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Introduccion ° {Adénde va la ciencia politica? No lo sé [...] Se me pide hacer de historiador de mi propio presente. Probaré, pero no sin an- tes haber metido las manos al fuego. Tengo un consuelo: se me ha pedido lo casi imposible. Giovanni Sartori (1984b, p. 98) n un ensayo reciente titulado “Where is Political Science Going?”, el politélogo mas famoso del mundo, Giovanni Sartori, establecié de manera tajante que la disciplina que él contribuy6 a crear y desarrollar, la ciencia politica, perdié el rumbo, hoy camina con pies de barro, y al abrazar con rigor los métodos cuantitativos y légico-deductivos para demostrar hi- potesis cada vez mas irrelevantes para entender lo politico, ter- miné alejandose del pensamiento y la reflexién, hasta hacer de esta ciencia un elefante blanco gigantesco, repleto de datos, pero sin ideas ni sustancia, atrapada en saberes intitiles para aproximarse a Ja realidad en toda su complejidad (Sartori, 2004). Nadie con mas autoridad moral que Sartori podia hacer este balance autocritico y de apreciable honestidad intelectual sobre el estado de la ciencia politica actual. No obstante, las afirmaciones del “viejo sabio” —como él mismo, irénicamente, se autodenomina en este ensayo— generaron un auténtico re- vuelo en todas partes y muchos politdlogos se atrevieron a po- ner en duda las afirmaciones del pensador florentino. En parti- cular, los especialistas partidarios de las corrientes y los enfo- ques que hoy hegemonizan la ciencia politica, como la eleccién racional, la teoria de juegos, el cdlculo del consenso, etcétera, optaron por descalificar las tesis de Sartori, alegando que su avanzada edad lo llevaba a desvariar. Tal parece que, a juzgar por este desencuentro, los polit6- logos defensores del dato duro y los métodos cuantitativos, promotores de los modelos y esquemas supuestamente mas cientificos de la disciplina, denostadores a ultranza de todo aquello que no soporte la prueba de la empiria y que no pueda ser formalizado o matematizado, prefieren seguir alimentando una ilusi6n sobre las virtudes de la ciencia politica antes que iniciar una reflexion seria y autocritica de la misma; prefieren mantener su status en el mundo académico antes que reconocer las debilidades y las inconsistencias de los saberes producidos con esos criterios; prefieren descalificar acremente a Sartori an- tes que confrontarse con él en un debate de altura. El hecho es que, a pesar de lo que estos supuestos cientifi- cos “puros” quisieran, la ciencia politica actual sf esta en crisis. El diagnostico de Sartori es en ese sentido impecable. La cien- cia politica hoy, la que estos politélogos practican y defienden como la tinica disciplina capaz de producir saberes rigurosos y acumulativos sobre lo politico, no tiene rambo y camina con pies de barro. Esa ciencia politica le ha dado la espalda a la vida, es decir, a la experiencia politica. De ella sélo pueden bro- tar datos intitiles e irrelevantes. El pensamiento politico, la sa- biduria politica, hay que buscarlos en otra parte. Este es el trasfondo que anima el presente libro. Su objeti- vo no es otro que hacer un balance serio y critico de los limites de la ciencia politica actual, que por lo demas, y paraddjica- mente —a juzgar por el creciente ntimero de universidades en todo el mundo que la han incorporado en sus programas 0 por el incontrolable ntimero de revistas especializadas que han aparecido en todas partes—, ha experimentado una evolucién sorprendente. Mi tesis sostiene, en sintonia con el tono critico de Sartori, que la ciencia politica dominante en el mundo no ha podido trascender el nivel de superficialidad que acusa desde sus origenes. Dicha superficialidad se debe entre otras cosas a sus supuestos positivistas, que la han Ilevado a delimitar la po- litica de otros sectores sociales de accién, con lo que se ha per- dido de vista la complejidad de lo social. Asi, por ejemplo, dar cuenta de la novedad que supone la democracia, entendida como forma de interrelaci6n social y no slo como forma de go- bierno, precisa concebir lo politico no como una parte del todo social, sino como el horizonte mismo de sentido social, 0 lo que es lo mismo, implica tratar de develar el entramado de relacio- nes y vivencias que conforma la experiencia social de los ciuda- danos. En esta perspectiva, la ciencia politica no podra corregir el miope positivismo de sus supuestos metodoldgicos sin in- corporar en su seno la experiencia de la filosofia politica. En efecto, no es preservando el campo politico de adherencias filo- s6ficas, prescriptivas o existenciales, como la ciencia politica puede captar la modalidad de ser que pone en juego la demo- cracia. Y lo mismo vale para cualquier otro tema de la politolo- gia contempordnea. Para emprender este andlisis he optado por un enfoque que a falta de un mejor nombre he llamado “historia interna del conocimiento”, y que enuncié inicialmente en un libro de 1998 titulado Historia de las ideas politicas. Fundamentos filosdficos y dilemas metodolégicos, pero que s6lo ahora he podido aplicar para examinar un caso concreto: el estado del arte de la ciencia politica, concebida ésta como un campo disciplinar de conoci- miento. Para entendernos, presento a continuacién los ejes de este enfoque. La historia interna de la ciencia politica La historia interna del conocimiento es un enfoque distin- to de los convencionales para analizar la evolucién de una dis- ciplina cientifica y, en consecuencia, para pensar sobre el esta- do actual de ese campo disciplinar. Denomino a este enfoque 9 “historia interna” para distinguirlo de otros que bien podrian clasificarse como “historia externa”. Por lo general, los estudios sobre la evolucién de la ciencia politica se han realizado en el contexto de determinados paises. Aunque se ha puesto el énfasis en ciertos temas, tal como la re- lacién entre regimenes democraticos y el desarrollo de la cien- cia politica, la preocupaci6n basica ha sido alcanzar un conoci- miento comprensivo y comparativo del desarrollo de la ciencia politica en una gama amplia de paises particulares y areas geo- grdficas, y establecer una base comin para evaluar y compren- der mejor los factores que contribuyen a las variaciones en el desarrollo del conocimiento en el campo. Mientras estas historias han proporcionado visiones gene- rales sobre la evolucién disciplinaria, el énfasis principal ha sido puesto en investigar la historia de la ciencia politica en re- lacion con amplios contextos politicos y culturales. Ciertamen- te, aunque atin falta mucho por hacer en este terreno, sobre todo en el caso de algunos paises, para contar con una visi6n cada vez mds acabada tanto del desarrollo general del campo de la ciencia politica y de la relacién entre esta disciplina y su contexto general, también es importante avanzar criterios de investigacién més especificos y concretos para pensar la histo- tia de las ciencias sociales en general, y la ciencia politica en particular. En esta perspectiva, una alternativa consistiria en investigar la evoluci6n de conceptos particulares en la ciencia politica y su papel en la estructuracién del campo de la disciplina. Mas espe- cificamente, se trataria de una investigacién menos preocupada en la relaci6n entre la ciencia politica y su contexto de origen y mis interesada en lo que se podria llamar la historia “interna” de la disciplina; es decir, una investigacin de la ciencia politica entendida como una practica discursiva en evoluci6n. De acuerdo con esta propuesta, el principal desafio consis- te en definir nuevos criterios metodolégicos para incursionar en la historia de la ciencia politica, que van mas alla de los cri- terios propiamente historiograficos. En esta nueva perspectiva, investigar sobre la historia de la disciplina debe contribuir no 10 s6lo a conocer mejor el pasado de un modo de pensar el mun- do, sino también a establecer la relacién entre el desarrollo de dicha disciplina y sus practicas concretas. Para emprender esta otra historia de la disciplina son in- dispensables ciertas condiciones. En primer lugar, se requiere un buen conocimiento de las actuales investigaciones sobre la historia de las ciencias sociales, incluyendo la literatura espect- fica sobre la ciencia politica. Se necesita también un conoci- miento mas o menos amplio de temas metodolégicos y sus con- troversias, a fin de avanzar en su resoluci6n. En segundo lugar, aunque el enfoque de la historia interna —la genealogia y el desarrollo conceptual— no supone un método o acercamiento especifico, debe distinguirse claramente de los enfoques con- textualistas. Buena parte del trabajo reciente en la historia de las cien- cias sociales, y en la historia de las ideas en general, ha implica- do variaciones en lo que puede Ilamarse un método contextua- lista, es decir, aquel método que intenta entender, y explicar, el desarrollo disciplinar situdndolo en su entorno histérico. Si bien tales acercamientos, que van desde ciertas formas de la so- ciologia del conocimiento hasta trabajos recientes en la historia de la teoria politica, representan avances importantes, no estén ajenos de problemas y alternativas. Frente a estos enfoques, la idea de una historia interna puede ser menos convencional- mente instituida, pero constituye un verdadero desafio para la investigacién en este campo. El propio concepto de contexto y la manera como se rela- ciona, en principio y en practica, con el objeto de investigacién, es a menudo poco claro. ¥ a veces los contextos que se han re- construido y se presentan como factores explicativos, en lugar de estar conectados concretamente a lo que debe ser explicado estan yuxtapuestos. El contexto imputado es también a menu- do algo que no es comparable légicamente a los datos bajo in- vestigaciOn sino que es incluso una abstraccién sociolégica 0 una composicién derivada de fuentes secundarias, las cuales son a menudo menos que compatibles e igualmente abiertas a la interpretaci6n. iL Finalmente, un énfasis en el contexto a veces falla para considerar adecuadamente transformaciones “genéticas” y dia- cronicas, y a menudo tiende mas a racionalizar lo que ha ocu- rrido que a explicarlo. La mayorfa de los trabajos importantes terminan por concentrarse en la comprensi6n de la relacién en- tre ciencia politica y su contexto en varios periodos; pero ade- mas de algunas de las limitaciones inherentes al contextualis- mo, y los problemas que han asistido a su despliegue, ha habido una tendencia a hacer de la disciplina una variable de- pendiente y a rechazar el grado en que la evolucién de un cam- po intelectual es un asunto de dindmicas discursivas internas y de transformacion conceptual. El problema, sin embargo, no es en realidad el de contex- tualismo versus internalismo sino el del contexto apropiado y el de la relacién entre disciplina y contexto. La historia interna busca explicar el desarrollo disciplinario a través de una inves- tigacién arqueolégica de los conceptos pivote en la teoria y la practica del campo (como pueden ser los conceptos de demo- cracia, Estado 0 sistema politico) y a través de una reconstruc- cién de la evolucién de esos conceptos. Aqui el contexto rele- vante es la matriz disciplinaria, pero la preocupacién no es tanto emplear esa matriz como una variable independiente sino trazar la interacci6n evolutiva entre la matriz y el reperto- rio conceptual. El tipo de acercamiento que esto supone esta bien repre- sentado por la literatura en la historia de la ciencia natural ins- pirada por el trabajo de autores como Thomas S. Kuhn (1962), pero es necesario cuidarse de asumir que existe una simetria entre las ciencias naturales y las ciencias sociales con respecto a la conducta y el propésito de la historia disciplinar. De hecho, siempre es importante situar la historia de la ciencia politica en un contexto tan amplio como el de la practi- ca de la ciencia social en general, el sistema politico, la cultura, etcétera. Y la historia interna requiere reconocer estos factores, particularmente en cuanto a la manera en la que son percibidos por los individuos dentro del campo. Pero hay también una di- ferencia basica entre preguntar por el “cémo” y el “porqué” del 12 desarrollo histérico en términos de influencia extradisciplina- tia como opuesta a la reconstruccién de la estructura interna y al contenido de ese desarrollo. Seria una equivocacién asumir que la historia interna y el estudio de la evolucién conceptual evita de alguna forma (0 implica el rechazo de) un examen de la manera en la que ha ha- bido intercambio intelectual a lo largo de las disciplinas o entre la practica de la ciencia politica y los estudios politicos en pai- ses diferentes. Uno podria, por ejemplo, conducir una historia interna de la ciencia politica en los Estados Unidos sin dar un gran peso a los periodos, tanto en el siglo XIX como en el XX, en los que el cambio conceptual implicé la adaptacién y la adopci6n de ideas europeas. Y una historia interna de la ciencia politica en muchos otros paises podria no considerar el grado en que, particularmente a partir de los afios cuarenta, esos de- sarrollos fueron influenciados por la migraci6n de ideas de la ciencia politica norteamericana. La genealogia a la que me estoy refiriendo puede interpre- tarse en una gran variedad de maneras, desde su significado muy literal de trazar el origen de los conceptos centrales en el discurso del campo hasta el proyecto mas posmodernista de una exégesis critica del presente, que busca hacer visible los conceptos y las voces que se han suprimido en el curso de la evoluci6n disciplinaria. La pregunta sobre lo que implica, des- de un punto de vista metodolégico, hacer historia interna y el asunto de los usos de tal historia es, sobre todo, como en el caso de la ciencia natural, una pregunta abierta. Pero a este respec- to, es razonable distinguir entre intencién y propésito en la in- vestigacién sobre la historia de la ciencia politica. El tipo de “presentismo” que quisiera evitar es el represen- tado por esas versiones de historia “escéptica”, es decir, histo- rias en las cuales lo que se quiere lograr al escribirlas se confun- de con la intencién, con lo que se esta haciendo al escribir historia. Mas alla del grado y la manera en los que puede argu- mentarse que la realidad del pasado es inseparable de las na- traciones con las que se representa, la cuestién de por qué se escribe historia disciplinar (reflexién critica sobre el presente, 13 para ayudar a evaluar y producir el conocimiento, etcétera), puede distinguirse de (aunque en varias maneras esta relacio- nado con) preguntas sobre la validez de los reclamos de histo- ricidad. Los criterios para contestar tales preguntas pueden ser muy polémicos y no facilmente establecidos, pero si existe un marco para la discusién. No es posible especificar de una vez por todas los concep- tos que deben ser considerados en un anilisis de este tipo, pues pueden variar dependiendo del o de los paises estudiados y del cardcter particular de la historia de la disciplina, asi como de los problemas seleccionados para el estudio. En principio, serfa preferible concentrarse en conceptos que alguna vez han sido centrales para el desarrollo del campo en un pais dado y que pueden proporcionar un vehiculo para alcanzar un modo general de investigacién. En este sentido, hay por lo menos dos categorias generales de conceptos que se pueden distinguir. En primer lugar, estan aquellos relacionados principalmente con el objeto de estudio de la ciencia politica, tales como Estado, pluralismo, poder, au- toridad, etcétera. En segundo lugar, estan aquellos que repre- sentan el lenguaje disciplinar para hablar sobre el objeto de es- tudio, tales como teorfa, sistema, régimen, etcétera. Una tercera categoria puede incluir conceptos mas normativos, tales como democracia, ciudadania, etcétera. Los criterios de demarcacion entre tales categorias no son muy firmes, y las categorias estan lejos de ser definitivas, pero si pueden representar una base para la discriminacién. Un tltimo aspecto a dilucidar en esta propuesta consiste en indicar los criterios metodolégicos mas adecuados para em- prender la reconstruccién conceptual de la ciencia politica. Al respecto avanzo las siguientes ideas. Hasta aqui se puede sostener que la historia interna de la ciencia politica tiene como objeto de estudio el origen y la evolucién de los principales conceptos y categorias que esta disciplina ha generado para explicar la realidad politica. Huelga decir que este conocimiento contribuye a nuestro pro- pio conocimiento como individuos, por cuanto puede hablar- 14 se de un tinico proceso en el que el ser humano es el centro de atencién. Asf entendida, la historia interna es al mismo tiempo una subdisciplina de la historia y de la filosofia. Con Ja historia comparte el interés por estudiar la evolucion, las causas y las consecuencias de un proceso o fenédmeno, en este caso los con- ceptos y las categorias de la ciencia politica. Con la filosofia, y en particular la filosofia politica, comparte el interés por res- ponder a los grandes interrogantes sobre la politica, tales como Ja naturaleza de !o politico, el problema del poder y la mejor forma de gobierno. Desde esta perspectiva, se busca establecer cémo se ha pensado la politica en el pasado, ya sea para detec- tar los ejes de una contribuci6n o para reforzar una opinidn ac- tual apoyada en otras precedentes. La historia interna de la ciencia politica supone entonces un ejercicio de reconstruccién evolutiva y reconocimiento de significados de los conceptos de la ciencia politica; es decir, un ejercicio interpretativo de construcciones y redefiniciones uti- les para interpretar el mundo. En consecuencia, mi propuesta se inserta en lo que se podria llamar una “teoria de la teoria’”, es decir, una “metateorfa” de la politica 0, mejor atin, una “me- tapolitica”. En una primera aproximaci6n, la metateoria alude a un campo disciplinar que se ocupa del estudio de la teoria, es de- cir, de los saberes acumulados en una 4rea particular de cono- cimiento cientifico o humanistico, resultado del esfuerzo de investigacién y reflexién de sus cultivadores a lo largo del tiempo. En ese sentido, la metapolitica vendria a ser una disci- plina especializada, entre la ciencia politica y la filosofia politi- ca, cuyo objeto de estudio es la teoria politica, es decir, el cuer- po general y multidisciplinario de literatura producido a lo largo del tiempo por quienes se han ocupado de los fenémenos del poder, de las estructuras de autoridad, de los valores politi- cos, de las relaciones sociales, etcétera. Entendida de esta manera, la metapolitica empieza a ocu- par un espacio reconocido en los centros académicos e intelec- tuales de mayor influencia. Por mi parte, considero que hay 15 buenas razones para hacer eco de esta tendencia. As‘, por ejem- plo, la metateoria sdlo es posible en aquellas parcelas de cono- cimiento, como en las ciencias sociales, en las cuales no se ha afirmado un enfoque o paradigma predominante. Sdlo ahi donde hay una permanente confrontacién entre escuelas de pensamiento y una pluralidad de posibilidades explicativas, cabe reivindicar un estudio particular de los distintos aspectos presentes en Ja produccién teérica. Nada mis cierto para el caso de la teoria politica, recipiente inagotable de siglos de re- flexién, proveniente tanto de la filosofia politica como de la ciencia politica. No debe confundirse, sin embargo, entre teoria y metateo- ria de la politica. La primera es el resultado natural de la inves- tigacion filos6fica 0 cientifica de un tema concreto conducido con las reglas propias del ejercicio formal-argumentativo 0 em- pirico-demostrativo, respectivamente. La segunda, por su par- te, es una reflexién que se plantea el doble propésito de profun- dizar en los distintos aspectos de la producci6n teérica existente y de constituirse a su vez en un punto de arranque para nuevas propuestas. En ese sentido, la metapolitica no suple a la teoria politica, la estudia y complementa. Su interés es solamente re- conocer el potencial explicativo de las teorias, su coherencia in- terna en si mismas y/o en referencia a otras teorias afines. Con este fin, el quehacer metateérico se sirve de multiples disciplinas, como la historia, la hermenéutica, la epistemologia, la filosoffa, la sociologia, entre otras muchas. En consecuencia, la metapolitica constituye una reflexién multidisciplinaria —o mejor transdisciplinaria, en el sentido de estar abierta a muilti- ples enfoques, sean 0 no cientifica 0 filos6ficamente correctos— de la teoria politica, desde la genealogia conceptual o la ar- queologia de los saberes hasta el reconocimiento sociolégico de Jas comunidades intelectuales donde las teorias politicas se ge- nerany producen. En sintesis, la metapolitica tiene como objetivo reflexionar sobre las teorias politicas existentes como punto de partida de nuevos saberes tedricos. No busca suplir el desarrollo de la in- vestigacién empirica de la ciencia politica para refugiarse en 16 una especulacién tedrica de la politica. Se propone solamente como una forma alternativa y complementaria para estimular el estudio de la politica y, eventualmente, enriquecer nuestro conocimiento de la misma. Estructura del libro Los diez capitulos que integran el presente volumen se distribuyen en dos grandes apartados: “Los limites de la cien- cia politica” y “La ciencia politica mas alld de sus limites”. El primer apartado pretende dar cuenta de las insuficiencias e in- consistencias de la ciencia politica contempordnea en relacién con su programa original establecido en la segunda posguerra por los partidarios de un estudio empirico, sistematico y rigu- roso de Jo politico. En particular, se examinan los principales enfoques y corrientes de la disciplina para desembocar en una reflexién sobre los limites del conocimiento empirico de lo po- litico. El capitulo 1 se pregunta por el impacto que han tenido en la ciencia politica las grandes transformaciones experimen- tadas por la humanidad durante los tiltimos quince afios, des- de la caida del Muro de Berlin hasta el choque de civilizacio- nes al que el fundamentalismo islamico nos ha orillado. La idea es ver cémo las nuevas problematicas con toda su comple- jidad han confrontado —y muchas veces rebasado— a las cien- cias sociales constituidas en sus posibilidades y capacidades explicativas. Los capftulos 2 y 3 examinan los limites de dos enfoques largamente influyentes en la ciencia politica empiri- ca: el anAlisis sistémico de la politica y los andlisis econdmicos de la politica, respectivamente. Por la via de los hechos, mien- tras que el primero de estos enfoques le dio identidad a la cien- cia politica y le permitié proyectarse con autoridad en el mun- do de las ciencias sociales, el segundo le sustrajo esa misma identidad al operarse una suerte de colonizacién del estudio de los fenémenos politicos con los métodos y los presupuestos propios de la economia. Por lo demds, un desenlace natural para una ciencia que muy temprano se enganché con el espe- 7 jismo del cientificismo, donde la economia le llevaba mucha ventaja. Los capitulos 4 y 5, finalmente, se centran en los de- sarrollos teéricos de la ciencia politica en torno a la democra- cia. De este anélisis se desprende que la ciencia politica termi- né por sucumbir a las tentaciones prescriptivas de la filosofia politica, de las cuales trat6 obsesiva e intitilmente de mante- nerse al margen. El segundo apartado del libro, una vez reconocidos los li- mites de la ciencia politica empirica, pretende ofrecer algunas alternativas de acercamiento intelectual a lo politico. En el ca- pitulo 6 se defiende la necesidad de situar el fendmeno politico en el horizonte mas amplio de significados y representaciones de lo social en toda su complejidad. Los capitulos 7 y 8 reivin- dican el andlisis de la dimensién simbélica de la politica, la cual ha estado simplemente ausente en los enfoques dominan- tes de la ciencia politica empirica. Segiin este andlisis, la politi- ca ha de volver al individuo, es decir, hacer visible el mundo de significados que definen la experiencia social y civica de los ciudadanos. El capitulo 9 constituye una reivindicacién de los clasicos del pensamiento politico, a los cuales la ciencia politi- ca parece haberles dado la espalda hace mucho tiempo. En el capitulo 10, por su parte, se da cuenta de Ja perspectiva meta- politica, entendida como un suerte de sobrevuelo a las teorfas politicas existentes para familiarizarse con su génesis y arqui- tectura. Finalmente, en las conclusiones hago una apuesta por un enfoque transdisciplinario de lo politico. Asi, por ejemplo, se plantea que el contacto de la ciencia politica con otras mira- das sobre el fenémeno social, lejos de vulnerar la especificidad de la disciplina, apuntala sus posibilidades heuristicas. Cierro el volumen con un epilogo en el que doy cuenta de manera cri- tica de los iltimos veinticinco afios de produccién intelectual acerca de lo politico en América Latina, y que puede ser la base de futuras investigaciones. 18

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