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— INTRODUCCION mis en el ca: tales del de! y euestions srafla en esx su relative js lidad la debe Problemas tedricos de la autobiografia poder, ies presividad implicies 2 relat sa ignorar (2 Angel G. Loureiro Corresponde a Dilehey,¢ finales del siglo pasado, el cle var la autobjografia a un nivel de radical prominencia al postular su gran importancia para Ja comprensién hist Tica, La autobiografia, nacida como mera rama de la bio- no simple gala, comenzé asi una larga andadura hasta llegar al dia como tal de hoy en que cada vez atrae més atencién critica, Dil tes que nos they dio, por vez primera, enorme relieve a la autobiogra- vy el papell fia al entenderla como una forma esencial de comprensi6n de los principios orgenizativos de la experiencia, de nues- fos modos de interpretaci6n de la realidad histbrica en aque vivimos. Dilthey propone, en particular, que lo que hace comprensible una vida, como tn todo en el que se tunen diversas partes, es que el entendimento se rige, ade- ris de por las categorias generales del pensamiento, por las categorfas «vitales» de valor, propésito y sentido, De cesta manera, Dilthey propone estudiar la configuracién histériea de una época somando como modelo y punto de partida el estudio de las autobiografia, las cuales le ofre- cerin las formas peculiares en que el ser humano ordena fu experiencia en un momento histérico determinado.! ‘Alentado por su suegro Dilthey, Georg Misch se impuso ‘como tarea la paciente ¢ inacabable reconstruccién de la historia de la autobiografia desde la antigiedad, empresa aque se vio suspendida por la muerte de Misch tras la pu blicacibn de tres voldmenes en que Ilegé hasta el Renaci- miento, y completada por sus discipulos en un cuarto vvolumen que lleva el estudio de la historia de la autobio- gaia hasta finales del siglo XIX? Obras estimables como fas de Bateson y Burr? o, ya mas cerca de nuestros dias, ‘Wayne Shumaker, fueron abriendo el camino de una re- flexidn tebrica que alcanza su primer punto verdaderamen- te algido con la publicacién en 1956 del articulo de Gusdorf «Condiciones y limites de la aurobiografian* ‘Desde esa fecha se suceden los articulos y los libros, y se ibujan tendencias muy dispares en el entendimiento ¢ interpretacién de los problemas que plantea la aucobio- grafla como género (uno de los problemas resulta ser, pre Cisamente, si puede hablarse de la autobiografia como paride | 2 SUPLEMENTOS ANTHROPOS YE ae I IntRODUCGION «gneros). Hay que insistir en la palabra «problemas» por- que la autobiografia parece estar convirtiéndose cada vez sis en el campo de batalla en que se dirimen temas cep- trales del debate tedrico literario actual. Parte del asedio yy euestionamiento 2 que se esté sometiendo ala autobio- grafla en estos momentos proviene, sin duda alguna, de su relativa juventud como campo critico, pero su cent lidad la debe también a que, al ocuparnos de la autobi graf, debemos enfrentarnos a los problemas tebricos mis kbatidos en la actualidad, y no s6lo en literatura sino tam- bignen filosofia. Al pretender articular mundo, yo y tex- to, la autobiografia no puede ignorar el acoso creciente 1 que estan siendo sometidos conceptos como historia, poder, sujeto, esencia, representacién, referencialidad, ex presividad. Debemos atadie ademis las complicaciones implicitas al medio del que se sirve el autobidgrafo para relatar su vida —es decir, el lenguaje— pues no podemos ignorar (aunque en el estudio de la autobiografa se sosla- yaa menudo) que el lenguaje no puede reducirse a mero instrumento en manos del escritor sino que su caricrer de mediador entre sujeto y texto y entre éste y lector nos oblige.a plantearnos en qué modo y medida el lenguaje ‘no simplemente sirve al sujeto sino que lo constituye como tal: al fondo de todo encontramos los interrogan- tes que nos plantean los nuevos conceptos de textualidad y el papel que juega la retérica (no ya en el sentido clisi- co sino en el nuevo sentido que le daa las reflexiones de un Paul de Man, por ejemplo) en el proceso de escritura y lectura de un ‘texto autobiogréfico.’ James Olney ha sefialado que el estudio de la autobio- sraffa se desarrolla histéricamente en tres etapas que co- rresponden bésicamente a los tres Srenes que comprende 1a palabra autobiograffa: el autos, el bios y le grafé?’ Des- de Dilthey y hasta aproximadamente los afios cincuenta, el énfasis recae en el bios, al entenderse Ia autobiografia como la reconstruccién de una vida, no solo en el senti do de suma de datos sino, sobre todo, y siguiendo el im- pulso de Dilthey, como forma de comprensién de los _rincipios organizativos de la experiencia, de los modos de interpretacién de la realidad hist6riea en que vive el autobiografiado, Por otra part, la lectura de las autobio- graflas se hace comparando constantemente lo narrado con Ja informacién proveniente de otras fuentes: exactitud y ssinceridad» resultan claves en esta etapa. George Gusdorf lleva la discusién a un plano de mucha mayor comple dad, en su seminal articulo de 1956, fascinante tanto por Jos nuevos temas que plantea como por su empefio en con- tener una problemitica que desborda sus presupuestos de partida. Gusdorf seftala, contra la historia positivista, que al igual que no se puede reconstruir el pasado como fue, ‘ampoco la autobiografia puede alcanzar la recreacibn ob- jetiva del pasado, sino que consiste en una lectura de Ia experiencia, leetura que es més verdadera que el mero re- cuerdo de unos hechos, por cuanto al escribir una auto- biograffa se da expresién a un ser més interior, afirma Gusdorf, al aftadir a la experiencia la conciencia de esa experiencia. En otras palabras, Gusdorf observa que al 30 20/SUPLEMENTOS ANTHROPOS Problemas tesicos de Ia eutobiogaia que ha vivido se le aiade un segundo yo creado en la ex: periencia de la escritura, razén por la que concluye que el motto de la autobiografia deberia ser «Creat; y al crear ser creado». Esta conclusién traslada inevitablemente el énfasis de la teorfa autobiogréfica a la cuestién del yo, a una segun- da etapa de la historia de esa teorfa a la que podemos de- nominar etapa del autos, Ahora bien, al menos en los Estados Unidos, la etapa del Bios sigue manteniendo gran vitalidad, debido probablemente a, entre orras razones, su juventud como nacién, la gran diversidad de origenes y culturas de sus habitantes, las reivindicaciones de ciertas minorfas y el afincamiento de cierto humanismo de gran ‘tradicin en ese pals. Este humanismo explica, por ejem> plo, el trabajo de Karl Weintraub, en la tradicin dilthe- yana, mientras que la juventud de los Estados Unidos 0 su pluralidad de razas y origenes puede ayudarnos a com- prender Ia abundacia relativa, hasta hoy mismo, de obras ‘que leen la autobiografia como expresi6n individual cul- tural o histérica, y que se centran por lo tanto en las auto- biograffas espirituales» de los primeros colonos o de los primeros norteamericanos prominentes, desde Beajamin Franklyn hasta Henry Adams, por ejemplo, o la abun- dancia de trabsjos sobre autobiogrfias de minorias* Debe advertirse que este tipo de estudios no es ajeno a las complejidades de la teorla autobiogréfica més recien- te; lo finico que se quiere indicar es que los estudiosos de «estos temas ponen cierto énfasis en el valor cultural o his térico de esas autobiografias. Retomando el hilo de la evolucién del estudio de la autobiografia, habfamos quedado en que Gusdor!abre las puertas, velis mols, ala etapa del autos. En este etapa el anilisis no se centrard ya en la relacién entre texto e his: toria sino en la conexién entre texto y sujeto, ¥el proble- ‘ma central consistird en ver de qué manera un texto representa a un sujeto, 0, llevado al extremo, si esa repre- sentacién resulta posible en absoluto. El estudio de la auto- Diograffa pasa asi de centrarse en los khechos» del pasado ala celaboracién» que hace el eseritor de esos hechos en el presente de la eseritura: Ia memoria ya no seria un me- canismo de mera grabaci6n de recuerdos sino un elemen- to activo que reelabora los hechos, que da «forma» a una vida que sin ese proceso activo de la memoria careceria de sentido: la memoria actia como redentora del pasado al convertirlo en un presente eterno, E] ejemplo extremo de esta forma de centrar la autobiografia en el presente de la memoria nos lo ofrece James Olney en su trabajo «Some Versions of Memory / Some Versions of Bios: The Ontology of Autobiography». Paralelamente a este nue: vo énfasis en el presente, se da un nuevo desarrollo, ya que al perder la autobiografia su condicién de objetivi- dad, el escritor pierde a su veg autor-idad, al pasar de ser un testigo fiel y fidedigno a ser un ente en busca de wna identidad en dltima instancia inasible, Dadas estas quie- bras en [a autoridad del texto como historia y del autor como propietario de la interpretacién de su vida, el lee- tor pasa de mero acomprobador» de la fidelidad de los 3 INTRODUCCON datos suministrados por el autor a convertirse en deposi- tario de la «interpretaci6ne de la vida del autobiografia- do, a convertirse en intérprete. A esta etapa podemos adseribir trabajos tan conocidos como los de Lejeune en los Estados Unidos, los de Olney, especialmente Me- taphors of Self (1972) y el libro Autobiographical Acts (1976), de Elizabeth Bross Lejeune y Bruss coinciden en su esfuerzo por dar una definicidn 0 en acotar unos rasgos generales de la autobiografia. E. Bruss, en particu- lar, sefiala que Ia esencia de la aurobiografia como géncro reside en los papeles del autor y del lector; Ia importan- cia de este tiltimo radica en que Ia autobiograffa adopra formas externas muy diferentes de acuerdo con la época y depende cn Glkima instancia de la actitud lectorial el ‘considerar un texto como autobiografia; Brussafirma que solo nuestra convenciones nos permiten ver autobiogrs- fias en textos que en otra &poca podian ser catalogados como apologias 0 confesiones. Fl lector ocupa también un papel central en las teorias de Lejeune pues, como se- ala al comienzo de su libro, el «definidors de la aurobio- grafia estd sometido a dos limitaciones: por una parte, tiene que tomar la posicién del lector (+La historia de la auto- Diografia [..] [es] Ia historia de sus modos de lectura, con- cluye en el ltimo pérrafo de su capitulo introductorio); y; Por la otra, el modo en que el lector de hoy percibe al género hace que la antobiograffa como tal comience cen Europa y en el siglo Xvi" Tanto Bruss como Lejeu- ne coinciden en sefalar la necesidad imperiosa de la coin- cidencia de Ia identidad de autor, narrador y personaje principal, o, en otras palabras, que se dé lo que Lejeune llama «pacto autobiogréfico», por el cual se establece un contrato de lectura entre autor y lector que le otorga al ‘ilkimo garantia dela coincidencia de identidad entre autor, natrador y personaje, Por su parte, Olney combina de ma neta ejemplar a visidn de Ta aucobiografla como «auto creacién» del autor en el momento de la escritura con la necesidad del papel del lector: «El estudio de cémo los avtobidgrafs (...descubrieron, afirmaron, crearon un yo en dl proceso de escrivura [.] requiere que el lector 0 el sestudioso de la autobiograffa participe plenamente en el proceso, de manera que el yo creado es obra [] eas tanto del lector como del autor." Paul de Man apunta con clarivideneia a la teeta implicita en ese contrato de Jectura postulado por Lejeune, treta que, podrlamos aiia- dir, sta presente en buena parte, si no en todas, las teo- rias autobiogrificas dela etapa del autos, Pues como sefala ‘De Man, numerosos tericos trasladan el problema de un plano epistemoldgico a un plano legal buscando unos cimientos firmes para sus teorfas. Al ser obvio que una autobiografia no puede medirse por st fidelidad a unos datos histéricos, s decir, al darnos cuenta de que el ver- dadero problema de la autobiografla reside precisamen- teen cl yo del autor, se da una tendencia, claramente ejemplificada por Lejeune, «a desplazarse de la identidad ontoldgica ala promesa contractual» para, una vez com: probada la veracidad de esa promesa, reinscribir de nue- vo el problema, por un desplazamiemto de vuelta a los ‘ Problomas teéricos de la autoblogratia_ parimettos iniciales, en términos cognoscitivos: «De ser figura especular del autor, el lector se convierte en jucz, en poder policial encargado de verificar Ia “autenticidad” de la firma y Ia consistencia del comportamiento del fir- ante, el punto hasta el que respeta o deja de respetar el acuerdo contractual que ha firmados.!? De Man obser- va que tal como lo concibe Lejeune el sujeto autobio- sgrifico deja de ser «sujeto» enteramente, pues Lejeune confunde «nombre propio» y «firma: podriamos afadir que el respeto por la firma, la fidelidad al contrato de lectura, no soluciona nada, sino que simplemente plan- tea el problema, pues el tener garantia de que autor, na- rrador y personaje coinciden (la efirmay honrarfa asi su ‘contrato) no nos aporta conocimiento alguno sino que ‘precisamentc en ese momento es cuando se plantea el ver- dadero problems, el problema del sujeto y del nombre propio." ‘Oura tendencia en la etapa del autos comsiste en recu- rir a una ciencia establecida para que sirva de garantia de la everdad> de la autobiografia. Podrian servir de ejem- plo obras como Being in the Text (1984) de Paul Jay 0 Fc tions in Aurobiography (1985) de Paul John Eakin." Eakin parte de donde se detiene Gusdorf, la idea de que el texto no «refleja», un autor referencia sino que el autor se crea a s{ mismo, crea un yo que no existirfa sin se tex- to. ¥ ese yo, al ser inventado, ya no estarla sometido a la prueba de validacién por comparacién con una reali- dad extratextual sino que se justfica a si mismo. Llevada a su extremo, a ese limite con el que juega Eakin pero ante el que setrocede, esa teorla supondrfa en realidad la {mposibilidad de la autobiograffa, pues no habria forma de distinguirla de la ficcién. Pero todo tebrico de Ta auto- biografia, para salvar su tema, evitard tales excesos, para Jo cual efectuard una maniobra recuperadora que salvar al género de [a disolucién. Ya hemos visto como Lejeune esquiva problemas similares al desplazarse de la esfera de lo cognitivo a la de lo legal; Eakin, por su parte, no aban- dona la esfera del conocimiento sino que recurrird a una . Apoyandose so bre todo en la psicologia de la evolucién del nifio, desde Erickson a Lacan, Eakin quiere salvar a fa autobiografia imponiéndole como criterto una nueva forma de referen- cialidad, no ya material, histéricamente comprobable, sino formal: si ya no podemos caer en la ingenuidad de afr. mar que la autobiografia repite por escrito unos hechos SUPLEMENTOS ANTHROPOSI28 _z nTRODUCCION del pasado, piensa implicitamente Eakin, su validez.como sgéneto se asienta en que repite unas estructuras de evolu- cidn de la personalidad y, en particular, l advenimiento el nifio a la conciencia en cl momento en que accede al lenguaje. Podrfa hacerse un andlisis emejante del libro de Jay, con la diferencia de que el auxilio le viene ahora a la autobiografia de parte de la filosofia: Jay viene a de- cir en sustancia que las autobiograffas elaboran o estruc- turaa una narrativa del yo de manera paralela y similar a la propuesta por textos filoséficos de la misma époce. Otra forma, diferente a las anteriores, de tratar de es- tablecer lazos entre texto y yo la ofrece Starobinski. Pos- twlando una idea de estilo 0 como mero «ornamentor (Concepcidn que opondrfa un «onde» de ideas a una efor- ‘mae lingtistica) sino como edesviacibne de la norms, la otiginalidad del estilo autobiogrifico nos oftece, en opi- nbn de ese critico, una serie de indices reveladares del individuo que escribe, por lo que cl estilo va més alli de la prouccién de efectos tScnicos y se converte en «auto- referencial> al conducirnos a la verdad «interna» del autor" En todos los autores examinados podemos detectar un rasgo comin: todos ellos, con estrategias variadas, tienen como objetivo una justificacién de Ja capacidad cognos citiva de la autobiografia. Y para poder defender esa capa- su vida, el lenguaje se lo quita, ya que las palabras no pueden captar el sentido total de un ser y ademés, el len- {guaje narrativo adquiere una vida independiente que se rmanifiesca en narrativas que, impulsadas por una dinémi- «a propia, se explayan en miltiples direcciones indepen- dientemente de la voluntad del sujeto. Y, por otra parte, celdesdoblamiento del yo en yo narrador y yo narrado, y Ja mokiplicacién del yo narrado en su recuento nos dejan ver que el texto autobiogrifico es un artefacto retérico y que el artificio de la literatura lejos de «reproducir» o crear» una vida producen su desapropiacién. Este ser& el tema central, precisamente, planteado por Paul de Man en sus reflesiones sobre la autobiografia, y entramos de esta manera en Ja tercera etapa del estudio autobiogréfi- o, Ja etapa de la graf ‘Michael Sprinker también orienta su investigacién ha- cia el texto para insistir en Ia idea de que en la zutobio- grafia el sujeto, lejos de tener control sobre el texto, est constituido por un discurso que nunca domina, el cual esta su vez producido por un ineonsciente inasible, siem- pre cambiante.” Por su parte, De Man sostiene que los obsticulos clisicos con que se enfrentan los tedricos de ilidad de definirla como gé- nero, la dificultad de distinguisla de la novela) provienen del error basico de considerar la biografia como el pro- ucto mimético de un referemte. Por el contrario, De Man sefiala que tal vez deberiamos pensar al revés y ver que el proyecto autobiogrifico «produce y determina la vidas. En [a linea de sus itimas obras, De Man busca penetrar ‘en la estructura retérica iltima de los textos autobiogré- ficos para mostrar como la estructura de la mimesis en- gendra la ilusidn de referencialidad. La autobiograffa no se distingue por proporcionarnos conocimiento alguno Problomas tericos do Ia uobiogtatg sobre un sujeto que cuenta su vida (no proporciona co- nocimiento alguno de ese tipo, afiade De Man) sino por su peculiar estructura especular en que dos sujetos se seflejan mutuamente y se constituyen a través de esa re- flexién mutua, Fsa reflexién especular por la que el «na- radar y el una noci- fatie pero = que y los > que para y que obio- Man INTRODUCGION siderablemente de las teorfas de un Starobinski en cuanto a la verdad autorreferencial del estilo como descubridor de la interioridad del aviobidgrafo. Ademés de la via de investigacién ret6rica ejempli cada por De Man otro camino posible es el camino pro- puesto por Derrida cuya obra, incluso cuando no se ocupa directamente de la autobiografia resulta en general muy pertinente para ese tema. Ocupsndose de ese texto auto biogréfico ejemplar que es el Eece Homo de Nietzsche, en Lorelle de !«utre Derrida propone una meditacién so- bre ese «border que asumimos existe entre vida y obra ¥ que, en su opinién, no es una linea clara y divisible, sino que atraviesa el cuerpo y el corpus del autor de ‘maneras que solamente comenzamos a entrever, y que tan to una lectura inmanente de un sistema (

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