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América y el Renacimiento

El espíritu renacentista impulsa a los hombres de los siglos XV y


XVI a intentar y realizar la gran aventura del descubrimiento, de la
conquista y de la colonización, el nuevo mundo, con el asombro que
provoca, estimula a aquel espíritu y lo acompaña y penetra.

América, por su sola presencia y existencia, la exploración y


conquista, con todo lo que significó de aporte geográfico, histórico
y étnico, ofrecieron a la cultura occidental nuevos campos donde
extender e irradiar su acción; motivos y acción que, a su vez,
impregnan a esa cultura con matices jamás conocidos.

En el campo de la ciencia, este proceso se revela claramente. Los


viajes de la exploración y conquista son posibles gracias a los
conocimientos, nuevos unos, otros renovados, que el Renacimiento
posee sobre astronomía, náutica y cartografía.

Pero al mismo tiempo, el incremento científico europeo lleva ya el


sello americano. Si al principio no se hace ciencia en América,
Europa hace ciencia con América.

Es en el campo de las ciencias naturales donde la cosecha es más


abundante. El estudio de la fauna, flora y gea que contienen los
nuevos continentes y los nuevos mares; las posibilidades del
intercambio mutuo entre las especies indígenas de ambos mundos;
las aplicaciones de especies americanas a la farmacia y a la
medicina; el perfeccionamiento de los métodos de los minerales en
las explotaciones americanas; son otros tantos progresos que la
ciencia debe al nuevo mundo.

Arquitectura colonial y el renacimiento colonial

La arquitectura colonial surge en América Latina con la exploración


y conquista y perdura hasta la emancipación, a comienzos del siglo
XIX. El arte latinoamericano de la época colonial es principalmente
religioso, recibiendo directivas de las principales órdenes
religiosas.

La planta en cuadrícula de las ciudades de origen romano, llega con


los españoles, quienes incluyen la plaza y los monumentos, como
mojones ciudadanos.

El edificio religioso debe construirse junto a la plaza central, como


corazón del emplazamiento urbano. La arquitectura colonial busca
la uniformidad, pero no puede evitar las influencias étnicas y
geográficas.

Las escuelas artísticas coloniales se diferencian por los materiales


empleados, ya que son originarios de cada zona, y las tipologías
edilicias también toman elementos del lugar, y de la función que
deben cumplir. Los estilos arquitectónicos se desarrollan de forma
paralela a lo que ocurre en Europa, desde finales del siglo XV:
gótico, renacimiento, barroco y neoclásico.

Desarrollo de la arquitectura colonial

La civilización colonial se edifica sobre las ruinas de los pueblos


indígenas, mientras la situación del arte en la península Ibérica es
de búsqueda de nuevas formas. Los ejemplos de arquitectura gótica
en Latinoamérica son escasos, y ya muestran influencias del
renacimiento del siglo XVI. En México, las iglesias son del tipo
fortificado, de una nave y cabecera poligonal, bóvedas de crucería o
cañón, y una gran sobriedad. Los atrios poseen “capillas para
indios”.

El renacimiento se instaura en la arquitectura colonial, a finales del


siglo XVI. Produciendo en México, ejemplos influenciados por el
mudéjar toledano. El barroco, tiene más importancia en la
arquitectura colonial que en la península Ibérica, y es esencialmente
decorativo. México y Perú son los dos grandes focos del barroco
hispanoamericano. El barroco mexicano maneja materiales como la
piedra de distintos colores y el yeso, para crear policromías
exuberantes en los templos, tanto en el interior como en el exterior.
La cúpula adquiere relevancia, y se construye elevada sobre un
tambor. La arquitectura colonial del siglo XVII, es la de los
conventos y monasterios, construidos según el esquema hispánico,
nave única y fachada lateral paralela a la calle.
Renacimiento y Manierismo en España. (Machuca y Herrera)

1.- Definición del término “MANIERISMO”:

De acuerdo con la Enciclopedia Salvat [1], el manierismo es el amaneramiento


estético, tendencia a la expresión artística rebuscada, que cristaliza en un arte
reducido a puro formulismo, El término se aplica fundamentalmente a las
corrientes o tendencias artísticas de la segunda mitad del siglo XVI, derivadas de
la obra de Rafael y Miguel Ángel, y la connotación peyorativa que implica, que le
dieron los clasicistas del siglo XVII, ha sido puesta en cuestión posteriormente por
importantes tratadistas de arte. Algunos de ellos han abordado definiciones más
amplias y positivas del manierismo. W. Friedländer lo define como “estilo
anticlásico”; A. Hauser sostiene que el concepto de manierismo surge “de la
tensión entre clasicismo y anticlasismo, entre naturalismo y formalismo”; M.
Dvorák cree que hay que buscar el origen del manierismo en el “espiritualismo”.

A partir de estas premisas se ha señalado que el Alto Renacimiento se encuentran


a menudo entrelazadas indisolublemente tendencias manieristas y tendencias
barrocas; ambos estilos tienen en su origen la crisis espiritual de los primeros
decenios del siglo XVI: el manierismo, como expresión del antagonismo entre las
corrientes espiritualistas y sensualistas de la época; el barroco, como un intento de
conciliación o equilibrio, provisional e inestable siempre, de esas mismas opuestas
corrientes. En tal sentido Hauser recuerda que “manierismo y barroco son
tendencias que, en el fondo, surgen simultáneamente (…) dirigidas contra el
espíritu clásico, ambas son expresiones del dualismo agudizado entre los valores
espirituales y valores corporales, cuya armonía había constituido precisamente la
garantía más importante para la subsistencia de la cultura renacentista”.

Para ahondar en el concepto de Manierismo como tal, después de tener en cuenta


las problemáticas de su definición y su cercanía con el barroco, de acuerdo con
Sebastián[2] el Manierismo, como tendencia internacional de carácter estilístico,
se destaca frente al Renacimiento, en su fase de plenitud, por los cambios de
formas y composición, así que su carácter anticlásico ha sido comúnmente
aceptado. El Manierismo acentúa el peso, por lo que nos da la impresión de un
sobrecargado balanceante, de manera que al componer las fachadas y los muros
creará una típica tensión. La idea estilística de de Manierismo no tiene validez más
que para la época histórica de transición del Renacimiento al Barroco. Es un
alejamiento a las formas de la naturaleza buscando una mayor estilización, que se
produce en casi todos lo ciclos de la historia del arte, pero el Manierismo como
estilo sólo es posible sobre la base de los supuestos formales del Renacimiento.
Parece que la única forma de dar única forma posible de dar unidad al Manierismo
es desde el punto de vista espiritual, ya que las formas son muy complejas y están
faltas de homogeneidad. El fenómeno manierista fue la primera tendencia
internacional de carácter estilístico que supuso un común lenguaje artístico para
toda Europa. Este movimiento tuvo varios focos y en todos ellos se desarrolló con
caracteres semejantes, siendo un istmo que enfoca un rechazo a los temas
clásicos.

2.- Características formales de la arquitectura manierista:

La escasa comprensión del Renacimiento en España, motivo la presencia de un


fuerte anticlasicismo de aire marcadamente manierista. La influencia de este estilo
no se limitó solamente a lo decorativo, donde la presencia de principios devela
mejor la estructura artística.

El manierismo es un estilo eminentemente dualístico; donde el principio de la


“doble función”, se da con frecuencia: presenta un abierto contraste entre las
partes de la imagen, así que busca las disonancias hasta producir una
característica discordancia interna.

Se da con frecuencia el “enmascaramiento”, por cuanto el Manierismo es un estilo


ante todo artificioso, y por este principio se crea en el campo arquitectónico una
confusión al destruir la función de correspondencia que el Renacimiento había
creado entre la estructura del edificio y la fachada.

El principio de la “corrupción” fue de un destacado efecto anticlásico; su génesis


se halla en que, por el deseo de novedad, se fueron introduciendo licencias entre
los elementos clásicos como en la sintaxis de éstos, y el Renacimiento perdió su
validez. No todas las licencias eran consecuencia de la reacción anteclásica;
algunas de ellas estaban inspiradas en la arquitectura heterodoxa de la misma
antigüedad, cuyas soluciones tal vez buscó el arquitecto manierista por afinidad.
Contribuyó a la difusión de los modelos anticlásicos el hecho de que fueran
grabados e incluidos en los tratados de arquitectura.

Finalmente, el principio de la “disonancia” en el campo arquitectónico llevó a dos


conclusiones: predominio del peso sobre el apoyo o soporte y destrucción de la
función estática por la fragilidad de los miembros soportantes, el Manierismo está
a favor de la pesadez, que vino a ser una característica, ocasionando en algunas
composiciones una visible disonancia.

Estos aspectos se evidencian en la experimentación en plantas de edificios, con


afición a la ensambladura de formas geométricas regulares muy diversas entres
sí. El uso de las planimetrías de formas indefinidas como la elipse o el octógono /
en iglesias y capillas).
Existe una tendencia a la ocultación de los ingresos y de las diversas partes del
edificio por medio del uso de pantallas que guardan verdaderas sorpresas en el
interior. En este sentido la yuxtaposición espacial y la ausencia general de un
punto de fuga en los interiores es el resultado del afán del mencionado
enmascaramiento.

Se halla la pérdida de prevalencia del espacio que se convierte en ambivalente a


base de plasticidad y superficialidad. De igual manera, la pérdida de la lógica en
las relaciones espaciales, lo que produce a veces una incomodidad para el
espectador.

Se da el amor a los contarios especialmente en las partes inferiores y las


superiores, donde prevalece la consecución en suma de una arte radical, en que
lo natural, y funcional cede su dominio a lo artístico, artificioso y artificial.

Se encuentra anticlasicismo combinatorio de algunas plantas. Demuestra un


conocimiento correcto de los órdenes clásicos, deformados en ocasiones
concientemente. El uso de la pilastra, por su parte, es magistral y de articulación
geométrica en los muros; tendencia a la ocultación de los ingresos, uso de
pantallas, yuxtaposición espacial y ausencia de un punto de fuga en el interior.

La escasa afición al uso de la escultura, se evidencia, muy localizada en su


presentación siempre separada de la arquitectura por medio de un arco, moldura u
hornacina.

La decoración, como uno de los aspectos más interesantes de la arquitectura


manierista, se trata de ornamentación abstracta que se recrea en los
avolutamientos de los ángulos, de los bordes y de las superficies.

3.- Diferencias entre el Renacimiento y el Manierismo como estilos:

La proporcionalidad matemática del conjunto arquitectónico en el Renacimiento


(planta, alzado, columnas, capiteles, entablamentos y cornisas), convierte los
edificios, en construcciones racionalmente comprensibles, cuya estructura interna
se caracteriza por la claridad y la proporción adecuada al hombre. El Manierismo
se destaca en este sentido, por la pérdida de la lógica de las relaciones
espaciales, lo que produce una incomodidad en el espectador.

El artista renacentista se educa en las medidas y proporciones del modelo clásico,


y aspira objetivación del proceso creador, a la codificación científica de lo estético.
Su labor se desarrolla en un sistema artístico- teórico. Se basan en los primeros
tratados de arquitectura que como Vitrubio en la antigüedad, codificarán los
conocimientos arquitectónicos de la época. Por su parte, el Manierismo codifica su
producción con base en los tratadistas Serlio y Vignola. El artista manierista,
pierde la relación que guardaba el arte con la Antigüedad y la naturaleza, pues
éstas no fueron observadas directamente por él, sino que empezó a interpretarlas
en forma personal, desviando el sentido inicial del Renacimiento dando como
consecuencia este estilo.

En la arquitectura del Renacimiento se valora la superficie de los muros.


Exteriormente se alzan los sillares mediante el clásico almohadillado; e incluso, se
tallan como puntas de diamante. En los interiores se anima la propia superficie del
muro a través de elementos armónicamente equilibrados: cornisas, pilastras,
columnas enmarcadas. Ya en las superficies manieristas, se suprime el
almohadillado, y la decoración de los paramentos, proporcionando superficies
lisas, que va depurando la decoración exhaustiva. Por ser el Manierismo un estilo
eminentemente dualístico, se da con frecuencia el principio de la doble función, un
contraste entre las partes de la imagen, así que busca las disonancias hasta
producir una característica discordancia interna. En consecuencia, se da el
fenómeno de enmascaramiento, pretende ocultar el interior y dejarlo al asombro.
Esta característica se evidencia en la tendencia a la ocultación de los ingresos y el
uso de pantallas. El relación con esto, la fachada renacentista advierte lo que será
el interior de la construcción, mientras que en el Manierismo, se oculta, por el
principio de la “corrupción”, como efecto anticlásico.

En los soportes renacentistas, se utiliza la columna fundamentalmente, tanto por


su función constructiva (sustentante), como decorativa, bien aislada, formando
arquerías combinada con pilares. Se emplea el repertorio de los órdenes clásicos,
que aún permanecerán, aunque con ciertas modificaciones en el Manierismo,
puesto que por las influencias de Vignola, llegará al punto que suprime los
caracteres y géneros de los órdenes, deformados concientemente.

No existe en el Manierismo unidad orgánica en la obra, se experimenta con las


plantas de los edificios, recae de nuevo en el anticlasismo por la combinación de
las mismas. Mantiene el predominio de las formas geométricas tal como en el
Renacimiento, pero dispuestas en relaciones diversas, que produce ritmos
confusos.

El repertorio decorativo del Renacimiento se inspira en los modelos de la


Antigüedad clásica, la decoración de tipo fantástico, en la que el artista funde
caprichosamente los diversos reinos de la naturaleza creando seres monstruosos,
vegetales o inanimados, los denominados grutescos, medallones, óculos, festones
coronas, entre otros . Si bien en la decoración renacentista los elementos
escultóricos están presentes, el Manierismo tiene una escasa afición a la
escultura, por ello la separa de la arquitectura ubicándola en medio de una arco u
hornacina.

4.- Corpus Visual

I.- Fachada de la Universidad de Alcalá de Henares:


Obra de Rodrigo Gil de Hontañon asistido por Pedro de la Cotera, en 1543 por
encargo del rector Juan de Zurbarán. Rodrigo Gil de Hontañon, es asistido por
Pedro de la Cotera en todo cuanto fueron labores de escultura; empezó a erigir un
edificio de excelente sillería, siguiendo las normas renacentistas a modo
plateresco que le era propio. En este sentido, la fachada es terminada en 1583.

El cuerpo central resalta por su altura y la pulcritud del ornato escultórico. En


contaste con su riqueza, sus flancos van, en cambio, desnudos y albergan sendos
ventanales enrejados; sin gran relieve en el plan-terreno, aunque con delicados
grutescos, se acusa a aquél en los balcones entre las columnas del piso.

Cada detalle descubre en ellos el dibujo elegante de Hontañon, casi purista, y no


por ello de un plateresco menos castellano: la carnosa hojarasca en los
salmenares; las curvas aletas a costado y costado; otras levantando el romato
frontispicio para acoger medallones en el ático intermedio. Con habilidad se
conjugaron la ornamentación clásica y la necesidad de estribos exteriores,
supervivencia de estructura a lo gótico, que fueron substituidos en los extremos
por pilastras con grutescos, columnas estriadas y pilastras en arista,
sucesivamente superpuestas; todo muy robusto. En la composición de la portada,
con arco carnapel de perfil jónico, clave historiada y esculpidas enjutas, se
duplican los soportes y se convierten en columnas: jónicas en la parte inferior; en
el piso, platerescas; platerescas y apilastradas arriba, cuyos capiteles de éstas
van torcidos, sin duda para rimar con los de las pilastras angulares.

En el cuerpo Superior se abre como arquería, entre pilastras que embeben


delicadas columnas; el cuadro central lo llena un gran emblema imperial bajo
frontón triangular. Los candeleros de la balaustrada nos retornan la idea de lo
gótico, tan bien y con tanta elegancia, soslayado en la estructura exterior en este
noble paramento. Contribuyen a su plasticidad las figuras que junto al balcón
medial se apoyan en columnas y aletas, figuras humanas de fluida ejecución, que
se atribuyen a Pedro de la Cotera.
II.- Palacio de Carlos V en la Alambra de Granada:

El Emperador Carlos V trasladó su corte a las casas reales de la Alhambra, para


pasar en ellas el verano de 1526. Nació entonces en el Emperador el deseo de
hacer de Granada uno de sus puntos de residencia, por lo que proyectó construir
un nuevo palacio, con mayores comodidades y más espacio que el árabe, pero
conectado a éste para seguir disfrutándolo, continuando con ello la labor
comenzada por sus abuelos -los Reyes Católicos-, y con el deseo de convertir
este palacio en el gran centro aúlico del Imperio. Así se llevó a efecto una de las
mejores obras renacentistas que se hallan fuera de Italia y el primer gran palacio
real de los monarcas españoles.

Pedro Machuca es el arquitecto del nuevo palacio que quiso erigir Carlos V. Se
caracteriza por su renacentismo íntegro y pleno. Como momento desicivo del
Renacimiento Español, la casa de Mendoza toma la iniciativa en cuanto al arte de
Machuca. En 1517 es aprobada la traza y continúan hasta 1633.

El personal estilismo de Machuca puede estudiarse bien en las fachadas del


palacio. Afirmado éste a la vieja Alambra, sólo se decoran por completo los frentes
meridional y de Poniente; el oriental, a medias, y el del Norte, apenas; la
disposición general es, sin embargo la misma en todos ellos. Presenta dos
plantas: la inferior, con robusto almohadillado al estilo toscano, semeja un
basamento para el segundo cuerpo; la monotonía queda salvada por una rítmica
intercalación de pilastras rústicas y, entre ellas, la particular asociación de un
sencillo vano rectangular con óculo, abierto al paramento. El piso superior se
organiza de forma parecida, si bien las pilastras son jónicas recuadradas y van
sobre pedestales. Los balcones de entremedias llevan cornisa sobre ménsulas, y
alternan en su remate frontones triangulares con granadas por acroterías, y
rebancos con angelillos, jarros y cestas de frutas; encima, hay óculos derramados
al exterior, y, corrido en lo alto, el arquitrabe corintio con sus dentículos y
modillones.
Esta soberbia teoría arquitectónica viene realzada en los frentes meridional y de
Poniente con la presencia de sendos pórticos, algo avanzados respecto de las
fachadas. El primero superpone dos órdenes de medias columnas pareadas sobre
pedestales con relieves; jónico en el inferior y dórico el alto. El cuerpo bajo, que
estaba terminado en 1537, presenta reclinadas sobre el frontón angular de la
puerta las figuras de la Victoria y la Fama. El friso lo concertó Machuca en 1548
con el italiano Niccoló da Corte, fallecido antes de llevar a término la obra; lo
terminó Juan del Campo. Lo centra una composición a triple vano, en la que la
moldura del arco medial se quiebra para adintelar los vanos laterales, sostenidos
por medias columnas ante pilastrillas; tema fiel de inspiración romana, cuya
variante renacentista se denomina “motivo palladiano”.

La portada occidental es más alargada: con cuatro pares de columnas por planta,
dóricas abajo y jónicas las superiores; las primeras van también sobre estilobatas
con relieves, proyecto de Machuca o su hijo y ejecución de Juan de Orea y el
flamenco Antonio de Leval. En los vanos adláteres, hay vanos de ingreso menores
con frontón curvo, cargado con niños y frutos y, encima, tondos en relieve con
escenas ecuestres; todo ello, en mármol labrado con exquisitez por Juan de
Cubillana. El cuerpo superior, levantado por Juan de Mijares entre 1586 y 1592, se
ordena en forma parecida, pero tiene los tondos sobre las tres puertas; los
esculpió Andres de Ocampo con iconografía heracleana para los lados y escudo
para el centro. Todo él se resiente de la intervención de Juan de Herrera, que
impuso a los vanos una ordenación glacial. Machuca había proyectado hornacinas
laterales bajo los medallones para albergar las imágenes soberanas y un triple
balcón en el centro, triunfalmente coronado por las armas del Emperador.

Patio del Palacio de Carlos V, en la Alambra de Granada:

Planta del palacio de Carlos V en la Alhambra de Granada


El palacio de Carlos V adquiere originalidad por la disposición de su planta, que
puede describirse esquemáticamente como un cuadrado circunscribiendo un
círculo.

Cada costado, o fachada, de 62 metros de largo, corresponde a una nave que no


excede de los siete y medio en anchura; en el centro de ese cuadro, queda una
galería anular de 6 metros de ancho, alrededor de un patio de 30 metros de
diámetro. Al nordeste, en la confluencia de las naves y la galería circular, se
inscribe un cuerpo octogonal, la capilla, que corta y achaflana la arista del ángulo
exterior. En las enjutas que quedaban entre las naves y el círculo se dispusieron
cuerpos de escalera.

Patio de Carlos V

Este patio constituye una estructura arquitectónica independiente, y en lo estético,


la gran singularidad del edificio y el mayor esfuerzo hecho en el siglo XVI europeo
para retornar a una sobriedad romana, casi griega y, aquí, bramantesca. Está
formado por dos galerías: la inferior, dórica; jónica la de arriba. Aquélla hace
resaltar la clara teoría de sus 32 lisas y esbeltas columnas sobre la umbría de la
ingeniosa bóveda anular, estereotómicamente perfecta, aunque dificultosísima,
que, presa entre las pilastras del muro interior y el adintelado dovelado, eliminó los
problemas de los empujes, permitiendo con ello espaciar a gusto de Machuca las
columnas. La ornamentación casi se reduce a las métopas y triglifos con clípeos y
bucráneos que llenan en entablamento bajo, fechado en 1561.

Proyectado el patio por Machuca, fue Luis Machuca, quien lo levantó entre 1557 y
1568. Mijares, tal vez por inspiración herreriana, colocó el macizo antepecho del
piso en lugar de la balaustrada que se proyectaría. En 1616 se asentaba el orden
superior, labrado bajo la dirección de Luis Machuca; pero la cubierta, sostenida
por obra de madera, no llegó tan sólo a iniciarse, ni aquí en la galería ni el alguna
dependencia otra del piso palaciego.

La pericia constructiva de Machuca, resalta en el planteamiento de la capilla, que


quiso levantar sobre una cripta que data de 1538 y se cubre con una singular
bóveda arrancada del suelo, esquifada, de ocho paños y lunetos apuntados. Es
notable también, que los zaguanes, el de Levante, ovalado, más no cerrado con
cúpula elíptica, sino preparado para recibir bóveda de cañón y dos casquetes no
llegó a cubrirse.

III: Monasterio de San Lorenzo del Escorial:

Su construcción abarca desde el año 1563-1584. En desagravio de la obligada


destrucción de un convento puesto bajo la advocación de San Lorenzo en el asalto
a San Quintín, a la vez como acción de gracias por la victoria alcanzada en
nombre de la misma festividad del mártir oscense, Felipe II decidió levantar un
grandioso monasterio entregado al patrocinio del Santo. Los arquitectos
principales Juan Bautista de Toledo y Juan de Herrera.

En vastísimo conjunto del edificio constituye un enorme recuadramiento de 206


metros de fachada y 161 de fondo, con un cuerpo saliente en su parte posterior,
disposición en la que, por su forma de parrilla, se ha querido hallar una alegoría al
martirio del patrón San Lorenzo. La edificación comprende, en realidad, todas las
estancias conventuales requeridas para una comunidad numerosa, dedicada
principalmente al estudio; una iglesia pequeña, la primitiva, y otra mayor,
solemnísima, que centra y preside; un panteón real bajo su prebisterio, y una
residencia de extensas proporciones. Todo ello dispuesto alrededor de los cuatro
patios principales.

La intervención personal del Rey es determinante, que se preciaba de matemático


y geometra en la obra, para explicar, más que el estilo, el tono arquitectónico del
conjunto, aquella su severidad, la grandeza de una mole impuesta ante el paisaje
más que surgida en estrecha armonía con él.
Las tres figuras principales de la construcción escurialense se orientaban ya en
sus trazas a una simplicidad lineal acusada, pero el Rey impuso, como criterio
personal, la supresión absoluta del adorno, pues, como recordaba una vez, no
debía olvidarse que aquella obra iba a ser, a un tiempo, monasterio y templo y
tumba, así todo el ornato, si es que tal puede considerarse, se quedó reducido a
simples canecillos que sostienen la cornisa. El mérito de los arquitectos, sobre
todo en la fachada, obra en sus dos primeros registros, de Juan Bautista, en lograr
con tan menguados recursos una plasticidad innegablemente concedida.

5.- Fachadas de cada estilo (Comparación)

La fachada del Palacio de Carlos V, de Pedro Machuca, se sitúa como obra del
Renacimiento, presenta una severa decoración clasicista. Aunque muestras
esbozoz de la lógica de la arquitectura manierista, no recae en manierismo puesto
que no hay supresión de los elementos decorativos, no hay depuración del ornato.

Es renacentista primero porque, los almohadillados que cubren toda la fachada


están tratados de manera geométrica y son la característica más distintiva de la
influencia renacentista italiana; se evidencia el predominio de la geometrización. El
ritmo arquitectónico se consigue alternando vanos de luz rectangulares,
rematados en frontones de medio punto, y frontones triangulares. Aparecen sobre
los frontones motivos decorativos tópicos como los medallones. Se incorpora en la
fachada las columnas clásicas, en los espacios intercolumnios se sitúan vanos de
ingreso, un tanto desproporcionados del vano de ingreso principal ya que ocasiona
inestabilidad visual, característica más sobresaliente del manierismo.

Es renacentista ya que es una arquitectura que crece en horizontal, los ojos de


buey están dispuestos sobre todos los vanos de luz, también siendo un elemento
constante de arquitectura del renacimiento.

Si bien podría pensarse que la fachada es manierista por la disposición ilógica de


los elementos, que bien tiene intensión manierista, los caracteres ornamentales de
tipo más renacentista aun perviven en esta fachada con gran ahínco. Por tanto la
fachada es conveniente ubicarla o definirla dentro del renacimiento.

En contraposición la fachada principal del Monasterio de San Lorenzo del Escorial,


si se pude definir manierista. Al comparar lo más evidente de esta edificación es la
supresión del ornato y disolución de la figuración. La disociación de la arquitectura
es sobresaliente, ya fachada no advierte lo que será el interior de la edificación.

El manierismo posee muy poca filiación a la escultura que se incorpora a la


arquitectura, por tanto cuando está presente se sitúan en nichos u hornacinas, tal
como demuestra, la escultura de San Lorenzo.

Demuestra nuevas perspectivas y reacciones en cuanto al tratamiento de los


elementos clásicos, siendo esta reacción la característica que hace posible el
desarrollo del Manierismo.

[1] Enciclopedia Salvat Diccionario. Tomo 8. pp. 2112

[2] Sebastián, S. García, C. y Buendía, R. (1980). Historia del arte hispánico, tomo
III. Madrid: Editorial Alambra. pp. 36

El Manierismo, que surge en Europa a mediados del siglo XVI pero llega a
Latinoamércia en el siglo XVII se caracteriza por ser un arte refinado, intelectual y
reflexivo, de carácter cortesano, y por lo tanto, propio de una élite social e
intelectual amante de la complicación en el lenguaje (culteranismo) y la oscuridad
conceptual (conceptismo). Es una tendencia artística que revela una profunda crisis
espiritual, consecuencia de la destrucción de los ideales filosóficos y formales del
mundo ideal del Renacimiento. Presenta, por tanto, la imagen de un universo
atomizado cuyos principios constructivos son la adición y la yuxtaposición de
elementos sin un orden lógico claro, lo cual provoca un efecto onírico. Es ambiguo,
lleno de claroscuros y contraposiciones.

El Greco. El monte de los Olivos


RENACIMIENTO DE AMÉRICA LATINA
América Latina para alcanzar su desarrollo debe vivir primero un proceso político social de
renovación profunda, similar al que vivió Europa en el periodo del "Renacimiento", periodo
que se dice fue "universal" del ser humano, pero que tuvo su foco geográfico en el viejo
mundo, llegando a América Latina no como proceso, sino simplemente como tendencia. Lo
trascendente de este proceso en el continente europeo no fue ni el arte, ni la arquitectura, ni
ningún otro elemento que generalmente se relaciona a este proceso, esas simplemente
fueron las consecuencias. Lo realmente trascendente de este proceso fue la renovación que
se vivió a nivel político-social conteniéndo tres aspectos fundamentales: generación de
conocimiento y educación, formación ética-moral y unificación política.

No nos olvidemos que antes del renacimiento europeo dicho continente se econtraba en una
profunda crisis económica (con hambruna) social (gente muriendo por la peste a grandes
escalas en sociedades donde eran muy pocos los que sabían leer y escribir) y política
(reinos muy debilitados al punto de encontrarse reducidos a feudos en guerra unos con
otros).

Fue a raiz del renacimiento que lograron sentar las bases para su desarrollo: se inició una
ola de descubrimientos e inventos que revolucionó la base del conocimiento hasta ese
momento establecida, esto movido por el cuestionamiento a los dogmas hasta ese momento
arraigados, y este conocimiento recientemente generado comenzó a distribuirse por medio
de universidades y academias que surgieron a lo largo y ancho del continente. Si bien este
cuestionamiento a los dogmas establecidos (fundamentalmente religiosos) significó un
debilitamiento del sistema moral religioso, un fenómeno interesantes se vivió a través del
auge de la ética y moral desde el punto de vista filosófico y la propagación de valores y
principios a lo largo de las sociedades europeas. Finalmente comenzaron a aparecer las
Repúblicas como formas de ordenamiento político (obviamente en procesos largos y
complejos), y algunos reinos otrora debilitados comenzaron a fortalecerse y a adoptar una
forma republicana en algunos aspectos. La estabilidad política sin duda contribuyó a
generar un escenario favorable al desarrollo de las sociedades y del conocimiento lo que a
su vez propició el desarrollo económico. (Estados Unidos vivió un proceso en la misma
dirección como consecuencia de la expansión del "espíritu renacentista" que quizá merece
otro análisis específico, pero lo que ahora nos importa es que en dicho proceso sus
sociedades se renovaron tanto a nivel de construcción y difusión de conocimiento,
fortalecimiento de las bases ético-morales y unificación política)

En contraste América Latina vivió durante ese periodo un proceso de coloniaje que lejos de
permitir un florecimiento de las nuevas sociedades creadas por el fuerte choque cultural de
dos mundos, produjo un estancamiento en todo el continente. Prueba de aquello es que de
ese periodo sólo se conocen en américa latina como "influencia" tanto arquitectónica,
artística, de pensamiento político, etc.

Prueba tangible de aquello se da con una simple comparación que el lector podrá hacer...
¿cuantos descubrimientos y/o inventos considerados trascendentales en la historia del
hombre moderno tuvieron origen y/o perfeccionamiento en europa, cuantos en
norteamérica y cuantos en latinoamérica?, por citar algunos la imprenta, la máquina de
vapor, la bombilla eléctrica, el teléfono, el aeroplano, el automóvil la teoría de la evolución,
el racionalismo, y podemos incluso continuar con la principales tendencias arquitectónicas,
artísticas, filosóficas, del pensamiento político. Con responderse a esta simple interrogante
el lector podrá darse cuenta de lo que se quiere explicar con total claridad y sin necesidad
de seguir ilustrando con ejemplos.

Lo cierto es que para lograr el desarrollo y progreso real de nuestras sociedades, ese que
estamos desde hace mucho buscando y que tanto necesitamos, primero debemos encarar
"nuestro" proceso de RENACIMIENTO, ese proceso de renovación profunda a nuestro
interior; y es algo absolutamente lógico, uno para poder correr primero debe aprender a
pararse, no se pueden saltar etapas. Si no vivimos este proceso nos veremos como quien
entra en una carrera cuando apenas aprende a a pararse queriendo competir con quienes
llevan buen tiempo corriendo, así de incoherente sería...
Publicado 24th December 2011 por Rodolfo Meyer Egüez

El Renacimiento en América Latina


Escuelapedia

La irrupción de los españoles al continente americano a finales del siglo XV trajo consigo
las iniciales expresiones arquitectónicas de influencia europea que, aunque en un principio
contenían elementos del gótico tardío, pronto adquirieron aspectos tradicionales del
renacimiento español y más específicamente del plateresco. El primer monumento de este
estilo que se conserva en América Latina es la catedral de Santo Domingo. Fundada en
1523, destaca por el delicado trabajo de su portada obra del arquitecto Rodrigo Gil de
Liendo. Igualmente en Santo Domingo se encuentra la iglesia del hospital de San Nicolás
de Bari.
En América consiguieron gran desarrollo tres tipologías arquitectónicas que habían tenido
nula aplicación en el Viejo Mundo: el templo-fortaleza, la capilla abierta y las ‘posas’, una
especie de pequeñas capillas situadas en las esquinas de los atrios abiertos. La primera tiene
su principio en la España medieval y es de carácter defensivo. Uno de los ejemplos más
característicos de este tipo de edificios es el convento de Yanhuitlán, en Oaxaca, México,
que conserva, por razones funcionales, la estructura masiva y vertical de las construcciones
defensivas medievales. La capilla abierta tuvo gran aceptación en México por razones de
culto, ya que posibilitaba oficiar la misa en un amplio espacio abierto al que tenía acceso la
gran masa de nuevos catecúmenos.

En la segunda mitad del siglo XVI se comienzan a cimentar grandes catedrales en


Latinoamérica. La austeridad compositiva de la catedral de Jaén, en España, proyectada por
el arquitecto Andrés de Vandelvira, sirve de modelo a un buen número de templos del
Nuevo Mundo, especialmente a aquellos diseñados por Francisco Becerra. La llamada
‘estructura salón’, desarrollada por Vandelvira, se preserva en las catedrales peruanas de
Lima y Cuzco, proyectadas ambas por Becerra. La disposición en tres naves, el crucero sin
brazos y la ausencia de ábside, girola y cúpula, suministran al exterior un volumen cúbico
casi perfecto. En México destacan de manera especial dos catedrales, la de Puebla,
igualmente de Becerra, y la de la ciudad de México, cuyas trazas pertenecen a Claudio de
Arciniega. En Colombia se observa la influencia del español Juan de Herrera en los
remates en bola de las pirámides superiores de la portada de la catedral de Tunja. Por
último, en Quito, Ecuador, se encuentra la catedral de San Francisco, quizá uno de los
ejemplos más bellos de manierismo en América.
En el terreno de la escultura consiguieron especial fama, por el refinamiento y la calidad
técnica de sus obras, Juan de Aguirre y Quirio Cataño. La pintura, por el contrario,
estuvo durante este periodo más supeditada a la herencia europea. El iniciador de la
tradición de la pintura de caballete en América fue el flamenco Simón Pereyns durante el
segundo tercio del siglo XVI. Pero, la manifestación artística más genuina de este periodo
fue la pintura al fresco. Algunos de los ejemplos más destacados de esta técnica se hallan
en los conventos de Actopan (Hidalgo), Huejotzingo (Puebla) y San Agustín de Acolman
(estado de México). En Quito se desarrolló por propuesta de la orden de San Francisco la
primera escuela dedicada a la educación de las artes decorativas, cuyo destacado
representante fue fray Pedro Bedón, autor de la escuela quiteña.

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