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“Sigan adquiriendo poder en el Señor”

“Sigan adquiriendo poder en el Señor y en la potencia


de su fuerza.” (EFESIOS 6:10.)

HACE tres mil años, dos combatientes se enfrentaron en el campo de


batalla que separaba a dos ejércitos opuestos. El más joven no era más que
un muchacho, un pastor llamado David. Ante él se erguía Goliat, un hombre
de potencia y estatura extraordinarias. Su cota de malla pesaba 57 kilos, y
blandía una enorme lanza y una gran espada. David no llevaba ninguna
armadura, y su única arma era una honda. El hecho de que su oponente
israelita no fuera más que un muchacho ofendió al gigante filisteo Goliat
(1 Samuel 17:42-44). Quienes desde uno y otro bando contemplaban la
escena debieron de pensar que el desenlace del combate estaba claro. Pero
los poderosos no siempre ganan la batalla (Eclesiastés 9:11). David obtuvo
la victoria porque peleó con la fuerza de Jehová. “A Jehová pertenece la
batalla”, aseguró. El relato bíblico indica que “David, con una honda y una
piedra, resultó más fuerte que el filisteo” (1 Samuel 17:47, 50).
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Los cristianos no guerrean en sentido literal. Pero aunque son
pacíficos con todos los hombres, sí sostienen una batalla espiritual contra
oponentes muy poderosos (Romanos 12:18). En el capítulo final de su carta
a los Efesios, Pablo habló de una pelea que todo cristiano debe librar.
Escribió: “Tenemos una lucha, no contra sangre y carne, sino contra los
gobiernos, contra las autoridades, contra los gobernantes mundiales de esta
oscuridad, contra las fuerzas espirituales inicuas en los lugares celestiales”
(Efesios 6:12).
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Esas “fuerzas espirituales inicuas” son Satanás y sus demonios,
quienes desean echar por tierra nuestra relación con Jehová Dios. Puesto
que son mucho más fuertes que nosotros, nos hallamos en una situación
parecida a la de David, en la que solo triunfaremos con la fuerza de Jehová.
De hecho, Pablo nos insta a “[seguir] adquiriendo poder en el Señor y en la
potencia de su fuerza” (Efesios 6:10). Tras dar este consejo, el apóstol
enumera las dádivas espirituales y las cualidades cristianas que nos
permitirán salir victoriosos (Efesios 6:11-17).
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Examinemos primero lo que revelan las Escrituras sobre los recursos
y las tácticas de nuestro enemigo, y luego veremos la estrategia que
debemos emplear para defendernos. Si seguimos la guía de Jehová,
podemos estar seguros de que nuestros adversarios no nos derrotarán.

Una lucha contra fuerzas espirituales inicuas


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Pablo explica que “tenemos una lucha [...] contra las fuerzas
espirituales inicuas [que están] en los lugares celestiales”. Por supuesto, el
principal espíritu inicuo es Satanás, “el gobernante de los demonios” (Mateo
12:24-26). La Biblia asemeja nuestra pelea a una “lucha” cuerpo a cuerpo.
En los torneos de lucha de la antigua Grecia, cada contrincante procuraba
desequilibrar al otro y hacerlo caer al suelo. Del mismo modo, el Diablo
desea que perdamos el equilibrio espiritual. ¿Cómo podría conseguirlo?
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El Diablo es capaz de actuar como una serpiente, un león rugiente o
hasta un ángel de luz (2 Corintios 11:3, 14; 1 Pedro 5:8). Puede valerse de
agentes humanos para perseguirnos o desanimarnos (Revelación
[Apocalipsis] 2:10). Con el mundo entero a su disposición, le es posible
sacar partido de los deseos y atractivos de este sistema para atraparnos
(2 Timoteo 2:26; 1 Juan 2:16; 5:19). Y también recurre a las ideas
mundanas o apóstatas para extraviarnos y engañarnos, como hizo con Eva
(1 Timoteo 2:14).
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Aunque sus armas y poder parezcan impresionantes, Satanás y sus
demonios tienen limitaciones. Estos espíritus malvados no pueden
obligarnos a cometer actos que desagraden a nuestro Padre celestial, ya
que poseemos libre albedrío y control sobre nuestros pensamientos y
acciones. Además, no luchamos solos, pues hoy sucede lo mismo que en
los días de Eliseo: “Hay más que están con nosotros que los que están con
ellos” (2 Reyes 6:16). La Biblia nos asegura que si nos sujetamos a Dios y
nos oponemos al Diablo, este huirá de nosotros (Santiago 4:7).

Conscientes de los designios de Satanás


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No estamos en ignorancia de los designios de Satanás, pues las
Escrituras revelan sus tácticas preferidas (2 Corintios 2:11). El Diablo afligió
a Job con grave quebranto económico, la muerte de seres queridos,
oposición familiar, sufrimiento físico y críticas infundadas de falsos amigos,
lo que llevó a aquel hombre justo a deprimirse y a pensar que Dios lo había
abandonado (Job 10:1, 2). Aunque Satanás quizá no sea el causante directo
de estas dificultades hoy, lo cierto es que afectan a muchos cristianos, y él
puede explotarlas para lograr sus malvados fines.
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En este tiempo del fin se han multiplicado las amenazas a nuestra
espiritualidad. Vivimos en un mundo en el que las metas materialistas
desplazan a las espirituales. Los medios de difusión presentan
continuamente las relaciones sexuales inmorales como fuente de felicidad
más que de dolor. Y la mayoría de los seres humanos se han vuelto
“amadores de placeres más bien que amadores de Dios” (2 Timoteo 3:1-5).
A menos que “luche[mos] tenazmente por la fe”, esas ideas podrían
desestabilizarnos en sentido espiritual (Judas 3).
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Una de las tretas más efectivas de Satanás es la de conseguir que
el mundo y sus metas materialistas nos absorban. Jesús advirtió en su
ilustración del sembrador que, en algunos casos, “la inquietud de este
sistema de cosas y el poder engañoso de las riquezas ahogan la palabra
[del Reino]” (Mateo 13:18, 22). El término griego que aquí se traduce
“ahogan” significa “estrangulan completamente”.
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En las selvas tropicales puede encontrarse una planta conocida
como higuera estranguladora. Crece lentamente en torno al tronco de un
árbol hasta envolverlo con multitud de raíces cada vez más fuertes, las
cuales terminan por absorber la mayoría de los nutrientes del suelo
circundante. A su vez, el follaje de la planta priva de luz al árbol, que acaba
muriendo.
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De manera parecida, las inquietudes de este sistema y el afán por
obtener riquezas y un estilo de vida acomodado nos pueden ir absorbiendo
cada vez más tiempo y energías. Si nuestra atención se desvía a las cosas
del mundo, es fácil que descuidemos el estudio personal de la Biblia y
caigamos en la costumbre de perdernos las reuniones cristianas,
privándonos así de nutrición espiritual. Las metas materialistas
reemplazarían a las piadosas, y acabaríamos a merced de Satanás.

Hemos de estar firmes


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Pablo instó a sus hermanos en la fe a “estar firmes contra las
maquinaciones del Diablo” (Efesios 6:11). Claro está, nosotros no podemos
destruir al Diablo y sus demonios. Dios ha encomendado esa misión a
Jesucristo (Revelación 20:1, 2). Pero hasta que Satanás sea eliminado,
hemos de “estar firmes” para no sucumbir a sus ataques.
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El apóstol Pedro también subrayó la necesidad de permanecer
firmes ante Satanás. “Mantengan su juicio, sean vigilantes —escribió—.
Su adversario, el Diablo, anda en derredor como león rugiente, procurando
devorar a alguien. Pero pónganse en contra de él, sólidos en la fe, sabiendo
que las mismas cosas en cuanto a sufrimientos van realizándose en toda la
asociación de sus hermanos en el mundo.” (1 Pedro 5:8, 9.) De hecho, el
apoyo de nuestros hermanos espirituales es esencial para mantenernos
firmes cuando el Diablo ataca como un león rugiente.
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El rugido cercano de un león en la sabana africana quizá haga que
los antílopes salgan corriendo a toda velocidad para ponerse a salvo. Sin
embargo, los elefantes son un ejemplo de apoyo mutuo. El libro Elephants—
Gentle Giants of Africa and Asia (Los elefantes: mansos gigantes de África
y Asia) explica: “Una estrategia defensiva muy común en una manada típica
es formar un círculo, con los cuerpos de los adultos en la parte exterior de
modo que los pequeños queden protegidos en el interior”. Ante tal muestra
de fortaleza y cooperación, los leones rara vez atacan a los elefantes,
ni siquiera a los jóvenes.
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Cuando Satanás y sus demonios nos amenazan, nosotros también
debemos mantenernos juntos, hombro a hombro con los hermanos que
están sólidos en la fe. Pablo reconoció que algunos cristianos habían sido
“un socorro fortalecedor” para él durante su encarcelamiento en Roma
(Colosenses 4:10, 11). El término griego traducido “socorro fortalecedor”
aparece una sola vez en las Escrituras Griegas Cristianas. Según el
Diccionario Expositivo de Palabras del Nuevo Testamento, de Vine, “una
forma verbal de este vocablo significa medicinas que alivian la irritación”.
Como un bálsamo, el apoyo de siervos de Jehová maduros alivia el dolor
provocado por el sufrimiento emocional o físico.
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El estímulo de otros cristianos refuerza nuestra resolución de servir
fielmente a Dios. En particular, los ancianos de la congregación deben sentir
un intenso deseo de brindar apoyo espiritual a los hermanos (Santiago 5:13-
15). Entre los factores que nos ayudan a ser leales figuran el estudio
constante de la Biblia y la asistencia regular a las reuniones y asambleas
cristianas. Nuestra estrecha relación con Dios también nos impulsa a serle
fieles. En efecto, sea que comamos o bebamos o hagamos cualquier otra
cosa, queremos que todo sea para Su gloria (1 Corintios 10:31). Y, claro
está, la confianza en Dios y la oración son fundamentales para seguir
agradándole (Salmo 37:5).
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A veces, Satanás nos ataca cuando no nos sentimos fuertes
espiritualmente, como el león que se abalanza sobre una presa debilitada.
Los problemas familiares, económicos o de salud pueden minar nuestras
fuerzas espirituales. Pero no desistamos de hacer lo que complace a Dios,
ya que Pablo afirmó: “Cuando soy débil, entonces soy poderoso”
(2 Corintios 12:10; Gálatas 6:9; 2 Tesalonicenses 3:13). ¿Qué quiso decir?
Pues que si recurrimos a Dios, su fuerza compensará nuestras debilidades
humanas. La victoria de David sobre Goliat demuestra que Él puede
fortalecer, y de hecho fortalece, a sus siervos, y los testigos de Jehová de la
actualidad dan fe de que en momentos extremadamente difíciles han
sentido la mano de Dios sobre ellos (Daniel 10:19).
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Cierta pareja cristiana escribió lo siguiente sobre el apoyo divino:
“Con el paso de los años hemos servido a Jehová como matrimonio, hemos
disfrutado de múltiples bendiciones y hemos llegado a conocer a muchas
personas maravillosas. Pero Jehová también nos ha enseñado a aguantar
las dificultades y nos ha fortalecido para hacerles frente. Al igual que Job,
no siempre comprendimos por qué las cosas resultaban de cierta manera,
pero sí sabíamos que Jehová siempre estaba allí para ayudarnos”.
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La mano de Jehová no es corta para sostener y fortalecer a sus
siervos fieles (Isaías 59:1). El salmista David cantó: “Jehová está
sosteniendo a todos los que van cayendo, y está levantando a todos los que
están encorvados” (Salmo 145:14). Sí, nuestro Padre celestial “diariamente
nos lleva la carga” y nos proporciona lo que en realidad necesitamos (Salmo
68:19).

Necesitamos “la armadura completa que proviene de Dios”


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Hemos examinado algunos de los métodos de Satanás y hemos
visto que es preciso estar firmes frente a sus ataques. Ahora debemos
analizar otra dádiva fundamental para defender nuestra fe. En su carta a los
cristianos de Éfeso, Pablo se refirió dos veces a un factor que es esencial
para mantenernos firmes ante las maquinaciones de Satanás y salir
victoriosos en la lucha contra las fuerzas espirituales inicuas. El apóstol
escribió: “Pónganse la armadura completa que proviene de Dios para que
puedan estar firmes contra las maquinaciones del Diablo; [...] tomen la
armadura completa que proviene de Dios, para que puedan resistir en el día
inicuo y, después de haber hecho todas las cosas cabalmente, estar firmes”
(Efesios 6:11, 13).
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En efecto, tenemos que llevar puesta “la armadura completa que
proviene de Dios”. Cuando Pablo escribió su carta a los Efesios, se hallaba
custodiado por un soldado romano, quien en ocasiones quizá llevara todas
las piezas de la armadura. No obstante, fue Dios quien inspiró al apóstol a
hablar de la armadura espiritual, imprescindible para todo siervo de Jehová.
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Esta armadura que Dios nos proporciona se compone de las
cualidades que el cristiano debe manifestar y de las dádivas espirituales de
Jehová. En el siguiente artículo examinaremos todas sus piezas a fin de
determinar hasta qué punto estamos equipados para la guerra espiritual que
libramos. Al mismo tiempo, veremos cómo el excepcional ejemplo de
Jesucristo nos ayuda a resistir los ataques de Satanás.

¿Qué respondería?

• ¿Qué lucha tenemos todos los cristianos?

• Mencione algunas tácticas de Satanás.

• ¿Cómo nos fortalece el apoyo de nuestros hermanos en la fe?

• ¿En las fuerzas de quién confiamos, y por qué?

[Preguntas del estudio]

1. a) ¿Qué extraordinario combate tuvo lugar hace tres mil años? b) ¿Por
qué obtuvo David la victoria?

2. ¿Qué pelea libran los cristianos?

3. Según Efesios 6:10, ¿qué necesitamos para asegurarnos el triunfo?

4. ¿Qué dos cuestiones principales examinaremos en este artículo?

5. ¿Qué revela el empleo del término “lucha” en Efesios 6:12 en cuanto a la


estrategia de Satanás?
6. Basándose en las Escrituras, indique distintas tácticas que el Diablo
puede emplear para debilitar nuestra fe.

7. ¿Qué limitaciones tienen los demonios, y con qué ventajas contamos?

8, 9. ¿A qué pruebas sometió Satanás a Job para quebrantar su integridad,


y a qué peligros espirituales nos enfrentamos hoy?

10-12. a) ¿Qué advertencia dio Jesús en su ilustración del sembrador? b)


Ilustre la forma en que los valores espirituales pueden quedar
ahogados.

13, 14. ¿Qué postura debemos mantener frente a la oposición de Satanás?

15, 16. Cite un ejemplo bíblico de que el apoyo de los hermanos en la fe nos
ayuda a permanecer firmes.

17. ¿Qué nos ayudará a ser fieles a Dios?

18. ¿Por qué no debemos rendirnos ni siquiera si nuestras fuerzas se ven


menguadas por circunstancias penosas?

19. Dé un ejemplo que muestre de qué manera puede Jehová fortalecer a


sus siervos.

20. ¿Qué prueba hallamos en la Biblia de que Jehová siempre apoya a sus
siervos?

21. ¿Cómo subrayó Pablo la necesidad de llevar puesta la armadura


espiritual?

22, 23. a) ¿De qué se compone la armadura espiritual? b) ¿Qué


examinaremos en el siguiente artículo?

[Ilustración de la página 11]


Los cristianos ‘tienen una lucha contra fuerzas espirituales inicuas’

[Ilustración de la página 12]


Las inquietudes de este sistema pueden ahogar la palabra del Reino

[Ilustración de la página 13]


Los hermanos cristianos pueden ser “un socorro fortalecedor”

[Ilustración de la página 14]


¿Le pide usted fuerzas a Dios?

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