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Alain Guerreau EL FEUDALISMO UN HORIZONTE TEORICO ALAIN GUERREAU EL FEUDALISMO Un hotizonte tedrico Prélogo de JACQUES LE GOFF EDITORIAL CRITICA Grupo suitria Grialbo BARCELONA ‘Tea iin LE FRODALISME. UN HORIZON THEORIQUE ‘Tradociéa cvtllns de JOAN LORENTE Coben: Eni Sates (© 1500: Edldons Le Syeomore, Pris (© 1966 de In tracsgn caelana para Eaptia 9 Amésc: Eats Gifs, $.A, calle Ped de la Gieu, 98, Bcslons34 ISBN: 617052228 Depésito Ig B. 41-1988 impress en Eopata $984. HUROPE, 8.A., Recaro, 2, BareloonS PROLOGO ‘Me gustaria que los historiadores y partcularmente los medieve- lista: Ieyeran este ensayo de Alain Gnerrema, y que lo hicieran 2 fondo. Aunque para ello deberén —como he hecho yo— superar la irsitacién y a veces la indignacién que se siente ante Ia lecture de algunas péginas de Tos cuatro o incluso einco primeros capitulos de Ia obra ‘Alain Guetreau posce temperamento y talento de panfletario, ‘Tiene lar cualidedes y los defectos necessrios para ello, Entre las primers, la franquess, la provocacin postiva y, tratiadose de nuce- tra época y nuestro medio —l de intclectuales © histoiadores—, el ir directamente al grano pera proclamar algunas verdades que apetece decir 7 que, espero, apeteceré escuchar. Cuando Ia toma con el fatisefsmo y el «mito eotidiano» no pue- do por menos que flicitale por remover aguas tan enfangedas. El ‘mundo universitario esté complicado en tal cielo de relaciones, de interes y de compromisos reciprocos que solamente se critica a es paldas de uno, en charlas de pasillo o en conversaciones telefnicas. ‘Las resefias son casi siempre aprobatorss, las defenses de tesis idle Ticas. Las malas pasadas se perpetran fuera de campo. El debate de {ideas languidece, En cuanto al medio intelectual, 0 que se hace pasat ‘por tal, sobre todo el parsino, se complace en darse cobe mutes mente, salvo en easos en que el nimero de apariciones en televisién fo al volumen de ventas de un autor rebasan el limite que el resto menos favorecido de Ja tuba puede soportar. Se produce entonces ‘Lataque a utes 7 dientes, cualquier golpe os vélidoy el hombre, que 10 la obra, te convierte en blanco. ‘Alain Goerreau esté realmente interesado en las ideas pera —y ‘es entonces cuando las cosas se estropean— no sabe siempre dominar 8 BL meupatisuo sa temperamento. Demasiado a menudo cxe en los ezzores que juste ‘mente eprocha a los deme, En ea obra hay juicios sobre certs his- twrladores, muertos o vivos, que considero inadmisibles. Pera comen azar, los hay que no compatto en evento al fondo y otros deberfan haber sido no solamente matizades, sino liberados de atsques perso- rales ¢ veces grasuitamente insultantes. No lo digo para quedar bien ‘con las amistedes o mantenerme en el ciculo faristco, sino porque flento una verdadera estima o admiraciéa por algunes de las vieti= mas de Alain Guerreeu y, en cualguierexs0, no me guste que se salen del fuego para caer en las brasas, que se pase del faisesmo a Tos allides inconteolados. ay un caso, al menos, en el cul debo explicacones. Que el autor —eortésmente, es certo— no me deje al margen, no me extra. Sin ser masoguista admito la eitica —incluso, ¢ iba quizis a decis sobre todo— de parte de Jos mis j6venes, @ quienes el respeto rnonea debe patalizar (no hay temor 2 que esto ocurra con Alain Guerrenu). Pero estimo que Alain Guerreau franquea en varias oca- siones los limites de la critica edmisible por Io que conciere a la revista Annales, dele que soy codirector y me siento feliz de serlo, incluso si, como mis amigos de Ie revista, pienso que debemos rect- ficar o modifier su lines respecto a ciertos puntos y si estimo que, fen exte afo de su cincuentenatio, su historia no deberia escribirse ‘como una bagiografia. Pero soy sin reticencia el heredero reconocido, fen todos los tentidor de Ia palabra, de sus fundadores y dlrectores anteriores y compafero feliz, repito, de mis colaboradores sctuales, Los juicios —a veoes infamantes— de los cules son victimas deben ser estigmatizados aqui. Se pueden discutir su obra o sus excites, ppeto no honza e Alain Gucrreaa lanzer contra este 0 aquel sospeches injuries. EL estudio de Alain Guerreau e¢ «teaccionario» en tres puntos phir, ct Iamada a ecusa 0 sland los eps Be toriadores. Los grandes movimientosintelectuales y clentiices se han tido siempre —consciente 0 inconscientemente— de las ideas de Jos grandes antepasados, He crefdo descubrir una linea que pasa por Voltaire, Chateaubriand, Michelet haste llegar a la historia viva de 1. Para qué char a un peioisa que, con ef prctexto de que bay, y es eto, inflata de novedades, amalgno mova histori, nea Serta, mero PrOx0c0 9 iucstos dias en mis investigaciones. Alain Guesresu valoriza una linea Guizot, Furtel de Coulanges y (para uso de medievalistas) Jac. ques Fach. Tiene ranéa, y baciéndolo nos sporta revelaciones a mi hos y, es un primer mérito, incita a leeturas o relecturas stludables? Segundo I referencia «un marssmo aut, feo de wa lesa inecta de Marx y de usa reflerién personal a parti, no del dogma co del seudomarsismo, sino de la utilzacién de un método que sigue siendo esclarecedor en muchos puntos? Agut los lectores de este ‘ensayo no alertados se verin pronto tzanquilizados: Alain Guetreau, marxista, reflexion y piensa por sf mismo, ‘Tereero, I reafirmacién del carécter cienifico de Ia historia, es decir, de fa necesidad de un pensamiento histérico abstracto y de la persuasién de que hay une recinalided —de tipo eobjetivor— ea In historia del mundo y de la humanidad y una tacionalidad —de na- turalezaepistemolégica— en Ia cencia histéria. Alain Guereeaa seh ‘tomado quizé mucho trabejo al invocar garants,jlustres © no, de ess sctitud histérica, Fra suficiente recordar a Polibio quien, en el tglo segundo entes de Ia era crstana excibis (Hittorit, XI, 25 B): Ei objetivo propio de iz historia es antes que nada el conocer fos discuss verdadeos, en su real contenido, despues preguntase por qué causa a fracasedo 0 tunfado lo que hs eda dicho 0 lo dgoe hs sido hecho, ya que le narecién en bruto de Tos antec rientos es algo sedacir pero ind, y cl comercio de la historia no result frucifero més que si se le afade el estado de Is cata. De haberlo hecho, Alsin Guerreau hubria evitado resumis en ‘unas cuantas pfginas o en unas pocas lineas doctrinas més complejae ‘mance, cody exe pretamente uns ater Hira qpe seit, 1s apa eu tasue Ines bts Grane cho es, mics na ‘ay mis que flo indies a qlncs ned » pea Gv betopnd dd el epieto de cues flay nh tampoc aco ua saatvon Toa ‘Sse io un cocozuantcrno» que, ooo cult ain, noe puree ‘Sado costae eee 2, Quiroesbayinleido ol exleate so de J. Hard y G, Pimade Liv (Pas, 1964), yu sen ae stress aiportanda Ge Ga sotiy de Puta petal peoeaint yal modo ado 3." Que dren de querer incer cur ec ani en tanto ue too tia eatce taponsble del Gog, cana c Brngto seca teprale 4 le Taguig y Nemche de Hide 10 aL PRUDALISMO aque el magro y parcial resumen que da de elas, por més que tenga conciencia de ete peligro y, a veces, de este ridiclo, Conveacida, como Alain Guerrea, de que la historia debe tener, ‘como Lacien Febvre deseaba, «la preocupecén por las idess y pot las teotias,! me pregunto sin embargo sobre la inclinacién que Alain Guereau parece tener por la flesofia de Ia historia Que en el pen- samiento de los flézofos aparcaca legftimamente una flosofia de la Iistoria —cosa que él pone de manifesto sobre todo en el caso de Kant— y que sea provechoso, cuando no necesario que el fésofo ye historiador se conozcan, se lean y dsloguen, es algo de lo que ‘toy persuade. Cuando un flésofo, como Michel Fovcaut, une la ormacién floséfica la prictica historiadora quedo encantado del re sultado. Pero n0 veo fidsofos (Marx era un pensador a Ia vez que socilogo,historiador y economista politico) y todavia menos histo- adores que hayan practicado con éxito la fosofia de Is historia, La Historia —repitémoslo eungue sea banal, si bien conviene recordatlo fen muestra épcca en que lo ieracional aparece alll donde no lo lax ‘man— es una Genca cuyo objeto es In historia de los hombres y del ‘miverso en el cual viven, Pero entre las iusiones de le aresarrec- ‘én integra del pesado» (Michele entendla por ello nicamente la cbligaidn de no matila ni desencarnar la historia y de unir al rigor J imaginacién que requiere Ia explicacién del pasado) y la de una confusign entre historia objtivay e historia ecientiiny, tendencia ala que propenden todas Is filosofas de Ie historia? creo que es bueno, como por otra-parte ha hecho Alain Guerteaa en su tltimo capitulo, hacia el que tiende tode la obra, guardar el punto medio de tun método gue opera un incesante vaivéa entre la. documentaciéa (ese historia econstruida» que el pesido aos legs) y la teoria que, « través de la exten de esa documentacién, nos permite exponer ies expliaciones de Ia realidad histrica. 'No quiero decir con esto que los primeros cuatro captulos de se ensayo sean inttles o felss. Al contario, lo que deploro cs que crits escories —a menudo graves— los desuzcan y Timiten su slcanee. Que un historiador se presente, explique desde dénde habla, 4. Les, inaugural enol Callige de France, 13 de dcenbre 193%, iar ida en Combats pour voc, 1933, p17 3. Ous pendent es saul gue, « mands de a Inveiacdn de las ext ss, se orienta aca in amoda ana cause pines ¥ hace que ls historia te decane hala lasts, pxdxoco a se stfe en su tiempo y su profesién, coloqu el objeto de ests doy sus propiashipétsis en una perinene profundidad de dare én, el silo 2, spl dela historia, ego en el contexto de nestro Silo 3x, primero para su disipling, para las otras cencas sociales con las ue estérlaionada &ta después, que tome ejemplo de los trabajos recientes sobre el fendalismo pata denancar sus insufien- dat teins, y que nes entregue con este motivo su azarvo de lee tras (jeudntatinformaciones y revelacines una vez més), es algo aque merece slo clogios y ser imitado, ‘acoso si hay que lameatar ‘muevameate al lado de denunciasvalientes y lees, detaiads i justi, simpliceciones y maligndadesinadnisibles. fin la exposicidn sobre Ia concepeién que Guerreau ‘Dos obscrvaciones preliminares. La primera conciemne al téemi- so, Creo que nadie ba limitado en el tiempo, el sistema y la teosia Jn importancia del feudo mejor que Guerreau. Tiene razén sin em- ‘argo en conservar el término feudalismo, no por clea fdeidad (n0 ‘esto lo que caracteriza al autor) 2 una tradicdn mercista, sino porgue bien bay que datle un nombre al sistema que ba funcionado en Europa del siglo 1v al siglo xm, y el tradicional de feudalismo es el mis cémodo, inchuso si se funds en una etimologfa disetible. No se va, que yo Sepa, 2 desbentizar el catoicismo so pretexto de qu tno es realmente universal Si hay que conservar fendalismo es porque, de todas las pale- bras posibles, et la que mejor indica que nat estamos refitiendo & tun sistema. Y esto es capital, En eto, més que en lo te6tico (aun ‘que definiéndolo como Ia bésqueda de un sistema el término_sea ceptable), sobre todo, en la filosofia de la historia, estoy profun- demente de acierdo con Alsin Guerress. Cualquier sociedad en una cierta drea geogrifia (0, mejor, geogriicehistérica) y durante mis ‘9 menos tiempo, he funcionado segiin un modelo; el concepto que ‘mejor explica la disposiién, Ie interdependencia jerarquizada de Toe clementos que lo componen es el de sistema: Mejor que el de es ‘ructure, més limitado y més inmévil, si bien til a un cierto nivel, informe sobre la cobesién de lo que describe sin exclir, al contrario, las posbilidades de contradiciones internas, la vulnercbilidad rela: tive a les agesiones exteriores y, sobre todo, el estado fundamental de evolucién permanente, sungue el ritmo, la inveasidad y as mo- dalidades de esa evelucia varien con el tiempo, Es, pues, de forma 2 BL PEUDALISNO abrolutamente pertiente gue Gueress abla de fenconaminto- teoluctém, Bote cx el mec fundamental de ia historia de at sociedades que debe descubrir, analizar y explicar el historiador. No voy a corer el rego de intent resumis el modelo del fr dali propesto por Guerene, El mismo ator, n0 sin bbilid, ‘esi fcelo al final do's» bre, Simplemente pondré al dese Berto algunor sspector de so tabs que me parecen peticlar tment importantes, ca querer ace etc de los punton anny ae tuncdeios pero no desdefables— sobre le que tengo is das, Los puntos de vista de Alkin Gueress sabre I cada a feiia, sobre todo, siempre mgertios, no fon més que hipéei, Peo me gots tite todo d miedo got, mienten alts con far in eoksenc ‘EL ser, dstingee en A divers epecton —cunto— que po miten que el anilisis histérico se ejerza desde miltiples y distintas sproximciones, que no eben sn embargo perder de vista a dspo- ‘in en el ntestr de un etema Gio, Hl primes expect, el de la Flaca de dominion, que bare © ecioc coo perinente tment lt Gtincones‘oloumno ial defer Qa pence, agrlla entre vicuo persond y vinculo red), recoerda carter func seid ccs te I pos, ¢ nado ingeno, entre stores ¥ campesinos. Compora un excelente ‘yang a veces inalienemente poteocdo-— enliis de voce Insio ns ecnerds que l lenge x I primers via de nvenpaién del Hstoniador, Este camdo.comobore recente afimacon de Georges Duby (Les trois ordres ow Vimaginaire du féodalisme, 1978, egies 188-185), sin el eal cl modo de producne feudal ex te todo serial tislo més sgefcativo del acon el de dor ‘mines. Como. ye habia yo, destcado, cl senido fundamental de Boma ae spre con doin y gio see ca cs po» (vaso —perteneients als caps sperore—o sero, Sissy dees par nee de mock soe las nedeval La segunda aproximacién restituye por fin al parentesco el lugar egitimo —uno de los primeros— que debe tener en el sistema feu- dil. Agu ve conidern justamente lou sendoparentescoso parte cos aries (me he pareic, a tas de ss ies, que el vale fbrme parte do eve tipo de racons), 7 entre ellon el parentsco erpiitud, ve confrma Ya importancia de Is ideloga en cl ss tema Px6L060 B 1a terceraaproximeci, la del sistema feudal como ecosstema, 0 eb menos fecunda.Tatega ben Is economfe, que un economia vulgar —seudomarasta o to— ala o privlegia, ea el sistem, le sina el papel gue la guerra y el comerco desempeian en su funco. taimiento, da su luge al copecio y al tempo, isntiendo sobre le ‘ocién dé dimensén de las explotciones, legimando una dindce feudal que se aricula en dor grandes pefodos, una fase de cont tuciéa de los grandes dominios que desapatecesia en el siglo xt 7 tuna segunda fase del siglo xu a siglo 3mm, fuertemente matenda poral rol del estado feudal. Ente amor, la gran fase de expansion de os siglon xian se expen sobre todo por el ehundimieno del yugo comune, que permite el desarollo demogréfio, los progreste texnolgios, el orecmientotrbano, la plenitod intelectual Por itn, la euart sproximecin pone de relieve el dominio dela Iglesia. A partir del anlsis del dominio, Alain Guerra, dodo quisés un sentido demasiado retictivo al temino derecho, fa afirmado la neceidad de snail sistema feudal en tminos de poder mis que de derecho. Era cncepen,jsta en Su conjant, Je lleva « otorpar por fin a la Iglesia su loge, cusndo la mayora de histoadores de la Eded Media habia sido incapa de dat ante de su verdadero papel. Unos no velen en le Iglesia mis que ¢ anor sefoesfeudales parecdos alos ottos sears; otros no peraban mds aque las instculones eclsistica, sin ser capccs de explicar st Inger, desde Ie produesién econdmica al encuadranieato idolégco, tos median bien sa importancia «politic, pero la buxaben en el simple enfrentamiento con el imperio o ean Tor monates lalcos> ‘hacer de ella un fendmeno central en la estructura y el funcio: samiento del sistema; otros, por fin, halen historia religiosa ol odose de la Iglesia ‘Abora bien, el control del sistema fecal pasa en todos sus ele- smentosesenciles po I Ilsa, ua Ilesia dz edlibes que dominsba 1s produccén exonénia, ln medide del tempo, los laos de paren $e ean, cars y la, le wei ye cide Iglesia, cuya dominacién fue por ott parte en certs eepectat enclose pars le domindor,cnansd etl confonto to slo la reproduccéa, sino incluso las rlaciones de producréns del tema fend ‘Alsin Guetreay, medicvalista, en cay opin fandamentada exe sistema, del que a0 puede afirmar ue tuvier cokerencia mds qe 4“ BL MPUDALISMO ‘en Europa, ba persistido a través de sus transformaciones del siglo 1 al siglo xr, se ba interesado evidentemente sobre todo en la parte propiamente medieval de esa existencia, Me parece que sv andlisis lumina, entre otros, los reccates trabajos de Jean Delumenu quien percibe céino la Tglesa, en trance de perder sti poderio entre los si- flos xv y xin, se vuelve rigida en la defenss de sus posiiones y hhace asi reinar sobre la Europa extlica (lo que sucede en Ja Europa protestants no es en este sentido muy diferente) el miedo de Oc- cident. En la Edad Media, ea cualquier caso basta el siglo xm, se ve a J Iglesia armar s2 dominio sobre las tes funciones de lo sac, la fuerza y la propiedad, de las que tambiéa intentan apropiarse los reyes. Es una de las contradiciones del sistema. “lo més nero de ebro de Alin Guereny —s novel pro cede 2 menudo de disposiciones inéditas— es hacer que se manten- jgan juntos clementor demasiado frecuentemente disociados por el fndlsishistrico y baberlos estructurado sélidamente en un sistema ‘ayo funcionamiento y cuya evolucién explics. : “Me gustaria que Alsin Guerrenu, quien en tece afios ha acu smulado saber, experiencia y refleiones y quien nos da ese modelo {que ningrin medievalists, que ningin historiador debe ignorar, nes ‘ese también sépidamente los estudios partculeres que ha empren- ‘do, muchos ya en avanzado estado, ¥ que confrman la autenticidad de su trabajo de historidar y Ie importancia de su naciente obra 'Y deseo esimismo que conserve 7 nos comunique la combatvi- dad de buena ley, ol gusto por el contraste de idess que quia nos {alte demasiado, pero que se desprenda de los malos espritas de la agresivided impertinente, Jacques Le Gorr Capfrozo 1 AL-MUQADDIMA Ta naturleas del estima es siempre Ja verdad. @Y qué le aeribuis por naturseza? a mottstia. Goothe dice que solameate el pondiosero es madera, asf qu es ea porio- ero en lo que queréistrtsformar el expt. + ste, Kant, Manx, 1842 No existe camino real para In clencia y solamente aguelos que n0 tien fatigase | tscalando senders esarpados nen Ia por ‘unidad de aleanzar sus cumbres Tamiaces, Kant Mans, 1872 |, Dos aspectos de una misma necesidad. Considerer Ia historia de | Buropa, desde el siglo vr al siglo xvmr, como un todo, excluyendo | cualquier otta perspectiva cronoligiea o espacial; coastrair un esque- | ma tacional de ese todo, es decir, un eequema susceptible de infor- ‘mar simulténeamente de su funcionamiento y de st evolucién, Ta tarea es considerable. La mayoria de los historiadores ‘catia su fundamento, Un esquema racional, 0 conjunto sistemético de canceptos, es algo que puede asimismo llevar el nombre de teora, | en Ia medida en que el ensayo que sigue no es, y Jo eubrayo aqul dde una vex por todas, més que una etapa, abicrta,o:ientada en el | sentido de Ia necesidad defnida més arviba, no es, en consecuenca, TUE Ssi Hest 16 EL FRUDALISMO ‘tra cost que un horizonte. No cabe mejor defiaicién del objeto ‘deal del presente trabajo que la de horizonte te6tico. ‘Un conjunta sstemitico de conceptos no se decreta abstracta- mente; no més, por otra parte, que los diversos conceptas que s© busca agrupar o precisar. Empezamos a seber que ningiin concepto, ‘como tampoco ninguna palabra del lenguaje corrente, tiene sentido por s{ mismo, sino que lo adquiere por su posicén en un campo seméntico, x, fe da el caso, en un conjunto més menos te6tico, Campos conceptos no poseen existencia abstracta: viven solamente cn y por tin conjunto de pricicas sociales, eventuslmente denomi- fnadis, por afadidare, centfeas, La intencién, peccibide como una necesided, de actuar en un campo conceptual para intentar a menos contribuir a una elaboracién teérica se enrafze, por tanto, doble- Imente en la préctiet: porgue la adquisicién de conceptos y' su max rnejo no puede efectuarse, a pesar de lo que algunos piensen, més ‘qoe en el seno de un canjunto social particular que llamaré la insti tucién historiadors, y porque la intervencidn en este campo es el froto (penosemente madurado) de une reflexién sobre mi préctce antetiot, y constituye de por sf una prictice En ests condiciones, un método correcto exige que se comience ‘por un balance ordenado de esa préctica personal, consderacién previa que permite ala ver situar esa necesidad, darle un sentido y, ‘quis, ademés, observar una cicrtarelacién entre prictice cients 4 pricica socal global. Antes de pasar al dessrrollo de Ja tellexién historiadora y abstracta empezaré, pues, por el anilisis sucinto de trece afios de sprendizaje y de actividad como historiador profesio- ral, agrupando las conclusiones ecteeles de esa experiencia en cut ‘ro rebricas, de desigual importancia. [RONKONEO PARISAICO © MITO COTIDIANO Durante el afio que pasé en el Lycée Henri IV. preparando el ‘examen de entrada ala Feole des Chartes, me assltsba con insopor- table acrisud le sensacién de chochee intelectual; que luego passe Ia prueba llevando como tinico bagsje cinco mil palabras de latin (cetoniano) y un esquelético resumen de la Histoire de France de: Lavisse, hobiera debido sorprenderme, pero no tenfa demasiado tiem po part ello, samergide como estaba en Ja atmésfera ireal de un AbNDQKOIAMA 0 cestublecimiento donde todos los selojes bubfan dejado de coreer en 1880, donde la mayozia de las clase brillabun por su falta de intel gencia y su arcafamo y donde las restantes se volvfan insoportables yor listo mismo de nei obgsén ramets de sti Comparado con un tradicionalismo de signo tan constrctivo, el nfs leve liberalismo se adornaba con Jos seductores colores de la inteligencia y de la razén; junto con elgunos compaiers, érecuen- taba con avider Ia Sorbona, las secciones IV y VI de la Ecole Prati que des Hanes Beudes. Encontraba alli maestros de gran valor. Fntretanto, tres 0 cuatro afos de aiduas visitas y de ebriedad inte Jectual me permitieron ecumler, de forms lateral ¢ ireemisble, gran cantided de observaciones socialégicss, cuando no gaoseolégicas, 0- bre In relacién entre prictica intelectual y funcionamlento real de I instinaién y, sobre todo, organizecién multidimensional del campo; 4 ese respecto, el insensato desmembramiento del antiguo Institut . Seis meses de trabajo como archivero fueron suficientes para que comprendiese le teparacién entre lo que se be convenido en lamar rutina edministrativa y el trabajo intelectual. A continuacién, cuatro aos de ensefanza secundaria en Paris y en los suburbios, me per- ritieron observar un amplio abenico de reeciones, en funciéa de la edad y el medio social, frente a una enseBianaa bastante tradicio- ral, Agu se desvanecié también rfpidamente mi ingenuidad y me di ‘cuenta de que los alumnos, previamente condicionados, esperan del profesor de historia y geografie (igual que de los otros) una ensc- Sanaa clara, antoitarie y produetivista, y una retibucidn equipars- bile a los esfueraos relizados, El disorso insustancial sobre el inte és que existifa por amotivars a los alumnos y por bacer un aLeuguond » Tamanieno 8 ss cinictivan no ex otra cose gue I cotrpantde fantnmagSica de las dicaades de la osu escolar em gene ray porous pare, la eacén efectva de tales latencones po Gia enactments cl lect contri dl qu cree dee la mayo a de quienes sodicnzn semsante posture. Sea ano images que pads exist dsiatn tacones de autrdad cate potent ¥ unao sen el profesor epic Indien este wh piso tn estanbre, una aplccéa inyetvao uaa aplccida sabre, ua ila somes y una caudal git Puede parecer inevitable que para sexplicar» las cruzadas a los chi ae rt obleado a utr Ingen del eter, pero soe segunda guera mundial Sea eozebida ea eis tanto pscliicos cpio ami den vem eae mundo on de felete y dledocho fos, on cles no volventa seguir aingia cao de Hs ov cio, ogo spe Seber ie sr problemas y, sin embargo, supa be oo el més mio coment. Ho sobre la cost a aguno de mis colegas. En ests condones for gu exrafase de qu I Invesigacin hist sea conecbid “ntamene como una nea polit y de que los achior esta Plagados de genealogistas? Cuando uno, que pese a todo es medieva- Tne, empujado por a ianta custondad, pone Ia vst sbre un ‘manual de ensefianza superior y busca en él una se entregan a una pantomima que recuerds inexoreblemente td movimiento browniano. Parece que nadie se sorprende de que tlgunos de nuestros mejores medievalistas se crean en la obligacién de eseribir varios centenares de péginas sobre un rey o una batalla (cscogiendo, ademés, un «gran rey» o una gran victoria), «No se me fexcapa> que esis obras utlizan los més modernos conceptos y pro- Dleméticas y que pretenden subvert el génezo tradicional, pero asf y todo. ¢Es neceserio confesat que 1a méquine comecocos televisiva. me inspira un disgusto jlimitado? Disgusto representable como una ‘fanciéa —no convergente— de algunos sinatos al af que lego pasar frente a ese objeto farmacatico, Poseo tn recuerdo preciso de tuna emisién, «Le tribune de I'histoire>, dedicada un dia de comien- 20s de 1970 a una muy mediocre pelicula sobre las relaciones entre ais XI y Carlos el Temeraro. El ereépago de sabios encargados de diseatir Ia cuestién era en verdad muy vatiado, procedente de las ts ilsires.nstituciones. Ni uno solo de ellos foe capaz de respon- der e est solapada pregunta: gpor qué Luis XI y Carlos el ‘Teme. ratio se daban invariablemente el tratamiento de «primoo? Me ex ‘ontraba en compatia de varios chertises y esa ignorancia pontifi- fedora desencadené une franca hileidad. Mis recientemente (el 2 de febrero de 1979), una emisiGn con pretensones literaias reunia frente a las cémaras y micrSfonos diversas lumbreras histoiado- ras, Anunciada sonadamente (9éase la publicidad Gallimard en Le ‘Monde del 3 de febrero de 1979, p. 25), la emisién suscits diversas reactiones: véase Le Monde (45 de febrero de 1979, p. 24) 0 Le Figaro Magazine (10 de febrero de 1979, p. 19), Catiosament, si se sme permite, el cronista de Le Figaro parece huberse sentido mis seducido que el de Le Monde. Esa publicidad televisiva se produce fn Ia confusign més absolute y Ia razén estf clare: un eGctel de n+ teociones litrarias,politicas y comerciales nunca constituiré una es- tratepia de investgacién cientiiea. De esas observaciones surge unt AeMogADINONA 2B ‘nica conclusién: que tal historiador y/o medievalista se divierta desilando por la pantallta y/o busque redondear tus ingresos men- susles no me parece mal, personalmente; lo que, por el contatio, sme molesta profundamente, es que cuslquiera de mis rzonamientos aque Haman la atencién sobre Teyes cstatistias banales 0 sobre al- sganos conceptoscortientes en antropologia sex declarado difcl, por 0 decir ncomprensible,y que un interlocutor pueda ereer pertinente calficar esas investigaciones de especulaciones y se crea com dere co a asestarme, como si fuera un porazo de cattéa pide, el at spumento de la clegibilidad> y de los limites de comprensin de un prctendido «piblico», Por desslo de algin modo, esas adbitas ganas de contacto con el pablico» sirven a la vex de exeusa por le fale de una real perspectiva cenifica y de pretexto pera ahogar las ten- tatvas, hoy inispensables, de concepsaiaacién y de enérica tans: formaciéa de los métodos de Ia erudicién. Y si se me pregunta qué pienso de nuestra gran ssata nacional responderé con aire bulén que soy borgodién y prefiero los ingleses. ‘Los dos pantos siguientes evocaréa dos grupos de observaciones de atalla» mucho is reducida qu las dos presedentes, y, ea certo roodo, subsiiaris: la coestién de le sepmentacién interna de os cstudios histércos y de ls relaiones con las otras ciencias sociales, las manifestaciones encubieras de investigacones que tenden | proporcionar instrumentos susceptibles de contibuir a un desstrollo realmente cientffico de los estudios sobre la Europa feudal La prvistén Det, TRaBayo ‘Todo el mundo sabe que los studios medievales esta segmen- taos hasta lo infinito:flologta y literatura para los literatos; tolo- ay rena abstacen para los Slésofos; arte y anquecloga pate los historiadores del arte; derecho pilin, privado y eanénico para tos jossts; esa parelacion en especiliades se afade la parcel. ciéa por paises, cuando no por replone: expecalistes ea historia ingles, alemane, italiana, del Trl, del bao Pitoo, etter, y la arcelacén por pevfodo, cade ver més reduidot: capeialisas en Inala Edad Mesa, en la Edad Mei cently en le baja Edad Media, cuando no simplemente en les sfor 1340-1345. Esa segmentaisn, fel de justificar por las ventsjs de la divisiéa del teebjo, com. 2% RL PERUDALISMO ‘porta su propia dinfmica: cada uno, segiin sa posicién jerdrquica, tHende @ fabricarse una especializacién, producto de una parcelacién completamente emplcica, que le permite precsamente afrmar su Ingar fen la jeratqula, Por mi perce, a despecho de todos los disustos que ‘eso pueda cresrme, tigo pensando que ser medievalista es yt una tspecielizaién suficientemente Limitada si se piensa en el lugar real {que la Enropa medieval ocupe en la preccupacién de nuestros con- empordneos ¥ que, ademis, esa fragmentacién anfequica no es el ‘menot de los obstéculos para una refiexin cientfca, Me cuesta en- tender, por otra parte, las razones por las cuales en Francia sea la Boole des Chartes el nico centro docente donde los estudiantes reci- ban, bien o mal (aparte cl famoso espirita chartiste, que es exact meate eso que Pierre Bourdieu llama un bebitus), una formacién ilobel que cubre la mayonia de las especialdades ates enumerades: arte y arqucologs, filologia y literatura, derecho, més estadistica © informética. ‘Ests mltiples parcelaciones se complican todavia mis por las | ‘entntivas Tocales de colaboracién con otras cencias sociales. En un | Drincipi, se trata de tentativas extremadamente simpéticas, ya que | fl fin al cabo parccen ir a contrecoriente de la 1dgica de division | ‘ya evocada, Pero sascitan dos observaciones: 2) la mayoria de las | fentativas que conozco correspondian # estretegiasindividaales (0 de) pequetios grupos), tendentes mis bien 2 imponer el reconocimiento | dde-un nuevo objeto, por tanto de una nueve especialided, que « pro-, ‘mover zelexiones y métodes interdisciplinros. 6) Los desordensdos | tesfuerzos que en ese sentido reliza Annales, en principio tiles, slo ‘han desembocado en la agitacién, mis o menos generadora de efectos | de moda, La revista Annales, por diversas razones y contrariamente) ‘alo que habia sucedido antes de 1939, no se ba sentido obligada a intervenir explicitamente como tal en el plano institucional: en con secuencia, no podia esperar ver los frutos de una politice de la que] hha carecido. El hecho de haber intentado yo mismo una experiencia bidisc plinaria,intentando adquiti, a partic de 1973, una formacién y una pricticn suplementasias de antzopologia me aporté, aparte un enti-, {quecimiento te6tica insoepechable « priori, una visiéa mucho més) ‘lara de ls obsticuloey de los peligros que surgen en una trayectoria) de exte tipo. Sobre todo, al principio, me sorprendi6 el hecho de’ que historiadores y antropélogos, cuando utiizan las mismas pala ALeMugaDnOGA 2 bras, no estén utilizando de hecho los mismos conceptos: étor estén estrechamente ligados a una prictica de la investigscién que, pr mux chos esfuerzos que se hagan, no puede ser la misma en un sala de archivo que en un puchlo de le selva aticana; de ab las dificultedes de comprensin, mucho més ineémodas de evitar par corresponder a diferencias invisibles a primera vista. La vinica via que permite uti lisar simulténeamente experieacias y métodos de relexin de ambas dlsciplines es la de Ia doble prictice empirca, al dar un aoceso real al manejo de los conceptos. Piensen lo que’piensen determinados histociadores, uno no se hace antropélogo en Pars, tras una mesa de imabsjo. ¢Es necesario hacer constar que no he encontrado un solo historiador que haya sido capaz de no considertt los nueve meses aque he pasado en Trak més que como tuna «desviacin» en mi ecarre- sam, que haya parecido comprender que, no por aberme preocupado ppor otro objeto que no fuera la Eded Media occidental me habia desviado un solo instante de una perspectiva tética de invesigecién de sistemas conceptusles aptos para informar sobre los sistemas s0- ciales? Nueva prueba, en caso de que hiciese fal, de que @ los his. toriadores les cuesta en extremo pensar en términos que sean objetos yy sustancias concretos. No me extenderé acerea de las molestis inti- tucionales de mi empefio que, al no formar parte, evidentemente, de singin marco preesiablecido ni de ingune jerarqula universcaia reconocida, no podlia ser asomido por nadie, a despecho —o quisi ‘wmbién a caust— de la ignorencia crasa de las relidedes iraqufes cee, cian los medios digemes frances, sempee ben infor En definitva, el peor aspecto de esa divisién del trabajo y de esa segmentacin general de la materia histrica es que no estin compen sadas por ninguna capacidad para plantear y dominar abstractanente 0, si se prefer, fedricamente, los problemas particalares 0 globules, e tal o cual sistema o subsistema social, DSwoE HALLAR UN ESFUKRZO DE REFLEXIN ARSTRACTA? Elector que me ha seguido haste auf ya lo habed comprendid: al tipo de trabajo que actualmente me parece indispensable a la vez para sacar Ta historia medieval del atolladero y para ovientala en tuna direccién que merezca ser Iameda cientiice —se trata de le Goatees air he as ee = Pe ee ge men co (ee ia ah oie eee Sel ln ei pe gre pee ie cos Ge See Se eco Se en dee in le en eee re rete heen cele os conto be as es a ee ce pe ere owe, me reg esl cima eT ee ie eres noon cae oe) er ct si os ee de guerra, Reflexionad, reflexionad, pero concluid siempre con una hegre fen oi el pment da ere seh eee ee ae ee ee = eee ey de i ene ee fam a ce ep ieee ye a mim cm a | sce ole cement lps sel a oa ke te cc ee ew i ie Ele epi are cna re Se ae til ape ee see eee rc mee mid osha ate oe nies aes Se eel cece re aes wee dome eae ble pepe err aes Se a ate 1 years Se ae a ei ere ere tenn eaiy ae fe a ene ae ee | AL MOQHDIEA riadores hacia una relexiGn epistemolégica profunda y a una cons- tructiva apertura hacia prometedores esbczos te6tics. Los histociadores franceses, que en la inmediata posguerra se ha- ban unido en masa en una especie de economicismo empitists, han conseguido acumular sobre ess base una considerable sume de cono- dmientos acerca de los grupos sociales. Peto esa sproximacia, muy limitada en sus fundamentos, se agota. La cteaciéa en 1975 de une “Société dude du féodalismes que, desde entonces reine en sfbado por la tarde tres 0 cuatro veces al aio a medio centenar de historia dares, es el indicio certo de que existe wna voluntad de cambio orientada hacia la rellexidn teérica, lo cual permite esperar impor tantes desarrllos por parte de exe frente, En Inglaterra, en Alemania, en Franca, han aparecido en los él- timos diez afios varias obras fundamentals (sobre las cuales babla- zemos mis adelante) con el feudaliemo como tema: ninguna, 0 cis, dna tendo derecho a una reeensdn ea tna cualquiera de las principales revistas de historia franoesas. Por suerte, etos libros existen y el efecto de ocaltecién producido por la instiruciéa no puede supsimir su existencia. El incremento de intercambios de ideas y de informa- c6n en el plano internacional deberia contribair seriamente @ debi- Iitar ese efecto escamoteador. Conclayamos. Este andlisis, efectuado sobre la base de una pric. tica —variada y un tanto privilepiada— de medievalista francés ea Jos afos setenta, incita sélo a un optimismo moderado. El conjanto de insticiones’ en las cuales estén integrados los medievalistas y sms generalmente los historiadores, funciona en la actualidad sin sus- citar ninguna emulacién eapaz de sostener una verdadera dingmica de invencién cientfca, contrariamente a lo que ocurte en otros sec: tres de Ia investigacién y contzriamente también —lo olvidamos con demasiada facilidad— a lo que ba pasado en ese mismo terreno fn Francia en otras épocss, La stuaciin de esas instituciones que constituyen un subsistema de Ja estructura social francesa. global debe ser relacionada con causes ala ver interns y externas. La mayor parte de quienes detentan las parcelas del poder administrative © intelectual en el seno de las mencionadas institaciones,integrados en el seno de Ia expa social dominante —capa torial que, imbricada en 2 | una situaciin de crisis cuya resolucén supone necesasiamente la de- saparicién de los privilegios politicos y econémicos anacrénicos de wan parte de sus miembros, se dedica sin embargo, cas exclusiva: = 30 EL FRUDALISMO ‘mente ala defensa de esotprivlepios bajo pretexto de un seudolibe- talismo totalmente insensut0—, optan por un unanimismo de fachada 4 una defensa de las esituaciones adguiridas», temiendo por encima ‘de todo avivar las contrediciones internas, cayos destellos podsian ‘Povocar perjuicios de consideracién al conjnto de esas instituciones, f propésito de les cuales casi todos tienen conciencia de que estén, ‘cada ver més en falso respecto al tejido social global. Muchos de ‘aquellos que, por diversas rzzones, deberfan agitar un poco més esis dormides agues, no lo hacen, absatbidos o agobiados por otras di. caltades. Fs patente que ese inmovilismo amontona las cuestiones no remueltes y que ese estar ea falso del que scabo de hablar se | sceatia dia a dia. Todo sucede como si la instinaién estuviese actual ‘mente organizada para obstaculizar las revsiones y transformaciones ‘profundas de métodos de investgacin y de formas de refleién que, Drecismente, son indispeneables para sa propia adaptacia y las tink cas gue le permitsfan jugar el papel social activo que deberis tener. ‘Vemos en qué pelirosa perspective eoncrets se inscribe la volun: | tad de contribuir 4 un esfuerzo —ya comprometido— de construc cin de una teoria def fendalismo, Pero igualmente vemos por qué semejante empresa, a pesar de difcultades y peligrs, reviste sin is ‘usin cl cardcter de necesidad préctica muy general, con independen- tda de las condiciones particulars personales que me han levado coneebirla, Ahora seria el momento de entrar de leno en la relexin | sracta, si un certo habito de la forma de pensar de los medicws Tistas no’ me hubiera dejado entrever In conveniencia de presentar lo que en términos de edisertacny se llama un ejemplo». Ya que la tatea es agradable y divertida, me entrego a ella sin pensirmelo, Uy syeMezo pp aponta per. pIscuRso Hisréaico: {RL DESARROLLO EUROPEO DEL SIGLO XI AL SIOLO XIII “He clegido un tema conocido con el fin de evitarfestidiosas pre- sentaciones. Todo ef mundo sabe que Europa conocis, més o menos del siglo x1 al siglo xr, un gran desarrollo demogréfico y econémico. En el marco francés Gnicamente, se ha dedicado una abundante pro- ‘duccign historiogrfica a ese tema en los ities treinta afios. La pregunta iogenua, que sélo al medicvalista avisado pareceré cautelosa, Acvgapm a xysin ninguna intencién de exhausividad algunas obras que figuraban en mi biblioteca y que, por su contenido, purecan poder aportar al- ‘guna luz sobre el asunto: por un lado, cuatro manuales de enseianza media, por el otto, cuatro tess; en conjunto, acho «grandes sates». ET manual de quatridme de Paul Labal (Hachette, 1962) ae inicia con un categérico prefacio: «Esta historia es decididamente explice Fioa. El desgloe de expitulos ... Ia preoeupacién por que figure Ie Sistoria de las téonices ... deen permite a comprensin del encade- ramiento de los hechos y asimilar mejor les nociones, muy confusas cen guatriéme, de causa y de efecoo. Lego resulta que este hermoso cencadenamiento no se ve tan claro. Consltense, sino, les péginas 32, 37-39 y, sobre todo, Ia pégina 87, el apartado tivalado «Las causes (de la renovaciéa comercial); las téenicas dominan: nuevas técnicas sgxfeolas y mejora de las técnicas ndatias; al lado, no obstante, figu- sn Ja demogrfia, las roturaciones, Ia seguridad, a Iegads de mer cancas orientales y los nuevos gustos. «Qué légica tiene «80? :No hay aqui causes que podtian ser tambiéa efectos? Y no complicamos Jas cosas. En Jo esencal, aquf las nuevas téenicas son presentades ‘como el primum movens El manual de quatyidme de Jacques Le Goff (Bordst, 1962) dedi- x dos capitulos a la cuestidn, EI movimiento de auge aparece més explicto que en el manual precedente, ‘Desde finales del siglo 2 aprosimadamente, Occidente conocié grandes progresos en el mbito de la tknicas y de Ia ecnomta Como la base de Ta economia medieval ers In ders, ess prose: 00 ae manifest antes que nada con une revolicién agricola que callers el incemento considerable de Ia poblacién y la coca de Ia situcién jordica socal de Toe campesinos, ‘Al mismo tiempo una revoluién comercial, eines, Ese movimiento prosguié durante varios sigor y sleans6 su spogeo en el xm (pp. 113-114), 3 rune oe sn nis do es int: = i i cond a nse fe case del auge demogrifico; ae ope ls le single sau: te ea comer ial yurbuna acompaié a Ie revolucién agricole, Perfecto. Sin embargo el origen de ests famosas revolucones spor qué esta plétore? He escogido simplemente por comodidad | sigue en Ta més oscurs penumbra, a. 32 mL FEUDALIBNO EL nuevo manuel Bordas de 1970 (F, Autrand, A. Vanches, 1M. Vineend), destinado en esta ocasién a alumnos de cinguiéme, s¢ | decanta de huevo por una presetacin més texainante, Ast, en Ia | ‘pigina 62; «Renovecién de la agrculcura del siglo xx al silo xm. | Catsae del progreso: instrumentos més efcaces, animales mejor uti Tizdos, mayor mimero de hombres». En cuanto al comercio Ix cosa ce todavia mis sencilla acl estalecimiento de Ia pax favorece os | intereambios comercaleso (p. 68) | Tegan por fin Ia reforma Haby y el mannal Botdas de 1978, soles caya porta reaparecen Jacques Le Goff y Mare Vincent, asx ‘Hos ahora por F. Beaute, J. Duplguier, R. Fomene y J. Solety file: eames la péginn 114: ail campo se ensiquee, A partir del si flo x la prodaccién agecola mejora y Ia poblecién sumenta ... Ese esurgimlento demogrico crea nucvas necesidades y stimula los Drogreos aos: se rotura una parte de los bosques, mejoran| Is técnicas agricolas ...». end Permitaseme proponer una adivioanza equiéa ba cambiado de pinién? Jacques Le Goff © Mare Vincent? | “Quisdeemos cece que en ls ageandes tessy las ideas generales) no navegen con igual despreoeupacén : Tie de Georges Duby sobre Ia Mécoonss en los siglo xt y 2 (1953) muestra un cundro bastante distnto del que suele ser norma genera, Parcce ya baberse alcanzado Ja csatutacién» demogtifca Geando comin I documenta exhaustive de, Cluny (edie ‘Laigle 3). Duby, que, por otra parte, sdlo concede en su tsis un} See ge Leon, bso male be tio = lqprogreso de la cculacién comercial a pertis del primes tercio dl) Slplo 11; cree que estin en el origen del ange urbano, el cual, a = ‘vez provocd distintos tastoros en el campo. Tr esis de Robert Fossier sobre la Pari sural hata el flo sant (1968) esté mucho més orientada hacia las custones me fetidles y_dedica un largo capitulo los «nuevos elementos» (pt finae 241-299). Estos elementos esti aprupados en tes tipas: 1) el] inero y-d hier; 2) una nueva meotalidad (el espistu de benefico| Jin funla conyuel); 3) el auge de la poblacion. La ectaza dees] Zapltalo produce la impresiga de que Fossier oscila entre dos post fas, lap cuales no son por ota parte esticamente incompadbles Con el desiclo brusco de lst sclaciones de intercambio, Js acannon, » orminds pum, ena ega mit dl silo x ao {Pipes de ene met) perma fetes feoss iif dees heals apes el Sit i us fo te) «en So Cato, ea ex mr cl, on pte oni de ‘cién_hizo saltar Jas dltimas barrerus (p. 246). we "ute 100, que mura el cmios d dapear conn, 1122 cin ies mp on na Yer tao eta, bins) die gn sobe Sto ods «a Pa hc wa gt, See Seer de Semon oe (38) Primero hay que destacat que al atibur a los normandes un spel «todas lices postive, Foes va a contacorrente de la idea Ibis extendida, que, por el contatio, hace des pez la condcia dlerminante dela renovain, De cuslgcier modo, sefa interesante, 1 tl ver indspensale, comproba eta hipctsis ea ota rons, Ea cuanto al segundo punto de vista, ae equrale, ceo, le hie pies cml du dina pam cd ete tment aticulado como para que de A se pooda extract un provecho general La tesis de Gay Devally sobre cl Beary del siglo al at (0975) propone ota sproximacé: ee ee oxime sr en ae eee gota mise eres ise wet ira rk iy ri Sos ries rane gee te el ein omer alae ok Pane a 7S iy ee 1a reforma gregoriana o les grandes roturaciones, conllevan ‘uewas Bato aati ties ste ol res ocr oe em ree Ri Syne linc feb eae se es fea eee ree Sete Sean na aa Seo Bee oe ope eee ee uaa

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