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Cuando el rumor mueve el mundo.

En momentos de tensión social, las purgas están a la orden del día. Así consta en diferentes
culturas, lugares y tiempo. Al fundamental papel que tiene el rumor y la habladuría en el
desarrollo del conflicto social no se le suele dar la importancia que detenta. Sin embargo desde
las acusaciones de brujería en África Central o la Europa del siglo XV, a la filtración de
documentos sobre políticos como los Panama Pappers, la red de comunicación que forman los
rumores y su estudio son esenciales para comprender muchos giros sociales que se han dado,
se dan y se darán a lo largo de la historia de la humanidad.

Los estudios de los procesos de creación y resolución de conflictos, han explorado


diferentes aspectos de las sociedades centrándose en las relaciones sociales y cómo se utilizan
aspectos culturales e históricos para transformar dichas relaciones. En base a ello, las
implicaciones que estos procesos terminan por alcanzar, pueden llegar a modificar el devenir
de una sociedad. Como parte de estos estudios, se encuentran otros más modestos pero que
sin ellos no comprenderíamos estos procesos más complejos. No obstante, parece que aunque
estudiados por separado, no se han relacionado de forma intrínseca tanto como se debería. En
toda sociedad, surge el conflicto que tiene un encaje concreto en la misma y donde tienen un
gran papel la confusión, la suspicacia, el desasosiego.

Cuando en una comunidad, los celos, las desgracias y rencores derivaban en


acusaciones de brujería, se estaban reflejando los cambios históricos que a escala mayor se
estaban viviendo y todo esto, fomentado por una red de cuchicheos y habladurías que
llevaban esta información de unas comunidades a otras. La confluencia de estos
acontecimientos, derivaban en los juicios por brujería que se dirigían generalmente contra
débiles y marginados, chivos expiatorios habituales. Si extrapolamos la situación a contextos
más complejos, vemos cómo hay personas que convierten los conflictos en formas de llegar a
castigos y procesos de expulsión de miembros incómodos de la sociedad, para lo cual precisan
de la opinión pública no solo como motores de expansión del rumor, también como
validadores del proceso. Estos actos no solo fluyen de los poderosos a los desposeídos,
también pueden hacerlo al contrario.

Podemos apreciar este dato más sutil en la filtración de informes sobre los gobiernos o
políticos concretos demonizándolos para provocar su caída y para lo cual es fundamental la
extensión del rumor y la habladuría mediante la prensa. Es fácil apreciar que no estamos
hablando de procesos medievales o de conflictos tribales de sociedades no occidentales. Se
trata de procesos de conflicto en diversos tiempos y contextos históricos. Por tanto, los
rumores y las habladurías constituyen el vínculo común entre los procesos conflictivos de
diferentes lugares y distintos periodos históricos.

Estudios africanos

Los estudios de Evans Pritchard sobre los Azande revelaron que la brujería contribuyó
a formar el mundo moral de las personas incluyendo un argumento funcionalista; “las
acusaciones de brujería eran un modo de expresar y descargar tensiones dentro de una
estructura social particular”. La brujería explicaba las cosas de manera racional.

Los estudios africanos tuvieron en cuenta el cambio histórico y consideraron las


acusaciones de brujería reflejo de los conflictos de la sociedad, producidos por la migración de
la mano de obra, los movimientos de personas y las epidemias. A nivel menos complejo, se
trataba de tensiones por relaciones competitivas tanto entre compañeros de trabajo como
candidatos a cargos de relevancia. Según Turner, “las acusaciones de brujería eran indicadores
superficiales de conflictos subyacentes por la tierra y el poder.” El papel que en estos procesos
tienen las habladurías y rumores es fundamental puesto que alimentan modelos de
incertidumbre que derivan en malentendidos y conflictos, como afirma Nigel Rapport.

El concepto de “drama social” descrito por Víctor Turner no solo es aplicable a aldeas
africanas donde se producen luchas viscerales y habladurías que provocan escisión. Podemos
comprobarlo en las discusiones entre profesores que aspiran a nuevos nombramientos dentro
de la universidad donde la política interna juega un papel más fundamental que los propios
méritos de los candidatos.

En el África contemporánea, las ideas de brujería se han convertido en una manera de


afrontar y criticar la modernidad, al contrario de lo que se podía esperar. Es evidente lo actual
de los procesos de habladurías y rumores que trascienden tiempos, espacios y contextos. Si
profundizamos más en el análisis, las modernas cazas de brujas mantienen las ideas antiguas
de brujería y rumores sobre acontecimientos indignos en todo el mundo.

El proceso del hechizo

Sobre brujería o hechicería la base es la misma. Las brujas tienen un poder que mana
de su cuerpo o espíritu que las capacita para dañar a otros provocando enfermedad o muerte
a quienes quieren debilitar engrandeciéndose ellas. Los hechiceros hacen lo mismo pero no
directamente sino a través de la magia. Se trata pues de una especie de “bio-terrorismo” que
hay que detectar mediante la observación y la denuncia, los rumores que solo esperan el
momento para manifestarse en la vida social en episodios de crisis o extraños sucesos que
provocan pánico como si de epidemias se tratara.

Nutini describió un caso en el que siete niños habían muerto de repente en una zona
rural tlaxcalteca de Mexico. Se atribuía la autoría a las brujas chupasangres o tlahuepuchi.
Acusar a las brujas de estas muertes es una forma de enfrentarse a una desgracia de esta
magnitud, descartando otras explicaciones como un simple accidente en base a su
mentalización de aceptar las ideas de brujería relacionadas a su vez con su catolicismo. Según
Nutini, podría tratarse de un accidente por exceso de ropa de abrigo mientras dormían. La
acusación a las o tlahuepuchi es una forma de aliviar el sentimiento de culpa de las madres y
comunidad, algo que ya indicó Evans-Pritchard cuando dijo que servían de explicación a las
desgracias en general.

Pero no creamos que estas explicaciones se aplican de forma indiscriminada. Se


inscriben en la lógica local aplicándose a casos de gran importancia. En este caso, la muerte
simultánea de siete niños suponía una amenaza para su futuro.

Europa
Sin duda las cazas de brujas de la Europa moderna fueron reflejo de los grandes
cambios políticos, sociales y religiosos que se estaban dando. Se perseguía a los herejes por un
lado y proliferaban acusaciones entre vecinos por pura codicia de sus bienes por otro. Son dos
contextos diferentes pero relacionados y solo hace falta trasladar la situación de un contexto a
otro para que se produzca el drama a gran escala.

La iglesia católica tenía en la caza de brujas una manera de deshacerse de sus rivales al
asociar las ideas de brujería a la herejía que conlleva un pacto con el demonio. La brujería
diabólica aparecía como una antiimagen de la iglesia católica. Así fueron perseguidos por
ejemplo los cátaros pero también las religiones precristianas que se pretendían erradicar. De
esta forma acusaban y se apropiaban el derecho a perseguir a estos grupos, acusándolos de
asociarse con el demonio. Este derecho al castigo, aumentaba su poder político. Los juicios por
brujería se convertían en una manera de confirmar la lealtad a la autoridad religiosa ortodoxa.
De nuevo el esquema se repetía. Aparece una desgracia que precisa de una reacción y
restauración social. Comenzaban las sospechas y acusaciones a nivel local que en muchas
ocasiones derivaban en una reacción más severa que emanaba del estado y las autoridades
religiosas

Cito el caso descrito por Sanders de 1612 en Pendle, Lancashire ( Inglaterra).

“Alizon Device:
Encontró a un buhonero, John Law, de Halifax, y le pidió unas horquillas. El buhonero no se las
dio y Alizon se enfadó. Poco después, el buhonero sufrió un ataque . Cuando recuperó el habla,
acusó a Alizon de embrujarlo . Alizon confesó que lo había embrujado y le pidió perdón. El
hombre la perdonó, pero su hijo se quejó al juez local”

Según Mauss, los regalos se basan en la buena voluntad por lo tanto negarse a
ofrecerlos provoca enfado que a su vez se convierte en miedo al castigo. La joven pidió algo de
poco valor, se lo negaron y se enfadó. Al llegar el caso a oídos del juez todo se complicó.

“Alizon dijo que recibía ayuda de un perro negro y que su anciana abuela la había
iniciado en la brujería. La abuela había tenido un altercado con un molinero que no quiso pagar
el trabajo que había hecho para él la madre de Alizon, y la hija del molinero enfermó y se
murió. Alizon acusó a otra anciana de la comunidad de matar a su padre, James Device, por no
hacerle una ofrenda anual (regalo) de carne; el padre de Alizon acostumbraba a dársela para
evitar los poderes de brujería de la mujer, y Alizon añadió un rosario de acusaciones. A su vez,
la abuela confesó su propia brujería y dijo que su familiar era el demonio en forma de perro
que se llamaba Tibb y que mataba a la gente en su nombre a cambio de que ella le entregase
su alma. La otra anciana, Chattox, hizo una confesión similar con una enumeración de las
muertes que había provocado y afirmó que la abuela de Alizon Device le había enseñado
brujería. Gradualmente, todos los miembros de las familias de las acusadas cayeron en la red
de confesiones y acusaciones. Doce brujas fueron declaradas culpables, y a diez se las condenó
a morir en la horca. Los parientes también confesaron sus propios actos y testificaron unos
contra otros, y algunos dijeron que el demonio había roto su pacto con ellos. Vemos aquí el
clásico fenómeno de confesiones de brujas y de acusaciones mutuas. Pueden interpretarse
como intentos, por parte de los acusados, de sacudirse las culpas o de obtener el perdón. Si sus
reputaciones no llegaban a oídos de las autoridades, las cosas se equilibraban a nivel local.
Pero cuando los familiares de una víctima hacían una acusación ante un tribunal, el destino de
los acusados estaba decidido, confesasen o no.”

Todo este caso, al igual que otros similares, necesitaban de una “prehistoria” de
rumores que solo necesitaban un cambio de contexto para llegar a un juicio con terribles
consecuencias. En un contexto, los rumores pueden ayudar a solucionar el conflicto mientras
que en el otro exacerban tensiones contra individuos débiles concretos. Retomando lo dicho
anteriormente, el traslado de situaciones al contexto de los herejes tomó dimensiones
realmente desorbitadas.

Se obligaban a las familias a pagar los costes del proceso, la leña de la hoguera y el
banquete posterior de los jueces, y a los funcionarios se les alentaba a la caza de brujas
autorizándoles a confiscar los bienes de cualquier condenado o condenada a brujería. Sin
embargo no es creíble que la codicia de vecinos o funcionarios explique el poder extremo y
represivo que se aplicó a la brujería en Europa. Según el análisis de Marvin Harris sobre el
tema en su libro “vacas, cerdos, guerras y brujas”, había causas mucho más importantes que
necesitaban de una retroalimentación continua para que se prolongara en el tiempo y en esa
retroalimentación, tenía un papel fundamental el rumor y la habladuría. Si se hacía creer a los
pobres y desfavorecidos que eran atacados por brujas, no pensarían que eran atacados por
príncipes y papas.

Por un lado tenemos la represión a los movimientos mesiánicos que buscaban


controlar elementos subversivos que ponían en peligro el poder omnipresente de la iglesia
católica y que habían surgido ante los cambios sociales que habían provocado las nuevas
relaciones de comercio, la posesión de la tierra y sus relaciones contractuales. Esta situación
había llevado a ingentes cantidades de campesinos a las ciudades amenazando la paz de las
mismas ante la imposibilidad de absorber esta población sin recursos. Los movimientos
mesiánicos proliferaron, con la idea de acabar con los privilegios excesivos de la iglesia
católica. Por otro lado, una población empobrecida, asediada por enfermedades y guerras que
necesitaban un culpable de sus desgracias. Tanto los movimientos mesiánicos como las
“brujas” fueron los chivos expiatorios durante la época de la caza de brujas en Europa. Pero es
más, si bien los movimientos mesiánicos unían a los desfavorecidos contra el poder
establecido, las brujas los separaba, sembrando las sospechas entre ellos y desmontando la
organización que el mesianismo les brindaba.

La jugada era redonda, atacaban a los que les disputaban el poder y ponían en riesgo
sus privilegios, desviaban la atención sobre las causas reales de la situación social hacia seres
más mundanos y además hacían que uno de estos enemigos, les sirviera de arma contra el
otro.

Peste y Antrax

A mediados del siglo XIV, la peste negra se extendía sin control por la cuenca
mediterránea y resto de Europa en pocos años, acabando con el 60% de la población. Su punto
de partida se situó en Caffa (actual Feodosia) a orillas del mar negro en 1346. La ciudad
asediada por el ejército mongol sufría asedio y cuando los atacantes sufrieron el brote se dice
que lanzaron dentro de la ciudad los muertos mediante catapultas, aunque probablemente
fueron las ratas que se colaban entre las piedras de las murallas quienes la propagaron con
mayor seguridad. Los mercaderes genoveses al saber de la epidemia, huyeron llevándose los
bacilos de la enfermedad con ellos hasta Italia, desde donde se dispersó por el resto del
continente. La epidemia también suscitaba acusaciones contra los propagadores de la peste
personas que habrían conseguido destilar la esencia de la enfermedad y que transmitían a
través de ungüentos para infectar determinadas zonas de los pueblos y que eran adoradores
del diablo,

Ya en la actualidad, 2001, en Estados Unidos se produjo un caso similar con la


búsqueda de los que habrían contaminado el sistema postal norteamericano mediante sobres
contaminados con esporas de ántrax. Se añadieron rumores de que se estaban dispersando
sobres con diferentes materiales contagiosos. Los sobres enfermaron a una serie de receptores
que incluso en algunos casos murieron. El paralelismo con el caso de la peste en Europa radica
en la forma en la que los temores sean reales o ficticios, producen respuestas similares. En el
contexto actual los terroristas se califican como “malos” que es el sucesor histórico del
término adoradores del diablo del caso de la peste.

Conclusiones

Las habladurías y rumores constituyen un sistema de información que sin necesitar de


ser verídicos o contrastables, consiguen sembrar la incertidumbre en una sociedad cualquiera.
La repercusión y alcance del conflicto que pueden generar, tienen relación con momentos de
crisis sociales como enfermedades o desgracias de manera que si bien pueden ser usadas para
dar explicación a fenómenos que no son explicables en primera instancia o cuya explicación
suponen una fuerte inestabilidad para los miembros de la sociedad resolviendo a nivel local los
conflictos, en otras actúan de manera completamente contraria, tergiversando la realidad,
empeorando las situaciones y modificando el orden social que hasta ese momento se ha
tenido. Derivando de las antiguas acusaciones de brujería y hechicería, estas habladurías y
rumores llegaron a ser utilizadas para crear un ambiente favorecedor de persecuciones a gran
escalas de los enemigos de los poderes políticos como fue la caza de herejes por parte de la
iglesia católica, al mismo tiempo que se dirimían conflictos locales entre vecinos que por celos
y envidias se acusaban unos a otros posicionándose a la vez del lado del poderoso tribunal de
la inquisición y su búsqueda del demonio. También observamos que estas cazas de brujas no
han desaparecido, tan solo han cambiado de aspecto los personajes y nombrados y
adjetivados de manera diferentes. El mal estaba antes representado por las brujas y ahora por
los terroristas o por los adversarios políticos utilizando ahora igual que se hizo antes, una red
de rumores y habladurías que descalifican al adversario, lo acusan de todo mal o definen sus
actos añadiendo otros de propia cosecha. La aparición de las redes sociales no hace más que
permitir que el fenómeno del conflicto social a través de estos rumores, se acreciente dando
lugar a una realidad creada en base a cosas que no son ciertas o de serlo están
adecuadamente sesgadas para el beneficio de quien los difunden sin poder ser comprobados
por medios explícitos. Pero no olvidemos que para que las palabras puedan ser usadas como
armas, necesitan de un contexto histórico adecuado en los que producir efecto. En estos
contextos, el rumor funciona de dos maneras: o difunden una alarma injustificada o ayudan a
la gente a sobrevivir.

Sonia Hidalgo.

https://www.capitalmadrid.com/2017/10/20/47572/la-batalla-perdida-de-facebook-contra-
las-noticias-falsas.html

http://www.nationalgeographic.com.es/historia/grandes-reportajes/la-peste-negra-la-
epidemia-mas-mortifera_6280

Brujería, hechicería, rumores y habladurías. Stewart,Pamela J. y Strather, Andrew. Akal Madrid


2008

Vacas, cerdos, guerras y brujas. Harris, Marvin. Alianza Editorial Madrid 1980

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