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T2 – INSTALACIONES CONTRA INCENDIOS

1.- INTRODUCCIÓN.

2.- DETECTORES DE INCENDIOS.

3.- PULSADORES MANUALES.

4.- DISPOSITIVOS DE AVISO Y SEÑALIZACIÓN.

5.- EL RETENEDOR ELECTROMAGNÉTICO.

6.- CENTRALES CONTRAINCENDIOSANALÓGICAS Y CONVENCIONALES.

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1.- INTRODUCCIÓN A LOS SISTEMAS DE SEGURIDAD CONTRA


INCENDIOS
Las consecuencias de un incendio se resumen en una sola palabra: pérdidas. Siempre habrá
pérdidas materiales de bienes familiares, sociales o empresariales. Sin embargo, lo más
doloroso, es la pérdida de vidas humanas. ¿Habrá algún medio de eliminar este problema? La
respuesta es que, probablemente, nunca pueda lograrse, pero sí minimizarlo mediante
acciones adecuadas de protección activa y pasiva. La lucha contra los incendios, tanto en su
faceta de prevención (medidas adoptadas para que no se produzca un incendio) como de
protección se pueden llevar a cabo de dos formas: activa y pasiva.

La protección activa incluye aquellas actuaciones que implican una acción directa en la
utilización de instalaciones y medios para la protección y lucha contra los incendios. Por
ejemplo: La evacuación, la utilización de extintores, sistemas de detección y extinción, etc.

La protección pasiva incluye aquellos métodos que deben su eficacia a estar


permanentemente presentes, pero sin implicar ninguna acción directa sobre el fuego. Estos
elementos pasivos no actúan directamente sobre el fuego pero pueden minimizar su
propagación, como compartimentar su evolución (mediante muros o barreras y materiales
especiales), impedir la caída del edificio (estructuras metálicas). Este tipo de protección es
quizás la faceta más importante en la lucha contra el fuego si bien es también la más olvidada,
por las dificultades de aplicación que conlleva y por los condicionantes que introduce en el
diseño.

La función principal de un sistema de detección automática de incendio es la de identificar un


conato en el plazo de tiempo más breve posible para que se puedan tomar las medidas de
seguridad y acciones necesarias en cada caso (la evacuación de personas, la activación de la
extinción automática, la llamada a un servicio de socorro, etcétera).

Esta instalación hace posible la transmisión de una señal de alarma (automáticamente


mediante detectores o manualmente mediante pulsadores) desde el lugar en que se produce
el incendio hasta una central, así como la posterior transmisión de la alarma desde dicha
central hasta los ocupantes.
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Es importante distinguir entre un sistema de detección electrónica de incendios y un sistema
de extinción automática de incendios. El primero cumple las funciones de prevención,
detección y comunicación automáticas, y es el encargado de poner en marcha al segundo,
cuya misión será la de eliminar la situación de peligro. En determinadas instalaciones de
pequeña envergadura es posible encontrar sistemas de detección electrónica de incendios sin
los correspondientes sistemas de extinción automáticos, puesto que se prevé una extinción
manual utilizando extintores o mediante la intervención de los bomberos. Un sistema
electrónico de protección contra incendios debe garantizar que sean los usuarios de la
instalación los primeros en reconocer la existencia de humo.

Al proyectar un sistema de este tipo es imprescindible escoger los componentes más


adecuados en cada caso, analizando adecuadamente todas las zonas de la edificación, los
materiales, las sustancias próximas y el ambiente, estableciendo los requisitos de seguridad
para evitar la propagación de las llamas y siempre teniendo en cuenta que el tiempo de
detección sea lo más pequeño posible para minimizar los daños que el incendio pueda
producir en los bienes materiales y las personas.

El sistema debe, además, prevenir las alarmas intempestivas y contar con un tiempo de
comprobación preestablecido antes de que se produzca la entrada en funcionamiento de los
sistemas automáticos, permitiendo su inhibición en caso de falsa alarma.
1.1. Fases del desarrollo de un incendio
Durante el desarrollo completo de un incendio pueden establecerse cuatro fases o etapas
distintas, cuyas características se resumen a continuación:

•Primera fase: Se produce una elevación muy lenta de la temperatura, que provoca la
aparición de humos o gases invisibles. Esta fase, también conocida como estado latente, puede
durar varias horas. La extinción de un fuego en su primera fase no resulta muy complicada.
•Segunda fase: Se produce un aumento de la temperatura hasta acercarse al punto de
ignición, así como una acumulación de partículas en forma de humo y gases visibles. Esta fase,
también conocida como estado visible, es más rápida que la primera y suele durar minutos o
algunas horas. Los fuegos que se encuentran en las fases primera o segunda se denominan
incubados, y se caracterizan porque producen fundamentalmente humos y gases propios de la
combustión.
•Tercera fase: Se alcanza el punto de ignición y aparecen las llamas, aumentando
considerablemente la temperatura y la presencia de humos. Esta fase, también conocida como
estado de llamas, se produce en escasos minutos (o incluso en segundos) y resulta muy
peligrosa. Para que un incendio alcance la tercera fase y, por tanto, aparezcan las primeras
llamas, deben darse unas condiciones favorables de presencia de oxígeno.

• Cuarta fase: Se produce un incremento de las llamas, de los humos y de la temperatura hasta
alcanzar un nivel de calor radiante que favorece una rápida propagación. Esta fase, también
conocida como incendio declarado, se alcanza en muy pocos segundos y resulta
extremadamente peligrosa. Los fuegos que se encuentran en las fases tercera o cuarta se
denominan abiertos, y se caracterizan porque producen llamas y gran cantidad de calor.
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Para que un sistema de protección contra incendios sea eficaz, debe garantizar la detección de
un fuego en la etapa más temprana posible, minimizando el riesgo para las personas y los
bienes y evitando que adquiera proporciones que dificulten su extinción.

La detección en la primera fase, cuando el incendio aún se encuentra en estado latente,


facilita una extinción precoz. La detección en la cuarta fase implica la actuación de los
bomberos y servicios de emergencia.

1.2. Equipos y elementos que componen un sistema de detección electrónica de incendios


Los bloques funcionales que forman parte de un sistema electrónico de protección contra
incendios son los que se muestran en la Figura.

1. Detectores de incendio y pulsadores manuales. Los detectores y pulsadores


manuales, o entradas del sistema, se encargan de captar las variables externas
relacionadas con un incendio y enviar la información correspondiente al resto de la
instalación. Estas entradas pueden ser automáticas (sensores que detectan humos,
incrementos de temperatura o llamas) y manuales (pulsadores que se activan al
ejercer la presión necesaria sobre su superficie).

2. Actuadores. Los actuadores, o salidas del sistema, son los dispositivos que reciben las
señales procedentes de la central de incendios y ejecutan las acciones para las que han
sido configurados. Los principales actuadores que pueden formar par-te de una
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instalación de protección contra incendios son los dispositivos de aviso y señalización
acústica y luminosa (sirenas, letreros, flashes luminosos y pilotos indicadores de
acción), los retenedores electromagnéticos y los sistemas de extinción.

3. Centrales de proceso o control de incendios. Las centrales de incendios son el cerebro


del sistema de protección. Reciben las señales emitidas por los detectores de la
instalación o los pulsadores manuales, y dependiendo de su programación y
características pueden activar los actuadores correspondientes, enviar información a
los servicios de emergencia, activar los sistemas de extinción o determinar cuándo se
trata de una falsa alarma. En función de cómo las centrales de control gestionan el
sistema de protección electrónica contra incendios se pueden clasificar en
convencionales, analógicas y algorítmicas.

4. Dispositivos auxiliares. Los dispositivos auxiliares no son siempre necesarios para el


correcto funcionamiento del sistema de protección, pero suelen utilizarse para
aumentar las prestaciones de la instalación, facilitar las tareas de detección o mejorar
las comunicaciones del sistema. Los más utilizados en la actualidad son los que se
enumeran en la Tabla.

Fig. Módulo de entradas/salidas [E/S] Fig. Panel repetidor

Un repetidor es un dispositivo que permite gestionar la central y mostrar información en


pantalla desde un punto remoto. Este dispositivo es útil y muy utilizado en instalaciones
analógicas sobre edificaciones grandes, ya que gracias a él se pueden tener, además de la
central, varios puntos de gestión y control.
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1.3 Tipos de detección de incendios
Las características internas de las centrales de control y la forma en la que es tratada e
interpretada la información por parte de los componentes de la instalación determinan el
método de detección utilizado por el sistema, que podrá ser convencional, analógico o
algorítmico.

a) Sistemas convencionales. La principal característica de este tipo de sistemas consiste en


que los dispositivos conectados a la central convencional se encuentran localizados en la
instalación agrupados en zonas.

Presentan una topología en forma radial, de manera que las conexiones se realizan a través de
varias líneas independientes de cableado. Los detectores convencionales se activan al alcanzar
un valor predeterminado por el fabricante.

b) Sistemas analógicos. También conocidos como sistemas inteligentes, su principal


característica radica en que los dispositivos conectados a la central analógica se encuentran
perfectamente localizados en la instalación de manera Individualizada. Presentan una
topología en forma de anillo, en la que todas las conexiones se realizan a través de una única
línea de cableado. Los detectores analógicos se activan al alcanzar un valor seleccionado
previamente por el usuario.

Los sistemas algorítmicos son una evolución de los sistemas analógicos en la que se conserva
la topología y se aumenta la complejidad en la detección. Los detectores algorítmicos envían
continuamente información a la central, que recibe los datos y los interpreta
independientemente. Con este sistema se pueden controlar de manera individual todos los
dispositivos y configurar su sensibilidad o umbral de actuación a través del software adecuado,
en función de parámetros como el uso, la ubicación, la antigüedad del dispositivo, la
temperatura ambiente, etc.

2. DETECTORES DE INCENDIOS
Los detectores y pulsadores manuales, o entradas del sistema, se encargan de captar las
variables externas relacionadas con un incendio y enviar la información correspondiente al
resto de la instalación. Estas entradas, por tanto, pueden ser automáticas (sensores que
detectan humos, incrementos de temperatura o llamas) y manuales (pulsadores que se activan
al ejercer la presión necesaria sobre su superficie).

Puesto que cada fase del desarrollo de un incendio se caracteriza por generar diferentes
emisiones, existen multitud de dispositivos específicos capaces de realizar la detección en cada
uno de los estados. La elección del mejor dependerá de su posibilidad técnica de instalación y
del tipo de riesgo que ha de cubrir. Hay espacios en los que no siempre puede instalarse un
tipo de detector u otro, ya que pueden ser espacios fuertemente ionizados, con humos, polvo
o vapores, que provocarían falsas alarmas si se utiliza un dispositivo inadecuado.

Los fuegos abiertos producen llamas y gran cantidad de calor, mientras que los fuegos
incubados producen humos y gases propios de la combustión.
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El hecho de que un detector sea de tipo convencional, analógico o algorítmico, influye en el
sistema utilizado para transmitir la información y el nivel de detección, que puede ser
regulable o no, pero no influye en el método de detección, puesto que solo depende de la
variable física que son capaces de detectar.

2.1. Detectores de humos


Cumplen la función de detectar un incendio en su fase inicial, cuando se produce una
elevación muy lenta de la temperatura y aparecen humos o gases propios de la combustión.

Estos detectores realizan mediciones del incremento de las partículas de humos y de los gases
generados y envían la información a la central para que active el estado de alarma al alcanzar
los parámetros programados en cada caso.
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En función de su método y capacidad de detección se pueden distinguir dos tipos de
detectores de humos: ópticos e iónicos.

2.1.1 Detectores de humos ópticos


Son detectores sensibles a los humos visibles, por lo que están diseñados para detectar un
incendio de evolución lenta en sus primeras fases.

Los detectores de humos ópticos se utilizan en lugares donde el material inflamable desprende
humo y gases propios de la combustión antes que las llamas, como por ejemplo en las
proximidades de equipos e instalaciones eléctricas, almacenes de combustibles prensados o
áreas de fabricación.

Existe además otro tipo de detector de humos de gran alcance, que basa su funcionamiento en
la emisión y recepción de un haz de energía infrarroja que al ser interrumpida por el humo
visible envía la señal de activación correspondiente a la central. Es denominado detector de
humos por barrera infrarroja (IR).

Dado su gran alcance y cobertura, los detectores por barrera IR son utilizados en grandes
superficies y recintos de gran altura difíciles de proteger con detecto-res ópticos
convencionales.
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2.1.2 Detectores de humos iónicos

Una cantidad ínfima de americio 241


(Am241), ioniza el aire contenido en la
cámara, creándose una corriente eléctrica.
Esta corriente eléctrica es variada con la
entrada de humo en la cámara.

Tanto los humos visibles como los gases no visibles derivados de las primeras fases del fuego
que ascienden y penetran en el interior del detector producen una alteración de la
conductividad que es evaluada por un circuito electrónico, enviando la señal correspondiente
hacia la central de alarmas.

Al contener elementos radioactivos, estos detectores no pueden manipularse internamente y


deben ser reciclados en puntos de residuos radiactivos. La radioactividad asociada a la cámara
interna de los detectores de humos iónicos se mide en micro-curios (µCu).

La instalación de los detectores de humos, tanto ópticos como iónicos, no debe realizarse en
recintos donde se produzcan vibraciones, en los que se utilicen aerosoles o donde sean
frecuentes las concentraciones de polvo y humo, como por ejemplo garajes, cocinas o talleres,
debido a que se pueden generar falsas alarmas.

En lo que respecta a sus parámetros de funcionamiento, están diseñados para trabajar a


temperaturas comprendidas entre —20 °C y 50 °C en lugares donde las corrientes de aire no
superen los 5 m/s. Las condiciones ambientales de temperatura, presión y humedad no les
afectan.

2.2. Detectores de temperatura o térmicos


Pueden distinguirse dos tipos en función del tipo de detección: termostáticos y
termovelocimétricos.

2.2.1. Detectores de temperatura termovelocimétricos


Este dispositivo controla el incremento gradual de la temperatura, activando la alarma al
sobrepasar un valor establecido durante un tiempo determinado. Este incremento en el
tiempo lo denominamos velocidad de activación, y está entorno a los 10º C por minuto.

Estos detectores utilizan dos termistores,


uno de ellos expuesto a cambios de la
temperatura ambiente. Cuando la
temperatura cambia rápidamente porque
se ha producido un fuego, la del termistor
expuesto aumenta más rápidamente que la
del interior de referencia. Esta diferencia
hace que el detector dispare la alarma.
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La mayoría de los detectores termovelocimétricos está diseñada con otra función de
temperatura fija, de modo que aunque la temperatura subiera más lentamente, el detector
funcionaría cuando el termistor externo alcanzara una temperatura dada.

2.2.2. Detectores de temperatura termostáticos


Se activan cuando la temperatura ambiente alcanza un determinado valor de referencia, que
suele oscilar entre los 58 °C y los 85 °C dependiendo del modelo y del fabricante.

Los detectores termostáticos son también denominados detectores térmicos de límite fijo o de
temperatura máxima. Su principio de funcionamiento se basa en la dilatación de un contacto
interno bimetálico, que se curva como consecuencia de la conductividad térmica.

La instalación de los detectores de temperatura, ya sean termostáticos o termovelocimétricos,


debe realizarse en ubicaciones alejadas de focos de calor que puedan provocar falsas alarmas.
Están diseñados para trabajar en zonas en las que se producen incendios con gran aumento de
temperatura y donde es habitual la presencia de humo o vapores, como por ejemplo garajes,
talleres, cocinas, almacenes de productos químicos o determinadas fábricas.

El área de cobertura suele oscilar entre 20m2 y 40m2, no es recomendable que el montaje
supere los 8 metros de altura.

Detección lineal por cable térmico


Otra posibilidad que ofrece el principio de funciona-miento termostático es la detección lineal,
que consiste en utilizar un cable térmico específico de alto rendimiento capaz de actuar al
alcanzar dos niveles de temperatura. En función de estos valores emite una señal de prealarma
y otra de alarma respectivamente.

Fig. Cable detector térmico, muy resistente al polvo,


la humedad, la suciedad y los agentes químicos comunes (AGUILERA)
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2.3. Detectores de llamas
Las llamas generadas durante las etapas finales de un incendio desprenden energía radiante
que adquiere gran intensidad en una determinada fracción del espectro electromagnético,
cercana a la luz visible.

Esta radiación electromagnética, que puede ser infrarroja (IR) o ultravioleta (UV), es la variable
que se encargan de captar los detectores de llamas.

Los detectores de llamas están constituidos internamente por un núcleo compuesto por un
microprocesador o una fotorresistencia altamente sensible que emite una señal hacia la
central de incendios si se expone a la radiación producida por una llama. Envolviendo al núcleo
se disponen uno o varios filtros que únicamente dejan pasar las radiaciones ultravioletas o
infrarrojas, lo que hace que estos detectores puedan funcionar sin problemas a través de
humo, aceite, polvo, o vapor de agua, y sean prácticamente inmunes a falsas alarmas
producidas por chispas, destellos y fuentes de radiación distintas a una llama.

El detector de llamas por barrera infrarroja es un detector de humos que funciona por
la interrupción de un haz de emisiones infrarrojas. No hay que confundir este detector
con el detector de llamas IR, ya que su funcionamiento y aplicaciones son radicalmente
distintas.
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La carcasa exterior suele ser antideflagrante, puesto que están diseñados para detectar
incendios declarados con presencia de llamas.

En función de la energía radiante a la que son sensibles, los detectores de llamas se clasifican
en dos grupos:

•Detectores de llamas infrarrojos. El filtro solo dejar pasar al interior del dispositivo
las radiaciones IR de las llamas.

•Detectores de llamas ultravioletas. Son sensibles únicamente a la radiación UV que


emiten las llamas.

Existen también detectores de llamas más sofisticados que permiten captar ambos tipos de
radiación, y que son denominados detectores de doble tecnología.

Fig. Detector de llamas IR Fig. Detector de llamas de doble tecnología (UV-IR)


con carcasa antideflagrante con carcasa antideflagrante.

Los detectores de llamas son idóneos para la detección de fuegos de evolución rápida, por lo
que se utilizan en zonas de alto riesgo como gasolineras, almacenes de combustible y
depósitos de líquidos inflamables, así como en locales de gran superficie, de gran altura e
incluso en zonas exteriores al aire libre donde el humo se dispersa y es difícil detectar
aumentos de temperatura.

La instalación debe realizarse de manera que los detectores no queden expuestos a la luz solar
directa, lo que podría generar falsas alarmas. Tampoco es recomendable su montaje en zonas
cercanas a fuentes de emisión de rayos X o equipos de soldadura eléctrica.

La temperatura de funcionamiento óptima oscila entre los —10 °C y los 60 °C.

Los líquidos inflamables producen fuegos de evolución rápida en los que las llamas aparecen
en muy pocos segundos.
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2.4. Detectores de tomas de muestra y aspiración
Estos detectores recogen periódicamente muestras de aire ambiental de una determinada
zona o recinto a través de una bomba de aspiración y una o varias tuberías de plástico. Dichas
muestras pasan por uno o varios filtros y se dirigen hacia una cámara interna de detección
donde son debidamente acondicionadas y analizadas para comprobar si en el entorno hay
presencia de humo derivado de un incendio.

La cámara es de alta humedad, lo que provoca que el humo que penetra en su interior se
condense formando una sustancia parecida a una neblina. El sistema de detección Interno
mide la viscosidad y densidad de esta sustancia por medio de un haz de luz láser y emite una
señal de alarma cuando alcanza un valor predeterminado. El conjunto formado por las
tuberías, la bomba de aspiración y la cámara interna de detección es lo que se denomina
sistema de detección precoz de humos por aspiración.

La aspiración forzada de la muestra de aire se realiza a intervalos de tiempos definidos y


programados por el usuario de manera manual. La sensibilidad de la detección es también
ajustable, generalmente entre el 0,002% y el 25% de oscurecimiento por metro.

Los sistemas de detección de humo por aspiración son más conocidos por su acrónimo DHA.

Fig. Detector de humos por aspiración Fig. Representación de un sistema DHA.

Las zonas de detección de este tipo de detectores quedan definidas por el número de tuberías
de muestreo que tenga conectadas. Para garantizar una detección adecuada y fiable es
necesario respetar las especificaciones del fabricante, que debe indicar el número y la longitud
máxima de las tuberías, el número máximo de tomas de muestreo sobre cada tubería y las
posibles distribuciones y ramificaciones de la instalación.
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Los detectores de aspiración son utilizados


para extraer muestras de equipamientos
cerrados, armados eléctricos, locales
confinados o de acceso restringido,
recintos abiertos o de alta ventilación,
huecos tras falsos suelos, falsos techos o
paredes panelables, etcétera.

Fig. Sistema DHA instalado


en el interior de un armario eléctrico

De cara a facilitar el mantenimiento de este sistema de detección, es conveniente marcar la


ubicación de los puntos de muestreo sobre la tubería mediante etiquetas identificativas para
una rápida localización de los mismos.

3. PULSADORES MANUALES
Dentro del bloque funcional correspondiente a las entradas de un sistema de protección
contra incendios, se encuentra un grupo de dispositivos que se activan de manera manual por
la acción de cualquier persona, tras comprobar visualmente la existencia de un incendio.

Los pulsadores manuales se componen de una caja y una lámina de pulsación que puede ser
de cristal o plástico. Si dicha lámina es de cristal y se rompe al presionarla, se trata de un
pulsador de rotura. Por el contrario, si la lámina es de plástico y se enclava, se trata de un
pulsador rearmable. En cualquier caso, la variable física que pone en funcionamiento a estas
entradas del sistema y genera una señal de alarma en la central es la presión.

Fig. Pulsador de alarma de rotura de cristal Fig. Esquema de las partes en la que se divide
un pulsador de alarma (SIEMENS)

Los pulsadores manuales pueden clasificarse en cuatro grupos:


•Pulsadores manuales de alarma.
•Pulsadores de bloqueo de extinción.
•Pulsadores de disparo de extinción.
•Pulsadores de emergencia.
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3.1. Pulsador manual de alarma
El pulsador manual de alarma, también denominado sensor o detector manual, se emplea
como alternativa a los detectores de incendio automáticos para enviar una señal al sistema
que advierte de la existencia de un incendio.

Es un dispositivo de color rojo ubicado a lo largo de las vías de evacuación, en los pasillos, en
las salidas, junto a los ascensores, en el interior de cuartos técnicos, en el interior de cuartos
de almacenaje, etcétera. Al presionar un pulsador manual se produce una variación de la
resistencia y de la intensidad de la línea a la que está conectado, lo que es interpretado por la
central de incendios como una señal de alarma.

Su instalación debe asegurar que sea


visible y accesible permanentemente y
siempre debe ir acompañado de la
señalización correspondiente.

La normativa actual establece que deben instalarse pulsadores de alarma en edificios


sanitarios, hospitales, locales de uso común, locales de servicio de situación estratégica,
superficies comerciales, garajes, aparcamientos robotizados, determinados locales de
almacenamiento, establecimientos industriales y, en general, en cualquier área o edificación
en la que el nivel de riesgo de incendio sea medio o elevado. Se situarán de modo que la
distancia máxima a recorrer, desde cualquier punto hasta alcanzar un pulsador, no supere los
25 metros.

Determinados sistemas de detección electrónica de incendio pueden basar su funcionamiento


exclusivamente en pulsadores manuales conectados a una central de incendios. Este tipo de
instalaciones carecen de funciones de detección automáticas, por lo que la localización de un
incendio queda limitada a la actuación humana.

3.2. Pulsadores manuales de extinción y emergencia

El pulsador de disparo de extinción, generalmente de color amarillo o blanco, se emplea para


provocar manualmente la entrada en funcionamiento de un sistema de extinción de incendio.

El pulsador de bloqueo de extinción, generalmente de color azul, se emplea para anular


manualmente el funcionamiento de un sistema de extinción de Incendio.

Los pulsadores manuales de emergencia son dispositivos de evacuación diseñados para ser
Instalados en las salidas de emergencia de una edificación. Se caracterizan por ser de color
verde.
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En general, todos los pulsadores manuales deberán fijarse a una altura del suelo comprendida
entre 1,2 y 1,5 metros, una vez accionados permanecen conectados de forma fija.

2.4. Dispositivos de aviso y señalización


En un sistema de protección contra Incendios resulta fundamental advertir a los usuarios de la
instalación de la presencia de humo o de un posible foco de Incendio, e Incluso a los bomberos
y fuerzas de seguridad cuando la situación se descontrola y se vuelve extremadamente
peligrosa.

Los componentes de la instalación que cumplen con esta función son los actuadores de aviso y
señalización, que gobernados por la central se encargan de emitir destellos luminosos y
advertencias sonoras.

Estas salidas del sistema pueden ser de tipo acústico o luminoso, superficial o empotrado y de
montaje Interior o exterior. En la actualidad, los dispositivos de aviso y señalización más
utilizados son los que se mencionan en la siguiente Tabla.

4.1. Sirenas y flashes luminosos


Las sirenas son dispositivos de aviso acústico diseñados para emitir sonidos a grandes
distancias. Los flashes luminosos son dispositivos de aviso visual que producen destellos de luz
muy intensos, de manera intermitente o rotativa. Ambos actuadores son muy apropiados para
dar aviso en cualquier tipo de recinto.

En las instalaciones de protección contra incendios es muy frecuente utilizar dispositivos que
combinen el aviso de tipo luminoso y el aviso de tipo acústico, con el objetivo de hacer más
eficaz la advertencia de peligro. Son conocidos como avisadores óptico-acústicos o sirenas
flash.
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Sirena electrónica convencional Sirena flash Campana metálica

Existen sirenas diseñadas para espacios interiores y para espacios exteriores, que se
diferencian básicamente en la cubierta protectora y en el nivel de la intensidad sonora.

También se incluyen dentro del grupo de las sirenas a las campanas metálicas, algo obsoletas
pero que siguen utilizándose en las instalaciones actuales debido a su bajo consumo, al sonido
fuerte y claro que producen y a su larga vida útil.

Las sirenas serán distribuidas de manera que se garanticen los niveles sonoros mínimos. El
nivel sonoro de la alarma mínimo será de 65 dB, o bien de 5 dB por encima de cualquier sonido
que previsiblemente pueda durar más de 30 segundos. Si la alarma tiene por objeto despertar
a personas que estén durmiendo, el nivel sonoro mínimo deberá ser de 75 dB.

La correcta percepción del sonido debe garantizarse en todos los puntos del recinto. El nivel
sonoro no podrá superar los 120 dB en ningún punto situado a más de 1 metro del dispositivo
para evitar daños en el oído, puesto que este es el considerado como umbral del dolor.

4.2. Pilotos indicadores de acción


Los pilotos indicadores son dispositivos de
señalización que se utilizan con el objetivo
de facilitar la localización visual del lugar en
el que se ha producido un estado de
alarma, simplificando la búsqueda del área
donde se está originando el incendio.

Están formados por una lámpara roja, Fig. Piloto indicador de acción
generalmente de tipo led, montada sobre
una envolvente.

Estos actuadores son también conocidos como indicadores de alarma remota. Generalmente
se instalan en zonas de difícil acceso o en edificaciones en las que el número de detectores sea
muy elevado. Un uso muy típico de los pilotos indicadores se da en las instalaciones con un
gran número de habitaciones, como por ejemplo hospitales, hoteles o residencias. En el
interior de cada una de las habitaciones se ubica un detector de incendio, y a lo largo de los
pasillos, sobre las puertas de entrada, se sitúan los pilotos. El indicador luminoso se activará
cuando el correspondiente detector interior entre en estado de alarma, facilitando su rápida
localización.
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Su configuración y montaje se corresponde con dos posibles tipologías de funcionamiento:

•Señalización individual de un único detector. Entra en funcionamiento cuando un


detector especifico pasa a estado de alarma.

•Señalización de línea, zona o grupo de detectores. Entra en funcionamiento cuando


cualquiera de los detectores de una determinada zona o línea pasa a estado de alarma.

4.3. Letreros luminosos indicadores


Los letreros indicadores son actuadores utilizados para la señalización de las diversas
circunstancias o situaciones que pueden producirse como consecuencia de un incendio.

Se trata de un componente indicador visual, que en algunos casos resulta posible combinar
con sonidos de advertencia (letreros óptico-acústicos).

Su uso es imprescindible en las instalaciones que presentan gran afluencia de público. Los
letreros indicadores más comunes son los siguientes:

 Letrero indicador de fuego o incendio.


 Letrero indicador de extinción disparada.
 Letrero indicador de vía de evacuación.
 Letrero indicador de salida.
 Letrero de prohibición de entrada.

En la mayoría de estos equipos resulta posible seleccionar el método de iluminación (fija o


intermitente) y el tipo de sonido (fijo, intermitente o desconectado).

Otro mecanismo que guarda una estrecha relación con el sistema de protección electrónica
contra incendios, pero que no depende directamente del mismo, es el alumbrado de
emergencia.

Los equipos autónomos de alumbrado de emergencia cumplen una función que los asemeja
con los letreros indicadores de vías de evacuación y los letreros indicadores de salida, ya que
tienen la finalidad de garantizar, en caso de fallo de la alimentación de alumbrado ordinario, la
seguridad de las personas que evacuen una zona o que tienen que terminar un trabajo
potencialmente peligroso antes de abandonar la zona.
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Su utilización es obligatoria en todos los locales de espectáculos y actividades recreativas y en
los locales de reunión, trabajo y usos sanitarios, denominados genéricamente como locales de
pública concurrencia.

Estos dispositivos deben asegurar una iluminación mínima en los recintos interiores, vías de
evacuación y accesos hasta las salidas para una eventual evacuación del público, como por
ejemplo, en caso de que se produzca un incendio.

Entre otras zonas, es necesario situar el alumbrado de emergencia en las salidas de


emergencia y en las señales de seguridad reglamentarias, a una distancia inferior a 2 metros
de cada puesto de primeros auxilios, a una distancia inferior a 2 metros de cada equipo manual
destinado a la prevención y extinción de incendios, etcétera.

2.5. El retenedor electromagnético


En las instalaciones de protección contra incendios realizadas en edificios de grandes
dimensiones, resulta imprescindible utilizar puertas cortafuegos que permitan aislar
diferentes sectores, con el objetivo de dificultar la propagación del fuego.

Dichas puertas son metálicas, generalmente de acero, y están compuestas en su interior por
materiales refractarios con alta resistencia al fuego y muy baja conductividad térmica. Para
indicar la resistencia al fuego que presenta un determinado elemento, se utiliza un código
alfanumérico normalizado. Las puertas cortafuegos, por ejemplo, suelen tener resistencia al
fuego RF 60, RF 90 o RF 120.

En caso de incendio las puertas cortafuegos deben permanecer cerradas para independizar los
sectores, por lo que incorporan un sistema de cierre que garantiza que al abrirlas siempre
vuelvan a cerrarse por sí mismas.

Fig. Puertas cortafuegos Fig. Retenedor electromagnético de suelo


En los edificios donde la apertura de puertas es frecuente o permanente, es necesario dotar a
la instalación de un dispositivo denominado retenedor electromagnético, conectado y
gobernado desde la central de incendios.

La función del retenedor es mantener las puertas abiertas siempre que la central se encuentre
en estado de reposo.
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En caso de que se produzca una alarma de incendio, la central desconecta automáticamente la
alimentación de los sistemas de retención correspondientes, de manera que las puertas
quedan liberadas y se cierran.

Los retenedores electromagnéticos pueden ser de dos tipos: de montaje de suelo y de montaje
de pared. En cualquier caso deben instalarse a ambos lados de las puertas, permitiendo la
retención y cierre de todas las hojas.

La mayoría de los retenedores disponen


además de un pulsador en su parte
posterior que permite interrumpir la
alimentación del retenedor, permitiendo el
cierre de la puerta de modo manual.

5.1. Principio de funcionamiento


El retenedor electromagnético está formado por dos piezas independientes: la pieza fija, que
contiene la bobina o electroimán, y la pieza móvil, una placa ferro-magnética acoplada a la
puerta cortafuegos.

En estado normal, el electroimán de la parte móvil está alimentado permanentemente con


una corriente que lo excita y genera un campo magnético lo suficientemente fuerte como para
mantener sujeta la placa ferromagnética de la parte móvil, y por consiguiente, la puerta
permanece abierta. En caso de desconexión no se excita la bobina, de modo que el campo
magnético desaparece y se produce el cierre de la puerta cortafuegos, sectorizando el edificio.

El conjunto formado por la puerta cortafuegos y el retenedor electromagnético cumple una


triple función:
•Aíslan diferentes sectores de un edificio, evitando que el fuego se propague de una
zona a otra por toda la instalación.
•Reducen la entrada de aire y dificultan su circulación, evitando que el fuego se avive.
•Aportan cierto grado de estanqueidad para la contención de gases inflamables.
T2 – INSTALACIONES CONTRA INCENDIOS
Está completamente prohibido anular el cierre automático de una puerta cortafuegos
mediante el uso, por ejemplo, de una cuña, ya que no se cumpliría la función de sectorización
en caso de incendio.

Es frecuente la instalación de puertas cortafuegos en hospitales, grandes edificios de oficinas,


universidades, centros comerciales, cines, teatros, auditorios, museos y, en general, en
cualquier otro edificio con gran afluencia de público donde predominen grandes pasillos,
galerías y escaleras.

6. Centrales contra incendios analógicas y convencionales


Las centrales reciben las señales de los diferentes detectores de incendio, determinando si
estas se corresponden con una alarma de fuego; si es así, realizan una señalización de forma
óptica y acústica, ponen en funcionamiento los sistemas de extinción, o bien transmiten una
señal a los lugares programados, tales como un local de vigilancia, los bomberos o la policía.

Las centrales pueden iniciar medidas para atajar el fuego disparando la extinción automática
(agua pulverizada, espuma, polvo seco, etcétera), así como cerrar automáticamente algunas
puertas, cerrar válvulas de agua o gas, o cortar el suministro eléctrico.

Este equipo de control deberá estar ubicado en un área supervisada permanentemente o


tener un panel repetidor de señales en un área de estas características. Esta ubicación debe
garantizar que el riesgo de daño mecánico al equipo sea mínimo y que el riesgo de incendio
sea nulo o muy reducido, protegiendo en cualquier caso el emplazamiento por el sistema de
detección de incendio.

Las características de la central de incendio a Instalar dependen del local o locales que se
deban proteger, así como de las características del fabricante. Las centralitas se alimentan a
230 VCA y deben poseer una alimentación secundaria normalmente de 24 VCC constituida por
dos baterías de 12Vcc en serie, pudiendo controlar una o varias localizaciones diferenciadas.

Para garantizar la seguridad, las centrales


de incendio disponen de una cerradura o
de un teclado numérico de acceso
mediante código, lo que impide la
manipulación de la misma, de forma que si
existe cualquier aviso solo la persona
encargada y autorizada puede realizar las
comprobaciones que se estimen necesarias
y tomar las medidas oportunas.

La central suele estar montada en una envolvente metálica. En la parte frontal se dispone una
consola de control, constituida por el conjunto de indicadores que: señalizan el
funcionamiento de la central y llevan a cabo la comprobación de la alimentación con señal de
T2 – INSTALACIONES CONTRA INCENDIOS
aviso en caso de fallo, verifican la alimentación auxiliar (baterías), verifican las zonas que
componen la instalación y el estado en el que se encuentran; además de otros indicadores de
salidas de señalización y de zonas de sirena.

1. Zonas de entrada. lmáx en reposo 60 mA


2. Salida de fallo a relé. lmáx de los contactos 4 A
3. Alimentación de equipos. Tensión 27,5 V, lmáx 2,5A
4. Salida de alarma a relé. lmáx de los contactos 4A
5. Salida de sirenas. Tensión 27,5 V, lmáx 2,5A
6. Jumper para programación
7. Zumbador interno
8. Fuente de alimentación
9. Baterías 12 V/7 Ah y cables de conexión

Internamente, la central consta de un panel, una fuente de alimentación, la placa base (donde
se encuentran el microprocesador, las memorias y las regletas de conexión) y dos baterías de
12 Vcc que deberán conectarse en serie.

Algunos modelos de centrales permiten distinguir entre dos tipos de alarmas:

 Estado de prealarma. Cuando una realiza una detección puede ser programada para
que haya un retardo entre la alarma de zona y la alarma de la central. Esto es
equivalente a un estado de alerta, que permite a los usuarios realizar un
reconocimiento de la situación para confirmar la veracidad de la alerta de fuego.

 Estado de alarma. Todas las centrales poseen este estado, en el cual se activan las
salidas de forma inmediata y continua. No obstante, si una central posee salidas
programadas en prealarma, el estado de alarma en dicha salida no entrará hasta que
transcurra el tiempo programado para el anterior estado.
T2 – INSTALACIONES CONTRA INCENDIOS
En estado de alarma, lo avisadores acústicos y luminosos deben ser audibles y visibles en el
perímetro de vigilancia o a proximidad inmediata, de manera que permita localizar
rápidamente y sin error el lugar del peligro.

Una salida programada como prealarma debe emití una señal diferente para distinguirla de
una señal de alarma real, para que así los usuarios puedan distinguir entre los dos eventos y
evacuar la instalación en caso necesario. Si se produce un estado de prealarma y no se
confirma la existencia de un incendio, un usuario autorizado deberá resetear la central antes
del tiempo programado para que no se active el estado de alarma.

6.1. Centrales convencionales


Se componen de distintas zonas a proteger que vienen señalizadas en la parte frontal de la
central. Cada zona se corresponde con una estancia o con cada una de las plantas de la
edificación, y a ella se conectarán los detectores y pulsadores instalados en dicha zona.
Si un determinado detector se activa, la central indicará en qué zona se está produciendo el
incendio, pero no el lugar exacto.

En los sistemas contraincendios convencionales, cuando se conectan equipos en una


determinada zona, la conexión de los mismos se realiza en paralelo y en el último de ellos se
debe instalar una resistencia de fin de línea (RFL). El objetivo de esta resistencia está enfocado
a que la central pueda monitorizar el cableado de la instalación. Al conectar dicha resistencia
circula por la línea una corriente que prácticamente equivale al consumo de la propia
resistencia, dado que dicho consumo es muy superior al demandado en conjunto por todos los
equipos.

Si un detector se activa o si se acciona un pulsador manual, se produce una variación en la


intensidad de la zona que será interpretada por la central como una señal de alarma. Si, por el
contrario, lo que se produce es un fallo en el cableado de una determinada zona, la corriente
que circula por la línea se hará nula, lo que la central interpretará como una señal de fallo y no
se activará el estado de alarma.

Fig. Esquema representativo de un sistema convencional.


T2 – INSTALACIONES CONTRA INCENDIOS
Por motivos de seguridad, la normativa actual no permite que se conecten pulsadores
manuales y detectores automáticos en una misma zona de un sistema convencional, puesto
que en caso de fallo en los conductores de dicha zona no se podría activar el estado de alarma
de la central de manera automática ni de manera manual.

6.2. Centrales analógicas


También conocidas como centrales inteligentes, se caracterizan porque todos los dispositivos
que controlan se encuentran conectados entre sí por una única línea de cableado con
topología en forma de anillo, denominada lazo.

En los sistemas analógicos la instalación es más compleja que en los sistemas convencionales,
puesto que se reconoce individualmente a cada uno de los detectores, pulsadores, sirenas o
módulos que conforman el sistema, por lo que a la hora de reflejar una alarma, nos indica el
punto exacto donde esta se produce, ya que previamente y mediante programación adecuada,
se identifican todos los elementos.
T2 – INSTALACIONES CONTRA INCENDIOS
La tecnología analógica es más precisa, por lo que está recomendada para grandes edificios
administrativos, hoteles, hospitales y, en general, cualquier edificación en la que fuese muy
difícil la localización de un incendio utilizando un sistema convencional basado en zonas.

Las centrales de incendios analógicas pueden estar preparadas para la conexión con el sistema
de seguridad electrónica anti intrusión.

Las centrales analógicas de protección contra incendios pueden ser a su vez de dos tipos,
direccionables e inteligentes. En las de tipo direccionable, se puede localizar únicamente el
punto que produce la alarma o la avería, mientras que las inteligentes son capaces de
discriminar si el detector ha actuado por una alarma de incendio u otra causa, permitiendo
actuar sobre su sensibilidad.

Asimismo, en los sistemas analógicos direccionables, la comunicación entre el panel de control


de la central y todos los componentes de la instalación solo puede ser llevada a cabo mediante
una programación previa específica, asignando a cada dispositivo un número (dirección)
basado en zonas, grupos y módulos que lo identifican dentro del sistema.

Cabe destacar que en un sistema de detección analógico se pueden integrar centrales de


detección convencional o de extinción automática por gases, y ser controladas desde la misma
central analógica, lo que hace de este sistema el más completo en cuanto a instalaciones de
detección de incendios se refiere.

Ejemplo de una hoja de programación de detectores (COFEM)


T2 – INSTALACIONES CONTRA INCENDIOS
ANEXO TÉCNICO
Como medida de seguridad complementaria a los sistemas de detección electrónica de
incendios, y con el objetivo de aumentar el nivel de protección de las instalaciones, resulta
muy aconsejable disponer de uno o varios sistemas de extinción que garanticen que el fuego
no se propague y se extinga en el menor tiempo posible una vez se ha producido el incendio,
para minimizar los posibles daños materiales y personales. En determinadas instalaciones,
además, puede resultar obligatorio contar con este tipo de sistemas de seguridad.

Los sistemas de extinción de incendios se distinguen y se caracterizan por los compuestos, los
medios y los materiales que los forman. Pueden ser de tipo manual, en cuyo caso es necesaria
la intervención de una persona para su funcionamiento, o de tipo automático, caso en el que
están generalmente asociados a la central de alarmas.

Tipos de incendios
La normativa actual a nivel europeo establece una clasificación de los tipos de fuego o incendio
basada en cuatro grupos bien diferenciados:

• Clase A: fuegos que implican sólidos inflamables que dejan brasas: madera, tejidos, goma,
papel y algunos plásticos.

• Clase B: incendios que implican líquidos inflamables o sólidos licuables: petróleo, gasolina,
aceites, pintura y plásticos.

• Clase C: incendios que implican gases inflamables: gas natural, propano y butano.

• Clase D: incendios que implican metales combustibles: sodio, magnesio, potasio y muchos
residuos de virutas finas.
T2 – INSTALACIONES CONTRA INCENDIOS
En determinados países también pueden existir hasta tres grupos adicionales:

• Clase F o K: fuegos derivados de la utilización de grasas o aceites para cocinar. Las altas
temperaturas de los aceites en un incendio exceden las de otros líquidos inflamables, haciendo
inefectivos los agentes de extinción normales.

• Clase E: incendios de origen radioactivo.

• Riesgo de electrocución: incendios que implican cualquiera de los materiales de las clase A y
B, pero con la introducción de electrodomésticos, cableado o cualquier objeto bajo tensión
eléctrica que presente riesgo de electrocución si se emplean agentes extintores conductores
de la electricidad.

Sistemas de extinción manuales


Los sistemas de extinción de incendios manuales son aquellos que han de ser accionados por
una persona, tras localizar visualmente el fuego. Para garantizar la seguridad, debe ubicarse un
equipo autónomo de alumbrado de emergencia cerca de cada uno de estos equipos.

Existen básicamente tres tipos de sistemas con estas características:

• Extintores portátiles. Deben situarse en lugares visibles y de fácil acceso, cerca de las salidas
y junto a localizaciones con especial riesgo de incendio.

El tipo de extintor más adecuado se determina en función de la clase de fuego que se prevea
que vaya a desencadenarse. Los diferentes modelos de extintores y su posible aplicación y uso
en función del tipo de incendio se resumen en la siguiente tabla.

• Bocas de Incendio equipadas (BIE). Se trata de equipos manuales de extinción por agua (de
tipo manguera) que se abastecen a través de una red de tuberías conectadas a la fuente
principal. En toda edificación protegida con BIEs, debe instalarse como mínimo una por planta.
T2 – INSTALACIONES CONTRA INCENDIOS
Suelen estar en el interior de un armario, en el que se dispone una entrada de agua con una
válvula de corte y un manómetro de comprobación del estado de la alimentación.

• Columna seca. Se trata de una conducción, normalmente vacía, destinada al uso exclusivo
del Servicio de Extinción de Incendios. Parte desde la fachada principal de la edificación (donde
se dispone de una toma de alimentación) y recorre los espacios interiores dotando de bocas de
salida a los pisos. Este sistema permite que los bomberos puedan hacer uso de la presión y el
caudal de agua necesarios para la extinción del incendio en cada una de las plantas,
conectando sus equipos a la toma de alimentación en la fachada.

Sistemas de extinción automáticos


Estos equipos entran en funcionamiento de manera automática ante la presencia de un
incendio, ya sea de manera autónoma o al recibir una señal de alarma desde la central. Los
sistemas de extinción de incendios automáticos más utilizados en la actualidad son los
siguientes:

• Extinción mediante rociadores (sprinklers). Son dispositivos que actúan automáticamente


ante un determinado nivel de temperatura, dejando libre una válvula que bloquea el paso del
agua procedente de una red de tuberías de distribución de agua a presión.

Todo el sistema de rociadores se encuentra conectado a un grupo de presión o equipo de


bombeo (basado en un motor eléctrico o de combustible) que asegura la presión y el caudal
suficientes como para garantizar la llegada de la red de agua a todas las salidas.

En función del tipo de instalación, los


rociadores pueden liberar agua a chorros,
en forma de cortina o de manera
pulverizada o nebulizada.
T2 – INSTALACIONES CONTRA INCENDIOS
• Extinción por aspiración. Este sistema entra en funcionamiento al recibir una señal de
alarma procedente de la central contra incendios o de detectores asociados, tras haber sido
confirmada la presencia de un fuego. Su funcionamiento se basa en la puesta en marcha de
aspiradores que evitan la aparición de llamas o la propagación del incendio.

• Extinción automática por gas. Estos equipos entran en funcionamiento al recibir una señal
de alarma procedente de la central, tras haber sido confirmada la presencia de un incendio.

Basan su funcionamiento en un agente extintor de tipo gaseoso contenido generalmente en


recipientes a presión cuya descarga se produce de manera automática a través de una red de
canalizaciones.

Los sistemas más utilizados en la extinción por gas son los siguientes:

— CO2 a presión: reduce el oxigeno del recinto y asfixia a las llamas del incendio. No es
adecuado su uso en zonas con presencia de público.

— FM-200: en un gas limpio, inodoro, incoloro y no conductor de la electricidad,


especialmente indicado para la extinción de fuegos de clase A y de clase B. Suele
emplearse en lugares con presencia de público o que contienen objetos y bienes de
alto valor.

— Argón: es un gas noble e inerte, no conductor de electricidad, incoloro, inodoro e


insípido. Al igual que el CO2 reduce el oxigeno del recinto por lo que no es adecuado
su uso en zonas con presencia de público.

— Extinción por polvo seco: se compone por un depósito de polvo químico (seco, no
tóxico y no conductor de la electricidad) y un gas impulsor que conduce el polvo seco
por un sistema de tuberías hasta los difusores, creando una atmósfera inerte
alrededor del fuego.

— Extinción por espuma: de funcionamiento similar a la extinción por polvo seco, este
sistema “asfixia” a las llamas del incendio mediante una mezcla de agua a presión,
líquido espumante y aire.

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