de los
insumos no inciden sobre los precios de los bienes controlados. Por construcción de la matriz, un ajuste en los precios controlados afecta a los
precios libre de tal suerte que:

0  0 0  Pct 
 t   M  
M nc,nc  Pnct 
Pnc   c ,nc
Por lo tanto,

y Pnct  M c ,nc  Pct  M nc,nc  Pnct

Pnct  (1  M nc,nc ) 1  M c ,nc  Pct


Es fácilmente demostrable que
~
(1  M nc,nc ) 1  M c,nc  Pct  (1  M ) 1  M  Pct

~ t P0 
t
Donde Pc   
0 
Entonces por definición del eje,


( INPC) t  E  Ac  Pct  I p  E t  
1

 Anc  (1  M )  M  P  I n  E t
c
t

Por lo que
~
( INPC) t  Ac  Pct  Anc  (1  M ) 1  M  Pct
E  t

  1  Ac  I p  Anc  1  M   M  I n
1

En realidad, el impacto inflacionario del ajuste de un precio controlado no se da en su totalidad en el mes en que ocurre, sino con una estructura de

rezagos. Es fácil incorporar este fenómeno en la formulación anterior, basta con sustituir P c
t
por Pc
*t
, donde Pc*t   a  Pt  y
r 0

 i
es el vector de dimensiones 1 T  de las proporciones del impacto inflacionario del aumento en el precio controlado i absorbido  meses
después de que ocurra.

Guía de autoevaluación
Desarrolla las respuestas de los siguientes cuestionamientos
1 ¿Qué factores han producido una caída en las inversiones de los países latinoamericanos?
2 Explica la actitud del Banco Mundial frente a la actual crisis latinoamericana.
3 Explica el papel tradicional del FMI en América Latina
4 Explica el nuevo papel del FMI en América Latina
5 Explica el desarrollo estabilizador en México (1954 -1970)

Subraya la respuesta que consideres correcta en los siguientes enunciados:


1 La actitud del Banco Mundial frente a la actual crisis Latinoamérica ha sido de :
a) Acción Espacial b) Escasa importancia c) Contribuir la recuperación d) Aumentar el flujo de recursos
2 Es el país que ha recibido mayor monto de DEG en América Latina
a) Perú b) México c) Brasil d) Argentina
3 Durante la aplicación del modelo de Desarrollo Estabilizador en México el tipo de cambio fue:
a) Flotante b) Fijo c) variable d) ajustable

51
4 En México 1978, debido a las “reservas petroleras probadas” se incrementó mayormente la inversión:
:a) Privada b) Pública c) Mixta d) Extranjera
5 De 1979 a 1981 el déficit del sector público fue financiado con endeudamiento:
a) Interno b) externo c) Bancario d) Privado.
Evalúa las siguientes aseveraciones y anota si consideras que son falsas o verdaderas.
1 Las políticas de financiamiento del Banco Mundial y del FMI se otorgan sobre un proyecto estructural que ellos determinan
2 La condicionalidad del FMI siempre ha estado vinculada al otorgamiento no solo de sus préstamos, si no también, a través del sello del
aprobación que este otorga, de otros acreedores. _______________________
3 En el caso de México, es particularmente preocupante la ausencia de cláusulas sobre imprevistos, que permiten el otorgamiento de nuevos
créditos bancario en caso de que el país se vea afectado por factores externos. .
4 En lugar de que el FMI redacte las cartas de intención, debería aplicarse la “condicionalidad” invertida”, según la cuál el país deudor diseñaría su
propio programa de ajustes. .
5 En el Fondo Monetario debe exigir la aplicación de políticas monetarias más severas para combatir la inflación .
Bibliografía complementaria
1.- RUBLI, Federico y Roberto Marino,
Los planes heterodoxos de estabilización
Editorial CEMLA monetaria No 3
México, Julio – Septiembre de 1987

2.- LECHNER, Norbert


La crisis de Estado en América Latina
Editorial EL CID
Caracas, 1977

52

También podría gustarte