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UNIDAD IV:
La mayor parte del metaé lico que llegaba a la peníénsula lo hacíéa por víéas legales,
transitaba a traveé s de mecanismos comerciales.
Relevancia de la mineríéa como “polo estructurador” de los flujos econoé micos internos
y “primer motor” de todo el sistema.
En los centros mineros se daba el siguiente fenoé meno: el metal precioso, medida de
todos los valores, pero a su vez mercancíéa, abundaba y, por lo tanto, era relativamente
barato. Las demaé s mercancíéas escaseaban y por ende eran relativamente caras.
La inflacioé n se transmitíéa, mediante la “cinta transportadora” de los intercambios
mercantiles, a todo el espacio colonial.
Se establecíéan centros econoé micos de diversa presioé n, que eran los puntos de
redistribucioé n de mercancíéas hacia el interior del espacio colonial y de metal precioso
al exterior. Esos centros, a su vez, eran tributarios de Sevilla y ello permitíéa que gran
parte del metaé lico tomara el camino de la peníénsula.
No todo el metaé lico producido era exportado, pues una parte era atesorado por la
Iglesia y por los particulares y por otra parte era utilizada en gastos de defensa
internos. Finalmente un porcentaje, bastante escaso, funcionaba como circulante.
Este mismo mecanismo se volvíéa a repetir en la ciudad andaluza: aquíé tambieé n el
metal americano era relativamente barato y las mercancíéas, que llegaban desde toda
Europa, relativamente caras. Obviamente, esto condujo al conocido fenoé meno de la
fuga de metaé lico hacia las ciudades y centros econoé micos de la Europa maé s avanzada
que, en ué ltima instancia, eran los que se lucraban aprovisionando, por intermedio de
Sevilla, al mercado americano.
Gran parte del metaé lico americano seguíéa su camino, pero tampoco se deteníéa
demasiado en el espacio econoé mico de Europa occidental, porque en gran medida
terminaba su largo viaje en Oriente, en especial, gracias a la intermediacioé n otomana y
a los viajes portugueses por el cabo de Buena Esperanza. Desde el Imperio continuaba
su viaje, atravesando Persia hacia el sur de Asia y la India.
En 1545 Potosíé se incorporo a la naciente economíéa colonial. Raé pidamente, se
convirtioé en un polo de atraccioé n para una poblacioé n que acudioé desde todos los
pueblos del mundo andino y de Ameé rica. En una primera etapa, que duroé hasta los
anñ os setenta, la mayor parte del proceso productivo estuvo en manos indíégenas y la
teé cnica seguíéa los caminos de la teé cnica prehispaé nica. En los setenta, el virrey Toledo
introdujo la teé cnica de la amalgama, de esta manera tambieé n se multiplicaron la fuerza
de atraccioé n de Potosíé como mercado, y por lo tanto, sus exigencias de
aprisionamiento.
Asíé fue como un verdadero rio de mercancíéas fluyoé hacia Potosíé para ser
intercambiadas por el metal precioso.
De este modo, las minas iban estructurando a su alrededor cíérculos de
aprovisionamiento mercantil, lo cual posibilitaba tambieé n la circulacioé n intensa de
plata dentro del espacio colonial.
Tambieé n se hallaban presentes en Potosíé las mercancíéas importadas desde la
economíéa atlaé ntica.
Papel superlativo que el mercado interno teníéa en el funcionamiento del sistema
colonial americano: el mercado interno era la rueda mayor sobre la cual descansaba
todo el sistema de circulacioé n de metales preciosos.
Ademaé s de los metales, Ameé rica enviaba al Viejo Mundo otros productos que, si bien
eran menos decisivos en los intercambios, teníéan importancia en la estructura de
algunos sistemas productivos en el interior del espacio americano:
- La grana cochinilla y el íéndigo o anñ il (materias tintoé reas. La primera se producíéa en
la regioé n de Oaxaca, y el segundo en El Salvador)
- Azué car (fue tomando mayor relevancia en el siglo XVII)
- Cacao, tabaco y cuero vacuno (siglo XVII)
- Maíéz, papa, tomate, mandioca, frijoles, pavos
Productos llegados desde el Nuevo Mundo transformaron radicalmente la historia
agraria y alimenticia del Viejo Mundo. Algunas regiones agrarias europeas sintieron
muy raé pido los efectos positivos de la introduccioé n de algunos de estos nuevos
cultíégenos y, al menos en un primer tiempo, la vida de sus campesinos mejoroé
sensiblemente.
Ya desde 1503, una disposicioé n de la Corona otorgada a la ciudad y puerto andaluz de
Sevilla el monopolio del traé fico mercantil con las Indias. Desde allíé, dos instituciones, la
Casa de Contratacioé n y maé s tarde, en 1543, el Consulado de Mercaderes, seríéan los
pilares de las relaciones mercantiles entre Espanñ a y el mundo americano, y asimismo,
entre Europa y las colonias.
Principales mercancíéas que se enviaban a Ameé rica:
- Hombres, esclavos negros (destinados a las actividades productivas de las tierras
caé lidas americanas, tanto espanñ olas como portuguesas)
- Textiles de calidad
- Aceite, vino
- Azogue (ligado a la explotacioé n minera)
En Sevilla existíéa un grupo de comerciantes encargado de acopiar las mercancíéas que
eran enviadas a las Indias. Esas mercancíéas eran intercambiadas en las ferias. Segué n la
terminologíéa de la eé poca, eran feriadas a cambio de metaé lico.
Una vez finalizadas las transacciones, el metal preciosos partíéa en las flotas hacia
Espanñ a y las mercaderíéas se internaban en Perué o se dirigíéan hacia la ciudad de
Meé xico.
La parte del traé fico, en su tramo americano, estaba dominado por los mercaderes de
las ciudades, como Meé xico y Lima. Ellos o sus representantes directos recibíéan en sus
almacenes las mercancíéas llegadas desde las ferias y eran los encargados de
redistribuirlas hacia las ciudades de segunda importancia y hacia los centros mineros.
Los comerciantes americanos solíéan comprar los cargamentos al por mayor para ir
vendiendo despueé s con cuentagotas, y de este modo, acentuar la escasez de algunas
mercancíéas, consolidando el mecanismo de restriccioé n de la oferta.
De este modo, el circuito mercancíéas-plata-mercancíéas volvíéa a comenzar y si bien se
habíéa iniciado en Pachuca, Zacatecas, Porco o Potosíé, sus repercusiones llegaríéan hasta
el ué ltimo rincoé n de Asia.