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Traducción y política del feminismo

mexicano contemporáneo

Márgara Millón

En este ensayo voy a hablar de tres importantes revistas del


feminismo contemporáneo en México, que a su vez constituyen parte
del espectro politico feminista en este país: Debate feminista, 1990,
Fan, 1976 y La Correa Feminista, 1991.
Voy a analizar estas publicaciones desde el punto de vista de
sus politicos de traducción: que autor@s eligen, y en que alineamiento
significativo colocan el texto traducido de cara al contexto político
local. Voy a "leer" desde estos referentes el campo de definiciones
que articula el feminismo en México, tanto por lo que expresamente
afirma como por lo que omite. Finalmente, haré una reflexión sobre
los puentes que tiende o cancela este feminismo con los principales
movimientos politicos locales, y las mujeres que en ellos participan.

Las revistas de los años setenta


En los años setenta se vivía mundialmente el boom del feminismo. La
revolución cultural de los sesentas junto con la articulación en
América Latina de la guerrilla, ofrecía los referentes a un feminismo
radical, militante y vanguardista. La conciencia de la necesidad de
la liberación femenina iba muchas veces de la par, con la liberación
nacional, y con la opción socialista. Esto ocurría a la par que los
principales partidos y grupos de izquierda reconocían sólo
parcialmente la lucha feminista, y la acotaban cuando no la
subordinaban al cambio politico revolucionario.
En México, las principales publicaciones feministas de estos años
son tres: La Revuelta, 1976, Cihuat, 1977 y Fern, 1976. Todas surgen
tras el ambiente generado por la celebración oficial del Año
Internacional de la Mujer, en 1975, misma que propició, por un lado,
la apertura institucional hacia grupos de mujeres organizadas, y por
otro, la activación de la organización de mujeres anti-oficialistas.
Los grupos de mujeres feministas de esta época, criticaban a la
vez que compartían, muchos esquemas con la izquierda tradicional:
su radicalidad, autoritarismo, jerarquía, a la vez que enunciaban la
crítica ala subordinación tanto de las demandas de las mujeres como
de las mujeres mismas en la política tanto discursiva como cotidiana
de estas organizaciones.
El feminismo "histórico", como se le ha llamado al de estos años,
llevaba a cabo acciones simbólicas emblemáticas, como protestar el
Ill
10 de mayo por la celebración del día de la madre, o en la celebración
de "Miss Universo", al tiempo que publicaba una serie de escritos
fundantes de su horizonte teórico. El articulo de Marta Acevedo Las
mujeres luchan por su liberación. Nuestro sueño está en escarpado lugar,
publicado en el suplemento cultural de la revista Siempre! en 1970, y
que reseñaba el encuentro feminista de San Francisco de ese mismo
año y señala el impacto que tiene el feminismo norteamericano sobre
el mexicano.
Estas tres revistas de los setenta son publicaciones de grupos
constituidos, que encuentran en el acto editorial una práctica que los
une, un espacio para dialogar internamente y un espacio para
dialogar con otras mujeres. Se trata de pequeñas publicaciones,
innovadoras incluso en su formato, que se lanzan como granadas en
el movimiento social amplio.
Fein, la única de estas publicaciones que aún continúa
publicándose, es fundada por Alaíde Foppa, guatemalteca, doctora
en letras y crítica de arte, y la periodista y directora de Los
Universitarios, Margarita García Flores. Ambas reúnen a un fuerte
grupo de mujeres escritoras y creadoras. En su primer número
aparecen Elena Poniatowska, Elena Urrutia, Margo Glantz, Nancy r
Cárdenas, Marta Lamas, entre otras, la crema y nata del feminismo
mexicano de la época. Es la revista feminista más antigua de América
Latina. Su formato como sus contenidos la definen desde un inicio
como una revista destinada a un público amplio, con una impronta
poético-literaria, siempre con análisis de la cultura, cine, teatro, etc.
Su política editorial incluye escritos de autores varones, como Carlos
Monsiváis, Tomás Mojarro, entre otros, ensayos reivindicativos de
mujeres que forman la genealogía feminista, y pocas traducciones
como articulos de fondo.
La Revuelta, por su parte, es producto de desconocidas jóvenas
intelectuales y militantes, un feminismo radical que se detiene en
desarrollar sus planteamientos teóricos desde el principio básico del
feminismo: lo personal es político. Las reuniones del pequeño grupo
daban el material para la escritura, y el periódico de La Revuelta se
repartía a la salida de las fábricas. Se trataba también del esfuerzo de
un feminismo de clase media ilustrada por salir de sí mismo y
vincularse con las luchas sociales. El Colectivo La Revuelta deja de
publicar su periódico en el número nueve, para iniciarla colaboración
con el periódico Uno mas Uno hasta 1982.
Cihuat por otra parte, era un órgano más político, el medio
informativo de la Coalición de Mujeres Feministas, donde aparece
de manera reiterada la denuncia de la situación de opresión y
explotación de las mujeres mexicanas, así como la invitación ala lucha
organizada. Su duración es de seis números, el último en 1978.
Fein, notoriamente, vehicula un núcleo constante de critica
cultural latinoamericana. Sobretodo en sus primeros quince años,
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aglutina a un grupo amplio de voces femeninas intelectuales y
creadoras. Se trata tanto por la duración de su publicación como
por sus contenidos, de una visión amplia y ambiciosa del feminismo
en América Latina.
Polivalente, mantiene una clara definición política, sin afiliarse
a un grupo específico, una preocupación teórica, sin encerrarse en
un mundo académico, y una vinculación con autoras y movimientos
del feminismo de su época. Presenta pocas traducciones, funcionando
más a través de ensayos originales y mucho trabajo testimonial y de
entrevista.
Presenta, no obstante, textos de un feminismo que está
marcando impronta en la crítica cultural, como su número de 1984
sobre las chicanas, con un texto de Cherrie Moraga, y en 1985 con un
texto de Rosi Braidotti. En 1980 Alaíde Foppa es secuestrada en
Guatemala, para nunca más ser vista con vida. Hasta 1986, la revista
funciona a través de una dirección colectiva.
Del núcleo que le da vida a Fem durante esas dos décadas
surgirán, me parece, dos de las publicaciones que marcarán los
derroteros del feminismo mexicano "mainstream'. Debate feminista,
y el suplemento mensual La Doble Jornada de La Jornada.

Las revistas de tos años noventa

En 1986 un grupo de mujeres feministas convocadas por Marta Lamas


presentaban un proyecto al periódico La Jornada, con la intención de
crear un suplemento que fuese un órgano de debate al interior del
feminismo, y del feminismo con otras mujeres y con varones. El diario
acoge el proyecto, pero al estructurarse hay diferencias entre un sector
más periodístico y otro más intelectual. El Suplemento queda bajo la
dirección de Sara Lovera, y mantiene un perfil informativo, mientras
que en marzo de 1990 aparece Debate feminista, bajo la dirección de
Marta Lamas.
Debate feminista es, con mucho, La revista teórica del feminismo
mexicano. Dirigida por la antropóloga y activista Marta Lamas,
continúa en colectivo con la labor que su directora ya ejercía antes:
ser la principal traductora de la teoría feminista producida en inglés,
francés e italiano. Ya en 1986, Lamas había publicado un importante

' Quisiera dejar claro que considero al feminismo como un crisol de prácticas y de
sujetos diferenciados entre sf,ylamayoría de las veces contradictorios Al denominar
mainstream a las publicaciones referidas, así como a la masa crítica data cual surgen,
quiero sugerir que es el feminismo más conocido y reconocido dentro y fuera de
México. Sin embargo, hay una gran variedad de expresiones feministas que tienen
publicaciones, muchas veces esporádicas, y manifestaciones diversas, como parte
de los movimientos sociales o de la organización grupal de la sociedad.
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artículo acompañando la traducción que presentaba la revista Nue-
va Antropología del influyente texto de Gayle Rubin, The Traffic in
Women: Notes on the 'Political Economy'of Sex, publicado en inglés 1975
en la compilación de Rayma Reiter, Toward an Anthropology of Women.
Debate feminista tiene la forma de un libro de cerca de 300 pagi-
nas, con una periodicidad semestral, que presenta un estado del arte
en cuanto a temáticas señaladas de manera monográfica. En sus 22
números publicados en estos diez altos, la revista consolida un perfil
teórico, que pretende alimentar de reflexiones abiertas ciertas pro-
blemáticas locales y trasnacionales: la democracia, la otredad, ley,
cuerpo y sujeto, ciudades, escritura, política, lo "queer". Un continuo
intento por ampliar el espectro del debate: impactar a través del
feminismo la reflexión, ir más allá de él, tender puentes.
Debate feminista ha sido la revista introductora en la academia y
en las orientaciones del movimiento, de las principales autoras del
feminismo contemporáneo: Teresa de Lauretis, Judith Butler, Adriana
Cavarero, Lia Cigarini, Nancy Fraser, Julia Kristeva, Luce Irigaray.
Presenta una estructura abierta, en el sentido de proponer siempre
un espacio "Desde otro lugar", dedicado a miradas no declaradamente
feministas y publicando autores varones en casi todos los números.
Mantiene una estructura muy organizada pero flexible, que
permite la aparición de secciones como "Desde el diván",
confirmando el interés por la mirada psicoanalítica, algún texto que
aparece "Desde la izquierda", "Desde lo cotidiano", o "Desde otro
lugar", y que también abre un espacio para entrevistas, testimonios
o denuncias, un espacio para fotografías, denominado "Desde la
Mirada" y el Argüende, tradicional espacio recreativo a cargo de
Jesusa Rodriguez y Liliana Felipe, cabezas de un espacio critico
cultural lésbico muy importante. Todo esto acompaña al "núcleo
duro" de la revista, que presenta textos organizados conforme a la
temática de cada número.
Así, podríamos caracterizar Debate feminista como una revista
para el feminismo ilustrado, para un público especializado,
fuertemente teórico, y en términos políticos de izquierda liberal, con
un proyecto político institucional. El activismo de su directora, Marta
Lamas, se ha centrado en tomo a los derechos reproductivos y la
despenalización del aborto.
Por su parte, La Corea Feminista, que se crea en 1991, estaría
aglutinando a un feminismo radical y autónomo. Es editada por
CICAM, Centro de Investigación y Capacitación de la Mujer. En su
inicio, el objetivo es ser una especie de correa, como lo indica su
nombre, entre los feminismos de los diferentes estados del país, en
un intento de sistematización del feminismo y para ir en contra de la
centralización de la información en la capital.
En su recuento realizado en el número 19 de otoño-invierno de
1998, plantean que en su definición inicial aparece señalada la pro-
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blemática de quererse como un feminismo autónomo y radical, que
reconoce las "necesidades sociales" de ampliar la democracia, frente
a las necesidades del Estado de funcionalizar su proyecto neoliberal
"incorporando aspectos de las demandas que el feminismo había
desarrollado", (La Corea Feminista, núm. 19, otoño-invierno, 1998,
"7 años de La Correa Feminista"). Los primeros siete números de la
revista son dedicados a tender puentes entre los estados y el centro
del país, algo así como la metrópoli y sus periferias, dado el carácter
centralista y centralizado que conforma y permea a la estructura
política y cultural mexicana.
Durante esta etapa se plantea como una correa informativa,
explorando sobre todo la lucha contra la violencia hacia las mujeres
y sus derechos humanos.
La Corea replantea su proyecto tras definir que el colectivo de
las mujeres no es homogéneo, y contiene posiciones irreconciliables,
afirmando que "[...jla voz de los sectores mayoritarios con mayor
poder material y económico, tendía a la práctica de silenciar a las
voces discrepantes".
A partir del número 7 en 1994, la revista "se transforma en una
revista de reflexión critica, tras la búsqueda de elementos para , un
feminismo radical, rebelde, autónomo y antisistémico".
En su número 19 anuncia su forma virtual a través de Creativi-
dad Feminista, en la internet. Las temáticas de los números
subsecuentes presentaran textos centrados en el feminismo y la polí-
tica, la democracia, la guerra. La revista se articula con un sector del
feminismo chileno, representado por la escritora Margarita Pisano.
Ningún autor varón es publicado en La Correa.
Fem continúa durante esta década su puntual publicación, re-
presentando lo que Lamas llamaría "mujerismo", compro-metién-
dose con la escritura femenina, la entrevista, el recuento de los mo-
vimientos de mujeres, la literatura y la poesía de mujeres.
Para completar este panorama de fuerzas y feminismos, estaría
el suplemento feminista de La Jornada, desde 1986 y hasta 1998, La
Doble Jornada estará dirigida por Sara Lovera, y cumplirá un papel
informativo y de difusión, un espacio para las redes de mujeres. A
partir de 1998, el suplemento se vuelve La Triple Jornada, bajo la di-
rección de Ximena Bedregal y Rosa Rojas, del equipo de La correa.
El objetivo de "fortalecer el debate respecto al papel de las
mujeres en el mundo, que no es necesariamente adjudicarse la mitad
del poder" ubica al suplemento como un posicionamiento al interior
del feminismo, y cierra el círculo del debate que estableceremos acá.

Publicaciones, conocimiento local y posicionamientos politicos


Hay más publicaciones feministas en México, notoriamente las del
feminismo académico, que van apareciendo a la par que los nuevos
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departamentos de estudios de género o de las mujeres, como la Re-
vista GénEros, de la Universidad de Colima, o La Ventana, de la Uni-
versidad de Guadalajara. El referirse a este vasto espectro de estas
publicaciones queda fuera de nuestro objetivo. Nos concentraremos
en lo que hemos caracterizado el feminismo "dominante" o que por
lo menos, domina la escena "chilanga", dentro de una cultura que
sigue siendo, a pesar del "cambio", concentrada en el centro.
Contextualmente, la transición de los setentas a los noventas
está marcada por la eclosión de los movimientos sociales y la sociedad
civil, la proliferación de oNG' s que inician su trabajo con mujeres
campesinas, populares e indígenas. La desestructuración del
paradigma de la izquierda clásica, el fin del socialismo, de la guerra
fría, de la guerrilla como forma de enfrentarse al poder. La
redefinición de la relación con el estado es un problema crucial. De
hecho, con toda la institucionalidad. La preocupación por la
democracia se acrecienta tras el proceso electoral de 1988. Se vuelve
muy clara una parte de la izquierda que se define por el
fortalecimiento de las instituciones democráticas, frente a otra que
sigue pensando en la inviabilidad de éstas en un estado donde
domina la represión como la política de la economía neoliberal.
La relación con lo institucional es uno de los vectores que más
se politizan al interior de los movimientos sociales, incluido el
feminismo. Paradójicamente, la presencia cada vez mayor de la
organización civil a nivel global permite tanto que el feminismo se
estabilice y profesionalice, la llamada oenegenización del
movimiento.
A la crisis de los referentes anteriores hay que agregar la el nuevo
panorama de Ios noventas, que es polivalente: por un lado, refiere a
la "sociedad que se organiza" en palabras de Carlos Monsiváis, y a
la institucionalización de esta organización, la generación de nuevos
profesionales.
Desde la década de Ios ochenta encontramos organizaciones
feministas trabajando con mujeres, a nivel popular y rural. Nuestra
tesis acá es que algunas de estas organizaciones van a tender puentes
con los movimientos sociales más importantes de la siguiente década,
expandiendo lo que podríamos denominar el "espíritu" feminista,
en el sentido de la visibilización que las mujeres pueden hacer de su
propia especificidad en contextos particulares. Ello ocurre, sin
embargo, en gran parte por fuera del feminismo dominante en
términos politicos, y sin una reflexión teórica que retroalimente dichos
procesos.
El mejor caso para ejemplificar el proceso que estoy señalando
es el neozapatismo como levantamiento insurgente, y el diálogo que
tiene con los feminismos, a través de estas tres publicaciones.
Rebecca E. Biron plantea que estas tres revistas pueden ser leí-
das "as three texts which highlight the complexity of the relations
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between feminist theory, feminist activism and national politics in
Mexico""(Feminist Studies 22, n.1, spring, 1996:152).
El feminismo latinoamericano ha sido pensado muchas veces
como monolítico en cuanto a su relación con el primer mundo, así
como en cuanto a su compromiso con los movimientos sociales
locales. Frente a estas generalizaciones, como bien señala Biron, el
hablar de "feminismo mexicano" alienta heurísticamente a
contextualizarlo como parte dialógica de luchas, teorías y
alineamientos. Enfatiza la ubicación local de un feminismo alentado
por preocupaciones globales y nacionales, generales e inmediatas.
Sobre todo, permite delinear como estas preocupaciones también son
intereses y definiciones políticas.
Las revistas feministas son también intervenciones políticas más
allá del feminismo, es decir, son un espacio dialógico entre feminismo
y sociedad, o al menos deberían de serlo. La desconstrucción feminista
no puede ser abstracta y general, tiene que ser contextual y situada.
Fem, La Correa Feminista y Debate, muestran claramente maneras
diversas de enfrentar un viejo debate de los setentas: cuál debe ser la
relación con el estado, y con los partidos. Ello forma parte del debate
al interior de los feminismos contemporáneos.
Pero hay un continente nuevo, que ninguna de las tres revistas
enfrenta propiamente: hay un limite en su acercamiento al mundo
indígena, al replanteamiento de la nación, a salir del contexto
autosignificante de la urbe, autoreferencial, para pasar a la
problematización de una noción demasiado estable de feminismo,
ya sea autónomo o institucional.
Del 94 a la fecha, mayores cambios politicos han surgido en
México. Una consciencia indígena cada vez más consistente y directa
se ha estructurado por fuera del indigenismo tanto oficial como
crítico. La palabra india habla hoy en varias lenguas y deja ver en
sus enunciados el posicionamiento de las mujeres. Se desestabiliza
una idea de nación mestiza, incluso plural y multiétnica, para dar
paso a una concepción de estado autonómico, con diversas naciones
y cosmovisiones que se definen como modernas, no en el sentido de
asimilarse a la norma de la modernidad, sino en el sentido moderno
del "derecho a la diferencia".
El gran tema del feminismo, el de la diferencia, está hoy a la
orden del día en el México contemporáneo, y en él está prácticamente
ausente el feminismo mexicano. La critica al nacionalismo, los
estudios sobre la interrelación entre género y racismo, son temas que
hoy aparecen como urgentes para el feminismo mexicano. Van de la
mano del cuestionamiento de conceptos centrales como el de demo-
cracia y desarrollo, pero al conectarse con la problemática de la dife-
rencia étnica, esta discusión adquiere una dimensión distinta: la de
la critica al feminismo ilustrado.

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La politización del neozapatismo y la dificultad para tratar con
lo indígena

En el escenario politico de inicios de los noventa en México, el


salinismo había impregnado a amplias capaz de la intelectualidad
de izquierda con una cierta armonía frente a la globalización como
inexorabilidad política y como futuro deseable. La crisis abierta por
el levantamiento armado llama a cuentas definiciones que ya se
pensaban zanjadas dentro de la cultura nacional: la violencia como
recurso, la vigencia del estado laico como norma, la preeminencia de
la ley constitucional por encima de derechos de los pueblos. Las
derivaciones del movimiento ponen en cuestión toda una idea de
nación independiente y mestiza que nutre incluso los discursos
críticos y de izquierda.
¿Como retomar esta problemática, sin caer por un lado, en el
indianismo esencialista, que hace la mera apología de lo indígena,
pero tampoco en la visión ilustrada y secular, que se convierte en el
modelo del desarrollo y la emancipación?
Sin duda la politización del acontecimiento polariza las actitudes
frente él, y el feminismo no es la excepción en esto. La revuelta se ve
como un peligro, de subordinación de las mujeres a los dictados
militaristas, milenaristas y/o religiosos. En la toma de posición hacia
é1 podemos analizar más el efecto que sobre la política mexicana tiene
el levantamiento, que encontrar análisis que lo muestren como un
movimiento contradictorio y lleno de tensiones.
Principalmente Debate y La Correa, se han preocupado por
mostrar una posición crítica frente al neozapatismo, mientras que en
Fein a predominado la información solidaria del movimiento, y la
denuncia a la situación de guerra. En Debate encontramos un
posicionamiento a favor de los derechos reproductivos y, en
consecuencia, un distanciamiento a lo que podría considerarse la
influencia de corrientes eclesiales de base en la conducción del
movimiento, tomando una prudente distancia frente al
endiosamiento del mismo.
La Correa, por su parte, ha mostrado de manera más sistemática
la gravedad de la situación de guerra, poniendo en tela de juicio los
principios políticos que pueden desatar dinámicas de represión y
desintegración de la vida cotidiana. Una denuncia cruda de la
situación de guerra, donde no se le quita responsabilidad a los que
poseen "la fuerza de la razón".
Dándole voz a activistas que han formado parte de los grupos
de mujeres mestizas que confluyen en las fuerzas locales del conflic-
to, la Correa muestra una cara del conflicto, la que involucra a un
sector del feminismo, y su difícil relacionamiento con mujeres indí-
genas por un lado, y con la militarización del movimiento, por el
otro.
116
Dentro de este entramado, la discusión en su conjunto se ha
visto obstaculizada por varias cuestiones. AI interior de lo que sería
propiamente las argumentaciones feministas, por lo que podríamos
denominar absolutos que funcionan como presupuestos, donde
"lo patriarcal" parecería funcionar como categoría ya dada, y
donde las mujeres parecerían ser sujetos sólo sujetados, sin agencia, y
sin consciencia crítica. AI exterior de ellos, por una polarización en torno
al conflicto, lo cuál lo ha vuelto un campo minado, donde en realidad
se definen lealtades y traiciones, y se alinean posiciones globales.
La ausencia de investigación directa y contacto con las
protagonistas diversas del neozapatismo contrasta con visiones que
idealizan totalmente a las mujeres indígenas o las consideran como
meras víctimas que están siendo utilizadas.
Esta dificultad muestra en gran parte los límites de una visión
indigenista frente a los indígenas que apenas empieza a ser
desestructurada. Esta visión informa la cultura politica mexicana,
desde sus presupuestos hasta su visión de futuro. La crítica feminista
tiene que enfrentar esta visión, a partir del reconocimiento de sus
supuestos, de las ideas de progreso, desarrollo, igualdad y libertad
individual que la fundamentan.
En esta visión, los indígenas son valiosos como un pasado
tradicional y folklórico, e inexistentes en la actualidad histórica,
desdibujados por la categoría de "pobres" y marginados. La
perspectiva que los coloca en la situación de atraso fácilmente se
erige en la poseedora de sus nociones de futuro. Los feminismos
mexicanos tratan de abonar en el estrecho margen entre la exotización
idealizada de lo indígena como lo otro, y la homogenización
avasallante del aparato de la modernidad como única vía.
Sin embargo, un punto central en este sentido es a quien se dirige
la reflexión de estas publicaciones, quién es hoy el interlocutor elegido
por este feminismo. Los mejores recursos para rescatar la
especificidad de las mujeres indígenas han sido las crónicas, la
antropología de la modernidad, la etnología situada, y todo ello se
encuentra generalmente fuera del perfil de estas publicaciones.
Derivas teóricas importantes en este sentido son las que
problematizan las identidades, la noción de otredad, la representación
como lugar de la afirmación y como límite. Es en estos puntos donde
se localiza el saber global, y se globaliza el saber local.
El desarrollar un posicionamiento que trate a y con las mujeres
indígenas fuera del indigenismo, implica también una serie de
desestabilizaciones teóricas del feminismo como aparato crítico. La
reconsideración del ámbito institucional como necesidad práctica y
política del feminismo, así como la necesidad de su radicalidad au-
tonómica, como núcleo que da sentido a de su intencionalidad críti-
ca. Creo que en los feminismos mexicanos, nó sin cierta dificultad,

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comenzamos a ver los resultados de este desplazamiento
autorreflexivo.

Bibliografia

Bimn, Rebeca E. (1996), "Feminist Periodicals and Political Crisis in Mexico:


Fern, Debate Feminista y La Correa Feminista in the 1990s", en"Feminist
Studies 22, number 1, spring.
Castro Gómez y Eduardo Mendieta (1998), Teorías sin disciplina.
Latinoamericanismo, poscoloninalidad y globalización en debate, USF/ Porra
Editores, México.
Seminario de Estudios de Género y Cultura, 1998-99, Programa Universitario
de Estudios de Género, UNAM.
Revista Fem
La Correa Feminista
Debate Feminista

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