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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTONOMA DE MEXICO. La crisis del pensamiento latinoamericano se esta ma- ifestando entre nosotros en la manera acritica median- te la cual se ensalza a la demooracia libera, se acepta la funcién econémica que nos asigna la globalizacién capi- talista y se importan las modas intelectuales de los pa ses avanzados. Todo pasa como si hubiéramos regresa- do a principios del siglo, cuando la idea que nos ha mos de América Latina se recibla pasivamente del exte- rior o mediante la contribucién de los intelectuales crio- Hlos formados (0 deformados) en las metrépolis. ‘Sin embargo, es evidente que sdlo de manera pecu- liar Se reproducen en los paises latinoamericanos los ras- gos novedosos que se hacen hoy presentes en la vida econdmica y social de los grandes centros. Lo que ve- mos, més bien, es nuestras economias volverse cada dia mas dependientes, ensancharse nuestro desfase tec- nolégico y profundizarse el atraso, la violencia y la mise- ria de nuestras sociedades. Sobre esta base, se estén construyendo, como en el pasado, regimenes politicos arlificiales y excluyentes, cuya mayor preocupaci6n pa- rece ser la de mantener al pueblo privado de participa- cion efectiva en la forma de decisiones y sujeto a todo tipo de manipulacion y engafio. El recurso a las técnicas mas avanzadas de comunicacién masiva que la moder- nidad pone a nuestro alcance no hace sino agravar la situacién. Este libro representa un esfuerzo intelectual orienta- do a comprender el mundo en que estamos viviendo. Se analizan en é| cuestiones candentes, como las que se plantean en el plano de la economia, la sociedad, la po Iitica y la cultura, a partir de la conviccién de que la con- quista de una verdadera democracia supone la libertad de investigacién, la reflexi6n desprejuiciada sobre la rea- lidad de nuestra regién y el rechazo a los dogmas que, desde las metropolis, se nos tratan de imponer. BeBe EDICIONES ELCA #4, a] s 9 Waveae! 12583 TOMO IV < 4 4 : 5 é i LA TEORIA SOCIAL LATINOAMERICANA Cuestiones contempordneas TOMO IV coordinadores: BSS ham eet eta th ig BV et eee melee RUY MAURO MARINI y MARGARA MILLAN (Coordinadores) LA TEORIA SOCIAL LATINOAMERICANA TOMO IV CUESTIONES CONTEMPORANEAS ‘COORDINACION DE ESTUDIOS LATINOAMERICANOS FACULTAD DE CIENCIAS POLITICAS ¥ SOCIALES DIRECCION GENERAL DE ASUNTOS DEL PERSONAL ACADEMICO es UNIVERSIDAD NACIONAL AUTONOMA DE MEXICO EDICIONES EL CABALLITO, S.A. La teoria social latinoamericana Tomo IV: Cuestiones contemporaneas Ruy Plauro Marini y Margara Piillan (Coordinadores) I" edicién: 1996 2* edicién: 2000 D. R. © Ediciones El Caballito S. A. Tlazopilli # 7 Nuevo Renacimiento de Axalco Tlalpan, México, D. F. ISBN: 968-6125-83-3 Editor Daoid Altoaree Saldaia Impreso y Hecho en México Printed and Made in Mexico Indice Colaboradores Presentacin I. LACRISIS DE LOS PARADIGMAS La crisis como criterio de verdad, Sergio Bagi... . . . —PActualidad de la ién sobre el subdesarrollo y la dependencia: una visi6n critica, Jaime Osorio... « I. LA GLOBALIZACION DE LA ECONOMIA Y AMERICA LATINA —*Proceso y tendencias de la globalizaci6n capitalista, Ruy Mauro Marini... 2... ery ~~ La reestructuracién del trabajo y el capital en’ América Latina, Adridn Sotelo Valencia Pere —— Tecnologia y organizaci6n capitalista al final del siglo XX, AnaEsiher Ceceha .. 2-2... se . Mercados de valores. Una transformaci6n estructural re ciente, Maria Guadalupe Acevedo Lépez ...... - MI. DEMOCRACIA Y CIUDADANIA Estado y hegemonfa: la crisis latinoamericana, Emir Sa- Sujetos politicos, una revisién conceptual necesaria, Ire- ne Sinchez Ramos . Violencia politica y terror Democracia, participacién popular y neoliberalismo, Eduardo Ruiz Contardo Autonomia regional y terri del Estado mul 25 49 121 131 141 149 187 163 IV. CULTURA Y MEDIOS DE COMUNICACION ‘De pluralismos, heterogeneidades, naciones ¢ identida- des, Mdrgara Millén La eri Néstor Carcia Canclini. . . La television, escaparate del poder, Delia Crovi Druetta - V. HACIA UNA NUEVA TEORIA CRITICA, —e Modernidad y revoluci6n, Bolivar Echeverria del cine como fracaso de la politica cultural, “> BI paradigma del pensamiento critico, Hugo Zemelman . . 193 205 217 233 245 Colaboradores Maria GUADALUPE ACEVEDO LOPEZ. Sociéloga mexicana, in- vestigadora del Centro de Estudios Latinoamericanos, Facultad de Ciencias Politicas y Sociales, Universidad Nacional Aut6noma de México. . MARICLAIRE ACOSTA UROQUIDL Soci6loga mexicana, investiga- dora del Centro de Estudios Latinoamericanos, Facultad de Ciencias Politicas y Sociales, Universidad Nacional Auténoma de México, Presidenta de la Comisién Mexicana para la Defensa y Promocion de los Derechos Humanos, A.C. SERGIO BAGU BEJARANO. Historiador argentino, investigador del Centro de Estudios Latinoamericanos, Facultad de Ciencias Po- Iiticas y Sociales, Universidad Nacional Aut6noma de México. ANA ESTHER CECENA MARTORELLA. Economista mexicana, investigadora de! Instituto de Investigaciones Econémicas, Universi- dad Nacional Auténoma de México. DELIA CROVI DRUETTA. Comunicéloga argentina, investigadora de la Coordinacién de Ciencias de la Comunicacién, Facultad de Ciencias Politics y Sociales, Universidad Nacional Auténoma de México. HEcror DiAzZ-POLANCO. Socidlogo mexicano, investigador del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropologia Social. BOLIVAR ECHEVERRIA. Filésofo ecuatoriano, profesor-investiga- dor de la Facultad de Filosofia y Letras, Universidad Nacional Aut6- noma de México. NESTOR GARCIA CANCLINI. Antropélogo argentino, profesor vestigador de Ia Universidad AutGnoma Metropolitana, Unidad Iz- tapalapa. RUY MAURO MARINI. Cientista politico brasilefio, investigador Jel Centro de Estudios Latinoamericanos, Facultad de Ciencias Po- iticas y Sociales, Universidad Nacional Auténoma de México. MARGARA MILLAN MONCAYO. Socidloga mexicana, investiga- jora del Centro de Estudios Latinoamericanos, Facultad de Ciencias ?oliticas y Sociales, Universidad Nacional Aut6noma de México. TAIME OSORIO URBINA. iel Departamento de Rela 1oma Metropolitana, Unidad Xochimilco. EDUARDO RUIZ. CONTARDO. Sociélogo chileno, profesor-investi- yador del Centro de Estudios Latinoamericanos, Facultad de Cienci oliticas y Sociales, Universidad Nacional Auténoma de México. Ss EMIR SADER. Socidlogo brasilefio, profesor-investigador del De- sartamento de Sociologia, Universidad de Sao Paulo, Brasil. [RENE SANCHEZ RAMOS. Socidloga mexicana, investigadora de Centro de Estudios Latinoamericanos, Facultad de Ciencias Politi 2as y Sociales, Universidad Nacional Aut6noma de México. RAQUEL SOSA ELIZAGA. Socisloga mexicana, investigadora del Centro de Estudios Latinoamericanos, Facultad de Ciencias Politi- sas y Sociales, Universidad Nacional Auténoma de México. ADRIAN SOTELO VALENCIA. Socislogo mexicano, investigador Jel Centro de Estudios Latinoamericanos, Facultad de Ciencias Po- iticas y Sociales, Universidad Nacional Auténoma de México. HUGO ZEMELMAN. Socidlogo chileno, profesor-investigador de 31 Colegio de México. Cualquier pensamiento cientifico debe buscar una raiz trascendente, de la cual nace y a la cual perma- nece fiel. Por otra parte, cualquier pensamiento cienti co, por mas sélido que parezca, deja de ser cientifico si ‘no se expone a un cambio incesante, que mantenga en estado critico todas las ideas, Jas inmediatas y las perma- nentes. La necesidad de enraizar lo concreto en concep- ciones de cardcter mas general est sujeta al principio de que también las ideas mas generales y las comprobacio- nes més convincentes estén permanentemente sometidas al examen critico, a un proceso de renovacién que no cesa. Sergio Baga, 1995 .--No hay criticidad posible, si no incorpora eso que llamamos vagamente historia. Hugo Zemelman, 1995 -La originalidad, la especificidad 0 peculiati- dad del discurso critico de Marx se revela incluso en su dimensién puramente formal. El discurso de Marx no es critico s6lo por el contenido, sino también, y muy espe- cialmente, por la forma; es més, si no fuera critico en la forma no lo seria en el contenido. Marx abre el camino a la critica de la modernidad en el plano profundo en el que ésta es un modelo civilizatorio, una configuracién hist6rica particular de las fuerzas productivas de la so- ciedad humana. Al hacerlo, percibe la imposibilidad de evar a cabo esa critica de manera efectiva si ella se formula dentro del flujo estructuralmente positivo o “rea- lista” del discurso cientifico moderno. Ve la necesidad de construir una estructura discursiva nueva, acorde con el estado de crisis radical —civilizatoria— del mundo desde y sobre el cual reflexiona. Bolivar Echeverria, 1995 Presentacién Conctuimos, con este cuarto tomo de La teorta social latinoamert- cana, la divulgaci6n de los materiales presentados y discutidos cn cl Seminario Interno Permanente del Centro de Estudios Latinoame- ricanos de la Facultad de Ciencias Politicas y Sociales, de la UNAM, referente al bienio 1993-1995. Como hemos indicado, ese Seminario ‘cont6, en esa oportunidad, con el apoyo de la division General de Asuntos del Personal Académico (DGAPA) de la UNAM, asi como de Ia Facultad de Ciencias Politicas y Sociales, en particular de su entonces director, Dr. Juan Felipe Leal y Fernandez, quien ha hecho posible esta publicacion. Este volumen, correspondiente al cuarto ciclo de nuestro semi- nario, que se ha centrado en torno a la reflexién sobre alguhos problemas relevantes encarados por la regién a partir de la década de 1980, os el nico de la seric al que no acompafia una antologia de textos. Ello se debe a que practicamente no existen todavia plantea- mientos que sc pucdan considerar definitivos en relaci6n a la temati- ca aqui estudiada. Salvo contadas excepciones, que no han logrado atin gencrar escuclas en la tradicién de Ia teoria social latinoamericana, todo sucede como si nuestros intelectuales estuvieran todavia buscando comprender el nuevo periodo hist6rico que, en todo el mundo, em- ez6 a abrirse paso en la década pasada. Ello se debe, en parte, a la novedad de los fenémenos que, a nivel de Ja economia, de la socie- dad, de la politica y la cultura, comienzan entonces a configurarse, con lo que sus determinaciones profundas, sus proyecciones tenden- ciales y el horizonte que nos deparan permanccen atin imprecisos, abiertos al estudio y la investigacién. Pero no es todo: debido a que se han manifestado primero en los grandes centros capitalistas, es alli donde esos fendémenos han dado origen a intentos de teoriza- cidn, que parecen pesar sobre nuestra ereatividad, inhibiéndola. Sin embargo, aunque contribuya a explicar el retraso con que el Pensamiento latinoamericano acompafia las transformaciones del B mundo contemporénco, ello no agota la cuestion y no justifica que la mayor parte de los andlisis que, al respecto, se han producido entre nosotros no pascn de ser ejercicios repetitivos, faltos de originalidad © incapaces de dar cuenta de lo que tales transformaciones repre- sentan para América Latina. La verdad es que, en general, se ha perdido de vista Ia especificidad de nuestras formaciones socioeco- homicas y de nuestro Estado, que se habia constituido en el tema central de reflexién del pensamiento latinoamericano a partir de la década de 1920. EI ensalzamiento de la democracia liberal, la aceptaci6n de la funcién econémica que nos asigna la globalizacién capitalista, la im- portaci6n de las modas intelectuales de tos paises avanzados: esto es Jo que, llevado a cabo de manera acritica, da hoy Ja tonica a la idcologfa dominante cn Ja regién. Parecerfa que hubiéramos regre- sado a principios det siglo, cuando regia una divisién internacional simple del trabajo, basada en el intercambio de materias primas por jmanufacturas, en cuyo contextc 1a idea que nos haciamos de Amé- Tica Latina se recibfa pasivamente del exterior 0 mediante la contri bucién de los intelectuales criollos formados (0 deformados) en las metrépolis. ‘Sin embargo, es cvidente, para quien no lo quiera ignorar, que s6lo de manera peculiar se reproducen en nuestros paises los rasgos novedosos que se hacen presentes en la vida cconémica y social de Jos grandes centros. Las formas que asume el desarrollo capitalista, en el marco de la hegemonsa neoliberal a que estamos sometidos, parecen lejos de estar apuntando a una América Latina mas prospe- fa y mas feliz, Lo que vemos, més bien, cs nuestras economfas Volverse cada dia mas dependientes, ensancharse nuestro desfase teenologico y accntuarse las caracteristicas perversas de nucstras socicdades: Ja superexplotaciOn del trabajo, la marginacién de la poblacién respecto a las actividades socialmente dtiles, cl rezago Cientifico y cultural, la miseria y la violenci ‘Sobre esta base se estén construyendo, como en el pasado, regt- menes politicos artificiales y excluyentes, cuya mayor preocupacion parece ser la de mantener al pueblo privado de participacién efecti- Ya en la toma de decisiones y sujeto a todo tipo de manipulaciéa y Engafio. Abandonadas a su propia dindinica, las formas democrati- cas que estamos practicando no parccen conducirnos sino a manifes- faciones renovadas de aqucllos Estados oligérquicos de fines del siglo XIX y principios del siglo XX que, bajo la égida del elitismo y Gel racismo, sumicron a nuestros pucblos cn el atraso y la opresién. {El recurso a las técnicas més avanzadas de comunicacién masiva que Ia modernidad pone a nuestro alcance no hace sino agravar Ia si- tuacion. Se hace, asi, imprescindible un esfuerzo intelectual orientado a comprender el mundo en que estamos vivicndo, esfucrzo que vaya “4 de la mano con las huchas que, mediante movilizaciones de ca clasista, Einico, sexual y genevacional,libran actualmente nuestros pueblos, en pos de la satisfacci6n de sus necesidades inmediatas y de tuna participacién activa en la vida politica. La conquista de una verdadera democracia, frente a la cual nucstras formas estatales actuales no pasan de versiones contrahechas, supone la libertad de investigacion, la reflexién desprejuiciada sobre la realidad de nues- 1a region y el rechazo a los dogmas que, desde las metrépolis, se nos tratan de imponer. Supone, sobre todo, Ia capacidad de nuestros intelectuales para vincularse activamente al movimiento real que ercan las aspiraciones y el accionar de nuestra gente y, en ese contex- to, ecuacionar problemas y proponer soluciones. El cuarto ciclo del seminario interno del CELA pretendi6 pro- fundizar en algunas de las cuestiones contemporancas que exigen mayor reflexion, abriendo sobre ells la mas amplia discusiGn. Las limbactoncs de espacio no nor ba permitido reeoger toda la contr ue, ge , hicieron al debate investi baci an generonamnt,Htron al dhat mented eI propio personal del Centro. Lo que publicamos aqui es slo una seleeeln, necesariamentearitraia, do los textos que all se presen- partipants porstvalioss colaboracion. sss © fas Hos yradecemos también el apoyo y cl entusiasm i Estudios Latinoamericanos, y a la Mira, Cristi i tora de la Facultad de Ciencias Polticasy Sociales, ‘Un reconocimiento especial merecen Gloria Carrillo Serrato y cl Miro, Jorge Turner Morales po su colaboracién en la revision final Ruy Mauro Marini ‘Mirgara Millin México, febrero de 1996 I LA CRISIS DE LOS PARADIGMAS La crisis como criterio de verdad Sergio Bagi A\ partir de ta catéstrofe det régimen politico soviético, se ha llega- do a la conclusién de que este episodio abarca también todo tipo de ideas socialistas y, en particular, a una obra de orden teérico que se ‘gesté desde mediados del siglo XIX, cuyos autores son Carlos Marx y Federico Engels. Es decir, una generalizacion demasiado apresurad: En términos generales, lo que se pucde decir, como sintesis frente a esta experiencia hist6rica extraordinaria, es que encierra ciertos elementos que podriamos llamar vitales para cualquier socic- dad, pero que no se pueden individualizar ni analizar con cl apre- suramiento que el discurso politico y la informacién periodistica corriente requieren. Se necesita un andlisis con mayor conocimiento del problema, con mayor objetividad y con acopio de datos proce- dentes de una gran cantidad de fuentes y, por Io tanto, de material teGrico. Esto en lo que se refiere a la catastrofe de la Unién Soviética. Lo que es indudable es que cl tipo organizativo que se creé en Ia ‘Uni6n Soviética ha perdido vigencia hist6rica. Tenemos que comen- zar por evaluar Ia naturalcza de ese tipo organizativo para poder legar a ciertas conclusiones de aplicacién mas generalizada. Estos anilisis est4n en curso y scguramente se requerira de algunos afios antes de que puedan desembocar en una conclusién general valida para una concepeién teéri ‘ nes que pudicran ser fuente inmediata de politicas, de facil aplica- cidn a casos concretos. Estas concepciones, a su vez, debieran estar basadas exclusivamente en el conocimiento empirico de los proble- mas. Se preconizaba, asi, el abandono de toda Ia filosofia de la historia y la guerra a mucrte a las ideas gencrales on materia cientifi- ca, Se trataba de un desafio mortal, inspirado en un empirismo que, ¢n el fondo, escondia la prohibicién de tener ideas generales que adquirieran un dinamismo prictico, inmediato y, hasta cierto punto, trascendente. Era admitir el presente tal como se presentaba y tratar de explicarlo, con lo cual la conciencia del investigador cientffico fa después descansar, sin entrar en un conocimiento de cardcter thas global, abandonando toda referencia a las raices hist6ricas y conformandose con conclusiones que tuvieran la posibilidad de apli- caci6n prictica inmediata. ‘La tesis denominada “crisis de la gran teorfa”, en los ambientes serios del mundo occidental y, después, de América Latina y de otras partes del mundo, fue abandonada en cierto momento y comenza- Ton a aparecer obras que, en el fondo, pertenecfan a una concepeién de gran teorfa, porque expresaban una necesidad imperturbable y eterna en Ja cultura humana. Cualquier concepcién, cualquier idea de la cultura que no esta relacionada con un marco mas global deja de toner vigencia y grado de respetabilidad en muy corto plazo. Las ideas coneretas sobre lo inmediato son muy importantes, pero, en Gitima instancia, su capacidad de echar rafces profundas en la reali- ‘dad, de explicar procesos largos y complejos, depende de que estén ‘enraizadas en concepciones de cardcter general y mucho mas diné- micas. ‘Cualquicr pensamiento cientifico debe buscar una raiz trascen- dente, de la cual nace y a la cual permanece fiel. Por otra parte, Cualquicr pensamiento cientifico, por mas s6lido que parezca, deja Ge ser cientifico si no se expone a un cambio incesante, que manten- ‘ga on estado critico todas las ideas, las inmediatas y las permanentes. {ia necesidad de onraizar lo concreto en concepciones de caracter mas general est sujeta al principio de que también las ideas més generales y las comprobaciones més convincentes estin permanen- femente sometidas al examen critico, a un proceso de renovaci6n que no cesa. De manera, pues, que la necesidad de poner en duda las grandes concepciones filoséficas del proceso humano no quita vali- Sez ni necesidad a esas grandes ideas. Por cl contrario, su respeta- bilidad cientifica parte del hecho de que estén permanentemente expuestas a una actitud critica. Con todo esto, podemos aproximarnos a una conclusién de cardcter general. Detrés de la expresi6n “crisis de los paradigmas” y de su aplicaciOn a casos inmediatos, navega una concepcién inaceptable 22 del proceso de creacién cientifica. No hay paradigma respetable en el campo de la ciencia si no esté expuesto a crisis importantes. La ciencia misma deja de ser ciencia si no es capaz de transformarse desde sus raices, en forma permanente. Pero esta necesidad de superaci6n incesante del conocimiento cientifico de ninguna manera invalida la respetabilidad del conocimiento que se quiere superar. ‘Todo conocimiento cientifico tiene raices profundas. La sabidu- rfa humana es una escalera incesante de construcci6n, en 1a cual cada escal6n nuevo tiene necesariamente que descansar sobre Jos precedentes. No puede haber ciencia de fines del siglo XX si no descansa sobre la elaboracién cientifica de principios del siglo XX y de todos los siglos anteriores. De manera, pues, que detris de Ia expresi6n “crisis de los paradigmas”, aplicada al terreno cientifico, hay una contradiccin intrincca, que es necesario cxaminar y llevar alaluz. Sila ciencia, si lo que llamamos el paradigma cientifico, no entra en crisis, es simplemente porque no es cientifico. Si el paradigma es realmente cientifico, necesariamente tiene que estar en crisis perma- nente. Esta es la conclusi6n minima a Ia cual podemos llegar, la cual abre, a la vez, la tremenda responsabilidad de orientar el espfritu analitico hacia los fenémenos contempordncos con un criterio de respeto a la naturaleza misma de la creacién cientifica. En el fondo, ello implica también el respeto a las comunidades humanas en Jas que se aplica la reflexi6n cientifica, de las cuales se extrae Ia expe- riencia que alimenta toda Ia creacién cientifica. 23 Actualidad de la reflexién sobre el subdesarrollo y la dependencia: una vis! on critica Jaime Osorio Si nay alguna reflexién que las ciencias sociales latinoamericanas pueden presentar —en una historia de las ideas— como algo origi- nal y sustantivo, son las propuestas te6ricas que se gestaron en torno a los problemas del subdesarrollo y la dependencia. Ambas constitu- yen verdaderos paradigmas. A pesar de su riqueza, han sido relega- das a lugares sccundarios en los debates de los afios ochenta, por razones en donde el peso de los cambios politicos ocurridos en América Latina —y su incidencia en el campo intelectual— juegan un papel destacado.! En diversos trabajos se ha realizado una buena sintesis de los principales aportes de las teorias del subdesarrollo y de la depen- dencia. Por tal raz6n, no pretendemos aquf una exposicién acabada de ellas. Mas bien nos preocupa poner de manifiesto el horizonte de visibilidad que ambas teorfas abrieron, la actualidad de alguno de sus aportes y por qué —sin abandonar una vision critica— siguen siendo una rica cantera para encontrar lineas de reflexién que nos permitan explicar muchos de los problemas de nuestra re Dividiremos la exposici6n en tres apartados. En el primero pre- sentaremos consideraciones generales referidas al campo tedrico- metodolégico propuesto por las teorfas en cuestiOn. En el segundo nos centraremos en algunos de Jos aspectos que, a nuestro juicio, constituyen los principales residuos que cada una ha dejado al cono- cimicnto de nuestra regién. Por iltimo, haremos una exposicin critica de los limites que presentan. ‘Cabe advertir que, cuando nos referimos al paradigma del sub- desarrollo, estamos considerando la obra de la Comisién Econémica para América Latina (CEPAL), particularmente la gestada entre 1 En el ensayo “Los nuevos sociélogos” analizo las razones de ese olvido. Véase mi libro Las dos caras del espejo. Ruptura y continuidad en la sociologia latinoamericana, México, Triana Editores, 1993 25 fines de los afios cuarenta y comienzos de los sesenta, periodo cn donde Radl Prebisch tuvo un papel destacado en la direccién de ese Organismo.? Se ha discutido sobre los orfgenes de las ideas aye formula Prebisch.? Aqui habria que sefialar que ninguna nueva co” tia arranca de cero, Siempre existe un “clima intelectual” que hace posible que cicrtas formulaciones, en un momento determinado y ¢m Ia pluma de determinado autor, alcancen una cristalizacion ave Fafca de manera clara los cortes con las visiones prevalecientes y Thre nuevas perspectivas de andlisis. Este papel le cupo a Prebisch respecto a Ja teoria del subdesarrollo. ‘Cuando hablamos del paradigma de la dependencia hacemos especial énfasis en fa obra cn donde el tema alcanza su mayor fandurez: el ensayo Dialéctica de la dependencia,* de Ruy Mauro Marini, autor que —al igual que Prebisch— recoge una serie de propucstas que flotaban en cl ambiente, rearticuldndolas, reform. Tandolas y afiadiéndolcs la impronta de su original interpretacion, wanén de pestar nuevas categorias, todo lo cual le permite aleanzar la aaas elaborada y seria interpretacion de las especificidades del cap! falismo latinoamericano desde la teorfa de ta dependencia. 2 Sobre las tesis de la CEPAL y de RaGil Prebisch, véase en particular, de Octave Rodriguez, La teorta del subdesarrolio de la CEPAL, México, Siglo $Gc0 1980, de Adolfo Gurrieni, “La economia politica de Rail Prebisey" en 2Ollire Le obra de Prebisch en la CEPAL (selecei6n de A. Gurrieri); México, HCE. Lecturas del Trimestre Econémico, ntim. 46, t. I, 1982; también Pre picky la CEPAL, de Joseph Hodara, México, El Colegio de México, 1987.1) oe Ray Mauro Marini y Mérgara Millda (coord.), La teorfa social ludiumericana, (. U: Subdesarrollo y dependencia, México, Ed. El Caballito, {904 se presenian una serie de ensayos sobre los aportes de 1a CEPAL-Y ‘a {eoria dela dependencia. Puede consultarse, también, mi ensayo “El marxis” seonunoamenicano y la dependencia”, en Las dos caras del espejo.-.» op. cit Til periodo aqui considerado corresponde a la segunda y tercerst Po. saehtaude las cinco que Prebisch reconoce en su itinerario intelectual, Vase SGI Ctapas de mi pensamicnto sobre el desarrollo”, en Comercio Exterior (México), vol. 37, nm. 5, mayo de 1987. 3 Hodara atribuye la nocién de “periferia” a Emest Wagemann, eco- nomista aleman, formado en Chile, y la tesis sobre “el imperativo, de ta potnttializacién” a Manoilesco, economista y ministro de Hacienda de Ra- snanin en el periodo de la gran depresiGn. Véase, Prebisch y la CEPAL, op. cit pp. 132-140. “4 México, Ed. ERA, 1973. En el ensayo “EI marxismo latinoamericano ya dependencia”, cit, exponemos las distintas corrientes y autores ave se Y pican dentro de Ia llamada corriente dependentista y entregamos los argv aeistos para afirmar que, con Dialéctica de la dependencia, eristaliza la toorka marxista de la dependencia, 26 L Cuestiones tebricas y metodolégicas Como toda revoluci6n cientifica, las teorias del subdesarrollo y de la dependencia rompicron con visiones prevalecientes y abricron un horizonte de visibilidad que dara fecundos resultados en el ca- mino de desentrafiar las particularidades de América Latina.’ En términos generales, podemos sintetizar su contribucién en cinco puntos. Ellos son los siguientes: a) América Latina como problema teorico En rigor, América Latina —en estudios sobre algunos paises 0 subregiones o en interpretaciones generales— venfa siendo pensada desde afios anteriores a la emergencia de las teorias del subdesarro- lo y Ia dependencia. Baste considerar la rica producci6n de José Carlos Maridtegui, Ramiro Guerra, Rail Haya de la Torre, Caio Prado Junior, Silvio Frondizi o Sergio Bagt.° Pero es entre los afios cincuenta y mediados de los sctenta cuando Ia subregiOn aparece a Jos ojos de las ciencias sociales como problema te6rico, esto es, como un tema que reclama conceptos y cucrpos teéricos especificos y como un asunto central a resolver. ‘Son varios los factores que debieron conjugarse para que ganara vida un proceso de tal naturaleza. Esto suponia problemas que obli garan a interrogarse sobre Ia singularidad de Ia regiGn, un determi- nado avance de las ciencias sociales, intclectuales con capacidad de responder a los retos planteados y espacios institucionales de investi- gacién que abricran lugar para reflexiones de nucvo tipo, entre algunos otros. La demanda de Naciones Unidas de pensar los problemas lati- noamericanos desde Ia perspectiva de su desarrollo fue, sin duda, un factor importante, que incidi6 en varios de los factores antes enun- ciados: sc cre6 la CEPAL en 1948; sc aglutiné a un conjunto de investigadores brillantes (como Celso Furtado, Juan Noyola, Anibal Pinto) bajo la audaz direcci6n intelectual de Rail Prebisch; se oblig6 5 Eneste apartado hacemos Gnfasis en los puntos de confluencia entre ta teorfa del subdesarrollo y Ia teorfa de la dependencia. En los siguientes se irén poniendo de manifiesto las diferencias. En todo caso, en cl ensayo manismo latinoamericano y la dependencia”, cit, hemos analizado los pun- tos de ruptura entre ambos paradigmas. 6 Una recopilaci6n de parte de la obra de estos autores, considerados como los fundadores de un pensamiento latinoamericano eritico y original, se encuentra en R-M. Marini y Margara Millan, La teorfa social latinoameri- cana, Textos escogidos, t. 1: De los origenes a la CEPAL, México, UNAM, Facultad de Ciencias Politicas y Sociales, Coordinacién de Estudios Latinoa- mericanos, 1994. 27 a reflexionar sobre América Latina y su desarrollo; se llega al cues- tionamiento de las visiones prevalecientes en la materia y, de paso, surgen preguntas sobre las originalidades de la regi6n, La economia politica del desarrollo y la sociologia del desarrollo latinoamericanos Encontraran, asi, espacios institucionales, problemas y actores para avanzar. ‘Un efecto parecido, aunque desde otra vertiente te6rica —en este caso, el marxismo—, engendrara cl triunfo de la revolucién cubana, en 1959. Este proceso potenciaré de manera geométrica las preocupaciones que, en este cuerpo teérico, ya estaban presentes Sobre las singularidades de América Latina. La recepci6n del mar- xismo en las aulas universitarias o en organizaciones politicas que buscan explicarse y ropetir a experiencia cubana; la formacién de nuevas camadas intclectuales, bajo la impronta de una reflexi6n sobre el marxismo y desde el marxismo; las preguntas planteadas en Ia bisqueda de os factores estructurales que hicieron posible el triunfo de la revolucién en una ‘sla atrasada del Caribe y del porqué del fracaso de las politicas desarrollistas; la integracion de equipos de investigacién en Chile, con intelectuales provenientes de distintos pafses de la zona: he aqui toda una gama de procesos que alimentan €l interés por los estudios que asumen a América Latina como problema teérico y Ia riqueza que aleanzan. Sia todo esto sc Ie afiaden los agudos debates al interior y entre ambos paradigmas, debido a las fucrtes implicaciones politicas que derivaban de las propuestas tericas y a la lucha que sc establece entre proyectos de naci6n claramente altcrnativos, tenemos un cua dro mas acabado sobre el tema. En definitiva, los tesricos del subdesarrollo y, especialmente, de la dependencia, respondieron afirmativamente a la pregunta de si América Latina constituia una regién original, desde cl punto de vista de las formas cémo se desarrolla el capitalismo, y se dieron ala tarea de descifrar esas originalidades. Las diversas respuestas que ofrecicron caminan en esa direccion. La pregunta anterior —y las respuestas que se formularén— no son un dato menor, afin mas en momentos en que las ciencias socia- es de la regi6n nos hablan de las dificultades de avanzar en la democracia, de constituir ciudadanos, de madurar sistemas de parti- dos, de crecer y conjugar crecimiento con equidad, pero asumicndo, de manera implicita, que todo cllo debe lograrse bajo formas simil res alo que el mundo desarrollado ha alcanzado en la materia. Todo se reduce a un asunto de “falta de madure2” (cconémica, politica, cultural, etc.) 0 de “cstadios mas atrasados” (cn una nueva edicion dc las viejas teorfas del desarrollo), olvidando cl pequefio detalle de que, en América Latina, no contamos con sociedades capitalistas cualesquieras, sino con unas que, por ser capitalistas dependientes, “maduran” dé una manera diferente. 28 8) Elandtlsis de América Latina en el contexto de la economia inter- _ Tras la Segunda Guerra Mundial, la visién del mundo como una unidad conformada por partes interdependientes gana creciente fucr- za. Esta percepcién venia haciéndose fuerte en América Latina des- de Ja crisis del llamado modelo primario cxportador, afectado por los vaivenes de la economia internacional (Primera Guerra Mundial, ctisis de los afios treinta, Segunda Guerra Mundial), que provocaron una fuerte caida de los precios de los bienes exportables de la regi6n. Al final del segundo conflicto mundial y bajo el liderazgo de la economfa estadounidense, la vision de la interdependencia crista- liza. Es en este marco que se crean instituciones que velaran por aspectos de politica internacional (como Naciones Unidas); pactos militares regionales, como la Organizacién del Tratado del Atléntico Norte; y organismos que buscan poner orden a la economia interna- cional bajo los lincamientos de la nueva potencia hegem6nica: el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, asi como las corisione regionale,dependients de Naconcs Unidas (i CEPAL 6 jina), que tendrén como tarea hac resolver los problemas del desarrollo. anna __ Los acontecimientos anteriores pusicron en evidenci investigadores de la CEPAL y los inteloctuales erticos del Hesarro: lismo y del pensamiento social ortodoxo que los problemas de la zona reclamaban un marco de referencia que no podia ser otro que el de la economia internacional vista como unidad. América Latina estaba inscrita en procesos que la rebasaban, por fo que su estudio requera consierar marcos geografcos mayore Igunos estudios (en particular en los de la CEP. i cna emo arta cu de CAL) ae hacia este enfoque, en el sentido de que el subdesareolo tiende a explicarse como resultado de procesos que escapan a decisiones locales. En el paradigma de la dependencia, esta situacién es supera- da, generando una perspectiva de andlisis en donde los elementos externos ¢ internos se conjugan, si ac repro- snc se conjugan send su articuacion la que rep ‘Algunos puntos. importantes a en est sig gam P destacar en esta Iinea son los +” América Latina se fue haciendo capitalista luego de su vi inserci6n en los circuitos que comenzaba a generar un capitali ‘mo incipiente, pero que ya mostraba los inicios de una tendencia ‘que se expresard con fuerza posteriormente: su vocaci6n a recla- ‘mar un espacio planetario; en esa insercidn la estructura productiva latinoamericana co- menz6 a gestar caminos propios, articulando antiguas formas de produccién con formas nuevas y dando vida a mecanismos inter- nos de reproducci6n del atraso y la dependencia; 29 0 se puede se inscribe nal, formas + para comprender las especificidades de Ja zona, m prescindir de las formas mediante las cuales la region €n los movimientos del capitalismo a nivel internaci que varian en el tiempo; pero tampoco se puede dejar de consi derar el modo cémo internamente se van recreando los procesos {que producen cl subdesarrollo. Por tanto, la disputa entre exoge- nistas y cndogenistas cs falsa. La soluciGn de esa disputa requic- re de un enfoque que integre los elementos externos € internos y que sca capaz de dar cuenta, en cl contexto de una América Latina que va modificando sus formas de inserci6n en un capita- lismo internacional —que también se modifica—, de la recrea- cién interna de los mecanismos que generan atraso. Inscrita en espacios cconémicos regidos por reglas gencrales, América Latina presonta una Icgalidad especifica, misma que re- quiere ser desentrafiada. Esta ser’ una de las novedosas propucstas abiertas por la teoria del subdesarrollo y, en particular, por la de la dependencia. c) Hacia una teorta del capitalismo periférico y dependiente Desde los trabajos pioneros de Prebisch en la CEPAL, como en Jos de la teorfa de la dependencia, existe cl supuesto de que América Latina presenta originalidades que es nocesario evidenciar. En ver~ siones més maduras, cllo significar4 entender que estamos frente a un capitalismo sui generis, que provoca resultados desconocidos, a pesar de que en él se apliquen politicas econémicas conocidas. Esta percepcién abriré un nuevo horizonte de reflexién. Parte sustantiva de los esfuerzos te6ricos se encaminara a dar cuenta de ‘esas particularidades, desde esquemas meramente descriptivos de las originalidades de la zona, hasta otros mas claborados, que buscaran ofrecer una explicacién de dichos aspectos y de la dinémica del capitalismo latinoamericano. ;Cual es la especificidad de América Latina? En esta pregunta se encicrra parte fundamental de la rique- za te6rica producida en esos afios. 4) El desarrollo como preocupacién central El tema del desarrollo ocupa un lugar central en Ia claboracion te6rica de ccpalinos y dependentistas. Constituye una idea-fuerza que supone ser posible Ia construccién de economias capaces de repartir los frutos del trabajo hacia cl conjunto de Ia sociedad. Si, en Jos momentos iniciales de la CEPAL, se considera que el desarrollo es una consecuencia natural del crecimiento, posteriormente Ia idea se modifica, enfatizindose que aquél es cl resultado de un esfuerzo especifico que no devicne simplemente de aumentos cn e] Producto Interno Bruto, 30 En el caso de la teoria de la dependencia, si bien no exis propuesta expresa de como acceder al desarello, we busca pone ea evidencia que, bajo los parametros del actual ordenamicnto societal ¢ desarrollo no sera posible. Por cl contrario, lo que puede esperarse es mayor subdesarrollo. Esta idea no significa negar la posibilidad oricntan a satisfacer a la esfera alta del consu- mo local, provocan: 1 relegamiento de aquellas ramas o empres que producen pare ‘eado constituido por la demanda de los trabajadores. a HO los parér;~' 5 del nuevo modelo exportador, que gm vide oits Bim parte el siglo XX, nuevamente la Fuptura del iclo del capital asomne expresiones geogréficas cuando los mercados Exteriores se constituyen en el sector privilegiado de la nueva econo ore ue desmedro del mercado interno y, en particular, de Ja esfer ja de consumo. | bal Cr muptura entre Jas esforas di Ia produeci6n y el consumo £5 uno de los rasgos estructuraics de aquelias formas de reproduccién Yel capital sustentadas en la superexplotacién, como ocurre en rica Latina. Formas de insercién de América Latina al mercado mundial: eco- ©) rons do enclave y de contol nacional, valores de uso y sus derivaciones politicas y sociales . ; El estudio del modo mediante el cual los paises latinoamerica- nos se insertan en los circuitos del capitalismo es un punto de partida bisico para comprender algunas caracteristicas que asumiré la ¢co- || Estado y las clases sociales. E aoe clios momentos de vigencia del modelo agro-minero exporta- dor, Cardoso y Faletto distinguen dos formas de relaciones basicas con el mercado mundial a partir del tipo de propiedad de los princi- pales rubros de exportaci6n: las economfas de enclave, en donde es Capital extranjero el propictario de los micleos exportadorcs, ¥ Sebnomias de control nacional, en donde esos nécleos estén en manos de capital local? P _ oe ea ea ea tanto la economéa nacional s6lo retiene wna 23 Véase Dependencia y desarrollo en América Latina, op. cit., pp. 39-53. parte muy pequefia del valor de las exportaciones, porque la parte sustancial regresa al pais de origen de las inversiones, el desarrollo del resto de la economia tendera a verse debilitado. Esto tendré repercusiones en la gestaci6n de las clases, las cuales contaran con menores condiciones para emerger, y las que lo hagan tendran bases materiales débiles. El Estado-nacién, a su vez, on tanto Ia sociedad no cuente con una estructura social compleja, tendra dificultades para consolidarse y tender a operar més como una instancia recau- dadora de impuestos del enclave. Estas tendencias, gruesamente dibujadas, operaran en sentido distinto en las cconomias en donde los principales rubros de expor- tacin quedan en manos del capital local. La derrama de recursos hacia el interior seré mayor, lo que favoreceré cl auge de nucvas actividades econémicas y, con clo, la emergencia de nuevos sectores sociales. Todo esto favorécerd Ia temprana cristalizaci6n de los esta- dos nacionales. Mis alld de la condicién dependiente del conjunto de las econo- mas latinoamericanas cxisten diferencias entre ellas y la tipologia anterior apunta a ofrecer puntos de reflexién que permiten expli- carlas. En la misma linea se ubica la consideracién del problema de los valores de uso que producen (y exportan) las diferentes economfas latinoamericanas. Asi, por ejemplo, existen valores de uso que, a pesar de estar dirigidos fundamentaimente hacia el exterior, favore- cicron las posibilidades de desdoblamiento de otros sectores econé- micos. Tal fue el caso de Ia crianza de ganado y la exportacién de carne, lo que propicié el desarrollo de actividades ligadas a la refri- geraci6n, asi como manufacturas derivadas del procesamiento del cuero. Por otra parte, los valores de uso carne 0 trigo (principales rubros de vineulaci6n de Argentina con el mercado mundial bajo el modelo agro-minero exportador) propician que la industria exporta- dora mantenga mayores grados de ligaz6n con el mercado interno, en tanto esos productos pucden scr fécilmente incorporados al con- sumo de los trabajadores Distinta es Ia situaci6n de aquellas economias cuyos valores de uso no estaban en condiciones de ser procesadas internamente (por ef atraso industrial y tecnolégico) o de generar industrias comple~ mentarias, como son el caso del estafio (Bolivia), cl cobre y el salitre (Chile). Estos bienes, a su vez, tampoco tenian condiciones de pasar a formar parte del consumo interno, y de los trabajadores en particu- lar, lo que agudizaba las tendencias a generar economias desvincula- das del mercado interior, del punto de vista de la realizacion. El cruce de estos factores (enclave 0 control nacional, tipo de valor de uso) dar un mosaico de distintos tipos o formas de desarro- lo capitalista dependiente, con diferencias en el plano econémico, social y estatal. 41 jesentrafiar las formas diver- Estos clementos ayudan también a di mmias latinoamericanas. Asi, sas como las crisis afectaron a las econo’ por ejemplo, Ia economia argentina suftié en grados menores |as Pesis de los mercados internacionales provocadas por la Primera Guerra Mundial, el crack de 1929 y la Segunda Guerra, en tanto los Gilotes de uso que exportaban constitufan elementos fundamentales Ye ta canasta de consumo de la poblaci6n del mundo desarrollado, por lo que, si bien podfa bajar la demanda o el precio de esos biones, reunca esos dcterioros alcanzaron Ia magnitud que van a presentar Diu valores de us industrial 0 aquéllos que hacen parte de los postres del mundo desarrollado (azéicar, banano, cacao, café, ete). Dervado de Ia situaciOn anterior, se puede entender también la sobrevivencia que alcanz6 por largo tiempo a oligarquia exportado- ta argentina. Fue una clase que no se vio tan golpeada por las crise Gel modelo exportador como otras congéneres en la region. De allt fe faerza que mantuyo para hacer frente a los proyectos de industria- lizaciOn, situacion distinta a otras oligarquias exportadoras latinoa- maricanas, las que debicron ajustarse mas rapidamente a los nuevos modelos de desarrollo. Los tactores que hemos considerado en este punto, aplicados para el periodo agro-minero exportador, bien pueden ser asumidos para periodos posteriores y, de seguro, nos pormitirfan observer Patémenos de gran interés cn la nueva situaci6n de las sociedades Jatinoamericanas. IIL Las limitaciones tebricas y metodolégicas s aportes tedricos mAs significativos de las. ‘ricanas en la comprension de Ia especifi- fel subdesarrollo y de la dependencia jecesario considerar a Ia hora de su ‘Aunque constituyen Io: ciencias sociales latinoame: cidad regional, los paradigmas di presentan limitaciones que es 1 TecuperaciOn. 1. Criticas al paradigma del subdesarrollo Los aspectos que nos parecen de mayor importancia, en la linea de 1o que venimos argumentando, se derivan de la ligaz6n del para Gigma del subdesarrolo con la teoria del desarrollo. Ten efecto, pesar de la critica a esta teorta, la cual se acrecienta en las obras de Prebisch de mediados de la década de los sesenta y de los setenta, la Propuesta cepalina original no termina de romper con ciertos funds: eromtos de la teoria del desarrollo. Algunas premisas de esta teoria Siguen presentes de mancra explicita, o entre Iineas, en el discurso cepalino. De manera sucinta son is siguientes: 42 a) Elsubdesarrollo como etapa del proceso de desarrollo se uit idea supone al desarrollo como un continuo, frente al cual $5 wigan economia en posiiones més avanzadas y mds atrasadas El problema central para las atrasadas es remover los obsticu Y subdesarrollo slo son expresones de momentos diferencias dc tina metamorfosis estructural que conduce aun mismo Bad b) Elsubdesarrollo como resultado de factores extemos en geste caso ef Enfass se cena en la presencia de movimientos gn el comerciointernacinal que impigen que los rutos del progres ave genera América Latina queden n la repién Bajo esta vision se z le naciones afectadas por otras naciones y se pone tun velo los fatore interns y a as ‘elacionos de clase que favore- cen la reproduecion del subdesarolla™ Bs este supuesio el que que, en las propuestas iniciales de la CEPAL, no exist a geo heir {ura cconGmics lanoamericana (forma agora, reforma distribu- tia, te) Bl propio Prbish se aufoericar al respecto en aos ©) La posibilidad de un capitalismo auténomo Esta fue una de las grandes utopta c afe E cepalino original, Bstableciendo relscones comerciales internation ales de nuevo tipo se suponia posible aleanzar Ia ‘autonomfa, En tanto elemento exter se concebi la dependencia como un prode- jondc los movimientos de ciertas cconomfas estaban definidos Por acontecimientos que son contolados por otras. La idea era, por , ganar en capacidad de decisién y de definir ambos propios. 24 Una erica a esta visi , ca visién que también se hace exteniva a ce propose depeniemtis pce eae en elena de reancisco Welfort, iotas sobre la ‘teoria de la dependencia’: jteoria de ck ‘ologia nacional, cn ewn Latnamertanade Conta oltica(Santings de Ca esl lene Latnanertana de Ce Poti Santiago Ch 25 “Hasta esta estas fae : tose pet Jercrs que cubre ines de los aBoscineunta coment de ly ssi, 3.01 no faba prea atenen suficiente al roc de apercse mreacot cespeln del oblate de tenenls de tra Tampoco abi consiorado con detnimient, en is princes sto dea Cu heey de quel ecemint no ni CnPticad a grandes masa dln poblacon de ingresos bap mientras que tivelouo exto dels struc socal foecog los ingress elvado Es posible ‘que esta actitud fucsc un vestigio de mi anterior post. % neoclis ee jonde se suponia que el crecimiento cconomico corregica por sf solo las trader dpridades de ingress a trance def acto de acraus del Rendo® Kal ch, “Ce se mat pose bre ces 43 La industrializacion, bajo la direcci6n del Estado, constitufa en el Kigcurso cepalino la piedra angular de este proceso. IS ea iposteriores destruirén esta utopia, ya que arrancaba de puntos de partida que impedian desentrafar los laz08 A unfan oe Passes del capital internacional con el capital local. Ast, poe Gjemplo, a muy poco andar la burguesfa industrial Jatincamericana (@, para ser mas exactos, su fracci6n monopélica) terminé asociada Co. Partapital extranjero y esta alianza comenz6 a definit ¢l rumbo Gel proceso industrializador, propiciando nuevas “formas de de- Sendencia”, como ocurrié frente a la demanda de capitales, equipos F maquinarias del exterior. La reclamada autonomia termin6 por derrumbarse. 4) La industrializaci6n como proceso que resolverd el subdesarrollo Ta formula de soluci6n a los problemas de] subdesarrollo lati- noamerieano se encontraba en la industrializaci6n. Ella iba a pen coat Ia productividad y retener los frutos del progreso téenico por la via de elovar el empleo y detener las presiones hacia Ta baja de Pore vtiosy de los precios de las matcrias primas. Mas ain, permi- iris poner fin ala heterogeneidad estructural y desatarfa las fuerzas ‘que nos llevarian al desarrollo. $51 coando Ja industrializaci6n ha caminado un trecho sustan- tivo algunos autores adscritos a la CEPAL constatardn que ‘a in- {wO. ifuncién no resolvia lo que supuestamente iba a resolver ¥> suomas, provocaba nuevos desequilibrios (marginalidad, mayor Com adem, Pde la riqueza, ctc.). Asi es cGmo surgiran posturas criticas sortt sono mismo de Ia CEPAL, como ocurre con Ios trabajos que Se desarrollan en el ILPES.* ©) El Estado como instancia racionalizadora para alcanzar el desarro- Uo Si el mercado mostr6 limitaciones para enfrentar los retos del subdesarrollo, la CEPAL pasard al extremo opuesto, dando por Sen ‘ugg que el Bstado seré una picza fundamental para poner n mar td dieuevo proyecto, sustentado cn la industrializaciOn. Pero en cree dlamo habia un aspecto clave: no hay interrogantes ni cucstio- cate rectoe sobre los intereses sociales presentes en el Estado, por 10 Gue se lo concibe como una instancia que estableceré yea raciona- Bed que beneficiard necesariamente a toda la nacién o a toda la sociedad. mente de mayor injerencia estatal, sino —fundamentalmente— de |, sino jos contcnidos sociales de sus politicas. A la larga seran sect sectores sociales reducidos los que termi i sociales reducidos los que ferminarén beneficiéndose de Ia supuesta 2. Criticas al paradigma de la dependencia a) Equivocos en el concepto de superexplotacién El término, propuesto ini sug EL tStmino, propuesto por Marini, no sm jana suore Indes de mayor expotacon, cuando ‘ienta dar eugnta'de una explotacion que viola el valor de fa fuerza de trabajo y do formas auc repgsan en el desgants y consumo indsbido de la fuerza de trabajo En pocas palabras, puede darse na mayor explotacin sin que el capital se apropie de parte del valor de la fuerza de trabajo, te many al la, anal por Mi Sm real del Gempo de wabajo nectar. eens oars aE wa ca an, I ca de explotacién es mayor en los paises con mmayores nvelestecnol cos ya gue a clevaci6n de la productividad trabajo y eleva la cuota de plawvalias = “MOF ¢ I8 fuerza de b) Ausencia de estudios we den i dusencia de etude gue den cuenta dels diferencias dentro det we ide chgrado de abstracsin de Dialctia de fe dependencia! no cello peer iane cae ac oon eae amerita avances para poder comprender la complejidadide situneae. neta avane jprendcr la complejidad de situaci nes la region, Muchos exticos, al olvidar el vel de abstraccion el ands, ped Tas tesis presentes en Dialéctica de para partiral cotudio destuaclones parteulares™™ Pn” OPA! ©) Caminos cerrados en el capitalismo El paradigma de la depe: a le la dependencia puso de manifiesto la imposibi: tidad de slcanizar el desarrollo bajo parametcos capltalisias Para las Secrest cee ne rand eB ar act seta Mata itetnahs sas ‘a los procesos que busca explicar. ca eeeeeeen vip vin ton pte onion nanan 45 sociedades latinoamericanas, a lo menos dentro del capitalismo que societies. La idea de Frank de que América Latina solo puede Ceperat “el desarrollo del subdesarrollo” en tales condiciones sipte” {ee bien ol problema. Pero, aceptando este planteamiento: {qué se puede hacer en tanto este orden no se modifique? Todo parece Pigicar que nos encontramos en un callején sin salida en materia de Broyectos alternativos, y que sélo cabe esperar que el poder politice Pe modifique para iniciar la resoluci6n de la condicién dependicnto- aul hay un terreno en donde el paradigma de ta dependencia Gebiera ofrecer nuevas respucstas 0 ahondar en el tema. 4) Deficiencias en ta relacién entre economia y politica El paradigma de la dependencia emerge ligado a una teoria del cambio social, y de la politica en general, que requicre revisiones ¥ satualizaciones. Por ello, se necesita pensar a lo menos en los st guientes problemas: Bivcin torno a los actores: estu lios sobre la estructura social y Jos srovimientos sociales y su papel en los procesos de cambio; ji) tn torno a Ta democracia y 1a ciudadania: el clima intelectual cn Eque emerge la teoria de la dependencia condujo a una subva Tordeion de estos elementos, lo que reclama —a lo menos— una nueva ponderacién iii) Enfasis por el cambio social y la revolucion: esta postura na Giieultado Ia comprensién de los procesos de reajuste, reade- cuacién y permanencia que logra cl capitalismo. En general el paradigma de Ia dependencia requiere claborar categorlas y conceptos que permitan establecer las mediaciones h- asgeroncmfa y Ia politica, asi como abordar algunos de los proble- mas especificos recién sefialados. CONCLUSION Los paradigmas del subdesarrollo y de Ia dependencia ofrecer Hn rend de partida fundamental para volver a retomar a América Patina como problema tedrico y buscar avanzar en la comprensin So wu originalidad, temética que se proyecta al campo econémico, Social, politico y cultural. Ambos paradigmas ofrecen. propuestas wetodalogieas y tebricas de gran pertinencia que adquieren mayor miewanciar en tiempos en donde la discusién sobre las especificida- Gea de la region vuclven a ganar fuerza. Ello exige un esfuerzo oritico Gue recoja sus propuestas y supere las limitaciones —por error 0 falta de desarrollo— que estos paradigmas presentan. 0 LA GLOBALIZACION DE LA ECONOMIA Y AMERICA LATINA Proceso y tendencias de la globalizaci6n capitalista Ruy Mauro Marini JLa mercancfa en sf y para sf esta por sobre cual- quier barrera religiosa, politica, nacional y lingifsti- ca. Su idioma universal es el precio, ysu comunidad el dinero. Pero, en la medida en que se desarrolla la ‘moneda universal en oposicién a la moneda nacio- nal, el cosmopolitismo del poscedor de mereancias se convierte en creencia, en Ia raz6n préctica con- trapuesta a los prejuicios tradicionales de la re- ligiOn, de la nacién, etc., que obstaculizan el intercambio material éntre fos hombres. Marx, El capital, 1 E proceso mundial a que ingresamos a partir de la década de 1980, y que se ha dado en Iamar de globalizacién, se caracteriza por la superaci6n progresiva de las fronteras nacionales en el marco del mercado mundial, en lo que se refiere a las cstructuras de produc- cin, circulacién y consumo de bienes y servicios, asi como por alterar la geografia politica y las relaciones internacionales, la orga- nizaci6n social, las escalas de valores y las configuraciones ideolé- gicas propias de cada pais. Trétasc, sin duda, de la transici6n a una nueva etapa hist6rica, cuyos resultados apenas empiezan a ser vis- lumbrados y de modo ciertamente insuficiente, con mAs raz6n dado que apenas comienza, dejando todavia fuera de alcance a la mayoria de la poblacién de Africa, porciones considerables de Asia c incluso parte de nuestra América Latina. Pero, en su movimiento envolven- te, ha establecido ya avanzadas en todo el planeta. ‘Un primer aspecto a destacar en dicho proceso cs la magnitud de Ja poblacién involucrada en su desarrollo. En los grandes momentos * Traduccién libre del texto correspondiente al item Ul, letra c, del capitulo I del Libro 1 de El capital, de Marx, K., Oeuvres. Economie, Parts, NRF, Biblioteca de La Piéiade, t. 1, p. 413, editado por Maximilien Rubel. Este pasaje no consta en las ediciones en castellano hechas por el Fondo de Cultura Econdmica y Siglo Xx1 Editores. 49 que lo precedicron —la formaci6n de los grandes imperios basados In el “modo de produccién asiatico” y la era romana; la polarizacion fdeol6gica y, en algunos casos, politica, del mundo cristiano en torno ‘a unos pocos centros, en Ia Edad Media; la expansién comercial y, Tucgo, productiva y financiera del capitalismo, a partir del siglo XVI, a que correspondié la formacién de los Estados modernos; la crea cign del campo socialista— no se lleg6, en ningdn caso, a superar los mil millones de personas, quedandose frecucntemente muy por de- bajo de eso. Hoy son casi scis mil millones de gentes que comicnzan fa-ver alteradas en un cierto sentido sus condiciones materiales, so- Giales y espirituales de vida, lo que constituye un fenémeno sin precedentes. | . ‘Un segundo aspect a considerar ¢s Ia aceleracién del tiempo hist6rico. Hagamos a un lado cl ejemplo facil, por conocido, del relativo inmovilismo de las socicdades antiguas, determinadas esencialmente por su cardcter agrario y una divisiGn clemental del trabajo," y atin el ya Inds rapido desarrollo de las sociedades burguesas, cuyo prototipo, Inglaterra, necesit6 mas de un siglo para traducir en el plano politico Jo que el capital comenzara a construir en el siglo XVI cerca de tres mas para dejar de ser una economia agraria” Mencionemos tan solo Ja difusin en gran escala de la industria manufacturera mas alld de os grandes centros capitalistas existentes a principios de este siglo y Ia generalizaciOn del proceso de urbanizacién, que comienza en la década de 1920, teniendo a la ex Union Soviética y los pafses de ‘América Latina’a la vanguardia para llegar, en poco mas de medio Siglo, a convertir a la primera en una superpotencia y a ubicar a los 1 “Aquellas antiguas y pequesias comunidades indias, que en parte todavia subsisten, so busaban en la posesion colectiva del suelo, en una ode aun directa de agricuituray abajo manual y en una divsiGn fja del coro ue, al erear nuevas comunidades, seria de plano y de plan [--] La cra gel organismo de production de estas comunidades que, basténdo ser ae seat tgprodueen constantemente en 1a misma forma y que al Sai Sutucer fertuitamonte vuclven 2 restaurarse en el mismo sitio y cone sea ecaibre, nos dala clave para explicaraos el misterio de la inmutabil- aaa dtes aisicas, que contrasts de un mod tan sorprendente Se i reas dimou y transformacion de los Estados de Asia y con st ‘Ain eatoctra de fs elementos eeondmicos naan las torments amasadas en la repi6a de as tics ican Ke Mary, £1 coital, Mexico, FCE, vs. eds, 1, pp 290-92. 2 La evolucin de 1640 dala sofa de partida para Ia adccuacn dela supercetinetura juridice-politica a la base sociocconémica que se venfa ges: aera talons al compromise de 1688-89, cuando queda definitiva- aie. Suableeiia ia monarquia constitucional de corte burgucs. Le mactciSn urbana s6lo supera ata poblacion rural en 1851, en Inglaterra; cf Po een tre das revolucdes, 1789-1848, Rio de Janeio, Paz e Terra, 1982, 44, ed p27 50 paises latinoamericanos de mayor desarrollo relativo en los primeros jones de las cconomias industrializadas y urbanas del mundo. Un tercer aspecto reside en la enorme capacidad de produccién que esta en jucgo. En efecto, la producci6n global de bienes y servi cios, que en 1980 cra de 15.5 billones de délares (en délares de 1990), aleanz6 20 billones en 1990 (més de dos tercios concentrados en los siete paises mas industrializados). Esto signific6 un incremen- to de 4.5 billones de délares en los afios ochenta, suma superior al valor total de la produccién mundial en 1950. En otras palabras, cl crecimiento de la produccién en una sola década superé todo el que se habia verificado hasta la mitad del siglo XX.? Sefialemos que entre los cien principales productores 47 eran corporaciones transnacio- Finalmente, un cuarto aspecto digno de mencién consiste en la profundidad y rapidez que comienzan a presentar esas transforma- ciones. Ello se debe, en una amplia medida, al grado creciente de urbanizacién que caracteriza a las sociedades contemporaneas: la concentracién demogréfica acelera la transmisi6n de conocimicntos, uniformiza comportamientos, homogeiniza formas de pensar. Pero, sobre todo, es resultado de Ia revolucién que se est4 operando en materia de comunicacién, la cual aumenta la velocidad de circula- cién de mercancias, servicios, ideas y, primus inter pares, de dinero, con lo que se compra casi todo eso. El mercado financiero tinico que esta en vias de constituci6n y que funciona practicamente sin interrup- cién, movilizando —s6lo en la categoria del llamado “capital erran- te” 0, més precisamente, especulativo— 13 billones de délares,° ts un buen ejemplo del alto grado de internacionalizaci6n del capitalis- mo contemporéneo. DE LA DIFUSION DE LA INDUSTRIA A LA GLOBALIZACION Captar la especificidad de la globalizaci6n exige conocer las caracte- risticas de las condiciones que la han preparado. A partir de los afios, 50 el parque industrial en regiones como América Latina fue am- pliado y desdoblado en nuevas ramas produetivas (la automotriz, por 3 LR. Brown, presidente del Worldwatch Institute, “A nova ordem mundial Holetim de Cojuntura Internacional, Brasilia, Ministerio de Econo m(a, Hacienda y Planeaci6n, 1992, pp. 42-43. 4 Segéan la Gltima relacién decenal de The Conference Board, conocido centro empresarial norteamerieano de investigacion. Cj. Comércio Exterior (Rio de Janciro), enero de 1992. a 2 5 Segin clculo hecho en 1994 por el BIS. Cf. kame (Rio de Janeiro} 29 de marzo de 1995. i z Le 2 51 ejemplo) gracias a la importaci6n de equipos, cuy bilizaba en términos monetarios, lo que permitia Gos limites oxistentes en Ja balanza de cuenta corriente respecto a la disponibilidad de divisas. Fl fenémeno obedecfa a una doble deter~ sninacion: por un lado, la velocidad de la innovaci6n tecnolégica en Ibs centros volvia rapidamente obsoletos equipos que no se neon traban todavia amortizados, haciendo atractiva su transferencia a los pafses mas atrasados, donde podfan seguir siendo utilizados; por otro, la proteccidn tarifaria o la imposicion de cuotas de importacin en estos ditimos —aunada a las facilidades creadas por el Estado fon al fin de atracr al capital extranjero (construccién de infracstruc- fura, cesion de terrenos, exenciones de impucstos, cte.)— proporcio- naba a las empresas extranjeras mercados cautivos. a ‘Sin embargo, esto acabé por crear nuevos problemas. ‘Primero, la brusea Introduccion de innovaciones en parques indust Meterizados por un parco desarrollo técnico condujo a una gran heeterogeneidad tecnoldgica, particularmente en los sectores a que se Girigio la inversion cxtranjera: cl de bienes de consumo suntuario y GLde biones de capital, agudizando las transferencias internas de plusvalia a través de los precios de produccién, y acelerando el grado fe concentracin de ta economla.® Segundid porque, pasada el pplazo de maduracion de las inversiones, éstas encontraban dificulta- Bes para reinvertir sus ganancias en el mercado nacional, por la Saturacion relativa del mismo, y se planteaba entonces exportarlas a jas matrices; surgicron asi nuevas presiones sobre las divisas dispo- nibles, Io que condujo a fa caida de las tasas de crecimiento en la Tepicn y puso en el orden del dia la consigna de la restricci6n a la repatriacion de beneficios y, luego, la de Ta exportacién de manu- Tatturas. Fue en ese contexto que surgieron los organismos de inte- graciGn regional, como la ALALC, el Pacto Andino y el Mercado ‘Comén Centroamericano. La configuracién desequilibrada de las economias Jatinoame: canas, con marcada preponderancia de la industria de bicnes suntua- ios. y la restricci6n de sus mercados, determinada primariamente o ampliamente 6 La heterogencidad tecnolégica ha si ‘América Latina por varios autores. Su impacto en la acumulaci6n del capital Jo mismo Io traté en por lo menos cuatro ocasiones: “El desarrollo industrial Yependicntey la crisis del sistema de dominacién”, en Marxismo y revolucin, ‘Sontiago de Chile, ném. 1, julio-septiembre 1973, incorporado mi libro El yeformismo y la conirarrevolucién. Estudios sobre Chile, México, ERA, 1976; Dialectica de la dependencia, México, ERA, 1973; “El ciclo del capital en la economia dependiente”, en U. Oswald (coord.), Mercado y dependencia, Mexico, Nueva Imagen, 1979, y “Plusvalia extraordinaria y scumulacion de capital”, en Cuadernos Politicos, México, ntim. 20, abril-junio 1979. 52 por la superexplotacién del trab: yor Ta su acién del trabajo y expresada en una concentr ci6n reciente del ingres, las empujaban de hecho hacia la crisis? dejandoles otra alternativa que —paralelamente al intento dé arr nuevos campos ala iver exranjera, lo que reprodicn de eee contradiccién inicial— el esfuerzo por lograr tendenca sl proteccioniomo comerceh: Bate por dense ee endencia al protecionismo comercial, Este, por 0 demas, No er peed de ana Latina. La intensificacién de la ‘competencia nternaciona, en la segunda mitad de los afios sesenta, acentud cl Proteccionismo en Estados Unidos y Europa, especialmente en fun- n del fantasma japonés. En el mundo socilista a filosofia ec: eaceeind Mlevaba a soluciones del mismo tipo. a evons- circulaci6n internacional de mercancias y capi f Dloguead, operando sobre la baw de un mefeado mundial frag menue goa Magn, da a ren pr a npliacién del 0s de inversion, resultante del aumento de irs de cing, reeset amc tendencn ala expasin de Jog moreadon envi del sta on aa Aenea explotacién del trabajo), inducido comes \iento de la demanda. ame ene eee n economia, los grandes cambios son frut ety ceonem son fruto de calami naturales o sociales. La gucrra, desde luego. Las plagas, tambien El 7 La rasnstima de toda verdadera crisis ea cipegita esting de con dee mas com a ue contfasta a te. seca dea prosucion cpa a desolate proscar com stn vies mds limits que ln epacnd absolut de consumo de soe |. ee op. cit., WM, p. 454. “ee 8 El crecimiento de eee EL ecilento de a faeeaproductva de tras, dsbid « ta czccnte intnsdady an cuando suménten lor anos no mpi Jos ings ss (los capitalistas] aumenten constantemenie, en cuanto avaler y canto a canta [Las cles sobelases que noon ecm de eabao se mulipitan,vven majo? gue ants ¥ sina se mug ro de obreros improductves TI. Grossman, oases t tas eri. Dalcca y maodoita tn “El capital Met, Gindarnos de "resente nam. 79, ), p. 179, citande Historia criti as teorias dela pus, de Mare. Cabo tear agut que to prose, em ete eek ging iments de Is prota y eld a tensa del taba, 8i el segundo depende hasta cierto punto del primero ‘0 dt pcs cnn slempre el some el atenidnd La coon mfa burguesa, al correlacionar productividad uecion, do sus mia rena Droductivdad y producsién,hnciondo ss chil en séeminos de produtfhoras trata al sets de tomar on onnideracin ala feta de tat, cnc de disingu entre amben na deter cpa rod jr peste negra que ierumpe en Europa a mediadon dl diczmando probablemes =e do probablemente una terera parte de la pablaciin, Tavares eh 3 ee capitalismo afiadi6é una que le es peculiar: las (crisis periddii Caniquicra de sus formas esas catastrofes provocan la centralizacion de los medios de trabajo, climinando de paso los menos cficientes, y reducen la fuerza de trabajo mediante la destrucci6n o expulsién de las actividades productivas, al tiempo que promucven cl empleo mas intensivo y/o extensivo de Ia fraccin trabajadora que permanece en actividad. Tiende a aumentar, en consecuencia, la parte del ingreso que corresponde a los propictarios de medios de producci6n, lo que, en principio, favorece 1a clevacién de la tasa de inversion (aunque también el consumo suntuario y la especulaci6n) asi como a concen trar la produccién en grandes unidades econémicas, lo que agudiza Ia competercia c incentiva la introduccién de innovaciones téenicas. La crisis capitalista que, como resultado de Ia caida de las.tasas de ganancia que se empieza a verificar a mediados de los 60, estall6 con violencia tras la primera alza de los precios del petrélco y res- pondc ya en los paises industrializados por tres recesioncs (1974-75, 1980-82 y 1990-94), no constituye una excepcién. El problema s6lo ha podido ser resuclto mediante laGrisis capitalista de los 70) en cuyo marco se verifica una ola de compras y fusiones de activos,!? asi como de acucrdos tecnolégicos,!! a los que estamos asistiendo tod: via y que sc complctan ‘con el surgimiento de un nuevo mecanism Ia tercerizacién = En otros términos, como es la norma en situacio- desarrollo agricola, debilité las estructuras feudales, hizo més prestigiosas a fas ciudades, reforz6 al Estado, contribuy6 al ascenso de una clase media Durguesa y promovio el florecimiento de las artes, preparando el Renaci- micnto, Sobre este dltimo punto, of. las licidas consideraciones de G. Duby end Europa na Idade Média, Sid Paulo, Martins Fontes, 1988, pp. 112s. 10 Los valores correspondientes a fusionesy adquisiciones de empresas, en Estados Unidos, fueron de 14 mil millones de délares en 1974, 45 mil millones en 1980, 175 mil millones cn 1985, 249 mil millones en 1989 y, de enero agosto de 1995, 256 mil millones de d6lares. Véase Jomal do Brasil, Kio de Janeiro, 3 de septiembre de 1995. Sobre el tema, of. R. Ornelas, “Las ‘empresas transnacionales como agentes de la dominacién capitalista”, en AL. Cecelia y Andrés Barreda Marin (coords.), Produccién estratégica y hegemonia mundial, México, Siglo XXI, 1995, en particular el cuadro 15. 11 Sobre los acuerdos tecnol6gicos en la industria de computadoras, of AE. Ceceita, Leticia Palma y Edgar Amador, “La electroinformatica: nicleo J vanguardia del desarrollo de las fuerzas productivas”, especialmente Ta Yabla'S del Anexo, en Ceoefa y Barreda, op. cit. Observemos que ese proce- Gimiento fue ampliamente ulilizado en Ia industria automotriz, a partir de fines de la década de los afios setenta. 12 La tercerizaciGn de actividades productivas o de servicios por parte de grandes empresas establece, como contrapartida, una {6rrea disciplina en materia de control de la produceisa y de Ia tecnologfa, y en general de todo i flujo reproduetivo de las unidades tercerizadas, que corresponde a la centralizaciOn del mando en manos de esas empresas, aunque no necesaris- 54 mente de la propicdad. Sin embargo, esta dltima también puede darse nes de esa naturaleza, la crisis ha dado lu C a 1a dado lugar a una centralizacién salvaje, con la que se estén formando las masas de recursos requeri das para promover cl desarrollo de las nuevas tecnologias y mejorar asf las condiciones de competitividad. * Ello explica por qué, pese va irre; cl _ Ell , Pese a Su CUT -gular, el retorno de las inversiones productivas en esos paises, en el imo tercio de los 70,8 desat6 una formidable revoluci6n tecnolégica, particularmente en las ramas de la microclectrénica ¢ informatica, telecomunicacio- nes, biotecnologia y nuevos materiales, asi como en la produccién de cnergia y la industria aero-espacial. Esto implics cambios sustancia- les en los niveles de emplco y remuneraci6n, asi como en los modos de organizacién y gestion del capital y de la fuerza de trabajo. HACIA UNA NUEVA DIVISION DEL TRABAJO __ Particularmente notable es el hecho de que, en las nuevas con iones, el crecimiento econémico ha dejado de corresponder a Ta ampliaci6n del empleo. Es asi como, tras ostentar de modo estable tasas de desempleo equivalentes a 4% de la fuerza de trabajo hasta 1973, éstas se elevan répidamente en los 24 paises mas industrializa- dos y, segtin la OCDE, alcanzan su punto maximo en 1983, 8%, afectando a 31 millones de personas, pese a que se habia superado ya la recesiGn de principios de esa década; declinan gradualmente en 10s afios siguientes, pero el desempleo cra todavia de cerea de 6% en 1990, para retomar luego su linea ascendente.!4 . diante participacién acci principalment ido k s inn ic gcd dare me da resulta de un desprendimiento de la empresa principal. es feeae canes see slg ermal ua eo errs sete chin cnn lene snails (pein promt al aoe tm ete eee eae ena actual Secretaria de Planeacién y Presupuesto): . 1970-73: 64 1974-75: 6.0 1976-79: 60 1980-83: 25 1983-90: Sa ‘MGs allé de la informacion cuantitativa, vale la 6 ci6n e1 vale la pena resaltar que la inversion fija en es0s paises privlegié cl itom de maquinaria y equipo y, en este renglén, en una proporcidn de 3/4, los bienes de alta tecnologia. Cf. mi libro América Latina: democracia ¢ integracién, Caracas, Nueva Sociedad, 1993, pp. 34-35, a 44 Scgtin cl informe anual elaborado por el Comisionado para Asuntos 55 Para imponer ese patrén de desarrollo econémico que combina crecimiento y desempleo fue necesario quebrar la resistencia del jnovimiento obrero, dando lugar a las batallas memorables que se libraron a fines de los afios 70 y principios de los 80 y de las cuales la mas dura fue la que cnfrent6 a Margaret Thatcher con los mincros ingleses, al inicio de su gobierno. Los enfrentamientos se repiticron en Estados Unidos, Alemania, Francia, Italia, principalmente, pro~ Vocando, junto al aumento del desemplco, el debilitamiento de los Sindicatos. Es asi como entre 1970 y 1990 el indice de sindicalizacion de 1a masa laboral se redujo de 23 a 17% en Estados Unidos, de 42. 40% en Gran Bretafia, de 22 a 10% cn Francia y de 37 a 28% en Japon Tin estas circunstancias, los trabajadores no han podido resistir a las presiones patronales y han debido hacer concesiGn tras conce- sion.’ Las empresas recurrieron en gran escala a la tercerizacion de Su personal, que implica cl despido de trabajadores y su posterior ‘Sociales de la Unién Europea, Padraig Lynn, el crecimiento econ6mico que SOmienza a verificarse después de la recesiGn de los primeros cuatro afios de fp década de 1990 no ha sido suficiente para reducir Ia tasa de desempleo. Fsta golpea actualmente a 18 millones de personas en la Unién Europea (OE) equivalente al 11% de la poblaci6n activa. Peor atin: pese ala recupe- erridh Fapistrada en el primer semestre de 1995, el mercado de trabajo se ha raeetenido estable, no habiendo sido siquicra capaz de recrear 1os 6 millones Je puestos perdidos entre 1991 y 1994 y menos atin de absorber parte iS portante de la mano de obra que ingresé a ese mercado; en consecuencia, sapet os mas clevada, por sobre el 15%, entre la poblaci6n de hasta 25 afios. Fa Butados Unidos la tasa de desemplco actual es del 6.6% ¥ en Japén, donde las relaciones laborales son peculiares, del 3%. 15 Datos del Departamento Intersindical de Estadisticas y Estudios So- cioeconémicos (DIESE) de Séo Paulo. En relacién a Estados Unidos, la SAfScmaciGn oficial para 1989 indica que ese 17% se reducirfa a 13.4% si se iMcluyen a los empleados gubernamentales. Cf. R.B. Reich, The Work of ‘Nations, Nueva York, Vintage Books, 1992, p. 212. {6 En cl 11 Simposio sobre ef Futuro del Sindicalismo, que se realiz6 en agosto de 1992 en Sao Paulo, promovido por la Fundaci6n Instituto de Bosarrollo Empresarial y Social (FIDES), el jefe del Departamento Tnterna- Foe dcl TUG Britanico, que cuenta con 7.7 millones de miembros, admitis. Gue esa organizacion habia perdido fuerza tras el ascenso de Mrs. Thatcher AP Sobierne y declar6: “ITemos pasado de la lucha de clases a la aparceria en 2 Rhajo”, A'su vex, Robbie Gilbert, director de la Confederation of British Jhdustry, la organizaciGn patronal inglesa, precis6 que, frente al promedio de 3500 eoflicios laborales registrados en los afios sotenta, se habfan tenido 300 en 1991, ¥ Bruno Rossi, del Departamento Internacional de la CGI 1a story més importante de las tres centrales sindicales itallanas, con 5 Inilonce de afiliados, confirmé: “L2 aparceria no s6lo es posible, sino que es matccaria a ambas partes”. Cf. Jornal do Brasil, Rio de Jancito, 16 de agosto de 1992, 56 recontrataci6n a través de pequefias empresas prestadoras de servi- cios, lo que las exime de gastos con prestaciones sociales.” Paralela- mente, adoptaron medidas enmarcadas en la llamada flexibilizacién procedimiento que obliga al obrero, a cambio de la estabilidad en ef empleo, a aceptar modificaciones que afectan desde el puesto de abajo y cl salario hasta Ia jornada laboral, en su duracion e inten- sidad.!® Finalmente, acentuaron la diferenciacién existente en los mercados de mano dc obra, interponiendo una distancia reciente entre el trabajador y el proceso material de produccién, contribu- yendo a aumentar la jerarquizacién existente entre ellos de acuerdo al grado de su calificaci6n, tanto desde el punto de vista del empl como dela remuneraci6n. pee tos hechos, en una primera instancia, son atribuible sobs cry pier ites on enen bons Ia incidencia del conocimiento en el proceso de produccién. Como Jo sefiala Reich, en 1984 el 80% del costo de una computadora 17"idtase de un procedimiento tan vi 17 Teitase de un procedimiento tan viejo como el eaptal. Asal eto: dia elated, observa Manet regimen de aos const ye la base [-.] de todo um sistema jerérquicamente graduado de explotacion Peper /eltenae acta imerentn dee env cp sty el cbisra con clveemon de serrendament del wabafe (blog tat ganas din interme me ste ‘caclusiramente de ik ifrenia cate cl peso sel eabajoabonndo por el capiatetay rere ee Waparwsneoidomnc Oa ee 1s Un buon gjauplo en eto seaido odio la empresa antomotis bri aa RUE bar ghmpe ot set soe enero aot ti do, os tabsfadorcs se wohioron enables pone Same rome aeme catgo por animes técnica lo fects pagan por un periods de eatents tnicntoy son deaplrados & otra funcon 6 allo prefer sation: a contra otis previ daca, kn oberon a> comprometcn Siar produ fas a meg spoyan en granola xiiidl en ies tanciones de la linea de Preducion,¢ pence ex coisa oss nel entnndon ether mena ene 4 RG Toad Bra Rig de Soci, 3. mayo e990. Tra apa STandi d's caetones rots exbnlon iet rn vea A Solio Von ae denen adem rey Hi aba, 19 En Estados Unidos corca del 9096 de Paice en renee ta dena de 1980 copies tera dsc CF Rech, op BS erpadn mo opera slo soprano orem pron Favorited no qu oho ama dna one pe sepa {tabajadores norteamericanos de servicios enperimentaron unt peside sae Fial de 3.1%, la eual lego a ser de 265% para los recien graduadoss en contrapartida, la remuneracion de los altos ejecutivos de las grandes empre~ sas aument6 19%. Cf Jomal do Brasil, Rio ; sas auments 19%. Cf Jomal do Brasil, Rio de Janeiro, 8y 19 de septiembre ST correspond{a a su hardware, vale decit a la maquina misma, y ¢1 20% Si software, el sistema operacional y las aplicaciones que en é se Gillan; on 1990 esa proporciGn se habia invertido. Is 1o que lleva a que sdlo el 10% del precio de costo de la BM esté referide a) proceso fisico de produccidn del equipo.® Esta constatacién leva ese autor a dos conclusiones relevantes. La primera es que el proceso de difusién mundial de ta industria mmanufwcturera es incontenible ¢ irreversible, abriendo amplio cam- Bo ipara el desplazamiento de la produccion manufacturera a Jos Paiges que presentan tasas salariales inferiores en vista de mayores Pananelas, 1o que representarfa una de las causas determina nics aim Ta reduecion de la oferta de trabajo en Estados Unidos: “as Pabricas modernas y cl ‘estado de arte’ de la maquinaria pueden ser Haviiiadas casi en todas partes del mundo. Los productores rutina- iet‘ldirectamente ligados a la produccién, RMM] de Estados Uni- Jos estan, pues, en competencia directa con millones de productores Setinarios de otras naciones."= Esto interesa no s6lo a los obreros sino a Jos técnicos de nivel medio y alto, ‘a segunda conclusion consiste en Ta necesidad que hoy tendria Estados Unidos de dedicar lo mojor de su esfucrzo a la educacion, desde el nivel preescolar hasta el superior, a fin de compensar esa Seduecin de la oferta interna de empleo mediante la transforma. Won en gran escala del personal existente en cuadros altamente Calificados, que el autor Hama “analistas simbdlicos” (symbolic ana- fais). “En principio —afirma— todos los obreros que son producto” tes futinarios pueden volverse analistas simbélicos y dejar que sus TiSjos empleos se transficran hacia las naciones en desarrollo." ‘Esto nos pone frente al proyecto de una nueva divisiGn interna” ional del trabajo, que operaria a nivel de la fuerza de trabajo mise $0, como antes, a través de la posicién ocupada en cl mercado > undial por Ia economfa nacional en donde el trabajador se desem= Befia. De lo que se trataria, ahora, es de Ia participacion del trabajs- ser cn un verdadero ejército industrial globalizado en proceso de gorstituciOn, en funciGn del grado de educacién, cultura y califica- in productiva de cada uno. Un andlisis mas detallado nos muestra, empero, que los paises desarrollados conservan dos triunfos en a mano. El primero es sw 20 Reich, op. cit., pp. 83 58. 21 Esta tesis se constituy6 en el argumento central de los sectores econg- ices y politicos que se opusicron a la inclusiGn de México en el TL. CF; Parot y Pat Choate, Save Our Job, Save Our Country, N. York, Hyperion, 1993; hay tradueciGn al castellano. 22 Op. cit. p. 2009. 23 Idem, p. 247. 58 inmensa superioridad en materia de investigacion y desarrollo, que | lo que hace posible la innavaci6n técnica; te un ve derao monopolio tecnolé; ndieln dependicnte 2 légico, que agrava la condicién dependicnte de los demas pases, Bigegundoes cl cnuol que dercen en la trans rencia de actividades industriales a los paises més atrasados, tanto po Su eapacidad tecnologiea como de inversiGn, el cual acta de dos | dustrias menos intensvas en conocimiento; dos, dspersando entre | diferente naconce ing ctapas de I produceia de mereancia, de manors gee impida el snpinonto do economiss nacionalmente do tts 08 facatades, que son privtegio de los contros desarrolia, Jos, inciden, como siempre lo han hecho, en la divisi6n internacional Gel tena nivel de In prodvesion. x por estos medion que se cubren las necesidades que, en relacin a los insumos, se hacen srecientes en los pafses centrales, a medida que aumenta la produc- paises (desde luego bajo métodos de gestién plenamente capitalis- tas, a diferencia de lo que sucedia antes) a la forma simple de divisign internacional del trabajo que privaba en el siglo XIX y que involucraba el trueque de bienesprimarios por bienes manufactara- dos. En América Latina of caso més evidente es el de Chile, ewyas exportaciones conssten bisicamente on cobre y otros minerals, faut el mar, harina de pescado, madera y celulosa, micntras las importaciones suplen buena parte de las necesidades del pais en cuanto a bienes de capital y de consumo, en particular os Funtua- ios. Pero esti lejos de ser el tnico ejemplo. El mismo Brasil, cl pals de mayor desarrollo industrial de la repi6n,comienza a presen- far tendencias que se constituyen en motivo di acion empresarios y economistas. an | 3 vy Soe os cambit en Cie utd Pa ers not ee oe 2 La export cnn pr Br ca ora de 5 arrojan un crecimiento de 68%. U renglon relativo a bienes primarios etre nc inn tm Ey ee ae Pasando de 15.2 a 18.4% del total, los manufacturados se mucsti aa estancados, con lo que su participaci6n cn la pauta baja os de 58.5 7%. (Cf. CEPAL, Panorama econémico de América La fina 995. = es Sonia Santiago de Chile, 1995, cuadro 8, p. 32. eee euee 39 da, que estamos viendo ' . De esta manera la cconomfa globaliza «dé a'una nueva fase del ‘merger en este fin de siglo y que correspon Seeaeollo del capitalismo mundial, pone sobre la mesa el tema de ce saewa division internacional del trabajo que, mutatis mutandis, | flonde a reestablecer, en un plano superior, formas de dependenca que crefamos desaparecidas con cl siglo XIX. Todavia més, ella | Impacta, como vimos, a la misma fuerza de trabajo, al acarrear | Gesniveles erecientes en materia de saber y capacitaci6n técnic: L aestlos paises dependientes ya no ticnen acceso a conocimicntos | tecnolgicos eoncebidos sobre una base relativamente estable, como Ta que regia desde fines de la Segunda Guerra Mundial, sino que deben hacer frente al acelerado desarrollo de tecnologias de punta | Que demandan masas considerables de conocimiento y de inversién, | Bara que se pucda acortar la distancia que tienen respecto a fos | eantres avanzados. A ello sc aiina cl gasto que requicre la educaci6n, | GOnde nuestro atraso sc vuelve mayasculo. Todo ello agrava las folaciones de dependencia y amenaza con reproducir en escala pla | Retaria la division del trabajo que cre6, en el pasado, Ia gran in- | Gustria, aunque, ahora, se cxija de los nuevos peones u “obreros | rutinarios” grados de calificacign muy superiores a los vigentes en €} | siglo XIX. Bs inevitable asf que, como es la norma, co Ta economia | Gependiente, los cambios por los que pasa el capitalismo engendren | entre nosotros contradicciones mucho més agudas. ‘En consecuencia, las politicas pablicas referidas a estas cucstio- nes pasan a asumir cardcter prioritario, tanto en el ambito nacional Zomo en el marco de las instancias supranacionales en formacién, al tiempo que plantean la exigencia de politicas econmicas capaces de Asepurar la ereaci6n y/o el desarrollo de actividades que impliquen tada vez mas la aplicacién del saber a la produccién de bienes y Servicios. En otras palabras, la economia se convierte cn un proble~ faa a ser resuelto eminentemente en cl plano de la politica. Volvere- jnos més adelante a esta cucstin. Por ahora, nos interesa entender mejor qué es esa fase de globalizacion de la economfa capitalista y como en ella operan los factores que determinan la l6gica del sis- tema. LA LEY DEL VALOR EN UNA ECONOMIA GLOBALIZADA. F La revolucién tecnolégica ocurrida en los centros, los cambios alli | Verificados en la estructura productiva y social, y ¢l nuevo impulso Que ha ganado la difusién mundial de la industria apuntan hacia una seGstructuracién radical de las relaciones econémicas internaciona- Ies. Ein cl curso de los afios 80 se asistié a un conjunto de modifica- ciones cn el comercio mundial, empezando por su expansién, la cual, "Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos, pre 16 tasas anuales de crecimi 5 8 imiento del orden del 4%, arroj a dca un aumento global de 50% Tran una tre Geclinacion af ), el proceso ha manteni lenci 19 cl ercimiento fue del 9% (mas de doe wees cl egiatad en 1993 4% y el mayor indice registado dene 1970) ye valor de fas exporta indiales rebas6 por primera vez los 4 billones de Una parte cada vez. mas significati __Una parte cada vez mis significativa de esa expansi6n se debe al G@mercio intrafirmas Ello es to que permitis a ereansioon Compaq Computers de Houston, que comenzara a operar en 1983, alcanzar en 1990 ingresos por 3 mil millones de délares, comprando fuera de In empresa la mayor parte de sus Componentes: micropro- . Intel, sistemas operacionales a em| or Microsoft, pantalla deri liquo ata Citizen; ala Apple n Broducir Computadoras por un costo de 500 dolarcy, de los Coa 350, délares correspondicron a compras externas, El feném 0 $e \ucive afin ms importante se Ineuyen las transacciones com em prosas tereerizadas: en 1990 la Chrysler Corporation produjo direc famente s6 del valor de sus vehiculos, la Ford cerca del 509 y la General Motors adquirié la mitad de sus servicios de dise Ingenieria de 800 compafias diferentes» ne __ Ello slo es posible en la medida en Ello ida en que la moderna tecnologia imprime un alto grado de esiandarizaci6n a la produocion de pees ¥ Componentes, lo que supone Ia dfuién en gran excala de equi ‘métodos de produeci6n, asi como el uso de insumos de calidad comparable. En otros términos, la produecién mundial se soraders za hoy por una ereciente homogencizacin en materia de capital constants joy circulant Esta es su marca distintva en rela nal Froceso de infernacionalizacion del capital industrial que se verifies pués de la posgucrra yse extends hasta la década de 1970 tas Witt Nez Puesto en marcha, ese proceso planted la supresién de Jas barreras que fragmentaban el mereado mundial y pontan obstacu: | los al flujo de la reproduccién del capital. Se abri6, asi, una nucva fase en la produecin y cireulacin de mereanetas, caracterizada por | al pleno reestablecimiento de la ley del valor. En efecto, lun mereaclo mundial rigidamente compartimentado en rmereados nacionales, syjetos en mayor © menor grado a la voluntad de cada Extado afectaba considerablemente el uncionamieato de sta, Au- tores como los cepalinos, percaténdose de que, a nivel internacio se presentaban peculiaridades que propiciaban formas de intercasn, que después se llamé desigual—, tomaron a la nube por Junoy 26 Reich, op. cit, pp. 85-86. 61 | | las atribuyeron a la relativa inmovilidad de la fuerza de trabajo.” Fl desarrollo econémico en la posguerra, que accleré notablemente Ta Gireulacién internacional de la mano de obra,” al tiempo que agra Vaba las distorsiones de precios en el plano mundial, serfa suficicnte para descartar esa ilusion. ‘in realidad, la razon para que ello sea asi es otra. En el plano det capital social (en un pais 0 en un sector de produccién internaciona lizado), al grado de productividad del trabajo corresponde una in tensidad media (el ritmo de trabajo que alcanza a tener el promedio de los obreros, en funcidn de aqucl grado de productividad). Como, S nivel de la mercancfa, lo que ésta puede indicar es tan s6lo el fiempo medio que requiri6 su produccién, es a partir de ese tiempo inedio como ser4 fijado su precio relativo. Ahora bien, cuando se compara mercancias para fijar su precio relativo, se esta de hecho Comparando objetos que demandan diferentes tiempos de trabajo para ser producidos, independientemente de que esa comparacion jerza en el 4mbito nacional o mundial. El valor establecido y, en ‘l precio en que se expresa corresponden al tiempo de Trabajo socialmente necesario para producir las mereancias, el cual resulta de la productividad media y la intensidad media del trabajo. Pese a que s¢ trata de procedimicntos intrinsecamente diferentes, ‘ambos permiten producir en un mismo tiempo una masa mayor de Valores de uso, que cl capitalista se cncargara de convertir en mer- cancias. Veamos en qué consiste esa diferencia. | APG! trabajo mas productivo es aquél que, sobre una base técnica superior, permite al obrero, sin mayor esfuerzo, producir més mer | caneias en el mismo periodo de tiempo, lo que implica en principio | na reduccién del valor de Jas mismas;® sin embargo, mientras esa 27 En particular, Prebisch. EI argumento fue retomado por J. Serra y FH, Cardoso, “Las desventuras de la dialéctica de la dependencia”, en Revista Mexicana de Sociologia, México, Namero Especial, 1978, y criticado por men “Las razones del neodesarrollismo”, publicado en el maismo néime- pole esa revista, En realidad, en este plano del razonamiento, la cuestion principal no se refiere tanto a la ley del valor sino a la formacién de los Precios de producciGn. 28 Véase sobre el tema, de AE. Cecelia y As estatuto de la fuerza de trabajo en la reproducci en Cecefia y Barreda, op. cit. 29 Son muchos los autores aq fas con la reduccién concomitante .na Alicia Pefta, “En torno al jin hegeménica del capital”, tienes exe aumento de fa masa de mercan- iiesu valor individual causa problemas de cits on ea eawe, por ejemplo, el artculo de Serra y Cardoso, cit. y la cope ce on Akay pavones..” cit, ast como mi discusién con Maria Fre a bavares on “Phusvalfa extraordinara ...” et Toda la cuestiOn ae ceren entender queef valor de las mercancis se detennina por a cantidad res era se prodice en una jornada de trabajo, sobre la base del tempo de Fe es ee sccrsaro, para su producsion, Tn consecuenci, si Ia 62 supcrioridad técnica no se generalice, su valor individual seguiré sicndo fijado de acuerdo a su valor social (en funcin de las emt 1s medias de produccian de la rama) y, por tanto, por enimma de si valor real. El trabajo més intensivo, en cambio, aunque eve tam- | bién al obrero a producir en el mismo tiempo una cantidad mayor de | zmereaneias, resulta no de un adelanto téenico sino de mas cafucrso, | o que provoea isn desgaste superior de la fuerza de trabajo; su efecto % Pues, similar al del aumento de Ia jornada de trabajo y, como ésta, implica la produccién de una masa mayor de valor; sOio si el nuevo grado de intensidad se generaiza a la rama, el valor de las mereancias asi producidas se convertiré en valor social, es decir, se | dleterminard en funcién dela nucva intensidad media de dicha rama, 'n_ ambos casos, pues, el capitalista individual que cleve unilatcral- jaré acreedor de una plusvalia y una ganancia extraordinarias»” | En una economia nacional la competencia acta por lo general dade et grado meso de califcacion del obrero el acceso ms fel italistas a la nueva tecnologia o al aui inten: dad) en el sentido de nivelar el tiempo medio nna arel precio relativo de la mereancia a partir de él, con lo que la ganancia extraordinariatiende a ser un fenémeno transiorio, Pero no sucede Io mo en el mercado mundial, 0 se da de modo mucho mas diferido, en virtud de las dficultades de informacion existentes en relacién a los procesos productivos y de transferencia de teenologias, ademas ic la diversidad que presenta el grado de calificacién del obrero. Esto es lo que permite al pais que cuenta con mayor capatidad Productiva hacer pasar como idéntico al valor medio mundial el valor de los bienes que produce! me ¢ er er ee ap eee foes | sh are a cd sd Be SE, spec yam fn cpa ls oar we syn eeprom dai dein See ee Te ae Semi arets ee ‘Bint 9S wieneaet setae eye on La en at at ts pened nl tins rah era alone mms rote una al cee eee ne a ae 63 “Ahora bien: Ia nueva fase en que ha ingresado el mercado mun dial on la disolucién progresiva de Tas frontoras nacionaict » el | gat con tO de la produccion, orientada a cubrir mercados cada Yee ince amplios, conllcva la intensificacion de ta competencia entre las | grandes empresas y su esfuerzo permanente por JoBray ganancias | Btraordinarias respecto a sus concurrentes. Se acentaa, pues, la | Gtilizaci6n de los procedimientos que permitan obtener dichas ga- | nancias. Pero, al mismo tiempo, surge mucvos obstaculos. Tan Foctc, se hace cada vez més dificil a las grandes empresas dctenuae monopolies tecnol6gicos por periodos largos, dadas las deten far ticas que viene asumiendo la gestiGn del capital en cl curso Sera reproduccion. La misma necesidad impucsta por la compete cia de recurrira nuevas je red ide gastos de circulacion (Como el sistema jus ve, que quicre dispensar la formacién de Come Clas) y de descentralizaci6n produetiva (como la terceriiay pital, lon), no implica s6lo grados superiores de centralizaciGn de Sino que obliga a la difusin de la tecnologia, particularme sJaci6n a fos métodos i relaci6n : odos directos de produccién (aung [ temente, a nivel de su concepci6n). Ta difusiGn tecnol6gica es in- Gispenseble a la estandarizacién de Ins mercancias y> Puce, © Or | dispensavbilidad, con lo que se tiende, a la larga, a homogeneizar Bs procesos productivos y a igualar la produetividad del wabolo ¥, Pat so. Preaiente, su intensidad. Paralclamente, el notable avance 10Bre, rete materia de informacién y comunicaciones proporciona une G0 cf mato mas firme que antes para conocer las condiciones ¢& produccién y, pues, para establecer los precios relativos. ‘Elmercado frundial, por lo menos en sus sectores productivos mis integrados, \as efectiva Eimina asf en el sentido de nivelar de manera cada vez. ales fos valores y, tendencialmente, a suprimit Jas diferencias nac! que afectan la vigencia de la ley del valor. ‘Man cata suponiendo que el valor del dinero no se ha alterado, Ver también Man p:469""La intensidad media de! trabajo cambia de un pats 9 tires & idem B nds pequefia, en otros mayor. Estas medias nacionales formar, Poet 08 63 ms Peed de medida es la unidad media del trabajo univers ne ee Comparado con otro menos intensivo, el trabajo nacional mat sect produce durante cl mismo tiempo més valor, e] cual s¢ exPror Ce ire Pee Como vimos antes, la mayor intensidad del trabajo supone nds diecate una mayor productividad; aunque esta afirmaciGn, pudie! aor reat funcién de los distintos grados de calificacién del trabajo exis: matizarse 69 fytemacional, tendremos luego oeasion de ver que ese matiz debe ser muy relativizado. “ho “Ein un estudio del Congreso de EEUU. realizado en junio de 199, tun cupcrte en automéviles, Harley Shaiken, compard la productvided ¥ a rete scabajo en las plantas mexicanas con las de Bstados Unidos y 4e% caged clmundo, Encontr6 que los trabajadores de una planta de movores && Tigaico aleanzaban e185 por ciento de la productividad de Tos de DE-UU- en 4 cig Leh Somtrapartida de esta situacién es que aumenta ta importa cia del Wabajador en tanto que fuente de panancias extraordinarias, Aungue naturalment; su ealiicacign y destrezavarian de nacion a , su intensidad media se eleva a medi > teeno. Tecra tn een ae en sigiicativa ic las diferencias salariales nacionales.® Se ontionde,”] ast que 50 ¥ ga acentuando la internacionalizacin de los proces: 7 peliana seater mae eet nes, no ya simplemente para explotar ventajas creadas por cl protec- | et ce eo een te ae igi | Frente a la agudzacion de le competencia a nivel mundial En ese superexplotacién Ue trabajo lestacado, aunque no exclusivo, la | sto es asi porque —a cjemy cl si ¢ —a cjemplo de Jo que pasé en aa Spel Soa ad ae Beene ae ae tecnologias esta implicando la extensiéa del d cotde tnanen ablerta 9 dsfazad, mientras ae extruj aIa fuerza de trabajo que istrazada, ‘la fuerza de trabajo que amances enacted Encl copa del capone dores reals, es deci, de le Trabujadores as ks proporcionses ou fendencia natura, pcs sla de buscar fa maximizacion de dicha del aumento de a j que pueda representar. Para ello se vale tant ae la jornada laboral y de la intensificacion del trabajo como, de manera més burda, de la rebaja de salarios sin respetar el Yalor real de la fuerza de trabajo. De este modo se gencraliza a todo pee ee ees plotacion generalizada. del tab. Saesreecaereial anetaaieat eed hacer erecer Ia masa de trabajadores excedontes 7 iperizacién, en el momento mismo que el desarrollo de las fuerzas productivas abre per abr ect it z Product © Perspectivas ilimitadas de bienestar a i s ae eal! 2 por cento €n ocho afios y el 97 por ciento en cobrepasn als db BDU. en strode ls cssaoe sayeese dence antes En iBbi leaded ena pln mesons codes lads as atlas de EEUUucn in Spor leo Lo uombonesgue plantas de ambos pases : uperiento nian, po fz ens esarrllade 0 ln talaciones mexicanas es més avanzada.” gneastcllano p3t zada.” Perot y Choane, op. cit, edicién, can yA compara a compensa hoaria bs trabajadores nortameri canon y mexicnos, con ase en dntov del Departamento del Trabajo de Estados Unidos, erty Chome conan qu ator de 9.87 dares para 18 dalars para los segundos, en 1980; de 1491 y 1.64 délares, en 1990; y de rr aitires, en 1990, y de 16.17 y 235 doles, respecivamente, en 1992. Cf Estamos, pues, Ilegando a un pi junto en que, del mismo modo que 1 siglo XIX, la cuestin central pasa a scr la lucha de los trabaja- dores para poner limites a la orgia a la que se entrega el capital (para emplear una expresién de Marx) condiciones sociales y técnicas en que pueden des} de producci6n. No se trata, Ia produc y someter a su control las nuevas plegar su actividad naturalmente, de detener cl aumento de jidad del trabajo y ni siquiera de su corolario natural, cl aumento de intensidad, sino de distribuir de manera més equitativa eles trab: productiva en general. Pero, aunqu pon sfuerzo de produccin, lo que implica reducir Ja jornada de ‘ajo en una proporcién compatible con el avance de la capacidad c sea asi de sencillo, clio implica ‘er sobre bases radicalmente distintas el contenido y las formas del desarrollo econémico mundial. que Esta es la raz6n principal para que la soluci6n a los problemas ‘enfrentan actualmente los pueblos de todo el mundo pase niece- Sariamente por Ia lucha de clases y, en particular, por la disposicién que mica, lo que quiere decir: asumir la respzesta que comporta hoy dia la prot es la puesta en march: las riendas de la politica econ6- ecién del Estado. La Gnica blemitica de 1a globalizacién wa de una revolucién democratica radical. tengan para tomar en sus manos CONSIDERACIONES FINALES del La que deriven de una base ideolégica com istintos en distintas regioncs del planeta. Pai basta comparar el modelo adoptado por los p: para ascgurar su insercidn en la cconomt de la dictadura pinochetista cn los afios sabré Dios por qué, como “economia social de que su nos 6 [ La globalizacion corre: u | cual, por el desarrollo redoblado de las fuerzas productivas y su | difusién gradual en escala planetaria, madurez, expresada en la vigencia cad: accidente, sino la palanca por excelencia de que se val centros capitalistas para socavar a _ despejar el camino para Ia circulaci direcci6n del Estado su proceso de inserci6n zada—, los paises capitalistas de Asia se diferencia en cuanto al papel que allf desempeiia cl Estado, responde a una nucva fase del capitalismo, en la ‘el mercado mundial llega a su la vez mas acentuada de la ley ‘valor. En este contexto el ascenso del neoliberalismo no es un jon los grandes las fronteras nacionales a fin de ;6n de sus mercancfas y capitales. experiencia esta mostrando, sin cmbargo, que sus politicas, aun- ‘an, engendran resultados ra darse cuenta de ello aises latinoamericanos ia globalizada —que imita al 70, ya entonces bautizado, mercado”— con el -nen adoptando los pafses asidticos. Tin efecto, y atin haciondo a un lado a China —que no ha soltado base econémica socialista, cuenta con grandes ventajas cn térmi s de mercados, poblacién y recursos naturales, y conserva bajo en la economfa globali- in de los nuestros Ia manera como subordinan su apertura al exterior a la proteccién di subordinan ri .cci6n de su economia su eapacidad para formula poiicasindutriates de largo pla, ie s iitan a ocupar de manera ordenada nuevos espacios én cl mercado mundial. Este es, particularmente, el caso de Corea del Sur, donde ef Estado controla el sistema financiero, interviene cu actividades productivas directas, promueve de manera racional la apertura externa, fie metas pars tamasy sectores econdmid crea incentivos al desarrollo tecnol6gico y asegura la elevaci6n de los sania’ eompetencia que estén demostrando las clases dominantes latinoamericanas y sus Estados para promover la defensa de mucs- tras economias transfiere hacia los trabajadores la exigencia de to- mar Ia iniciativa, La amenaza de desindustializacion que se eicrne sobre la regin, los rezagos que presenta el sistema educacional y [a insuficiencia de ls politica centificasy teenoldgicas, aunados a la falta de politcas eentradas en el desarrollo econémico, ponen a América Latina en la antesala de una situacién earacterizada por 1a exclusin de amplios contingents poblaionalesrespecto a las acti input or la degradacin del trabajo y el deterioro de trabajadores no podran revertir esa situacion si, tras asegu- pa tl Pe ac hE lucha por la democratizacién del Estado, afin de retirar de las clases dominantes el control de la economia y, sobre la base de una movil zaci6n licida y perseverante, establecer un proyecto de desarrollo - €con6mico compatible con la nueva configuracién del mercado mln- dial. Solo su intervenci6n activa en la formulacién ¢ implementaci de las politieas pablicasy la amplia uizacién de los indromentos de & democracia directa, de la paricipacion popular y ta vigilancia dicfones adocuadat para ganarse un lugar al sol ene mondo del silo 20. Es en ete sentido qe acca ‘cconmien se ha vuelto hoy, mas que nunca, una cuestiGn politica o, lo que es lo mismo, que ta lucha contra Ia dependencia no puede divorciarse de la lucha por la ‘abe destacar, ademas, que la globalizacién es algo todavia c mac pris tami, gu bales algo foes on nacionalizaci6n del capital con procesos de regionalizacién, en cuyo marco se puede avanzar hacia la especializacion produetiva de cada Pafs de manera consensual. Se perfila asf la formacién de grandes Unidades cconémicas, mejor equipadas para hacer frente a Ia globa- lizaci6n, ademas de que presentan la ventaja de —precisamente por Pt facia la superacién del viejo Estado nacional— facilitar el rescate de las especificidades Gtnicas y culturales, asi como de las autonomias locales. Y cs en este Ambito que se puede hacer mas fluido y eficaz el ejercicio de Ia democracia 67 Esta es la opcién que tendré que hacer hoy América Latina si quiere impedir que la globalizacién se convierta para ella en un simple regreso a la situaciGn del siglo pasado, que respondi6 de sus formaciones estatales excluyentes y de los lazos de dependencia que éstas establecicron con los grandes centros. La construccién de una ‘América Latina solidaria, sobre la base del respeto a los intereses de Jas masas trabajadoras de la regién y de la plena expresin de su voluntad en el plano politico, es decir, sobre la base de una formula que combine democracia e integracién, se nos plantea como el gran eto que nos depara este fin de siglo. ‘A medida que avance cl proceso de globalizacién es inevitable que se vayan precisando con més nitidez los objetivos de los trabaja- dores y se creen mecanismos que les permitan actuar de. manera ‘ordenada en el escenario que el mismo capital est4 discfiando, el del mercado mundial plenamente constituido. Adin en la fase proceden- te, correspondicnte a Ja internacionalizacién en gran escala, preparé las condiciones para lo que est4 ahora en curso, se re; ron ya movimientos de solidaridad que, més alld de cualquier idcolo- gia, reficjaban intcreses comunes entre los trabajadores del centro y Jos del mundo dependiente.* La conformacién progresiva de un verdadero prolctariado internacional, que es la contrapartida nece- saria de Ia globalizaci6n capitalista, permitira reponer sobre nuevas bases Ja lucha de los pueblos por formas de organizacién social superiores. 34 Desde Jos aftos 70 se registran en América Latina movimientos de cooperacién sindical en el marco de empresas transnacionales, particular- mente entre la matriz alemana y Ia filial brasileia de la Volskwagen. A principios de los afios 80 sindicatos mexicanos y norteamericanos de la industria automotriz participaron en reuniones destinadas a establecer obj tivos y estratogias comunes, lo que se volvi6 a plantear por centrales sindica es de ambos paises, asi como de Canadé, después de creado el Tratado de Libre Comercio de América del Norte. Tras la firma del acuerdo de integra- cin entre Argentina y Brasil, en 1988, que condujo a la formacién del Mercado Comdn de América del Sur (Mercosur), comenzaron las reuniones anuales de centrales obreras de los dos pafses, a las que se agregaron las de Uruguay y Paraguay, asf como de Chile, con el fin de acompatiar las medidas adoptadas, Sin embargo, todavia no se ha Ilegado a incluir representantes ssindicales en las delegaciones encargadas de concretar acuerdos especificos en el Ambito de los procesos de integracién, participando en ellas tan s6lo funcionarios gubernamentales, empresarios y, alo sumo, parlamentarios. 68 La reestructuracién del trabajo y el capital en América Latina Adrian Sotelo Valencia Ent periodo de ta 11 P i nel periodo de osgucrra, los cambios econémicos y super- estructurales del sistema capitalista internacional fueron advertidos por el pensamiento keynesiano. En términos gencrales, por lo me- nos para algunos paises industrializados —Estados Unidos y Europa Occidental—, el keynesianismo como ideologia del Estado impe- sialista en expansi6n se fines en unos sistemas de explotacién y organizaci6n del trabajo social identificados como “fordistas” y “tay- oristas”.1 Estos sistemas se acompafiaron del establecimiento de una “norma de producci6n” y de “consumo” que contemplaba a los trabajadores como consumidores de los bicnes de produccién de tipo duradero, como automéviles, electrodomésticos, etc., por cl]os producidos. oo 2 El punto de inflexién de las economias imperialistas se veri mediados de los aioe esenta, donde el viejo orden mundial fae coh pedazos y superado por la crisis? Esta percepci6n nos premite ubi ¢ar un doble proceso hist6rico: por un lado, la estrecha articulacién ce ee eee tug, a Saarinen rnvrman Tata ete! mono. fefehd Nees Mess 175 #139. fa Renan Cont ale seem ublePak Menn, 1985 ec) 15 Pano in del ‘ochenta”, en Carlos Ominami, La fercera revolucién industrial, impactos inter- sehen gta ia bg rant nil pts recon dt cel ele stripes spo ug moncatn eng = demictnn os ieee rumtument pert yon parr inte monsario Sate acdgn Seon oneal tr Scie oc smc Grade co} entre la crisis de la cconomfa mundial con Ia desarticulacién nacio- nal de los sistemas productivos, que picrden capacidad efectiva para faccionar sus mecanismos contratendenciales y de regulacion en la crisis y, por el otro, la inevitabilidad de la reestructuraci6n capitalis- ta, de sus procesos productivos y de trabajo, con el objetivo de clevar las tasas de productividad, de plusvalia y de ganancia por medio de la competencia intercapitalista. Es mediante este iltimo resorte que se impulsa la reestructuraci6n productiva a escala internacional, en un contexto multifacético de mutaciones y transformaciones de las es- tructuras econémicas, sociales, politicas y culturales de las socicda- des capitalistas de finales del siglo XX. 1. AMERICA LATINA EN LA CRISIS ¥ LA REESTRUCTURACION En América Latina la crisis y los cambios estructurales se ligan a procesos econémicos y sociopoliticos que el Estado y cl capital im- Dulsaban en torno a la industrializaci6n, para acelerar la conversi6n de nuestras economfas agrarias y mincras en centros industriales y urbanos. Surgicron ast pafses como México o Brasil, con compost ‘cin orgénica intermedia y grados intermedios de desarrollo conoci- dos como Newly Industrialized Countries (NICs, por sus siglas en inglés)? ‘Sin embargo, la industrializacién comenz6 a experimentar difi- cultades y obstéculos a partir de mediados de los afios sesenta: deterioro de los precios de los principales productos de exportaci6n; intensificaci6n de las transferencias de valor y de plusvalia hacia los centros industrializados; declinaci6n de los eoeficientes de industria- lizacion y del desarrollo econémico y social; aumento del déficit comercial y de la balanza de pagos; endeudamiento externo y mayor dependencia respecto al capital extranjero en materia de préstamos y financiamientos directos y de tecnologia; desaceleracin de la tasa Se crecimiento econémico; aumento de Ia inflaci6n; caida de las tasas de ganancia y salarial. ‘Esta situacién critica condujo a la economfa latinoamericana, por vez primera, al callej6n sin salida en que entré en la década de Jos ochenta: recesi6n, crisis econémica y agotamiento definitivo de su patrén de desarrollo capitalista posbélico. La ausencia o escascz de los recursos financieros necesarios para traducirse en inversiones en capital fijo, en nucvas tecnologias y en nuevos métodos de organi- zaci6n del trabajo se convirtieron, en cl corto y mediano plazos, en 3 Para un anilisis de Jap6n y Estados Unidos en relaci6n con la Cuenca del Pacifico, véase Victor Lopez Villafafe, La nueva era del capitalismo. Japsny los Estados Unidos en la Cuenca del Pacifico, 1945-2000, tesis docto- yal, Facultad de Economia- DEP-UNAM, México, 1993, 324 p- 70 fuertes obstéculos para impulsar la recoi industri Ct nnversi6n industrial y la mo- seeing ort ere tet ddemandaban la eisis capitalist ya reestructuracion de Ia economia Es en este contexto perverso y desfavorabl é : le que, en la décad: a casas pe Tarzan ce eta jero de la reestructuracién productiva, mediante cl despliegue de politica de ajuste econémico y de austeridad social (ortodoxas, he- terodoxas 0 combinadas, segiin la correlacién cconémico-politica de fuerzas), tendientes a consolidar la estabilizacion del sistema, como Premisa de la reestructuracin.* : configuracién que ha asumido la reestructuracién ha tendido a cancelar las viejas formas autarquicas y proteccionistas de ceonomia ¥ sociedad (nacionalismo, populismo, socalismo) que prevalecieron en el pasado inmediato y las practicas liberales de competencia intcrimpcrialista del siglo XIX. En su lugar, la economfa latinoame- sana se eneamina a In bdsqueda de nucyosdisposiivos productivs an 1 especializacion en las activi mmundlalizados ;pecializaci6n en las actividades exportadoras, 1.1 La revolucién en el capital y en el jo: i nlbeee apital y en el trabajo: un nuevo paradigna La restitucion de las condiciones de rentabilidad general de los factores determinantes de la produciviged social del proceso de trabajo constituyen el objetivo principal de la reestructu- a need Para ello se impuls6 el desarrollo tecnolégico y la reduccién de la participacién de las materias primas y de in oferta global sobre todo mediante la revolucion de low micvor materiales (semiconductores, conductores, fotosensibles, cristales de diversos tipos, materiales de alta pureza, quimicos de procesamien- 10, cerémicas, resinas ¢ insumos especiales, etc.) y de las fuentes ee ae seeds de tocmon: tet de x pans ion ort Spel get eee eee ee greet mb ee cara roger “Ca recogete sere eet ice cr hea Saas cars rete eae mines luau ance tub ree zeta pw trite ro oy et eh rogrona Sonal aM aay efortnpc a naciones, Javier Vergara Ed., México, 1991, ° m eee nm Blinn alternativas a la energia convencional. El resultado fue la desvalori- zaci6n de las regiones y cconomfas exportadoras productoras de bienes primarios, de productos agricolas y minerales.® Este proceso sc desarrolla a través de la revolucién microelectr6- nica, cuyo objetivo consiste en desvalorizar y desplazar los procesos de trabajo clectromec4nicos (particularmente los procesos atrasados y con poca capacidad de transformacién, que florecicron después de Ja Segunda Guerra Mundial y que han agotado sus reservas produc- tivas) por nuevos procesos, fundados en la informatica y en dispositi- vos flexibles. Mientras la produccién convencional se basaba en Ja produccién masiva y uniforme, 0 sea, en un tipo que era esencialmente intensivo en trabajo y habilidades, la automatizaci6n, en cambio, se aplica en lotes pequefios y medianos de produccin. De esta forma, este nue vo paradigma tecnolégico,’ basado en la microclectrénica y la infor- matica, sustituye al anterior, al fordismo —que, de acuerdo con Robert Boyer, “...cntra en crisis, oculta a fines de los afios sesenta y abierta después de los dos shocks petroleros”—* y que estaba funda do en la cnergia barata y abundante y en otros elementos materiales intensivos en encrgia, petr6lco y gas. Se esti afianzando en el mundo el paso en una transici6n dialéc- tica del desarrollo capitalista, cuya locomotora cra el Estado, al dispositivo neoliberal del mercado como motor del nuevo paradig- ma industrial. Por otro lado, aunado a lo anterior, se verificé el 6 Cf. Aldo Ferrer, “Nuevos paradigmas tecnolégicos y desarrollo soste~ nible: perspectiva Intinoamericana”, Comercio Exerior, vol. 43, ném. 9, sep- tiembre de 1993, p. 811. “...los productos primarios tienden cada vez a perder importancia. Si hacia 1975 éstos representaban 40% de los intercam- ‘bios mundiales, en la actualidad los productos primarios estén represen- tando un 30% de los intercambios totales”, Carlos Ominami, “América Latina en Ja reestructuraci6n industrial mundial”, en Industria, Estado y sociedad, EURAL/Fundacion Friedrich Ebert-Nueva Sociedad, Caracas, 1989, p.3t. 7 Un anilisis de las caracteristicas del nuevo paradigma articulado en torno a la microclectr6nica y diferenciado del anterior paradigma tecnol6gi- co (fordista y taylorista) se encuentra en Carlota Pérez, “Las nuevas tecno- Togias: una vision de conjunto”, en Carlos Ominami (coord.), La tercera revolucién industrial, impactos internacionales del actual viraje tecnoligico, RIAL-Anuario-Grupo Editorial Latinoamericano, México, 1986, pp. 43-89. ‘Autores neoschumpeterianos como R. Nelson y S. Winter (“Tn Search of a Useful Theory of Innovation”, Researchs Policy, vol. 6, niim. 1, 1977, pp. 36-37) identifican el paradigma tecnolégico como “trayectoria natural” 0, en el caso de G. Dosi, como “paradigma tecnologico”. Véase: “Technological Paradigms and Technological Trajectories”, Researchs Policy, vol. 11, ném 3, 1982. 8 Robert Boyer, en Carlos Ominami, ibid, p.233- RQ ee despliegue de Ia flexibilidad labor: z laboral de la fuerza de trabaj Fevoluci6n del capital variable en los elementos que coment i rayen “relaci6n salarial” para los regulacionistas> hs 1.2 Reestructuracién y especializacién productiva En condiciones de crisis sou” n y de bloqueos estructurales e1 ‘mulacién de capital, la expecializacion productiva supone mec traci6n y centralizacion del capital en aquellos ndclcos dures at, mia, mas dindmicos y flexibles: las grandes y moderne resas privadas, nacionales y extranjeras. Su objetivo consiste wy ientar las inversiones en materias primas y ree rare Sricnla las inversiones en materias primas y recursos naturalce en teenologlasy en fuerza de trabajo calificada igadas alos sector, La adaptacién funcional de los et 1 lc los procesos productivos, de la or; izacign del trabajo y de su normatividad jeridico-insttucionch oe s Palses latinoamericanos es una exigencia del nuevo pat ie ares com crc onc ta #ivision intemacional de trabajo dela década de los ochenta, Coe lc constituirlos en centros productores dindmicosy comvein ¥ con mercados atractivos y rentables para los paises desarrelladee” nueva PecializaciGn estimula a los sectores y ramos vinculados a i eva economia exportadora porque éstos son los que, de mane Breferente, concentran el progreso técnico de la sociedad: In inne anes eras tenologasy de nuevos procesos de abajo on a iculada a mereados dinam i de los paises industralizados (los sectores vinculadoe a Ik aon eS 3.9% en 1990 mientras que las importacionce fe knees ee o0,1980 a ct Sg ONCE Ni at Rao ty eer 7p nar o ece ena Se feo ec my ars ml téenlgo on la ae coma Poutéricarss cinaag comiene ae wee B ee | asumiendo por “imitacién-imposicién” el “modelo postindustrial”. La incorporacién de tecnologias dindmicas en dichos sectores tiende naturalmente a incrementar la capacidad competitiva de los sectores de punta de cada economfa nacional. De esta forma, “en todos los sectores sujctos a Ia competencia internacional, las ventajas ‘competitivas se fundan hoy en la capacidad de innovar y transformar a produccién y las exportaciones; es decir, en los factores endégenos del desarrollo. Los nuevos paradigmas tecnolégicos han impuesto ina nueva divisi6n internacional del trabajo entre quienes producen ienes y servicios de creciente contenido de conocimientos. La espe- cializacién intraindustrial por productos (no por ramas) es la matriz, dominante del comercio internacional. América Latina y otras regio- nes del Sur ni siquiera son socios subordinados en el crecimiento del mundo subdesarrollado.”!2 7 Por esto, a diferencia del pasado, en la actualidad el “desarrollo de un pais, 0 su grado, se evalia por la mayor o menor participacién en el comercio mundial. Es éste, y no tanto elementos de medicién ‘endégenos (como por ejemplo: PIB, desarrollo social, némero de analfabotos 0 acceso a la vivienda, ctc.), el elemento determinante que “mide”, en volumen y valor monetario, los niveles de competi- tividad. Ha sido a la luz del elevamiento de la productividad y de ta competitividad como la economia latinoamcricana se ha visto pre- sionada a reconvertir sus aparatos productivos, de trabajo y orga- nizacionales, para especializarse en las actividades exportadoras, Es decir, el modelo sustentado en el predominio de Ia aplicacién de modernas tecnologias, conocimientos e I&D en los procesos produc- tivos y de trabajo, con el fin de estimular el proceso de flexibilizacion que les permita ajustarse a las situaciones cambiantes de la produc- ccidn, de los mercados y a las necesidades de consumidores universales. La creaci6n de estas actividades rentables presupone la destruc- cién de enormes masas de capital social, su concentracién en los nticleos restringidos, modernos y dinémicos dc las grandes empresas privadas nacionales y transnacionales, y la aplicacién de politicas restrictivas de ajuste, ortodoxas, de control y rebaja de los salarios ue se aprecia mas bien esa intensifiaciGn de Ia eterogencidad estruct- ral foforeada por la especializacion productiva en franco detsimento de los Scctores, ramos y empresas desligados de la dindmica de ls exportaciones. 12 Aldo Ferrer, “Nuevos paradigmas tecnologicos y desarrollo sosteni- bile: perspectiva latinoamericana®, Comercio Exterior, vol. 43, nim. 9, Sep tiembre de 1993, p. 811 1D “A erosto da competividade do Brasil manifesta-se na perda de importancia do pais no comércio internacional na segunda metade da dé Gntde 80°, Estadio da competividade da indasiria brasileira, Ministerio da Ciencia y Tecnologia, Campinas, dezembro de 1993, p. 19. 14 reales y de reduccién de Jos presupuestos piblicos de gasto y bienestar social. Es la Gnica forma en una economia dependiente de concen- trar y canalizar los recursos financieros y las inversioncs requcridas para impulsar los programas hegem6nicos de modernizacién econd- mica y de reconversién industrial y tecnol6gica. Se impone, asf, un “modelo” de reconversin salvaje y autoritaria de Ia economia I noamericana, que despunta en Ia década de los ochenta. 1.3 Las exportaciones en la economta especializada ‘Uno de los cambios més significativos de la economia especia- lizada en América Latina se configura en Brasil. En efecto, a me- diados de los afios sesenta este pais comienza a experimentar la reestructuracién econémica con la dictadura militar que se insta en el poder en 1964. Respondiendo a las circunstancias internac nales de la economia mundial, dicha transformacién correspondié también a ciertas condiciones internas que concicrnen al agotamicn- to de la fase compleja de industrializaci6n que se habia desarrollado en el pais después de la Segunda Guerra Mundial. Esta transformaci6n macroeconémica se aprecia retrospectiva- mente en los Gitimos veinte afios, obscrvando la estructura de las exportaciones brasilefias: las exportaciones primarias son dominan- tes a principios de los afios scsenta (97.6% del total) y declinan prdcticamente a la mitad en 1987 (cuando representan 50.4% del total), mientras que ganan terreno las exportaciones de manufactu- ras, las cuales, respecto al total, saltan de 2.4 a 49.6% en los mifmos afios. Dentro del item manufacturas, las tradicionales también crecen de 0.4% a 12.6, con énfasis en las exportaciones intensivas en recur- sos naturales (0.2 y 3.3% de! total en los mismos afios) y de trabajo no especializado (0.2 a 9.3%, respectivamente). Por su parte, las exportaciones de manufacturas no tradicionales (como corcho y ma- dera, hilados y tejidos de papel, minerales no metilicos, etc.) experi- mentan un fuerte crecimiento durante las décadas de los setenta y ochenta, con indices de 2% cn 1962, 9% en 1970 y 36.9% en 1987. Es interesante resaltar que la politica de reestructuracin econ mica del gobierno militar en Brasil enfatiz6, a diferencia de México © de Chile, ef desarrollo en gran escala de un patron de reproduc- cidn diversificado en las exportaciones intensivas en trabajo especia- izado, particularmente a partir de inicios de los sctenta, cuando este tipo de exportaciones (accites esenciales, productos de perfumeria, explosivos, productos quimicos, caucho, hicrro y accro, manufactu- ras de metal, cte.) dejan de representar, respecto al total, 4.8% en 1970 para aleanzar 11.7% en 1986. Por iltimo, a partir de mediados de la década de los sctenta, la estructura productiva brasilefia sc ha voleado a la produccién de 15 jc tecnologia: clementos y compuestos quimicos, toside precision que, de representa solamente 10.1% a princip fe los sesenta, alcanzan el 25.3% veinticinco afios después (1987). de es Chile la reestructuracin econ6mica se origino tambien, bajo la férula de la dictadura militar de Pinochet, a mediados de la década de los setenta, Se caracteriza por un neoliberalismo politice a ultranza, donde el “gobierno se aboes a result Ia propiedad i ital nacional como al extranjer aria de eapectalizacion productiva con base en las ventajas com parativas, voleado al mercado externo, en el marco de Tas tendencias ie fzacién de la economia internacional”. reubie6 dentro del nuevo orden internacional como una economia 4c “nuevo tipo”, sin abandonar sus rasgos autoritatios y dependien- tes, Sin embargo, es de dudarse que ese “nucvo modelo”, basado hegeménicamente en las exportaciones de *..papel,eclulosa, aceite de pescado, conservas de pescado, etc.”, constituya auténticamente 4un nuevo patrdn capitalista fundado en ia produccién de productos industriales para la exportaci6n, similar al que, por ejemplo, surgis en Brasil en los setenta o en México en la década de los ochenta y lo re de los noventa. i to aes Srtamente que, como porcentaje del Producto Geogrdfico Bru to (PGB), las exportaciones chilenas erecieron significativamente y “Jon valores nominates] pasaron de 11% en 1970 a 22% en 1980. 1981, en tanto que el coeficiente importaciones/PGB uments de 2 4.33% entre ambas fechas, BI mayor erecimiento de las exportacio- nes provino de sectores distintos al eobre, con Jo cual Ia importancia de este sector se redujo de 75 a 46% entre las fechas mencionadas Uno de los nuevos sectores exportadores fuc Ia agricultura fruticola, pero las manufacturas también incrementaron su participacién en oe , cae fla Ol, eatin mou ue seas i ec ee Hert tnt en a ortador con base en algunos bienes tradicionales y no tradicionales, a han significado —como han Planteado algunos autores un reroes a fanaa cert en a Contraria se trataria de un modelo de nuovo tipo, basado en una planta coterie la dees meh, mo Ube somata y morn, ci 2 a ae aes 16 Jas exportaciones totales de 12 a 33% en la década del setenta. Se trata de productos con fuerte contenido de recursos naturales, como alimentos, vinos y bebidas, maderas, celulosa y papel.""6 En cuanto ai contenido de las exportaciones, se acusan impor- tantes cambios en el curso de Ia reestructuraci6n industrial chilena. ‘Si se considera la participacién en el total de las exportaciones de las industrias metalmecénicas, que son intensivas en ciencia y tecnolo- gia (C&T) y que caracterizan las pautas exportadoras de los paises industrializados en crecimiento constante, en el caso de Chile, y de otros pafses latinoamericanos (donde son dominantes las exporta- ciones tradicionales), “...ese coeficiente se reduce entre ambas fe- chas (1970 y 1985) de 14.4% a 10%, micntras que el promedio latinoamericano aumenta de 22% a 33% (muy influido por Brasil). Esa evolucién para Chile corresponde al detcrioro que ha sufrido la industria metalmecénica, frente al indudable desarrollo exportador de industrias muy ligadas a la explotacién de recursos naturales, especialmente agroindustriales, derivados de Ia pesca y de la made~ ra. Ese desarrollo ha permitido diversificar la base exportadora, ha incorporado nuevas regiones al desarrollo productivo y ha desplega- do una capacidad empresarial inédita. Sin embargo, ésta no ¢s una base suficicntemente sdlida para el crecimiento industrial a largo plazo, la cual, segtin la experiencia internacional, debe afirmarse Progresivamente en actividades intensivas en tecnologia y con mayor valor agregado. Los sectores de crecimiento dinémico reciente en Chile corresponden a scctores que, a escala internacional, han ido perdiendo mercados, por lo que no representan un potencial’de desarrollo a largo plazo” (UNCTAD, 1976).17 Durante 1985-1991 las exportaciones de Chile crecicron en tér- minos reales a un ritmo promedio anual superior al 10%; 0 sca, al doble del crecimiento del producto interno bruto que, desde 1984, fue del 5.6% anual. En este contexto, las exportaciones “no tradicio- nales” arrojaron una tasa de crecimiento del 15% anual; tratase de productos fruticolas, forcstales, de la industria de alimentos, produc tos quimicos y metilicos. En 1991 los productos minerales repre- sentaron el 40% del total, donde el cobre absorbié cl 40%; la agricultura y los productos marinos cl 13.5% y el 38% los industria- les; los alimentos, 17%; los productos forestales y la celulosa, el 5% cada uno; las exportaciones quimicas, 5.5% y las frutas un 11.8%. De estos datos se infiere que el patron exportador chileno basi- 16 Oscar Mutioz, “Crisis y reorganizacién industrial en Chile”, en varios autores, Industria, Estado y sociedad, la reestructuracién industrial en América Latina y Europa, Bural/Centro de Investigaciones Europeo-Latinoamerica- nas-Fundaci6n Friedrich Ebert de Argentina-Editorial Nueva Sociedad, Ca- racas, 1989, pp. 207-209. 17 Ibid, p. 212. ( 7 camente consiste en el predominio de las actividades de Ja mineria y del cobre (48% del total), de la agricultura y pesca (13.5%) y del sector forestal (5%). Es decir, actividades primarias, si bien algunas de ellas con un cierto grado de modernizaci6n y de desarrollo tecno- 16gico de tipo agroindustrial. ‘Actualmente las exportaciones mineras, agropecuarias, los pro- ductos del mar, la harina de pescado y la celulosa constituyen el 72% de las exportaciones totales chilenas. Si les agregamos las exportacio- nes de productos agroindustriales (como jugos, conservas y otros), cl total alcanza un 80%, perfilando, pues, un patrén primario-exporta- dor muy semejante al que prevalecié en Chile en cl periodo anterior a la industrializaciOn, aunque cicrtamente sobre una base industrial diferente y relativamente mas diversificada. Es esta realidad lo que hace reconocer al autor del artfculo de donde hemos tomado estos datos que “el vigoroso esfuerzo exporta- dor ha permitido ganar competitividad cn rubros de bajo dinamis- mo, lo que plantea una vulnerabilidad futura que debe encararse, dado que tienden a crecer las presiones proteccionistas en rubros poco din4micos, incluyendo la amenaza del proteccionismo ambien- tal”. Por ello, esc autor urge la conveniencia de impulsar una segunda fase exportadora, caracterizada, segin su argumentacién, por la produccién de productos exportables con altos niveles de valor agregado y contenido tecnolégico, que acerquen cl pais al modelo competitivo y exportador del paradigma internacional de la economia mundial. A diferencia de Brasil, donde la reestructuraci6n fue més diver- sificada, de Chile, donde no lo fue y se impusieron los intereses de una oligarquia modernizante agrominera ¢ industrial, en México el principal efecto de Jas circunstancias internacionales en el periodo se expresa, en los inicios de la década de los setenta, con la crisis estructural, la caida del coeficiente de industrializacion y cl auge sin precedentes de las exportaciones petroleras, entre 1978-1981," que no hacen sino postergar, hasta la crisis energética y financiera de 1982, la necesaria reestructuraci6n capitalista en que actualmente se encuentra involucrado cl pais. México frustr6 sus esfucrzos exportadores de manufacturas no tradicionales desde principios de los affos sctenta cuando, incluso, cra el més avanzado centro cxportador latinoamericano ya que, en 18 Osvaldo Rosales, “La segunda fase exportadora en Chile”, Comercio Exterior, vol. 43, nim. 9, septiembre de 1993, p. 861. 19 Entre 1977 y 1981 el PIB de México ercei6 a una tasa promedio del 8.1%, mientras que Ia tasa de crecimiento de Ia produccion de petrsleo arrojé una tasa media de crecimiento anual del 19.1% en el mismo periodo; Git. en “Evolucién reciente y perspectivas de la economia mexicana”, Revista del CIDE, nism. 4, México, septiembre de 1982, cuadro 2, p. 11. 18 un contexto donde predominaba la economia primario-exportadora, los productos manufacturados, en 1970, legaron a representar el 32.1% del total. En 1973 correspondieron al 44.4% mientras que las exportaciones no tradicionales de manufacturas fueron del 25% en 1970 y de 31.6% en 1973. Estos porcentajes, sin embargo, se desplo- maron dramiticamente durante el “desarrollo estabilizador” y el Boom petrolero; siendo asf que las exportaciones de manufacturas representan en 1977 el 27.5% y en ara estabilizars representan e yen 1980 el 11%, para estabilizarse en Lo mismo ocurre con las exportaciones no tradicionales. Estas pasan del 25% en 1970 y el 31.6% en 1973 al 7.5% en 1982. En otras palabras, el desarrollo éstabilizador, la politica industrial del Estado mexicano y Ia politica oficial de la'petrodependencia del gobierno Jopezportillista (1976-1982) sacrificaron cl proyecto de reestructura- cidn centrado en las exportaciones de manufacturas industriales, que habfa impulsado su antecesor (Luis Echeverria), hasta practica. mente Ia segunda mitad de los afios ochenta, cuando el proceso de globalizacién econémica ya se encontraba en marcha en el mundo y Se presentaba como irreversible. Es en este sentido que México Heg6 tarde a la competencia internacional, lo que se obscrva en la participacién de las exportacio- nes de productos de alta tecnologfa, que indudablemente constitu- yen Ia locomotora del nuevo patrén de reproduccién capitalista. En efecto, si en 1970 este tipo de exportaciones representaba el 16.6% y en 1973 el 24.3%, comicnza a perder participacién en el total, al grado de que, hasta antes de la crisis financiera de 1982, no rebasa'el 7%. Seté posteriormente (en 1986, 16% y en 1989, 31.3%) cuando se superen los niveles que sc habian alcanzado dieciséis afios atrés.2° El analisis de Dutrénit y Capdeviclle® revela que el patron tec- nol6gico de la industria manufacturera mexicana en la década de los eee seu sama dees Under, ero of neat rade fetes Smeaton, de Rts ero io Gerda 25 heb Compan i eet ra Core xpd soe desta de al rg om 7, on ere aon ip merci deamoncconun ori del 20.7 Sete Sushcnaatnarn gti de ene mtn a Dutrénit y Mario Capdevielle, “EI perfil teenolégico de la industria mexicana y su dindmica innovadora en la década de los ochenta”, El Trimestre Econémico, nim. 239, vol. 1X, México, julio-septiembre de era » julio-septiembre d 79 chenta“,..muestra que Ja industria est especializada en la produc: produccién de vida del producto, o sea en actividades que utilizan fecnologia madura, con baja renta tecnol6gica y alta difusiGn inter_ nacional, dada la gran participacién de los sectores dominados por cl proveedor e intensivos en escala, y la poca importancia de los secto- res basados en la ciencia y de oferentes especializados. Esto denota que la industria manufacturera mexicana no estaba especializada en las actividades de mayor dinamismo tccnolégico.” Los autores con- cluyen: “Los sectores basados en la ciencia y de oferentes especia- lizados representaron s6lo el 11.5% del producto manufacturero mexicano, mientras que en Estados Unidos fue del 36.8%. ‘Si se ‘compara con Ia situacién tecnolégica de las economias industrializadas, por ejemplo con Estados Unidos o Jap6n, esto im- plica que, en el caso de México las actividades y sectores productivos Que tienen asiento cn las tecnologias basadas en la ciencia y dirigidas a la exportacién poscen un bajo potencial competitive en relaci6n al estiindar internacional y poco dinamismo tecnol6gico internacional 2. LA INCORPORACION DE TECNOLOGIAS EN AMERICA LATINA ¥ SUS EFECTOS EN EL TRABAJO En América Latina Ia automatizacién ha constituido un lento proce- 30 que apenas se empicza a observar al finalizar los afios ochenta en los pafses mas grandes de la regin. Con excepcién de Brasil, que es cl ins avanzado, on los demés paises es una tarea propia de la 1a de los noventa. see cecscneia de ia roestructuraci6n sigue, més 0 menos, “patrén” que pondera los cambios en el capital fisico, en menor medida la organizaci6n del trabajo y, por tltimo, impulsa la reforma faboral. Es as{ como, en cl caso de Brasil, de acuerdo con Marcia de Paula Leite,“ la periodizacion del proceso de modernizacién cubre tres fases diferenciadas. La primera, que sc despliega a inicios de la SGeada de los ochenta, se caractetiza por la introduccién de los un 22 Ibid., p. 658. oe 23 La diferencia se acusa comparando los siguientes porcentajes: “Esta- dos Unidos invierte cada afio alrededor de 2.5 por ciento de su producto interno bruto en informatica; Canada cl dos por ciento; Espafia el uno; Corea cl uno y Singapur entre cl cinco y seis por ciento de su PIB, por lo que so industria informatica es més grande que Ia mexicana”, EI Financiero, 28 de ‘octubre de 1994. ; «at 24 Marcia de Paula Leite, “Innovacién tcenolégica, organizacién del trabajo y relaciones industriales en el Brasil”, Revista Nueva Sociedad, nim. 124, Caracas, marzofabril de 1993, p. 96. 80 programas de participacién en equipos denominados Circulos de Control de Calidad (CCC), como resultado de los siguientes procesos articulados: las huclgas obreras que sacuden al periodo, los intereses modernizadores de scctores de la burguesfa y como un mecanismo para contrarrestar 1a organizaci6n aut6noma de los trabajadores brasilefios. La segunda fase, a mediados de los ochenta, se caracteriza por una marcada tendencia al desaliento y fracaso de los CCC y, otra vez, al impulso de los empresarios a invertir en la compra ¢ instalaci6n de nuevos cquipos, particularmente en las ramas més dindmicas de la economfa nacional. EI resultado seré el reforzamiento de la hete- rogencidad productiva y tecnolégica de Ia industria al observarse un lento y desigual proceso de difusién de la modernizacién en las ramas productoras de bienes de consumo duradero (textil, calzado, indumentaria) y un enorme crecimiento en las modernas y de punta, sobre todo cn las industrias de proceso continuo (celulosa y papel, quimica y petroquimica), en el complejo metalmecénico (automo- triz, acrondutico, etc.) y en la industria de autopartes. EI final de los ochenta y principios de los noventa marcan la tercera fase del cambio modernizador, que se caracteriza por una pronunciada tendencia a desarrollar una “modernizaci6n sistémica”, centrada en cl flujo de inversiones y en nuevas formas de organiza. cién de los procesos de trabajo. Las causas que conducen a esta liltima fase del proceso de modernizacién reciente en Brasil son Ia profundizacién de la crisis econ6mica, a partir de 1990, y Ia politica de apertura oficial del gobierno para estimular la competencia intgr- capitalista cn funci6n de los patrones internacionales de produccién y competitividad. En esta iiltima fase, de igual forma que en otros paises latinoa- mericanos, sc va a incubar la necesidad de avanzar en Ia modifica- cién de las leyes y relaciones laborales con el fin de ajustar su institucionalidad jurfdico-politica (expedici6n de leyes, normas, re- glamentos internos, etc.) a las nuevas condiciones superestructurales que demanda el nuevo patron de reproduccién capitalista brasilefio y la economia mundial, acompafiada de Ia adopcién de métodos y técnicas de origen japonés, tales como el kan-ban, kaizer, la organi zaci6n celular, el control estadistico de los procesos y de los produc- tos, el control de calidad, el cero error, etestera, _. 25 “...desde mediados de la década —especialmente después de la reco sin del periodo 1980-1983, las empresas iniciaron un proceso més efecti- vo de inversién en equipos microelectr6nicos que elevarfa significativamente el parque de maquinas automatizadas”, Marcia de Paula Leite, ibid., p. 96. 81 2.1 Incorporacién de tecnologia En términos hist6ricos, la mAquina herramienta de control nu- mérico (MIICN) se invent6 a principios de los afios cincucnta, como producto de la conjunciGn de los esfuerzos civiles y militares en Estados Unidos. Con la asesoria del Massachussets Institute of ‘Technology (MIT) en 1952, “...era dada a conocer Ja primera maqui- na herramienta de control controlada numéricamente, en este caso una fresadora vertical. Nacia la técnica del control numérico, ast ‘denominada porque los movimientos de las herramientas eran codi- ficados en el lenguaje binario.”2 ‘Asi es que, en su origen, esta tecnologia cubria simulténcamente objetivos estratégico-militares y de desplazamiento del control obre~ ro del proceso de trabajo. Mas tarde fue gradualmente perfeccio~ nada con la aplicaci6n de Ia electronica (a base de transistores). En Ja década de los sctenta alcanz6 su maxima eficiencia con la disponi- bilidad del microprocesador a precios cada vez mas bajos, lo que coadyuvé al surgimicnto de la mquina herramienta de control nu- mérico computarizado (MIICNC). ‘En América Latina la difasién de las MHICNC se dio en dos fases: antes de 1977 esas maquinas estaban provistas de sistemas mecéni- cos y eran solamente MHCN; después de ese afio se comenz6 a incorporar un creciente nimero de MFICNC,” particularmente en las industrias metalmecdnicas. Se calcula que en 1983 habfa un total de 2500 MCHN distribuidas en Brasil, México, Argentina, Colom bia y Pera. De éstas, Brasil y México poscian alrededor de 2,000 ‘unidades, cifras pequefias en comparaci6n con las 100 000 MHICN en 1982 de Eistados Unidos, las 25 mil unidades de la Repéblica Federal de Alemania en 1980 y las 4 000 méquinas de Suecia en ‘el mismo afio! “Brasil inicié la produccién de MHCN de arranque de viruta en 1975 [...] ¥ Argentina lo hizo un afio después |...] México comenz6 la produccién hasta seis afios después: MHCN de deformacign en 1981 y de arranque de viruta (mayor complejidad) en 1983." De éstas, 183 MFICNC de “arranque de viruta”, instaladas en 25 plantas 26 Pedro Antonio Vieira, Luchas obreras, control de la fuerza de trabajo y ‘automatizacion de los medias de trabajo, Tesis Doctoral, Facultad de Econo- mia-UNAM, México, octubre de 1994, p. 227. 27 Gerard K. Boom y Alfonso Mercado (comps.), Automatizacién flexi ble en la industria, Ed. Limusa/Noriega, México, 1990, p. 22. 28 Alfonso Mercado, “La adquisicién de méquinas herramienta de cor trol numérico en América Latina: un resumen de resultados de investig: cin”, en Boon y Mercado, op. cit. p. 36. 29 Ibid., p. 42. 82 metalmecénicas, equivalfan al 52% de la existencia naci da de este tipo de miquinas en 1983. Mencia nacional estima cap, Mientras que on 1985 Brasil tenia aproximadamente 11 ‘Estados Unidos tenfa instaladas (de todo tipo de MIEN, incluges? do de CNC) 100 000 mquinas en 1982y 102.000 en 1983; Alemania Federal contaba con 25 00 en 1980 y el Reino Unido ¢on 10000 en 1976; Corea del Su $n 1980, y se estima que México contaba rogineducein de MICN en Brasil sé origina en el periodo de 967-1968 en una planta de la Ford para la manufactura de cajas de velocidades de direccién hidréulica. En 1979 habia un total de 550 unidades y en 1980 157 compaiifas utilizaban unas 650 maquinas de este tipo. A finales de 1983 haba 1 000 MFICN para 200 usuarios, de Ing coal cara del 40% eran naionales. Evidentemente que a gubernamental de proteccién o de “reserva de mercado” Gesempené un rol fundamental para el ulterior desarrollo de la microclectronica con ceria base nacional en el pats lance comparativo arroja los siguientes resultados: habia en Brasil 3670 unidades de MIICN, 1 543 Satemas de dicho y manufactura asistides por computador CAD/CAM, 99 robots in- dustitssy 6 170 unidades de controladores L6picos programa- ). En Corea del Sur en 1987 habia un total de 1060 robots y 1437 sistemas CADICAM# Gr 178 MECN, 20 Alfonso Mercado, “Méxion:repereasione econ6micas de lai dle MIEN poica de anlomatizacion” en Boon y Mereado,op cits p19. 31 Bid, p. 50. : 22 Datos omados de Clade Machline, Olver Udryy Henrique Rattner Coot Br as em en enc politica gubernamental”, en Boon y Mercado (comp.), op. cit, pp. 93-121. "4 En relacign ala politica de reserva de mercado en Brasil (con vigen- cia durante el periodo 1977-1992), Fabio S. Erber dice que “--a partir de la ‘gunn mitad de déeada de ts sescata Se inicia en Brasil puesta en reutcha de sgunossectores ‘de punta on cris eon ; nt on tcrminos toonlogies,sepcad Sloat" Stunovsclin tcenclopesy pelt oe : ; sary poles Se mecesrinecidn on Bese on Caos OminamisLatecene evludn industria, impactas iemactonales del cual nije teanoliien, RIAL Amuarer Grupo Eehoral tatoamercane Mésico, 1986, PP. ee “Bl caso de Ia informatica es, tal vez, el mas. Inverosinte a cha de as roptras que introduj on la ssrategin india Sem aate eels Comat ace reeea aed compares pra i rns ap ote braless por ver era tn indosra ranufacurora uns deineionabierts sone los open extranjeros”, Fabio S. Erber, op. cit., p.447. le Informatica : probe crane Fb “pcp tuT Eatey de lntoreeton ve sprob 3M Marcia de Paula Leite, “Innovacién tecnolégica, organizacién del 83

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