Está en la página 1de 6

“No te amo”

Nuestra sociedad ha construido un ideario, por demás complejo, alrededor de la

idea del amor. La mayor parte de las películas hollywoodenses, incluyen una

trama de amor con una resolución positiva a favor de la vida en pareja. Todo

parece gritarnos que el amor es la receta para la felicidad.

Hoy quiero referirme a la manera en la que manejamos los rechazos amorosos.

El psicoanalista Gabriel Rolón dijo una vez en una entrevista televisiva que no

hay experiencia más semejante a la muerte, que el desamor. Y de hecho, para

ser una experiencia tan importante, uno se imagina que la sociedad debiera

prepararnos para dicha experiencia. Sin embargo existe un gran vacío simbólico

al respecto.

Lo que vemos en las novelas y películas es que a los buenos siempre les termina

yendo bien en el amor, y que la “Estrategia de afrontamiento” para las mujeres


es comer dulces y llorar, y para los hombres salir, emborracharse y acostarse

con otras mujeres.

De hecho, los amigos suelen estimular estos afrontamientos (algunos más

patológicos que otros). La barra siempre le dice a él que lo que necesita es “más

sexo”. A ella las amigas suelen culparla. Cada vez que una relación no funciona,

la culpa es de la mujer. Por esto, muchas mujeres deben llevar sus duelos en

soledad, teniendo un vínculo aunque sea con la comida.

El tema es que ningún padre o madre tampoco prepara a sus hijos para

enfrentar un corazón roto. En el libro “Qué hace la gente inteligente cuando

fracasa”, las autoras plantean una hipótesis interesante: el fracaso es el último

tabú. Si bien es un libro escrito en la década del ´90 y se refiere más que nada a

fracasos laborales, creo que toca una verdad importante.

Si bien en los últimos años nos hemos acostumbrado a los antihéroes como

Shrek y Fiona, el fracaso se ha vuelto algo obsceno para nuestra sociedad. De

hecho las redes sociales muestran gente que siempre está contenta y a la que le

va bien.

Tenemos muy pocas palabras para el fracaso. Y la vida amorosa no escapa de

este fenómeno. Existen muchos sentimientos de culpa, en especial en las

mujeres cuando una relación no funciona “¿Qué hice mal?”, llegan

preguntándonos al consultorio.
Si bien el hecho de que exista este mecanismo de culpa para poder observar y

hacerse cargo de las responsabilidades (es decir, puede que algo tengamos que

ver en que no nos elijan o no nos amen), es sano. Pensar que si hicimos las

cosas medianamente bien, nos va a ir bien, es pretender controlar lo

incontrolable.

Probablemente si nos hemos dedicado a herir al otro, si no lo hemos cuidado, si

hemos sido indiferentes a sus necesidades, de tratarse de una persona

medianamente sana, es probable que no nos elijan.

Pero también puede ocurrir que hayamos intentado con todo el corazón,

poniendo lo mejor, pactando, cuidando al otro y el otro, aún así, no nos elija.

Cuando Freud comenzó a analizar a sus histéricas, uno de sus objetivos era que

tuvieran una vida amorosa y sexual “normal”. De allí que muchos concurren a

terapia ilusionados con que si cambian lo suficiente alguien los elegirá como

pareja y permanecerán mucho tiempo (cuando no para siempre), con ella o él.

Y muchas veces están en lo cierto. Nuestros pacientes aprenden a ser más

creativos, más sueltos, menos reprimidos y más espontáneos. Algo que los

vuelve más seductores y “amables” (en el sentido de tener el potencial de ser

amados) o “elegibles”.
El punto es que la psicoterapia no ofrece ninguna garantía de que vamos a ser

elegidos por el otro. Nos vuelve personas más receptivas al afecto, más

reconciliadas con el propio deseo y capaces de vincularnos de maneras más

sanas. Pero eso no garantiza que alguien nos elija.

De hecho, en un mundo en el que las relaciones son cada día más enfermas y

mezquinas, ofrecer un amor sano, a veces puede tener como consecuencia no

ser elegidos. Así como hacer análisis es mucho más difícil que tomar drogas

para sentirse mejor, estar con una persona sana, requiere ciertos esfuerzos, que

no se precisan para estar con alguien enfermo.

Sé que esto último que dije puede ser algo difícil de entender, pero es así.

Conectar desde la patología, es mucho más fácil que conectar desde la salud.

Tener una relación horrible y que nos haga daño, es mucho más fácil que tener

una relación sana.


Entonces, ¿qué hacer cuando no nos eligen? Si bien los analistas no somos

demasiado proclives a los tips, creo que hay algunos principios desde el

psicoanálisis que nos permitirían preguntarnos y reflexionar.

1. Lo primero que sugeriría que alguien se preguntase cuando no es elegido

es: ¿Hasta qué punto soy responsable por esta no-elección del otro?

Existirán veces en las que hay algo de responsabilidad, y veces en las que

no.

2. En este caso, asumir que se puede perder aunque hayamos puesto lo mejor

de nosotros.

3. Luego, sugeriría tomar la decisión de cuidarse a lo largo de este proceso.

Permitir un duelo sano. De preferencia no “engancharse” inmediatamente

con alguien. Esto puede traer serias consecuencias tanto para nosotros

como sujetos, como para el vínculo en sí.

4. Intentar transitarlo acompañados de vínculos sanos, que nos escuchen, que

no nos juzguen, que nos respeten y no que nos señalen. Las personas que

tengamos alrededor nuestro en medio de un proceso de duelo,

determinarán la manera en la que lo atravesamos.

5. Atrevernos a sentir el dolor. Una de las mayores muestras de cobardía de

nuestro tiempo es no saber enfrentar el dolor. Evadirse con alcohol o

drogas. Asumámoslo: No nos aman, no nos eligieron. Duele. Pero es


preferible aceptarlo que negarlo. Transitar el dolor, hará que desaparezca.

Taparlo, lo eterniza.

6. Resistir la tentación del ruego. No volvernos “fans” de nuestros amados (las

personas narcisistas intentan ponernos en ese lugar). No humillarnos para

ser queridos. Si logramos “tener al amado” a cualquier precio, entraremos

en una relación cuasi violenta. Pero, en la mayoría de los casos, sólo

lograremos que el otro se desenamore más. Los ruegos no enamoran a

nadie. ¿Queremos que estén con nosotros por lástima?

7. Por último: Buscar ayuda si la necesitamos. Los psicólogos y los

psicoanalistas estamos allí para ayudar con este proceso. Le hacemos un

espacio al dolor desde el respeto y cobijamos esos sentimientos que arden

por dentro.

También podría gustarte