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pectores sanitarios”"®, Las posteriores modificaciones'® de este C6- {in mis la normativa sanitaria con el desarrollo de de la fuerza de trabajo. De a del espacio urban primera mitad del siglo XX, una soci in de técnicas de higiene divisiones normativas a izacién de interior de los movimientos obreros. 162 LAVAL, Ky GARCIA, R "Sites de desarolo op at, 165 La prensa is win dl dio Soperie de Higene Sahil, entreguedo SARL, Rein 5.26, Capitulo III F] desarrollo de la Medicina Urbana en Chile: a Medicalizacién del espacio popular de Santiago durante el siglo XIX y comienz»s del XX No creo que hasten ef aleantarilado ni el abastecimiento abundante J barato de una buena agua potable. Hay que instrir al pueblo, educarlo; evantar su spirit y hacerle comprender el bien de una vida sana y la influecia fatal de los vicos en ta morbid y en la muerte prematura Pero para eso precisa el giemplo que evangeliza, la escuela que reforma la adbitavion, que bace gente sana, que proporciona medios de trabajo y asils que retaven ls eres ards, qe cram las dele del vero yan as del alma, La misria del pueblo es mayor de la que se cre BI 12 de febrero de 1541 fue fundada la ciudad de Santingo del Nuevo Extremo, Su aspecto durante las primeras décadas no disté al del campamento militar que la vio nacer: una Plaza Mayor desde donde se extendia una serie de cuadrantes a la usanza de los asen- tamientos espafioles. Sin embargo, Ia fiagilidad de sus limites que- 6 en evidencia desde su funchcién, Una constante pero moderada migracién motivada bisicamente por el comercio y la Guerra de Arauco, se instalé “en aquellos sectores que segian mas alla” y que eran considerads como “el espacio su'zurbano de los arrabales de los pobres y las quintas y uadras de vitas donde la densidad era mas 164 MURILLO As La mortaldad ev Saniags, Imprenta Cer (9p Santiago de Chile, RR "5, Fuera de los limites dé la ciudad, nacian los sectores subur- umbigua y sus limites poco definidos. Dé- artesanos, vendedores callejeros, indigenas pastoreo, y negtos junto a chacras, villas y sectores de Hacia finales de la primera mitad del siglo XIX, la creciente mi gracién terminé por d ciudad, sando algunos barrios de los mérgenes a constituirse como -a de su centro urbano. Para Armando De Ram segunda mitad del siglo XVIIL imites originales de ong cho incontrastable que ya durante ea posible observar en los alrededores de Santiago varios focos de enorme miseria que, con el nombre de guanguales (en su origen sig- nifica pucblo poblacién de indios) o rancherios, albergaban a una Si numerosa pobla ‘n abigarrada sin costumbres ni ocupaci6n bien ya se registraba desde el siglo XVI radio compuesto principalmente por trabajadores indigenas 0 por sirvientes de monastetios que no podian habitar en su interior, el que surge durante los siglos XVIII y XIX estaba compuesto por “gente miserable, ‘én fija, que se acogfa a la ciudad por no. tenet posibilidades en su tierra de origen y que se instalaba a titulo precario, en terrenos baldios o en zonas pantanosas, cascajales del tio y ottos lugares de poco valor”. Durante la primera mitad del sigh> XIX, el fenémenv de migra- cién se sostuvo constante, lo que comenzaria a generar graves si- tuaciones de precatiedad y hacinamiento en los suburbios. Hacia 1850, a ka marginalidad habitual de ess sectores se sumaban aho- 12 cl polvo en suspensién de sus estrechas callejuelas, los desechos arrojados en sus inmediaciones y la ausencia total de servicios bé- oc 165 RAMON, A Sef mesicana Chi 11991), Hira de ans scidadwrhoa, Viti Su ago de Chile, 20 166 bid, p. 96 167 idem. sicos, como el agua potable. Aunque ya en el siglo XVIII se habia tomado conciencia de esta problemtica ~muchas veces indo directamemte la destruccién de las viviendas populares conocidas como ranches, es durante el siglo precarias condiciones de los arrabales como un de enfermedades y de posible “riesgo sanitario’ IX cuando s empiezan aver Ido de cultivo Sc instala de esta forma en la naciente elite médica chilena, al f- nalizar la primeta mitad del siglo XIX, una inquietad politico-sanita- ria como consecuencia del proceso cle mutacin del entramado de ciudad y del escenario de precariedad c insalubridad suburbano, La ‘armenaza sanitatia constante comenzaba a poner en duda la prictica y el discutso cientifico de la medicina decimonénica y con ello su poder y transcencncia social. En este senticlo, los numerosos inten tos de regulacién de la “habitacién obrera transformacién de Santiago” impulsado por el Intendente Vicutia ‘kena en 1872, pueden ser vistos como parte del desarrollo de tum estrategia de “mecicalizacién urbana” destinada a la regulacién y normalizacién de ka poblacién, 3. 1. La expansiin demogrifica del Santiago tecimonénic» y el desarrollo del panico urbano El aumento sostenido de la poblacién urbana chilena durante el siglo XIX provoed importantes transformaciones en las ciudades que habian sido edificadas segtin el patrén urbano y la estratifi cin social del régimen colonial, Hacia comienzos del siglo XX, la poblacién urbana de Chile constituia el 42,8 por ciento, uno de los porcentajes mis altos de América Latina’, Pero la migracién cam- 168 DE RAMON, A: 169 SALAZAR G. ‘sal XIX, p. 228. 85, po-ciudad y la expansién de la urbe no solo generarian cambios sus- , sino también aca- desarrollo e influencia politica cle kt medicina moderna decimonénica. Desde mediados del siglo XVII, la ciudad de Santiago ya se perfi- laba como la urbe por excelencia. Durante la Colonia, su crecimien- to estuvo influenciado, principalmente, por la migracién que gene- raban los levantamientos indigenas en las villas del sur del pais y por elaumento del flujo comercial entre Chile y el virreinato del Per", El desarrollo demogrifico de la ciudad fue constante entre el px do colonial y el republicano: en 1625 se sabe que vivian en Santiago cerca de dos mil habitantes, que habrian aumentado a setenta mil para mediados del siglo XIX". En relacién a su superficie, el histo- siadot chileno Alvaro Géngora explica que “en trescientos afios de existencia su superficie no habia variado sustancialmente. Media en- tre cada uno de los puntos cardinales algo como dos kilémetros lanta de ciento veintiséis manzanas, semejanza de la traza original hacia los cuateo puntos cardinales Pero a partir de la segunda mitad del siglo XEX, debido a una tem- » Santiago experimentaria ka prano centralizacién del poder estatal 171 fade. 172 GONGORA, A. po en la ciudad, Santiago, 1541 1880" en GONGORA, A, SAGREDO, R: Fvagnenterpart.auabistore del carpe on Cio, pp. 165166 cuadruplicacién de su poblacién entre los afios 1875 y 1920" y la duplicacién dt su superficie entre los afios 1872 y 1915", La expansion demogrifica que experimentaron las principa. les ciudades de Chile durante la primera mitad del siglo XIX tuvo ‘como causa principal la “suburbanizacién” resultante de la corrien- te migratoria campo-ciudad. Esta poblacién trabajadora itinerante encontré una fuente ck ingresos relativamente estable (r enganche y salatio) en las obras ferroviarias cercanas a la ci la construccién de canales de regadio, de caminos, de puentes, de fuertes o en la reparacién de edificios piblicos". Por otea parte, los campamentos de extraccién de ¢ sbre ubicados en los faldeos de la cotdillera de los Andes fueron un foe »de atraccion de una mano de obra desempleach que provenia, en parte, de la crisis del viejo siste- yero del norte del pais. Hacia la segunda mitad del siglo XIX, tambiéninfluyeron en el desarrollo demogritico el crecimiento de la burcracia estatal que atrajo a indlividuos de clase media y el aumen- to del Bjército debido a la Guerra del Pacifico y a la inestabilidad fronteriza'””. Fsta fuerte tendencia migratoria del campesinado rural y de los trabajadores itinerantes ~empujados por la crisis del sistema tig wna pol 9a substan 507.000 en 1930 legaan 9 oe T2533 haba eTRAMON, A Stig Chi (3411991) Horde ne sed ans, P85 175 Desde pincpios del XIX hasta 1872 el cxecimis petfce de Santiago subié 18 heceiens 2s de superficie) Para 1915, la superficie sicanzaba una extensibn de 3106.5 hectices, es deci, eecia tun etma Thectireasanuales si tomamos coma ato de referencia 1872. En: DE RAMON, 1X: Santa de Chile (1541-1991), Histo de wna exceed rbana, opt pp. 1-185, 176 SLAs Labradors eons y Protaras. Mopmacn yc de ied ppl cia “tial XIX, oy 238, ITT DE RAMON, A: Sang de Chi (541-199), Hite de na saad rbane, oi pp 186-187 87 minero del norte y pot la paralizacién del desarrollo del sistema pro- ductivo de la hacienda "*- provocé una significativa expansion de la perfferia de las ciudades que, en palabras del Intendente Vicuiia Mac- Kenna, no era mis que un montén de calles de fango, polvaredas y de casas de ramas entretejidas ocupadas por “barbaro: Posteriormente —finales del XIX y principios del XX-, el de- sattollo de una incipiente industrializacién —devenida el principal empleador urbano— sumada a la llegada al p: tranjeros con formacién capitalista -y no mercantil col los hacendados criollos— que establecieron relaciones produccién con sus trabajadores!™’, consolidaron la urbai de una significativa mano de obra asalariada. Finalmente, la crisis del sistema monetatio colonial con la consiguiente desvalorizacién del peso obligé a los empresarios criollos a optar por los trabaja- dores nacionales, lo que llev6 a la sustitucién de los encarecid’»s artesanos extranjetos y a la incorporacién de un gran atimero de I sector industrial. Liste fendmeno instalaria is bases econdmicas para el surgimiento del tipico obrero del siglo XX, “fundamento laboral sobre el que se apoyé la transicién chilena ". De esta forma, se generaba un nuevo escenario econémico y productive que seria fundamental para Ia urbanizacién de miles de trabajadores. Aunque muchos de estos individuos prefirieron trabajar bajo un régimen salarial formal, existié un mimero considerable que encon- sma dela vivid po} n HOPEZ, R (compladora): Peis babiasonale 9 a sasigis XU TENN, Benemetita bla Mésieo, 2007, p. 371 180 SALAZAR, G.: Labradors Pane y Poetarie Formac y ir dl snapper ie tad sig XIX, ot 146, BL Tid, p. 148 88 16 su fuente de ingresos en la venta no regulada de productos bé- sicos o de confeccién artesanal. Un efecto casi inmediato de este tipo de migracién fue el surgimiento de un cometcio informal que no respetaba las regulaciones tributarias y comerciales impues Plazas de Abastos de as libres sin sujec al subastador oficial que generaron todo tipo de reclamos, ya que los individuos que realizaban sus ventas en estos espacios no estaban sujetos al pago del antiguo “derecho de ®. Estos “baratillos”, verdaderos “mercados de las pulg se transformaron en el principal espacio para el comercio popular interior de los suburbios, lo que provocé con el paso del tiempo su crecimiento exponencial: en 1870 existéan 2.026 baratillos en todo el pais, de los cuales 948 correspondian a Santiago; en 1905 se contabi- lizaron 6,615, de los cuales 1.123 se ubieaban en la capit Sin embargo, pata el historiador chileno Mauricio Folchi, este fenémeno migratorio no solo se explicaria por el desarrollo de ac~ tividades econdmicas tipicamente urbanas que operaron como pi los de atraccién de mano de obra rural, sino también por factores culturales no del todo légicos: “Més que una razén prictica gente la moviliz6 el deseo de hacerlo, pues pasar de provincia a la capital (0 del campo a la ciudad) constituia una forma de ascenso social y estos eran vistos como espacios en los cuales encontrar mejores oportunidades; pero estas oportunidades, px | ‘menos para las clases b: sxistian”"™, No obstante lo anterior, es evidente que los cambios generados en los medios de produccién y el fenémeno “aspiracional” de los sectores rurales de la poblacién provocaron el surgimiento de gran- des suburbios populares que obligaron a ensanchar los 182. Tid, p. 248. 183 1b p20, 184 FOLCHI, M.:"La Higiene, la Salubridad pblicay el problema dela ‘enSantago de Chile, 1843 1925", op at, p. 371 t6ticos de la ciudad colonial. Hin el caso de Ia ciudad de Santiago, su ensanche se habri ado ocupando las tierras agricolas que la rodeaban. Al respecto, Géngora sefiala que “Como casi todas la ciuchcles ~desde sus inicios © con el paso del tiempo se constituyen en centros de diferenciacié s pertenecientes a os vecinos mis importantes se ubicaron en el perimetro céntrico, partiendo desde suk modificacione capital comenz6 a cambiat”"®, Dicho cambio generaria la division de Santiago en tres amplias zonas marcadas por una evidente di- ferenciacidn social: “un centro histérico mixto, con barrios en los que se mantenia la aristocracia tradicional, con un entorno s: do de enclaves de viviendas populares, unos barrios nuevos para la clase media, convenientemente urbanizados, y amplias zonas de edificacién precaria, en la periferia semi rural, hacia el norte y po- niente de la ciudad y en los margenes del rio que la atraviesa, en que se alojaban las familias del bajo pueblo en extensos arrabales 0 8 A los “vecinos mas importantes”, ahora se samaban social, las residen ica rancherfos’ los grupos medios que aspiraban a ocupar un espacio en la naciente burocraci estatal y los sectores populares compuestos por bundos, vendedores ambulantes, breros asalariados y oca todos reunidos en una ciuclad que por mas de trescientos afios sobrevivido sin variaciones significativas. Por otra parte, la expansién y densificacién de los cinturones suburbanos producto del arriendo de la tierra “al detalle”, gener6 una verdadera carrera mercantil por la adquisicién y venta de sitios. Como sefiala el historiador chileno Luis Alberto Romero, el verd: dero negocio consistia en conservar la propiedad de Ia tierra para poder alquilar pequefios lotes en BE cuerpo ela clad Sa SAGRIDO, Rs Figguents pons abr deleorpe en Cis, oi pi sma del vivienda popular o tinglados. De esta manera, se fueron poblando bales del norte y el oeste, y sobre todo los d onden ni concierto algun barrio Sur, crecido sin Sibien algunos propietarios preferian lotear sus chacras y propiedades suburban ” en sus tierras, part de esta maneta poder cobrar a sus habitantes un canon de arriendo ". Emblemitico fue el caso de los hermanos Ovalle, quie- mnario negocio dedicado a k tamientos populares. Sin embargo, ba el negocio de urbanizacién pops setenta por ciento de las casas chilenas correspond -s del sector popular. Al despa evolucién de la ciudad. Lo que antes de otilla de los rios capitalinos y a lo largo de «tas, hacia finales del siglo XIX se expandia como epidemia por todo Santiago. Este fendmeno generé en los grupos dirigentes, profesionales y acomodados del pais una serie de nuevos temores relacionados bisicamente cn la mutacién del espacio urbano y sus consecuencias. i pride sea popular 189 ROMERO, L204 vecon los pobre? elite y ectores populates en Sn 1840-1895, 9p. arp 123, mm rie Forman. or ‘lamparo institucional que distrut6 el negocio del alquiler al de- talle legitimé una oferta mais preocupada de acumular capital que de lucionat las carencias de urbanizacién de los terrenos en donde se ‘emplazaban los tinglados y las covachas. Los ranchos se caracteriz ron por ser “més insalabres, peor construidas y mas miserables que las ubicadas en los sectores rurales del pais, lo que produjo fox cos de insalubtidad que despertaron el temor del Fstado y de la te médica, Es asf como, hacia 1870, la oligarquia Santiaguina “se hallaban en la posicién del aprendiz de brujo: debia exorcizat los fantasmas que habia invocado. Hs decir, debia intentar controlar Ia plebeyizacién de las ciudades cuando ese proceso se desarrollaba yaa toca marcha”, Quedaba en evidencia la incapacidad de la ‘garquia para resolver “urbanisticamente” los contlictos y problemas que habian generado “sus propias pricticas acumulativas, a todo nivel””", De este modo, a comienzos del siglo XX, la poblacién pobre del pais “habia penetrado ya en todos los poros de las vie ciudades patricias, hinchiindolas y tensionindolas, [provocando que] los polos extremos de la sociedad chilena, hasta entonces demasiado diferenciados y distanciados como para confrontarse, se hallaron as en contacto directo sin haberse homogenizado ¢ igualado", Sin embargo, este contacto directo no pasé de set una cohabitacién simbdlica del espacio de la urbe, ya que una frontera muchas veces natural (ros, cafiadas, arboledas o leguas de distancia), separaba a la marginalidad de los aristocriticos barrios céntricos, Esta distancia espacial podria haber configurado una desconfianza clitista hacia los cuetpos que habitaban los arrabales, ya que resulta innegable, como sefiala Sennett, “que las relaciones espa es de los cuerpos huma- 191 Bid, p. 230. 192 Ibid, p. 282 193 hid, p. 233. 194 Ii, p. 23. 92 nos determinan en buena medida la en que las personas reaccionan unas re tras, la forma en que se ven y escuchan, cen si se tocan cestin distantes”™", Asi, mientras se desarrollaba en Jos grupos acomodados un fuerte temor a la cohabitacién con la otredad, paralelamente se instalaba en In elite méclica y en Ia autori- lad la preocupacién por un escenario de precariedad ¢ insalubridad ‘urbana que amenazaba la eficacia de la dominios explicativos, su discurso y, con ello, su poder y tra Podemos suponer que la segregacién espacial que se originé en Santiago a fines del siglo XIX y principios del XX fue un factor importante en la configuracién de un discutso impregnado del recelo y temor hacia el vtro pobre. ecto 3. 2. La Higiene Piiblica y la trascendencia social lel dis- positive médico a intensa migracién rural hacia la urbe debida a la penetracion del modo de produccién capitalista “en rubros cada vez mis di- vversos y relevantes para muestra economia, como (..) la industria ‘manufacturera » gener un proceso de proletariza- cin marcado por la precariedad material en las condliciones de vida de los trabajadores, Sobrepasados ampliamente se vieron el Fstado y 197 PINTO J y SALAZAR, G: Hira Contempo ‘iago-Chale, 2002, p 173, 0 de Chile Tl, LON Paciones, San 93 \s clases dirigentes frent. nada cuestén sovial™: “largas y ago- tadoras jornadas de trabajo, faenas altamente peligrosas y propensas 's patronales en cuestiones salariales y de dlis- ciplina lnboral, rivienda estrecha e insalubre, altisimas indices de morbilidad J mortalidad, difasion de un trabajo femenino e infantil superior a las fuerzas de quienes lo ejecutaban, desproteccisn absoluta frente ”. Las graves condiciones de hacinamiento en que “especialmente la situacién de insalubridad y ron consigo serias amenazas sanitarias y ran percibidas como factores contraproducentes para el funcionamiento de la sociedad global”. En este contexto, mil tiples enfermedades y epidemias amenazaban con desbordar “los limites de los propios arrabales”™", poniendo en peligto a la pobla- cién, El “pinico urbano”, es decir, la inquietud politico-sanitaria producto del desarrollo del entramado urbano, generé la preocu- 19 los arrabal Seat apeopiado destaene A: La Guerin Saal Impronta Barelona, Santiago de Chile ‘i Soil en Chile ea cate Bi pesos Ct siento Gente ala Cucsti 1830-1910, Nuestea América Ediciones, Santiago, 1987, p. 131. 19 PINTO, J.y SALAZAR, G: Hire Cotemporinns de Chile II, 1M Ediciones, Sa tiago-Chile, 2002, p. 174 200 TORRES, de 1986, p67 ip 2 201 ROMERO, 1: Qué hacer con los pobees? 1 sectores popula en Saigo de Chie, 1840-1895, Kao Sua 5; ai 108 Altes, 1997, 123, 202 FOUCAULT, ML de la Medicina Soca, op. sit, p. 379, 94 Como sefiala Romero, “en este punto, los problemas urbanos, y los pobres mismos, se convirtieron en una cuestién e impulsaron una accidn. Su forma mis definida fue el higienismo (...), una interven cin directa en la vida de los pobres, que modified tanto sus con- diciones de vida como los términos mismos de su relacién con la clite”™. Hstas condiciones instalaron un nuevo desafio al interior de la elite médica: la generacién de una estrategin de administracin de una poblacién que amenazaba la efectividad de las pricticas y del discurso de la medicina cientifica. Antes del cesartollo de la microbiologia, los médicos relaciona ban la salud fisica y también la calicad moral de los sujetos con las caracteristicas del espacio que habitaban. Las habitaciones insalu- bres dafiaban, segtin las autoridades, no s6lo “las condiciones fisi i morales del indiviclo i de la familia {sino que también provoca- ban] funestos resultados para ka vida jeneral de colectividad”™™. De hecho, ya en 1872, el doctor chileno «Adolfo Murillo explicaba que las condiciones materiales de existencia parecian alcanzar a determinar la superestructura moral de la sociedad”®. Asi, “el espacio” comenz6 a tomat una “relevancia sanitatia” que generé al interior de la ins- tirucionalicad médica un intenso debate sobre las condiciones de habitabilidad de los lugares puiblicos y privacos de la ciudad; debate que tomé forma prictica e instrumental en las nociones de “sa- 203 ROMERO, L¢ Qué hacer con los pobre? Chile, 1840-1895)0p. ci, p. 123 laces en Santiago de 204 FRIAS, Es Las Habiions Obes on Chie en nara stad eign pro sor la fina del Trg sbre el exad de extn cd ar bbtaconeabeas, Oa ‘el Trabajo, Impeenea “Santiago”, Santiago de Ch Lippe. ‘Gerubre de 1872, p. 128. Gado en: tm deb elite médica Chile: 188 l Revista Meliea de Chile y de Ios Anales ct, p 2 Laseursvns son nests 95 lubridad” e “higiene”®*. Totalmente persuadida por el paradigma del “Higienismo’ Ja Salubridad como la base material ys ceptible de asegurar para la salud de los individuos, y la Higiene Piblica como la técnica de control pol cientifico de esa base material-social”™ la lite médica defini I su Como tecnologia del poder, Ia higiene publica bused intervenit cen las principales variables que determinaban la calidad de los espa- ios y, por ende, en la administracién de la salud de la gin el Higienismo, dichas variables eran la luz solar, el aire y el agua. Para los higienistas, “El aire no debfa estar viciado ni contaminado © efluvios y disponibl cantidad adecuada, El agua debia ser igualmente limp restos orginicos ni sustancias deletérens. La luz de salud, debia bafiar los lugares y a las persc por emanaciones miasmitica: sol, fuente de la | Bn esta direccion, Tnsptas en ess misnioe cnceptoe® En: FOLCHT, ML cl higinis- iad de cal de lo missus const en ce ton partcl vaso mera esidenes ene se, por aio del ie seria ogi VARRETE, a dt res ig 12 Ree dl fret oo ea ope, 96 | médico Juan Bruner sefialaba en 1857 a los profesores y autorida des de la Facultad de Meclicina de la Universidad de Chile que uclde un pueblo depende del lugar donde vive (...) La topografia, Ia vida material i las costurnbres, como causas patojéneticas, impri: mena los habitantes una fisonomia morbosa particular”. En el caso puntual de Santiago, Bruner explicaba que los elementos “patojé neticos” de su ubicacion geografica eran In elevacién considerable de la ciudad so!we el nivel del mar, la escasa circulacion de aire y su “miastma”. En cuanto al espacio privado, el médico chileno acvertia sobre el peligro de los lugares mal ventilados, explicando que el aire de una habitacién “se descompone permanentemente por la respi racion, no siendo renovado a cada momento se torna poco a poco irrespirable, La falta creciente del oxijeno, que es el estimulo telurico del sistema nervioso i muscular, paraliza la vitalidad de dichos siste- ‘mas, i el écido carbbnico, que se aumenta en pr yporcion inversa al oxijeno, supritne la fuerza respiratoria de las vesiculas de la sangre”, Este fenémeno nefasto para la salud de las personas, segtin Bruner, “en las casas de la jente acomodada, siend espaciosas i bien ventiladas permiten una libre renovacion del aire. Per »la po- blacion pobre (...) se encuentra apilada en sus ranchos y cuartos miserables cuya humedad y mugee se mezclan con el arnbiente res pirado sin tener Ia suficiente salida, Lo mism que se observa en granck en las habitaciones pbres de la sobrecargada Europa, lo encontramos en pequefio en nuestras ciudades, suburbiws i villas, a cada pas 972", ‘no ocurtia Desde un punto de vista médico-y ligicamente, politico-, ests espacios representaban lo contratio a lo establecielo por e! higienis- ‘ma por lo que no resulta extraiio que este paradigma, ampliamente 2L1 BRUNER, J: “Eeagmentos de una 1 Universidad de Chi, Santiago de Chile, Enero, Febtero y Marzo de 1857, 22293 cn Anal de a SVepp. 7 compartido por la elite médica chilena?”, se incorporara a la prictica y al saber médico en forma de técnicas de intervencién y control del espacio urbano y de la multiplicidad que lo habitaba?", Dentro de esta estrategia, una amplia pedagogia de difandida desde el dispositive médico hacia las clases dirigentes, lo que posibilit In instalacién del discurso higiénico como un impor- tante referente explicative. La mort 0, fue analizada por la medicina cientifica decimonénica como resultado de las precatias condiciones de salubridad de los sectores populates, convirtiéndola en un campo apto para la intervencién de la higiene piiblica. Los médicos Sierta y Moore recomendaban al Ministro Au- jue cualesquier tratado de higiene de los p: peos retine todos los datos que ensefian a evitar la mortalidad infantil, estudidndlose en ellas las mismas causas y aconsejindose las mismas medidas”. Otras publicaciones buscaban entregar “consejos ¢ indi- ‘caciones al hogar del pobre, con el propésito de difundit nociones de ir en parte los efectos de lt ignorancia de los padre: higiene fue 5 euro higicne publica se instal6, entonces, como el instrumento tecnolé- a3 Chik 14801973 Horn ona ht i el igh Xo tp 214 MOORE, Prot 215 did, p 3 98 elite médica consideraba trascendental para su proyecto civilizatorio, para su discurso, su prictica, su poder y su transcendencia so regularizacién de los procesos biosociolégicos de la poblacién. De este modo, las demuncias mis significativas sobre la cuestién de la habitacidn obrera o del espacio suburbano surgen desde el interior de la Revista Médica de Santiago, dle los Anales de la Universidad de Chile y de la Revista Chilena de Figiene?" Para la historiadora Mari Angélica es en el contexto de la Cuestién Social cuando la elite médica se adelanta a la accién del Estado y se consolida como “poder” con autonomin e identidad propia”. Ya en 1853, durante su discurso de incorporacién a la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, el médico higienista Victor Pretot sefialaba la importancia trascendental del cuerpo médico para el devenir de la Reptiblica de Chile: “dependera del concurso simultneo de vosotros mismos, de de los lugares pablicos, de sus acequias i resumideros”, Segiin Pretot, no s6lo las autoridades debjan someterse a la voz experta del médico, sino también las familias que estaban obligadas a adquisir y aplicar los “conocimientos vulgares de la hijiene privada o doméstica, cuya observacion prevendria muchas veces la enfermedad i llegaria jeneralizar unas costumbres ent harmonia con las disposiciones cl ‘matéricas i individuals", 99 Ein este sentido, no es un hecho aleatorio que In primera pu- blicacién formal sobre la cuestién social (un conjunto de articu- los editados por el diario La Patria de Valparaiso en el afio 1884) y sobre sus peligros para el desarrollo del pafs haya sido eserita por tun destacatlo miembro de Ia elite médica’ 13 trabajo del médico Augusto Orrego Luco, segtin el historiador Carlos Molina, fue el resultado de “la expresidn meditada y documentada de un proceso de percepcién y conocimiento colectivo, desarrollado en el seno de la profesién médica organizada de la época, en la Sociedad Médica de Santiago, a partir de su propia praxis profesional volcada desde sus inicios, al mbito de la trascendencia social”, Ha su concep- tualizacién sobre In cuestién social, Orrego Luco propone como centrales los elementos relacionados con Ia higiene y salubridad py blicas®, y su problemtica principal “esta vinculada a la asociacién de los grandes problemas de la mortalidad de la aific2 con los pro- cesos migratorios de poblacién, lo que les confiere su gravedad y su trascendencia sanitaria”™, Fl texto de Orrego evidencia una clara 219 Fl médico Augusto Orrego Leo fe profesor de la Universidad de Chile. Se foemns ‘como psiguier en Franca enla clinics del profesor Jeaa-Marta Charcot. Fue miem- bro del Consejo de Instuccion aos TBBS y 1888 y del sectoedrigen- ie de Sancago, paracp sctivameate i Revista Medien de Clie, or 220 MOLINA, C: Anilisis de a fit p.2. 221 De hecho el médico Urrego sail que en el combate de la se debe afadi “wna plain ms seri de bs princi del ge, obligatora, un servicio hospitalato pars la asistencia de los pirvulos y tint onginizacion menos estrecha dela eatdad social” Ens ORREGO, As ot Cetin Sada, Impeenta Barcelona, Santiago de Chile, 1897, pp. 52-53. In opinn dela elite médics, Chie: 00 de los Anales dela Universidad dle Chile” 100 inquietud biopolitica, ya que al vincular “cient ta salu bridad, la mortalidad y la dinémica poblacional con las condiciones materiales de existencia, reco! lidad del control estatal”™ de la base material que las determina”, De esta manera, la elite ‘médica se posicionaba politicamente como “el estamento que podia superar las propias determinaciones hist6ricas y raciales del pais”. ‘Sin embargo, lo realmente significativo del gesto de Orrego es que posibilidad de conocimiento y de control ce bas le- yes materiales que determinan los procesos biologicos de la especie humana, valid6 a la medicina como tecnologia social para ln regu- lacién de la poblacién. Asi, k higiene pailica, en cuanto tecnologia de poder, pudo operar tanto en el establecimiento e internalizacién de un conjunto de preseripciones (impulso normativo) sobre los cuerps que habitaban la ciudad, como en la regularizaci6n de los procesos bioldgicos de la poblacién. Ein este sentido, la medicaliza- ci6n urbana posibilit la existeneia de un espacio tctico (Ja ciudad, ‘el barrio, la habitacién) para la demarcacién social en base a criterios higiénicos, instalindose, de este modo, una estrategia de gobierno dela multiplicidad. En este escenario, el discurso higiénico pregonado por la elite médica se presenté como un ideatio mayoritatiamente compro fans lye qe dom rhaerconsesido poner dem ites ones materoles que Is estadnoes pte formula. Fit" ORREG ‘La Cot Sach op p18 224 “Desprender los hecion dees nsf de abit capschors ypresenos soja legs ifesbls que enema ase se dervan de condiciones {econdmies, es abrie un earapo inmenso 4 la acca La Castine tp 2h 225 MOLINA, C: "La Cuesta Socal y la ‘Aviliss de lt Revista Nédica de Cie y a, p.23, 226 TLLANES, M.A Era aumbre dl Publ del Eady de a Cini Historia sacl dl ld ‘pice ev Chil, 1850-1973, lai ue Btra sal lle XX, pe, BS 101 metido con un modelo de sociedad elitista y con un “proyecto civilizatorio”™”, formula que s joa los idedlogos y dirigentes ilus- tzados de los movimientos obreros de finales del XIX y comienzos del XX, Estos encontraron en el discurso higienista las justificacio- nes y argumentos para sus demandas sectoriales y para proponer un modelo “moderno de trabaj conocedor de la higiene, saluda- ble y, por ende, moral, Fl historiador chileno ca que “en general los conductores ideoldgi de los tral 1ardo Devés expli- de los movimientos lores, hacia el centenario, pertenccen claramente a la cortiente cinilizadora, en las hachas populares latinoamericanas (...) Los conductores chilenos no son caudillos sino educadores” que buscan recobrar “los valores del saber cientffo 0 de In democeacia politica y social traicionados por la oligarquia”®™. A la objetivacién del sujeto operada desde el discurso y las pricticas de la higiene pai- blica, se sumé mis tarde Ia objetivacién que opeté al interior de las organizaciones obreras y sindicales™, 3. 3. La Medicalizacién del espacio urbano de Santiago: la higiene piiblica como tecnologia para la normalizaciin Una de las manifestaciones emblemiticas de medicalizacién del espacio urbano de Santiago la podemos encontrar en el proyecto de transformacién que impuls6 Vicufia Mackenna durante su labor de Intendente entre los afios 1872 y 1875. Vieufia Mackenna, clara- ‘mente influenciado por su periplo curopeo y su residencia parisina, encontré en el discurso higienista francés los arguments necesa- tios para plantear la construccién de un camino de cintura que tendria, 227 FOLCHILM ae ce Santiago de Ch wm 28 DEVE na y algunas ideas en torno al sentido de nuestro quchacerhisteiogeic0”, op, re 1.131, Las cusivas son nests 229 Las ecndlogas de objetiacion que operston dese el chile sein estaiadss amplamente en el siguiente cp el movimiento obrero 102 entre otros efectos, el de establecer un efectivo cordén de planta- ciones alrededor de In capital para evitar Jar inflencias pestleniales de Jos suburbios marginales®, Por otra parte, la medicalizacién urbana del espacio privado impulsada por la elite médica produjo un fértil debate de mis de medio siglo que desembocaria en la intervencion hiigiénica de Ins lamadas viviendas populares, ‘Ambas intervenciones fueron el re tado del reclamo contun. dente de una elit médica ilustrada que buscaba, con la interven cidn del ambiente insano de los arrabales, controlar los factores que amenazaban con corromper fisca y moralmente a In fuerza de trabajo y ala sociedad en su conjunto. sto significaba, necesariamente, la instalacién de controles reguladores capaces de organizar la vida de los sectores populares. En esta direccién, el Intendente Benjamin Vicuiia Mackenna te- nia muy claro que la intervencidn higiénica del espacio popular era la linica forma de erradicar lo que él consideraba “una inmensa cloaca de infeccién y de vicio, de crimen y de peste, un verdadero potrero de la muerte”, Para el Intendente, la transformacién espacial de los area’ales de Santiago signifi de la ciudad, si no la mas capital de todas. Hs un deber de filantropia, de honra, de salvacién’™, Sin embarg », la percepcién negativa de los arrabales santiaguinos desde un punto de vista sanitario ya era ‘compartic p or los médic »s higienistas chilenos desde mediados del siglo XIX. Algunos de el a “una de las mas vitales necesidades como Bruner, advertian sobre las con- 230 DERAMCN, A: Sonn oe Chie (54-1991), Hira de ma sued mre, pt, M6. 231 FOLCI, M:"La Higieae, a Salubsidad pablica ye problema de la wvienda popular 0 de Chile, 1845-1925", a ct, p 387 232 DE RAMON, A Sot Chil (541-1991), Hira deme id rans, oy ur. 233 VICUNA, Bc La iragrmacin de Santogn Notas indians rptosamet eis e “t Serene Cornel Cogan Nero) pre inn Sana, ya Cog ogo, 1872, p24 103 diciones complejas de Santiago, ya que Ia insalubridad y las mal racticas de sus habitantes provocahan la generacién de un miasma permanentemente -sobre todo en el verano~ de Ja descomposicion putrefacta de las calles i casas”*¥, Por su parte, en 1853, el médico higienista Vicente Padin realizaba un llamamiento a la elite médica y a las autoridades a “mejorar en todo la parte que sea posible el asco de las poblaciones i del hogar doméstico, dictando ‘medidas que apoyadas en el convenciniento de su utildad las avepten con gusto Jos que deben cumplirla(,..) ien fin, dictando medidas a las mejoras del bien estar en la clase indijente,foco de donde parten en la mayor parte de los casos las enfermedades que se han becho endémicas en Chile”™®. Aunque Vicuiia Mackenna no pertenecia a la elite médica del pais, como influyente politico y abogado liberal manifests desde temprano su inguietud por las ciencias médicas y sus avances. Ade- mas de publicar extensas historias sobre la medicina chilena, re su carrera politica junto a destacados médicos higienistas*™. Sus ex- tensos periplos por Europa le dieron la oportunidad de alimentar su viendo muy de cerca el desarrollo cientifico de Ja medicina francesa, lo que le permitié dar a su proyecto de trans- 234 BRUNER, J-"Fragmentos de wna I Piblica de Santiago”, op. ct, pp. 292-293. Vicente A. Padia al discurso de incorporiciin ie Medicina de a Universidad de fang a wo lbo hstrco nade Mater dents o Rn de Cae i Sempre prt defor mies ys obra de rg ix os decarsos inagaraes de fa hospitals el Saradory San Vicente. Abogado exciton historadon, ipl mnisadmirado de fo dito ls mdi cl 104 intiago una clara inspinacién higienistd”. De hecho, para Vicuita existian en la capital “necesidades higiénicas de primer formacién d jercicio de la ciencia misma”™. es posible ver en el proyecto de Vicuiia Mackenna una estrategia normalizaclora que se articulé desde una evidente medica del espacio urbano de la capital. Fl conjunto de medidas administra- tivas, reglamentos ¢ instalaciones arquitectonicas que el Intendente implememt6 estuvieron destinadas, como veremos, a ‘“civilizar” a aquellos sectores de la poblacién que, producto de su “naturaleza hirbara”, ponian en peligro la legalicad de un dispositive médico amenazado por el desboruk de los suburbios populares y de las en- fermedades que se gestaban en su interior. AL asumir el cargo, Vienfia Mackenna present6 un extenso plan de trabajo enfocado en la mejora de las falencias sociales y urbanas que, segin él, eran de primera necesidad para lograr transformar 237 FOLCHL M. en Santiago de C cael problema dela vvienda popular 143 1925", op. cit, p 376 238 Ibid, p. 375. 105 4 Santiago en el “Paris Americano”™®, A pesar de los problemas econdmicos del proyecto que impidieron su ejecucisn segiin el plan original’, obras como la construccién de un camino de cintura que ‘modo de citcunvalacién para separar los dos segmentos, de la ciudad, o la construccién de un “paseo hijiénico para los ™ en el certo Santa Lucia, se desarrollaron de sostenida y siguiendo las normas establecidas pot . Para ello, como explica el historiador Mauricio “forms un Consejo de Higiene y Salubrid que debia hacerse cargo de numetosas tareas: entre ott salubridad de localidades y viviendas, la prevenciéa de epidemias, Ja vacunaciéa, el mejoramiento de condiciones higiénicas de la po- as peas, ereaion del paseo ade Abastos, creacin de nuevas recobns, creacon de nuevas escuelas apetuta ! doble caue del Negrete, constrain del caw adil yrarmamgoea pas Po micwos cuales de Plt, aevonbartowypobl ‘brat Foe ina celta uc Viewa sit Sia embargo inches de ells Towendeste, ots faeon Rnalzads fos despots Urn nia bas este procov de tinsformcon se poncencont 240 WEHINER, L: Beyiamie Viute Machorna: gnats de a tafrmacn de Santas, op it, pal 241 FOLCHI, Mz"“La Higiene, la Saluda cen Santiago de Chile, 1843-1925", op. at, p 376, el problema del svienda popular 242 VICUNA, Rs F/Paso de Santa Lai Memoria dee tabi gts dese 19 de unio al 10 de Sepintre kde wl Contin Diva de Pate orl Inde ds Sant Lien Ge a Libreda de BI Mercurio, Chile, 1872-1873, p43. 105 establecimientos de diversiones puiblicas populares construides bajo los princiyios de la bijiene i la moral, \a plantacién de arboles en la ciudad y 1a reedifcasin de los suburbios insalubres y pestilentes”™®, Ta construccién de un camino de cinta siderado por algunos historiadores sociales plan que ha sido con y © “una especie de segmentacion social entre el mundo civilizado y el nistico”, contemplaba la rea- lizacién de cuatro vias que rodearian el perimetro de la ciudad (Ave- nida del Sut, Avenida del Oriente, Avenida del Poniente y Avenida del Norte). Este proyecto, que representaba “una solucién prictica frente al problema de salubridad pablica que suponian la existen- cia de lo que el intendente lamaba despectivamente el potrero de la muerte”™®, dejaba en evidencia una particular manera de ver la ciu- chd. Al respecto, De Ramén explica que “por lo menos hasta fines del siglo XIX, as autoridad urbanistas que se refirieron a la capital de Chile, hicieron distincién muy clara entre la ciudad pro- piamente tal y los sectores adyacentes llamados arrabales o subur- bios, aplicando a ca ta uno un trato y un procedimiento diferentes y reparticndo, pot lo tanta, los beneficios en forma desigual. De este modo, tales funcionarios clasficaron internamente la cindad”™". Segiin el ideatio urbano y politico de Vicufia Mackenna, existian “dos ciuda- des” dentro de la capital, una “‘completamente barbara, injettada en 1a culta capital de Chile”, y otra que “forma el Santiago prapia, la ciu- 244 Ibid, p. 376, 245 VUEEINER, Ls Boom Tita Macha: inst de etromrmacn de Satie, oi, pe, 246 F ECHL, M. “La Higicne, la Salsbrdad pic el problema de a vv popular en Santiago de Chie, 1843-1925", op. it, p. 376. Las eursivas son nuestra. 247 DE RAMON, A. viago de Chile, 1850-1900: Limites usbanos ysepregacin es Revista pacnguaya de sociologia, N° 42/43, Asuna, 1978, 107 dad dustrada, opulent, erstiana’™ de Santiago se plasmé en una politica de urbanizacién (pavimento, aceras, alumbradlo, seguridad, uso de agua potable, ete) que estable- cia una demarcacién social, la que operaba a todo nivel: una para la ciudad que depenclia de los cargos y beneficios del municipio y otra para los suburbios con un sistema menos oneroso y activo", Para Vicufia Mackenna, el camino dle cintura ayudaria, entre otras cosas, a establecer los limites propios de la ciudad, gencrando, por jemplo, una delimitacién funcional respecto a las fabricas y arraba- s. Ademis, descargaria “los barrios centrales del exceso de trifico, creando, al mismo tiempo, alrededor de la ciudad diversos paseos circulates” destinados a reducir las distancias y a embellecer la ciu- dad higiénicamente, ya que se abrirfa con su construeci6n un impor- tante espacio para la circulacién del aire. Sin embargo, la inspiracién higienista del proyecto del Intendente quedé plasmada principal- ablecer, a través del camino de cintura, un cord6n sanitario arbéren que detuviera (0 contuviera) la amenaza sanitara de los arrabales*, Esta idea ya habia sido planteada hacia afios por los médicos higienistas europeos como una manera de im- 248 VICUNA, B: Le anor de Santign. Nota ndeaionesrepetuconnt stilt sie ana laren Gabry a Conse Nason pare lente Sati, (pi, p24. Las curseas som nests ‘sna Cada Prop orador expe que ex erfera que la rodea sin mayor igo, a que distin Claslicada ea tes setoees En su tra ‘aciones ea a Epc vn Centro donde rai la past importante dela i 0 alaortey oto al sue” Bre IDE RAMON, A sSunago de Che, 1880-190 Lites usanosyseqregaion espacial sepinextatn” gh els. 257 IN, A Saige Chil (1541-1991), Histo de nassau, op 251 idem. 252 DE RAMON, A. Santiags de Chil (1541-1991), Hist de ama sain nrbana, op 146, 108 icién de las emanaciones miasmiticas que supontan ligro para la salucl de los habitantes de la ciudad. Al respecto, cl higicnista francés Michael Londe explicaba, en su bro Nouveaux elements cPhygiéne, que Ia mejor forma de impedir las emisiones peligrosas consistia en generar uma linea de Arboles frondasos que actuarin como barreta ck los efluvios™, No obstante, los primeros antecedentes ck segregacién espacial con fines higiénicos los pode- ‘mos encontrar enel mocklo de cuarentena aplicaclo desde de Edad Media en bs ciuckades europeas. Frente a la peste oa alguna urgen- cia sanitaria, “la ciudad cebfa de dividirse en barrios a cargo de una autotidad especialmente designada’”™®. Posteriormente, en 1832, a propésito ce la epidemia de c ‘tera que se inicié en Paris y se propa- g6 por tla Furopa, se dividid la ciudad en sectores para pobres y para ticos, ya que se creia que su convivencia era una amenaza lautbe, no solo pat esta direcci ‘n, el proyecto divisorio planteado por Vicufia cumplia con las normas de la higiene piblica, concordaba con los antecedentes europeos sobre salubridadl y reproducia la opinién ce la elite méclica chilena que veia en Santiago una “ciudad doble que tiene, como Pekin, un distrito pacifico y laborioso, y otro brutal, desmoralizado y feroz: la ciudad china y la ciuchd téctara”™". ino también sanitaria.™, IM: “La Hligien, la Sal cen Santi de Chile, 1843-1925", op. fa yel problema del vvienda popular 376 254 LONDE, iacion castellana, Noes ements de Hl jo, Madi, 1829, p. 258, En: FOL. ‘elubridad pabliay et problema de la vivenda popular en 255 FOUCAULT, M: “Naci "Berti de Pade, op ts 374, 256 Ibid, p. 381 257 Vi ih, Be Un aon Intended Santi Lo gu la Capital bu ae Memoria on ren dental 3 de May 1873, Impey Lsbexa de El eter de Toraeo Caras Santiago, 1873, Ansa, p28. lado ex: DE RANON, ‘As*Sansago de Chil 1850-150 Limes urbanosyxpregicin sein est 199 En esta particular clasificacién espacial de Santiago ~interpre- tada como los primeros sintomas de lo que seria una ciudad se- gregada socialmente-, operaron tecnologias de poder enfocadas en la normalizacién de la multiplicidad del arrabal a través de la instalacin de divisiones normativas que objetivaron a sus habi- tantes: “Ia zona habitada por la barbarie, Ia zona brutal, desmorali- zada y foro”, “un inmenso aduar africano (...) una inmensa cloaca de infeccioni de visio, de orimen i de peste”™, “semilleros Funestos de la inmoralidad, delincuentes 0 encubridores de forajidos”™*, AL tiempo que los habitantes de la “ eran carne rizados como sujetos “laborioso: “cristianos’ cl habitante del arrabal se objetivaba como “barbaro”, “bruto’ ‘vicioso”, “erimin: » “apesto: Como sefiala De Ramén, esta clasificacién nos proporciona “un cuadro muy vivo y teal de cémo se veian a si mismos y cémo veian al resto de la sociedad los grupos altos y medios altos de la sociedad chilena de la época, incluidos sus politicos liberales de avanzada” y, por supuest”s la elite médica. © “enfermo” 258 LOLCHT, M:“La rida pbc ye peoblema cen Santiago de Clie, 1843-1925", op. ay p. 375. Las cursivas 3 VICUNA, Bs La tegormaci de Santigs. Natron repeat ome a He Mpa el Spr Gobry of Con Nasal foreleg op a, p24 Las cusivas so 261 Ibid, p. 259 242 idem, uo sbi Esta condicién de inferioridad podia ser resuelta, segtin la inte- te sentido, la objetivacién del sujeto popular, propuesta descle el discurso higiénico de la elite médica y politica legitime un cjezcicio civilizatorio en que la higiene publica opero como tecnologia de control y regulacién te la poblacién popular. Civilizar significaba medicalizar a través del sancamiento, no solo de los barrios, sino también de las habitaciones que albergaban en su interior a la famili obrera. 3.4, La medicalizacién de la vivienda popular: una higiene pablica para la modernizacién de la fuerza de trabajo El proyecto de trans formacién y saneamiento de la capital ideado por el Intendente Vieufia Mackenna consideraba la destruccién de los suburbios como garantia de un emplazamiento futuro de barrios con “habitaciones que, aunque ordinarias y baratas, consulten las comodidades y ventajas indispensables ala conservacn dela vida fica _y morat™ de los teabajadores y sus familias. Sin embargo, a pesar de las intenciones cel Intendente, la problemitica de la marginali- dad urbana, radicada principalmente en “la cuestidn de la vivien- 263 Pan a horns Lee Us, Vea Nace pin ge ane del Tacs cl del cizado de Europa atv del educa y el eontal pha En exe en proyecto bio el nent sia "ee fen rogreso ata poblaci debs estauros que a camps con cl we i Fete micas ao logracan ‘na peer WWEAINER, 1: Begun Ti ti pp 7682 264 DE RAMON, A. Satigy de Chil (1549-1991), Hiri de wna sca arn, et 7, Las cursivas son nests, um da popular”, continué presente en el debate médico del pats que x consideraba a Santiago como “una de las ciudades mds mortijeras del mundo civilizade Aunque desde finales del siglo XVII se venia generando so- lapadamente una cietta inquietud respecto a los emplazamicntos populares en la capital chilena, los primeros registros normativos destinados a regular tanto su in como las condiciones de su edificacién llegaron hacia finales de la primera mitad del siglo XIX. Fn 1843 se promulgaba una ordenanza que buscaba norma aquellas viviendas populares ubicadas en el corazdn de la ciudad, ccuya estructura consistia en una habitaciéa de un solo ambiente, sin cocina, ni bafio y con solo la puerta de entrada como abertura para \h iluminacién y ventilacién””, Generalmente, formaban parte de antiguas easonas en desuso y recibian el nombre de “cuartos redon- dos”, Dicha ordenanza, dictada por el Intendente de la provincia, José Miguel de la Batra, prohibfa “habitar todo cuarto a la calle que ‘no tenga una ventana, cuando menos de vara y cuarto de alto y una vara de ancho, 0 postigo en la puerta de la mitad de alto y ancho de 1 Estado en materia de vvenda popula lo algo Hidalgo noe ‘leclado aque gener prob “Las precias cbadciones devia de loa ios, intelcralesy bata debate dea Hamada ven sh rezaton ina serie de iteos pot problema que plteaba la ecase de viiendas bunts y slubes (2) Antes de a promulgacon dea Ley de 1906 (Ley de Habitaciones Obreas, daria la segunda mitad del siglo XIX se redactaron un serie de normativas meipaes ts le viviendas precaring Rando norma de frangucas para gue los nla eifcaion de eas slvresy bara, Fa Siac rane Sag cals primers dcadas del Siglo XX", en Ears Rest attanenton ors buna Regionals, Santiago de Che, mayo 202, VoL XXVIM, N23, pp. 83106 266 MURILLO, A: La moradad 0 Santqg, Imprenta Cervantes, Santiago de Cale, (02, p.8 Las conivas on sues : 267 KOLCI, M. “La Higiene, la Salubrdad pili y el problema de a vivenda popular en Santiago de Chile, 1843:1923", opt, p. 372. me a2 ésta, a no set que cl cuarto esté comunicado franea y expeditamen- te con algiin cotral o patio”, Posteriormente, en 1848 se dicta el que busca regular el emplazamiento en los primer documento leg mirgenes de Santiago de los llamados “ranchos”. Fl Reglamento de alto “pro- Ranchos establecido en la Ordenanza de 9 de junio de e: hibia kt construccién ce tales ranchos dentro de la superficie com- prendida entre la margen sur del tio Mapocho por el norte, el Canal ck San Miguel (hoy Av. Diez de Julio) por el sur, ambas aceras de la calle Maestranza (hoy Av. Portugal) y las cajitas cle Agua (junto al Cetro Santa Lucia) por el Oriente, y ambas aceras de la Alameda de Matucama por el Poniente™™, El rancho, segregado espacialmente a los extramuros de la ciudad, fue definido hacia finales del siglo XIX. pir el médico higienista Fecetico Puga Borne como “habitaciones construichs en base a materiales compuestos por masas hitmedas y putrecibles””™, Estas viviendas, fabricadas con materiales precarios, eran levantadas por trabajadores pobres 0 peones vagabundos que pagaban por el alquiler de un terreno a los cluefios de los suelos agricolas que colindatan la ciudad. La naturaleza de este tipo de attiendo provocé, al corto plazo, que los rancherios crecieran hasta formar “extensas barriadas de casuchas amontonachs sobre calle juclas sin salida, sin ningtin orden o infraestructura”®"; convirtién- dese prontamente en “pantanos colectores de aguas servidas y en 268 HI DALG 4 R: “Vivienda retrospectivn ala accin as 0 de Chile: Una mada 269 DE RAMON, A. santiago de Cie, 1850-19 0: Limites uebanos ysegregacign espa- al sin estat oP. c, p. 257. ‘a mirada es 270 HIDALGO, R: “Vivienda socal y espacio urbano en Santiago de Cl setospectva ala accion del Estado en ls primecne dead del Siglo X 5 271 FOLCHI, ML. cen Santiago de Ch ridad pala y el problema dea vivienda popular 25", opt, 372 3 contaminadores de las aguas limpias””?. El peligto sanitario que sig- nificaba para la ciudad la proliferacién de estos suburbios no tardé ‘en provocar alarma y en convocat de la elite médica. y Moore, los ranchos podian definirse cabaiias 0 guaridas de salvajes”, que a las lubres que compartian con los cuartos redondos voz expe! condiciones in: sumaban “el hecho de dejar circular el aire frio casi tan libremente como en una ramada””, Hacia 1870 se logré, gracias al acuerdo entre las autoridades y Jos duefins de las tietras, que la expansién de los arrabales se hiciera en conformidad a pautas bisicas de urbanizacién. Sin embargo, el pese politico y econémico que tenia este negocio impidié zar hacia arrabales urbanizados sewin “el cuadrillado ajedre colonial de las calles y las fachadas de adobe y teja”. Como sefiala Salazar, “Ia criatura que brot6 de ese cruzamiento de escripulos ur- anos e intereses mercantiles reciid un nombre especial: fueron los conventll”®”. Bl conventillo que nacié del alquiler de una parte de 272 SALAZAR, G | abadoes,Ponery Proton Fermin y ris del sided poplar cena bl sil XIX, op. ty p. 232 273 NORE, F, SIERRA, La morta dele sew Clie, opt, pp. W-12 274 SALAZAR, G + Labor Pane Probar. Formac yo de sce poplar cies P23 ‘tl ilo XIN, 0. 275 idem. Las eusvas Ia estructura de antiguas casonas”* era un tipo de vivienda popular que consistia en un conjunto de cuartos redondos que compartian un patio interior en el que se cocinaba y se te “con una distribucién similar ala del claustro de un convento (le ahi su nombre)”*”. Aunque al inicio se vio en los conventillos una posi- lad cierta pata la implementacién de viviendas nuevas y salubtes, Prsteriormente éstas demostraron ser tan inadecuadas como todas Jas formas de vivienda popular. Hacia finales del siglo XIX, los médlicos higienistas consideraban que las “habitaciones de obreros jente indijente de nuestro pais son ccnstruidas de la manera mas lamentable que darse puede”; [ya que durante el invierno}, “cuando la familia de aquellos infelices se recoje a sus coacas, se ven con mucha frecuencia obligados a encen- der fuego en medio de la pieza en los lejenclarios braseros (...) En aquel mismo cuarto donde han absorbido los gases mas nocivos para la salud durante largas horas, donde el oxfjeno escasea conside- rablemente (...) pasan b noche perros, gallinas, gatos, etc, artesas con ropa himeda y que esti atravesada en todas dlirecciones, con cordeles donde se tiende a secar la ropa hiimeda y que para comple- tar aquel ya sombrio cuadto, una pestilente e inmunda acequia pasa a menudlopor el medio de ka pieza”™*. En relacidn a los conventillos, ls pas ser pues losSe formar a yespacio urbano ea! ‘rena topes nies posers dada dl Sig Pas. 277 FOLCHI, M; “La Hgiene, la Salubridad pa ye problema de a vvienla popular «en Santiago de Chile, 1843-1925", op. it, p 372 278 MOORE, B, SIERRA, L: Le mortilidad del miss on Chi, ep. it, pp. 9-10. 1h opinién de la elite médica no era mejox, ya que, c Jos médicos Sierra y Moore, “el patio jeneral de aqui habitaciones, solo por irrision merece ese nombre, esti surcado por Jos mismos cordeles donde se tiende la ropa de la familia y mui a menuuclo al aite libte se instalan las cocinas que vendran a disminuir todavia el ya escaso y viciado aire que respiran. Ademas, como si las acequias colaterales no fueran capaces de esparcir bastante mefitis- ‘mo un gran colector central viene a agregar su mortifero continjen- te a aquellas salvajes y primitivas viviend: De este modo, la medicalizacién de la vivienda popular encontré su justificacién en el axioma médico que afirmaba que las diferencias socio-econémicas marcaban tiesgos sanitarios distintos para la pobla- ci’m. Asi, en 1886 la Revista Médica de Chile seftalaba, a propésito de reapaticién de un brote de viruela y de célera, que ls enfermedades atacaban debidlo a que encuentran “un medio favorable a su desarro- llo, medio creado en los barrios pobres por el desaseo, la descomposi- ciémy putrefaccién de las materias en kas habitaciones estrechas y mal aireadas en que viven estas gentes”™, Con esta discusién de fondo, se buscé instalar al interior de los sectores populares una “pedagogia de la higiene”™, destinada a entregar una poblacién més comprometida ‘con los intereses de una sociedad que demandaba cuerpos aptos para diversos sectores de la produccién. Fl discurso civilizatorio que encar- naba la elite médica encontré en la vivienda popular un espacio tactico para el control de las conductas y la multiplicacién de las aptitudes de 219 Ibid, p. 10. XY.N" 1, Santiago, julio de 1886, Citado en: MOLINA, nid dela alte mica, Chil: 1880-1890. Anis de a Revista Medien de Chile y de ls Anales de Ia Universidad de Chile, oct, p14 281 xa labor podagica del médico iginista se tansfo Repu en els 1898, con In aprobacion del Conse Ue Repiblcay el nomabrisato eT? decicembre de es ao de Tos pm pectores Santarios Dentro de sus obligaioncs estaba a visits de lat habstaciones Tesalues yiainstrucein des fas ques habitabaa en as norms dea igen Ver: DAVILA 1 Fen Pia en Ch, Imprenta Cervantes, Santiago de hl, 1908, pal 116 Ja fuerza cle trabajo del pais. En esta direccién, se desarrollé un debate institucional sobre higiene y salubridad que tuvo efectos concretos cn la problematica de fh vivienda popular. Un hecho mat nificativo en legal fue b creacién en 1892 del Consejo Superior de Higie blica “el cual pesteriotmente fue incorporado como ente con. sultivo del Consejo Superior de Habitaciones Obreras, constituido a partir de la Ley de Habitaciones Obreras de 1906”. Liste Consejo, de Higiene, implementado conjuntamente con el Instituto de Higiene, tenia entre sus debetes “Estuciar o indicar a la autoridad respectiva tochs las medidas de hijiene que bridad de las poblaciones 0 de os establecimientos pitlicos i particulates”, [ademas ce] “Velar por el cumplimiento de los reglamentos que se dicten sobre hijiene i salubridad paiblicas”™®, Por su parte, el Institu- to actuaba como soporte cientifico del Consejo, al estar obligado a “Thcer los estudios cientificos ck hijiene piblica i privada que se le encomienden por el Consejo Superior”™', Adems, este instituto fue cl canal més importante para la dfusién de los principios del higienis- mo a través de ht Revista Chilena de Higiene y del Boletin de Higiene y Demogratia, Hsta tikima funcioné como un drgano estadistico para cl registro y la descripcién del “movimiento de la poblacion de San- tingo i de ls ciudades de la Repaiblica con mas de 10,000 habitantes, los movimientos mensuales de la diversas secciones, movimiento de los hospitales, prisiones, agua potable, servicios de aboratorio muni- cipal, ete.” lbgrando generar un significativo archiv »documental e inf xmativo que ke permits al dispositivo médico realizar una accién de intervencién focalizada. 282 HIDALGO R- “Vivienda soca espacio urbano en Santiago de Chile: U fetrospectva a ln accion del Estado en las primerss dads del Siglo X 7 rminads Pp 283 DAVILA, R: Hien Pb o Chil cit, p28. 284 Ibid, p. 29. 285 Ibid, p. 31, 7

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