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Capitulo 1 OBERTURA: LA NUEVA HISTORIA, SU PASADO Y SU FUTURO Peter Burke a Ghima generacién, aproximadamente, el universo de los wdores se ha expandido a un ritmo vertiginoso !. La historia I, predominance en el siglo x1x, ha de competir ahora, para atraer la atenci6n, con la historia mundial y Ia local (confiada en ‘otros tiempos a anticuarios y aficionados). Hay muchos campos nue- vos, sostenidos a menudo por revistas especializadas. La historia so ial, por ejemplo, se independizd de la econémica para acabar frag mentiindose, como algunas nuevas naciones, en demografia histérica, historia del trabajo, historia urbana, historia rural, etc ‘A su vex, la historia econdmica se escindié en antigua y nueva. La nueva historia de la economia de las décadas de 1950 y 1960 (ac- tualmente de una edad adulta, si no provecta) es demasiado bien co: nocida como para que necesitemos examinarla aqui ?. También se ha producido un desplazamiento en el interés de los historiadores de la «economia desde la produccién al consumo, desplazamiento que dif emsayo ene macho gi auras bt conmenacionts mates rn te muchos aos con Raphael Samuch « Gwyn Prins y 4 varias geneaciones de eat diac dl Emnuntel College de Cambridge, mis recentemente a Nip Oidiny & tor Iveresadr oyenes de tis cascren lt Universidade Extadial de Sio Daulo en Ataraquata en 1989 TU ejemplo famoso ty discs) en RW. Fogel y S.Engerman, Tne om be rors Botan, 1974) yeast Tiempo on loa. La conomls exten a Estado Uouog Maid, 1981) D.C. Csleman, Horan te Economee Dt Oxford, 1987) hace und evlorcién jucioss de a poicion dee historia econdmice en a actoaidad un 2 Peter Burke culta cada vez mis la separacién entre historia econémica e historia social y cultural. La historia de la gestién empresarial es objeto de un nuevo interés que desdibuja © incluso borra las fronteras entre histo ria econdmica y administrative. Oxca especializacion, la historia de la publicidad, tiene un pie en la historia de la economia y otro en Ia de Ja comunicacién. Hoy en dia, la identidad misma de la historia de la ‘economia se ve amenazada por los envites lanzados por un empefio joven pero ambicioso, la historia del medio ambiente, conocida a ve ces con el nombre de ecohistoria, La division afecta también a la historia politica, escindida no sélo cen las Hlamadas escuclas altas y bsjas, sino también entre los historia dores preocupados por los centros de gobierno y los interesados por |a politica del hombre de la calle. El tertitorio de lo politico se ha ex pandido en el sentido de que (siguiendo tedricos como Michel Foucault) los historiadores tienden cada vez mas a analizar la lucha por el poder en el plano de la fabrica, la escuela o, incluso, la familia El precio de semejante expansidn es, sin embargo, una especie de cri sis de identidad. Si la politica esta en todas partes, equé necesidad hay de historia politica? ? Los historiadores de la cultura se enfrentan un problema similar al alejarse de la definicién estrecha, pero preci sa, de cultura en cuanto arte literatura, misica, etc, y acceder a una delinicién de su Sampo mas antropol6gica, En este univetso en expansion y fragmentacin se da una progre siva necesidad de orientacién, Qué es eso que se ha llamado nueva historia? gHasta qué punto es nueva? ¢Es una moda pasajera o una tendencia a largo plazo? Vincent, The Formation ofthe Brith Liberal Paty Londees, 1966) 4 Gn J Gardiner (ed) What History Tadey>(Londtes, 1988) se contemplan oes ‘Obertura fs nueva historias pasado y su faroro B 2Qué es la Nueva Historia? La expresion ala nueva historia» resulta més conocida en Francia que en cualquier otra parte. La nouvelle histoire es el titulo de una coleccién de ensayos dirigida por el ilustre medievalista Jacques Le Goff. Le Goff ha contribuido también a editar una masiva colec- cin de ensayos en tres voliimenes sobre el tema anuevos proble. mass, «nuevos enfoques» y «nuevos objetos» ?. En estos casos esta claro qué es la nueva historia se trata de una historia «made in Fran: cen, el pais de la nowvelle augue y le nouveau roman, por no hablar de la nowvelle cuisine, Mis exactamente, se tata de \a historia telacionada con la denominada école des Annales, agrupada en torno a la publica. ign Annales: economies, socdtés, civilisations. Qué es esta nouvelle histoire? No es facil dar una definicién posi- tiva; el movimiento recibe su unidad silo de aquello a lo que se opo: ne y las piginas siguientes demostrardn la diversidad de enfoques huevos. Es, por tanto, dificil ofrecer algo mas que una descripcién va {ga que caracterice la nueva historia como historia total (bistore total) Oo estructural. Asi pues, se trataria, quizé, de imitar a los teGlogos me dievales cuando abordaban el problema de la definicién de Dios y loptar por una v/a negating, en otras palabras, de defini la nueva histo- ria en funcidn de lo que no es o de aquello a lo que se oponen quie- nes la practican. La nuova historia es una historia esrita como reacin delibere dda contra el «paradigma» tradicional, segin el término stil, aunque impeeeis, puesto en eirculacion por Thomas Kubn, el historiador famericano de la ciencia §. Convendria describir ese paradigma tradi cional como «historia rankeana», por el gran historiador alemén Leo pold von Ranke (1795-1886), si bien él mismo estuvo menos constre- jido por ella que sus sucesores. (Asi como Marx no fue marxista, tampoco Ranke fue rankeano) También podriamos dar a este para dligma el nombre de visidn de sentido comin de la historia, aunque no para elogiarla sino para recalcar que a menudo —demasiado a menudo— se ha supuesto que era la manera de hacer historia y no se consideraba una forma mas de abordar el pasado entre otras varias FL Galt et) Le ssn sti Bar, 178 Le Golly. Nora ed) ete de ‘tao Sper, 1970 fy ed en er lato 2 vl Been, 193) OES Ra he Ss of Scie ear oa Yok 36 hy 2h con ests dele concent ai, 10h " Peter Burke Posibles. Por razones de sencillez y claridad podriamos resumir en siete puntos la oposicin entre histori vieja y nueva 1. | Segain el paradigma tradicional, el objeto esencial de la historia 38 politica, De acuerdo con la concluyente frase victoriana de sit John Seeley, Catedritico Regio de historia en Cambridge, ela historia es la po Wtica del pasado; la politica es la historia del presente » Se suponia que la politica se interesaba fundamentalmente por el Estado; en otras pala bras, era nacional e internacional, mas que local. Sin embargo, también incluia la historia de la Iglesia en cuanto institucidn y lo que el tesrico “militar Karl von Clausewitz definia como ala comtinuacion de la poliicn Por otros medios», es decir, la guerra, Aunque el paradigma tradicional no excluyeta del todo otros tipos de historia —como, por ejemplo, la historia del arte o la de la ciencia~, eran relegados en el sertido de con. sideratlos perféricos alos intereses de los eauténticos» historiadores, La nueva histori, por su parte, ha acabedo interesindose por cast cualquier actividad humana, «Todo tiene una historia», escribia en ciet & ocasin el ciemttico J. B.S. Haldane; es decit, todo tiene un pasado us, en principio, puede reconstruitse y relacionarse con el resto del pa, sado 7. De ahi la consigna de «historia total, tan cara alos historiadores de los Annales La primera mitad de este siglo fue testigo de la aparicign de la historia de Ip ideas. En los ultimos treinta afios hemos visto un ‘imero notable dg historias sobre asuntos que anteriormente se cons! deraban carentes de historia, por ejemplo, la nifez, la muerte la locura, el lima, los gusts, la suciedad y la limpieas, la gesticulacin, ef cuerpo (como muestra Roy Porter mis adelante, en el capitulo X), la feminided {analizada por Joan Scott en al capitulo 3), la lectura(estudiada por Ro bert Darnton en el capitulo VID, el habla y hasta el silencio ® Aquello ue antes se consideraba inmutable, se ve ahora como una «construc cultural somerida a variaciones en el tiempo y el espacio. LBS Haldane, Booms *P Anes, LE [Eli yl i familiar ene antigua régamen, Maes, 1987]. Aes, L omse doce 1% mort Sevl, 1977 (hay ed, cast, El bombye ante ls muerte Maced, 987% M. fog Sault, Histor del feed Pigeclasigue, Gallimard, 1976 [hay ed cast, Hgts dots Iocan onl pes cis, 2 vol, Maid, 1979). Le Roy Lute, Tome of Fe Tos, of Famine iad ing, Nueva York, 1971), A. Corbin, Le misme etl jogute Todor Piapinaie soil 18-20 sieles“Aubier Montaigne, 1982, G Vigaello, Le prope ot asa Hien Landes, 1951) emi oe Zann in, Sea, 1973 Uy ce, sale Cine du corp depuis le Moyen Age Seu, 198) (hay ed cae La ope ro, dad wa ba Biro del cuerpo dnd a Edad Med, Alias Editorial Mad, 191T}.C Sehenig (dN Gestres mimeo especial itor and Auehopaogy (1984) R. Batoss Let one Words be Few Cambridge, 1989), ‘Obertura: aueva histor, su pas y st ucore u Merece la pena recalear ef relativismo cultural implicto en todo ello. El fundamento filossfico de la nueva historia es la idea de que invalid ts sual claret conte El hecho de auc muchos historiadores y antropélogos sociales compartan esta idea 0 hipétesis ayuda a explicar la reciente convergencia entre ambas dis ciplinas, de la que hablan més de una vez los capitulos que siguen (pags. 126 y 171), Este relativismo socava ademés Ja distincién tradi ional entre lo central y lo perférico en historia 2.” En segundo lugar los histridores tadiinsesplensan fundamentalmente la historia como una narracién de acontecimien: fon mines qc mova hors dedi msl nt de ero turas. Una de las obras histéricas més famosas de nuestro tiempo, El Mediterrinco, de Fernand Braudel, se desinteresa por la historia de Jos acontecimientos (bisioire éxénementiell, considerindola simple mente la espuma sobre las olas del mar de la historia *. Segiin Brau- del, Jo que verdaderamente importa son los cambios econémicos y sociales a largo plazo (la longue durée) y los cambios geohistoricos a may largo plazo. Aunque recientemente se ha producido cierta reac ‘cidn contra este punto de vista (analizado en la pig, 290, inf) y los acontecimientos no se despachan con la ligereza habitual hasta ef momento, siuen tomindose muy en serio los diversos tipos de histo ria de las estructuras, 3. En tercer lugar, la historia tradicional presenta una vista des. de riba, ene seni de que sempre sea centado en las grandes hazafias de los grandes hombres, estadistas, generales y, ocasional mente, eclesiasticos. Al resto de la humanidad se le asignaba un pe pel menor en el drama de la historia. La existencia de esta regla se tevela en las reacciones que genera su transgresiGn. Cuando el gran exer ros Alexandet Pushkin aba enc relate de oma ebe lin campesina y su cabecilla, Pugachey, el comentario del zat Nico: he ue epeisonas como Esa no tench historias, Cuando, en la de cada de 1950, un historiador britinico escribié una tesis doctoral acerca de un movimiento popular en la Revolucién francesa, uno de é den 6 bilge Uh 7 F, Braudel, La Médierande et fe monde midieronien 4 Upoqne de Philippe U Armand Calin, 1949 thay ed cast, El Medicine y ef mundo matiomdaco en le epce ‘Faipe I, México, 1976" los examinadores le pregunts: «Por qué se preocupa Ud. por esos bandidos?> " Por otra parte (egtin muestra Jim Sharpe en el capitulo LD, cierto nuimero de nuevos historiadores se interesan pot la historia desde abajo», es decir, por las opiniones de la gente cortiente y su expe: riencia del cambio social. La historia de la cultura popular ha sido objeto de considerable atencidn. Los historiadores de Ia Iglesia co: mienzan a examinar su historia tanto desde abajo como desde att bal, Tgualmente, los historiadores del pensamiento han desviado su atencién de los grandes libros o las grandes ideas —el equivalente a los grandes hombres, dirigiéndola a Ia historia de las mentalidades colectivas 0 @ la de los discursos o «lenguajes», por ejemplo, al ln: guaje del escolasticismo o del derecho consuetudinario (cf, el ensayo de Richard Tuck, capitulo 1X, infra). 4. En cuarto lugar, segiin el paradigma tradicional a historia deberia basarse en documentos. Uno de los mayores logros de Ranke fue su exposicidn de las limitaciones de las fuentes narrativas —Ila mémoslas crdnicas— y su insistencia en la necesidad de basar la his toria escrita en documentos oficiales procedentes de los gobiernos y conservados en archivos. El precio de este logro fue el olvido de otros tipos de pyreba. El periodo anterior a la invencin de la eseri- tura qued6 descértada como «prehistoriay. Sin embargo, el movimien: to de la chistoria desde abajo» presents, por su parte, las limitaciones de este tipo de documentacién. Los registros oficiales expresan, por lo general, el punto de vista oficial, Para reconstruir las actitudes de herejes y rebeldes, tales registros requieren el complemento de otras clases de fuentes. En cualquier caso, si Jos historiadores se interesan por una diver. sidad de actividades humanas mayor que la que ocupé a sus prede- cesores, habrin de examinar una variedad también mayor de prue bas. Algunas de éstas seran visuales; otras, orales (ver lo escrito por "© El nombre del examinador era Lewis Namier. R Cab, The Police and the Peo ple Oxford, 1970), pig. 81 10°. Hoornact aly Historia de Ira mo Brasil ese de interpreta a patir do ovo (Petripali 1977. "2 J°GA Pocock, «The Concept of a Languages, en A. Padgen fd) The Langu 46 of Folica Theory (Cambidge, 1987). Clr D. Kelley, «llocaone of Intellectual i {eye, Journal ofthe History of Ls, 48 (1982), pgs. 143.69, y What is Happening the Fstory of Ideas Jourue ofthe tory of leas. 51 (1990 pigs. 3.23. Luberute: be ovees historia, su pasado ys fanare u Ivan Gaskell y Gwyn Prins en los capitolos VII y VD. Existe tam- bin la prueba estadistica: las cifras del comercio, de poblacién, de votantes, etc. El apogeo de la historia cuantitativa se dio, probable mente, en las décadas de 1950 y 1960, cuando algunos entusiastas pretendicron que los tinicos métodos fiables eran Jos cuantitativos. Se ha producido una reaccién contra estas pretensiones y, en cietta ‘medida, también contta sus métodos, pero el interés por una historia ccuantitetiva més modesta sigue aumentando. En 1987 se funds, por ejemplo, en Gran Bretaia una Assocation for History and Computing 5. Segiin el paradigma tradicional, expuesto de forma memora ble por el historiador y filésofo R. G. Collingwood, «cuando un histo: riador pregunta *gPor qué Bruto apuialé a César?", quiere decir *gEn qué pensaba Bruto para deciditse a apufalar a César?"» Este modelo de explicacién histérica ha sido criticado por historiadores mas recientes por varios motives, principalmente porque no consigue dar razin de la variedad de cuestiones planteadas por los historiado- res, interesados a menudo tanto por movimientos colectivos como por acciones individuales, tanto por tendencias como por aconteci- Por poner un ejemplo, epor qué subieron los precios en la Espa fia del siglo xvi? Los historiadores de la economia no coinciden en sus contestaciones a esia pregunta, pero sus diversas respuestas (en fancién de las importaciones de plata, crecimiento demogréfico, etc) estén muy lejos del modelo de Collingwood. En el famoso estudio de Fernand Braudel sobre el Mediterraneo en el siglo xvt, aparecido en 1949, s6lo la tercera y ultima parte, dedicada a la historia de los acontecimientos, plantea cuestiones temotamente parecidas’a la de Collingwood, e incluso alli el autor oftece un tipo de respuestas muy diferente al hacer hineapié en las cortapisas a que estaba sometido su protagonista, Felipe Il yen la falta de influencia del rey sobre la his toria de su tiempo De acuerdo con el paradigma tradicional, la historia es obje- tiva, La tarea del historiador es ofrecer al lector los hechos 0, como decia Ranke en una frase muy citada, contar «cémo ocurtié realmen- RG Gallinguaod, The ee of History Oxford, 1946), pigs 213 Braudel 1949) ws eter burke te», Su humilde rechazo de cualquier intencién filoséfica fue inter. pretado por la posteridad como un orgulloso manifiesto en favor de ‘una historia no sesgada. En una famosa carta a su equipo internacio. nal de colaboradores en la Cambridge Modern Hisiory, publicada a partir de 1902, el director de la edicién, lord Acton, le peda encare cidamente que anuestro Waterloo satisaga por igual a franceses e in aleses, alemanes y holandeses» y que los lectores no puedan decir dénde puso su pluma uno de los colaboradores y dénde la retiré oto». En la actualidad este ideal se considera, en general, quimérico. Por mas decididamente que luchemos por evitar los prejuicios aso: ciados al color, el credo, la clase social o el sexo, no podemos evitar mirar al pasado desde una perspectiva particular. El relativismo cul: tural se aplica, como es obvio, tanto a la historiografia misma como a lo que se denominan sus objetos. Nuestras mentes no reflejan la rea lidad de manera directa. Percibimos el mundo sélo a través de una red de convenciones, esquemas y estercotipos, red que varia de una cultura a otra. En tal situacién, nuestra comprensin de los conflictos se ve aumentada por la presentacidn de puntos de vista opuestos, mis ‘que por el intento de expresar un acuerdo, como en el caso de Ac ton. Nos hemos desplazado del ideal de la Voz de la Historia la he teroglosia, defirida como un conjunto de «voces diversas y opuestas» (infra pig. 296)'*, Era, por tanto, muy pertinente que el presente vo lumen tomara forma de obra colectiva y que sus colaboradores ha blaran distintas lenguas maternas, La historia rankeana fue el territorio de los profesionales. El siglo 2x fue un tiempo de la profesionalizacién de la historia, con sus de. partamentos universitatios y sus publicaciones, como la Historische Zeitschrift y la English Historical Review. La mayoria de los principales nuevos historiadores bign profesionales, con la destacada ex cepcién del difunto Philippe Ariés, a quien gustaba definirse como un historiador dominguero». Una de las maneras de deseribir los lo gros del grupo de los Annales consiste en decir que han mostrado c6 mo las historias econémica, social y cultural pueden estar « la altura Gitado en F Stern (ed), Varin of History Nueva York, 1936), pig. 249 ' Tomo cl tring del famoso eric raso Mil Bain, en su Dialog Imepne tom (rad ng, Austin, 1981, pg, 49, 33,263,273. Cle M de Cevteat, Hetero (ger Discourse onthe ier ead inl, Minneapalis. 1986) ‘Oberturs: I nuevs historia, su pasado ya futuro 9 de las exigentes pautas establecidas por Ranke para la historia po ltica {Al mismo tiempo, su interés por toda la gama de la actividad hu: ‘mana les estimula a ser interdisciplinarios, en el sentido de aprender de antropélogos sociales, economistas, citieos Iterarios, psicélogos, sociélogos, etc, y colaborar con ellos. Los historiadores del arte, la li teratura y la ciencia, que solian atender a sus intereses aislindose en mayor © menor medida del grupo principal de los historiadores, mantienen en la actuslidad un contacto més habitual con ellos. El movimiento de la historia desde abajo refleja también una nueva de. cisidn de adoptar los puntos de vista de la gente cortiente sobre su propio pasado con mis seriedad de lo que acostumbraban los histo riadores profesionales ”. Lo mismo vale para algunas formas de his toria oral (yf, pig. 144). En este sentido, la heteroglosia es también cesencial para la nueva historia, Hasta qué punto es nueva la Nueva Historia? Quién invent —o descubrid— la nueva historia? La expresion se utiliza a veces para aludir a procesos ocurtidos en las décadas de 1970 y 1980, periodo en que la reaccién contra el paradigma tradi cional se extendié a todo ef mundo afeetando a historiadores del Ja pén, la India, América Latina y cualesquiera otros lugares. Los ensa yos recogidos en este libro se centran en ese periodo particular. No ‘obstante, es indudable que la mayoria de los cambios ocurridos en historiografia en ambos decenios forman parte de una tendencia mas, larga. Para muchos, la nueva historia esti asociada a Lucien Febvre y Mare Bloch, que fundaron en 1929 la revista Annales para promocio- nar su enfoque, y a Fernand Braudel, en la generacion siguiente. De hecho seria dificil negar la importancia del movimiento encabezado por estas personas en la renovacién de la historia. Sin embargo, en su -belién contra los rankeanos no estuvieron solos. En la Gran Breta fia de la década de 1930, Lewis Namier y R. H. Tawney rechazaron Ja narracién de sucesos en cualquier tipo de historia estructural. En torno al afio 1900, Karl Lamprecht se hizo impopular en Alemania 1 Wer casi cualquier niimero de History Workshop Journal 20 Peter Burke centre la profesién por su desafio al paradigma tradicional, La frase despectiva de histoire événementielle,shistoria centrada en los aconte- cimientos», se acurié en ese tiempo, una generacion antes de la época de Braudel, Bloch y Febvre '8. Expresa las ideas de un grupo de estu diosos en torno al gran socidlogo franeés Emile Durkheim y su revis ta, el Année Sociologique, publicacién que conteibuyé a inspirar los Annales La misma expre 1¢ su propia historia. Por lo que yo sé, la mas antigua del término data de 1912, cuando el aca démico James Harvey Robinson publicé una obra con este titulo, Los conienidos estaban a la altura de su exiqueta. La historian, eser bia Robinson, cincluye todo rastro y vestigio de cualquier cosa hecha © pensada por el hombre desde su aparicién en la tierra». En otras palabras, Robinson creia en Ie historia total-En cuanto al método, «la Nueva Historia —cito otra ver a Robinson— se valdré de todos los descubrimientos sobre el género humano reslizados por antropélo: ‘20s, economistas, psicdlogos y socidlogos» ¥. Este movimiento en fa vor de una nueva historia no tuvo éxito en aquel momento en los Estados Unidos, pero el més reciente entusiasmo norteamericano por los Annales se entiende mejor si recordamos este trasfondo local. ‘No hay ningpna buena razén para detenernos en 1912, ni tan si aviera ca 1900 Ultimamente se ha deendido que la sustiucion de tuna historia vieja por otra nueva (més objetiva y menos literaria) es un motivo recurrente en la historia de la historiogtafia ®. Este tipo de exigencias fueron planteadas por la escuela de Ranke en el siglo xix, por el gran estudioso benedictino Jean Mabillon, que en el siglo xt formuld nuevos métodos de critica de las fuentes, y por el histo: riador griego Polibio, quien ciento cincuenta afios antes del naci: rmiento de Cristo denuncié a algunos de sus colegas tachandolos de ‘meros retéricos. En el primet caso, al menos, las pretensiones de no: vedad eran conscientes, En 1987 el gran historiador holandés Robert Fruin publicé un ensayo titulado «La nueva historiografian, donde defendia la historia cientfica, rankeana ® én «nueva historia» ti 1 Cle P. Burke, Th French Hionca! Revoltion Carbide, 1990), pig. 1. '" JH. Robinson, The New Heuory (Neve York, 1912} ctr], RPole, «The New History and the Sense of Socal Purpose in American Historical Wriinge (1973, teimpreso en: i, Path tobe Amercen Past (Nueva York, 1979, pas, 27198), ‘Orr, «The Revenge of Literatures, New Literary Hisar 18 (1986, pigs 1.22, 1% K Fruin De niowe hstriogrphicn, rimpreso én: fd. Verprede Gotsnion 9 (a Haya, 1904, pips. 410-18. ‘Obertura I acon historias pasado ya fata a El empeio por escribir una historia que fuera mis alla de los acontccimientos politicos se remonta también muy atrés. La historia, econémica se asenté en Alemania, Gran Bretaha y otras partes a finales del siglo x1x como alternativa a la historia del Estado. En 1860 el erudito suizo Jacob Burckhardt publicé un estudio sobre La cilizacion del Renacimiento en lala, centrado en la historia cultural y que, mas que narrar sucesos, describe tendencias. Los socidlogos del siglo x1%, como Auguste Comte, Herbert Spencer —por no mencio nar a Karl Marx— se interesaron en extremo por Ia historia, aunque despreciaran a los historiadores profesionales. El objeto de su interés eran las estructuras y no los acontecimientos y la nueva historia tiene con ellos una deuda que frecuentemente no se reconoce. Aquéllos, a su vez, son acreedores, a menudo sin aceptarlos, de algunos predecesores suyos: los historiadores de la Ilustracién, entre cllos Voltaire, Gibbon (a pesar de la observacién anteriormente cita: da por mi, Robertson, Vieo, Maser y otros. En el siglo xvit se produjo ‘un movimiento internacional favorable a un tipo de historiografia no limitada a los acontecimientos militares y politicos sino interesada por las leyes, el comercio, la manizre de penser de una teterminada so- ciedad, sus habitos y costumbres, el eespiritu de la época>. En Ale mania, en especial, surgié un vivo interés por la historia universal # El escocés William Alexander y Christoph Meiners, profesor de Ia Universidad de Goringa (centro de la nueva historia social de finales del siglo xvi, publicaron estudios sobre historia de las mujeres ®. Asi la historia alternativa analizada en la presente obra tiene una alcurnia razonablemente antigua (por mis que sus tatarabuelos no pudieran, quizi, reconocer a sus descendientes), Lo nuevo no es tan to su existencia cuanto el hecho de que quienes la practican sean ahora extremadamente numerosos y rechacen ser marginados. Problemas de definici6n, EL propdsito de este volumen no es hacer el panegitico de la nueva historia (a pesar de que sus colaboradores coincidan en la vali 2 AM. Hasbemeies, «World Histories before Domestications, Cullare and History 5 (1989) ps. 93-131, 2 Bi Alexander, The Hisor of Women (Londtes, 1729} C. Meiners, Geschichte des Weiblihen Gechlechs (4 vo, Hannéver, 1788-1800), 2 Pater Bathe dez 0, de hecho, en la necesidad de al menos algunas de sus formas), sino evaluar sus fuerzas y debilidades. EI movimiento en favor de un cambio ha nacido de un amplio sentimiento de lo inadecuado del pa radigma tradicional. Este sentimiento de inadecuacién no se puede entender sino se mira, mas alla del gremio de los historiadores, alas transformaciones producidas a lo ancho del mundo. La descoloniza cidn y el feminismo, por ejemplo, son clos procesos que han tenido, como es obvio, una gran repercusin en la historiografia reciente, se: ain dejan cumplidamente clato los capitulos escritos por Henk Wes seling y Joan Scott. En el futuro, el movimiento ecologista tendré, probablemente, una influencia creciente en la manera de escribir la historia, De hecho, ya ha inspirado cierto niimero de estudios. Al publi carse, en 1949, la famosa monografia de Braudel sobe el Mediterré neo llam6 la atencién por el espacio dedicado al entorno fisico —tie tray mar, montafias e islas—. Hoy, sin embargo, el cuadro de Braudel resulta curiosamente estitico, pues su autor no tuvo seria mente en cuenta la forma en que se modifica el medio ambiente por Ia presencia, por ejemplo, del hombre como destructor de bosques para construir las geleras que ocupan un lugar tan destacado en las paginas de El Mediterrénco. Algunos eferitores nos han ofrecido una ecohistoria mas dinami- ca. William Cfonon ha escrito un excelente estudio de la Nueva In alaterra colonial centeado en los efectos de la llegada de los curopeos sobre las comunidades vegetales y animales de la region, sefalando la desaparicién de castores y osos, cedros y pinos de Weymouth y la ‘reciente importancia de animales europeos de pasto. En una escala muy distinta, Alfred Crosby ha analizado fo que ét denomina «la ex pansida biolégica de Europa» entre el 900 y 1900 y la influencia de las enfermedades europeas en abrir camino al éxito de la instalacion de eNeoeuropas», desde Nueva Inglaterra a Nueva Zelanda Por razones tanto internas como externas, no ¢s disparatado ha: blar de Ia crisis del paradigma historiogrifico tradicional. Sin ember. go, el nuevo paradigma tiene también sus problemas: problemas de definicién, de fuentes, de método y de exposicisn. Estos problemas 3 W, Gronon, Change i se Land (Nueva York, 1983), A.W Crosby, Eoloicl perils (Cambridge 1986) [hay ed cst, Iperaiamo coigico, Barcslons, 1938) ‘Obertrs Ia naeva historias pas ys ature 2 reaparecerin en los capitulos especificos, pero podeia ser itil anal zailos brevemente aqui Se dan problemas de definicién porque los nuevos historiadores se estin introduciendo en un territorio desconocido. Como acostum: bran a hacer los exploradores de otras culturas, comienzan con una especie de imagen en negativo de lo que buscan. La historia de Oriente ha sido considerada por los historiadores occidentales como Jo opucsto a la propia, eliminando diferencias entre Oriente medio y Iejano, China y Japén, ete. 8. Como sefala Henk Wesseling mas aba jo (capitulo IV), la historia universal ha sido vista —por los occiden tales— como el estudio de las relaciones entre Occidemte y el resto del mundo, ignorando las interacciones entre Asia y Africa, Asia y ‘América, ete. A su ve2, la historia desde abajo fue concebida en or: gen como la inversién de la historia desde arriba, poniendo la cultura «baja» en el lugar de la alta cultura. No obstante, alo largo de sus in vestigaciones, los estudiosos se han ido dando cuenta mas y més de los problemas inherentes a esta dicotomia, ‘Asi, por ejemplo, sila cultura popular es la cultura «del pueblo», equign es el pueblo? eLo son todos los pobres, las aclases inferiores» como solia lamarlas el intelectual marxista Antonio Gramsci? Lo son los iletrados o las personas sin educacién? Podemos dar por su puesto que las divisiones econémicas, politicas y culturales coinciden hecesariamente en una sociedad dada. Pero, qué es la educacién? Es solo la preparacién proporcionada en ciertas instituciones oficia les, como escuelas o universidades? La gente corriente, gcarece de educacién o, simplemente, tiene una educacién diferente, una cultu- ra distinta de la de las elites? No deberiamos suponer, desde luego, que todas las personas co- rrientes tiene idénticas experiencias, y la importancia de distinguir la historia de las mujeres de la de los hombres queda subrayada por Joan Scott en el capitulo IIL. En algunas partes del mundo, de Italia al Brasil, la historia de la gente corriente se suele denominar ala his toria de los vencidoso, asimilando asi las experiencias de las clases in feriotes de Occidente con la de los colonizados *. Sin embargo, las diferencias entre estas experiencias requieren también un anilisis. ® Aigunos comentarios agudos sobre este problema en E. Sain, Orientalism (Lon- dies, 1978, “SE De Decca, 1930-0 slénio dr sends (Sto Paulo, 1981). z Peter Burke La expresién chistoria desde abajo» parece oftecer una salida a estas dificultades, pero genera sus propios problemas. En contextos distintos, su significado cambia. Una historia politica desde absjo, adeberia debatic las opiniones y actos de cualquiera que esté exclu do del poder o habria de tratar de la politica en un plano local o en el de la gente corriente? Una historia de la Iglesia desde abajo, edeberia considerar la religion desde el punto de vista de los laicos, fuera cual fuese su rango social? Una historia de la medicina desde abajo, gtendria que ocuparse de los curanderos, por oposicién a los médicos profesionales, o de las experiencias y diagndsticos de los pa cientes en relacién con su enfermedad? ?” Una historia militar desde abajo, chabria de tratar las batallas de Agincourt o Waterloo de los soldados corrientes, como ha hecho de forma tan memorable John Keegan, o deberia centrarse en la experientia de la guerra de las per sonas civiles? * Una historia de la educacidn desde abajo, , es decir, las medidas de la diosa de la historia, Naturalmente, este enfoque tiene una lorga existencia entre los histo- rindores de la economia y los demégrafos histéricos. Lo nuevo, en: tonces y shora, es su extensién a ortos tipos de historia en las déca- das de 1960 y 1970, En EE UU, por ejemplo, existe una enueva historia politica> cuyos cultivadores cuentan los votos emitides en las clecciones o en la actividad parlamentaria *. En Francia la «historia seriale (bisoire sérell), llamada asi porque sus datos se disponen en series cronolfgicas, se ha extendido gradualmente del estudio de los precios (en la'década de 1930) al de la poblacién (en fa de 1950) y al denominado «tercer nivel» de Ia historia, el de las mentalidades reli giosas o seculares ®. Un estudio famoso de la llamada edescristianiza cidn» de la Francia moderna deduce el meollo de su demostracian del descenso de las cifras de la comunién pascual, Otro, eentrado en la Provenza del siglo xvit, investiga el cambio de actitudes ante la muerte segin se revelan en tendencias expresadas en Jas frmulas de 30.000 testamentos, observando Ia disminucién de referencias a la corte celestsls, 0 en los legados para celebrar funcrales complica dos o misas de difuntos En los sltimos afios, las estadisticas, realizadas con ayuda de or denadores, han penetrado ineluso en la ciudadela de la historie ran © A Appadural (ed), The Soil Life of Thins (Cambridge, 1986) = W. Aydeltte, Quonufcation i Hatory Reading, Mass, 1971 A. Bogue, Clio ad tbe Bch odes Ouamtfction om Araricon Pott History every Hil 198) O°: Chauny, Le quantal au 3° niveaue (1973; rempeeso ene A Hare quanta ewer Pasi, 1978). '8°G le Bras, Etudes desvioloie eliginse (2 vol, Pais 19554); M. Vowelle,Pité barogneet dchaication Paty 97), ‘Oberturs ls nuevs historia, su pasado y eu futuro 3 kkeana: los archivos. Los American National Archives, por ejemplo, euentan ahora con un «Departamento de datos de lectura mecéinica> y los archiveros comienzan a lamentarse por fa conservacién y alma enamiento no solo ce manuseritos sino también de cintas perfora das. En consecuencia, los historiadores tienden mas y mis a conside- rat los archivos antiguos, como los de la Inquisicidn, como «bancos de datos» que pueden explotarse mediante métados cuantitativos ®. La introduccidn en el discurso historico de una gran profusion de cstadisticas ha llevado a polarizer a los profesionales en incondicio nales y oponentes. Ambas partes han tendido a exagerar la novedad de los problemas planteados por la utilizacién de cifras. Se pueden falsficar las estadisticas, pero lo mismo ocutre con los textos. Es facil rmalinterpretar las estadisticas, pero sucede otto tanto con los textos. Los datos de lectura mecéinica no son de utilizacién grata, pero pasa exactamente lo mismo con muchos manuscritos casi ilegibles 0 & punto de desintegrarse. Lo que se necesitan son medios para discr para descubrir qué tipos de estadisticas son mas de fiar, en qué medida y para qué fines. La nocion de serie, fundamental en Ia historia serial, requiere ser tratada como algo problemitico, en espe- cial cuando se estudian cambios a largo plazo. Cuanto mas largo sea 1 periodo, menos probabilidades habré de que las unidades de las series —testamentos, listas de cumplimiento pascual o cualesquiera cotras— sean homogéneas. Ahora bien, si ellas mismas estin somet das a cambio,

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