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CONFERENCIAS DE INSTITUTORES.

DIS<:URSO
FRUNUNW,liO i\;1 i:L C:RlCTOR DE INSTRUCCIÜN PUúliCA

DE GUNC;¡miARCA,

Al AB~K'\.'~t'- LA (\ESln~¡
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'Ir:L L.n7 Di1..r FE8q:Jf'!
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UOGOTA.
! rn prc n tti da "la pur de Znlarnea Hermano~.
!~182.
CONFERENCIAB DE IN8TlTUTORE8.

DISCURSO pronunciado por el Director de Instruceíon


pública de Cundinamarca, al abrirse la aesíon del
27 de Febrero de 1882.

Señor :8 Dircctorcs-Soiiorilll8 Direetoras.

Os saludo muy respetuosamente en este dia que


será de grata recordación en los anales de la Instruc-
ción pública del Estado, y os manifiesto, al propio
tiempo, la complacencia que siento al veros reunidos
con tq.nta solemnidad.
Al haceros en nombre de la ley el llamamiento
9ue m(~tiva~esente reunión, me sentí gratamen~e
Il11Pre."o",.l1o ';;;~ra"za de hallarme en medio
de vC'··utr08, á qui timo con sinceridad y cuyas
lllC"~-, O},!n~8emitir con franqueza y con-
eicnciu vuestras ')11. ~oe'es sobre asuntos de la más
alta significacion al porvenir de la sociedad y de la
Patria.
Vosotros constituís cn ~r",los obreros del bien y del
progreso el más alto apostolado del poder social. Anti·
guamentc se creía que la espada, símbolo de la
fuerza, era la principal potencia en el gobierno de las
agrupaciones civiles. En la actualidad ya nadie piensa
en tal cosa: el buen sentido público i.iolinándose
unte el sentimiento republicano que ha venido civili-
zando á las naciones, en un centinela avanzado de las
.4,
ideas, y como tal tributa culto sincero á toda aptitud
que abre sus alas para volar en el cielo de la ciencia.
Vencido el antagonismo, al parecer implacable, que
sombrías preocupaciones y odiosas tendencias de secta
habian establecido entre casi todas las manifestaciones
prácticas de la libertad, vosotros cuya augusta misi6n
es la de abrir para todas las almas los horizontes de
la luz, habeis quedado en primer término en el
gobierno de la sociedad; así, si en tiempos no muy
remotos, aquí como en todas partes, erais considerados
como el último eslabón de la cadena administrativa,
hoy formais en la cima del poder público, y se os es-
tima con sobra de razón como los primeros funciona-
rios del Estado.
Esta victoria que ha sido fecunda en bienes y que
continuará siéndolo, al menos que el sol nos niegue su
calor 6que la tierra suspenda sus movimientos, era 16gi-
ca en la marcha de la civilización. El dilema se presentó
terrible y forzoso: 6 la ignorancia con todo 5U cortejo
de crímenes, con la cárcel por templo y por pri-
mer ministro el verdugo, 6 la luz irradiando por todas
partes sus 'rayos v.ivificadores, teniendo por altar la
escuela y al Maestro por sacerdote.
Estaba en los,~ltos des!gnios de l~videncia
que la escuela se- ~brepuslCr~á l rcel y ~ue el
Maestro ~estronara al verdugo ~ v~rdllgo que. .era
una verguenza humana contra . ~\J1erec1Jo~-
bre, y á la cárcel donde el tren penal era. aun más
horrible que el cadalso mismo, porque además de
todas las torturas posibles, representaba, como el
infierno del Dante un abismo sin esperanza.
Este triunfo del derecho mejoró notablemente
la suerte de los pueblos, pudiendo asegurarse sin temor
de equivocación que los que ejercen vu~ro sacerdo-
cio, no son hoy lo que eran ayer. Verdad el que el
Institutor primario más notable aún por :SU misión
augusta y eminentemente popular que el Profesor
secundario, ha tenido siempre sus deberes y sus
-5-
recompensas, pero aquellos deberes, atendido el movi-
miento moral y cienüfico de la actualidad, son al
presente más severos y las recompensas que se 08
otorgan tiener. un objetivo más alto.
Antes no se exigia en el Maestro mayor ilustración,
mayor cultura en su porte, ni mayor moralidad en sus
acciones y costum bres ; hoy se le quiere perfecto. sa-
bio en su profesión, resignado, meditador, virtuoso y
sinceramente creyente,
Sabéis por qué todo esto?
Porque en los tiempos que corren la educación
no aspira á se,' una simple formula, sino una realidad
objetiva. Así, con ella no sólo se trata de atender
á la. vida del~ucrro, á vender y á comprar, ni se
quieren pueblos serviles, ni ciudadanos máquinas para.
quienes la fuctoria esté primero que la escuela i tié-
nese un ideal más grandc: la redención del hombre
por el entendimiento.
No más ignorancia, y consiguientemente no más
miseria, no más servilismo, no más espíritus entene-
brecidos por el vicio y el crimen, no más tinieblas!
I .•uz por todas partes! Inmensos resplandores ilumi-
nando las inteligencias y exaltando las bellas y gene-
rosas vocaciones! .. _. IIé aquí la enseña del siglo
que pasa ,rqt;e imprimirá carácter al siglo que viene,
haciendoln glJcrra imposible por las inspiraciones del
patriotismo ilustrado, imposible la injusticia por el
equilibrio de los poderes sociales, imposible la mise-
ria. por el trabajo organizado y conciente, imposible
la violencia privada por el triunfo de la razón, é im-
posibles los ataques al derecho por el respeto que el
derecho mismo merece.
A vosotros toca la mayor parte en esta evoluci6n
reparadora, en que cada centro de civilización en el
país querrá ser la cima del pensamiento nacional,
porque vosotros sois el punto luminoso hácia donde
el pueblo del porvenir tiende sus miradas, esperan-
zado como 108 antiguos israelitas en que los sacareis
-6-
de la esclavitud de la ignorancia. para llevarlo con paso
firme y seguro á la tierra de promisión,
Ved, pués, el sustancial motivo que la sociedad
actual tiene para exigiros condiciones especiales en
el ejercicio de vuestro magnífico magisterio; magiste-
rio en cuyo desempeño necesitais de unu inmensa me-
ditación científica, filosófica y moral, porque colo-
cados en el punto culminante desde el cual dobcis
disipar las tinieblas que nos rodean y siendo grande
la exigencia que se os hace y tremenda la responsabi-
lidad que 11esa sobre vuestro nombre, no os es dado
como al antiguo Maestro, permunecer estacionarios en
cuanto á conocimientos y virtudes trillando la estéril
senda de la vida ordinaria. Estais obligados, por
el contrario, á remontaros mñs alto, de manera que
vuestras almas puedan beber, por decirlo así, en
la region de los resplandores todos los efluvios del
ideal, á fin de que podais llenar vuestra noble labor
con poderosa buena fe, con energía, con destreza y
con perseverancia.
Teneis delaate de vosotros todo el mal social, re-
presentado en 'las clases bajas por la ignorancia; en las
gentes de fortuna por el egoísmo; en la juventud cul-
ta por el escepticismo que parece invadirlo todo 011
nombre de la inteligencia, y en aquellos que huceu
profesion de creer más de lo que racionalmente debe
crerse, por la intolerancia. Estais, pués, como el ángel
que figura en la Orestia de Esquilo, envueltos en una
bruma llena de espectros en la cual se -aperciben so-
lamente confusas blancuras! Oscurecerá esa bruma
tales blancuras 6 ellas llegarán á disipar con el tiem-
po la niebla que cubre nuestro patrio horizonte?
Ved ahí el dilema que se os presenta! El campo
de batalla en el cual so pena de ser reprobados por el
porvenir, tenéis que marcar vuestros beneficiosos es-
fuerzos con espléndidas jornadas!
Contra la ignorancia, el egoísmo, el esceptieiarno
y la intolerancia, que parecen tomar puestos avanza-
·-7-
dos en la conciencia pública, estais vosotros suficien-
temente preparados pIlre la lucha .•. Quién triunfará T
Triunfareis vosotros, almas resignadas, virtuosas
y patrióticas, ast come triunfó la República del cadal-
80 y de la penalidad aberrante, dislocada é ignominiosa.
Teneis en vuestras manos un obediente ejército
á quien podeis disciplinar para el bien á vuestro aco-
modo. Sois los conduétores de los niños que, áun
cuando inocentes, no por esto dejan de representar la
gran fuerza de Prorneteo, pués que la inocencia tiene
más que la malicia y 11 sabiduría, y sobre la malicia y
la sabiduría, una estrategia singular, un poder superior
que en vez de hacerse sentir por medio de artificiales
combinaciones, arrastra por la ternura que inspira.
sentimientos nobles, por el candor que facina y por 8U
misma debilidad que es un imán iresistible.
Con este ejército no podeis ser vencidos si Ji la.
altura de vuestros sagrados deberes persistís en
cerrar á la lucida generación que e8tá en vuestras ma-
nos el abismo que, por desgracia, atrae, y haceis, por
medio de una eficaz enseñanza moral, que vuestros
educandos, sin abandonar los intereses y vínculos de la
tierra. aspiren á la vida inmortal que nos está reservada,
y se esfuercen en elevar su espíritu por la reflexión
á ese conocimiento sublime que conduce al patrio-
tismo, á la caridad, :1la benevolencia, á la fraternidad,
ti la dignidad individual y ti. todas aquellas virtudes
prácticas que' aconseja el deber. Porque la vida ver-
daderamente fecunda de la humanidad no se realiza
sino á favor de la creciente pureza en los miembros
que la componen; y la tarea del Maestro sobre ser
un enorme trabajo civilizador, es un esfuerzo de depu-
ración que debe hacer apto al hombre ast para. la vir-
tud, como para el trabajo y para la ciencia.
Aumentar la suma de libertad y sebidurle que
existe, fundiendo á los inferiores que no saben, en el
molde en que se han fundido los que positivamente
aaben y entienden, á fin de dar al porvenir un nuevo
-8-
factor que entre como elemento activo del progreso,
es el lado positivo de vuestra misión; y en esta tarea
sois los agentes mús poderosos de esa propaganda ge-
nerosa que ha de contribuir á la felicidad pública.
Os lo repito, teneis.en vuestro poder á los niños,
quiénes, para valerme de una expresion vulgar, son
"materia prima, cera amoldable," y vais, confome á
los modernos sistemas de enseñanza á hacerlos fuertes
de tres maneras: física, moral éintelectualmente ;
porque á no dudarlo, es ú la escuela primaria á la que
corresponde hoy hasta cierto punto:
La educación física ;
La educación moral; y
La educación intelectual:
Sobre cuyos puntos juzgo conveniente dirigiros
unas breves frases.
Entiendo por educación física el arte que enseña
ádesurrol1ar la naturaleza orgánica del hombre á fin
de evitarle su detrimento y contribuir á su buena salud.
El desenvolvimiento de los múscu los y demás
partes del cuerpo, por medio de ciertos ejercicios
moderados y apropiados al objeto que se propone la
ciencia, es una necesidad de vital importancia en todo
plan de instrucción primaría; porque ejerciendo una
influencia directa el estado de nuestra naturaleza ma-
terial sobre las funciones de nuestra razón y de nues-
tra conciencia, mal se podrá pretender formar en el
niño el hábito de la reflexión, trasmitirle ideas y au-
mentar su lucidez intelectual, si no se trata de
desarrollarlo 6 robustecerlo fisicamente; de hacer
que una buena salud le acompañe.
En la antigüedad, por cuanto el espíritu de con-
quista era el sentimiento dominante de las naciones
más avanzadas, la primera enseñanza que se dabr, en
los liseos y gimnácios públicos tendia Ú desarrollar ó
vigorizar el cuerpo. Los griegos dieron, segun Tácito,
grande importancia á los ejercicios calisténicos y jim-
násticos, y en sus escuelas primarius- formaron los ul
-9_
tiv08 y rohustos soldados que defendieron más de una
vez aquella nución, centro de las ciencias y de las
artes y tipo pri mitÍ\'o de la den1ocracia. Los roma-
nos, por su parte, corno lo advierte Plutarco, hicieron
de la enscI1anZ( de que me ocupo la base de la edu-
cación popular, y formando hombres de talla jigan-
tesca, !"(~corrjerl)tl el mundo llcvando por doquiera
sus águilas ve/l!~edor3S.
En los tiempos que alcanzarnos no hay país media-
namente civilizado en donde se descuide el desarrollo
físico de la i/lfHncia, en'el co'nvencimiento de que
este desarrollo, por esa asimilación ó anaJogfa miste-
riosa, reconocida por la tilosofia, que existe entre la
parte material y la espiritual del hombre, no sólo Con-
tribuye á fonlllll ciudadanos vigorosos, capaces de las
más laboriosas r.ie/lIlS, sino á despertar tambien el po-
deroso elemento intelectual de donde brota la chispa
creadora, que puso el rayo en la mano de Franklin
y el telescopio en la mirada anhelante de Galileo.
Así, el Maestro que tenga sanos y bien conforma.
dos discfpulos, podrá fundar llIlJugiieiJas esperanzas
acerca de sus pr('gresos, y el que los tenga endebles
Y por consiguiente enfermisos, hará estéril su labor por
Ímpl"Oba que sea; pués que así como en el mundo físico
se necesita tierra de abono para que la semilla produz-
ca, en el mundo moral, pam dar vigor, elevación y
firmeza. á las ideas, son indispensables cerebros ro-
bustos, susceptibles del pensamiento en todas SUR su-
blimes manifflstaeiones.
Enunciado sorneramente, en cuanto lo permiten
los límites de un discurso, el objeto primordial de la
educación física, paso á ocuparme de la moral, tan
importante como la física y de rn¡ís trascendencia en
mi concepto que la intelectual.
He observado 'lue eutr» nosotros se ha dado poca
importancia á la ensefJunza moral de los niños. Hasta
hace poco tiempo d Gobierno c01Jtraia toda su aten-
cion á la tarea de:ostruir, y en este sentido Se esfor-
_10 -
zaba en que los Institutores primarios pasaran ti 8UI
discípulos en patrimonio, los conocimientos que á
ellos se les habian trasmitido, consiguiéndo con esto
enriquecer, mejor dicho, nutrir la inteligencia del
niño con las ideas correspondientes á cada asignatura
de las comprendidl\s en el plan de estudios elementll.l.
" La enseüunza de la moral Be decía, no es del
resorte de la escuela oficial. sino del dominio de
la familia, Y es ésta la que debe prohijarla y no aque-
lla que está en el caso de ser eminentemente toleran-
te, debiendo re¡;,petar toaas las creencias."
Esta doctrina que en definitiva prepa ra las almas
juveniles para el escepticismo, merece ser combatida en
nombre de la familia y de la libertad, cuyos derechos
se invocan para sostenerla.
La hist.oria nos enseña lo que P.Bel esceptisismo en
la clase alta de la sociedad, en la média y en la hu-
milde, valiéndome de esta clasificaci6n de un celebre
escritor de nuestro siglo. En la primera ha engendra-
do los ti ranos. lOS conquistadores Y los cínicos y
deificado el egoismo; en la segunda a los estafadore9
y libert.inos j en la tercera, á los viciosos y salteado ..
res; y en todas á los anarquistas de oficio.
Siendo el escepticismo un sistema que enseña :i
desecharlo todo, una vez que su punto .de partida es
la duda; se;cornprende que de semejante aprendiza-
je, que envuelve la negación Implementada por la into-
lerancia, TlO puede salir nada que tienda li enaltecer
el carácter, á dignificar el hogar, á respetar la familia,
á acatar el derecho aj('no, á contribuir al progreso de
la sociedad, ni á amar esta madre cornun que se llama
la Patria.
Ahora bien, del desprecio por la famllia, de la vio-
lación del derecho natural y legal y de la indiferencia
por el bien social, qué habrá de resultar?
Resultarán el crímen con todas sus obsecaciones Y
el vicio con todas sus desvergüenzas: la hipocreeia
que ostenta con orgullo al miserable que lleva deba-
-11-
jo de 8U máscara; el cinismo que ensalza al infame
que llena su apetito iÍ costa de todo; el egoismo indi-
ferente por cuanto 110 redunda en beneficio propio
é inmóvil ante la desesperación y el dolor ajenos; el
culto al oro y las almas puestas en subasta 6 al tanto
por ciento.
Sí, señores Mncstros, el eaceptisisrno que con-
duce por lo COlllUll al materialismo trae las con-
secuencias que dejo expuestas, y por tal razón no
debe enseñarse en las escuelas públicas, lo que so
logra no inculcando á los niños los inmutables pre-
ceptos de la moral.
Ahora, dejar la enseñanza de que se trata al cui-
dado de la familia, equivale á abandonarla por com-
pleto, al méuos por lo que se refiere á los hijos de las
clases humildes de la sociedad, que constituyen
las Once doceavas partes del personal de las escuelas
públicas. Con qué tiempo esas pobres gentes que
en cumplimiento de la ley de Dios tienen que traba-
jar doce horas diarias para adquirir su sustento y el
de sus hijos, pueden dedicarse ú enseñar á éstos las
reglas que deben servirles de norma de su actividad
moral ? Quién garantiza, por otra parte, que esos tra-
bajadores sepan lo que tienen que trasmitir á la in-
fancia en tan elevada materia, para bien de los suyos
y de la sociedad general?
Pensad en estos dos puntos y os convencereis de
que la enseñanza de la moral, seria absolutamente nula
si quedara á cargo del hogar, afirmándoos ast en
que el aprendizaje de que me ocupo debe darse en las
escuelas, donde no se van á combatir creencias, sino
á formar la conciencia de 11)8 niños bajo la competente
dirección del Maestro; porque es en los estableci-
mientos de primera educación, segun lo afirma Rous-
seau, donde se empieza á formar El hombre de bien.
Hay más : el hombre para ser bueno, justo, pa-
ciente, benévolo ele sentimientos y levantado de cora-
zón y de espíritu, tiene necesidad de una luz superior
-12 -
que sobreponiéndolo á las tentaciones y vanidades de
este mundo, á sus miserias y á las decepciones de la
vida, le muestre algo mejor al fin de su terrestre
peregrinación.
. La enseñanza de la moral sobre favorece- la
formación del carácter', enciende en el alma esta luz de
que os hablo, útil en la desgracia, preventiva del cri-
men y del vicio y móvil del miramiento del hombre
para consigo mismo, para con los demás séres de 8U
especie y para con Diós.
El pueblo que se educa en los planteles oficiales,
señores Institutores, necesita cree?' porque al fin él
representa en nuestro país como en todos los del i~lo-
bo la mayoría social; compone la invencible fuerza,
y para que no abuse <le su poder, no basta tan s610 i us-
trarlo, pues que esto puede hacerlo tal vez más temible,
sino que es necesario moralizarlo, ofreciéndole en pntri-
monio otro m undo mejor que éste, en donde debido al
desequilibrio de las posiciones que se empeñan en man-
tener y sostener las combinaciones sociales, la ley del
sufrimiento se hace sentir implacable y severa.
Así, si no mornlizais, vuestra labor no será fructuosa,
pues aUII cuando instruyáis, esto no os bastará pa.ra
hacer de vuestros discípulos hijos sumisos, hermanos
benévolos, esposos leales, buenos padres de fami-
lia y buenos ciudadanos; hombres prudentes y re-
signados, amantes del trabajo, del hogar que es la base
de la sociedad, de la sociedad que es la gran agrupa·
ción civil y de la Patria que es el ídolo de nuestro
espíritu, el delirio constante de nuestro pensamiento.
Enseñad, pués, á los niños á comprender y ti amar
á Diós, habladles sobre 'el alma humana, su inmute-
rialidad é inmortalidad, y dándoles estas ideas que son
la fuente de todo bien positivo, los acostumbrareis á
dignificar su espíritu eu la contemplación de las cosas
infinitas.
Si no haceis á la infancia este precioso legado, po-
bre juventud la que se desarrolle bajo la influencia de
- 13-
vuestra _exígua enseñanza, porque s6lo ledarei8por._
herencia el desconsuelo, la ñuctuacion en 8U8 delibe-
raciones morales y la. desesperanza.
La duda no puede ser un buen conductor. Di68
debe estar visible en la conciencia y quien tenga
siempre delante de si esta visión inefable, aprenderá á
ser justo que es la suprema ley humana.
Paso ahora á dec.ros una palabra acerca de la ins-
trucción 6 educación intelectual.
Esta consiste en trasmitir á los niños las ideas
contenidas en un determinado programa de estudios,
con el objeto de influir en su inteligencia de un modo
satisfactorio.
En los paises avanzados en este arte complicado de
la enseñanza popular, preparado el niño de cierto
modo en la escuela puramente primaria, 6 liceo in-
fantil, se empieza por darle un cierto conocimiento
psicológico á fin de desarrollar en él las facultades in-
telectuales que cons.tituyen la parte más sublime de
su sér ; y una vez que ha aprendido que tiene inteligen-
cia, sensibilidad y coluntad y conoce ciertos fenómenos
inherentes á estas tres grandes facultades del alma, se
pbra sobre su intelectualidad de un modo seguro.
[; Con el fin -de desarrollar el hábito de la indagacion
expontánea que le despierta la refiexion inductiva y
deductiva, por la cual va, bien por la síntesis ó por el
análisis, á la más alta esfera del pensamiento, el Maes-
tro verdaderamente ilustrado y conocedor de las leyes
y reglas de 8U profeaión, en vez de hacinar en la me-
moria de SU8 educandos los signos representativos de
los conocimientos que se propone trasmitir, va evolu-
cionando poco á poco sobre 8U entendimiento, por ser
esta condición de la inteligencia la que debe desarro-
llarse eon mayor cuidado, cuando se desea. formar
hombres pensadores y n6 máquinas que puedan repetir
sonidos cuyo significado científico y didáctico son in-
capaces de apreciar.
El texto, PUéB, en el actual sistema educacionista,
-14 -
no debe servir en las escuelas elementales sino como
un auxiliar, y no se debe obligar al niño á tomar de
él más que la parte sintética sobre el asunto de cada
dictado, porque esta parte tiene que servir de funda-
mento á la reflexión, si para ello se ha preparado con-
venientemente la inteligencia del escolar.
Debo observaros, además, que para enseñar bien,
es necesario conocer los métodos que deben emplearse
para el objeto, pués que necesitando el aprendizaje 6
estudio de cada materia un procedimiento especial, el
Institutor que ignora la Metodología. y las leyes en que
se funda, jamás merecerá el dictado de buen pedagogo,
porque por más que trabaje no logrurñ satisfacer los
deseos de 8U patriotismo. Os recomiendo, en tal vir-
tud, un estudio constante y sostenido de esta parte
de la ciencia pedagógica.
Respecto de las materias que deben enseñarse en
los establecimientos primarios, creo que entre noso-
tros no se ha meditado con juicio sobre tan grave
particular. Por lo que respecta á mis opiniones en
cuanto á esto, creo que al pueblo, condenado en es-
tos paises pobres y de industria incipiente, á vivir del
trabajo material, debe dárselo apenas la cultura del
caso para que aprenda á conocer su derecho, y en-
señarle cosas útiles segun sus circunstancias y nece-
sidades.
Consignaré, por último, que educar es per-
feccionar la triple condicion del hombre, es decir, ha-
cerIo feliz y apto para todo trabajo por medio del
desarrollo de su naturaleza orgánica; enseüarlo á ser
buenojde corazón, magnánimo y de costumbres puras,
á favor del criterio moral ; y nutrir su inteligencia
con conocimientos útiles para sí y para los demas ;
debiendo ser esta triple tarea, señores Maestros, el
objetivo de vuestras ardientes aspiraciones.
Para llenar vuestra augusta misión, dcbeis tomar
decidido cm peño en que los niños conozcan los dere-
chos del hombre y se acostumbren á respetarlos desde
-3S--
l'(Osr~sponderé, sefiores, y mi respuesta será muy seneiUa;
)1)$hombres de mañana deben ester a la altura de )41'1:l1,sión cluC
tes impone la Providenciavdigo la Providencia, porque....d1a lo
dirige t<x.:lo.que impone la Previdencia a la civilisaeién cristtaaa
1a 1aPa.tria.
(CUlJqUlera que observe la humanidad presente en su cea-
juntO, verá claramente un nuevo fenómeno, la. expa.nsi~ colo.
nial de los pueblos que ocupan la cúspide de J~ cOlutnna inte-
leetual, religiosa. moral y material, y que han de cubrir con I\l
p<ldeJ~a actividad la tierra que duerme en brazos de razas in·
feriores y pueblos degradados.
. «El hecho.cuhuinante de !a historia presente, es un hecho
del orden económico, e" el movimiento universal de los pue-
blos, tratAndo de entrar en tierras nuevas para ocupadas, fecuo-
diaarlas, llevarles la "ciencia, la verdad y la justicia, pMa llevarles
el sol y el agua, si fuere necesario, y para obtener de Ios pueblos.
inferiores y de las razas degeneradas que entren en elIDOviJui~l1-
to a que nosotros pertenecemos, y que ha hecho de nosotros la
EuroVa superior, o si no, que desaparezcan, Nobay medio: es
preciso estar entre 106 primeros, o morir; hay que entra¡ en el
prQgteso o en la muerte. Llegó p~a 1?S pu.c?los inferiores la ho-
ra de efr.oger, y toca a la Europa la ejecucron .
.- •.................................. -.- - .- - ~- .
(\¿Qllé hay que hacer entonces? Hay que mod~flcar la onee--
tacióo de las corríentesen que va envuelta lajllyetlfUd' franceG,
en virtud del régimen oficia; que arriba he analizado.-- En vez de
continuar absorbida por las carreras militares y ad~iv~ o
las llamadas liberales, es necesario que una parte ~~ juven-
tud renuncie a estas carreras cuando a ellas no se sienta invenci-
blemente arrastrada, Es. necesariOt sobre todo, .queruu.ncb a
esas carreras lIamadáshbuales, quehacen posible. nndigomo-
lit dehambre, 5in9 vivirde unas-e-uantas palabras fritaa, rociadas
con .el vino de las m~,_Es necesaric que en parte t~WlCie Si.
eüS- carretas a.dministta:tiv~ que din quizá vesuoos bordadas,
galones y palmas, pero que no Íloptden que se diga al ver lU que
!leva tal vestido: «ahí va un empleado.» .. .
«Pido que las carreras económicas, todas eUas pl'ác4cas, de
~~ agricultores, ingenieros, iridu!lttíale3~_ comerciantes, ha
ce~. vean multiplicarse el número de jóvenes activos y re-
sueltos que las sigan. .
«Sí, las grandes carreras comerciales y econérnicss. Y aqll1
d.:bo.conte,ta.t a los que quieren hacer siempre la. guerra a l~
capitalistas. COluO SI la riqueza debiera estar siempre en manos

.........
de judíos .
." _ ~.- - .
«tata orientación traerá consigo fo~amente modiftcacio-
nes esenciales y características en la educac;ión de esta juveDt11d.
No bastará ya, en efecto, formar hombres pasivos y dóciles, eus-
les los sueña el funcionarisrno; hombres que se dejan vivir, que
vuelvan regularmente corno una rueda bien engranada; hombres
que no tienen por qué curarse del mañana, pues el mañana ser'
como la víspera; hombres que esperan con tranquilidad la v~jeJ.
pues que se les prcporcionará, con un miserable retiro. un com-
pleto reposo; hombres que se amedrentan con el más pequeño
cambio, porque él puede turbar I¡¡.quietud de su. acción soporosa
y regular; hombrea que no necesitan ni querer, ni resolver, pues
que la colectividad en que se encuentran cristalizados, vive, quie-
re y piensa porellos, No señores, es necesario preparar hom-
bres de actividad infatigable, como to demandan }' exigen todas
las carreras politicas.» .
¿Y los franceses han entrado formalmente en esa orientación?
Pocomás de die.: años después 11e lanzadas por el Padre Didén
aqLjellas ideas redentoras, Jorge Bloudcl Ies da por su parte una
carga formidable en que los exhibe en el mismo estado. acenu'ia
y señala las causas de la indiferencia. de los franceses hacia l.
educación económica, y renueva las orientaciones indic~as an·
tes por el Padre Didoa,
No podemos resistir al deseo de transcribir los párrafos, en
que M. Blondet, con mano maestra, pintacl estado producido
por la educación francesa, estado que coloca a Francia en un si-
tio de inferioridad deplorable respecto del que en materias eco-
nómicas Oj.'tlpan otros países.
«Si, dice M. Blonde 1; nuestra educación industrial y comer-
cial es defectuosa, siendo esa a mi entender una de las priDcipa-
les razones '1UC explican que Francia, tan bien dotada en tantos
conceptos, se adapte meaos fácilmente que otros pueblos a '••
eVJlución contemporánea y vaya perdieado poco a poco una par.
te de su clientela. y hasta. de su prestigio. ' '
«Al indagar cuál ha sido en el curso de los últimos siglos la
orientación que se ha dado a la juventud francesa, !lalt..'\ a la 'Vista
la importancia concedida en nuestro país a la educación llamada
«clásica», ES3-forma: de cultura, que tiende esencialmente a ha-
cemos <:onocer y a a~mirar lo pasado, se adquiere prin~ipalme.n'"
te, mediante ,,1 estudio de las lenguas muertas (la. latina y la gne-
ga), y exige un estudio profundo de las civilizaciones 1 'de 1M
pueblos de la antigüedad.
"Seria preciso cerrar de expreso los ojos para no reconocer
que, para alg~nos. la cultura clásica ha sido perjudicialisima.
Las indagaciones a que de algunos años acá me he dedicado, me
permiten afirmar que una gran parte de los alumnos <le nuestros
-:n-
eolegios y liceos (la mitad por lo menos}, han p~rdido un tiem-
po precioso en estudiar el latín y el griego. el'l dedicarse a tra-
bajos exclus.vamente literarios. y en prescindir en absoluto de
cu&ntQratañ~ a la vida industrial y comercial contemporánea. Y
BO s410 han perdido el tiempo, sino, lo que es más S(TaY'e, han
tomado una dirección falsa que ha. atrofiado en ellos ciertas cua-
lidades naturales de iniciativa y de energía.
«Hay razones fáciles de comprender. para que se haya dado
a la cultura gteco_latina., tan gran lugar en la educacié a de nues-
tra. juventud. Nuestra sociedad moderna se constituyó definitiva-
mente a. partir del siglo XVI por un señalado movimiento regte-
.¡vo hacia el espíritu de la antigüedad, inspirado en una admira-
ci6", el mi ver exagerada, por sus concepciones morales, políti-
cas y administrativas, contenidas en los libros g.iegos y latinos.
E$a nutrición del espíritu en la civilización antigua. permitió re-
accionar contra cierta estrechez de ideas de '11 Edad Media y
produjo algunos buenos efectos; pero ha perdido al presente gran
parte de su utilidad. «La evolución de las sociedades civiliz.rdas
.diee Seignoboa.se ha acelerado de tal manera en los últimos
eien afios, que para la inteligencia de su estado~-rr~ltt&. impor-
ta más la historia de esos cien años-. que la de los diez siglos an-
teriores.» .
«A su antiguo patri6u)lft!'¡=wntinúa Blondel, ha agregado la.
humanidad un patrimonio nuevo: una cantidad prodigiosa de co .
noeimientos positivos. Y si es siempre muy grande e! valor edu-
cativo de los estudios clásicos; si en algunos produce esa elase de
enseñanza resultados 'superiores a cualquiera otra, pcrrnítaseme
creer que para. el conjunto de nuestra juventud, me sucede lo
mismo. Tol!los los"bo~bres competentes están de acuerdo en de-
plorar lo abarrotadas que están de nulidades las aulas de nues-
tros liceos r colegios. Los alumnos buenos arrastran tras de sí
unpeso muerto que dificulta su progreso. Se han rnultiplicado
desmedidsmente los establecimientos de enseñanza clásica en
las ciudades y villas menos importantes, siendo sus programas
exactamente 101 mismos que los de los liceos de las grandes
eiudades, 10 cual es verdaderamente absurdo. Los m:i.l;,. de los jó-
Vents que estudian en ellos, sacan poquísimo provecho de sus
estuaios. No -sin razón se habla tanto hoy de lo;; que se salen
de su condición. Muchos comerciantes. labriegos. y artesanos,
más ricos o más vanidosos q:JC . sus vecinos, desvían muy necia-
mente a. sus hijos de las ocupaciones prácticas tradicionales en
sus familias. especialmente de las carrera, agrícolas. industriales
y comerciales, a. que sería mucho mejor que los dedicaran.

Q~. «De ese mal se padece en Francia más que en cualquiera


p&rtt, Por 61sobran hoy en Francie, donde, sin elnúar¡Q.l¡
\)Oblación no crece. tantos publicistas y escritores Andar. bajo
vuelo; tantos ¡>criodistas sin méritos; tantos novelistas sin talent(),
que creyendo indignas de ellos las artes prácticas, se dedican a
halagar los m~los instintos de los hombres contribuycnd~ a en-
grosar esa literatura malsana. cuyos pésimos resultados con ra-
z:6n deploramos. Y hay que decir muy alto, que si gozarnos aún
en J~uropa de cierto ange literario, no es tan limpia nuestra fama'
qee debamos envanecernos de ella, pudiendo suceder a 'veces
que baga asomar el rubor a nuestros semblantes. Nuestros peores
libros son los que más se venden en el extranjero, y por ellos
suele juzgársenos, ¡Cuántl's, por otra parte, de esos novelistas y
literatos, vegetan Y caen en la miseria! No sin motivo se habla
de «proletariado intelcctual.» Se calcula que las dos terceras par.
tes de los alumnos j.roeedentes de los establecimientos de se-
gunda enseñanza y pertenecientes a familias modestas, se encon-
trarán probnblemente algún día en tal situación de "fortuna; que
sea para ellos el equilibrio en sus presupuestos UD problema tan
dificilde resolver, como para muchoshijos de obreros. ¡'Qué de-
sengaño sufren aquellos que, babiéndose lanzado por la vía. que
débiet1l conducirlos a las carreras liberales, ven defraudadas sus
esperanzas! Hace tiempo qie este asunto es objeto de medita-
ciones. Para conjurar ese mal, u~~~o,. ~inIsttoS de Instruc-
ción pública más eminentes que tuviera. en el último siglo, Víc-
tor Duruy, trató de in;;tituír una nueva enseñanza para. los agrio
cultores y negociantes. Esa enseñanza «especial», por muchas
razones ~ue no puedo recordar aquí, no tuvo éxito. La. Univer-
sidad entera le hizo una viva oposicién. Se ha iastitutdo en su
lu~ar lá msdÍ<f1tza moderna que ha sido también objeto de lluevas
y justificadas.censuras, Esa enseñanza, que debiera haberse plan-
teado sobre nuevos fundamentos, no es sino una imitación (fe la
elásica, una enseñanza oseudolitcraria, en la que el estudio de
la.~ lengua. .• vivas ha reemplazado al de la latina y la griega. Pre-
párase por medio etc ella muy imperfectamente a los jéveues a
comprender las rransforrnacioncs que caracterizan a la cívilisa-
dilo actual sin que hubiera dado fruto, se hubiera necesitado
más delicadeza en los métodos y en ra elección del profesorado.
Además, la mS4fitln3a moderna no facilita mejor q!l0 lacla.Ít;a la
inteligencia dc las cuestiones sociales, que tan gran lugar tienén
en nuestra vida contemporánea y de que tanto se habla II<lY a la
ventura, sin aiquiera darse cuenta de su complejidad.
«No han dejado de ser ciertas lassiguientes reflexiones de
Taine en uno de los mejores capítulos de su Régimen ",#.ltrlU1:··
«Xo es prepararse bien para la vida dedicar años a pasar y reps-
~ar manuales, 1I resumir resúmenes, a a.plender mementos y fór-:-.
'Pw.., eluiñcaudQ en la memoria multltud de ¡lucra1ióadca y
-39 --
menudeu!:ia.s Muchos jovenes franceses han hecho, en deñniti-
va. un 4\iiestable aprendizaje de \;¡ vida, marcando el paso en las
puertas de diferentes carreras. sin haber puesto la. mano, ni si-
quiera como colaboradores o .lYlldantes. en ninguna obra verda-,
oeramente profesional. .
«El esfuerzo que ha enf{cndrado nucstt a enseñanza seCU!1-
daría, es un esfuerzo mecánico para introducir en cada esponja
intelectual todo el líquido científico que es capaz de contener,
hsciendola empaparse hasta 1:1saturación, y mantenerse en ese
estado de plenitud extrema. siquiera sea durante las dos hcras
del examen, para dejarla después deshincharse Y vaciarse. D~
ahí, ese desgastamiento precoz de la energía mental y todo ese
pernicioso régimen que oprime a la ju ventud, no en provecho, si-
no en detrimento de la. edad madura.» y acaba Taine, prosigue
Blondel, diciendo que es prer iso hoy para luchar con éxito ea el
conflicto humano en que están empeñados todos los pueblos,
armarse Y 'eJercitarse previamente.
« Ahora bien, esas armas nu las da la enseñanza clásica .
.Tanlblén «los primeros pasos en el terreno de 1... vida pública,
son a menudo batacazos que dejan al joven Illam~O y, á ve-
ces, estropeado para toda su \iída»).~En otros término:> :~J:.ª,(~-
terística de nuestra enseñanza secundaria es una cierta des;r'me,;-.
nía entre la educación y la vida real.
«Eso mismo reconoce Alfredo Touillée en su hermosa obra
sobre los estudios clásicas y la de!1ll'O'aci,llJ, Francia-dice- deba
prevenirse contra un doble peligro. el decaimiento de su ~D-
ñuencia artística y literaria, y el de su potencia. industrial y mer-
cantil. De ('SOS dos peligros. el último es hoy seguramente el
más grave. L~ alta cultura intelectual está. bastante propagada;
Francia está npresentarla por hombres harte> eminentes para. que
abr:guemvs temores pcr esa parte; pero hemcs abandonado el
campo de la. lucha. económica; nuestra juventud no está arma-
da para esa lucha de las voluntades que ha venido a ser la forma
principal de la guerra entre los pueblos; y nuestros jovenes se
indinan más a preferir J. los azares de las carreras, que exigen
ener~ía. y esfuerzos y en que los resultados están en relaciéu con
el acierto de loa actos, los dipiol1i:J-s que le, abren las puertas de
JIU ~'¡lDini&trac¡ones v de las carreras liberales; sobre todo, C\l4l1-
dopueden entrever én el extremo de esas carreras una peasion
de jubilación o de retiro.: .
'" *
....
t: De esos detectes de nuestra. educacion debemos con tanto
más motivo preocuparnos ; CHaola que U¡10 de los rasgos carac-
'~etÍ¡tíc:os d~ nuestro tiempo, ~llO de los que nm!,;~n
. ~1.p{~99ipiq
• .',,-0---0--,
-40-
de este siglo XX, . que tantas sorpresas sin duda nos gut.tda,es
el esfuerto de los pueblos civilizados para explotar cIC{taSregio-
aesdel mundo que por diversas razones están «atrasadas» yal.
I tunas de las cuales tienen un valor incontestable. Los explora-
dores, los geólogos, los sabios, declaran unánimemente que hay
aún sobre el globo terrestre vastas regiones apenas pobladas, que
sea desde el punto de vista de la fertilidad del suelo, sea. del de
la riqueza del subsuelo, ofrecen recursos considerables, recurSOl,
que otros se ocupan en explotar más imetigentemente quenoe-
otn:».EI&iglo que está empezando nos huá. asistir probable-
ftlel)te a grandes cambios en la América.del Norte, en China y.',
en el Extremo Oriente; en los valles del Tigris y del Enil.tes
en ciertas regiones del Africa. Es conveniente que nos edo-
"!

que1nOs de modo adecuado para aprovecharnos de esas tr:lDsfpr-


maciones inevitables. Nuestra educación, Uajo el aspecto ecOnó-
mico, ha sirio hasta aquí manifiestamente defectuosa. Si quere-
~os no quedamos rezagados respecto a. .nuestros vecinos, no
fttll bu. aplicar el calificativo de «moderna», a una enseianza
de ~ literaria. N 05 es forzoso fortalecer la enseñanza técnica,
it1c)~.t:rialyci.iiller,ci~l, bajo las lmúltípl~s . y va~adas for~l\SqiIe
1'eJ:ate., Las estadísticas hechasien los últimos anos para llU$trar
1'&5 discusiones de los que en el Parlamento y fuera del Parlamen.
to se han -icdicado a estudiar la cuestión de la reforma de 111. ea-
señanza en nuestro país, son significativas. Nuestras esenelas téc-
n;,4S son pocas y. tienen pocos oventes ; nuestras escuelas pro- '
{e4iof¡ales. nuestras clases de easeñanza comercial, organizadas
.por lo común a! azar, sin arreg:o a pian Alguno, son imperfectas,
(.ohaider ••eiones ptllíticas, por otra parte, han venido a conturbar
y trastornar las cuestiones de enseñanza que debieran haber
prevalecido sobre ellas. Loahles intentos debidos a la iniciativa
p;tt'itsular, en lugar de estímulo, han tropeaado r.OQ oposici6n,
inspirada, a veces, en una lamentable parcialidad.
':l' Tanto más penoso e" el esfuerao a que estamos obli&adQll,
r;u.lnto que la mayor parle <le los franceses no se han tomsde
nunca interés por los asuntos mercantiles. La profesión del co-
mercio no ha gozado de b. estimación que merece. Se ha ere ¡do
-como dijo en una.ocasión jacques Siegfried-« que puede IÓIG
apunderse por 1:1rutina y que está al alcallCO de 101 incap&cea
d. dedicarse a otras. ..
«La proocupacién sable la inferioridad .de la carrera mee-
esntil, por más que desapareeca algún día. y aunque, si se quie-
re, no participen todos de ella, ha pesado sobre nuestra civili-
zación toda entera. .v es una. causa de debilidad para la Francia
.1l0y" Ha. sido una gr"n desgracia para nuestro país, quemuchos
.J8Veoc. iDteli¡eIltel <¡\le hubieran podido pre$rle ¡ra~ ~
-4'-'-
vicios. ao se hayan dedicado s ocupaciones que se les represen-
taba eeme vulgares. "
• Todo hombre, decía muy atinadsmente Gerard. prefecto
de los estudios del Ateneo de Namur en el Congreso de Mons- -
es un valor y una fuerza. Lo esencial es que se encuentre en si-
tuación que le permita sacar partido de 5US recursos y hacer
fructiñcar el ~apital que lleva en sí mismo.' Ahora bien ; no hay
duda en que la repartición de las fuerzas sociales en nuestro país
"eso-maJa. Muchos jóv~pes emprenden carreras para lall que ca-
IC4;en de aptitud y condiciones. Y la causa principal de ello está
en nuestr3.S costumbres, Preocupaciones muy antiguas hacen que
muchas familias no admitan pfra sus hijos otras plOfuiotles que
las llamadas liberales. Esas profesiones, por desgracia, gozan
desde hace muchísimo tiempo de una estimación exagerad •.
«Algunos padres de familia comienzan feliztnente a advertir
el error en que hasta ahora han estado, Citábaseme hace pOco
eJ ejemplo de uno que, teniendo tres hijos du.lgualmente dota-
dbs por la naturaleza. no titubeó en dedicar al cctnercio al nl~&
activo de ellos. Del segundo, de genio poco emprendedor y de
carácter reposado y tranquilo y dado a. la pUlltualidad y al or-
den. hizo un empleado público, Al de menos condiciones de tos
tres rué al que destinó al bachillerato ; pulque cuandose es~
provisto de ese diploma y se cuenta con buenas r~io-
nes, no es muy dificil meter la cabeza en una Administratll;A1 .
pero ¿cuánto'> serán los padres <lUSo piensen y procedan tan razo--
nablemente como ese? En Alemañía, en todo caso.ltobundan mu-
cho más que entre nosotros.
F<Es-:amosmuy lejos de haber hecho tánto come Alemania.
por la conquista comercial del mundo. Si nuestros c~teS
poseen grandes y loables cualidades, carecen a menudo de in¡.;.
ciati'ya, porque su educación económica ha sido imperfecta. No
el~ por lo común en condiciones de competir con esos comer-
tiant« extranjeros, tan numerosos hoy en nuestras grandes ciu-
dades, donde saben perfectamente abrirse ¡camino. Son mucho
mii5 tímldOl' que sus cempetidores para negdeier fuera de su paiSt
Nb demuestran empeño en entablar negocios con el Eztf(njei9
y *C,D poqaisimos los que se resuelven a expatriane. :
-«<:(lD ra~ón nUe&tlfHmbajador en Inglatena, Cambón, dije;>
hK.pcCOS me6CS. ~-on motivo de la apertura de una escuela.
fraDUh de ccmerciril en Liverpeel, que 'el pCf30nal c(¡merdal
de Francia en el Extranjero es escaso, creyendo muchas ca..Q.lI
francesas qae pueden hacerse representar por naturales del pai~
y ao por franceses. !o. cual es un error en:~ n~ incurren 14s
alemanes, cuya prodígíose prosperidad cqm~ nene prjnci~l·
.~,1*~Q'"":~
. . '. elDúmOfO"~efk~·_
. ,- ;."
,,", ... "
-4%-
deres y de viajantes de comercio que han esparcido por el mun-
do.' Y no sólo son pOCOo los franceses residentes en países- 'ex-
tranjeros, sino poco recomendables muchos de ellos por sus cua-
lidades. Carecemos de jóvenes hábiles y formales que sepan ha-
cer valer el mérito y a menudo la superioridad de los articules
de fabricación francesa y que sean capaces de resolver con acier-
to esos mil problemas. a veces complicados y diflciles, de trans-
portes. tarifas. cambios. navegación y política comercial, en
cuyo estudio y conocimiento tan atrasados estamos.
«Una de. las industrias más prósperas de Alemania es la in-
dustria química. Pues bien: el éxito de ella se debe en sra.n
parte a que la.S fábricas de la región renana cuentan con jóvenes
muy instruidos, y. hasta con ddctores en Ciencias, capaces' do
dar a los compradores cuantos datos necesiten y hasta las más
complicadas explicaciones técnicas sobre los artículos que les
ofrecen.vNuestros viajantes no están ciertamente en condiciones
de hacer otro tanto.eTanto más debemos modificar en ese punto
nuestras costumbres, cuanto que ha pasado-fa el tiempo enque
industriales y comerciantes podían conformarse con vender sus
artículos en los mismos "lugares de su residencia, sin dirigir á lo
lejos sus miradas. El mercado del ruundo exige hoy otras enero
gías. Tendríamos mejor lugar en él si comprendiéramos mejor
las condiciones en .que se desarrolla hoy la actividad universal i
SI nos preocupáramos 1lI::5 en estudiar los medios prácticos que
emplean nuestros rivales ; Si conociésemos mejor las institucio-
nes. r las costumbres, la geografía y la lengua de los diversos
pueblos. Nuestra deserción .ccl campo del comercio exterior es
la que lo ha entregado a sus competidores.
«Nuestro país está amenazado, todavía más que por la acti-
vidad de otros pueblos, por la anulación de sus propias energías.
Tiene que hacer grandes esfuerzos, no ,,(')10 rara reparar !lUS pér-
didas, sino para reconquistar el puesto que tanto tiempo tuvo
en el mundo.» .
Volviendo sobre las causas de la. aversión de los franceses
a la educación industrial y mercantil, dice Blondel en otro lugar:
«Se dice que la cultura clásica da a la juventud francesa
( ideas generales » y amplitud de eSfJfritu; pero ¿acaso el es-
tudio de la vida ~conólllica contemporánea n.o se presta también
al desarrollo de ideas generales y hasta de Ideas muy elevadas?
En cambio, hay literatos eminentes que no poseen tales ideas
en modo alguno y que al razonar sobre cuestiones. sociales y
económicas, discurren con lastimosa superficialidad y ligereza,
También se dice que el estudio de ia antigüedad es más accesi-
ble a las intelig-encias de los jóvenes Que el de los tiempos ml)-
-43-
demos. ar.~endl) que la antigüedad es la mejor escuela de la
[cuentud ; porque es la juventud de la humanidad!
ccEse argumento, el' bien frágil; no sé corno, por el contra-
rio, no se considera peligroso imbuir en el ánimo de los jóvenes
ideas falsas haciéndoles fijar la atención en las bellezas de upa
civilización tan distinta de la nuestra que no se puede sin riesgo
presentarla como modelo a los hombres de nuestro tiempo, Los
profundos estudios Iiterarics sólo cieben recomendarse a los que
siguen carreras en que son de utilidad incontestable y para las
cuales demuestran ellos verdaderas disposiciones. ¿Puede negar-
se que muchos de los que se dedican ~.esas carreras harlan me,
[or en dirigir sus esfuerzos hacia estudios más prácticos. más sen·
cilles, más pedestres, si se 1uiere. pero más apropiados a sus
inteligencias y que [os harían más útiles a sí mismos y a su pa-
tria>
«Si en la marcha progresiva de los pueblos activos. laborio-
sos y emprendedores de nuestro tiempo. los franceses a pesar de
la5 grande> cualidades que todos unánimemente les reconocen,
no avanzan tan rápidamente corno otros, dé bese sin duda al sis-
tensa de educación que reciben, el cual ha apagado ese espíritu
de iniciativa ingénito en lél. raza, y que si bien tiene pocas apli-
caciones en las carreras liberales, es muy necesario. y en gran
medida, en las. industriales y cornerciales.»
Un poco adelante trae el siguiente pasaje de H\motaux. pa-
ra poner de relieve los requisitos y los méritos de \a profesión
mercantil: '
«Si hay carrera que exija iniciativa, perseverancia}" saugre
frfa. :iegurB.mtJlte es la ccmercial, Nada de permanecer sentado
con la plwu tras de la oreja detrás <le la cancela de hierro o de
la yentanilla burocrátjca esperando al cliente ; hay que salirte al
encuentro, perseguirle si se aleja, alcanzarlo a la carrera, adivi-
nar ses gulIto!J..inspirarse ero sus ideas. sorprendeé ei secreto de
sus tQnfusoadeseos. El comerciante de hoyes un creador y un
tentador j es el matemático que hace cálculos trascendentales :
es el geógrafo que mide los grados de longitud y de latitud-
ganancias del lado de acá de los Pirineos, pérdidas del lado de
allá; - es el sabio que. se apodera de los últimos descubrimien-
tos para sac&l' de ellos ~Iicaciones prácticas t es el artista que
arrallCil •. <4>ra a la hlWencia del ingenio, le :a.ñade la gracia y
Jll'edupcióna la moda. la multiplica, la difuMe por el mundo
y en.tr~la.belleza artística ante. reservada a .uhO&pocos, de

=~~r
pasto e.:lanl\lchcdumbre, '\ .
M4"oa.d,tJar1te indica lo que, a su juicio-.es la causa PMIl-
en Francia. ~lor~c~~u~ t~.c1Ubl{a ecoaé-
'·0
-44-
«El grall error en que 'hemos incinrride, es el de' creer que
]0 mejor de una nación se encuentra. entre los hl)mb"~ de
carreras liberales j y no haber compterr.dido que dehe fC(:tuw-
le en todos los medios y en todas las clases sociales. Hemos
concedido una atención exagerada a hombres, muy medianos.
por no aplicarle, otro calificativo, s610 porque poseían ~ultl1fa
clásica. Allí hemos creado una especie de aristocracia Í9l'ma-
da en gran parte por hombres' de ideas estrechas, que desde-
ñan a los que han recibido otra educaeién que la de los eo.
legios y los liceos, y que sienten celos de los que han con-
quistado posiciones pr6speras por medio de lás «artes usualelll,
valiéndome de la expresión que solía emplear Le rlay.. .
«Por el misrso motivo muchos jóvenes, enviados eon lA
posesión de algunas nociones de cultura literaria. redlJcidaa en
sustancia a bien poca cosa, han preferido la ociosidad bueo-
crática a la actividad que requieren las carreras industriales y
comerciales .•
A ese grande error añade luégo las siguientes t6moras:
«Hemos tropezadó hasta aquí con un doble obstáculo; 'con
un espíritu de vanidad, y con cierto eentimentaltsmo del que
nos es muy difícil desembarazarnos, Con. un espíritu de vui.
dad en primer lugar: ¿no obedece a la vanidad la Obstinación
de muchos padres de familia de un .siglo a esta parte en pe-
dir para sus hijos esa segunda enseñaaza clásica que hace que
en Francia - como dice Raul Frary - se fotien en tMl mitmo
molde el futuro fabricante de most;ll.& y el futuro minilltÍ'O?
Con cierto sentimentalismo en segundó lugar: porque' los pa-
dres y las madres de familia conoeiendo que las carreras in.
dustriales están expuestas a muchas vicisitudes, aconsejan or-
dinariamente a sus bijos que se dediquen a aquellas otras ..en
que no se corren riesgos. Las madre$ particularmente, Con gran.
des y loables cualidades, son responsables en gran pute de'J,.
incapacidad de nuestra juventud, Muchas de ellas, con ·suter ..•:
nura deprimente ~, egoísta - la frase es del Padre Didén, ne.~.
tralizan y anulan a sus hijos. Nada hacen por desarrollar su
iniciativa ni estimular su espontaneidad, educándolos en la idea
de 'lU4 deben contar con sus padres para Jesenvolverse en":!a
vid;]. 1 .

«y así sucede que en nuestra d~ft1ocrática Valicia, h~ bo


sólo mucha gente que no tiene el puesto que por suutílil1lld
social y su mérito les corresponde, sino también muchas t.a.
mas secas y muchos dedass!s que salidos de los liceos, después
de perder en ellos el tiempo, se convierten en UD estorbo y
bllta, a veces, en un peligro para la s~ied~,»
-45-
. Para l¡alir de este estado depresivo, que tan poco se con-
formaéon el sentimiento del patriotismo, M. Blondel opina
que es preciso que se modifique el espíritu público en Francia.
«Só'o entonces, dice, comprenderemos que la civilización con-
temporánea ha creado nuevos deberes para los que ambicionan
ser útiles a su país y trabajar en su engrandecimiento. Y estoy
persuadido de que pueda ser modificado profundamente el espí-
ritu público mediante escuelas técnicas bien organizadas.
«Así se lo daba a entender hace algunos meses Haller a la
Sociedad para el estudio de las cuestiones de enseñanza supe-
rior. '~uestr:1 ]~!lcucla politécnica, a pesar de su nombre, no fOr-
ma técnicos. En la.Escuela Central se estudian demasiadas cosas
en demasiado poco tiempo: es imposible aprender con alguna
profundidad todas las ramas déla técnica en tres años .•.• Hay
que ir a parar .1 las escuelas especiales. ¿No es extraño que no
haya en Francia. una escuela superior de mecánica? El ideal se-
rIa separar la ensesanza superior de la técnica, haciendo cursar
primero al estudiante dos o tres años la Facultad y mandándolo
en seguida por otros dos o tres a establecimientos técnicos do-
tados de un buen cuerpo de profesores y de un material abun-
cante. Además, fuera de las Escuelas de Aftes y Oficios y de al-
gunas escuelas profesionales, nada tenemos que corresponda a
las fi(l(hsd,u/(f.J ·alcmanas, donde se forman excelentea maestros
de talfer dotados de esptritu práctico y científico a un mismo
tiempo, y donde se procura eliminar del aprendizaje al empiris-
mo, dando siempre a los alumnos la. razón científica de lo que
hacen.' '
«Lippmann, aprobando en un todo las ideas de Haller,
añade que no están, por desgracia, bien preparadas todavla las
ideas para que se comprenda la misión y el objeto de las escue-
las técnicas, • j Qué error entraña la tendencia a repartir los es-
tudios en breves periodos escolares que tienen por término me-
diocres diplomas, en vez de disponer las cosas en previsión de
estudios de largo desarrollo!'
Hé aquí ahora las más notorias de las conclusiones que sa-
ca M. Blondel : .
«La impresión priucipalque conservo de mis investigacio-
nes, es la convicción de Que hay en Francia muchas fuerzas
inutilizadas; muchos franceses que vegetan en la medianía por-
que no se ha estimulado en eIJos el espíritu de iniciativa ni se les.
ha enseñado bien claramente la manera de hacerse más útiles
colaboradores en esa obra colectiva, que es, en suma, la prospe-
ridad y la grandeza de la patria.
(ILa doble reforma de la educación y de la instrucción es
de importancia capital, y esa reforma no pu.::1hacerse l'iatisfa~-
t-.j'¡,llnenle él! íos establecimientos universirarics. &m,~ó. Pi>
'irán darnos h5 agricu1tOf{:S, ~'):, industriales, Jos comereiaetes,
los :\,;mbrr:!; '1<:iniciativa y de ••('.riSn que necesitamos. Se re.
t¡t:ien'ii Nl.U elle 'Atas CSC1W!'lS v utras direcciones. N(l se tra·
¡:, (te 'l,::,difitar nLJ~·:r"~ teroperamento nacional, ,,¡no de des-
'!.<r'_ii:" en nuestr., j"~l\¡uct (;ualidaJe~ naturales que DO requie-
~cr;, ~.i¡¡oun c.llno apropiado para vigorizarse y fr'letincar,
CIen que las escuelas jo in(:u:;¡ria y de comercio son las que
m.is ,:ficazUlemr. put'rler¡ p¡'J.Jucír el resultado que r.e busca.
El .iesarrollo de la enseñanza lDdustri;¡1 y mercantil puede, hay
j\.' una apariencia modesta, contnbuír poderosamente '\ 'a prcs-
peridad (1<,nucstr» pals. E:- cminentemen te apropiada plT::.
darle d puesro a (;UC le permiten aspirar sus trdditic.mea)' cU$
tr.curtoC~. l,
y un pueblo tan necesitado de reformas saludables l' '¡Ile
todavía anda en pos de orientacione- <¡.;(' 10 salven ftel abi!l-
mo a donde camina ¿ podrá ser g¡;Íl'. y modelo de f'lUOS pue-
L10!; que anhelan ser grandes y merece el rcspem y la sim-
p&th de los (l'l'~van coronando la altura? ¿No es verdad que
~l Ufj ciegc ~ula ;l otro cic¡.:'->,••mbos caerán en el hoyo?

Otros países.
~taiia y España siguen las huellas de Francia y por ese
su educación económica se halla en estado incipiente, no
ol'T,;tante los esfuerzos que vienen haciendo de alg!ín fiempo
a esta parte por desarrollarla. Italia h:s ha dado más im-
pcrtancia a las escuelas de comercio, sobre todo a.Iss de:
a¡~():. I:l:;lud.¡(,::, aun cuando no Ilegan al nivel de ¡3.~ -a!ema.-
p,,~- Las dé I"enor categoría carecen de significaciou. Es.
,"","''\ tiene en provecto la .:reaciól¡ de tres Universidades
j.:M~ e-rudíos econérnicos, pero ¿pasarán a ser una rea1idad
",:un:i::.? En los pueblos la tinos abundan mucho 198 pro-
Y·'''''')>; :. escasean las obras. Lo contrario de lo q~ sucede
<:L los pueblos sajones.
Bélg ica figura en primera. línea entre les países Que
má5 laboran por el engrandecimiento propio mediante la
educación industrial y mercantil, agrícola, artística y espe-
'~:"!;~ente la profesional y C:;l\$efiL De-él dreeInondet que
~.~,:: pJ.Ís que mayor número t..en" de escuelas coroercinles,
\ ··.~'!la con ei l rstituto superior de Ccmeeeio JeAmberfils,
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