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REFORMA FISCAL

Reforma es el mecanismo y la consecuencia de reformar, un verbo que hace


mención a cambiar algo o a formarlo nuevamente. Fiscal, por su parte, es
aquello que está vinculado al fisco (las agencias estatales facultadas para el
cobro de impuestos).

Una reforma fiscal, por lo tanto, es un proceso o una disposición que modifica
la legislación impositiva. El Poder Legislativo se encarga de cambiar las leyes o
de elaborar nuevas normas, que deben ser promulgadas por el Poder Ejecutivo.

La reforma fiscal siempre está vinculada a cambios judiciales ya que los


impuestos son establecidos por ley. Las alícuotas, los gravámenes y las
características generales de cada tasa deben estar especificadas en la
legislación: por eso, subir o bajar un impuesto se asocia a una modificación de
tipo legal.

Para entender cómo se desarrolla una reforma fiscal, hay que comprender qué
son los impuestos. Se trata de pagos obligatorios que el Estado impone a sus
ciudadanos para solventar su funcionamiento. Con el dinero que se recauda de
los impuestos, un Gobierno a cargo de la administración del Estado puede
invertir en la construcción de hospitales y escuelas, el desarrollo de caminos, el
pago de jubilaciones, etc.

Para evitar abusos, los impuestos son fijados por ley. Es decir: un Gobierno no
puede cobrar los impuestos según sus intereses particulares o sus deseos, sino
que sólo puede recaudar de acuerdo a lo establecido por la legislación. En caso
de querer modificar algún aspecto de los tributos, tendrá que impulsar, en
definitiva, una reforma fiscal.

Reforma fiscal de 1845


Reforma fiscalEn el año 1844 se aprobó en España una reforma fiscal (también
denominada tributaria) que sentó las bases del sistema tributario que el país
tiene en la actualidad. Todo comenzó un año antes, en el verano, cuando los
generales Prim, Narváez y Serrano comandaron un pronunciamiento militar que
obligó al regente Baldomero Espartero a abandonar su puesto y acabó con el
periodo progresista que había comenzado en 1840.
Con tan sólo trece años, Isabel II alcanzó la mayoría de edad (lo normal habría
sido esperar un año más) y se dio comienzo a otro reinado. La decisión se basó
en el deseo de que hubiera una regencia más, que habría sido la tercera.

Ese mismo año, Manuel Cantero de San Vicente ejerció durante un periodo
breve el puesto de ministro de Hacienda, y fue entonces que le propuso a
Ramón de Santillán que crease una Comisión para dictaminar acerca de la
reforma del sistema tributario de la época; y éste así lo hizo, el 18 de
diciembre, fecha para la cual Cantero no era más ministro, sino que había sido
sucedido por Juan José García-Carrasco.

Antes de que la reforma fiscal del 45 se hiciese realidad, fue necesario


analizar todas las posibilidades, pensando en cómo el sistema se vería
afectado, tomando en cuenta los principios históricos y racionales en los cuales
debían basarse para dar un paso semejante. La entrega del dictamen se llevó a
cabo el 5 de agosto del 44 a Alejandro Mon, quien había sustituido a García-
Carrasco en el ministerio de Hacienda unos meses antes.

A Mon no le resultó fácil tomar una decisión tras evaluar las posibilidades que
la reforma fiscal daría a la recaudación de impuestos, y por ello le tomó hasta
el 10 de enero del año siguiente presentarla. Finalmente, en mayo de 1845 se
convirtió en Ley, y representó un profundo cambio del sistema fiscal de
España, ya que rompió con los esquemas asociados al Antiguo Régimen.

En pocas palabras, la reforma fiscal de 1845 priorizó los impuestos directos


(grava las fuentes de riqueza, renta o propiedad directamente) por sobre los
indirectos (grava el consumo).

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