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DISCURSO, PODER, PODER DEL DISCURSO Eliseo Veron Ecole des Hautes Etudes en Sciences Sociales, Paris 1. Introduccién Conviene, antes que nada, formular una breve caracterizacién de los conceptos que aparecen en el tftulo de esta conferencia. En primer lugar, el concepto de discurso. Este concepto alude a un objeto cuyos contomos comienzan apenas a dibujarse, en la situacién actual. Sabemos que se trata de un objeto que, si bien escapa al andlisis lingiifstico, no le es enteramente ajeno: los fenémenos discursivos atraviesan el lenguaje. A propésito del objeto discurso, una problematica puede, hoy en dfa, comenzar a ser discutida: la oposicion, cada vez més nftida, entre una semidtica entendida como teorfa de los “‘sistemas de signos”, y una semiética de la produccién del sentido, es decir, una semidtica de los discursos sociales. La nocién de discurso designa todo fenémeno de manifestacién espacio-temporal del sentido, cualquiera sea el soporte significante: ella no se limita, pues, a la materia significante del lenguaje propiamente dicho. El sentido se manifiesta siempre como investido en una materia, bajo la forma de un producto, Como tal, remite siempre a un trabajo social de produccién: la produccién social del sentido. Es por supuesto imposible, dentro de los limites de este trabajo, dar una definicion del poder. Convendra tan s6lo recordar que existe una larga tradicién occidental de reflexién acerca de la manifestacién institucional del poder; dicha reflexién acompafié, desde sus inicios, la constitucién del Estado Burgués modemo. Desde este punto de vista, el concepto de poder remite a una problematica sociolégico-politica que no por ser cldsica es menos importante. Es, pues, legitimo, preguntarse por las relaciones entre el poder, as{ entendido, y el funcionamiento de los discursos sociales. 86 La pregunta por el poder del discurso, concierne en cambio una problemitica diferente: se trata de la cuestién de los efectos discursivos. Desde este punto de vista, la nocién de poder no es una nocién descriptiva referida a los aparatos institucionales del Estado, sino un concepto que designa una dimensién analitica de todo funcionamiento discursivo: la pregunta sobre el efecto, sobre el poder, puede ser planteada respecto de cualquier discurso, En verdad, para los dos grandes aspectos del sistema productivo del sentido, necesitamos ambos tipos de conceptos: descriptivos y analfticos, En el polo de la produccién, el término ‘ideologfas’ designa determinadas graméticas de produccién discursiva desde un punto de vista descriptivo: las ‘ideologfas’ son entonces formaciones histéricamente determinadas e identificables (es asf que podemos hablar de “fascismo”,“‘comunismo”, “peronismo”, etc.). Pero al mismo tiempo, necesitamos considerar la dimensién de lo ideolégico, como una dimensién analitica propia a todo discurso social. El concepto de ‘ideolégico’ designa entonces, no un tipo de discurso, sino una dimensién de todo discurso, a saber, aquella determinada por la relacién entre las propriedades discursivas y sus condiciones de produccién. Del mismo modo, en el polo del reconocimiento, necesitamos el concepto de ‘poder’ como concepto analitico que designa la dimensién del efecto de un discurso, Pero en cualquier andlisis concreto, necesitaremos también emplear el concepto de ‘poder’ para designar formaciones histéricas asociadas a formas institucionales. ! Ahora bien, la expresién ‘poder dei discurso’ (o de un discurso) puede prestar a confusién. El poder (en él sentido de dimensién analitica) no es nada que esté “en” un discurso, no es nada que un discurso posea como propiedad “en sf”. El concepto analitico del poder de un discurso es un concepto relacional: el poder de un discurso s6lo puede manifestarse bajo la forma de un efecto, es decir bajo la forma de otra produccidn de sentido, de otro discurso. En otras palabras: el poder de un discurso ‘A ’ es un discurso ‘B’que se manifiesta como efecto del primero. Quedan asi definidas dos grandes problemdticas. Por un lado, la de las telaciones de los distintos tipos de discursos sociales al poder, entendiendo por poder determinadas formas de estructuracién institucional ligadas asituaciones de dominacién y conflicto, en sociedades determinadas yen coyunturas determinadas, Por otro lado, la problemdtica concemiente al poder de los discursos, al modo en que los discursos producen determinados efectos, Estas problematicas deben ser distinguidas, lo que no quiere decir que no estén relacionadas entre sf. Antes de formular algunas consideraciones sobre cada una de ellas, es preciso justificar una omision. 87 2. Acerca del “discurso del poder” En efecto, ninguna de las dos grandes problematicas que acabo de evocar corresponde a esa linea de reflexi6n que se ha desarrolado bastante en los tltimos afios (sobre todo en Francia), alredodor de la cuestién del “discurso del poder”. ? La raz6n es simple. He sugerido que las dos probleméticas mencionadas (relaciones entre los discursos y las estructuras del poder; poder de los discursos) estén relacionadas pero son diferentes. Ahora bien, el modo en que la cuestién del “discurso del poder” ha sido abordada en los autores citados consiste, precisamente, en confundirlas, consiste en reducir estas dos problemiticas a una sola, Conviene recordar suscintamente los supuestos bdsicos en que esta corriente se funda. Todo discurso que es producido en un determinado contexto social, lo hemos dicho, tiene, ejerce, un determinado poder (produce, en otras palabras, un determinado efecto). El principal supuesto de la corriente que comentamos consiste en afirmar que el poder de un discurso es de ser, inevitablemente, discurso del poder. El poder que un discurso social cualquiera expresa (dimensién analftica) es el del poder (en sentido institucional): se manifiesta asi, claramente la identificacién entre las dos problemdticas. Si un discurso manifiesta un cierto poder, es porque, ese poder le viene dado por el poder (institufdo, histérico, de la dominacién en una sociedad determinada). Estamos condenados, en nuestro propio discurso, a expresar el poder mismo que nos domina. Como se ve, este punto de vista implica la hipotesis de una unificacién total del poder en una sociedad industrial capitalista Es posible preguntarse, y con razén, cuales entonces el status del discurso mismo producido a partir de semejante punto de vista: para él, é vale o no vale el supuesto general segun el cual, en las condiciones dadas en nuestras sociedades; no podemos mds que expressar el poder? Paradoja epistemoldgica que es t{pica, de todas las posiciones que confunden las dos problemdticas mencionadas, Esta perspectiva.est4, naturalmente, acompafiada de otra hipdtesis inevitable: la nocién de ‘poder’ tiene una conotacién intrfnsecamente negativa; el poder es algo malo (como la “‘ideologia”). De ahf que la reflexi6n sobre el “discurso del poder” estd siempre asociada a una coloracién inevitablemente anarquista de la teoria. Otro supuesto, en fin, alimenta este punto de vista: para inferir el poder de un discurso, basta con analizar su ideologia. Confusién, en este caso, entre la problemiatica de lo ideolégico y la problemdtica del poder, entre las condiciones de produccién discursiva, y las condiciones de recepcidn (reconocimiento) de los discursos: el mero hecho de que un discurso es producido por el poder dominante, bastarfa para deducir sus (fatales) efectos. 88 He tratado, en otro lugar, de mostrar que por razones téoricas, es necesario diferenciar la problemética de la ideologia y la problemética del poder 3, La necesidad de esta distincién es evidente inclusive en un plano puramente intuitivo: un mismo discurso produce efectos diferentes en momentos hist6ricos diferentes (basta pensar en las diferentes “lecturas” de los textos de Marx, en distintos contextos sociopoliticos); un mismo discurso produce efectos diferentes en diferentes “lugares” 0 “niveles” de la sociedad, No es posible, en consecuencia, deducir el efecto, a partir de las caracteristicas ideolégicas (es decir, de las condiciones de Pproduccién). Esto no quiere decir que las condiciones de produccién de un discurso no estén sistematicamente relacionadas con sus condiciones de reconocimiento; pero esta relacién es compleja; no puede ser interpretada como una relacin directa o lineal. Debemos, pues, rehusarnos a la facilidad que implica hablar simplemente del “discurso del poder”; debemos negamos a identificar a priori la cuestién del poder del discurso con la cuestién de las relaciones de los discursos con las estructuras del poder, Si mantenemos estas dos problematicas separadas (lo que no debe impedirnos jllegado el momento, establecer su telacién), conviene, en primer lugar, explorar lo que cada una de ellas contiene, 3.Discurso y poder Sin duda alguna, la relacion de cualquier tipo de discurso social con las estructuras institucionales de poder (en suma, con el poder del Estado, en las sociedades capitalistas) puede ser objeto de investigaci6n, Pero hay un tipo de discurso que tiene una relaci6n privilegiada con la estructura del Estado, un discurso en cuya definicién misma interviene el concepto de esta relacién; el discurso politico, En efecto, lo que se puede lamar discurso politico es ese tipo de discurso que exhibe un vinculo explicito con las estructuras institucionales del poder y con el campo de relaciones sociales asociado a esas estructuras: los partidos politicos y los movimientos sociales, é De qué manera juegan, entonces, los conceptos de ‘ideoldgico’ y los dos sentidos del concepio de ‘poder’ (analitico y descriptivo) en realcién con el discurso politico? Como todo discurso, el discurso polftico ejerce un cierto poder, produce un cierto efecto (dimension analitica). Esta dimension esta. pues, presente en el discurso politico como en cualquier otro tipo de discurso, Las estructuras institucionales del Estado aparecen, a su vez, como formando parte de sus condiciones de producci6n: estas estructuras intervienen, pues, en la dimension ideolgica del discurso politico. En fin, el tasgo que lo define como tipo, es la tematizacion explicita de la cuestion del control del campo institucional del poder dentro de la sociedad. Sin que me sea posible entrar aqui en los detalles de la problematica del 89 discurso politico, formularé algunas observaciones que me parecen fundamentales, La més importante se refiere auna distinci6n que tal vez pueda parecer del orden del sentido comin, y que podria tomarse (erroneamente) como una evidencia. Me refiero a la posibilidad de distinguir entre hechos politicos, por un lado, y produccién discursiva, discursos politicos, por otro lado. Basta, en efecto, analizar con cierto detalle cualquier processo politico para adquirir una conviccién: los llamados “thechos pol fticos” (‘demision de un presidente’, ‘golpe de estado’, etc.) no existen independientemente de su semantizacion discursiva, son estrictamente inseparables de los discursos. Inversamente, dentro de la dinémica de una situacién politica determinada, todo discurso politico es un hecho politico. Trazar la frontera entre los acontecimientos y los discursos resulta extremadamente dificil, si no imposible.* Imagino facilmente una objecién clasica: la observacidn que acabo de formular caracteriza, precisamente, una perspectiva ‘“‘semiolégica” sobre los Procesos politicos: tipicamente, dicha perspectiva reduce toda la realidad social a los signos, a los discursos, Pero es inaceptable colocar en un mismo plano los hechos reales (el asesinato de un lider, la renuncia de un ministro, la aplicacién de tales o cuales decisiones de politica econémica los resultados de una eleccién) y los discursos. Y sin embargo, este tipo de objecién me parece basado en un error profundo, Porque la dificultad de diferenciar, en el andlisis de un proceso politico concreto, lo que es un “hecho” de lo que serfa.un “discurso” (como algo radicalmente distinto de los “thechos”) deriva de la imposibilidad de separar el llamado “hecho” o “acontecimiento” de las lecturas a la que es sometido en una situacién determinada. Basta reflexionar sobre el vinculo necesario que existe, en nuestras sociedades industriales, entre los llamados “hechos” y el funcionamiento de los medios de comunicacién de masas, para comprender que el verdadero problema es el de dar cuenta, a nivel tedrico, de la semiosis, de la produccién de sentido, que es inseparable de la existencia misma de los hechos. Esto no significa que el funcionamiento de la semiosis sea el mismo en todos los niveles de la organizacién social. Es posible que resulte necesario diferenciar el modo de funcionamiento de la produccién de sentido a nivel econémico, politico, tecnolégico, etc. Los diferentes tipos de relaciones sociales y de conflicto social, como asi también sus encuadros organizacionales particulares, plantea en cada caso el problema de la especificidad del funcionamiento semi6tico, Pero al mismo tiempo es evidente que los sujetos, los actores sociales, son, en todos los niveles, soportes de sistemas de “‘representaciones”, y estos sistemas, inseparables de la definicion misma de las relaciones sociales en cada caso, sdlo pueden ser analizados como produccién discursiva. En el estudio de los procesos desde el punto de vista del funcionamiento discursivo, la distincion infraestructura/ superestructura no 90 nos seré de gran utilidad: todo “hecho” existe en la medida en que es incorporado a un discurso social *; inversamente, todo discurso, en el curso 5 + proceso, altera el campo dindmico del conflicto polttico, es pues un cho. Lo que acabamos de sefialar, permite aclarar la naturaleza de la doble distinci6n, introducida més arriba, entre determinados discursos y sus condiciones de produccién, por un lado (distincién que remite a la problemitica de lo ideolégico) y entre determinados discursos y sus condiciones de reconocimiento (sus efectos). Porque se podria pensar, justamente, que estas distinciones reintroducen la diferenciacién infraestructura/superestructura. Sin embargo, no es asf: la diferenciacién entre discurso y condiciones (ya sea de produccién o de reconocimiento) es una diferenciacién puramente metoddlogica: nos es necesaria en el andlisis de determinados fragmentos discursivos que hemos extrafdo, en un momento dado, del flujo de la comunicaci6n social. Pero las condiciones no deben pensarse como algo ajeno a la produccién de sentido: lo que llamamos “condiciones” son, también, procesos significantes (estructuras institucionales, comportamientos sociales y también, siempre, otros discursos), En distintos momentos del andlisis de un proceso determinado, lo que era condiciones de produccién puede ser analizado como discurso, y determinados discursos estudiados en relacién con sus condiciones de produccién, pueden ser considerados condiciones de produccién de otros discursos, etc. El corte entre los discursos y sus condiciones es producido por la intervenci6n del andlisis: automdticamente, a partir del momento en que se constituye un corpus de discursos a ser analizados, otros elementos del proceso se transforman en sus condiciones. Pero la distincién es metodoldgica y no “sustancial”, Al delimitar el campo del poder (en sentido hist6rico-descriptivo) como campo de produccién discursiva encuadrado por las formas institucionales, los sistemas de relaciones sociales y los procesos de lucha y conflicto que caracterizan dicho campo, (es decir, cuando se trata de estudiar el discurso politico), no hay que olvidar el décalage ya sefialado, para cualquier tipo de discurso, entre su produccién y sus efectos. Si al estudiar un determinado corpus de discurso politico, las estructuras del campo polftico aparecerdn como condicones de produccién, se tratard, al mismo tiempo, de concebir el poder del discurso polftico como dando lugar a una pluralidad de efectos, a fendémenos diferenciales de “resonancia”, por decirlo asf, en distintos puntos del campo de lo politico, Lo dicho hasta aqui me parece definir una perspectiva fecunda para estudiar el funcionamiento del discurso polftico, Para comprender, por una parte, todo proceso polftico como a Ja vez constituido por hechos que son inseparables de las lecturas que de ellos se hace, y por discursos que automdéticamente son hechos. Para entender, en segundo lugar, la dindmica de 91 los processos politicos como susceptible de ser expresada, en la dptica del estudio de la producci6n de sentido, bajo la forma de los décalages constantes entre las condiciones ideoldgicas de produccién, y los efectos discursivos, efectos que se manifiestan bajo la foram de una nueva produccién discursiva. Es precisamente esta distancia entre la produccién y el reconocimiento (lo que podemos llamar, en sentido estricto, la circulacién del sentido) la que otorga a este modelo su cardcter dindmico. Desde este punto de vista, es posible considerar, por ejemplo, la posibilidad de explorar una tipologia del discurso politico en funcién del tipo de relacion (y de distancia) entre produccién y reconocimiento. Sefialaré apenas dos problemdticas que me parecen revestir particular interés. Dentro de la dindmica interna a un movimiento social o partido politico, se plantea la cuestién de la relacion entre el discurso del lider, y el discurso de sus seguidores o partidarios: Se podria pensar que esta relacién es de pura reproduccién: el discurso del lider tiene por efecto la produccién, por parte de los seguidores, del mismo discurso. Se podria inclusive pensar que esta relacién plantea el caso puro de la reproduccién ideoldgica: el efecto principal de la figura del lider es el de generalizar un discurso que se reproduce indefinidamente a sf mismo, Sin embargo, es bastante probable que la relacién sea mucho més compleja que la de una simple reproduccién. Por un lado, porque la distincién misma entre el lider (carismatico 0 no) y los seguidores, implica que las condicones de produccién discursiva no son las mismas para el primero y para los segundos. Es mds: es muy probable que la relacién del discurso del lider con sus partidarios contenga lo que Gregory Bateson ha llamado un “double-bind” o doble vinculo, vale decir, un doble mensaje intrinsecamente contradictorio, del tipo siguiente: “Tu palabra debe ser la mfa, aunque por definicién nunca lo sera”® . Otro problema interesante es el de las relaciones de oposicién o de enfrentamiento inter-discursivo. Aqui también debe ser posible construir una tipologia de la relacién interdiscursiva de la “‘polémica”, segun Jas diferentes modalidades a través de las cuales el discurso del “adversario” constituye una condicién de produccién del propio discurso. Hace tiempo sefialé una modalidad de produccién inter-discursiva que en aquel momento caractericé como relacién ideologfa/contra-ideologia: en una situacién de poder, el discurso de los dominados, que se presenta como un discurso de oposicién o de ataque dirigido contra el discurso de los dominantes, no es otra cosa que la inversion especular de este ultimo. Este tipo de relaci6n me parecia tipico de los conflictos intra-clase, como por ejemplo los conflictos dentro de la universidad. 7 La relacién interdiscursiva dominantes/dominados, sea cual fuere el lugar de la sociedad en que se localiza, no es nunca de pura reproduccién del discurso de los primeros por los segundos. Esto permite sospechar que la hipétesis de la “‘ideologfa dominante” (al menos como ha sido manejada por ciertos autores) es demasiado simplista. La produccién 92 discursiva social es un tejido dialéctico de interaccién entre un cierto nimero de _“gramdticas” de produccin y de “gramaticas” de recononcimiento. Este tejido es el que se trata de describir cuando se estudia un proceso politico de producci6n discursiva. 4. Poder del discurso in el primer volumen de su Historia de Ia sexualidad, Michel Foucault escribe“El poder no es una institucién, no es una estructura, no es una cierta potencia de la que algunos estarian dotados: es el nombre que se aplica a una situacion estratégica compleja en una sociedad dada”. Y también: ‘Omnipresencia del poder: no porque el poder posea el privilegio de reagruparlo todo bajo su invencible unidad,sino porque se produce a cada instante, en todo punto, o mas bien en toda relacién de un punto a otro”*® Es evidente que, en este texto, Foucault ha optado por el concepto de poder como dimension analitica. En cuanto tal, ya lo hemos dicho, esta dimensién est4 presente en toda situaci6n de produccién discursiva, estd presente en todo discurso, Esas “telaciones de un punto a otro”, solo pueden ser interpretadas como relaciones de produccién de sentido, es decir, como selecicnn Peat a f __Un buen caso a an: izar, para comprender mejor el funcionamiento de Ja dimensién de poder de los discursos sociales, es a de esos discursos en fad que se produce el efecto que he Wamado en otro lugar “efecto de conocimiento” ? El “efecto de conocimiento” es aquel que se produce en un discurso en funcién referencial, es decir, en un discurso que se presenta como describiendo una realidad determinada, cuando ese discurso, a la vez que describe su objeto, hace explicito el hecho de que lo describe desde un punto de vista determinado. Que un discurso haga explicito el hecho de que su telacién al objeto es determinada, quiere decir, Pprecisamente, que el discurso se presenta como sometido a condicones determinadas de produccion El caso puesto es el del “efecto ideolégico”: el discurso describe su objeto y esa descripcién es presentada como Ja tinica posible. Esto quiere decir que el discurso que produce el “efecto ideolégico” es un discurso que se presenta como absoluto. El modelo puro del discurso “‘a efecto ideoldgico” es el del discurso de la religién. Como puede verse, el modo en que el discurso ‘cientifico” ejerce su poder encierra una suerte de paradoja. Naturalmente, el discurso cientifico, como todo discurso, esté sometido a condiciones ‘de produccién determinadas. Como todo discurso, en consecuencia, contiene una dimensi6n ideol6gica. Su particularidad consiste en ex4ibir el hecho de su determinacién. Esto no elimina, en recepcién, su “poder”. Como todo discurso, el discurso cientifico produce un efecto, ejercita un poder. Pero la modalidad de este ejercicio es también muy particular: el discurso que 93 produce un saber, lo que se llama corrientemente un “conocimiento”, ejerce su poder a partir de la suspension del efecto ideoldgico. 4 Cudl es el resultado esencial del “efecto ideoldgico”? El efecto ideoldgico es la condicién de produccion de la creencia. Para que un discurso genere una creencia, debe presentarse como absoluto, Vemos pues la necesidad de distinguir la creencia (asociada al “efecto ideolégico”) del saber (asociado al “efecto de conocimiento”). Ahora bien, esta distincion de ninguna manera reproduce la vieja oposicién entre ciencia e ideoldgia, y ello por dos razones principales. La ptimera es que, considerados en produccién, todos los discursos estén sometidos a condicones determinadas, inclusive el discurso cientifico. Dicho de otro modo: el “efecto de conocimiento” es un modo de funcionamiento del discurso en recepcion: dicho efecto se produce en relacién con un discurso que es (necesariamente) ideoldgico en produccién). Todo discurso es ideolégico en produccién; algunos son “cientificos” (producen un saber) en recepcion, En segundo lugar, creencia y saber son los nombres de efectos discursivos, y no de tipos de discurso. No existe algo que seria el “‘discurso del saber’ y algo que seria el “discurso ideoldgico”. Un mismo discurso (procucido,supongamos, por instituciones socialmente identificadas como “cientificas”) puede producir un efecto de saber en determinadas zonas del funcionamiento social, y un efecto de creencia en otras Zonas. Dicho de otra manera: el discurso “cientffico” (en el sentido de discurso producido por las instituciones cientificas) puede ser consumido de modo puramente ideolégico (lo cual es relativamente frecuente). Esto significa que genera creencias en lugar de producir conocimientos.!° Sobre esta base, podemos intentar una caracterizacién de la especificidad del discurso politico, en cuanto a las modalidades de funcionamiento de su dimensién de poder. Que el discurso politico sea ideol6gico en produccién, no es de extrafiar: este principio es vdlido para todo discurso, La especificidad del discurso politico deriva de dos caracteristicas principales: 1) Es un discurso que explicita su cardcter polémico, vale decir, que explicita el hecho de que existen otros discursos del mismo tipo, que estan en relacién de oposicién o enfrentamiento. 2)Pero este modo de funcionamiento es bien diferente del que caracteriza lo que hemas llamado el “efecto de conocimiento”, porque el discurso politico solo puede constituirse bajo la condicién de presentar esos discursos “otros” como irremediablemente falsos. F! discurso politico es pues, t{picamente, un discurso “a efecto ideulégico”, un discurso que genera Ja creencia. Como discurso en funcién persuasiva, el discurso politico en nuestras 94 sociedades capitalistas industriales es el heredero histérico directo del discurso de la religion: se presenta como discurso absoluto, con la sola diferencia que teconoce la existencia de otras religiones que son, légicamente, falsas. 5. Discurso, poder, poder del discurso Mis ultimas observaciones nos permiten entrar ya en la cuestién de la relacion entre las dos problemdticas distinguidas al comienzo de este trabajo (el estudio de los vinculos entre los discursos sociales y las estructuras institucionales del poder, y el estudio de la dimensién de poder de todo discurso), Formularé algunas observaciones acerca de la relacién entre ambas problemiticas, a proposito del objeto que nos interesa aqui directamente, el discurso politico. Volvamos por un momento a la acusacién, evocada més arriba, que se formula frecuentemente contra el punto de vista “semidtico”: a saber, la acusacién de reducir todo a una cuestién de signos, de funcionamiento discursivo, como si en una sociedad sdlo hubiera signos. Esta acusacién no acepta que cualquier proceso o fenémeno social pueda ser estudiado como produccién de sentido (en aquello que tiene de semiosis), ni tampoco que un discurso, un conjunto dado de signos, sea tan “real” como- un comportamiento o una institucién, Ahora bien, la denuncia (muchas veces apasionada) de la semidtica, cobra matices particulares cuando se trata del campo de los procesos polfticos (0 sea del poder en el sentido institucional-histérico del término), . ; Recordaré lo esencial, en forma inevitablemente esquemdtica, Las reticencias ante un enfoque semiético se fundan, sobre todo, en una “evidencia”: es absurdo pretender reducir el estudio de los fenémenos sociales del poder politico a una cuestién de “discursos”. El poder no se ejerce con “discursos”, éstos son un aspecto secundario, (é superestructural? ) de los Procesos politicos (al igual que los aspectos “ideolégicos”’: se les puede atribuir una cierta importancia, pero estaran siempre determinados por los niveles de funcionamiento “real” de la sociedad: economia, lucha de clases, etc.). En las sociedades capitalistas, 1a esencia de la dominacién del Estado es la represion y la violencia : estas cuestiones no son “discursivas”. Detras de este tipo de planteo esta, como se ve, la idea de que el poder, en una sociedad, es una suerte de sustancia ajena a la semiosis: el poder como pura coaccién fisica, como violencia pura, podrfamos decir material, , Intentemos desentrafiar los malentendidos que sustentan estas Pposiciones “anti-semidticas”, En primer lugar, un punto de vista semidtico no implica la pretension de “reducir todo a signos”. Lo que el punto de vista semistico afirma es que todo fendémeno social es necesariamente significante; que la produccién de 95 sentido dentro de una sociedad no constituye un “nivel” (una “superestructura”) sino que la significacién atraviesa la sociedad entera. Lo que el punto de vista semidtico afirma, en suma, es que, sea cuales fueren los conceptos empleados en una descripcién de procesos sociales, conviene no olvidar que esos procesos estén siempre investidos por significaciones. La produccién de sentido tiene sus leyes, y un mejor conocimiento de estas leyes no puede sino mejorar cualquier otro tipo de descripcién (econémica, sociolégica, politica, etc.) cuya “‘legitimidad” no se trata de poner en duda, en nombre de un ‘‘imperialismo” semioldgico. % En segundo lugar, serfa completamente absurdo pretender negar el ejercicio de la violencia y de la represién como instrumento normal: de la dominacion del Estado, De la violencia y de la represién,.tenemos todos una experiencia cotidiana. El problema no es el de ignorar esta dimensién basica del funcionamiento del Estado, sino el de saber qué conclusiones fedricas hay que extraer de esta constatacion. La situacién es semjante a la que plantea la nocién de ‘‘ideologfa’’. Es innegable que un sistema ideolégico puede manifestarse también en el plano de los contenidos del discurso (esto ocurre, por ejemplo, en el caso del discurso politico). Pero serfa un grave error teérico limitarse a esta constatacién para construir el concepto de ‘sistema ideoldgico’: un sistema ideolégico no es un repertorio de contenidos, aunque nada le impede manifestarse (fragmentariamente) bajo esta forma. Del mismo modo, la violencia y la represién son modalidades frecuentes del ejercicio del poder y la dominacién del Estado. Pero serfa un grave error reducir una teorfa del poder del Estado a este aspecto, o considerar que la naturaleza esencial del poder reposa en la pura violencia. Este error lleva, por decirlo asi, a una concepcién a-semidtica del poder. Si es verdad que la violencia fisica es la situacién limite del ejercicio del poder del Estado, también es verdad que considerada en su conjunto y en nuestras sociedades complejas, la dominacién implica siempre una complementaridad entre dominador y dominado, supone una suerte de complicidad del dominado; pasa, en otras palabras, por el funcionamiento de los procesos simbdlicos. Por otro lado, si abandonamos la noci6n de la violencia fisica como una suerte de “‘hecho bruto”, de sustancia “material”, e intentamos incorporar la violencia y la represi6n dentro de una concepcién global del ejercicio simb6lico del poder y la dominacién, entonces podemos comprender mejor el funcionamiento de la semiosis en relaci6n con el poder del Estado y al mismo tiempo, tal vez comprender mejor la violencia misma. é Qué significa afirmar que la violencia represiva es la “‘situacién limite” del ejercicio del poder del Estado? (cabria agregar: no solo del ejercicio de ese poder, sino también, naturalmente, de la lucha por el control de ese poder), Una situacién limite es aquella en la cual ciertas tendencias basicas de um modo de funcionamiento, implicitas en una situacién “normal”, se vuelven explicitas. La violencia represiva pone en juego la vida y la muerte de 96 los actores sociales, Ella nos muestra que la cuestién del control del poder del Estado, es una cuestién de vida o muerte. Esta constataci6n, en si misma, tal vez, banal, 2 nos dice algo sobre la naturaleza del discurso politico? Dentro de los limites de esta presentacién, resulta imposible contestar en detalle a semejante pregunta. Formularé tan solo ciertas hipotesis que orientan mi trabajo actual sobre los procesos politicos de produccién discursiva. El discurso politico, ya lo dije, es una de las formas del discurso absoluto; es, en este sentido, heredero directo del discurso religioso, Al mismo tiempo, y a diferencia de este tltimo, el discurso politico contiene el reconocimiento explicito de la existencia de otros discursos del mismo tipo (este reconocimiento es lo que, en términos de propiedades discursivas, define su caracter “polémico”),Una de las “‘tareas” esenciales del discurso politico consiste, precisamente, en la aniquilacién de esos discursos “‘otros”, que deben ser exhibidos, en cierto modo, como radicalmente falsos. En las condiciones actuales de circulacién discursiva en las sociedades capitalistas industriales, como resultado sobre todo de la relaci6n intrinseca entre los discursos sociales y las comunicaciones masivas, el discurso politico aparece asicomo un discurso sometido permanentemente a una doble recepcion, Esta caracteristica determina alguna de sus propiedades discursivas fundamentales, en particular en el plano del funcionamiento enunciativo. El discurso politico organiza, en efecto, su economia, alrededor de lo que yo llamo el “nosotros” de identificacion o colectivo de identificacién. Es bdsicamente el “nosotros” de expresiones tales como; “nosotros, los socialistas. . .”, “nosotros, los comunistas. . .”. Naturalmente, las modalidades de funcionamiento y las operaciones enunciativas asociadas a este nicleo, son miltiples. Este nticleo constituye el fundamento discursivo de los procesos de identificacién propios de cada partido polftico o movimiento social. Pero al mismo tiempo, todo discurso politico “se sabe” sometido a la doble recepcién: producido alrededor del colectivo de identificacién, serd recebido no s6lo por quienes integran ese colectivo, sino también por los adversarios, por los “otros”. Al mismo tiempo que define la “buena” lectura, el discurso politico esté obligado a presuponer siempre la “mala” lectura. La hip6tesis de la doble recepcién permite dar cuenta de una serie de aspectos del funcionamiento del discurso politico, en particular sus aspectos rituales: (necesidad de “‘abertura” y “‘cierre”, etc.). Se dibuja asi una suerte de paradoja que amenaza siempre el discurso politico: sin adversario, el discurso politico (por definicién “polémico”) no tendria razon de ser; pero al mismo tiempo, siendo un discurso “de funcionamiento absoluto”, ef Otro es, en ultima instancia, impensable. E1 esfuerzo permanente del discurso politico no puede ser otro que la neutralizacion, la descalificacion del discurso del Otro. ¢ Qué mejor modo de i 97 neutralizacion de ese discurso Otro, que amenaza permanentemente la pretensién de absoluto, que la reduccién a silencio del Otro? Desde este punto de vista, el discurso politico es portador de muerte, Semejante afirmacion puede parecer exagerada. Y sin embargo, ella me parece expresar la tendencia profunda del discurso politico. Esta tendencia profunda s6lo se manifiesta de manera explicita en situaciones Ifmites: el nazismo y el fascismo fueron algunas de ellas. Es evidente que estos fenémenos (del mismo modo que otros, radicalmente distintos en sus fundamentos politicos, pero igualmente asociados a la institucionalizacion colectiva de la muerte, como el caso del peronismo en la Argentina a partir de 1972) no son meras “‘aberraciones” o accidentes en la sinuosa historia de la implantacién del capitalismo en el mundo contempordneo. En situacién “normal” de democracia pluralista y de “juego parlamentario”, 61 discurso politico olvida facilmente (y nos hace facilmente olvidar) que si es verdad que “Jas palabras son un arma”, la verdad de esta expresiOn reposa en la verdad de la expresion inversa: el tinico método seguro de “tener Ia ultima palabra” es reducir el enemigo al silencio. NOTAS Para una elaboracién de la distincién entre producién y reconocimiento enel fun- cionamento discursivo véase mi art{culo: “‘Semiosis de l'idéologique et du pouvoir”, Communications, Paris, Ed. du Seuil, 28: 7-20 (1978) 2 Véase por ejemplo: Jean Franklin, Le discours du pouvoir, Paris, 10/18, 1975. Los trabajos de Jean Baudrillard corresponden también a esta orientacién. we Cf. “Semiosis de Vidéologique et du pouvir”, loc. cit. a Es por eso que, en realidad y en sentido estricto, toda investigacion de un proceso politico que analiza a la vez los “acontecimientos” y los “discursos”, es una investigacion que relaciona el discurso de la informacién y el discurso politico. 5. Los movimientos sociales en la llamada “sociedad post-industrial”, como asimismo los grupos terroristas, lo han comprendido perfectamente: un secuestro, una manifestacién, una huelga, no existen si los medios no hablan de ellos. 6 Los escritos de Bateson han sido reunidos en Volumen: Steps to an ecology of mind, Chandler Publishing Co., N.Y., 1971. x Véase mi libro Jdeologia, estrutura e cornunicagdo, Sao Paulo, Editora Cultrix, capitulo “Las ideologias estan entre nosotros”. 0 ° 11 Michel Foucault, Histoire de la sexualité.I. La volonté de savoir, Paris, Gallimard, 1976, p, 122-123. “Fondations”, en: Production de sens. Fragments d’une sociosémiotique, Paris, Editions Klincksieck, 1979. En el seno de las comunicaciones masivas, el consumo “ideolégico” del discurso cientifico es tipico: dentro de este contexto, se generan creencias y no conocimientos. Es lo que se llama la “vulgarizacién” de las ciencias por la televisién, la prensa, etc, Cuando el discurso politico es emitido desde el poder es preciso distinguir entre el ‘nosotros’ de identificacién y el ‘nosotros’ “institucional”. Existe una combinatoria compleja entre ambos.

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