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Mitología personal: una contribución importante a la teoría

y práctica gestáltica.
*
Selma Ciornai.

Terapeuta Gestalt brasileña

Fundadora del Instituto Gestalt de Sao Paulo

Resumen

En este trabajo se analiza cómo en gran parte la Terapia Gestalt, los


terapeutas gestálticos, han desarrollado el polo individual, e individualista, en
detrimento del polo social. Se subraya desde la teoría de campo la necesidad
de tener en cuenta los dos polos en forma dialéctica, siguiendo el fluir del
proceso figura/fondo, organismo/ambiente, individuo/sociedad. Ante esta deriva
individualista de la Terapia Gestalt, se propone retomar el polo social, familiar,
cultural, introduciendo el concepto de Mitología Personal, aportando la autora
su experiencia personal.

Palabras clave: terapia gestalt, teoría de campo, mitología personal,


razología.

Abstract

In this article, the way in which the Gestalt therapists and Gestalt
Therapy itself, have developed their individual and individualistic pole in spite of
the social pole, is analyzed. From the Field Theory, the need of bearing in mind
both poles after a dialectical manner is here underlined, going on fluently with
the figure/background, organism/environment and individual/society process
Opposite to this Gestalt Therapy drifting, the author puts his mind on taking up
again, the social, familiar and cultural pole, introducing the concept of Personal
Mythology, providing own author’s personal experience.

Key words: gestalt therapy, personal mythology, razologia, field theory.

*
Para contactar con la autora: sciornai@terra.com.br
Introducción

Fondo, ha sido un concepto tan amplio como indefinido la terapia gestalt,


comprendiendo desde lo que nunca estuvo presente como figura de
"awareness", a lo que estuvo y dejo de estar; desde dinámicas y procesos
internos nunca reconocidos o poco vislumbrados, gestalts ocultas de difícil
acceso, a contenidos más fáciles e inmediatos.
Las relaciones entre procesos y dinámicas del individuo con factores
familiares, transgeneracionales y socio-culturales que hablan respecto de él,
así como con los macrosistemas y superestructuras con las cuales convivimos,
a pesar de estar implícitos en la estructura teórica de la gestalt, han recibido
poca atención por parte de los gestaltistas de manera sistemática.
Para situarnos, veamos que dicen al respecto, algunos de los textos
principales de Perls y los que escribiera con Hefferline y Goodman.
La visión sistémica del individuo, como parte integrante del sistema
individuo -medio, formando una gestalt única e indivisible, forma parte de la
estructura teórica más básica de la terapia gestalt, definiéndose como "la
interacción dialéctica de las interferencias reciprocas entre ambos" (Perls,
Hefferline & Goodman, 1951). Esta concepción proviene de la Psicología de la
Gestalt y de la teoría de campo de Lewin, cuya forma sistémica de pensar esta
en la base de la formulación de Perls.
En el libro "Terapia Gestalt: Excitación y crecimiento de la personalidad
humana", Perls, Hefferline y Goodman, escriben: " apenas el intercambio
organismo-medio constituye la situación psicológica", que no puede ser
concebida tomando a cualquiera de ellos en forma aislada (idem, p. 19). Y
siguen: "Llamemos a esta interacción organismo-medio de campo-organismo-
medio en función. Y recordemos que no importa como teoricemos sobre
impulsos, "drives", etc. es siempre a este campo interaccional al que nos
estamos refiriendo y no a un ser aislado” (idem, p. 259). "La experiencia ocurre
en la frontera organismo-medio, y es en la frontera de contacto que los eventos
psicológicos ocurren (…). Nuestro abordaje, que considera al ser humano
como simultáneamente y por naturaleza un individuo y un miembro del grupo
social, nos dan una base operacional más amplia". (Perls 1973)
La dinámica de las transacciones organismo-medio, uno de los
conceptos más importantes de la Terapia Gestalt, es descrita como un proceso
continuo de surgimiento de figuras motivacionales que movilizan el organismo
como un todo en su percepción, orientación, acción y contacto:
"Contacto implica atracción y rechazo, aproximación y distanciamiento.
Sentir, evaluar, discernir, comunicar, luchar, detestar y amar" (Tellegen, 1984).
La noción de contacto entendida como base relacional fundamental como yo-
otro, sujeto-objeto, interno-externo, constituye la base del abordaje gestáltico y
es el corazón de su metodología” (Yontef, 1981).
A pesar de que la Terapia Gestalt enfatiza en su teoría que el individuo
tiene siempre que ser comprendido como parte del sistema organismo-medio,
de donde emergen figuras motivacionales, emocionales, comportamentales,
perceptuales, etc., como parte de su proceso interaccional con el medio,
todavía la noción de "fondo" de donde tales figuras emergen y se destacan, ha
sido poco abordado en la literatura gestáltica, y en verdad, revisando la
literatura tanto clásica como actual del abordaje, he encontrado pocos textos
donde esta preocupación sea evidente.
En un movimiento de deseo y necesidad de una mejor comprensión de
la intimidad del universo, tan delicado, de los procesos y de las dinámicas de
cada uno, de poder comprender formas, modos, patrones de relación y del
existir humano y de como se van configurando estos estilos, como se van
constelando como elementos de una estructura compleja que en general se
queda como paño de fondo, mi atención se volvió para las estructuras mas
amplias a que el individuo pertenece: familia, étnica, cultura y medio social.
La Terapia Gestalt tiene como presuposición básica la visión del
individuo como un ser en relación, afirmando la indivisibilidad del campo
organismo-medio, donde ambas partes del sistema crecen y se desenvuelven
en una perenne relación de intercambio dialéctico. Esta unidad figura-fondo,
organismo-medio, que teóricamente engloba todo lo que existe en el universo,
ha sido reducida en la practica del trabajo terapéutico a los procesos
intrapsíquicos de cada uno, o a las relaciones entre el individuo y sus otros
significantes.
Por suerte, recientemente este aspecto "relacional" intrínseco a la
Terapia Gestalt, ha recibido más atención de algunos autores y
psicoterapeutas, siendo esta corriente denominada de "abordaje dialógico",
pues tiene en M. Buber su autor inspirador. Yontef (1981), Jacobs (1990) y
Hycner (1990,1991), son autores que se han destacado dentro de esta
corriente.
Existen pocos trabajos sobre la Terapia Gestáltica con familias y la
aplicación de la Terapia Gestalt en trabajos comunitarios. En el trabajo "El
implícito y el explícito en la Terapia Gestalt" Pavani (1989) cuestiona la
diferencia entre lo "dicho" en la Terapia Gestalt (una postura sin preconceptos,
sin a-prioris, fenomenológica) y las comprensiones que de hecho tanto el
terapeuta como el cliente tienen de la vida y de las situaciones existenciales
vividas. Definiendo imaginario social como todo lo que establece criterios,
modelos o estructuras básicas en términos de la localización del individuo en el
mundo, da como ejemplo a la familia, preguntándose cual es la que tenemos
en nuestra cabeza, a partir de la cual hacemos lecturas de nuestras vidas y de
los clientes. Señala que todos los trabajos de Freud y de Jung presuponen una
visión de la familia cargada de presuposiciones ideológicas de la familia
burguesa del siglo XX, que se diferencia por ejemplo de la familia de la época
monárquica en términos de sexualidad, fidelidad, relación con los hijos,
casamiento, etc. En este modelo, el padre es una figura central de poder,
proveedor económico, y de los principios morales debiendo por tanto se
integro, firme, con autoridad, etc. La madre, como figura central de afecto, es la
que se sacrifica, la tierna, la que cuida de los asuntos de la casa; en cuanto los
hijos deben ser inteligentes, bonitos y esperarse de ellos que intenten
progresar para corresponder al deseo de superación social de la familia.
Así, tenemos todos una "familia ideal" en la cabeza, y cualquier desvío
presupone inadecuación, error y conflicto. Pavani defiende la necesidad de
tornar explícito el implícito, y de tornar este implícito “figura”, para que podamos
darnos cuenta del imaginario social que queriendo o no, nos influencia, para
que con awareness, podamos redimensionarlo.
Ya Raymond Saner (1989), terapeuta Gestáltico europeo, consultor de
la ONU para Asia, Africa y otros países, en un brillante trabajo titulado "Cultural
Bias of Gestalt Therapy: Made-in-the-USA", escribe sobre su preocupación por
el énfasis de la Terapia Gestáltica desarrollada en los Estados Unidos, puesto
en valores y comportamientos individualistas, diciendo que a pesar de que la
Terapia Gestalt postula que la energía para la formación de la figura viene de
ambos polos organismo-medio, aplicado al setting terapéutico se habla mas de
la fenomenología o de la patología del paciente que de una fenomenológica
interaccional que refleje la situación existencial diádica de formación del
"nosotros".
Describe también que a pesar de que la Terapia Gestáltica enfoca
procesos de formación figura-fondo, el trabajo de Kurt Lewin, que enfoca
justamente la percepción de campos y gestalt sociales, no es muy considerado.
Elaine Kepner, en su histórico articulo, "Proceso de grupo gestáltico"
(1980) escribe que a pesar de que tanto Fritz Perls como Kurt Lewin han
desarrollado mas o menos al mismo tiempo sus teorías, estas hacen de hecho
poco contacto . Tal vez, dice ella, porque Lewin estaba mas interesado en el
campo organizacional: grupos "T", etc., en tanto que Perls estaba mas
interesado en el ámbito de la psicoterapia.
En la misma dirección, Yontef (1981) escribe lo siguiente:
"La teoría de campo es el aspecto mas inadecuadamente discutido en la
Terapia Gestáltica (…) es una contribución de la Psicologia Gestalt a la Terapia
Gestalt. Todavía en términos de practica clínica, parece ser, entre los principios
fundamentales básicos, el mas fácil que un terapeuta desconozca o ignore."
Es por eso que me parece justificado poner llamar la atención de los
terapeutas tanto clínicos como comunitarios, sobre la influencia de los factores
transgeneracionales, socio-culturales y étnicos en la constitución de la
personalidad humana i.e., del "self" de cada individuo, como una extensión
natural de la teoría de campo y de la concepción de sistema organismo-medio
en la Terapia Gestáltica.
Porque el papel de las psicoterapias ha sido muchas veces el de
desarrollar una comprensión de que conflictos, sufrimientos, etc. tienen sus
orígenes solamente en la existencia privada, siendo una problemática apenas
individual, del sujeto y de la familia. "La no contextualización o consideración de
cuestiones culturales y socio-políticas, impide que se conceptúe claramente
qué hombre y qué mundo se toma como referencia cuando se habla de
individualización, bienestar, salud, enfermedad, ayuda y cura" (Pavani 1989),
incurriendo en el peligro de, a veces, sobrecargar al individuo y su mundo
interno como factores determinantes de situaciones o conflictos que lo
sobrepasan. "Buscando esclarecer y justificar la existencia individual, las
psicoterapias en general tienden muchas veces a hiper valorar disturbios y
desajustes particulares o a promover y valorar las búsquedas individuales que
acaban por oponerse al bienestar, a la felicidad, a la convivencia y a la
interacción con los otros" (Pavani 1989).
Mi historia personal, así como mi "background" en sociología, me
llevaron a interesarme en estos aspectos que transcienden la singularidad de
cada individuo. Proveniente de un país con tantas turbulencias políticas y
económicas que afectan directamente a los ciudadanos (como la dictadura de
los años 60 y 70, la confiscación de las economías privadas en el inicio del
gobierno Collor y la gran crisis económica, para dar algunos ejemplos), y
habiendo vivido en varios países y convivido con distintos valores y culturas, he
sentido una gran necesidad de comprender los procesos solitarios y a veces
dolorosos de llegar y tener que aprender a percibir, a dar sentido a las reglas
sociales implícitas, a los valores no nombrados pero existentes en una
sociedad. He tenido por lo tanto, que afilar mis antenas para estos aspectos,
por una necesidad humana de pertenencia, inclusión, cambio, confirmación y
convivencia.
Esta introducción configura mis preocupaciones e insatisfacciones con
algunos aspectos de la teoría y practica de la Terapia Gestáltica, pues como
consecuencia de la falta de una mayor atención a ellos en la teoría, se han
dejado de lado también experimentos que instrumentalicen un acceso a estos
contenidos. Quiero hablarles aho ra del trabajo de David Feinstein y Stanley
Krippner, "Mitología Personal", que me parece ser esta una contribución
potencial a la Terapia Gestáltica, tanto del punto de vista teórico como
instrumental pues puede vincular de forma consistente y articulada
dimensiones y valores socio-culturales, históricos, familiares, y
transgeneracionales, con las nociones de elecciones y movimientos personales
tan centrales a nuestra fundamentación filosófica.
Quiero antes de esto, llamarles la atención hacia el hecho que en la
Terapia Gestáltica se pregunta con frecuencia: “Que sensación está
presente?”, “Que sientes?”, “Que experimentas?” , “Con qué estás en contacto
?”, pero muy poco “En qué crees?”
De la misma forma se trabaja con el “continuo de awareness”, con el
contacto y las percepciones, con la calidad del contacto aquí y ahora, pero muy
poco con la dimensión histórica del individuo, a pesar de que está claro para
cualquier gestaltista, que cuando se habla del aquí y ahora se refiere también
al pasado tal cual esta presente en el ahora. En ese sentido, el libro de Erwin
Polster (1987) “La vida de cada persona vale una novela”, y su artículo
“Aprisionados en el presente” (1985) publicado en el Gestalt Journal, son por
sus propios títulos ya bastante elocuentes en el señalamiento de esta laguna
de nuestro “abordaje”.
Mitología personal

“Mitos en el sentido aquí empleado, no son, como el sentido común que


la palabra indica, falsedades o leyendas, sino modos como individuos o grupos
codifican y organizan sus vidas internas” (Feinstein & Krippner, 1992). “Son
creencias profundas y reglas tácticas que guían nuestras vidas, organizadas
alrededor de temas centrales con el objetivo de explicar al mundo, dirigir el
desarrollo personal, proveer orientación social y reconocer necesidades
espirituales” (Idem, p.20). Sirven para inspirar, generar convicciones, orientar
acciones y elecciones y unificar a la persona o el grupo (en el caso de mitos
colectivos).
“En las sociedades primitivas, el individuo no existía como una entidad
aparte. Los mitos eran culturales apenas, y no personales (…) pero a lo largo
del tiempo las sociedades fueron tornándose demasiado complejas para que
una visión uniforme del mundo fuese aceptada por todos sus miembros (...).
Las personas son expuestas en las civilizaciones contemporáneas, a una
infinidad de mensajes e informaciones a veces conflictivas; a una infinidad de
mitos y fragmentos de mitos, que hacen con toda probabilidad que las actitudes
y valores de una persona difiera de las de sus vecinos de una forma, que sería
inconcebible en culturas tribales (Krippner, 1989, p.26) .
“Crecer dejó de ser una cuestión de seguir los pasos firmes de los
ancestros que a lo largo de varias generaciones tenían el mismo ramo de
negocios, mantenían las mismas convicciones religiosas y consideraban el
papel del hombre y de la mujer estipulados por la tradición como parte
integrante del orden natural .Los mitos personales funcionan por lo tanto para
el individuo de manera análoga a que los mitos culturales funcionan para los
grupos sociales: “interpretan el pasado, explican el presente y orientan el
futuro” (Feinstein & Krippner, 1992), ayudando al individuo a pasar por las crisis
de su vida, y al igual que nuestras psiques todavía están tratando con los
mismos temas considerados por los mitos antiguos (amor, relaciones
interpersonales, vida, muerte, etc.), estos fueron creados en tiempos, contextos
y a través de vivencias distintas a las antiguas.
Mitología personal va a ser entonces la constelación, el conjunto de
mitos personales que organizan el sentido individual de la realidad y orientan el
comportamiento, y dicen respecto “a cuestiones de identidad (quien soy), que
dirección (para donde voy), y que objetivo (para que voy), dando significado a
la existencia del individuo en el mundo” (idem, p.22).
Típicamente, los mitos operan fuera de “awareness”, esto es,
inconscientemente, son, como se dice en la Terapia Gestáltica, gestalts ocultas
de difícil acceso.
Términos semejantes encontrados en la literatura ta nto psicológica como
sociológica, son “scripts”, creencias, actitudes, constructos, etc. pero estos
términos no abarcan del todo las dimensiones no conscientes y arquetípicas
que la palabra mito abarca.
Escriben Feinstein y Krippner:
“La orientación silenciosa de su mitología personal, confiere significado
a toda situación con la cual usted se enfrente y determina su actitud en relación
a ella. Su mitología personal actúa como una lente que colorea sus
percepciones siguiendo valores y suposiciones, resaltando ciertas posibilidades
y oscureciendo otras” (idem, p.15).
Cada uno de nosotros vive por lo tanto, dramas internos cuyos enredos
interpretamos en el mundo y al igual que los temas de estas mitologías se
encuentren habitualmente fuera de nuestra percepción; de cierto modo
creamos las escenas y los personajes que permiten que nuestras historias se
desarrollen.
“Pero la mitología o el comportamiento de una persona no pueden existir
aislados de su contexto socio-cultural y político. Muchas personas se ven
presas de circunstancias tan aplastantes que se tornan ciegas a cualquier
mitología que no sea la que domine la situación. Continúan con su matrimonio
infeliz, con su trabajo insatisfactorio o con su papel social opresivo porque las
condiciones sociales les impiden concebir otras opciones y mucho menos
progresar en dirección a ellas” (idem, p.43).
“Los mitos personales están también cargados de las esperanzas y de
las desilusiones de las generaciones anteriores (…) Los mitos familiares
evolucionan conforme pasados de una generación a otra y el desarrollo de la
mitología personal de un individuo debe ser considerado tomando como paño
de fondo la mitología familiar, o sea, como se comprendían las situaciones
vividas, que se valorizaba, que se temía, en que se confiaba, etc. (idem, p. 29
,30). Gilberto Velho (1987), antropólogo brasileño, nos habla de como los
grupos de pertenencia determinan valores, de como son la referencia-patrón de
las personas y de como estos dejan siempre una marca. De la misma manera
que el individuo va ampliando sus referencias, hay siempre una referencia
cultural que lo influencia, aunque esto sea aquello contra lo que el individuo se
va a colocar.
Las personas reciben por lo tanto, influencias de su familia, de su
ambiente social, del periodo en que viven, y los procesan, los filtran de modos
también particulares e individuales. Como ya he dicho antes, cada persona
tiene algo de común y algo únicamente suyo, su singularidad. Esto es facilitado
por la actual noción de individualidad que, tal como concebimos hoy, es
relativamente nueva en cuanto concepto en relación a otros tiempos de la
historia (Augusto, 1990).
Pero, en la medida que nuevas experiencias se suman a lo largo de la
vida, los sistemas en que estamos insertados se van transformando, nuestra
comprensión del mundo va siendo revisada y reformulada, y nuestras
mitologías internas se van tornando complementarias o conflictivas; una de las
cualidades de la mitología personal está en su capacidad de cambio, evolución
y transformación. Nuestras mitologías son constantemente desafiadas a
incorporar informaciones que contradicen sus premisas, a adaptarse a nuevas
circunstancias y a desarrollarse en la medida que acumulan nuevos
conocimientos. (Feinstein & Krippner, 1989, p.31).
Cuando las personas encuentran informaciones o viven experiencias
que no son consistentes con sus estructuras míticas, generalmente las niegan
o distorsionan sus percepciones, en un mecanismo semejante al que Piaget
denominó asimilación; o modifican sus esquemas internos, transformando sus
mitologías, para acomodarse y armonizarse con las nuevas informaciones y
experiencias. Feinstein y Krippner señalan que estructuras míticas alternativas
están continuamente siendo formuladas a pesar de que, mitos que
prevalecieron durante mucho tiempo pueden ser difíciles de alterar.
Conceptualizan “contramito” como la estructura que se opone al mito
prevaleciente y que generalmente emerge para apoyar aspectos de la
personalidad que no fueron adecuadamente desarrollados por el mito antiguo,
pero que presionan por expresarse.
La personalidad se desarrolla entonces a través de un proceso de
enfrentamiento dialéctico entre la continuidad con el pasado y el envolvimiento
con necesidades, experiencias y posibilidades nuevas y emergentes. Así, a un
mito dominante, eventualmente se opone un contramito emergente, y de esta
“batalla” dialéctica surge un nuevo mito, el cual idealmente incluye las partes
mas funcionales para el individuo de las dos partes previas. Idealmente porque
muchas veces las personas conservan, sin darse cuenta, mitos orientadores
que les son absolutamente disfuncionales en la vida. Esto naturalmente es muy
semejante al concepto de trabajo con polaridades y pensamiento diferencial en
la Terapia Gestalt.
Mitología personal y psicoterapia

Comprendiendo lo que gobierna los mitos latentes, el individuo se torna


menos limitado por mitologías originadas en su infancia, cultura, etc. y puede
empezar a modificar patrones de vida que antes le parecían pre-determinados
e incontestables, pues la conciencia de las posibilidades de elección aumentan
cuando se reconoce que los patrones indeseables de la vida son mantenidos
por mitos no cuestionados.
Las personas son sensibles a conflictos culturales subyacentes y es
función de los que las ayudan sintonizarse con el nivel mítico de sus
sufrimientos individuales. La mujer que esta en conflicto entre el deseo de
expresar su individualidad en una carrera y las exigencias que experimenta
como esposa y madre, refleja una batalla que esta siendo desarrollada en la
mitología de la cultura actual y que empezó en los años 50 y 60. En este
tiempo, muchos terapeutas trabajaban con el sentido de suprimir todo un
descontento femenino que acabó transformándose en un conflicto mítico hasta
hoy central en el escenario contemporáneo .
“Cuando las personas identifican y eficazmente elaboran sus mitos
personales, se tornan capaces de encontrar soluciones personalmente
relevantes para conflictos culturales mas amplios en el microcosmos de sus
vidas” (p.138).
Feinstein y Krippner señlan 5 etapas para reconocer y elaborar mitos
personales:
Identificar áreas de conflicto en la mitología personal, o sea, áreas en
que el mito personal no funciona adecuadamente.
Enfocar y examinar el mito prevaleciente y el contramito.
Desarrollar un diálogo interno entre el mito prevaleciente y el contramito,
iniciando así, un proceso de interacción dialéctica entre estas dos polaridades.
Llegar a una resolución mítica, escogiendo un nuevo mito que guíe.
Aplicar, bordar en su vida este nuevo mito, anclándolo en sus vivencias.
Para esto, desarrollan experimentos, que incluyen trabajos con sueños,
visualizaciones, trabajo con técnicas corporales y gestálticas. Yo
personalmente he encontrado en los recursos artísticos y expresivos, un
camino bastante efectivo de trabajar con este material, pues el lenguaje de los
mitos es muy semejante en su complejidad y simbolismo a los lenguajes
expresivos.
Así, poder ayudar a una persona a identificar mitos personales obsoletos
o improductivos actuando en su vida y en larga medida fuera de “awareness” y
ayudarle a volverlos a ver y a comenzar a experimentar formas alternativas de
encontrar más satisfacción y armonía en su vida; ayudarla en el proceso de
encontrar los contramitos y en el proceso dialéctico de resolución de los
conflictos míticos; aumentar sus percepciones interiores y posibilitar la tomada
de decisiones con mayor información psicológica, me parecen ser no solo los
objetivos de una psicoterapia que tenga en consideración mitologías
individuales y colectivas, como también, de una psicoterapia que facilite una
mayor comprensión del fondo y de las gestalts ocultas que en él se insertan,
como las mitologías familiares, étnicas, socio-culturales y políticas que
envuelven al individuo, posibilitando así, una participación más consciente y
eficaz en sus evoluciones.
Quiero resaltar que no se trata aquí de defender que el trabajo con mitos
personales es la solución para todos los problemas. Simplemente estoy
resaltando la importancia de esta comprensión en la formación y la práctica del
psicoterapeuta en el sentido de ser un camino para llenar las lagunas que he
observado previamente en este trabajo, por ejemplo la necesidad de una
consideración de hecho más amplia y cuidadosa sobre la diversidad de
factores que están envueltos en el campo.
Para concluir, me gustaría dar como ejemplo un trabajo con el cual tuve
contacto cuando trabajé en la “Clínica de la Raza” en Oakland, California, en el
periodo del 70 al 82, refiriéndome aquí a la “Razología”, orientación filosófica
de los distintos equipos que trabajaban en el conjunto de servicios sociales
ofrecidos a la población latina de esta región, entre las cuales habían servicios
de salud mental. Esta clínica fue una de las primeras clínicas latinas de salud
mental en los EEUU. Fue el resultado de un trabajo iniciado por estudiantes
chicanos de la Universidad de Berkeley que ayudaban a las poblaciones latinas
pobres a organizar servicios de asistencia social y de salud, percibiendo las
limitaciones de los abordajes tradicionales de psicología estudiadas en la
Universidad, tales como la restricción a los ambientes formales de los
consultorios y la orientación no directiva de reflejar y esclarecer apenas el
material traído por los clientes. Estos estudiantes iniciaron un proyecto más
activo, como visitas a residencias, intervenciones al nivel comunitario, etc. La
orientación filosófica a este trabajo fue desarrollada por Roberto Vargas y
Francisco Hernández, y titulada “Razología”, que se define como “un proceso
de conocimiento a través de sus propias experiencias” (Vargas, 1979). Su
proposición básica es que todos los servicios de salud mental deben ser
orientados en el sentido de mejorar la salud del “self ”, de la familia, y de sus
comunidades, y por esto se llama “Progente”, esto es, “salud mental en pro de
las necesidades de la gente” (1981).
Cito aquí la Razología porque me parece que uno de los conceptos
principales, el “No”, es un concepto que señala hacia la clarificación de la
mitología personal y comunal de la población inmigrante latina en los EEUU, y
podríamos decir, de las poblaciones oprimidas en general.
De acuerdo con Vargas y Hernandéz, el “No” es un instrumento
conceptual para comprender la dinámica de como la opresión y la
discriminación actúan en el sentido de instalar una actitud de retractamiento en
el sentimiento interno del poder personal y colectivo. Esta actitud de restricción
es experimentada por el individuo como “No Puedo” hacer lo que las otras
personas hacen; “No quiero” (a mi familia, mi cultura); “No Tengo” (los atributos
necesarios para vencer en la vida); “No Soy” (de acá como los otros); y “No
Sé”(lo que las otras personas saben). De esta manera, el “No Puedo” individual
se torna el “No Podemos” colectivo, en la medida que la sensación personal de
devaluación generalizada para el grupo (1979, 1981).
Así, dada esta comprensión de la dinámica de opresión de la población
inmigrante, Vargas establece como principio básico de la orientación clínica
“progente”, la exploración, reflexión y liberación del “No” internalizado, en una
percepción personal y del mundo de “Sí Puedo” y “Sí Podemos”, para lo que,
valores tradicionales de la cultura latina como “confianza” y “familia” tienen que
ser experimentados y reposeídos en contexto terapéutico. Lo que para mi es
claramente un trabajo con las mitologías internalizadas y frecuentemente fuera
de “awareness” de esta población (Ciornai, 1983, p.63-76).
Les podría dar muchos otros ejemplos; he coordinado “workshops” en
distintas regiones de Brasil con grupos con características culturales
específicas, así como con grupo de mujeres en la madurez (45-60 anos), y he
percibido como mitos provenientes de la persona de cada grupo, acaban
asumiendo dimensiones de temáticas y emergentes grupales, trascendiendo el
nivel individual y caracterizándose como mitos colectivos. También he
verificado tanto en mi práctica clínica como en estos “workshops”, que la
utilización de este instrumento conceptual ha facilitado percepciones y
reconfiguraciones profundamente significativas para las personas.
No hago acá una panacea de este marco referencial pero me parece
que frente a las actuales búsquedas de ampliación y reformulación de aspectos
tanto de la teoría como de la práctica de la Terapia Gestáltica, la utilización del
concepto de “mitología personal” puede traernos contribuciónes importantes
que abran caminos para un trabajo terapéutico efectivamente holístico y
sistemico , que considere la complejidad de los individuos y los grupos con que
trabajamos
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