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TREE | Ramiro, erumete de la Esmeralda | I EL LECHERO DEL BLANCO ENCALADA Lentamente se fue esfumando el telén | nuboso de la camanchaca y bajo los rayos del | sol aparecieron los barcos anclados en la pe- quefia rada de Iquique, que se hacia estrecha para contener tantas naves. En las cubiertas de los distintos buques, los marineros iban y ve- nian, preparando los cafiones, moviendo jarcias | y trasladando fusiles. También arriaban botes al agua y se embarcaban por pequefios grupos que recorrian sobre las olas el corto trecho que los se- paraba de otros barcos, para luego abordarlos. Lo 5 La Guerra del Pac En el siglo XIX, los chilenos, llevados por el espiritu de empresa que he- redaron de la sangre caste- Nano-vasea, exploraron el desierto y organizaron la explotacién de sus riquezas Los hombres que acometie- fon esa tarea no tenfan un afan politico ni de conquis ta, eran s6lo emprendedores aventureros que, en cuanto hecesitaban una concesién de tierras para trabajarlas, la pedian al pais soberano, Asi fue como fundaron las em- Presas de Oruro, Huamcha- a, Caracoles ¥ Coracoro ifico: como empezé en Bolivia. Y desde que en 1846 una compatiia chilena iniciara la explotacién de guano en la entonces bol viana Mejillones, hombres y capitales chilenos trans- formaron esos territorios, antes inhabitados, en fuente de trabajo y produccién En 1874, la compatifa de Salitre de Antofagasta habia convertido el lugar en una poblacién de 8.500 per- sonas, de las cuales 6.500 eran chilenas, es decir, el 85%. Pese a esta mayoria de chilenos, la soberania seguia siendo boliviana mismo hacian los del barco vecino en direccién contraria. Para los habitantes de la ciudad, que | observaban las maniobras desde la orilla, ésta era una agitacion inusual. Durante casi cuaren- ta dias el bloqueo habfa mantenido a la tripula- cién de los buques en una aparente calma. La escuadra chilena se desplazaba, impasible, por la habia azul frente a los montes pelados, dedi- cada a impedir la entrada y salida de todo otro barco. Pero ese dia, un 15 de mayo, los perua- nos de Iquique, que no perdian detalle de cada movimiento de la flota enemiga, se sintieron | La situacién anterior como era de esperarse minaba hacia una confron- tacién. Los roces entre las autoridades bolivianas y la poblacién chilena se hicie ron cada vez mas frecuen- tes. A fines de 1876, luego de que tropas bolivianas dispararon sobre un grupo de chilenos que participa- ban en una chingana (fies ta popular) en Caracoles y mataron a uno de ellos, una Poblada de mas de 400 chi- lenos se lanz6 sobre el cuar- tel de policia, armada de ca- Primeros enfrentamientos corves. Se logré contener ef levantamiento y las tropas bolivianas se acuartelaron El cénsul chileno presente un reclamo por asesinato y el general Hilarién Daza, al mando del poder en Boli- via, le cancelé el exeguatur (autorizacién que da el jefe de un Estado a los represen- lantes eXtranjeros en su pais Para que puedan ejercer sus cargos) Las primeras colisiones entre chilenos y bolivianas que llevarfan a la Guerra del Pacifico habian comenzado. pie dione boca intranquilos. Los rumores en tierra eran que los mas poderosos barcos del Peri -el Hudsear y la Independencia— habian zarpado de El Callao rambo al sur. -Es seguro que esos chilenitos se estan asustando —decian los hombres que, luego del trabajo, se juntaban en el muelle a conversar frente a esos odiados barcos que los tenfan sin | agua y sin alimentos. | —Dicen que un solo cafionazo del Hudsear hunde a toda la escuadra chilena —agregaba otro, con la esperanza de que asi sucediera. | _F] tal Williams debe estar muerto de sus- to —reia un tercero, con mds odio que humor. Mientras en tierra firme se sucedifan los comentarios, a bordo del Blanco, Juan Williams Rebolledo, sentado frente a su pequefio escri- torio, sumfa sus pensamientos en la estrategia 2 que pondria en practica para hundir al Hud Zarparia rumbo al norte con los mejores hom- bres de la escuadra chilena al encuentro de los peruanos que venian en camino y dejaria el Los incidentes se siguieron sucediendo y en el pueblo chileno fue naciendo un encono generalizado en contra de Bolivia, A pesar de ello, el Presidente de Chile, Anibal Pinto, estaba decidido a evitar Ja guerra con el pais vecino, Los gobiernos en Bo- livia duraban poco, y el Presidente Pinto esperaba que luego sucedicra a un mandatario que pusiera fin a los crecientes conflic tos. Daza_inter- preté la actitud Anibal Pinto E] pueblo se enoja pacifista de Pinto coma, temor y decidi6 recuperar Jas salitreras y Poner fin g la expansion chilena en su territorio, Asi fue como el 6 de enero de 1879 ordené el embargo de la Compaiiia de Salitre de Antofagasta y encarcel6 a su gerente, Jor- ge Hicks. Con esta medida quedaron cesantes dos ‘\ mil obreros, casi el 20 % de la pobla- cidn. Luego de estos hechos y ee. pese a la volun- ——, ~ tad _ pacifista ye ‘\del — Presi- fof , dente Pinto, f.} f facil bloqueo de Iquique en manos de la Esmeralda y 1a Covadonga. Y en tanto Juan Williams revisaba una y otra vez los célculos | sobre las toneladas de dinamita que necesitaria para Ilevar a cabo sus planes, abajo, en las sen- tinas del buque insignia, un nifio delgaducho y de ojos vivaces estrujaba las ubres de una ca- bra. El lento y acompasado balanceo del barco | lo ayudaba en su quehacer. -Bien, Pascuala; el ultimo chorrito y te dejo tranquila. La cabra, como si hubiera entendido las palabras de Ramiro, lanzo un balido mientras las tltimas gotas del tibio liquido caian en la | vasija. E] muchacho acaricié el sucio lomo del | animal y, procurando no derramar la leche, se encamin6 hacia las escaleras que lo conducian | ala cabina del almirante Williams. Al llegar a cubierta el sol lo enceguecié y se detuvo unos momentos para aclarar su vision. -jAtencién, grumete Escobar! jHagase a un lado! —grit6 alguien. Chile corté relaciones con el gobierno de Bolivia el 12 de febrero. Y junto con ello, los buques Blanco ¥ Cochrane zarparon rumbo a Caldera, puerto chileno en el norte, Las noticias de Ia rup- tura de relaciones con Bo- livia produjeron alarma en Antofagasta. Y tanto fue asi que. temiendo una sublevacién de los diez mil chilenos yla muerte de los cuarenta po- licias bolivianos que habia en la ciudad, el gobierno or- dené al Blanco no detenerse en Caldera y seguir rumbo a Antofagasta, donde leeds el 7 de febrero, El 14 de febrero, la es- cuadra chilena completa fondeaba en la bahia de An- tofagasta y tomaba Posesion de Ia ciudad: Los poblado- Fes, presa de un delirante entulsiasmo, abrazaban en La ocupacién de Antofagasta — = playa a los Marine; ban banderas chilenag todas partes ¥ des ron el escudo de |, tura boliviana en Pedazy. ba pre Medio dg la calle. ¥ Mientras tanto, en Santiago, e] Lobierns chileno haefa publica Ig Tej- vindicaci6n de sus de Techos sobre el territorio Situado a sur del paralelo 23 —que ha bia pasado a Bolivia luego del pacto de 1866- en vista de que Bolivia habia Vio- lado el tratado de 1874 a) embargar la Compafifa de Salitre Cinco dias después del desembarco, el Primer go- bernador chileno de Anto- fag rafiaba asta teleg “Todo el tetritorio com- Prendido entre e] 23 paralelo 24, de mara cordillera, ha sido ©cupado én nombre de la Reptiblica de Chile.” Pero antes de que Ramiro pudiera reac- cionar, sintid sobre su hombro un empellén que lo hizo derramar parte de su precioso li- quido. Dos marineros que empujaban un pe- sado cafién pasaron por su lado sin ningtin miramiento. Rojo de rabia, pero atento a la vasija, murmur6é un insulto entre dientes. Y nueva- mente se juré que no pasaria mucho tiempo antes de que demostrara a todo el’ mundo que no s6lo era capaz de ordefiar bien una cabra, sino también de combatir, mejor que ninguno, contra los malditos peruanos. Golpeo la puerta de la cabina del almi- rante y una voz ronca le orden6 pasar. a 13 El pueblo boliviano re- accien6 con impetu frente a la ocupacién chilena, El general Hilarién Daza re- unié al pueblo en masa, en La Paz. y lo arengé con las siguientes palabras: “El dia 14 de los corrien- tes, dos vapores de guerra chilenos con 800 hom- bres de ¥ apoyados por tun desembarca considerable niimero 2 de gentes deprava- das por la miseria y el vicio, asesinos de cuchillo corvo, se han apoderado _ de nuestros Fe indefensos puertos de aR Hilarion Daze Wate La reaccién de Bolivia Antofagasta y Mefiltones (por sorpresa” , Antes de dos meses un ejército boliviano de 7 000 hombres estaba listo para partir a Chile. ¥ Pert, que habia hecho un pacto se- creto con Bolivia en contra de Chile, le exigié a Daza que atacara de inmediato, La idea era impedir ) que Chile se armara durante los tres 0 cuatro meses que los pe- Tuanos necesita- ban para comple- lar sus preparativos de guerra. ipa age —Su leche, mi almirante dijo con tono seguro, para disfrazar el temor que siempre le producia ese hombre severo y de mirada pe- netrante —Gracias, grumete —le contesté Juan Williams, cogiendo la vasija con ambas ma- nos. La acerc6é a sus labios y bebié pausada- | mente, tragando con dificultad, hasta acabar su contenido. Luego devolvis el recipiente al mu- chacho y comenté: Al parecer, la cabra estaba un poco floja hoy. i) El | de marzo de 1879, Bolivia declaraba Ia guerra a Chile; Y junto con ello, disponia la expulsién de los chilenos que residian en Bolivia y la confiscacién de La posicion peruana Cuando estallé ¢1 con- flicto entre Bolivia y Chile en Peni gobernaba el g tal Mariano ienacio ne- redo, hombre pacifico y de esca sas energias. Pero frente a él se levantaba cl partido civilista, formado por los hombres ticos de Lima, que se interesaban en Ja ir tria salitrera, Pa duis ra ellos, ef Bolivia declara la euerra ze ee Sus Bienes y de fag empre. S88 que 2dministrabay el medida afeorg Prine mente a las company, ag Omuro, Huanchaca y Coe | coro, triunfo sobre Chile en agg guerra significaba controlar el salitre; por esto fue que-g desembarca de tropas chile nas en Antofa como anillo al dedo. para convertir el sentimiento antichil eno que habia en ef Perti en un furor colectiva que Prado no pude resistir, Ramiro tartamude6é unas excusas que el almirante ni siquiera parecié escuchar, pues de inmediato volvio su atencién a los papeles que tenia sobre la mesa. El grumete observ6 el rostro de su al- mirante: grandes ojeras lo sombreaban y cada cierto tiempo carraspeaba con expresién de dolor. : : —Permiso para retirarme, mi almirante | -dijo Ramiro. Williams se volvié hacia él y le pregunto bruscamente: ~ Qué edad tienes, grumete? -Voy a cumplir catorce en Navidad -respondi6 éste éndose todo lo que podia para verse mas fornido. Pero con su esfuerzo sé6lo logré mostrar atin mas lo magro de su pecho y arrancar una sonrisa de labios del almirante. Ramiro, envalentonado por el gesto que habia suavizado las facciones de su superior, pensé que era el momento justo para pedirle (ee cambiara su oficio de lechero por otro que 17 Perti se arma a todo prisa Peri necesitaba aper- trecharse antes de entrar en una guerra: sus fuertes estaban desmontados, las armas escaseaban y sus ma- yores barcos -la /ndepen- dencia y ¢] Hudscar— esta ban siendo reparados. Para darse tiempo, la cancilleria Peruana inicié una politica de mediacién entre Chile y Bolivia; y asi, mientras su =e representante en Chj Antonio Lavaite S ie ons en Proposiciones Y contrg Proposiciones de pay con 7 Presidente Pinto, log tes peruanos armas en Estg los bareos de la escuadra = reparaban a toda prisa ¥ log fuertes y cafiones de Rj Ca llao se volvian a montar, le permitiera enarbolar un fusil. Pero, cuando buscaba las palabras precisas, Williams habl«: —Maiiana dejards de ordefiar cabras... El muchacho sintid que su corazén se detenia. ~,..Porque desde hoy te irds a servir a la patria a bordo de la Esmeralda. Buena suerte, muchacho. Y el almirante, volviéndose hacia la pe- quefia ventana que dejaba ver un trozo de mar 19 Chile Lavalle habia hegado la existencia de un tr do Secreto entre sy pais Bolivia. Pero finalmente Presidente Prado reconoc, que su _anteceso, dejado ligado a Bolivia por un tratado de alianza. Lueso de 1 iy el 16 r lo habia €sta grave Infanterig 20 declara la uerra declaracign Y de lane, at del Peri a ACeptar Ja Netitry. lidad, a Chile nig Te gu otra opcién We declaray la guerra. Caballerig Artilleria y algo del viejo casco de la Esmeralda que se balanceaba atracada al muelle, dio por termina- da la conversacion. Ramiro se retird, alelado y confuso con la noticia. Ardientes enemigos Para los chilenos esta declaracién de guerra era una pura férmula, ya que desde hacia varios meses la idea de una guerra estaba presente. Los peruanos, en cambio, reaccionaron con todo tipo de manifestacio nes patridticas, en una de las cuales acordaron reducir a Chile a la poreién compren dida entre los paralelos 26 y 47 de latitud sur, “territoria Suficiente para la escasa poblacién de des millones y medio con que republiquilla” proclamaron gy de poseer ¢] ! intencig, Estrecho de Magallanes para mantener a Chile constantemente 500 metido a su Vigilancia, Esta actitud de Jog pe- FUANOS proves fa ira dof pueblo chileno. ¥ esta in, que irfa creciendo ent ambos bandos junto ¢oq las batallas, seria Una im- Portante caracteristica de la Guerra del Pacifico, | fondeadero, el transporte Lamar, y un poco mas ABORDO DE LA ESMERALDA No s6lo Ramiro fue trasladado como tri- pulante a la Esmeralda. Junto a el se embarea- ron casi todos los menores de quince afios que formaban parte de la dotacién de la flota chilena. y al dia siguiente, 16 de mayo, la sorpresa de Jos habitantes de la ciudad cuando se levantaron y salieron a la calle fue grande: la rada estaba practicamente desierta. Ya no se vefan ni el Co- chrane, ni el Latorre, ni el Blanco Encalada, ni la Magallanes ni la Chacabuco. S6lo quedaban la fragil Esmeralda meciéndose en las aguas del afuera, la cafionera Covadonga. Arturo Prat, el capitén de la Esmeral- da, habia reunido a todos los recién Negados en cubierta para decirles que ellos eran ahora tesponsables del bloqueo de Iquique. Les ex- plicé que el almirante Williams habia partido Si bien la poblacién de Pert y Bolivia unida dobla- ba a la de Chile, la organi- zacion del ejéreito chileno, la calidad de sus tropas y el estado financiero y admi- nistrativo del pais eran su. periores. Peni estaba en bancarro- ta al comenzar la guerra y la capacidad econémica de Bolivia era infima. En cuanto a las escy dras nacionales de una guerra que se iba a definir principalmente en el mar, el poder de la chilena des. cansaba en los acorazados Cochrane y Blanco Encatea 1h, Las fuerzas de los contendores = en las corbetas de Chacabuco, O Higa, Esmeralda: en ta cage Magallanesy Covgdg enel vapor Abiag, SY Sin emba ‘0, ningg buque de la esctiadra chien estaba apto para ¢ i con éxito a los dos, y ‘Nfrentay Mayorey la ©scuadrg el monitor Hugg. y la fragata blindada Independencia. Log Petuianigs posefan ademas las corhe. tas Union buques de peruana car ¥ Pileomayo y los monitores Atchualpa y Manco Capac 4 | eso que lo dejaron en Iquique con todos noso- v al norte con los buques en mejor estado y los marineros mds expertos, decidido a hundir al Hudscar. Ramiro escuchaba a ese hombre que parecia tan endeble y delgado como él y lo comparaba mentalmente con el vigoroso, aunque enfermo, Juan Williams. Ese capitan con ojos de mirada dulce no parecia un gue- rrero dispuesto a matar, “Seguro que fue por tros”, pens desilusionado. Para Ramiro, lo que habia sucedido du- rante las ultimas horas, mas las palabras de Prat fueron como una pufialada. No sdlo no habia sido considerado como un marinero experto, sino que su mas intimo suefio, ese que acaricid durante dias y dias entre las patas de la Pascuala, el de combatir contra los peruanos y, mas atin, contra los peruanos del Hudscar, se esfumaba. | 2S Al comenzar la guerra, ec! Presidente Pinto asume la responsabilidad de gene- ralfsimo de mar y tierra, El coronel Cornelio Saavedra se traslada a Antofagasta para organizar al ejército y el almirante Juan Williams Rebolledo queda al coman- do de la escuadra. Las primeras acciones guerreras fueron la toma sin resistencia por Williams de Comienza la guerra: el bloqueo de Iquig ; oa a Tocopilla Y Cobijg yla pacién del litoral bolivian: situado al norte de} Paral 23 por el ejército chileng, Los primeros dja d abril Williams recibe la = den de bloquear Iquique on su escuadra. Y el dia 5 lle al puerto peruano eon cineg haves: el Blanco, e| Cochra. ne, la O'Higgins, Ia Esme. valda y la Magallanes. Juan Williams Cornelio Saavedra | do rosario tras rosario, segura de que a su hijo | Mayor lo esperaba una horrible batalla. |Supie- | Tan que se lo pasaba todo el dia bajo cubierta, | sin siquiera mirar el mar, lavando mugres y Y¥ ahora, en vez de enterrar un sable en el pe- cho del enemigo, tendria que pelar papas en la cocina. Asi, el grumete Escobar pas6 los cuatro primeros dias a bordo de la Esmeralda lavando las ollas y trapeando los suelos de la malolien- te cocina del buque. Casi afioraba los dias en que, después de ordenar la cabra, subia hasta la cabina del almirante Williams y esperaba a que éste bebiera su leche. Esa noche del 20 de mayo, Ramiro se ha- | bia ido a acostar sobre su jergén con el pecho oprimido y los dedos hinchados de tanto pelar papas. Seguro que sus hermanos chicos, alla en | Valparaiso, se imaginarfan que él estaba ocupa- | do en Henar de polvora los canones que darian | la gloria a Chile; y su madre, tan aprensiva lue- | go de la muerte de su padre, debia estar rezan- t Combate Naval de Chipana ra La cafionera Magalla- al mando de Lato- fre. que se dirigia a Iqui- que con instrucciones para Williams, al pasar frente a Chipana se encontré de frente con las naves perua- nas Unidn y Pile ‘ontayo, Latorre confié en su suerte y en la impericia de los_marineros Peruanos y, en vez de retroceder ante un enemigo con muchisimo Ms poder, puso Proa al nor- fe con toda la fuerza de sus Maquinas. La Pile ‘omavo —de menor Yelocidag. atrds, pero la Unie ala Magaltan, a dispararle La Unién hizo 159 dis. Paro: Pero ninguna alean, 26 el blanco, Ey tanto ue la Magallanes, despugs de disparar 4] veces, logré dar con una granada €n [a naye Peruana. La Unién, dejandg ©scapar una columna de Va- Por, viré su rumbo Y fue a feunirse con la Pilcomayo, Latorre PFosigui6 gy marcha a Iquique. Cattonera Magallanes picando cebollas! Los ojos del nifio se Ilenaron de ldgrimas al recordar a su familia, pero tam- bién de rencor contra ese almirante malhumo- rado que habia echado por tierra sus suefios de gloria. 0 Ala majiana siguiente, mientras Rami- ro hundia sus manos en el agua sucia para limpiar el trapeador, oyé el sonido de la cor- neta que Ilamaba a la tropa a reunirse en cu- bierta, Y cuando junto con el cocinero jefe y otros dos ayudantes salieron al aire libre y miraron hacia la costa, vieron con extra- jieza que la poblacién entera parecia haber- se agolpado en la playa. Hombres, mujeres y nifios saltaban y gritaban lanzando vivas y saludando hacia el mar, con pafiuelos y | banderas. Entonces Ramiro siguié la mirada de los habitantes de Iquique y un escalofrio recorri6 su espalda. El humo negro y la figura amenazante de dos grandes barcos crecian por momentos, acercandose a la rada. Justo Arieaga, coman dante de 74 anos, fue nom. brado comandante en jefe del ejército. Este aconseja- ba invadir Tarapaca y luego de muchas discusiones su plan fue aceptado. El go- bierno preparé una division de 2.500 hombres y armas. que el almirante Lynch de- beria conducir hasta Anto- fagasta contingente de para completar el 8.000 que requeria Arteag: Mientras tanto, Williar —que estaba en Iquique—de- ¢idid partir con sus mejores barcos rumbo a El Callao, con el propésito de salir al paso del Hudscar y de la Independencia, que a esas alturas ya estaban listos y —Ssegiin informaciones— viajaban hacia Arica, Su arriesg: ada idea era cargar la Abiao con pélvora y ha- El Plan de los Chilenog cerla explotar entre buques peruanos, Pp ésios se hundieran, En ale quedaban la Esmeralda, al mando de Arturo Prat, la Covadonga, al mando de Carlos Condell y el transporte Lamar, py 16 de mayo, antes de zar par, Williams Ham a Pray para hacerle presente que la responsabilidad del blo- queo pesaba ahora sobre é1 Prat se quedé en Iqui- que lamentando no compar- tir la gloria que esperaba a sus compaiieros que partian al Callao. 108 dos AB Chie “Mafiana serd un gran dia para Chile”, comunicd.a su tripulacién, pensando en una triunfal batalla de Williams con los acorazados peruanos Lejos estaba de pensar Arturo Prat que el destino tenia otros planes. EI] capitan Prat, subido en el puente, muy serio y mas palido que nunca, alzaba en ese Mo- mento una mano para pedir si lencio. Sobre él, ¥ enel tope de mesana, ondeaba la bandera trico- jor. ¥ mientras el cocinero jefe cuchicheaba a Ramiro en Ja oreja “es el Hudscar..., estamos perdidos. muchacho...”, la voz de Arturo Prat resond en la cubierta: “Muc hhachos, la contien- da es des igual. Nunca se ha arriado la bandera ante el ene- migo ay espero que no ésta ta ocasion de sea hacerlo. 31 “Muchachos, la contienda es desiguay El 21 de mayo, al despejarse la neblina de la mafiana, el vigia de la Covadonga grito: “;Humos al norte!” Eran la Independencia y ¢l Hudscar que, luego de haberse cruzado con la flota de Williams sin toparse ni avistarse, entraban ahora a la rada de Iquique. Y mientras la poblacién peruana de la ciudad se agolpaba en la playa para presenciar la captura de las naves chilenas, Arturo Prat formaba a su tripulacién le dirigia las palabras que después se harfan famosas; “Muchachos, Iq con. tienda es desigual. Nunca se ha arriado la bandera ante el enemigo y espero que no sea ésta la ocasién de hacerlo. Mientras yo viva, esa bandera flameara en su lugar, y si yo muero, mis oficiales sabran cum- plir con su deber”’. Mientras vo viva, esa bandera flameara en su lugar, y si yo muero mis oficiales sabran cumplir con su deber. Viva Chile...”, termin6 | diciendo con fuerza, al tiempo que agitaba en el aire su gorra. Los vivas de la tripulacién sonaron como un trueno y Ramiro se encontré gritando como un enajenado, mientras temblaba entero, presa de una emocién que nunca antes habia experimentado. Ww we EI Combate Naval de Iquique Todavia resonaban en el aire las voces de los marineros que respondian Ja arenga de Prat, cuando una granada exploté entre la Covadonga —situada a la entrada de la bahia—. y la Esmeralda, que estaba en el fondeadero. E] Lamar zarp6 tumbo al sur, en tanto Prat ordenaba subir la presién de vapor en las calderas de la Esmeralda, para mover- se mas rapido. Pero éstas, ya demasiado viejas, no re- Sistieron y reventaron con gran estruendo. Prat, enton- ces, se acercé a la Playa y se colocd entre el Hudscay y la ciudad; de esta manerg obligaba al barco enemigg a dispararle en elevacién para no dafiar a la Poblacién peruana. La Covadonga, mien. tras tanto, salfa del puerto pegada a la playa. Una bala del Hudscar le atravesé él casco, pero la tripulacién logré tapar el forado y si- gui6 rumbo al sur, persegui- da por la Independencia, 3 COMIENZA LA BATALLA Asn no se acallaban los ultimos gritos, cuando una montafia de agua y fuego broté con estruendo del mar, junto a la Esmeralda. Era la primera granada disparada desde el Huascar. -jA sus puestos de combate! —jReforzar las cargas! —;Fusileros, a cubierta! —;Las calderas...! Los gritos y las 6rdenes se sucedian. Ra- miro corria de un lugar a otro sin saber qué hacer. Nadie le habia dado un puesto o una misién. Vio cémo el Lamar se alejaba hacia el sur y la Covadonga enfilaba hacia la salida del puerto, pegada a la playa. Eh, muchacho: baja a las calderas, que el fogonero necesita ayuda —le ordend la voz apresurada de un oficial. ae EI almirante de la es- cuadra peruana, Grau, _ cibié la errada informacion de que la Esmeralda estaba rodeada de torpedos, por lo que se detuyo a 600 metros de ella y le disparé durante una hora y media, sin lograr un solo impacto en el in- mévil y viejo cascarén. La Esmeralda respondia con proyectiles que rebotaban en el blindado del Hudscar como si fueran de goma. Una bateria de tierra, emplazada en los cerros proximos a la Esmeralda, también disparaba sobre los marineros chilenos, Finalmente, el Huds- car logré hacer estallar una granada sobre la Esmeralda, Causando un incendio que pronto fue extinguido. En- lonces se decidié a espo- lonear a la corbeta chilena, lanzéndose a toda maquina Contra ella, La Esmeralda habia alcanzado a Virar y Sufi e] impacto en el cos- tado, Al locarse Jas Naves, 36 Prat ordené el] abordaje salté6 sobre la cubierta de Hudscar, espada en Mano, Su voz fue acallada Por ¢| ruido de los disparos Y 861g lo siguié el sargento Aldeg que estaba a su lado, Ane bos fueron acribilladog a balazos desde las troneras del Huascar, Un nuevo €spolonazy del Hucdscar partié el Casco de la vieja Esmeralda, que habia quedado al mando de Luis Uribe; Ignacio Serrano y una docena de hombres saltaron al abordaje y tam- bién murieron bajo los fusi- les peruanos. Al tercer espolonazo, la Esmeralda se hundié. De los 198 hombres de la tripu- lacién habfan muerto 141, El Combate Naval de Iquique, una de las glorias de la Marina chilena debido al heroismo de Arturo Prat y los suyos, fue presenciado Por casi toda la poblacién de Iquique Ramiro obedecio. Y abriéndose paso entre una linea de hombres que comenzaban a tre- par la arboladura para ocupar sus puestos de combate, llegd hasta la escalera que bajaba a la sentina. No alcanz6 a poner un pie en el primer escalén, cuando un enorme estruendo hizo vi- | prar a la nave desde su quilla hasta la punta de Jos tres mastiles _;Explosién en la sentina! —se oyo un grito. —;Estallaron dos calderas! —jBajen la presion! Entonces Ramiro fue empujado por dos | hombres que subian desde la sala de maquinas. Mientras la Esmeralda Ingenio y destreza de Carlos Condel| pero logré zafarse, « Aqui se enfrentaba al Hudscar, se fregaron!”, exclamé en. la Covadonga, capitaneada por Condell, navegaba hacia el sur, muy pegada a la cos- ta. Condell sabia que en esa costa, muy poco profun habia calado suficiente para la Covadonga, pero no para la Independencia —acoraza- do de 2.000 toneladas— que los venia persiguiendo. Al llegar a Punta Gruesa, la nave chilena —seguida a 200 metros por la peruana— pese a su poco calado toca fondo y el casco cruji tonces Condell, Pensandg en sus perseguidores. Y asf sucedié: la Independencia, en un intento de espolonea; a la Covadonga, se lanz6 a toda maquina sobre el arre. cife que acababa de sortear la nave chilena y qued6 re- costada sobre la roca, con la quilla deshecha, Era el momento que Condell esperaba: de seis cafonazos a quemarropa destrozé la cubierta yel casco de la Independencia retrocedié para dejarles el paso ¥ Ili arriba, sin atreverse a bajar por y humeante en que se habia alera. Miré hacia el mar y vio que el Hudsear estaba ya muy cerca. Su mirada liz6 frente a esa mole de acero que se acercaba yomitando fuego. Y no solo Ramiro, sino todos los hombres en cubierta, inclinados sobre los cafiones, encaramados sobre los mas- tiles o protegidos tras las bordas, tenfan sus ojos fijos en el barco enemigo. Un grupo de. grumetes jovenes se apifiaba en torno al palo mayor y de entre ellos sélo dos nifios, que no parecian tener mas de doce afios, mostraban te- rror en sus rostros. “Yo no tengo miedo”, se dijo Ramiro, dandose animos. Pero sus piernas temblaban y tenia un EF) grumete ermaneciO a esa boca oscura convertido la esc se paral nudo en la garganta. La corbeta chilena, avanzando a duras penas luego de la explosion de las calderas, se habfa acercado a la playa, colocandose frente a 39 A las 11:40 de ta ma- fiana del 21 de mayo de 1879, minutos antes de que el Hudsear tomara veloci- dad para lanzarse a espo- lonear a 1a Esmeralda, el Suardiamarina Zegers se encontraba junto al capitan Prat. Segtin conts después el Suardiamarina, Prat se cifid la espada que durante el combate mantuvo enci- ma de la caja de banderas y le dijo: —"Creo, Zegers, que us- ted, como los demas. no ig- nera el fin que nos espera Pero usted es Muy joven y tengo para mi que su buena estrella le ha de salvar”, 40 Ultimo didlogo de Arturo Prat —~Setior, CTEO que tiene las Mismas cme tivas de salvacign que 4, Sotros, ¥ Dios ha wee ue el comand. q - Ante ng Nog falte’’, ~—"Gracias, PEt Com, £80 es dificil que Suceda, lo que espero se cumple, ng se olvide de mis Palabras a Valparaiso, vea a mi Car mela, digale que mis whi. MOS recuerdos ¥ Votos son para ella y mis hijit Instantes después, el Hudscar se lanzaba a toda Maquina sobre Ja Vieja cor beta. | Ja ciudad. El Hudscar disparaba sin descanso. y la Esmeralda contestaba haciendo tronar sus | cafiones, cuyos proyectiles rebotaban como | pelotas de goma en el blindaje del acorazado peruano. Ramiro, que se habia acuclillado en un rincén, escuch6 la explosion y luego unos aullidos. Volvié la cabeza y contemp|é con ho- tror los cuerpos mutilados de tres marineros que yacian a pocos pasos de donde él estaba. Entonces se dio cuenta de que desde una bateria 4] Arturo Prat erité: jAl abordaje, Muchachos! ¥, Salt6 sobre la cubierta ene. Mga, seguidg Por el] sar. Sento Aldea. EL fragor de] Combate ahog6 su Brito y Grau no Para una reac. cién Posterior, Porque se- paré répidamente Su buque del costado de da, dejando a ci6n ansiosa de Comandante. la Esmeral. una tripul Seguir a su La dotacién enemiga combatia resguardada {roneras, Prat correr en alcanz6 a re- algunos pasos en di- recci6n al puente de mando, cuando lo hirié un disparo de un tirador oculto Des- fallecido, logr6é mantenerse un momento con una ro- dilla apoyada en cubierta, cuando salié un marinero de la torre de artillerta ylo rematé, 42 a ba Tribe | | lo en UNO de |, las dy Monitor, De. la CUbieny de la Esiner, da, dg (Tipu | lacion aleanzg eSeiigy el drama 5 "gar a sy Comandante te de squivar un Segundg €spolonaza de] Huciscar, Los disparos a boca de cq. ién enemigo Mataron a un tercio de |g dotacién chi. lena. Ignacio Serrano or. dené e] abordaje y salts seguido de doce Marinos que alcanzaron a Pasar al buque adversario antes de que el Hudscar sepa- Tara su casco dé Ja vieja Corbeta. Nuevamente la tripulacién fue testigo de la muerte de sus bravos Compaiieros en la cubierta emplazada en tierra tambien les llegaban dis- paros: Una segunda explosién hizo volar por jos aires un brazo ensangrentado, que cay6 jus- to entre sus pies. Sintié unas nauseas horribles y su estomago estaba a punto de devolver el pan con membrillo que habia comido en la mafia- na, cuando alguien tironeé de su manga. ie A ly enemiga, Veinte minutos después, Grau asesté el ter- cer espolonazo en el centro de la moribunda corbeta y la quebré. El corneta Gaspar Ca- brales, nifio de trece ano: no.ceso de tocar a zafarran- cho hasta que una granada de cafidn lo pulverizé. En- fonces un compamero, el cabo de marina Crispin Re- yes, recogio el instrumento y con nuevos brios tocd a degiiello. Pero la metralla enemiga le arrebaté ambas piemas y mu do, E] marinero Pantaleén 6 desangra Cortés tome nuevamente la corneta y lo reemplay, ta el final La cubierta de jg EB meralda era un chareo a sangre cuando comengs , hundirse, pero los tripy, lantes vivos segufan coe, ‘Shas. batiendo. El guardiamarins Riquelme disparé e] Ultima cafionazo con dos terciog de buque hundido. A las 12:20 horas, muy lentamente, desaparecig la Esmeralda bajo las aguas y lo ultimo en hundirse fue el pabellén de Chile, firme al tope del palo de mesana. Habian muerto 14] hom- bres y se salvaron s6lo $7, | su cinto. | derramé el contenido del tonel sobre el fuego | que chisporroteaba. Afortunadamente, sdlo bast6 E] muchacho levant los ojos y se encon- tré con el rostro deformado y sanguinolento del cocinero, que se agarraba a su brazo con desesperacion. _Por Chile, Ramiro, por Chile... dijo el moribunda, antes de derrumbarse inerte sobre Ia cubierta. El cuchillo carnicero que el hom- bre tenia en su mano rod6 por el suelo. Ramiro cogié el cuchillo y lo guard6é en Los estruendos seguian. Se oyeron los gri- tos de “fuego... fuego” y alguien grit6 a Rami- ro —que estaba de pie e inmévil como un mastil en medio de la cubierta— que saliera de allt. El grumete pareci6 despertar y corrié en ayuda de dos marineros heridos, que a duras penas arrastraban un tonel lleno de agua. Las llamas ya lamian el palo de mesana cuando Ramiro otra carga de agua, mas algunas mantas, para que el incendio se ahogara en humo negro. 45 EL SALTO DE RAMIRO Enan las once y media de la mafana cuando el Hudscar, igual que un dragon que ataca echando fuego por sus narices, solté el vapor por sus chimeneas y se lanz6 a toda ma- quina contra la corbeja enemiga. La vieja nave .# 3 EL SALTO DE RAMIRO Enan las once y media de la mafana cuando el Hudscar, igual que un dragon que ataca echando fuego por sus narices, solté el vapor por sus chimeneas y se lanz6 a toda ma- quina contra la corbeja enemiga. La vieja nave .# 3 Un de oAeMOD Ig Reis ug SVUEIT A SANONVO dd O8AWAN OLDIANTS Ad SONY WNYNWdd vadvnosg 48 chilena alcanz6 a virar sobre su centro antes de que el espolon del Hudscar se hundiera en uno de sus costados y la pélvora de los cafiones pe- ruanos hiciera volar en pedazos a casi sesenta tripulantes de la Esmeralda. Ramiro, en sus suefios de gloria, nunca se imaginé un infierno igual. Ahora decenas de brazos, piernas y cabezas se desparramaban por la cubierta. Los charcos de sangre corrian hacia el mar y salpicaban a su alrededor bajo el paso de las botas. Los gritos se confundian con las érdenes de fuego, con los disparos de los fusiles y las explosiones de las granadas. El grumete Escobar, ahora apertrecha- do en la popa del barco tras un alto de jarcias, miré con espanto al Hudscar que, con su cafién apuntando hacia ellos, estaba tan solo a unos metros de distancia. En ese momento escuchd una orden, que se ahog6 entre el fragor de las detonaciones. —AlI abordaje, muchachos... Segundos después, Arturo Prat pasaba 2] Li 8 Chilenog El Combate Naval de Tqui- que caus6 estupor en Chile yenel mundo entero, El 7. mes de Londres dijo; “Este fue el combate mas glorio- 80 de cuantos havan tenido lugar Un vieio buque de madera, casi cayendose q bedazos, sastuve ig accion durante tres horas v media contra una bateria de tj J un poderoso. acorazado, y concluvé con su bandera al tape”, ierra Se t ——Ssfiguran El herofsme Cendid en g| Puebj chiten, un Sentimiento detinge 0? COnfianza ep el Chile ye} dese hasta la muerte Versario, fuese poder, EI destino del Pacifico aquel 21 de + © de Tacha Contra e] ad. cual Fuese su de la Guemg qued6 sellads mayo, Corbeta Esmeralda 50 ON OE Ee | cocina que alzaba como si fuera una espada. Un por el lado de Ramiro enarbolando su espada y saltaba sobre la cubierta del Hudscar con los faldones de su levita de gala ondeando al vien- to. Lo seguia el sargento Juan de Dios Aldea. Mas atras, y como un gato, salto Ramiro. El muchacho pudo ver cémo el capitan Prat corria hacia la torre de mando del Huascar antes de que el fuego cayera sobre él. Luego lo vio doblarse en dos y mantenerse un momento con una rodilla en el suelo, antes de desplomar- se con la cabeza hecha pedazos por una bala que le lleg6 desde la torre de artilleria. Unos metros mas alla, Aldea, acribillado también a balazos, agonizaba apoyado en uno de los pa- los del buque. Entonces, le llegé el turno a Ramiro. Sintié un intenso dolor en su hombro de- recho, que no logré que soltara el cuchillo de instante después escuché una maldicién grita- da en su oreja, seguida de un violento empujén. Se volvid con la rapidez de un tigre acosado y 51 Luego del hundimiento de la Esmeralda, el Hudsear comenzo a surcar las aguas del Pacifico en busea de otros barcos chilenos. El 10 de julio se enfrenté con la cafionera Magallanes ~al mando de Latorre—, que de- fendia al Matias Cousino, amenazado por el blindado peruano. Latorre evité tres veces el espolén enemigo y consiguié perforar el blindaje del Hudsear debajo del agua. La Ilegada del Co- chrane hizo huir al barco peruano. Pero un mes después, el Hudscar sorprendié al transporte chileno Rimac, que hubo de rendirse. El almirante Williams habia presentado la renun- El Hucscar, montruo del Pacifica cia al mands ! debidoa ote ae salud ¥ por diferencias de Opinign respecto alos planes Milita. res; pero ésta no habig Sido aceptada. En agosto, levan. t6 el bloqueo de Tquique y Tegres6 a Antofagasta Para presentar la renuncia de- finitiva al Estado Mayor, El problema del mando se resuelve nombrando a Galvarino Riveros al- mirante de la escuadra ya Juan José Latorre coman- dante del Cochrane, con la misién de acabar con el Hudscar, que seguia en sus correrias: habia entrado en Antofagasta y disparado sobre el Abiao, que resulté con graves averias. | extendi6 su brazo con todas las fuerzas que le quedaban. Supo que habia clavado el cuchillo en una masa blanda y se sintié rodar por la cu- bierta del Hydscar, en un torbellino de dolor. Abrié los ojos, sacudido por una sensa- ciGn de frio y asfixia. Le costaba respirar e instin- tivamente sus brazos comenzaron a bracear y sus piernas a moyerse hasta que una bocanada de aire entré en sus pulmones. El dolor de su hombro habia aumentado, pero el agua fria le habia devuelto los sentidos. Las balas silba- ban sobre su cabeza y rebotaban entre las olas, | mientras él, con unas fuerzas que nunca sofé | podia tener su delgado cuerpo, nadaba en di- reccién a la costa cercana. Gracias al cielo que su padre le habfa ensefiado a nadar, cuando 53 Pers guiendo al Audseay ee La escuadra chilena sa- liG en persecucidn del Hudsear, Y Tvego de una caveria que ne- Cesito de la presién maxima de las calderas chilenas —a tal punto que los fogoneros del Cochrane caian asfi dos por el intenso calor—, finalmente las naves perua- has Hudscar y Unién fue- Ton sorprendidas en Punta de Angamos. Un proyectil del Co- chrane dio en la torre de mando del Hudscar, ma- tando al almirante Grau, Luego, otros disparos hicieron que el monitor peruano se escorara a babor. aVerias el puente de Mando y en : super estructura, Pero no en SUS maquinas, F] bare se habia Convertido en una Pesadilla para Chile entero, habia sido Capturado, La Victoria de] Combate Naval de Angamos dejaba a Chile el dominio del mar, Para el Peni no sélo signi- ficaba un desastre moral, sino que toda comunicacién ma- ritima se terminaba para sus ejércitos, que quedaron frac- ¢ionados entre los territories ocupados por los chilenos. | . - | respirar. Y luego de algunos minutos —que le muy pequefio, en la playa de Las Torpede- iste, que habia sido marinero, siempre le abia visto a muchos hombres de mar ahogarse por no saber nadar y que no queria que eso le pasara a su hijo. Y asi, cada vez que su trabajo y el tiempo se lo permitian, bajaba con era ras. decia que h el pequefio Ramiro, que entonces tenia ocho afios, del cerro hacia la playa. Y, un poco mas atris de las olas chicas, donde el mar era calmo como una piscina, ensefiaba a su hijo a flotar sobre las aguas ante el asombro de algunos ba- flistas que los rodeaban. Todos estos recuerdos afloraban en la mente del muchacho, mientras el dolor del hombro aumentaba a tal punto que ya casi no podia moverlo. Se tendié de espal- das, dejandose llevar por las olas. Por suerte la mar estaba calma, pero asi y todo cada cierto tiempo una pequefia ola de liquide salado cubria su rostro y tenfa que incorporarse para poder parecieron horas— de un brutal esfuerzo y de una suerte de embotamiento que le permitia Tarapacd en ese enton- ces era peruano y se exten- dia desde la quebrada de Camarones, al norte, hasta el rio Loa al sur. ¥ la zona salitrera, cuya explotacién dio inicio a la Guerra del Pacifico, formaba en Tara- paca una franja de 20 a 30 kilémetros de ancho y 800 de largo, paralela al mar, Los peruanos pensaron que Chile no se atreveria a invadir Pent atravesando los ‘Toma de Pisagua — ee a 7 CIDIOS de no. viembre de 1879, tas troy chilenas,al mando del Hed ral Erasmo Escala, con a Contingente de 5 mil hom. bres y apoyadas por Ja floty naval, se tomaron Pisagua Pese a la brava resistencia de peruanos y boliviangs “se mismo dia, Junin ra ocupado por Patricio Lynch. seguir avanzando como un autémata, se sintié arrojado. junto a una mata de huiros, contra los roquerios de la costa. Malherido y magullado, se arrastré por Jas rocas hacia lo seco y sé tendid de espaldas sobre un duro pefiasco. Antes de perder el co- nocimiento, alcanz6 a mirar hacia el mar. No yio a la Esmeralda, pero sf al Hudsear, que en silencio se palanceaba sobre las aguas como un guerrero victorioso. all aera ele Una vez ocupada Pisa- gua, el coronel Sotomayor Partid con 6.000 hombres hacia la pampa de Dolores, rita y provisia de agua, y ecup6 los cerros vecinos al campamento del mismo nombre. A su vez, el general peruano Buendia, al frente de 9.000 hombres, avanz6 desde Iquique al norte ha- cia Dolores, mientras desde Tacna avanzaba hacia el sur el general boliviano Daza Laidea de los aliados era encerrar a la division chile- na entre dos fuegos; pero mucho antes de que Daza pudiera llegar a su destino, el ejército de Buendia habia sido completamente derro- tado por las tropas chilenas: luego de un heroico pero La pampa de Dolores — Ee Oe frustrado Ssaltoa la ang ria chilena, los aladon retiraron en Bran di Perdiendo la mitaq de = hombres y desertands a resto. Tan lamentable fue esta batalla para los enemigos de Chile, que e| general Escala ni Siquiery Se preocup6 en Perseguir a los que arrancaban, En cuanto Daza Cono- cid la noticia, dio media vuelta y regresé a Taeng, La guarnicién de Tquique se fugé y lo mismo hicie- Ton las guarniciones de las ciudades vecinas. En unos cuantos dfas, todo el territorio de Tarapa- cé era ocupado por las fuer- zas chilenas. | pero Mercedes, la madre, continus barriendo 5 LO QUE VIERON LOS PERUANOS La casa del peruano Juan Belmar, obre- ro del salitre, estaba embanderada desde hacia | rato, igual que las de sus vecinos. A Belmar y a todos en la poblacidn les habia bastado divisar, esa mafiana, la inconfundible figura del moni- tor peruano, para saber que la victoria era de ellos. Reunié a sus tres hijos y los apremié para que bajaran con él a la playa. —Hoy, 21 de mayo de 1879, sera un gran dia para el Perti. Y nosotros seremos testigos de la victoria naval que restauraré la libertad en Iquique —les dijo, pronunciando con €nfasis cada palabra, mientras su rostro moreno pali- dose encendia con fervor y sus ojos pequefios | y rasgados quedaban convertidos en una sola linea. Los hijos reaccionaron con vivas y saltos, Peruanos y bolivianos se indignan La pérdida de Tarapa- 4 provoeé Ia indignacién de los pueblos Peruano y boliviano en contra de sus gobernantes, F] Presidente Prado de Per fue obligado @renunciar y lo mismo su- cedié a Daza en Bolivia. Y Mientras en Peri ocupaba el mando, med iante un gol- pe militar, el general Pi¢- rola, en Bolivia Daza era reemplazado ampero, Campero tatifica la lea. tad de Bolivia al Perg ¥ log dos gobiemos deciden 5 Ir fanizarse. F] afio 1879 ha- bia terminado CON Un gags en las tropas de los aliadog y el sometimients incongj. cional de Tarapacg Y Anto- fagasta a Chile, Por el] Boner | era mas peruana que chilena, en el fondo de yor, agitando los pufios en signo de victoria. el polvo de la habitacién, con Hija de madre chilena y ode bene odiado siempre las rivalidades entre id : pueblos y ahora detestaba esa guerra que haba hecho explotar ese rencor latente, Aunque ella su coraz6n sentia carifio por ese pais que no conocia, pero del que habia escuchado tantas cosas buenas de boca de su madre. Antes de salir de la casa, su marido la in- vité a ir con ellos. —Hoy no es dia para almuerzos, ni aseos, Mercedes... Es dia para celebrar la victoria: ven ala playa con nosotros. —,Te das cuenta, mama, que si el Hudscar hunde a los barcos chilenos, ya no tendras que preocuparte por el agua? —manifest6 el hijo ma- ~Y volveremos a comer frutas y cares y... ~agregé el mas chico, que era un pequeno goloso. —j Yo mataré con mis manos al primer chi- leno que tenga al frente: le torcere el pescuezo 61 Los chilenos Siguen avanzando A principios de 1gg0 los chilenos comienzan a invadir territorios mas al norte de lo ya conquistado, Y con el desembareo en Ilo y Pacocha, al norte de Ari- ca, de 13 mil soldados chi- lenos que toman posesidn de Moquegua, se inicia la cuarta campaiia de la gue- tra: la campaiia de Tacna y Arica, Esta vez fue el general Baquedano el que estuvo a4 cargo de Jas tropas inva- soras. Luego de la toma de Moquegua. el camino hacia Tacna habia quedado libre. Pero antes de llegar tenfan que atravesar un largo ca- mino de desiertos y calor sofocante. 62 tropas de Baquedano avan. zaron sin encontrar Mas te. sistencia que el calor ye cansancio, Pero Cuando ya avistaban Tacna, Jas fuerzas aliadas, fortificadas en los cerros proximos a la Ciudad, los estaban €sperando; las dj. tigia el mismo Presidente de Bolivia, el general Campero. La batalla de Tacna fue terriblemente encarnizada y entre muertos y heridos quedaron unos 5.000 hom: bres en el campo de batalla, de los cuales 2.000 eran chilenos. Pero una vez mis el triunfo estuvo del lado de Chile y la ciudad de Tacna fue ocupada por Baquedano y sus soldados, 000 eran a Vez mag el lado de de Tacna aquedang desangraré en el suelo antes de rematarlo! t ines el tercero de los hijos, con Jos dien- -excla a es Be harta de la palabra muerte! ~gri- 4 fonces Mercedes, con los ojos. llenos de : a s, reaccionando con violencia ante las ine su hijo de doce afios—. ;No quiero Saker si en mi casa ni de sangre ni de e Sal -Y volcando su ira en contra de su Sawada recrimino-: ¢Cémo es att — que permitas a nuestros hijos hablar c odio? La toma di Luego de Tacna, | chilenos debian tomar Arica, Este Puerto estaba ya bloqueado Por buques chilenos, pero erg defendi- do por varias fortalezas de poderosos canones, por el blindado Manco Capac y Por una numerosa dotacién militar al mando de uno de los. jefes peruanos mas valerosos: el coronel Bo- lognesi. los Bolognesi estaba atrincherado en el Morro de Arica, un macizo rocoso de 130 metros de el Morro de Ari — en ae altura, Cortada g Pique sa, bre e| Mar y Fodeado he minas de dinamita, EL 8 de Junio de 1880 el coronel Chileno Lagos. mediante una infil traciGn Nocturna, habia logrady, acercarse a |g Tetaguardia de los fuertes de Arica: cuando despunta el dia Y luego de una breve lu cha, las tropas de Lagos lograron apoderarse de los fuertes Ciudadela y Este, mientras que otro coronel chileno — —Barbosa~ ocupaba los fuertes del norte, _Son nuestros enemigos, mujer, por mu- cho que Ileven tu sangre. Pero primero que todo son seres huma- nos —declar6 ella, con la voz trémula. -Nosotros también somos seres huma- nos, mama, y los chilenos también estan dis- puestos a matarnos —le rebatié el hijo mayor, muy serio. —Por favor, vayanse luego —les pidié ella, | volviendo con vigor a su faena de barrer, como si quisiera sacar, junto con el polvo, toda su pena. Juan y sus hijos se habian encaminado ala playa, que ya estaba repleta de curiosos. | Caminaron hacia el norte y terminaron por 65 Pero atin faltaba la for- taleza del Morro. Los soldados de los re- gimientos 3° y 4° de Linea fueron los designados para emprender la tarea. Segtin el plan de Lagos, éstos de- bian esperar a que se les unieran las fuerzas del re- gimiento Buin para iniciar el ataque. Pero sucedié que alguien que nunca pudo ser identificado grité: “; Al Mo- tro, muchachos!”, y tanto el 3° como el 4°, desobede- ciendo la orden anterior, se Janzaron ciegamente al ataque en un torbellino de bayonetas. Sin comando, enardecidos de furia cony el enemigo ante las exp) siones de las minas que hacfan saltar en mil pe- dazos a sus compafieros, — los soldados chilenos se to- maron el Morro de Aricaen 55 minutos. Y una vez lle- gados a la cumbre, pasaron por las armas a todos sus defensores. Luego de la toma del Morro -donde Bologne- si muere—, los marinos del Manco Capac hundieron el buque y se entregaron a los bloqueadores chilenos. agazaparse entre unos roquerios, para proteger- se de los proyectiles que iban y venian altos por sobre sus cabezas. Pero el temor de ser heridos se desvanecia ante la emocién de presenciar ese combate que se librara en el mar. Ahi esta- ba esa endeble corbeta haciéndole frente al rey | de los mares. {Qué sacaba la Esmeralda con disparar sus ridfculos cafiones, si sus balas ni siquiera rasgufiaban el casco de acero del Hudsear’? jEse si que era bareo! Y la Covadonga, huyen- do hacia el sur, asustada como un conejo frente a los cafiones de la Independencia que la perse- guia... ; Ahhh, ahora si que les habia llegado a los chilenitos! El sol estaba ya en lo alto, cuando el Hudscar enfilé a toda maquina hacia la Esmeralda. E| im- pacto fue violentisimo, y desde su anfiteatro en las rocas, la familia Belmar vio como saltaban por los aires trozos de maderos y cuerpos hu- manos. También vieron, uno después de otro, a tres chilenos que saltaron al abordaje del Hudscar. 67 Entretanto, la esctiadra chilena bloqueaba la costa del Perti hasta El Callao. E1 capitan de navio Patricio Lynch fue puesto al man- do de una division naval y militar que recorrié las costas del norte del Peri imponiendo contribuciones y ejerciendo la soberania sin ser molestada. Durante ese tiempo las operaciones militares en tierra cesaron y hasta se llegd a pensar que la guerra acabaria, Inglaterra ofrecié hacer de mediadora para aleanzar Faltan esperanzas de paz la paz, pero Perti rechazé la oferta. Estados Unidos tuye mas éxito en este propésito: su mediacién fue acepta- da y en octubre de 1880 se celebré la Conferencia de Arica a bordo de una corbe- ta norteamericana. Pero los aliados se opusieron termi- nantemente a las condicio- nes que Chile exigia para pactar, entre ellas la cesién definitiva de Antofagasta y Tarapaca al vencedor. Las negociaciones se dieron por terminadas, La guerra continuaba -|Miren: parece que es el capitan de la Esmeralda! —exclamé Juan. —Es valiente, después de todo -comentd el hijo mayor... —Para mi, que lo empujaron —se burlé el del medio. —{Se fijaron que el ultimo en saltar era de mi porte? —afiadié el mas chico. iA Lima! Frustrada la interven- cién de Estados Unidos, Chile entero estuvo de acuerdo en que s6lo habria paz si cl ejército chileno se Ja colina de Chorritlas yla tomaba la capital peruana, otra en lade Miraflores, La prensa, el Congreso yla Pero todo fue indtil, opinién de todos en la calle El 13 de enero Jas tro era la misma; jA Lima! pas chilenas barrieron eon, Asi fue como en los sus bayonetas las fortificg- dos ultimos meses de 1880, ciones de Chorrillos y dos: unos 25 mil chilenos viaja- dias mds tarde hacian Io ron por tierra y mara las Gt mismo con las de Miraflo- denes del general Bagneckmo y res, luego de una sangrienta establecieron su cuartel ge- y feroz batalla neral a orillas del rio Lurin, EI 18 de enero de 1881, al sur de Lima. Para llegar el ejército chileno entrabaa alli, la mayoria de ellos Lima. El dictador Piérola, -luego de desembarcar en con algunos de sus partidarios, los puertos de Pisco y Cu- habia huido al interior, rayaco —habian tenido que Ese mismo dia Lynch alravesar sierras, arenales Ocupaba el puerto de Ei Ca- y valles bajo un sol abrasa- igo. Fl gobemador habia dor, hecho volar los fuertes y las haves peruanas habian sido varadas e incendiadas. La Guerra del Pacifico legaba a su fin. Fortificé los Sitios tratégicos al sur de |g dad y establecig dos by lineas defensivas, una ¢ Entretanto, en Lima, el dictador Piérola hacia mi- lagros para poder ¥ Organizar un ej Techazara a | reclutar ército que ‘0S. invasores, 70 Pero ya en esos instantes los tres chilenos habfan desaparecido ante los ojos de los Bel- mar, caidos sobre la cubierta del Hudscar. Muy luego vino un segundo golpe del monitor pe- ruano contra la nave chilena y veinte minutos después el tercer espolonazo. A las doce diez de la mafiana la Esmeralda, inclinada por la proa, fue desapareciendo lentamente en la oscuridad del mar de Iquique. Como pelicanos lerdos que hunden y sacan sus picos del agua buscando comida, las cabezas de los poces chilenos so- brevivientes emergian y se hundian entre las olas. _; Viva el Perti! fue el grito que retumb6 desde el muelle hasta los cerros, cuando el mar abraz6 el Ultimo trozo de bandera chilena. 71 Piérola, escapado de Lima, trat6 por todos los medios de organizar una nueva resistencia con los indigenas del interior. Lo. mismo hizo el coronel Ave- lino Caceres, un caudillo que lo sucedié y luego otros mas. Durante dos afios es- tos hombres mantuvieron al Pert en una anarquia total, levantando por todos lados guerrillas que combatian implacablemente al ejército chileno. Batalla de La Concepcién En uno de estos ene frentamientos, un destacg. mento chileno de 77 gop dados al mando de Ignaeia Carrera Pinto fue rodeado por fuerzas. peruanas cons- tituidas por 400 soldados y grandes masas de indj- genas en el pueblito de La Concepcion. Y luego de veinte horas de combate alrededor de la plaza del pueblo, todos los chilenos murieron bajo la bandera que defendian. POBRE NINO CHILENO licen y sus hijos, posefdos por la euforia, se abrazaron sobre la arena y emprendieron el camino de regreso al centro de la ciudad para celebrar el triunfo. No habian andado unos pa- sos cuando José, el mas pequefio, dio un grito. Papa, ahi..., ;un muerto! Juan Belmar siguid la direccién que su hijo le indicaba y vio el cuerpo encogido de un nifio vestido con el uniforme chileno, que yacia : : | semioculto por los huires en la hendidura de una roc Se acercé con recelo, seguido de sus tres hi- | jos, que abrian los ojos con curi sidad y miedo. | —;Cuidado, a lo mejor se hace el muerto y | nos va a disparar! —dijo el pequeno, muerto de \ susto. | _Esté herido, tiene el brazo empapado | La dificil paz Luego de la toma de Lima en Chile se pensd que la paz estaba asegura- da. Pero no fue tan facil. El nuevo Presidente peruano, Francisco Garcia Calderon, que habia establecido su gobierno en un pueblo cer- cano a Lima, declaré que no suscribiria un tratado de- finitivo sobre la base de una cesién de territorio. Enton- ces los chilenos lo tomaron 74 prisionero y lo enviaron a Santiago de Chile. Sdlo en 1883, con e] general Miguel Iglesias al mando del Peri, pudo ha- blarse de una paz definitiva, Iglesias logr6é imponer una politica de concordia por sobre los caudillos y acep- té una conferencia de paz, Esta se celebré en Anedn, pueblo al norte de Lima. en sangre —respondié Juan, observandolo atentamente. | —Esta vivo..., movid un pie —cuchiche6 el mayor de los hermanos. —(Que se pudra, ese chileno! —murmuré | con rabia Anselmo, el mas violento de los tres, | lanzando un puntapié al aire. En ese momento, como si hubiera escu- | chado, el grumete de la Esmeralda, Ramiro Escobar, abrio los ojos. -Mamiaaa... | Una voz delgada, seguida de un quejido, | igual a la de José cuando tenia fiebre, detuvo Ic | pasos de Juan Belmar, que ya se alejaba del lugar. | | —{Piensas ayudarlo? —pregunt6 el mayor, | | casi como una amenaza. _Si, es sélo un nifio —fue la respuesta de | su padre | -Pero es un chileno —grito Anselmo, | | att exaltado. El Tratado de Ancén ¥ el Pacto de Tregua Indefinida Enel Tratado de Ancon, firmado el 20 de octubre de 1883, Pert cedié a Chile e] dominio Perpetuo de la pro- vincia de Tarapaca, fijando- s€ como limite la quebrada de Camarones, y la admi- nistracién chilena de Taena y Arica durante diez afios. Al término de este plazo, un plebiscito de sus habitantes decidiria la soberanta per- manente Tras la firma del Tra- tado, el general en jefe del ejército de ocupacién, Patricio Lynch, ascendido a vicealmirante, regres a 76 Valparaiso a bordo de] tao. Lo “speraba una ciudad completamente embande- rada y la poblacién entera acudi6 hasta el Puerto parg recibirlo, Meses mas tarde, e] 4 de abril de 1884, Chile y Bolivia firmaron el Pacto de Tregua Indefinida, En éste se dispuso que Chile Seguiria gobernando con sujeci6n al régimen politico y administrativo de Ja ley chilena los territorios desde el paralelo 23° Sur hasta la desembocadura del tio Loa. Ab- Ss. oer y Y como su padre parecié no escucharlo, el muchacho hizo un gesto de desprecio y se alejé a grandes zancadas. El mayor lo siguid. —Espérame, José —pidié Juan, inclinaéndo- se sobre Ramiro, que nuevamente hab/a perdi- do el conocimiento. No le costé nada cargar ese cuerpo del- gado entre sus robustos brazos de minero. Y mientras avanzaba sobre la arena y se acercaba a las primeras casas, pensaba que a él le habria gustado que un chileno hubiera hecho lo mis- mo con su hijo. Pero no todos opinaban igual. No bien se cruz6 con los primeros peruanos que gritaban en las calles, Hegaron los primeros improperios. —;Suelta a ese perto, Juan Belmar! | ~jNo ensucies tus brazos, traidor! —;Nunea pensé eso de ti, Belmar! } —Apollerado, tu mujer te obliga... | —Mira: esto hay que hacer con los enemigos. ~¥ una piedra volé por sobre la cabeza de Juan. | W Anécdotas de la Suerra * En la tripulacién de ta Esmeraida habia muchos nifios menores de 18 afios Williams Rebolledo, al zar par hacia el norte en busca del Huciscar, habia dejado en Iquique mas j6venes e Inexpertos de los hombres la dotacién de su escuadra * La Guerra del Pacifi co sorprendié a la escuadra en ¢lones: sus barcos, con los chilena malas cor cascos sin carenar lo que hacia aument: las calderas viejas o perfo- r SU peso- y tadas, no estaban lo su ficientemente preparados Para rendir el méximo de sus capacidades. Es por eso que el Hudscar —recién pe. Parado en los astilleros pe- Tuanos— les ganaba en velo el camino de Jog chilenos a Lima, una moltitud de chinos que * Desde que Chile de. clarara la guerra a Bolj ig y Pert en 1879 Yel tratadg de tregua con Bolivia’ on 1884, pasaron cine afios y sucedieron dos Presiden. Anibal Pinta a quien le tocé el grueso de la gue rra~ y Domingo Santa Mae ria, elegidoen 1881 y quien tuvo a Su cargo los tratados de paz * Llaman chupilea def diablo a una pasta hecha con pélvora y aguardiente, que los soldados comfan Para darse fuerzas. Se dice que esta pasta los animé en la toma del Morro de Arica. * El almirante Juan Wi- lliams Rebolledo padecia Una grave enfermedad a la garganta, por lo que debia beber leche. Como en esa €poca no existia la leche en Polvo, hizo embarcar una Cabra en su buque. En arias oportunidades, cuando S¢ sentia muy débil, lo saca- ban a cubierta cargandolo Sobre un tapete, para que tomara sol. se tes A medida que el hombre avanzaba, el griterfo de hombres y mujeres era mayor. —Corre adelante, José, y dile a tu madre que llevo a un herido —ordend Juan, viendo que las cosas se complicaban. Y tenia razon, porque a los gritos se su- maron otros piedrazos que esta vez hicieron blanco en su espalda y también en su cabeza. Sin- tid la tibieza de la sangre correr por su cuello y apur6 el paso, sin mirar hacia atras. Hasta Ws, ‘ * Bs la opinién de al- y del hundimients gunos estudiosos del Com- Esmeralda, la. firs @ bate Naval de Iquique, que — tridtica de los hombres , el almirante Grau no evité6 — conmovié a tal punto. ‘ _ la masacre de Prat cuando algunas de log que aie éste se lanz6 al abordaje, a las calles se daban deat porque no estaba en su to- bezazos en las mMurallas de mre de mando, sino que bajo _ los edificios piiblicos Para cubiertaen el momento del expresar su rabia y dolor espolonazo, de no haber Participado en * Arturo Prat era un la batalla. hombre de letras, sensible y quitado de bulla. * Habia tenido destacada participacién en la guerra contra Espafia, en el Com- bate de Papudo, en no- viembre de 1865, cuando se capturé la Covadonga. Luego en diciembre, par- ticip6 en el Combate de Abtao. La accién de Pa- pudo le valid el ascenso.a Teniente 2°. * Cuando se supo en Santiago de la gesta de Prat que, bajo un infierno de insultos, proyectiles y amenazas de todo tipo, logré recorrer la tiltima cuadra que lo separaba de su casa. Mercedes, ya avisada por su hijo, lo es- peraba con la puerta abierta. Pero su rostro, horrorizado, no lo miraba a él. Juan se volvié y supo el porqué de la expresién de su mujer. Calle abajo, un grupo de muchachos pateaba y escupia sobre el cuerpo inerte de un marino chileno. Este era de alto rango, a juzgar por su uniforme. La cabeza del muerto era una masa sanguinolenta y su tronco no tenia piernas. —Aptirate, Juan... dijo Mercedes, empu- jandolo hacia el interior. Cuando cerraron la puerta, el ruido de los piedrazos hizo vibrar la madera. Epflogo La euforia del triunfo y las celebraciones que siguieron, lograron que los habitantes de Iquique olvidaran momentaneamente la presencia de un soldado chileno vivo entre ellos. Pero a la mafiana siguiente, los golpes en la puerta de los Belmar anunciaron a tres gendarmes peruanos que venian en busca del sobreviviente de la Esmeralda para llevarselo prisionero. Por su parte, Juan Belmar, también fue detenido y pas6 varios dias tras las rejas antes de que sus explicaciones lograran convencer a las autoridades de que su acto habia sido humanitario y no de traicidn a la patria. Y transcurrié mucho tiempo antes de que los vecinos yolvieran a saludarlo y sus dos hijos mayores le volvieran a dirigir la palabra. Ramiro queds en calidad de prisionero de guerra. 83 Seis meses des Paron el puerto de Iq . La situacién habia ¢ Mique, recobré sy thane | miro era un héroe, 80. el duro | que recibiera en Prisién no logré hacerle ae que habia salvado su Vida gracias a un peter, | Asi fue como, una mafiana de noviembre ic | 1879, y antes de embarcarse en ¢] transporte | chileno que lo llevarfa de regreso a Valp | Joven grumete Ramiro Escob; las calles por | araiso, e] ar Volvid a recorer a sido transportado Estreché la mano de esposa. Los hijos del a escena sin decir ni as que habj noribundo el 21 de mayo. | Juan Belmar y abrazo a su matrimonio presenciaron | | una sola palabra. El cumpleafios de Ramiro fue celebrado ese afio de 1879 con una torta decorada con | catorce banderitas chilenas. Y luego de apagar | las velas, conto por enésima vez a sus hermanos, | que lo miraban con la boca abierta y ojos de | plato, cémo habia saltado al abordaje del Hudscar | tras el capitan Prat. Pero el mejor regalo que recibid Ramiro ese dia fue una carta que decia asf: “Al pequefio lechero del Blanco Encalada que se transformé en gran héroe de la Esmeralda, un afectuoso saludo de cumpleafios y toda la admiracién del Almirante Juan Williams Rebolledo”. 85 Bibliografi Resumen de la Historia de Chile, P.A. Encina y L. Castedo. Tomos I y II, Editorial Zig-Zag, 13° edicién, Santiago, 1980. Historia y Geografia de Chile, Toledo y Zapater, Editorial Universitaria, Santiago, 1984. La Armada de Chile, A. Prenafeta, Editions Delroisse, Paris, 1985. Abastecimiento, Direccién de Abastecimiento y Contabilidad de la Armada, Imprenta de la Armada, Valparaiso, 1992. Jacqueline Balcells y Ana Marfa Giliraldes Hace alrededor de veinte afios que Jacqueline Balcells y Ana Marfa Giliraldes se asociaron para escribir juntas. Como fruto de | este entendimiento literario han nacido obras de misterio, de ciencia ficcién, policiales y tam- bién de corte hist6rico, como la exitosa colec- cién Un dia en la vida de...,a la que pertenece este libro. En Un dia en la vida de...—con ya vein- te titulos publicados~ las autoras se adentran en momentos estelares de la Historia Universal novelando con fidelidad personajes, costumbres y ambientes. Las breves novelas sé complementan con textos agiles y amenos, que informan sobre el periodo tratado en la obra. De esta coleccién merecen destaca por la acogida que han tenido, Quidora, oven mapuche; Chimalpopoca, nifio azteca: Ram. "0, grumete de iq Esmeralda, Paolo, Pintoy renacentista y Senefrii, Princesa €gipcia, Ambas escritoras han sido Publicadag individualmente tanto en Chile como en el extranjero. Un ejemplo de ello es la trad al inglés del cuento de Balcells el que ademas fue incluido en un texto escolar Para nifios norteamericanos de ensefianza ba- sica por la editorial Mc Graw Hill. | Ana Maria Giliraldes tiene libros de cuentos para adultos, entre los que destaca Cuenios de soledad y asombro. Y entre sus obras de cuentos para nifios estén La ratita Marita, La bruja Aguja, El mono buenmozo, La luna tiene OjJ08 hegros, Cuentos de anima- les contentos y Cuentos de sal y sol. Giiiraldes ha publicado también las novelas Un embrujo de cinco siglos, El castillo negro en el desier- to y 1 violinista de los brazos largos. UCCIGn La pasa encantada, 90 | el trofeo Bonnemine d'Or, otorgado anualmente Hl Por otra parte, Ana Maria Giiraldes dirige en la actualidad numerosos talleres li- terarios para adultos, Jacqueline Balcells ha publicado la novela E/ pais del agua y varios libros de cuentos; entre éstos, El nino que se fue en un drbol, El archipiélago de las puntadas, Cuentos de los reinos inquietos, Siete cuentos rdpidos y cinco no tanto, El mar de las maravillas. Balcells dirige talleres literarios para nifios. Entre las distinciones que la obra de estas autoras ha recibido, estén las de la lista de honor de Ibby International por la nouvelle E! polizon de la Santa Maria, de Balcells, y la novela Un embrujo de cinco siglos de Giiraldes. En 1985 El nudo movedizo, de Giiraldes, recibié e] Premio Municipal de Literatura, y en 1996, el cuento Leo contra Lea, de Balcells, obtuvo en Francia por Bayard Presse al libro de mayor éxito entre los javenes lectores. 91 Francisco Ramos —Tancisco Ramos a nace de exitosa trayecto. : : ntlago de Chile en 1954, Hizo estudios de arquitectura y icenciatura en arte en la facultad de Arquitectura yenla Facultad de Artes de la Universidad Catélica de Santiago, tras lo cual se especializ6 en di- bujo cientifico al integrar el equipo de ilustra- dores de la revista Expedicidn a Chile (1971). Para ello recorrié el pais de norte a sur. Entretanto, y desde 1973, ha trabaja- do activamente como disefiador e ilustrador en varios Organismos no Gubernamentales (como las iglesias Catélica y Luterana) y ep la edicién de materiales educativos para Unicef, Fao y algunos ministerios (de Educacién, de Salud, de Hacienda). Durante los afios 1979 a 1982 participé en el montaje de la Feria Altiplano organizada por la Corporacién Nacional Forestal (Chile), Ramos ha colaborado también como dibujante en las revistas Paula y Clan, y ha ilustrado libros infantiles y juveniles para diversas editoriales chilenas. Y en el campo de la ilustracién cientifica, ha trabajado para las Universida- des de Chile, de Concepcién y Catélica de Santiago. Como pintor, ha participado en exposi- ciones individuales y colectivas, y ha viajado por varios paises de América, Europa y Africa. También ha dedicado un tiempo a la docencia en las facultades de Arquitectura y de Artes de la Universidad Catdlica de Santiago. Para las ilustraciones de las obras de la presente serie, Ramos se ha documentado am- pliamente, por lo que ha logrado que los obje- tos, vestimentas y actitudes de los personajes que en ellas aparecen dibujados correspondan rigurosamente a las de la época en que aque- llas se situan. Coleccién Tey Po | MAXIMO, PORTA ROMANO PSIQUE, LA ENAMORADA DE UN Diog ESPLANDIAN, CABAL LERO ANDANTE QUIDORA, JOVEN MA: PUCHE | ODETTE, HIJA DE LA REVOLUCION f RANCESA SENEFRU, PRINCESA EGIPCIA | CHIMALPOPOCA, NINO AZTECA PAOLO, PINTOR RENACENTISTA | LISONG, MUJER CHINA ALONSO, PASAJERO DE LA MAROCEANO MAKARINA, BELLA DE RAPANUL AMARU, CORREO INCA | EFRAIN, AMIGO DEL NINO JESUS JUDIT, GUERRERA DE LA FE SAMUEL, BUSCADOR DE ORO EN CALIFORNIA | TONKO, NOMADE DEL SUR ARNALDO, CABALLERO CRUZADO RAMIRO GRUMETE DE LA ESMERALDA La Guerra del Pacifico enfrenté a Chile con Bolivia y Perti en 1879, En ella, junto.a aguerridos soldados y marinos chilenos, combatieron nifios menores de quince afios. Ramiro fue el destino quiso que joven grumete luchara eo codo junto al héroe def Combate Naval de Iquique historia de lector con ta cruet

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