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El papel de la arquitectura actual

La autora sostiene que el reto que se le presenta a la arquitectura


es su capacidad para imaginar soluciones orientadas hacia un
crecimiento racional de las ciudades más centrado en renovar lo
que ya existe que en el desarrollo descontrolado de las periferias.

MARIA ANTONIA TRUJILLO

3 OCT 2005

La Gran Vía de Madrid.

La idea de dedicar, en el transcurso de cada año, un día especial a un tema de


interés común es algo que se celebra desde hace décadas. Es cierto que algunas
de estas fechas no cuentan con el apoyo político ni con la trascendencia
suficiente como para calar realmente en la sociedad. Las buenas intenciones no
solamente tienen que existir, sino que deben estar apoyadas por las políticas
gubernamentales. Afortunadamente, el Día Internacional de la Arquitectura,
que se celebra todos los primeros lunes del mes de octubre coincidiendo con el
Día Mundial del Hábitat establecido por la ONU, no va a pasar desapercibido.

La arquitectura está presente en la realidad de la vida y, sobre todo, en la vida


cotidiana de los ciudadanos. El nivel de la cultura de un país, junto con la
educación y la sensibilidad de los ciudadanos, es lo que nos capacita para vivir
en una sociedad más armónica. Por eso la declaración de estas jornadas
especiales pretende ayudar a todos, cada uno en su ámbito, a repensar el
desempeño de su trabajo de la mejor manera posible para comprometerse ante
la sociedad con los objetivos de responsabilidad que constituyen la garantía de
futuro de los ciudadanos del mundo y su espacio habitable.

Este año, el Día Mundial de la Arquitectura tiene como lema Compartiendo la


ciudad,tema propuesto en el Congreso de Estambul realizado por la Unión
Internacional de Arquitectos (UIA) en el pasado mes de julio y en el que tuve el
honor de participar en su desarrollo. Se enfoca hacia una solidaridad en la que
se hagan visibles los diferentes aspectos de las ciudades: valores, cultura y
patrimonio, habitabilidad y calidad, utilidad y excelencia, tecnología y
humanidad, y se trate de compartir con los menos privilegiados y sin hogar los
recursos para conseguir un medio ambiente sostenible.

Por tanto, y dirigiendo nuestra mirada hacia la ciudad del siglo XXI, el reto que
se le presenta a la arquitectura es su capacidad para volver a imaginar
soluciones que se orienten hacia un crecimiento racional, basado más en la
renovación profunda de los tejidos de la ciudad consolidada que en el
desarrollo descontrolado de las periferias. El mundo de la arquitectura debe
poder participar de manera intensa en la activación del potencial de desarrollo
de la ciudad moderna, aportando nuevas iniciativas de usos y programas, de
actividades capaces de estimular la conciencia urbana. La arquitectura tiene
que estar cerca de los problemas de los ciudadanos, abriendo perspectivas y
generando horizontes de actividad donde se afiance la cohesión social,
prestando atención a la planificación con programas para conseguir viviendas
asequibles para los estratos de población más necesitados.

Los arquitectos deben ser capaces de trazar el mapa físico donde la sociedad
consiga desarrollar su actividad social. Para ello tienen que estar atentos a las
realidades que presenta el nuevo entorno urbano, como la continua
transformación de las estructuras familiares, sus nuevas configuraciones y la
reducción sistemática del número de sus miembros, el incremento de la
población de edad avanzada o la conciencia de respeto y cuidado del medio
ambiente.

Las propuestas efectuadas desde el ámbito de la arquitectura para la solución


de un panorama que cada vez es más complejo requieren de una complicidad
total tanto con todos los niveles de la Administración como con el sector
privado y las asociaciones e instituciones que intervienen en la definición de la
nueva identidad de la ciudad.

Desde el Ministerio de Vivienda estamos trabajando en estrecha colaboración


con todos los agentes que intervienen en el desarrollo de la arquitectura y en la
definición de los espacios habitables y, por supuesto, con los arquitectos, que
son un vehículo esencial hacia el ciudadano. Trabajamos para rehabilitar el
patrimonio edificado, residencial, dotacional y urbano, para aumentar los
contenidos y acciones a favor de la sostenibilidad, como acaba de demostrarse
en el Congreso Mundial sobre Edificación Sostenible, celebrado la semana
pasada en Tokio, donde la representación española, encabezada por el
Ministerio de Vivienda y de la que formaba parte una representación del
Consejo Superior de Colegios de Arquitectos de España, fue galardonada con el
premio Best Assessment Case Studies 2005 en reconocimiento a la trayectoria
de nuestro país en el reto por conseguir un entorno construido más sostenible.

Por último, desde el ministerio coordinamos la difusión de la arquitectura


entendida como un concepto global, reflejo de la sociedad del siglo XXI.
Exposiciones, seminarios y bienales constituyen una oportunidad para que los
ciudadanos conozcan de cerca los trabajos y proyectos de arquitectos
consagrados y noveles. Exposiciones que tienen como objetivo investigar y
difundir las nuevas condiciones sociales, tecnológicas, ambientales y culturales
que deben guiar la construcción de la nueva vivienda para comienzos del siglo
XXI, así como distintas maneras de ocupar el territorio aportando información
sobre diferentes maneras de crear un entorno habitable. Desde aquí
proponemos un programa extenso basado en el diálogo, el trabajo
multidisciplinar y la investigación. Con contenidos amplios y diferenciados que
sirvan como plataforma de reflexión, mediante un programa con objetivos
didácticos que consiga que la arquitectura y sus creadores estén más cerca de la
sociedad, que es en definitiva quien habita y vive la arquitectura.

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