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Hoy en día, el valle de Lurín produce 42 mil toneladas de alimentos al año y cuenta con alrededor de 12

mil cabezas de ganado. Es una de las despensas más importantes de Lima. Además, un total de 5 mil
trabajadores se encuentran ligados a la actividad agropecuaria. Pero, como sabemos, en el sur de Lima
están concentradas también las miradas del negocio inmobiliario. Las grandes empresas ya han adquirido
terrenos en la zona y se aprestan a sembrarlas de cemento y ladrillo. Por otro lado, a la fecha existen 15
industrias instaladas o por instalarse en el valle. Esto generaría, entre muchos otros, un grave problema
social: hombres y mujeres que no desean ser alejados de la tierra porque temen pasar a engrosar la fila de
trabajadores de la ciudad, en actividades para las que no se encuentran capacitados, o, en el peor de los
casos, sumarse a la pléyade de desocupados una vez que se les agote el dinero recibido por sus predios.

La solución es declarar el completamente. Para hacer frente a este peligro hay que convocar el concurso
de todos: empresarios, autoridades ediles, pobladores, ambientalistas, profesores, investigadores,
funcionarios públicos, escolares, agricultores y a las parroquias de los ocho distritos que alberga la
cuenca del río Lurín. La solución es convertir la cuenca del río Lurín en un gran parque arqueológico-
vallezona agrícola intangible, con la perspectiva incomparable del extraordinario Templo de Pachacámac.
Acercar la industria a dicho monumento es, por decir lo menos, un despropósito que debe ser revertido.

Si analizamos, el valle del río Lurín es una importante reserva cultural y paisajística de la ciudad de Lima.
Sus recursos comprenden el Santuario de Pariacacca, las lagunas altoandinas, bosque y quebradas, sus
lomas, playas e islas (objeto de mitos y leyendas ancestrales) y el Santuario de Pachacamac que, como
hemos visto, es un excepcional centro religioso de nuestros antepasados y el más importante centro
arqueológico de la costa central. No olvidemos que, en su recorrido, existen más de 300 sitios
arqueológicos enlazados por el formidable Camino Inca que unía al Cuzco con el santuario de
Pachacamac.

De otro lado, la cultura agrícola en el valle es, desde los años del Virreinato, la expresión del saber local y
fuente de productos de primera calidad. La crianza de toros de lidia y del caballo peruano de paso son
algunos de los numerosos atractivos tradicionales para sus habitantes y visitantes, como lo son la
producción vitivinícola y de pisco, las manifestaciones culturales locales, fiestas patronales, festivales
folclóricos y su gastronomía.

La población urbana de Lima se ha ido extendiendo a costa de sus 3 valles. El del Rímac está urbanizado
en un 90%, el del Chillón, en un 70%. Las previsiones nos dicen que para el año 2020 la población urbana
de Lima va a llegar a 10 millones de habitantes. Si las estrategias de ocupación del suelo y de generación
de desarrollo no se modifican, el valle del Río Lurín, como los otros dos valles, va a desaparecer cultural,
turístico y ecológico con servicios básicos, inversiones empresariales y el respeto del medio ambiente para
acoger a los habitantes de Lima mediante un modelo de desarrollo de concertación y actuación de
diversos actores.

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