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32 Historia de la Argentina, 1916-1955 disposiciones legales y también de las précticas clectorales, que impedian la expresion de la voluntad de los ciudadanos o bien la distorsionaban. A grandes rasgos, entre 1880 y 1916, el andamiaje politico tuvo uno de sus centros en el Partido Autonomista Nacional (PAN), una agrupa- cién heterogénea, cercana a una alianza de agrupaciones provinciales reunidas alrededor de algunos dirigentes connotados, miembros en general de las clases mas acomodadas. El control de cada uno de los escenarios politicos constituido por las distintas provincias resultaba de- cisivo, ya que era alli donde se elegian los integrantes del Colegio Elec- toral encargado de seleccionar, entre los distintos candidatos, el que ocuparia la presidencia. Las elecciones solfan ser manejadas por el oficialismo a través de la intervencién de la policfa y otros cuerpos del estado, que impedian la concurrencia de opositores a las mesas elec- torales, asi como a través del fraude. Debe tenerse en cuenta que, por entonces, el voto era ptiblico y no obligatorio. Los gobernadores eran una pieza central en el modelo: los dirigentes de talla y visibilidad na- ciunal del PAN tenfan tras de sf a gobernadores aliados que constituian sus auténticos apoyos electorales. En mas de una ocasién fueron varios los candidatos, pero todo el sistema permitfa que el presidente y los go- bernadores tuvieran amplias posibilidades de controlar su sucesién. Los elencos de gobierno, y el personal politico relevante en general, se reclutaban entre la elite, vieja o nueva, provinciana o porteiia; en va- rias provincias, los gobiernos eran casi de familia: la politica era todavia un asunto de notables. Por estas vias, el sistema se volvia cerrado y capaz de garantizar, al menos en buena medida, su propia reproduccién sin mayores intromisiones externas, ni en el plano politico ni en el social. Estas caracteristicas fueron subrayadas por quienes vieron en estos go- biernos una expresién acabada del dominio oligarquico. Los modos de Ia politica (II): el noventa Durante una década, entre 1880 y 1890, no parecié posible la organiza- cién de una oposicién sélida a quienes, aun con conflictos, ocupaban el gobierno. Sin duda, los dirigentes excluidos del régimen tenfan objecio- nes acerca del estado de las cosas, pero la maquinaria montada se revelaba tan eficaz que desalentaba la actividad politica de los opositores. También la marcha de la economia acotaba los espacios para la critica y fortalecia ciertos consensos entre la elite en torno a los rumbos que se debian seguir. Pero, hacia 1890, la confluencia de varias circunstancias brind6 la oportu- La Argentina conservadora 33 nidad para que los descontentos intentaran un movimiento civico-militar, conocido como Revolucién del Parque, que impugné seriamente al “uni- cato” del presidente Miguel Judrez Celman y, mas ampliamente, al régi- men, denunciando la ausencia de comicios libres en raz6n del control del voto por parte del oficialismo. La libertad de sufragio fue uno de los recla- mos centrales, junto al de restauracién de la vigencia de la Constitucién Nacional, que los revolucionarios entendian conculcada. , ee ee ee el ee Fragmentos de la Proclama del Gobierno Revolucionario durante la Revolucion de 1890 El movimiento revolucionario no es la obra de un partido politico. Es esencialmente popular e impersonal. No obedece ni responde a las ambiciones de circulo ni hombre politico alguno. No derrocamos al gobierno para derrocar hombres y sustituirlos en el mando; lo democamns parque no existe en sui forma constitucional. | 0 darrocamas para devolverlo al pueblo, a fin de que el Pueblo lo reconstituya sobre la base de la dignidad nacional y con la dignidad de otros tiempos, destruyendo esta ominosa oligarqula de advenedizos que ha deshonrado ante propios y extrafios las instituciones de la Republica [...] El elegido para el mando serd el que triunfe en comicios libres. Documentos para la historia de la UCR, Buenos Aires, s/d, 1927. El movimiento tuvo lugar en momentos en que se agudizaba una cri- sis econdmica, cuyos primeros sintomas habian comenzado a manifes- tarse algtin tiempo antes, La escasa capacidad para la maniobra poli- tica que demostraron el presidente y los suyos, las disidencias dentro del propio PAN fomentadas por el estilo de aquel grupo y algunos epi sodios de corrupci6n resonantes contribuyeron a dar vuelo a los cri cos. Una oposicién muy amplia y heterogénea se agrupé en la Unién Civica de la Juventud, en 1889, y un afio més tarde se creé la Unién Ci- vica, que en julio de 1890 intentarfa el levantamiento armado. El mo- vimiento fue derrotado luego de algunos dias de combates en el cen- tro de Buenos Aires, pero Juarez Celman debié renunciar y asumié su vicepresidente, Carlos Pellegrini. La Revolucion de 1890 constituyo un movimiento en el que se identifi ¢aron elementos propios de la politica argentina del momento: sus di gentes formaban parte, en general, de las elites politicas y sociales, yla pers- pectiva ideolégica que dominaba los documentos producidos por los revo- lucionarios era la de un republicanismo civico liberal presente en la Argen- tina desde algunas décadas antes. También algunos catdlicos habian parti- cipado en la Uni6n Civica. Incluso el caracter de las acciones, en las que se mezclaban jefes militares y dirigentes civiles, soldados y milicias civicas, te- nian un tono francamente conocido. Al mismo tiempo, el movimiento exhibié rasgos que reflejaban los cambios que estaban teniendo lugar. Asi, la Revolucién del Parque terminé siendo la forja inicial de la Uni6n Civica Radical, al punto que en el imaginario partidario ese hecho es visto hasta hoy como el mitico acontecimiento inaugural; en el co- mienzo, aio tras aio, militantes y dirigentes, muchos de ellos también no- tables, homenajeaban a los muertos en el Parque en un rito de fuerte con- tenido identitario, que se celebraba ante el monumento ubicado en el cementerio de Recoleta. Tras disputas internas, realineamientos y ruptu- ras, la Unién Civica se dividié entre aquellos que, reunidos en torno al ex presidente Bartolomé Mitre, eran proclives al acuerdo con el oficialismo, y quienes se mostraban reacios a é1, acaudillados por Leandro N. Alem, que fundaron la Unién Civica Radical en 1891. Los radicales hicieron del reclamo por la libertad en los comicios una de sus consignas centrales. La creacién de la UCR ha sido entendida, en muchas ocasiones, como el episodio que marca la aparicién de un partido politico moderno en la Argentina. De acuerdo con un modelo extendido, un partido moderno es una agrupacién mis estable que las que se reunian exclusivamente en ocasion de las elecciones, con recursos independientes del estado, con un planteo programitico, aun bosquejado a trazos gruesos, y con reglas internas mas o menos formalizadas. Sin embargo, al menos en los prime- Tos anos, el radicalismo estuvo relativamente lejos de ser tal cosa. La cues- tion no sorprende: esos desajustes son habituales si se espera hallar aquel modelo en estado puro. Aun asi, andando el tiempo, la UCR se mostra- ria como una agrupacién politica perdurable, bastante mds cercana a la pauta moderna que sus adversarios mas importantes. Ademas, fue un actor principal de la politica argentina durante todo el siglo XX. EI radicalismo, que en principio combin6 la participacion electoral con la abstencién, intenté también la protesta armada en dos ocasiones: 1893 y 1905. En la primera, el movimiento estall6 en las provincias de Buenos Aires, San Luis y Santa Fe a fines de julio; luego, se produjeron movimientos en Tucuman y, nuevamente, en Santa Fe. En esta tltima provincia, colonos extranjeros participaron de las acciones armadas. En la provincia de Buenos Aires, los sublevados lograron instalar un go- bierne piovisuriv cn La Plata, pero finalmente tode cl movimiento fuc Argentina conservadora 35 derrotado, Entre 1896, cuando se suicidé Leandro N. Alem, y 1904, los organismos de direccién del partido practicamente no funcionaron; sin embargo, la organizacién radical se hacia mas amplia, en particular en la provincia de Buenos Aires, e Hipélito Yrigoyen alcanzaba un papel re- levante, transformandose en lider del partido. En 1905, volvié a produ- cirse un movimiento armado, también civico-militar y también derro- tao. En ambos casos, las consignas centrales de los sublevados aludian a la libertad de sufragio y a la honradez en la administracion. La UCR habia hecho de la Constitucién Nacional su propio programa, y en el partido se afianzaba la imagen que hacfa del radicalismo la expresin politica de la nacién misma, impedida de gobernarse dado que las elec- ciones no eran libres. De este modo, continuaba la objecién a la legitimi- dad del orden conservador, que se habfa hecho publica en 1890. DAMMAM MAMAMAMAMAMAAAaA ae La Uni6n Civica se fractura En julio de 1891, cuando comenzé el proceso que desembocé en la creacién formal de la Unién Civica Radical, el sector de la Unién Civica que se oponia al acuerdo con el oficialismo presenté un manifiesto. Los que siguen son fragmentos de ese texto. “Conciudadanos: el desarrollo de acontecimientos graves y precipitados en los Ultimos dias coloca al Comité Nacional de la Unién Civica en la necesidad de dirgir el presente manifiesto a sus correligionarios y a los pueblos de la repuiblica. [...] Una minoria del Comité Nacional, formada por los partidarios del acuerdo con la agrupacién dominante, acaba de romper la unidad de la Uni6n Civica [...]. La Unién Civica fue desde el principio la coalicién de los hombres de bien, vinculados para destruir el sistema de gobierno imperante que ha producido tan graves perturbaciones en la Republica. [...] La Union Civica no se formé alrededor de ninguna personalidad determinada, ni se propone como objetivo de su programa ni de sus ideales la exaitacion de un hombre al mando; ella debe destruir el funesto sistema de la opresion oficial, buscando el restablecimiento de las instituciones, la honradez gubernativa, la libertad de sufragio y el respeto a las autonomias de los municipios y de las provincias. [...] Las personalidades eminentes de su seno deben inciinarse ante ese programa y prestarle acatamiento [aunque] no lo entendieron asi los que a toda costa querian prociamer la candidatura del general Mitre.” Documentos para la historia de la UCR, Buenos Aires, 3/d, 1927. Mi 96 Historia de la Argentina, 1916-1955 En 1890 se habia producido otro acontecimiento que merece atencion: la conmemoraci6n en Buenos Aires y en otros lugares del pais del priv mer 1° de Mayo, una iniciativa que la Segunda Internacional, reunién. de los partidos obreros y socialistas recién fundada, lanzé6 a escala mun- dial. En aquella ocasién se reclamé, en Buenos Aires, la adopcién de medidas que protegieran al trabajador, como la jornada de ocho horas para los adultos y de seis para los menores, la prohibicién de que traba- jaran los menores de 14 aiios y el descanso dominical, entre otras. Tam- bién se exigié la participacin del estado en tareas de control e inspec cién de las condiciones y los lugares de trabajo. Unas 3000 personas se movilizaron ese dia, con una presencia extranjera importante. En la Argentina, los trabajadores habfan apelado a la huelga sectorial con anterioridad, aunque de manera esporadica, y a comienzos del si- glo XX convocaron a huelgas generales. La conmemoracién de 1890 recurrié a otra practica: la movilizacion callejera. Los trabajadores tam- bién habfan fundado sus propias asociaciones y los activistas comenza- ban a hacer circular sus publicaciones. Desde hacia tiempo, otro tipo de agrupaciones ~de las colectividades inmigrantes, por ejemplo- recu- rrian a procedimientos semejantes, que constitufan un modo de peti- cién y de presién al estado y de intervencion en los asuntos piblicos, con una dimensién politica evidente. En el caso del movimiento obrero, el tipo de reclamo planteado tenfa un sesgo social y econémico marcado; algunas corrientes con fuerte ascendiente entre los trabajado- res, entre las cuales se destacaba el anarquismo, se inclinaban a ver en el estado apenas un mecanismo de opresi6n utilizado por el capital, un enemigo s6lo capaz de reprimir, caracterizacién que contaba con evi- dencias en las que sostenerse. A su vez, los socialistas —otra de las co- rrientes de arraigo en el movimiento obrero- estaban en plena accién organizativa en aquellos aiios, creando agrupaciones locales y periédi- cos: en 1894 comenzé a aparecer La Vanguardia. En 1896, se fund6 for- malmente el Partido Socialista (PS). Desde el comienzo, el PS combiné la participacién electoral y la ac- tividad parlamentaria con la tarea de organizacién sindical que recla- maba su propia definicion como partido de clase. En 1904, Alfredo Palacios se transform6 en el primer diputado socialista, favorecido por una reforma electoral de 1902 que establecia el voto uninominal por circunscripcién; el mecanismo permitié su eleccién por el barrio portenio de La Boca. A su vez, los militantes sindicales intentaron la organizacion de una central a lo largo de los afios noventa. Asi, en 1901 se ued la Federation Obrera Argentina, luego wansformada en La Argentina conservadora 37 Federacién Obrera Regional Argentina, de estirpe anarquista, y en 1902, se fund6 otra central, la Unién General de Trabajadores, de orienta- ci6n socialista. Desde 1901, los trabajadores protagonizaron varias huel- gas generales, en un periodo de alta conflictividad social que se exten- deria hasta los afios del Centenario. DAMA MAAMAAAAAABAAAAM La voz del socialismo: el periddico La Vanguardia El editorial del primer numero del diario socialista La Vanguardia, aparecido el 7 de abril de 1894, presentaba de este modo el emprendimiento, luego de un examen de la situacién argentina: “Qué se propone, pues, el grupo de trabajadores que ha fundado este periddico? ZA qué venimos? Venimos a representar en la prensa al proletariado inteligente y sensato. Venimos a promover todas las reformas tendientes a mejorar la situacion de los trabajadores: la jornada de ocho horas, la supresién de los impuestos indirectos, el amparo de las mujeres y de los nifios contra la explotacién capitalista y demas Partes del programa minimo del partido internacional obrero. Venimos a fomentar la accién politica del elemento trabajador argentino y extranjero, como Unico medio de obtener esas reformas. Venimos a combatir todos los privilegios, todas las leyes que, hechas por los ricos ‘en provecho de ellos mismos, no son mds que medios de explotar a los trabajadores, que no las han hecho. Venimos a difundir las doctrinas econémicas creadas por Adam Smith, Ricardo y Marx, a presentar las ‘cosas como son y a preparar entre nosotros la gran transformacién ‘social que se acerca”. Pocos afios después, en 1896, en ocasién de su primera presentacién a elecciones, el socialismo manifestaba: “EI Partido Socialista obrero no dice luchar por puro patriotismo, sino por ‘sus intereses legitimos; no pretende representar los intereses de todo el mundo, sino los de! pueblo trabajador, contra la clase capitalista opresora y Parasita; no hace creer al pueblo que puede llegar al bienestar y la libertad de un momento al otro, pero le asegura el triunfo si se decide a una lucha perseverante y tenaz; no espera nada del fraude ni de la violencia, pero todo de la inteligencia y la educacién populares”. Roberto Reinoso (comp.), La Vanguardia: seleccion de textos 1894-1955, Buenos Aires, CEAL, 1985. 7”

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