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La Paz – Bolivia
2012
ÍNDICE
ÍNDICE ............................................................................................................................. 2
PRESENTACIÓN ............................................................................................................. 5
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UNIDAD DIDÁCTICA X EL PRINCIPIO DE LA CONCEPCIÓN ORGÁNICA DE LA VIDA
SOCIAL II ....................................................................................................................... 76
1. Contexto histórico Los Papas ................................................................................. 77
2. Contexto histórico de la socialización ..................................................................... 77
3. Definición de socialización...................................................................................... 78
4. Causas concretas de la socialización ..................................................................... 78
5. Valoración: juicio crítico sobre la socialización ....................................................... 80
UNIDAD DIDÁCTICA XI PRINCIPIO DE LA JUSTICIA SOCIAL ................................... 82
1. El sustantivo, el adjetivo y el término compuesto: “justicia social” .......................... 82
2. La novedad semántica de la justicia social en la DSI ............................................. 83
3. La historia del término “justicia social” en los documentos sociales del Magisterio 85
4. Dinamismo de la justicia social: tres funciones....................................................... 87
5. La cuestión del derecho justo y la justicia social .................................................... 89
UNIDAD DIDÁCTICA XII DOCUMENTOS LATINOAMERICANOS ............................... 90
1. Documento de Rio de Janeiro (1955) ..................................................................... 91
2. Documento de Medellín (1968) ..............................................................................93
3. Documento de Puebla (1979) ................................................................................. 96
4. Documento de Santo Domingo (1992) ................................................................. 101
5. Documento de Aparecida (2007) .......................................................................... 108
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PRESENTACIÓN
En todo este panorama, nosotros nos mantenemos firmes en nuestra fe, como
nos lo han exhortado también los obispos de nuestro país, porque no es la primera vez
que ha sufrido la Iglesia este tipo de embates, ya en el pasado han sucedido hechos
similares, o tal vez más fuertes todavía, del que ha sabido, con sabiduría y prudencia,
salir de ese embrollo que se presentó en el pasado en nuestro país. Más al contrario,
creemos que son tiempos de mucha reflexión y sobre todo tiempos de desafío para
nuestra Iglesia, repensar el lugar que debe ocupar la Iglesia en tiempos difíciles,
teniendo siempre presente la Misión que viene de Nuestro Señor Jesucristo.
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I.- INTRODUCCIÓN
La Doctrina Social de la Iglesia es, “el conjunto de enseñanzas que el Magisterio de la
Iglesia Católica ha expuesto y urgido en la época contemporánea a partir de la llamada
cuestión social. Está constituida única y exclusivamente por los pronunciamientos
oficiales del Magisterio pontificio y conciliar, por vía generalmente ordinaria, sobre los
diferentes ámbitos de la convivencia” (Texto oficial de la materia, pg. 12). Estos
documentos oficiales publicados, han sido recogidos desde la base misma de la
sociedad, donde la problemática de la gente es lacerante en algunos casos, y que la
Iglesia se hace eco de los que no tienen voz.
Los conocimientos previos a esta materia de parte de los estudiantes, le darán mayores
elementos de análisis, estudio y reflexión, ya que cada uno de estos documentos
contiene muchas enseñanzas extraídas de la Sagrada Escritura, de manera que se
hace necesario tener presente las enseñanzas de las materias anteriores a ésta. No se
parte de cero, cuando hablamos de las cuestiones sociales, la persona particular, la
familia, siguen siendo el núcleo principal de todo el conglomerado social en cualquier
parte del mundo, nuestra sociedad no podría ser la excepción.
Como en todas las materias de Formación Humano Cristiana, esta materia no se limita
solamente en el desarrollo teórico, sino que debe ser aplicada en la vida práctica de
cada uno de los participantes, desde las intervenciones importantes y grandes, hasta la
convivencia familiar en cada uno de los hogares. Por ejemplo, cuando se habla de
justicia, no se trata solamente de criticar a las esferas del gobierno o a las instituciones
del Estado, sino también de ver si nosotros estamos siendo justos con las personas que
nos rodea; si nuestras actitudes son acordes y coherentes con lo que profesamos. En
todo caso, la materia es una conjunción entre la teoría y la práctica.
Por otro lado, no debemos olvidar que, siempre va estar presente la parte histórica, es
así que se hace presencia activa y se rememora lo que hizo Jesucristo en cada una de
las intervenciones que tuvo, frente a las estructuras establecidas en su tiempo. Las
enseñanzas del Magisterio van a tener siempre como fuente inagotable al Jesús
Bíblico, y a los libros veterotestamentarios de la Sagrada Escritura. Posteriormente, la
Iglesia ha ido aplicando esas enseñanzas en cada una de las etapas de su existencia.
La Iglesia, siempre tuvo el papel de profetismo, como en los tiempos del Antiguo
Testamento, esa es una de las características más sobresalientes, que incomoda a
muchos grupos de poder que han impedido la participación en la cuestión social, y han
tratado de relegar exclusivamente al papel de predicador del Evangelio solamente. Pero
como todos sabemos, la Iglesia tiene su postura definida y clara frente a ciertos
mecanismos de avasallamientos y ofensa a la vida humana.
La Doctrina Social de la Iglesia, en su deber de cuidar a las ovejas como Buen Pastor,
lo único que espera es que, los hijos de Dios, alcancen el Reino, mejores días para toda
esa gran población. El bienestar de la gente es una de sus prioridades de la Iglesia, no
solamente de pan vive el hombre, como dijo Jesús, sino también de la Palabra de Dios,
y una visión profunda, que sea capaz de ver no solamente la realidad de nuestro
tiempo, sino también lo que pueda venir más adelante, es la tarea de la Doctrina Social
de la Iglesia.
Por otro lado, en los cursos lo que se quiere lograr, no solamente es una comprensión
teórica, académica, sino que también tenga su parte práctica, como un compromiso
para con su sociedad y como profesional en el futuro, es por esa razón que se les invita
a los estudiantes a insertarse y compartir con los sectores más necesitados, como son
los ancianos, los niños de las calles, los discapacitados, revalorizando de esta manera
los trabajos que vienen realizando algunas instituciones religiosas de la Iglesia con
mucho esfuerzo. Todos ellos necesitan de nuestro apoyo, y esta materia puede lograr
sensibilizar aún más e involucrarlos más a los estudiantes de nuestra universidad en
ese tipo de actividades.
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1. ANTECEDENTES AL DOSSIER
A los cristianos nos toca contribuir a crear un mundo más justo, más humano, más
cristiano; éste es el objetivo principal del presente Dossier de Doctrina Social de la
Iglesia, cuyos autores han querido desarrollar como aporte para consolidar la formación
de los alumnos de las distintas carreras de la Universidad Salesiana de Bolivia en una
visión cristiana que se comprometa con la mejora de condiciones de nuestra sociedad
que reflejen la justicia y la paz.
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2.2 OBJETIVOS ESPECÍFICOS:
2.3 COMPETENCIAS
COMPETENCIAS INDICADORES
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Promueve los derechos y · Analiza críticamente la historia de los Derechos Humanos y
deberes como persona los cambios de contenido sufridos durante las últimas
particular y como miembro décadas
de la sociedad y lucha por
el respeto de los derechos · Reconoce sus derechos y deberes como parte integrante de
del otro, en especial de los la sociedad boliviana y como estudiante de la USB.
más indefensos.
3. ESTRUCTURA Y ORGANIZACIÓN:
4. IMPORTANCIA Y UTILIDAD
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Nuestra pedagogía como docentes supone acompañar a los estudiantes universitarios
en este caminar que emprendimos juntos como compromiso en la formación humano
cristiana.
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II. CONTENIDO O CUERPO DEL DOSSIER
UNIDAD DIDÁCTICA I
ASPECTOS GENERALES DE LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA
COMPETENCIA
Analiza, describe y fundamenta los aspectos generales de la Doctrina Social de la
Iglesia, su división, fuentes y legitimidad.
La Iglesia trata, en cada lugar y en cada momento histórico, de iluminar la realidad con
la luz del mensaje evangélico. Ante los problemas sociales (miseria, ignorancia,
explotación de los trabajadores, violencia, guerra, etc.), la Iglesia busca señalar los
medios más eficaces para solucionarlos.
Las conclusiones de Santo Domingo explican: “la DSI es la enseñanza del Magisterio
en materia social y contiene principios, criterios y orientaciones para la actuación del
creyente en la tarea de transformar el mundo según el proyecto de Dios”; “la DSI forma
parte esencial del mensaje cristiano. Su enseñanza, difusión, profundización y
aplicación son exigencias imprescindibles para la nueva evangelización de nuestros
pueblos.” (SD 22).
La DSI se origina del encuentro del mensaje evangélico y de sus exigencias éticas con
los problemas que surgen en la vida de la sociedad.
La Doctrina Social de la Iglesia es un cuerpo doctrinal que entra en diálogo con las
diversas disciplinas que se ocupan de la realidad del hombre; estas son: lo religioso, lo
económico, lo político, cultural, etc. Consiste primordialmente en todas las enseñanzas
de la Iglesia Católica relacionadas con el tema de la justicia social, llevar a cabo
cambios que sirvan al verdadero bien del hombre. Introducir a las personas en un
nuevo modo de conocer y leer la realidad les ayuda a abrirse a horizontes más amplios,
al servicio de cada persona: el pobre, el anciano, el extranjero, la viuda… Impone la
facultad moral de ejercer el derecho para llegar a la justicia, la cual es el fundamento
principal de esta doctrina.
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2. DOCUMENTOS PRINCIPALES QUE CONTIENE LA DOCTRINA SOCIAL DE LA
IGLESIA
Estas encíclicas, que pueden ser doctrinales o exhortaciones sociales, son los
documentos de mayor autoridad del magisterio ordinario de los Papas. Se dirigen a
toda la Iglesia o a Iglesias particulares. Algunas se dirigen a “todos los hombres de
buena voluntad”, pues también pueden ser comprendidas por los no católicos. El autor
definitivo de la encíclica es el Papa firmante. Aunque, para la selección de temas, la
redacción de contenidos, la revisión de estilo, etc., pueden tener colaboradores,
asesores y redactores, que en ocasiones son conocidos, con la firma de la encíclica.
En Centesimus Annus, el Papa Juan Pablo II hace el siguiente resumen: “Durante los
últimos cien años la Iglesia ha expresado repetidamente su pensamiento, mientras
seguía de cerca el desarrollo progresivo de la cuestión social”. Ciertamente no ha
hecho esto para recuperar antiguos privilegios ni para imponer su propia visión. Su
único propósito ha sido cuidar responsablemente la humanidad, confiada a ella por
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Cristo… la única criatura sobre la tierra a la que Dios quiso por sí misma… No estamos
tratando aquí de algo abstracto sino de hombres y mujeres concretas e históricas.
Estamos tratando de cada individuo puesto que cada uno está incluido en el misterio de
la Redención, y a través de este misterio Cristo se ha unido con cada uno y cada una
para siempre. De ahí se sigue que… esta humanidad es la ruta fundamental que la
Iglesia debe recorrer en el cumplimiento de su misión… el camino trazado por el propio
Cristo, el camino que lleva invariablemente por el misterio de la Encarnación y la
Redención.
PARTE GENERAL
La parte general de la DSI está constituida por todos y sólo aquellos elementos
genéricos, que por su misma universalidad tienen una proyección necesaria y son de
aplicación obligada en los diferentes sectores o cuestiones que se tratan en la parte
especial. La parte general contiene y explica lo común a todos ellos.
PARTE ESPECIAL
La DSI nace y se desarrolla a partir del encuentro del mensaje evangélico con los
problemas sociales del momento. El Evangelio, la Tradición y la razón proporcionan el
depósito de las verdades permanentes que van a utilizar en su desarrollo la DSI.
Asimilación y rechazo. La DSI utiliza y urge, en el contacto diario crítico con las
realidades temporales, la dialéctica altamente de la asimilación y del rechazo, conforme
al aviso paulino “examinen todo y quédense con lo bueno” (1Te 5,21). Asimilación, para
incorporar cordialmente todo lo positivo que a lo social aporta cada época. Y rechazo de
cuanto en ese orden es inconsistente o contrario a la verdad de la Iglesia. Por esto, la
DSI es una escuela valiosa para percibir claramente y para aplicar con intensidad el
bien común completo en todo los ámbitos sociales.
La DSI, según palabra s de Pío XII, ha nacido para responder a necesidades nuevas, y
en el fondo, no es más que la aplicación de la perenne moral cristiana a las presentes
circunstancias económicas y sociales.
¿De dónde sacan el Papa o los Obispos los principios y el contenido de la DSI? De
cuatro fuentes, que son como un patrimonio, un tesoro que la Iglesia ha adquirido
progresivamente:
Las enseñanzas de los Padres de la Iglesia, nombre con el que se identifica a los
escritos eclesiásticos del los primeros siglos (especialmente del II al IV), como
Ambrosio, Policarpo, Clemente Romano, Crisóstomo, Basilio, Lactancio, Agustín, etc.
En sus escritos se muestra una permanente preocupación por la justicia y por los
pobres.
Las enseñanzas de los grandes teólogos, tanto de la antigüedad —sobre todo Santo
Tomás de Aquino, el gran teólogo del siglo XIII— como más recientes, incluso
contemporáneos (por ejemplo, en la encíclica Populorum Progressio, Pablo VI cita a
Maritain, Lebrel, Chenu, De Lubac y otros).
LA RAZÓN
El pensamiento católico, y por consiguiente la DSI, es racional y realista. Defiende y
cultiva la capacidad objetiva del conocimiento humano y afirma, al mismo tiempo, la
trascendencia del ser en su realidad toda física y metafísica.
Uno de los mejores tratadistas españoles de las cuestiones sociales, Luis González-
Carvajal, la define así: “La DSI es la explicitación de las consecuencias sociales de la fe
cristiana llevada a cabo en los tiempos modernos por el magisterio eclesiástico” (1992:
655)
Para el Magisterio de la Iglesia, la DSI tiene una gran importancia. A través del
magisterio social, la Iglesia “hace oír su voz ante determinadas situaciones humanas,
individuales y comunitarios, naciones e internacionales, para las cuales formula una
verdadera doctrina, un cuerpo, que le permite analizar las realidades sociales,
pronunciarse sobre ellas y dar orientaciones para la justa solución social de los
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problemas derivados de las mismas” (CA, 5). Este magisterio se da en el contexto
general de la doctrina del Papa y de la Iglesia, que también incluyen aplicaciones
concretas según los distintos tiempos y lugares.
¿De qué trata la DSI? Los temas son muchos y variados pero todos están centrados en
el hombre y en su dignidad como persona. Cada uno es la aplicación del concepto que
la Iglesia tiene del hombre, a partir de la Revelación, y fundamentalmente del misterio
de la Encarnación, de Dios hecho hombre. Ese concepto de la persona es integral, y
por eso incluye también una visión de la sociedad y de la humanidad. A través de la
Doctrina social, la Iglesia defiende al hombre, colabora para su liberación, actúa a favor
de la fraternidad, de la justicia, de la paz, y en contra de las dominaciones, de las
violaciones, de los atentados a la libertad, de las agresiones de todo tipo. Algunos de
los temas específicos de la doctrina Social son:
Ø La persona humana
Ø La sociedad
Ø La solidaridad
Ø El bien común
Ø El trabajo
Ø La política, el Estado y las ideologías
Ø La justicia social
Ø La guerra y la paz
Ø La política internacional
Ø El desarrollo de los pueblos
Ø La familia y la cultura
Ø La participación
Ø La economía
La Iglesia, con la enseñanza de la DSI, ofrece a todos los hombres de buena voluntad
transformar los corazones y estructuras injustas porque afectan a los hombres de
nuestro tiempo. La Iglesia invita a aceptarla como instrumento adecuado para el diálogo
IGLESIA-MUNDO y FE-CULTURA, porque contribuye a construir y consolidar
cristianamente la sociedad, introduciendo obras de justicia y caridad. Hace un
reconocimiento y enfatiza temas de actualidad: la inviolabilidad de la vida humana, la
santidad e indisolubilidad del matrimonio, la dignidad de la mujer, el valor del trabajo, la
injusticia social, la violencia, guerra, pobreza, etc. Estudiar esta materia es adentrarse
en los cambios constantes, amplios y profundos de la sociedad; por ello la Iglesia no
descuida su acción pastoral y orientación para la esperanza de los pueblos.
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UNA TAREA SIEMPRE NUEVA
Ø VER: es percibir y estudiar los problemas y sus causas, aplicado las ciencias
humanas y sociales (Dimensión histórica).
A los cristianos —y especialmente a los laicos— nos toca construir un mundo más justo,
más humano, más cristiano. Pablo VI pedía: “Que cada uno se examine para ver lo que
ha hecho hasta aquí y lo que debe hacer todavía. No basta recordar principios
generales, manifestar propósitos, condenar las injusticias graves, proferir denuncias con
cierta audacia profética; todo esto no tendrá peso real si no va acompañado en cada
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hombre por una toma de conciencia más viva de su propia responsabilidad y de acción
efectiva” (Octogesima Adveniens, 48).
Al cristiano preocupado por los problemas sociales se le plantea una pregunta: ¿es
obligado aceptar lo que enseña la DSI?
HACE DOS MIL AÑOS…
Para contestar tenemos que distinguir entre: … Jesús dijo a sus discípulos —y
hoy nos dice a nosotros—:
El Magisterio ordinario: la enseñanza del Papa de “Les doy un mandamiento nuevo:
los Obispos, Concilios y conferencias episcopales, ámense los unos a los otros…”
ejercida en forma corriente. (Jn 13,34).
El Magisterio extraordinario: definiciones “No hay amor más grande que
dogmáticas formuladas por un Concilio ecuménico dar la vida por los amigos” (Jn
15,13).
o por el Papa (por ejemplo, el dogma de la
“Felices los que trabajan por la
Asunción de la Virgen María en cuerpo y alma a los paz, porque serán llamados hijos
cielos, proclamado por Pío XII en 1950). Estas de Dios” (Mt 5,9).
definiciones son INFALIBLES (no puede haber “Vengan a mí todos los que están
ERROR EN ELLAS), por lo que los cristianos les afligidos y agobiados, y yo los
deben una aceptación de fe: deben creer aunque aliviaré” (Mt 11,28).
no vean con claridad. “Les aseguro que cualquiera que
dé de beber, aunque sea un solo
Los documentos sociales pertenecen al Magisterio vaso de agua fresca, a uno de
ordinario, que no exige un asentimiento de fe: sus estos pequeños por ser mi
afirmaciones pueden y deben ser estudiadas y discípulos, no quedará sin
recompensa” (Mt 10,42).
aplicadas a la realidad que las dicta, pero sin que
“En verdad os digo que cuanto
sea obligatoria una obediencia ciega. Además, en hicisteis a unos de estos
los documentos sociales vamos a encontrar dos hermanos míos más pequeños, a
tipos de afirmaciones: mí me lo hicisteis.” (Mt 25,40)
“Vayan por todo el mundo,
Desarrollos doctrinales sobre verdades cristianas anuncien la Buena Noticia a toda
fundamentales referidas al hombre y a la sociedad, la creación” (Mc 16,15).
y juicios sobre doctrinas o estructuras sociales.
Difícilmente se pueda dudar o discutir estas afirmaciones de contenido permanente.
Es resumen, ¿qué debe hacer cada cristiano frente a la enseñanza social de la Iglesia?
Varias cosas:
Ø Estudiar la DSI: leer los documentos y conocer su contenido.
Ø Conocer los fundamentos de la doctrina cristiana, es decir, lo que enseña sobre la
creación y el destino del hombre, el pecado, Cristo y la redención, la historia de la
Iglesia, la muerte, el juicio final, etc. La DSI forma parte de la doctrina cristiana, y
sin conocer ésta no se puede llegar a comprenderla.
Ø Analizar la realidad en que vive, a la luz de la Doctrina Social, para orientar su
vida concreta.
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Ø Tratar de llevar a la práctica esa orientación, en la familia, en el barrio, en el
trabajo, en la parroquia, en la política, en la acción gremial, etc.
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UNIDAD DIDÁCTICA II
LA DIMENSIÓN HISTÓRICA DE LA DSI
COMPETENCIA
Describe el desarrollo histórico de la Doctrina Social de la Iglesia, partiendo de su
fundamentación bíblica, de cuya fuente beben la teología y preparan el campo para
las encíclicas papales que denuncian los sistemas político-económicos que atentan
contra la dignidad del hombre y proponen una visión cristiana para la solución de los
distintos problemas sociales.
Dios se revela progresivamente al pueblo de Israel. Según el libro del Éxodo, el Señor
dirige a Moisés estas palabras: “Bien vista tengo la aflicción de mi pueblo en Egipto, y
he escuchado su clamor en presencia de sus opresores; pues ya conozco sus
sufrimientos. He bajado para librarle de la mano de los egipcios y para subirle de esta
tierra a una tierra buena y espaciosa; a una tierra que mana leche y miel” (Ex 3,7-8). La
cercanía gratuita de Dios se manifiesta en la liberación de la esclavitud y la tierra que le
dona.
Los preceptos del año sabático y del año jubilar constituyen una doctrina social en
embrión. Muestran cómo los principios de la justicia y de la solidaridad social están
inspirados por la gratuidad del evento de salvación realizado por Dios y no hay lugar a
intereses y objetivos egoístas.
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EL MENSAJE SOCIAL DEL NUEVO TESTAMENTO
La DSI recibe del Nuevo Testamento el mensaje social, como depósito y fuente de
inspiración activa, que debe conservar en todo momento y que debe ajustar, con
discernimiento depurado, a las circunstancias de cada época. No es dueña del
mensaje, sirio depositaria, administradora.
Se hace así la DSI portadora del sentido social que irradia de la Buena Nueva, la cual
contiene claramente algunas verdades fundamentales, que han forjado profundamente
el pensamiento social de la Iglesia en su camino a través de los siglos (Cfr.
Orientaciones 15-16).
Este mensaje originario, que tiene sus precedentes en las enseñanzas sociales del
Antiguo Testamento, ha sido desarrollado posteriormente, primero, por los Santos
Padres y, luego, por los grandes teólogos católicos.
Los Santos Padres, tanto los de Oriente como los de Occidente, forman el segundo
momento en la configuración del patrimonio de la DSI. Fueron ellos los que inauguraron
la era de un nuevo humanismo que se fundamenta en Cristo.
En el no corto trayecto que separa los siglos XI al XVIII fueron los grandes maestros de
la teología católica los que “primero en los monasterios y después en las universidades”
hicieron “posible la elaboración científica de los principios básicos que regulan la
ordenada convivencia humana” (Orientaciones, 7).
Nos referimos a las figuras cimeras de la Escolástica en sus dos conocidos momentos
de esplendor:
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Ø El medieval (siglo XIII), en el que destacan como nombres representativos Santo
Tomás de Aquino y San Raymundo de Peñafort;
Ø El renacentista y pos-renacentista (siglos XVI y XVII) con Vitoria, Suárez y
Belarmino. Pero el cuadro de los teólogos creadores del pensamiento social
católico de la Edad Moderna rebasa con creces el escueto elenco enumerado.
Buena parte de sus enseñanzas forma hoy capítulos que tienen vigencia actual en
los tratados de la DSI.
En estas dos épocas florecieron sendos equipos teológicos que, basados en el mensaje
social del Evangelio y en las enseñanzas de la Patrística, crearon la primera gran
sistematización de la DSI, desarrollada por los Papas en los siglos XIX y XX.
Se comprueba en este tema que en los documentos sociales del Magisterio se hallan
presentes todos los principios, los originarios y los derivados (Cf. U.D. 3, apartado l).
Pero cada documento, por razón del tema particular que aborda, y por imposición del
contexto histórico en que se produce, atiende con frecuencia y subraya con trazo fuerte
uno u otro principio.
El proceso de formación de la DSI no debe concebirse como una obra cuyas escenas
van introduciendo sucesivamente un principio tras otro, dejando a los demás entre
bastidores. En el escenario se encuentran siempre todos los principios. Pero el primer
plano lo tiene un principio determinado.
LEÓN XIII
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RERUM NOVARUM (15-V-1891)
Limitando la síntesis a la encíclica Rerum Novarum (RN), dos son los puntos de
doctrina general que en ésta destacan:
PÍO XI
Los datos que configuraban una situación nueva, que requería respuesta nueva por
parte de la Iglesia, eran:
Ø La concentración de fuerza y de poder económicos,
Ø La lucha de clases exacerbada,
Ø La primera guerra mundial y sus efectos,
Ø La revolución bolchevique de 1917,
Ø La crisis económica de 1929,
Ø La aparición de los totalitarismos de diferente signo,
Ø Los avances del laicismo y el odio a lo divino, promovido por el comunismo.
A montar esta respuesta atendió el magisterio de Pío XI. Cuatro sectores destacan en
la documentación social del Papa Ratti: El familiar, el económico, el cultural y el análisis
de la información.
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QUADRAGESIMO ANNO
La Quadragesimo Anno (QA) aparece a los cuarenta años de la RN. Más que un hito,
es un gran obelisco en el camino histórico y doctrinal que recorre este tema. La
encíclica QA aportó al acervo de la DSI tres elementos en el orden de los principios
generales derivados:
PÍO XII
La contribución de Pío XII a la DSI fue gigantesca, por la altura y densidad de sus
enseñanzas, y significativa, porque marcó el tránsito de León XIII y Pío XI hacia las
enseñanzas de Juan XXIII y el Vaticano II.
El magisterio de Pío XII se orientó no sólo a los hijos de la Iglesia, sino a toda la
humanidad. Fue la gran voz del humanismo en las décadas de los cuarenta y cincuenta
del presente siglo.
Los radiomensajes
Debe subrayarse el inmenso, asombroso y sugestivo bloque de los diecinueve
radiomensajes navideños (1939-1957), en el que, como indica el propio Pío XII, se
distinguen tres momentos:
Ø La segunda guerra mundial,
Ø La guerra fría,
Ø La que él denominó la paz fría o distensión relativa entre el Este y el Oeste.
Este conjunto de documentos sociales ofrece una cantera de materiales para el estudio,
fijación y vivencia de la DSI. Nada de lo social quedó fuera de sus análisis:
Ø Dio nuevo desarrollo a la doctrina sobre el matrimonio la familia, la política y la
economía.
Ø Amplió extraordinariamente el tratado de la cultura.
Ø Expuso con renovado acento el tema de la información, ya iniciado por Pío XI,
dando entrada en la DSI a los nuevos medios de comunicación social.
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Ø Abrió un nuevo campo, el del derecho, hasta entonces sólo tangencialmente
tocado por sus predecesores;
Ø Proporcionó, en innumerables ocasiones, múltiples datos sobre las profesiones
temporales, atendiendo no sólo sus aspectos técnicos, sino también el trasfondo
ascético de la tarea profesional, como medio de santificación.
Los cuatro principios originarios de la DSI
Pío XII ha dado un tratamiento externo e intenso a todos y a cada uno de los cuatro
principios originarios de la DSI, que cobran relieve de objeto singular y tratamiento
específico:
Ø el principio teológico lo domina todo;
Ø el cristológico tiene una exposición solemne y ungida en el último radiomensaje
dirigido, en 1957, a toda la humanidad;
Ø el antropológico consta de dos retratos, el del hombre completo a la luz de la
razón y de la fe, y el del hombre contemporáneo en su actual situación, compleja
y contradictoria;
Ø el principio del derecho natural, con su engarce necesario con la ley eterna y su
proyección en la ley positiva, principio y conexiones que Pío XII formuló con su
certera frase del orden absoluto del ser, de los valores, y de los fines.
JUAN XXIII
Tanto en la Pacem in Terris como en la Mater et Magistra reiteró claramente los sumos
principios originarios:
Pero Juan XXIII no atendió solamente a los principios generales. Cuidó sobremanera de
explanar, con amplitud inédita hasta entonces en la documentación del Magisterio, los
criterios de juicio y las pautas generales para la acción social. Y lo hizo para adaptar la
DSI y la acción social de los católicos a las exigencias del tiempo.
EL CONCILIO VATICANO II
Es preciso distinguir entre lo que es el contenido real de las enseñanzas sociales de los
Padres conciliares, y lo que posteriormente han dicho y explicado los estudiosos de la
doctrina social católica. Con respecto a este segundo grupo, es menester retener lo
correcto y abandonar lo incorrecto.
PABLO VI
Las enseñanzas de Pablo VI forman otro de los caudalosos ríos que mantienen y han
incrementado notoriamente la DSI. Su magisterio en lo social abarcó todos los campos.
Dos son sus documentos capitales: la encíclica Populorum Progressio, de tema
económico predominante, y la carta Octogesima Adveniens, de carácter político y
social. Pero además sus intervenciones doctrinales fueron innumerables.
Ambos escritos, a los que debe añadirse la encíclica Ecclesiam Suam como
precedente, se sitúan en el contexto y en la perspectiva de la Gaudium et Spes, pero
con un matiz diferenciador: el de actualizar la Parte segunda de la constitución conciliar
y reforzar con energía significativa la Parte primera de dicho texto.
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La definición cabal del desarrollo, nombre nuevo de la paz, no puede desentenderse de
su necesario enlace con el humanismo trascendente. Todos los principios están
presentes en la PP, aunque con diferente amplitud explicativa: la solidaridad, la
participación, “campo en el que queda mucho por hacer”, la subsidiariedad, y la
organicidad.
JUAN PABLO II
Sintetizar la aportación de Juan Pablo II a la DSI no es tarea fácil. Por un lado, tal
aportación se halla in fieri, no está concluida. Por otra parte, el número de los
documentos es inmenso. No tiene precedente igual en el Magisterio de los Papas
contemporáneos.
Se puede afirmar, sin embargo, que uno de los datos fundamentales de esa aportación
viene dado por la insistencia, claridad y energía, con que Juan Pablo II ha reiterado la
actualidad urgencia y necesidad de DSI. Ha resuelto dudas, ha deshecho objeciones
tanto externas como domesticas y ha recorrido todo el campo de la temática social
presente. Y ello desde el primer momento de su pontificado.
En sus tres grandes encíclicas sociales —Laborem Exercens (1981), Sollicitudo Rei
SociaIis (1987) y Centesimus Annus (1991)— ha recogido y actualizado el entero
cuadro de la doctrina. Todos los grandes principios, originarios y derivados, están
incorporados y desarrollados. Lo mismo debe decirse de los criterios de discernimiento
y de las normas para la acción.
Defensa del hombre
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UNIDAD DIDÁCTICA III
PRINCIPIOS, CRITERIOS Y ORIENTACIONES DE LA DSI
COMPETENCIA
Examina y compara los principios, criterios y orientaciones de la Doctrina Social de la
Iglesia y los aplica a situaciones de su realidad social, regional, nacional e
internacional.
Este primer gran sector está formado por cuatro principios escalonados, que expresan
las realidades fundamentales y constituyen la base inamovible de toda la DSI. Son el
principio teológico, el cristológico, el antropológico, y el ius naturalista o del
orden natural en su relación con el hombre. Dicho con palabras concretas: Dios,
Jesucristo, el hombre, y la naturaleza.
1. El principio teológico
Afirma la realidad suprema y primera: “Dios existe; ha creado el universo y el
hombre”. Es el principio originario número uno de la DSI.
Ø La encíclica Quas primas (8) afirma que “bajo la autoridad de Cristo se halla toda
la humanidad… Cristo tiene autoridad sobre todas y cada una de las realidades
sociales del hombre”.
Ø El Concilio Vaticano II lo reitera en la Constitución Gaudium et Spes (22; 32; 38;
45): todo lo comunitario tiene en Cristo su asiento y fundamento últimos.
Ø Las Orientaciones (63) lo recogen para la DSI, “la cual hunde sus raíces en la
historia misma de la salvación y encuentra su origen en la misión salvífica y
liberadora de Jesucristo y de la Iglesia”. La DSI es “una exigencia de la fe a la luz
de la realeza de Cristo”.
3. El principio antropológico
Afirma este tercer principio la primacía total —subordinada a Dios y a Cristo— del
hombre por encima de todo el orden material y en todas las formas y ámbitos de la
convivencia humana. Es el principio que define la dignidad del ser, de la persona
humana. El hombre, todo hombre, es señor de las realidades temporales. Es “imago
Dei” en el tiempo y en el espacio, administra solidariamente y usa responsablemente
todos los bienes de la creación.
Su directa, necesaria e intrínseca conexión con los dos principios anteriores, establece
la dignidad inviolable y permanente de la persona humana. En la DSI las dos
formulaciones de este principio, principio antropológico y principio de la dignidad
humana, son sinónimas y su concepción del hombre brota conjuntamente de la razón y
de la fe.
4. El principio del derecho natural
Está en conexión con los tres anteriores y afirma la existencia de la naturaleza, de un
orden en la misma, y de su origen divino. Este principio sobre el orden de la naturaleza
se reduce a afirmar el tema básico del destino universal de todos los bienes materiales
creados, para todos los hombres y para todos los pueblos.
Es el gran principio que regula, por ejemplo, en lo económico, el tema del desarrollo; en
lo jurídico, la institución de la propiedad y en lo filosófico, el grave problema de un
derecho justo y de un derecho injusto.
Son los principios que proceden de los cuatro principios originarios o de primer orden.
Aquí los enumeramos, dejando su desarrollo para las unidades siguientes:
Todos estos principios, que son derivados y universales, son de aplicación necesaria
en todas las dimensiones sociales del hombre, de acuerdo con el origen, naturaleza,
objeto y sentido de cada una de ellas.
Por criterios de juicio se entienden las normas siempre válidas para juzgar sistemas,
estructuras, instituciones y situaciones sociales concretas. Tales criterios, que son
irrenunciables, forman parte del depósito esencial de la DSI.
35
3. LAS DIRECTRICES PARA LA ACCIÓN SOCIAL
Las directrices, están fijadas y son urgidas por el Magisterio. Por su intrínseca
universalidad son aplicables a todos los sectores de la vida en sociedad. Los sujetos
activos de estas normas de acción inmediata en lo social son:
Ø En primer término los seglares, a los que principalmente corresponde la tarea de
aplicar las directrices, pero no exclusivamente;
Ø En segundo plano, los pastores.
EL RESPETO AL HOMBRE
Este respeto, como directriz de la acción social, no se limita a adoptar una actitud
meramente pasiva e inoperante sino que incluye un esfuerzo personal y diario para
promover la total dignidad del prójimo, individuo o colectividad. Las parábolas del buen
samaritano (Lc 10,30-37) y del rico epulón (Lc 16,19-31) mantienen el valor de
arquetipo exigente —en la acción y en la omisión— de esta norma.
Este diálogo debe tener las siguientes características: respeto y coherencia, lealtad y
realismo, intra y extra eclesialidad, para hallar vías de solución eficaces que exijan la
colaboración de todos.
En el ejercicio del diálogo debe distinguirse siempre entre el error y el sujeto que lo
profesa, porque el equivocado de hoy puede mañana liberarse del error. Y hay que
distinguir también los sistemas ideológicos en su estadio inicial puro y los
movimientos históricos nacidos de esos sistemas. Con el paso del tiempo pueden éstos
liberarse de la rigidez de aquéllos (MM, 205-297; PT, 158-159).
Nos referimos a la lucha, noble y razonada, por la justicia social y por la solidaridad. La
lucha por la justicia exige una ascética, a la luz de la razón y sobre todo de la fe, para
superar dos escollos:
LA EXPERIENCIA DE LA VIDA
Apunta esta orientación principalmente a los laicos, aunque abarque también a los
pastores en su radio de acción. La experiencia es, en todo orden de cosas, producto
de la vida diaria conscientemente llevada.
36
La experiencia, de la que habla la DSI, se obtiene por dos vías no intercambiables, pero
sí complementarias:
Ø La experiencia profesional, o saber práctico, es el conocimiento personal
adquirido y aquilatado con los años, que una persona logra en una realidad
temporal determinada;
Ø La experiencia religiosa es también una necesidad práctica, no siempre
atendida en grado suficiente, pero que para la acción social cristiana es un
requisito absolutamente necesario.
Este tipo de compromiso precisa disponer de ideas claras, que evite confusión y
oscuridades. La fe cristiana tiene en gran estima la dimensión política de la vida
humana cuando atribuye un carácter natural a la comunidad política, un origen divino
último a la autoridad y la dignidad consiguiente de la obediencia, la primacía ontológica
y final del ciudadano, etc. Es una obligación del creyente hacer presente la fe católica
en el campo político. Esa fe generalmente subraya los valores naturales conocidos por
la sola razón.
En una palabra, ejercicio práctico del poder político, en el que los pastores deben
mantenerse al margen. El compromiso político inmediato, tarea obligada de los
seglares, es un deber no delegado a los laicos por la jerarquía, sino propio de su
condición de bautizados y confirmados.
37
UNIDAD DIDÁCTICA IV
LA PERSONA HUMANA
COMPETENCIA
Examina y reflexiona sobre las implicancias sociales que reviste la definición de la
persona humana de la que proceden todos los derechos y deberes y propone casos
de la vida real.
1. LA ANTROPOLOGÍA CRISTIANA
Entre todos los seres de la tierra, sólo el hombre tiene la jerarquía de “persona”, es
decir sujeto dotado de inteligencia, conciencia y voluntad libre y por eso mismo centro y
vértice de todo lo que existe. Pero si desde este ángulo, que podríamos llamar ‘natural”,
la dignidad de la persona aparece como importantísima, únicamente podemos apreciar
su verdadera magnitud leyendo la Biblia. En ella Dios nos revela, no sólo que el hombre
fue creado semejante a Él, sino que, cuando pecó, fue redimido y nada menos que con
la sangre de su Hijo, Jesucristo. Es, entonces, el Creador mismo el que nos señala cuál
es la dignidad que asigna al hombre. Por eso todo atropello, toda explotación, todo
maltrato a un ser humano, por más pequeño e insignificante que parezca, es
simultáneamente un atropello y una ofensa a Dios.
Así, por la Biblia sabemos qué es el hombre, qué relación tiene con las cosas y con los
demás hombres y cuál es el sentido de su vida. El Catecismo de la Iglesia Católica dice
que: “Por haber sido hecho a imagen de Dios, el ser humano tiene la dignidad de
persona; no es solamente algo, sino alguien. Es capaz de conocerse, de poseerse y de
38
darse libremente entrar en comunión con otras personas; y es llamado, por la gracia, a
una alianza con su Creador, a ofrecerle una respuesta de fe y de amor que ningún otro
ser puede dar en su lugar” (N° 357).
39
Un ser con inteligencia y sabiduría
Para descubrir ese sentido de la vida debe poner en juego su inteligencia. Por ella
consigue también dominar y colocar a su servicio al resto de la naturaleza, y por medio
de la sabiduría puede humanizar los nuevos descubrimientos, evitando así que se
vuelvan en su contra por ejemplo, el uso de la energía atómica, la ingeniería genética,
etc.
Un ser con conciencia moral
El hombre es también el único ser al que Dios ha escrito su ley de amor en el corazón.
Existe en lo profundo de todo hombre una voz que le señala el bien y el mal. Es la
conciencia moral “el núcleo más secreto y el sagrario del hombre, en el que éste se
siente a solas con Dios”.
Un ser libre
Ésta es la característica más saliente de la predilección de Dios por el hombre y el
punto más alto de su dignidad. Por su inteligencia, el hombre puede conocer el camino
del bien. Sin embargo, no sería completa su dignidad si no tuviera simultáneamente la
libertad. Por eso, Dios le ha dado también este don, para que, actuando según su libre
elección y no por instinto o coacción externa, busque la unidad de los hombres entre sí
y con su Creador, y alcance así la felicidad eterna.
“Profesamos, pues, que todo hombre y toda mujer, por más insignificantes que
parezcan, tienen en sí una nobleza inviolable que ellos mismos y los demás deben
respetar y hacer respetar sin condiciones; que toda vida humana merece por sí misma,
en cualquier circunstancia, su dignificación.” (Puebla, 317)
EL HOMBRE PECADOR
El hombre fue creado como un ser libre, pero no para que las cosas le resultaran más
difíciles sino para que espontáneamente buscara su propia perfección, uniéndose
libremente al Creador.
“A causa de su dignidad personal, el ser
Desde el primer hombre, el pecado es una humano es siempre un valor en sí
realidad a la que no escapa ningún ser mismo y por sí mismo y como tal exige
humano —salvo Jesucristo, Dios y hombre, y ser considerado y tratado. Y al contrario,
María, su Madre—. Es algo que todos jamás puede ser tratado y considerado
experimentamos, al comprobar en nuestro como un objeto utilizable, un
interior una inclinación al mal, que muchas instrumento, una cosa.” (Christifideles
veces nos domina y nos impide ser como laici, 37).
quisiéramos ser y actuar como sería nuestro
deseo.
Pero el hombre pecó. “En vez de
adorar al Dios verdadero, adoró ídolos,
¿Qué es el pecado? Es la actitud del hombre
las obras de sus manos, las cosas del
que rompe con Dios, lo niega, lo desprecia. Al mundo; se adoró a sí mismo. Por eso,
pecar, el hombre quiere librarse de su el hombre se desgarró interiormente.
Creador, y ser él mismo un dios. En Entraron en el mundo el mal, la muerte
oportunidades, esa negación es expresa, y la violencia, el odio y el miedo. Se
como la del ateo. La mayoría de las veces el destruyó la convivencia fraterna”
rechazo se produce simplemente adorando (Puebla, 185).
40
otras cosas en su lugar: el dinero, el poder, el placer, los bienes materiales, el hombre
mismo. Al pecar, el hombre se engaña a sí mismo y se separa de la verdad. Cree ser
más libre, pero lo que hace es desviarse de su verdadero destino: compartir la vida
divina. Esa vocación, ese anhelo de infinito, no puede colmarse con personas que, por
su misma naturaleza, son limitadas. Por eso el hombre, alejado de Dios, no puede
encontrar la paz ni la felicidad.
Lo que el hombre logra con el pecado es alterar el orden querido por Dios:
Ø altera su orden o equilibrio interior: la inteligencia no domina a la voluntad; la
voluntad no controla al cuerpo ni a los sentimientos, etc.
Ø altera el orden de la sociedad: en las relaciones con los demás reinan el
egoísmo, la envidia, la ambición, el orgullo, la búsqueda exagerada del placer y
del sexo; se producen “estructuras de pecado”: injusticia, dominación, violencia,
lucha entre individuos, grupos, clases y pueblos, corrupción, discriminación racial
o religiosa, etc.
Ø altera el orden de la naturaleza: contamina la atmósfera, los mares y ríos;
produce extinción de especies animales y vegetales, destrucción de bosques,
cambios del clima, etc.
Después, Dios Padre envió al mundo a su Hijo Jesucristo, verdadero Dios y verdadero
hombre, nacido de María la Virgen por obra del Espíritu Santo.
LA LIBERTAD
De su condición de ser libre nace la dignidad del hombre, elevado aún más porque
Jesucristo, al redimirnos, nos liberó del peor de los males —el pecado— y del poder de
la muerte. El Catecismo de la Iglesia Católica define a la Libertad como “el poder,
radicado en la razón y en la voluntad, de obrar o de no obrar, de hacer esto o aquello,
de ejecutar así por sí mismo acciones deliberadas. Por el libre arbitrio cada uno dispone
de sí mismo. La libertad es en el hombre una fuerza de crecimiento y de maduración en
41
la verdad y la bondad. La libertad alcanza su perfección cuando está ordenada a Dios,
nuestra bienaventuranza”. (CIC, 1731).
El hecho de ser libres nos permite actuar sobre tres planos inseparables:
Ø La relación con el mundo, como señor: sometiendo al mundo material mediante
el trabajo, la ciencia y la técnica;
Ø La relación con las personas, como hermano: como ser espiritual,
vinculándonos con los demás hombres en el amor fraterno, que incluye el servicio
mutuo, la aceptación y la promoción de los otros, especialmente de los más
necesitados;
Ø La relación con Dios, como hijo: donde se realiza plenamente nuestra dignidad,
frente al misterio de Dios que nos llama como Padre, pero nos da la libertad
incluso para rechazarlo; somos verdaderamente hombres cuando aceptamos,
libremente, nuestra condición de hijos de Dios.
42
2. LOS DERECHOS HUMANOS Y LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA
“Toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamados en esta Declaración,
sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier
otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra
condición.” (Declaración de los Derechos Humanos, Art. 2, 1).
CARACTERÍSTICAS DE DERECHOS
Los derechos humanos son:
Ø Naturales
Ø Universales
Ø Inviolables
Ø Inalienables
Ø Objetivos
La DSI advierte de manera insistente: tan importantes son los derechos como los
deberes del hombre. Estos son como el reverso de aquellos en una misma moneda,
contrapartida compensatoria del ejercicio de los derechos. La sabiduría jurídica de
Roma ya lo anticipó: donde surge un derecho, late una obligación, un deber (“ubi ius, ibi
est officium”).
Estos deberes, como los derechos, vienen impuestos por los mismos fundamentos y
revisten idénticos caracteres (PT, 28). De ahí que a la psicología de la reivindicación de
derechos tenga que acompañar siempre la psicología paralela del servicio, que se alza
como vía de cumplimiento de los deberes.
43
Los deberes de toda persona, según la encíclica Pacem in Terris, son:
Ø Respetar la vida propia y la ajena.
Ø Buscar personalmente a Dios y venerarlo.
Ø Trabajar, realizando bien la tarea.
Ø Respetar los derechos ajenos, tanto los individuales como los familiares.
Ø Respetar y colaborar en la obtención del bien común.
Ø Servir a los demás; no servirse abusivamente de los demás.
Ø Vivir con sentido de responsabilidad y libertad.
Los derechos de la autoridad supranacional son todos los que corresponden al mando o
gobierno en sus tres funciones, de acuerdo con las características singulares de la
comunidad política todavía en formación. Por tanto, cuanto exija el bien común mundial,
con imparcialidad, sin partidismos.
Deberes:
Ø Promover el bien común mundial, es decir, de todos los pueblos (PT 84.134);
Ø Consiguientemente, reconocer el orden moral objetivo y la inviolabilidad de sus
preceptos (PT, 85);
Ø Respetar los derechos de las minorías étnicas y promover el ajuste de ésta a la
situación dada (PT 94.97);
Ø Defender los derechos y los deberes del hombre (PT, 139. 143-144);
Ø No entrometerse en las competencias propias de cada nación (PT, 120);
Ø Respetar el despliegue justo de la emigración y de la inmigración (PT, 106);
Ø El cese de a carrera de armamentos, la reducción de los mismos, y la prohibición
de las armas atómicas (PT, 112).
45
UNIDAD DIDÁCTICA V
EL PRINCIPIO DE SOLIDARIDAD HUMANA
COMPETENCIA
Considera el principio de solidaridad humana, comparándolo con las situaciones de
insolidaridad que perviven en el mundo y las soluciones que aportan los documentos
del Magisterio.
2. DEFINICIÓN DE LA SOLIDARIDAD
Tras la comprobación de esta situación, interesa dibujar con exactitud el significado del
término solidaridad. Para ello damos cuatro aportaciones semánticas acumulables: la
del latín clásico, la del derecho civil romano, la de la teología católica, y,
modernamente, la constituida por los estudios de filosofía y de sociología.
46
LATÍN CLÁSICO
El latín clásico y el léxico jurídico romano no conocieron el sustantivo abstracto
“solidaritas”, el cual aparece posteriormente, primero en el ámbito teológico y se
generaliza, después, en la sociología y en la filosofía actuales.
También se emplea el adjetivo para designar el entero período de tiempo, sin solución
de continuidad, que una actividad o situación o viaje dura.
TERMINOLOGÍA JURÍDICA
La terminología jurídica, tanto del derecho sucesorio como del derecho de obligaciones,
e incluso en el derecho penal, mencionan la responsabilidad solidaria y la aceptación
solidaria. Como adjetivo designa aquí un conjunto jurídicamente homogéneo de bienes
o de personas que integran un todo unitario en el que resultan iguales las partes desde
el punto de vista de la consideración civil o penal.
Ante las graves formas de
injusticia social y económica,
TEOLOGÍA CATÓLICA
así como de corrupción
La teología católica llegó por vía distinta a la misma política que padecen pueblos
idea: unidad e igualdad pero en la forma de una y naciones enteras, aumenta
comunidad de todos los hombres que heredan el la indignada reacción de
pecado primero o pecado original. muchísimas personas
oprimidas y humilladas en
A esta conclusión de unidad e igualdad llegó la teología sus derechos humanos
también y consecuentemente en el campo de la fundamentales, y se difunde y
redención por Cristo y de la adopción divina en Cristo. agudiza cada vez más la
Y es aquí, en la terminología teológica, donde apareció necesidad de una radical re-
por vez primera el sustantivo abstracto “solidaritas”. novación personal y social
capaz de asegurar justicia,
FILOSOFÍA Y SOCIOLOGÍA ACTUALES solidaridad, honestidad y
transparencia. (Veritatis
La filosofía y la sociología actuales reciben de ahí Splendor, 98)
dicho sustantivo abstracto y lo difunden ampliamente,
con otro sentido diferente, no-religioso, como parte de su propio bagaje.
47
3. LA SOLIDARIDAD COMO PRINCIPIO DE LA DSI. SUS GRADOS
Conviene distinguir ahora dos aspectos, o mejor dicho, dos expresiones de la
solidaridad: como virtud y como principio de la DSI. Aquí se presenta el segundo
aspecto, como principio, para completar la definición dada sobre solidaridad.
Es uno de los núcleos básicos del discurso de San Pablo a los atenienses en el
Areópago (Hech 17, 22-31).
48
Por contra, la raíz del desorden social
está hoy y ha estado siempre, en el Hacia el desarrollo solidario de la humanidad
“El desarrollo integral del hombre no puede
olvido o en el menosprecio de la
darse sin el desarrollo solidario de la
fraternidad. Cuando el sentido de la humanidad. Nos lo decíamos en Bombay: ‘El
solidaridad vuelve correctamente por hombre debe encontrar al hombre. Las
el acertado uso, personal y colectivo, naciones deben encontrarse entre sí como
de la libertad, la convivencia resulta hermanos hermanas, como hijos de Dios. En
fecunda y enriquece a todos y a todo esta comprensión y amistad mutuas, en esta
el hombre. comunión sagrada, debemos igualmente
comenzar a actuar a una para edificar el
Más aún, las diferencias geográficas y porvenir común de la humanidad.
culturales de los pueblos en el curso Sugeríamos también la búsqueda de medios
de la historia y el consiguiente amor al concretos y prácticos de organización y
cooperación para poner en común los recursos
suelo o patria temporal, no sólo no
disponibles realizar así una verdadera comunión
merman, ni impiden, ni oscurecen la entre todas las naciones.
solidaridad profunda del género Este deber concierne en primer lugar a los más
humano, sino que sirven para favorecidos. Sus obligaciones tienen sus raíces
expresarla, potenciarla y consolidarla. es en la fraternidad humana y sobrenatural y se
presentan bajo un triple aspecto, deber de
Juan Pablo II ha dado resonancia solidaridad, en la ayuda que las naciones rica
acentuada al tema. El punto de vista deben aportar a los países en vía de desarrollo;
en que se sitúa, prolongando el deber de justicia social, enderezando las
Magisterio de sus inmediatos relaciones comerciales defectuosas entre los
antecesores, es el del desarrollo pueblos fuertes y débiles; deber de caridad
universal, por la promoción de un mundo mas
completo del hombre.
humano para todos, en donde todos tengan que
dar y recibir, sin que el progreso de los unos
La insolidaridad, provocada por una sea un obstáculo para el desarrollo de los otros.
ética individualista, es la que ha La cuestión es grave, ya que el porvenir de la
abierto el abismo entre el civilización mundial depende de ello”. (Juan
hiperdesarrollo unilateral de algunos Pablo II, PP, 43-44)
pueblos y el subdesarrollo
insoportable de la mayoría de ellos.
Esta ética insolidaria, al menos desconocedora del orden divino, orienta la conducta
personal y colectiva hacia el tener, siempre insatisfecho y ávido de más; abusa de la
naturaleza, y olvida la voz de los pobres. Es la cultura del egoísmo hedonista.
Por esto, la DSI recuerda que cada hombre está ligado indisoluble-mente al destino
común de salvación de todos.
49
5. LA OPCIÓN PREFERENCIAL POR LOS POBRES. SUS CARACTERÍSTICAS
De manera especial y como uno de los temas que recientemente ha puesto de relieve
el Magisterio, Juan Pablo II concreta la exigencia y práctica de la solidaridad en el
principio de la opción preferencial por los pobres.
En las encíclicas Laborem Exercens (8), Sollicitudo Rei Socialis (42) y
Centesimus Annus (11; 57 y 58) se exponen las características de esta forma
de solidaridad.
50
El testimonio de las obras, superior a la coherencia y lógica interna del mensaje social,
la impulsa a realizar su opción preferencial por los pobres, que nunca es exclusiva ni
discriminatoria de otros grupos. Tampoco vale sólo para la pobreza material. Hoy se
dan muchas formas de pobreza (económica, cultural y religiosa) y la Iglesia continúa
esforzándose por impedir una pobreza de dimensiones gigantescas (Cf. CA, 11; 57).
Dicho principio implica una revisión del derecho S. Juan Crisóstomo lo recuerda
de propiedad, sobre la que grava una “hipoteca vigorosamente: “No hacer participar
social”. El derecho de propiedad es válido y a los pobres de los propios bienes es
necesario, pero no anula el valor de este otro robarles y quitarles la vida. Lo que
poseemos no son bienes nuestros,
principio.
sino los suyos” (Laz.1,6). Es preciso
“satisfacer ante todo las exigencias
Su aplicación es siempre necesaria para de la justicia, de modo que no se
salvaguardar la justicia social y la solidaridad ofrezca como ayuda de caridad lo
entre los hombres y los pueblos. En la presente que va se debe a título de justicia”
coyuntura social del mundo, la exigencia del (AA8): Cuando damos a los pobres
destino universal de los bienes adquiere un las cosas indispensables no les
relieve singular y dramático ante las hacemos liberalidades personales,
desigualdades sociales existentes. sino que les devolvemos lo que es
suyo. Más que realizar un acto de
Basta con pensar en los graves problemas que caridad, lo que hacemos es cumplir
un deber de justicia (S. Gregorio
plantea el binomio Norte-Sur en cuanto a la
Magno, past. 3,21). (CCE 2446)
distribución justa de la riqueza y las situaciones
infrahumanas en que viven millones de seres
humanos (SRS, 13).
51
La definición selvática del “homo homini lupus” expresa la psicología de la insolidaridad.
La solidaridad, en cambio, define y vigoriza la sentencia humana y cristiana del “homo
homini frater”. Y ahondando en la realidad de ese término “frater”, puede añadirse que,
en última y divina instancia, el hombre es para el hombre como el ser temporalmente
vicario de Dios.
ÉPOCAS DE MEMORIA
Las épocas de memoria refuerzan el coeficiente primario de la solidaridad; integran,
unifican, y corroboran.
ÉPOCAS DE OLVIDO.
Las épocas de olvido tienden a reducir, e incluso eliminar, las solidaridades totales.
Exasperan las diferencias. Acentúan patológicamente lo tribal. Cultivan las
solidaridades partidistas o de gueto, desconectadas de las solidaridades globales
consolidadas por el peso de la historia vivida en común. Predican la ruptura total
apresurada con el pasado.
Las épocas de olvido son épocas desintegradoras, incapaces para crear, fáciles para el
prurito de la fragmentación insolidaria. Montan caldos de cultivo aptos, por desgracia,
para la decadencia y muerte de las culturas y de sus respectivas civilizaciones.
Ambas se dan, como fases de alternante evolución, en las sociedades de todo
tipo. Por ello en las épocas de memoria hay corrientes contrarias a la memoria
colectiva, mientras que en las de olvido, existen grupos que mantienen, con
sacrificio, la necesidad vital del recuerdo común, de la memoria del alma
colectiva.
52
UNIDAD DIDÁCTICA VI
EL PRINCIPIO DEL BIEN COMÚN
(O DE CONVERGENCIA EN EL BIEN COMÚN)
COMPETENCIA
Conoce y debate las consecuencias de la aplicación el principio del bien común en el
desarrollo de las sociedades y la lucha contra la pobreza en el mundo.
El hombre necesita asociarse con los demás, para lograr la paz de la convivencia y los
niveles de perfección a los que tiende. Sin asociación, ni la paz, ni la perfección pueden
alcanzarse. También debe señalarse que se da siempre prioridad temporal y
superioridad finalista del cuerpo social sobre el elemento rector, que surge del grupo y
para el grupo.
Afirma que ambos elementos, autoridad y súbditos, que constituyen a todo grupo social
son y deben ser protagonistas, actores principales de la vida en convivencia, sujetos
activos coordinados, con función peculiar propia, del dinamismo operativo de la
respectiva sociedad. Tienen que orientar uno y otro su respectivo quehacer hacia el
mismo objetivo, el bien común del grupo, que los regidos han fijado, al menos en sus
líneas generales, y cuya consecución han confiado a la autoridad, sin abdicar de su
propia tarea y sin renunciar a su originaria prioridad temporal y finalista.
53
Si el grupo se subordina al elemento rector, éste, a su vez, tiene que subordinarse al
grupo.
No pueden, pues, los dos sujetos actuar siguiendo líneas divergentes, ni siquiera
paralelas. Deben tender, con calculada y observada coordinación, como radios sobre
un mismo centro o foco común. Este punto de encuentro o convergencia de esfuerzos
viene dado en todo momento por el bien común, razón de ser de la entidad social
correspondiente.
Gobernar es buscar el bien del grupo, no el bien del dirigente o de sus partidarios.
FUNDAMENTO
La autoridad tiene ante sí un dato previo: el hombre y el Creador del hombre, Dios. La
autoridad no es dueña, sino sierva de los asociados. Ese antes, que condiciona el
ejercicio de la autoridad, es la expresión de algo que coloca a la autoridad en línea de
subordinación a la primacía del hombre y de las agrupaciones sociales primarias que
son, en realidad, los dueños de su propio destino en la sociedad.
Sobre este principio los textos del Magisterio social se multiplican con insistencia
significativa. El hombre es el sujeto, la raíz, el principio el fin de toda vida social, de
todas las instituciones. Y cuando se habla del hombre, se habla del hombre entero, no
del hombre mutilado o unidimensional. El hombre es:
“Cuerpo y alma, corazón y conciencia,
inteligencia y voluntad’ (GS,3) El sentido esencial del Estado como
comunidad política, consiste en el hecho de
“Origen y fin de la vida social ha de ser la que la sociedad y quien la compone, el
conservación, el desarrollo y pueblo, es soberano de la propia suerte.
perfeccionamiento del hombre (Pío XII, Este sentido no llega a realizarse, si en vez
Con sempre, 9) del ejercicio del poder mediante la
participación moral de la sociedad o del
“En cualquiera situación de cambio o de pueblo, asistimos a la imposición del poder
reforma, el fin de toda vida social por parte de un determinado grupo a todos
permanece idéntico, sagrado y obligatorio: los demás miembros de esta sociedad.
el desarrollo de los valores personales del Estas cosas son esenciales en nuestra
hombre como imagen de Dios”. (Ibid, 16) época en que ha crecido enormemente la
conciencia social de los hombres y con ella
“La técnica está ordenada al hombre y, al la necesidad de una correcta participación
conjunto de los valores espirituales y de los ciudadanos en la vida política de la
materiales que miran a su naturaleza y a comunidad, teniendo en cuenta las
su dignidad personal”. (Idem. Il popolo, 13) condiciones de cada pueblo y del vigor
necesario de la autoridad pública.
La persona humana, como fin en sí misma (Redemptor Hominis, 17)
y como elemento necesario del principio
de convergencia, puede verse notoriamente dificultada, y en ocasiones extremas
impedida, en el juego de tensiones reales de una vida social concreta, por el egoísmo
personal de los sujetos regidos o de los sujetos rectores, y también por las presiones
externas del egoísmo colectivo consolidado en las denominadas estructuras sociales de
pecado.
55
3. LA AUTORIDAD, TAMBIÉN SUJETO CAPITAL DE LA VIDA ASOCIADA
Con posterioridad, y a lo largo de todo el siglo XX, ante la aparición del fenómeno
totalitario y los terribles excesos de la dictadura del capitalismo, todos los cuales a una,
aunque con base de partida diferente, reducían e incluso eliminaban la participación del
cuerpo social. Entonces el acento del tono se trasladó a la defensa de la libertad del
elemento regido, del ciudadano, sin menoscabo de las facultades necesarias y del
debido vigor de la autoridad. Tanto en uno como en otro período, el Magisterio prestó
atención creciente al planteamiento correcto y a la definición exacta del bien común,
punto de convergencia y de equilibrio de la colaboración social entre rectores y regidos.
NECESIDAD DE LA AUTORIDAD
El Magisterio reconoce que toda forma de agrupación social requiere un elemento
rector, necesita una instancia dirigente, un gobierno legítimo. Por ello, la autoridad es
elemento indispensable, sujeto capital, también protagonista del correcto desarrollo de
la convivencia.
Más aún el magisterio declara que esa autoridad y la comunidad por ella presidida,
pertenecen en sus formas fundamentales al orden establecido por Dios. La autoridad,
sin cuya función no es posible el logro de los niveles de perfección a los que el hombre
aspira con razón, constituye una de “las leyes que regulan la vida social y hombre” (GS,
23 y 25; Cf. Orientaciones, 37).
PUNTO DE CONVERGENCIA
El bien común es, como queda dicho, En la época actual se considera que el bien
común consiste principalmente en la defensa de
el punto de convergencia de los dos los derechos y deberes de la persona humana.
sujetos capitales de toda vida De aquí que la misión principal de los hombres
asociada. Es un término y un de gobierno deba tender a dos cosas:
concepto que han estado siempre - de un lado, reconocer, respetar; armonizar,
presentes en los documentos sociales tutelar y promover tales derechos;
del Magisterio moderno de la Iglesia. - de otro, facilitar a cada ciudadano el
cumplimiento de sus respectivos deberes.
Y, a partir de Pío Xl y sobre todo de Tutelar el campo intangible de los derechos de
Pío XII, ha sido objeto de reiterados la persona humana hacerle llevadero el
desarrollos en cuanto a su contenido y cumplimiento de sus deberes debe ser oficio
su primacía operativa. esencial de todo poder público. (PT 50)
57
ENLACE ENTRE EL CONCEPTO DE BIEN COMÚN Y LOS PRINCIPIOS DE PRIMER GRADO
La definición del bien común atiende, en primer lugar, al criterio personalizador de la
vida social. Hay que partir, por tanto, del enlace intrínseco, directo y necesario, con el
principio antropológico y con el principio del orden natural, que pertenecen al cuadro de
los principios superiores o de primer grado de a DSI.
Con anterioridad a estas tres definiciones sumarias, Pío XII había dado una definición
más amplia del bien común, en la que aparece una explicación más detallada de sus
contenidos. El bien común está constituido por:
58
“Aquellas condiciones externas que son necesarias al conjunto de los ciudadanos, para
el desarrollo de sus cualidades y de sus oficios, de su vida material, intelectual y
religiosa, en cuanto, por una parte, las fuerzas y las energías de la familia y de otros
organismos, a los cuales corresponde una natural precedencia, no bastan; y, por otra,
la voluntad salvífica de Dios no haya determinado en la Iglesia otra sociedad universal
al servicio de la persona humana y de la realización de sus fines religiosos”. (Pío XlI,
Con siempre, 13)
En este texto se advierte con claridad que en el concepto básico de bien común se
encuentran también los principios de subsidiariedad y de participación.
ALGUNAS OBSERVACIONES
El bien común:
Ø Es una realidad elástica, con capacidad de ajuste a la naturaleza y dimensiones
propias de todo grupo social. La amplísima gama de fines sociales, que va desde
lo más elemental hasta lo más complejo, queda albergada bajo el arco de
posibilidades que esa amplitud, universalizada, del bien común ofrece.
Ø Es una realidad subordinada. Actúa como causa final estimulante y orientadora
del dinamismo colectivo. El esfuerzo común que este dinamismo supone ha de
someterse siempre al hombre y a los intereses del cuerpo social, según el orden
establecido por la naturaleza y, en definitiva, por Dios.
Ø En sus exigencias concretas y en la fijación de sus contenidos es cambiante,
móvil. Permanece idéntico siempre en su núcleo esencial, pero en el despliegue
histórico de este núcleo se halla sometido el bien común a la ley del cambio.
Continuidad y cambio pertenecen a las notas características del mismo.
Ø Corno idea y como realidad, obliga a los dos sujetos capitales de la vida social.
Dirigentes y dirigidos deben centrar todas sus actividades como radios que
reúnen en torno al centro de una circunferencia.
El que gobierna, sometido al bien común
Por ello, en todo grupo social, quien gobierna “está sometido a la realización
permanente del bien común” (Pío XlI, Con sempre, 13). Esta es su tarea diaria. Debe
tener una idea clara, completa, sensata, realista, cordial de lo que el grupo pretende. Y
debe arbitrar los medios más conducentes para alcanzar ese objetivo, respetado en
todo momento la capacidad de iniciativa de los asociados en cuanto éstos pueden
realizar por sí mismos.
El bien común obliga al cuerpo social
Pero el bien común obliga también a todos los miembros, individuales o asociativos, del
cuerpo social. Todos ellos tienen que contribuir, con su esfuerzo y aportación, al logro
de los fines sociales. No son meros receptores o beneficiarios puros. Son creadores
también de aquello que reciben.
59
UNIDAD DIDÁCTICA VII
EL PRINCIPIO DE ACCIÓN SUBSIDIARIA DE LA AUTORIDAD
COMPETENCIA
Analiza y critica el papel de la autoridad en la sociedad civil y lo ilumina con el
principio de la acción subsidiaria propuesta por el Magisterio de la Iglesia.
Baste añadir que si bien el término abstracto no se halla en dicho pasaje, sí aparece y
reiteradamente en la documentación posterior de la DSI y ha adquirido carta de
ciudadanía en la doctrina social católica y en el lenguaje político, económico y cultural
presente.
El texto en lengua española, que traduce debidamente el texto latino, permite captar el
sentido exacto del pasaje original y, por consiguiente, el pensamiento genuino de la
DSI. Para mayor claridad pedagógica, se descompone el texto en sus cuatro elementos
sintácticos.
60
“Aunque es verdad y lo demuestra la historia ampliamente, que, por el cambio operado
en la situación social, tareas que en épocas anteriores podían realizar también las
asociaciones pequeñas, hoy sólo pueden llevarse a cabo por obra de grandes
instituciones sociales; sigue, sin embargo, absolutamente firme en la filosofía social este
gravísimo principio, inamovible e inmutable: de la misma manera que no se puede
quitar a los individuos y transferir a la comunidad lo que ellos pueden realizar por su
propia iniciativa y esfuerzo, así también es injusto y al mismo tiempo gravemente
dañoso y perturbador del recto orden, el entregar a una sociedad mayor y más elevada
las tareas que pueden realizar y ofrecer las comunidades menores e inferiores; ya que
toda actividad social, por su propio dinamismo natural, debe prestar ayuda a los
miembros del cuerpo social, pero nunca destruirlos y absorberlos”.
El término no aparece en León XIII, pero sí consta su contenido con absoluta nitidez.
Tres pasajes de la Rerum Novarum (26; 35; 38) lo demuestran:
Ø El que afirma la prioridad del
No es justo, según hemos dicho, que ni el
hombre y de la familia respecto de individuo ni la familia sean absorbidos por el
la autoridad (26); Estado, lo justo es dejar a cada uno la
Ø El que proclama el derecho natural facultad de obrar con libertad hasta donde
de asociación, del que brota toda sea posible, sin daño del bien común y sin
forma de autoridad, incluida la injuria para nadie. No obstante, los que
estatal (35); gobiernan deberían atender a la defensa de
la comunidad y de sus miembros. De la
Ø Y el que prohíbe a la autoridad comunidad, porque la naturaleza confió su
política interferirse en la vida interna conservación a la suma potestad, hasta el
de las asociaciones (38). punto que la custodia de la salud pública no
es sólo la suprema lev, sino la razón total
Este último pasaje ofrece un precedente del poder: de los miembros, porque la
casi literal del principio definido por Pío administración del Estado debe tender por
Xl: la fuente de vida de las asociaciones naturaleza no a la utilidad de aquellos a
es interior; el principio exterior, la quienes se ha confiado, sino de los que se
autoridad pública, no puede introducirse le confían, la filosofía y la fe cristiana. (RN
en el seno vital de las asociaciones. 26)
En el mismo Pío XI encontramos dos textos que apuntan con meridiana claridad a la
subsidiariedad en el campo de la educación. Son de 1929, anteriores por tanto a la
Quadragesimo Anno. Se refieren a la doctrina general sobre las funciones del Estado y
la tarea específica de la autoridad estatal en materia educativa. Dice Pío XI en Divini
illius Magistri:
“Dos son las tareas de la autoridad pública: garantizar y promover. No es, en
modo alguno, función de esa autoridad absorber a la familia y al ciudadano o
subrogarse en su lugar”. (36)
“El Estado puede y debe resolver el problema educativo con mayor facilidad y
acierto, si deja libre y favorece la libre iniciativa y la labor espontánea de las
familias y de la Iglesia, fomentando y asegurando con el dinero público la labor
de unas y de otra”. (66)
62
“Si el Estado se atribuye y se apropia las tareas propias de la iniciativa privada, estas
tareas, que se rigen por múltiples normas peculiares y propias, adecuadas al fin que se
proponen, pueden recibir daño, con detrimento del mismo bien público, ya que quedan
arrancadas de su correcta ordenación natural, que es la actividad privada responsable”.
Juan XXIII volvió sobre la subsidiariedad en Una estructura social de orden superior no
la Pacem in Terris (62-66); y en la Mater et debe interferir en la vida interna de un
grupo social de orden inferior, privándola
Magistra (51-58) la proyectó en concreto
de sus competencias sino que, más bien,
sobre el orden económico. Y aportó un dato
debe sostenerla en caso de necesidad y
nuevo, añadiendo a los cuatro gerundios ayudarla a coordinar su acción con la de
modales de Pío Xl, una serie de verbos en los demás componentes sociales, con
infinitivo, que designan otras tantas tareas o miras al bien común. Al intervenir
funciones de la autoridad: “fomentar, directamente y quitar responsabilidades a
estimular, ordenar, suplir, completar”, la sociedad, el Estado asistencial provoca
funciones que se resumen todas dentro del la pérdida de energías humanas y el
dinamismo genérico propio del principio de la aumento exagerado de los aparatos
acción subsidiaria de la autoridad. públicos, dominados por lógicas
burocráticas más que por la preocupación
Por su parte el Concilio Vaticano II (GS, 65; de servir a los usuarios, con enorme
crecimiento de los gastos. (CA 48)
75) ha recogido el principio y su
correspondiente término abstracto expreso
en la perspectiva del desarrollo integral y en materia de educación (GS, 65; 75; GE, 3;
6). Pablo VI recoge la doctrina y cita a sus predecesores (CA 46).Juan Pablo II (CA, 15;
48) lo emplea al enfocar la intervención del Estado.
63
También, por lamentable experiencia histórica, debe añadirse que han sido, son o
pueden ser igualmente universales, el olvido, el menosprecio, e incluso la violación
declarada de este principio, cuando la autoridad no se mantiene dentro del recinto
acotado por la subsidiariedad.
Conviene adelantar que en esta mecánica funcional late ya un apunte claro sobre las
entidades intermedias, que se estudian más adelante.
64
UNIDAD DIDÁCTICA VIII
EL PRINCIPIO DE PARTICIPACIÓN.
COMPETENCIA
Reconoce la importancia del principio de participación de todo individuo en el
desarrollo de la sociedad y elabora propuestas de solución a problemas locales.
Opera este principio, por ello, en todos los campos y niveles de la convivencia, dentro
de los cuales interviene la persona humana como agente insustituible de la calidad de
la vida en común, y como garantía de la recta ordenación de ésta y de su necesaria
subordinación al hombre.
Por ello, no es para el dirigido un título de mero uso facultativo. Es como un precepto
que impone el ejercicio, normalmente obligatorio, del derecho.
65
Sin la participación de la base social falta uno de los dos pilares que sostiene el arco de
la convergencia hacia el bien común, y por tanto, falla el fin o fines a que tiende la
dimensión social de la persona humana en virtud de la radical solidaridad del hombre.
Con el principio de participación se apunta de manera directa a otros dos principios
permanentes derivados de la DSI, que después estudiaremos: el de la concepción
orgánica de la vida social y el de la llamada modernamente justicia social.
Participar es, según los textos del Magisterio, tomar parte activa en algo común,
colaborar en algo que es obra conjunta de varios.
EL SUJETO ACTIVO.
Aparece, pues, en primer lugar, un sujeto activo: el hombre. Todo hombre, todos y cada
uno de los miembros del grupo social. Nadie queda excluido de este nivel genérico de
la participación. El hombre no puede quedar reducido a simple sujeto inerte de la acción
de gobierno. No puede quedar convertido en simple recepcionista o beneficiario de los
bienes sociales.
Tiene que aportar su cuota personal de esfuerzo en el resultado conjunto del que luego
participará como destinatario.
EL OBJETO O TAREA
La participación atiende a un objeto o tarea: la obra común en que se colabora. Esta
tarea se halla ordenada al bien común que los socios se han fijado, y cuya dirección
operativa han encomendado al elemento rector del grupo.
EL MODO O PROCEDIMIENTO.
Un tercer factor de participación: el modo, vía o procedimiento, por medio de los cuales
puede y debe intervenir todo asociado tanto en la fijación y producción del objeto como
en la participación subjetiva posterior del mismo.
Por estas y otras causas, que configuran en gran parte la vida social de hoy, la DSI ha
tenido que dar desarrollo singular al principio de participación como exigencia capital de
la presente convivencia.
El principio de participación, tal como lo expone la DSI, actúa hoy como factor
permanente de recuerdo y estímulo de garantía y protección, que salvaguarda la
dignidad vital de la persona humana. Porque, simultáneamente, en toda formación
asociativa, grande o pequeña, su ejercicio es acicate, estímulo, defensa y promoción
del hombre con sus derechos y deberes. A la vez que este ejercicio refuerza y
consolida el valor social efectivo del principio. Se trata de la doble dirección, propia de
las realidades sociales.
LA EMPRESA
Frente a la disociación que los sistemas originan en las relaciones entre capital y
trabajo, la participación los vincula, en cuanto que los asocia mediante la participación
en la vida y beneficios de las empresas. Las aspiraciones humanizadotas y
participativas se conseguirán si este principio se pone en funcionamiento real (LE, 14;
CA, 43…).
LA ACTIVIDAD ECONÓMICA
LA VIDA POLÍTICA
LOS PUEBLOS
69
UNIDAD DIDÁCTICA IX
EL PRINCIPIO DE LA CONCEPCIÓN ORGÁNICA DE LA VIDA SOCIAL I
COMPETENCIA
Identifica las características del Principio concepción orgánica de la vida social y
planifica formas de organización y asociación que pueden aportar elementos positivos
a la sociedad.
EL HECHO ASOCIATIVO
Como constante histórica, el hecho asociativo responde a la solidaridad y, por tanto, a
la dimensión social de la naturaleza del hombre. Busca satisfacer la permanente
indigencia, la reconocida insuficiencia que el hombre padece y puede remediar
asociándose con los demás.
No hay vida digna del hombre sin recurso al hecho asociativo, que atiende tanto al nivel
primario de las necesidades perentorias —vivir y sobrevivir— cuanto al nivel secundario
de las conveniencias complementarias asequibles —vivir bien y mejor—.
La creciente floración de asociaciones, que la historia registra, se ha ido produciendo
con ritmo progresivo, obedeciendo a una ley profunda e incontrastable de desarrollo del
hombre en todos los campos de la vida asociada. Todos los elementos, que
objetivamente integran el campo amplio del bien común, son parcelas abiertas al
incesante despliegue de la tendencia asociativa.
70
NOTAS CARACTERÍSTICAS
Vamos a señalar las cinco notas características del complejo, cambiante, abigarrado y,
sin embargo, fundamentalmente unitario mundo de las asociaciones: es una exigencia
radical del hombre, tiene un sentido personalizado, potencia la libertad humana, se
adapta a las condiciones del medio social y debe ajustarse al bien común.
Es una exigencia radical del hombre.
La primera nota afecta a la esencia del hecho asociativo: es una exigencia radical del
hombre y por lo mismo un derecho y un deber fundamentales. Pertenece al cuadro de
las notas esenciales de la definición completa de la persona humana. Es una constante
histórica, al brotar de la esencia permanente y universal del hombre.
Tiene un sentido personalizador
La tercera nota surge como desarrollo explicativo de las dos anteriores. La asociación
confirma y potencia la libertad del hombre, la debida autonomía de éste y de los entes
sociales en el ámbito de la dinámica propia de cada asociación.
El hombre crea asociaciones, porque es libre, y las funda, para asegurar el desarrollo
de su libertad, son como plataformas o espacios que la base social levanta o prepara,
por iniciativa propia ascendente, para garantizar y facilitar el ejercicio normal de la
libertad.
El hecho asociativo tiene, por ello, un valor de fomento impulsor de la iniciativa privada.
Y posee además un valor simultáneo y complementario para prevenir, y en su caso
limitar, los posibles, o probables, o reales abusos de la autoridad en el seno del grupo
social.
Capacidad de adaptación a las condiciones del medio social
La ductilidad para adaptar sabiamente la asociación a las condiciones del medio social
es la cuarta nota. El despliegue de los grupos sociales se lleva a cabo en cada época,
conforme a las posibilidades reales de creación, encauzamiento y promoción de fines,
que el contexto socio-histórico ofrece.
71
Aunque radicalmente el hecho asociativo es siempre el mismo en su núcleo operativo
esencial, sociológicamente se halla condicionado por la situación ambiental. Hay en él
siempre:
La asociación no está dada para que los socios desatiendan sus deberes sociales. No
se identifica con la licencia para hacer lo que les venga en gana como asociados, y que,
aislados, no pueden llevar a cabo; ni es pretexto o motivo para ejercer sin trabas el
propio o el común provecho egoísta e insolidario. El hecho asociativo, cuando discurre
fuera del campo de la moral, es facción o banda, no una unión social correcta y
moralmente legítima. Esta unión social correcta supone derechos y deberes anclados
en el bien objetivo, que la norma jurídica positiva deberá regular y defender.
3. EL DERECHO DE ASOCIACIÓN
Hay tres elementos que integran la esencia del derecho de asociación, y deben ser
recogidos paladina y lealmente en el ordenamiento jurídico:
Ø La libertad del hombre para fundar asociaciones, cuando, donde y como quiera;
Ø La autonomía para gobernarlas y orientarlas hacia el fin social libremente
establecido, sin interferencias exteriores procedentes de la autoridad;
72
Ø La responsabilidad que sobre todos los socios pesa de garantizar con su
aportación personal el logro del fin estatutariamente establecido.
También hay tres fases normativas escalonadas en las que debe garantizarse al
máximo el ejercicio expedito del derecho natural de asociación. La cobertura jurídica del
hecho y del derecho asociativo:
En realidad, al ser las asociaciones base del tejido social orgánico, vehículos aptos de
la participación y de la convergencia, elementos de control del ejercicio subordinado de
la autoridad, resultan cívicamente educadoras y políticamente equilibrantes.
ANÁLISIS SEMÁNTICO
La asociación por su propia estructura morfológica designa la voluntad y el movimiento
unificadores de los socios en orden a un objetivo común. La significación completa del
término posee:
Ø Un elemento centrípeto para la convergencia unificadora de una pluralidad de
sujetos;
Ø Una indicación de finalidad, de movimiento común concertado hacia un término.
ANÁLISIS HISTÓRICO
El análisis histórico confirma la conclusión del análisis semántico. El desarrollo
dictatorial del capitalismo liberal, la grave crisis económica iniciada en 1929, la
73
desaparición definitiva de los antiguos gremios, la irrupción de diversos tipos de
totalitarismo político, el predominio de los sindicatos clasistas dependientes de partidos
jurídicos hacia presupuestos del positivismo, contribuyeron, como causas concurrentes,
al aislamiento progresivo del hombre en la vida social.
DEFINICIÓN
¿Qué notas caracterizan a las entidades intermedias? ¿Son todas las asociaciones por
el solo hecho de ser asociaciones, entidades intermedias? ¿O sólo son entidades
intermedias determinadas asociaciones?
Para fijas el deslinde exacto del término, hay que tener en cuenta cuatro datos:
Ø Por su origen y procedencia las entidades intermedias son cuerpos sociales
surgidos desde la base social, no son entes creados por la autoridad;
Ø Por la finalidad o razón de ser de las entidades intermedias: se crean para llevar a
cabo ciertos fines que son distintos de los que propiamente corresponden a la
autoridad;
Ø Por su régimen jurídico: las entidades intermedias viven con normativa propia, los
estatutos, y bajo la normativa legal común del hecho asociativo, con la salvedad
que más adelante se verá al estudiar la socialización;
Ø Por su utilidad: constituyen en su conjunto una especie de puente compacto,
dinámico y eficiente, o enlace entre el individuo y la autoridad. Garantizan la
participación ciudadana y la acción subsidiaria de quien manda.
CORPORACIONES Y CORPORATIVISMO
Pío XI y el corporativismo
Es absolutamente necesario distinguir entre el criterio que Pío XI expuso sobre las
corporaciones o cuerpos sociales, y las realizaciones concretas que el denominado
corporativismo tuvo en la década de los años treinta. Se impone romper tópicos que
pretenden identificar el criterio pontificio con tales realidades sociopolíticas.
74
Estas corporaciones se apoyaban en la tarea común que, dentro de la sociedad,
realizan cuantos trabajan, en uno u otro nivel, dentro de un sector determinado de la
convivencia. De tales órdenes así entendidos Pío XI afirmó que si no esenciales, eran al
menos connaturales con la sociedad civil (QA, 83). Este es el planteamiento objetivo
del concepto.
Las entidades intermedias son, en la doctrina de Pío XII, ciertas asociaciones propias
de nuestra época, que poseen dimensiones, significación y dinamismo, muy superiores
a las formas ordinarias o menores de las asociaciones, y que por su naturaleza,
operaciones y fines contribuyen al proceso de personalización del hombre y de la
entera sociedad.
75
UNIDAD DIDÁCTICA X
EL PRINCIPIO DE LA CONCEPCIÓN ORGÁNICA DE LA VIDA SOCIAL II
COMPETENCIA
Analiza y debate sobre el concepto de la “socialización”, los logros alcanzados en la
actualidad en este aspecto y las tareas pendientes, proponiendo alternativas de
solución.
LEÓN XIII
La encíclica Rerum Novarum (1-3) trató de la socialización, entendida según la doctrina
socialista-comunista de entonces. Socializar significa, para el marxismo decimonónico,
suprimir violenta y totalmente el derecho de propiedad privada en todo el campo de la
convivencia: en la economía, en el derecho y en la cultura.
El rechazo de tal concepto por León XIII era consecuencia lógica obligada del no
rotundo de la DSI al intento de transferir, totalmente y por la fuerza, la titularidad jurídica
de los bienes de los particulares a la comunidad política, como única instancia
legitimada para el ejercicio de la propiedad.
PÍO XI
En la Quadragesimo Anno (55), habló de la socialización, referida ahora a la doctrina y
a la praxis del socialismo no comunista, el cual defendía entonces con energía la
transferencia al Estado de la propiedad, pero únicamente de todos y sólo los medios de
producción.
PÍO XII
Pío XII, en sus documentos sociales, da un cambio significativo, que se traduce en una
impotante decisión doctrinal; preludia ya la enseñanza posterior.
Recoge y acepta la identidad de los verbos socializar y nacionalizar, que en los años
cuarenta se había establecido en la teoría y en la práctica.
76
Ante esta nueva concepción, se adoptan dos posturas:
Ø Postura negativa: si la nacionalización se concibe y se realiza como instrumento
de la lucha de clases o de la pugna de los partidos, con la consiguiente
desatención de los genuinos intereses de toda la sociedad y menosprecio o
violación de los derechos fundamentales del hombre, la actitud del Magisterio
sigue siendo, como antes, negativa.
Ø Postura positiva: pero si la nacionalización o socialización está objetivamente
requerida por el bien común, en razón de situaciones de coyuntura yt se lleva a
cabo de forma justa y con vistas a los intereses generales, la actitud del
Magisterio será positiva. Se acepta la socialización, a la vez que advierte que el
proceso de las nacionalizaciones no era en sí mismo y en sus consecuencias el
más adecuado para resolver de forma duradera y justa los problemas de la
convivencia en general, y, en particular, de la economía.
JUAN XXIII
Juan XXIII analiza el hecho dela socialización así entendida, subraya sus aspectos
postivos, y lo acepta. La socialización entraba así, como término positivo, en el
vocabulario de la DSI.
Para precisar más, señalar que el término “socialización” no aparece de forma explícita
en el texto original latino de la Mater et Magistra (59), si bien está consignado
expresamente en algunas traducciones autorizadas de las misma.
EL CONCILIO VATICANO II
El Concilio Vaticano II incorporó definitiva y explícitamente, y en varias ocasiones, la
palabra, como puede verse en los textos de Gaudium et Spes 5, 25, 42 y 75.
Forman parte de este contexto histórico los datos de época que rodean, como
ambiente, el hecho de la socialización. No se trata aquí de fijar causas, en sentido
estricto, del fenómeno.
En gran parte este incremento se ha visto precedido y está siendo acompañado por el
crecimiento demográfico de la población, por la interdependencia creciente entre los
pueblos y el consiguiente proceso de mundialización. Cinstribuyen también a la
socialización varios datos de situación nueva: urbanización, grandes concentraciones
de personas y de industricas, la cultura de masas, y la expansión en los tiempos de ocio
(MM, 59; GS, 6; 23; OA, 8-12)
77
Además, ha crecido mucho el número de las unidades asociativas y han aparecido
formas o tipos nuevos de asociaciones de enormes dimensiones y significado
preferentemente económico o ideológico, que pueden causar graves daños al necesario
proceso de personalización.
3. DEFINICIÓN DE SOCIALIZACIÓN
Disponemos de tres definiciones de un mismo contenido:
Ø La primera, muy breve. Dice que la socialización es “el incremento de las
relaciones sociales” (MM, 59), de las formaciones sociales.
Ø La segunda definición, como desarrollo de la precedente, dice: la socialización es
“la multiplicación progresiva de las relaciones de convivencia, con la formación
consiguiente de muchas formas de vida y de actividad asociada, que han sido
recogidas, la mayoría de las veces, por el derecho público o por el derecho
privado” (MM, 59).
La descripción es reiterada por el Vaticano II: una multiplicación incesante de las
convexiones mutuas y de las interdependencias, de las que nacen “diversas
asociaciones e instituciones, tanto de derecho público como de derecho privado”
(GS,25).
Ø La tercera definición, sectorial, afirma que la socialización está constituida por
“organismos o cuerpos” y por “múltiples asociaciones privadas” (MM, 65). Parece
que responde a la distinción anterior entre el derecho público o privado, regulador
de las agrupaciones. Pero añade a continuación, con enumeración descriptiva de
tipo, toda una “serie numerosa de grupos, de asociaciones y de instituciones para
fines económicos, sociales, culturales, recreativos, deportivos, profesionales y
políticos, tanto dentro de cada una de las naciones, como en el plano mundial”
(MM, 60)
El Vaticano II insiste, como un eco: “las asociaciones familiares, sociales o culturales,
los cuerpos o las instituciones intermedias” (GS, 75).
78
En consecuencia, la socialización
“No es producto de un impulso ciego de la naturaleza, sino obra del hombre, ser libre,
dinámico y naturalmente responsable de su acción, que está obligado, sin embargo, a
reconocer y respetar las leyes del progreso de la civilización y del desarrollo económico,
y no puede eludir del todo la presión del ambiente.” (MM, 63)
Mater et Magistra 60 añade otro elemento muy importante en el proceso de las causas.
La socialización es, al mismo tiempo, “indicio y causa”, es decir, efecto y agente
productor de un fenómeno actual:
“Este progreso de la vida social es indicio y causa, al mismo tiempo, de la creciente
intervención de los poderes públicos aun en materias que, por pertenecer a la esfera
más íntima de la persona humana, son de indudable importancia y no carecen de
peligros.”
Indicio de la respuesta social ante el intervencionismo estatal
Como indicio, la socialización es un instrumento de signo antiestatificador creado por la
sociedad. Las asociaciones se multiplican, entre otras causas, porque el Estado se
extralimita. Crecen, incluso cualitativamente, para prevenir y detener el riesgo del
intervencionismo excesivo de la autoridad social y de sus incursiones ilimitadas en la
esfera de la intimidad personal del hombre.
Como motivo determinante de estos dos momentos del juicio crítico de la DSI sobre la
socialización debe señalarse el sentido del propio complejo asociativo, personalizador o
despersonalizante, y también, como motivo adicional, la orientación concreta de la
regulación jurídica del fenómeno, favorable o desfavorable respecto de la primacía de la
persona humana.
80
LA MALA UTILIZACIÓN DE LA PROPIA LIBERTAD
La suma de estos dos agentes —autoridad y sociedad— con sus posibles interferencias
negativas en el marco de la socialización se combina con un tercer factor, esta vez
interno y personal: la tendencia de todo hombre al pecado. Lo menciona expresamente
el Concilio Vaticano II: “la soberbia y el egoísmo humanos transforman ellos también el
ambiente social” (GS, 25).
EN CONCLUSIÓN
81
UNIDAD DIDÁCTICA XI
PRINCIPIO DE LA JUSTICIA SOCIAL
COMPETENCIA
Identifica y explica el desarrollo del término “justicia social” en los documentos del
Magisterio y valora su importancia como aporte de la Iglesia a la lucha por un mundo
que respete y promueva la dignidad del hombre en todos sus aspectos.
EL SUSTANTIVO “JUSTICIA”
Sentido subjetivo
En sentido subjetivo, como virtud personal, la justicia es la voluntad decidida, constante
y perpetua de dar a cada uno lo que le corresponde, lo suyo.
82
Complementariedad
Los dos sentidos del sustantivo “justicia” se complementan como las dos caras de una
moneda: como virtud moral cardinal, en sentido subjetivo, personal, ascético; y como
atributo o cualidad de norma jurídica, en sentido objetivo, real.
EL ADJETIVO “SOCIAL”
Se refiere a todo cuanto es vida del hombre en convivencia. Abarca todas las formas y
grados de ésta. Su sentido integrador ha de tenerse muy presente al intentar definir la
justicia, cualificada por lo social hoy. El uso creciente del adjetivo en la doctrina, en la
legislación, en la literatura y aun en el lenguaje comúnb, ha penetrado también en el
léxico de la DSI (LE, 2 y 9; RP, 16).
Conviene advertir que este adjetivo, como tantos otros términos de la vida social actual,
forma parte de un vocabulario común que se ve afectado por una confusión que, desde
la Ilustración, han creado algunas corrientes filosóficas y sistemas sociales con su
carácter inmanentista, cerrados ala trascendencia de los divino (Cf. MM, 206).
Esta primera aproximación subraya que la justicia social es aquella forma o especie de
la justicia que responde a las características, contenido y extensión de la moderna
cuestión social, y que, por lo que respecta a la comunidad política, se halla en la base
del llamado Estaod social de derecho, como fuerza rectora y elemento legitimador.
La evolución del contenido de la cuestión social, cada día con más complejidad, ca
desde el campo de la economía al ámbito general de la convivencia, acentúa con
intensidad la dignidad del hombre y de los pueblos. Su proceso de continentalización y
aun de mundialización ha ido determinando una ampliación del significado de la justicia
social (cf. LE, 2).
Por ello, la justicia social se presenta como la expresión moderna y totalizadora, de los
comportamientos sociales que buscan fijar, elaborar, alcanzar y distribuir el bien común.
83
CLASIFICACIÓN TRADICIONAL
Ø La justicia legal, que fija los deberes del asociado respecto de la comunidad en
que vive inserto;
Ø La justicia distributiva, que define los deberes de la comunidad, y en concreto
de la autoridad misma, respecto de los socios o gobernados;
Ø La justicia conmutativa, que regula los deberes y derechos entre las personas o
socios de cada comunidad.
Ante la posibilidad de identificar la justicia social con alguna, o con varias, de las formas
tradicionales de justicia, dentro de la doctrina social católica, hay autores que:
El término justicia social, por su esencial orientación al bien común y por la complejidad
nueva que los tiempos han acumulado sobre esta realidad del bien común, ofrece
matices de adecuación a las novedades del triempo, que, sin merma de las directricies
de la doctrina clásica, aconsejan aceptar una nueva definición de dicho término.
Algunas de la notas que obligan a sancionar y admitir otra definición de la justicia social
son:
Ø Los riesgos, reales y graves, que amenazan la primacía del hombre;
Ø La defensa, garantía y ejercicio de los derechos fundamentales de la persona;
Ø Un concepto desviado y claudicante del desarrollo y sus conexiones inmediatas
con el problema de la paz;
Ø Los derechos de todos los pueblos y el proceso actual de mundialización;
Ø La persistencia de los abusos de poder económico.
84
Bien Común
Justicia Social
Justicia legal:
Transparencia y
seguridad legal en el
sistema judicial
La justicia social se levanta así como el sumo rpincipio general del ordenamiento
jurídico positivo. Al proclamar esta importancia fundante de la justicia social, estamos
afirmando la necesaria obediencia, el leal sometimiento del ordenamiento positivo a
todos y a cada uno de los principios rectore de la convivencia humana, tanto los
originarios como los derivados.
El término aparece por primera vez en los documentos de Pío XI, concretamente en las
encíclicas Quadragesimo Anno y Divini Redemptoris. Es otra novedad en el léxico y en
los conceptos de la DSI.
85
ANÁLISIS DE CONTENIDO
El bien común depende de la justicia A cada cual, por consiguiente, debe dársele lo
social en cuanto que es el resultado y el suyo en la distribución de los bienes, siendo
norte de la vida en sociedad. Esa es la necesario que la partición de los bienes creados
se revoque y se ajuste a las normas del bien
conexión identificadora. La diferencia
común o de la justicia social, pues cualquier
operativa reside en que la justicia social persona sensata ve cuán gravísimo trastorno
canaliza, preordena y potencia el acarrea consigo esta enorme diferencia actual
ordenamiento jurídico necesario para entre unos pocos cargados de fabulosas
asegurar el logro del bien común y para riquezas y la incontable multitud de los
garantizar la justa distribución, después, necesitados. (QA 58)
de los bienes que lo integran.
Pío XII la calificó posteriormente de punto programático de la DSI. Toda forma de vida
social requiere estar informada por la justicia social, que actúa como principio inspirador
del dinamismo regido por su respectivo estatuto jurídico.
ANÁLISIS HISTÓRICO
Aparece vinculado de forma particular a determinados sectores concretos, parciales, de
la vida económica. En esta proyección sectorial del principio se habla de la distribución
justa de las riquezas, de la renta nacional y de los beneficios de las empresas. Y
también se menciona el tema del salario justo, incluido el familiar, y de su necesario
complemento, la seguridad social (QA, 57-58. 110).
Amplía el significado funcional de la justicia social, que debe abarcar, con su dinamismo
regulador impulsor, todo cuanto pertenece a la vida de la comunidad política en todos
los órdenes, no sólo en el económico. Debe aquélla, en efecto, “imbuir toda la actividad
de Estado y toda la vida de la sociedad” (QA, 110; DR, 31).
El Concilio Vaticano II (GS, 29. 63. 90) y las encíclicas sociales de Juan Pablo II (Cf. LE,
8. 20) cierran el proceso de generalización, ya que la justicia social debe reordenar todo
el entramado de la vida social, también a nivel continental y mundial (Cf. GS, 29; 63; 90;
LE, 2; 8; SRS, 39; CA, 19).
86
4. DINAMISMO DE LA JUSTICIA SOCIAL: TRES FUNCIONES
En términos generales, la justicia posee por vía jurídica, un esencial impulso que lleva a
confluir a todos los agentes sociales en el bien común y, simultáneamente, los dinamiza
para alcanzarlo.
Por eso, la gran función de la justicia social consiste en promover, establecer y aplicar
un orden jurídico que se ajuste, lo más perfectamente posible y a tiempo, a los criterios
concretos que sirven para solucionar con una eficacia que sea moralmente correcta, la
complejidad de la cuestión social contemporánea.
Importa subrayar de esta unidad el inciso de ese pasaje, “bajo el influjo rector de la
justicia social”. En el texto latino original se lee “sociali iustitia auspice”. En la expresión
utilizada por Pío XI, que confirma Juan XXIII, se advierte meridianamente la función
rectora de la justicia social en la sociedad contemporánea por la vía del derecho justo.
Tiene, por tanto, la justicia social una primera función capital de signo positivo:
FUNCIÓN DE DENUNCIA
Posee, además, la justicia social una segunda fase, derivada de la anterior. Función
que, aunque parezca negativa, es muy positiva en sí misma. Se trata del “no” que la
justicia social debe pronunciar frente a las injusticias sociales de todo signo y
procedencia.
La justicia social se yergue como instancia denunciadora, siempre que se dé una
deficiencia social injusta, un abuso generalizado. Es la voz que clama frente a las
situaciones de injusticia consolidada, que crean las denominadas estructuras de
pecado.
87
La justicia social actúa como radar de injusticias y detector de deficiencias sociales
provocadas con daño de los derechos del hombre o de los pueblos. Esta segunda
función de la justicia social presenta una característica permanente y plantea una
exigencia severa:
Ø Característica: la justicia social prohíbe hacer acepción de situaciones o de
personas. Denuncia la injusticia siempre. No practica la norma de las dos
medidas: denunciar las injusticias de un sistema o situación, mientras silencia las
que otros sistemas o situaciones provocan. Nunca se pliega al juego interesado
de las denuncias sociales partidistas, que se mueven no por afán de justicia, sino
por claros motivos de contienda de intereses.
Ø Exigencia: en toda formación social han de existir personas y grupos de personas
capaces de aceptar el sacrificio de ser portadores de la voz de la justicia social, y
de clamar pública y eficazmente contra las injusticias sociales consolidadas.
Cuando faltan esos hombres, se produce inexorablemente el fracaso del
dinamismo reformador de la justicia social, que constituye su tercera función.
FUNCIÓN DE REFORMA
La justicia social no se limita a la labor de denuncia sino que es radical y primariamente
fuente de iniciativas creadoras de orden y desarrollo. No puede quedar convertida
solamente en palestra de reivindicaciones desconectadas de los deberes sociales que
pesan sobre todos los miembros del cuerpo social.
La justicia social tiene, ante todo, que aportar soluciones. Es la voz portadora del “deber
ser” frente al “es” social degradado. En su voz se deja oír el clamor profundo,
insobornable, de cuantos padece injusticia, voz majestuosa desatendida, que es eco
auténtico de la voz divina (Cf. SRS, 41; CA, 18. 36. 61)
Son las personas capacitadas, con espíritu de sacrificio y sentido del servicio al prójimo
necesitado, los que pueden dar viabilidad acertada a las soluciones que la justicia social
aconseja o impone.
La justicia social es la formulación, puesta al día, del supremo principio del orden moral
que todos los pueblos han sancionado: “hacer el bien y evitar el mal” (“bonum est
faciendum, malum est vitandum”). Es la justicia social una premisa insustituible de todo
derecho positivo justo.
88
5. LA CUESTIÓN DEL DERECHO JUSTO Y LA JUSTICIA SOCIAL
Existe entre el principio de la justicia social y el ordenamiento jurídico una conexión
directa e inmediata, que vemos como corolario del presente tema.
A esta segunda posición siguen todas las corrientes del positivismo jurídico, que al
dejar el contenido de la norma en manos del legislador, lo libera de todo sometimiento a
un orden moral objetivo. La consecuencia obligada es reconocer de antemano la licitud
y la legitimidad de cualquier contenido de la norma, aunque sea contradictorio con los
valores objetivos, superiores y anteriores a la legalidad.
La Doctrina Social de la Iglesia: afirma que sólo el derecho justo es genuino derecho.
Es la justicia interna de la norma la que da a ésta su auténtico valor regulador del
comportamiento social. El derecho ha de respetar el orden moral establecido por Dios y
señalado por la naturaleza humana (MM, 207; 209; 214)
No bastan, por tanto, la mera fachada procesal, ni el marco puramente formal para dar
a la norma jurídica una fuerza obligatoria en conciencia. La bondad de la norma positiva
no depende solamente del hecho de la promulgación de la misma por la vía legislativa o
jurisprudencial.
PERMISIVISMO JURÍDICO
Esta necesaria proyección del principio de la justicia social sobre el conjunto global del
ordenamiento jurídico sufre hoy día un riesgo sobrevenido: el rechazo de valores éticos
objetivos, promovido por el permisivismo moral que la legislación, a veces, acoge y
promueve, con deterioro gravísimo del bien común y el sensible desprestigio del valor y
de la obligatoriedad de la norma jurídica.
89
UNIDAD DIDÁCTICA XII
DOCUMENTOS LATINOAMERICANOS
Medellín (1968)
Puebla (1979)
Aparecida (2007)
90
RESUMEN DE LOS DISTINTOS DOCUMENTOS
I Conferencia General del Episcopado Latinoamericano RIO DE JANEIRO
Sobre las necesidades de América Latina
A la Iglesia de Cristo, que vive en los países de América latina, tan ilustres por su
fidelidad a la religión y por sus glorias nacionales, así como por las esperanzas que
ofrecen de un porvenir de mayores grandezas, se dirige hoy, con un interés igual al
amor que le profesamos, Nuestro pensamiento.
Bien es verdad que en algunas regiones de América Latina no han faltado, aun en
nuestros mismos días —y el recordarlo llena Nuestro espíritu de profundo dolor—,
luchas y vejaciones contra la Iglesia. Pero nada hasta ahora, gracias sean dadas a
Dios, ha logrado oscurecer en esas extensas regiones la luz salvadora que emana de la
Cruz de Cristo, que, como aurora refulgente, se elevó ahí ya en los mismos albores de
su civilización.
En efecto; donde falta el sacerdote o éste no es vaso de honor, santificado y útil para el
Señor, dispuesto para toda obra buena, se sigue, necesariamente, el oscurecimiento de
la luz de la verdad religiosa, pierden vigor las leyes y preceptos de vida dictados por la
religión, languidece cada vez más la vida de la gracia, se corrompen fácilmente en
relajación e incuria las costumbres del pueblo, y se debilita, tanto en la vida pública
como en la privada, aquella saludable firmeza de propósito que tan sólo puede
manifestarse cuando cada cual se atiene, en todas las circunstancias, a las normas del
Evangelio.
Esta insuficiencia de clero secular y regular, que se nota hoy más aguda y más grave
en relación con los tiempos pasados, por la crecida mole actual de los problemas
apostólicos de la Iglesia, impide o, al menos, retarda para los pueblos de América
Latina, por Nos tan queridos, la consecución, en el plano religioso, de aquellos
progresos que tan felizmente se realizan en no pocos otros campos.
Y entre otros temas de suma importancia, ciertamente no se olvidará éste que ahora
sigue. América, con hospitalaria caridad, acoge —en sus amplias regiones, abundantes
en minas, en productos agrícolas y en todo cuanto facilita la vida— a gran número de
personas a quienes la necesidad vital o la violenta persecución obligan a alejarse de su
tierra patria. Este intenso desplazamiento de tantos hombres presenta, como fácilmente
se comprende, muchos problemas necesitados de solución, sobre los cuales ya
hablamos llamado la atención en Nuestra constitución apostólica Exsul familia, dando
allí preceptos y normas principalmente en lo que a la asistencia espiritual de los
emigrantes se refiere.
Queremos, además, llamar la atención de todos sobre cuánto convenga que la Iglesia
desarrolle sus deberes maternales, con su clara doctrina y con incesante y previsora
actuación, en el campo social; cuestión, que, si ciertamente merece la mayor
consideración por parte de todos los pueblos, por peculiares razones debe preocupar a
la solicitud pastoral de la sagrada Jerarquía en las naciones de América Latina, pues se
trata de materia íntimamente relacionada con el estado y mejora de la vida religiosa.
Queremos, por fin, que todos consideren atentamente sobre las amplias posibilidades y
grandes ventajas que se deberán a una decidida colaboración, a la que invitamos no
sólo a los Prelados y pueblos de América Latina, sino también a todos los demás
pueblos que, cada uno a su manera, pueden aportar sus recursos y auxilios. Y tenemos
firme esperanza de que los medios ahora empleados se tornen inmensamente
multiplicados en lo futuro. Y los devolverá ciertamente América Latina a toda la Iglesia
de Cristo cuando, como es de esperar, haya podido poner en activo a numerosas y
preciosas energías que no parecen esperar sino la acción del sacerdote para contribuir
intensamente al incremento del Reino de Cristo.
PROMOCIÓN HUMANA
1.- JUSTICIA
a-. Hechos
b-. Fundamentos doctrinales
e -. Pastoral social
II.- PAZ
a. Reflexión doctrinal
b-. Conclusión pastoral
III.- FAMILIA Y DEMOGRAFÍA
a-. Papel de la familia latinoamericana
b-. Pastoral familiar
IV.- EDUCACIÓN
- Orientación pastoral
V.- JUVENTUD
- Recomendación pastoral
EVANGELIZACIÓN Y CRECIMIENTO DE LA FE
VI.- PASTORAL
a-. Principio teológicos
b-. Recomendaciones pastorales
a-. Hechos
b-. Principios
c -. Recomendaciones pastorales
93
Las opciones de Medellín para la Iglesia de América Latina:
Ø Opción por el hombre: concepto de opción: búsqueda del sujeto, búsqueda
profunda de toda la persona.
Ø Opción por el hombre en su totalidad, cuerpo y alma.
Ø Opción de Cristo: hacer la voluntad del Padre, a través de su vida Jesús realiza
la profunda comunión con el Padre.
Ø En su muerte Jesús, toma una opción precisa y radical, su vida Cfr. Juan 12, 24,
término que designa al que carece de bienes, pan, techo etc. Todos: son
aquellos de quienes la sociedad espera de ellos enfermos, desnudos, presos.
Ø Amor de preferencia por los pobres: Jesús se entrega por muchos, pero hay una
opción (no exclusiva) por los más pequeños.
Ø La Iglesia es servidora de todos los pobres, no confundir los pobres, con el
proletariado.
Ø Concepto de liberación: liberación mira a todo hombre y a todos los hombres.
Es conveniente tomar Medellín, junto con Puebla y con Santo Domingo, que lo
aplicaron y explicitaron, y también aclararon todo lo que algunos trataron de desviar
después de Medellín. En efecto Puebla aclaró, que la opción preferencial por los
pobres era importante, pero no era "exclusiva ni excluyente" y remarcó que la liberación
era "integral" como ya lo había expresado Medellín. No puede la Iglesia ocuparse en
primer lugar de la pobreza económica, de la liberación económica, sino de lo espiritual -
religioso y junto a esta realidad primordial y trascendente, debe también hacer todo lo
posible para solucionar la pobreza económica. Ambas son liberación - redención. Por
ello en Santo Domingo, sin dejar de lado Medellín, se resalta la persona de Cristo
"ayer, hoy y siempre." Sin Cristo no hay liberación eterna, que es la principal liberación
también para los pobres.
A 33 años de Medellín hay una preocupación especial por los pobres no sólo en su
pobreza, y no podemos dejar de trabajar en ello todo lo posible. No basta con decirlo,
como hacen algunos que luego no hacen nada para poner algún remedio dentro de sus
almas del pobre, que de hecho puede hacer mal moral y separarse de Cristo. Esta
mirada sólo o principalmente material, se debe en buena medida a la desviación que
efectuó aquella teología de la inspiración marxista. Hoy influye más el secularismo
materialista que propugna el consumismo y es o ateo o agnóstico. Por todo eso
debemos tener un pensamiento de conjunto que lea Medellín con puebla y Santo
Domingo. Así encontraremos los principios que nos permiten comprender que Cristo
está siempre y que él es quien realiza la verdadera liberación integral.
Conclusión
Apuntan hacia una acción, praxis que Medellín alienta y deriva de sus principales ideas
- fuerzas y se concretiza en los diversos aspectos de la realidad eclesial y social
latinoamericana sobre los cuales incide.
Tal evangelización asumida como un exigente proceso integral se enfrenta con serias
dificultades, estas se manifiestan tanto en las personas que requieren una constante
conversión al Señor, como desde unas estructuras sociales que no coinciden con la
iluminación religiosa; crisis demográfica, económicas, culturales, migraciones internas,
en fin un mundo en proceso de cambio que requiere de una urgente re -
evangelización.
95
III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano PUEBLA
Primera parte:
Visión pastoral de la realidad Latinoamericana
Cap. 1: Visión histórica de la realidad de A.L.
Cap. 2: Visión socio-cultural de la realidad de A.L.
Cap. 3: Visión de la realidad eclesial hoy en A.L.
Cap. 4: Tendencias actuales y evangelización en el futuro
Segunda parte:
Designios de Dios sobre la realidad de América Latina
Cap. 1: Contenido de la evangelización
Cap. 2: ¿Que es evangelizar?
Tercera parte:
La Evangelización en la Iglesia de América Latina: Comunión y participación.
Cap. 1: Centros de comunión y participación
Cap. 2: Agentes de comunión y participación.
Cuarta parte:
Iglesia misionera al servicio de la Evangelización en América
Latina.
Cap. 1: Opción preferencial por los pobres
Cap. 2: Opción preferencial por los jóvenes
Cap. 3: Acción de la Iglesia con los constructores de la Sociedad pluralista
en América Latina.
Quinta parte:
Bajo el dinamismo del Espíritu:
Ø Opciones pastorales.
Ø Opciones Pastorales.
INTRODUCCIÓN:
Juan Pablo II inauguró personalmente la conferencia el 27 de enero de 1979 en el
santuario de Nuestra Señora de Guadalupe de Ciudad de México. El mismo pontífice
abrió también las sesiones de la asamblea que finalizaron el 13 de febrero. Las
profundas directrices que trazara el Papa sirvieron de precioso criterio para las
reflexiones y acuerdos de los obispos congregados en Puebla.
En Puebla como en Medellín hace 10 años resplandece el rostro de una Iglesia
rejuvenecida que bajo la inspiración y el impulso del Espíritu Santo profundiza el
sentido de su misión evangelizadora y se entrega con renovado vigor al servicio de la
verdad de la unidad eclesial y de la dignidad y promoción del hombre en la integridad
de su ser. Ahora Puebla se presenta como una proclamación de fe en el poder del
Evangelio en la eficacia de la comunión y de la participación en la esperanza que
fortalece al hombre en su camino hacia Dios y finalmente en la civilización del amor.
96
PRIMERA PARTE:
VISIÓN PASTORAL DE LA REALIDAD LATINOAMERICANA
El propósito de esta visión histórica es situar nuestra evangelización en continuidad con
la realizada durante los cinco siglos pasados cuyos pilares aun perduran tras haber
dado origen a un radical sustrato católico en América Latina. Sustrato que se ha
vigorizado aun más después del Vaticano II y de la
II Conferencia General del Episcopado celebrada en Medellín con la conciencia clara
que la Iglesia tiene su misión central:
LA EVANGELIZACIÓN
Examinar con visión de pastores algunos aspectos del actual contexto sociocultural en
que la Iglesia realiza su misión y asimismo la realidad pastoral que hoy se presenta a
la Evangelización con sus proyectos hacia el futuro.
CAP 1: Visión histórica de la realidad en América Latina.
Durante la historia de América Latina se ha presentado grandes momentos históricos
donde numerosos evangelizadores han dado la vida por el anuncio del Evangelio.
Estos hechos sucedidos son un motivo para que se continúe el anuncio de la Buena
Nueva.
CAP 2: Visión sociocultural de la realidad de América Latina.
El anuncio del Evangelio dignifica a la persona sin hacer distinción de su raza o cultura
y lo más importante es que viva su vida con los valores evangélicos que Jesucristo
anuncia .Frente a la pobreza el gran escándalo que azota a muchos latinoamericanos
se invita a compartir la fe en el señor que no defrauda.
CAP 3: Visión de la realidad eclesial hoy en América Latina.
Mediante una visión nueva de lo que es la Iglesia este documento propone la
renovación de las diócesis y de las parroquias con el fin de dar una promoción humana
desde la realidad centrada fundamentalmente en el anuncio del Evangelio. A esta
llamada están principalmente los evangelizadores que llevan la palabra a cualquier
parte desde el obispo hasta la persona enferma que está en un hospital ofreciendo sus
sufrimientos por la evangelización.
CAP 4: Tendencias actuales y evangelización en el futuro.
Frente a las tendencias que denigran al hombre en su vida como persona la iglesia no
cierra los ojos a lo que vive el hombre y lo que hace a fondo es encaminar su camino
mediante un camino serio de vida cristiana y sobre todo el encuentro con la palabra de
Dios y la participación de los sacramentos. Pero antes de dar el paso grande a todo
esto es necesario que la persona sea formado como persona de acuerdo a su realidad
cultural. Todo lo que hace la iglesia en vista al hombre ya esta evangelizando y esta
actitud traerá sus frutos.
SEGUNDA PARTE:
DESIGNIO DE DIOS SOBRE LA REALIDAD DE AMÉRICA LATINA
La Iglesia en América Latina se siente íntima y realmente solidaria con todo el pueblo
del continente. Ha estado casi cinco siglos a su lado y en su corazón. No puede estarlo
menos en esta encrucijada de su historia. Habiendo considerado con ojos de fe y
corazón de pastores la realidad del pueblo preguntamos ahora ¿cuál es el designio de
97
salvación que Dios ha dispuesto para América Latina? ¿Cuáles son los caminos de
liberación que El nos depara?
Su Santidad Juan Pablo II nos ha dado la respuesta: LA VERDAD SOBRE CRISTO LA
IGLESIA Y EL HOMBRE. Reflexionamos sobre ella teniendo como fondo las
aspiraciones y los sufrimientos de nuestros hermanos latinoamericanos.
Evangelizados por el Señor en su Espíritu somos enviados para llevar la Buena Nueva
a todos los hombres especialmente a los más pobres y olvidados. Esta tarea
evangelizadora nos conduce a la plena conversión y comunión con Cristo en la Iglesia:
impregnara nuestra cultura: nos llevará la autentica promoción de las comunidades y a
una presencia crítica ante las ideologías y políticas que condicionan la suerte de
nuestras naciones.
CAP 1: El contenido de la Evangelización.
Este contenido está basado en tres puntos importantes que van delante presidiendo la
Evangelización. Jesucristo el enviado del Padre el salvador del hombre en toda su
plenitud. El estando en la tierra nos dejó su Iglesia como misterio de comunión
prolongando su presencia entre nosotros. Ella por mandato de su Esposo lleva la
Buena Nueva a toda criatura teniendo como estrella a la Madre del Señor. Y todo este
anuncio es un plan de salvación para con el hombre que acoge con alegría a Cristo
resucitado.
CAP 2: ¿Que es Evangelizar?
El pueblo de Latinoamérica clama por la salvación en medio de su realidad existencial y
encontrar el sentido profundo de la vida espera de los pastores el Anuncio de la Buena
Nueva.
Frente a toda evangelización se necesita primeramente ver la realidad donde se está
evangelizando y frente a esta realidad se apunta estas preocupaciones que son la
redención integral de las culturas antiguas y nuevas teniendo en cuenta la religiosidad
de los pueblos. La promoción de la dignidad del hombre y la liberación de sus
esclavitudes y la necesidad de hacer introducir el Evangelio al corazón de hombre sin
tomar su condición o forma de pensar.
Toda evangelización tiene que tener la Sagrada Escritura como el alma de toda
enseñanza y sobre todo tener una estrecha comunión eclesial. Una preocupación
preferencial a los pobres y necesitados y mostrar al hombre de hoy el rostro
misericordioso de Dios en su Hijo Jesucristo.
Toda evangelización libera al hombre y le invita a vivir como hijo de Dios y teniendo
esta liberación podrá dar testimonio de su fe donde se desarrolla como persona.
TERCERA PARTE:
LA EVANGELIZACIÓN EN LA IGLESIA DE AMÉRICA LATINA. COMUNIÓN Y
PARTICIPACIÓN.
Dios llama al pueblo de América Latino a una vida en Cristo. La Iglesia tiene la misión
de evangelizar, de predicar la conversión, de liberar al hombre y de llevarlo a una
comunión con la Trinidad y con los hombres.
Ahora bien ¿cómo debe la Iglesia vivir su misión? Cada bautizado atraído por el
Espíritu de amor, saldrá de sí mismo y aprenderá a vivir en comunidad haciendo
presente al Señor resucitado. Este don maravilloso de la vida nueva se realiza en cada
98
Iglesia particular, y manera creciente en la familia, en pequeñas comunidades y sobre
todo en parroquias. Desde estos centros de evangelización el Pueblo de Dios en la
historia va creciendo en gracia y santidad. Y en su seno surgirán carismas y servicios
que darán la vida por el Anuncio del evangelio.
Los bautizados ¿por qué medios actúan? La acción del Espíritu se expresa en la
oración y al escuchar la palabra de Dios, se profundiza en la catequesis, se celebra en
la liturgia, se testimonia en la vida, y busca ofrecer a todos los hombres la vida nueva
que viene de la Iglesia.
CAP 1 Centros de comunión y participación.
La Iglesia sabiendo la problemática de la familia de América Latina exhorta que toda
familia es llamada a ser cristiana, y vivir su fe con alegría en medio del sufrimiento.
Además la familia es el centro sujeto y objeto de toda evangelización, pero no solo en
esa realidad solamente, sino dentro de una iglesia particular, en comunidades
eclesiales de base haciendo presente y operante el designio salvífico del Señor vivido
en comunión y participación.
CAP 2: Agentes de comunión y participación.
Nos dirigimos ahora a los principales agentes de evangelización. Con ellos queremos
reflexionar y tomar nuevo aliento y nuevas opciones para llevar a cabo la tarea
pastoral. Es una responsabilidad difícil pero muy honrosa la misión de evangelizar a
todas las personas y de todos los medios. Me refiero al ministerio jerárquico a los de
vida consagrada y a los laicos comprometidos. La misión que tienen estos que ejercen
su bautismo es tan solo el anuncio de un Cristo que salva al hombre en su realidad de
necesitado y además a una santidad de vida dentro de la iglesia y fuera de ella. La
Iglesia debe fomentar y promocionar el llamado a una pastoral vocacional expresando
que la mies es mucha y los obreros pocos.
CUARTA PARTE:
IGLESIA MISIONERA AL SERVICIO DE LA EVANGELIZACIÓN EN AMÉRICA
LATINA.
El Espíritu del señor impulsa al pueblo de Dios en la historia a discernir los signos de
los tiempos y a descubrir en los más profundos anhelos y problemas de los seres
humanos el plan de Dios sobre la vocación del hombre en la construcción de la
sociedad, para hacerla más humana, justa y fraterna.
Así parece palpable en América Latina la pobreza como sello que marca la inmensa
mayoría, las cuales al mismo tiempo están abiertas, no solo a las bienaventuranzas y a
la predilección del Padre, sino a la posibilidad de ser verdaderos protagonistas de su
propio desarrollo.
La evangelización a los pobres fue para Jesús unos de los signos mesiánicos y será
también para la iglesia signo de preferencia.
Además la juventud Latinoamericana desea construir un mundo mejor y busca sin
saberlo, los valores evangélicos de la verdad, la justicia, y el amor. Su evangelización
no solo llenara sus anhelos de realización personal, sino que garantizara la
conservación de una fe vigorosa en nuestro continente. Los pobres y los jóvenes son la
esperanza de la iglesia en América Latina, y su evangelización es por lo tanto
prioritaria. La Iglesia llama a todos sus hijos a ser fermento en el mundo y a participar
como constructores de una nueva civilización del amor.
99
CAP 1: Opción preferencial por los pobres.
La Iglesia mira en los pobres y necesitados el rostro doliente del Señor y es por esa
razón que le nace como madre cobijar en su seno a estos sus hijos. Dios por medio de
su Iglesia los defiende y los ama entrañablemente, y son los destinatarios primordiales
de toda la misión, y su evangelización es redimir su situación a los ojos de la fe.
CAP 2: Opción preferencial por los jóvenes.
La juventud hoy en América Latina está atrasada por los vicios y por una situación
familiar donde no existe la palabra familia. Frente a esta realidad que es deprimente, la
Iglesia presenta a los jóvenes a un Cristo vivo, como el único Salvador del hombre que
tiene la fuerza de liberarlo de sus cadenas. Ya el joven experimentando esta liberalidad
de Cristo, saldrá a evangelizar como respuesta al amor que Dios le ha tenido en
Jesucristo.
CAP 3: Acción de la Iglesia con los constructores de la sociedad pluralista en
América Latina.
La Iglesia colabora por el anuncio de la Buena Nueva y a través de una radical
conversión a la justicia y el amor, trasformar desde dentro las estructuras de la
sociedad pluralista que respeten y promuevan la dignidad de la persona humana y le
abran la posibilidad de alcanzar su vocación suprema de comunión con Dios y de los
hombres entre sí.
QUINTA PARTE:
BAJO EL DINAMISMO DEL ESPÍRITU: OPCIONES PASTORALES.
Frente a los desafíos que se presenta el hecho de evangelizar el continente
Latinoamericano, se pide en esta finalización de la tercera conferencia general del
episcopado, el ser dóciles a la fuerza del Espíritu Santo que sopla donde quiere , para
ser portadores de la Buena Noticia que salvará al hombre en medio de su realidad
existencial.
OPCIONES PASTORALES:
En este último apartado, a manera de conclusión, se presentara grandes líneas u
opciones claves para una evangelización. La Iglesia habiendo tenido un análisis de las
realidades del hombre latinoamericano sean positivas o negativas, a la luz del
evangelio, tiene todavía y pone de manifiesto, una fe que todavía no ha alcanzado su
madurez. Por eso se ha optado por:
Ø Una Iglesia sacramento de comunión que promueve la reconciliación de los pueblos.
Ø Una Iglesia servidora que prolonga a través de los tiempos al Cristo- Siervo de
Yahvé por los diversos ministerios y carismas.
Ø Una Iglesia misionera que lleva consigo el Anuncio de la Buena Nueva a todo
hombre.
Ø Una Iglesia maestra que forme en el corazón del hombre Latinoamericano, una sana
conciencia moral, con un sentido evangélico critico frente a la realidad, de un espíritu
comunitario y de un compromiso social.
Ø Una Iglesia que encarne la palabra de Dios en la vida de los cristianos como fuente
primordial de evangelización, por medio de la profundización y estudio de ello.
Ø Una Iglesia que llame a la conversión y denuncie el pecado del hombre que atropella
la dignidad de la persona y la explota.
Ø Una Iglesia que hace un llamado a todo hombre a que se encuentre con Cristo y se
entregue sin reservas a su servicio.
100
IV Conferencia General del Episcopado Latinoamericano SANTO DOMINGO
Primera Parte
JESUCRISTO, EVANGELIO DEL PADRE
1. Profesión de fe
2. A los 500 años de la primera evangelización
Segunda Parte
JESUCRISTO, EVANGELIZADOR VIVIENTE EN SU IGLESIA
1. La nueva evangelización
1.1. La iglesia convocada a la santidad
1.2. Comunidades eclesiales vivas y dinámicas
1.3. En la unidad del Espíritu y con diversidad de ministerios y carismas
1.4. Para anunciar el reino a todos los pueblos
2. La promoción humana
2.1. La promoción humana, una dimensión privilegiada de la nueva evangelización
2.2. Los nuevos signos de los tiempos en el campo de la promoción humana
2.3. La familia y la vida: desafíos de especial urgencia en la promoción humana
3. La cultura cristiana
3.1. Valores culturales: Cristo, medida de nuestra conducta moral
3.2. Unidad y pluralidad de las culturas indígenas, afro americanas y mestizas
3.3 Nueva cultura
3.4. La acción educativa de la Iglesia
3.5. Comunicación social y cultura
Tercera Parte
JESUCRISTO, VIDA Y ESPERANZA DE AMÉRICA LATINA
1. Líneas pastorales prioritarias
Introducción
La Conferencia general del Episcopado Latinoamericano celebrada en S. Domingo,
además de la explícita intención de seguir aplicando la renovación conciliar, mantiene
vigente las enseñanzas de Medellín y Puebla, actualizándolas a través de nuevas líneas
pastorales. La Iglesia atenta a las profundas transformaciones que han acontecido en
América latina en los últimos años pos-conciliares, quiere hacer presente y actualizar el
misterio de redención realizado por y en Jesucristo.
Juan Pablo II dijo que la nueva evangelización parte del hecho de que en Cristo tenemos
una "inescrutable riqueza (Ef 3, 8)," que no agota ninguna cultura ni ninguna época, y a
la cual los hombres podemos siempre acudir para enriquecernos.
Santo Domingo acentúa la llamada a conversión haciendo una lectura de la realidad,
tanto eclesial como social. Mantiene, respecto a Puebla y Medellín, el esfuerzo de
evangelizar la cultura y salir al encuentro de la pobreza, pero además profundiza el
compromiso por la justicia y los derechos humanos; mejora la pastoral juvenil y familiar;
101
acentúa el rol de los laicos; cobran fuerza temas como la defensa de la vida, la cultura
urbana, los movimientos y asociaciones eclesiales, el papel de la mujer, las expresiones
culturales de los amerindios y afro americanos, la misión ad gentes.
Primera parte
JESUCRISTO, EVANGELIO DEL PADRE
1. Profesión de fe
Los obispos de Latinoamérica proclaman su fe en Jesucristo, que es el mismo "ayer, hoy
y siempre". Él es el Señor de la historia que quiso extender el anuncio del Evangelio
hasta el nuevo continente. Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre, ha venido al
inundo para librarnos de toda esclavitud del pecado, darnos la gracia de la adopción filial
y a reconciliarnos con Dios y con los hombres. El es el Evangelio viviente del amor del
Padre, y sólo en él todos los hombres pueden encontrar su dignidad y su promoción
humana.
Sólo en Jesucristo, que una vez más se ofrece a todos los hombres y mujeres de
América latina, puede haber liberación de la dramática situación de pecado y de muerte:
guerras, terrorismo, injusticias sociales, droga, prostitución, abortos, explotación de los
más débiles, que amenaza a todos los estrados de la sociedad. La Iglesia, peregrina y
misionera por su naturaleza, quiere realizar una nueva evangelización que transmita,
consolide y madure en todos los pueblos de América latina la fe en Dios, Padre de
nuestro Señor Jesucristo.
2. A los 500 años de la primera evangelización
En este continente ya estaban presentes, al momento de su descubrimiento, "las
semillas del Verbo", y Dios mediante la evangelización y la fe en Cristo ha renovado su
alianza con América latina. Esta obra de evangelización, inspirada por el Espíritu Santo,
ha sido llevada a cabo, en su conjunto, por todo el pueblo de Dios: obispos, sacerdotes,
religiosos, religiosas, laicos; entre estos últimos hay que contar también con los
indígenas bautizados y con los afro americanos.
Segunda parte
JESUCRISTO, EVANGELIZADOR VIVIENTE EN SU IGLESIA
1. La nueva evangelización
El sujeto de la nueva evangelización es toda la comunidad eclesial: los obispos en
comunión con el papa, los presbíteros y diáconos, los religiosos y las religiosas, todos
los laicos. Esta nueva evangelización tiene como finalidad formar hombres y
comunidades maduras en la fe, y dar respuesta a la nueva situación actual, provocada
por los cambios sociales, económicos, políticos y culturales. Además tiene la tarea de
suscitar la adhesión personal a Jesucristo y a la Iglesia de tantos bautizados que viven
apáticamente el cristianismo.
1.1 La Iglesia convocada a la santidad
La Iglesia es llamada a la santidad por la presencia en ella de Cristo, que la santifica con
su Espíritu. Su oficio principal es predicar el Evangelio, con el Kerygma y las catequesis.
La Iglesia encuentra el sentido de su convocación mediante la vida de oración, la acción
de gracias y el ejercicio de la liturgia.
102
1. 2 Comunidades eclesiales vivas y dinámicas
La Iglesia particular, que prolonga la presencia y la acción evangelizadora de Cristo, está
llamada a vivir el dinamismo de comunión-misión en las parroquias. La parroquia,
comunidad de comunidades y movimientos, anima y orienta la comunión, la participación
y misión de los fieles, porque es una comunidad orgánica, eucarística y misionera a la
vez. Tarea principal de la parroquia es evangelizar, celebrar la liturgia, impulsar la
promoción humana, fomentar la enculturación de la fe. Expresión de esta realidad son
las comunidades eclesiales de base, células vivas formadas por laicos que están
llamados a vivir como comunidad de fe, culto y amor.
1.3 En la unidad del Espíritu y con diversidad de dones y carismas
Es por la acción del Espíritu Santo que todos los bautizados participan de las riquezas
de gracia que les regala el Señor Jesús. Es El que lleva a todos los cristianos a construir
la unidad de la Iglesia desde distintos carismas y ministerios que se actualizan a través
del servicio.
El ministerio de los obispos, presbíteros y diáconos es esencial en el anuncio de la
palabra, en la celebración de los sacramentos y en la conducción pastoral. La vida de los
consagrados, como don del Espíritu Santo, también pertenece a la vida íntima y a la
santidad de la Iglesia. Están llamados a vivir fielmente los consejos evangélicos, a
participar del misterio de Cristo, a irradiar los valores del Reino de Dios y a interpelar,
con su vida, al mundo actual.
Los laicos son llamados por Cristo para ser agentes y destinatarios de la Buena Noticia
de la salvación; como consecuencia de su bautismo, los fieles están injertados en Cristo
y son llamados a vivir el triple oficio sacerdotal, profético y real, y a tener presente su
perfeccionamiento espiritual y su vocación a la santidad. Los movimientos y
asociaciones eclesiales, impulsados por el Espíritu Santo, son la respuesta a las
situaciones de secularismo, ateísmo e indiferencia religiosa.
1.4 Para anunciar el Reino a todos los pueblos
Es Cristo que nos revela al Padre y nos introduce en el misterio de la vida trinitaria por el
Espíritu. Todo pasa por Cristo, que se hace camino, verdad y vida. Por el bautismo
recibimos la filiación divina, y hechos todos hijos de Dios, todos los pueblos de América
latina hemos sido hechos también hermanos entre nosotros. En Él todos tenemos la
liberación del pecado, de la muerte y de la esclavitud. Él da la vida en plenitud para que
la Iglesia a su vez, la comunique a todos los hombres y a todos los pueblos, sin
diferencia de razas, naciones o situaciones económicas.
2. La promoción humana
La doctrina social de la Iglesia es la enseñanza del magisterio en materia social y
contiene principios, criterios y orientaciones para la actuación del creyente en la tarea de
transformar el mundo según el proyecto de Dios. Con el mensaje evangélico la Iglesia
ofrece una fuerza liberadora y promotora del desarrollo precisamente porque lleva a la
conversión del corazón v de la mentalidad.
2.1 La promoción humana, una dimensión privilegiada de la nueva evangelización
Nuestra fe en el Dios de Jesucristo y el amor a los hermanos tiene que traducirse en
obras concretas. El seguimiento de Cristo significa comprometerse a vivir según su
estilo. La falta de coherencia entre la fe que se profesa y la vida cotidiana es una de las
103
causas que generan pobreza, porque los cristianos no) han sabido encontrar en la fe la
fuerza necesaria para enfrentarse a los desafíos ideológicos, políticos y económicos.
2.2 Los nuevos signos de los tiempos en el campo de la promoción humana
Derechos humanos. Cristo es la fuente que garantiza la dignidad de la persona humana
y de sus derechos. Toda violencia de los derechos humanos contradice el Plan de Dios y
es pecado. La Iglesia al proclamar el evangelio, raíz profunda de los derechos del
hombre, no se arroga una tarea ajena a su misión, sino, por el contrario, obedece al
mandato de Jesucristo que hace de la ayuda al necesitado una exigencia esencial de su
misión evangelizadora.
Ecología. La creación es obra de la Palabra de Dios y de la presencia del Espíritu que
aleteaba sobre todo lo creado. Esta fue la primera alianza de Dios con nosotros. Cuando
el ser humano, llamado a entrar en esta alianza de amor, se niega, el pecado del
hombre afecta su relación con Dios y al mismo tiempo con toda la creación.
La tierra: don de Dios. La tierra es el primer signo de la Alianza de Dios con el hombre,
ya que Dios, al crear a Adán lo colocó en el jardín de Edén para que lo labrara y lo
cuidara como administrador y no como dueño. Los límites en el uso de la tierra miran a
preservar la justicia y el derecho que todos tienen a acceder a los bienes de la creación,
que Dios destinó al servicio de todo hombre que viene a este mundo.
Empobrecimiento y solidaridad. Cristo siendo rico se hizo pobre para enriquecernos con
su pobreza. Esta es la invitación que él nos hace para que los cristianos podamos dar
testimonio auténtico de pobreza evangélica en nuestra vida, y en nuestras estructuras
eclesiales. Descubrir el rostro del Señor en los rostros sufrientes de los pobres y
marginados es algo que desafía a todos los cristianos a una profunda conversión
personal y eclesial.
Trabajo. El trabajo tiene su origen en la vocación co-creadora del hombre como imagen
de Dios; y ha recibido su dignificación en Jesús, trabajador e hijo de carpintero. La
Iglesia como depositaria y servidora del mensaje de Jesús, ha visto siempre al hombre
como sujeto que dignifica el trabajo, realizándose a su mismo y perfeccionando la obra
de Dios, para hacer de ella una alabanza al Creador y un servicio a los hermanos.
Orden democrático. Jesucristo, como) enviado) del Padre, vino a anunciar la Buena
Noticia y a instaurar el Reino de Dios. Mediante la conversión los hombres pueden lograr
una nueva vida según Dios, y un nuevo tipo cíe convivencia y relación social. La Iglesia
respeta la legítima autonomía del orden temporal y no tiene un modelo específico de
régimen político; fiel a la misión que le otorgó su fundador, ayuda en la construcción de
una sociedad donde primen los valores evangélicos.
Nuevo orden económico. La Iglesia es consciente del nuevo orden económico que se
está gestando a nivel mundial y que está afectando mucho a América latina. Juan Pablo)
II en la "Centesimus Annus" dice que es lícita la libre actividad de los individuos en el
mercado, aunque debe tener en cuenta sus límites. Toda la sociedad está llamada a
promover el valor de la persona, la honradez, el respeto a la vida y a la justicia por los
más pobres y necesitados. Juan Pablo II afirma que es absolutamente necesario
encontrar las fórmulas para reducir, dilacionar o extinguir la deuda externa de nuestros
países, favoreciendo el derecho fundamental de los pueblos a la subsistencia y al
progreso.
104
2.3 La familia y la vida: desafíos de especial urgencia en la promoción humana
La Iglesia sabe que el futuro de la humanidad se fragua en la familia. Eh matrimonio y la
familia en el proyecto original de Dios son instituciones de origen divino, y no son
producto de la voluntad humana. El hombre y ha mujer, siendo imagen y semejanza de
Dios, que es amor, son llamados a vivir en el matrimonio eh misterio de la comunión y
relación trinitaria.
En el plan de Dios creador y redentor ha familia descubre no sólo su identidad sino
también su misión: custodiar, revelar y comunicar el amor y la vida, a través de cuatro
cometidos fundamentales:
a) La misión de la familia es vivir, crecer y perfeccionarse como comunidad de personas
que se caracteriza por la unidad y la indisolubilidad.
b) Ser "como el santuario de la vida", servidora de la vida, ya que eh derecho a la vida es
la base de todos los derechos humanos. Este servicio no se reduce a ha sola
procreación, sino que es ayuda eficaz para la transmisión y educación de los valores
cristianos y humanos.
c) Ser "célula primera y vital de la sociedad". Por su naturaleza y vocación la familia
debe ser promotora del desarrollo, protagonista de una auténtica política familiar.
d) Ser " Iglesia doméstica" que acoge, vive, celebra y anuncia la palabra de Dios, el
santuario donde se edifica la santidad y desde donde la Iglesia y el mundo pueden ser
santificados.
3. La cultura cristiana
La cultura nace con el mandato inicial de Dios a los seres humanos: creced y
multiplicaos, llenad la tierra y sometedla (Gn 1,28-30). Cuando el Verbo se hizo carne,
asumió toda la realidad humana, excepto el pecado; por esta encarnación eh Hijo de
Dios entra también en la cultura, y viene a ser así la medida de todos los aspectos
humanos, incluyendo todos los valores y expresiones culturales.
Se puede hablar de cultura cristiana, dice Juan Pablo II, cuando la vida de un pueblo ha
sido penetrada interiormente hasta situar el mensaje evangélico en la base de su
pensar, en sus principios (he vida, en sus criterios de juicio, en sus normas de acción.
Por medio de la enculturación la Iglesia encarna eh evangelio en las diversas culturas, e
introduce a los pueblos con sus culturas en su misma comunidad; transmite a las
mismas culturas sus propios valores, asumiendo lo que hay de bueno en ellas y
renovándolas desde dentro. La tarea de enculturación de la fe es propia de las Iglesias
particulares bajó la dirección de sus pastores, con la participación de todo el pueblo de
Dios.
3.1 Valores culturales: Cristo, medida de nuestra conducta moral
La moral cristiana sólo se entiende dentro de la Iglesia y se plenifica en la eucaristía. El
cristiano es consciente que debe caminar hacia y con Cristo para realizar ha moral
cristiana. Esta es la forma de vida del creyente, que con la gracia sacramental vive la
alegría de la salvación y abunda en frutos de caridad para la vida del mundo. Consciente
de la necesidad de seguir a Cristo, el cristiano se empeña en la formación de la propia
conciencia. De esta formación, tanto individual como colectiva, de la madurez de
mentalidad, de su sentido de responsabilidad y de la pureza de las costumbres depende
el desarrollo y la riqueza de los pueblos.
105
3.2 Unidad y pluralidad de las culturas indígenas, afro americanas y mestizas
La analogía entre la encarnación y la presencia cristiana en el contexto socio-cultural e
histórico de los pueblos nos lleva al planteamiento teológico de la enculturación; la cual
es un proceso conducido desde eh evangelio hasta el interior de cada pueblo y
comunidad. La Iglesia defiende los auténticos valores culturales de todos los pueblos,
especialmente de los oprimidos, indefensos y marginados, ante la fuerza arrolladora de
las estructuras de pecado manifiestas en la sociedad moderna.
3.3 Nueva cultura
América latina está profundamente marcada por la cultura occidental. El impacto que ha
producido la cultura moderna con sus valores y contravalores: la centralidad del hombre;
la absolutización de la razón, el olvido de Dios, relegado a un problema de conciencia
personal, ha llevado a desafiar la evangelización de la cultura. La Iglesia es consciente
de esta realidad, y mediante el nuevo anuncio del evangelio, vuelve a proponer al
hombre moderno la necesidad de un camino hacia la evangelización de la cultura.
3.4 La acción educativa de la Iglesia
Así cómo la educación es la asimilación de la cultura, así la educación cristiana es la
asimilación de la cultura cristiana; es la enculturación del evangelio en la propia cultura.
La educación cristiana se funda en una verdadera antropología cristiana, que significa la
apertura del hombre hacia Dios como Creador y Padre; apertura hacia los demás como
a sus propios hermanos; y apertura hacia la naturaleza como obra de Dios. En la
situación actual encontramos una pluralidad de valores que nos interpelan, y que son
ambivalentes. Surge la necesidad de confrontar los nuevos valores educativos con
Cristo revelador (leí misterio del hombre; si estos valores están ordenados a Cristo como
su fundamento y término, entonces se puede hablar de una verdadera educación
cristiana; de otra manera puede hablar de Cristo, sin embargó no es cristiana.
3.5 Comunicación social y cultura
La evangelización, anuncio del Reino, es comunicación. Cada persona y cada grupo
humano desarrollan su identidad en el encuentro con otros. Esta comunicación es el
camino necesario para llegar a la comunión. Dios, el totalmente otro, se ha revelado en
Cristo, Palabra eterna, el cual sale al encuentro del hombre, y de él espera una
respuesta libre. Este encuentro con el Verbo encarnado es crecimiento, es camino a la
santidad. Así se da una relación íntima entre evangelización, promoción humana y
cultura, fundada en la comunicación. La Iglesia sabe que hoy nos encontramos en la
nueva cultura de la imagen, y que el mensaje evangélico debe inculturarse en esta
cultura, y llegar así a hacerla expresiva de Cristo, la máxima comunicación.
Tercera parte
JESUCRISTO, VIDA Y ESPERANZA DE AMÉRICA LATINA
Líneas pastorales prioritarias
La Iglesia en Latinoamérica y el Caribe proclama su fe: "Jesucristo ayer, hoy y siempre"
(cf Hb 13,8). Revisando nuestro camino proclamamos nuestra fe en Jesucristo, hijo de
Dios vivo, única razón de nuestra vida y fuente de nuestra misión. Él es el camino, la
verdad y la vida. Él nos da la vida que deseamos comunicar plenamente a nuestros
pueblos para que tengan todos un espíritu de solidaridad, reconciliación y esperanza.
Nuestras Iglesias particulares, unidas en la esperanza y en el amor, bajo la protección
de Nuestra Señora de Guadalupe, en comunión con el Santo Padre y en continuidad con
106
has orientaciones pastorales de las Conferencias Generales de Medellín y Puebla, se
comprometen a trabajar en:
1. Una nueva evangelización de nuestros pueblos.
2. Una promoción integral del pueblo latinoamericano y caribeño.
3. Una evangelización inculturada.
1. Una nueva evangelización de nuestros pueblos
Eh compromiso es de todos y desde comunidades vivas. Los laicos están llamados a un
especial protagonismo, y entre ellos, especialmente los jóvenes. Impulsaremos una
vigorosa pastoral de has vocaciones a fin de suscitar presbíteros, diáconos
permanentes, religiosos y religiosas para la nueva evangelización. Todos los cristianos
estamos llamados a la santidad; por eso nos urge un decidido empeño por la continua
educación de la fe, por medio de la catequesis, fundada en la palabra cíe Dios y el
Magisterio de la Iglesia. La celebración de la fe en la liturgia ha de realizarse de manera
que permita una participación más viva, activa y comprometida. Es ha hora misionera de
América: dirigimos a todos nuestros pueblos un anuncio fuerte y entusiasta para que se
lleve a cabo la Nueva Evangelización, no sólo en el seno de nuestras Iglesias sino más
allá de nuestras fronteras.
2. Una promoción humana integral de los pueblos latinoamericanos y caribeños
Asumimos con renovado ardor ha opción evangélica preferencial por los pobres, en
continuidad con Medellín y Puebla. Invitamos a promover un nuevo orden económico,
social, político, conforme a la dignidad de todas y cada una de las personas, impulsando
ha justicia y la solidaridad. Proponemos una decidida acción para defender y promover
ha vida y la familia, Iglesia doméstica y santuario de la vida; porque toda vida humana es
sagrada desde su concepción hasta eh final natural de su etapa temporal.
3.3 Una evangelización inculturada
Atenderemos a la evangelización de las grandes ciudades de América Latina donde vive
la mayor parte de nuestra población, aunque nuestra solicitud se dirigirá también a has
áreas rurales. Nos acercaremos a los pueblos indígenas y afro americanos a fin de que
eh evangelio se encarne en sus culturas. Buscaremos también impulsar una eficaz
acción educativa y un decidido empeño por una moderna comunicación.
107
IV Conferencia General del Episcopado Latinoamericano APARECIDA
Los obispos reunidos en la V Conferencia General del Episcopado de América Latina y
El Caribe quieren impulsar, con el acontecimiento celebrado junto a Nuestra Señora
Aparecida en el espíritu de “un nuevo Pentecostés”, y con el documento final que
resume las conclusiones de su diálogo, una renovación de la acción de la Iglesia. Todos
sus miembros están llamados a ser discípulos y misioneros de Jesucristo, Camino,
Verdad y Vida, para que nuestros pueblos tengan vida en Él. En la senda abierta por el
Concilio Vaticano II y en continuidad creativa con las anteriores Conferencias de Río de
Janeiro, 1955; Medellín, 1968; Puebla, 1979; y Santo Domingo, 1992, han reflexionado
sobre el tema Discípulos y misioneros de Jesucristo para que nuestros pueblos en Él
tengan vida. ‘Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida’ (Jn 14,6), y han procurado trazar
en comunión líneas comunes para proseguir la nueva evangelización a nivel regional.
Ellos expresan, junto con el Papa Benedicto XVI, que el patrimonio más valioso de la
cultura de nuestros pueblos es “la fe en Dios Amor”. Reconocen con humildad las luces
y las sombras que hay en la vida cristiana y en la tarea eclesial. Quieren iniciar una
nueva etapa pastoral, en las actuales circunstancias históricas, marcada por un fuerte
ardor apostólico y un mayor compromiso misionero para proponer el Evangelio de
Cristo como camino a la verdadera vida que Dios brinda a los hombres. En diálogo con
todos los cristianos y al servicio de todos los hombres, asumen “la gran tarea de
custodiar y alimentar la fe del Pueblo de Dios, y recordar también a los fieles de este
Continente que, en virtud de su bautismo, están llamados a ser discípulos y misioneros
de Jesucristo” (Benedicto XVI, Discurso Inaugural, 3). Se han propuesto renovar las
comunidades eclesiales y estructuras pastorales para encontrar los cauces de la
trasmisión de la fe en Cristo como fuente de una vida plena y digna para todos, para
que la fe, la esperanza y el amor renueven la existencia de las personas y transformen
las culturas de los pueblos.
En ese contexto y con ese espíritu ofrecen sus conclusiones abiertas en el Documento
final. El texto tiene tres grandes partes que sigue el método de reflexión teológico-
pastoral “ver, juzgar y actuar”. Así se mira la realidad con ojos iluminados por la fe y un
corazón lleno de amor, proclama con alegría el Evangelio de Jesucristo para iluminar la
meta y el camino de la vida humana, y busca, mediante un discernimiento comunitario
abierto al soplo del Espíritu Santo, líneas comunes de una acción realmente misionera,
que ponga a todo el Pueblo de Dios en un estado permanente de misión. Ese esquema
tripartito está hilvanado por un hilo conductor en torno a la vida, en especial la Vida en
Cristo, y está recorrido transversalmente por las palabras de Jesús, el Buen Pastor: “Yo
he venido para que las ovejas tengan vida y la tengan en abundancia” (Jn 10,10).
Con todos los miembros del Pueblo de Dios que peregrina por América Latina y El
Caribe, los discípulos misioneros encuentran la ternura del amor de Dios reflejada en el
rostro de la Virgen María. Nuestra Madre querida, desde el santuario de Guadalupe,
hace sentir a sus hijos más pequeños que están cobijados por su manto, y desde aquí,
en Aparecida, nos invita a echar las redes para acercar a todos a su Hijo, Jesús, porque
Él es “el Camino, la Verdad y la Vida” (Jn 14,6), sólo Él tiene “palabras de Vida eterna”
(Jn 6,68) y Él vino para que todos “tengan Vida y la tengan en abundancia” (Jn 10,10).
110
III. LECTURAS COMPLEMENTARIAS
Situémonos cien años atrás. El gran tema social del momento es la entonces llamada
“cuestión obrera”. León XIII expone su génesis en la introducción de la Rerum Novarum
y la resume lapidariamente al afirmar que un pequeño número de opulentos y
adinerados ha impuesto un yugo casi de esclavitud a una infinita multitud de proletarios.
Sociológicamente, se trata de un problema; ético-teológicamente, de un mal. El primero
exige solución; el segundo, remedio. ¿Cuál es la solución-remedio?
Ello nos lleva a la tercera perspectiva enunciada, la social. Ligando con lo anterior, y
desde un nuevo ángulo de visión, hay que intuir que una sociedad que se
(des)organizara hasta el punto de institucionalizar colectivamente la violencia
usurpadora o delegante, se trastocaría en sus mismos fundamentos y se transformaría
en antihumana y, por ende, injusta.
Sólo si se reconoce y respeta en todos los seres humanos (no meramente en algunos)
su estructura de señorío en relación con el cosmos (“Creced, multiplicaos, dominad la
tierra” [Génesis]), y la consiguiente potestad sobre unos concretos bienes económicos
en tanto que fuente de sustentación y espacio de libertad, se parte de una base
correcta para solucionar-remediar la cuestión obrera. “Cuando se plantea el problema
de mejorar la condición de las clases inferiores, se ha de tener como fundamental el
principio de que la propiedad privada ha de conservarse inviolable”, sentencia Rerum
Novarum al final de esta primera sección.
La Iglesia, en primer lugar y principalmente, dado que aporta, tomadas del Evangelio,
una decisiva doctrina y una concreta acción. Su doctrina exige simultáneamente la
justicia en los contratos salariales, la amistad en la comunión-comunicación de bienes y
la fraternidad en la vivencia de la condición creatural y redentora; exige, sencillamente,
que todos seamos justos, amigos y fraternos. Su acción, ya desde los tiempos
fundacionales, se flecha constantemente a formar en las virtudes y a acentuar la
dimensión comunicativo-distributiva de todo tipo de bienes, incluidos específicamente
los económico-sociales. Son muestra de ello la comunidad de Jerusalén, las colectas
paulinas, la paulatina formación del patrimonio de los pobres que llega, desde las
aportaciones a pie de altar en la celebraciones eucarísticas hasta los movimientos e
instituciones de todo tipo organizados en función de las omnímodas y crecientes
necesidades humanas —el tema de la acción de los seglares en el mundo no se trata
todavía, teológicamente, en la encíclica, aunque sí se hable de su acción práctica en la
última parte, como veremos en seguida—.
112
¿En qué se traduce concretamente lo dicho?
En tres tipos simultáneos de acción de los poderes públicos. El primero se centra en la
protección de la propiedad privada y la evitación, ya en sus mismas fuentes, de la
huelga. El segundo brinda la garantía eficaz de unas condiciones humanas de trabajo
que afectan a las dimensiones espiritual y corporal del obrero, en cuanto a edad, sexo,
salud, horario, descanso y posibilidad de cumplimiento religioso. El tercero se flecha,
por un lado, hacia la justicia del contrato laboral, justicia que exige una remuneración
que sea suficiente para el sustento del obrero; y, por otro, hacia una concreta
intervención de las leyes: aquella que viabiliza de hecho una universal obtención de la
propiedad. Este último objetivo sólo puede realizarse por medio de un salario que
posibilite el sustento familiar y un ahorro suficiente.
113
Ø Protege el derecho y extiende la oportunidad de propiedad; afirma su propósito
social y promueve la armonía entre las clases.
La segunda parte defiende y desarrolla la Rerum Novarum, con lo que origina asimismo
otra dimensión permanente del Magisterio social, la de profundización de las
enseñanzas anteriores con sus variantes de discernimiento, aclaración, acomodación,
etc. Una vez afirmado el derecho y el deber pontificios de juzgar con autoridad suprema
en materia económico-social desde la vertiente moral —misión que, a la luz del
ministerio apostólico, había ya reivindicado León XIII—, Pío XI profundiza en el doble
orden de las personas y de las instituciones. En el primero —personas— subraya la
dimensión social de la propiedad; ahonda en las relaciones capital-trabajo a partir de su
complementariedad; y reinvindica como debido por justicia el salario familiar. En el
segundo —instituciones—, destaca la función subsidiaria del Estado; delinea un tejido
interprofesional que presenta como alternativa, en clave de libre y ordenada
cooperación, a la tensión y al enfrentamiento que es propio del contrato de salario
capitalista-liberal, enmarcado en la lucha de clases; e inculca que el principio rector de
la economía radica en el binomio justicia-caridad.
La tercera parte se adentra en los horizontes de las nuevas realidades que ofrece el
ámbito económico-social de su tiempo. De este modo, Quadragesimo Anno, abre, a su
vez, un tercer aspecto, el de la innovación, novedad, renovación, que caracterizará
también todos los grandes documentos subsiguientes. (Entre paréntesis: observemos
que la trilogía “continuidad-profundización-novedad” puede reducirse al binomio
“continuidad-renovación”, que sintetiza y expresa ulteriormente la tensión bipolar que
distinguirá a la Doctrina social de la Iglesia). ¿Cuáles son estos horizontes? Los que
muestra la evolución protagonizada tanto por la Economía liberal como por el
Movimiento socialista de aquella época.
En lo que atañe al Movimiento socialista, Pío XI toma buena nota de su escisión en dos
ramas: la marxista-leninista-stalinista, cuyo comunismo ateo obliga a un rechazo
teológico-moral absoluto; y la socialdemocrática, cuyas suavizaciones en materia de
propiedad y de lucha de clases llevan al planteamiento de una posible cooperación
católico-socialista. Este planteamiento, contra lo que a primera vista es tentador afirmar,
no puede resolverse mediante una respuesta positiva: Pío XI considera que el
Socialismo atenuado de su tiempo, tanto económico como educador, continúa siendo
incompatible con la conciencia y la opción católicas.
Abandonados, pues, los errores tanto del capitalismo como del socialismo, todo
miembro fiel de la Iglesia debe avanzar por el único camino de solución posible: el que
se empeña en la renovación cristiana de la sociedad; dado que es en su profunda
descristianización donde enraízan los males que padece y que hay que remediar a toda
costa por imperativo evangélico. Dicha renovación requiere que las actividades
humanas imiten y reproduzcan el plan divino (implicador de la templanza cristiana) y
que se dé la primacía a la ley de la caridad, la cual, desde luego, no es ningún
sucedáneo de la justicia. De este doble espíritu de templanza y amor surgirá la
restauración de la sociedad humana en Cristo, cuyos agentes —Papa, Obispos,
clérigos y laicos— han de entregarse esforzadamente al trabajo. Pío XI señala los frutos
incipientes de restauración social que se dan en su tiempo; da la consigna de que los
primeros e inmediatos apóstoles de los obreros sean los propios obreros y los del
mundo industrial y comercial los que pertenecen a sus respectivos grupos; exhorta a
Obispos y sacerdotes a ejercer fielmente su cometido; y aboga por una Iglesia firme,
conmovida por los males y que todo lo intenta, a partir de la conciencia de su
responsabilidad. Como vemos, también aquí se da un ulterior profundización de la
doctrina leoniana.
Habida cuenta del esquema bipolar que nos guía, podemos constatar que las dos
primeras partes de Mater et Magistra se centran en la dimensión de continuidad y, las
dos siguientes, en la de renovación.
El otro problema, que atañe al desnivel entre población y medios de subsistencia, exige
objetividad (no hipertrofiar indebidamente la cuestión) y reclama simultáneamente un
desarrollo económico-social justo al par que el debido respeto no sólo a la dignidad
humana, sino también a las leyes por las que se transmite y consolida la vida.
Únicamente una colaboración mundial que, partiendo de la interdependencia de los
Estados, establezca un buen entendimiento entre ellos, posibilitará —añade Mater et
Magistra— la superación del vigente clima de desconfianza, que conduce al mutuo
terror y a la consiguiente carrera de armamentos.
La segunda sección aboga de manera global por una profunda reconstrucción de las
relaciones de convivencia que se base en la perenne eficacia de la Doctrina social de la
Iglesia, cuyo primer principio es el hombre (sociable por naturaleza y elevado a la
condición divina), fundamento, causa y fin de todas las instituciones sociales. Sólo de
este modo se pueden superar las intrínsecas deficiencias de tantas ideologías, a saber,
la parcialidad, el naturalismo y la arreligiosidad. Esta Doctrina social de la Iglesia
comporta un doble momento de instrucción y educación que pasa a coronarse con la
acción, un acción plasmada en la caridad (que intraune) y en la pluralidad (que
heteroenriquece); una acción de la que los seglares —competentes y comprometidos—
son principalmente responsables y que, bajo determinadas condiciones, deben ejercer
en colaboración con otros hombres que poseen un distinta concepción de la vida. Así
Juan XXIII profundiza ulteriormente en la línea de la presencia y acción de los laicos
dentro de la Doctrina social de la Iglesia.
La segunda sección realiza el paso del ámbito social al político, del orden a la
ordenación, en tres momentos –intraestatal, interestatal y planetario— que se
corresponden con las partes segunda, tercera y cuarta de la encíclica.
Interestatalmente, el texto urge unas relaciones entre las comunidades políticas de tal
temple que: a) al estribar en la verdad, evitan la discriminación racial y se construyen
sobre la plataforma de la igualdad en dignidad, el derecho a la buena fama y la
veracidad en la información. b) Al regularse por la justicia, llevan a un recíproco
comportamiento según derecho-deber y, más en concreto, a una solución correcta del
problema de las minorías étnicas, reconociendo y promoviendo su lengua, cultura,
tradiciones, recursos e iniciativas económicas, al par que facilitándoles su participación
—que el Papa urge— en el bien común estatal. c) Al incrementarse por la solidaridad,
facilitan la comunicación interciudadana e intergrupal; luchan por superar las
desproporciones y articular una eficaz cooperación; acogen a los exiliados políticos
injustamente tratados; hacen disminuir y, en su caso, cesar la carrera de armamentos y
se prestan a reducción simultánea de los mismos, llegando hasta el desarme de las
conciencias; y establecen, finalmente, un equilibrio basado en la mutua confianza. d) Al
ordenarse según la libertad, facilitan la promoción de los pueblos en vías de desarrollo,
a partir de su prioritario protagonismo y evitando toda especie de neocolonialismo.
118
Planetariamente hablando, Pacem in Terris, avanzándose en muchos decenios a la
marcha de la historia, postula el surgimiento de un autoridad mundial (originada por
libre y mutuo acuerdo de los Estados y orientada hacia una actuación subsidiaria) como
medio hoy únicamente eficaz de conseguir el bien común universal. La sola acción
político-diplomática interestatal es insuficiente para promoverlo.
La tercera sección —que se identifica con la quinta parte— traza unas normas para la
acción temporal del cristiano. Se resumen en una doble consigna: de participación (que
no se inhibe), por un lado; y de colaboración (que crea activamente), por otro. Esta
colaboración ha de abrirse, por parte de los católicos, a los cristianos separados y a
todos los hombres de buena voluntad, incluidos los que yerran, dado que hay que
distinguir siempre entre errante y error, al igual que hay que discernir entre las
ideologías y las corrientes históricas — partidos, sindicatos, etc.— por ellas originadas.
Con la bandera de la evolución en la mano, los cristianos son llamados al
establecimiento de unas relaciones sociales que sean verdaderamente humanas, bajo
la égida —recordemos nuevamente la famosa cuatrilogía— de la verdad, justicia,
caridad y libertad.
GAUDIUM ET SPES (LA IGLESIA EN EL MUNDO MODERNO) DEL CONCILIO VATICANO II (1965)
Ø Lamenta la pobreza creciente en el mundo y la amenaza de la guerra nuclear;
Ø Establece la dignidad humana como base para las decisiones políticas y
económicas;
Ø Interpreta la paz como la organización de la sociedad sobre la justicia;
Ø Construye una comunidad internacional basada en la solidaridad;
Ø Establece organizaciones para fomentar y armonizar el comercio mundial;
Ø Establece la responsabilidad de los cristianos de trabajar por estructuras que
hagan el mundo más justo y pacífico.
Después de un proemio que precisa los conceptos básicos de Iglesia, por un lado, y de
Mundo, por otro, el capítulo introductorio describe la situación del hombre en el mundo
actual a la luz de cuatro categorías: cambios (científico-técnicos, sociales, sociológicos,
morales y religiosos); tensiones (personales, familiares, raciales, sociales,
internacionales); aspiraciones (de dominio del cosmos; de un nuevo orden político,
económico y social; y, sobre todo, de vida plena, de dignidad, de comunión); e
interrogantes (nacidos de la condición creatural y pecaminosa del hombre y centrados
en las preguntas decisivas de la existencia: ¿qué es el hombre? ¿Cuál es su origen y
destino?).
121
Ø Enseña que los recursos deben ser compartidos a través de la ayuda, asistencia
técnica, relaciones comerciales justas, y aboga por un Fondo Mundial que dirija
hacia los pobres los fondos que ahora se gastan en armas;
Ø Enseña que la propiedad privada no constituye un derecho absoluto para nadie;
Ø Establece obligaciones recíprocas para las multinacionales: estas compañías
deberían ser las iniciadoras de la justicia social;
Ø Aboga por que se acoja bien a la gente joven y obrera que emigra de naciones
pobres.
a) Los criterios suponen y precisan ulteriormente el principio del destino universal de los
bienes, al que deben subordinarse los demás derechos, comprendidos los de propiedad
y libre comercio. De aquí la exigencia eventual de determinadas expropiaciones y el
deber de actualizar el aspecto social de la renta disponible; de aquí también la
necesidad de llevar adelante una industrialización verdaderamente humana que se
desvincule de un capitalismo desenfrenado y se fundamente en un trabajo
genuinamente personal que, a su vez, supere la ambivalencia —egoísmo, revuelta, por
un lado; conciencia profesional, sentido del deber, amor al prójimo, por otro— que con
tanta frecuencia le afecta, en beneficio del segundo miembro del binomio.
b) La obra que hay que realizar se caracteriza por su urgencia (evidente); por su
metodología (pacífica: el eventual uso de la violencia debe ser siempre un último
recurso); su talante reformista (audaz e innovador); y su cristalización (inteligentemente
planificadora).
c) Esta programación ha de abarcar las dimensiones básicas del hombre; debe, pues
estar a su servicio; y tiene que incluir la alfabetización, la atención a la familia, el recto
enfoque del problema demográfico, la debida atención al pluralismo de las
organizaciones profesionales, la promoción cultural y el sentido trascendente de la
persona. Todo, en función de un humanismo pleno, trascendental. Es así como puede
lograrse un desarrollo integral de todo el hombre y de todos los hombres.
Ahora bien, a los veinte años de la publicación de Populorum Progressio, Juan Pablo II
quiso homenajearla con otra Encíclica: Sollicitudo Rei Socialis. En ella, enumeró tres
títulos de novedad de Populorum Progressio: el hecho mismo del documento, la
amplitud de horizontes que abrió a la cuestión social y la afirmación de que desarrollo
equivale a paz.
Ciñéndose al segundo título, Sollicitudo Rei Socialis precisa que Mater et Magistra “ya
había asumido este dilatado horizonte de realidades” y que el Concilio, en la Gaudium
et Spes respondió a ellas a modo de eco. Pero añade, en ulterior precisión, que fue
cosa propia de Pablo VI, en la Populorum Progressio: a) “afirmar con claridad que la
cuestión social, ahora, afectaba decisivamente a la universal unión de los hombres
entre sí”; b) “haber hecho de dicha afirmación y de su análisis, al que estimula, una
‘orientación’”. Más adelante, Juan Pablo II concreta su interpretación de la Populorum
Progressio al escribir: “(…) la novedad de la Carta Encíclica Populorum Progressio no
consiste en que se afirma de manera histórica la índole universal de la cuestión social,
sino más bien en que se añade la valoración moral de la citada condición”.
¿Qué decir, pues? Que, según la hermenéutica de Sollicitudo Rei Socialis, Pablo VI
reformuló con decisivo vigor y condujo a ulteriores consecuencias, en lo concerniente a
universalidad y a la consiguiente instancia ética de la cuestión social, lo que ya Juan
XXIII había afirmado sin lugar a dudas y había urgido con evangélica firmeza.
123
OCTOGÉSIMA ADVENIENS (UNA LLAMADA A LA ACCIÓN) DE PAULO VI (1971)
Reclama:
Ø Acción política para la justicia económica;
Ø Análisis objetivo de la situación de la sociedad propia, identificando acciones a
favor la justicia;
Ø Respuesta a las situaciones injustas por cada cristiano y cada Iglesia local;
Ø Acción política para el cambio.
Tras el polo de la continuidad que campea en los primeros números (1-7) de esta Carta
apostólica —no es una encíclica—; Pablo VI despliega ante los ojos del lector las
novedades que caracterizan su tiempo. a) En un primer momento, y de modo genérico,
toma buena nota de la gran diversidad de situaciones en que se encuentran
encarnados los miembros de la Iglesia; y, consciente de que no es ni su propósito ni su
misión pronunciar una palabra única ante tal multiplicidad, recuerda a las comunidades
cristianas que es a ellas a las que corresponde deducir principios de reflexión, normas
de juicio y directrices de acción, a tenor de las enseñanzas sociales de la Iglesia. Ellas,
las comunidades, han de discernir, en condiciones precisas, las opciones y los
compromisos convenientes con vistas a la transformación de la sociedad. b) En una
segundo momento, y ya de modo concreto, pasa a enumerar una serie de problemas
sociales urgentes que afectan a los jóvenes, la mujer, los nuevos pobres, los
discriminados de todo tipo, los emigrantes (vertiente de las personas); y a la
urbanización, la demografía, los medios de comunicación social y el medio ambiente
(vertiente de los hechos). Hacia ellos han de volcarse los cristianos a fin de hacerse
responsables de un destino — el de todos los hombres— ya común.
Estos cristianos se hallan hoy —prosigue el Papa— dentro del cauce de unas
aspiraciones fundamentales y ante una serie de corrientes ideológicas. Las primeras se
flechan hacia la igualdad y la participación, y cristalizan en diversos (sincrónicamente) y
sucesivos (diacrónicamente) modelos de sociedad democrática. Pues bien, los
cristianos han de participar doblemente en este ámbito; primero, buscando tipos de
convivencia democrática que encarnen cada vez más ambos ideales; segundo,
asumiendo concretas responsabilidades en la organización y la vida políticas. Todo lo
dicho, desde un talante que —como vimos al compendiar Gaudium et Spes—,
partiendo de la persona humana y de las agrupaciones particulares que ella crea, se
abre a la comunidad política como cristalización englobante dirigida al logro del bien
común.
b) En cuanto a las corrientes marxistas, los niveles a distinguir son cuatro: lucha de
clases, conquista del poder, materialismo histórico y método científico. El tercero es
constitutivamente inasumible. Lo es también el cuarto, en la medida en que
intrínsecamente lo implica. El primero y el segundo, desvinculados de los dos restantes,
pueden dar pie a consideraciones de tipo económico-social y político que los
redimensionan esencialmente. En esta misma proporción hay motivo para interrogarse
desde el doble punto de vista de la reflexión y de la acción, sin olvidar jamás, eso es
obvio, que el gravamen ideológico tiende a conectar de manera dificilísimamente
separable los cuatro niveles citados. El destello verdeante para una eventual acción o
cooperación obliga a mirar muy atentamente el semáforo.
Todas estas precisiones culminan una lenta y madurada reflexión del Magisterio, que
partiendo de un tajante “no” inicial (Rerum Novarum), y pasando a otro “no” rotundo,
pero ya con previas distinciones (Quadragesimo Anno), se abre paulatinamente a un
progresivo discernimiento especulativo y práctico (Mater et Magistra, Pacem in Terris),
para llegar finalmente a un eventual “sí” —la Carta que ahora comentamos—, preñado
de exigencias testimoniales y prácticas. Desde luego, este eventual y matizado “sí” en
el campo de las corrientes históricas presupone la persistencia de una clara
incompatibilidad en lo concerniente al ámbito doctrinal de las ideologías.
Nos encontramos ante un nuevo aspecto del enfoque planetario con que es abordada la
cuestión social, desde la Mater et Magistra, por el Magisterio de la Iglesia. El título es
totalmente expresivo al respecto: no se trata sólo de la justicia sin más, sino de la
justicia en el mundo, a inicios de los setenta. La sociedad mundial se caracteriza, según
el documento, por cuatro notas: sufre múltiples contradicciones, posee una voluntad de
promoción, padece enormes injusticias y se encuentra necesitada de diálogo o, si se
quiere, de una incansable tarea de mediación.
Ante ella, los Padres sinodales se sienten estimulados a bucear de nuevo en la misión
de la Iglesia a la luz del Evangelio. Esta profundización les cerciora de la relación
intrínseca existente entre la justicia evangélica de Dios por Cristo y la tarea de justicia
que requiere hoy el planeta; y les ofrece nuevas perspectivas para precisar en este
campo las funciones de la Iglesia como totalidad y de la Jerarquía y los restantes fieles
en su peculiaridad. Desde esta base teológica, el documento sinodal —de nuevo: no
encíclica— traza unas pautas de acción en los ámbitos del testimonio, de la educación,
de la colaboración y, finalmente, de la acción internacional.
c) En lo referente al estilo de vida, éste debe ser tal, en los países pobres, que las
comunidades eclesiales no configuren una isla de bienestar; y, en los ricos, que sea
ejemplo de aquella moderación en el consumo que es necesaria para alimentar a tantos
millones de hambrientos en el mundo.
127
EVANGELII NUNTIANDI (LA EVANGELIZACIÓN EN EL MUNDO MODERNO) DE PAULO VI (1975)
Ø Pide proclamar el evangelio como liberación de la opresión, ayudar en esa
liberación, dar testimonio de él y asegurar su realización;
Ø Ve la justicia social como parte integral de la fe y pide traducir la doctrina social a
la acción;
Ø Pide integrar la transformación tanto personal como sociedad.
La primera encíclica social de Juan Pablo II se ciñe al problema del trabajo humano.
Henos aquí ante una aproximación indudablemente privilegiada a nuestro tema. En
efecto, según Laborem Exercens, el trabajo del hombre es, en cierto modo, el factor
determinante no sólo de la objetiva realidad económico-social, sino también del
conjunto de los documentos que conforman la Doctrina de la Iglesia en dicho ámbito.
Esta doctrina de valor permanente nos lleva a captar, a su vez, otra prioridad, la que el
trabajo integral (sujetivo, ante todo; pero también objetivo) tiene respecto al capital y la
propiedad: ello nos inmerge en el corazón de nuestro tiempo. Prevalencia sobre el
capital, por cuanto éste pertenece al mero ámbito de la causalidad instrumental,
mientras que el trabajo resplandece por su categoría de causalidad eficiente, lo cual
exige que el capital se subordine al trabajo, sea éste empresarial, sea obrero. Y
predomino sobre la propiedad (ante todo de los medios de producción), en la misma
medida en que el sentido definitivo de ésta última —la propiedad— es que sirva al
trabajo (a la persona que trabaja) y no viceversa.
Desde el punto de vista ético-jurídico, los empresarios (tanto indirecto, esto es, el
constituido por el conjunto de instituciones políticas, económicas, sociales, culturales,
etc., que organizan y regulan el trabajo; como directo, es decir, la persona o institución
que mediante contrato ad hoc ofrece y estipula trabajo) deben abrirse respectivamente
a los derechos de los trabajadores: a tener trabajo y condiciones dignas de trabajo, en
el primer caso; a obtener una justa remuneración, que posibilite una digna vida familiar,
en el segundo.
129
Desde luego, esta encíclica corona excelentemente todo el esfuerzo de reflexión
operativa sobre el trabajo humano realizado por los textos anteriores del Magisterio
social. Es, en sí misma, un testimonio preclaro del desarrollo orgánico-evangélico que
ella detecta y subraya en los mensajes que la preceden.
En un amplio “ver”, Juan Pablo II pasa acto seguido a analizar tanto los aspectos
negativos (el retraso de tantos pueblos en el proceso del desarrollo y las causas del
mismo) como los positivos del mundo contemporáneo.
131
Henos llegados a nuestro documento terminal. Fiel al binomio tantas veces reiterado,
Juan Pablo II afirma que Centesimus Annus conmemora, relee el pasado; pero sobre
todo se abre al futuro. Como he señalado hace poco, esta encíclica no pertenece al
grupo de las “puntuales”, sino que tiene un carácter general, retrospectivo, por un lado,
y prospectivo, por otro: entre ambos polos debe añadirse un tercero, mediacional y al
propio tiempo autónomo: el circunspectivo o presencial. De este modo, la encíclica: a)
ofrece una estructura bimembre (la primera sección, retrospectivo-presencial,
comprende los tres primeros capítulos; la segunda sección, presencial-prospectiva,
abarca los tres restantes); b) se muestra globalizadora, análogamente a como lo es
Gaudium et Spes: análogamente, no unívocamente, porque fin y medios son diferentes.
Sus tres primeras partes, de enfoque reasuntivo-histórico al parque circunspectivo,
destacan las principales características de Rerum Novarum (capítulo I); analizan el
tránsito desde aquel entonces a “las cosas nuevas” de hoy (capítulo II); y se detienen,
con múltiple riqueza de datos, en el año 1989, el de la caída del muro de Berlín
(capítulo III). Resumámoslas brevemente.
El capítulo segundo pone de relieve que León XIII: a) previó los efectos negativos del
socialismo, cuyo error fundamental es la eliminación del hombre como persona (error
que halla en el ateísmo su causa fundamental) y cuyo medio de acción es la lucha de
clases. b) Criticó asimismo el liberalismo, en cuanto dejaba la esfera económica fuera
del campo de acción del Estado y, sobre todo, en cuanto —doctrinalmente hablando—
afirma una libertad apartada de la verdad (éste es su profundo y típico error). Las
trágicas consecuencias históricas de esta impostación se echan de ver en el ciclo de las
guerras que van del año 1914 al año 1945 y en la situación de no-guerra subsiguiente a
1945, caracterizada por una creciente universalización de la belicosidad ante el peligro
de la dictadura comunista y por un simultáneo y paradójico proceso de concienciación
antibélica; hecho, éste, que no consigue marginar el dato mayormente visible, que es la
extensión del totalitarismo comunista. Esta situación da pie a tres tipos de respuesta: la
de las sociedades democráticas inspiradas en la justicia social, la de los sistemas de
“seguridad nacional”, y la de la sociedad de bienestar o de consumo. Durante este
mismo período tienen lugar dos fenómenos colaterales de gran importancia: un
gigantesco proceso de descolonización y un creciente sentimiento no sólo de los
derechos de los hombres y de las naciones, sino también de la necesidad de corregir
los desequilibrios de ámbito mundial.
El capítulo tercero analiza los sucesos de los años 1980, que culminan con la caída del
muro de Berlín (1989). Su eje lo constituye el hundimiento de los regímenes opresores.
a) Son factores del mismo: la violación de los derechos de los trabajadores (y la
consiguiente reacción de éstos, iniciada en Polonia, en nombre de la solidaridad); la
132
ineficacia del sistema económico, al par que la violación de la cultura y de los derechos
nacionales; particularmente, dentro del ámbito cultural, el vacío espiritual producido por
el ateísmo. b) Y son consecuencias de dicha caída: el encuentro que ha tenido lugar, en
algunos países, entre la Iglesia y el Movimiento obrero (ángulo religioso); el peligro de
un nuevo despertar de odios y rencores en los pueblos de Europa (ángulo político); el
deber de justicia de ayudar a las naciones excomunistas, sin frenar el auxilio prestado
al Tercer mundo (ángulo solidario); la necesidad de poner en juego una recta
concepción del desarrollo, esto es, un desarrollo integral (ángulo ético-jurídico).
Uno de los mensajes resultantes de esta primera sección de la encíclica viene a decir:
desprendámonos definitivamente de las negatividades ideológicas del socialismo y del
liberalismo, si queremos construir verdaderamente un mundo de libertad y solidaridad.
La segunda sección abarca los tres restantes capítulos, dedicados a la propiedad
privada y al destino universal de los bienes; al Estado y la cultura; a la Doctrina Social
de la Iglesia. ¿Cuál es su enseñanza?
El primero (capítulo IV) trata dos grandes temas: el trabajo moderno como nuevo tipo de
propiedad y el mercado libre.
Este dato nuevo presenta aspectos positivos junto a otros negativos. Entre los primeros
cabe subrayar la valoración del propio hombre, el ejercicio de determinadas virtudes y el
derecho a la libertad. Entre los segundos, hay que destacar el doble hecho de la
marginación (respecto a los sistemas de empresa en los que el trabajo moderno ocupa
un lugar central) y de la miseria y explotación (en los lugares donde continúa vigente un
capitalismo salvaje) de enormes masas humanas. Se impone, pues, la conclusión de
que hay que conseguir un acceso equitativo al mercado internacional —por parte de los
marginados y explotados: personas y pueblos—, basado no en el principio unilateral de
la explotación de los recursos naturales, sino sobre la universal valoración de los
recursos humanos.
b) Pasando al tema del mercado libre, después de mostrar cómo éste debe ser
“etizado” (cumpliendo los deberos de justicia y equidad; otorgando, más allá de ellos, lo
que es debido al hombre por el simple hecho de ser hombre; y percibiendo que, en el
contexto del Tercer mundo, los objetivos de Rerum Novarum conservan su validez),
nuestro texto se detiene sobre cuatro puntos de particular relevancia: sindicatos,
empresa, capitalismo y deuda exterior.
Los sindicatos, en el contexto tanto del Tercero como del Cuarto mundo, deben
proseguir su lucha contra el capitalismo liberal proponiendo como alternativa no el
sistema socialista, sino una sociedad que se funda en el trabajo libre, la empresa y la
participación y que requiere un oportuno control del mercado. La empresa capitalista
133
tiene derecho a sus beneficios en la medida en que se constituye no en una sociedad
cuyo único fin es maximizar el lucro, sino en una comunidad de personas con vistas a
resolver sus necesidades y ofrecer bienes y servicios en provecho de la sociedad. El
capitalismo real, una vez fracasado el socialismo homónimo, no es ni puede ser el único
modelo de organización económica, dado que, por sí solo, no asegura a todos —
individuos y pueblos— las condiciones básicas de participación en el desarrollo. Se
requiere una programación responsable de parte de toda la comunidad internacional,
con la consiguiente apertura de las naciones más fuertes y la coherente inserción —que
implica esfuerzo y sacrificio— de las débiles. La deuda exterior, habida cuenta de la
vigencia del principio de pago, requiere modalidades de reducción, dilación o extinción
en la medida en que supone sacrificios insoportables que llevarían a poblaciones
enteras al hambre y a la desesperación.
Acto seguido, el capitulo enfoca los problemas y amenazas que surgen en el seno de
las economías más avanzadas. En una primera aproximación elabora las cuestiones
del consumismo y la ecología, enmarcadas en una visión cristiana del sistema ético-
cultural.
Un reconocimiento del valor sagrado de la vida humana desde su principio hasta su fin.
Nombra como fuerzas negativas:
Ø La violencia contra la vida infligida a millones de seres humanos; en especial a
niños obligados a vivir en la pobreza, la desnutrición y el hambre debido a una
distribución injusta de los recursos;
Ø Las guerras y el tráfico de armas;
Ø La destrucción ecológica;
Ø La criminal propagación de las drogas;
Ø La promoción de ciertas clases de actividad sexual que, además de ser
moralmente inaceptables, también significan graves riesgos para la vida;
Ø El aborto provocado, lo que él llama “estructura de pecado”;
Ø El infanticidio de bebés nacidos con graves incapacidades o enfermedades;
Ø La eutanasia que está llegando a legalizarse;
Ø El control de natalidad como medio de controlar el crecimiento de la población en
las naciones más pobres;
Ø El suicidio asistido.
El valor y el carácter inviolable de la vida humana.
Es una defensa de la vida humana en todos sus aspectos. Confirma que todo ser
humano tiene un valor intrínseco e inviolable. Comienza con estas palabras: “El
Evangelio de la vida está en el centro del mensaje de Jesús. Acogido con amor cada
día por la Iglesia, es anunciado con intrépida fidelidad como buena noticia a los
135
hombres de todas las épocas y culturas” (Evangelium Vitae, 1). Estamos en una crisis
que afecta la dignidad humana y sus derechos. Es un conflicto entre la “cultura de la
muerte” y la “cultura de la vida”. Jesucristo llama a todos a escoger la vida sobre la
muerte.
La vida humana es sagrada e inviolable:
“La vida humana es sagrada porque desde su inicio comporta ‘la acción creadora de
Dios’ y permanece siempre en una especial relación con el Creador, su único fin. Sólo
Dios es Señor de la vida desde su comienzo hasta su término: nadie, en ninguna
circunstancia, puede atribuirse el derecho de matar de modo directo a un ser humano
inocente” (53). “Jesús dijo: No matarás, no cometerás adulterio, no robarás… (Mt. 19,
18)” (52). “Pediré cuentas de la vida del hombre al hombre, cf. Gn 9, 5: la vida humana
es sagrada e inviolable” (52).
Presenta las raíces de la violencia contra la vida basándose en la historia del
Génesis:
Caín se lanzó contra su hermano Abel y lo mató. El Señor le dijo a Caín: “¿Dónde está
tu hermano Abel?” Contestó: “No sé. ¿Soy yo acaso guarda de mi hermano?” Advierte
sobre la “tendencia, cada vez más frecuente, de interpretar estos delitos contra la vida
como legítimas expresiones de la libertad individual, que deben reconocerse y ser
protegidas como verdaderos y propios derechos” (18).
Con respecto a las personas inocentes dice: “Confirmo que la eliminación directa y
voluntaria de un ser humano inocente es siempre gravemente inmoral” (57).
Con respecto al aborto dice: “Ninguna palabra puede cambiar la realidad de las cosas:
el aborto procurado es la eliminación deliberada y directa, como quiera que se realice,
de un ser humano en la fase inicial de su existencia, que va de la concepción al
nacimiento” (58).
Dice el Santo Padre: “Declaro que el aborto directo, es decir, querido como fin o como
medio, es siempre un desorden moral grave, en cuanto eliminación deliberada de un
ser humano inocente. Esta doctrina se fundamenta en la ley natural y en la Palabra de
Dios”. Con respecto a los embriones humanos dice: “El uso de embriones o fetos
humanos como objeto de experimentación constituye un delito en consideración a su
dignidad de seres humanos, que tienen derecho al mismo respeto debido al niño ya
nacido y a toda persona” (63). Con respecto a la eutanasia dice: Por eutanasia se “debe
entender una acción o una omisión que por su naturaleza y en la intención causa la
muerte, con el fin de eliminar cualquier dolor” (65). “Confirmo que la eutanasia es una
grave violación de la Ley de Dios, en cuanto eliminación deliberada y moralmente
inaceptable de una persona humana” (65). En respecto al suicidio: “El suicidio es
siempre moralmente inaceptable, al igual que el homicidio” (66). “El suicidio, bajo el
punto de vista objetivo, es un acto gravemente inmoral, porque comporta el rechazo del
amor a sí mismo y la renuncia a los deberes de justicia y de caridad para con el prójimo,
para con las distintas comunidades de las que se forma parte y para la sociedad en
general” (66).
La ley de Dios está por encima de las leyes de los hombres:
“Es cierto que en la historia se han cometido crímenes en nombre de la verdad. Pero
crímenes no menos graves y radicales se han cometido y se siguen cometiendo
también en nombre del relativismo ético. Cuando una mayoría parlamentaria o social
decreta la legitimidad de la eliminación de la vida aún no nacida, inclusive con ciertas
condiciones, ¿acaso no adopta una decisión tiránica respecto al ser humano más débil
e indefenso”? (70) “¿Acaso los crímenes dejarán de serlo si, en vez de haber sido
cometidos por tiranos sin escrúpulos, hubieran estado legitimados por el consenso
popular?” (70) “En la base de estos valores no pueden estar las provisionales o volubles
mayorías de opinión, sino sólo el reconocimiento de una ley moral objetiva” (70). “Las
leyes que autorizan y favorecen el aborto y la eutanasia se oponen radicalmente no
137
sólo al bien del individuo, sino también al bien común y, por consiguiente, están
privadas totalmente de auténtica validez jurídica” (72). “El aborto y la eutanasia son
crímenes que ninguna ley humana puede pretender legitimar. Leyes de este tipo no
sólo no crean ninguna obligación de conciencia, sino que, por el contrario, establecen
una grave y precisa obligación de oponerse a ellas mediante la objeción de conciencia”
(73). Este Evangelio (buena noticia) no es sólo la enseñanza personal del Papa o de la
Iglesia. Es de origen divino. La Iglesia desde el principio lo ha anunciado. Dios nos
ordena: “No matarás”.
La Encíclica defiende la auténtica libertad del hombre:
“El hombre, a diferencia de los animales y de las cosas, no puede ser sometido al
dominio de nadie” (19).
“Nuestras ciudades corren el riesgo de pasar de ser sociedades de convivientes a
sociedades de excluidos, marginados, rechazados y eliminados” (18).
Hay signos esperanzadores de amor a la vida en el mundo:
Ø Amor a los niños.
Ø Grupos que defienden la vida.
Ø Familias que se abren a la adopción.
Ø Oposición a la pena de muerte.
Ø Atención a la ecología.
Nos ofrece esperanza:
“El Evangelio de la Vida es una realidad concreta y personal, porque consiste en el
anuncio de la persona misma de Jesús” (29). “También hoy, dirigiendo la mirada a
Aquel que traspasaron, todo hombre amenazado en su existencia encuentra esperanza
segura de liberación y redención” (50). María es la mujer que nos da el mejor ejemplo
de cómo acoger la vida. A las mujeres que se han practicado un aborto, el Santo Padre
les dice que él comprende su dolor y su corazón herido. Las invita al arrepentimiento, a
la reconciliación, y a la esperanza. Las invita también a ser las más elocuentes
defensoras del derecho a la vida (99). Nos invita a todos a celebrar la vida y a
defenderla. Nos llama a la oración y el ayuno como medios eficaces para ayudar a
realizar los designios de Dios.
138
2.- Visión de la Realidad de los Pontificados
VISIÓN DE LA REALIDAD
Desde un punto de vista político, León XIII asumió el pontificado en un período de
graves tensiones entre la Iglesia y el Estado italiano. Hacía pocos años, y culminando el
proceso de unificación de la nación italiana, en 1870, las tropas del rey Víctor Manuel II
habían arrebatado el Papa la ciudad de Roma y el Papa Pio IX había replicado
prohibiendo a los católicos italianos participar en política. Como consecuencia del
Decreto Non expedit no podían participar en las elecciones políticas pero sí podían
hacerlo en las administrativas.
La Iglesia, asimismo, vivía un agudo conflicto con las expresiones científicas, culturales
e ideológicas de la época, lo que queda de manifiesto tanto en el Syllabus (1864) de Pio
IX como en la primera encíclica de León XIII, Quod Apostolici Muneris (1878). El
Syllabus es un catastro de todos los errores modernos que son durante criticados y
condenados, a tal punto que se rechaza toda conveniencia y posibilidad de que el
romano pontífice se reconcilie con el progreso, el liberalismo y la civilización moderna
(ver proposición Nº 80). La encíclica de León XIII que hemos citado, en una mirada
retrospectiva que se extiende hasta el S. XVI –época en que se gesta en definitiva lo
que llamamos modernidad o mundo moderno- critica en particular a las distintas
corrientes filosóficas y políticas designadas bajo el nombre de socialismo.
La fábrica moderna con sus chimeneas que humean sin cesar –dando inicio a la
contaminación del entorno- y la población marginal, con su estercolero central ardiendo
y en la cual se hacinan las familias de trabajadores, muestran con evidencia las dos
caras de la revolución industrial: su cielo, el progreso científico- tecnológico innegable;
su infierno, el costo social que afectó a centenares de miles de seres humanos, sin
perdonar ni siquiera a los niños menores. En Francia hubo que esperar hasta 1863 para
que se dictase una ley que prohibiera el trabajo en las fábricas de niños menores de 10
años.
EL PONTIFICADO DE PIO XI
(1922 - 1939)
VISIÓN DE LA REALIDAD
La Iglesia debió esperar cuarenta años, hasta 1931, para que un Papa, esta vez Pío XI,
publicara una nueva gran encíclica social, Quadragesimo Anno (1931). Pío X (1903 -
1914), quien sucedió a León XIII, y Benedicto XV (1914-1922), no hicieron aportes
significativos al desarrollo de la Doctrina Social de la Iglesia. Sea lo que fuere en
relación a las causas que explican este hecho, lo cierto es que la encíclica leoniana
provocó un verdadero shock cultural para la mentalidad católica tradicional.
El mensaje profético de la Rerum Novarum tuvo desigual acogida en las Iglesias locales
de América Latina. En general, fue más bien silencioso. No obstante, se pueden
encontrar en prácticamente todos nuestros países auténticos católicos sociales.
Las personas las familias y los cuerpos intermedios fueron sometidas por la fuerza a
una verdadera tiranía estatal. Las diferentes expresiones religiosas, especialmente la
Iglesia Católica, fueron víctimas de hostilidad y según las circunstancias –así aconteció
en Rusia- objeto de abierta represión y persecución.
A todo lo anterior, hay que añadir el colapso del sistema económico liberal del laissez-
faire. Como producto de la estrepitosa caída de las acciones en la Bolsa de Nueva York
–jueves negro de septiembre de 1929-, se desató una reacción en cadena en todos los
grandes centros financieros del mundo que dejó sin trabajo, errante y enfrentada al
espectro del hambre, a una muchedumbre incontable de seres humanos. Esta
catástrofe desastrosa atizó finalmente van a llevar a la humanidad a la segunda gran
guerra mundial (1939-1945).
Este es, a grandes trazos, el mundo en el cual inicia y realiza su pontificado el Papa Pío
XI (1922-1939), Achille Ratti, a quien le va a corresponder solucionar definitivamente la
disputa mantenida con el Estado desde Pío IX a propósito de la ciudad de Roma,
mediante la firma del Tratado de Letrán (1929). Benito Mussolini, II Duce, reconoció la
plena soberanía de la ciudad Estado del Vaticano e indemnizó a Pío XI por la
apropiación de la ciudad de Roma por parte de las tropas italianas en 1870.
No se crea que la firma de este Tratado y el Concordato que le acompañó significó el fin
de las tensiones entre la Iglesia y el Estado. Ya la encíclica Non Abbiamo Bisogño (No
tenemos necesidad) de 1931, puso en evidencia las profundas discrepancias entre la
Iglesia y el régimen fascista que pretendió someter a su arbitrio a la acción católica
italiana, aplicando toda la fuerza de la lógica fascista: Nada sin el Estado, nada contra
el Estado, nada fuera del Estado.
Tiempos difíciles los de Pío XII. Terminaba la guerra, se inició la recomposición del
mapa de Europa y surgieron los distintos regímenes comunistas, incluyendo a la
Alemania Oriental que pasó a integrar el área de dominio de la Unión Soviética,
mientras que Alemania Occidental –llamada en adelante Alemania Federal- hizo causa
común con los aliados e inició su proceso de reconstrucción económica estimulada por
el Plan Marshall y conducida por Konrad Adenauer.
No obstante, parece que los seres humanos aprendemos, en parte, como consecuencia
de los errores que provocamos. Así fue que la humanidad fue madurando su conciencia
de la dignidad de todos los seres humanos sin distinción y expresó esta convicción en
la Declaración de los Derechos Humanos en 1948. Muy probablemente, luego de la
Encarnación, Muerte y Resurrección de Cristo, no existe otro momento tan importante
en el proceso de maduración de la conciencia ética de la humanidad. La Declaración
Universal de los Derechos Humanos trasciende credos, culturas y razas y expresa lo
mejor de la conciencia moral de la humanidad.
Para acabar esta breve descripción, debemos recordar que durante la época de Pío XII,
Europa, los Estados Unidos y Japón experimentaron un espectacular crecimiento
económico apoyado en un casi increíble desarrollo de la ciencia y de la tecnología que
pronto pondría al primer hombre –un ruso Yuri Gagarin- en el espacio y luego a los
primeros cosmonautas –esta vez norteamericanos- en la superficie de la Luna.
142
El adelanto en materia de transportes y comunicaciones alcanzaba niveles no soñados
y el planeta empezó a ser visto como una pequeña aldea. El mismo Papa, aunque no
alcanzó a hacerlo por televisión, pudo dirigirse a toda la humanidad mediante la radio.
La humanidad vivía las tensiones y los temores propios de la guerra fría cuya mejor
expresión fue la construcción del Muro de Berlín por orden de Nikita Kruscev en 1961.
El tercer mundo o conjunto de países sub-desarrollados emergía con fuerza a partir del
proceso de descolonización iniciado luego de la segunda guerra mundial y de la
conferencia de Bandoeng celebrada en 1955. A la tensión entre clases sociales que
había sido el gran problema social durante el período anterior, sucede ahora la tensión
entre pueblos: entre el Norte desarrollado y el Sur sub-desarrollado, entre el bloque
capitalista occidental y el bloque comunista del Este que, por cierto, incluía desde 1949
a China continental.
Juan XXIII es el primer Papa de los modernos que asumió con gozo los valores propios
del mundo moderno, entre ellos el avance tecnológico y el pluralismo cultural,
ideológico y religioso característico de nuestra época, desechando los amargos
lamentos de aquellos a quienes llamó “profetas de calamidades”.
143
EL CONCILIO VATICANO II
(1962-1965)
VISIÓN DE LA REALIDAD
El contexto internacional coincide con el propio del pontificado de Juan XXIII que ya
hemos descrito antes. Sólo querríamos destacar que el Concilio se inicia en un clima de
creciente toma de conciencia de las desigualdades entre países ricos y países pobres.
Gaudium et Spes afirmará con amargura que los pueblos hambrientos interpelan hoy
con acento dramático a los pueblos opulentos (No.9), expresando así una dramática
situación, un signo de los tiempos, que desafía el espíritu solidario de la humanidad.
Hay que destacar, además, el portentoso avance de los medios de comunicación social
que permitió que los actos más importantes del Concilio llegaran por medio de la
televisión prácticamente a todo el universo.
EL PONTIFICADO DE PABLO VI
(1963-1978)
VISIÓN DE LA REALIDAD
Juan Bautista Montini, Cardenal Obispo de Milán, fue coronado Papa el 29 de junio de
1963. Uno de los líderes del Concilio, el cardenal belga Leo Suenens, dirigiéndose a los
padres conciliares, expresaba el reconocimiento de los padres conciliares a la persona
del nuevo Papa:
En efecto, Pablo VI continuó la obra iniciada por Juan XXIII y el Concilio en un clima
intraeclesial de gran ebullición. Por doquier surgieron grupos contestatarios de laicos y
clérigos. En América Latina, en particular, dichos grupos manifestaron su abierta
simpatía por el análisis marxista y sus estrategias de lucha y la sociedad socialista a la
que se llegaría, mediante un proceso de revolución social, emergió como la gran
inspiración de muchos cristianos. La revolución cubana (1959) ejercía en notable efecto
de demostración en buena medida gracias a líderes de gran carisma como Fidel Castro
y el Che Guevara, que prometían romper definitivamente con la dependencia social,
política, económica y cultural, vista en aquella época como la causa del subdesarrollo y
la miseria del continente.
144
América Latina tomaba conciencia y afirmaba su propia identidad. Este proceso es
claramente visible en la literatura, las ciencias sociales y también en los documentos de
la jerarquía regional y de las jerarquías locales. La II Conferencia General
Latinoamericana celebrada en Medellín (1968), marca un hito histórico. Por primera vez
los obispos de todo el continente denunciaban la situación ignominiosa de los pobres de
esta parte del mundo.
Poco antes que se realizara Medellín, el sacerdote peruano Gustavo Gutiérrez había
pronunciado en Chimbote una conferencia titulada Hacia una Teología de la Liberación,
ante una audiencia de sacerdotes contestatarios organizados en el grupo ONIS (Oficina
Nacional de Investigación Social), en la que planteaba una nueva forma de hacer
teología desde América Latina y el compromiso (praxis) con los pobres del continente.
A todo lo anterior hay que sumar la crisis de identidad de sacerdotes y religiosos que en
número impresionante solicitaban su reducción al esto laical, la disminución de las
vocaciones y el porfiado avance del proceso de descristianización en Europa
occidental, incluso en países de rica y antigua tradición católica como Francia y
España.
Impactado por el drama de una humanidad que en forma creciente rechazaba a Dios,
optando por el ateísmo, Pablo VI dirá: El mundo está enfermo.
Todo el dolor que debió padecer no le impidió iniciar una profunda reforma en la Curia
Romana, internacionalizándola y fortaleciendo la autoridad de los obispos, como lo
testimonian los sínodos que regularmente se han reunido en Roma para abordar temas
vitales para la Iglesia y entregar proposiciones al Pastor universal. La exhortación
apostólica Evangelli Nuntiandi (1975) que tanto ha iluminado y continuará iluminando a
la Iglesia es, en buena medida, el fruto de los trabajos sinodales.
VISIÓN DE LA REALIDAD
La situación de América Latina será descrita en el capítulo IV. Aquí queremos resaltar
algunos hechos que han tenido mayor repercusión en la enseñanza social propuesta
por el Papa Juan Pablo II.
145
Hijo de un pueblo que ha debido luchar durante toda su historia por conservar su
integridad territorial y su identidad cultural y religiosa, karol Wojtyla, que había nacido
en 1920, mientras cursaba el primer año de universidad trabajo para escapar a la
deportación. Lo hizo en la industria química Sogway, en una planta de productos
químicos desde septiembre de 1940 hasta el mes de agosta de 1944. Su aprecio por
esta experiencia de haber sido obrero manual es tal, que él mismo dice que le confiere
más valor que a un doctorado.
Las horrendas violaciones a los derechos humanos de que fue testigo tienen un
símbolo imperecedero: el campo de exterminio de Ausschwitz muy próximo a su ciudad,
Cracovia, en el cual fueron exterminados con la tecnología más sofisticada de la época,
tres millones de seres humanos, en su mayoría judíos.
Terminada la guerra y con ayuda de la Unión Soviética que mantuvo varias divisiones
de soldados en suelo polaco, el partido comunista se adueñó del poder político y
económico e intentó –sin éxito- además, imponer su sistema cultural.
Los derechos del hombre son una parte esencial de la condición humana y Dios,
haciéndose hombre ha confirmado la dignidad del ser humano. Es por esto que
no pueden ser arbitrariamente limitados. Nadie puede decir: ustedes son
beneficiarios de estos derechos, porque pertenecen a tal o cual nación, raza,
clase o partido (…). Cada hombre tiene derecho a una promoción social en el
marco de su comunidad.
Cuando hacía sólo dos años que había sido elegido Papa, Lech Walesa había logrado
que el sindicato Solidaridad agrupara a 10.000.000 de trabajadores polacos dispuestos
a luchar por sus derechos hasta las últimas consecuencias la presión sobre el sistema
económico y político fue tan intolerable que en diciembre de 1981 sobrevino el golpe de
Estado, encabezado por el General Jarus. El sindicato Solidaridad fue proscrito y su
actividad continuó en la clandestinidad.
146
Por la importancia de este acontecimiento, sin duda el mayor signo de los tiempos de
este último cuarto de siglo, citamos ampliamente el comentario del cientista político
Fabián Pressacco en la publicación de ILADES, Laborem Exercens, Sollicitudo Rei
Socialis, Centesimus Annus. Versión completa comentada. Págs. 309-310, No. (A):
Hungría fue el país que más tempranamente inició el camino de las reformas. En 1989,
el partido obrero socialista húngaro aprobó el multipartidismo y se transformó en el
partido socialista de Hungría. Luego de aprobarse la democracia parlamentaria (10/89),
se convocó a elecciones libres para el 25 de marzo de 1990 donde triunfó el partido
Foro Democrático.
Juan Pablo II conoce muy bien la situación de nuestros países latinoamericanos gracias
a sus frecuentes visitas y nos llama cariñosamente el Continente de la Esperanza. La
puesta en práctica de la Doctrina Social de la Iglesia nos ayudaría mucho a hacer de
esta esperanza una realidad.
148
IV. BIBLIOGRAFÍA
Ø BENEDICTO XVI, Deus Caritas est, Editrice, Roma, 2005.
Ø BIGO, P., Iglesia y mundo en diálogo, Instituto Católico Estudios Sociales,
Barcelona,1976
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Social de la Iglesia, España Sociedad salesiana, Madrid, 1998.
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Iglesia, Madrid, BAC, 2005
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Ø TOKARSKI, I., Ética Social Cristiana, Cochabamba, 2002
Ø VV. AA.: Los laicos y la vida perfecta, Herder, Barcelona, 1965
Ø VV. AA.: Introducción a la Doctrina Social de la Iglesia, Sociedad Salesiana,
Madrid, 1998
Ø Pontificio Consejo "Justicia y paz": Compendio de la doctrina social de la Iglesia,
BAC, Madrid, 2005
PÁGINAS WEBS
www.aciprensa.com
www.churchforum.org
www.paracatequistas.com
www.mercaba.org
www.es.catholic.net
www.encuentra.com
www.Iglesia.org
www.corazones.org
www.eglesia.org
www.devociones.org
www.vatican.va
149
V. GLOSARIO TERMINOLÓGICO
Bien común 1. Es el fin al que debe tender toda autoridad y consiste en defender los
derechos y deberes de la persona humana. Es “el conjunto de aquellas condiciones
sociales que permiten y favorecen en los seres humanos el desarrollo integral de su
persona” (Mater et magistra, No. 65; Pacem in terris, No. 58; Gaudium et spes, No. 74;
Centesimus annus, No. 48). 2. Es la finalidad de la comunidad política y tiene tres
elementos esenciales que la conforman: “el respeto y la promoción de la dignidad y de
los derechos fundamentales de la persona humana”, “la promoción y desarrollo de los
bienes espirituales y materiales”, “la paz y la seguridad del grupo y de sus miembros”.
Ciudadanía Condición jurídica del nacional de un país que determina, por una parte, su
obediencia a la autoridad del Estado al que pertenece y, por otra, el libre ejercicio de los
derechos y privilegios que éste le otorga, fundamentalmente de carácter político. La
ciudadanía se otorga a los nacionales al llegar a la mayoría de edad para poder elegir y
ser elegidos en los cargos de autoridad y mando. Los deberes del ciudadano entrañan
el cumplimiento de las leyes vigentes.
Control Social es el derecho que tiene la sociedad civil para conocer las políticas
públicas, planes y programas y para hacer seguimiento y evaluación, tanto de la
implementación como de los resultados e impactos, asimismo de velar porque los
procesos participativos en la definición de esas políticas se cumplan. Acceder a
información y documentación sobre la administración de entidades estatales.
Cultura política 1. Más que un concepto, es una forma o categoría de análisis que
permite comprender la manera como la población percibe, organiza y procesa su
150
entorno político a través del tiempo y el contexto específico donde se construye y
desarrolla. Como conjunto de ideas, valores, concepciones, creencias, sentimientos,
actitudes e instituciones, orienta el ámbito político y es compartida por un grupo
humano dentro de un territorio y una historia específica, la cual definen la forma de
organizarse y de funcionar para garantizar el desarrollo de las personas y del grupo. 2.
Estado de derecho El término “estado de derecho” fue acuñado por Von Mohl en 1832
y aquella forma de Estado caracterizada por la subordinación de todos los órganos y
poderes del mismo a la Constitución, como ley suprema, en cuanto que reconocedora y
garante de los principios y valores democráticos y de los derechos humanos como
derechos fundamentales. Estado en el que el derecho regula, no sólo las actividades de
los particulares, sino también las de los órganos públicos del poder.
Fondo Monetario Internacional (FMI) constituye una sociedad de países, que aportan
capitales con el propósito de constituir un fondo que apoye a los países que tienen
dificultades para cubrir sus pagos de deuda y que vela por la estabilidad
macroeconómica: Tasas sostenibles de inflación y de endeudamiento.
152
Gobierno Del latín gobernium: el que controla el timón de la nave. En sentido estrecho
indica las funciones ejecutivas y administrativas del poder; en sentido amplio indica todo
el sistema de poder de un país. Conjunto de órganos a los que se hace entrega de la
dirección de un país y, de manera especial, es el órgano supremo al cual todos los
otros están subordinados, y que puede ser una persona o un grupo de personas. Es la
concreción de instituciones y personas que ejercen el poder del Estado. Conjunto de las
personas que ejercen el poder político, es decir que determinan la orientación política
de una cierta sociedad. Otra acepción del término gobierno es la que no indica
solamente un conjunto de personas que detentan el poder, sino el conjunto de los
órganos (poderes legislativo, ejecutivo y judicial) a los que institucionalmente les está
confiado el ejercicio del poder.
Nación 1. Una comunidad relativamente numerosa que tiene rasgos de unidad por la
raza, lengua, tradición, hábitos y costumbres, con un pasado y un futuro histórico. 2. En
otro sentido, se refiere al conjunto de individuos reunidos por un mismo gobierno y bajo
una ley común. La nación, un término de difícil definición exacta, normalmente es
concebido como un grupo de seres humanos unidos por un vínculo natural y que, en
razón de este vínculo, constituye la base necesaria para la organización del poder
político en la forma del estado nacional. 3. Otra aproximación a una definición de nación
consiste en descubrir el modo en que la presencia de la identidad nacional se
153
manifiesta en el comportamiento observable de los individuos, es decir en identificar un
comportamiento nacional, entendiéndose además la nación como ideología.
Opinión pública 1. Hasta finales del siglo XVIII se acuñó pro primera vez el término
opinión pública. “Es un proceso comunicativo mediante el cual los ciudadanos se
interesan sobre un hecho, forman juicios y se expresan sobre determinado asunto”. Una
opinión sobre lo público es aquella que se remite o refiere a un hecho que es visible por
todos, es decir, que es de todos, que todos lo conocen, se apropian de él, y pueden
opinar al respecto. Es un asunto sobre le cual la atención de la mayoría de los
ciudadanos se encuentra centrada. Por lo tanto es un hecho social que tiene como
rasgo fundamental el ser compartido por una mayoría considerable de personas. 2. Los
espacios donde ocurren los procesos de formación de la opinión pública son: los
espacios de comunicación interpersonales donde las personas conversan e
intercambian opiniones y los medios de comunicación masiva que se han convertido
hoy en el factor decisivo. La materia prima de cualquier proceso de opinión es la
información y ésta la suministra los medios; de ahí la gran responsabilidad que tienen
en la formación de la opinión pública. Los medios tienen la tarea de informar
debidamente a los ciudadanos para que al momento de tomar las determinaciones
tengan un control y responsabilidad sobre sus propias decisiones. La opinión pública
puede ayudar a generar cambios en la población y crear consciencia sobre los desafíos
que la sociedad debe afrontar. Una sociedad libre necesita una esfera de opinión
pública, autónoma con respecto al Estado, dispuesta a deliberar de forma amplia sobre
los problemas comunes. Recordemos que Kant urgía la creación de una esfera en la
que los ciudadanos ilustrados debían hacer “uso público de la razón”.
Participación 1. Proviene del latín participare que significa tomar parte en forma activa
y responsable en el proceso de toma de decisiones que tienden al bien social y
personal. 2. Es capacidad de representación de lo público por parte de actores sociales
y políticos. Es una forma de intervención social que permite alas personas reconocerse
como actores que, al compartir una situación determinada, tienen la oportunidad de
identificarse a partir de intereses, expectativas y demandas comunes y que están en
capacidad de traducirlas en formas de actuación colectiva con una cierta autonomía
frente a otros actores sociales y políticos.
Participación política 1. Derecho que un ciudadano tiene a llevar a cabo una serie de
actos libres mediante los cuales interviene en las actividades políticas (el acto del voto,
la participación en un partido político y movimientos, entre otros). 2. La participación
política es aquel conjunto de actos, actitudes y posibilidades dirigidos a influir de
manera más o menos directa y más o menos legal sobre las decisiones de los
detentadores del poder en el sistema político o en cada una de las organizaciones
154
políticas, así como en su misma selección, con vistas a conservar o modificar la
estructura (y por lo tanto los valores) del sistema de intereses dominantes. 3. Es la
intervención de los ciudadanos a través de ciertos instrumentos (mecanismos de
participación, por ejemplo) para lograr la materialización de los intereses compartidos
de una comunidad política. El contexto en el que se da esta participación es el de
relaciones entre la sociedad civil y el Estado. 4. Es también, cualquier tipo de acción
realizada por un individuo o grupo con el fin de incidir en una u otra medida en los
asuntos públicos. La participación política es un modelo compuesto por cuatro factores:
actividades en campañas políticas, actividades comunitarias, contactos con la
administración y el voto. Los tipos de participación política son convencionales
(instancias animadas por el poder constituido) y no convencionales (unas veces se
mueve dentro de la legalidad y, otras veces, se enfrenta abiertamente a ella de forma
violenta o no violenta).
Subempleo Acceder a una fuente de empleo o trabajo que por su remuneración o por
su cantidad de horas es insuficiente para vivir en condiciones adecuadas
Subsidiariedad es el principio que el Estado debe ayudar a los miembros del cuerpo
social, sean personas o entidades, pero sin impedirles que haga lo que pueden realizar
por sí mismos.
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