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Nafiste

en el contradestino de la letra -risa-.

Llanto y amanecer cubren tu cuerpo. Espiga de tiempo abres la


puerta.1\1padre silencioso como el mundo. Un puñado de no-
che en la mirada. De su mano. Te detienes en el hueco de la
pregunta que no habrás de pronunciar. Y los dos van crecien-
do paso a paso; mirándose hacia dentro, los ojos en el confin
de los espejos.
En la cima del monte los espera el grito.

toma a tu Wja, ~ft.~~a ~J~2 a quien arnas, y vete a la


tierra de Mori-yá, y ofrécela ahí en holocausto sobre una
de las montañas que te indicaré.

Entro en tus lágrimas; hija de tus sombras.


Nazco en tu mirada, despavorida
y soy el deseo que dictan tus pupilas; me hundo en tus
huellas:

padre mío, he aquí el fuego y la leña,


pero ¿dónde está el animal para el sacrificio?

Se desviste la piely calla Su herida, me envuelve. Roja y sin sentido.

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