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ANTHONY Payne Y NICOLA PHILLIPS DESARROLLO Traducci6n de M.* Teresa Casado ALIANZA EDITORIAL 74 DESARROLLO niido en estas paginas por la necesidad de reaccionar a alguna otra cosa, es decir, al desarrollo temprano de los primeros paises que se desarrollaron. Pero esta expresién capta, no obstante, la esencia de lo que ha impulsado este cuerpo de teor‘a. Hemos distinguido entre las versiones nacionalistas y comunistas del enfoque central, aunque hay que admitir antes de nada que muchas de las variantes comunistas fueron de inspiracién tan profundamente nacionalista como las versiones fundamentales de la teorfa del alcance. Tal vez no sea sorprendenic, dada la naturaleza del objetivo subyacente, que casi todas las contribuciones teéricas que hemos examinado vinieran de la mano de hombres de mundo mds que de académicos © intelectuales per se. Listes la tinica excepcidn, porque participé cn la politica formal. De forma caracteristca, as teorias del alean- ce del desarrollo tuvieron una orientacién préctica. Buscaban no tanto la explicacién del desarrollo como llevarlo a cabo, preferible- ‘mente en muy poco tiempo. ‘Terminamos aqui con esa parte de la historia que no aparece en Ja mayorfa de los relatos historicos de la evolucién de la teoria del desarrollo, Hasta ahora nos hemos centrado en cl pensamiento so- bre el desarrollo en relacién con el desarrollo de lo que después de 1945 vendria a lamarse «Primer Mundo» y «Segundo Mundo», es decir, los paises capitalistas de «Occidente» y los principales palses comunistas del «Este», respectivamente. En el siguiente capitulo procedemos a considerar el periodo posterior a 1945, durante el cual la teorfa del desarrollo empieza a considerarse un campo de estudio por derecho propio y la atencién se centra en la dificil si- tuacién del llamado «Tercer Mundo», iii CAPITULO 3 TEORIAS DE LA EDAD DE ORO Como ya hemos indicado, la teorfa del desarrollo adquirié un legitimo reconocimiento después de 1945. El declive del colo- nialismo europeo al término de la Segunda Guerra Mundial y la consecuente creacién de varios Estados nuevos en Africa y Asia suscitaron unos problemas politicos, sociales y econémicos en tun creciente mtimero de paises generalmente pobres que propor- cionaron un campo rico y atractive de investigacién intelectual. También se convirtié en un negocio atendido por un pufiado de nuevos consejeros, experts y especialistas en politica empresarial. Lo que confirié relevancia politica a estos nuevos uestudios del desarrollo» fue su proclamado enfoque sobre un «Tercer Mundo» atrapado entre las propuestas rivales de un «Primer Mundo» ca- pitalista y un «Segundo Mundo» comunista y los muy diferentes caminos para el desarrollo que postulaban como alternativas. Los nuevos «paises en vias de desarrollo» se encontraron atrapados en una batalla por la direccién histérica y se vieron sometidos a presiones y exigencias procedentes de los dos frentes de la Guerra 76 DESARROLLO Fria. Los estudios del desarrollo se convirtieron efectivamente en estudios del Tercer Mundo, un terreno marcado por el choque entre dos grandes cuerpos de pensamiento diferentes conocidos como la «teoria de la modernizaciéne y la eteorfa del subdesarro- llo»: Es abt donde suelen empezar los libros sobre el desarrollo y 5 as{ como se conciben sus primeros capiculos. El presente capitulo también se ocuparé de este campo, con cierto detalle, porque offece indudablemente una clave enrique cedora e interesante para el estudio del pensamiento sobre el desarrollo. Pero desde el principio hemos adoptado una pers- pectiva més general y duradera de los origenes de este complejo concepto y no es nuestro deseo separar el «Tercer Mundo» del debate general, ni siquiera en el momento en que este grupo de paises entr6 en el escenario central en ese debate por primera vex. La cuestién que a menudo se ha ignorado en las explica- ciones més convencionales es que la ostensible rivalidad entre la teorfa de la modernizacién y la teoria del subdesarrollo tuvo lugar en el contexto de una fase histérica particular del desarro- Ilo de la economta politica global. Esta se caracteriza por el final de la guerra mundial y el principio de un periodo de treinta afios de crecimiento acelerado y aparentemente exento de pro- blemas en todas las economfas centrales del mundo capitalista. Era como si el «Primer Mundo» hubiera logrado de algin modo dominar las eéenicas del desarrollo capitalista. Eric Hobsbawm (1994) describiria posteriormente esos afios, con una expresién muy acertada, como la «Edad de Oro». Asi, en este caplculo em- pezamos nuestro andlisis de las teorfas de la modernizacién y el subdesarrollo con un estudio de la teorfa del desarrollo que pre- dominé en el periodo inmediatamente posterior a 1945. Este nuevo modo de pensamiento econdmico sirvié de fundamento para todo el debate que surgié sobre el desarrollo del «Tercer Mundo» y requiere una comprensién inicial antes de proceder a analizarlo en detalle. Por consiguiente, podemos conceptuar todas estas ideas entrelazadas como tcorias del desarrollo de la Edad de Oro. TEORIAS DELAEDAD DEORO. 77 Teorta del crecimiento El cuerpo de teorla del crecimiento que surgié al término della Segun- dda Guerra Mundial arraiga en la revolucién general en la teorfa eco- némica liderada por John Maynard Keynes en la década de 1930. En esa década la ortodoxia econdmica vino a basarse en Ia obra de los llamados tedricos neoclisicos del equilibrio como W. S. Jevons, Alfced Marshall, Léon Walras y Wilfredo Pareto. Eran los Iideres y los beneficiarios de la crevolucién marginalista» de la segunda mitad del siglo xix por la que las perspectivas macroeconémicas predominantes de la economia politica clésica fueron reemplaza- das por un nuevo paradigma caracterizado por los céleulos cada ‘vex més abstractos, algebraicos de hecho, de la utilidad marginal de las diferentes opciones econdmicas en condiciones de supuesta cescasez (Blaug, 1986). Mantenian que, incluso en condiciones de depresién grave, los empleadores contratarfan mds trabajo cuando su precio alcanzara un punto lo suficientemente bajo, arguyendo {que el mercado, si se dejaba a su propio albur, siempre terminaria por restaurar el equilibrio. El crecimiento simplemente no era un problema para la tradicién neoclésica, lo que indujo a Blomstrém y Hertne a desechar toda esta escuela de pensamiento por ser «me- ramente un paréntesis» en la historia de la teorfa del desarrollo (Blomstrim y Hettne, 1984: 12). Keynes abord6 la cuestién desde la ortodoxia prevaleciente, sefialando que las economéas podrian moverse hacia lo que él Ila- maba un equilibrio de depresién en el que los diversos factores de produccién no se explotaban de forma éptima, En su Teoréa general del empleo, el interés y el dinero (1936), mostr6 que la de- ‘manda agregada de bienes y servicios en una economia, impulsa- da conjuntamente por el consumo y la inversién, era la clave que determinaba el nivel de empleo. De los dos componentes de la demanda, la inversién era el més importante, porque nutria con iis eficacia todos los sectores econémicos generando un efecto multiplicador» que provocaba la expansién de toda la economia. Para Keynes era crucial que el Estado pudiera actuar para fomentar 78 DESARROLLO [a inversién manipulando los tipos de interés ¢ incluso dedicarse a gastar con deficit durante una depresién con el fin de mantener la marcha de la actividad econémica. En una célebre frase suya, afirmé que enterrar billewes de banco en viejas minas y pagar a cm- presas privadas para que los desenterraran era mejor que nada si el objetivo primordial era reducir el desempleo, Las ideas de Keynes sirvieron de hecho para volver a legitimar el papel de la regulacién yl planificacién estatal en el funcionamiento de las economas ca- pitalistas. Transformaron el pensamiento econdmico en el mundo del libre mercado (Ormerod, 1994) y fueron adoptadas con éxito y ampliamente por muchos gobiernos occidencales (de todas las tendencias poltticas) en los aos posteriores a 1945. Keynes fue sin duda el padre fundador de la Edad de Oro, Como hemos visto, a Keynes le interesaban fundamentalmen- te los problemas a corto plazo de la estabilizacién en tiempos de depresién y altas tasas de desempleo —no se centré explicitamen- te en cuestiones de largo plazo como el crecimiento y el desarro- Ilo. Sin embargo, otros economistas intentaron inspirarse en sus ideas para diseftar politicas que mantuvieran el pleno empleo en las nuevas democracias sociales de posguerra que habian surgido en Occidente. En economia, este movimiento dio en Ilamarse «la dindmica keynesianay, y desembocé, explicitamente, en la teoria del crecimiento. Sus principales progenitores fueron Roy Harrod, tun economista briténico de la Universidad de Cambridge autor inter alia de una biografia de Keynes, y Evsey Domar, un economista estadounidense de la Universidad de Brandeis. Aunque trabajaron de forma independiente uno de otxo y desde premisas ligeramen- te diferentes, desarrollaron una steor‘a dindmica» del crecimiento basada en la relacién entre los ahorros, la inversién y la produccién (Harrod, 1939; Domar, 1947). El modelo resultante Harrod-Do- ‘mar devino posteriormente «muy elaborado y a menudo esotérico» (Brookfield, 1975: 30), pero en su micleo residfa una proposicién, considerablemente simplista, En esencia, su argumento cra que cl crecimiento econémico requerfa un incremento de la tasa nacional planificada de ahorro para generar una inversién de capital extra ‘THORIAS DE LA EDAD DE.ORO 79 que condujera al aumento de la produccién. Como la propensién marginal al ahorro presumiblemente aumentaba a medida que lo hacfan los niveles de ingresos, crefan que el crecimiento econémi- o, una ver iniciado, se automantendria, El modelo resulté teil en el contexto de la teorfa econdémica del momento y sobrevivié con enmiendas en la década de 1950, cuando otro economista estado- tunidense, Robert Solow (1956), presenté una versién revisada que desafié el supuesto de que siempre se necesitaba la misma cantidad de capital para generar una magnitud de produccién dada, e intro- dujo asi la nocién del progreso tecnolégico como otro impulsor, quizds mejor, del crecimiento a largo plazo. La teorla del crecimiento fue, en primera instancia, un pro- ducto de la economia del «Primer Mundo». Sin embargo, dado que a finales de los afios cuarenta y principios de los cincuenta la mayoria de los economistas seguian crcyendo en una umonoeco- nomia» capaz de ser aplicada por igual a los paises wdesarrollados» y a los pafses «en vias de desarrollo», apenas sorprendié que los postulados clave de la teoria del crecimiento se trasladaran a ese reciente cuerpo de anilisis que intentaba comprender y abordar Jas circunstancias econémicas en las que se encontraban los nuevos paises ex coloniales. En efecto, como Bjérn Hettne ha sefialado, el problema econémico basico al que se enfrentaban esos paises se concibié en su momento precisamente en esos términos, a sa- ber, «cémo librarse de las cadenas que les impedian avanzar en el camino del crecimiento, simbolizado mateméticamente en el modelo Harrod-Domar» (Hettne, 1995: 42). Por consiguiente, los principios bsicos de la teoria del crecimiento los adoptaron inme- diatamente paises ambiciosos del «Tercer Mundo» como India, y en 1951 un grupo de expertos los desarrollé directamente en un informe para las Naciones Unidas titulado Measures for the Eco- nomic Development of Underdeveloped Countries. Se les pidié que bbuscaran politicas para reduc el desempleo y el subempleo en los paises de reciente independencia, pero redefinieron su tarea como tun cometido fundamentalmente relacionado con ela economia del desarrollo més que... con el desempleo» (Naciones Unidas, 1951: 80 DESARROLLO 9). Con sus recomendaciones, se adhirieron principalmente al es- piri keynesiano de su tiempo: reconocieron el papel central del Estado en la ingenier‘a del desarrollo, suscribieron la defensa del aumento de las tasas de ahorro y admitieron la necesidad de que los expertos iniciaran y dirigieran la planificacién de la economia. La rarea de trasladar con éxito la teorfa del crecimiento al estu- dio del desarrollo le fue asignada fundamentalmente a W. Arthur Lewis, un economista caribefio de la pequefa isla de Santa Lucia. Formé parte del grupo de expertos de la ONU mencionado antes y escribio un articulo académico muy influyente en el que expresé Ta cuesti6n central en términos clésicos: El problema central en la teoria del desarrollo econémico es compren- der el proceso por medio del cual una comunidad que ahorra invierte entre un 4 5 por ciento de su renta nacional o menos se convierte en tuna economia en la que el ahorro voluntario alcanaa entre el 12 y el 15, por ciento de larenta nacional o més (Lewis, 1954: 155). Examinando la naturaleza de un pais tipicamente subdesarrolla- do, identificé dos sectores: uno capitalista y el otto tradicional. El primero eta dindmico y reinvertia las ganancias que generaba y, pot lo general, impulsaba la economia; el segundo no ahorraba y actuaba sélo para mantener su condicién, En tal situacidn, la clave del crecimiento en el sector capitalista era absorber todo el trabajo excedente que existia en el sector tradicional, después de lo cual empezarfa a dominar la economia y el crecimiento se automan- tendrfa, Lewis enseguida desarrollé este oélebre andlisis en un libro suyo llamado The Theory of Economic Growth (1955). Esta obra no cra especialmente original en términos de contenido, porque rei- teraba la estrecha conexién entre el crecimiento, el conocimiento tecnolégico y la necesidad de incrementar la cantidad de capital disponible. Sin embargo, como un comentarista sefialé acertada- ‘mente, sf sirvié para sintetizar de forma convincente «temas de economfa politica clésica, material inspirado en la teoria del creci- miento econémico influida por Keynes y material cientifico-social TBORIAS DELA EDAD DEORO 8 ¢ histérico-descriptivo relacionado con la condicién de los paises subdesarrollados» (Preston, 1996: 166) y, al hacerlo, describié un nuevo campo que a mediados de los cincuenta se pudo llamar acer- tadamente «econom(a del desarrollo» (Meier y Scers, 1984). Las metéforas caracteristicas de esos afios eran las referidas a paises «atrapados», xen un cuello de botella» o «en un circulo vi- cioso», con la poderosa implicacién de que, si de alguna manera podian climinarse o invertirse esas situaciones, bien por medio de tuna direccién interna, bien con apoyo externo, entonces el creci- miento se iniciaria y proseguitia de forma unilineal y continuada hasta que se obtuviera suficiente fuerza y se hiciera autosostenido. En un anilisis de las perspectivas de industrializacién en su propia regién, las Indias Occidencales, Lewis incluso usé la analogfa, poco adecuada a esa parte del mundo, de la bola de nieve. La idea, decfa, era hacer rodar tu bola de nieve hasta la cima de la montafia, lo que requeria un esfuerzo inicial considerable; sin duda era dificil levarla, pero, una vez arriba, la bola engrosarfa a medida que ba- jata por su propio peso (Lewis, 1950). Otros analistas, como P. N. Roscnstcin-Rodan (1943, 1961), expresaron incluso més explicita- mente la necesidad de un «fuerte empujén» en la forma de un pro- ‘grama de inversién inicial masiva diseftado para reducir costes por medio del crecimiento simulténeo de varias industrias, pero de una forma no diferente. Y de forma no muy distinta, Albert Hirschman (1958) defendié un crecimiento «desequilibrado» que se centrara en esos sectores de la economia que tenfan el mayor potencial para asi eludir la constriccién de la escaser de recursos empresariales. La primera «economia del desarrollo» se fundamenté firmemente en el supuesto de que el problema del desarrollo era andlogo al equi- librio de bajo nivel o depresién que identified Keynes en los afios treinta y en Ia expectativa de que en general podria eresolverse> dela ‘misma manera en que la econom(a keynesiana habfa posibilitado el crecimiento en el Occidente capitalista industrializado. La nocién de que los factores estructurales podian representar un papel signi- ficativo a la hora de explicas, y limitas, a economia del desarrollo no se tuvo en cuenta. Ese argumento procedié de Latinoamérica, 82 DESARROLLO no de América del Norte, y lo retomaremos més adelante cuando ‘nos centremos directamente en la teoria del subdesarrollo. Teoria de la modernizacion Permanecemos de momento en el terreno de la corriente principal y procedemos a considerar las muchas respuestas que empezaron a darse a las cada vez més obvias limitaciones de la primera econo- mia del desarrollo basada fundamentalmente en los mecanismos de creacidn de capital. A medida que aparecfan vatiables cada vez sis diversas para afirmar su relevancia en el andlisis de los proble- mas econémicos, socidlogos, psicélogos, antropdlogos, politélogos y otros especialstas entraron en el debate, y el desartollo se perfilé como un nuevo campo de investigacién independiente ¢ interdis- ciplinar en una comunidad académica en expansién. La atencién a estos problemas fue mayor en los Estados Unidos, estimulada por eladvenimiento de la Guerra Fria y la obvia televancia de eganarse» al nuevo «mundo en desarrollo» para obtener un buen resultado en ese conflicto politico existencial. El presidente estadouniden- se Harry Truman lo expresé con absoluta claridad en su discurso inaugural de enero de 1949, cuando anuncié un «pacto democré- tico justo» para el mundo entero, profesando su creencia optimista de que la prosperidad llegaria egota a gota» de forma natural a los paisesy regiones del mundo mds pobres, pero prometiendo también la provisidn de ayuda estadounidense al desarrollo para respaldar el proceso Durante las dos décadas posteriores a a Seguinda Guerra Mundial los cientificos sociales estadounidenses y sus estudiantes graduados disfrutaron del apoyo generoso de agencias privadas y gubernamentales para ir a Aftica, Asia y Latinoamérica con el fin de estudiar los graves problemas de la pobreza, la inestabilidad y el cambio que sin duda se daban en esas regiones en los afios de 1a inmediata posguerra. Sus investigaciones estaban motivadas por su firme presuncién de que el desarrollo implicaba el trénsito del «Tercet Mundo» hacia el progreso, desde la tradicidn hasta la mo- ‘TEORIAS DELAEDAD DE.ORO 83 dernidad, por el mismo camino que habian seguido previamente los paises avanzados. Este proceso de imitacién se describié como «modernizacién», definida en un anilisis retrospective de Daniel Lerner —uno de los primeros y més destacados te6ricos de este tipo— como un «proceso de cambio social por medio del cual las sociedades menos desarrolladas adquirian caracteristicas distintivas de las sociedades mds desarrolladas» (Lerner, 1972: 386). Asi, el conjunto general de constructos teéricos que dieron forma a todos estos estudios llegé a conocerse como teorfa de la modernizacién. Retrospectivamente, el rasgo més sorprendente de esta literatu- sa.esel grado en que su esquema conceptual se construyé un tanto a ufia de caballo. Esto se explica porque en los Estados Unidos no haba tradicién de investigacidn sobre estas partes del mundo que pudiera guiar el disefio y la actividad de la investigacién; cuando sc investigaba, los hallazgos se tornaban muy sensibles a la realidad de condiciones y experiencias muy variadas (Shils, 1963). Ademas, Ja empresa de unificar el anilisis de regiones muy diferentes —con pasados, geografias y culturas muy distintos— en un tinico mar- o organizador consticuyé una empresa completamente novedosa y extraordinariamente ambiciosa. En estas circunstancias, como Dean Tipps ha sefalado, eno es sorprendente que los cientificos sociales dedicadosa estas tareasrecurrieran a las tradiciones intelec- tuales del pensamiento occidental sobre la naturaleza del cambio social» (Tipps, 1973: 200). Esto es ciertamente asf; no obstante, es muy importante comprender profundamente qué estaba suce- diendo, porque el reflejo instintivo de Tipps sirvié (de nuevo) para situar en el niicleo de este estallido de teoria sobre el desarrollo del «Tercer Mundo» una forma de pensar clave que ya se habia forjado en anilisis anteriores de la transicién occidental original hacia la modernidad. La inspiracién particular aqui no fue primor- dialmente econdmica, sino sociolégica. Y, como veremos, aunque la teorfa de la modernizacién llegé a madurar para convertirse en tun enfoque interdisciplinar del andliss del desarrollo, sigue siendo significative que naciera y partiera directamente de las preocupa- ciones de la sociologfa clasica (Harrison, 1988). 84 DESARROLLO Dentro de la tradicién sociolégica, los dos cuerpos de pensa- miento més influyentes como precursores fueron el evolucionismo social de los siglos xvi y xix y el furncionalismo estructural de mediados del siglo xx. En lo esencial, el evolucionismo planteaba la existencia de un proceso largo y gradual de cambio cultural y social marcado por un movimiento a través de fases que iban de lo ms simple a lo més complejo, de forma semejante al crecimiento biol6gico del organismo (Block, 1979)De forma tipica, esta tran- sicién se expresé mediante una dicotomia entre dos tipos ideales de sociedad como la que planteé sir Henry Sumner Maine entre esta- tus y contrato en materia legal, Herbert Spencer entte sociedades homogéneas y heterogéneas, Ferdinand Tonnies entre Gemeinschaft (comunidad) y Gesellschaft (asociacién), y Emile Durkheim entre solidaridad mecénica y orgdnica (véase Nisbet, 1969). En todos los «asos la progresién entre los dos polos reflejaba una creciente espe- izacién y diferenciacién. En comparacién con estos escritores, las distinciones analfticas de Weber son mucho mds claboradas y abarcan una serie mayor de sociedades hist6ricas, pero se ha afir- mado que también se centraban en un proceso de racionalizaciégn y desencanto que al menos vapuntaban implicitamente a la misma polaridad» (Larrain, 1989: 88), El funcionalismo estructural legé més tarde y preponderé en el pensamiento sociolégico en un grado extraordinario, sobre todo cen Estados Unidos a finales de los afios cuarenta y durante los cin- ‘cuenta, Este enfoque se asocia sobre todo a Talcott Parsons (1951), quien conscientemente se propuso reinterpretar a Weber. También se inspird explicitamente en la dicotomia Geimeinschafi-Gesellichaft de Ténnies para establecer por lo menos cinco wariables pauta» ‘que, para dl, describfan las estructuras tipicas ideales de las socie- dades «tradicionales» y «modernas»: neutralidad afectiva/afectivi- dad; adscripcidn/logro; especificidad funcional/difusividad funcio- nal; particularismo/universalismo; y colectivismo/individualismo. Parsons desarrollé estos térquinos de una forma bastante abstracta que no requiere mayor explicacién aqui. Lo importante es que, de acuerdo con los funcionalistas estructurales parsonianos, cada una TEORIAS DE LA EDAD DE.ORO 85 de ellas formaba una opcién dicotémica que los actores tenfan que elegir respecto de su orientacién de rol. Se consideraba que estas opciones acumulativas constitufan un sistema y eran las tinicas dis- ponibles. Desde la perspectiva funcionalista estructural, establecian, colectivamente los cambios conductuales bésicos que se producian. yy que, de hecho, tenfan que producirse en todos los casos en que una sociedad tradicional se transformaba en moderna. La primera teorfa de la modernizacién estuvo particularmen- te influida por esta herencia intelectual. Su primera aplicacién significativa al eTercer Mundo» aparecié a principios de los afios

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