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Máscaras corporales

No hay nada más íntimo que la voz. Viene, literalmente, del aliento propio, atraviesa el lugar por el
que incorporamos el aire, nos lo apropiamos y lo volvemos hálito nuestro. Nuestra voz es una partícula
auditiva extraña pues es la manera en que devolvemos al mundo lo primero que tomamos de él y marca
esa aparente separación entre un adentro y un afuera; es extraña en tanto que, piel adentro, se escucha
de una forma, pero desde afuera se percibe de otra. Cuando uno escucha su voz propia en una grabación,
cuando la oye como si no fuera sí mismo, se produce el extrañamiento.
¿Qué pasa con las voces que permanecen luego de que el cuerpo al que pertenecían perece?
Voces que se graban en canciones o entrevistas, voces que ya no pertenecen propiamente a un cuerpo
sino que se entregan a la experiencia plena de la audición, que ya sólo pertenecen a los otros, a los que
escuchan. Normalmente no damos cuenta de cómo una voz ajena puede volcarse e infectar el interior
hasta que una estridencia lo subraya: cuando es demasiado grave o aguda, cuando tiene un tono que
mueve las entrañas. Por eso acaso un concierto en vivo resulte tan intenso, porque lo que golpea a
quienes escuchan es lo más interno del ejecutante y uno va al concierto para dejar que esa interioridad
lo habite.
¿Qué ocurre cuando, en escena, el intérprete deja que la voz de otro se apropie de su interior?
Hace de su cuerpo una máscara, una fachada que disloca lo escuchado con lo visto. Esto mismo ocurre
en La Audición Salón Continental,1 donde los que habitan el escenario permiten que otras voces, una
multiplicidad de sonoridades, se apropien de sus cuerpos; de ese modo, y en un despliegue preciso de
control corporal, cada ejecutante hace de su organismo una careta que lo hace convivir con la escena
tanto como con los espectadores y con los otros ejecutantes. Al inicio, cuando los intérpretes están
dispersos, sucede un primer extrañamiento: se siente que ellos mismos son los que cantan pero algo no
encaja del todo aunque uno no entiende bien qué es. Cuando inicia la función, durante algún tiempo
la máscara no se nota (pues los cuerpos todo el tiempo se dejan habitar plenamente por otras voces);
pero la duda se disipa cuando el esquema cotidiano se disloca y una voz masculina habita un cuerpo
femenino o viceversa; entonces uno da cuenta, y esto en cierto sentido es ominoso, de que el ejecutante
no exhala su voz, proceso natural de ésta, sino que se deja infectar por el audio y permite que su cuerpo
lo reproduzca.
Cada escena se va sumando a la experiencia que se acumula en ese espacio en el que conviven
los espectadores con los intérpretes (pues todos terminan siendo habitados por el sonido que impera
en la escena); cuando se renuncia a entender “qué quiere decir” la obra se abre el convivio y sucede el
espectáculo que toma elementos dramáticos, dancísticos, cinematográficos, que proponen múltiples
maneras de pensar la escena; lo que resulta una experiencia donde la iluminación, el sonido y el vestuario
se amalgaman para potenciar lo que sucede en el espectador.
Escenas que cuestionan siempre cómo la voz, al desplazarse del cuerpo que la emana y
encarnarse en otro escenario, en otro cuerpo, puede poseer literalmente al que la incorpora pero también
pierde, en ese gesto, la corporalidad misma del que originalmente la emanó. Discursos “serios” que se
vuelven parodias, que detonan la risa y la estridencia; canciones cuya voz de hombre se disloca del
cuerpo masculino y adquieren otro matiz desde la feminidad; o una canción “masculina”, con una voz
“viril”, que se interpreta desde otra posición corporal, aunque sea un hombre quien la adopta, y que
hace que la cuestión de la virilidad quede cuestionada; la celeridad de una fiesta vista en cámara lenta

1
Espectáculo interdisciplinario. Dirección artística de Marcela Sánchez Mota y Octavio Zeivy. Producción
de grupo Foco alAire producciones. Intérpretes: Marsel Toledo, Inés Herrera, César René Pérez, Ángel Lara,
Edgar Espinosa, Verónica Macías, Emmanuel Fragoso, Helena Hernández, Beto Munguía. Funciones en el
distrito federal, el 17, 18, 24 y 25 de septiembre a las 8 pm. Informes y reservaciones:
marmota376@icloud.com
que permite apreciar los mínimos detalles que pasan, casi siempre, invistos; un dúo armónico que, en
escena, enfrenta una sutil batalla cuerpo a cuerpo.
La Audición Salón Continental propone la exploración del cuerpo en la escena, lo que sucede
con la voz del otro en uno mismo; cuestiona lo que puede ser la escena misma, la forma en que el
cuerpo puede ser una máscara pero que es tan elocuente, a veces tan estridente, con lo que realmente se
quiere decir: el frágil deseo debajo del discurso.

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