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1.- Es preciso que la juventud no sea indiferente sino que tenga un espíritu crítico
y se movilice contra las injusticias. A diferencia de aquellos que sólo asisten como
relleno a “congresos” y se “comprometen” a cambiar infinidad de situaciones
negativas, pero que en la praxis, resulta inservible.
2.- Se está observando una creciente brecha entre ricos y pobres, es decir, que la
distribución de la riqueza en el modelo actual no está mejorando sino todo lo
contrario.
Sin embargo llega un punto en que parece que estábamos hablando de economía
y política pero pasamos abruptamente a tocar el problema de Palestina. Aunado a
ello, en cierto momento de la lectura, se siente una ligera comprensión y empatía
hacia la violencia, justificándola a manera de exasperación.
Sin embargo, el libro invita a la reflexión, lo que yo creo que debe ser valorado
favorablemente. Stéphane Hessel invita sobre todo a los jóvenes a desperezarse y
a cambiar la indiferencia por una indignación activa, por la “insurrección pacífica”.
Otros han luchado por conseguir lo que tenemos, ahora nos toca a nosotros
defenderlo, mantenerlo y mejorarlo, sin permitir que nos los arrebaten. Es
necesaria una insurrección pacífica ante los grandes desafíos, como la
recuperación de la ética pública, el control de las fuentes de energía y de las
materias primas, la distribución de la riqueza en el mundo, el respeto a la
diversidad, la lucha contra el cambio climático, etcétera