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COLECClON DE ESTUDIOS SOBRE FILOSOFIA DEL DERECHO


Publicada bajo el patrocinio y dirección del Seminario der Derecho Público de
.la Facultad de CienCias Jurídicas y SoCiales de la Universidad de Chile.

/)..-:;> TOMO V
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BASES
PARA UNA

Filosofía de la Ley
POR

dAIM~E R oSS BRAVO

SANTIAGO DE CHILE

1945

Índice
INFORME DEL DIREctOR DEL SEMINARIO DE DERECHO PUBUCO'

Santiago, 27 de D~ciemhre de 194-4.

Inf. NI? 13.

sEROR DECANO:

Tengo el honor de informar a Ud. sobre la memoria de prueba para:


óptar al grado de licenciado de la Facultad, que ha presentado D. Jaime
B,oss Bravo, titulada ",Bases para una filosofía de la ley".
Esta maciza obra es representativa de las inquietudes en que hoy vivi~
mos. En estos períodos de dura transición la gente pensante, y especial~
mente los· jóvenes, se vuelven a la Filosofía, al tenor de sus posiciones ideo~
lógicas, en busca de las soluciones para los problemas que aquejan a la hu--
manidad: los mismos desde que el mundo es mundo.
La posición ideológica del autor es, en este caso, ia de un católico fer-
viente. Toda. filosofía jurídica, para el Sr. Ross, parte de la existencia de
una ley eterna, encarnada e'n la Divinidad, y de una ley natural, reflejo d~
la eterna en el alma de las criaturas, a las cuales leyes debe, necesariamente,
arreglarse la legislación humana para ser justa y cumplir su finalidad: el
bien común de los hombres, espiritual y temporal. Estos postulados, y por
lo tanto la inclusión del 'derecho en la moral forman la materia propia de
la obra. Tenemos capítulos dedicados aja ley eterna, a la natural, y a la
civil, con sus correspondientes, párrafos sobre sus causas formales, finales
y eficientes y demás divisiones escolásticas propia de una exposición de es-
ta naturaleza. En seguida, y como finales de la obra encontramos dos im-
portantisimos capítulos, el uno sobre la "Obediencia al poder legítimo y 8-
sus leyes", en el cual se discrimina sobre la legitimidad de la autoridad y
sobre las condiciones que debe llenar una ley para obligar, y el otro sobre
"Las leyes injustas y la rebelión", materia apasionante y a la cual han de-
dicado tan importantes páginas los teólogos juristas españoles.
Las fuentes fundamentales del autor, y sus antecesores, son por demás,
ilustres: Santo Tomás, Suárez, Soto, Mariana, las Escrituras y las Encíclicas
le ofrecen la materia prima básica. Luego aprovecha acertadamente en los
comentarios a Cicerón y a Platón, y a toda una extensa nómina de autores
modernos, algunos poco recomendables, entre estos últimos.
La erudición del autor es amplia y su amor, su apasionamiento por 511
materia bien demostrado, pues no le han arredrado los obstáculos y las di-
ficultades grandes que tenía por délQnte, y que ha conseguido v~cer.
- ' . , ~
La 'qitiea circunstanciada de' una obra que ah'area tal número de aspee-
tos como ésta nos parece inoficiosa. Queremos solamente anotar algunos
rep'aros de fondo, q~, por otra patte, no afectan al alto 'mérito de es~e tra-
bajo: la ausencia de un párrafo dedicado al problema de la "costumbre
contra ley". tan importante en la realidad de la vida jurídica americana,
sobre toq:o, durante la Colonia; er poco desarrollo de la teoría del tirani,..
cidio, en cuyo pá,rrafQ se desechan. con 'tazones baladíes. las que anoso-
tf()$ nO$ parecen muy sólidas del padré Juan dI;! Mariana; y los despiada-
dos dictados, carentes de visión histórica, con que enjuicia el autor a Mon-
tesquíeu y a Rousseau y las realizaciones de la Revolución Francesa y. del li-
beralismo del siglo pasado, su continuador. . ' .
En el aspecto formal, la obra ,del Sr. Ross, está muy bien elaborada~
tanto en la técnica: divisiones y subdivisiones y riguroso control de las citas
en centenares de notas, como en la l'edaccÍón. El único reparo que en este •
~ecto puede hacérsele es la; exagerada latitud de algunos párrafos y tal
cual repetición. .
En suma, la memoria en informe es una obra ¡icabada y de innegabl.
utilidad para los estudiosos del derecho, a menudo tan deSnutridos de fi.
losoñas. .
Para los efeetos reglamentarios la califico con Distinción Especial, :y
automo su inclusión en la "Co.lección de estudios sobre Filosofía. del De-
recl1o" que dirige el
Seminario de Derecho Público~
. Saludo al Sr. Decano con mis máS alta con8ider~ción~

~amiro 4e Ama Martel,


'. Director del Seminario de Derecho ~úblíco~

'AL! SEROR DECANO DE LA H. FACULTAD


DE CIENCIAS JURIQICAS
, y. SOCIALES.~ índice
lNFORME DEL PROFESOR SEN'OR CARLOS VERGARA BRAVO
. . '

.5EI'iOR DECANO:
Informo a Uq. .. la M.emoria sohre "Bases para una filosofía de la ley"•
.:que el Sr. Jaime RossBi-avo ha presentado a la Facultad para obtener el'
tjtulo de Licenciado.
Ha señalado el autor con precisión las dimensiones de su trabajo, al
escribir en el ~ref~cio qu.e "~n. ~9ta tesis _no se ha abordado la. Ley desde
todos sus aspectos, sino únicámente desde' aquéllos 'que tienen ~n carácter
básico para comprender su filosofía; en efecto, no se ha tratado de los ac~
~O!!J He la ley ni de la mutabilidad de ésta ni de algunos otros tópico¡; que
--dicen relación más directamente al Derecho Positivo". Y la importancia
·del mismo )a 'pone de manifieatocuando ágrega' que "la ley positiva no' ha
..de ser algo totalmente extraño al hombr!=, ni una imposición que se le hace
11. éste desde afuera y c¡u~nte de toda relaci6n con su natu:raJeza, con,' su
-,causa primera y con su fin. 'La ley positiva debe adaptarse a la naturaleza
real del hombre y no crear un hombre ahstracto llamado a cumplir con ella.
Una ley que no tome en cuenta . los constitutivos substanciales y los valoree
:,propios ele la naturaleza. humana ea una ley inhumana, es decir, no es ley".,
.Esta importancia y aquel objetivo, 108 expresa una vez más, al decir que
«.no es de extrañar que al hacer el estudio del derecho y de la ley, norma
,:y medida' de la. acciones humanas. expongamos, al mismo tiempo. una con-
eepc:ión total del homb,;e. a la cual debe subordinarse la ciencia del dere-
dlo, por cuanto el derecho u para el hombre y no el hombre para el de·
'~ccho". .,
Vese ya en lo dicho, la enorme lTanscendencia de este estudio que que--
'da aituado de pleno derecho en la literatura de f~losoña jurídica tan escasa
~1\u.eatro país. Y por .er éste el carácter de IU trabajo •. al ~rescntar UDa
filosofía de la ley, el autor empieza en el Captulo 1, "Nociones preliminá~
, Ta". sentando principio.' e ¡de.. w,lJdamentale. acerca del hombre. de 111\
.~ca. de la ju,ticia. del derecho y de I,a le,.. y concluye dicho capitulo
'!daanollando materiaa relativas a "la ley y la libertad moral" y .. ;;Ia no'"
,ci6n aeneral de ley y 8\1, clasificaciones". Sobre tales hasea. ~I autor cona..
-''jfUye el ••tema de "Ia ley eterna". que es la materia del Capítulo 11, para
-i(Sonliderar, en seguida. "la ley natural" (Capítulo UI), y concluír en 108 Ca..
ptulo. IV. V y VI. tratando respectivamente de "la ley civil".. "de 1" eme..
~. al poder I~¡timo ya ~ leya'· y Ud_ 1.. le,._ ini...... ~ de .. ""
.~-".
ifodoe lC* ~tratadOll en esta memoria merecen la consideración dé
lo. _bll!i~. de 1ft 'Filollofía del Derecho. no obstante cierto unilateralía~
roo que., por lo menos aparentementé, encierra al autor en' un cantino un
'tanto estrecho de especulaciones filolilófico.jurídicas. Sin embal'go, el estu-
dio de maleria. como la Ley natural. respecto de la cual analiza sus funda.-
mentos, sU noción, su exiatencia. objeto. preceptos. promulgación y cono~
'cimiento, Inmutabilidad. obligatoriedad e interpretación, y 8US relacione.
'con la teoría general de la ley; las consideraciones 4lue desarrolla sobre ee-
t-Os temas. Y la :lógica de las argumentaciones que formula.al respecto. ne~
'YIolD ineludiblemente a la convicción de la existencia no solamente de la ley
natural sinQ de $U supuesto previo y necesario. la ley eterna. Debo destacar
la profundidad~-filosófica con que están estudiadas todas eatas cuestiones.
'<:uyo conjunto constituye un magnífic,o capítulo de Filosofía del Derecho.
He Barnada especialmente la atención sobre las materias que acabo de '
.,ñlllar. porque, ,aunque otras también merecen espécial mención. aquéllas
son las que dan más brillo a este estudio y respecto de su autor. son las que
,en más alto grado ponen dé relieve sus cualidades de inteligencia filosQ..
fícs y de hombre de estudio.
Debo también hacer referencia a las numerosas notas con que corp-
prueba la ~xactitud de los textos citados en la Memoria. como, asímisOló. a
:}a abundante y bien e.,>cógida bibliografía que ha considerado para reali~
'Zar el estudio que nos presenta. ' ,
,, Esta: Memoria, que es uno de los mejores trabajos, en su género: ti.
]osofía del derecho, sometidos a la consideración de la Facultad, merece
calific;:árselaexcepcionalmente. Por ésto,con el mérito de lo e;x;puesto y por
cumplir. además. con los requisitos reglamentarios, la califico de sobres..
liente y la apruebo con nota de amplia DistincióD. '

Sanli$go. 'lunip ae t 945.

~ SEíQOR DECANO DE LA H. FACULTAD


DE CIENCIAS JURIDICAS y SOCIALES.- índice
HftznoS~~~,. a tu N~mbre todoll0de.ro.so y exceho,
a nuestros pnncipes y a los que nos gobiernan sobre la tierra.

TQ eres, .sefior,quien les ha dado el poder del .imperio,


por tu magnifica e inefable p(;teStad,

a fin de que, conociendo la gloria y el honor que Tú les ~as dado..,
Íes ~t~oS ~metido~
y no contradigamos Tu voluntad.

Concedeles, Señor, la salud, la paz, la concordia, la ~tabilidad,..


para que ejerzan sin contradicción la soberanía que TlÍ
les has encomendado•

.Porque eres. Tú, Señor, Rey celestial de los siglos,


el que dá a los hijos de los hombres,
llloria, honor, poder sobre las cosas de la. tic!Irra (1).

índice
PREFACIO
Cada aurora qúe n¡;tce y c~da sol que se pone en el ocaso, sólo repre""
sentan, para el hombre- angustiad¿ de nuestros días, los límites cronológÍcós
de ul)a nueva oportunidad que se brinda al dolor para que, con avidez in-
saciable, corroa lo que hay én él de espíritu y de carne. C~da amanecer es
una esperanza y cada noche es una agonía. Cada nuevo día viene m~ pre-
ñado de lágrimas que el que le precedió ....... pero el hombre no se cansa d~
llorar y de esperar. En su garganta todavía aguarda silenciado el postre!'
· grito de desesperanza y de entrega total. Sus pies caminan por el vacío y
la nadr!. Sus ojos. incansablemente en vigilia buscan anhelante un rayo de
luz; mas .... " las tinieblas han vencido a la luz. Y el hombre yace desgarra-
doramente solo aferrado a su dolor. Los sollozos mueren en los labios Y.
todo' lo cubre el manto funerario del silencio. '
En éstos instantes de zozobra, 110 hacerse solidario con la humanidad
doliente es la más cobarde de las traiciones, es renegar de nuestra condi-
ción de hombreS, es huír de nuestra propia cruz. Nadie tiene el derecho de
contemplar frívolamente como a su lado todo es muerte y desolación. Nadio
·tiene derecho a deteneI:se a laver"a del camino a mirar pasar la cabalgata
humana a través de una senda cubierta de 'guijarros y de espinas, cargada
, con el peso infinito de sus tristezas. Todo h,ombre debe reclamar para sí una,
· cuota del dolor colectivo. En. el desempeño de la función propia' de cada
eual, se ha de estar pronto a dar de sí lo nec~sario para evitar a la huma.-
nidad'la congoja de nuevos sufrimientos., . .
¡Las horas que vivimos son horas' de cruenta realidad y es preciso que
, esta' r.ealidad sea vivida :en 'todo lo que' ella tiene de tragedia y de amargu,:,
ra. Pero, quien vive más, intensamente esta 'realidad es aquel 'que 'se esfuer-
za en superarla, es aquel que trata de guiar al hombre hacia nuevos de'rib-
teros de paz y de alegría, és aquel que posee la Verdad y la comunica al
prójimo, para arrancarlo del error y conducirle a "cielos nuevós y" tierras
'nuevas en donde more la Justicia", el Bien y la Verdad. .
El estudio que iniciamos no es' una fuga de la realidad" sino que, PO¡;'
el contrario, es' el fruto natural de una meditación del acontecer forzada-
, lnente serena. ':'AcOJ:dés siempr~ con 'el pensamiento de León Bl0y de que
"fodo le que a'contece es adorable", porque 'es' expiatorio' y pedagógi¿o:~'
la
há'Stia'do nuesfro 'eSPíritu con visión de uii"tnundo en guerra se' lanza' a la'
(lOnquista de un mundo de paz y de armonía.

{ ¡1 ]
Lat páginas venidera~ son pagmas de paz, no son un leño más anoja.-
do a la voracidad de la hoguera, son eL tenue rocío que el espíritu derrama
aóbre un mundo que arde en llamas. Es inconmensurablemente más fácil ven-
cer en la luch~ que conseguir la p~; es pOr ~sto, que hemos querido con-
tribuir, con nuestras débiles luces, al advenimiento imperativo de la paz de
los pueblos. .
. Pero, porque son páginas de paz, son páginas universitarias. Ninguna
in~titución humana posee títulos más legítimos que la Universidad para ser
,la depositaria y defensora del acervo espiritual de la humanidad. En el
transcurso de todas las épocas han sido los místicos monasterios y los sobrios
claustros universitarios, quienes han velado por la custodia del patrimonio
-común cultural y por 'mantener la continuidad y el progreso en las conouis-
Tas del espíritu. La Universidad ha de ser el C9ro que, a través de toda; las
viscisitudes de la Historia, eleve los más bellos y puros himnos a la Verdad
:y a la paz. En el mundo que viene la Universidad tiene S\l palabra que de-
-eh y debe estar preparada para tan fau~ta ocasión. Hemos creído cumplir
~onun de..her al aportar nuestros esfuerzos para hacer que la voz de la Uni-
v~rsidad tenga, en esa oportunidad, un auténtico valor universal.
Mas, por el hecho mismo ele ser págin~s d.e paz y universitarias, son
páginas de Juventud. Paz, Universidad y Juventud, ~iempre han marchado
y marcharán unidas. No se ama verda,deramente si no se está dispuesto a
dar la vida por lo amado. Es por esta razón, que nadie ama más la paz que'
,la Juventud, porque nadie está más a~enazado., y dispuesto que ella a in-
molar su viQa por la paz. Pero, los pueblos no se organizan sólo con valor y
a1megación; la Un~versidad viene, enton<;es, a colocar en manos de la Ju-
;v~ntud las herram,ientas necesaria:s para forjar sobre bases sólidas y sabias
la grandeza de los pueblos. Nuevos tiempos requieren lluevas modalidades,
~uevos horizontes, nuevas concepciones inspiradas en la Verda9. absoluta.
'sólo la pureza de nuevos espíritus podrá hacer revivir una humanidad mo-
. ribun,da y agónica. La '~P.oca que advi~ne es la época de las juventudes de
·~spíritu. Nadie trate de arrebatarles la preeminencia. El trabajo que hoy en-
tr~gamos contiene sólo .los rudimentos conceptual~~ de la ley y los cimien-
-tos legales d~l mundo que aguarda la Juventud, excento de los errores e
bipocresías que encubrieron al que ho:y fracasa sangrientamente.
, flero, precisamente por ser páginas de Juventud, son páginas de fe y
de esperanza. Quien dice Juventud, dice: ideal, anhelo y ansias de ser. Los
-pueblos no, alcam:ará,n jarpás sus grandes destinos históri<;os si aquellos Ila-
mados a dirig~rlos tienen la vista puesta en un pas,~do que rindió culto al
error y escarneció fi l~ Verdad. ~uardemos para ellos los cementerios. Los
pueblos no necesitan .fantasP1j1~ del pasado, requieren visionarios del futu-
ro. La realidad, por una de ·esas paradojas de las COSllS humanas, es una
~rcii~a plástica en manos de aquellos que, para transformarla, comienzan p,or
,despreciarla y superarla, en un ademán des~sperado de aprehender la eseb·
ria de la historia. Tenemos fe y espera:nz!'l,e~. que el mundo inmediato o
,mediato del mañana. se ha. de orgalli2;ar espiritual y materialmente confor-
~e al ellpíritu de la Verdad, conforme a los principios inmutables, eternos
j ~pre ñ~evos d~ u~ cristianiflmo int.egral: pué~, de lo contrarjo, asi8ti~
remos 141 9.~rrumbamientq de otro mundo que no supo encontrar la ruta que
Uev~ía a todos los pu~blos ha~ia la plenitud histórica que cada uno busca
..l.an~e"te.· ..

No .t)ln~s fil~fO:&. ni pretel'lcl~o,. Sérlo,. en


cuanto esteno~e .~-:
~e eu profni6n; pero !Í lo som06 ~ cuanto etim,l)l~gicamente C~­
.4"ltlOide: "cm· .~¡go rle J. ~i~uria". /tI ~1 .9~ Jo afinnara de si .,)l'(lQ-'

.t U J
desto Sócrate8. Pero, más particularmente somos: "un amIgo de la Lf!y" en
busca de la verdad legal. Nuestra yocación y devoción a la Ley 110S ha he-
cho internarnos por los cam!nos abstractos que condt!cen a la raíz legal. No
nos satisfizo la contemplación inerte de leyes estereotipadas que regían nues-
tras vidas. Quisimos saber qué títulos tenían para ello y cuál era el respeto
que les debíamos. Y la dicha de haber en¡;ontrado respuesta adecuada a
nuestras interrogantes compensa. COIl creces los sacrifiCios que nos impusi-
mo!! para ello. Y nos fué dado comprender cuanto mal hacían los juristas
incapaces de penetrar más allá de la letra y de la sanción de la ley positiva ..
Miopes jurídicos no pueden ver la luz resplandeciente que dimana del fon-
do de la ley. Positivistas decadentes no logran comprender que la base de,
toda· ciencia jurídica se encuentra en la Filósofía mora], que el Derecho y
la Ley se f¿rjan en el mundo ideal, en el orden especulativo y que sólo
buscan en la práctica su perfeccionamiento.
En nuestra búsqueda no estábamos solos, gozábamos de ia mejor com-
pañía, junto a nosotros, o mejor dicho, dentro de nosotros, teníamos por
guía la V crdad absoluta, a los principios divinos y eternos del cristianismo
y a su más fiel interpretación filosófica: ,la escolástica; a cuyos exponentei.
se dében, las bases de gran parte del Derecho Civil e Internacional; aunque
haya todavía algunas mentalidades que creen la estulticia sostenida, con la
insolencia propia de la ignorancia, por un Edmundo Picard, de que duran-
te el período escolástico: "El espíritu humano, conmovido por fantasías eso-
tériéas y, místicas, no logró descubrir nada defi~itivo para el establecimien-
to de las leyes profundas. Todo' se redujo a un bagaje po¡bre, de algunas
ideas que sólo más adelante pudieron ser, utilizadas" (1). Nosotros estamos
plenamente de acuerdo con Maritain, cuando' refiriéndose al tomismo, la
expresión más acabada de la escolástica, dice: "lo que de él esperamos en
el ord'en especu1ativo es la salvación actual de lo.s valores de la inteligencia.,
y en el orden práctico la salvación igualmente actual (en tanto en cuanto
depende de una filosofía) de los valores humanos. Nos, ocupamos no de un
tomismo arqueológico, fósil, sino. de un tomismo viviente. I;.s deber nues~
tro ppsesionarnos seria y concientemente de la realidad y exigencias de tal
filosofía... De ahí surge para nosotros un doble compromiso... Tenemos
primeramente la imperiosa obligación de defender la sabiduría tradiciop.al
y la continuidad de la. philosophia perennis en COtltra de los prejuicios del
individu~lismo moderno ya que éste aprecia, estima y busca lo nuevo. por
lo nuevo mismo y no se interesa por una doctrina sino en la medida en que.
ésta representa una creación de una nueva concepción del mundo ...... Nos
es pr~ci80 demostrar que' esta sabiduría permanece siempre joven e inven-
tiva y que en ella hulle siempre una necesidad profunda y consubstancial de
crecer y de renovaTSei Así lucharerrros a' brazo partido en' contra de los pre-
juicios de los que querrían: detenerla' en cierto punto determinado de su mar-
cha y desconocer su naturaleza esencialmente progresiva" (2) ..
, > •

En nuestro trabajo no hemos ;>retendido se!' ni, absolutamente origina--


les ni absolutamente novedosos, pués, consideramos que en los momentos
actualés que vive la humanidad más que decir originalidades importa decir.
la Verdad y porque como se lee en el Eclesiastés: "no hay nada nuevo ba-
jo el, Sol" (Ecle. Cap. I v. 9). No nos ha movido un prurito novedoso co~
mo a aquellos que a lo nuevo en el tiempo dan. razón de valor ·absoluto.,
Consideramos Que lo nuevo' y original no valen de por sí, sino en la me~·
dida en que pa;ticipan de ll¡' Verdad y ésta no tiene edades ni épocas, pués,
la Verdad es una y está por encima de las cronologias. Es por ésto, que'
León Bloy ha podido sutilmente afirmar·: "cuando quiero saber las últimas
noticias leo a San Pablo". Indudablemente que semejante c¿ncepción de
las cosas debe inducir a rasgar sus vestiduras, en señal de indignación y de.

[ 13 1
~rotesta, .a los Jariseos de h;;Y: 'coin~ a 10;" d~ ayer,. no obstante,. ser la ex,.
presión de lln. espíritu que hi\. dprehenpido la Verdad y comprendido su ea..
rácter absoluto y et~rno. . .' ~.' .. .~..'
. . A través de nuestro ~tudi~ hemos ~~c;:.iado ~ cie.rt~s verd.ades par~\t,.
:lares que no nos hemos .detenido a. demostrar, porque ellas son materia· de
'otras ciencias que el Del:ecPo y pOl:que Sl,l an,Íillsis nos habría desviado coro"
pletamente dé .nt1estro~p(fño Ueyándo~os a campos qiversos. Por consi ..
gúiente, hemes supuesto conocidas ~tas sobre las cuales levantamos e! edi..
ii~iQ iurídic~). . , ' '. .' " .;,;
Aunque no consideramos al "Magister dixit" ,como un criterio infalible
:y' abso.luto~ de. certeza.. sin, embargo,. nos 'hemos esmerado en abo~ar nues ..
tras raZonamientos ca'n"el juicio de qlüenes poseen mejores y más altos tí..
tulos para tra,tar de estas, cO:tnplejas cuestiones. La soberbia y el orgullo wa
enemigos de la Verdad; a, ésta ha.de buscársele donde se ,. encuentre y don ..
de mejor sea expl1está.. Es por ~to. que ~n el pre,sente trabajase encon ..
trará acopio de citas textuales y de referencias, pero ello no responde a una
;pretendida erudición, sino que, ,muy por el contrario, responde al deseo 'de
rodear a la Verdad del máximun de seriedad. ,
En esta Tesis no' se . ha abordado la Ley desde todos sus aspectos, sino
única~ente desde aqueflos que tienen un .carácter 'básico para comprender
la filosofía de ella. En efecto, no. se ha tratado: de los actos de la ley ni
de la mutabilidad de ésta ni d", algunos ptros' tópicos que dicen relación
;más directamente al Derecho Posit,ivo,. ~
Sólo nos resta agregar que el presente trabajo está dedicado a 10$ es~
pfritus amplios y que se interesan realmente pOl: adentrarse en la esencia.
de lo)urídico; no está destinado a los espí;ritus estrechos que defienden
~'denodadamente el preCario, acervo de "f<$rmqlas jurídicas" de, que dispo~
nen" (3), sin que les preocupe mayormente averiguar hasta qu.! punto son
·verdadera.:

J. R. B.

Agosto de 1944. índice

1 1-4 J
CAPITULO PRIMEItO

NOCIONES P R !: L 1M 1 N A R E S

I. EL DERECHO Y EL HOMBRE

1). La Ciencia del Derecho ha de considerar al hombre en toda su in.


~ridad. La Ciencia del Derecho, como toda ciencia particular, de\:¡e' ci-
mentarse en la sabiduría, es decir, en el conocimiento cabal de la esencia
de 'Dios, 'del hombre y del mundo, especialmente ,del segundo., En efecto,
teniendo la' Ciencia: del Derecho por objeto regular y ordenal las relacio-'
nes sociales entre los' hombres, es preciso que previamente considere la na-
turaleza de la sociedad en que éstos desenvuelven su vida, la naturaleza de
las relaciones que los ligan entre sí y. sobre todo, debe tener una idea to-
lal del hombre: de su causa primera y de los lazos que lo unen a eHa, de
su naturaleza humana. del orden moral al cual debe someterse, de su in-
clinación social, de la obligación que tiene de acatar auna Autoridad Pú-
blica y por último, de cuál es el destino final ,hacia' el que dirige sus pasos
atormentados a través de esta Ciudad terrenal,según el término de Sall
'Agustín. Todo ésto, y mucho más, supone un auténtico estudio del Dele-
'Cho, pq~s. es fundamental que toda ciencia se adentre en las profundidades
de su objeto para qqe así sus !!onclusiones adquieran carácter universal.
La Ciencia del Derecho debe, además, conformarse a la sabiduna in-
tegral, porf)ue, como observa Maritain, "la tragedia de la civilización mo-
derna no proviene de haber cultivado y amado la ciencia en alto grado, y
obtenido triunfos' admirables; la tragedia· proviene de. que ésta civilización
ha amado la ciencia cont:ra la sabiduría; y no escapará a la muerte, sino
aprendiendo a reconciliar las; 'para lo cual se requerirá mucha inteligencia y.
mucho amor" (1) • ,
La ley positiva no ha de ser algo totalmente extraño al hombre, ni una
imposición que se le hace a éste desde afuera y carente de toda: relación con
su naturaleza, con su causa primera y con su fin. La ley. p~itiva debe adap-
t.c!.rse a la naturaleza real del hombre y. no crear un hombre, abstracto Ila~
maclo 'a cumplir con. ella. Una ley que no tome en cuenta los constitutivos
substanciales y los valores propios de la naturaleza humana, es una ley iu. w
lidmana, es decir, no es ley.

15 1
La única posición lógica de quien pretende hacer filosofía del Derecho
es abarcar al hombre en toda su integridad trascendente. Y es por esta ra~
zón, que aquellos que cimentaron en sólidas bases los principios actuales
del Derecho, ya sea civil o internacional, no fueron ni abogados ni er-:riba-
nos ni magistrados, ~no teólogos, que teniendo un concepto total del Jni-
verso, se' remontaron hasta la última cáusa: Dips, y cuyos últimos efectos
supieron apreciar en el hombre y en el mundo material. Para ellos, y en
ésto eran lógicos en sus deducciones, la Ciencia del Derecho humano no era
sino una consecuencia Qaturai de la Teología, la Ciencia de Dios, origen y
fin de los seres creados. "Los teólogos, siendo teólogos, bajaban a escru"
tar las regiones dondl" nace y se dl"sarrolla el Derecho. La Teología, por
definición, es ciencia de Dios, que tiene por' objeto a Dios; pero también
considera y estudia al hombre, imágen de Dios. como dice Santo Tomás.
La teología estudia al hombre con vistas a un fin sobrenatUral, y contando
con medios sobrenaturales.' Mas este estudio, por ser sobrenatural, no podía
ser completo, exacto, a no ser después de aus<:uItar la naturaleza... u.. vi-
sión del hombre que' tienen los te61ogos-junstas, es más exacta, al ser in-
tegral. Los modernos que desdoblan al hombre, al estudiarlo cometen un
grave error de táctica. La ciencia del Derecho, a mi juicio, tiene por fina-
lidad primordial, el contribuir a la perfección del hombre y qe la humani-
dad, ~eñalando el camino a seguir. No se conseguirá ésto si no es despué$
d~ conocer al hombre tal como es ...... " (2).
No es de extrañar, pués, que al hacer el estudio del Derecho y de la
ley, norma y medida de las acciones humanas. expongamos. al mismo tiem-
po, una concepción total del hombre y a la cual debe subordinarse la Cien-
cia del Derecho, por cuanto el Derecho es para el hombre y no el hombre
para el Derecho. .

.~). El Derecho debe propender' a la obtención del fín especifico del


hombre. Toda la legislación moderna, a partir de la Reforma o Cisma Pro-
testante y, espe<'Íalmente, la inspirada en los principios individualistas y li-
berales de la Revolución Francesa, ha considerado al hombre únicamente
~omo individuo, olvidando que en un grado espiritual superior a la indivi-
dualidad. el hombre posee los atributos éspirituales de la Personalidad. que
por encima del continente material el hombre tiene un contenido foncal ..
que más allá del cuerpo el hombre es dueño de una alma, soplo divino que
lo vivifica y que esta alma tiene un destino supratemporal. Legislación que
es,. en consecuencia, del todo incompleta y unilateral, por cuanto no encie-
rra la totalidad ,de su objeto, pués, sólo aprecia en el hombre lo que éste
tiene de común con los otros seres creados: su materialidad, su individua-
lidad y, por lo tanto, es incapaz de dirigir al hombre hada la plena reali-
zaci6n de sus fines específicos, ya que éste fuera de' su fin natural, mate-
rial, tiene un destino sobrenatural y espiritual propio de la persona.
I .
Es a los culpables de esa legislación antipersonalista, falta de profuJl~
didad, y sin valor ni grandeza espiritual de' ninguna especie. y es a los le-
gisladores incapaces de abstraer el origen y fin del hombre atinando sólo a
dirigirle materialmente y en vista de objetivos también materiales sin que
les sea dacJo aprehender el verdadero sentido espiritual de la vida huma-
na, a quienes culpa Venancio Carro de tratar de destruir t9do el carácter
científico del Derecho. Dice el autor citado: "Los que separan la Motal del
Derecho, el mundo interno del externo, la naturaleza inmutable del mun-
do c~nt~ngente y movibl~. como si fueran dos zonas completamente distin-
tas y sin relaciób entre si, descuarti~an al hombre, y quitan al Derecho el más
firme apoyo para constituirse' en ciencia" (3).

[ J6 ]
Angel Ossorio y Gallardo refuto.ndo a Augusto Comte, padre del Po-
sitivismo, quien negaba todo "título celeste" a las relaóones humanas. di-
ce: "El negal los títulos celestes a las relaciones humanas, ,aunCjue parezca
tendencia liberal, lleva a una meta ·cavernaria. Porque si el hombre no es
.imágen de Dios, y si las relaciones human<l-S no re~iben la inspiración divi-
n~ del orden, fácilmente degeneran en el culto, a la ley del más fuerte y en
la negación de la dignidad" (4).
,El pensamiento de aquellos que desean un Derecho independiente de
la idea de Dios está resumido en la fámosa frase de Grocio que expresa:
"todo aqu~llo' que acerca del' Der~cho puede decirse tendría lugar. si Dios
no existiera, o si, ~úq. e:risti~ndo, no se cuidara de las cosas humanas" (5) ~
Sin' duda, no alcanzó Grocio a comprender que al quitar la idea de Dios
dejarÍ,a ele existir el Derecho y la 4bertad del hombre, por cuanto desapa-
1'ecería la única norma absoluta pará discernir lo justo de lo injusto, el bíen.
que es el fin dei ho~bre,c:l.el mal, que lo' afeja eJe ,él.
El rol que corresponde al Derecho es, por consiguiente, no tan sólo el
de po impe~ir a la persona p.j~lá.da 'que oJ)ten"ga libremente su finalidad.
sino que debe además otorgarle los medios conduc.entes al fin. No hay que
olvidar tampoco qu~ .la persona tiene' una~isi6n' sócial 'quecump~ir, para
lo 'cual debe contar ~on lo!? medios adecuados. Claro está qúe no correspon-
de al Derecho positivo CiviÍ el dirigir 'a'í~s per~onas-hacia el fi~ ~olYremi­
fu~~l de ellas, sino que a él s610 le incumbe coad~bar a ~stas e Il la cons:e-
cuc~ón .de es~ ,destino final. "El Derecho traza en cierto modo- dice Cath-
rein- la esfera, dentro de la. que cada uno deb~ poder c4mplir lihremente
jos d~bere.s que por Dios le han sido impuestos" (6). En consecuencia, es
~ece.sario qué la ley esté basad~ en la premisa que el sujeto <de derechos .es
una persona humaÍla, con deberes y privilegios emanados del mismo Dios
y que se relacionan con el último fin asignado por Este a aquélla; los cua-
les no pueden ser violados por ley alguna que pretenda regir a la comuni-
dad social. Pero, no sólo la persona natural, singularmente considerada co-
mo sujeto de derechos, posee atribut~s y es~á constreñida a obligaciones
anteriores a toda ley positiva e ii1herentes a su naturaleza y a su fin, sino que
también las asociaciones de' personas, ya sean naturales o convencionales,
en su carácter de perspn¡lS moráles o jurídicas, gozan de ciertas prerrogati-
vas morales, en atención a la~isión Que les corresponde como auxiliares al
plen~ desenv~lvimiento' de la person~ humana, que deben ser respetados
por .toda norma legal.
El Derecho, pués, no atiende .exclusivamente a los actqs ex.ternQs y ma.,.
te;riales y la, Eti,ca a lqs actos i(lternos y "espirituales del hombre, sin que
exista relación alguna entreamb,?s, como quieren los discípulos de Kant,
sino que teniendo ambos el mismo objeto: las acciones' qel hombre, 'deben
concurrir unid~s para que éste a1canc.esu plenitud en el orden natural y en
el so1?renaturaJ. .
índice
II. LA ETICA y J:,L DERECHO
1). Rectificación dé cOl1ceptos.-'-Es esta una materiá sobre la . cual han
dicho y escrito muchos en ores los juristas inspirados en ·la. filosofía kantia."
na, y aquellos que, no obstante no participar de ésta filosofía, se han dejado.
arrastrar por ella sin advertirlo. , .
Se ha querido presentar a la Etica y al Derecho como ciencias total-
mente distintas: dándole a la primera un' carácter .sen.timental y subjetivo
que está muy lejos de tener, y al segundo un carácter exclusivamente po-
sitivo yobjetivisado en el monótono articulado de la> ley; Jo cual es inacepw
table para.el verd!ldero jurista que tiene conciencia de los fundamentas Ín-

J 17 1
Angel Ossorio y Gallardo refuto.ndo a Augusto Comte, padre del Po-
sitivismo, quien negaba todo "título celeste" a las relaóones humanas. di-
ce: "El negal los títulos celestes a las relaciones humanas, ,aunCjue parezca
tendencia liberal, lleva a una meta ·cavernaria. Porque si el hombre no es
.imágen de Dios, y si las relaciones human<l-S no re~iben la inspiración divi-
n~ del orden, fácilmente degeneran en el culto, a la ley del más fuerte y en
la negación de la dignidad" (4).
,El pensamiento de aquellos que desean un Derecho independiente de
la idea de Dios está resumido en la fámosa frase de Grocio que expresa:
"todo aqu~llo' que acerca del' Der~cho puede decirse tendría lugar. si Dios
no existiera, o si, ~úq. e:risti~ndo, no se cuidara de las cosas humanas" (5) ~
Sin' duda, no alcanzó Grocio a comprender que al quitar la idea de Dios
dejarÍ,a ele existir el Derecho y la 4bertad del hombre, por cuanto desapa-
1'ecería la única norma absoluta pará discernir lo justo de lo injusto, el bíen.
que es el fin dei ho~bre,c:l.el mal, que lo' afeja eJe ,él.
El rol que corresponde al Derecho es, por consiguiente, no tan sólo el
de po impe~ir a la persona p.j~lá.da 'que oJ)ten"ga libremente su finalidad.
sino que debe además otorgarle los medios conduc.entes al fin. No hay que
olvidar tampoco qu~ .la persona tiene' una~isi6n' sócial 'quecump~ir, para
lo 'cual debe contar ~on lo!? medios adecuados. Claro está qúe no correspon-
de al Derecho positivo CiviÍ el dirigir 'a'í~s per~onas-hacia el fi~ ~olYremi­
fu~~l de ellas, sino que a él s610 le incumbe coad~bar a ~stas e Il la cons:e-
cuc~ón .de es~ ,destino final. "El Derecho traza en cierto modo- dice Cath-
rein- la esfera, dentro de la. que cada uno deb~ poder c4mplir lihremente
jos d~bere.s que por Dios le han sido impuestos" (6). En consecuencia, es
~ece.sario qué la ley esté basad~ en la premisa que el sujeto <de derechos .es
una persona humaÍla, con deberes y privilegios emanados del mismo Dios
y que se relacionan con el último fin asignado por Este a aquélla; los cua-
les no pueden ser violados por ley alguna que pretenda regir a la comuni-
dad social. Pero, no sólo la persona natural, singularmente considerada co-
mo sujeto de derechos, posee atribut~s y es~á constreñida a obligaciones
anteriores a toda ley positiva e ii1herentes a su naturaleza y a su fin, sino que
también las asociaciones de' personas, ya sean naturales o convencionales,
en su carácter de perspn¡lS moráles o jurídicas, gozan de ciertas prerrogati-
vas morales, en atención a la~isión Que les corresponde como auxiliares al
plen~ desenv~lvimiento' de la person~ humana, que deben ser respetados
por .toda norma legal.
El Derecho, pués, no atiende .exclusivamente a los actqs ex.ternQs y ma.,.
te;riales y la, Eti,ca a lqs actos i(lternos y "espirituales del hombre, sin que
exista relación alguna entreamb,?s, como quieren los discípulos de Kant,
sino que teniendo ambos el mismo objeto: las acciones' qel hombre, 'deben
concurrir unid~s para que éste a1canc.esu plenitud en el orden natural y en
el so1?renaturaJ. .

II. LA ETICA y J:,L DERECHO


1). Rectificación dé cOl1ceptos.-'-Es esta una materiá sobre la . cual han
dicho y escrito muchos en ores los juristas inspirados en ·la. filosofía kantia."
na, y aquellos que, no obstante no participar de ésta filosofía, se han dejado.
arrastrar por ella sin advertirlo. , .
Se ha querido presentar a la Etica y al Derecho como ciencias total-
mente distintas: dándole a la primera un' carácter .sen.timental y subjetivo
que está muy lejos de tener, y al segundo un carácter exclusivamente po-
sitivo yobjetivisado en el monótono articulado de la> ley; Jo cual es inacepw
table para.el verd!ldero jurista que tiene conciencia de los fundamentas Ín-

J 17 1
mutables y absolutos del Derecp.o y qlle, asigna a éste la misión de condu~
cir al hombre hacia su plena realización.
Debemos, pués, rectificar muchos cQnceptos' que se han creído verda~
deros a fuerza de ser COITlUneS y de ,repetirse irreflexivamente por los estu~
-diosos del Derecho y, aún, por aquellos que se han dado a la enseñanza de él.

2). La Etica y su objeto.-"La Etica trata de la bondad moral que es


propia de los a~tos libres de la voluntad, y que resulta en ellos de su con~
forrriidad con los dictámenes de la ;razón" (7).
Al orden moral, por consiguiente, pertenece todo lo que es necesario
para que las acciones libres del hombre puedan considerarse virtuosas y rec~
tamente ordenadas. Ahora bIen, para saber cuándo un acto humano tien~
bon'dad moral intrínseca, es preciso averiguar si está o no de acuerdo con la
naturaleza racional del hombre; es ésta la única norma a que debe atender
el ser humano al obrar. "Son moralmente buenas para el hombre todas
aquellas acciones que, conforme a su naturaleza racional, se acomodan a
todas sus relaciones para consigo mismo, para con los demás hombres y
para con Dios, su Creador y fin último; y la ley moral natural prescribe
al hombre todo lo que es necesauo para que su obrar, en relación a Dios.
a sí mismo y a los demás hombres, sea bueno y bien ordenado, o adecuado
a su lJaturaleza racional" (8)'-
Hemos dicho, que un act.o ~s moralmente bueno cuando está conforme
a la naturaleza racional del hombre; pero, esta bondad se .divide en dife~
rente;:; especies, según sea el objeto del acto y la calificación 'que de él haga
la razón, fundamento de dicha bondad moral. Así pués, la caridad, la obe~
diencia, la humildad, .la piedad, la justicia, etc., son distintas clases de vir~
tuosidad que puede llevar un acto lj,bre.

:3). El Derecho y su objeto.-T omando el término Derecho no en sen-


tido de facultad o derecho subjetivo ni de norma legal o derecho objetivo,
sino en: el sentido de Ciencia del Derecho, podemos decir, que su objeto
es el estudio de la, Justicia, la cual es una de las varias virtudes que gené~
ricamente se den~minan: Bondad moral.
Si, bien es cierto, que podría hacerse de cada una de las virtudes que
constituyen la Bondad moral un tratado y estudio particular, no lo es m~
nos, que sólo a la Justicia se le ha dado la categoría suficiente para ser ob-
jeto de una ciencia independiente de la Etica, a la cual se le denomina:
Derecho. Esto se debe a que la generalidad de las, virtudes sé refieren al
hombre individualmente considerado, al paso, que la Justicia rige las re!a~
ciones sociales entre los hombres, teniendo, 'por consiguiente, un ámbito más
extenso, pués, no sólo procura e! bien de! agente, sino también el de los
otros que con él tonviven; por otr~ part~, la' mayoría de las restantes vir-
tudes imponen sólo deberes de conciencia, mientras que los deberes de Jus-
ticia puede!i ser exig~bles coercitivamente; además, la Justicia, como virtud
'directriz de los actos del hombre hacia el bien común de la Sociedad, pue~
de exigir a at')uélla práctica de actos que correspondan a otras virtudes; ba-
jo este aspecto puede decirse que la Justicia preside y domina a las otras
virtudes que constituyen las de¡:nás especies de bondad moral.

4). El Derecho es a la Enea como la especie es al género.-De lo an-


terior se desprende, que la Etica o Moral y el Derecho no son dos ciencias
delto.do distintas y basadas en prinéipios diversos e independientes los unos
de los otros. Son dos ciencias fundamentadas en las mismas bases y que tie-
nen un objetivo común: dirigir los actos libres del hombre de acuerdo con
su naturaleza y su fin específico. La diferencia estriba en que la Etica tie~

( 18 1
ne una esfera de aCCIOn más amplia, pués, trata de la Bondad m<;lral en ge-
neral, siendo en este sentido una ciencia genérica, al paso, que el DerechO'
tiene un campo de acción más restringido, :ya que trata s610 de una de las
virtudes que cm:nprend e la' Bondad moral, a saber: de" la Justicia, especie
de bondad moral que no ~e halla sino en cierto orden de acciones; y en
este sentido se puede decir que el Derecho es una ciencia específica. Luego,
'.'asÍ como no se puede abarcar enteramente el orden moral sin referirlo al
orden del Derecho, como parte del mismo, así tampoco inversamente no
;e puede comprender el orden del Derecho sin entrar inmediatamente en
el campo de lo moral" (9).
Por ~tra parte, si es moral y bueno en el hombre todo aquello que es-
tá conforme con su naturaleza racional y su fin último, es decir, lo que pre-
cisamente constituye la Bondad moral, objeto' de l? Etica, y siendo el hom-
bre por naturaleza un ser social, es lógico que el Derecho, que tiene por
objeto la Justicia, virtud que está contenida dentro 'de la Bondad moral y
que tiene por fin el bien común de la Sociedad, est¿ comprendido y sea
una .parte de la ciencia más amplia que es la Etica.
~?r . consiguie:(J.te, se puede decir, que hi Etica es .el género y el Dere-
cho la especie, o bien, que las relaciones entre ambas ciencias son .las que
existen entre la par~e y el todo o entre lo general y lo particlllar.
Ahora, si enI vez de hablar del Derecho como ciencia,. lo tomamos en
sentid.o de Ley o de derecho objetivo, podemos decir, que ",toda verdadera.
leyes una norma moral, es decir, una pauta del obrar obligatorio en con-
ciencia. ,Esto mismo vale de la ley de Derecho. No toda ley moral es una
ley jurídica, pero' sí toda ley jurídica es una ley moral... Por otra palote,
todas las leyes humanas reciben, por lo menos inmediatamente, su fuerza
obligatoria de la ley moral IléituraL .... una ley pierde su fuerza obligatoria
tan pronto como contradice a la ley· moral natural, pués es' absurdo pen-
sar que la: moral nátural pueda obligarnos a observar una ley positiva que
contradice a la misma ley natural" (10). De lo anterior se desprende, que
la ley propiamente jurídica se relaciona. con la Etica en cuanto obliga mo-
ralmente en conciencia, obligatoriedád fundada en la ley moral natural, y.
además; en cuanto los principios de la Etica ~on el límite que tiene la ley
positiva a sus disposiciones y mandatos.
Si consideramos al derecho como facuItad inherente a la naturaleza hu-
ma,na o dereChO subjetivt? y si, como veía'm¿s, lo moral es lo que está de
acuerdo con la naturaleza y fin del hombre, se debe concluÍr, que ese de-
recho-f~cultad nunca puede dejar de ser moral porque lo contrario signifi-
caría que la naturaleza se contradeciría a si" misma, lo que es absurdo.

5). La Elica es el fundamento del Derecho.-De. acuerdo con "la me-


tafísica, el génew está contenido en la especie, y siendo la Justicia; objeto
·de la Ciencia del Derecho, una e!;lpecie del género Bondad moral, objeto de
la Etica, luego, "lo que. constituye moralmente bueno un -acto, entra en h~
que lo constituye justo. Y en verdad evidente, la Justicia no sería una vit-
tutt de tal o cual especie, si, ante todo, n~o fuera virtud" (11).
$egún. lo dicho, la Justicia posee la misma esencia qUe la Bondad mo-
ral general y, po~ consiguiente; debe tender al mismo objeto y estar some-
tida a los mismos principios y reglas que~sta. Por lo tanto, el género Bon-
-dad moral contiene los fundamentos generales y reniotos de la especie Jus-
ticia. En otros términos, ]a Etic'a contiene los fundamentos remotos del De-
·recho. . . .
, ". Ahora bien, el Derecho existe, se forma y adquiere un carácter propio
'cu~l1do interpretamos "cierto orden de relaciones entre personas coexisten..
'tes e independientes" a través de los principios étlcos generales.' Por esta

[ 19 1
razón se puede decir, que la Etica contiene, incluso, los. funda~entos próxi-
mos d~l De:r:ecD.o.

6). ~a ~ti~ regJa ~l uso ~e los derechos.-Decimos que la Etica regla


el pso de los derechos porque aún cuando el derecho es una facultad (de-
r.e'cho, s.ubjetivo) l~cita e inviolable que tenemos, ello nO significa que siem-
pre nos se.a permitido co hac.erla valer, es clecir, que no porque el derecho
no se,a yna necl!sidad, si,no una facultad, podamos abstenernos voluntaria-
mente d.c ponerla en movimiento, ya que puegen existir circunstancias mo-
r,ales o sociales que nO,!> impelan a ejercitar nuestros derechos.
De la misma mapera, no podemos ejercitar un derecho, aunque sea
éste una facultad lícita e inviolable, sino dentro de l~ normas morales que
impiden que con el uso de un der·é~ho se váy~ a 'd~ña~ a la co'lectividad o a
otro sl,1jeto de ,un de~echo,de ,igualo mayor jeja~q~Í~.fEi ~forismo: "QuIen
¡;u derecho ejerq! a nadie ofende", es la expresión típic~ de las aberraciQ-
nes '~orales engendra,da:s, m~diaI}te un' P,~oceso rigurosa!flente ,lógico, por
,el Derecho indiv~dualista y burgués que surgió en medio de la sangre y de
la sed de venganza de' eso ,que llaman la Gnm Revolución Francesa.
, Es interesante coraprobar q~e el a~t~aÍ' Jje~ech~ Civil, re¡;l.ccionando
contr,a este Derech00ben~1; ha 'fonÍ,luÍ!'l,cio' la mo·de~na teorÍ¡;l. del "Abuso
del Derecho", que aún cuando no estaba clara,Inentee~puesta cuando se
r.ec;la,ctaron nuesp'0s pripcipa.Íes Códigos, ~o obstante, existen algunos ar-
tículQsdentro de ellos basagos evidentefIlente en esta doctrina jurídica. v.
gr.: Código Civil: artículo 915 y ?110; Código pe Procedimiento Civil:
.ertículo 467; Código de Procedimiento Pe.I1:al: a,rtículos 32, 34, 87, 96;
Ley de Quiebras: artrculo 39; Ley 6071: artículo 8. Por otra parte. es
g:r:cmdern,entehalagador ver que juristas positivistas comod ex-Decano de la
Facu.I,tad ,de Ci~ncias Jurídicas y Sociale~ cÍe la Universidad d,e Chile, señor
Ar.tur.o ~lessan,dri Rodrígue;z, so.stenedo¡: ~ec~di<;lo ele la sep~ración absoluLa
del perec!lO y la Etica,' hayan interpretado esta teoría del "Abuso del Dere-
cho" como un,a ~en.d.encia h~cia la moralización dd Derecho; expresa Ales.s;,n-
gri: "i a qué s,e debe es,te 6úto de Ja teorí~del abuso 4el derecpo en el mun-
.do~nter9? ¿ Cóm.o se exp!icjl que pue,da admitirse que el ejercicio de un d. e-
recho puede ser fue!lte ge r~sponsab,ilidad para su titular? La razón es muy
sencilla. La teoría del abuso del derecho tiende ,a moralizar el derecho, a
hacerlo más humano. La ley no puede prevenir todo. La~ palabras no son:
siempre apropia gas p~ra explicar todo el pensami~nto del l¿gi~lador y co-
roo la malicia n,o 'tiene limites, es posibl~ que al amparo' de 1ft ley, en nom-
bre de l~~ principio~lega'le~, se ¿ometan actos inícuos y torcidos ... Ya los
)'omcmos con su aforismo "summup. jus summa injuria" 'condenaban el em-
pleo abusivo del derecho. La teoría del ab:uso del derecho tiende, precisE-
mente, a poner cortlipisas ,al ejercicio inc~;mveniente de las facultades lega-
les y erige a los jueces en gu.ar~i.anes el.e la moralidad y corrección públicas
y eh protectOles de las per~onas que pueden s,er víctimas' de los manejos
del titular del derecho" (I?). .
Lá ~azón de porqué debefl.1os someternos a los nrincipios morales. tan-
to en la abst~nción co,mo' en elejelficiQ (;le~nd~rech.o, es que la morali-
dad, a 1,-" cua~ n,o ?~be:r:no,s faJtar jam~~. h!i de ser completa en todas y en
cada una de nuestras acciopes y, E.ara que sea tal, es preciso que éstas no
e$1:-;;n ';p contraposiciÓn h.ajo l1ingú,n ,respecto a los dictámenes de la razón,
'fundamentos de la lllor,~l y los i:Rale~ nOS pr.ohiPen qmsar daño a .terceros.

7). La Etica dá vida al Derecho.-EI derecho que podamos tener e.


~ sí ,l;\lgo muert.o, es sólo potencia, posibilidad de ser; pero él vá a ser pues~
19~n C'j~rcicio por una persona que vive, apla Y1>ufr~ 'de a~~tias físic~

1 20 1
-y espirituales, y lo' hará valer ante una sociedad a la cual debe la vida, su
c.oris~rvación y su perfeccionamiento humano, Sociedad formada por per~
~onas que también tienen sus necesida,des y sus dolores, a las cuales tene~
mos el deber moral. de respetar y evitar dañarlas en 'sus personas y en cuan~
to lelt pertenece. Junto, Ímés, a nuestro poder jurídico coercitivo existe un
imperativo moral que nos impulsa a ejerCitarlo sin conculcar la justicia ni
la caridad, ni nuestra pureza de conciencia. "Lo principal de la vida y fuer~'
za del derecho reside en la cQnciencia, la cual con la' violación de cualquier
deber se degrada, se mancha y se constituye reo delante de Dios, último
fin de nuestra existencia y término necesario de' nuestra felicidad" (1 3).

8). Los Legisladores ante la~ relaciones de la Etica con el Derecho:-


Para terminar creemos de interés fundamental advertir a los Legisladores,
que toda, legislación que no está fundamentada en la Moral produce daños
espirituales y materiales incalculables y que tarde o 'temprano se sufren sus
conse~uencias. Con áutorizada palabra se dirige Ahrens a los Legisl~dores
instán!dolos para que todas las disposiciones y, leyes que dicten se ajusten a
las normas extrictas de la Moral. Y es que para Ahrens, pens.ador profundo l
sin duda, la Moral no es un conjunto' de prejuicios y reglas caducas ni es
el produ~to de disquisiciones más' o menos "piadosas", pués, ha compren~
elido él que para un pueblo renegar de la Moral pública es el suicidio como
persona moral y como entidad llamada a colaborar en el progreso espiri~
tua! de la humanidad. Pregona Ahrens: ¡'No olviden, pués, los legislado~
Tes, los publicistas y los políticos, que no hay ley ni institución alguna que
'Pueda mantenerse y producir un bien social, si es contraria a las leyes de
,la Moral y la ,conciencia; recuerden que los medios que pueden emplearse
para ohra,r sobre )os hombres, a más de legales y jurídicos, deben también
ser mo.rales. La historia de lo.s pueblos prueba con' repetidos ejemplos 'qlle
muchas veces han expiado de una manera terrible la falta de haber sl:1cri~
ficado a un interés más o menos pasajero, los eternos principios de la Mo~
ral. Necesítanse, po.r consiguiente, leyes civiles de acuerdo con la, Moral,
hombres que las ejecut~en en el 'espíritu de ia moralidad, y un gobierno que
lejo.s de chocar con los principios y lo.s sentimientos morales. se consagre
a desenvo.lverlos 'por todos los medios que el derecho pone a su disposición.
No es po.sible hacer progresar .una causa' justa por medios inmorales, por la
:mentira, la doblez, la astucia o. la violencia" (14).
índice

lH. LA JUSTICIA

1). La jushcia 'y la Etica.-'-Veíamos en el párrafo anterior, que la Bon~


-d.ad moral, estaba integrada por la ,totalidad de las virtudes y era el objeto
de la J:,tica y que tanto. lo.s acto.s hpmanos unilaterales- aquellos que dicen
J:elaciónal ho.mbre individualm.ente considerado - como íos bilaterales-
,aquellos qué ejecuta el.hombre como ser social y que van a afectar, de al~
gún modo, i!l sus semejantes y a la Sociedad en· general- caían totalmente
¡en él campo de la Etica. P~és bien, dentro de la Bondad moral dijimoª que
existía 'una virtud: la de la Justicia, que constituye el objeto de la Ciencia
del Uerecho, la cual, por éste concepto, p';'sa a ser sólo aplicación de los
principio.s éticos generales a las relaciones humanas a fin de que ,en ellas se
guarde la debida, equidad y que cada 'uno tenga lo. que le corresponde para
lograr su fin especifico. Por lo tanto, noo se puede concehir una justicia in~
depenclaente de los principio!! morales, co.mo no se puede concebir, veíamos.
Ulla especie que no contenga ·ál género.

{ 21 ]
-y espirituales, y lo' hará valer ante una sociedad a la cual debe la vida, su
c.oris~rvación y su perfeccionamiento humano, Sociedad formada por per~
~onas que también tienen sus necesida,des y sus dolores, a las cuales tene~
mos el deber moral. de respetar y evitar dañarlas en 'sus personas y en cuan~
to lelt pertenece. Junto, Ímés, a nuestro poder jurídico coercitivo existe un
imperativo moral que nos impulsa a ejerCitarlo sin conculcar la justicia ni
la caridad, ni nuestra pureza de conciencia. "Lo principal de la vida y fuer~'
za del derecho reside en la cQnciencia, la cual con la' violación de cualquier
deber se degrada, se mancha y se constituye reo delante de Dios, último
fin de nuestra existencia y término necesario de' nuestra felicidad" (1 3).

8). Los Legisladores ante la~ relaciones de la Etica con el Derecho:-


Para terminar creemos de interés fundamental advertir a los Legisladores,
que toda, legislación que no está fundamentada en la Moral produce daños
espirituales y materiales incalculables y que tarde o 'temprano se sufren sus
conse~uencias. Con áutorizada palabra se dirige Ahrens a los Legisl~dores
instán!dolos para que todas las disposiciones y, leyes que dicten se ajusten a
las normas extrictas de la Moral. Y es que para Ahrens, pens.ador profundo l
sin duda, la Moral no es un conjunto' de prejuicios y reglas caducas ni es
el produ~to de disquisiciones más' o menos "piadosas", pués, ha compren~
elido él que para un pueblo renegar de la Moral pública es el suicidio como
persona moral y como entidad llamada a colaborar en el progreso espiri~
tua! de la humanidad. Pregona Ahrens: ¡'No olviden, pués, los legislado~
Tes, los publicistas y los políticos, que no hay ley ni institución alguna que
'Pueda mantenerse y producir un bien social, si es contraria a las leyes de
,la Moral y la ,conciencia; recuerden que los medios que pueden emplearse
para ohra,r sobre )os hombres, a más de legales y jurídicos, deben también
ser mo.rales. La historia de lo.s pueblos prueba con' repetidos ejemplos 'qlle
muchas veces han expiado de una manera terrible la falta de haber sl:1cri~
ficado a un interés más o menos pasajero, los eternos principios de la Mo~
ral. Necesítanse, po.r consiguiente, leyes civiles de acuerdo con la, Moral,
hombres que las ejecut~en en el 'espíritu de ia moralidad, y un gobierno que
lejo.s de chocar con los principios y lo.s sentimientos morales. se consagre
a desenvo.lverlos 'por todos los medios que el derecho pone a su disposición.
No es po.sible hacer progresar .una causa' justa por medios inmorales, por la
:mentira, la doblez, la astucia o. la violencia" (14).

lH. LA JUSTICIA

1). La jushcia 'y la Etica.-'-Veíamos en el párrafo anterior, que la Bon~


-d.ad moral, estaba integrada por la ,totalidad de las virtudes y era el objeto
de la J:,tica y que tanto. lo.s acto.s hpmanos unilaterales- aquellos que dicen
J:elaciónal ho.mbre individualm.ente considerado - como íos bilaterales-
,aquellos qué ejecuta el.hombre como ser social y que van a afectar, de al~
gún modo, i!l sus semejantes y a la Sociedad en· general- caían totalmente
¡en él campo de la Etica. P~és bien, dentro de la Bondad moral dijimoª que
existía 'una virtud: la de la Justicia, que constituye el objeto de la Ciencia
del Uerecho, la cual, por éste concepto, p';'sa a ser sólo aplicación de los
principio.s éticos generales a las relaciones humanas a fin de que ,en ellas se
guarde la debida, equidad y que cada 'uno tenga lo. que le corresponde para
lograr su fin especifico. Por lo tanto, noo se puede concehir una justicia in~
depenclaente de los principio!! morales, co.mo no se puede concebir, veíamos.
Ulla especie que no contenga ·ál género.

{ 21 ]
2) o Qué clase de virtud es la Justicia.-La justicia es esenei.almente UDa
virtud natural o moral, en contraposición a la virtud d~ la caridad que es
sobreJ.?atural o teologal. Es una virtud natural o moral porque se puede lle-
gar a adquirir por la. repetición constante de actos justos, por el há.bito de
la justicia; además, se dice que es natural porque responde a una inclina-
ción innata de la naturaleza humana que anhela realizar el ideal de la razón
que la induce a no dañar a otros ni a la Sociedad, de la cual forma parle,
pués de no ser así, la vida social se quebraría y sería el caos.
La justicia fuera. de ser una virtud natural o moral, es una virtud car-
dinal, es decir, que contiene en sí a todas las otras virtudes; lo que demues-
tra que no puede considerárseIe como algo ajeno a la Moral. Se le llama
también cardinal por su importancia fundamental en las relaciones humanas.

3)0 En qué consiste la virtud de la Justiciao-La justicia tomada en sen-


tido lato, saliendo del campo de lo jurídico, equivale a santidad, es justo
el que cumple la ley de Dios y observa sus Mandamientos; es en este sen~
tido ~ue se lee en el Evangelio: "Buscad el reino de Dios y sU justicia y
todo lo demás se os dará por añadidura" (Sn. Mateo cap. 5 v. 33); en el
mismo sentido se expresa Cristo en el ~aravilloso Sermón de la Montaña:
"Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos se-
rán saciados". (Sn. Mateo cap. 5 v. 6). En esta acepción la Justicia pasa a
ser sinónima de· virtud, de santidad.
Pero, la justicia, como virtud específica y que rige ·las relaciones de los
hombres entre sí, o es otra cosa que la constante y perpetua voluntad (ha-
hitus) de dar a cada cua o suyo; a cua a e lUlO nstote es y Santo
Tomás de AqUInO (Som. 1üeol. U-U q. 58 arto 1). definición sustancial-
mente idéntic<t a la romana del Digesto. Por lo tanto, llamamos justo al que
habitualmente dá a cada uno lo suyo. Aclarando esta definición dice Santo
T nmás: "Entiéndese por suyo, en relación a otro, todo lo que al primero
está subordinado o establecido para su utilidad (Som. Theol 1 q. 21 arto 1).
También se expresa al respecto Kant diciendo,: "Lo mío de derecho, meum
jaTis, es teda aquello con lb cual estoy tan unido que su uso por otro y sin
consentimiento podría dañarme" (1.5).
Ma<;, la justicia no sólo regla las relaciones de los hombres entre sí, sino
tambi~n Ial> de éstos con la sociedad, por lo que se puede ampliar la ante-
rior definición y decir que la justicia es: "el equilibrio entre el derecho in-
. dividual inherente a la personalidad humilJ.?a, a la dignidad humana, y el
Bien común de la colectividad" (1 6) .
En consecuencia, cuando decimos que es de justicia dar a los demás lo
que les corresponde, comprendemos entre "los. demás" la Sociedad y den-
tro de "justicia" no sólo la cq,nmutativa que regula las relaciones privadas,
sirIO también la legal o social y la distributiva, de las cuales hablaremos en
su oportunidad.

4) o La Justicia y su ohjetoo-Dijimos anteriormente, que la Ciencia del


Derechó tenía por objeto la justicia, pero ahí tomamos la palabra Derecho
en su. carácter de ciencia, pués, si lo tomamos como facultad o poder ele
que una persona está investida,· pas~, a su vez, a ser objeto de la justicia......
En efecto, si la justicia consiste en la constante y. perpetua voluntad de dar
a cada uno lo suyo, a cada UI].O debemos reconocer "lo suyo", es decir, su
derecho. Luego, en otras palabras, podemos afirmar, que la justicia es el
hábito de dar a cada uno su derecho; con lo cual el derecho se convierte
en el objeto de· la justicia, tal. como expresamente lo afirma Vermeesch (1 7)
El Derecho tiene varias acepciones diferentes unas -de otras, no obstan-

1 22 ]
te que en ninguna de ellas deja de ser objeto de la justicia. Son estas acep-
ciones cuyo estudio iniciamos de inmedÍato.
índice

IV. EL DERECHO

Examinaremos solamente dos de las principales acepciones de la voz


Derecho. Nos referiremos al derecho como norma legal o derecho objetivo
y al derecho ~omo facultad o derecho subjetivo.

1). El Derecho Objetivo.-La persona hum:ana, aún cuando es de na-


turaleza racional y libre, precisa de ciertas normas legales que encauzen su
desenvolvimiento hacia el acabamiento propio a su especie, hacia la conse-
cución de su fin. Dentro de estas normas legales podemos distinguir tres éa-'
legorías diferente;, aunqu~ todas comprendidas dentro de la misma noción
de Ley. En efecto, en primer lugar, tenemos una ley de un carácter eminen-
temente divino: la Ley Eterna, la cual no es sino la razón de .la·· divina sa-
biduría que prescribe. la· conservación del orden natural o aS as
creaturas cumE an su In y pro 1 e ._a VlO aClOll e ese mismo ordefl. Como.
una consecuencia de la (eY""Eleina apatece--Ia l:.-ey-Na-turaI, que representa
la razón divina ~n cuanto ordena que se conserve el Qrdennatural y prohibe
su quebrantamiento. ~sa en la naturaleza I,'"acional· lIlediante. .l~s dlctá-
-nrenes de la razón; o más corto: es aquella que existe én la razón· n~turaf
y que manclá el hien y prohibe el mal. De estas dos leyes, que tienen -un
óngen divino, Haees derechos y deberes de la persona que escapan a la ór-
bita legislativa ·de la pot~stad huma~a la cual, en virtud del respeto que de-
be a la dignidad d~ aquéna:, está en la obligación estricta de. reconocerlos y
sancionarlos. Pero. como se compr·enderá, es muy difícil, por no decir im-
posihle, que pueda márchar ordenadamente una comunidad humana regida
exclusivamente por'·esas dos leyes morales carentes de todo poder de coér-
ción exterior fue~a del de la conciencia personaL De a(:]UÍ surge, pués, la ne-
cesidad de leyes civiles y temporales que apliquen en forma práctica· y p~r­
ticular los principios generales de la Ley Natural, ya contengan conclusiones
o determinaciones específicas de ésta; leyes civiles cuya misión es preCisar.
delimitar y sancionar los derechos y deberes que arrancan de:::hi 1 eO}' Nam--
r~l, protegiendo aquéllos e Ímpo!;lend'b---coactivamenfe estos.
. Ahora bien, el Derecho que las leyes Eterna, Natural y Civil reconocen
a todas las personas indeterminadamente, en términos generales y para la
universalidad de ellas, constituye ·propic¡.mente el Derecho Objetivo, el cual
no es sino el derecho emanado de la Ley, comprendiendo en la palabra Ley
Ías tres categorías de leyes anteriormente citadas.

2). El Derecho Subjetivo.-EI derecho-facultad o derecho subjetivo es


aquel que posee una persona determinada en virtud de la norma legal, es
decir, es el od obrar o de exigir algo protegido por la le~e:ma;, Na-
·tura! o ivil (1 8), y que autoriza a ca a e os su itos en particular
para reclamar que 10·5. demás respeten su proced~r cuando vá enmarcado en
los límites señalados por la ley. Luego, se puede de.cjr que el derecho-facul-
tad o derecho subjetivo se. funda en el derecho-norma o derecho objetivo,
o sea, en laLey, invoh,lcrando en ésta todas sus esp:ecies. Es por estb·:que
F'ernández Concha expresa: "El derecho, considerado como facultad, tiene
doble fundamento. Es el primero,. la ley jurídica, esto es, la ley que auto ..
riza a una persona a hacer lUl uso lícito de la actividad y -de las cosas que
le son propias, y obliga a los demás a respetar el expresado uso. Es el se-

[ 23 1
te que en ninguna de ellas deja de ser objeto de la justicia. Son estas acep-
ciones cuyo estudio iniciamos de inmedÍato.

IV. EL DERECHO

Examinaremos solamente dos de las principales acepciones de la voz


Derecho. Nos referiremos al derecho como norma legal o derecho objetivo
y al derecho ~omo facultad o derecho subjetivo.

1). El Derecho Objetivo.-La persona hum:ana, aún cuando es de na-


turaleza racional y libre, precisa de ciertas normas legales que encauzen su
desenvolvimiento hacia el acabamiento propio a su especie, hacia la conse-
cución de su fin. Dentro de estas normas legales podemos distinguir tres éa-'
legorías diferente;, aunqu~ todas comprendidas dentro de la misma noción
de Ley. En efecto, en primer lugar, tenemos una ley de un carácter eminen-
temente divino: la Ley Eterna, la cual no es sino la razón de .la·· divina sa-
biduría que prescribe. la· conservación del orden natural o aS as
creaturas cumE an su In y pro 1 e ._a VlO aClOll e ese mismo ordefl. Como.
una consecuencia de la (eY""Eleina apatece--Ia l:.-ey-Na-turaI, que representa
la razón divina ~n cuanto ordena que se conserve el Qrdennatural y prohibe
su quebrantamiento. ~sa en la naturaleza I,'"acional· lIlediante. .l~s dlctá-
-nrenes de la razón; o más corto: es aquella que existe én la razón· n~turaf
y que manclá el hien y prohibe el mal. De estas dos leyes, que tienen -un
óngen divino, Haees derechos y deberes de la persona que escapan a la ór-
bita legislativa ·de la pot~stad huma~a la cual, en virtud del respeto que de-
be a la dignidad d~ aquéna:, está en la obligación estricta de. reconocerlos y
sancionarlos. Pero. como se compr·enderá, es muy difícil, por no decir im-
posihle, que pueda márchar ordenadamente una comunidad humana regida
exclusivamente por'·esas dos leyes morales carentes de todo poder de coér-
ción exterior fue~a del de la conciencia personaL De a(:]UÍ surge, pués, la ne-
cesidad de leyes civiles y temporales que apliquen en forma práctica· y p~r­
ticular los principios generales de la Ley Natural, ya contengan conclusiones
o determinaciones específicas de ésta; leyes civiles cuya misión es preCisar.
delimitar y sancionar los derechos y deberes que arrancan de:::hi 1 eO}' Nam--
r~l, protegiendo aquéllos e Ímpo!;lend'b---coactivamenfe estos.
. Ahora bien, el Derecho que las leyes Eterna, Natural y Civil reconocen
a todas las personas indeterminadamente, en términos generales y para la
universalidad de ellas, constituye ·propic¡.mente el Derecho Objetivo, el cual
no es sino el derecho emanado de la Ley, comprendiendo en la palabra Ley
Ías tres categorías de leyes anteriormente citadas.

2). El Derecho Subjetivo.-EI derecho-facultad o derecho subjetivo es


aquel que posee una persona determinada en virtud de la norma legal, es
decir, es el od obrar o de exigir algo protegido por la le~e:ma;, Na-
·tura! o ivil (1 8), y que autoriza a ca a e os su itos en particular
para reclamar que 10·5. demás respeten su proced~r cuando vá enmarcado en
los límites señalados por la ley. Luego, se puede de.cjr que el derecho-facul-
tad o derecho subjetivo se. funda en el derecho-norma o derecho objetivo,
o sea, en laLey, invoh,lcrando en ésta todas sus esp:ecies. Es por estb·:que
F'ernández Concha expresa: "El derecho, considerado como facultad, tiene
doble fundamento. Es el primero,. la ley jurídica, esto es, la ley que auto ..
riza a una persona a hacer lUl uso lícito de la actividad y -de las cosas que
le son propias, y obliga a los demás a respetar el expresado uso. Es el se-

[ 23 1
gtindo ,algún hecho que liga y apropia a una persona cierta actividad o cier~
fas cosas1 ' (1 9). y Cathrein, a su. vez:, dice: "La facultad moral de una per~
'Bona para: hácer o exigir algo nace de qu,e ese algo le pertenece en justicia"
(20), por disposición ora de la ley Eterna, ora de la ley Natural o de la
ley Civil, expresión de aquéllas. En otras palabras, al derecho subjetivo
se le puede definir diciendo cjue es: el "poder de obrar conforme a las exi~
gencias del últhno fin y exigir de los demás su respeto con todas las obli~
gáciop.es más determinad",:s que de aquellas se derivan" (21). Sintetizando
los términos, podemos decir, que es: la facultad moral inviolable de la
persona.
Analizaremos éada uno de los términos de esta definición:

a) Es u,na facultad.- "Porque radica en la voh,mtad al modo de una


potencia o energía habitual" (22). La persona puede voluntaria y libr~
mente ejercitarla cuando ésto sea necesario a sus fines. aunque pueden ha~
ber circunstancias que modifiquen su ejercicio.

b) Es una facultad morru.- "Porque es conforme al recto orden" (23);


debe encuadrarse dentro del orden moral. También se dice moral dara sig~
nificar que aunque en algunos casos no sea' una norma positiva, de todos
modos existe y debe ser respetada siempre que se' haga valer den,tro del or~
den moral. "Todo el orden jurídieo- aún el positivo legítimamente cons~
títuído- se inserta y se alimenta del orden moral; y el derecho natural
no es sino un capítulo de la Etica ....... no debemqs Ipasar por alto como con
el carácter moral el der(X;ho recibe ipso facto un significado eminentemen~
te ontológico. En efecto, el orden moral está constituido por los actos li~
bres que, realizados bajo la dirección de la norma de rectitud humana, con~
aucen al hombre a su perfección ontol6gica. El derecho en su acepción fun~
damental de' poder o facultad de obrar o exigir lo necesario para la reali~
zación del propio fin es, ipso facto, la condición indispensaJble para el
desenvolvimiento del ser humano, la garantía y la defensa de la auto-de~
terminación sobre los actos y medios indisolublemente vinculados a la con~
secución de 1,,_ plenitud del propio ser" (24). Nuestro fin y nuestra natu~,
raleza guiada por la ley Eterna y la ley Natural, son quienes, en su marcha
ascendente hacia su perfección moral y hacia la obtención de la plenitu,n
del ser, dan origen e imponen el derecho.
Aunque es una facultad moral y con un fin moral. su ejercicio, no' obs~
tante, puede ser impedido físicamente:

e). Es una facultad moral inviolable.-La persona es un ser que no


tiene su fin en sí mismo, sino en algo superior a él, a los demás hom~
bres y aún a la Sociedad, por cuanto' es un fin sobrenatural; en consecuen~
cia, nadie tien~ la aútoridad suficiente como para constituirse en fin de la
persoria e impedirle a ésta que cumpla su fin verdadero. Quien de tal
manera obrare estaría interponiéndose entre Dios y su creatura, y acto tal,
sería una ofensa infinita, dado el carácter, del ofendido. "La persona signifi-
ca en moral el ente o ser que existe para si; es decir, el ser que existe, no me-
-ramente para el bien o para el fin d~ otros, sino precisamente para su
propio bien, para cuya consecución tiene subordinados muchos otros seres.
y un ser tal no puede ser considerado ni tratado por otras personas como
un inedio subordinado a ellas, sino que está al lado de ellas, se mueve pa-
ralelamente a ellas, participando de la misma dignidad. Todos tienen obli-
gaclóri de respetar esta dignidad igual, de suerte que no es lícito por ningún
motivo destruir o perturbar el orden que toda persona dice a su propio bien,
á su I>ropió fin' (25).

[ 24 1
Pero la persona no sólo es imriolable en cuanto a su fin trascenden-
te, sino también en cuanto él los medios que le son necesarios para la-'ob-
.tención del fin. Lo, contrario. significaría; én' el he<rho, impedir a la per-
!>ona alcanzar sú plenitud ontológica. significaría violar su derecho a curn-
plir libremente su misión específica. Impedir a la persona la consecución
de su último fin por los medios necesarios,' -representa un desorden moral.
al subordinar la persona a intereses e:¡¡:.trañós a ella y al suplantarse al ver-
dadero fin de Ía misma. "A todó derecho de uno responde siempre en
los demás un deber, que dá sentido y consistencia a aquél" (26). Al res-
pecto dice Santo Tomás, que el acto humano que tiene por objeto res-
petar el derecho ajeno, es un ado bueno moralmente, y el hiÍlbito moral
que habitualmente inclina la voluntad a él, constituye la virtud' moral· de ,la
Justicia (Sorn Theol. U-Il q. 58 arto 1).

d) Es una facultad mará! inviolable de la' persona.-La noción de de-


:techo subjetivo dice relación directa al concepto de persona. En efecto, los
juristas definen la persona diciendo que es el sujeto de derechos, indicando,
con esto que las cosas no son 'sujetos de derechos, si~o. metaf.óricamente. .
, El derecho sUbjetivo tiene su oÍ'igeri pi-óxi~o en la ley Civil, 'basada
en la ley Natural que establece los derechos y deberes de la persona, y sólo
el ser racional, la persona, es capaz de poseer' derechos;' por cuanto. ha re-
cibido de Dios la ohligación 'de dirigirse hacia El, independiente y libre-
:mente, teniendo el poder suficiente para auto-determinarse frente .;,. los de-
.lIlás y gozando' de la prerrogativa ,de ser respetada en ese movimiento ha-
cia su fin último. En· cambio, las cosas no tienen como misión específica el
dirigirse diret:tamente a Dios, sino' que se van a or,denar hacia El, a través
de la pet:sOna, como medios de satisfacer las necesidades de ésta e~ la con~
secuciól1, de su fin directo que es Dios. Las cosas sólo, sirven a Dios en Ul
medida en que 'sirven a la santificación de la persona. .
Ahora bien, si la 'pe'rsona' "debe tender a su último fin obrando el bien,
tien~ 'q\le poder hacerla sin que nadié s~ lo impida o le ponga trabas en
dIo. Y como el encaminarse a su fin implica un perfeccionamiento jerár-
quico de. todas sus facultades, sirviendo al desarrollo de las específicamente
humanas, el hombre ha de poder disponer de sí mismo, de su vida, del fru-
to de sus acciones yde aquellos medios y condiciones indispensables para
la realización 'de su desenvolvimiento' físico y moral" (27)"
" ' ....

Qué comprende el derecho subjetivo.-·-El derecho subjetivo compren-


de tres especies de relaciones, a saher,: . relaciones inmediatas de persona a
cosa, relaciones mediatas de persoQ& a 'Cosa o inmediatas de persona a per-
sona y relaciones mediatas de persona a persona. Corresponden las dos pri-
meras a io que en Derecho Civil se denominan: Derechos Reales y Dere~
chos Perso¡:¡ales, respectivamente; entendiendo por Derecho ;Real, de aeuer-,
do con el arto 577 del Código Civil: el que se tiene sobre.
,
una cosa sin res~
. . -: ~

pedo a determinada. persona. como ser: -el dóminio, la herencia, las servi.:.
¿umbres activas la hipoteca, etc.; y por Derecho Personal, según el arto 578
.qe! mismo Código: el que sólo puede reclamarse de, ciertas personas;- que,
por un hecho suyo o la sola ,disposición de la ley, hán contraído las obliga-
-ciones corrdativas.

a) Eehlción inmediata de persona a cosa.-Hay civilistas, como Wins~


cheid, ?laniol, Demogue y otros,qtte niegan la posibilidad conceptual de
reiáclones entre persona y cosa, afirnlando que sólo pueden existir relacio~
nes entrepex80nas;, según ellos ei derecho 'real séría una relación entre el
titulare del cterecno y lqs· demás hombres; pasálido, en consecuencia, el de~

( 25 1
recho real a ser una relación jurídica estahlecida entre una persona como.
sujeto activo y todas las demás como sujetos pasivos. Pero, siguiendo a
Capitant, podemos ~ decir, que esta obligación negativa que tendrían los de-
más individuos: de no molestar al titular del derecho, no es un verdadero.
vínculo' jurídico, sólo representa una manifestación del principio que nos
impide menoscabar la libertad de otro. Por consiguiente, debemos sostener
la posibilidad de relaciones entr~ las personas y las cosas que les sirven de
medios para que logren su finalidad eterna.
. Alguno pudiera l?r~guntarse, si tomando a la persona por su capacidad
de trabajo, de producción, de creación artística o aún por su corporeidad,
;sería susceptible de derecho por un tercero. Respondiendo se dice: que co-
mo el derecho implica la faeultad de subordinar ciertas cosas a nuestro fin
pués, éste es su objeto, la persona como tal no puede considerarse com~
objeto de derecho ajeno, por cuanto no puede subordinarse a otro fin que
no sea el propio <:le ella, es decir, la obtención de su plenitud ontológica en
la co~templación divina.
Fuera de -la persona ajena, todas las cosas, por nobles que sean, pue-
den relacionarse y someterse a una' persona como objeto de su derecho.
Estas cosas pueden clasificarse: en aquellas que por su misma naturaleza
están destinadas al perfeccionamiento y a la satisfacción de alguna perso-
na, v. gr.: los actos de los miembros y. de las facultades humanas, y en
aquellas' que por un hecho accidental pasan a relacionar~e con la persona,
como son las cosas exteriores. '
También pueden ser objeto de derecho las substancias, o bien, las ac-
cion~s que ejecutamos libremente.

b) Relación inmediata de persona a persona.-Est,as relaciones corres-


ponden, como veíamos, a los derechos personales del Derecho Civil, de los
cuales puede decirse que son un vínculo entre dos personas, en virtud del
~ual una de ellas, el deudor, debe realizar en provecho de otra, el acree-
dor una prestación, que pued~ consistir en dar, hacer o no hacer una cosa.
El d~recho personal no establece una: relación directa entre la persona y la
c,osa, sólo faculta al acreedor para exigir y constreñir al deudor al cumpli-
,lruento de una prestación. Así como el derecho real, es un "jus in re", un
derechQ en la cosa, el derecho personal es un "jus ad rem", un derecho a.
la cosa.

e) Relación m.ediata de persona a persona.-Es posible que una per-


sona a la cual dicen relación inmediata ciertas cosas, se relacione de alguna
manera con otra persona en virtud de 'esas mislllas c;.osas. Es así como la
Sociedad civil y la Iglesia se ordenan al bien de las personas que las com-
ponen; pero inmediatamente no se refieren a cada individuo, sino a la co-
lectividad toda entera.

3) El Derecho y la Ley.-En la cúspide de los derechos, está el de


Dios de imperar sobre los hombres y de someterlos a su ley divina. Ahora.
bien, de ésta ley divina dimanan los principales derechos subjetivos o fa-
cultades que competen a la persona. como supuestÓs necesarios para que
ésta cumpla su' fin específico. De la misma ley divina recibe la sociedad per-
fecta civil la potestad de dictar normas obligatorias para la obtención del
bien común. La sociedad civil ejercita esta potestad por' medio de la ley
humana que pasa ~ consti~uírse .en la fuente secundaria, no primaria, de los
Perechos de la persona, ya sea ésta física o, moral. La ley humana tiene,' en
consecuencia, por objeto establecer, determinar y qefinir externa y positi-
vamente los derechos s~bjetivos. Podemos decir, que la ley Civit es la cau-

1 26 ]
:sa inmediata, pero de ningún modo meqiata, del derecho que tenemos so~
bre algo; ya que si bien es cierto, que todos deben respetar los derechos
.que son inherentes a la persona para que ésta posea en lo temporal lo neo
cesario para alcanzar sus destinos supertemporales; no lo es menos, que es-
ta obligación puede ser desconocida, -g de hecho lo es en muchos casos, por
la Sociedad y por las demás personl;ls, siendo, en consecuencia, necesario
darle una. realidad más objetiva y concreta, para resguardar su inviolabili~
dad moral de los atropellos de que puede ser víctima. Venancio Carro se~
iíala claramente el rol de la ley al decir: "tener derecho equivale a poder
seguir el orden impuesto por Dios y por la naturaleza raCíonal para conse~
guir nuestra perfección, y que la ley descubre y revela" (28).
Pero, la ley no solamente tiene- por misión defender el derecho de una
persona contra los ataqu'es y desconocimientos de extraños, sino que tam~
bién le corresponde indicar cuál es el recto orden que debe seguir ésta para
que, usando legítimamente de las facultades y medios que el Supremo Or~
denador le ha otorgado, pueda desenvolverse y perfeccionarse hasta alcan-
zar s~ fin último. En este carácter, la ley obra ;;omo directriz y gUla de los
actos libres del hombre para propender que éste tienda al bien y se aparte
del mal que- perturba su ascénsión espirituaL
índice

V. LA LEY Y LA LlBERTAD MORAL

1) AcepcioD¡eS de la voz Ley.-Hablando en términos generales,. po~


demos decir, que la voz ley tiene alcance diferente .según Sea e! sentido qu~
se le dé. Así, si se. t.oma como ,"la BOlIna que dirige la actividad de cual~
quiera potencia hacia e! fin propio de la misma" (29), tendríamos que ade~
más de los seres raciónales los brutos también estarían sometidos a leyes,
lo mismo que las plantas y los cuerpos, y podría decirse según ésto: ley de
la vi~ión, ley de nutrición, de gravedad, etc. .
De' acuerdo con este sentido, los seres· racionales estarían sometidos. a
la ley no sólo en sus actos voluntarios, . sino también en sus actos intelec~.
tuales, y tendríamos así: leyes de la inteligencia, del raciocinio; además. la
ley r~girÍa no solamente la actividad libre de. la voluntad sino tambiéh la
necesaria de ésta en cuanto estaría sometida. a la ley de! bien en general.
Aún más, en esta acepción .no caerían' en el dominio de la ley únicamente
~os actos moraI~s, sino incluso, las artes, regidas por. leyes de la poética, de
. la. retórica, de la pintura; etc.
Pero esta acepción tan amplia de la ley, es más bien metafórica y un
modo de decil" para simplificar el lenguaje, por cuanto la ley implica rela-
ciones de .dependencia entre uno ql,le obedece y otro que manda, y no en.
cualquiera clase d:e acto,s sino tan sólo en los actos libres de 'la .creatura
racional.

2) La Ley y el libre albedrw de la persona.-EI hecho qué existan le:'


yes que mandan o prohiben ciertos actos está demostrando que de no exis~
tir éstas el acto mandado o prohibido por 'eIlas podría ejecutarse o no, se-
,gún el deseo del agente, es decir, que la persona sería libre para determi-
narse a actuar;. por cuanto si necesariamente tuviera que tomar una ac~itud
dada la existencia de la ley carecería de todo objeto. Por consiguiente, el
supuesto neces~rio del cual se parte par~. crear la leyes que el hombre es.
..moralmente libre.

[ 27 1
:sa inmediata, pero de ningún modo meqiata, del derecho que tenemos so~
bre algo; ya que si bien es cierto, que todos deben respetar los derechos
.que son inherentes a la persona para que ésta posea en lo temporal lo neo
cesario para alcanzar sus destinos supertemporales; no lo es menos, que es-
ta obligación puede ser desconocida, -g de hecho lo es en muchos casos, por
la Sociedad y por las demás personl;ls, siendo, en consecuencia, necesario
darle una. realidad más objetiva y concreta, para resguardar su inviolabili~
dad moral de los atropellos de que puede ser víctima. Venancio Carro se~
iíala claramente el rol de la ley al decir: "tener derecho equivale a poder
seguir el orden impuesto por Dios y por la naturaleza raCíonal para conse~
guir nuestra perfección, y que la ley descubre y revela" (28).
Pero, la ley no solamente tiene- por misión defender el derecho de una
persona contra los ataqu'es y desconocimientos de extraños, sino que tam~
bién le corresponde indicar cuál es el recto orden que debe seguir ésta para
que, usando legítimamente de las facultades y medios que el Supremo Or~
denador le ha otorgado, pueda desenvolverse y perfeccionarse hasta alcan-
zar s~ fin último. En este carácter, la ley obra ;;omo directriz y gUla de los
actos libres del hombre para propender que éste tienda al bien y se aparte
del mal que- perturba su ascénsión espirituaL

V. LA LEY Y LA LlBERTAD MORAL

1) AcepcioD¡eS de la voz Ley.-Hablando en términos generales,. po~


demos decir, que la voz ley tiene alcance diferente .según Sea e! sentido qu~
se le dé. Así, si se. t.oma como ,"la BOlIna que dirige la actividad de cual~
quiera potencia hacia e! fin propio de la misma" (29), tendríamos que ade~
más de los seres raciónales los brutos también estarían sometidos a leyes,
lo mismo que las plantas y los cuerpos, y podría decirse según ésto: ley de
la vi~ión, ley de nutrición, de gravedad, etc. .
De' acuerdo con este sentido, los seres· racionales estarían sometidos. a
la ley no sólo en sus actos voluntarios, . sino también en sus actos intelec~.
tuales, y tendríamos así: leyes de la inteligencia, del raciocinio; además. la
ley r~girÍa no solamente la actividad libre de. la voluntad sino tambiéh la
necesaria de ésta en cuanto estaría sometida. a la ley de! bien en general.
Aún más, en esta acepción .no caerían' en el dominio de la ley únicamente
~os actos moraI~s, sino incluso, las artes, regidas por. leyes de la poética, de
. la. retórica, de la pintura; etc.
Pero esta acepción tan amplia de la ley, es más bien metafórica y un
modo de decil" para simplificar el lenguaje, por cuanto la ley implica rela-
ciones de .dependencia entre uno ql,le obedece y otro que manda, y no en.
cualquiera clase d:e acto,s sino tan sólo en los actos libres de 'la .creatura
racional.

2) La Ley y el libre albedrw de la persona.-EI hecho qué existan le:'


yes que mandan o prohiben ciertos actos está demostrando que de no exis~
tir éstas el acto mandado o prohibido por 'eIlas podría ejecutarse o no, se-
,gún el deseo del agente, es decir, que la persona sería libre para determi-
narse a actuar;. por cuanto si necesariamente tuviera que tomar una ac~itud
dada la existencia de la ley carecería de todo objeto. Por consiguiente, el
supuesto neces~rio del cual se parte par~. crear la leyes que el hombre es.
..moralmente libre.

[ 27 1
El ser inteligente, el h.ombre, es el. único que goza de libertad moral,
ya que pueq'e juzgar de ia contingencia de las cosas, es decir, que éstas
pÚ~den ser e iguálmente no ser y que ninguna deelIas se ha de tomar ne-
¿es1iriamente; cpn lo cual permite a la voh.mtad elegir lo que quiera. Aho~
ra ,bien, el hombre puede juzgar de la contingencia de las cosas "a causa,
de tener uña alll)a por naturaleza simple, e~piritual, capaz de pensar; la
cual,. pués esta es su naturaleza, no trae su origen de las cosas corpóreas ni
depende de ellas en su conservación; antes creada por Dios sIn intermedio
alguno, y sobrepasando por mucho la condición común de los cuerpos, tie~
ne un modo de vivir 'propio s~yo y un modo no ~enos propio de obrar, con
lo cual, abarcando con el iLJ,icio las razones inmutables y necesarias de lo
bueno y de lo 'verdadero, conoce con evidencia no ser en manera alguna
necesarios aquellos bi~nes particulares. Y así cuand~ se establece que el al~
roa 'del hombre está libre de toda composición perecedera y goza de la fa~
cuÍtad de pensar,' juntamente se' reconstituye con toda firmeza en su propio
fundamento la libertad natural" (León XIII. Enc. Libertas. N9 4). Se P\le~
de decir más explícitamente, .9ue la voluntad es solicitada necesariamente
por el Bien en general, poI' el Bien perfecto, absoluto; pero es libre en cuan~
to puede detenerse sobre un bien particular. El libre arbitrio no significa
otra cosa que la voluntad puede libremente determinarse, sin necesidad al~
guna de su nat'uraleza, a' la elección de un bien particular.
Del hecho que sea el hombre el único ser moralmente libre, se despren~
de que la ley propiamente ta1. sólo vá a regir las acciones de éste, mas no
las de Dios ni las de los animales. que obran determinados por la fuerza
fatal' del instinto, ni las de los rest~l1.tes seres ni a las cosas. .

~) La nec~idad de leyes proviene de la libertad moral de la persona.-


En realidad, como dice Suárez (30), la ley no fué absolutamente necesa-
ria, porque la ley supone un súbdito sab,e el cual imperar; pués bien, el
único ente que tiene existencia necesaria es Dios, que es el Ser absoluta-
mente necesario, el cual no puede estar sometido a ninguna ley extraña a si
núsmo, ya que dejaría de ser Dios. Los demás seres de naturaleza, libre y
capaces de actos libres, que son los únicos que puede regir la ley, no son
de una existencia absolutamente nece~aria. Luego, si lio ,hubiesen existido
EWfas crei'\turas, no habría existido la ley, por falta de objeto y de sujetos a
quie~es dirigir. De lo cual se desprende, qUE: la ley no tiene una existencia
absolutamente necesaria, ya 9ue no puede ser más necesaria la ley que lo
que 10 es la creatura ra'cional o intelectual a quien vá a regir. .
Pero, supuesta la creación Übre por parte de Dios de la creatura ra~
cional, Ía ley fué.. útil y absolutamente necesaria, con necesidad de fin. En
efecto, dice Suárez : "Tal creatura, por razón de haber sido hecha de la
nada, puede doblegarse a lo bueno y a lo malo, como supongo ahora en
virtud del parecer unánime de los padres; luego, no sólo es capaz de ley
por la que seu dirigida al bien y apartada del mal, sino que también algu-
jla ley tal le es absolutamente necesaria para que pueda vivir convenierite~
mente a su naturaleza" (31). La libertad, atributo ~sencial a la persona hu~
mana, gracia~ a la !fU al ordena soberanamente sus actos hacia la obtención
de su verdadero 'y tlltimo fin, necesita de cierta norma que le indique por
donde debe determinarse para alcanzar-su plenitud.
J...eón XIlI al respecto dice' autorizadamente: "la razón prescribe a la
"aluntad a donde debe tender y de que debe apartarse para que el hom-
br~ pueda alcanzar su último fin y por cuya causa ha de hacerse todo ... ,
Esta ordenación de la razón es lo que se. llama ley, por lo cual la razón de
ser necesaria al hombre la ley ha de buscarse primera y radicalmente en el
mismo libre albedrío. para que nuestras voluntades ,no discrepen de la rec;-

[ 28 ]
ta razón. Y no podría decirse ni pensarse mayor ni más perv:erso contrasen-
tido que el pretender exceptuar de la ley al hombre, porque es de naturale-
za libre y si así fuera, seguiríase que es necesario para la libertad el no
ajustarse a la razón, cuando, al contrario, es certísimo que el hombre, pre-
cisamente' porque es libre, ha pe estar sujeto a la ley, la cual queda así cons-
tituída guía del hombre en el obrar, moviéndose a obrar bien con·el ali-
ciente del premio y alej4ndose del pecado con ·el terror del castigo" (León
XIII.' Ene. Libertas N9 9). " .'
De tal modo, que en los actos libres la regla próxima de ellos es la.
conciencia, o sea, la razón en cuanto es práctica;'la regla/remota es la ley,
pués, muestra ala conciencia lo que es justo o injusto, lo bueno ó lo malo.
La oblig~t~riedad de la ley resul~a de aplicarla a un ser libre, por cuanto
la ley no obra con necesidad absoluta o con fatalidad, sino con. una nece-
sidad, relativa. L¡;¡. ley está limitada en sus efectps por él libre albedrío o
libertad de elección y el ser inteligente sabe que puede infringirla, pero'
atentando con ello en contl;a de la verdad, la justicia, el bien, es decir, de-
jándose arrastrar' al mal y apartándose de :iU fin último.
índice

VI. NOCION GENERAL DE LA LEY Y SUS CLASIFICACIONES

1) Etimología de la palabra L,ey.-Para Santo Tomás y la generalidad


de los teólogos, la palabra ley viene de: "ligare", ligar, atar, porque el
efecto propio' de la leyes ligar, obligar; abona esta tesis el hecho que la
Es.critura en algunos pasájes llama .a las leyes vínculos: "Quebraste el yu-
go, rompiste los vínculos" (Jeremías. 2). San Isidoro de Sevilla, insigne teb-
log~, sostiene que la ley viene de: "legendo", leer, de lo cual deduce qlle
ha qe ser .escrit.a para que todos la lean (32); explicando este origen, Suá""
rez dice, que debe extenderse la palabra .legendo a lectura interior o reco N

~itación, para que comprenda la ley natural grabada en' los corazones de
'los llomhres y cuya lectura se hace con la mente. Cicerón, por su' parte, ex-
. presa: "ha placido a hombres muy sabios ...... estimar que es de la expre-
sión griega de "dar a caqa uno lo que le corresponde" (tribuendo), de
donde la ley ha tomado su nombre en esta lengua. Yo, creo que, nuestra
palabra viene de "legendo". Porque' ~sí como dIos ponen la fuerza' de la
ley en la equidad, así nosotros, los latinos, la ponemos en la elección, y
ambas cosas son propias de la ley" (33); c.omo se vé para' Cicerón la ley
significa elección. Qe este mismo pensamiento .:;s San Agustín quien dice:
"La leyes dicha tal de Lección, es de«ir, Elección, pará que sepas qué
elegir entre muchas cosas" (34). Domingo Soto afirma que aunque no re-
chaza la e~imología de los teólogos, le agrada más la' opinió:n de Cicerón
(35). ' . . . . . . .
Por npestra parte, no obstante que creemos más a~eptable la etimología
tomista, estamos de acuerdo con Suárez en que "todas estas' .etimologías ex-
plican algo que co~viene a la ley; m,ás, .de donde se derivó la palabra leyes
incierto, y poco importa" (36).

2) Noción de la ley en general.-En· esta oportunidad daremos un con-


cepto lo más 'amplio posible para que ninguna ley esté fuera de él.
En términos extensivos se puede formular la noción de ley diciendo
que 'es: "Un rincipio d.e orden universal y estable; por el cual la actividad
de u~ ser' es e lcazmen e lngI a . Santo 1 omás
da un concepto. sJímlarde la· ley, al sosten~l" Que le~

[ 29 l
ta razón. Y no podría decirse ni pensarse mayor ni más perv:erso contrasen-
tido que el pretender exceptuar de la ley al hombre, porque es de naturale-
za libre y si así fuera, seguiríase que es necesario para la libertad el no
ajustarse a la razón, cuando, al contrario, es certísimo que el hombre, pre-
cisamente' porque es libre, ha pe estar sujeto a la ley, la cual queda así cons-
tituída guía del hombre en el obrar, moviéndose a obrar bien con·el ali-
ciente del premio y alej4ndose del pecado con ·el terror del castigo" (León
XIII.' Ene. Libertas N9 9). " .'
De tal modo, que en los actos libres la regla próxima de ellos es la.
conciencia, o sea, la razón en cuanto es práctica;'la regla/remota es la ley,
pués, muestra ala conciencia lo que es justo o injusto, lo bueno ó lo malo.
La oblig~t~riedad de la ley resul~a de aplicarla a un ser libre, por cuanto
la ley no obra con necesidad absoluta o con fatalidad, sino con. una nece-
sidad, relativa. L¡;¡. ley está limitada en sus efectps por él libre albedrío o
libertad de elección y el ser inteligente sabe que puede infringirla, pero'
atentando con ello en contl;a de la verdad, la justicia, el bien, es decir, de-
jándose arrastrar' al mal y apartándose de :iU fin último.

VI. NOCION GENERAL DE LA LEY Y SUS CLASIFICACIONES

1) Etimología de la palabra L,ey.-Para Santo Tomás y la generalidad


de los teólogos, la palabra ley viene de: "ligare", ligar, atar, porque el
efecto propio' de la leyes ligar, obligar; abona esta tesis el hecho que la
Es.critura en algunos pasájes llama .a las leyes vínculos: "Quebraste el yu-
go, rompiste los vínculos" (Jeremías. 2). San Isidoro de Sevilla, insigne teb-
log~, sostiene que la ley viene de: "legendo", leer, de lo cual deduce qlle
ha qe ser .escrit.a para que todos la lean (32); explicando este origen, Suá""
rez dice, que debe extenderse la palabra .legendo a lectura interior o reco N

~itación, para que comprenda la ley natural grabada en' los corazones de
'los llomhres y cuya lectura se hace con la mente. Cicerón, por su' parte, ex-
. presa: "ha placido a hombres muy sabios ...... estimar que es de la expre-
sión griega de "dar a caqa uno lo que le corresponde" (tribuendo), de
donde la ley ha tomado su nombre en esta lengua. Yo, creo que, nuestra
palabra viene de "legendo". Porque' ~sí como dIos ponen la fuerza' de la
ley en la equidad, así nosotros, los latinos, la ponemos en la elección, y
ambas cosas son propias de la ley" (33); c.omo se vé para' Cicerón la ley
significa elección. Qe este mismo pensamiento .:;s San Agustín quien dice:
"La leyes dicha tal de Lección, es de«ir, Elección, pará que sepas qué
elegir entre muchas cosas" (34). Domingo Soto afirma que aunque no re-
chaza la e~imología de los teólogos, le agrada más la' opinió:n de Cicerón
(35). ' . . . . . . .
Por npestra parte, no obstante que creemos más a~eptable la etimología
tomista, estamos de acuerdo con Suárez en que "todas estas' .etimologías ex-
plican algo que co~viene a la ley; m,ás, .de donde se derivó la palabra leyes
incierto, y poco importa" (36).

2) Noción de la ley en general.-En· esta oportunidad daremos un con-


cepto lo más 'amplio posible para que ninguna ley esté fuera de él.
En términos extensivos se puede formular la noción de ley diciendo
que 'es: "Un rincipio d.e orden universal y estable; por el cual la actividad
de u~ ser' es e lcazmen e lngI a . Santo 1 omás
da un concepto. sJímlarde la· ley, al sosten~l" Que le~

[ 29 l
el\!:"cierta regla. o medida según la cual es llevado uno a obrar o es retraído
de ello" (Som. The'ol. 1 II q. 90 arto 1). Suárez critica esta definición de~
nlasiado amplia, porque para él, según ella, también habría lugar a la ley
respecto de las creaturas irra~ionales, pués, cada cosa tiene su regla y me~
dída conforme a la cual obra y es llevada a obrar o es retraída de ello; ade~
más, según Suárez, de e~ta definIción se desprendería que la ley no sólo
'versa ~cerca de lo bueno y honesto, sino también acerca de lo torpe. En
verdad, esta definición de ley se refiere, a la ley desde un punto de vista
moral más que jurídico; ~in embargo, Santo Tomás nos dá en otra parte
una segunda definición de un alto valor jurídico al decir que la leyes: "Or-
dinatÍo rationis ad bonum communeab ea qui curam cOlllmunitatis habet
RromuJ.g~Üa:',-(Som:1heol. 1 n q. 90 arto 4)., Ordenación de la razón para
el bien común y rom ada por el que tiene el cuidado de la comunidad.
Analizando esta última definicion, ce e, ar ena LetérÍn"{f 'G~ez, a
nuestro juicio acertadamente: "Esta definición conteniendo como contiene
todos los caracteres esenciales de la ley, abarca al propio tiempo en su seno
todas las especies de leyes, a pesar de sus inmensas distancias y de sus di~
ferencias reciprocas:.- la ley natural y la ley divina, la ley eterna y la ley hu~
m:\na; todas caben en esta definición, Pero es más admirable todavía la
elevación de miras y la filosofía de expresión que resaltan en ella como
aplicada a la ley hu~ana, a la cual se refien; más, directamente" (38).
~ nuestro parecer, y de acuerdo con González, esta definición de San-
to Tomás, si bien es precisa en cuanto define la ley humana positiva, no
lo es tanto al referirla a la ley eterna y a la ley natural, cuyos contenidos
estudiaremos en su 'oportunidad; por lo cual' dejaremos el análisis de ella
par~ ~uando tratemos la ley h.umana positiva que definiremos de acuerdo
con el citado concepto. Debemos sí dejar constancia que al proceder en
esta forma nos separamos totalmente de la metodología seguida por lama-
yor parte de los teólogos y tratadistas, incluso Santo Tomás, Suárez y Soto ';
pero, consideramos que con ello se logrará un mejor estudio y mayor cla-
ridad en las ideas y, sobretodo, los términos literales de la definición ex~
presarán más acertadamente el contenido de la ley humana positiva que
si la aplicáramos a otras especies de leyes. No obstante lo anterior, es re-
cpmendable no perderla de vista al estudiar cada ley en especial, pués, nos
puede ser útil en un momento dado.,
- Ahora bien, l5i no aceptamos la primera definición de Santo Tomás por
considerarla, con Suárez, demasi~do' extensiva; ni la segunda por estimar
que se refíere más particularmente a la ley humana positiva; es preciso que
enubcietnos alguna que dé cabida amplia en sus términos a toda clase de
ley; y que a su vez, sea lo suficientemente precisa como para que se apli-
'que ú,nicamente a los actos morales de la creatura racional. Para lograr és-
to, podemos tomar como base la primera definición de Santo Tomás agre-
. gándole algunos elementos y decir que leyes: la regla y medida de los ac-
tos morales y libres de la creatura l'acional, según la ct.lal es inducida a
ohTal'" o es retraída de ello.

3) Base de la Ley.-Si bien es cierto, que la leyes Una y su objeto


es' hacer ,que el hombre logre su último fin, no lo es menos, que en ella se
pueden distinguir. diversoli aspectos, diversos estados y grados en la preci-
sión del mandato y e(l el conocimiento que de él se tenga. Pero, no son le-
yes diferentes, y si nosotros las llamamos clases o especies de leyes es sólo
C9 n el objeto de facilitar la expresión y por metodología; aunque hay que
reconocer que cada una de ellas tiene ,sus caracteres propios diferentes de
las otras que le dan su fisonomía particular.

[ 30 J
Mas, la base d~ todo el sistema jurídico es la personalidad humana, el
homb;re, quien tiene \ una miRión que cumplir: encaminarse a su Creador;
-para ~llo Este lo dj~i~e mediante la ley Eterna, la cual no es sino la razón
-de Dios, como Creado,r y Gobernador del ,Universo, que induce a la crea-
tura a obrar de acuerdo. con su fin. En cuanto esta ley Eterna está grabada
'en la.mente del hombre ,se llama ley Natural. A la ley hqmana positiva co-
rresponde el precisar; y el darle contextura jurídica a esta ley Natural.
Hay que constituír la teoría de la ley "de abajo hacia arriba", ponien-
·do ,como base' la personalidad del hc.mbre y como coronación del sistema
la obtención de su fin último, con ésto se logrará que la Sociedad y 'el Es-
tado se den cuenta que los Derechós y Deberes del hombre son anteriores a
ellos, los cuales no tienen su origen ni en aquélla ni en éste y que el fin de
la persona está por encima de toda organizació'n política o social hum'ana.
Además, se evitará que se constituya al Esta,do en única fuente de Derechos
y Deheres o, lo que es lo mismo, en fuente de arbitrariedades y tiranía, por-
que si sólo hay ley positiva, todo lo que ella mande debe ser .acatado. por·
'que es justo, pués; no hay ninguna regla para discernir lo justo de lo in-
justo, ya que la ley del Estado pasa a ser la única expresión de la justicia.

4) Divisiones de, ia ley.-Los tratadistas' están acordes en la clasifica-


ción y división de las leyes, discrepando en cuestiones de detalle que no
tienen mayor importancia. Para dar una visión exacta' de las diversas es-
pedes de leyes confeccionaremos un cuatro sinóptico:

LEY ETERNA

LEY LEY NATURAL

LEY MOSAICA
LEYES TEMPORALES
LEY DIVINA

LEY EVANGELIO!
LEY POSITIVA

r LEV ECLESiASTICA

LEY ROMANA

LEY CIVIL

a) LeyEtel'na y Leyes Temporales.-La ley eterna es la raZón de la


-divina sabiduría que prescribe la conservación. del orden natural para que
las creatur~ c!lmplan su fin; esta leyes .siempre de un carácter divino por-
que sólo Dios es eterno.
La ley ~mporal es la ley de la creatúra,. ya sea porque la ,recibe d~
Dios (ley Natural, es decir, eterna 'grabada en el corazón del hombre),
sea porque ella misma la dicta (ley Positiva) en el tiempo.

1 31 ]
piqs qo )?ued~ crear ,~in~n~ leyeI). el tIempo t~4nque puede proroul-
garla}, porque top~ cuanto' h~c~, lo hace desde t<¡l<ja eternidad debido
a que es Acto Puro ~ inmutabl,e {~Ogl. Theql. 1 IJ 90' 91).
Estas leyes tempor~les difieren de la" ley eter~a, según Suárez, como
lo creado y lo inc~eado, porque lo que es eterno és increado, y lo que es
temporal es creado.

b). Ley 'Temporal Natural y Positlva.-Para esta división de las le-


yes se atiende, entre otros factores, al hm,damento y promulgación de la ley.
Esta divi;:;i?n pue<¡le comprenderse en las palabras de ,San Pa~lo a
los Jtomanos: "Cmmdo Jos gentile~, q~e no tienen ley, hacen por razon na-
t!-lral lo que manda la 1ey, éstos tale!?1 po t~ni~ndq ley, son para sí m,ismos
ley" (Epist.a los R.OI11. ~, 14). pe modo que podemos decir que ley Na-
tu,r.é¡\l es la "ciu~ está ~nserta el) ls. mente h ll manji para discernir io hones~o
de lo torpe", como la define Suárez (39). Santo Tomás la define diciendo
que es: "una partidpaci6n dI:'! la ley eterna en la ereatura racional (Som.
TheoÍ. 1 II q. 9 J arto 2). En el Salterio se lee: "¿quién nos hará ve~ el bien ~
impresa está, Señor, sobre nosotros la luz de tu rostro') (Salmo IV).
La ley positiv~ se llama así pO!'CJue "no es innata con la naturaleza
o eÓn la gracia, sino que, fuera de ellas, procede de algún principio extrín-
seco que tiene potestad, y' de ahí se llama positiva, como añadida a la ley
natural, no procedente de 'eÍla: nece~ariamen~e" (40).
Existen leyes que son en parte naturales y en parte positivas, por ejem-
plo: las canónicas y las civiles que establecen para un caso particular lo que
la ley naturai establece en general; estas leyes son naturales en cuanto a su.
objeto, pero en c~anto a su promulgación y sanción' son posÍtivas:
. Fijados los conceptos de ambas clases de leyes, podemos observar, que
la ley natural e!! aquella que está intimada por el Autor de la naturaleza
y por medio de ella misma; en cambio, la ley positiva está intimada por:
otro medio diverso, cualquiera que el sea, ya por Dios mismo (Ley Di-
vina), ya por la Autoridad humana (Ley Humana Civil).

e). Leyes Positivas Divinas y Humanas.-Esta clasificación se hace


atendiendo al auto; de la ley. . .
Ley positiva Div¡na es aquellá dada inmedi~tamente por el 'mismo Dios
y que se agrega a la ley natural. No se llama ley Divina,' la' que está en ce
mismo Dios, coqo razón divina y eterna gobernadora del Universo, pués"
esa~ la hemos llamado Ley Ete.rna, de acuerdo con los t~ólogos, aunque Pla-
tón n~ma Divina a esta ley, sino aquella q~~ es dada inmediatamente por
Dios, . aunque está fuera de 'El, "pués, no significa ley concebida- dice
Suárez- sino ley exhibída" (4~1). El Doctor Eximio, señala cuatro razo-
nes en favor de la necesid,ad de la ley Divina, a saber: "Es la primera ra-
zón; para que dirija ~l _ho~bre; a fin sobrenatur~l; la segunda, para que
ayude al hombre, aún en las cosas naturales, "i qu'e no yerre; la. tercera..
para que pueda mandar y ordenar aún acerca de los actos interiores; cu~r­
ta, para que prohibiese todo mal, lo que no puede la ley humana" (42).
Las razones tercera y cuarta tamb,ién existen para justificar la necesidad de'
la Ley Natural, la cual mand~ a~ímismo actos internos buenos y' prohibe los
maJos y no permite nin~~n act~ in~ríns~caI?:1e:nte, l1}aJo. .
. Fuera de la ley positiva Div~na. existe I~ posit~Ya' Humana; no puede
habe~ ningun!1 otra I~:y posi!iva CJU~ lJgue 11 los horo!:>!es, porque no hay
más legisladores que Dios y la Áutoridad Humana. ,
lJ~a~ Htl~m~Ea 111 l~l' q~~ h.~, !¡idp ~rea8Jl y dictad~ prQXimamente por
los ,llC?~bI~. Se gi~~ prP...xi!E.a~eq!r por!Jt:¡e, cOJnO ¡apupta Suárez con toda
tazón, toda ley Hu.m,ana qerjvª p!,imorªialm!fPt~ qe aI~ún modo de ~ ley.
eterna, la cual, como vimos, es la base de toda ley; abona esta manera
de pensar, aquello que se contiene en el Libro de los Proverbios: "Por mi
reinan los reyes y los legisladores decretan cosas justas" (Lib. de los Pro~
ver. 8); ademas, toda autoridad viene de Dios según la respuesta de Cristo
a Pilatos: "No tendrías poder alguno sobre mí si no te fuera dado de lo
alto", (Sn~ Juan, 19, 11). Por su parte, San Pablo expresa: "no hay potestad
que no provenga de Dios" (Epist. a los Rom. 13, 1 ). Pero, no obstante
lo anterior, la ley que es llamada Humana proviene inmediatament'e del
:horrtbra, en virtud de un acto propio de éste.

d). Leyes, Positivas Divinas Mosaica y Evangélica.-Estas leyes se


denominan también: Ley Antigua y Ley Nueva o Antiguo y Nuevo T es~
tamento. La Ley Mosaica 1:> Antigua comprende todo el tiempo anterior
a Cristo hasta la venida de Este; la Ley Eva;ngélica abarca todas las en-
señanzas y mandatos cristianos.
Las leyes positivas Divinas son instrucciones que D'ios daba al pue-
blo Judío, por ser ,éste el elegido para guardar la Verdad y darla 'a coi.
nocer a los demás, y leyes que Cristo impuso e impartió tanto a judIos
como a gentiles. En verdad,' la ley positiva no era absolutamente nece~
'Saria, 'ya que el hombre llevab,a dentro de sí la ley Natural, reflejo de la .
Eterna, raz6n de Dios, Providente, que lo facultába par~ discernir lo jus-
t6 de lo injusto, el bien del mal" y poder dirigirse ruJ¡ hácia su causa pri-
me~a"y último fin. Mas, si bien la ley divina positiva no fué de necesidad
absoluta en orden al fin sobrenatural del hombre, fué, no obstante, como
'enseña Suárez, "una necesidad ña'cida 'de la suposición' de la institución de
la Sinagoga o de la Iglesia, respecto de la cual podría juzgarse necesaria
absolutamente, aún cuando, respecto del mismo fin se ordene más bien
a :P:tejor se~ y a m~jor instrucción de los hombres, o por la excesiva ce-
$u~ra de ellos y ,por sus depravadas costumbres péY"a coh~birlos, o por
mayor perfección y luz para conseguir la per\ección de la virtud y de 1.-
santidad" ,( 4 3) " - I

e). Leyes Positiv~ Humanas Eclesiásticas y Civiles.-Esta división se


hace tomando en cuenta si se trata de p.ormas y reglas "que van a regir a la
Iglesia, repúg}ica eSl:'~ri~ual, o bien; ~ la Socie~ad ~i,?l~,,}{epública tem~oral.
Las leyes EdeSlastlcas o CanoDlcas son dispOSIcIOnes que se contienen
en los cánones y decretos de los' Pontífices; una de las principales fuentes.
de' leyes canónicas la constituyen los acuerdos de los Concilios. No obs-
tante que esta!! leyes se refieren principalmente al fin sobrenatural de,l hom~
bre y a la forma en que éste debe rendjr culto a Dios, 'son, sin ep1bargo.
verdaderas leyes húmanas porque' son dictadas inmediata y próximameI)te,
por la v~luntad human,a de 'la Autoridad eclesiástica..; La razón de ~a exis~
tencia de tales leyes estriba en que "Dios (como suponemos) instituyó una
especial congregación de fieles" que fuesen un solo cuerpo, que llamamos
ahora Iglesia" (44); pero El no reglamentó t~da:s las cuestiones que pu~
dieran suscitarse en la vida de la sociedad espiritual llamada Iglesia. sino
que sólo esboz6 ciertos fundamentos inmutables y substanciales, lo restan-
tes quedaba entregado a los' ministros y dignatarios de esta Igles.ia, para que
las ordenanzas de éstos tuvieran la fJexibilidad requerida y fueran respon~
diendo en cada' caso a la realidad contingente; que por lo mismo es mu-
table y relativa.

La ley Civil, por el contrario, es aquella que se refiere y ordena a la


gqbernación política de la sociedad civil. reconociendo a cada cual su de-
recho temporal, pero dirigiendo su acción a la obtención del Bien común

[ 33 ]
de -la colectividad. Rige al hombre como súbdito de un Estado, sociedad
temporal, y no como miembro del Cuerpo Místico de Crillto o Iglesia. SO~
dedad espiritual en sus fines. San Agustín suele llamar ,a la ley civil: ley
tempot-al, pero este término se presta a ,equívocos.

5). Clases de le)"e$ ~~ se estudqu-án eQ. esp,waI.-De todas las leyes


enunciadas estudiaremos únicamente:. la ley Eterna, la ley Natural y la ley
Civil; por cuanto las dos' prime~as sd~ el fundamento y límite de la ley Ci~
vil y.ésta la base del orden Jurídico temporal de la sociedad civil. No se
puede hablar de ley Civil si previamente no se conoce la esencia de la ley
"Eter~ y de la ley. Natural; en consecuencia, estudiaremos primerament,e
~stas leyes a pesar de que no tienen un carácter propiamente jurídico sino
nlOral; mas, no hay que olvidar que el Derecho debe reposar en la Moral
inmutable, pués, de lo contrario termina por ser un conjunto de arbitra~
rÍedades¡ y ficciones antojadizas. índice

[ 3~ 1
CAPITULO SEGUNDO

LA LEY ETERNA

J ). Concepto de la ley Eterna.-T oda creación salida de la mano de


Dio~ ,de~ necesariamente tener un fin último, el cual no es sino el mismo
Dios, Bien y Perfección absolutos. Esta ordenación final de las creaturas
hacia Dios, existente en la inteligencia del Creador e .impuesta por su vo~
luntad y que es comunicada e intimada a ellas por su Divino Imperio, es lo
,que se' d~nomina': Ley E t e r n a . , '
Santo Tomás dá claramente la noción de ley el,~rna al decir: "Días es.
el autor de todo el Universo; todas las cosas son obra de su infinita sabi~
duria,: Hay;, pués, entre Dios y' el Universo, 'la misma pr<:furclón que entre
un artista Yf su obra de arte,. Es también el que rige ,tod~s las:acciones y
movimientos de ,cada upo de los seres que integran ese' Universo. Por Jo
tanto, así como la sabiduría ,'divina, en cuanto creadora de todas las cosas,
tiene razón de ,arte', de ejemplar, de idea, así esa misma sabiduría. en cuan-
to impulsora de todos los seres a sus respectivos fines, oibtiene el carácter
de ley. Según ésto, la ley eterna no será otra cosa, que la razón de la ·divina
sabiduría en cuanto dirige toda acci6n, todo., movimiento" (Som. Theol.
n q. 93 arto 1). y por "razón" ha de entenderse, según el mismo Santo
Tomás, la norma de le¡, Sabiduría divina ·decretada por la voluntad y for~
7Uulada por el Imperio divino (Som. Theol. I II q. 16 'arto 1). Ahora bien,
"ni el gobierno divino puede tener otro fin que Dios mismo, ni esa ley en
virtud de la cual gobierna al mundo, puede ser otra cosa distinta de Dios.
La ley etema por conSiguiente, comienza en Dios y termina en Dios" (Som.
TheoJ. In q. 91 arto 2). ..
.. Domingo Soto se expresa. en términos similares a "los del Doctor An~
.gélico : '<la ley eterna - dice Soto -.- no es otra cosa que la r:azón suprer-
ma de su sabiduría con que rige el mundo universó u (l) .
. ; Tal vez'difiera superficialmente de los anteriores., el. concepto que
Francisco Suárez tiene de la ley eterna; pués. éste se resi~nte' un poco de
la idea voluntarista que se obserya en tQda,su teoría: de la ley. Escribe Suá-
TeZ¡ "puede decirse bastante conveniente~ente,que la ley eterna es un de-
creto libre de 1<.\ vollJntad de Dios .que establece el orden que ha de guar-
darse. o en. gJ!n~aL por todas.las partes .del Univeraoenorden al bien- có~
'mún o inmediatamente conveniente a él por razón de todo el Universo

[ ~, 1
o, al menos, por razón. deJas especies singulares de El, o el que ha de ser
especialménte guardado por las creatur~s intelectuales en cuanto a las ope~
raCiones libres de ellas" (2). , . .
San ~stín" lJno. d~ los primeros en exponer sistemáticamente la no-
ción de ley eterna, da de ella la siguiente idea: "La ley eterna es la_~ón o
vg.J1Jll1aLdivina, ~$cribie.ndº _Jª--~el ~n n~k~t;9~~S y
prohibieno-la vrólación de ese mismo orden" (3)~ 'Cómo se puede ver, San
Agustín sintetiza en una sola definición los conceptQS un tanto dispares de
Santo Tomás y de Suárez; adoptando en este caso 1,lna 'posición intermedia
entre la tesis racionalista del contenido formal de .ia ley y la tesis volun-
tarista respecto del mismo. .
,Es desde todo punto de vista interesante, dar a conocer el pensamiento:
que sobre esta materia sustentaba .Cicerón, filósofo pagano, el cual por ser
romano era aj eno a la ley mosaica y a la revelación precristiana. Dice Cice-
rón en elegantes frases refiriéndose a lo que nosotros llamamos ley Eterna~
"el sentimiento de los más sabios ha sido que la ley no es en manera algu-
na una imaginación del' espíritu humano, ni una voluntad de los pueblos,
sino algo eterno, que debe regir el mundo entero por la sabidQría de las or-
denanzas y prohibiciones. Es ésto lo que les ha hecho decir, que esta pri-
mera y última leyera el espíritu de Dios cuya razón soberana obliga y ve-
da; y de aquí el carácter divino de esta ley dada por los dioses a la especie
humana; porque también ella p.o es sino el espíritu y la razón del sabio, ca-
paz de conducir y de apartar.:. Pero no es preciso ~reer que .... en 'general
todas las prohibiciones y prescripcicnes de los pueblos, tenga el poder de
acercar a las buenas acciones o de apartar de las, malas. Esta potestad tiene
más años que la vida de los pueblos y de .las ciudades; ella tiene la edad
de Di~s que conserva y rige el cielo y la tierra~' (4). .
Adaptando a la iey etel;'na la definición que dá de la ley Santo Tomás
y según la cual la leyes: una ordenación racional encaminada al Bien Co-
mún y promulgada por el que cuida de la comunidad, ValeIJilin expresa: la
hiy derna no solamente e.s una ordenación/de la razón divina, sino que'
tiene por opjeto el bien común, siendo el principio del orden universal, y.
es promulgada por el Legislador Supremo (5).
Es preciso hacer notar que las Ideas eterMS y la Ley ~terna: no son la
misma cosa, porque., laS 'primeras, representan las esencias. de las crea tu ras
posibles o r~ales" "los modelos arquetipos de la creación"; en cambio, la
segunda, ordena estas cre.aturas para que cumplan su fin último que es Dios.
Si se pudiera hablar 1eanterioridad en la eternidad ~ivina, podríamos de-
cir, si se nos permite a expresión, que las ideas divinas sop. .anteriores a la
ley eterna' y que ésta supone aquéllas. . -
Nos parece' del todQ inaceptable el concepto q'~ de ley eterna ¿á Del
Vecchio cuando dice que la ley eterna es: "la misma razón divina que gobierna
el mundo y la Voluntad de Dios comunicada pqr revelaci6n y que debe. ser
aceptada por la fé" (6). y no es aceptable. porque la ley eterna no se dá
a Conocer normalmente por :t:evelación alguna, comp veremos después;' ni
tampoco Ise puede decir de ella que es un dogma de fé, ya que se puede
concebir fácilmente por las vías de la razón, pués .. a nadie que tenga un
cop.cepto claro de lo que es Dios se 'le ocurriría pensar. que una vez c.reados.
los seres iban a quedar e'Xentos de la tuición divina y entregados a su pro-
pio capricho, sin importarles ·su qiusa primera y su fin último. Suponer tal
aberración es é\.bsurdo. . '. . ' .
-{\hora bien, la utilidad' de la ley eterna, como anota Santo Tomás no
reside -en que ella misma se oI.dene a un fin, sino en que ella váa orde~ar
por los medios adecuados, a tod8$ las cosas a sus fines; no. puede ella mis:
roa tender a un fin propio por 'cuanlo ella es Dios. mismo, su razón ordena- .

r 36 ]
¿ora" último fin de todas las cosas, de tal ~an~ra que Dios renegaría de su
esencia al procurar un fin que no fuese El (Som. Theol. 1 II q. 91 arto 1).
Resumiendo todos los conceptos expuestos sobre la ley eterna, podemos
decir, que eIJa es la "forma", en sentido escolástico, de las creaturas, en
euanto es el primer determinante y actuante de ellas, imprimi~ndoles la
ordenación nec.esaria- a sus fines.

2). Existencia de la Ley Eterna.-La existencia de una ley eterna ha.


sido combatida acerbamente por los júrístas positivistas, especialmente en
el pretencioso siglo XIX. Pero para comprobar su existenc~a basta enunciar
los siguientes argumentos:

a). A~gumento basado en la tradición mstQnca:-Es un hecho que to-


¿os los pueblos han ,I;onservado, ,más O menos puros, ciertos principios mo-
;raJes generales a través de su evolución, apareciendo como principios m.e-
tafísic"os, necesarios, inmutabtes y eternos. Sin duda alguna, ningún princi-
pio práctico nacido de la mente del hombre podría tener esta inmutabilidad,
pués, es claro que las circunstancias varían y bien podría suceder que lo qué
el hombre estimó bueno y útil en un momento dado podría llegar a ,conside-
:rarlo malo e inútil en otro instante y cambiar totalmente naturaleza de las la
'cosas, sin que nadie tuviera autoridad para oponerse, a ello, ya que el hom-
bre sería el único árbitro entre el, bien y el mal. Pero, la permamencia 'de cier-
tos principios generalísimos en el transcurso de la historia, nos está indicando
que la razón humana los juzga superiores a ella y. fijados en acto eterno,
necel?ario, libre yl eficaz de la razón divina, careciendo aquélla de potestad
para derogarlos ..

b). Argumento basado en el Amor de Dios a' sus cnaturas.-Dios ama


infinitamente la libertad del hombre, tanto es así que permite el mal; pero,
al mismo tiempo se ama a sí. mismo infinitamente. ya que de otto' modo.
dejaría de ser Dios, pués, no seria la Perfección y la Bondad absolutas, es--!
taria limitado y le faltaría aqueUo que amara. De tal manera, que amando
a la criatura, como obra suya y amando por sobre todo su propia divinidad.
n0 puede menos que desear que aquella se dirija libremente hacia El, prin-
cipio y fin de todas las cosas creadas. Ahora bien. el único medio que tiene la
criatura racional para alcanzar hasta Dios es la. observancia d~l orden mOnll.
De aquÍ, pués, que Dios desea con voluntad eterna y eficaz ver invañable=
'mente guarda.do y respetado el orden_mor~l, !2 qU~,~onstituye 'p~isamente_
la n9ción verdadera de ley eterna:-· .~-
;., .., _ ~ _ _ _ _ , __c-••, _ _ _....
~_""'- ... "'~ __ ~.
' ,
_____ , . ~~.~. • •• ~_ ,

e). Argumento basado en el Orden y en la Sabiduría de Dios.-Es ocio-


'50hacer consideraciones acerca del orden y la armonía que reina en el Unli~
verso, tanto' en las. criaturas racionales como en las irracionales; es de esta
idea del orden, que supone un supremo ordenador, de donde parten los
füósofos~juristas. para demostrar directamente la existencia.de laley eterna.
Así teneinos a ~an, Agustín que dice: "sie~do 'Dios el ,ordenador y pacificador .
del Universo, nada hay que es:ape a ~u. ordena<?ión, porque eHo e~u¡va\-dY'{a
a romper esa paz y esa armorua". Dommgo Soto, comentando a Santo To~
más en el pasaje ya citado (Som. Theoi. 1 n, q: 93 arto 1), prueba la exis~
tencia de la ley eterna en los siguie~t,es términos: "Dios, comO ~i. ~\ ~1"¡l'rter
hacedor de'. todas las cosas, .es tamblen el supremo gobernador de, todo; es'
así que en el artífice es necesario que exista primero la razón del orden de
las cosas que ha de hacer. que es el arte (tipo) o ejemplar:, y en el gober~
nadar también debe preexistir la razón de lo que se ha de hacer. que sea
como la regla y norma de todas las' cosas gobernadas. Y así como bl Y'a"J. b-n

[ 37 1
de la sabiduría, con. la cual crea topo, tiene razón. y nombre de arte y ejem-
plar'~ ideas, así t~.bién la razón d~ la sabiduría, qu~ todo lo ordena a sus
fines. lo dispone y lo empuja. tiene razón de ley. Luego no siendo la ley
otra cosa que el dict!imen de la razón práctica en el príncipe, con la cual
gobierná cuanto 'le está sujeto, resulta que !a ley eterna en' Dios no es otra
cosa -que la razón suprema de su sabiduría con que rige el mundo universo".
.
( 7) ... -.." . ,,- "
_#

Toda obra de arte es algo contÍp,gente, es decir, que no lleva en si


la razón' de su existencia, sino, que supone un artista, autor de ella. De:",
igual manera, las criaturas racio,nales o irra~onales no llevan en sí la razón
dé' su existencia, no son causa de sí mistnas; lo que nos lleva a la condu-,
l510n de ,que .tiene que haber un ser increado, que sea la causa de ellas y
:que, a su vez, ~arezci¡l de caysa, es decir, que sea et~ Si es ve~dad,
RuC en una creación artiStica' cualquiera se--Teqtuere- autor, con cuánta
mayor razón lo requerirá la obra maravillosa y divinamente artística de
la creación universal. Pero, se podría decir, que si bi~ la criatura necesita
de una causa eficiente primera para exis~ir, ésto no implica que sea ne~
cesaria para la conservación. de la existencia; mas, no hay que olvidar,
que la conservación de la existeucia de las criaturas como tales no es sino
la creación proyectada en el tiempo y que sólo quien tiene potestad para
dar la vida puede conservarla o quitarla, pués, quien de la nada sacó a las
criaturas puede volverlas a ·ella. El hecho que los seres se conserven y
puedan progresar espi~itual y materialmente nos está indicando que la'
causa primera vela 'para' que subsista su obra y para que ella cumpla su
fin, !ya que es absurdo suponer qUe Dios vá a crear. algo sin que tenga
una finalidad específica; ahora bien, el fin de los seres creados por Dios
no puede ser otro que El ,mismo, como vimos, y el único medio que tienen
para lograrlo es s~_el _o~c!~n. mor~! y dirigiendo todos sus actos
y potencias hacia la consecución de su causa final. De aquí, pués, si Dios
desea, como no puede dejar de desearlo, que las 'criaturas cumplan su
fin, que es Dios mismo, no puede menos que desear e imponer la conser~
vación del medio que 11;1$ vá a conducir hacia El, o sea, la observancia del
recto orden moral en todas las cosas. En otros términos, té! ley eter~1!~_
la ordenación racional de Dios ve manda que se conserve el orden mo-_
ral para que ..Eue an así. to os los seres b tener cump idament;-'sü;- Iíü;;'--
--:- .COnceptos simdares a los emitidos aquí por nosotros, expori;;-La!l~
teI~in cuando afirma: "ya que nuestros actos honestos son los únicos que
realizan formalmente el fin supremo del orden creado, y que estos actos,
por. ser al mismo tiempo conformes a nuestra naturaleza, deben quedar
libres, Dios debe querer, con una voluntad fija e inmutable, que sus cria-
turas libres guarden su libertad, pero 'que no la ejerzan sino de una manera
honesta. Pero nuestros' actos hOQ,estos y libres no podrían ser tales sino
guardando inviolablemente el orden moral. Luego, Dios debe querer efi~
ctlZIDente que el orden moral sea inviolablemente guardado. Esta voluntad
~ diVina constitQYe la ley eterna" (8). . " _',' ..
Sin duda, puede ~bjetarse que no es' compatible 'con una ley eterna
la libertad de -la persona, ya que 'al estar ésta dirigida pecesariamente a
un fin no es libre para actuar. La solución estriba en saber distinguir la
necesidad física de la necesidad moral. Sí la ley actuase con necesidad fí~
sica l~ persona quedaría encadenada en sus mandatos; pero se trata de una
necesidad moral' del todo .compatible con la libertad. En su Obra: "Los
F dament95 ~~t~cos d,el. orden moral" Derisi Se hace cargo del pro~
un
blema. expresaIldo: "Dios no puede permitir que el fin de la creación
quéde abandonado al capricho de la criatura. Si, por otra 'parte. ha debido
qper~ la -libertad de. la ,criatura racional. como consecuencia de su volun~
tad de obl;ener de ella una glorificación fonual, ha debido i=ponerle su
fin y la norma consiguiente para 10grarlQ con S\1S. actos' hiI:manos. con una
necesidad compatible \Con aquella:. libertad psicológica, con; una' necesi~
dad moral, con u~a ley obligatoria" La eficaz ordenación del hombre a su
:6ltimo fin. realizada de acuerdo a su inte1igencia libre, no ha podido exis-
tir en Óios sino como ley moral" (9).
Partiendo de la idea del orden y gobierno del Universo, Santo Tomás
prueba la existencia de la ley eterna por el siguiente silogismo, desarrolla-
do por Suárez: "es 'necesario que en Dios misma haya alguna ley, que ésta
no puede ser sino la eterna. Se. suponé la menor, porque Dios es in.mutable.
y no puede sobrevenirle cosa nueva. La mayor es manifiesta, porque te-
niendo Dios providencia, se supone en El necesariamente cierta razón eter-
n~a práctica de' toda la disposición y gobierno del universo, según aquello
de Suecio (3 de Consolatione): O Tú qué gobiernas al mundo con razón
perpetua" ... ,Luego aquella razón eterna de Dios tiene verdadera razón' de
ley,~omo ,dijo Isidoro (2. Etimolog., o. -de lege): "Si la ley consiste en
rázón, será . ley todo aquello que consistie¿e en razón" (1 O) .
. Este silogismo tomista resume todtl lo dicho en este acápite y deja es-,
tablecido que no puede haber orden moral sin ordenador, ni providencia
sin 'providente, ni gobierno sin gobernante; y si no hay orden moral ni pro-
vidente qU:e vigile ni' goberna:nte ~ es la anarquía, e~ el desorden moral, es
la muerte de los espíritus, 'e~ el t~onchamiento de la ·misión sobrenatural
de la persona.

3 ) .. Sentidos en guese considera eterna esta ley.-Podemos decir eterna


~a esta -ley 'en' irés. sentidos:
en cuanto a su origen, en cuanto a su inmuta~
bilidad ,yen cuanto a su vigencia.

a). En cuanto a su origen.-En la ley eterna se pueden distinguir dos


estados: uno, como descrita en la mente de Dios, y otro, como exterior~
,mente impuesta a. los súbditos.
En el primer· estado, la ley está ~otencialida4 y por consiguiente
ti,ene la misma «<!ernidad de las Ideas ,divinas. Pués bien. del hecho que la,
ley sea eterna se. d_educe que no tiene causa, "porque siendo el mismo Di9s"
.110 tiene causa, sino a lo sumo, puede tener razón, o porque la divina vo-
luntad es la razón principal de la ley divina (según' esta tesis vciluntarista) ~
en cuanto está en Dios desde la eternidad, o pprque la divina sabiduría
puede decirse razón de la justÍsima voluntad de El. en la cual está la di-
,caeia ~e esta ley" (11). D~ tal manera, que todos los actos que constitu~
yen, la ley eterna, como todo a'cto' de Dios, están en El desde toda ia eter-
nidad e identificados con su mismo. único A~to puro substancial (Som.
TheQ1. I II q. 33 arto 1). Por ot,:a parte, si, lo que Dios ejecuta en el tiem-
po no estuvies.e dec;retadp desd~ toda eterIlÍdad, Stl Ser no sería: inmutable"
;ya que cada nuevo acto sería un cambi(). Qe modo, que si Dios ha decre-
tfido crear lo ha hec~o con voluntad, et~rI1a y esta creación h~ sido dirigi-
4"', eternamente por una ordenaci6n de la Inteli&,encia Divina, por la cual
las criaturas son, impulsadas a su último fin. .
" Santo T ~lll:a~ d~. Aqui~o ?,:iponé~st~s~ prj!lcipiOs, con la precisibn qq.e
le es caractenshca, en los sigUientes termmos: "La ley no es sino el dictá-
men ~e la razóJ;l práctica en el príIlt;ipe q~~, gobiern!l un", .colnl,lnidad per~
fe~ta:. Es emper? manifiesto" supuesto que el munc!<>:- se : dirige por la Di-
vjn~, Proyid~,:!ncia, que toda. la c.omunidad¡ d~l. u,njv~r$o , se: goqierna por la
razón tlivina. p'or l() cua,l. esa mis;Dla r~6~ d~ gohierno ,de lás cosasell¡ Dios
e·omo.~XÍst~~te en el,prín~ipe delun~ver$()' t¡éD'~'~aió,~' qe"l~y.:. y p'orqu~
la razon dnilna nada conCibe, en el tiempo sin~. q"-e, lo. tie;he cqncebido ab

[ 39 ]
aeterno, de aquí, se sigue que es necesario llamar eterna a semejante ley"
(Som. Theo!. I 11 q. 91 arto 2).
Cíceron, también se refiere muy elocuentemente a la eternidad de es~
. ta l~y y, aunque usa nombres paganos, no por eso deja de expresar acer~
,tadamente el verdadero origen y contenido de la ley eterna, dice: "existía
ya una razón, emanada de la naturaleza de las cosas, que impele al .bien,
que aparta del delito: ésta no comienza, en manera alguna, a ser ley sólo
desde el día en que' ha sido escrita, sino desde el día en que eUa· ha naci!.
do; es así que, ella es co'ntemporánea a la inteligencia divina. Luego, la
ley verdadera y primitiva teniendo, facultad para ordenar y prohibir, es
la recta razón del supremo Júpiter" (12). Cicerón habla del día en que
la ley eterna ha sido escrita, porque se está refiriendo a la ley eterna en
cuanto ordenadora de las creaturas racionales, las cuales la llevan escrita
en sus corazones, según el decir de 'San Pablo, y que pasa a Ilam~rse en~
tonces: Ley Natural.
Pero 'si bien, en cuanto a su origen, en cuanto existente en Dios, ¡!e
puede decir que ¡esta leyes eterna, en el otro estado en que puede consi)
'derárnele, o sea, como ordenadora de las criaturas, no goza de la misma
eternidad, su efecto lo obtiene en' el tiempo. En verdad, "la ley eterna no
es sino la norma con que la'divina Sabiduría dirige las criatums a su últiJ
mo fiñ, norma que, aunque existente en Dios desde toda la eternidad, obJ
tiene su efecto en el tiempo con la aparición de las criaturas" (13). Esta
ley, en realidad, mientras permanece en la. mente de Dios, es' sólo potenJ
cia, posibilidad de ser; mas, para pasar a acto, al set, es preciso que Dios
libremente proceda a lacreacÍón de los seres racionales a quienes esta ley
vá' a regir, y sólo desde este momento se puede decir, en sentido estricto,
que la ley eterna exi'ste, que ha llegado a ser ley absoluta y efectiva. De
'modo que según ésto, la ley eterna tendría un origen o principio preciso:
la creación, desde la cual comenzaría a regir; lo que equivale a decir que
en este sentido es temporal y no eterna. Por otra parte, la leyes un vrnculo
de relación de un superior con un inferior, y como antes de la creación no
existía inferior, luego, no existÍa el sujeto al cual regir y, por lo tanto, no
hab::a ley propiamente tal.
Vásquez de Mella abarcando estos dos estados en que la ley eterna pueJ
da concebirse, a saber: en la mente de Dios y rigiendo a las criaturas, defiJ
nió a la ley eterna, en Uno de, sus extraordinarios discursos, como: "plan
universal preexistente en la mente divina y realizado en el tiempo por .me~
dio de .la creación" (14).

b). ~ .;uanto a su inmutabilidad.-La ley eterna es tal no sólo porque


~o tuvo origt:n, siendo como es Diol> mismo, sino que, también, porque per-
Wl.mece, ~tempre la misma, inmutable. Domingo Soto dice al respecto: "y si
preguntáis si precillamente ... se llama eterna porque ni tuvo principio ni ha
d.~ t.ener fiW\-. respóndese que no por eso solamente, sino más bien porque
no lOe Muda por nada ni está sujeta a variedad alguna, sino que así como en
l:;as cosa':. 'fIat\l.rales el primer motor, que es inmutable, es causa de los mO J
vimit~IlS 'mu't distantes de él, ~sí la ley eterna, permaneciendo estable, es
~ &\)S_ de. ~"'Q. s.e muden las leyes de los mortales según su condición variaJ
blo.· .(4S) ,
" ' Es TbSIC.O desde todo punto de vista que la ley eterna sea inmutable,
por éu.lHltO. 1<1 voluntad y el pensamiento de Dios es uno e invariable eter~
l"I~m~Yl1e.. COYl'liic!é....~e además, que para El sólo existe el presente, dado
f41.l~ QS AcTo p~V'or perpetua actuaci6n, y que lo que concibió su razón no
plke.dq, 'i'r}v dQrs ~ '~"'~uQ. tlO se pueden presentar circunstancias o hechos no
~r"'1¡,.tt)\ 1')~)'Y¡ "ií¡,í<q),n el pensamiento di-v:: 0, pués, Dios ha previsto tOJ

[ 40 J
do eternamente con su sabiduría infinita. Pensar que Dios puede rectificar
o modificar sus designios, es no entender nada de la esencia divina.·
No creo que sea ésta la oportunidad de refutar la vulgar y J;>urda obje~
eión que se hace a la inmutabilidad, de los designios de Dios, al presen~ar
al milagro coma' una enmienda o una contradicción de la sapiencia divina,
por lo demás. de io que hemos dicho se, puede deducir la respuesta a esta
argumentación.

c). En cuanto a su vigencia.-Ya expresaba Domingo Soto, en' el pá-


rrafo anteriormente citado, que la ley eterna no "ha de tener fin". o sea,
'que en cuanto a su vigencia; o más bien a su derogación, es eterna. La ley
leterna regirá mientras' haya criaturas ql,le deban cumplir un fin, ya sea co-
mo mortales o inmortales, en el mundo o en la contemplación divina; "no
acabará mientras existan criaturas, . rá siempre <:;5to que Dios ~
, Ignjl..,pg,L!3!l ~racl~_iÍ!til:}i~r..J?-ªJ.t!~Ü~,~~~uc asdeel~as9-_~,~._~nmo..r~.__
taGdad" (f 6) . .'

4). Qué acto ~ª e~_J?i~JiL~ Etern~.-,-Respecto a este punto ?e pre-


sentan dOSdificultades, a'
saber, si fa~leY-ete'rna es un acto libre o necesario
,en Dios, y si es' un acto del entendimiento o' de la voluntad divina.

a)t Es un a~o ~.~Suárez afirma, y con I:azón, que la ley eterna es


un acto .libre, en Dios, "pués, la,. ley eterné). tiene 'por materia lag-obr~ -de
Dios al exterior; pués, manda que se guarde el órden natural y prohibe in-
vertirlo; mas, el orden ¡{~~ural no ~stá sin~ en la~ cosas creadas; luego, así
cómo estas9bras S011 \ l~bTes, así también .la ley eterna enVuélve una r,elación
libre ... Y po'; esta raz6n, áún en'la ley eterna, es verdadero lo que arriba di-
jimos, que ninguna ley, corno tal, 'es absolutamente necesaria, porque tam~
bién la ley eterna, en cuanto es libre, no' es absolutamente necesaria. Ni re-
pugna ésto a su eternidad, porque también algo libre dentr~ de Dios puede
ser' eterno. Ni tepugna- a su inmutabilidad, porque los' decretos libres tam-
bién son inL?utables" (1])'. .

b). ¿ Es un ac~oSacion!!...o voljj;iv9?--Esta es una de las cuestiones que


ha suscitado mayor polémica entre los teólogos-juristas, ya que la solución
que se le dé tiene una ,importancia fundamental en el estudio posterior- de
la ley. Nosotros haremos. el análisis detallado de esta cuestiÓn en páginas
venideras. Por ahora' diremos solamente que ante este problema la escolás"
tica antigua se pronunció por la tesis intelectu'alista, sosteniendo que la ley
eterna es un acto del intelecto de Dios, independient~ de la' voluntad del
lni~mo. Esta tesis fué combatida por Duns $coto, qitien vé en el intelectua-
lismo, induso en él moderado, una limi'tación a la omnipotencia divina que·
, ' l '
no secompade~e con el concepto de Dios, según lo expresa Recasens (1 8) .
A nuestro modo de ver, Santo Tomás de Aquino, no obstante no ser re-
presentante de la escolástica' antigua y a pesar de que Recasens lo coloca
dentro de Jos partidários del intelectualismo moderado, del cual hahlare-
mos después, puede ser ubicado dentro de los sost;enedores de esta. tesis
intelectualista. En' efecto, Santo TomáS define la ley eterna diCiendo que- es:
"la razón de la .divina' sabiduría en cuanto dirige toda accíórl.' tod~' movi-
miento" (Som. "I:heol. 1 1I q. 93 arto 1). Del mis~o pensamiento es Do-
mingo Soto, cuya noción de la ley eterna transcribimos en el rugar corres-
pondiente: Venancio Carro, en su pequeña, e interesante Obra: "Domingo
.sólo y el D~ho de. Gentes", comentando estas definiciones de Santo 'T0-
el'
más y de Soto, que en fondósoníguales, 'expresa: "Esa ley eterná no es
[ 4' )
~~ q?:9 1,1\ r~z.ó~, divin,ll. K?E.c;,~nánd?,,~pi~l;}~í~hn~l1.ll.te,,~l unive.r.so. Nó~ese
como S~to T<?m~!!. tctl:f, qt,uen. ~l~ l~~Y l~ pi\laQxas), con nu~stros teolo~
~c;>;tiuli~!~~! no l;.~?.ra,n d y . Yol~}},t~d.., ~Xip:!i, ~in.9 de. raz.ón . d.ivina. lnte!ec~
t'l;Ia:ies slénipre~ sú.s~rae~, el orden, la, ley, el Derecho, la justicia, de los tue~
roíi'ck la "lToluntacl... Dios no C?bra por capricho .. Pudo crear o no crear;
pero'-'$uiiueSi:á'la voluntici de crear, Dios.no pudo negar a las cosas lo que
htañe á su 'e8encia:~ N';' se' olvide que las esencias de las cosas no de-
penden de la voluntad de Dios, en buena teoría tomista" (19). Aquí se
~ay~ la solución a la ol:>ieciqn formulada por Duns Scouo, en el sentido de
, que no hacer depender la ley eterna de la voluntad divina es desconocer la
otit.nipotenCia de Dios, pués, como ap4nta Carro, la esencia de las cosas, o
sea, 'lo que hace que una cosa sea lo que es y no ot'ni., no puede ser alterado
ni por la voluntad omnipotente de Dios, porque ello significaría destruÍ! una
cosa y crear otra. 'San Isidoro de Sevilla es del mismo parecer, pués dice:
"Si la ley consiste en razón, será la ley todo aquello que consistiese en ra-
zón" (20). "
Modificando esta doctrina intelectualista pura, Francisco Suárez dá in~
tervención en la génesis de la ley eterna a la voluntad divina. Dice textual~
mente Suáre¡?:: "la ley eterna incluye necesariamente o pide un acto de vo~
lllIltad divina; porque la libertad, aún de Dios, está en la voluntad divina.
pero, la ley eterna es un acto libre en Dios; luego, incluye voluntad" (21).
Efectivamente, la ley eterna es un acto libre, como vimos en el párrafo an~
terior. pero en el sentido que no es absolutamente necesaria, ya que para
que la ley sea útil y tenga alguna razón de ser, es previo que existan las
criaturas; pués bien, no siendO necesaria la existencia de éstas, tampoco
puede serIa ,la de la ley aestinada a regirlas, por cuanto carecería de suje~
tós. De tal manera, que Dios es, libre para cre~r O.rro crear las criaturas, co~
mo veíamos, pero supuesta la creación de éstas, Dios no es libre para obli~
gar a los seres a actuar 'en desacuerdo con sus esencias; ésto si que imp'li~
carÍa una contradicción 'en Dips desde toclo punto de vista inaceptable. Las
cosas existentes van a obrar o, por lo menos, deben hacerlo en conformi~
dad a sus esencias y el fin específico de cada una de ellas depende de· su
esencia particular, el cual no puede ser trocado ni por Dios mismo.
Pero, Suárez más adelante explaya su pensa~'lÍento y reduce en gran
parte el carácter volitivo' que, como dijimos, le asignaba a la ley eterna. El
Doctor Eximio expresa en sus propias palabras: "1\1entalmente pueden con~
siderarse en Dios tres actos, en lo que a la presente materia se refiere. Pri~
mero, acto, del entendimiento que conoce el orden que ha de haber en las
coSas.' Segundo, aétode hi'voluntad que impone este orden. Tercero, olro
acto del entendimiento, consistente en el conociíniento del acto de la vo~
luntadque impuso dicho orden,' y en este último acto consiste la ley eterna
en cuanto es puesta en el entendimiento... no puede negarse que aquel de~
creto de la voluntad sea como el alma y la virtud de esta ley, de la cual des~
ciende toda fuerza o de obligar o de constreñir y obligar eficazmente; no
obstante, supuesto aquel decreto, puede entenderse en la -mente de Dios el
conocimiento de dicho decreto, que sigue a él, y que por razón de él ya
juzga - determinadamente el entendimiento divino qué modo se ha de tener
en la gobernaCión de las cosas, y así preconcebir en sí la ley que ha de ser
prescrita asu tiempo a
cada cosa" (22).. Como se puede ver, para Suárez
tanto el acto, intelectual como el volitivo son necesarios para la existencia
de la le)'; pero lo que la constituye inmediatamente es el acto de voluntad
de Dids l e g i s l a d o r . . '
San Agustín tiene una posición intermedia a estas dos doctrinas al de~
cir qu~': "la ley' eterna es)aJazón divina o la voluntád de Dios que manda
guardar el ord.en nafural y prohibe que se perturbe" (23).

[ 4:2 ]
Reconociendo 10 discutible de esta maferia y la autoridad de la opi'-
nión de Suárez, creemos no obstante. que la razón está de parte de Santo
T amás y de los que le siguen, quienes sostienen el carácter esencialmente
racional de toda ley, yen este caso. de la ley eterna, en virtud 'de. las con-
sideraciones hechas al tratar esta tesis en particular y las que agregaremos
cuando se hable con más detenimiento ,de esta cuestión al estudiar fa ley
Natural y la ley Civil.
5. Sere$ y Actos regidos por la ley Etet'l)a.-Estudiaremos aquí la ley
eterna ehrclacióñCon tres claSes de seres y de actos; el. ~aber:
a). La ley eterna en relación con lo necesario y lo etemo.-Es' fácil
comprender que Dios y sus actos no están sometidos a la ley eterna por múl-
tiples razones. Desde luego, mientras la ley eterna está sólo en Dios, en su
mente, es solamente una ordenación de la razón divina en potencia, es ló-
gjco entonces que no puede regir las acciones divinas, porque no ha: pasado
de la potencialidad a la actualidad.
San Anselmo tratando de esta materia dice: Dios es del todo libre de
ley, y aSÍ, que lo que quiere es justo y conveniente; y que aquello que es
injusto e inconveniente no cabe en su, voluntad, no por ley, sino porque no
pertenece a su libertad (24). ' , "
Adeniás, la ley implica relaciones de dependencia de inferior a supe-
rior; pués bien, "Dios no tiene superior .ni puedé obligarse a sí mismo pOI:
modo de pre,cepto y ley, porque no es superior a sí mismo", como expone
Suárez ( 2 5 ) • ,
Por otra parte, Dios sólo puede' querer lo que contiene la razón de su
sabiduría divina, la cual, anota el mismo Suarez, es ciertamente como IéI ley
de la justicia, según la cual su voluntad'es recta y justa, como no poc\ía me-'
íloS de serlo, ya que es la Perfección absoluta y- la primera regla de' bondad
moral. De 'tal manera, que Diqs es ley, para sí, por naturaleza intrínseca, no
por coacción legal, ya que de lo contrario perdería su carácter divino e in-
finito. '
Además, es lógico pensar que Dios al constituÍr la ley etern~ d~tinada
a' dirigir a las criaturas hacia sus fines, lo hiciera atendiendo a éstas y a sus
fines; mas, no como una ley propia, porque ésto es absurdo incluso'en la
esfera de la ley, humana; na4ie legisla únicamente para sí mismo.
Sa,nto '1"ómás hablando, concisamente, como acostumbra, dice a este'
, respecto: "Todo aquello que pertenece a la esencia o naturaleza d~vina, no
cae bajo la ley eterna, porque constituye y es esa misma ley" (Som. Theol.
1 II q. 93 arto 4). .
Si bien háy unanimidad de· pare~eres para juzgar que Dios y sus actos
no están sometidos a'la ley eterna, porque El mismo es la ley eterna; esta
unanimidad desaparece cuando' se trata de saber si las demás cosas nece-
sarias, que no son Dios, están o no sometidas a la ley eterna. En efecto, el
Doctor Angélico enseña: "Las cosas necesarias no pueden menos de ser lo
que son. No preci~an, pués, ni cabe en ellas cohibición o represión alguna.
Y, sin embargo, la ley tiene ese fin: cohibir, apartara} homhre del mal. De
donde se sigue que lo necesario carece de ley'" (Som. Thepl. 1 :1I q. ,93 arto
4). Domingo Soto, por su parte, se, expresa de diferente modo, dice: ."To-
das las cosas necesarias, fuera de Dios' y de sus atributos, están bajo la ley
eterna. Las cosas necesarias, a saber. los elementos' y los cielos se sujefan a
la disposición de la léy eterna; y también, enseñado por la naturaleza, lo a¡~
canzó Aristóteles (2. Metaphys. texto 4 Lib. 5); donde dice que hay causa
de las cosas eternas; y en el libro 12 de 10s- Metafísicos (text. 24). donde
dice que la causa primera es causa de todas las demás; y en el 'octavo d~

[ 43 ]
los físicos, donde pone, un primer motqr, del cual, dependen todos, no, sólo
¡en el mover y en el obrar, sino también en el ser. Porque las cosas necesa-
rlag no se llaman tales, porque no tienen causa, s,ino porque de su ,natura-
leza proceden de una causa' necesaria de tal manera que son de suyo inco~
'rrttptibles" como los ángeles y los ciel()s" ,(26).
Por nuestra parte hemos expresado reiteradamctnte, que la ley eterna
es la razón de la divina sabid\,uía en cuanto di.rigc toda aCClOn, cualquiera
,que sea la Cosa de que se trate y p,or ~onsig'uieQte cualquiera que sea su fin
inmediato, ya que el- fin mediato es igual, en todas: Dios; de modo, que la
ley eterna no es otra cosa que Dios dirigiendo a lo que ha nacido de El ne-
cesariamente y a lo que' El ha creado libremente; porque aún lo necesario,
como señala Soto, ha tenido su origen en la e,ausa Primera, en Dios, por
cuanto no puede haber nada que no tenga su antecedente en Dios. Ahora
bien, 'lo' que arranca necesariamente de Dios, no por esto vá a quedar fuera
de su órbita y a erigirse en algo independiente de, su causa primera, e'n otro
Dios, sino que deberá "tender a la mayor gloria de Este, pués, ese ,es su fin.
cumpliecdode este modo con la .ley eterna; el que cumpla con la ley eterna
de ,una manera n!'!cesari'a no significa que esté exento de ella, sino muy por
el contrário, significa que no puede desviarse de ella. En otras pala.bras:
todo tiene su origen primero y su fin último en Dios. incluso lo nece-.rio;
ahora bicQ, el dirigirse. rectamente hacia el fin último, Dios, significa respe~
tar la ley eterna constituída por Este mismo para obtener que sus criaturas
lleguen a su seno y le den la glorificación debida; el que, pueda existir algo
que necesariamente respete esta ley eterna, quiere decir únicamente que es~
tará en una situación privilegiada respecto de aquellos seres libres que pue-
den violarla y no cumplir, en consecuencia, COJ;1 su fin último.

b). La ley Eterna en relación con los seres racionales y sus ados.-La
ley eterna produce sus efectos temporales cqn la creación de las criaturas
e induciendo a éstas a la consecución de su fin medianl;e inclinaciones y mo-
,vimientos de su natl,lraleza. De modo que se puede decir: "La naturaleza o
movimiento del ser creado no es sino la parti~ipación temporal por parte
de la criatura de la ley eterna, que, impresa en su ser, la dirige a su fin"
(27)., Por consiguiente, según sea la na~raleza de la criatura, será, la forma
en que Dios la ordenará al último fin mediante la ley eterna; en los seres
irracionales esta ordenacÍón será "pasiva y ciegamente" y eJ;1 los racionales
"activa y concientemente", según términos de Santo Tomás (Som. TheoI.
1 II q. 93 arts. 5 y 6). .
No obstante, que la ley eterna ontena todas las cosas creadas a su fin,
en sentido estricto se puede decir que sólo la criatura racional participa de
la ley eterna, y de este modo se restringe el concepto de la ley eterna pa-
sando a ser: "la norma y decretos divinos respecto,al orden moral recibidos
j>~ lc>s ¿i~támenes de la razón humana" (28). San Agustín en su definición,
citada en páginas anteriores, toma a la ley eterna en este sentido.
\'eru. la ley eterna no ordena únicamente los actos específicamente hu-
man03, I'?oductos de la razón y la libertad; sino también los actos de las fa-
cuH .des :T!feriores sometid~ a las superiores, ya que el hombre en su inte-
gridad 'deb~ cumplir su fin específico asignado por Dios. ,
<T,od:¡.s ias acciones morales caen, de alguna manera\ en la ley eterna,
y••~e.e\ qve ella mande la ejecución o algún modo particular de obrar, o pro-
í, ", (: '" sí, pués, como dice Suárez, no hay obra buena alguna que no
" ¡. ,,', ',,',",: '",~-: cc;tno ;n1l;lndante. }:.n cuanto aJos actos indiferentes.
~1tIlQ.n ~ sometidos a la ley eterna, ya que como expresa Santo Tomás,
I '. : ¡", ,: • "', indiferente en el individuo; lo que es lógico;
POC"'\\ut .sl Dios no puede crear nada que no tenga su fin en El m;smo~ el
[ 44 )
hombre al tener por último';fin a Dios debe actuar y referir todos sus actos
a ese fin. Además, no sólo ~as acciónes libres están sujetas,a la ley eterna",
sino que con mayor razón, aquellas acciones que las criaturas intelectualeS.-
obran por natural neces~dad. v. gr. alimentación. etc., o aquellas accio~es
que Dios ejecuta por intermedio de eUas sin la libre cooperación de las cna~
turas como ser: crearlas, premiarlas, castigarlas, etc.'
, Santo Tomás, fundamentando esta sujeción del hombre a la ley eterna.
expresa,: "La criatura racional se encuentra sometida a la ley eterna por ?o-
ble título: por cuanto conoce de algún modo.esa ley, y por cuanto lleva lm J

presa en su misma naturaleza Ulla natura1 propensión hacia aquello que ~ la


ley eterna ordena: "Nacidos ~onlOS -'-' dice l,\ristóteles - propensos ;;t. la
virlud (2. Morale )" (Som. Theol. 1 II q. 93 arto 6). '. '
En consecuencia, tanto por el conocimiento de la ley eterna, del cual
hablaremos después" como por esta propensión al bie~ en 'los actos libres.
de que nos habla Aristóteles" las acciones humanas están sometidas a la ley
eterna. Pero, no hay que olvidar, que el hombre en su obrar está sujeto a la
ley eterna por el solo hecho de ser criatura, ya que todo lo creado está or J

denado por ella. '


Como se comprenderá, la respónsabilidad del hombre ante la ley eter-
na arranca precisamente de que, teniéndola inscrita en su propia naturaleza.
tiende naturalmente a la virtud y puede distinguir el bien del 'mal, dotado
como está, de nizóri para conocer la ley y de conciencia para. sentirla; pero,
Itodo esto, no es o,bst(tculo para que gozando de su libertad sea dueño de
observarla o de infringirla. Es verdad, que hay muchas circu~stancias que
pueden obscurecer a la perSOI:1a el conocimiento de la ley eterna. .
y no se diga, como afirman algunos, que suponer' libre al hombre )'
sujeto a la ley eterna es una, contradicción. Realmente no vislumbramos con-
trasentido 'alguno: p'orque el hombre, para 'considerársele en esta categoría
de las cosas creadas (debe o no d'ebe actuar en armonía con su naturaleza
radonan (debe ono debe obrar. el bien y abstenerse del ma)?' (debe o no
debe' propender a su fiIiúltimo I 'Sólo se ,necesita criterio limpio y pureza
de conciencia para dárse cuenta que es preciso actuar de acuerdo con la na-
turaleza racional, ql,le induce al bien e inhibe del méll, Y que procediendo
de este modo el hombre logrará su último fin. Y preguntamos ahora (Qué
<:osa es la ley eterna sino aquello que nos i;mpulsa al bien para. que logremos
~estra, plenitud ontológica al 'alcanzar nüestro último fin ~ (O es que el
boml?re por ser libl'e debe~ renegar de su naturaleza racional y descender de
II cúspide de la creación terrc::na a lós grados m¡Ís bajos de ellal (O es que
el hom.bre por ser libre debe vivir en permanente delito y vicio I .(Es esa
"!v-so la libertad racional que tantodefienqen los cobardes de todos los
¡empos, impotentes de sobrellevar una dignidad humana que nunca mere J

jeron? Si es esa:; preferimos las "cadeqas" de la ley eterna que conducen


.1 hombr~ por ,el camino de la razón y' de la virtud, para que dé este' modo
:ueda llegar un día a su verdadero destino trascendente. '
'. Para finalizar, 'hemos de observar, que la ley eterna no sólo ordena a las
,.?:;!y;ras en ,la consecución de su fin por medios~naturales, sino que, támbié. n,
'lIS ordenara en su estado sobrenatural, Fernández Alvar, ~-eomentantloa
5anto Tomás, dice al respeCto·: "Si, p'ués, todo~ los movimientos y la -a~
ñdad toda de las criaturas inteligentes y.libres obedece a la ley etern;, "al
;enecer, que es cuando consiguen su centro de perpetua quietud - bienaven-
:uranza o condenación permanecerán en ese·.centro por' virtud de 'esa
n¡'sma leY" (29).

. c). La ley Eterna en relación con las cosas inanimadas, con los irraclo-
1'0 creado está sometido a la:
~ tales y sus ados.-,-Si bien es cierto, que todo

1 45 1
ley eterna, lo que c~rrobora San Agustín cuando dice: "Nada se sustrae de
las leyes del sumo ordenador y cn'!ador por el cual es administrada la paz
c'!el universq" (30); no lo es menos, que la ley ~terna, como ordenadora de
las cosas inanimadas e irrac!on¡;tles, es ley en un sentido más bien metafóri-
co que real; igualmente la sujeción de estas cosas a ella sólo latamente se
puede decir que es la obediencia del súbdito al superior, porque más bien
«:11 ciérta necesidad natural.
Las cosas inanimadas y los seres irracionales no pueden distinguir por
sí mismos la ley eterna, para que una vez que la conocieren la siguieren, por
cuanto carecen de raZón y de conciencia para ello. Pero, a pesar de esto.
hay algO que reemplaza a la razón en los irracionales que les permite, no
.obstante no conocer la ley eterna, proceder de acuerdo con ella y dirigirse
a sus fines particulares, "ese algo es el instinto; es la fuerza oculta que, pre-
$idiendo a la ejecución de las leyes ~aturales, gobierna de un modo seguro
e infalible a todos los seres orgánicos e inorgánicos, desprovistos de inteli-
gencia" (3 1 ) .
Tal vf!z en rela<;ión con las cosas. inanimadas e irracionales tenga ma-
yores posibilidades de ser cierta la tesis intelectualista-volitiva del origen de
la'ley, sostenida por Suárez, que en el caso de la ley eterna ordenadora de
los s.eres racionales. Dice Suárez textualmente: "en cuanto se dice que man-
d,a Dios a las cosas que carecen de entendimiento, no les manda próxima e
inmediatamente .por el entendimiento, sino, por la voluntad, porque no les
,manda hablando, sino obrando; pero más . inmediatamente obra por la vo-
luntad que por el enteÍldimi~nto .. ,; luego, la ley eterna, en cuanto versa
acerca dé estas cosas inf~riores, entiéndese rectamente que está en la volun-
tad de Dios que ordena dar auna cosa tal naturaleza, inclinación, sitio, etc."
(32). Como dijimos en el mOIIlento oporhmo. Djos es libre para crear o
no cre~. p~ro una vez_creada una cosa, asignándole por un acto de la ra-
zón divina u~a esencia determinada, la \[oluntad de Dios no puede dirigir
esa cosa haci~su fi~ delln modo. diferente al que corresponda de acuetqo
con la eliencia de ella; de tal modo, que el instinto o cualquiera otra fuerza
debe estar de acuerdo cO}:lla esencia de la cosa y la voluntad de Dios debe
Ieápetar esta esencia.

6). PLomulgación de la ley Eterna.-Toda ley para que sea obligatoria


dehe, ser~onocida por aquellos cuyas acciones vá a regir, y para que pueda
conocers~ ha debido ser promulgada.
La ley et~rl1anoescapa a· estos principios, y aunque ya hemos hecho
. :m.ención al conocimiento
- .
que,
- el
_. hombre" tiene a. pueda tener de ella, trata-
remos ahora de la proIIlu~gación mA,'J detenidamente.
'. Es preciso notar que sólo el hombre puede tener conocimiento de I~
ley ~tern~, pués. la!) !=osa.,s .iné!llimad~ . y. lo§ .s~res irracionales obedecen cie-
ga e instintivamente· sus mandatos. sin tener facultades ni medios para apre-
henderla.
Tratando de l~ promulgé;l.ción <le la ley eterna Santo Tomás expresa:
"de do~maneras púede llevarse a caho la promulgación de una ley: de pa-
labra y por e~crit<>.. Por lo Que a Pios se reJiere, de uno y otra modo se rea-'
1~ l~ proJI?ulgación de la ley eterna; porque eterna es la; divina palabra (el
Verbo diviop); y et~ma t<;lmbi~q la escritura del libro de la vida. Por par-
t~ de la c~iatura es imposible toda promulgación eterna" (Som. Theol. 1 II
Q. 91 árt. 1).
Coni~ se cOIIlprenderá, de ·parte de las criaturas no puede haber pro-
mulgación eterna; en efecto, el h~cho que las criaturas preconocidas tengan
un_a. ~xi.!lt~l\cia.obi~tiY~~l1_J?, ~teTl)iº,ªd,~9 basta !,~r~ que de parte de ell~s
te)Jgá: -lugar una prom!1h~'a~otl .eterna.iSlno que urucamente se puede decu
qUt: iiól~ de part~ de Dios ha podido ser con9titu~da eternamente una ley por
la cual habrían de ser ordenadas las posibles criaturas. Por otra parte, Santo
Tomás opina: que no es de la esencia de la ley eterna la promulgación en
acto a los súbditos desde la eternidad, sino que hasta que haya sido cqnsti-
tuída por el legislador para que rija asu tiempo, cuando las criaturas de
posibles pasen a actuales; es decir, que la ley eterna se juzg1.'l: vigente y per-
fecta por el, hecho de hacerse estable en' la mente del legislador, haciendo
con esto excepción a las otras leyes que para que entrenen vigencia reqúi~;
ren de pú;mulgación conocida por los 'súbditos.' La razón de esta particula-
ridad de la ley eterna es lógica, porque el pensamiento y el mandato de
,Dios es eterno' e inmutable y vá a regir, cuando' las criaturas sean creadas.
sin variación alguna; además, no se podía notificar la ley eterna a criaturas
.inexistentes. De todo lo anterior se cJ.esprende, que no es necesaria otra pró~'
mulg~cíón; 'pero, como observa Suárez,"ordinariamente no obliga Dios a
los h~mbres por la ley ,eterna sino mediante alguna .otra ley exterior que sea'
participación' y significación de ella; y así, cuando las otras leyes son pro-
mulgadas a los hombres, promúlgase al exterior la misma ley eterna; y, por
tanto, en ella en cuanto es eterna no ha lugar la promulgación pro'pia" (33).

7). ~Q!;;.i~nJ_9_.ge la ley Eterna.-La ley eterna puede ser conocida


en sí misma o por sus efectos, s~endo el efecto un reflejo, una semejanza de
la causa, al decir del Doctor Angélico.
Sólo pueden tener conocimiento de la ley eterna en sí misma: Dios, los
Angeles y los bienaventurados, .éstos últimos por el hecho mismo de ver y
contemplar cara a cara la esencia' misma de Dios, ya qUe la ley eterna ~e
identifica eón la sabiduría divina, quedando, en consecuencia, comprendida
dentro de la esencia de Dios. Luego, los bienaventurados que intuyen la
ley divina eterna, soiI gobernados por ella como por ley propia a su estado ..
Pero sí bien es cierto, que la ley eterna no puede ser conocida en sí mis~
ma por los viádores, o' sea, por las criaturas racionales que están en esta vi;. ,
da terrena y aspiran y caminan a la eternidad; también es cierto, que én sus'
efectos puede ser conocida por cualquier ser racional. Santo Tomás dice al
respecto: "En sus irradiaciones o efectos, la ley eterna es conocida por tódo
ser racional, más o menos perfectamente. Porque ¿ qué es la verdad, sino irra-
diación y parlicipación de la ley eterna, verdad inconmutáble, cómo la na~
roa San Agustín} Conforme sea el grado de conocimiento de la verdad, 'así'
será mayor o menare) conocimiento que de Iá ley eterna se tenga" (Soro
,Theol. 1 II q. 93 arto 2). y Si.tárez, a su vez, expresa: "y así, todos los hom~
bres ven necesariamente alguna. partiCípacióIl dé la ley eterna en sí mismos
porque no hay 'nadie que tenga uso. de razón que no juzgue de álgúh mod~:
que lo honesto debe' seguirse y .lo torpe evitarse; y en este sentido se dice'
qJ.le lo~ hombres tienen alguna noticia 'de la ley eterna" (34). Conocimiento
;<luepuede 'ller obscurecido accidental y temporalménte por pasiones; vicios;,
perversiones, etc.; pero que no implica la desaparición total del mandato'
eterno; y, en verdad, .por caída que .esté la naturaleza humana, por eitra-
,viada que esté la conciencia' de un hombre y por más ignóranteque éste sea;
siempre encontrará en el fondo de sí miimo un traSunto de la ley eterna, la,
, luz del bien que ilumina. las tinieblas' del mal. Además, si se es incapaz, lo
cual no puede, decirse absolutamente, de Conocer los aesignios de Dios por
la contemplación de la ,propia natllraleza humana, restan las cosas creadas
p¡ua comprender la .sabidurÍa divina y seg.uir sus.ordenciones, según aqúelIo
de San Pablo a los Romanos: "En efecto, las p'erfecciones invisibles de Dios,
aún su eterno poder ysu divinidad, se hán heche) visibles después de la crea~
c;.i6n del r,Ilt\ndó, por el conocimiento' que deeUas nos dan sus creatUras". Y
Ílgrega :r:efiriéndóse a Jos paganos: "Yasíta!es hoxrtbres no tienen disculpa.
Porq:ue habj~l."ldo cOl).Qcido a. Dios, no. le glOrificaroñ como á. Dios, ni Jet die-
:(on gracias, sino que .se eÁV'-anecieronen Sus discursos, y quedó ku insensatO

[,47]
corazón neno de tinieblas; ,y mientra,s se jactabap de sa.bios, pararon en sel
unos necios" (Epist. a l~s Rom. 1, 2 O y 21).. . "
Todavía más: si no se logra encontrar la ley. eterl}a ni en la serena con~
temp'lación interior de sí mismo ni e~ el 9rden de las cosas creadás, podemos
llegar a."'sú. conocimiento en la comprensión y' obediencia de cualquiera otra
ley exterior justa; por cuanto; toda ley exterior que pretenda ser justa; y de
Jo contrario no es ley, deb~ fundamentarse en la ley eterna y 'particip,u de
ella, pués, es ésta la única ~orma ahsólutamente justa que existe y la' única
que ordena al hombre a su auténtico fin. El' Doctor Eximio ~efiriéndose a
este modo de conocer la ley eterna expresa: "Conocen, pués, , los viadores
la ley eterna por participación de ella, y, por tanto, po'r leyes justas, tem~
porales y creadas, porque así como l~s causas segundas muestran la primer~
y ias criaturas al creador, liSÍ las leyes temporales, q!le son participación de
la ley eterna, muestran la fuente de donde manan" (35) ... De maner¡~" que
la ley eterna puede ser conocida por el hombre a través de la ley Natural~
de la ley positiva revelada, de las leyes humanas eclesiásticas y civiles, siem-
pre que estas últimas sean del' todo justas.

8). De los efectos de la ley Etema.-P~a saber si un acto es bueno o


majo en sí' debemos ~eferirlo a nuestro fin último; 'en efecto, un acto es bue-
DO cuando nos conduce rectame'nte a nuestro fin ,1íltimo, por el co~trario, un
acto es malo cuando nos aparta o se interpone entre nOl;lotros y nuestro fin
último. La ley eterna tiene por objeto ordenarnos a nuestro destino final,
manda los actos buenos y pr~hibe'los malos; en otros términos, el efecto de'
]a ley et~rna consiste e}l q1Je aquel que la, guarda ejecutará actos buenos;
bajo otro aspecto se puede decir, que aquel que obra virtuosamente cumple
con la ley eterna. Sobre esta materia. Etienne Gilson,' comentarista de Santo
Tomás, en una .de sus Obras expresa: "El hombre perfectamente bueno ,~s
'aquel que se encueQ.tra perfectamente sujeto a la ley eterna y obra conti~
nuamente según ella; los homb'res son, por el contrario, malos en la medida
exacta en que la 'conocen y la observan mal, intentando, s~strél;erse a ella
(36). ' . ,
Concretando lo dicho, podemos afirmar con Suárez: "los actos buenos
morales son efecto de la ley eterna porque a. ellos mueve de suyo y obliga;
pero los acfós moralmente malos no son eJectos de la ley e~~rna en cua.nto
malos, aunque sean materia de la ley eterna que lO!; prohibe" (37).

9). Obligatoriedad de la ley Eterna.-La ley eterna se entiende obli-


gatoria sólo en cuanto es ordenadora o preceptiva de los hOIl1bres; puesto
que, en cuanto rige los movimientos de'las co~as inanimadas y de los scJ;'e's
irracionales, es lógico que no les imponga obligación propiamente tal, sino
una sujeción ciega e insti'ntiva carente de libertad, y que las lÍetermina na~
tura]mente. '
Pués bi~n, si consideramos a la ley eterna como ordenadora de los hom-
bres, será del todo obligatoria. ya que de lo contrario no sería verdadera y
propia ley, por cuanto es de la esencia de la ley el obligar. Por otra parte, si.
los gobernantes humanos tienen la autoridad suficiente para obligar por me-
dio de sus leyes, con mayor razón la tendrá Dios que e~ la Suprema P.)~
testaq; ,
La ley eterna ha sido promulgada desde toda eternidad, como hemos
dicho; pero, 'ésto no significa que desde el momento de su proIIlulgación ha
sido obligatoria, sino que sólo podría I1amársele, como lo hace Suárez" ~hli~
gativa o suficiente de suyo para obligar: La ley eterna no es obligatoria desde
el m'omento de su promulgación eterna porque no 'puede obligar si no exis-
ten s\1jetos en acto o si ~stos no <;:onocen su promulgacióiI externa, porque
~díe está obligado a lo que no conoce. Ahora bien, al hablar del conóci-

1 48 ]
nlÍento de la ley eterna también expresamos, que su promulgación podía
ser conocida por una inclina~ión innata del hombre a la verdad, reflejo de
la ley eterna, o bien, por la contemplaci6n de las cosas creadas, o por últi-
!po, por medio de otras leyes justas. De aquí el que Suárez diga: '~la ley
eterna nunca obliga por sí' misma, separada de toda otra ley; sino que ne-
cesariamente debe unirse a alguna otra para que obligue en act~. Porque no
obliga en acto, siho cuando es en' acto exteriormente prowulgada. y, no se
promulga sino cuando es promulgada alguna ley divina o humana" (38).
Si bien, cuando se promulga por una ley divina 'la razón o};lligante es la ley
eterna que' contiene aquélla;' cuando, por el contrario, se promulga y dá a
conocer por una ley ht::mana, la obligatoriedad de élita proviene de la par-
ticipación de la ley eterna en ellá; pero,' además, obliga en su carácter de
expre.sión de la Autoridad humana, cuy? 'fundamento remoto es divino.

1O). La ley Eterna y la Pí"ovidenCÍa Divina.-Siendo la Providencia::


la razón de la gobernación de todas las cosas existentes desde la eternidad.
en la mente divina; podemolj decir, que su concepto aparentemente se iden-
tifica con el de la ley et~rna.Pero, esta similitud desaparece cuando se es-.
ludia el camp~ de acción de cada una. ,En efecto, la, razón divina, como ley
eterna, tiene un carácter general, corno debe tener el Derecho y toda ley,
en el sentido que orden~ todas las cosas sin excepción al fin; por el 'contra-
l'io, la raZón divina, corno Providencia, dispone de cada cosa y aC,to en par-
ticular,' pasando a ser la razón de ejeclÍtar y 'aplicar la ley. De manera,que
la Provid~ncia divina supone la ley eterna general, a la cual vá a dar apli-
cación eri una cosa y act9 en especial; h?lciendo una analagía c'On el racio-
cinio humano,
.
Valensin
.
dice: ' la PrOVIdencia se sujeta Él. la ley eterna t como
la conclusión se, sujeta a sus principios (39).
La Providencia,' al igual que ,la ley eterna, dispone lo que dehen, hacer
l~s criaturas para lograr su fin último; pero, vá más lejos que la ley eterna,
pués, les otorga el cqncurso divino y los auxilios que ellas necesitan para
cumplir ese fin; en otros términos, la Providencia abarca: lo que precisan
las criaturas y 1.0 que Dios hará en su a'yUda. Como dice Bautain, "por me-
dio de la acción de la Providencia, la ley desciende hasta los seres más dé-
biles" (40). '

11). La ley Eterna es el fundamento y límite de toda ley.---EI primero


y supremo legislador es Dios, de quien deriva toda potestad que pueda te-
ner el hombre como ministro y delegado de Aquél para el gobierno de la
comunidad humana de la cual forma parte. Dios y el Hombre son los úni-
cos legisladores, 'Aquél el primario, éste el secundario; de aquí que las le-
yes puedan dividirse: en las que tiene~ por autor inmediato a Dios y en las
que ~ienen al hOJllbre como causa próxima, pués, la causa remota y rnedia-
. t'a de toda leyes Dios, ya que toda ley justa ha de ser la imágen de: la ley
eterna divina. '
Domingo Soto esboza toda la tE10ría de la ley, cuyo fundamento es la
ley eterna, en los siguientes términos: "Primerámente Dios, gobernador uni-
versal, concibió en su mente desde la eternidad -el orden, la administración
"y gobiernod~ Jodas las cosas, conforme a cuyas ideas ~ concepciones se
han de constituír todas las leyes: la cual ordenación y precepto se llama ley
e~rna según su naturaleza. Además: como el mismo Dios es el autor de
la naturaleza, dotó a cada una de las cosas de sus instintos y estimulos, por
los cuales fuesen arrastradas a sus fines. pero especialmente' al hombre le
imprimió en la mente una norma natural, por la cu~.1 se gobernase según la
razón, que le es natural, y ésta es la ley natural, es decir, de aquellos prin-
cipias que, sin discurso, por luz natural son conocidos de suyo, como, paz

[.,4.9_.}
a los demás lo que quieras que te hagan, etc. Adeqlás, dá al mismo nom-.
bre facultad para que, según la condición de los tiempos, lugares y nego-
cios, raciocinando CQn la ley natural, establezca otras que juzgue convenir,
las cuales por su, autor se llaman humanas. Mas como no hemos sido crea~
dos solamente para el fin natural, que es el estado de la república pacífico
y tranquilo, para el cual fin bastarían las predichas leyes, sino también para
la felicidad sobrenatural de lo creado, puso Dios en nosotros, además, otra
ley sobrenatural, a saber, tanto ]a antigua como la nueva; para que nos con-
dujese a ese fin sobre~atural. Y esta leyes la ley divina" (4 J ).
Corroborando lo anterior, San Agustín expresa: "El hacedor de leyes
temporales, si es hombre bueno y sabio, consulta 'a aquella misma ley eter-
na de la cual a ninguna alma ha sido dado juzgar, para que discierna qué
ha de ser mandado o vedado en el tiempo. según sus inmutables reglas",
y agrega: "Nada hay justo en la ley temporal que no proceda de la ley eter-
na" (42). Debemos recordar aquí el pasaje ya citado en que Cicerón lla-
ma a la ley eterna: "primera y última ley... espíritu de Dios cuya razón so-
berana obliga y veda" ,(43). También Demó.stenes fundamenta toda ley
en la ordenación divina al decir: "A la ley todos los hombres deben ohe-
decer porque toda ley ~s cierta invención y don de Dios" (44). y en el Li~
bro de los Proverbios se lee: "Por mí reinan los reyes y los legisladores de-
cretan 10 justo" (Prov. 8, I 5). y Pablo de Tarso en su Epístola a los Ro-
Jnanos (Cap. 3 v. 1) nos exhorta: "Toda persona esté sujeta a las potesta-
des superiores: po:z:que no hay potestad que no provenga de Dios. Y Dios
es el que ha establecido las que hay".
Es tan lógico que toda ley esté basada en la ley eterna, que in con cien-
temente referimos a ella cualquiera ley, mas no mediante un análisis, sino
-espontáneamente, sin advertirlo. En efecto, a menudo se dice de una ley
que es justa o injusta, buena o perjudicial, honesta o deshonesta; pués bien:
todos estos' conceptos aparecen como relativos, dependen de la apreciación
de cada~ cual, de tal manera que no podría decirse que una leyes t.uena
o mala en sí, sino con respécto al que la juzga, por cuanto faltaría una co-
lTIún medida o norma de la bondad, de la justicia, de la honestidad y de
la utilidad, que sirviera a todos los hombres y para todos los actos. Sin em-
bargo, para todo hombre de criterio sano existen leyes justas e injustas, ho-
nestas o deshonestas por esencia, intrínsecamente, sin que se to~e en cuen-
ta la p'osición personal del que juzga; y la apreciación al respecto puede ser
compartida por todo o parte del resto de los hombres. Ahora .bien. ¿ Qué
nos demuestran estos hechos simples y cotidianos? Nos demuestran: la exis-
tencia de una medida absoluta de la justicia y de la honestidad, inmutable
y universal a todos ¡os hombres, con relación a ia cual se vá a apreciar la
justicia o injusticia, honestidad o deshonestidad de una ley dada, pués, de
ló contrario carecerían de s.entido estos juicios y opiniones. Es el mismo caso
que sí le djcen a uno: los sajones son generalmente altos o los esquimales
son bajos, si no se .tiene un punto de referencia común con los demás hom-
bres estas proporciones no nos van a decir nada, pero si tomamos al hom-
bre normal, al término medio, desde ahí aumentaremos o disminuiremos pa-
ra formarnos la idea de la altura y de la pequeñez, De igual manera, la jus-
ticia y la honestidad de la ley humana la juzgamos en relación a la ley eter-
na de Dios que es la justicia y la honestidad en sí; es claro, que llegaremos
. a ella después de muchas deducciones y abstracciones que no todos tienen
la inteligencia o vatentÍa necesaria para llevarlas hasta sus últimas conse-
cuencias. Pero, en el fondo de nosotros mismos poseemos una noción ;,nna-
ta de lo que es la justiCia y la bondad, reflejo de la ley eterna en nuestros
espíritus y que llamamos ley Natural. . ,
Suárez, comentando a San Agustín, raciocina del siguiente modo: "to-
da ley humana es mudable y puede padec;:er defecto y error; lueg-o sUPone

[ SO, J
necesariamente alguna ley inmutable pOI' la cual adquiera estabilidad y sea
como medida, de suerte que sea hecha l'ectamente por conformidad a ella,
la cual no es sino la ley eterna" (45).
Es interesante observar que el universo está en contÍnuo movimiento y
actividad, es· decir, tiene vida; pués bien, todo movimiento requiere ·de mo-.
tor o causa, .nada puede darse el movimiento a sí mismo; por consiguiente,
si seguimos en una escala ascendeI:lte de motores segun-dos, tenemos que
liegar a .la conclusión que es necesario un primer motor inmóvil que haya
trasmitido el movimiento a' los. motores segundos y que, por su parte, de
nadie haya recibido movimiento; este primer motor inmóvil es Dios. Si. tras-
ladamos, ahora, este raciocinio ·al campo jurídico, debemos confesar el mis-
mo orden y jerarquía; es así, como las leyes humanas rigen toda la vida_
y actividad de los hombres en busca de su destino, son los motores que dan
movimiento a la vida social; pero,si nos remontamos. del simple oficio a la
Instrucción, a la ordenanza, alde~ret.o, al reglamento, a la ley, a la Consti-
tución y seguimos en esta escala .ascendente, tenemos que llegar, también.
a la conclusión que estas leyes humanas, motores s_egundos de la sociedad,
precisan de un motor o causa primera, absoluta, eterna, inmutable, necesa-
ria y tiniversal; motor o causa primera legal que no es otra que la ley eterna.
Por otra parte, es racional que la ley eterna sea la base y fundamento
de toda otra ley, por cuánto si es ordenación de loshomhres hacia Dios.,
quien la dicta,~s natural y cuerdo que aquellos la sigan, máxime cu~ndo
"Dios, Verdad primera y por lo mismo fuente y origen de toda verdad, es
también justicia esencial y viviente, y por lo mismo fuente y origen de to-
.da rectitud moral y del orden de justicia contenido .en toda ley inferior" (46).
, Del hecho' que toda ley, para ser justa, debe estar en concordancia con
ia ley' eterna se desprende que las leyes inicuas y en desacuerdo con la ley
eterna no son justas y que, aún más, no son leyes propiamente tales, como
enseña Cicerón y Santo Tomás de Aquino, llamándolas este último violen-
. cia en vez de leyes.
Respecto a la dificultad que se presenta para saber: si . las leyes huma-
nas que permiten el mal, proceden o no de la ley eterna, Domingo So~o re-
suelve; "la ley humana ·que permitiese el mal, aprobándolo como bien, ja-
.más procedería de la ley etérna. Mas aquella que lo permite impunemente,
porque no· puede impedir todos los delitos, en no intentar IQ que no puede
realizar, es recta y prudente; y por tanto proviene de la ley eterna, aunque,
como más débil, no fa llegue a 'igualar perfectamente'" (47) . .
. Sí, como hefI:los dicho, toda ley deriva de la eterna, irpporta no con-
fundir ésta con la ley Natural; en efecto, la ley eterna es la ordenación ra-
cional de Dios que establece que el orden moral se conserve entre las cria-
turas para que éstas alcancen su fin último, Dios mismo; abarca no sólo al
hombre sino a todo lo creado. La ley Natural, en' caIIllbio, es la impresión
de la ley eterna 'en la mente del hombre para que 'éste en su gobierno, pro-·
.pío pueda actuar de acuerdo con ella; abarca sólo al hombre, mas no al
resto de la creación.
Importa, también, no confundir la ley eterna con la ley divina revela-
da, la cual .es una instrucción o revelación voluntaria y gratuita de Dios e~
la que nos manifiesta de una manera más positiva lo que prescriben la ley
eterna y la ley natural, por lo tanto, ha de estar en perfecto acuerdo con
ambas. La ley divina compre~de, como ya lo dijimos, la ley Mosaica y la
ley Evangélica y se contiene materialmente en 'la Biblia.
En cuanto a la ley humana es necesario hacer notar que su obligato-
riedad no procede inmediatamente de Dios, como en la ley eterna, sin~ del
mandato del príncipe que tiene poder para obligar en virtud de la potestad
co~ferida por la' Suprema Autoridad, según el decir de San Pablo de qlle
"todo Poder viene de Dios" (Epíst. a los- R."~'3i" );, de manera que
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la obligación de la ley, humana p~ocede próximamente de los legisladores
humanos, aunque radicalmente la obligatoriedad de esa ley se deriva de su
relación con' la ley ~terna. , .
Hemos visto ha~ta 'aquí que toda .ley, ya sea natural, divina o humana.
debe basarse en la ley eterna; pués ,bien, veremos ahora, que la leiY eterna
es el límite de la libertad moral, individual y colectiva y el de toda ley que
pretenda regir a los hombres.
León XIII, en su magistral Encíclica Libertas, plantea las cosas en su
verdadero terreno cuando' enseña: "Por donde se vé que la libertad, no
sólo de los particulares, sine de la comunidad y sociedad humal1a, no tiene
absolutamente otra norma y regla que la ley eterna de Dios; y si ha de te-
ner el nombre verdadero de libertad en la sociedad misma, no ha de con-
sistir en hacer lo que a cada uno se le antoje, de donde resultaría grandísi-
ma confusión y turbulencia opresoras al fin de la sociedad, sino en que, por
medio de las leyes civiles, pueda cada uno fácilmente vivir según los man-
damientos de la ley eterna. Y la libertad, en los\ que gobiernan, no está en
que puedan mandar temeraria y antojadizamente, cosa no menos perversa
que dañosa a la sociedad en sumo grado; antes toda la fuerza de las leyes
humanas ha de estar en que se las vea ditnanar de la eterna, y no sancionar
cosa alguné!- que no se contenga en ésta, como principio universal de todo
Derecho... Resulta de todo lo dicho que, la naturaleza de la libertad, de
cualquier modo que se la mire, ya en los particulares, ya en la comunidad.
y no menos en los imperantes que en los' súbditos, i~cluye la necesida,d de
someterse a una razón suma y eterna, que no es otra sino, la autoridad de
Dios que manda y veda; y tan lejos está este justísimo señorío de Dios en
los hombres de quitar, o mermar siquiera la libertad, que antes bien la de-
fiende y perfecciona; como que el dirigirse a su propio fin y alcanzarle es-
perfección verdadera de toda naturaleza': y el fin supremo a que debe as-
pirar la libértad del hombre, no es otro que, Dios mismo" (León Xlll Ene.
Liberta~ N9 12). De las enseñanzas de León XlII, el Papa de los obreros,
se desprende que toda ley humana para merecer el nombre de tal, debe
sacar su bondad y justicia de la fuente inagotable y maravillosa de la ley
eterna.
y para terminar, podemos decir, que íl-SÍ como en el mundo físico exis-
te la ley ,de la atracción y de la gravitación universal de todos los cuerpos;
así también, en el mund.o del espíritu hay una ley de "atx:acción y gravita-
ción espiritual", la ley eterna, en cuya virtud las cosas creadas se proyec-
tan hacia Dios, a quien deben su origen, en medio de la armonía que pro-
duce la observancia del recto orden moral.
índice

[ 52 ]
CAPITULO TERCERO

LA LEY NATURAL

1. LA NATURALEZA HUMANA

1 ). Noción de la naturaleza humana.-Lo que constituye el ser de una


cosa es su esencia, es decir, aquello que hace que ella sea lo que es y no
otra, o mejor, aquello sin lo cual \,Ina cosa ni) podría ¡¡er pensada o exístir.
La esencia puede ser tomada, pués, en un sentido metafísico y en un senti-
do físico. En el primer sentido, metafísico, la' e~encia está formada por to-
dos aquellos constitutivos sin los cuales un ser no puede ser pensado o que
'de faltar 'ellos no podría formularse su c.oncepto o éste sería contradictorio
e inc¿'mpletó, 'es decir, este concepto sería insuficiente para distinguir un
ser de otro. En este sentido, la e;encia toma un carácter conceptual abs-
tracto y universall En el segundo 'sentido, físico, la esencia no toma un ca-
lácter conceptual, sino que entra en el campo existencial, de la realidad y,
podemos decir entonces, que' la esencia comprende todas aquellas' notas
mherentes a un. determinado ser, sin las cuales éste no puede existir, y que
lo diferencian de otro. Ahora bi€m, la esencia en este sentido físico, puede
tomarse como los constitutivos de un ser estáticamente considerados en sí
,mismos, pasando a representar la substancia de este ser. Pero, la esencia
física puede también referirse a los constitutivos de un ser como principios.
o fUl1damentos. primeros de su actividad específica, de acuerdo a su ser,
siendo ésto la naturaleza de ese st'¡r. Por consiguiente, la naturaleza es la
substancia en cuanto ésta es op~rante, en cuanto es activa y tiende, como
potencia que es, hacia un acto determinado o a la perfección estable del ser.
Santo Tomás sintetiza estos conceptO$ al decir: "La naturaleza es el prin-
-cipio del movimientq' y quietud en aquel en quien está" (So~. Theol. 1 q.
29 arto 1). La naturaleza es la: substancia en movimiento ascensional hacia
su plenitud ontológica.

2) . , La· Materia prima y la Forma substanci8Json los constitutivo, de


la naturaleza humana •.:.-..La naturaleza representa, como vimos, el carácter,
:físico de la esencia y en tos seres materiales está constituída por dos prin-
cipios del todo diferentes' y que se relacionan entre sí como la potencia Y:

[ 53 ]
el acto, son eUos: la Materia prima y la Forma subsfancial. La Materia, co-
mo expresa Santo Tomás, es indeterminada, es sblo pura p'otencia real o·
capacidad pasiva y receptiv~ de la perfección substancial y por eso mismo
no es acto y sólo se le pU,ede concebir en razón de la Forma, la cual la de-
termina y actualiza para corís,titnÍr con ella un ser en acto (Som. Theol. r
q. 4 arto 1). La Forma, por el contrario, es el principio del ser, es lo que
determina a la Materia, es 'e'l acto substancial que recibe la Materia y al cual
limita y 'por cuya virtud pasa a constituír un ser determinado en el orden
de lo físico, al decir de Santo Tomás (Som. Theo!. 1 q. 66 arto 1). Es por
esto, ,que en un ser la Forma es de una categoría superior a la Materia y
las notas diferenciales que con'stituyen su esencia no son sino la Forma re-
cibida por la Materia, y siendo ésta última, a su vez, el principio de indi-
viduación de dicho ser. '
$iendo la Forma substancial humana imágen del Ser divino, el hom;
bre está esencialmente dirigido a El y se encamina al grado de perfección
que corresponde a su Forma o, esencia precisa, en el cual, encontrará su ple-
nitud ontológica.
La F or~a, esencia física o substancia, es la que encauza y dirige la ac-
tividad y movimientos del ser en un sentido determinado, el cual no puede
ser otrp que en el sentido de la perfección d,el ser, al fin qUe éste está des-
tinado de acuerdo con su esencia, para lo cual se requiere de una natura-
leza que lo realize. La Forma, pués, identificándose en cierto modo con la
naturaleza, manifiesta el fin. o perfección hacia la cuai debe tendel' el ser,
y en cuanto le dirige a la obtención de este fin realiza la intención de Dios.
que q~iere que toda criatura vaya a: El, siguiendo las vías. trazadas por su
na~uraleza. "La Forma y su perfección - escribe Derisi - es en el orden
ontológico e inmanente al ser, la traducción ejecutiva del fin trascendente
del orden inten<?ional de la Inteligencia divina" (1).

(3). La naturaleza humana apetece el último fin.-Si bien, Dios no


podría modificar esencia metafísica alguna,' ya' que i'esultaría otro ser dife-
rente, puede introducir, sin embargo, modificaciones en la esencia física, en
la substancia y, con' mayor razón, en la naturaleza, ' imprimiéndole en las
'raíces substanciales del ser un cierto modo de obrar. La naturaleza es, co-
mo lo anotamos anterior~ente,' la" substancia proyectada hacia Dios, don-
de encontrará su fin, su acabamiento y' superación ontológica, impulsando
su 'acción el movimiento recibido por el ser desde su origen. Pero, para que
obre todo fin se Iequiere que 10 haga desde una inteligenci,a, y si las cria-
turas" recib~n su ser desde su creación con un determinado movimient0 ha-
cia su fin último, lo que pasa a constituír su naturaleza, es claro que eite
.fin no puede estar sino en la Inteligencia Creadora, quien la imprime en la
6Ubstancia de las criaturas; en otr05 términos, es el Creador quien constitu-
ye la naturaleza del ser, la que por tener origen en El, debe también ter-
minar necesariamente en El. La naturaleza, en consecuencia, no es sino la
"participación ontológica" y la: realización por parte de la criatura de la or-
®nación final ,trazada p·or Dios, "no es sino la substancia dirigida y puesta
ec movimiento y dirección hacia el fin preestablecido por su Creador, con-
forme .al ser de aquélla. La naturaleza, dice, por ende, relación esencial a
su fin o .\b.ien, es ~nin~eligibl~ ~in· el f~ que 1ógicaI?ente le 'antecedf:! en_ lal
:m~nte dlvma y que es su razon y su CáUsa, lleva lmpretla en BUS entranae;
en ciért<,> filodo el fin ~e la det;~rmina, .y su' movimiento deIinidament~
orientado no es sino el vestigio del fin, para cuya conSJeCuCión 10 ha· impre~
IK> y determinado en ella su divino aut'or" (2) . '
.$ el hombre lleva impresa en su nafuráleza una tendencia al fin' últi-
m.o, es natural que todo& 1t)S actos los ejecute ~n razón de ese fin y Bien
supremo, lo mismo que todos los objetos que apetezca 105 desee en rela-
ción a ese bien, aunque ellos en realidad se opogan a la consecución de él.
ya que existe un solo fin último. Ahora bien, respecto de por qué todo acto
.y objeto apetecido por el hombre lo ejecuta o lo desea en razón de su fin
último. Santo Tomás dá las siguientes razones: "En primer lugar, porque
cualquiera cosa, que el hombre apetezca, la apetece Qaj o la razón de hien,
lo cual cíertament~ si no se apetece por el bien perfecto, que es el últim:o
fin, es necesario que se la apetezca como tendiente al último fin, porque
:siempre el comienzo de algo se ordena a su consumación, como aparece en
las cosas que hacen la naturaleza y el arte, y así todo comienzo de perfec~
ción se ordena a la perfección consumada, que se obtiene por el último fin.
En segundo lugar, porque el último .fin en cuanto mueve al apetito es como
el primero que mueve en las demás mociones. Pero es manifiesto que las
causas segundas que mueven, no mueven sinó en cuanto son movidas por
el primer movens; por lo cual las cosas apetecibles segundas (creadas), no
mueven en el apetito sino en orden al primer apetecible, que es el último
fin" (Som. Theol. 1 II q. 1 arto 6).
Para alcanzar este último fin. la felicidad, es previo. según el pensa~
miento de Cicerón. que el hombre se conozca a.sÍ mismo, a su propia na-
• turaleza y obre conforme a ella. Dice el citado filósofo: "Aquel que se co~
nace a ~í mismo, sentirá desde luego, que él po~ee algo de divino; este es~
píritu que está en él y ,que. es de él, lo mirará como una imágen sagrada,
como el Dios del templo; todas sus acciones, todos sus pensamientos serán
dignos de un presente tan grande de los dioses; y cuando se haya exami-
nado, y por decirlo así, investigado todo entero, comprenderá como ha
venido a la vida, por obra de la natl~raleza, y como predestinado por ella.
pF.tra obtener y .conservar la sa,biduría; él que, desde el prirtcipio, ha.recibi~
do en su alma, en su entendimiento" los primeros principios de todas las
,cosas, a fin de que' ,con su luz natural pueda comprender que es tomando a
la sabidurfa por guía que. el encontrará la virtud, y por la virtud la felici-
dad" (3). índice

n. LA MORALIDAD DE LOS ACTOS HUMANOS

1). La nonna moraI.-T oda norma es una regla o medida; por con~
siguiente, norma moral será aquella regla por l~ cual discernimos la bon~
dad o maldad de un acto humano. Podemos distinguir dos clases de nor~
mas: La norma objetiva o material y la norma subjetiva o forma~; la: pri~
:tnera, es aquel}a que existe en sí misma independiente de l!-~estra mtehgen-
cía y de nuestros juicios; la segunda. consiste en la captaclOn de la norma
objetiva por parte de nuestra inteligencia. •
La norma m:pral objetiva, o sea, la medida de la moralidad del act9
independiente de nosotros mismos, es la "ordei)ación final jerarquizada de
las cosas a Dios"; en ·otros términos, para saber si un acto es moral o n~
debemos examinar si se conforma o no con nuestro fin último, es decir. si
eil materialmente bueno, y una vez aceptado como materialmente bueno po:D
nuestra inteligencia y voluntad pasa a ser formalmente bueno. Desde el mo-
mento due somos hombres, nuestra perfección moral consiste ~n ejecutar
los acto; humanamente buenos; luego, la. norma moral debe ser una regla o
medida que confiera a 'nuestras acciones el carácter ,de huenas ~, malas, e?
su relación con 'lo específicamente humano. Y si nuestra perfeCClon especI-
fica humana, nuestra superación como ser, reside en 'Ia obtención de nues-
.tco último fin, el Bien ahsolu:to, y si más perfectos somos mientras más nos

,[ 55 }
supremo, lo mismo que todos los objetos que apetezca 105 desee en rela-
ción a ese bien, aunque ellos en realidad se opogan a la consecución de él.
ya que existe un solo fin último. Ahora bien, respecto de por qué todo acto
.y objeto apetecido por el hombre lo ejecuta o lo desea en razón de su fin
último. Santo Tomás dá las siguientes razones: "En primer lugar, porque
cualquiera cosa, que el hombre apetezca, la apetece Qaj o la razón de hien,
lo cual cíertament~ si no se apetece por el bien perfecto, que es el últim:o
fin, es necesario que se la apetezca como tendiente al último fin, porque
:siempre el comienzo de algo se ordena a su consumación, como aparece en
las cosas que hacen la naturaleza y el arte, y así todo comienzo de perfec~
ción se ordena a la perfección consumada, que se obtiene por el último fin.
En segundo lugar, porque el último .fin en cuanto mueve al apetito es como
el primero que mueve en las demás mociones. Pero es manifiesto que las
causas segundas que mueven, no mueven sinó en cuanto son movidas por
el primer movens; por lo cual las cosas apetecibles segundas (creadas), no
mueven en el apetito sino en orden al primer apetecible, que es el último
fin" (Som. Theol. 1 II q. 1 arto 6).
Para alcanzar este último fin. la felicidad, es previo. según el pensa~
miento de Cicerón. que el hombre se conozca a.sÍ mismo, a su propia na-
• turaleza y obre conforme a ella. Dice el citado filósofo: "Aquel que se co~
nace a ~í mismo, sentirá desde luego, que él po~ee algo de divino; este es~
píritu que está en él y ,que. es de él, lo mirará como una imágen sagrada,
como el Dios del templo; todas sus acciones, todos sus pensamientos serán
dignos de un presente tan grande de los dioses; y cuando se haya exami-
nado, y por decirlo así, investigado todo entero, comprenderá como ha
venido a la vida, por obra de la natl~raleza, y como predestinado por ella.
pF.tra obtener y .conservar la sa,biduría; él que, desde el prirtcipio, ha.recibi~
do en su alma, en su entendimiento" los primeros principios de todas las
,cosas, a fin de que' ,con su luz natural pueda comprender que es tomando a
la sabidurfa por guía que. el encontrará la virtud, y por la virtud la felici-
dad" (3).

n. LA MORALIDAD DE LOS ACTOS HUMANOS

1). La nonna moraI.-T oda norma es una regla o medida; por con~
siguiente, norma moral será aquella regla por l~ cual discernimos la bon~
dad o maldad de un acto humano. Podemos distinguir dos clases de nor~
mas: La norma objetiva o material y la norma subjetiva o forma~; la: pri~
:tnera, es aquel}a que existe en sí misma independiente de l!-~estra mtehgen-
cía y de nuestros juicios; la segunda. consiste en la captaclOn de la norma
objetiva por parte de nuestra inteligencia. •
La norma m:pral objetiva, o sea, la medida de la moralidad del act9
independiente de nosotros mismos, es la "ordei)ación final jerarquizada de
las cosas a Dios"; en ·otros términos, para saber si un acto es moral o n~
debemos examinar si se conforma o no con nuestro fin último, es decir. si
eil materialmente bueno, y una vez aceptado como materialmente bueno po:D
nuestra inteligencia y voluntad pasa a ser formalmente bueno. Desde el mo-
mento due somos hombres, nuestra perfección moral consiste ~n ejecutar
los acto; humanamente buenos; luego, la. norma moral debe ser una regla o
medida que confiera a 'nuestras acciones el carácter ,de huenas ~, malas, e?
su relación con 'lo específicamente humano. Y si nuestra perfeCClon especI-
fica humana, nuestra superación como ser, reside en 'Ia obtención de nues-
.tco último fin, el Bien ahsolu:to, y si más perfectos somos mientras más nos

,[ 55 }
acercamos al fin último, es lógico concluir que la norma moral constitutiva
del buen o mal actuar esencialmente humano estará basada en la circuns-
tancia que el obj~to que perseguimos, con: nuestro acto voluntaric;> y libre,
nos acerque o aleje de ese último fin, logrando o no con ello nuestra. ple-
nitud en el ser. Santo Tomás enuncia estos conce]2tos en la fórmula siguien-
te: "Las ,cosas que son para el fin, no se llaman buenas sino en orden al
fin", es decir, que son buenos los medios o cosas para el fin cuando condu-
cen réct~mente al fin. Esto es muy lógico, por cuanto un medio tiene por
.objete'; conducir al fin y será más perfecto, apropiado y bueno mientras con-
duzca más directamente al fin a' que se dirige. Es absurdo suponer bueno
un medio que no lleva derechamente al fin. Por consiguiente, la norma mo-
ral que establece la bondad o malicia del n¡tedio se derivará del respectivo
fin y de la fotma en que ese med o conduzca al fin. Si aplicamos estas no-
ciones a la actividad del hombre en especial, tendremos que sus actos, que
son los medios de que él se sirve para lograr su fin, serán más o menos
buenos en la medida en que lé den o no posibilidades de alcanzar su fin
último. ' " .
Pero al examinar profundamente las nociones de bien y 'de fiñ, vere-
mos que en el fonc~o coinciden; en efecto, para el homb,re es ,bueno lo, que
lo conduce rectamente a su fin último, y éste no es sino el Bien absoluto,
~u plenitud ontológica, el Ser. "D'ecir que la ord,enación final de las cosas
o el último fin del hombre es la norma de la bondad objetiva equivale a
.afirmar que su último fin, su plenitud ontológica, el Bien en sí, constituye
dicha norma. Y nos encontramos C:On el ser como norma moral, desde que
el bien no es sino el 'ser como apetecible. Y si el bien, específico humano, el
bien en sí, es la norma' del o,den ético, 'bajo cuya luz se iluminan moral-
mente los objetos, el primer principio del orden práctico se formulará en
la siguiente proposición: "hay que hacer el bien y' evitar el mal" (4).

2). La bondad intrínseca y extrínseca de los actos hwna~os.-T oda co-


sa o ser creado por Dios tiene su .fin último y está ordenado a él por me-
dio de la ley eterna; ahora bien, esta ley eterna ordenadora en cuanto es-
tá impresa por Dios e~ la naturaleza human~ se denomina ley Natural, cu-
ya misión consiste en iluminar la mente del hombre para que pueda dis-
cernir el bien del mal, dándole, además, a la naturaleza racional humana
una inclinación hacia el bien que le permita la obtención de su fin último.
Pero, el heého que la naturaleza humana pueda apetecer la 'bondad de las
cosas "no significa que el atto ejecutado por el ,hombre () el objeto que éste
apetezca sea necesariaInente bueno por' ese sólo hecho, esto equivaldría a
destruÍr toda moralidad, sino que el hombre ejecuta el acto o desea el ob-
jeto precisamente porque vé en él una bondad intrínseca, ajena a la natu-
raleza humana; o en otros térIninos, porque son medios intrlnsecaInente
buenos para obtener el fin es que el hombre dese~ un objet'o determinado
.o ejecuta un acto dado. Mas, es verdad que, refiriéndonos exclusivamente
al hombre, podemos decir, si se nos pelmite expresarnos de esta manera, que
es bueno todo lo que le conviene y apetece su natuxalezéJ, racional, por cu"an-
to logrará con dIo su último fin. La naturaleza humana en virtud de la ley
,Natural impuesta por Dios, su Creador y Bondad infinita, desea natural-
mellte el bien, aunque muchas veces influyan circunstancias que perturben
.la apreciación del verdadero bien y se le substituya por falsos bienes. Esto
mismo expresa Cicerón en su Tratado de las leyes, diciendo: "Lo que es
laudable es bueno, y tiene necesariamente en sí lo que le hace digno de ala-
banza; porque el bien mismo, no está en los juicios, sino en la naturaleza:
de otro modo los juicios harían también al dichoso t y qué puede decirse
más absurdo? Si la distinción, pués. del bien y del mal reside en ,la natu-

{ 56 )
,Taleza, si son los princIpiOs de la naturaleza, ciertamente la honestidad y
.la torpeza deben ser distinguidas del mismo modo y referidas a la natura-
leza" (5). En el mismp sentidQ s~pronuncia Francisco Suárez cuando ex-
presa: "hay algunas acciones de t~l manera malas intrínsecamente por su
natunilezá, que de ningún modo penden en la malicia de prohibición ex-
trinse~a, nr del juicio o voluntad divina, y por la misma razón hay otras ac-
ciones~ de tal suerte intrínsecamente buenas 'y honestas, que tampoco pen-
den en esto de causa extrínseca ... y la razón, brevemente expresada, es por-
que ,los actos morales' tienen sus naturalezas intrínsecas y sus esencias in-
mutables que ~no' dependen de causa o voluntad extrínseca más que las otras
esencias de las cosas" (6). De tal manera, que si estas acciones son hones-
tas o torpes no en conformidad al juicio" de la razón, continú~ Suárez, e~
preciso que se refieran a otra norma, y ésta es la naturaleza racional; lue-
go, concluye el teólogo jesuÍta, la 'misma naturaleza es en sí la ley natural
respecto de todas aquellas cosas que son' mandadas o prohibidas, o apro-
badas' o permitidas por la ley natural.
Por otra parte, Dios en el conjunto total de la creación rÍo ha podido
tener en vista ~ino una sola cosa: que toda ella: estuviera dirigida al bien y
que todas las criaturas lograran participar, de acuerdo con sus esencias, de
las perfecciones y bondades divinas; es así, que Dios imprimió en la na-
turaleza huinana un movimiento para que dentro del orden moral, ,que le
permitió discernir, pudier¡:t encaminarse al fin último; luego, necesariamen-
te este orden impl'eso debe ser bueno por esencia, ya que de, otro modo
no' alcanzaría el hombre su último, fin que es Dios,. Bondad absoluta. "Que-
J'er las Gosas conforme a su orden final o natural será, pués, un 'acto, bueno;
de lo contrario malo" (7).
Ahora, la .bondad o malicia extrínseca de un acto es aquella que de~
pende de una ordenación impuesta por una ley positiva, basada en la or-
• denación final' del hombre, y de toda 'la creación. Es el orden, final la nor-
ma constitutiva de la moralidad tanto de los actos intrínsecamente buenos,
por lo dicho anteriormente, y de los extrín,secamente buenos. De estos úl-
timos, por cuanto es el orden final intrínseco a la naturaleza humana el que
, exige la sujeción a la Autoridad como directriz de la sociedad para que
ésta cumpla sus fines, obteniendo así un resultado útil de. las inclinaciones
sociales naturales al hombre. "De este modo al apoyarse la ,ordenación de
• la ley positiva en la ordenación final intrínseca, también, el. acto extrínseca-
mente bueno, que se refiere a una ordenación extrínseca de la ley positiva,
indirecta y mediatamente es regulado y constituído bueno o malo en el or-
den moral por la norma de la ordenación final de las cosas y <;ld hombre
:a su último fin" (8). .
\

Simto Tomás determina la bondad del acto en relación al último fin


en los siguientes términos: "Así como Dios es el último fin de todas las
cosas, así Dios es el único 61timo fin de todas la,s voluntades. Con todo hay
otros fines ,próximos. Y si conforme a aquellos fines se guarda la 'debida
::relación d¿ la voluntad al último fin, será recta la voluntad. Pero en caso
.contrario será perversa", (9).
El hombre en el desenvolvimi~nto de sus actividades proRias toma
conciencia de todo lo que hemos expresado anteriormente sobre el bien y
el mal moral, por medio de esa norma arraigada a su naturaleza racional
que es la ley Natural, la cual prescribe, la conservción del orden moral co-
;mo requisito esencial para la consecución del fin último. índice

[ 57 1
IH. NOC¡QN DE LA.LEY NATURAl,.:
1 ). Concepto amplió de la ley NJ;ltural.-Hemos dicho, que toda ley
para obligá~ ha de ser promulgada, es decir, que debe ser manifestada a
los súbditos; la ley eterna no escapa a esto y, por lo tanto, no sería verda-
dera ley si no fuera promulgada a las criaturas racion<J.les por medio de la
impresión de ella en la inteligencia humana, lo cual se denomina: Ley Na-
tural. La promulgación de la ley eterna está determinada por Dios desde
toda eternic;lad para qlando existan las criaturas, pero respecto de éstas no
se puede decir, como vimos, que la promulgaciQn sea eterna; lo mismo que
expresa Santo Tomás dicIendo: "La !e:y eterna posee la promulgación de
parte de Dios que la promulga... aunque de parte de la criatura que la oye
o percibe no puede ser eterna la promulgación (Som. Theol. l II q. 91 arto
,1). De tal manera, se puede decir, que la ley natural siendo la promulga-
reión ge 1,\ ley eterna, no es otra cosa que la participación o comunicación
de esta ley a la criatura racional.. .
. . Algunos dan el siguiente concepto de la ley· natural: "razón divina que
ordena que se conserVe el orden natural y prohibe su quebrantamiento, ins-
cripta eit la naturáleza racional mediante los dictámenes de la razón" (10).
fero si bien es cierto que éste concepto exacto de la ley n~tural nos dá
.;una idea de lo que ella ·es en sí; es preciso, para comprender en toda su.
amplitud el concept~ de la ley natural y su diferencia con la ley eterna, te-
ner presente que a la ley eterna, com,o ordenación por Dios de todas las,
cosas al fin último de ellas, está sujeto todo el universo creado, al paso, que
a la ley natural sólo está sometida la criatura racional, quien la lleva gra-
bada en su mente y eS la única que goza de libertad para actuar y elegir
entre el bien y el mal. Es por esto que Santo Tomás expresa: "el hombre
entre los demá~ animales conoce la razór. del fin y la proporción de la obra
al fin; por eso la concepción natural grabada en él, que se dirige a ·:>brar,
convenientemente se llama ley o derecho natural; pero, en los demás se
llama "estimativa natural" (Som. Theol. IV q. 33 arto 1), El mismo Doc-
tor partiendo de la idea de la ley eterna y aplicándola 3. la criatura racio-·
11<).1 dá la siguiente noción de la ley natural: "La ley natural, dice, es una:
participación de la ley eterna en la criatura racional, en virtud de la cual
siente una tendt'ncia espontánea hacia su fin y su operación". Y en otra par~
te agrega: "es la impresión de )a luz divina eIl nosotros, ql!C nos permite;
discemir claramente lo bueno y lo malo" (Som. Theol. 1 íI q, 1 l' arto 2) ~
Similar en el fondo a las ;mteriores es la defini<.:ión que 1103 dá Cicerón:
"~s la razón suma injerta en nuestra naturaleza que nos manda cumplir el
deber y nos veda la traición al mismo" (ti).
Castelein en su "Traité de Droit Naturel" define la ley natural diciendo
que es: "la voluntad eterna y eficaz de Dios queriendo que el orden moral
sea inviolablemente guardado, tal cual esta voluntad se manifiesta y ap3.~
rece pronlUIgada en la naturaleza humana, o mejor en las relaciones esen-
ciales de la naturaleza humaJla con su fin último" (1 2). Como se observa~
rA, Castcleín en la defirÍiéión citada pone a la' voluntad divina como con-
tenido formal de la ley natural. en contraposición de aquello-=; que sostienen
que la ley natural es .formalmente la razón d!vina; no obstante lo anterior
el mismo tratadista la define en su "MoraJe", más sintéticámcnte y sin men-
cionar a la voluntad divina, expcesando que es: "la misma ley eterna, for~
malIl:1ente concebida como promulgada de hecho por la creación de la na~
turaleza humana" (1 3) ,
Vásquez de Mella para dar el concepto de ley natural parte, como no
'podía dejar de hacerlo, <¡le lél, ley eterna, diciendo que ésta es: "el plan uni-
versal preexistente en la mente divina y realizado en el tiempo por medio-

{58 1
de la creaClOn. La ley natural no es más que la parte de ese plan que le to~
ca realizar libremente al hombre" (j 4) . '
-~ -- Por lo que hasta aquí hemos enunciado de la ley natural, podemos dar-,
nos cuenta, que ella no es otra cosa que el medio de que se sirve Dios pa-
ra hacer que el hombre llegue hasta EJ, cumpliendo así su fi!l específico,
mediante la ejecución de actos moralmente buenos. cuya bondad es reve-
lada por esta ley. Es por esto, que tratamos anteriormente de la naturaleza
humana y de la moralidad de los actos humanos y dijimos que aquéÍla ten-
día al fin del hombre para lo cual éste debía tener una concepción más o
meROS definida de lo que es buen,o y malo, nociones que examinamos en
su verdadero sentido, es decir, en relación con la naturaleza humana y con
el fin último del hombre.,

2). Concepto restringido de la ley Natural.-Si bien en verdad, no se


puede concehir la ley natural sin referirla a la ley eterní'l, de la cual toma
su origen y de la que no es sino su promulgación en lacríatura rlolcional, po~
demos, no obstante, considerarla aisladamente y decir que consiste: en los
juicios prácticos de' nuestra conciencia en virtud de los cuales nos damos
cuenta que estamos moralmente obligad.os a obrar el bien y a evitar el mal.
Pero. Dios para promulgar su ley eterna no ha precisado infundirnos direc~
tamente en nuestra razón los primeros principios de la ley natural; sólo ha
necesitado conferir al hombre la facilidad de formularse los juicios' prác~i~
cos equivalentes a los primeros principios de la ley natural, de donde éste
deduce las conclusiones más determinadas en conformidad a las cuales vá
a actuar libre o prácticamente la voluntad humana. -
Jacques Maritaín en su Obra: "Los Derechos del hombr)~ y la ley Na-,
tural", define a ésta- diciendo:. "La ley natural eS el conjunto de cosas que
debe hacerse y na hacerse, que surgen de -una manera necesaria del solo
hecho que el hombre es hombre, en ausencia de toda otra. consideración"
(15). .
Fernández Conch'a si bien dá conceptos 'análogos a' los expresados arri~
ba para explicar en qué consiste la ley natural, distingue, no obstante, e~'l
la ley natural la ~ateria y la fotma: "Componen la materia --'" dicc--' !os.
actos esencialmente buenos o malos a causa de su relación intrínseca con
la naturaleza y fin de los seres racionales. La forma, esto es, el precepto dl- .
vino que ordena los actos de suyo buenos y prdhihe los de suyo malos... "
(16). '
Por nuestra parte y siguiendo a Donat, moderno tratadista de 'Teolo-
gÍa Moral. decimos que la le atural es a uella ue existe en la razón na~
tural y que manda el bien y prohibe el mal. El hecho que ra ique en a ra-
zón no implica que ésta sea la legisladora' o el principio, de la obligación,
sino que la ley se conoce por la l"azón, por lo menos en cuanto a los pre-·
cepto~ más generales, de una manera espontánea o natural que proviene de
una cierta necesidad de estos preceptos que Son revelados por la razón. De
aquí el que hayamos dicho, . que la ley natural está: formada por dictámenes
o preceptos morales que se encuentran impresos espontáneamente en la ra~
zón. Ahora, no porque la ley natural mande el bien y prohiba el mal, se vá
a decir que 'ordena todo bien, sino el· necesario cuya omisión es mala. El
bien y el mal.. a que atiende la ley natural es .aquel que se conoCe por 'laj
l::ilzón natura] y que por lo tanto se 'funda en la naturaleza de'-'í-;~- cosas; en .
lo qüe se diJerencia la ley natural de la ley positiva la cual sólo se conoce.
por su promulgación externa. ' .
. -- Es interesante observai~ que un. filósofo pagano, como lo es Platón.
tenga de la ley natural una idea .sirnHar a la eTlunci~da por nosotros, pués_
toma Platón a la' ley natural COTIlO toda inclinación natural comunicada ~ ..

( 59 1

~tÁ ~ ~ "oL~ ~ ~ fl.)


t

~~"16 .tt ~w J-t, h-¡ ~


las cosas por su Creador, por la cual cada una tiende a los propios acto~
y fines. Y. así como dijo que la ley divina es la razón eterna existente en
Dios, por la cual son l'egidas todas las cosas; así llamó ley natural a la par~
ticipación de aquella razón impresa en las criaturas para que tiendan al fin
al cual están destinadas.
'Es importante, por último, deslindar el campo que comprende la ley
natural y ef q~e comprende la conciencia, ya que con ello se ganará en pre~
~isión respecto del concepto de ambas. El Doctor Eximio apunta las si~
guientes diferencias: "la ley dice regla constituída en general acerca de to~
dos los agibles, y la conciencia flice dictámen práctico particular; de donde
es 'como aplicación de la ley a obra particular. Por lo cual ocurre que con-
.ciencia es ~ás amplio que ley natural, porque no sólo aplica la ley natural,
sino también cualquiera otra divina o humana. Mas, la conciencia no sólo
aplica la verdadera ley, sino también la que por tal se toma, por lo que se
dá, a veces, conciencia errónea y, en cambio, no puede darse ley errónea,
pués' por lo mismo 0:0 sería ley, lo cual és principalmente verdad en la ley
natural que tiene a Dios por autor ... Por fin: la ley se dá propiamente de
lo que ~a de hacerse; mas la conciencia versa también acerca de aquellas
cosas que ya son hechas, y, por tanto, a ella se atribuye no sólo atar, sino
acusar, testificar y defender" (1 7) ...

3). Legislador de la ley Natural.-Dios dentro de su poder y lihertad


infinita era, libre para c'rear o no al hombre, de crearle tal como es o. de,
conferirle otra naturaleza. Pero habiéndose decidido a crear un ser racio·.
'nal y social no podía obligarle a ejecutar sino aquello que estaba de acuer:'
do con su naturaleza. Ahora bien, creados los hombres, Dios debía orde~
narles al fin último, al igual que toda criatura y de acuerdo a su plan eter~
no de la creación, y éste fin último ha es sino la perfección del ser alcan~
zada en la glorificación del Ser Supremo por medio de la propia naturale~
za humana, ya que éL Creador no mueve las cosas creadas por impulsos
externos, sino por inclinaciones' e impulsos impresos en la naturaleza de ca~
da ser. Es así como los seres irracionales son dirigidos por fuerzas. e im~
pulsos cIegos y determinados hacia los fines para los cuales han sido crea~
dos; perp, el ser racional y libre no podía ser encauzado .hacia su fin últi~
mode esta manera, sin atropellar y desconocer su naturaleza humana libre,
por lo cual ha debido, ser. dirigido mediante principios o juicios prácticos
que le permitan en un momento dado indicarle 10 que debe hacer y lo que
debe omitir (Som. TheoI. 1 1I q. 91 arto J). Estos principios o juicios prác~
ticos son llamados genéricamente ley Natural y esta es una propiedad de
la naturaleza humana y desde que Dios, autor de, eH a, la imprimió en las
raíces del ser se dice que, es divina; por lo cual expresa San Agustín: "Tu
ley está escrita en los corazones", y en otra parte: ,"no hay alma alguna en
cuya conciencia no' hable Dios. Pués, ¿ quién escribe en los corazones de
los hombres la ley natural sino Dios? ", ' ( 1 8) .
Sin embargo, Kant ~ostiene que la ley moral o natural tiene su único
principio y origen en el dictámenmeramente formal y universal. de la ra~
zón práctica, es un imperativo categóríco que ohliga en sí y de por sí, sin
que haya un legislador superior que la dicte. Para Kant la ley natural es
una exigencia de la a.uj:onomÍa de la razón, la cual formula su propia ley
y es la fuente de todo precepto. La l'azón humana es la legisladora univer~
sal. Si bien es cierto, que Kant considera necesaria una ley que indique a
nuestra conciencia el recto obrar moral; no lo es menos, que al dar a la
razóq un carácter absoluto e ilimitado y al erigirla en legisladora de sí mis-
ma, la coloca K~nt frente a frente y en pié de igualdad con el ser trascen~
<lente. y personal, autor de la naturaleza racional humana, cuya existencia
tar su actuar. Ahora bien, es lógico que solamente Dios, corno autor prime-
ro de la naturaleza racional human~, tenga la autoridad y, la potestad su-
ficiente p~ra imprimirle a ésta un cierto modo de obrar; solamente Dios
ha podido obligar al hombre a observar el recto orden moral, para que ac-
tuando siempre en consónancia con lós principios racionales que establecen
la honestidad o deshonestidad de los actos, se encamine así a su fin último
sobrenatural a que et mismo Creador le destinó, como autor y gobernador
¡Que es de todo lo creado. Además, "el c~uác~er 'absoluto, incapaz de ser
dispensado por ninguna Autoridad humana. la intimación en lo más recón-
dito de nuestra conciencia de la ejecución o.abstención tanto de act.os in-
ternos o externos, el contínuo renacer en la candencia frente a cualquie-
ra nueva situación, todas estas notas .de la obligación ... son objetivas, de-
rivadM del ser como a la ley a que acompañan, sólo pueden provenir de
un Ser superior al hombre, en cuyas manos está nuestra naturaleza y la de
los demás seres, 'por cuyo lenguaje ontológico nos comunica sus di~posicio-
~es. Este ser no ,puede ser otro que Dios" (19). , ' .' ,
Por otra parte, la obligación moral o ley natural, que impone un de-
t~~minado modo ?e obrar para que I?-0 nos apartemos d.e la vía qu'~ nos
condu<;e al bien infinito, no priva de la' libertad, sino que muy por el con-
trario, supone la libertad psicológ\Ca que hace al autor de .un acto respon-
sable de él, ya que si necesariamente .debiera actuar en un sentido determi-
nado no tendría objeto una ley ql1e le indicara el ,bien y el mai moral., Y
decimos que esta ley natural no quitél la libertad porque- ella impone sólo
una obligación moral, es únicamente un vínculo moral y no físico que ata a
acepta Kant, incurriendó ~sí en un contrasentido y en un absurdo, pués, si
la razón es 'obra del Ser Supremo y trascendente, de Dios, no se puede con-
cebir que no esté sometida a El, su creador, ni que ella sea, como supone
Kant, absohüamente independiente de ese ente superior .
• T od?- ley dice relación entre un superior que otdena y un inferior que
obedece, la ley natural implica esta misma relación de dependenciá, desde
el momento que es verdadera ley moral; p,or lo tanto, para' que los dictá-
menes de la razón que se: refieren al crden moral puedan ser considerados
como verdadera ley, es preciso, que' una autoridad superior al hombre se
Jos imponga obligatoriamente como nOIma o medida a la cual debeajus-
la voluntad por medio de la inteligencia, ante la cual' presenta los objetos
o bienes. Para que pueda dec¡r~e. que la. voluntad queda moralmente obli-
gada y no sólo persuadida, aunque conserva su facultad de elegir, es preci-
so que se encuentre en el dilema: de ejecutar u omitir un acto dado u ofen-
der al Bien al;>s~luto. Es necesario que uno de los términos del dilema sea
la ofensa al Bien infinito, porque si, la alternativa es entre un acto y un bien
finito, la voluntad no queda obligada o atada con un vínculo absoluto, ya
que puede obtener otros bienes finitos y aún pretender al Bkn infinito. Es
solamente cuando la elección se plantea entre el acto y "la totalidad ago-
tante de su objeto, el Bien en sí" que la voluntad se-encuentra t,otalmente
atada y moralmente hablando no tiene evasión posible. Ahora biell, un
vínculo moral de. tal naturalcz9. tiene que depender y ser sostenido en el
Bien infinito, Dios; el hombre es inccpaz de crearlo desde el momento que
es ser finito y sus actos sólo puedeh engendrar ún bien finito (20).

4). Qué clase de acto es en Dios la ley' Natural.-Como. lo expresamos


al tratar esta misma materia en la ley eterna, es ella una ~e las más discu-
tidas de toda la Teoría de la ley por teólogos y juristas. Dijimos también,
que ·tres doctrinas 'se disputaban la' verdader.a solución d(f esta cuestión ~
que ellas eran: el intelectualismo puro, el intelectua1.ismo moderago y el yo·
luntarismo.

[ 61 1
a). El intelectuallsmo, puro.-E~~' doctrip,a sostiene que la ley m~~ural
no es sino la r~ón de Dios, que disti~ lo bueno y lo malo, inserta e~' la
naturaleza 'humana; la ley natural, en consecuepc,ia, es ajena a la vol')'utad
divina y'no es sino la resultante de la esencia d.i,viua que es la Bondad infi-
nita. La natur<lleza hWúana no puede desear el xnal ya que es obra de Dios.
Bondad y Bien <;ibsoll,ltos, y por esto mismo tiene aquélla una tendencia o
inclinación hacia el -bien intrínseco, no a lo que la voluntad de Dios esta-
blece como bueno, dadq que Este no puede consid~rar bueno lo que no lo
es intrínsecamente; luego, según esto, la ley h,atural no le es impuesta a la
criatura r~ci(jnal sino que ella es la re~ultante del apetito de la naturaleza
racional humana hacIa el bien intrínseco, ,es decir, hacia aquello que la ha
de conducir -r~ctamente a su fin último. Además, si Dios por un a.;to libre
confirió al hombre una' esencía y naturaÍeza dadas ;no puede obligarle, aún
con toda su omnipotencia divina, a actuar en disconformidad con ellas, man-
dándole voluntarirunente como bueno aqudl,o que según su naturaleza ra-
cional es malo, porque e~o significarfa un contrasentido ,monstruoso qm: na-
die cuerdamente puede suponer en Dios. Esto no implica negar que Dios
sea el origen de la ley natural, desde el momento que es el origen y autor
de la naturaleza humana, reflejo de la naturaleza divina, y 10 que ella de~
sea como ,bueno lo <lpetece en razón de que eso acerca al hombre a Dios, su
fin último.

b )" El intelectualismo moderado.-Afirma esta doctrina que la ley na-


tural si bien tiene su origen en la razón divina participada al hombre, tam-
bién requiere de la voluntad divina para lle15ar a ser efectiva; en otra!'l pa-
labras; sostiene que DiQS manda voluntariamente aquello que su razón re-
conoce como bueno. Suárez, uno de los principales sostenedores de es.a
, doctrina, expresa: "la ley nat'.lral puede considerarse o en Dios o en nosotros;
y en Dios supone, según el orden de la razón, un. j\Jicio del mismo Di'Js de
la convenienCÍ'a o disconveniencia de tales actos: Jnas, añade la voluntad de
obligar a los hombres a guarlar aquello que dicta la recta razón... Pliés.
aunque aquella obligación que añade la ley natural en cuanto es preceptiva
. proceda de la voluntad divina, no obstante, aquella voluntad supone juicio
de la malicia ... , porque en virtud de sólo el juicio no se induce prohibición
propia u o.bligación de precepto, porque esto s;n la voluntad no puede en-
tendcT!'e, por eso se añaae la voluntad de _prohibir aquello que es malo. De
donde ocurre, por fin, que la ley natural, en cuanto está en nosotros, no só-
lo juzga el mal, sino que también obliga a evitarlo y, por tadto, que no sólo
representa la disconveniencia natural de toJ acto u objeto, con ,la n~turale­
za racional, 'sino que también es señal de la voluntad divina que lo prohi-
be" (21). Como se vé, para Suárez la bondad o malicia de un acto no arran-
ca únicamente de la voluntad divina basada en un puro juicio posible, sino
que en la '.rsenciad~l mismo acto hay algo intrínse~o que necesariamente
supone honestidad o torpeza, ya que de lo contrario se desprendería que
Dios podría mandar lo que la raZón considera malo. Para Suárez, el acto
q'le prohíbe la -ley natural es en sí m<1.10 y además lo es porque Dios lo veda
,c3:presamente, aunque Este no pueda hacer otra cosa que prohibir lo intrín-
secamente malo y mandar lo bueno por naturaleza, rJués, lo contrario, como
anota Recasens comentanq,o a Suárez, significaría una desarmonía entre los
momentos del Ser representante de la' suma unidad y perfección. Pero, 110
porque Dios no puede dejar de prohibir lo malo y de obligar al hombre a
lo intrínsecamente bueno, vá a perder con ello su libertad, pués, Dios era
libre para crear o no al hombre pero una vez que libremente, consintió en
aacarlo de la nada, ya no puede mandarle lo que es atent~torio a su natu-

r 62 J
raleza. En realidad, Dios no es libre para desear el mal por bien, por cuan~
to es la Bondad ábsoluta y no puede ofenderse a si mismo.

e). El voluntarismo puro.-Esta doctrina ha sido defendida, entre otros.


por Descartes y especialmente por Duns Scoto; para éste último, el erigir a
la razón de Dios en único origen de la ley, con exclusión de su voluntad,
significaría una limitación a sU omnipotencia que no estaría de acuerdo con
la idea de Dios. Según Dtins Scoto lo bueno Iq es solamente porque Dios lo
ha <"]uerido y ordenado así voluntariamente. Toda la Etica scotista está fue~
ra del campo racional (22). Similar a la posición ideológica de Seoto es la
de Heineccio para quien" sólo la voluntad de Dios es la no':ma de ¡as ;:,':cio~
nes humanas, y de toda obligación natural y aún el principio de toda jus~
ticia.
Reconociendo, como lo hicimos también al tratar de la ley eterna, lo
discutible del asunto y lo respetable de las opiniones en contrarío, creemos
por nuestra parte qÍle la: respuesta dada por el intelec;tualismo puro se avie-
ne más con el carácter. de participación de Dios que tiene el fiombre y con
la n3ción de bondad o maldad intrínseca que tienen las cosas y los actos,
la cual noción no depende de la voluntad de Dios, sino que se mide por el
mayor b menor acercamiento que produzcan- los actos él cosas entre el hom-
bre y su fin último que es Dios.

5). La ley Natural es en el hombre un acto racional.-¡~porta también


precisar si la ley natural es un acto o es un hábito; entendiendo por hábi-
to una cierta cualidad y virtud_ de hacer .juicips. En efecto, dijimos anterior-
mente, que la ley ,es un dictámen por el cual la razón establece lo que de-
be hacerse en atención a su bondad intrínseca; estos juicios prácticos, como
lo~ espe~ulativos, son· obr~ del entendimie~to y de la razón. Ahora bien.
del hecho que el hábito no sea ni juicio ni proposición; sino ,sólo la facul-
-tad de formularlos, se desprende que -la ley no· es esencialmente un hábi-
to, sino un díctámen que tiene la forma de precepto (23)> .. \' ,¡
Santo T arrias afirma que "la ley natural no es un hábito, propiamente
hablando, pero 10 es impropiamente en' el sentido que se le dá este nom""
bre porque ella encierra los preceptos que están habitualmente en la mis~
loa razón" (Som. Theol. l· JI q. 94 arto 1).
Domingo Soto, al igual que Santo Tomás, aunque no considera a la ley
-natural propiamente un hábito, afirma que está en nosotros a It}anera de há-
bito, dice: "Los preceptos naturales no sólo son considerados por la razón
en el acto, mientras actualmente uno los man:la o escucha el precepto, sino
a manera de hábito, esto es, de manera per~anente en ausencia del acto";
y ya nos hahía dicho .que la ley aunque se dé por un acto, permanece por
el hábito impresa y escrita en la mente (24).
Por otra parte, la ley natural está grabada 'en nuestra ,-mente según
qquello que se lee en el Salmo: "impresa está, Señor, sobre nosotros la luz
-de tu rostro; tu has infundido la alegría en mi corazón" (Salmo IV, 7). Se
llama a la luz de la SabidurÍé!- rostro de Dios y de la raZón para significar
"que se le conoce igual que al hombre por el rostro. De aquÍ deduce Suárez
que la ley natural no es un hábito sino un actó, argume'ntando" del siguiente
modo: "así como la ley humana en cuanto está fuera del legislador, no só-
lo significa actual conocimiento o juicio existente en .el súbdito, sino tam-
bién signo permanente en alguna escritura. que puede excítar siempre aquel
conocimiento; así en la ley natural, que en el legislador no es otra cosa que
la ley eterna, en los súbditos no es ,sólo el juicio actual o imperio, sino tam~
bién la misma luz que contiene como permanentemente escrita aquella ley
y puede siempre representarla en acto":( 2 5 ) .

,[ 63 J
índice
Pero hay más. La ley natural' es un acto, pero es un acto racional, ,"algGt
elaborado por la razón" (opus rationis), como la llama Santo Tomas; e<;:
decir, qué no basta que exista la naturaleza humana ~ar~ que entre a obrar
la ley natural, se precisa que intervengan las potencIas mtelectuales de esa
naturaleza, de un. dictámen de la raZón, ya quena es un hábito en el ver-
dadero sentido de esta palabra, aunque es estable y permat:).ente.
La ley natural nos manda o.hseryar el orden moral, pero éste no es otro
que el que está de acuerdo con el orden racional, entendiendo por orden
racional el conjunto de principios o dictámenes de la razón que establecen
qllé actós son honestos y de acuerdo . con la perFección inherente' a la natl..\·
raleza racional. Por consiguiente, si queremos cumplir con la ley natura'
gu~rdando el orden moral debemos seguir los dictámenes. y juicios prácti-
cos de nuestra razón; en otros términos, la ley natural es un acto racional.
Así como la existencia de la ley natural no implica la pérdida de la li-
bertad en ,el hombre, tampoco implica la pérdida de su racionalidad; muy
por el contrario, ya que Dios mueve a los seres creados según sus respectivas.
naturalezas; en efecto, los seres irracionales son dirigidos por la ley eterna
en una forma irracional, fatal; mas, el hombre participa de la ley eterna, o
mejor, de la ley natural, racionalmente en virtud de los procedimientos ha-
bitual,es de su conciencia, sin que ello signifique. detrimento de su libertad.
Todo conocimiento presupone una potencia intelectual: la razón; aho-
ra bien, "la leyes revelación del orden, conocimiento de ese mism~ orden.
y donde no h?,ya capaci?ad de ~onocimiento no puede vivir la ley" (26).
. . P~:a exphcar el caracter raCIOnal de la ley natural Suárez parte de una
dlstmclon entre la naturaleza propiamente tal y la razón natural, enseña:
"una es la misma naturaleza, en cuanto es COIUO el fundamento de la con-
veniencia o disconveniencia de las acciones humanas a ella misma' la otra
es cierta fuerza de aquella naturaleza, cque la tiene para discernir ~ntre las
. operaciones convenientes y disconvenientes a aquella naturaleza, l(l_ cual
llaI?amos razón naturaJ. Del primer modo s~ dice que esta naturaleza es
. fundamento de la honestida.d natural; y del segundo modo dícese la misma
ley natural, la cual manda o prohibe a la voluntad hlimana lo que ha de ha-
cerse por derecho natural" (27). Ahora bien, en otra parte, para probar
que la ley natural está en la razón formula el mismo Doctor los siguientes
rácíocÍnios: "Primero, por suficiente división, .pués la ley natural está e~1
.homae, porque no está en Días, )iendo temporal y creada; ni está fuera
de los hombres, porque no está escrita en tal?las, sino. en el cor~qr..; y no
está en la misma naturaleza del hombr~ inmediaJaml'lnte, como mostramos,
ni está en la voluntad, porque no depende de la volul1tad del hombre:, sino
que la ata y como la fuerza; luego es necesario que esté en lalrazón. En se-
gundo lugar, porque los efectos de la ley, que pueden considerarse en la ley
natural, proceden inmediatamente del dictámen de la razón, pués él dirige,
obliga y es regla de la conciencia que acusa o aprueba los hechos, luego en
él consiste esta ley. T ereero: es propio de la ley dominar y l-egir; pero esto
se ha de atribuír a la recta razón en el hombre, para que sea gobernado rec-
tamente según la naturaleza; luego en la razón se 'ha de constituír la ley na-
tural como en próxima regla intrínseca de los actos humanos" (2 SI):

IV. EXISTE'NeIA DE LA LEY NATURAL


1 ). La existencia d~ la ley Natural se deduce de la existencia de la ley
Eterna.-Probada la existe.ncia de la ley eterna, lo que hicimos en el mo-
mento oportuno, es fácil demostrar la realidad de la ley natural en el hom-
bre. la cual no es sino la participación de la ley ,eterna en la naturaleza hu-

[ 64 ]
mana. En efecto, el Doctor Angélico expresa: "hallándose todas las cosas
sometidas a la Divina Providencia, y por consiguiente, :r~gulada:; y medidas
por la ley eterna, todas participan de la ley eterna de a.lguna manera, a sa-
ber: en 'cuanto la impresión de esta ley en sus naturalezas las impulsa a nbrar
y las hace tender a sus respectivos fines ... En este plan de sujeción a la Di-
vina Providencia sobresale eL hombre entre todos los demás seres, porque
no solamente participa como ellos de ese influjo, sino qu~ es capaz de ser
su propia providencia y la de los demás. Participa, pués, de la razón eter-
na; ésta le impulsa a, obrar y ésta le fuerza a buscar y seguir la senda que
le conduce: a su destino. Y semejante participación de la ley eterna en los
.' séres racionales, es lo que se llama la ley 'natural. De donde resulta que la
ley natural no. es mas que una participación de la ley eterna en la criatura
racional" (Som. TheoI. 1 II q. 91 arto 2). En este trozo de una claridad ex~
traordinaria vemos como la ley eterna desciende hasta adentrarse en el hom-
bre y regir sus actos, y m\¡,esha ta,mbién, como lo habíamo~_hecho por nues-
tra parte, que la existencia de la ley natural no es algo independiente o di-
ferente a la ley eterna, sino que, como lo dice el Aquinatense en su famosa.
definición transcrita al fina] del trozo citado, es sólo la participación de 1';'
ley eterna; en la criatura racional.
Pero, si bien todos los seres irracionales participan, según sus natura-
lezas, de la ley' eterna;, dado que toda leyes algo de la razón, como' dice
Santo Tomás, o.b'ra ,de la misma, sólo en el hombre tiene propiamen'te el
carácter de ley; ya que sólo él tiene capacidad para percibirla intelectual-
mente. En los demás seres es ley sólo metafóricamente, por cuanto obra
ciega y fatalmente, sin que ello~ puedan discriminar el bién del mal.
Por otra parte, corp.o veremos después, la ley humana no tiene el va-
lor de verdadera ley, sino a condición de sus relaciones y subordinación ~
la ley e~erna, a condición que sea una concretación de la ley eterna; pero,
estas relaciones y derivaciones de la ley humana respecto de la ley eterna
no son fáciles de ~preciar directamente compa~ando~ ambas leyes, por cuan-
to el hombre no conoce le ley eterna en sí misma, cuya esencia sólo es co-
nocida por Dios y los bienaventurados. De aquí, pués, se comprenderá la:
necesidad y utilidad d~ la ley natural, en cuanto es parti~ipación de la ley
eterna en la naturaleza del hombre, quien la conoce por medio de la razón;

2). La existencia de la ley Natural es una consecuencia de la Sabiduría


y Bondad Divinas.-La libre creación del hombre por Dios no habría sido
completa, de ninguna manera" si no le hubiese asignado un fin, como toda
obra salida de Dios. el cual fin. como dijimos, no puede ser otro que el mis"
mo D,ios, principio y fin de todas las _cosas, Perfección infinita que no pue-
de dejar de amarse a sí misma. Pero, no habría bastado al hombre que se
le asignara un fin si éste fuere para él desconocido o inalcanzable; en con~
secuencia, Dios, Sahiduria infinita, debió ordenarle eficazmente asu fin úl~
'timo, pero no fatalmente, sino conforme a su naturaleza racional y libre, es
, ~

decir, no mediante un "víncu19 físico necesitante, sino pGlr un vínculo mo-


ral", que revelándose ~por medio de su razón, ate u obligue a su voluntad
imperativamente sin detrimento de su liqertad. Y este vínculo moral, .racio-
nal y respetuoso del libre ~lbedrío es la ley natural, la cual .dirige al hom:-
bre, dentro de su libertad, hacia su destino sobrenatural. Al respecto Santo
T amás escribe : "Toda operación, intelectiva o volitiva" del hombre, tiene
su punto de partida en la naturaleza humana. Porque todo discurso' parte de
principios naturalmente conocidos; y toda volición de algo ordenado a un
fin, arranca del deseo y amor naturales del último fin. Todo esto demues...
tra la necesi¡;Jad de establecer una ley natural que dirija las acciones huma....
nas a su debido fin": (Som. Theol. IU q. 91 arto 2).

[ 65 1
Además, Dios infinitamente sabio queriendo necesariamente que el
hombre obtenga su fin último, la glorificación divina, río puede dejar do
des"t:.ar que él tenga 101l medios rectos y morales que le han de llevar a ese
fin últiQ'lo; luego, dehe permitirle a éste Sélber cuáles son los medios ele que
:se püede servjr para cumplir su destino de un modo conforme con los de~
sigríios" del" Crel,ldor. SQst~er lo contratÍo implica negar la sabiduría divina
y afirmar la imperfección de la creación y, aún más, una inj usticia de par':
te de Dios al impon~rnos un fin bajo pena de sanción eterna si no lo obte-
nemos y al negarnos al mÍi:¡mo tiempo el conocimiento de los medios con-
ducentes a ese fin; todo lo "cual es inaceptable dentro del verdadero con-
cepto de Dios. I
p~o, Dios no sólo es la Sabiduría" infinita, sino también la Bondad in-
finita; luego, rio puede desear lo intrínsecamente malo ni pano¡, sí ni para sus
criatU:ra~" a las cuales se '1.0 prohibe por medio de la ley natural. Sobre esta
materia' Suárez manifiesta: ""supuesta la voluntad de crear la naturaleza ra-
cional con: suficiente conocimiento para hacer el bien y el mal, y con sufi-
ciente concurso por p;:;'rte de Dios para ambas cosas, no· pudo Dios menos
de querer prohibir a tal criatura los actos intrínsecamente malos o mandar
los hónestos necesarios... pués, absolutamente podría Dios no. mandar· cosa
alguna o prohibirla; no obstante, en el supuesto que quiso tener súbditos con
uso d,,? razón, no pudo men9s de ser legislador de ellos, al menos en aque-
llas cosas que" son necesarias para la honestidad natural de las costumbres.
Además, la razón arriba insinu.ada es bastante probable, porque no puede
Dios menos deo"diar el mal con~rario a la recta i"azón, y tiene este odio no
sóló como persol1a privada, sino también como supremo gobernador: lue~
go por razón de E:ste odio quiere obligar a los súbditos" que no lo come-
tan" (29). . " "
Todo lo anterior n9 significa que es preciso creer en Dios para recono-
cer la existencia de la ley nátural. si bien es más firme e inquebrantah!e la
adhesión q ésta entre los que creen en Dios que entre los demás. "Basta,
sin embargo, - expresa Maritain -
o
creer en la naturaleza humana y en la
libertad del ser humano para eslar persuadido de que hay una ley no escri~
ta, para saber que el derecho natural es algo tan real en el orden moral co-
mo '!ns leyes del .crecimiento y la senilidad en el o~den físico" (30)..

3). Las Sagradas Escrituras testimonian la existencia. de la ley Natu-


ral.-Aunque abundan los pasajes en las Sagradas Escrituras que se refie~
ren a la ley natural, consideráp.dola como la ley de Dios, la ley por anto-
nomasia, citaremos sólo qos: uno, del 'Antiguo Testamento y otro del Nue-
vo Testamento. .
El Real Profeta David en el Salmo IV ora para pedir la protección y
·la paz de Dios y exclama: "¿ Quién nos mostrará el bien? Impresa está,
Señor, sobre nosotros la 1114 de tu rostro; Tú has infundido la alegría en mi
cor~ón". Por la luz de la razón participa el hombre de la ley eterna que
le dicta lo que debe ejecutar u omitir.
Pablo de Tarso, el Apóstol, en la Carta a los Romanos y refiriéndose
al apego judío a l,a ley Mosaica, dice: "y así todos los que pecaron sin la
ley, perecerán sin ella; más todos los que pecaron teniéndola, por ella se-
ráu. juzgados. Pués, no son justos delante de Di.os los que oyen la ley, sino
los que l¡l cumplen; esos son tos que serán santificados. En efecto, cuando
los g~!.1til~s, que' np tÍer¡,en ley., hacen por razón natural lo que manda la
ley, estos tales, no te.niendo ley, son para sí mismos ley; y eUos hacen ver
q1J.e lo que la l~y ordena esJá, escrito en 'sus 'corazones, como se lo 'atestigua
lSq propia' conciencia y las diferentes reflexiones que allá en su interiol ya
lo.!? acqsa,n, ya los defienden, en aquel día en que Dios juzgará los seeretQS
de Jos polJ1hr~ por !Jledio de Jesucristo, según mi Evangelio" (EpÍst. a los.

[ 66 1
Rom. l. 12 él 17). San Pablo entiende por gentiles todos aqu~lIos que n~
.hanx-ecibido la Revelación de píos y los Profetas y que no obstante se ajus"
,'tan a la léy natural inscrita en sus mentes, lo cual testifica' que el hombre
opra 'bien o mal cuando sigue el dictamen _ natural de la razón recta o lo
;rechaza. ' ','

4). La existencia de la ley Natural nos la atestigua nuestra propia con-


,ciencia.-Por nuestra propia experiencia intérna: nos damos cnehta' dedos
hechos: primero, que hay actos buenos y' malos, y,: segundo, que las accio';
nes malas son prohibidas e ílícitas y en contraposición con nueStra natura~
]eza 'racional,' y que las 'acciones buenas, ,por el contrario, son mandadas y
·conducentes a nuestro fin. Usando una expresi6n kantiana, podemos decir,
que en nuestra conciencia sentimos el imperativo categórico que nos obliga
'a ejecut¡u 'constantemente y de una manera absoluta dertas acciones bue~
nas y abstenernos de 'ottas malas. La sumisión a este imperativo de conciencia
nos reporta la paz y la alegría, como el violarlo nos acarrea la desesperanza y
el remordimiento. Esta norma de conciencia es la misma para todos los hom-
'bres, salvo pequeñas diferencias que se justifican por las pasiones,vicios, ig-
norancia suma' y otras circunstancias que analizaremos después; pero, en el
fondo 'permanece Jamisma, y 110 sólo aconsejando sino obligando, impo-
niendo en forma autoritaria no máximas moralesmás"o menos vagas sino
reglas absolutas y soberanas. cuya. infracción es ilícita; en ohas 'palabras,
tiene todos los caracteres de una ley moral que sirve de g1,1Ía y de norma a
la: actividad del hombre. Esta norma es la ley natural u~iversal e inmutable.
Este imperativo de conciencia, la l~y natural, no puede tener su origen
en la voluntad propia del' homLre o ,en su razón prácti~a, como afirma
Kant, ya que toda ley implica una relación de dependencia entre un supe~
:rior que ordena y un inferior o súbdito que obedece, lo que no se cUl;nple
en est~ éaso porque el hombre -no es superior a sí mismo; además, si el
hombre fuera su propio legi~ládpr podría' en cua,lquiermomentCí derogar la
ley'o vínculo que voluntariamente se impuso., pués, el pretender que el hom~
bre ,tiene potestad para crear la ley y n9 para abolirla es labsurqo; por otra
parte, 'esta ley interior se impone a no!;otros conháriando nuestra, propi;;¡
voluntad e inclinaciones. San Pablo -nos describe en la Epístola citada, con
'aquel vigor que pone en todos sus escritos, la lucha angusti~sa l!ntre la 'ley
eterna de Dios grab!ida en nuestra ·naturaleza y las pasiones y deseos de
nuestro' cuerpo material concupiscihle, el combate entre la carne y el tspí.
Titu,la disputa entre el bien y e! mal por la conquista del, hotnbr~, en otro:>
términos la vida de! verdadero cristiano; ,dice el Apóstol a los Romanos:
"porque bien sabemos 'que' la ley' es espirituál; pero yo por mi soy camal,
vendIdo para ser esélavodel petado. 'Por lo que' yo mismo no apruebo -lo
que hago, pués no hago el bien que amo, sino antes e! mal que aborrezco,
ése 10 hago. Mas 'por Jo mismo que hago 10 que no amo,reconozco la ley
-como buena. Y en este lance no tanto soy yo el que obra aquello, cuanto el
pecado 9ue habita en mi. Que bien cI;mozco que nada de bueno hay en mi,
quiero decir en mi car,ne. Pués aunque hq.llo en mi la voluntad para hacer
el bien, no hallo cómo cumplirla. Por cuapto no hago el bien, que quiero,
antes bien, hag'o el mal que. no quiero. Mas si hago lo que no quierC', ya
no lo ejecuto yo, sino el pecado que habita en mi. Y así es que, cuando yo
quiero hacer el bien, encuentro una ley porque el mal está pegado a mi: de
aquí es que me complazco en ,la ley de Dios según el hombTe interior; mas
'~ambién veo otra ley en mis miembros; la 'cual resiste a la ley dé mi espíri~
tu, y me sojuzga a la del pecado, cjue está en mis miembros> ¡Oh, que hom~
bre tan infeliz soy yo I¿ Quién m~ libertará' de este cuerpo d.e muerte? La
gracia de Dios por Jesucristo Señor nue'stro'?'(Epíst.á lós Rom. XII, 14 a 25 ) .
Este imperativo o ley nátural tampoco puede provénir de ningún hom~

[ 67 ]
bre poi superior que él se,~' por cuanto toda ley humana pa,ra ser tal debe
e

basarse en esta ley interior; además, ésta rige en muchos casos en que DO
hay mandato o precepto humano alguno, y t~ene un c;arácter interno y lleva
consigo sanciones morales que el hombre no puede impo.ner por ser inca~
paz de penetrar en el recinto. personalísimo de la conciencia.
El positivismo sostiene que son las costumbres y la Autoridad huma-
na por medio de sus leyes las. que imponen la obligación del recto obr~r mo~
ral. En nuestro sentir, la costumbre es insuficiente pala justificar la existen-
cia ¿e. la ley natural, ya que siendo aquéI1~ algo conve!1cional, relativo, cir-
cunstancial y las más de las veces basada en prejuicios, no puede dar ori-
gen a una ley absoluta, inmutable''!i universal que rij,a a los hombres de to-
dos los puehlos, aunque sus costumbres, sean diversas; por lo demás, si hay
alguna costumbre realme:pte unive~sal qu~ comprenda ~ todos los h~mbres,
quiere decir que está fund"lda en la naturale~a human~ que tal vez es lo úni-
co común a todos los hombres; lo que equivale a decir, que esa costumbre
es la ~onsecuencia de la ley natural. cuyo origen es precisamente 19 que se
. trata de explicar. La Autoridad humana y sus !eyes tampoco pueden dar
origen al imperativo de la conciencia~ por cuanto aquélla y éstas no San ab~
solutas y sólo son justas cuando tienen por fundamento último a la propia
ley natural; en efecto, si no, existiere una ley inmutable, univers.al. inheren-
te a la naturaleza hl.lmana que establezca lo justo e injusto, lo bueno y lo
malo, no habría n';1nca una. ley humana injusta o mala intrínsecamente siem-
pre que hubiese sido -dictada por los. organismos competent~s e impue~ta
por la fuerza; la coacción del poder público sería la suprema ley y el símbo-
lo de la justicia, el h0mbre sería el esclavo legítimo del Estado; una mons-
truosidad tal n~ puede sostenerse por aquellos' que tengan un verdadero
concl";>to de la justicia y de la dignidad humana.
"J. ampoco puede radicarse el origen de J,a ley natural en el temor a los
males que engendre una acción determinada, pués, es insuficiente para dar
razón de la maldad absoluta e, intrínseca:' del acto inmoral, y no existiría, en
consecuencia, verdadera rela\:Íón de calidad entre una causa física,. mal fí-
sico producido por la acción, y un efecto moral, maldad moral intrínseca
del acto; además, no es efectivo que la ejecllción de acciones prohibidas por
la conciencia produzcan siempre males temporales. fuera del efecto moral
de la culpabiiidad o remordinllento interno; lo que nos está demo~trando
que dentro de nuestro propio espíritu hay a'lgo que nos impele a obrar rec-
tamente no por utilitarismo sino por satisfacer anhelos más altos y espiri-
tuales de nuestra naturaJeza racional.
El carácter ahsoluto y supremo que tiene el imperativo moral de la
conciencia y el hecho que se nos imponga incluso COntra nuestra voluntad,
nos está 'indicando que depende de' una causa ~uperior a nosotros mismos
y á toda Autoridad humana, y que es el efecto de la voluntad eficaz del
Creador del hombre, quien le imprimió en su naturaleza un determinado mo-
do de obrar de acuerdo con el fin específico hUI;nano a que lo ha destinado;
por lo cual, la razón humana puede deducir del análisis de la nat"uraleza
los cq.racteres definidos ;de la ley eterna divina, siendo como es esta natu-
raleza humana, la promulgación de esa ley. Pero, como observa CaRtelein,
la naturaleza humana no es el principio real que constituye y crea la obli-
gación del recto obrar moral, sino que es sólo el signo objetivo' que ma-
nifiesta la ley moral impuesta por Dios. ( 3 I ) ,
Todavía rqás, "Toda inclinación natural indica una ordenación a un
determinado. último fin, Los dictámenes de la ley moral, que existen su~­
lI:ancialmente los mismos en todos. los hombres en virtud de su misma natu-
raleza inteligente que los descubre sin esfuerzo; son, por ende. algo natural
y . equivalen a una prdenación al último fin de parte del Autor de esa na-
turaleza. Y de este modo, por el mero carácter natural que reviste esta.

[ 68 ]
ley fundamental, somos conducidos lógicamente a. admitir que ella es la 'ma~
nifestación y ejecución de un orden y ley divinos" (32). -
Pero, si bien es cierto, que Dios es el autor de este imperativo de con~
'Ciencia impreso en nuestra naturaleza, no lo es menos, que. en el hecho, el
hombre no se preocupa de cumplir este mandato moral por ser él imp,uesto
por Dios. sino que cuando lo acata lo hace por simple respeto a su propia
c~nciencia. Mas, lo anterior, no significa que por eso Dios vá a dejar de
ser el autor supremo de la ley natural, pués, no porque el hombre niegue
-o desco~ozca voluntariamente ·alguna cosa, ésta vá a ,dejar de ser lo que es
verdaderamente. , _
Todo lo expresado 'aquÍ. acerca de la ley natural, debemos relacionar-
Jo con lo que expusimos al hqblar en especial del legislador de la ley na-
tural, donde negamos a la. con.clusión que sólo podía haber un legislador
Ce ella: Dios, autor de la naturaleza humana. '.

5 ). El consentimiento universal .de todos los pueblos nos prueba que


-e,dste, una ley Natural.-A través de la historia de todos los pueblos se pue-
de observar que el desenvolvimiento humano ha tenido siempr~ como' es-
pina dorsal una ley moral que manda el bien y prohihe el mal. A pesar de
10s errores, vicios, perversiones y supersticiones de los pueblos, siempre se
ha respetado y obr¡;¡.do el bien y se' ha despreciado y condenado el mal, aun-
,.que a veces ,se haya obs-cu'recido el verdaderq' concepto del bien, sustituyén-
,dolo por falsos bienes. . - .,' .
El acatamiento de una ley que implica vencerse a sí mismp está demos~
'tr¡;¡.ndo que .en fodos los pueblos se ha tenido la conVicción que es obra no
-de los hombres. sino de Dios, como participación de qna ley divina en nues-
tra naturaleza racional.
Lo; filósofos de la Antigüedad nos hablan de la ley natural. aunque
con diversos nombres,. así por ejemplo': Sófocles' en "Edipo';{págs., 863-
.871) y en "AntÍgona" , (446.80); Aristóteles en su "Etica a Nicómaco"
(J. V c~ VII); Platón en la "República" (1, 4) y en "Gorgias"; Cicerón,
"como vimos, en su "Tratado de las leyes" (1, 6). En los primeros siglos de
la Era cristiana: San Agustín, San Ainbrosio, Lactancio, etc., hablan exten-
sa y claramente de la ley' natural (3.3). . , .
Entre los etnól~_gos modernos que tratan en sus estudios. de la' llfY .na-
tural, podemos citar, entre otros, a Le Roy,Schmidt, Mausbach, Lemonnyer,
"etc. (34). ' índice '

V. OBJETO 9E LA LEY NATURAL

1 ). Imperatividad de la lley'Natural.-La ley Natural no sólo tiene por


'Ohjeto ayudar al hombre á distiflgúir el I:>ien del mal, sino que también con-
i;iene la prohibición del mal y el mandato del bien. Tomando en cuenta este
carácter obligatorio de la ley natural- es que la ha definido Gerson diciendo:
"La ley, natural preceptiva es una señal' grabada a cualquier hombre no Ím-
'pedido en el uso 'debido de la razón y notificativa' de la' voluntad divina que
quiere que la criatura racional humana esté obligada a hacer algo o' no ha-
cerlo por la cpnsecución de su fin natural" (35). . ' !
Esto es perfectamente explicable, porque. como dice Suárez; "toda las
cosas que la ley 'natural dicta que son,malas son' también prohibidas 'por
Dios con especial precepto y voluntad, .con la cual quiere, que. seamosfor-
''zados y obligados _aguardarlos en fuerza de la autoridad de, El; lueio la
, ley natural es pr()piamente ley- preceptiva () ~nsinuativa de precepto propio.
La consecuencia 'es clara. El antecedente seprueha primeramente, porque
[.69 ]
ley fundamental, somos conducidos lógicamente a. admitir que ella es la 'ma~
nifestación y ejecución de un orden y ley divinos" (32). -
Pero, si bien es cierto, que Dios es el autor de este imperativo de con~
'Ciencia impreso en nuestra naturaleza, no lo es menos, que. en el hecho, el
hombre no se preocupa de cumplir este mandato moral por ser él imp,uesto
por Dios. sino que cuando lo acata lo hace por simple respeto a su propia
c~nciencia. Mas, lo anterior, no significa que por eso Dios vá a dejar de
ser el autor supremo de la ley natural, pués, no porque el hombre niegue
-o desco~ozca voluntariamente ·alguna cosa, ésta vá a ,dejar de ser lo que es
verdaderamente. , _
Todo lo expresado 'aquÍ. acerca de la ley natural, debemos relacionar-
Jo con lo que expusimos al hqblar en especial del legislador de la ley na-
tural, donde negamos a la. con.clusión que sólo podía haber un legislador
Ce ella: Dios, autor de la naturaleza humana. '.

5 ). El consentimiento universal .de todos los pueblos nos prueba que


-e,dste, una ley Natural.-A través de la historia de todos los pueblos se pue-
de observar que el desenvolvimiento humano ha tenido siempr~ como' es-
pina dorsal una ley moral que manda el bien y prohihe el mal. A pesar de
10s errores, vicios, perversiones y supersticiones de los pueblos, siempre se
ha respetado y obr¡;¡.do el bien y se' ha despreciado y condenado el mal, aun-
,.que a veces ,se haya obs-cu'recido el verdaderq' concepto del bien, sustituyén-
,dolo por falsos bienes. . - .,' .
El acatamiento de una ley que implica vencerse a sí mismp está demos~
'tr¡;¡.ndo que .en fodos los pueblos se ha tenido la conVicción que es obra no
-de los hombres. sino de Dios, como participación de qna ley divina en nues-
tra naturaleza racional.
Lo; filósofos de la Antigüedad nos hablan de la ley natural. aunque
con diversos nombres,. así por ejemplo': Sófocles' en "Edipo';{págs., 863-
.871) y en "AntÍgona" , (446.80); Aristóteles en su "Etica a Nicómaco"
(J. V c~ VII); Platón en la "República" (1, 4) y en "Gorgias"; Cicerón,
"como vimos, en su "Tratado de las leyes" (1, 6). En los primeros siglos de
la Era cristiana: San Agustín, San Ainbrosio, Lactancio, etc., hablan exten-
sa y claramente de la ley' natural (3.3). . , .
Entre los etnól~_gos modernos que tratan en sus estudios. de la' llfY .na-
tural, podemos citar, entre otros, a Le Roy,Schmidt, Mausbach, Lemonnyer,
"etc. (34). ' '

V. OBJETO 9E LA LEY NATURAL

1 ). Imperatividad de la lley'Natural.-La ley Natural no sólo tiene por


'Ohjeto ayudar al hombre á distiflgúir el I:>ien del mal, sino que también con-
i;iene la prohibición del mal y el mandato del bien. Tomando en cuenta este
carácter obligatorio de la ley natural- es que la ha definido Gerson diciendo:
"La ley, natural preceptiva es una señal' grabada a cualquier hombre no Ím-
'pedido en el uso 'debido de la razón y notificativa' de la' voluntad divina que
quiere que la criatura racional humana esté obligada a hacer algo o' no ha-
cerlo por la cpnsecución de su fin natural" (35). . ' !
Esto es perfectamente explicable, porque. como dice Suárez; "toda las
cosas que la ley 'natural dicta que son,malas son' también prohibidas 'por
Dios con especial precepto y voluntad, .con la cual quiere, que. seamosfor-
''zados y obligados _aguardarlos en fuerza de la autoridad de, El; lueio la
, ley natural es pr()piamente ley- preceptiva () ~nsinuativa de precepto propio.
La consecuencia 'es clara. El antecedente seprueha primeramente, porque
[.69 ]
Dios t.ien~ perfecta provjdencia de los !.tambres; luego a ~ como supt"~mo"
~obernador de. la Da,turaIeza p~rtenece ~vitar" los males y mandar el bl~n;
luego aún cuando !a razón Ilatl!ral indi~l}.e qué sea bueno o malo a, la na~
, turáleza racional;, no obstante, Dios como autor y gobernador de tal natu-
ralezar manda hacer o evitar aquello que la nuón dicta que se debe hace!
o' evit<'ir", {) 6 ) . . .
. '. Además, siendo Dios autor de la naturaleza del hombre e imponiéndole
11 ,és):e la obliga~ón de procurar su fin último, no puede menos de imponer~
le la observancia de aquellos actos que por estar de acuerdo con su natu-
-raleza son moralmente buenos y le sirven. ,de medios conducentes. a su fin.
,¡ . Par. otra parte, si consideramos que Dios, es la Bondad y Virtuosidad
absolutas, no podemos d.ejar de concluÍr que tiene que sentir una repugnan~
cia infinita por el mal y una atracción, también irifinita, por el hien. Luego,
la razón natural, que lleva graba<;la en sí la ley divina eterna, al indicar lo
.Ql,le. ,e.'> in~rfnsecaniente~ malo o hueno. al hombre, está indicando al mismo
tiempo, CjUj:: es. c9nform~ fl la naturaleza y voluntad divina que lo malo se
n~chat:e_ Y"S~ 9hre 10 b,uepo,_EstQ~mismQ expresa San Anselmo cuando di~
f:e; .. "Quit;n quiera se oponga a la ley natural. rlO
guarda la voluntad de
Dios" .O.7)~
.La jmp~r.é!.tividl).d. de laJey natural.no. priva en ningún momento al hom-
pre,,~e.,§u JiQ~J;taclf pués. ,éste. libremente puede elegir entre seguir los man~
<;latos de la ley natural revelados por la razón o sus propias inclinaciones' y
j~iciqs" Y ,e~ ~~ ¡l.qllÍ. precisamente~ como apunto acertadamente Soto. que
I~ leYPfl~ura,I,.eILJ;lQsotJ;Ps, .m<Ís ,que el iDstinto .en los brutos, tenga razón de
l~Y. por~:me, nP1!0tr9s.}l9~ glJi~mp$ po,¡; la razón (requisito esencial clp. toda
ley). y ellos son arrastrados desde fuera por el ímpetu, (38).

, 2)~ I.,a ley.Natural tiene por obje.to ~~dar. o prohibir los actos bqenos
(Lm~os. t~pectivamente,. agregándoles razón especial de bien o. mal en .or-
.4~A _á.. Dios.~AI comenza,r el estudio de la ley natural analizamos deteni-
t!a.weJ,üh .la:;nocipIles dé b~en y .de ~al ,moral. lo que es útil tener presente en
~te ,n;t,Qmento, pl).ra. comprender clat,<;tr:nente por qué la ley natural ordena
los actos intrínsecamente bueno.s y prohibe las acciones intrínsecamente
mala¡ .
.';:' ,: .... l.a.ley natural p.rohibe las cosas que de suyo son malas. es decir, las
disconformes con la recta razón y que nos apartan' de nuestro fin último,
po.rque son en sí malas, luego, no reciben de la pro.hibición que de ellas ha-
ce, la ley natural la razón primera de su malicia. por cuanto el efecto no es
razón de su prop~é!- <;p..uS~ .(9) ,~Eíl Jpgi~9.. que la le..y natural prohiba la\\ ac-
cienes intrínsecamente malas. porque siendo verdadera ley y teniendo a
Dio.s por legislador, debe ser necesariamente honesta. e sea. mandar 'todo
lo hon~sto,.Io qt,l~ esté. ¡;l~. acue¡:do ,1;.9» la Ilat,uraleza racional, y pro.hibir to-
dO lo" ,que iñtj{nsec'iUnént~ cfeshonesto SE!. contraponga . con esa 'natúraleza
h:u~~~~:--!~~~0l; ét~ l~ ñ9,.~.ól~.,e~:~na,ley ,l}atuxal ~r.abada en la ment~,:de
tl} ~1!l~raJ~~.qn~_S!~;t qll,e _taw.~l~~ ~s.tUla, ley ~'Illna, ya qu~ ~o, es ,otra
~t?s~ ~41?e la _Ba!tI~~PAq9n e.n, ~l hQmbre de la le;y; eterna. de OJal!, Crea40r
~;~ a9u~~ l;.~~~q._ .t~b~~n p'y.«;.(J~ I-ªJey, J?a~W, :en ¿:t,la~t9 .es .vc:rdac;lera, ley
alv~~" a~~ega.,:_g1=>1Ig!l9p.~LPrpp~~qtQral naGlda •de w~eI;>t()drylp,qJuera, c;le
la malicia u honestidad inJ:l;'ipseca .qQe tenganlo~ ohjetoS,y actos regidoil por
1'1 IIiY, .n¡ltm:é!-Lt\.Io ,h~y. ~iIl.~úq ~b.,s'urdo, en que,siiil ~róllibida u¡}a ~o~a en ~í
m~1l! .~ 8!9~!1!lda, u9~ fl~ ~SPYQ~bit,~a.'p0l'"!lo, cuaJo J#¡'o ?an Agus~ qu~, la
let. pr.?n~e,X!t~ g;~ S~s~ )n!rín.,'1~ente D;l,ala ;.."l'~b!a 1t?~O 10" c~.n:tetid6.:.
pUes aff~1:~I[Io '. no es sunple pecado, no es solo maJo. SInO tamblen orohl~
bido" (~O),
. ..," Por~ ,to~.2 J<;!, ~l!t~r!9I. ·l!e_ Ptl~q~ ~tir~ fJ~ "II?,. transgresión a la ley na-
tur~l tiene razón perfecta de culpa y ofensa diVina,
,')
[ 70 1
3). Í.á leY Natural y los actos de virtuid.-Obrar virtuosamente es obrar
eonforme a razón, y obrar conforme á ra:zónes obrar conforme a la natu·
ral~z~ humana ctiyo 'carácter esencial es ,la raciomiliaad: "la razón enseña
a cada cual que dehe siempre. obrar virtuosamente", Í;>ués. etl la virtud en·
euentra el hombre la perfección de su naturaleza racional. La virtud, dice
,Soto, no es otra cosa qüe el hábito 9,e obrar según las' normas de la razón,
"~éro ~o~o la prope~~i6n ~;:".tur~l del h~mbre, e~ cuánto es. animal racio-
nal. tiende, a\obrar según la razón, porgue c.broo la forma, de, la que una
~?~ i:~m..~ J!": especje,le éomunic~ i~ i~clinación natural, síguese que" es na·
tural al animal"cuya, alma es racional, vivir según la razón" (41).. Es por
;;$to, que CicerÉm defiñ~ l~ vh:tud diciendo que, es: un hábito del alma con-
forme a I~ razón amado de naturaleza; y en otra parte expresa: la virtud
es ia; naturaleza p~feci:a ll~v~da al ~uÍno grado." .,
, Mas. no todos los ~ctos 'd~ vi~tud ~on r~p.lizados, porma~dato de la
iéy itat~ral., sino en cuanto to~o a~t~ de virtu~ para" Ser ta! ha de confor-
Inarse con la naturaleZa racional, depositaria de la ley natural.
Sánto Tomás soludona el problema' de saber si todo acto de virtud es
de ley'naturaÍ,eii ióssiiuient~s té~minos: "Pertenecen ~ la .ley ~atura! to-
das aquéllas cosas hacia las cuales si~nte, el hombre üüa indina~i6n h:'géni-
ta" e5pontan~a. Semejantc:i indiQación se encuentra en tod~ ser iespe~to de
toda,qperacio'fi cons~cutiva a su forma o cuaÍidp.d ~ust~nhAv~. Ahor~ bien;
respeci:09.~1 hoint;,:re l~ forma pr!3pia, .esa, cualidad sustantiva. específica es
él álini raCii>nal. Dé: donde. se .sigue que hay en él una prÓpensión natui-at
a ob~r conforme.8 raZ6n~ es' decir vlrtuo~améÍü:e; ya que en esto con~i~te
IáVirbid. Desdé este punto dé vista, púés, todos Jos actos ,de todas 'las vir-
tudés. &¿n' dé léy ,natural; porquinái:ul'álmenú~ la' ra~6n dicta a. cada cual
que debe obrar yiri:uosam~llt~ ... Pero si consideramós los a~to~ viÍfuosos no
~n cuanto VIrtuosos, sirlo ,en cuanto sdn actos d~ ésta. o dé citra índole,
éS~dficáÍnéi;t~distíñ.tos íos llinos de lps oh-o~,así no todos pertenécen a
la ley nai:t':rál. Eh ~feCto,et~li.mpo dé lávirtucl es más vaSto. mas eitenso
ql!-e.~ld«:; l~sii,l.~lin<lciones espontáneas; ir:g¿nitaS, ~é .iniestrá riá.tur~i~za. i-Ia~
múchas c.osas útiles 'para el bien vivir, que la raion cons1línaustria, Y no
la natu~aleia, há hecho aparec.er", (Som. TheoI. 1 He,¡. 9~art. 3). Como
p'cide~ocs ~bserv~~,. SPIlt? T o~as (¡ivide l()s act~~ de las virtudes en dos da-
$es: actos de virtud pr~piamep.te t~les,"en cüarito80iisOlícitQs.albie:n~'! ,y
en. á:ctÓs ,que son de ésta o déc,o'tra índole. En cu~iíto á Iqs primer~s. afir-
ma. que todos' lcisactos de virtud éaen bajo el. mandato de la leyná't~al.
Respecto á los segundoS. sGStiene, 'que ho caen dentro de' Ta ley natural, des..;
dé ciue puede trátark de actos nó necesarios u obligatorios y qué, nó Ob8,-
tante, 'surealización es lícita y .honesta. ~. ,_ '. _, ".'
• Ce; ~cira t~~i~a,t,'p~¡t~ih§;" ,déc:i~:~~~.~~:á? ~ci:9._d;; .,:i!t~~l ~s de ~~y ,.~?'"
rural. e,n lo que se refiere a la raclOnahdad que debe acampanar a su eJe-
cucion. índice

VI. PRECEPTOS DE LA LEY NATURAL.

[111
3). Í.á leY Natural y los actos de virtuid.-Obrar virtuosamente es obrar
eonforme a razón, y obrar conforme á ra:zónes obrar conforme a la natu·
ral~z~ humana ctiyo 'carácter esencial es ,la raciomiliaad: "la razón enseña
a cada cual que dehe siempre. obrar virtuosamente", Í;>ués. etl la virtud en·
euentra el hombre la perfección de su naturaleza racional. La virtud, dice
,Soto, no es otra cosa qüe el hábito 9,e obrar según las' normas de la razón,
"~éro ~o~o la prope~~i6n ~;:".tur~l del h~mbre, e~ cuánto es. animal racio-
nal. tiende, a\obrar según la razón, porgue c.broo la forma, de, la que una
~?~ i:~m..~ J!": especje,le éomunic~ i~ i~clinación natural, síguese que" es na·
tural al animal"cuya, alma es racional, vivir según la razón" (41).. Es por
;;$to, que CicerÉm defiñ~ l~ vh:tud diciendo que, es: un hábito del alma con-
forme a I~ razón amado de naturaleza; y en otra parte expresa: la virtud
es ia; naturaleza p~feci:a ll~v~da al ~uÍno grado." .,
, Mas. no todos los ~ctos 'd~ vi~tud ~on r~p.lizados, porma~dato de la
iéy itat~ral., sino en cuanto to~o a~t~ de virtu~ para" Ser ta! ha de confor-
Inarse con la naturaleZa racional, depositaria de la ley natural.
Sánto Tomás soludona el problema' de saber si todo acto de virtud es
de ley'naturaÍ,eii ióssiiuient~s té~minos: "Pertenecen ~ la .ley ~atura! to-
das aquéllas cosas hacia las cuales si~nte, el hombre üüa indina~i6n h:'géni-
ta" e5pontan~a. Semejantc:i indiQación se encuentra en tod~ ser iespe~to de
toda,qperacio'fi cons~cutiva a su forma o cuaÍidp.d ~ust~nhAv~. Ahor~ bien;
respeci:09.~1 hoint;,:re l~ forma pr!3pia, .esa, cualidad sustantiva. específica es
él álini raCii>nal. Dé: donde. se .sigue que hay en él una prÓpensión natui-at
a ob~r conforme.8 raZ6n~ es' decir vlrtuo~améÍü:e; ya que en esto con~i~te
IáVirbid. Desdé este punto dé vista, púés, todos Jos actos ,de todas 'las vir-
tudés. &¿n' dé léy ,natural; porquinái:ul'álmenú~ la' ra~6n dicta a. cada cual
que debe obrar yiri:uosam~llt~ ... Pero si consideramós los a~to~ viÍfuosos no
~n cuanto VIrtuosos, sirlo ,en cuanto sdn actos d~ ésta. o dé citra índole,
éS~dficáÍnéi;t~distíñ.tos íos llinos de lps oh-o~,así no todos pertenécen a
la ley nai:t':rál. Eh ~feCto,et~li.mpo dé lávirtucl es más vaSto. mas eitenso
ql!-e.~ld«:; l~sii,l.~lin<lciones espontáneas; ir:g¿nitaS, ~é .iniestrá riá.tur~i~za. i-Ia~
múchas c.osas útiles 'para el bien vivir, que la raion cons1línaustria, Y no
la natu~aleia, há hecho aparec.er", (Som. TheoI. 1 He,¡. 9~art. 3). Como
p'cide~ocs ~bserv~~,. SPIlt? T o~as (¡ivide l()s act~~ de las virtudes en dos da-
$es: actos de virtud pr~piamep.te t~les,"en cüarito80iisOlícitQs.albie:n~'! ,y
en. á:ctÓs ,que son de ésta o déc,o'tra índole. En cu~iíto á Iqs primer~s. afir-
ma. que todos' lcisactos de virtud éaen bajo el. mandato de la leyná't~al.
Respecto á los segundoS. sGStiene, 'que ho caen dentro de' Ta ley natural, des..;
dé ciue puede trátark de actos nó necesarios u obligatorios y qué, nó Ob8,-
tante, 'surealización es lícita y .honesta. ~. ,_ '. _, ".'
• Ce; ~cira t~~i~a,t,'p~¡t~ih§;" ,déc:i~:~~~.~~:á? ~ci:9._d;; .,:i!t~~l ~s de ~~y ,.~?'"
rural. e,n lo que se refiere a la raclOnahdad que debe acampanar a su eJe-
cucion.
VI. PRECEPTOS DE LA LEY NATURAL.

[111
ganun 'niÍsmo origen: la naturaleza ,raCional del hombre y en último térmi-
á Dios, autor 'de aquél];i, y un mismo 'fin: la c¿nservación dél recto or~
';;¡ilO"
:den moral para que de este moao obtenga el hom!Jre su perfección y su fin
trascendente, nos está indicando claramente que son todos la expresión de
:una misma norma, de una misma ley: la ley natura1.

2). El Precepto Supremo de la ley NaturaI.-EI hombre es un tode.; por


10 cual, sus partes deben ordenarse armónica y unitariamente, los pl'incipios
,de acción,. de la razón y de la voluntad, constitutivos esenciales de la natu-
raleza humana, deben guardar relación entre sí; en' otros términos, debe
}l'aber analogía entre el principio supremo del orden especulativo y el prin-
cipio supremo del orden práctico. Lgl base dél principio supremo del orden
-especulativo es la noción del ser, idea primaria de nuestro entendimiento,
"'forma universal de todos sus conceptos", piedra angular de toda su acti~
vidad y de donde arranca el principio de contradicción, verdad primera del
.orden especúlativo, en virtud del cual una cosa no puede ser y no ser a la
;vez y bajo la misma razón (ldem nequit simul esse et non esse). Junto a
'esta-verdad fundamental y evidente del orden especulativo, se levanta el
principio supremo del orden práctico, cimentado en la noción del bien que
impele a obrar a la voluntad para encontrar en él la paz y la perfección hu~
:mana: Bonum .est faciendum, malum vero vitandum, aunque la segunda
parte podría suprimirse, püés, quien busca 'el bien huye del mal, ya que son
¿os nocionés opuestas 'que excluyen todo término medio. "y puesto que !a
ley natura:l recoge inmediatamente las primeras manifestacioneS' y los pri~
:meros impulsos de la razón y de toda la naturaleza humana, ese principio
!Será el principió supremo de la ley natural, porque responde, en su aspecto
'teíeológico, a la noción misma de la naturaleza radónal, y descansa en el
'Concepto de fin, que es el móvil de todo el orden práctico. Principio prime~
Toprecepto fundamentalísimo, señala él alcance y el límite de todo el or~
¿e'n de la ley natural; de tal suerte que todos los demás preceptos forzosa-
:mente han de ser no más que una aplicación del mismo" (42).
Santo Tomás refiriéndose a esta misma' materia expresa: "Así como la
idea del ente es la prim~ra concepción del entendimiento considerado abso-
lutamente, así la idea del bien es la primera concepción de' la razón prácti~
ca qUe se refiere a la operación, pués todo agente obra por algún fin, el cual
tien~ razón de bien. De aquí es que el primer principio de la Iazón práctica,
es el' que se halla fundado sobre la idea de bien. El primer precepto pués
de la ley natural, es que se debe seguir y obrar lo bueno y evitar lo malo;
y sobre éste se fúndan todos los demás preceptos d~' la ley natural" (Som.
Tfheol. 1 Il q. 94 arto 2). • '
Este principio supremo del orden práctico responde al apetito natural
'que 'siente el hombre por el Bien, aunque éste no sea siempre el verdadero,
-mno aparen fe .y falseado por depravaciones o pasiones. El hombre es e1 úni~
'Co de los seres creados que puede perseguir un bien ficticio, algo que se pre~
senta como bien a los sentidos o a la naturaleza corrompida y que, no obs~
tan te, es un mal para la naturaleza racional auténticamente humana. En
-este aspecto sé puede decir, que el ho~bre, rey de la creación, por ser libre
.en la ejecución del bien y no determinado por Dios, está ·en una categoría
'inferior a todas las otras cosas creadas que siguen el verdadero bi~n impul~
:sadas fatalmente por la ley eterna. Pero él error en la apreciación de la bon~
..dad de las cosas en nada contradice la inmutabilidad y el carácter natural
¿el precepto que manda hacer el .bien y evitar el mal .
. 'Desde el mom~nto que el hombre puede sufrir error en la apreciación
¿el verdadero bie'n surge la importanCia y necesidad de la Revelación y de
las "leyes humanas dictadas por legisladores sab,ios y con l.ma clara con-
léieÍl~ciadel bien y de la I,ey natural, quéindiqueñ atodos los hombres don-

[ .72 1
'..de está el bien particular y cual ha de ser el obrar de ellos para conformarse
,a la ley natural.

3). Primeros preceptos de la ley Natural.-La ley natural es la regla y


'llorma de las tendencias de nuestra naturaleza hacia sp fin, el cual es su mis~
,:l'llO bien. Lo que habra significado Santo Tomás 'al decir: "Pertenecen a la
ley natural todas aquellas cosas hacia las cuales siente el hombre una incli~
',71ación innata, no adventicia" (Som. Theol. 1 U q. Art. 4). De suerte que
los' principios 'O preceptos pámarios de la ley natural' están formados por
aquellas tendencias innatas oe la naturaleza racional.
Pero, la naturaleza racional del hombre consta de varias partes; en efec-
to, es ser, lo que le es común con todas las otras cosas; además,es ser con
~vida animal; y, por último, es ser racional con vida animal, es hombre. A
todos estos grados de naturaleza corresponden preceptos o principios prime-
'ros especiales.
El hombre en cuanto es ser, idéntico a 'todo lo creado, está sometido
al precepto generalísimo ya formulado por nosotros, el cual comprende en
su mandato a todos los seres, y en cuya virtud se .ha de apetecer y procurar
el bien y se ha' de huÍr y rechazar el mal. Este precepto es común a todos
los seres creados, pués, todos deben propender al bien general de sus res.-
péctivas nah,tralezas, logrando así la conservación de ellas. Descendiendo
más a lo particular, y como el primer bien natural es el ser, podemos enun-
ciar el siguiente precepto primario: a cada cosa se hade dar su ser propio;
ya que toda <tosa desea 'ri.aturalment; su conservaCIón. ' ,',-
El homhre en cuanto es ser vivient'!. animal, está l\ometido a otro pre-
,cepto: ha de buscarse el bien, la conservación y la propagación de la especie.
, Pero, 'elhorhhté"esun, animal especial: ~s u,n aÍl.lrrialrat:rol1at;·~ypor
esta causa debe propender al conocimiento de Oios; fuente de su racÍona-
liElad y l\lU origen primeroysufiñ-llTtiirio,a:IaVirtud, a la ciencia, a la so-
ciedad y a la política. De aquí surgen los preceptos: es necesario rendir cul-
to a Dios no hagas ,a otro lo que no uieres para. tí, dj:he pt.ocurarse ~
cde- a sacie a , e t c . . · . -
'--·~·~·Est-a~' clases de tendencias sintetizan toda la ley natural, y. como
observa F ernández Alvar, "todos los preceptos de. la ley' natural, todo el
contenido de esa ley, se reduce a esas tres clase~ de tendencias' y a sus res-
'p;ectivos bienes: individual, de la especie, de la. razón. Ser, vida, inteligen-
cia. El alma, que es la -forma única del hombre~ es a la vez causa exclusiva
del ser humano, de v:ida animal humana y de la vida racional del hom-
bre" (43). ,'
Los preceptos que aquí. hemos enunciado, y otros que sería largo enu-
lIIlerar, son llaJÍlados primarios porque son 10'$ más evidentes del orden mo-
:ral, son los primeros principios del entendimiento práctico, los cuale~, por
'ser tan amplios, comprenden todos los preceptos del orden moral. SO}J. pre-
ceptos que la razón aprehende sin esfuelzo, por el hecho mismo que capta
las conveniencias de un objeto con sus inclínaciones fundamentales., Los pte-
'ceptos inc;licados pueden ser divididos, siguiendo ~ Valensíri, en: proposi-
ciones indemostrables; que son verdaderamente primitivas, y las proposicio-
;)les deductivamente demostrables.
4). Preceptos segundos y terceros de la ley Natural.-.-Los preceptos
-segundos son aquellos que se desprenden o deducen claramente de los pri-
nIeros, son consecuencias más o menos inmediatas y rigurosas de los :rnis~
1II10S; ·se refieren a un ord~n más particu}¡;n, .su campo es'm~s limitado en 'el
orden moral que el de los preceptos primeros, y se, requiere de un racioci-
'nio ,simple pará' deducirlos, de los principios generales y aplicarlos a lo, con-
;creta. Entre estos preceptos podemos ,señalar: los contenidos en el Decá~

[. 7) J
logo; se ha de practicar la justicia; se ha de respedar la vj9a, ho)u~ e inte-
gñ"""dad Zljenas;- se ha de honrar a los padres; se ha de. YÍvir coa templan-
~.t' etc:~ ... ___ "~~~.~"'-.-~ io,.-) . . _ , .. . . . .·v .. .¡;. ...... ,~,Ji: '"'- ~.,..~ ... , ;... .. ... .:i....tE -.:......~...:.,•••• ~.. ~~ "'~ .. ___ > ~ "" "_

,... : ),..93, t?..!~eJ?t~, t%~.q~Ul~n~~9!!~I)~_.q'!.e.ss _d~ijv~.u~.e Jplf 'pr~ep,t.()& ~­


~!1c}.q.~ ~<:sP!l~ d~.mci:2ci!].j.()~. !!o~m~I<Ü0.§ 1_ qH~.~110,"__\Qgo~J08'orh,0fP.bres¡¡on
é~p'a,cEs_ ct~ h~c.~r, .!~0!lJ'U1i~,lH;2!> .9t4e }!uJ!g\le~J\g ~ieWP:t:~ sO!-l ~XPt:e~Os y for-
~al<;.S-, P.ot:'.1..o .~en.9.s.... so...n j,nwUSi.!;gs. :r:. p.,g.r, m~di.9 .deJo~.<?I!lles J~s .co!ldu~
ei~Qes •.d.~ J~s pr~srEtp!l.ª"ecup~gaJios .jop.~~aEli~~~.~._ u!1~sec.tor, p:1ás dete,rIJ!i-
nado y preciso del o¡...9~n_rnor~LJ':~e.,..s'?t:l pgr ,.~j~mJ219,: ,e}.du.eJ.o .. eslP~l.o.
p'o~<u.Le h~Y<,!:Ip.. presee.t:~. q.u.e ..px:?hit?~. !ll~ta~ L e;l, rO.!:>~._~!M~ l?Fo1i.i.b~9~ porque
~">'IJ!llJ i~j~!íci_a,] e~ste. I:U} 11.rec«?pt~~ 9.u~. m~~?~ J~u~~r .la i.usgcia;.. Ia, c~~
Jum,n~~ es lI.Aa falta porque hay un precepto que nos ordena raspetaf h hon-
ra ajena; etc.
índice

vn. PROMULCACION Y coNocíMfENTO DE. LA LEY NArURAL

. , 1 ) : P~9ffiüI~ci~n d~.1a ley lIJahiraJ.-La ley n.atural .tiene por objeto


'güiar al hombre en, la observancia qel re~to orden moral,. el. cual s~ n9s dá..
á córíóéer por 4:ñ q1e~ipintririseco: la raz{m, y poi: uri medio extrín~eco: la
i~veliicióñ, y son estos iñisñíós riiédios ppr los cuales se nos promulga
la 'ley natural. .
. VImos. ~n:teriornierite, .qtie la raz6i1 nos indRá los principios T~gulado­
:res de la ,l;ronclá.d Il!0ral de los actos Yl\os ~ a conocer •.igualIl)ente, el man~
dato divino de actuar sieIIi~re dentro del orden moral. De tal manera, que
(:!s la propia naturafeza ra:Cio~al del h:ombre 'cjuie~ promulga l~ lex natural.
Pero si bien es derto, que la ley natural es un acto de la razón de cada
criatuia racIonal en particular, en cuya naturaleza~stá esculpida y a quien
obfiga individualmente;. no lo es m~nos, que esta promulgación es común
y obliga a todas las criaturas colectivamente, por cuanto ella sé hace por
mediq de la naturaJeia racional que' es la .misma en todas y porque existe
un .soi~ y mismo legi~lador para todas: el autor de la naturaleza racional
humana, . .. . . ' . . ' . . . . . . ,. . ,., . '.
. . T o~o .lo apterior ~e en.ti~pe,.. cOl}lO 9.p~~rv¡iSoto •. en el estado de U19-
~eÍlC:ia de la qiatu]'a, ep. <;1 <ellf!1 .p()1!eía"ad~rp.iis Jos. dQ!1~s .preternaturales;
¡>f;Tc. c;aída ésta, Jué. oQsc1,lreciéIl4Q~~. ~Jl .. rC).1=ÓU h¡¡t!\~a: h,a<ter necesaria por
parte de Dios la Revelación, especialmente la del Decálogo.

, .2). Conocimiento y revelación. de la l~y Natural.-La promulgación de·


la ley natur;;tl !je éfech~a, G..Qm.o expresaírios, pgr la paturaleza racional; pe~
;ro, ~lJa no. ~~ verifica desde ~L mqmeÍltQ de la conc~pción, có~o han pre~
fepp,ic;lo .. alglJI1o~~ y<\ qu:e no ..fué nec;esarianinguha :'infJ.tsión, de especies".
~!i:I(~ ~ m~gi~ gu~ .la .n~.zó,'Q..v~, ~;te.~!lI.:roJlá,ndQJ!.~_ y. JQma,.n.9Q .~Qncienci~. de sf
~..~ y.~te ~a ~p.:tl,l)'?-l~~a.}!crth~-pb!:e gllJ?-_~u~l.e~tá:impr~ l;;t ley Ilfl~~~al.
p¿tyh:;tinamt;~te !ªJ~qI;1, a,d$!l!~~X.C!~ ~p.,"" t2I.:I1l¡a .n~~W'~aJ. 1.\,:s,1J,Q.siQn~s g~l ~bi",~y
del llial, y sus júicios los fundamenta en.Jo(i.J?!im~r~s .!?Xill<;ip"ioJl_,Q~J!l.mo­
ralidad. los ,cuales pU~,den .requci!se, como dijimps, a un solo principio su-
pren"io': ~'Haz el bic;n y evita el mal".. .
~ .~~ta~atititüd d.e la razóh pará conocer lo~ pnrii,eros preceptos del ohrar
fu'O'rtil 'esJla!p-ada por Santó Toril1~S y.por la. mayor parte de los escolásticos:
;5ü!,ªer~8is, ? biél;l1 "scintilJá. ¡ini~:;'e", (:~tella Q éhitlPlj. del <ilmá. Con el
desi1rronó ? d~senvolvimi~ntó a~ !a.,§.ílqéreSi"s ,se f.orrpa. Iá.con_éie.~i:i~. la
~u\1 lieilé pór objeto~ cóiñQ lri il'4ótamós,; ¡"pticÍlr casos párticüláres íos en
t;tintit;ios de l~ 'ley ñal:qrál, qu.~ Por el hecho mismo de ser una ley, son te-
nerales y ,abstractos.

{ 74 ]
logo; se ha de practicar la justicia; se ha de respedar la vj9a, ho)u~ e inte-
gñ"""dad Zljenas;- se ha de honrar a los padres; se ha de. YÍvir coa templan-
~.t' etc:~ ... ___ "~~~.~"'-.-~ io,.-) . . _ , .. . . . .·v .. .¡;. ...... ,~,Ji: '"'- ~.,..~ ... , ;... .. ... .:i....tE -.:......~...:.,•••• ~.. ~~ "'~ .. ___ > ~ "" "_

,... : ),..93, t?..!~eJ?t~, t%~.q~Ul~n~~9!!~I)~_.q'!.e.ss _d~ijv~.u~.e Jplf 'pr~ep,t.()& ~­


~!1c}.q.~ ~<:sP!l~ d~.mci:2ci!].j.()~. !!o~m~I<Ü0.§ 1_ qH~.~110,"__\Qgo~J08'orh,0fP.bres¡¡on
é~p'a,cEs_ ct~ h~c.~r, .!~0!lJ'U1i~,lH;2!> .9t4e }!uJ!g\le~J\g ~ieWP:t:~ sO!-l ~XPt:e~Os y for-
~al<;.S-, P.ot:'.1..o .~en.9.s.... so...n j,nwUSi.!;gs. :r:. p.,g.r, m~di.9 .deJo~.<?I!lles J~s .co!ldu~
ei~Qes •.d.~ J~s pr~srEtp!l.ª"ecup~gaJios .jop.~~aEli~~~.~._ u!1~sec.tor, p:1ás dete,rIJ!i-
nado y preciso del o¡...9~n_rnor~LJ':~e.,..s'?t:l pgr ,.~j~mJ219,: ,e}.du.eJ.o .. eslP~l.o.
p'o~<u.Le h~Y<,!:Ip.. presee.t:~. q.u.e ..px:?hit?~. !ll~ta~ L e;l, rO.!:>~._~!M~ l?Fo1i.i.b~9~ porque
~">'IJ!llJ i~j~!íci_a,] e~ste. I:U} 11.rec«?pt~~ 9.u~. m~~?~ J~u~~r .la i.usgcia;.. Ia, c~~
Jum,n~~ es lI.Aa falta porque hay un precepto que nos ordena raspetaf h hon-
ra ajena; etc.

vn. PROMULCACION Y coNocíMfENTO DE. LA LEY NArURAL

. , 1 ) : P~9ffiüI~ci~n d~.1a ley lIJahiraJ.-La ley n.atural .tiene por objeto


'güiar al hombre en, la observancia qel re~to orden moral,. el. cual s~ n9s dá..
á córíóéer por 4:ñ q1e~ipintririseco: la raz{m, y poi: uri medio extrín~eco: la
i~veliicióñ, y son estos iñisñíós riiédios ppr los cuales se nos promulga
la 'ley natural. .
. VImos. ~n:teriornierite, .qtie la raz6i1 nos indRá los principios T~gulado­
:res de la ,l;ronclá.d Il!0ral de los actos Yl\os ~ a conocer •.igualIl)ente, el man~
dato divino de actuar sieIIi~re dentro del orden moral. De tal manera, que
(:!s la propia naturafeza ra:Cio~al del h:ombre 'cjuie~ promulga l~ lex natural.
Pero si bien es derto, que la ley natural es un acto de la razón de cada
criatuia racIonal en particular, en cuya naturaleza~stá esculpida y a quien
obfiga individualmente;. no lo es m~nos, que esta promulgación es común
y obliga a todas las criaturas colectivamente, por cuanto ella sé hace por
mediq de la naturaJeia racional que' es la .misma en todas y porque existe
un .soi~ y mismo legi~lador para todas: el autor de la naturaleza racional
humana, . .. . . ' . . ' . . . . . . ,. . ,., . '.
. . T o~o .lo apterior ~e en.ti~pe,.. cOl}lO 9.p~~rv¡iSoto •. en el estado de U19-
~eÍlC:ia de la qiatu]'a, ep. <;1 <ellf!1 .p()1!eía"ad~rp.iis Jos. dQ!1~s .preternaturales;
¡>f;Tc. c;aída ésta, Jué. oQsc1,lreciéIl4Q~~. ~Jl .. rC).1=ÓU h¡¡t!\~a: h,a<ter necesaria por
parte de Dios la Revelación, especialmente la del Decálogo.

, .2). Conocimiento y revelación. de la l~y Natural.-La promulgación de·


la ley natur;;tl !je éfech~a, G..Qm.o expresaírios, pgr la paturaleza racional; pe~
;ro, ~lJa no. ~~ verifica desde ~L mqmeÍltQ de la conc~pción, có~o han pre~
fepp,ic;lo .. alglJI1o~~ y<\ qu:e no ..fué nec;esarianinguha :'infJ.tsión, de especies".
~!i:I(~ ~ m~gi~ gu~ .la .n~.zó,'Q..v~, ~;te.~!lI.:roJlá,ndQJ!.~_ y. JQma,.n.9Q .~Qncienci~. de sf
~..~ y.~te ~a ~p.:tl,l)'?-l~~a.}!crth~-pb!:e gllJ?-_~u~l.e~tá:impr~ l;;t ley Ilfl~~~al.
p¿tyh:;tinamt;~te !ªJ~qI;1, a,d$!l!~~X.C!~ ~p.,"" t2I.:I1l¡a .n~~W'~aJ. 1.\,:s,1J,Q.siQn~s g~l ~bi",~y
del llial, y sus júicios los fundamenta en.Jo(i.J?!im~r~s .!?Xill<;ip"ioJl_,Q~J!l.mo­
ralidad. los ,cuales pU~,den .requci!se, como dijimps, a un solo principio su-
pren"io': ~'Haz el bic;n y evita el mal".. .
~ .~~ta~atititüd d.e la razóh pará conocer lo~ pnrii,eros preceptos del ohrar
fu'O'rtil 'esJla!p-ada por Santó Toril1~S y.por la. mayor parte de los escolásticos:
;5ü!,ªer~8is, ? biél;l1 "scintilJá. ¡ini~:;'e", (:~tella Q éhitlPlj. del <ilmá. Con el
desi1rronó ? d~senvolvimi~ntó a~ !a.,§.ílqéreSi"s ,se f.orrpa. Iá.con_éie.~i:i~. la
~u\1 lieilé pór objeto~ cóiñQ lri il'4ótamós,; ¡"pticÍlr casos párticüláres íos en
t;tintit;ios de l~ 'ley ñal:qrál, qu.~ Por el hecho mismo de ser una ley, son te-
nerales y ,abstractos.

{ 74 ]
~uárez encara la cuestión dél,col1,ocimiento de los preceptos de la ley
natural desde un punto de, vista teórico pUramente, cuando dice: "nadie du-
da ,de los primeros prinCipios g~nerales; luego hi de íos particulares es lícito
dudar. porque también ellos de suyo y por la fuerza de lo~ térmi:ilOs tíenen
conveniencia ¡;:on la n~turalez~ racional, ~~m9 tal; luego ni efe las conclusi~­
nes evidentemente deriv;~d~s de estos p~'¡ncipios se puede dudar tampoc~.
porque la vetdad ¿el prinCipio s.e contiene el). la cOllclusión, y quien manda
o prohibe uilá cosa,prohibé nece,sariiunente aquello c¡iuese coritiene en ello
<> sin Ío c~al no püede subsistir. Antes bien; si hablamos en propiedad, mas
se _ejecuta Ja ley natural en e~tos principios o cOl).clusiones próximas que en
aquellos principIos ·'tmiversales; porque la ley ~si:egla próxima de la
ope-
raci6~, y aquéllos; princlpio~ cómuii.'es ÍlO son ré'gl~ ~irio en cuanto son de-
ter,minados por otros particulares a cada liUa d~ ,las «;!speéies de actos o vir-
t.~des"'( 44). Ai1l1gP.~ esto qUe asevera. Suáje~c::s efe~tivo al tomar al hom-,
bre ~ad9naI; sin einhárgo" hay múltiples circunsHmcias ~ersonáles ysocía-
l,es, qué difiCJ.,llt(in. ~I ho~n,hre, el pleno y, recto usoqe s)ls fa.cultades. intelec-
tivas para en.c;Qntr,ar l~s precept~$ geüe:rál~s y párticula~res de la ley natu-
ral qué le indiquen cuál ha, de ser su, ~r()ceder moral. Esto mismo afirma
Santo Tomas, cuanélq resp'onde a' 1~ ,cu~stlón d~ si lf1 ley natural puede ser
abolida del corazqn' huina~o; sostiene el citado~ Dodor:, "Integran el con-
tenido de la ley natural" 'pr~~'er~~~it'te ~ierios preceptos, uiíivérsálísimos, de
todos conocidos; clespu¿s .otros m.~s, ~ecuna:arios y particulares', que son co~
m~ las coÍlclusiones inmediatas de aquellos primeros priílCipiós. EÍl orden,
pués, a los pr~ceptos, uniyer!;;~Ií~i.rJ:'lOs"la)ey natural n.o pu~d~ ~n manera
algitiia!?~'r " abolida, de} c9'n~~ó.n.huwaI~p~n el t~r'renC)l:iútiunente co~nosci~
tlvo;, pl-lede ,serlcu:ineI terreno,.d<:; )a.,erá~tica ,Y ~especto deaIgó partiCular"
en CUanto gue Jas .. p.as~ories <y la, CO!lC~l?í~c'€~~ia ,~esordenáaa~oñ1.1n 'iiQp-e-
d'¡mento a l~áplicaciQri, de ,la Ni 4~)oi> 'Pr~ndpios a talé'srá:éciones en par~
ticular. En ó~i:l.i:m ,'a 19.s ,precepJós s~cundarios,'lá Ie:y:natúrál pU~de lIegitr a
desaparecer, de)" coraz9n d~l ,llombr~, a c~Usa de lastnar¡\s persnaslones, o
~e.'í~ depnw~ci~n,.cle .I~~ ,c9stl!~Jir;~ i)~r~ersr6n, a~ l?~ -}{~?it~s, o dispp- ,
SIClOnes na~,ur<!,les."lrnp\,llsIV(lS ,:lI;lC~a el, l:lI<;l).,~, c.<:>~?,)c:' demu<:s~r<l.~~l ~echo de
que para CIertas gen,tes eLrop!-> no era una .mJ~st,lcia, Y lps'pecadqs' contra
lá naturaleza - de estodá i:esti~o~lo el Ap6stól - 'eran cOii'Siderados co-
mo lícitos" (Spm. ,Tl}e9LI Ilq. ,94art~, ~t, Como pod¡;mós obse'r,.;;ára tra~
vés pe If\s, palahr~~ del Angélico, ,el a{irñial', q~e ros preceptos '¡:)rimerós no
pueden borrá.r¿e. aelco:r~z6h hut:nano equi":!ik. á sosten'er 4lie ',ellos siempre
pueden ser conocidos por el hombre con, la mera c~ntempradón. a'Un 'in-
Gonciente, de SU propi¡¡, naturale?!a,r,.aGi9'~~.I;~, r~sB~p~o. a J~sill'e~ep!os ..~~giln­
dos. hay c,ausasin,trínsecas;.,al hOmnre ..( vicios, pasiones, éi:c.} y 'exhinsecasa
"

éL( ambiente, i~norai;tda genet;aL de


- l' _.

su,_ "t?- (- l.',"-... '-:- ~-

medio, etp, )qu~ .piiedenpertuihar


' " - __ ~~ "':_'_\-

:~~d:~t:ll~s l:~~~~:r~t~~~~¡±r~~:~}!~~fi:!s1iln¿d:t~~¡5~~f'f~ik~I~;
son susceptibles de ser conocidos por todo ser racional. en cam-hío. la 'cog.,.
noscibilidad ~e los pre~ep,to~, segpndo.~ :~~pePr4e del ,~ujeto en pa~t.ic~lar.
Pero, es prec¡so tener presente, con' Mantam, que ,(tIa ley y el COlTOClmlen-
tode la ley son dos cosas diferentes. El hombre que no conoce la ley (si
ésta igporanciíl no' proviene' de alguna' falta)' no es responsable' ante la
'ley" (45).
" En Qtra ,pa,rle de; ~~,l'Trá,~~g ,!io~r~.~~\.I~y~~l' :..':iR~re1,~b.'i5¡:¡~. IfL,.cU,e?-
tión > desde ~?- punto:,de yis~~, prácti~o.)[. .V~~,t;t~ !;'9,l)cfpt .B1l s,~md~,W?~ .l,a 19xf,,!1x -
c

p~es!!dos. ~~nh.a. p\les" .~n!;;~na,: ',:'IR~ ,pr~xp.l1ros. ,p.fmqElo~j:I~¡J)J;yg}fP ,.rmq.qo


~ueden. 19n9~~rs,~,."al.Jrt~nos. inytCJlcibl$~ynt.<t»"Ill.í\~l'.l~~"p';t;.~<;~p.!O~, ,.J)l'I:t!,~SP~~~
t:ejJql,1e., o ,S<;¡Il cpno~¡(~~s.deL:>ur~ ~. s~;sBll,~.en ta..qill$lmaIl}~nt~, ~.!' ~2ll,~~­
dente$, d.~ ,$UYO, I!~ pll.eden. ignoI:~! «W!ta,we!l,\e,~ p~t;o, n<Lsi!l, ~"1lp{lT,;c 111, ti1~­
nos por mucho tiempo, porque pueden conocerse' c,?n facilísima diligencia.

1 7.5 1
y la naturaleza misma y la conciencia de tal manera hostigan en los actos
de ellos que no permiten que se. ignoren incuipablemente, y estos son los
-preceptos del Decálogo y otros... Mas otros preceptos que necesitan de
mayor, discurso pueden ignórarse invenciblemente, principalmente por la
plebe" ( 46) . Volvemos a insistir que aquí yno en teorías de soberanías
populares, sobre contratos sociales imagin¡uios ni en doctrinas estatistas o
totalitarias, está la razón, el fundamento y la necesidad de la existencia de
leyes humanas que gUien a los súbditos y les inc).iquen a todos donde está
el bien y el. ITlal particular que ellos son incapaces de deducir de los gran-
des principios morales' contenidos en la propia naturaleza racional del
hombre. . ,
Por otra parte, se justifica esta diferencia en la, cognoscibilidad de 103
preceptos primeros y segundo~, por cuanto esta facultad de la razón para
conocer los principios de la ley natural o sindéresis, vá perdiendo vigor a
medida que la.s con~lusiones prácticas se, acercan más a lo partic,ular y se
alejan de los primeros principios; lo que nos demuestra, que toda la hu-
manidad sin excepción alguna puede conoceI: los primeros preceptos y es·
tá obligada a guardar los principales mandatos de la ley natural; más allá
de ellos, respecto de las conclusiones prácticas lejanas, cesfi ,esta obliga-
túriedadcomún, por cuanto a nadie pu~de imponérsele el acatamiento o
el cumplimiento de algo que sus facultades no se lo dan a conocer como
obligatorio moralmente. Aquí ya entramos en los designios y en el ¡;ampo
de la justicia de Dios que ha de juzgar a cada cual según las posibilidé\des
que tuvo de conocer la, ley et~rna divina y según el recto uso que dió a
sus facultades.
Ahora bien, Dios al no otorgar a todos los hombres la capacidad pa-
Ió'\.· desentrañar de la', propia 'naturaleza ,~a~ional la solución moral a laS'
cuestiones prácticas, aquellas que no se deducen inmediatamente de los
primeros principios sÍno que su relacjón con enos es remota, ha querido ha-
cer resaltar la primacía de la revelación del Antiguo y Nuevo Testamento,
accesibles intelectuálmente a todos aunque desgraciadamente no todos tienen
ia posibilidad físi~a de conocerla debido a la defección de los llamados ~
darla a conocer, sobre la rp,zón; ignalmente ha querido demcstrar "la im-
potencia práctica de la naturaleza para conducirnos, a un c~erto orden de
perfección moral, aún natural, donde El quiere llevarnos por un medio
sobrenatural" (47).
, No hay que olvidar tampoco e~ valor, en un orden inferior, de la tra-
dición apoyada en las rcvelaciol1es primitivas como ilustrativa de la ra-
ron y de ayuda para el conocimiento de los principios morales y de sus
conclusiones.
Pero, no todo lo que'! contienen la ley Antigua y el Evangelio es de
ley natural, ya que hay tanto en aquélla como en éste muchos preceptos
sobrenaturales; por el contrario, todo precepto natural' está contemplado
y sancionado en la "Antigua y en la Nueva Alianza.
índice

VIlL UNIDAD DE LA LEY NATURAL

1 ). La ley Natural es Una par~ todos los hombres.-La ley natural ha


sido la misma para todos los' hombres a través de las edades. y en todas
las latitudes. La moral no cawnbia, como ha!) sostenido algunos superficial-
mente, puede variar el conocimiento. má.s o menos exacto que se tenga de
la ley naluTal, pero ésta ~o se altera, es Una en el tiempo y en el espacio.
Vimos anteriormente,. que los filósofo's de la Antigüedad y los etnólogos
modernos están acordes .en 'afirmar que' f), lo largo de todo el desarrollo
histórico de la humanidad ha habido una norma meior o oeormente co-

[ 76 1
y la naturaleza misma y la conciencia de tal manera hostigan en los actos
de ellos que no permiten que se. ignoren incuipablemente, y estos son los
-preceptos del Decálogo y otros... Mas otros preceptos que necesitan de
mayor, discurso pueden ignórarse invenciblemente, principalmente por la
plebe" ( 46) . Volvemos a insistir que aquí yno en teorías de soberanías
populares, sobre contratos sociales imagin¡uios ni en doctrinas estatistas o
totalitarias, está la razón, el fundamento y la necesidad de la existencia de
leyes humanas que gUien a los súbditos y les inc).iquen a todos donde está
el bien y el. ITlal particular que ellos son incapaces de deducir de los gran-
des principios morales' contenidos en la propia naturaleza racional del
hombre. . ,
Por otra parte, se justifica esta diferencia en la, cognoscibilidad de 103
preceptos primeros y segundo~, por cuanto esta facultad de la razón para
conocer los principios de la ley natural o sindéresis, vá perdiendo vigor a
medida que la.s con~lusiones prácticas se, acercan más a lo partic,ular y se
alejan de los primeros principios; lo que nos demuestra, que toda la hu-
manidad sin excepción alguna puede conoceI: los primeros preceptos y es·
tá obligada a guardar los principales mandatos de la ley natural; más allá
de ellos, respecto de las conclusiones prácticas lejanas, cesfi ,esta obliga-
túriedadcomún, por cuanto a nadie pu~de imponérsele el acatamiento o
el cumplimiento de algo que sus facultades no se lo dan a conocer como
obligatorio moralmente. Aquí ya entramos en los designios y en el ¡;ampo
de la justicia de Dios que ha de juzgar a cada cual según las posibilidé\des
que tuvo de conocer la, ley et~rna divina y según el recto uso que dió a
sus facultades.
Ahora bien, Dios al no otorgar a todos los hombres la capacidad pa-
Ió'\.· desentrañar de la', propia 'naturaleza ,~a~ional la solución moral a laS'
cuestiones prácticas, aquellas que no se deducen inmediatamente de los
primeros principios sÍno que su relacjón con enos es remota, ha querido ha-
cer resaltar la primacía de la revelación del Antiguo y Nuevo Testamento,
accesibles intelectuálmente a todos aunque desgraciadamente no todos tienen
ia posibilidad físi~a de conocerla debido a la defección de los llamados ~
darla a conocer, sobre la rp,zón; ignalmente ha querido demcstrar "la im-
potencia práctica de la naturaleza para conducirnos, a un c~erto orden de
perfección moral, aún natural, donde El quiere llevarnos por un medio
sobrenatural" (47).
, No hay que olvidar tampoco e~ valor, en un orden inferior, de la tra-
dición apoyada en las rcvelaciol1es primitivas como ilustrativa de la ra-
ron y de ayuda para el conocimiento de los principios morales y de sus
conclusiones.
Pero, no todo lo que'! contienen la ley Antigua y el Evangelio es de
ley natural, ya que hay tanto en aquélla como en éste muchos preceptos
sobrenaturales; por el contrario, todo precepto natural' está contemplado
y sancionado en la "Antigua y en la Nueva Alianza.

VIlL UNIDAD DE LA LEY NATURAL

1 ). La ley Natural es Una par~ todos los hombres.-La ley natural ha


sido la misma para todos los' hombres a través de las edades. y en todas
las latitudes. La moral no cawnbia, como ha!) sostenido algunos superficial-
mente, puede variar el conocimiento. má.s o menos exacto que se tenga de
la ley naluTal, pero ésta ~o se altera, es Una en el tiempo y en el espacio.
Vimos anteriormente,. que los filósofo's de la Antigüedad y los etnólogos
modernos están acordes .en 'afirmar que' f), lo largo de todo el desarrollo
histórico de la humanidad ha habido una norma meior o oeormente co-

[ 76 1
nocida, la ley natural, a la cual han ajustado su proceder lps hombresae
todos los tiempos. El que haya sido ignorada. en uná época o que el ver-
dadero Bien haya sido substituído por falsos y aparentes bienes, no indica
que desapareció o se derogó la ley natural ni que la noción de bien intrín-
seco ha cambi~do de contenido, "todo esto nada prueba contra la ley na-
tural - expresa 'Maritain - del mismo modo que una falta en una suma
nada prueba contra la aritmética, o que los errores 'de los. primitivos, para
quienes las estrellas eran agujeros en la capa que. recubría el mundo, nada
prueba contra la 'astrónomía" ( 48); esto' sólo significa que han influído
circunstancias históricas o ,depravaciones ,en la mente de los hombres, que
forman un pueblo determinado, que han imp,edido a éstos ver claramen-
te en su naturaleza y en los juicios de la razón la auténtica ley natural. In~
duso, afirma con rP.zón Maritain que "el conocimiento que de' esa ley tie-
ne nuestra conciencia moral es, 'sin duda, aún imperfecto, y es prohable
que se desarrolle y afirme en tanto dure la humanidad. El derecho apare-
cerá en su flor y perfección cuando el EvangeJ¡o haya penetrado hasta el
fondo de la substancia humana'? (49). Hé aquí el hecho que explica la ne-
cesidad de la Revelación' y: la obligación de los pueblos depositarios dé
ella de darla a conocer a los grupos humanos que no la, han recibido y -que'
han llegado a una degradación tal que son incapaces de seguir la recta ley
natural. La Revelación ayuda a la n'aturaleza caída a levantarse apoyada
en el, testimonio que dá Dios de sí mismo a los hombres para que le co-'
nozcan y respeten su ley. Y es esa obligación una de las causas primarias
que impulsó a la España del siglo XVI a la colonización del Nuevo Mundo
Americano., .
Sin dUda, ha habido pueblos en la historia que. han cometido las ma~
yore:> aberraciones morales con la tranquilidad que les dá la certeza de es':
tar obrando rectanlente, pero siempre lo hicieron con el convencimiento
de estar ejecutando el bien y sin pensar que pudiera haber una maldad
intrínseca en lo' que hacían. Esto mismo nos está demostrando que todo
pueblo por pervertido que fuere- ha seguido el principio supremo de la ley
natural que manda obrar el bien y evitar el mal, aunque haya habido al-
gunos, como dijimos, que no supieron c;:I.iscerriir el Bien intrínseco a su na-
turaleza racional de los falsos bienes perseguidqs. por ellos. Además, esto
no contradice nuestra aserción de que la ley I}atural es Una, porque la uni-
dad y universalidad sostenida por nosotros' sólo se refiere a la ley natural
en sí y no al conocimiento que de ella p\.:tedan tener los hombres, que es
cosa muy distinta.
Las razones que hay para sostener la unidad de la ley natu~al y su
carácter común a todos los hombres son las que en seguida exponemos:

a). La ley Natural es Una en cuanto a: su legislador.-Dios es quien


dicta la le:y. eterna en virtud de la cual todos los seres creados $e dirigen
a El como a su último fin propio. La ley natural no es sino la ley eterna
participada a la criatura .racional para que conformándose con el recto or~
d~n moral logre su fin último. Por consiguiente, hay sólo un medio esta-
blecido por Dios de llegar hasta El: la ejecución por parte de la criatura
de -actos intrínsecamente buenos; es a,sí que solamente puede haber una
Bondad intrínseca, luego, todos los hombres están obligados a guardar en
sus actos la misma bondad esencialmente mpral; en otros términos, los
hombres se han de ajustar a la misma norma,' la ley natural, en su proce-
der moral, pués, habiendo un' solo Dips y una sola Bondad por esencia
una será también la ley moral impuesta por Aquél a todos los hombres. '
. Además, no siendo la ley natural sino la ley eterna esculpida en fa
naturaleza laclonal y no habiendo más que unale-y eterna divina, ya que
Dios es uno, luego, no puede haber más' de una ley natural.

[ 77 ]
b}. La ley Natural e$Una porque Una es la esencia de la naturaleza
racional humana.-TeniendQJa,natUJ:~leza Qum¡¡inagrabada en ella la' ley na-
tural pertenecerán ~ ésta,' como ob~erva SantQTJ:lniás, 'téidas aquellas cosas
hacia las cuales siente el .\).oIX}bre una inclinación innatá. no adventicia, y
todos aquellos impulsús que. broten.espontáneainente y tengan Sil raíz en
el ~onstltuiivo forlnal, es, decir, racional del hoq¡bre. ,Ahora bien, siendo
la naturaleza racional humar. a 'esencialmente la misma en' todos los hom-
bres, tendrán lodos, idénticas inclínacionp.sy tendencias naturales canfor-
m-es. a su·' razón: .. ~ , ."
No se puede negar la influencia que tienen sobre ef hombre: el am-
biente físico y moral en que vive, la raza, la tradición, el cUma, la Natu-
'raleza. lá época histQrica, etc,; pero de ahí no se deduce ,ni se puede con-
cluír que éstos factores u otros cualesquiera puedan hacer variar la' natu-
raleza del hombre y que de ser racional pase a irracional o se transforme
en una COba in~rte; de la misma manera, que ni el evolucionista más exal-
tado podrá pensar que un descendiente del más hábil chimpancé a<:tual
dictará algún día cátedra de Metafísica.
Sobre esta ':!lateria a.!'Írma Ciceron que el origen del de¡echo es la na-
turaleza l'¡'I.ciona! y que, canto ésta es igl1al en todos los hombres, el de-
recho y la ley Ser:111 iguales para todos; éxpresa el filósofo romano: "Exis-
.te una ley confcrme con la naturaleza, común a todos los homl;>res, ra-
cional, eterna que nos ordena la virtud y prohibe la injusticia. Esta ley no
es de aquellas que es permitido infringir o eludir, o -susceptible de modi-
ficaciones; ni el pueblo, ni los magistrados tienen poder para eximir de
las obligaciones que impC'ne, No es distinta la de Atenas de J'\ de Roma, hi
diferente hoy de la qu~ regirá mañana; universal, inflexible, siempre la
misma, abraza tod?s las l1aciúnes y todos los siglos". Y en otra parte: "a
todos los que la naturaleza ha dado la razón. la recta raZón les ha sido
dada, yen -consecuencia la ley, que no es sino la recta razcn, en cuanto
ella ordena o prohibe, y si la ley, el clerecho: es así que, tod,.,s tíem'n ra-
zÓn; Juego-, el dere~i1o ha sido aaqo a todos" (50),
Iguales ,conceptos vi":Tte Suá!ez cuand,o enseña qul:' la ley natnral es
una en todos los hombres :sr en todos los lugares, "la razón es, p~rql1e esta
leyes como la propiedaq que sigue, no la razón propia de algún indivicluo,
sino a la naturaleza específica, que es la misma en todos" (51),
.'~ Pero si bien hemos afinnado: que la ley natural es substancialmente
. la mis~a en todos Jss hombres, no podemos negar que en cuanto a la cog-
noscibilidad de ella, como, lo vimos anteriormente, hay diferencias entre
ell~s, •
Respecto a ,los prec~ptos primarios, o sea, aquellos que se imponen a
la raZón sin raciócinio previo, la ley natur,al es la misma en todos los hom-
,bores, no sólo en cuanto a la verdad objetiva de. ella, sino también en cuan-
lo a su conocimient Cl , especialmente en lo que se refiere al principio supTe~
roo: se ha de hacer el bien y evitar el mal. En cuanto a los preceptos se-
gundos o tercéros, si bien es la misma en general para' todos en lo que Sf'
refiere a la verdad práctica de ella.y a su cono<;imiento, no obstante, pue~
den presentarse impedimentos o debilidades de la razón que perturben la
verdadera apreciación de' su contenido y de su existencia; por lo cual se
puede decir que en la, práctica no', 'es la mism,a, accidentalmente y par'a
un caso particular, en todos los hombres. La razón se hace progresivamen-
te falible a medida que se acerca a lo lJalticulélr y contingente; laque' re-
clama una revelación en el orden sobrenatural y la dictación de leyes hu~
manas en el orden puramente 'r.atural y temporal.
El Doctor Eximio solventa la cuestión en este mismo sentido, cuando
refiriéndose a la ley natural-. dice: "esta ley puede considerarse en acto pti~
trrero¡ y que como tal, es la" ini~ma 'luz iritelectual; luego, de este modo
consta que es la misma en todos, ~ued'e además estar en un acto segund.o.

L ft'> 1
-es decir, en el actual conocimiento y juicio, o también en el hábito próxi-
,mp ya adquirido por el acto, y de este modo está en part~ en todos l~s
que pueden usar de la razón; pués~ al menos en cuanto los principios pri-
,¡neros y universales no puede igñorarse, porq'ue 'son manifestÍsimos por 's~s
términos y tan conformes 'y como adecuados a la inclinación natu'ral de la
.razón y de la voluntad, que no se pueden tergiversar; y de este modo di-,
jo Santo Tomás' que la ley natural no puede, borrarse de los corazones de
Jos hombres, al menos en cuanto 'a estos principios. Del cual modo entien-
¿en algunos a Aristóteles (Ethic. L. 3 cap. J), que decía, 'que con razón
.es cualquiera reprendido por la ignorancia universal. Pero en' cuanto 'a los
otros preceptos particulares, puede ignorarse;' supuesta' la 'cualignorarlcia,
pudieron algunas gentes introducir leyes contrarias al d~recho' de la natll-
raleza, más' nunca fueron, ellas tenidas como leyes naturales, sino como
humanas positivas" (52)., '
El Aquinatense por su parte enseña: "La ley natural es una misma en
todos los hombres por lo que se refiere a los primeros principios, lo mis-
mo en cuanto a 'su rectitud o, verdad práctica" que encuarito a la aprecia-
.ción o cógnoscibilidad, de la mismá. 'Por lo que' a los casos particulares
- ' que son a modo de conclusiones de esos principios , - se refiere, h~y
igualdad comúnmente bajo 'el doble asp'ecto de su objetividad y de su co""
nocimiento; y no la hay siempre,en determinadas circunstancias, ni e'h,
cuanto a su objetividad, ni .en 'cuanto a su conocimiento; y ello debido a cier-
tos obstáculos e impedimentos, no de otro modo ,que sucede en el orden
de la naturaleza, en las operaciones generativas y corruptivas. Esos obs-
táculos son las pasiones, las costumbres pe:¡;versas, los hábitos pecamino-'
sos, todos esos males de la inteligencia que así la pervierten, como 10 evi-
dencia el hecho de que, antiguamente - según refiere, Julio' César - los
germanos no 'llegaban a apreciar In iniquidad, del robo, siendo así que la
ley natural lo prescribe". (Som. Theol. 1 11 q. 94 arto 4).
Para terminar, podemos deár, 'que si existe unidad de naturaleza es-
pecífica racional entre todos ,los hombres, si su origen y último fin es el
mismo para todos, y teniendo' la ley natural por fundamento inmediato
la naturaleza humana idéntica en todas ias criatu'ras racionales y manifes-
tándose por aquellas inclinaciones que arrancan, espop.táneamente de esa
naturaleza, tenemos que concluir que no puede dejar de ser la misma y
,única en el tiempo y en el espacio para toda pers<?na.
índice

IX. INMUTABILIDAD DE. LA LEY NATURAL

1 ). Sentido en que se dice inmutable la ley Natural.-En generál, po~


.demos decir, que una ley es rtludabl~ de dos maneras! por agregación y.
por sustracción al contenido del precepto legal. El primer modo de mu~
danza" por agregación, no constituye, respeto de la; ley n(ltural, una mu-
tación propiamente tal, ya que permanece íntegramente la misma, lográn-
dose sólo con ello una "perfección extensiva que se refiere' a la utiiida¡::l
.hurnana", al decir de Santo ,T om;:is. ~omo acliciones que particularizan y
precisan a la ley natural, dándole más objetividad ante la' razón de los
hombres sin que esto importe un campio en ella, sino que por el contrario
una ratificaci6n, se pueden señalar: el derec!lO d~vino positivo o' revela-
ción, el derecho canónico y el qerecpociviJ. Santo Tomás, partiendo de
'ladistlnción ya, indicada' por 'nosC)tros, expresa: "De dos maneras, puede
ser entendida que la ley natural es mudable: 1) por vía de adición, en
cuanto cabe añadir algo a su contenido. De este modo es indudable que
la ley natural no goza de inmutabilidad a~'soluta; eJ;l el transcurso d~ los

[ 79 1
-es decir, en el actual conocimiento y juicio, o también en el hábito próxi-
,mp ya adquirido por el acto, y de este modo está en part~ en todos l~s
que pueden usar de la razón; pués~ al menos en cuanto los principios pri-
,¡neros y universales no puede igñorarse, porq'ue 'son manifestÍsimos por 's~s
términos y tan conformes 'y como adecuados a la inclinación natu'ral de la
.razón y de la voluntad, que no se pueden tergiversar; y de este modo di-,
jo Santo Tomás' que la ley natural no puede, borrarse de los corazones de
Jos hombres, al menos en cuanto 'a estos principios. Del cual modo entien-
¿en algunos a Aristóteles (Ethic. L. 3 cap. J), que decía, 'que con razón
.es cualquiera reprendido por la ignorancia universal. Pero en' cuanto 'a los
otros preceptos particulares, puede ignorarse;' supuesta' la 'cualignorarlcia,
pudieron algunas gentes introducir leyes contrarias al d~recho' de la natll-
raleza, más' nunca fueron, ellas tenidas como leyes naturales, sino como
humanas positivas" (52)., '
El Aquinatense por su parte enseña: "La ley natural es una misma en
todos los hombres por lo que se refiere a los primeros principios, lo mis-
mo en cuanto a 'su rectitud o, verdad práctica" que encuarito a la aprecia-
.ción o cógnoscibilidad, de la mismá. 'Por lo que' a los casos particulares
- ' que son a modo de conclusiones de esos principios , - se refiere, h~y
igualdad comúnmente bajo 'el doble asp'ecto de su objetividad y de su co""
nocimiento; y no la hay siempre,en determinadas circunstancias, ni e'h,
cuanto a su objetividad, ni .en 'cuanto a su conocimiento; y ello debido a cier-
tos obstáculos e impedimentos, no de otro modo ,que sucede en el orden
de la naturaleza, en las operaciones generativas y corruptivas. Esos obs-
táculos son las pasiones, las costumbres pe:¡;versas, los hábitos pecamino-'
sos, todos esos males de la inteligencia que así la pervierten, como 10 evi-
dencia el hecho de que, antiguamente - según refiere, Julio' César - los
germanos no 'llegaban a apreciar In iniquidad, del robo, siendo así que la
ley natural lo prescribe". (Som. Theol. 1 11 q. 94 arto 4).
Para terminar, podemos deár, 'que si existe unidad de naturaleza es-
pecífica racional entre todos ,los hombres, si su origen y último fin es el
mismo para todos, y teniendo' la ley natural por fundamento inmediato
la naturaleza humana idéntica en todas ias criatu'ras racionales y manifes-
tándose por aquellas inclinaciones que arrancan, espop.táneamente de esa
naturaleza, tenemos que concluir que no puede dejar de ser la misma y
,única en el tiempo y en el espacio para toda pers<?na.

IX. INMUTABILIDAD DE. LA LEY NATURAL

1 ). Sentido en que se dice inmutable la ley Natural.-En generál, po~


.demos decir, que una ley es rtludabl~ de dos maneras! por agregación y.
por sustracción al contenido del precepto legal. El primer modo de mu~
danza" por agregación, no constituye, respeto de la; ley n(ltural, una mu-
tación propiamente tal, ya que permanece íntegramente la misma, lográn-
dose sólo con ello una "perfección extensiva que se refiere' a la utiiida¡::l
.hurnana", al decir de Santo ,T om;:is. ~omo acliciones que particularizan y
precisan a la ley natural, dándole más objetividad ante la' razón de los
hombres sin que esto importe un campio en ella, sino que por el contrario
una ratificaci6n, se pueden señalar: el derec!lO d~vino positivo o' revela-
ción, el derecho canónico y el qerecpociviJ. Santo Tomás, partiendo de
'ladistlnción ya, indicada' por 'nosC)tros, expresa: "De dos maneras, puede
ser entendida que la ley natural es mudable: 1) por vía de adición, en
cuanto cabe añadir algo a su contenido. De este modo es indudable que
la ley natural no goza de inmutabilidad a~'soluta; eJ;l el transcurso d~ los

[ 79 1
siglos se ha ido agregando a ese c911j~nio de preceptos naturales otros'
muChos que han, aparecido para utilidad o remedio de necesidades de la
vida humana, y que ha,n sido fruto de las leyes divinas y humanas" (Som.
Theol. 1 II q. 94 ,arto S). ,En realidad. cuando Santo Tomás dice que en
este sentido la ley natural no es 'inmutable absolutamente, sólo se está re-
firiendo a una mutación extensiva, mas no a un cambio de contenido, el
cual permanece idéntico; el hecho de que la ley natural se haga más deter~'
minada no significa que se mude, sino que al revés, significa una reafirma~
ción de su existencia y de sus preceptos. De tal manera, que no se puede
suscitar la c'uestión de saber si la ley natural es mutable por vía de adición
porque ésta no implica ningún cambio intrÍnsecp.
'Lá cuestión surge cuando s~ trata de a:veriguar si el segundo modo de'
operar la mutabilidad de una ley, o sea, por' sustracción, tiene lugar en la
ley natural. Lo que se discute es la posibilidad que tiene la ley natural de
variar por sustracción de alguno de sus preceptos. Ahora bien, esta sus'
tracción de una ley puede tener lugar por dos causas: por cambio del pre~
cepto intrínsecamente deficiente, perjudicial o irracional y por mudanza
extr.Ínseca hecha en virtud de algún agente que tiene potestad; si esta mu~
, danza' es general se llama abrogación o derogación, si es particular se I1a~
má dispensa o relajación particular.,
Es en este 'sentido incluso en el que propiamente se dice que la ley
natural es inmutable.

2) .' Inmutabilidad formal de la ley Natural.-La ley natural es inmu-


table formalmente porque subsistiendo una misma la materia de la ley,
ésta también contin\Ía Ja misma universal y particularmente mientras la
naturaleza humana permanece en uso de la razón y de la libertad. Abo~
nan este aserto las siguientes, razones:

a). Siendo la ley Natural como una propiedad de la naturaleza racio-


nal, inientras exista ésta existirá inmutable aquéIla.-Estando la ley natural
grabada en la naturaleza racional, para abolirla sería preciso destruír la' na~
turaleza humana; permaneciendo, en este caso, solamente según el, ser de
la esencia o como un posible objetivamente en la men~e de Dios, al igual
que las cr~aturas racional~s serían meras Idea.-; divina,s. Pero, en este su~
puesto la ley eterna no sería propiamente una ley, ya que no existirían
súbditos' racionales a quienes regir; de tal manera, que una vez que Dios
decidió libremente crear la naturaleza racional debe suponerse indestruc~
tiblemente unida a ella la ley natural.
Aderp.ás, la ley natural, como anota Suárez, "en cuanto está en el
hombre no puede mudarse, porque es una propiedad intrínseca que ma~
-na: necesariamente de tal naturalezá como tal, o, como otros quieren, es
la misma naturaleza racional; luego repugna, permaneciendo tal naturale-
za apta para usar de 'la razón, que sea quitada la ley natural. Pero si se
considera esta ley en cuanto está en Dios... no puede ser quitada, no sólo
po.r el juicio del entendimiento divino, sino tampoco por la volu~tad, por
la cual quiere mandar ·tales bienes o evitar tales males" 5 3 ) .
o (

El hecho que puedan ignorars.e algunos preceptos de la ley natural no


significa que se mude ésta, porqué, como expresa el mismo Suárez, "por'
error o ignorancia no se muda la ley en sí, sino que se oculta o no es sa';
bida, lo cual ~s muy distinto. Pués, aunque todos los preceptos de la ley
natural sean. inmudables, no son todos igualmente manifiestos, y, por tan~
to, no hay inconveniente en que algunos' puedan ignorarse" (S 4) .

b). Legislando la ley Natural sobre la maldad y la bondad intríns~


y siendo éstas úIti",8S inmutables f lo será, tambi~n aquélIa.-.-En efecto, efll

[ 80 1
pá~nas anteriores diíimos, que la ley, natural manda loq'ue ,es íntrinseca-
mént~ hueno y necesário para ia obtcIlclóil del último fin del hombre y
veda, todo lo intrínsecamente mido y optiesto a dicho fin. pues híen.la
bondad o maldad esencial de un acto estriba en su conformidad o disco n-
torinidad con la cáu'sa fin~l de las cosas, es ,decIr, con 'la ordenación je-
:rarquizada de éstas. Y siendo inmutable este últim'o rin de las 'cosas crea-
das;Io será también lo intrínsecamente hueno o, malo, entendiendo por
tal aquello que esta en armonía o en desarmonía c6n la ord('mación final
de la naturaleza de las cosas, mientras la e~encia de éstas 'sea la misma, o
'.sea, perpetuamente, por cúantotti el propio Dios puede alterar la esencia
!

que libremente dio a los seres salidos de sus manos. . ,


Además, habiendq Dios impuesto al hombre la obligáci6n de alcan-
i$.r su fin últlmo,ló que sólo podrá 'lograrrnediante la pr<ictica de áci:os
intrínsecamente buenos y .la abstención de actos inhínsecame'rite malos, Ílo.
puede dejar de imponerle la observancia de estos mandatos y. la ejecución
de actos intrínsecamente morales. por cuánto si Dios desea, como no pue-
de dejar de desearlo, que el hombre cumpÍa su fin. débe deséar y orde-
nar qUe los medios o. acCiOnes' de que se servirá el hombre para su con-
secución se dirijan rectamente a ese fin ÚltitÍlO; en otraspaI~btas, Dios no
puede dejar de desear que toda la actividad del hoXO:bre esté sie,mpre y
sin excepción encuadrada en los ríg¡qos marcos de .la bondad intrínseca
cualesquiera que s~an las épocas y las circunstancias. De, lo ante:r:Íqr, se ,des-
prende~ que "Dios no es libre para prohibir Jo intrínsecamente malo y
aprobar Jo intrínsecamente bueno, y mandarlo además,. cuando. es ,nece-
sario para la obtención' elel último fin; y que por consiguiente, lo intrín-
secamente bueno o malo está legislado necesariamente por la ley eterna, y
promulgada por la ley natural" (55) . ,
Siendo bueno aquello que está conforme con nuest~a naturaleza ra-
cional y que nos encamina a nuestro fin, es absurdo sostener que Dios
puede mudar el contenido de la bondad y mandarnos la observancia de
algo que !estuviere en contraposición con nuestra natllraleza, sería suponer
un error monstruoso 'en la Sabiduría, infinita y una imperfección en la obra
creadora de Dios. En el orden moral Dios no tiene libertad para imponer,
cambiar o variar los preceptos,debe obrar necesax:iamente ajustándose a'
la esencia de las cosas libremerite creadas por El. "
Suárez. basándose en estos mismos argumentos, ,sostiene la' inmutá-
bilidad de la ley' natural, pero la descompone en dos clases de preceptos;
Jos preceptos negativos y los, preceptos afjrmativos, Los primeros son in-
mutables porque prohiben lo intrínsecamente malo; los afirmativos son
inmutables porque mandan lo intrínsecamente bueno; a menos que varíe:
la materia de '<'1 ley o cambien las circunstancias para las cuales regía el
precepto afirmativo natural. Dice el teólogo .hispano: "se hace otra induc-
Clan distinguiendo en este derecho los preceptos afirmativos y los negati-
vos, y mostrando que ningún género de tales preceptos puede cesar de
suyo' 6 dejar de obligar. Pués, en primer lugar, los prece~tos negativos
prohiben las cosas de suyo e intrínsecamente malas, y, por tanto, ooligan
siempre y continuamente, ya por razón de su forma, porque la negación
lo destruye todo, ya tamb:ién porque lo de suyo malo ha de evitarse sÍem-'
pre y en todas partes; luego por la misma razón no pueden tales preceptos:
cesar de suyo, porque no puede una cosa de suyo mala dejar de ser ma-
la. Mas los preceptos afirmativos, aunque obliguen siempre, no obligan
continuamente, y, por tanto, puede este precepto, aunque sea natural, obli-
gar up. tiempo y no ot~o, o en una ocasión y no en otra; y no por esto, re-
cibe mudanza, porque ésta es su naturaleza y (como si dijéramos) se dá
desde un principio para tales ocasiones o bajo tales condiciones y no para'.
otras. No obstante, siempre conserva su _fuerza, si~mpre obliga, aunque no
continuamente... los preceptos afirmativos de la ley natural sólo obligan

r 61 ]
'para aquellas ocasiones en las cuales la orolSlOn de taJ acto sería de suyo
'ÜJ,trínsecameilte mala... ; luego tal pre~epto n.ecesariamente obliga siempre•
.a s.u tiempo" (56). Debemos recalcar.. qqe Suá.r€7.afirma que ,ni aún los
'preceptos afirmativos' son mutables, rigen teóricamente siempre, mas no
continuamente, es decir, sólo' tienen valor obligatorio cuando el hecho vá
acompanado . de todos los requisitos concomitantes para hacer la omisión
'del acto intrínsecamente mala.

c).La ley Natural es inmutai>le porque sus prec:eptos son nec:esarios y


oe una vedad intrínsec:a y perpetua.-1..a ley nat.ural está constituida por
aque1l9s preceptos qce se iITIPonen con plena evidencia a la razÓn, a los
cuales se adhiere espontáneamente ésta porque el ~ontenido de ellos es
de una verdad absoluta; además, forman la ley natural las conclusiones
próximas o lejanas que emallan nec<rsariamente de esos primeros princl~
pios evidentes de suyo; ,pero si los principios ,son verdaderos las conclu~
siones también han de' serlo lógicamente, y siendo estos principios nece~
¡:;arids, han de ser también perpetuos, es decir, no pueden cesar ni mudar
por el transcurso del tiempp, lo cual debe decirse también de sus rigoro~
sas conclusiones. Todo lo cual reconoció Aristóteles cuando en la Gran
,Moral (Lib. 1, cap. XXXV) nos enseña que no deben confundirse jamás
lo justo según la ley y lo justo según la naturalez;;i, por cuanto lo justo se~
gún la naturaleza es, sin contradicció~, superior a lo justo según la ley que
hacen los hombres, ya que lo justo según naturaleza no cambia como lo
justo según la ley.

. 3). Mutabilidad material de la ley Natural.-Una ley puede sufrir dos'


'dáses de mutación: mutación formal y mutación material. Hay mutación
formal cuando, subsistiendo uno mismo el objeto o materia de la ley, cesa
de existir o de obligar, o sea, cua.ndo se produce la' abrogación, deroga~
dón o ,dispensa del precepto legal. La mudanza material tiene lugar cuan~
,db el objeto de la ley deja de ser tal por una causa cualquiera.
> Expresamos en el número anterior, que la ley l1.éj.tural es inmutable
formalmente, es decir, en cuanto al precepto, pero sí cabe en ella la mu~
tación material por cambio de objeto, mas no varÍa el precepto ni univer~
sal ni particularmente,. sino que permanece vigente y siempre el mismo;
"la mutación material. po quita el precepto, sino que sustrae a. éste lo que
era objeto de él".. , . '
Sobre esta máterii;l Suár~:z; diserta largamente para no dejar lugar a
'dudas, expresa: "la acción es sustraída de la, obligación de la ley natural,
no porque sea abo]~ o disminuída la ley natural, pués siempre obliga
del mismo modo que obligó; sino porque se muda la materia misma de
la ley... el precepto copsiderado en sí no padece excepción alguna. por~
que la misma razón natural dicta que esto se debe hacer de tal Q tal mo~
do y no de, otra manen:!, o cOncurriendo tales circunstancias y no sin ellas ...
'pués la ley natural, discierne la mutabilidad en la misma materia y según
ella acomoda~ los preceptos,. pués una cosa manda en aquella materia pa~
ra un estado y Qtra cosa para otro; y así ella permanece siempre inmuda~
da, aún cuando' en nuést~o modo de hablar y por denominación extrínse~
ca p~rece como que setnuda". y añade ~n otro pasaje: "Por el derecho
humano, de gentes o civil, puede hact!rse tal mudanza en la materia de
la ley natural, qúe por razón de ella varíe también la obligación del de-
recho natural... La raZón es, que éste modo de mudanza no repugna a la
necesidad e inmutabilidad del derecho natural y, por otra parte, es con~
veniente y muchas ve_ces necesario a los .hombres, según las varias mu.~
danzas que en el' estado de ellos acontecen ... ; así el derecho natural, per~
maneciendo el mi!!mo, una cosa manda' en tal ocasión, otra en otra, y obli-

[ 82 ]
~a ahora y no antes o después, sm que experimente ella mudanza por la
.materia" (57).
Esta mudanza, observa por su parte Soto, no se hace en la ley, sino
-en las mismas cosas, de cuya mudanza resulta una verdad contrari~ (58).
Pero siguiendo a Aristóteles (Mor. Lib. V, cap. VII) dehemos hacer
presente que este cambio en la materia no p~ede operarse respecto de los
preceptos primeros y fundamentales de la ley natural que son de una apli-
cación universalísima y perenne, al igual que el fuego quema en todas par-
tes, hay que hacer el bien y' evitar el mal, no hay que hacer a los demás
]0 que no quisiéramos para nosotros, etc.; mas,' las conclusiones, dice el
mismo Aristóteles, se pueden mudar no respecto de los dioses, que son
inmutables, sino respecto de nosotros, que nos podemos mudar. Lo mismo
~ue expresa Santo Tomás en los siguientes términos: "la inmutabilidad
acompaña siempre, absolutamente, a la ley natural por lo que se refiere
a sus primeros principios ? prt'feptos. Respecto de los preceptos secunda-
rios que son como las conclusiones propias e inmediatas de esos primeros
,principios, la ley natural puede sufrir variación, pero no en forma tal que
deje de ser verdadero o 'recto en la generalidad de los casos aquello que
esa ley prescribe. Cabe, mutación respecto de algo particular y en casos
excepcionales, por, cruzarse de por medio 'algunas causas impeditivas de
,la observancia de ta\es preceptos" (Som. Theol. 1 11 q. 94 arto 5). f.stas
'causas impeditivas de la observancia de la ley natural, de que habla Santo
'J'omás, no son otras que aquellas que operan una mutación en ia materia
~~~ ,
Para mudar la materia, de la ley hay que tener potestad suficiente, ge-
neralmente tienen poder: la persona (donación de la cosa'xobada al la-
drón): el Estado o Autoridad civil (el cual púede disponer. qu~quien po-
'sea una cosa ajena con ánimo de señor y dueño durante;¡;ie'rto tiempo ad-
,quiera el dominio de' ella por pre~cripción)., la ,lgIesia'{quien puede de-
cretar la separación de cuerpos de los cónyugeS, eximiendo. a la mujer de
la obligación de obediencia al marido) y Dios, como', dueño absoluto
de todo lo creado.

4). Casos que falsamente se han presentado como,-de mutación de la


ley Natural.-:-Se ha dicho que la libertad y la posesión,cumúÍl de todas las
cosas eran de derecho natural, no existiendo, en conseétií~~cia; ni el hurto
ni el robo ni los atentados a la libertad e integridad de la' persona. Es así
que, después varió la ley na,tural y se dividieron ·los bienes y 'surgió la es-
davit~d y la servidumbre, dando origen á los' preceptost¡ue prohiben la
apropiación de cosa ajena, el hurto, el robo, la fuga, del esclavo, etc. Lue-
go, la. ley. natural' no es inmutable. '
Para resolver esta objeción es preciso distinguir entre': derecho' riatu~
l'al positivo y derecho natural nega,tivo. En efecto, un preceptúes de °de,;
recho natural positivo cuando la ley natural manda o prohibe algo espe-
'cíficamente. Por el contrario, algo es de derecho natural negativo cuaQ.:.$
la ley natural ni lo prohibe ni 10, manda sino que lo admite o tolera. -~ _
Ahora ¡bien, la libertad y la comunidad no eran de derecho natu~¡il
positivo, porque la ley natural no mandaba ni prohibía ni una ni otra co-
.ga, sino que dejaba esto a la disposición de los hombres según las exigen-
cias de la' razón, es decir, que, eran de ,derecho natúral negativamente, por-
"que en virtud de la comunidad todas las cosas eran comunes,' hasta que
los hombres no dispusieron otra cosa. Por éonsiguiente, aún cuando la ley
natural no mandabl;l ni prohibía la com'unidad y la libertad, lo· que quiere
de,cir que eran de derecho natural negativo, no obstante, había un pre~
cepto natural positivo que ordenaba q~e a nadie se perturbara el goce le-
"gitimo de las cosas comunes y que todos tenían derecho a lo común, mien-
tras no hubiese un justo motivo que autorizase la prohibición al goce. Pe-

[ 83 ]
ro después que los hombres, haciendo Uso de la lihertad que les otorgaba
la Ie:y natural. procedieron a la. división de las cosas comunes y a cada uno
s~ le confirió ,dominio sQprealguna cosa en particular o, por lo menos, el
derecho a adquirir algo e~clUl¡ivamente. para sí, la ley natural positivamen-
te prohibe el hurto y la apropiación indebida de las cosas ajenas (59). Lo
que decimos de la comunidad debe hacerse extensivo a la libertad. a sus
derechos y a su enajenación.. " . .
, Santo Tomás se pronuncia so.bre esta materia diciendo: "la comuni-
dad de todos los bienes y la,al;>solut~ libertad son de derecho natural, por
C1.1anto ,la propiedad y la servidumbre no son obra d~ la naturaleza sino
de la industria humana en obsequio de' la utilidad de la vida social. No
~ay, pués. en ello una :mutación s1.lstractiv;a de la ley natural, sino solamen-
te adicional" (Som~ Theol. 1 lIq. 94 arto 5).
índice

X. OBLIGATORIEDAD DE LA LEY NATURAL

. 1 ). La obligación es el efecto pñnclpalísimo de la ley Natural.-Toda


.8ctO ejecutado por el hombre se presenta ,ante su prop~a conciencia como
en armonía o desarmonía con una norma absoluta de vida que, en el fon-
do de nuestro propio yo, nos sirve de. guía y árbitro de nuestras acciones.
Esa norma corresponde a la recta ord¡:!nación de las cosas a sus fines, es
decir, ~epresc:;nta el orden es~ncial, y ~n el caso del hombre, radicando en
la razón, juzga sus actos libres, y voluntarios en relación con su fin último.
Pero esta ley normativa.o vinculo que une el actuar de los seres con su
último fin no los dirige a' todos igualmente: el]. los irracionales lo hace de
una manera neceSaria, físic,a; a los seres racionales no puede guiarlos del
mis'rnomodo ya que éstos. ti~nen una mituraleza inteligente y li.hre, en
consecuencia, éste .ví:nculo de físi~o que era en los irracionales, se trans-
forma en las criaturas racionales en un vínculo moral que no destruye ia
libertad de éstas y que las impele naturalmeQte a la ejecución de actos il1-
trínsec~mente ,buenos condl,lcentes al fin. últim() de ellas. Este vínculo o
norma moral es la obligaci(m ir:npuesta por la ley nat1.1ral, fundamento de
la obligatoriedad de toda ley divina o humana.
Nuestra propia concjencia nos. presenta esta norma no como algo fa~
cultativo u optativo qe nuestra voluntad, sino como imperativo y necesa~
rio, a la cual debemQs c~ñirnos para. cumplir la misión que Dios, en uso
de su Potestad divina, asignó al hombre. Todo esto prueba que la ley na·
tural es verdadera ley y no mero consejo, por cuanto produce el efecto
inherente a toda ley cual es, el, de obligar. Según lo dicho y repitiendo
conceptos, podemos decir, .que la ley natural no es sino: "la norma cons-
titutiva df(l orden moral en cuanto mandada e impuesta en forma abso-
hita por Dios" (60). . . ~ . ..'
Hemos expresado que la ley natural nos impone necesariamente la
1:>bservancia del orden moral estando necesariamente obligados a ejecu-
tar actos intríns~camente buenos. Ahara hien, el ser racional para sentirse
moralm,ente obligado, a actuar de . un modo determihado debe saber tam~
bién ,que tal acción es indispensa.ble para la consecución de un fin igual-
~en.te determina90; pero. siendo la oh ligació n impuesta por la ley natu-
ral de una necesidad absoluta e ineludible, hasta el punto que debemos sa-
crificar .a ella nuestra propia vida. se comprende lógicamente que el fiu
perseguido por la ley natural, al imponernos necesariamente la observan-
cia tótal del orden moral, no es cualquier fin o bien finito, sino el Bi!en ab-
soluto, infinito, Dios, principio y último fin del hombre, pués, sólo este
fin puede justificar una necesidad moral semejante y un ·renunciamient~

[ 84 ]
ro después que los hombres, haciendo Uso de la lihertad que les otorgaba
la Ie:y natural. procedieron a la. división de las cosas comunes y a cada uno
s~ le confirió ,dominio sQprealguna cosa en particular o, por lo menos, el
derecho a adquirir algo e~clUl¡ivamente. para sí, la ley natural positivamen-
te prohibe el hurto y la apropiación indebida de las cosas ajenas (59). Lo
que decimos de la comunidad debe hacerse extensivo a la libertad. a sus
derechos y a su enajenación.. " . .
, Santo Tomás se pronuncia so.bre esta materia diciendo: "la comuni-
dad de todos los bienes y la,al;>solut~ libertad son de derecho natural, por
C1.1anto ,la propiedad y la servidumbre no son obra d~ la naturaleza sino
de la industria humana en obsequio de' la utilidad de la vida social. No
~ay, pués. en ello una :mutación s1.lstractiv;a de la ley natural, sino solamen-
te adicional" (Som~ Theol. 1 lIq. 94 arto 5).

X. OBLIGATORIEDAD DE LA LEY NATURAL

. 1 ). La obligación es el efecto pñnclpalísimo de la ley Natural.-Toda


.8ctO ejecutado por el hombre se presenta ,ante su prop~a conciencia como
en armonía o desarmonía con una norma absoluta de vida que, en el fon-
do de nuestro propio yo, nos sirve de. guía y árbitro de nuestras acciones.
Esa norma corresponde a la recta ord¡:!nación de las cosas a sus fines, es
decir, ~epresc:;nta el orden es~ncial, y ~n el caso del hombre, radicando en
la razón, juzga sus actos libres, y voluntarios en relación con su fin último.
Pero esta ley normativa.o vinculo que une el actuar de los seres con su
último fin no los dirige a' todos igualmente: el]. los irracionales lo hace de
una manera neceSaria, físic,a; a los seres racionales no puede guiarlos del
mis'rnomodo ya que éstos. ti~nen una mituraleza inteligente y li.hre, en
consecuencia, éste .ví:nculo de físi~o que era en los irracionales, se trans-
forma en las criaturas racionales en un vínculo moral que no destruye ia
libertad de éstas y que las impele naturalmeQte a la ejecución de actos il1-
trínsec~mente ,buenos condl,lcentes al fin. últim() de ellas. Este vínculo o
norma moral es la obligaci(m ir:npuesta por la ley nat1.1ral, fundamento de
la obligatoriedad de toda ley divina o humana.
Nuestra propia concjencia nos. presenta esta norma no como algo fa~
cultativo u optativo qe nuestra voluntad, sino como imperativo y necesa~
rio, a la cual debemQs c~ñirnos para. cumplir la misión que Dios, en uso
de su Potestad divina, asignó al hombre. Todo esto prueba que la ley na·
tural es verdadera ley y no mero consejo, por cuanto produce el efecto
inherente a toda ley cual es, el, de obligar. Según lo dicho y repitiendo
conceptos, podemos decir, .que la ley natural no es sino: "la norma cons-
titutiva df(l orden moral en cuanto mandada e impuesta en forma abso-
hita por Dios" (60). . . ~ . ..'
Hemos expresado que la ley natural nos impone necesariamente la
1:>bservancia del orden moral estando necesariamente obligados a ejecu-
tar actos intríns~camente buenos. Ahara hien, el ser racional para sentirse
moralm,ente obligado, a actuar de . un modo determihado debe saber tam~
bién ,que tal acción es indispensa.ble para la consecución de un fin igual-
~en.te determina90; pero. siendo la oh ligació n impuesta por la ley natu-
ral de una necesidad absoluta e ineludible, hasta el punto que debemos sa-
crificar .a ella nuestra propia vida. se comprende lógicamente que el fiu
perseguido por la ley natural, al imponernos necesariamente la observan-
cia tótal del orden moral, no es cualquier fin o bien finito, sino el Bi!en ab-
soluto, infinito, Dios, principio y último fin del hombre, pués, sólo este
fin puede justificar una necesidad moral semejante y un ·renunciamient~

[ 84 ]
de nuestras propias inclinaciones y deseos e, incluso, el tributo de nuestra
existencia si fuere necesario antes que violar la recta ordenación de las 'co~
sas y de los seres. "Esta necesidad de observar el orden final 'mandado
por la ley divina para no apartarnos de Dios, nuestro último fin y Bien o
infinito, por la ofensa que le hacemos, constituye la obligación formal~
mente tal" (61). En consecuencia, la obligación toma su carácter absolu~
to y, podríamos decir, infinito, de la alternativa 'que seg4n observemos o
violemos la obligación de la ley natural cumpliremos o n,o nuestro fin úl~
timo infinito y eterno impuesto por el Creador.
Además; no hay que olvidar en ningún mom~nto,que la ley natural
es la participación a la qiatura racional de la ley eterna y qlJ.e ésta repre~
senta la ordenación de la razón divina para que todos los seres conserven
el recto orden y alcancen su destino específico; por consiguiente, al' gra~
bar Dios la ley eterna en la naturaleza humana demostró su deseq de que
ésta también se ordene hacia su causa final sobrenatural, sin que fuere' ne~
cesario una expresa manifestación' de voluritad divina en este sentido. Es~
to 'lo expresa Suárez cuando dice: "el mismo juicio de la recta razón, gra~
bado naturalmente en el hombre, es de suyo suficiente señal de tal volun~
lad divina, ni es necesaria otra insin~ación... no sólo porque manifiesta la
intrínseca disconveniencia o conveniencia de los actos que muestra la ley
increada de Dios; sino también porque intima al hombre que las acciones
contrarias desagradan ál autor de la naturaleza, como al supremo señor y
cuidador, y gobernador de la naturaleza" (62) . Por estas mismas consi~
deraciones San Pablo pudo decir que aún, aquellos que caret::en de leyes
escritas, y faltaren a la ley natural serán castigados, ya qJ..:e la conciencia
dá a todas las gentes testimonio. de ella. El Apóstol en su Epístola a los
Roml\nos conmina a éstos en las siguientes frases: "y así todos, ios que
pecaron sin. ley, perecerán sin ella; mas todos los que pecaron teniéndola,
J)or ella serán juzgados. .pués n,o son justos delante de, Dios. los que oyen
.la ley, sino los que la ~umplen; esos son los que serán justificados. En efec~
,to, cuando los gentiles que no tienen ley, hacen por razón natural lo que
'manda la ley; ellos hacen ver que lo que la ley ordena, está eSf!rito en sus
corázones, como se lo atestigua su propia conciencia" (Epís.' a los Rom.
cap. 2, v. 13 a 16).
Pero, como observa Soto; la transgresi6n a la ley natural no sólo im-
porta la ejecución de un acto intrÍt:lsecamente malo, sino también y priQ-
,cipalmente una ofensa al legislador de ésta; en efecto, la' sola naturaleza
,haría que la transgresión fuese 'mala, pero no obligaría a culpa; mas,' co-
,mo la naturaleza es obra de Dios, y la ley, natural derivación de' la ley
,eterna, se sigue' que los preceptos de la naturale~a obligan de' manera que
'su transgresión ~s no sólo mala, sino verdadera culpa ante Dios (63).'
Es indispensable precisar hasta donde alcanza la obligación de la le5
natural. En términos generales, se pue~e. decir, que la obligación de la ley
natural es tan extensa como el conocimiento que se tenga ~e -ella; por con'"
siguiente, debemos distinguir si se trata de preceptos primeros o segun-
dos. Respecto a los primeros p.receptos- y a sus condusionesinrnediatas
no siendo excusable la ignorancia de aguéllos y de éstas a ningún hOrQ-
'bre' en uso de su razón, se desprende que todos están necesaria y ahsolu-
tamente obligados a guardar ambos. En cuar:tto á. los preceptos segundos,
no todos están en condiciones de conocerlos. ,por lo cual se hace necesaria
moralmente, aunque no abs.olutamente, la revelación y las leyes positivas
pilla que iluminen la obscurecida razón de los que care,cen de unarnente
desarrollada y de aquellos que CPQ malos hábitos han pervertido - su na-
turaleza. ' -
, 'Si' bien es cierto que \a ley natural obliga en conciencia, no io es me-
nos, que no toda obl¡gacibll en concienci,a es efecto directo e inmediato
,de la ley natural. porque la - ley natural "no ~ regla próxima de todas laS.

( 85 1
acciones' humanas"; así por ejemplo hay muchos preceptos de un carác~
ter exclu~vamente religioso, como el ayuno y la abstinencia, que obligan
~n conciencia para el creyente y que no . obstante no son de ley natural.
Pero aunque no toda obligación en conciencia emana próximamente de
la ley natural, sin embargo, todas tienen su fundamento mediato y remoto
en la ley natural por lo menos en lo relativo a los primeros preceptos.

2). Condiciones que deb¡en acompañar al cumplimiento de IIJ obliga.,


ción de la ley Natural.-Tres requisitos debe llevar consigo la observancia
de la ley natural, a saber: que se haga el acto con pleno conocimiento; que
se haga libre y voluntariamente; y, por ú.ltimo, que no sólo sea de cosa ho~,
nesta sino que también 10 sean las circunstancias. concomitantes al acto.

a). La ley ~atural debe cumplirse con suficiente conocimiento.--Esto


se explica por cuanto la observancia del precepto es un acto humano y no
existe acto humano si no existe previamente un acto racional basado en un
conocimiento anterior; además, sólo se quebranta el precepto natural cuan-
do co'ntlciendo por la razón o por la revelación la existencia de tal precep~
to, a pesar de todo, se actúa en contravención a él. "por lo menos es nece-
aario la ciencia debida y posible y omitida, no obstante; por negligencia; Y.
ésta basta para el quebrantamiento, porque el mal es por cualquier defec~
to"; de la misma manera, para que se. entienda cumplido el precepto eS! pre-
ciso que el sujeto actúe con pleno conocimi~nto de éste, por cuanto "cum-
plir el precepto .es cierto bien, y, por tanto, requiere causa íntegra, a la que
pertenece el conocimiento". (64). ,
Santo Tomás confirma lo anterior al deciy: Aquel que ignora que ha~
ce un acto que es mandado por alguna ley, sólo 'casual y accidentalmente
cumple el precepto; pero el precepto obliga a que se guarde por él y con
. intención; es decir que debe observarse con conocimiento y hasta reflexión
de él. (Som. Theol. 1- II. q. 100, arto 9).

h) El precepto de la ley Natural d'ehe guardarse voluntariamente.-


Siendo la razón la que dirige a la voluntad, y radicando la ley natural en la
razón, debemos concluir, que esa la voluntad a quien se impone y guía la
ley natural. la cual debe aplicarla a los actos particulares y libres.
Por o~ra parte, la ley natural tiene por objeto regir los acto~ huma~os.
pero un acto -para ser propiamente humano de.be ser libre y plénamente vo-
luntario, luego. todo acto prescrito por la ley natural dehe tener los mis-
mos atributos, porque, como anota Suárez, quien hace involuntariamente la
obra de la ley, aunque parece que la observa, es prevaricador de ella (65);
lo cual también sostuvo San Agustfn diciendo que cuando se hace el bien
no por amor de la justicia sino por el temor de la. pena no se obra bien;
;y con mayor razón, cuando es el temor de tal suerte !!ervil que no se haria
la obra mandada si no se' le hubiese puesto pena (66). Santo Tomás expre-
-. que es de ley divina el obrar sin trist~za,. porque el que ohra tristemen-
te es como si no quisiese oorar rectamente (Som. Theol. I II Q. J 00 arto 9).

é)~ No se cumple ,~I precepto de la ley Natural si los motivos y las cir-
dJnstancias, además del acto, no son honestos.-Esto equivale a decir q'ue
la ley natural obliga no sólo al acto, sino también al modo de la virtud. La
'razón de esta condición es que nadie obra honestamente si las circunstan~
cías en que obra no son honestas. "El derecho natural no sólo obliga a que
se obre queriendo, sino también queriendo "por esto", es decir, por la ho~
..nestidad, en lo cual se incluye el modo de la virtud" (67).

r. 86 J
3 r.
La pernuSlon no tiene lugar en la ley Natural.-Esto lo compren"
<Jeremos claramente si consideramos que la ley natural prohibe lo intrÍnse-
:camente malo, lo cual nunca podrá hacerse lícitamente. Podría decirse que
la ley natural permite lo indiferente que no prohibe y el bien que aprueba
y no manda: pero, esto no es propiamente permisión legal, por cuanto lo
primero envuelve una pura negación, ya que indiferente es lo que no es
mandado ni es prohibido ni tampoco aprobado; lo segundo más que per-
:misión es una concesión positiva (68).

4). No puede dispensarse la obligación que nace de la ley NaturaI.-


Pfira estudiar mejor esJa materia debemos hacer una distinción : respecto
de Dios y respecto del hornhre.
a) ~ Ninguna potestad humana puede dispensar de la ley Natural.-La
ley natural, respecto de todos sus preceptos, forma parte de la naturaleza.
del hombre, el cual no pudiendo mudar la naturaleza y esencia de las co~
sas, no puede, por consiguiente, mudar la ley natural. Esto viene a .confir~
mar lo establecido por nosotros de que la ley natural es inmutable. Ade-
más, la ley natural, como participación que es de la ley eterna divina, tiene
por legislador a Dios; por lo cual, el hombre que carece de poder para crear
la ley tampoco puede tenerlo para destruirla,máxime cuando es inferior· a~
Dios, legislador de ella. En seguida, mandando la ley natural lo intrínseca~
mente bueno, todo precepto humano que fuere contrario a ella será intrin~
secamente malo, es decir, no sería ley ni cónstituirÍa derecho. Por otra par-
te, siendo la ley natural fundamentó de toda ley positiva al querer destruir
aquélla se destruiría el fundamento de ésta. '
Aunque el hombre no tiene potestad para mudar o derogar formalmen-
te la .obligación de la ley natur<!.l, tiene. sin embargo, en algunos casó s, po,-
testad para dispensar indirectamente de ciertos preceptos naturales que de~
penden de un anterior consentimiento de.Ia voluntad humana; también pue-
de el hombre hacer una remisión por parte de la materia, permaneciendo
en todo caso vigentes y' obligatorios aquellos preceptos cuando se aplican
a su materia propia, ya que contienen honestidad intrínseca que nunca pue-
de ser dispensada o derogada; esta disp~nsa por cambio de materia es má$
bien "dispensa del hecho que del derecho".
Si pien es cierto, que los preceptos generales de la ley natural~ o sea~·
aquellos que forman el contenido esencial de ella, son aplicables siempre y
a todos. no es menos cierto, que respectp de "aquellos otros preceptos,· que
son a modo de conclusi~nes de los primeros, sí qye cabe. alguna vez, dis-
pensahumana. Cuando, por ejemplo, el dueño legítimo de un depósito trai-
ciona·a la patria, muy bien puede ser dispensado de su devolución 'aquel en
quien lo depositó" (Som. TheoI. i Ilq. 97 arto 4).

,h). Dios no puede de derecho ordinario dispensar de la obligación de


de la ley Natural.-T odas lós autores están acordes en que respecto de los
primeros preceptos de la ley natural na cabe dispensa por'parte de Dios en
los casos en 9ue el hombre actúa libre y moralmente, lo único que po'dría
hacer Aquél sería impedir a éste toda operación, inhibiéndole del uso de la
.:razón y de la 'Voluntad, quedando de este modo exento de la ley natural ya
que estaría impedido de ilctuar; pero, esto no sería propiamente una dis~
pensa de la obligación, sino que sería colocar al individuo en la· imposibi~
lidad de ser sujeto de la obligación, estaría en la misma situación del que
no ha llegado al,uso de la razón ~l cual no obliga la Jey natural.
Respecto de los preceptos segundos y terceros tampoco puede· dispen-
sar Dios, porque éstos contienen en sus materias honestidad o maldad in~
:tnnsecas basadas en la naturaleza de las· cosas, . la cual no puede ser muda.-

1 87 1
da ni por el mismo Dios, por lo que Este está impedido de ordenar. como
pUeIl? el If1~1, Q.l¡U¡ n.!!~,trp..-,~at.w!lle~~ ¡a~l t~9!t ~\\-e~mi €i9,Qi1¡R- te\; a¡q,emáll.
;up,pl~caría 'tm~ c<?l}t~~.%~~WIl" ~n,-g~qt.i~Ll cc:;~?.p.1I~qm~~ JiIIll\,;q~t~.rp.1.",~ze. 9~t~lí~
~ada con sus inchnl\ClsmeS yt!:!na.c:;.I\ci~s IlG\tq;r~lh$, y Qbli-&arQq~ dc;,spy~~ ~
eje'cutaí- algo' qué' repugna ,~', ~á" n~(U.ial~i~' Y-qUe 'tí, co'nSl~eiatlª hu.c:no i
lícito. Sa~to T omá~' 9f ,i!,Í;na gue'aqtjeH,a,s -(;,~9,l!1\.~ ql,l~ en~ier,r,'iill raz.,'6ú ,lI)irín~"
ca de jústic;:ia Yo deuela sQ~ \ndis~eÍ1ifl1-1h~y,q\l~,_Q.il;)~oli P\l~de ditW~nsar,
porque no puede óbrar cóiltl~ su jus9,C1é!-.. lo cual haría, l!Í, ~i~s~, liGen<:Ía cJ.e
hacer aquello que de suyo e intrínse~~~n~e ~ il,ljusto. (62).., '
• Aunque todo lo anterior es verdadero y lógico, no podemos descono~
cer que en al$uAa~ oCé!sjon~s 'yc:;i~C9E~tªl,lcias~bl\.o~d~nad? P.io!\.!l, los hom~
bres actos que de P?T sí, era,n cons.iderad?s, !1!citol?,' En efe~to, ,en ~l Anti~,
guo, Testamento se consigna 'la a¡.¡toriZación que, otqrgó D,iolil a tos is,rí:le.li~
tas parl!i que al salir de su cautiverio en Egipto se llevaran I.os vasos precio~
8'08 prestados por los egipcios, la or<J~,n d~da I><>r el prqpio Dios a Ahraham
de matar a su hijo, él derecho conferido a los pa~riarcas para qQe practica~
sen la po.ligamia, .etc. Se hap. presentado estos casos como de dispeñsa de
la ley natural, pero esto no es exacto: " , .'. '
Para resólver es,tadificulta~ es' muy i~portante distinguir en Dios: al
supremo legislado,r, al supremo Señor de todo lo cre¡tdo y al supremQ juez.
Ahora bien, para que haya dispensa pr()piamente tal se requiere que Dios
exima de' la oT¡,ligación ele l~ley nátural fundándose exclusivamente en sU
potestad legislativ;a, en cuya virtud haga lícito lo, que era ilícito y vice y
versa; ya qile no será <lisP,e~~a_ de la obli$aci9~, si h.é!ciendo valer el cJ.omi~
nio absQluto sobre todo lo creado, suspende en un caso particular la' vigen~
cía de la ley para obt,~ner un fin sobren,atúraI. E" todos 'los casoS citados,
Dios no "hizo valer SQ calidad d~ legislad,or sino su potestad absoluta y su
clominio sobre sus criaturas, en cuya virtud' pu~d~ privar del dominio de las
cosas a quien 'las de~en~~ ~,ct1:l1l-lrri,ente. y' ~onferirlo, en' su c;:;'ráct~r de supre~
roo dueño o juez, a quien El lq desee, ~~ ~~ c~so cit;.ado, a los israelita.s; en
vIrtud de este m~sm,o a,trl1:mto podía D}c;>s disponer d~ la vida de Isaac, hi~
jo' de Abrah~, 'lo que, n,o e.quivaH~ a d.ispensar a é~te del, precepto de no
matar; respecto de If,l poligamia, dehemo,~ hacer presente que ella no es
absoluta e intrínseca~erIte rn..a1a, p~és, c.!e,ntro cl.e~.1la puede cumplirse el
fin p~mario dél' ma.tt~iil?~i?: la, p,l'0cre.a~i.6.rJ, .por ~~ cUé!1 Pios p.od~a í:lutq~
rizar, con el fin de aumentar el li,J;I.ªge h\lD;l;éWo. y Ror la dllreza de los. cora~
zones de lo,s israelitas, ~l vípculo entre un hornq,re y varias mQjeres. $ubsa~
nando por ótros medios los 'perjuicios que' de este permiso
• .~_.. ~,.. '" _ .-_ -, .. l-.
pudieren
..
res!,Iltar.-
¡' . . . . . .
",~_"• • - ..... -.,...~ .. "o-E '~,' ~~\.~ !".' '~=.

. 'En cons.e~uenc~a,' dep~I9-9s. co~,wJ\lir-, Q1,l~ tocl,q precepto natQral arran~


ca de'la naturaleza racional humana y contiene a,ll$..pluta verdad intrínseca:
,! ~yc~s~ri~ fün~,ad~ i?1~'~át,t;ii!~~~ d~ lªs ~~,ª~s~ il,lego:. no puede ni d~;o~
~r~~ ~:rthsp'~n:¡trse D;1 t;!l'!<!.<\!':!~, 11!..~I~o,-p'Ol. ~1:r:n\~m9 ,D1Qs, eq SQ ex,clu~Y()
caraetel" de leg¡sl~do.r supreIl}.~;p.9r ~o.:qs¡,gu!~~te~ 1l}1wllQ Ill~QQ~ lQ P_Qdl"iil m,
Po.testad humana, pudiendo. sí hacerse la múdanza dé', la materia y de las
c\,rcuoi;ltancias ,cc;m_Io. cua!el p'r~cepto. no qbli&~á de suyo, sin que por esto-
;¿; éOfiSr(Iere"diSpéñsáda:I~-obliga:~ión de la ley natpra.1. .
~J. ~~.éJ;l d~ la ts.Y, t'~~!d~.;-~·Lq '~~.Y ~inJrn~a,; gu,~a. gyelo, ped~tq
~ &:~e-~~~So.; ~~·~~r ~ll.w~np.ox ~ll:>.!ep.. mlS.w~.. 9 .JJ;\~9,~ ppr amor, ~I Bl~rt
~ '~.. ~1?10~, a la,'\Tll~~;I~ ql}~ p-?-~e, sJe:- :t:c;J~~~ ~1~~~:Q~. cllapdg, CU~~; 1~
v~if~ie!"ar ~~1:tJ~~~~a, en. a,P~tec~~~ el ~~~c;:Ji9. Y. ~ J~stI~ll. Ror SJ- IDlslllOS,..
10$ cuales son lJenticos para tºdos~ Y!l. 9.ll~,I;\lnP9.I;!, r~u:lCJ\ en la, ll~tut.l:\J~
~ae!b~!í!: ~ ~~!!ia:;,''lg'~~ii~~d..y'-;;.~g,~tieriC ~¡"rQQ.Q~lipQ.q iQQ--ap~tecíble3PQr
~08 ri1l8m9~ ~" I~ ~fJWld~~, ~¡ ª~r'r~h~ .qu~illR Jo.Lq,~S :~w,an (peta. ~enJ~ cJ~
l)l~~.: ,~ :~ e~r.?r, ~,per!ene,':c:.,~ ma~~rl:l' al~.na 8: l!t VJr~lLd;. ell.~ !lo a.QJ.~ul
IOqUe,llo 'ñier~~~lñi"~nle a.peteCl'ble. El aerec~p. eq cp~secu,eÍlcla. ea d¡g~

[ 88 J
310 de búsqueda' y culto por sí mismo; si es esto verdad respecto del dere~
cho, lo es respecto de la justicia; y Par consiguiente todas las otras virtu-
des que están en ella deben ser cultivadas por su valor intrínseco... la jus~
licia no busca ningún precio, ningún pago; es pués apetecible por ella mis~
roa .. De igual modo son todas las viTtudes H (70).· .
Pero para la perfección de toda leyes necesario que la acompañe una
sanción, que no debe entenderse sólo en el sentido de pena o castigo, sino
también en el de premio y recompensa. La ley natural también requiere pa~
ra su efectividad de este elemento que acompaña a toda ley, que aunque
.no esencial, le dá eficacia y ayÚda' a su cumpllmiento, y así escomo pode-
,;m os distinguir varias clases de sanciones en la ley natural,' a .saber: '

a). Sanción imperfecta ten el orden natural.-La ley natural, como_ to~
do acto moral, tiene su sanción" aunque incompleta, en el orden natural,
.la que cO!lsiste: en la paz o en la angllstié! del espíritl;!, según se la resPete,
ó quebrante respectivamente, y en las consecuencias 'naturales buenás que
se derivan de la observancia de ella o en las majas que se desprenden de
su violación, pués, como anota alguien, la observancia del orden moral es
fecurida en todo género de bienes y, su violación en todo género de males,
Úmto respecto del individuo aisl';'do ,como de. la sóciedad ('In general.
En un sentido más estrictamente jurídico, .podemos señalar conto san~
ción especial a la ley natural, la nulidad del acto ejecutado en contravén-
ción a ella. Existen tres circunstancias que anulan. el acto violatorio del or~
den natural, ellas son: 1) cuando falta la potestad requerida para la rea-
lización del acto o por incapacidad de la materia, v. gr.: la nueva donación
de una cosa ya anterior y válidamente donada, un segundo matrimonio
subsistiendo válido el primero. 2) cuando falta algún constitutivo intrÍnse-
éO y esencial al acto, v. gr.: el consentimiento en un contrato. 3) cuando
subsiste en el acto la deshonestidad por la cual es prohibido por la ley na-
tural, o sea, cuando tiene causa perpetua de nuli~ad por torpeza moral del
acto, v. gr.: matrimonio entre 'consanguíneos de 'primer grado o de ascen~
,dientes y descendientes, el mutuo usurari~. etc. Como se púede ver, en el
primer caso, ~a causa de la nulidad está en el sujeto, en cambio,' en el ter-
cero está en el acto en sí mismo. En los demás 'casos, "aunque el derecho
.natural prohiba el acto; no anulará su efecto, porque si se supone potestad
suficiente para tal efecto, y, por otro lado,' puede el efecto dUI:ar .in torpe':'
za y con uso honesto, no hay por 'qué sea inválido" (71).

b). Sanción perfecta en el 9rden sobrenatural.-'Es fácil comprender


.que la sanci6n que' hemos señalado, y que se produce en el orden natural
elIdel todo. insuficiente.e ineficaz para la observancia más o menos rect~
de la ley natural; y ya que éstfl existe con carácter absoluto y necesario, es
preciso co'ncluir que> tiene que haber forzosamente una sanción ináS efecti-
va en su premio y en.'su castigo que la iq.manente y temporal. . .' .
pesde luego, siendo la ley natural' la norma a la cual debemos ceñir-
nos para conseguir nuestro fin úJtimo; ,hemos de' tener siempre' presente' que
si la observamos obtendremos como galardón la consecución de nuestra
CQ.usa final, y que por el contrario,- su avasalIaicientonps significal'á el tron~
éhamiento de nuestro destino sobrenatural. Hé aquí,' pués, la sanci6n funda ..
mental de la ley natural, .impuesta por la Justicia y Sabiduría divinas y en
virtud de la cual se- dará a ¿ada uno lo que le ~rresponde según sus me-
l"ecirnientos. " -"
,' Nu.estra propia conciencia y la: colectiva de to.do~ los pueblos que han
~~stido nos,.,indica que hay una sanción ~up~rior aIhombre que ihclúso vá'
a recaer sobre los actos internos de éste. . -. , ',. .. ' .
. P.Qrótra parte~ reéono~er . 'que Dioaha impreso en la naturaleza del
b_Qrobr~ unif noruia que le dirija. en la conservaci6n dél ordep' fu~raí 'y le-

[89 J
~y'ude a cumplir er mandato imper?-tivo dado por Cristo: "Sed perfectos;
como vuestro Padre celestial es perfecto" (Sn. Mateo, cap. 5 v. 48), ,. al
Jtiismo tiempo, afirmar que la observa,pcia de ella queda entregada ar ar-
bitrio humano, es algo groseramente absurdo que no se puede sostener.
índice

XI. JNTERPRETACION DE LA LEY NAruRAL.

1'). De si es necesaria la interpretación de la ley Natural y a quien le'


~onde hacerla.-Existen muchos preceptos de la ley natural que pre-
-risan interprétación, ya sea considerada la ley natural en sí misma o come>
esciita en alguna ley positiva, por cuanto no todos se presentan a la razón
con la misma claridad y c'ognoscibilidad., ., ' ,
Esta interpretación necesaria en favor del hombre puede ser hecha no.
solamente por Dios, a través de la Revelación, sino también por el hom~
bre mismo, el c~al si, en un caso dado no es capaz de interpretarla perso~
nal,mente debe recurrir a otros más doctos, de más autoridad y mayor vir-
tud que él, aunque éstos c~rezcan de jurisdicción propiamente dicha,

2). La epiqueya ~strictamente co':siderada no cabe en la ley Natural.-


La epiqueya es una forma de interpretación en virtud de la cual, según ex~
presa Cayetano, interpretamos que la leyes defectuosil en un caso particu-
lar por su universalidad, es decir, porque la ley ha sido dada univefsalmen~
te. y 'en algún caso particular es de tal manera deficiente que no puede ser
observada en él justamente (72). Aristóteles dice, igualmente, que la epi-
queya es enmienda c;le lo justo legal, porque interpreta que la ley no se ha
de observar en el caso que fuera error práctico observarla y contra justicia
y equidad natural; y por eso se dice que es enmienda de la ley (Mor. 5
cap. 10).
Para probar que la epiqueya propiamente tal no se puede aplicar en
la ley natural. seguiremos a Suárez en los razonamientos, qui,en se ocupa
,rápida pero acertadamente de esta materia. En efecto, dice el Doctor Exi-
mio, que la ley natural no puede enmendarse porque estando puesta en la
:tecta razón, que no puede apartarse de la verdad, pués si se aparta ya no
es recta l'azón, tampoco puede faltar lo justo, por el mismo motivo, en la
ley natural, porque es de tal suerte leg~l que es también moral; mas, lo jus~
to natura} no puede faltar si no se muda la materia de la ley, y ya no sería
el mismo el medio, de la virtud, y consiguientemente. no es tampoco lo mis-
mo lo justo; de sperte, que si cesa en ese caso la obligación de la ley, no
,es por la epiqueya, sino por la mutació,n de la materia de la ley natural.
La epiqueya tiene por objeto declarar que la ley no rige en un cas()o
determinado, pero como lo prohi.bido por la ley natural es intrínsecamen-
te malo no puede dejarse de prohibir para ningún caso P9r especialisimo
que él sea, cual es el papel de la epiqueya; luego, ésta no cabe en la ley
D;iltural. Ahora bien, si la mutación se hace en la materia de la ley o en sus
circunstancias extrínsecas, y en virtud de aquellas mudanzas deja el acto de
ser malo, ya no es propia¡nente epiqueya porque ya no versa acerca de la
materia respecto de la cual regía el precepto, sino que es conocimiento o
interpretacióll, de la materia de la ley y de los fines de ella (73). "Cesa la
obligación del precepto natural, no porque el precepto en su materia no
obligue siempre y continuamente sin excepción, sino porque, 'mudada la ma"'
teria, ya no ha lug~r en ella tal precepto en cuanto es naturaP' (74).
Sin embargo, cu~ndo algún precepto' de la ley natural ha sido aplicad()o
, y desarrolla~o por una ley pos.itiva, respecto de esta ,ley puede tener lu~ar

[ 90 ]
~y'ude a cumplir er mandato imper?-tivo dado por Cristo: "Sed perfectos;
como vuestro Padre celestial es perfecto" (Sn. Mateo, cap. 5 v. 48), ,. al
Jtiismo tiempo, afirmar que la observa,pcia de ella queda entregada ar ar-
bitrio humano, es algo groseramente absurdo que no se puede sostener.

XI. JNTERPRETACION DE LA LEY NAruRAL.

1'). De si es necesaria la interpretación de la ley Natural y a quien le'


~onde hacerla.-Existen muchos preceptos de la ley natural que pre-
-risan interprétación, ya sea considerada la ley natural en sí misma o come>
esciita en alguna ley positiva, por cuanto no todos se presentan a la razón
con la misma claridad y c'ognoscibilidad., ., ' ,
Esta interpretación necesaria en favor del hombre puede ser hecha no.
solamente por Dios, a través de la Revelación, sino también por el hom~
bre mismo, el c~al si, en un caso dado no es capaz de interpretarla perso~
nal,mente debe recurrir a otros más doctos, de más autoridad y mayor vir-
tud que él, aunque éstos c~rezcan de jurisdicción propiamente dicha,

2). La epiqueya ~strictamente co':siderada no cabe en la ley Natural.-


La epiqueya es una forma de interpretación en virtud de la cual, según ex~
presa Cayetano, interpretamos que la leyes defectuosil en un caso particu-
lar por su universalidad, es decir, porque la ley ha sido dada univefsalmen~
te. y 'en algún caso particular es de tal manera deficiente que no puede ser
observada en él justamente (72). Aristóteles dice, igualmente, que la epi-
queya es enmienda c;le lo justo legal, porque interpreta que la ley no se ha
de observar en el caso que fuera error práctico observarla y contra justicia
y equidad natural; y por eso se dice que es enmienda de la ley (Mor. 5
cap. 10).
Para probar que la epiqueya propiamente tal no se puede aplicar en
la ley natural. seguiremos a Suárez en los razonamientos, qui,en se ocupa
,rápida pero acertadamente de esta materia. En efecto, dice el Doctor Exi-
mio, que la ley natural no puede enmendarse porque estando puesta en la
:tecta razón, que no puede apartarse de la verdad, pués si se aparta ya no
es recta l'azón, tampoco puede faltar lo justo, por el mismo motivo, en la
ley natural, porque es de tal suerte leg~l que es también moral; mas, lo jus~
to natura} no puede faltar si no se muda la materia de la ley, y ya no sería
el mismo el medio, de la virtud, y consiguientemente. no es tampoco lo mis-
mo lo justo; de sperte, que si cesa en ese caso la obligación de la ley, no
,es por la epiqueya, sino por la mutació,n de la materia de la ley natural.
La epiqueya tiene por objeto declarar que la ley no rige en un cas()o
determinado, pero como lo prohi.bido por la ley natural es intrínsecamen-
te malo no puede dejarse de prohibir para ningún caso P9r especialisimo
que él sea, cual es el papel de la epiqueya; luego, ésta no cabe en la ley
D;iltural. Ahora bien, si la mutación se hace en la materia de la ley o en sus
circunstancias extrínsecas, y en virtud de aquellas mudanzas deja el acto de
ser malo, ya no es propia¡nente epiqueya porque ya no versa acerca de la
materia respecto de la cual regía el precepto, sino que es conocimiento o
interpretacióll, de la materia de la ley y de los fines de ella (73). "Cesa la
obligación del precepto natural, no porque el precepto en su materia no
obligue siempre y continuamente sin excepción, sino porque, 'mudada la ma"'
teria, ya no ha lug~r en ella tal precepto en cuanto es naturaP' (74).
Sin embargo, cu~ndo algún precepto' de la ley natural ha sido aplicad()o
, y desarrolla~o por una ley pos.itiva, respecto de esta ,ley puede tener lu~ar

[ 90 ]
'la epiqueya para interpretar la voluntad del legislador humano que no ha
;preVisto ese caso determinado ni la injusticia _que puede involucrar el que
:rija la ley absoluta y universalmente en esa situación; pero, respecto de la
ley natural, fundamentó de la ley positi'Ul. esa epiqueya n() muda el precep-
to siendo sólo explicación de la mutación hecha en la materia, en virtud de
la cual el acto en tales circunstancias no tiene maldad intrínseca ni se como,
prende sometido a la ley n~turaL índice

XII. LA LEY .N.ATUR~L EN RELACION CON LA TEORIA GENERAL


DE LA LEY

I ). La ley Natural y la ley Eterna.-Esta materia ya fué tratada al es-


tudiar ambas leyes en especial, por lo cual la recordamos aquí sólo por ra-
zones metodológicas. En efecto, reiteradamente hemos dicho que la ley na-
tural es la participación de la ley eterna en la criatura racional, y que la ley
eterna es, a su vez, la razón de Dios en cuanto, dirige todas las cosas a sus
lines, luego,la ley natural es aquella que tiene 'por objeto conducir a las
,criaturas racionales a su fin último ordenándoles la ejecución de actos in-
trínsecamente ¡ buenos y prohibiéndoles aquellos que contengan una malicia
esencial. ,De lo anterior se desprende, que la ley natural no es ~otra cosa que
la promulgación de la ley eterna en los 'seres racionales" la aplicación de
ésta a una clase determinada de seres: a aquellos que paseen una natura-
,leza inteligente y libre.
Algunos han creído que la ley natural es superflua, pués, bastaría se-
gún ellos con la ley eterna que rige todo el universo creado. Este error pro-
viene'de la ignorancia del concepto y contenido de la ley. natural, por cuan-
to es absurdo decir que es suficiente la ley eterna e inútil la ley natural
cuando son la misma cosa. sólo que la ley natural legisla sobre una parte
de las criaturas, las racionales, al paso, que la ley eterna 9rdena tooo lo
creado a sus fines.

2). La ley Natural y las leyes humanas.-Es evidente, y la experrencia


nos 10 demuestra a cada paso, que la ley natural ex.clusivamente es incapaz
de dirigir al hombre aislado y a las sociedades; especialmente cuando se tra-
ta de la aplicación de preceptos segundos de esta ley, los cuales,' por la ig-
.nor~ncia y las perversiones de l&. naturaleza, son obscurecidos con mayor
facilidad que los preceptos primarios. De suerte que se hace evidente la ne-
cesidad de una ley más concreta y con mayor coercibilidad que venga a
dictar las normas a que debe. ceñirse el homhre en el desarrollo de sus ac-
tividades. . ~
Del mismo 'modo, las sociedades para subsistir necesitan de leyes pre-
cisas y punitivas puestas al alcance de todos los ciudadanos y q'ue se presu~
man por todos conocidas. pués, 1", ley natural con su 'carácter universal, co-
mo no puede dejar de tenerlo, no se refiere a un casó párticular' y concr'e-
to, sino que la actitud de la persona ante una' situación moral especial se ha
de deducir de los preceptos más generales, proceso qUe depende de las con-
dicion!es del sujeto y que puede dar conclusiones diferentes .a·unos y a otros,
situación que no puede tolerarse en una comunidad j urídíca bien organiza-
da. Debemos, en consecuencia, concluir que se precisa, la dictación de le ...
yes humanas, ya sean eclesiásticas, que van a regir la república espiritual de,
la Iglesia, o civiles, que regirán la república temporal.

[ 91 ]
'la epiqueya para interpretar la voluntad del legislador humano que no ha
;preVisto ese caso determinado ni la injusticia _que puede involucrar el que
:rija la ley absoluta y universalmente en esa situación; pero, respecto de la
ley natural, fundamentó de la ley positi'Ul. esa epiqueya n() muda el precep-
to siendo sólo explicación de la mutación hecha en la materia, en virtud de
la cual el acto en tales circunstancias no tiene maldad intrínseca ni se como,
prende sometido a la ley n~turaL

XII. LA LEY .N.ATUR~L EN RELACION CON LA TEORIA GENERAL


DE LA LEY

I ). La ley Natural y la ley Eterna.-Esta materia ya fué tratada al es-


tudiar ambas leyes en especial, por lo cual la recordamos aquí sólo por ra-
zones metodológicas. En efecto, reiteradamente hemos dicho que la ley na-
tural es la participación de la ley eterna en la criatura racional, y que la ley
eterna es, a su vez, la razón de Dios en cuanto, dirige todas las cosas a sus
lines, luego,la ley natural es aquella que tiene 'por objeto conducir a las
,criaturas racionales a su fin último ordenándoles la ejecución de actos in-
trínsecamente ¡ buenos y prohibiéndoles aquellos que contengan una malicia
esencial. ,De lo anterior se desprende, que la ley natural no es ~otra cosa que
la promulgación de la ley eterna en los 'seres racionales" la aplicación de
ésta a una clase determinada de seres: a aquellos que paseen una natura-
,leza inteligente y libre.
Algunos han creído que la ley natural es superflua, pués, bastaría se-
gún ellos con la ley eterna que rige todo el universo creado. Este error pro-
viene'de la ignorancia del concepto y contenido de la ley. natural, por cuan-
to es absurdo decir que es suficiente la ley eterna e inútil la ley natural
cuando son la misma cosa. sólo que la ley natural legisla sobre una parte
de las criaturas, las racionales, al paso, que la ley eterna 9rdena tooo lo
creado a sus fines.

2). La ley Natural y las leyes humanas.-Es evidente, y la experrencia


nos 10 demuestra a cada paso, que la ley natural ex.clusivamente es incapaz
de dirigir al hombre aislado y a las sociedades; especialmente cuando se tra-
ta de la aplicación de preceptos segundos de esta ley, los cuales,' por la ig-
.nor~ncia y las perversiones de l&. naturaleza, son obscurecidos con mayor
facilidad que los preceptos primarios. De suerte que se hace evidente la ne-
cesidad de una ley más concreta y con mayor coercibilidad que venga a
dictar las normas a que debe. ceñirse el homhre en el desarrollo de sus ac-
tividades. . ~
Del mismo 'modo, las sociedades para subsistir necesitan de leyes pre-
cisas y punitivas puestas al alcance de todos los ciudadanos y q'ue se presu~
man por todos conocidas. pués, 1", ley natural con su 'carácter universal, co-
mo no puede dejar de tenerlo, no se refiere a un casó párticular' y concr'e-
to, sino que la actitud de la persona ante una' situación moral especial se ha
de deducir de los preceptos más generales, proceso qUe depende de las con-
dicion!es del sujeto y que puede dar conclusiones diferentes .a·unos y a otros,
situación que no puede tolerarse en una comunidad j urídíca bien organiza-
da. Debemos, en consecuencia, concluir que se precisa, la dictación de le ...
yes humanas, ya sean eclesiásticas, que van a regir la república espiritual de,
la Iglesia, o civiles, que regirán la república temporal.

[ 91 ]
SUpuesta ya la dictación de leyes humanas podemos anotar entre és-
ta3 y la \yy ll~tur_al ci~~.Jª~,. c:!.iJ,er,eI;tciM-c~,l!.~\l<;ialesd~.1,lP.,Q.~, el cO;Qt~nido roa-
tepal de. aJP,.l>~~p'ued.e cOlp~i.d!:r. I;:\! ~feftoJ ll'l:.l~y, P..é!t~!!!I só19 prohibe Lo
ll1t:r~secaIl!e~t~ mqJ9 ~_ :tp.~.ñ.q~ ~p i~!!:Í~~~~Jtq1~»t~ p'~en,o. entendiendo por
tal lo contoin:;te a ,~aQ.a,t~fJll~za ra,c!9J;l~1 y n~~esNi9. a la cO,D,sec.ución del úl~
tnno fin.; l~ilI leyes hll!ll;anas; en caI!lh~Q. ha.c~nque $ea malo lo que prohi-
bel! y neclfS~rio u h0I1,,!13~q lo que m!\t\~~, Y pue_d_en r~Jerirse a la ejecución
de actos que no se relacionen directamenJ",~ COJl l<!- cqlls~cuci.ón del último
fin del hombre, pero no hay que olvidar que no existe acto alguno que in-
directamente no diga relación al Jin último. Además, se diferencian ambas
clases de leyes por su aspecto formal, por su origen y carácter de la obliga-
ción: así, la ley natural, siendo manifestación y promulgación de la ley eter-
na en la criatura racional, toma .su origen la obligación inmediatamente de
. Dios, el cuaÍ si bien por un acto lirbre creó al hombre, debe, no obstante,
necesariamente imponerle la ley _9.l?ligat9ria de lo intrínsecamente bueno y
prohibitiva de lo intrínsecamente malo; la ley humana, por el contrario, pro-
cede inmediatamente de 'la potestad legislativa de la Autoridad humana y
no. de una manerá neces~ia comol¡l leY natural, sino librem:eQte, por lo que
pued~ dero~arse en cualqt,li~r mOx:n~?to; pero, el origen Illediato de la ley
hUmana, en' cua,nto pebe ser expreSlon de la ley eterna y de la ley natuTal,
'es' el mismo Dios, todo lo cual ~,~ c()mprende en el Ubro de la Sabiduría
cuando diée: "Por mi reiitan los reyes y lo.s legisladores decretan cosas jus-
tas"(Prov. 8), lo que refuerza el carácter obJigatorio de la ley humana.
Igualment~ el origen mediato de' fa Au.to~¡dad Pública humana proviene de
DiOs, ségún la respues~a d~Cristo a eilat,Os: «No t~n.drias poder alguno so-
bre mí si note fuera:dado de arriba" (Sil. Juan cap. 19 v. 11); y aquello
-d.c;: San Pablo a 10jl Romanos: "no Qay pote~tad que no provenga de Dios"
,(Epíst. a los Rom. 13,'1). . . ,
. Todo 10 anterior demuestra la necesidad que hay de leyes humanas que
manifiestel1 e~terQam,en~e l¡¡. ley n¡¡.tu~aI, a la cu~I deben conformarse y apli-
car en casos parti.cuhires. Como dijimo:s, las leyes humans~ pueden ser: ecle-
aiá,s.ticas y' civiles; le.s primeras son materia del Derecho Canónico y no las
esúldiaremos' en est¿,: qpoitunipá,d, ]jIpitán~onos al ~nálisís de las leyea ci-
vÚes! a cuyo estucilio' nos aboca,mos de Inmediato. índice

,( 97-, J
CAPITULO eu A.R T O

LA· LE Y CIVIL
I. GENERALIDADES..

1). La ley Civil como· aplicación l»"áctica y particular de la ley Natu-


ral.-La ley civil no es sino' una etapa mas perfeccionada de la ley natura1;
en efecto, la ley natural, reflejo de la ley eterna, es hi norma que sirve a
la razón humana para discez:nir entre lo que es conforme o disconforme
con la naturaleza y fin último del hombre; peto esta conformidad no a
todos se pres~nta c~n la misma claridad e imperatividad, por lo, cual se
precisa de una manifestación externa y fácilmente cognoscible de la ley
natural, como· lo es la ley civil, que haga descender los principios ah13trac-
tos 'de la ley natural al hecho concreto, a la situación especial, cuya relación
cOn los preceptos. naturales es para 1a mlilyoría de los individuos muy difícil
o imposible desentrañar, Jo que los hace violar la ley natural sin apercibir-
se de ello. Para Santo Tomás "la razón práctica puede llegar a obtener so-
luciones más .concretas, más particulares, partiendo de la ley natural como
de principios generales y por sí mismo evidentes. Estas disposiciones o nor-
mas más concretas de la razóJ,l práct~ca, cuando reúnen todas las demás
condiciones que el concepto y la naturaleza de ley ,exigen, 'recibe~ el nom-
bre qe leyes humanas. Por eso decía Cicerón, que "el derecho tuvo su ini-
ciación en la naturaleza; más tarde la costumbre estableció ciertas cosas SLJ-
mamente útiles; por último, aquello que tuvo su origen en la naturaleza y
que .la costumbre aprobó, fué sancionado por la religión y la ley" (Som.
Theol. 1 II q. 9 1 arto 3). En otra parte dice el mismo Doctor: "En el orden
de las cosas humanas, la justicia de una acción pende de su conformidad con
la norma de la razón. Y siendo la Jey natural esa norma primera de la ra-
zón humana, . es notorio que todas las demás leyes, en tanto tendrán razón
de leyes·, en cuanto procedan o emanen de la ley natural, hasta tal punto
. que en aquello que se separen de la ley natural. dejan de Sel- leyes, son una
corrupción de la ley" (Som. Théol. 1 II q. 95 arto 2). .,
E~ desde todo punto de vista lógico, que la ley civil se haya de con-
formar necesariamente a la ley natural, por cuanto toda norma que preten-
da regir al hombre debe adecuarse a su naturaleza racional y a su fin 'último

[ 93 1
'para 'cuya cons~cuci6n se sirve' éste de la ley natural, la cual lleva grabada
en su razón, representando normalmente los juicios prácticos de ésta los
mandatos de la ley nfltural que imponen la observancia del orden moral y
vedan su vi9lación, y que al mismo tiempo presentan ante la, razón el bi~
armónico a la naturaleza humana que es preciso seguir y el mal dé ésta del
cual hay que abstenerse; aho:r;a bien, toda ley civil debe adaptarse a los dic-
támenes de la razón, a la naturaleza racional y al último fin de la criatura
hUIIlana, por cuanto es absurdo dictar una ley que rija al hombre y no te-
ner en cuenta la esencia, la naturaleza y misión de éste; en otras palabras,
la ley civil debe respetar la ley propia de la naturaleza humana, es decir,
la ley natural. Conceptos sirrÍilar~s a éstos emite Soto en su "Tratado de la
Justicia y del Detecho~', cuando dice: "Lo justo y lo recto en las cosas hu-
manas se han de apreciar sFgún la regla de la razón; es así que' la regla de
la razón es la naturaleza de las cosas, la cual debe mirar como al ejemplar
en todas sus ,acciones; luego, las leyes humanas, COlno que están hechas por
, la misma razón, nacen todas de la ley natural... al imitar la ley natural se-
guimos la eterna" (1). ' ,
La ley civil puede derivarse de la ley natural de dos maneras: por vía
de conclusión y por vía 9,e determinación:

a). La ley Civil como conclusión de los princIpIos menerales d~ la ley


Natural.-Hemos dicho r~petidas ve!=es, que la ley natural es U.Iila, univer-
sal, inmutable y que se refiere a la generalidad de los hombres, por cuanto
la materia de sus preceptos es lo intrínseco a la naturaleza racional, cuya
esencia es idéntica en todas las criaturas racionales cualquiera que sea el
tiempo y el espacio. Pués bien, para que la vida en sociedad sea realizable
es preciso legislar sobre aspect~s prácti~os de las relaciones humanas que no
están directamente contemplados en los principios abstractos y universales
de la ley natural, o sea, que hay que deducir de estos principios generales e
jnmutables las 90nclusiones morales aplicables a las múltiples circunstancias
contingentes ante las cuales, el hOmbre debe tomar una posici6n de acuerdo
con su naturaleza y con su fin, las que por el hecho d~ ser contingentes son
mudahles. Esto mismo sos'l:;,ene Santo, Tomás ~l decir: "los principio,s gene-
rales de la ley natural no son aplicables de una misma manera a todos lQ6
hombres. Estos se encuentran en circunstancias muy distintas; y esta diver-
sidad circunstancial explica suficientemente la diversidad y variedad de le-
yes positivas" (Som. The~l. 1 II q. 95 art. 2). Pero h~y que tener presente,
como apunta Domingo, So,to, que, la 'derivación de, la ley humana de la na-
tural por vía de concl1,lsión, no es la constitución 'nueva de tal obra en el
gértero' de la virtud, sino una exposición de la virtud que se encierra en los
grandes principios naturales" ',' '
Cuando la ley civil !3e deriva por conclusión de los principios de la ley
natural, aquélla no representa sino la resultante de las premisas constituídas
por la ley natural, la conclusión lógica de u~ silogismo cuyas premisas son
eVidentes a la razón práctica. . "
. Todas aquellas cosas que proceden de la ley natural' por víp, de con-
'c1usión pertenecen y forman el Derecho de Gentes, el cual es un conjunto
de principios derivados
.. de la ley natural
, ; '
común a todos
, . los pueblos.
lb). La ley Civil, como determinacióne'specífica de los preceptos gené-
ricos de la ley Natural.-Puede acontecer que la ley civil no sea una con-
clusión de,la ley natural, sino que se limite a fijar y a precisar lo que ésta
prescribe en común o indeterminadam~nt~; no se desprende de un silogis-
mo, cuya!l premisas están representadas por los preceptos de la ley natu-
ral, como' en el caso anterior, sino que nace corp,o consecuencia del juicio
del hombre que juzga la convenien'cia social de darle mayor precisión a los

[ 94 1
"PrincIpIos naturales, v. gr.: la ley natural dice que se debe castigar al de-
lincuente, la ley civil clasifica los delitos y las penas aplicables a éstos, ade-
más, la prescripción, las contribuciones. generación, d~ la Autoridad, etc.,
:son leyescivílesde este tipo de origen.
La ley natural, como se comprenderá, no podía preceptuar 'sobre to-
¿as las cuestiones que se relacionasen con el obrar humano, pú~, insignifica~­
:tes que ellas fueren, ya que influyen muchos factores que hacen imposible
una legislación universal idén~ica para todas las épocas y para todos los hom-
'bres. No hay que olvidar, que, como reconoce AristGteles (Mor. L. 5 cap.
7) la inmutabilidad y universalidad de la ley natural sólo se refiere a los
'Príncipios, mas no a las conclusiones lejanas y determinaciones ,específicas
las cuales son variables.
Todo lo dicho nO significa que l~s leyes .civiles muden el contenido de
la ley natural, sólo 10 definen y precisan para ponerlo objetivamente ante
la vista de todos aquellos que no pueden o se niegan a seguir la ley natu-
:ralo "Hay un dinamismo - escribe Maritain - que impulsa a la ley no es-
.crita a expandirse en la ley humana y a volverla progresivamente más per-
fecta y más justa en el campo de sus determinaciones contingentes" ,( 2).
Antes de dictarse una ley civil que n,ace como determinación de la ley
natural lo que aquélla dispon.e· actualmente podía ·hacerse u omitirse, es de-
cir, antes no era virtud; pero, una vez dictada la ley civil la acción .o la abs-
tención mandada en ésta pasa a categoría de virtud. , '
T odas las cosas que se originan por vía de determinación de la ley na-
'tural constituyen el Derecho Civil, en virtud del cual toda ciudad dicta i;lque-
11as normas que Son 'necesarias o convenientes a su prosperidad y desarrollo.
Por todo lo que· hemos dicllo, podemos concluir, que la ley civil naci-
'¿a como conclusión' de la .ley natural, 'es natural en cuanto a su objeto y
positiva sólo en su forma y promulgación; en cambio, la nacida como de~
terminación de los preceptos comunes de la ley natural, es positiva en to-
dos sus aspectos, sacando de la ley natural solamente su origen. Esta mis~'
ma diferencia la establece Santo Tomás en los términos siguientes: "los pre-
-ceptos o leyes humanas que derivan de la ley natural, por vía" de conclusión,.
no son solamente humanas, sino que tienen también algo del vigor y'fuerza
de la ley natural; mientras que las que, únicamente por vía de determina-
.ción proceden, tienen tan sólo aqJlella fuerza y obligatoriedad que puede
iComunicarle;s un legislador humano" (Som. Theol. 1 II q. 95 arto 2). .

2). Necesidad de leyes Civiles.-La ley, aún la eterna, no es absol~­


tamente necesaria, por cuanto toda: ley supone lá' existencia de criaturas a
3as cuales ha de regir, pués bien, siendo, la creación un acto libre de Dios.
:si Esté no hübiese creado los seres· la ley habría. sido innecesaria e inútil ab~
solutamente por carencia de súbditos y de objeto. Pero creados éstos, Dio's
los sometió a la ley eterna y a la ley, natmaI en conformidad a las cuale,l5 ,
¿ehían obrar; de tal manera, que quienes observas,en Iá ley 'natural hasta,
en sus más ínfimos detalles y conclusiones que emanan de los principios' ge __
nerales, no precisarí?n de otra ley' humana para actuar de.ntro ,del orden
moral y propender a la conservaáón de éste. Esto mismo afirma repetidas
veces Platón, declarando que un país bien gobernado no ne·cesita de leyes
:y que sobrarían los jueces y tribunales si todos los ciudadanos fueran bue-
nos. San Pablo en sus escrito.s emite conceptos análogos' a los de Platón,
sosteniendo que para el justo que obra de acuerdo a su ley interna y ayu-
dado por la gracia y la fé, las leyes humanas positivas son superfluas; ex~
;presa el ,apóstol de los gentiles: "Ya sabemos que la leyes buena para el
,que usa bien de ella, reconociendo que no se puso la ley para el justo sino
pG\ra los injustos, jr pará los desobedientes, para los impÍ'os y pecadores..•
y para cuantos son enemigos de la sana doctrina, la cual es conforme al

r 95 1
Evangelio" lEplst. lá Timoteo, cap. 1 v.8 á 12). Yen-la EpÍstóia a fos,
R6manos, r:efiriéndo"se á la ley judaica, agrega: "ningún hombre será jus-
tificado por las obras de la ley. Porque por la ley se nos ha- dado el cono-
cnn.íento efel peéadó ... -Así' qué concluimos ser jUstificado el hombre por la
,f6 sin las obras de liiley" \EPÍst. a lós Rom. cap. 3 v. 20 y 28). Además
dhigíéndose a los GálaXaseT ApÓstól, les expresa: <tno se justifica el hom-
bre por las obras de la ley, sino por ra fé de Jesucristo ... por cuanto ningún
mortal será justificado por las obras de la ley... Porque si por la ley se ob~
tí~né la just'icia, luegóen palde C~isto núlrió... Por lo demás, el que nadie
~e jUstifica delante de Dios por la ley, está claro; porque el justo vive por
la fé ... la ley fué nuestro ~o que nos condujo a Cristo, para ser santifica-
dos por la fé. Mas, venida la fé, ya no estamos sujetos al ayo ... No tenéis
ya parte ninguna eh Cristo, los que buscáis la justificación en la ley: habéis
perdido la gracia" (Epíst. a los Gálatas cap. 2 v. 16-21; cap. 3 v. 11-24;
cap. 5 v. 4). Todos estos textos de Sin Pablo nos revelan que él propia-
mente no rechazaba la ley escrltambsaica,comopretende Dorado Montero
en'~u Obra: "Valor social de Leyes y Autoridades", sino que para San Pa-
bl?' tenía m~ valor espiritual, como en ¡:ealidad lo tiene, lo que se hace a
instancias del espíritu de fé o de la gracia que los actos ejecu,tados exter-
nrulreñte pal:it dar, cti:mplimiento estricto a la ley; el justo, el virtuoso, siem-
pre vá a actuar rectamente haya o no ley, lo fundamental para él es satis-
facer a Dios y a su propia conciencia. El ideal de todo hombre ha de ser
el cumplir la ley haciendo abstracción de ella. Por 10 demás, la ley del An-
tiguo Testamento tenía por objeto hacer que el pueblo elegido guardara los
mandatos dados por Dios hasta que llegar~ el Redentor; una vez consuma~
da la Redención, la ley mosaica perdió toda importancia tanto para los gen~
tiles como para los judios; por otra parte, es muy lógico que San Pablo les
desconozca importallciaa las leyes positivas humanas, por cuanto él unía
a la ley natural las enseñanzás d~l Evangelio cristiano que contiene el desa~
trollo de la ley natural, 'de modo que ~adie podía ignorar ésta, la cual te-
nía además l¡¡t suficiente amplitud como para legislar sobre cosas particulares.
T ambi~n dá un carácter secundario a las leyes positivas humanas el
teólogo Juan Luis Vives, quien opinaba que "allí donde los hombres han.
hecho del amor al bien y del_odio al mal una segunda naturaleza, no' ha-
cen falta las leyes para vivir recta y ordenadamente; y donde, por el con~
trario, esos hábitos faltan, las leyes no los suplen, por muy perfectas y nu~
~~rosas que sean; razón-p:~TJa cuaL el poder púhlico debe mirar como prin~
cip~l misión suya la de educara los gobernados, mirando el manantial de
donde b.rotan susacclones. la interior disposición del ánimo. Las leyes más
que normas de justida par;" vivir ~'eg6ñ ley de razón, son emboscadas y la-
zos armados a la ignorancia del pueblo" (3).
, Del mis~o sentir. es _F'r~y Luis de León, quien siguiendo á Platón es~
cribe: " ... porque como dice Platón: "No es la mejor gobernación la de ]e~
Y,,?,s e$crit~s" (~ep. L. _4 ~ ; porque son unas y no se mudan, y los casos par~
ticulares son muchos y varían según líls circunstancias, por horas. Y así,
a~ece no se:r: ju~to c<n ~gte caso lo que en común se estableció con justicia;
y d ~ratar col1 sólo ley ,escrita es como tratar con un hombre cabezudo por
;un~ parte y que n.o admite razón, y por .otra poderoso para hacer lo que
d~ce, eque es trabajoso y fuerte caso. La perfecta gobernación es de ley vi-
va, J que entienda siempre lo mejor, y que quiera siempre aquello bueno que
entIende. De manera que la ley sea el bueno y sano juicio del que gobierna,
que se ajusta siempre con Jo particular de aquel a quien rige" (4) .
. ' Pe~o es el mi:smo. Fray Luis de Le?n quien se encarga de advertirnos
que si, bien la gracia, la fé, la ley natural y las leyes evangélicas son infini-
t~~ente superiores a las Jeyes humanas por su .origen y finalidad, no hay
que dejar de reconocer que 'no todos siguen aquéllas y que necesitan ser
-constreñidos materialmente a obrar la virtud; en efecto, el fraile agustino •

.r 96 1
d~Rués d~ 9b¡¡~rvar q.ue la mejo!, ~Otb,:e~I}f'~U>.~e!3 !~Q~ l~ l~y ,viv~ .:¡~!". <;9
aqu-ella qU!! entiende sIempre lo m~Jor, expresa: "M.~s, porque elite golller-
nVi no se halla en el suelo, porque" Ilinguno q~ los q~«::, hay' eh ~J es ni tap
sabio" ni 'tl'ln bueno. que, ó no se en~a~~' ~ n:o q.~ei'a hac~r lo que -'V~ que
no es fusto. pot eso es imperfecta la gobernadón de los hombres" (5). Pa~
raobtener, pués, 'una gobernación lo más perfecta posible, es preciso some-
ter a todos los hombres que no'sigúen Iasprdenaci¿nes 'He la r'aión a nor-
nias externas a.rrancadils por conclJ.lsi6n o' determin~ci6~ de f~ l~y' de la
turaleza húmana. ,"' ' ' ' ". ," ",
na-
Por nuestra parte, y estando de acuerdo plenament~ con .san Paplt, }"
con los" otro~ citaCl~s, c~eemos, no o~s~.~~t,e, .qw~ l¡l I~! c~vit. es nece~aria
por dos capItulos: co~v revel~dora y peJ:fec"c~C?l!adpra d~ lfl l~y natural, y
como norma que rija las reracl0!-1es ~~ los ~om!:>res en ~ºc:~~Íiº, ", ~
, a). La ley ~iviI es' ne.c:esaria com~ revela9pr~ y $~~ularizac:lora d~ la
ley Natural.-Asícomo erilp~ e~pec):llat~'io't~Í1"efh,Qs' f~éultaq'"'lºi{iit~ para
d¿ducir contlusiones de los principi(¡i universal~s, d~ igúal'manera' en elor..
den' práctico "sacamos d~ los primeros"principios lo's preceptos'd~l O:~cálü.­
go "como conclusiones n~cesari~s, y'por eso s¿~' de dérecbo natúral. P~ro,
versand~ núestras acciones sobre COS(i'S paiticuiares, es rÍec~sarlo de-scender
dé los primeros prÍncipios a" cosas pa;ticular¿;: -t~riiendo en cuent~- fas cir-
cunst,ancias' de lugar y tiempo: 'Por lo cual, aquellas reglas constituidas de
esÜ~:inddcí, como no proVi¿nen necesariamente' sólo de los principiÓs' natu-
rafes, sino' que se hacen con el auxilio de la razón, l1ámanse leyes huma-
.nás" : ( 6 ) . ' " . ' ,
Hé 'aqul expuesta la razón que hace necesaril'ls I,3.s leyes humanas, las
cual~ ,son los frutos de la simiente que es la,ley natural, segun la Jeliz me~
táfora de Soto. El hombre está imposibilitado de comprender intuitivamen-
te toda la verdad que encierran Ips principios~niversales de la ley natllral,
por lo cual ha de hacer un proceso de dedu<:ción, que no todos pueden ::ea-
li:i~r, para lJegar,a una verdad determinada; es este proceso el q~e realizan
las leyes civiles poniendo las conclusiones al alcance de todos los subditos.
Este mismo razonamiento prueba a Santo Tomás la necesidad de leyes ci-
vilés, afirmando, que "en el orden práctico, el hombJ;e participa natural-
mente, originariamente, de la ley eterna en cuanto conoce algunos princi-
,pios general ea., pero no otras muchas verdades particulares, conctetas, que
se' hallan por igual contenidas en la ley eterna. La intervención, 'por consi-
guiente, de la razón humana, a fin' de dedu,cir esas normas más 'particula-
res, se hace de todo punto indispensable'; necesaria" (Som. Theol. 1 1I q.
91 arto 3). En ténriinos análogos se expresa Suárez (7). Por otrá parte,
hay que tener en cuenta .la frecuencia cón que' se borra\} de la mente del
hombre l<?s preceptos de la ley natural, por los hábitos y pasiones, lo que
hace necesaria la existencia de ieyes humanas que reconozcan, aclaren y de-
jen const';'n~ia ,de dichos preceptos. ' , '," ,,',. ' "
Hayen el hombre, al decir del Doctor Angélico, una disposición natu-
ral a la virtud, pero esta virtúd no se logra si previamente no hay un tra-
bajo di:¡ciplinado tendiente a su adquisición; 'esta disciplir~,a s~ la qá ál h?m-
bre el obrar siempre conforme a los mandatos de la razón, de la ley natu-
ral, o bien, la ley humana sancionadora. De aquí se desprende la: i~portan­
cia y necesidad de leyes civiles virtuosas cuya observancia púeda: ser exigi-
da coercitivamente, pués, por medio' de ellas se obtendrá que todos IQs ,hoxP.-
bres obren virtuosamente y puedan alcanzar su fin ultimo; por.que si no to~
dos practican la virtud por amoral bien. a Dios, por lo
menos' todps' ~staC'
ráíl obligados a guardarla, en el peor de los casos, por temor al castigO, ha-
ciendo posi.ble de este modo .la vicla éole~tiya. EseYid~nt.e qlly l~s ~éió'l'
nes' morales de la ley natural en muchos casos serán ineficaces, porque;' co:'
mo expresa Soto, "la ley natural· ulcera, corroe v abate la concip.n"i.. .:1 .. 1o",

:I 97, J
malvados. Mas, como hay otros tan hundidos en el abismo de los sentidos.
que no temen sino lo que alcanzán con los ojos, debieron añadirse las pe-
nas de los sentidos a las leyes humanas. Y por esto dice San Pablo: que la
ley no ha sido dada para el justo: esto es, que la ley n,atural, iluminada por
el rayo de la fé, le basta para apartarse del m~l y tender al bien" (8).

b). La ley Civil es una necesidad social.-EI hombre, lo dijo ya Aris-


tóteles, es un animal social, político, civil, es decir, por naturaleza tiende a
la vida social y toda su' existencia íntima transcurre en el seno de socieda-
des menores: la familia, el grupo religioso, el grupo profesional, etc.; pués
bien, a nadie escapará que esta v¡da colectiva es imposible concebirla sÍn
normas precisas y coercitivas que impongan a todos los asociados la obli-
gación de cooperar al bien social y de no dañar el derecho de la comuni-
dad y de los demás hombres, sino que por el contrario deben empeñarse
en que cada vez aumente más espiritual, c1.dtural y económicamente el pa-
trimonio común. A la ley civil corresponde, pués, mantener el tono de la
vida social en el grado en que la convivencia humana sea posible. Ya los
filósofos de la Antigüedad habían comprendido esta necesidad," y así ve-
mos que Platón expresa: "es necel:lario poner leyes a los hombres para que
vivan según las leyes; pués sl vivieren sin ellas, en cnada se diferenciarían
d'e las bestias feroces" (9); por su parte Aristóteles dice: "Como, recibida
la perfección, el mejor de todos los animales es el hombre; así, si se hace
~xtraño a la ley y a la justicia es el peor de todos los animales" (1 O), por-
que tiene las armas de la razón para satisfacer sus caprichos y su crueldad.
El fin de la sociedad es el bien común, por lo tanto todos los indivi-
duos deben propender, como lo observamos de paso, al bien de la comu-
nidad, para lo cual es Previo conocer qué es lo que constituye este bien co-
mún; mas, los particulares,' las personas privadas difícilmente podrán ·saber
cuál es este bien, ya que ignoran los problemas y necesidades de los otros
hombres, sus informaciones sólo se refieren a un círculo relativamente es-
trecho de los asociados; se precisa, pués,. que la persona pública, I?>- Auto-
ridad, estudie cuál es, en un momento dado, el bien común y lo exponga
ante los asociados por medIO de leye~ obligatorias para que éstos tengan
noticias de él y puedan trabajar por su consecución. La ley juega aquí, de
este módo, el papel importantísimo de conservadora del orden social y de
propulsora del fin de la sociedad: el bien común.
Algunos han sostenido que es preferible, en vez de. dictar leyes que re-
gulen las relaciones sociales, dejar todas las cuestiones que se susciten co-
rqo consecuencia de la vida en,común entregadas al juicio de tribunales que
apreciarían los hechos y fallarían las Causas en 'conciencia. Contra esta doc-
trina se levanta Santo Tomás y expresa: "Como dice muy bien Aristóteles
"mejor es regular todas las cosas con leyes, que dejarlas al arbitrio judi-
cial". La eScasez, de jueces de rectitud inquebrantable y la flexibilidad de
criterio que aún a' éstos acompaña siempre, hacen absolutamente necesaria
una legislación humana que determine lo justo y lo injusto, dentro siem-
pre, como es natural, de las posibilidades del hombre, y que se extienda al
mayor número posible de cosas"; fuera de 'esta razón, Santo Tomás entm-
cía varias 'otras para desestimar la doctrína a que nos venirnos refiriendo
(Som. Theol. 1 JI q. 95 arto 1). Además hay que darse cuenta que la ley
no sólo tiene por fin castigar, sino hacer que las relaciones entre los hom-
bres se mantengan, dentro de la armonía necesaria para que todos cumplan
su fin específico natural y sobrenatural, previendo y evitando las causas de
perturbación de este orden, pués bien, si se dejara todo entregado al arbi-
trio judicial tendríamos que los tri,bunales resolverían las cuestiones que se
llevaran ante ellos después de producido el choque de intereses perturba-
dor de la vida colectiva; en otras palabras, el sistema del arbitrio judicial

[_98 '1
:no reemplaza convenientemente a la ley, ya que no cumple con el fin es-
pecífico de ésta cual es el de evitar que en la vida social se quebraIlten la
,paz y la justicia. Sin embargo, es preciso, reconocer que hay cosas particu-
latísimas. personales o de un detalle ínfimo que escapan al marco rígido de
,una ley, quedando' estas cuestiones reservadas a la conciencia jl}dicial.

3). Concepto de la ley Civil.-No existe un concepto' universal de ley


-civil que sea por todos aceptado, sino que cada uno de los que se han ocu~
.Fado de esta materia ha formulado sU propio concepto al respecto; enume~
rarlos todos es una tarea imposible e inútil. '
, PaIa Cicerón la leyes: "la mente y razón del varón prudente" (11).
Aristóteles la define de diferentes maneras, pero careciendo las definiciones
,de precisión jurídica, dice: "Leyes el consentimiento general de la ciudad
que manda por escrito cómo se ha de hacer cada cosa", y en otra pal·te afir~
;ma: "leyes la expresión salida de alguna mente o prudencia" (Mor. L.
,10 cap. 9); en la' PoIíti~a la define diciendo: "La inteligencia sin pasión,
'<eso es la ley" (PoIít. L. VI cap. 1I). San Isidoro dá un concepto muy poco
explícito al decir: "leyes una constitución escrita" (1 3) . Francisco Suárez
enuncia el concepto de la ley civil en los siguientes términos: "La leyes un
.precepto justo y estable s!lficientemente, promulgado" (14); también la
define Suárez diciendo que es: "la coordinación del superior al' inferior por
un imperio propio de aquél". Santo Tomás dá una definición, bastante ge~
neral cU,and{) expresa: "la leyes el ,dictámen de la r'azón práctica del prín~
cipe que gobierna alguna comunidad pérfecta" (Somo TheoI. 1 Il q'. 91 arto
2); Suárez critica esta definición porque según él esta definición se refiere
sólo a la ley en cuanto está en el ánimo del príncipe y no a la ley exterio~
r'izada, sin lo cual no puede obligar; pero' este asunto lo trataremos des~
pués. Mas, Santo Tomás dá otra definición de un carácter más preciso y ju~
rídico que la anterior, diciendo que la leyes: "ordinatio, rationis ad bonum
'Commune ab eo qui curam communitatis habet promulgata" (Som. TheoI.
r,
1 11 q. 90 arto 4 orden~ción racional encaminada al bien común y promul~
gada por el q~e cuida de la comunidad~ ,
Seg~n esta definición la leyes una ordenación, o sea, eficazmente se
dirige' a ohtener el fin, no es un simple consejo o norma directriz, sino que
jmpone obligación. Basando Santo Tomás la ley en la razón salva la dig~
nidad del hombre, porque lá ley queda colocada por encima de la volun~
tad de los gobernantes sobre los cuales está la razón humana, reflejo de la
razón divina y participación de la ley eterna. Esta definición, tan com~
prensiva y a la vez tan precisa, p~rmite dar carácter de verdadera ley a.los
lTIandatos provenientes de cualquier gobierno legítimo sin importar su for..,
ma o constitución interna, siempre que se encaminen el gobierno y sus man~
datos al bien común. Esta noción de la ley civil no se refiere a la sancjón
que ésta puede llevar consigo, por cuanto, com~ vere~os después, la pena
no es Un requisito esencial a la ley. Además, nos indica que la ley no es
.19 mismo que el consejo, ya que éste en cuanto tal 'no es necesariamente del
'superior poseedor de potestad· sobre los súbditos; en cambio, la ley debe
provenir necesariamente de quien tenga el cuidado de la cox;nunidad, del
,superior; el consejo, como anota' Suárez, sólo dice relaci6n a· una superio~
ridad en ciencia mas no en poder; por otra parte, el consejo no es promul~
gado ni obliga" la ley,por el contrario, es promulgada y obliga. De esta de~
finicion se puede deducir, igualmente, que la ley difiere del precepto, des~
-de el momento que aquélla para ser tal elebe enderezarse' al bien común, 'Y
,éste sólo implica un mandato partiéular que· generalmente, no siempre, no
lledundará en beneficio del ¡bien común.
Algunos juristas en un afán de hacer más explícita esta definición han
agregado la condición que la ley civil sea conforme a la ley' natural, y 'la

[99 J
de~nen. com~) a!&!l!el!,l~ Jiqc~..l ilifi"i,Rqo',. gue!1\.- l~y ~, "-HPr~ Qrftc.nªc;ión d~
la rai:6p, d~ter~~ati'{~, d<;..f2_ i!1a~ter..mi.n~~ a,El. la, Jey_ lJD1:llr~.I. eQ~er~z.a.Q~
~. bi~~, \:~m.rl! lil!qía~~~ llr~mgÍg~d~ ~PJ. aSllel, !lH~ t4:~. el, c¡ViQ¡;\d.Q d~ la
co¡nunúfad humana,f; en terrp.tqo~ s1.m!Ja.I~L tI\. qt;¡m~ <:::,~fs;l~. m ~fItm~dR
qü:é la Tey:, e~: aüri~ 0~~~I!ici6Í!~sj:~!!!.. y ~e.ner~ crt<. lp.~ r~9n. p~nforme a
la ley nátural, establecida y promulgádél por la autoridad legítima para el
bien común de la sociedad" (1 5). Si bien, es verda~ q1,le esta adición acla~
ra la noción de ley cjyH, nq, PQ~tapte, es iqQficjQ,~f\, po;r ClJf\pto e~te requi~
sito ~st'~q~ cornRrenpiQp !1I}, la' defini~i9-ií. . tqnii~~~,' qu~, aP9ptaremos nO:J~
otros, al decir qll~ lf\ r~y d~_be ser llP~ orden.aqón r~~i9nal.

4). ~~ d~ la. l~y C~yil.-Par~ estudiar filosófi-:ronente cualquier ob~


j~t~ es Ilecesariq an~li;¡:ar sus, CíiijSl'lS, enteQcliendo por causa lo que tiene en.
sí, la r<Uóll sufic:;jent~ del tránsito de mia cos<\. del no ser al ser. Lo que co~
rroQpra Santo Tomás cuando dic:;e: "la perfecta razón de cada cosa se ob-
tiene por eiconocimiento de todas SU!!' causas" (SOl? Theol. 1 II q. 5 S, arto
4) .. Se distinguen cuatro clases de causas: la' material, _ia formal, la final y
la eficietlte. En. la ley también podemos encontrar 'estas cu;ilro causas; en
efecto, 'la causa rriatyrial d'e la ley, entendiendo por causa material aquell~
de lo q1.!e sehaco; algo, es el conjunto de disposiciones que ella contiene:
la causa formal de la ley, que e¡¡ lo que ha'ce 'que eÍla sea intrínsecamente
10 qJle e8:está constituída ,por 'la n~zón, por la racionalidac que la infor~
ma, ya que és: ordenaCión racional; la' causa final, o se~, áqueiio en cuya
v;ir~d se:; hac~la ley, ~s: el Rie~ c0l!lún; "Iacausa eficient~, es de<;ir, el prin-
CIpIO productIvo qe la ley CIvil o el que hace, <? p'O~ qUIen se hace la ley,
está representada: por éi qUe cuida de la comuni~ad. índice

ll. LA ACCION U OMlslON ORDENADA POR LA LEY CIVIL,

CAUSA MATEB.IAL 0& J;.LLA.

I ). La ley Civil como r.egla de los actos inteligentes y libres del hom-
bre.-La ley eterna ordena todo lo creado hacia sus fines específicos; la
ley natural y la ley dvil, por el contrario, sól~ van a regir los actos libres
de la criatura racional,· es d~cir, aq~~llas accipnes que requieren el uso de
la raZón y de la voluntad, quedandó exentos del imperio de éstas todos los
actos de !o~ seres irracionale~ y aqqelIps que, en las cúatuias~acionales tie-
nen un carácter necesariq. ' . . -
Es pre~isél.mente por la naturale;z~ inteligt;Í'lte y libre d~l hombre por
l0. que se hace indispensable la existencia' <;:le ley~s qu.1! regulen la liber.tad
de ca.da upo, evitando de ést~, !URdo que e,f usp ~limita<;l.Q de la libertad in-
¿¡yidu~I s~ transforrpe en IJI). p'erjúicio para "los demás y en un daño a la co-
lectividad
.
considerada
" .' .
como
- ,.'
Un todo.
~.
-.. -"".
.'. ~

2 ~. !:-C?, qu~~C?~t:!~~ ~~~.rié!}tp~~ l\ lé.\ !e>; §QD ~~~. <Jis?911igQn~!i de


ella tendientes a ep.~ a los, awxbtQtt ~ la Vlrllld ~ ~ Jnt:g CQp1uq.-
Al tr~t~~ <:!e tI! 'ley' E;t~m~. cljj!ql~~ qp~ pr~J~~~i~ 4irigir a I(),~l:lere,!:¡ c.reados
ha;,c::!~-'li~ ~p-~s ~fopiº~. Iil.~C:li~nte, 11\ 1?r~ctj~~ P~a,ct9§ ip.trjp~~~an:¡.ente Qu<r-
no's; es declT, conformes con fa naturql~za prQP!a de, IQ!:i_ s~res; la ley natu-
ra!, p;or ~y., p'a.Jt~, E!.ob-\bc; aJ ~~mprl1,. t9P~ p1.~1, .en~c=qq¡eAqo pOI: ello todo
lo gQ.~ IlQ~ pnv~ de; nQe~trQ ultnnq fin, y I~ Ip.~n4a toq~!? Iq.!! ¡;I.cci9nes vir-

[ 100 1
de~nen. com~) a!&!l!el!,l~ Jiqc~..l ilifi"i,Rqo',. gue!1\.- l~y ~, "-HPr~ Qrftc.nªc;ión d~
la rai:6p, d~ter~~ati'{~, d<;..f2_ i!1a~ter..mi.n~~ a,El. la, Jey_ lJD1:llr~.I. eQ~er~z.a.Q~
~. bi~~, \:~m.rl! lil!qía~~~ llr~mgÍg~d~ ~PJ. aSllel, !lH~ t4:~. el, c¡ViQ¡;\d.Q d~ la
co¡nunúfad humana,f; en terrp.tqo~ s1.m!Ja.I~L tI\. qt;¡m~ <:::,~fs;l~. m ~fItm~dR
qü:é la Tey:, e~: aüri~ 0~~~I!ici6Í!~sj:~!!!.. y ~e.ner~ crt<. lp.~ r~9n. p~nforme a
la ley nátural, establecida y promulgádél por la autoridad legítima para el
bien común de la sociedad" (1 5). Si bien, es verda~ q1,le esta adición acla~
ra la noción de ley cjyH, nq, PQ~tapte, es iqQficjQ,~f\, po;r ClJf\pto e~te requi~
sito ~st'~q~ cornRrenpiQp !1I}, la' defini~i9-ií. . tqnii~~~,' qu~, aP9ptaremos nO:J~
otros, al decir qll~ lf\ r~y d~_be ser llP~ orden.aqón r~~i9nal.

4). ~~ d~ la. l~y C~yil.-Par~ estudiar filosófi-:ronente cualquier ob~


j~t~ es Ilecesariq an~li;¡:ar sus, CíiijSl'lS, enteQcliendo por causa lo que tiene en.
sí, la r<Uóll sufic:;jent~ del tránsito de mia cos<\. del no ser al ser. Lo que co~
rroQpra Santo Tomás cuando dic:;e: "la perfecta razón de cada cosa se ob-
tiene por eiconocimiento de todas SU!!' causas" (SOl? Theol. 1 II q. 5 S, arto
4) .. Se distinguen cuatro clases de causas: la' material, _ia formal, la final y
la eficietlte. En. la ley también podemos encontrar 'estas cu;ilro causas; en
efecto, 'la causa rriatyrial d'e la ley, entendiendo por causa material aquell~
de lo q1.!e sehaco; algo, es el conjunto de disposiciones que ella contiene:
la causa formal de la ley, que e¡¡ lo que ha'ce 'que eÍla sea intrínsecamente
10 qJle e8:está constituída ,por 'la n~zón, por la racionalidac que la infor~
ma, ya que és: ordenaCión racional; la' causa final, o se~, áqueiio en cuya
v;ir~d se:; hac~la ley, ~s: el Rie~ c0l!lún; "Iacausa eficient~, es de<;ir, el prin-
CIpIO productIvo qe la ley CIvil o el que hace, <? p'O~ qUIen se hace la ley,
está representada: por éi qUe cuida de la comuni~ad.

ll. LA ACCION U OMlslON ORDENADA POR LA LEY CIVIL,

CAUSA MATEB.IAL 0& J;.LLA.

I ). La ley Civil como r.egla de los actos inteligentes y libres del hom-
bre.-La ley eterna ordena todo lo creado hacia sus fines específicos; la
ley natural y la ley dvil, por el contrario, sól~ van a regir los actos libres
de la criatura racional,· es d~cir, aq~~llas accipnes que requieren el uso de
la raZón y de la voluntad, quedandó exentos del imperio de éstas todos los
actos de !o~ seres irracionale~ y aqqelIps que, en las cúatuias~acionales tie-
nen un carácter necesariq. ' . . -
Es pre~isél.mente por la naturale;z~ inteligt;Í'lte y libre d~l hombre por
l0. que se hace indispensable la existencia' <;:le ley~s qu.1! regulen la liber.tad
de ca.da upo, evitando de ést~, !URdo que e,f usp ~limita<;l.Q de la libertad in-
¿¡yidu~I s~ transforrpe en IJI). p'erjúicio para "los demás y en un daño a la co-
lectividad
.
considerada
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2 ~. !:-C?, qu~~C?~t:!~~ ~~~.rié!}tp~~ l\ lé.\ !e>; §QD ~~~. <Jis?911igQn~!i de


ella tendientes a ep.~ a los, awxbtQtt ~ la Vlrllld ~ ~ Jnt:g CQp1uq.-
Al tr~t~~ <:!e tI! 'ley' E;t~m~. cljj!ql~~ qp~ pr~J~~~i~ 4irigir a I(),~l:lere,!:¡ c.reados
ha;,c::!~-'li~ ~p-~s ~fopiº~. Iil.~C:li~nte, 11\ 1?r~ctj~~ P~a,ct9§ ip.trjp~~~an:¡.ente Qu<r-
no's; es declT, conformes con fa naturql~za prQP!a de, IQ!:i_ s~res; la ley natu-
ra!, p;or ~y., p'a.Jt~, E!.ob-\bc; aJ ~~mprl1,. t9P~ p1.~1, .en~c=qq¡eAqo pOI: ello todo
lo gQ.~ IlQ~ pnv~ de; nQe~trQ ultnnq fin, y I~ Ip.~n4a toq~!? Iq.!! ¡;I.cci9nes vir-

[ 100 1
,itib~a:sque, son aqtiellas que hos acercan a éste. Se comprende que eUas
,:manden todo lo bueno y prohiban todo mai, por cuanto son obras de Dios,
iruien 'dést;;a Ver en los hombres' eÍ tesplaildor de la virtud integral, tanto
por ser hijos de Dios como s6bditos de una Autoridad. "
Ahora bien, siendo la ley civil ,la exteriorIzacIón, la conClusión o de-
tenriiriación de ia ley nél.tural, es, evidente que también de.b~ propender a la
virtbd ~e' los súbditos, agregando a los precepÚfs naturales o 'a sus conclu-
¿,iones una sanción temporal p~ra constreñir a aquéllos a la observanCia de
éstos y pina obtener así una comunidad virtuosa, ya que de la virtud de
las partes nace la virtud del Todo. Además, si consideramos que las le-
yes tienen por misión hacer reinar la felicidad en la ciudad temporal, y si
ésta sólo se consigue, seg6n el pensamiento de Aristóteles" por la práctica
de, las virtudes, debemos concluir, que las leyes han de tender a crear el
hábito de la virtud entre los hombres. A lo anterior hay que añadir que to-
da potestad viene de Dios; ,como lo afirma San Pablo, por lo cual debemos
estar sometidos a. ésta, de tal manera, que así como Dios dirigió toda la crea-
ción hacia sí mismo, Virtud Infinita, así también todos, Íos gobernantes de-
ben dirigir a El sus leyes, como principio y fin que es de todo acto virtuo-
so. "El gobernar es oficio y acto de la prudenc;:ia, la cual, si no vá acompa-
fiada, de todas las virtudes, no puede ser verdadera" (1 6). Es gracias al
cumpÍimiento constqnte de leyes que incitSln a la virtud que el ciudadano lo~
grará su p_erfección espiritual, adquiriendo' costumbres honestas y cuyo ejem-
plo redunQará en aumento de la virtud colectiva; al respecto dice Aristó-
teles: "los legisladores hacen buenos a 'los mismos ciudadanos que Se ac!>s-
tumbran a la ley" ,,(Mor. 3 c~p. 1); desarrollando, esta idea Suárez argu-
lnenta: "la ley, para que sea ley, debe ser justa; mas para que sea justa es
menester que tienda a un huen fin pertinente al bien común y por Un me-
dio' honesto; luego,quien guardare la ley obtará acerCa de ip honesto y
por el biel). común, en cuanto es en fuerza de la ley; luego, por VÍrtud de
ella será hecho bueno" (1 7). ,
Santo Tomás reconoce t,,!-rribién, cómODO pudfa qejar de hacerlo, que la;
ley debe propender a la virtud del súbdib; pero, hace una distinción muy
atinada que nos llevará a suavizar un poco el rigor teórico de los conceptps
emitidos. En un pasaje extenso' pero de una extraordinaria claridad con~
ceptual, que le d& gran valor, el Doctor Angélico' dice: "Por ley se entien-
de el dictámen de la razón detin soberano, en virtud del cual dirige y go-
biel'na a sus subordin'ados. La perfecta, pl.té's, . sumisión al soberano: he ~ahí
en que consiste, la virtud de Ún s6.bdito ... Aristóteles nos lo dice expresa-
mente: "la virto.d del súbdito consiste eh tina dócil sÚnUsión a aquel que
manda"". Y es él objetivo de toda ley: que seaobed~c~da y 'acátada p'ór
aquellos p';raquienés ha' sido estableéida.. Es, 'pués, evidente que la ley, tie-
ne por própiedad la inducción del hombre a la virtud. Ahora bien, la Vir-
hid es una cuáIlda:tl 'que honifícaa su poséedor. Por' consigui'elite,el efeci:o
)5r'ópio de la, h:~y será hacer' buencis .a aqÜ:éllos' para "qUiénes 'se 'institÜye;
huehos abstihii:amehte o' 8'ólo 'Í'eIátivár'nente. Absolutamente, si' el Jegislador
al elaborar la ley tuvo presente el' bien 'áut~ntico, el bien comÓn de con'fot-
miHad con las normas 'He lá'Jt1sf¡Ciadit>lIi'á;·te\áti~a ¡,páraalIhénté~si. le-
jos "de ténér la ffiira fiJa' ~nese bléit ;¿ó~Óh~1 iégisládor~tablece,"l~ ley,
eon .:.vistas úriicainéhi:e, a s11s, lhteres~~ iiarticÍllar~s, ,o 'la iey estábleclga eri~
traña h6á Jépilgn'árlti'a' a "la 1usticia iliVíhá.. Lá. ley 'en 'estos (:asas hara' búe-
nos a los súbditos tan sólo desde un punto de vista relativo es decir: en
'Orden a tal. !~~men~.Esta;bonq;;\d -relativa .se encuentra hasta en áiiueílos
q~é son, m~!~aaarnente malois:' (Sorn., Theol. 1 11. q .• 92 árt. 1). Como "Pl>-
demos obsexvat,. para el,Aqu.natense todo cumplutuento de 'u11a. ley eHtt'a-
~a ,un' a~to de' vil:tUq, ~Jlhque no sea pox . el coritelii'Clo virtuoso ilíiríhse'Co 'de
.la ley sino por el solo hecho del acataxmento, que revela en quien así pro..

l' rol 1
cede un «ierto gr~do de vi.rtUQlIidad I=Ívica. Sin duda. que máS' perfecta será
la ley mientras mayor sea la virtud de o;u. materia y mientras más se acer~
que a los mand,atos de la ley eterna, de la ley natural o de la ley divina
revelada. '"
Según lo que llevamos dicho, podemos distinguir dos clases de hom~
hres virtuosos: el buen varón y el buen ciudadano; el primero, es aquel que
cumple con todos' los mand~tos de la ley eterna, de la ley natural y de la
divina revelada. teniendo tanto una virtud interna como externa; por el
contrario, el buen ciudadano es aquel cuyo único acto de virtud es el aca~
tamiento jurídico de la ley, ya sea impelido por el dictámen de la razón,
por su conciencia social, por el temor a la sanción u otra causa cualquiera,
su virt.ud es sólo externa. Claro está que no se puede conservar integral~
mente' virtuosas una sociedad si la virtud sólo se vá a reflejar en las actua~
ciones externas de los asociados, las cuales en muchos casos .no representan
un espíritu auténticamente virtuoso. Mas, la ley civil si no puede formar .va~
rones virtuosos, debe contentarse con formar buenos súbditos, guardado~
res de sus disposiciones, lo cual es suficiente para conservar el orden social
externo, aunque el.orden moral no sea estricta y debidamente guardado.
Ni Aristóteles ni los teólogos que le siguen han asignado a los gober~
nantes el mismo grado· de virtud que a los súbditos, por cuanto, a los pri~
meros, le exigen la santidad de· un varón virtuoso. ~na virtud hecha carne
en sus personas representativas' de la Autoridad. al paso. que a los súbdi~
tos les exigen la virtud del buen ciudadano. Dice el Angélico: "y así como
la perfección del );odo estriba en ~l orden y perfección de las partes que lo
componen, así también es imposible que resplandezca y sobrenade el bien
común de la colectividad, si los individuos que la forman, al menos aque~
Uos que tiene~ el mando, no son virtuosos. Por lo que él los súbditos se re-
fiere y con respecto a ese bien común basta que posean aquel grado de vir~
tud que consiste en el acatamiento y ohediencia· a las leyes rle los gobernan~
tes. Por eso dice el Filósofo que "la virtud de un gobernante debe ser la
virtud de un hombre bueno; la de un simple ciudadano no exige de suyo
esa identidad" (Som. Theol. 1 Il q. 92 arto 2).
Para que la observancia de la ley sea un' acto virtuoso es preciso que
, se guarde por un acto bueno, y por más digno y útil que sea el fin de la
ley no se puede guardar por Un acto malo, por cuanto lo bueno lo e~ por
integridad .de la causa y lo malo por cualquier defecto., .
Incluso la observancia de leyes tiránicas hace virtuoso al que las guar-
da, no en cuanto a la virtud total. sino relativamente, porque le confiere la
virtud del buen ciudé\dano. "Las leyes tiránicas - apunta Santo Tomás -
por 1.0 mismo que no son según razón, no son propiamente leyes, sino más
bien una perversión, una corrupción de la ley. Con todo, bajo aquel aspec-
to en que parti.cipan del ca~cter y de la razón de ley, se ordenan a ,hacer
buenos a los ciudadanos" para quienes se dictan. En efecto. convienen con
la ley «en cuanto son dictá,menes de un gobernante a sus súbditos; y tienen
por objetivo recabar obediencia de esos súbditos, que es hacerlos buenos.
no de una manera absoluta, sino relativa: en orden a ese determinado ré~
gimen" (Som. Theo~. 1 II q. 92 arto 1). .
En un pasaje del Fuero Real, monumento jurídico español, se nos mues~
tra' todo lo que constituye la materia de la ley, dice así: ,"La ley ama y en~
"seña las cosas que son de Dios, y es fuente de enseñanza y muestra de de-
recho y de justicia y de ordenamiento, y de buenas costumbres" (1 B).

. 3). No es materia propia de la ley CiVil el mandar ohligatoriament¡e to-


dos los actos mornlmente buenos.-" Indudablemente que la ley civil debe
p~opender a que los súbditos procedan en todas sus actuaciones en confor-
,..midad a la virtud, ya que en su calidad de reveladora y sancionadora de

b 102, J
'la ley natural es .esa la misión que le corresponde.Pero, si esto está de acuer~
do con los principios y con lo que debe ser, no debemos cerrar los ojos y
no darnos cuenta que en la vida práctica de la comunidad eso es irrealiza~
ble e incluso acarrearía tantos males como los que se pretende evitar .. De
aquí pués, que la ley civil se limite !?ólo a ordenar aquellos actos. de virtud
que dicen relación con el bien común, causa final de la ley, y sin cuya prác~
tica la vida en sociedad sería imposible y perjudicial para Jos 'verdadera~
lllente virtuosos. Al respecto Santo Tomás expresa: "Como quiera que la
ley se ordene al bien común, no habrá virtud alguna cuyos actos' no pueda
prescribir la ley. Sin embargo, las leyes humanas concretan su actividad pre~
ceptiva a aquell~s actos de determinadas virtudes que son referibles de por
sí al bi.en común, ora' sea inmediatamente, como cuando se realizan direce'
tamente por el bien común; ora sóló inediatamente, como cuando tienden a
fomentar í;;' disciplina, que debe existir entre los' ciudadanos, y en virtud
de la cual se obtiene el bien que demandan la justicia y la paz- para su con~
servación" (Som. Theol. 1 n. q. 95 arto 3). I

Si bien es cierto, que la ley civil no m<,l~da los actos de todas lasVir~
tudes, también es cierto, que no hay ninguna especie de virtud de cuyos ac;,
tos no prescriba algunos la' ley civil, porque estando ésta dirigida al bien
cOmún, debemos concluir, que no hay ninguna virtud sobre cuyos actos no
prescriba algo la ley civil, ya se trate de una virtud moral o de una virtud
intelectual. Aún en los casos en que la ley civil p'receptúa sobre alguna ac~
.ción aparentemente indiferente; está ordenando un acto mediato de una vir~
tud, pués,' en el fondo no existen acciones indiferentes, ya que con el 'ti~m~
po y las circunstancias estas acéiones van a producir sus efectos morales, los
cuales somos incapaces de prever en el momento' en que ejecutamos aquéllas ..
Hemos dicho que el fin específico de la ley: es la obtención del bien
común, por lo tanto, sólo puede ordenar imperativamente los actos de las
virtudes que tienen atingencia próxima o remota' con él; la práctica, de las
d~~ás virtudes debe ser alentada por otros medios no tan coercitivos co~
mo la .ley, pero que vayan formando en los súbditos la conciencia clara de
la neces~dad de tener siempre un recto proceder moral. Debe ampararse a
todo aquel que se esmera en ,observar fielmente los preceptos de la ley na~
tural y debe. facilitarse a todo hombre los medios necesarios para su santi-
ficación temporal, antecedente de la bienaventuranza sobrenat.ural. La comu-
nidad traicionaría su objeto si impidiera que uno solo de sus miembros se
conservara fiel' al llamado de sú naturaleza espiritual que aspira a la pleni-
tud del ser.

4}. La ley Civil no tiene por materia propia prohibir todo lo moralmen-
te malo.-Siendo lo intrínsecamente malo incompatible con la esencia di~
,vina, Dios. autor de la ley eterna y de la ley natural, no podía aejar de pro:)-
hibir por intermedio de esas leyes todo mal y todo lo que fuera interna o
,externamente vicioso y opuesto 'a la virtud, para que de este modo pu'die-
.Tan los seres creados lograr su último fin mediante la' conservación del or~
den moral.
Respecto de la ley civil la situación es diferente, ésta no puede prohi~
bir toda malicia externa y, con mayor'razón, la interna; mas, como no pue-
de quedar acto alguno vicios.o sin adecuada sanción, se comprenderá la ne-
cesidad de las leyes divinas anteriormente citadas.
" Las leyes civiles no pueden prohibir,' todos los vicios, porque "las leyes
'liu~anas so'n establecidas para una multitud de, hombres en la que predo-
minan los no perfectos en la virtud. Por lo tanto, semejantes leyes deben
circunscribirse a la prohibición de aquellos males cuya gravedad es mayor
y que más fácilmente pueden los hombres evitar; deben prohibir, sobre to~
do, aquellos males que importen un perjuicio o agravio a los demás, ya que
,z¡in la prohibición de estos males. la sociedad humana ,caminaría necesaria-
m,ente :paci~,.sM,.9.es.!!pa¡jqó~ ~p,nwlml;l;, tal~:¡¡,~q~. ~L»o);Ilicipip, ,el rob.o. C!t(i··.
P:U-é!: upa mulYtuª.. etl.),¡~UIl;ie, pr~gq,n:,ltn!lll~{)s ~~nw~f~ct~s~ {l.o }lepep ~ta!:>le­
c!'!Yse, ya ~Ii!~de, .~n, J;>rin~i¡:>i<?, JeJ"es q~e .s(;m,.l?rgpi.~ ~~L 19S p.erfectos eri ia
v~rfud, ci.lél¡hi~, ~H. I?-l~s, 1~y'~s~JokjBit~vé!fl, .9.~ ~9c¡los .los .J'Í~¡9~. Se~,ejante ,tá,c~
~c~ sei"Í~ _c~~t!á.p,roq.Jlsc:::q~e, PRJ..q-ge ~,t.n9, P9~er 8<w,reUyve,rlas,,~e da.:ían.con
.:may,or ~eh.em~,n9.a al Vlc!0"_{,59W" Th.~91~~, II q.; 9.2~t. 2). Ademas. Slen~
·do la ley la medida de las ~q:.iope§
>, • _ r' .-' ...:1 hum~as, y. 9.eb,i~I!do ser la rpedida ho-
- •• f . _ _ 1c _' -' _ - __ ~ - ~

~ogéneá, se~»)<? ,eÍÍs~ñ~ Arlllt§te1esl ~~.c;fedr,que .debe estqre.q consonan-


',clá con lá ,J1á~~lÍ'á1e;za ~eJa,s cm~a;; Jne~idas! Juego. la l<:,!y civil debe esQ,tr de
',acuerdo cop. la débil cOl1dicióp. llUtnana., ES,to mismo.1o advirtió San Isido-
ro de Se~illa ,~l ,decir 9ueJa.,ley debe serpo~ibie según la naturaleza hu-
,mana y la costumbre del pueblo.
La .I~y c~:vÜ !lO pu~de en p~opieda.d prohibir y t::astigar con mayor o
'lllenor, severidad los vici<?s o,delitos li!n atWición a.. la ,mayor o menor ofen-
osa a Dios que ellos representan, sino en c;ujl..nto pe¡turban más o menos ex~
tenia y profundamente el orden ~i>~1 y ciJya_ repe.i:i~ión impune haría im-
,posible toda conviv~ncia q>lectiva,. .sin <rm,bargo,. e~istenalgunos casos en
(¡ue podrfa consi,derars~ 9ueJ~)ey ci;;il l~g~s~a sqb,.r~ actos internos del in-
iliv.iduo\ v. gr.,: ,la dE1t~rininaC!9:n, si h~y, qulpll o dolo' para establecer si un
:h~cho ilíc!to es delitoo. c9as~dJlito, ~~a,ng.9 l,~}e:y,~i'l.(H d~sponeque ha pe
.estárse más a l~ iPtenCión ,de lQS contr~t~~t~s q~e a 19 literal q,e las palab~as .
• J ~_ .' _ •• \ •.• ~;\. • •• -'. - -• • , ~,.' • .-,. ~

En verdad, la ley civil debe encarp.jp.,ar a 10$ súbditos a la virtud, pero


ha de hacerlo toma~do en <;Uent,a la im,perf~q:ión, 9,e ést()s, de tal manera
que les co~duz.~a fin]\le P~!o J~I\ta y graqualmente ha<;@ pna etapa cada 'Vez
.nl.&s alta de perfecci9n ,espixitl,\aJ, pués., seri<!. cC;>,ntraproducente estrecharlos
.:rígidamente en precep.tos prohibitivos de toda ,tlaquez~ ,~u{riana, lo que les
,,haría la vida imposible 'JI caerían en peo!es degradJ'.ciones y ciertamente
procurarían destruir Ié!. Kutorid,<;ld y el imperio .de,la ley. ,
Aún cuando la ley, civil deriva de la ley natural, la cUill prohibe todo
mal, no obstante, aquélla no veda todo lo intrÍnsecamente malo, pqrque ia
,derivación no debe igualarse hasta la perfección. Pero, no ha de conside-
rarse a la ley civil como algoinút.i! porque no prohibe todos los vicios, ',ha-
biendo algunos de los cuajes no prohibe ningún acto, según lo e:x.presa San-
to Tomás diciendo: "la ley natural es una cierta participadón de la ley, ~teF­
na en la criatura racional; pero las, léyes humanas se hafIan muy distante
de la ley eterna. No se debe, pués, e:iigir de las leyes humanas, todo aquel
álcance que tiene la ley natural: la prohibición de todos los vicios" (Som.,
Theo!. 1 JI q. 95 arto 2) .
. No hay que confundir el que la ley civil no prohiba to~as las falras mo-
'!"aies con que la ley pueda mlln<tar algo en ~ontra de la ley ~terna y de la
ley.natural, pués, en est~ caso, déjaña de ser ley. justa y la rebelión sería:
legftuna; :Ya' que
un martdato tal no es "ley sino una coirupci6.n de la le:y, ~­
-;gún el término de Santo T omcis. Por muy útil que se pretenda el fin de la
ley, ~llo no autoriza a _ésta. para dispoilC'~r algo intrínsecamente malo, pOr
-.enanfo el fin nunca justifica los medios y, además, no hay que olvidar aque·
1Ia precisa 'fórmula teológica. de Santo Tom~: "Bonpm ex integra causa,
hi-alum 'ex quocunique defeci:ü". el bien resulta de la causa -íntegra y el mal
.del menor defecto (19). ,

!~~~r r~I~Dfr~k:~;:;i¡~1~~~ ~i~t~~t~~q¡!:ii~t~~~~h;~~d~~n;!~t;~


~ClCSna! I,gs .K ,b,"e!~aa~S 9H,e f!2,bteng~~ol)
o
tuf<fanao que itO. a ortgan
.~l~,Je~Q.,~J fl~n ".,oralw.~n~
, ~tAfSl'b1e,
f,

li'adá fuoráunente Imposible, Peto


,'~.f o~~ ha~ffi¿t7J'xB.enre 1i~aaó.
índice

[ lO~ 1
III. LA RAZON, CAUSA FORMAL DE LA LEY CIVIL.

1). ¿ La ,rey civil es formalmente un acto volitivo o racional del legis-


lador ?-Es iilgó úiléÍnimemente aceptado que la Íey' civil pertenece a la na~
turaleza inte!~~i:ílal, a la men.te deelIa, entendiendo por m~~ie deÍa c~iatu~
ra inteligente su razón y su voluntad; por cuanto la ley dice orden a hacer
.alguna cosa y Dinguna naturaleza es capaz de esta ordenación sino la r.a~
clonal; además, sólo pueden ser dirigidos por leyes civiles lOS que gozan, de
voluntl'ld y lazón, luego, con mayor' motivo se requiere razón y voluntad,
,en el legislador. Pero la dificultad surge cuando se 'trata de determinar en
cuál de estas facultades encuentra la' ley su conteJ;lido formal. La' solución
de este problema es una de las materias más difíciles del estudio de la ley.
Expondremos a continuación las tres doctrinas que se han formulado al efec~
to, sin pretender decir la última palabra en esta débatida cuestión.

A). Doctrina que sostiene que la ley es formalmente Un acto volitivo


.del legislador.-'-En apoyo de esta doctrina se han esgrimido'10s siguientes
argume'ntos: .

a). La Escritura y los derechos civiles denominan ley, a la voluntad de


Dios y del PrínCipe; en efecto, dice ~l Siilmó XXXII: "Hizo a Moisés ma~
nifiestos sus caminos y sus voluntades a los hijos de Israel", y Salnipel
CILII: "Enséñame a hacer Tu voluntad", y respecto á. la voluntad del prín~
¿pe se dice: "lo que agradó al príncipe tiene vigor de ley". '

b). La leyes regla 'y medida 'de las acciones y ¡este;¡ es propio de la
voluntad, lo que puede tomarse de Santo Tomás que dice: la divina volun ..
tad es la primera regla pQr la cual. deb.en ser medidas las' acciones huma~
nas, la voluntad de los hombres superiores es la s,egunda regla. participada
de la primera; la razón es porque debemos querer y hacer lo que Dios quie~
re que deseemos
. y hagamos (Som. TheoI. , 1 II . q. 105 arto 1).

c). A la ley le corresponde iluminar y dirigir al súbdito y es la' vol~n~


tad . del legislador la que objetiva y efectivamente ilumina al s\Íbdito •.según
"aquello dicho por San Anselmo: "La voluntad de Dios es muestra de la vo-
luntad humana".
d) La ley debe ordenar y esto corresponde propiamente ~ la volun~d.

e) La ley debe mover .e impeler al súbdito a ejecutar lo mandado por


,ella y a abstenerse de loprohihido por .la mis~a. Ahora bien, .e1 principio
'que mueve é induce al. ejercicio de la acción o de. la abstención es la vol un-
. úid, 'puéS, el eritendimiéíÍtó más bién dirige o júzga que inueve.

f). La ley iieile 'ftí#za de óbÚgary dIo es misión de la'v~luntad y


no jlel~~teridixnie,nto, el CUal.liÓI!? jn~ede m()strar la ,necesidª-d 9~ obrlir o
no
de . obrar que hay en un objeto. la, que si no éxiste no puede ser atri-
huída por el entendimiento. en cambio. la voluntad puede reconocerle fa
,necesidad que no había ,en el objeto.

g) .bict~r. ~~a iey es acto .de j~risdicción y de pot~tad 8!Jperior, equi~


,Vftl~ al US$:!, de. a.Igo~obreel. cA~t se tiene, qQlP\nio,. pués .pi}~J1. el uso ea acto
,de la voluntaQ y sobre todo el uso del dominio que es libre. .

. 'lh.,'La ley~ un actó de jü$tiéia legato.s9~iaJ. p'or7cua~to d~be (!iri-


.'8irse al bie~ corilún; pero la justicia legál es virtUd de la voluntad, aú.n cuan-

[ fO, 1
do ñecesite dirección de la prudencia, lo cual es común a todas las virtudeS',
de la' :voluntad.

i). Nuestra propia '. experiencia dem'uesha. que si al ~úbdito, constase que
d superjor, aunque se sirva' de fórmulas preceptivas, no tiene el ánimo de
obligar, sin duda, no se sentiría obligado.

... B). Doclrina que sostiene que la ley es formalmente tanto un acto vo-
litivo como un acto racional del legislador.-Esta doctrina se basa en los
~entes argumentos:

a). La leyes en. el fondo algo moral y en las cosas morales no es ne·
cesarío buscar la unidad perfecta y simple, ~ino que una cosa siendo moral·
mente una puede, 'no obstante, constar de muchas otras físicamente distin·
tas y que se complementen recíprocamente. La ley corpprendiendo direc-
ción y moción, o sea, juicio recto de lo que se debe hacer y voluntad efi·
caz de mover a ello~ requiere, por consiguiente, de un acto racional y de un
acto volitivo.
b). Siguiendo la génesis de la ley tenemos que, en primer lugar, existe.
un acto de la voluntad del legislador en orden a la necesidad de legislar
para el bien común de los súbditos: En seguida, tiene lugar un acto del
entendimiento del legislador qu~en ju:?ga qué ley será más justa y conve-
niente para el .bien común. A continu~ción; por 'un acto de razón detenni·
na el legislador lo que es útil y beneficioso a la cole~tividad y cuya obser·
vancia es necesaria; es al momento de hacer este juic,io que se debe pon-
derar la prudencia y justicia de la ley. Posteriormente, el legislador por me·
dio de un acto volitivo acepta o elige lo que la razón juzgó conveniente y
justo, e impone voluntariamente la obligación de guardar el precepto, y es.
de este acto de donde toma la ley todo su imperio y obligatoriedad, por.
que la ley no es sólo iluminativa, sino !p.otiva e impulsiva y la primera fa.
cultad movente a la obra en las cosas intelectuales es la voluntad. para fi-
nalizar el proceso de dictación se requiere por parte del legislador un acto.
,de la razón por el cual conciba el modo de intimar la ley y otro de volun.
tad para querer ejecutar la intimación.

e). Doctrina que sostiene que la ley es 'formalmente un acto de razón.


del legislador.-A esta doctrina se han adherido Platón, Aristóteles, Cice·
rón, Santo Tomás de Aquino; Soto, etc. Exponen en su favor las siguien-
tes razones:

a). Cuando se' dice que la leyes umi ordenación ra~ional no se quie-
re indicar que ella sea producto de la raz(m especulativa, la cual sólo mues·
tra o juzga,~ sino de la razón práctica, o sea, aquella que dá los principios.
directivos de la conducta moral, es la razón acompañada de la y.oluntad que
le comunica eficacia; "la orden.ación se toma no en sentido pasivo, sino ac-:
tivo; es una intimación, una prescripción, que lleva consigo la idea de di-
recció~ y la de moción": , '

b) .. ~ la ley pertenece ordenar ("ordenación racional"), pero orde·


nar no incumbe a l~ voluntad sino ~ la razón, porque implica algún racio-
Cinio. "f.s en efecto, a la razón - dice S'lonto Tomás - a quien incumbe
ordenar las cosas en vista al fin que es el primer principio en el orden de
la acción u operación,. 'como lo enseña Aristóteles. Pués bien, en todo gé.
nero de cosas, aquello que tiene razón de primer principio, es medida y
·-,:egla de cuanto bajo ese principio se halla contenido; así la unidad lo es
.
·en la enumeración y el primer, movimiento
. lo es respecto de todo otro mo.

[ 106 1
vimiento. De todo esto concluimos que la leyes algo propio de la razón"
(Som. Theol. 1 II q. 90 arto 1). Más explícitamente podemos decir que or-
'denar a un fin es propio de la razón, pués, solamente ella conoce ese fin:
y la ley será regla ordenadora de las acciones humanas en cuanto reciba su
luz de 11;1. razón; no toda razón será ley, pero sí toda ley será razó,n; aqué-
lla se halla en' ésta' porque tienen una misma finalidad: ordenar, las accio-
nes humanas, perteneciendo además a un mismo género; y en todo orden
de cosas, aquello que tiene razón de primer principio, es regla y medida de
todo cuanto a ese orden se refiere.

~). Es propio de la ley iluminar, dirigir e instruir y esto corresponde


a la razón y no a la voluntad (potencia ciega). Y ,así Platón dijo: "No se
ha de desear ni procura, que todo siga a nuestra voluntad. sino que nues~
tra voluntad siga a la prudencia'" (2 O). y Aristóteles expresa: <lLa ley tie-
ne fuerza para obligar, la cual es palabra salida de la prudencia y de la
mente" (2 1 ). La ley, como anota Soto, no simplemente dirig.e como quíen
sólo muestra el camino, sino que dirigiendo manda y mandando dirige (22).

d). La leyes regla y Inedida de las acciones humanas, pero la -volun-


tad no es regla sino que, por el contrario, debe ser regulada por la razón,
luego, la ley está en la razón. "La ley - expresa Santo Tomás - es una
cierta regla o medida de los actos, que induce al hombre ,a ohrar, o le re-
trae de ello. En efecto, la ley viene de ligar. puesto que obliga a obrar. Aho-
ra bien, la regla y medida de los actos humanos es la razón; que e:s el prin-
cipio primero ,de esos mismos actos... De todo esto concluimos que la ley
es algo propio de la razón" (Som. TheoI.. 1 II q. 90. arto 1). DOIningo So-
to analizando estos conceptos de Santo' Tomás dice: "La leyes la regla de
la equidad y de la iniquidad, la Inedida del obrar; ahora bien, la regla y
medida de nuestraS acciones, es la l'azón de ellas. Pués, la regla de las ac-
ciones es la que las dirige al fin, lo cual es oficio de la razón ilustrada: a
este fin conduce a la voluntad, que es potencia ciega; luego, es propio de la,
razón poner la ley. Además, como en las cosas naturales lo que es prime-
ro es medida de lo demás, así porque el fin (según dice el Filósof;;:-2
Phys.), es el principio de las acciones húm:anas, resulta que la acción de
la razón, que ordena los medios al fin, es la medida, y por eso_la ley".
Si bien es verdad. que toda medida debe ser certÍsiIna, n~ es necesa~
rio que toda medida sea de una certeza infalible, sino que es suficiente con
, que cada una sea cierta según la condición de su materia; y esta es .la ra-
zón de que las leyes humanas no sean inmutables como la natural.

e). Es propio de la ley manqar y prohibir, y él mandato y la prohibi~


ción son actos imperativos de la razón; por'consiguiente, la' leyes algo per-
teneciente a la razón. Y según Santo Torn,ás "el Imperio 'es un acto de la
razón, que presupone un acto de la voluntad... Imperar es un acto esencial-
mente de la razón; aquel, en efecto, que impera ordena - ' a aquel a quien
impera - hacer algo rntiInando o declarando; ordenar intimando' es pro--
pio de la razón" (Som. Theol. 1 1I, q. 1 7 arto 1).

f). "Por virtud de la conformidad que ha de haber entre la facultad


y la norma de sus operaciones, es n~cesario que el mandato contenido en
la ley se conforme a la raZón, puesto que los actos regidos por ella son los
que ejecuta la criatura en cuanto ser racional: En efecto, pé,l.ra que -pudiera
el hombre estar .obligado a cumplir prescripciones opuestas a la razón, se-
ría preciso que no estuviera obligado a seguir los dictados de la misma; en
tal caso tampoco -estaría obligado ,a, obeqecer al superior, pué.;; la razón es
quien dicta t~l óbligación" ,(2?)

'[-107-]
g). El querer, y n,o querer: .9ue ~o~, act?l! s610, 9.,~ la v,ol~tad" no llevan
-CdnslgÓ trlftg6nman~ato. 'precI$an c;le" un acto racIOnal que Imponga y haga.
,(:omprender la necesidad y justicia de ellos.
'-"". -- ~ .... r~ -.... - .¿ ~_ .5-
, ,J,¡) .$.( f~cÍ¡i(ey .d~b~ sq expresi6n de
ia justicia, y ésta debe serlo de
,l~r~cta r;gPI1j Y si. eJltonc~s la ra+ón es recta clUu,J.do.es expresión de la na~
'túraleza hUJTlana" n~cesl,iriamente.hay que poner por fundamento imprescin~
&bÍe cÍe toctl,t ley hUlIlana a)a m\.turaleza racional (24).
La 'ley está en funCIón del orden natural, del orden moral impuesto por
Dios por medio de su ley eterna y de la ley natural participación de aqué-
lla en la criatura racional, este orden se nos iI"Q.pone independientemente de
'nUestra voluntad y el cual peb~m.os, no obstante, conservar si ,queremos
éqns~ir ,ia perfección del 's~r. Ahora bien, a la ley civil corresponde dar~
nos a c()!10<:;ei: ese ord~ n¡ltural en la parte que escapa al conocimiento que
'la generalidad, pe los ,hoq:l,bres tienen de él. por la ley natural racional, ma-
terialmente considerada, eso mismo nos dice y debe decir la ley positiva
·~tereotipadfl. ya ~nproposiciones, in~electüales, para que llegue más fácil~
niente a todas las inteligencias... ¿ Qué otra facultad (fuera de la razón)
hay el1, el hombre' que pueda descubrirnos el orden, las imposiciones de la
n~turaleza, las e4igencias de la personalidad humana, bajo todos sus as-,
pedos, para que llegue a conseguir s.u perfección integral. ideal supremo de
toda ley verd9-dera;>... Ninguna" (2 S) . ,
La razón es norma, es madre de la ley no de por sí, no de un modo
absoluto y caprichoso, sino, en cuanto contiene y engendra esos primeros
postulados, que son la norma del orden práctico, y basada en ellos, guiada
'e iluminada por ellos, llega a conclusiones ulteriores, formula y dá naci~
nrlénto a otras proposiCiones intéle¿tu<l-Ies, que son las leyes humanas, pe~
ro siempre en conformidad con los primeros principios del orden práctico.
Las leyes civiles en_lanto tienen el carácter de leyes en cuanto se derivan
por ,conclusiÓn o, determinación de la ley natural, impresa en la mente del
hombre y símbolo de, la naturaleza racion,al humana, pués, de lo contrario
serán leyes corrompidas quienquiera que las haya dictado.
En virtud. de lo ~nteriQr, dehe concluirse, que el Derecho y la ley no
, .son producto de la voluntad, del capricho o de la fuerza, sino de la razón,
la ,cual no, puede alterar el orden impuesto, si se pretende que la ley sea
justa, sino que de~e traducir y reflejar este orden.
J). Aristóteles :r~h~bla di~ho: '{a l~y debe ser, una expresión de la
fuente yde la prudenCia" JMoj' .. L. 1,0 .C51P' <)). y Cicerón expresó: "La
leyes la mente y ráZÓn del v:arón prudente". Santo Tomás, a su vez, de-
nne la ley diciendo que es: "el. dictámep de la razpn práctica del príncipe
que gobierna alguna comunidad perfecta" (Som. TheoI. 1 II ej. 91 arto (2).
, "~-...'

, j). Aún ~u~ndo formalmente la ley sea ,un acto racional no hay que
des~ono~er el papel que le corresponde a la voluntad en la génesis de la
ley, sie~do como es la íey un<,t ordenación de la razón práctica. El propio
~to, Tpmás afirma: "Corresponde, en efecto, a la voluntad el mover: de
ella recibe la razón esa fl,lerza motiva que tiene. Porque la voluntad quie~
re y apetece el fin, la razón impera los medios que son necesarios para la
consecución de ese Jin. Sin_ emPilrgo~ para CJu~ la ,voluntad tenga carácter
,?el~Y ,~é~~~cto A~, esOl:!,I~~.~<:1io~t~.~~!:;~~a !?er ~egwa~a pQrta razón .• Y .ent0!l~
',ces ,~, cuando ,'puea-~ ~e.9t:!!~ C::b~ _~erc!a.d ql,le. "la v91untad del prmClpe be-
'Re, '-vtgOy de .1el'. Sin, .e9~ !éguli190n, Jiemeji}nte; vpluntad no sería ley sino
:rtiáS 'bien i!liqurdac1," j~o~tn! ~ Iheol. J JI. q, 90 art._.l). ,. .
,4bi. sifflfle. afiniil[l,d§h .~íiJec~. pe c:;il,t~c\er. j~rídico .. Se . preCisa la impe~
'ratiViaad..Eih1peílo 'áíébd6 eS~rici~l, rOÍ'riia~J)Ile~.te JIn a.~I;O ::Ie la Í'az6n piác-
'tica; 'preSQPbne' uñ ~¡ia~'~e 1a--:~óihríÍ:;a - el acto' de eIeccion' eFiéaz - del
~u~ recibe IQ. razón la energía y. el poder pata impeJ:'ár (26) ..

[ t~6 J
N~die discute que el, mOYer sea un acto propio y espeéífico de la vo~
ll!fítacl, 10 q~é debe pr9barse es que l~ moción sea lo peculiar y caracterís~
ti~9 del co~cepto de ley. t Acaso la ley deja de ser ley cuando no mueve,
es ~ecir, cuando no surte efecto? . .
k). Decir ,ue la ley es formalment~ -qn acto de la voluntaq del legi$~
lador es destrUir todo el' Derecho y la digmdad de la persona humana. De~
firiji la ley, como lo Qace Pufendorff diciendo que ~: "'J¡i~ ~olu~t~d u orde~
náIpien~? d~ un s~peri';r, por' el cu~l se' impone 'a" los . q!-l~' qepe~d~~ de ~(l~
obhga,clO~ meludlple de obrar de un modo determmado'" (27). eqUivale
a 'legitimar la tir~nía, y a suprimir toda 'limitación 'al"' poder basada' ei1 los
atr1butt')s espirituales de la persona; equivale 'a legitimar toda injusticia, por
cuápto la volJ.!nh;d del legis~adQr sería l(!. suprema j~~r~¡:ia,; eq!l¡:yale a eri..
gir la arbitrariedad en procedimiento legítimo de g~piernó, ya' que lo arbi~
trario es lo voluntario, lo que no depende de la razón.
"Cuando la nü:ón impera - expr~'sa Balmes -'- hay legitiJ,nidad, hay
justicia, hay libertad; cuando la sola voluntad, manda, hay ilegitimidad, hay
injusticia, hay despotismo" (28). ' "
" ., leNa; -.-' e:xdama el Cardenal Conzález - la voluntad, por grande, por
autorizada, por universal que se la, suponga, no puedEi variar, en lo más mí~
nimo la natUl'aleza del bien y del mq.lmoral; no puede convertir en justo
lo "que es esencialmente injusto, no puede impedir qu~ sea digno de casii~
go, lo que se opone a la razón y a los principios eter~os e' inmutables que
la dirigen" (29). '
, Ni' la voluo'tad' colectiva del pueblo' considerado como sobenl.Uo pue-
de "consbtuír formalmente la ley, por cuanto aún reunida la totalidad de
, voluntb.des •de lós ¿ilÍdadanos acordes e"n dictar' una' iey .inicua, no' pued'e
dársele a ésta un. carácter racionl'!-l, ni tampoco puede considerárselecomo
conf{)rme con la' naturaleza'r~¿ional ·hum~.na, pués,' posée intrínsecamente
un contenido irracional y disconforme con la esencia del hombre. La hon~
dad y justicia de las cosas no están entregadas al vere'dicto arbitrario de
las urna;, electorales ni de las' votaciones parlamenté:.rias. Hay en todas las
'cosas una bondad y justicia intrínsecas que, si. ni el mi~m() Dios pUede mu~
dar, mucho menos lo podrán los hombres. que las más de las ve~es actúan
por pasiones e intereses. El pueblo no es soberano, no es omnipotel1te ni
moral ni jurídicamente; uno de los errores moderno más funesto, engendra~
,do ,en esa, ¡nadre de errores que es la Revolución Francesa, es el mito de
la soberanía popular; por encima de la voluntad del pueblo hay una Moral
y una Justicia absolutas que éste no puede atropellar ni en sus m.oméntos
más exaltados. de embriaguez libertaria. Es por esto, que constituye una
grave aberra:ción filosófica~moral' el definir la ley como l¿ hace el artículo
primero del Código Civil chileno dicieni:lo: "La ley; es una declaración de
la voluntad soberana que manifestada en la forma prescrita por la Consti-
tución, manda, prohibe o permite'''. Definición que además de ser errada,
no cumple con el requisito fundamental ,de toda definición que es indicar
lo substancial de, lo que se define,. ya que no hace la menor mención ,al con-
tenido de la ley, limitándose a los requisitos externos de su dictación, lo que
es de una importancia secundaria, y a señalar los efectos que la ley puede
producir, incurriendo aquí en una redun.dancia porque en el fondo la ley
sólo manda, pués, la prohibición no 'es sino' un mandato de ahstención v
la permisión es un mandato para el resto de los hombres de respetar ,el d~­
recho del titular cuyo uso se permite.

D) ConcIusión.-Es misión de la filosofía bu~c~ las esencias de las


cosas y, si en lo que a la ley se refiere, nos detenemos a estudiar con pro-
fu~c;Jidad cuál puede ser su conteniem~encial clebemos ,reconocer cjue él
está ~.onstituído: por su con o . I ad c(ln la. ley. eterna, y la ley natural, por

1 109 J
10 propiamente humano qu~ encierra en sus ,disposiciones, por su armonía
-con la naturaleza racional del hombre ,y con el fin último de éste, por su
auténtica justicia, poi- sü bondad moral y civil, por su capacidad para guiar
al hombre por las sendas tortuosas de la vid¡t velando por que éste guarde
el orden natural y moral impuesto por el Creador, por su carácter de ideal
de perfeccion y de motor de la vida colectiva propendiendo a la obtención
del bien común, po~ su simbolismo de. lo que debe ser; todo esto no pue-
de conferírsele sino la rCl?:ón. constitutivo esencial del hombre y lo que lo
diferencia' específicamente' de los demás seres; pero, n~ la razón especula-
tiv~ que sólo juzga, raciocina, sino la razón práctica que impone la obser-
vancia de nuestros deberes morales que tenemos en virtud de nuestra ca-
lidad de' seres formados de espíri-tu y materia y con un destino sobrenat~Jral
que realizar. La voluntad del legislador si bien puede constreñir a la guar-
da de su precepto, no cumpliendo éste con los requisitos esenciales de to-
da ley que indicábamos arriba, no es ley y moralmente no obliga, aunque
el gobernante puede privar a los súbditos d~ sus vidas y de sus haciendas
paTa obtener .de ellos la obediencia servil a un mandato inicuo. Y esto nos
demuestra. que sostener que l.a leyes formalmente un acto de la voluntad
despótica del legislador es. renunciar a la justicia y al respeto que se debe
a la persona humana y eptregarla atada de piés y manos a los tenebrosos
e impuros designios de las dictaduras y tiranías de todos los tipos llámense
democráticas o totalitarias.

2). Respecto del súbdito la leyes formalmente un acto racional.-Aún


aquellos que, como Sl~árez, niegan que la ley sea formahnente Un acto de la
Tazón del legislador, afirman, no obstante, que respecto del súbdito es un ac-
to racional; expresa el Doctor ~mio: "la ley previene 1;;1 voluntad del súb-
dito y la obliga; mas el acto del entendimiento es necesario para que pro~
ponga y aplique próxim~mente a la voluntad la misma ky, y, por tanto, re-
quiere necesariamente el juicio de la razón" (30). No se precisa acto algu-
no de voluntad para que la ley exista formalmeqte y obligue al súbdito, pe-
ro sí eS necesario 'un acto volitivo de éste para el cumplimiento o ejecución
.de la ley.
No es requisito esencial para la existencia de la ley que ésta sea acep-
tada por el súbdito, salvo .ciue sufra de algún vicio en su dictación por de-
fecto de potestad en el legislador.
índice

IV. EL BIEN COMUN, CAUSA FINAL DE LA LEY CIVIL.

Es de la ¡esencia de la. ley Civil que se dé en términos generale,¡ y


pa~á comunidad social.-Así como en el orden especulativo, según lo
~esacfo por Platón, hay que basarse en las especies, ya que respecto de
~- singulares, que suceden, tran~itoriamente, no hay ciencia sino experien-
ba solamente; así también, en el orden práctico no puede haber ley sobre
lo particular, sobre lo que sucede accidentalmente, sino solamente ¡Jruden-
cia (3 t ). La ley no debe atender a lo que sucede casual y particulannente,
ha de referirse a lo que acontece ordina~iamente en la comúnidad social;
evitando, de este modo, los. daños que resultan para la comunidad del con-
tinuo cambio de leyes. El législador debe tener en cuenta que la ley ha de
adaptarse a las viscisitudes de los tiempos, a la generalidad de las personas
y legislar sobre materias que interesen el. toda la sociedad a la cual vá a re-
gir. Si la ley no cumple con la~ anteriores condiciones no es ley propiamen-
te tal, será privilegio o dispensa que se concede a persona particuléu, salv'l

f 110 J
10 propiamente humano qu~ encierra en sus ,disposiciones, por su armonía
-con la naturaleza racional del hombre ,y con el fin último de éste, por su
auténtica justicia, poi- sü bondad moral y civil, por su capacidad para guiar
al hombre por las sendas tortuosas de la vid¡t velando por que éste guarde
el orden natural y moral impuesto por el Creador, por su carácter de ideal
de perfeccion y de motor de la vida colectiva propendiendo a la obtención
del bien común, po~ su simbolismo de. lo que debe ser; todo esto no pue-
de conferírsele sino la rCl?:ón. constitutivo esencial del hombre y lo que lo
diferencia' específicamente' de los demás seres; pero, n~ la razón especula-
tiv~ que sólo juzga, raciocina, sino la razón práctica que impone la obser-
vancia de nuestros deberes morales que tenemos en virtud de nuestra ca-
lidad de' seres formados de espíri-tu y materia y con un destino sobrenat~Jral
que realizar. La voluntad del legislador si bien puede constreñir a la guar-
da de su precepto, no cumpliendo éste con los requisitos esenciales de to-
da ley que indicábamos arriba, no es ley y moralmente no obliga, aunque
el gobernante puede privar a los súbditos d~ sus vidas y de sus haciendas
paTa obtener .de ellos la obediencia servil a un mandato inicuo. Y esto nos
demuestra. que sostener que l.a leyes formalmente un acto de la voluntad
despótica del legislador es. renunciar a la justicia y al respeto que se debe
a la persona humana y eptregarla atada de piés y manos a los tenebrosos
e impuros designios de las dictaduras y tiranías de todos los tipos llámense
democráticas o totalitarias.

2). Respecto del súbdito la leyes formalmente un acto racional.-Aún


aquellos que, como Sl~árez, niegan que la ley sea formahnente Un acto de la
Tazón del legislador, afirman, no obstante, que respecto del súbdito es un ac-
to racional; expresa el Doctor ~mio: "la ley previene 1;;1 voluntad del súb-
dito y la obliga; mas el acto del entendimiento es necesario para que pro~
ponga y aplique próxim~mente a la voluntad la misma ky, y, por tanto, re-
quiere necesariamente el juicio de la razón" (30). No se precisa acto algu-
no de voluntad para que la ley exista formalmeqte y obligue al súbdito, pe-
ro sí eS necesario 'un acto volitivo de éste para el cumplimiento o ejecución
.de la ley.
No es requisito esencial para la existencia de la ley que ésta sea acep-
tada por el súbdito, salvo .ciue sufra de algún vicio en su dictación por de-
fecto de potestad en el legislador.

IV. EL BIEN COMUN, CAUSA FINAL DE LA LEY CIVIL.

Es de la ¡esencia de la. ley Civil que se dé en términos generale,¡ y


pa~á comunidad social.-Así como en el orden especulativo, según lo
~esacfo por Platón, hay que basarse en las especies, ya que respecto de
~- singulares, que suceden, tran~itoriamente, no hay ciencia sino experien-
ba solamente; así también, en el orden práctico no puede haber ley sobre
lo particular, sobre lo que sucede accidentalmente, sino solamente ¡Jruden-
cia (3 t ). La ley no debe atender a lo que sucede casual y particulannente,
ha de referirse a lo que acontece ordina~iamente en la comúnidad social;
evitando, de este modo, los. daños que resultan para la comunidad del con-
tinuo cambio de leyes. El législador debe tener en cuenta que la ley ha de
adaptarse a las viscisitudes de los tiempos, a la generalidad de las personas
y legislar sobre materias que interesen el. toda la sociedad a la cual vá a re-
gir. Si la ley no cumple con la~ anteriores condiciones no es ley propiamen-
te tal, será privilegio o dispensa que se concede a persona particuléu, salv'l

f 110 J
que en algunos casos redunde en interés general, siendo entonces ley pro-
piamente tal. Aunque la ley sea deficiente para algunos casos especialísímos,
'Si es buena para los casos g~nerales, es una ley verdadera y justa.
Para Santo Tomás la ley debe tener un carácter general porque: "To~
<lo lo que se ordena a un .determinado fin, debe hallarse proporcionado a
eese fin. El fin que persigue la leyes el bien ~omún, pués, hemos oido decir
.a San Isidoro, "se establece, no para fomento de il,ltereses privados, sino
.para común utilidad de los ciudadanos". Por consiguiente, debe tener aque-
lla proporción que demanda ,el bien común, y como quiera que este bien.
común consta de muchas cosas, a' todas ellas debe atende,r la ley humana ..
Debe tener presente las personas, los negocios o asuntos, el tiempo; porque
toda comunidad política se compone de muchas personas, y su bien propio
:se obtiene por múltiples acciones, y su institución no obede,ce a un fin mo-
.\ffientáneo sino permanente; subsistirá a través de todos'los tiempos,mer-
>ced a la sucesión de los individuos que la componen, como se expresa San
Agustín .. , No hay principio normativo que no lo sea de muchas cosas. Lo
dá a entender Aristóteles cuando dice que, "todo lo' perteneciente a un or-
<len ,de cosas, se halla regulado por una única regla, que es aquello 'que en
ese orden ocupa el lugar primero". Si, pués, la ley se limitara a un solo ac-
to particular,' de nada nos serviría, porque para dirigir y encauzar los actos
humanos particularmente considerados bastan los preceptos del· varón pr,u-
dente. La ley, por el contrario, es. un precepto común, genérico" (Som.
'Theo1. 1 II q. 46 arto 1). Esto mismo enseña' Aristóteles en innumerables
pasajes de sus Obras. .
No se requiere de mucha profundidad para comprender que todo man-
dato de un ~uperíor, para ser verdaderamente ley, debe .dirigirse a la comu~
.nidad y redundq.r en su beneficio. Desde luego, al ,dictar toda ley deb.e tra.-
tarse que rija permanentemente, para evitar sus frecuentes mutaciones, y
.sólo la comunidad es permanente, mas no los ,individuos particulares. Por
otra parte, la ley eterna y la ley. natural tienen un carácter común, se im.-
ponen a todo lo creado, la primera, y a lascreatura's racionales, la segunda;
:y siendo la ley civil la expresión de ésta última debe tener, en consecuen-
cia, un carácter general. , .
Pero, "la ley no se llama común - expresa Suárez - porque nece- .
,sariamente debe ser impuesta a la comunidad, e~ cuanto es comunidad y
.cuerpo místico, sino porque debe ser propuesta en general de mo.do que a
todos y a cada uno pueda pertt!necer, según la exigencia_de la materia; y
<le este modo es verdad que se dá como regla de personas verdaderas y no
'Sólo fingidas" (32). Generalmente la ley no se dá a la comunidad en sí, aun-
,que eno puede suceder alguna vez, sino que se dá distributivamente a to-
dos y cada uno de los iniembros, para que la guarden según la relación par-
bcu]ar de cada cual con ella.
Solamente tienen el carácter de leyes las ,disposiciones dictadas por un
superior para que rijan a una comunidé'.d perfecta, ú sea, aquella que ''')ue-
·de satisfacerse a 'sí misma, siendo propiamente un 'cuerpo político y gÚ'1[!r-
nado por jurisdicción propia que tiene fuerza coactiva, que es legislativa.
J~a comunidad imperfecta carece de auténticas leyes propias porque nó se
hasta a sí misma y debe estar subordinada a otras superiore;' y más perfec-
tas, entre' estascomunid?-des tenemos: .la, familia, la región, el municipio,
etc.; además, en ellas "no se reúnen las personas particulares como miem.-
bros principales para comp'OJ;ler un solo cuerpo' político;', sino que están en
un cierto estado de dependencia; carecen de. una jurisdicción propia y de
fuerza coactiva, los cuales son requisitos esenciales para la existencia de le-
yes obligatorias, y por el contrarío están, ~omo dijimos, casi naturalmente
lordenadas a la comunidad perfecta, como parte al todo, y, en consecuen-
cia, la potestad legislativa no está en tal comünidad, sino sólo en la per-
fecta.'

{ll1.l
E,.á irpportante inTsi~tiJ"sn que' ~9 ~§ ~~nc~aI ~ la I~y que se dé en ~~-
~:!E~ tut~,~~~ ~J~-qj; liff :¿~'~t~:te s:fi~~m~~~:t~nrao:3-u;, f~~Ta~
mexit~ 'suficieiité~p~ia fa 'pérpetula~a-Cfe Ta~1e;y~y 'páraqll'e ¡iroéeda de la
juri8,'dicción p'oIíticá' y pertinente Inmediatamente ala gObernación común,
pbr '¿uanfo, éúalesquier~ d'e:estos
mo;;Iósoe 'gener~l!d_ad'sera, suficiente para
la esencÍa de la ley,' si por otrí:daqo :}e'ob~e~va la"j¡is'tjcip' 0.3): '
, ":Ahora bien, si toda ley debe ser 'aict~C!a par~ la c~m.unidad social per-
fecta, es interesanfe ji capifal'estül)i~i, ' aunq'ue "sea' sóineramente a travé~ de
suS "táúSas, r~ ~~ltpr'aleza de' la s~::!edad eI}-la cU<;l.1 vá' aactúar la ley cOn:)p
directriz de las relaciones que surjan c;nti,e los hombres como miembros de
~éfá'comúnidad; ppr ~:>fnl pa~t,e;~ére,rñós qlÍe tanto la sociedad c'omo la ley
ti'éiilm una misma causa' 'finar: el Bien Común.
'-~~" _l..... ~ .d'; !..-1:

2J. <;;o~f~P!o!, ~~~~ d~, l~ ~oc;..,~~9:=-EI, t~rl1}!~o. s?c;:i~dad. Pl1e~e


tomatse efi ühsentIao estricto y.. en un' se.ntu3o lato. En sentido estncto so-
ci~?a~~ n~ éi oti~' ~ii~ Sq!ili ~~J~i é)"*Aiu'Ln~~r~.;>s::: "q~'f ~n"cq~r~n!~ qe
:hoIDbrF:>. qu~ s~ r.elÍ,!!.ep.p'<1;p~ realFz.~r al$un~ CR~a. en com\lp." (34)) Do~at
y"C'áthrein la d6ifinen di<;iendo: "s<?ciedíl9 es l<l, uni9P ~oral d~ muchos pa-
ra 'ó'f?Í:~ii;;r ~l?- ffi{'~~~w.~~' p~~ me,dio~ éO~ll~es"; ii{ia~ c'on~erto dá T'ri~t<1-n
de IXt.hayde tomándolo de Gredt (3 S ). En sentido lato se puede conside-
xát ~ 1~ so'~¡,eda~:' c~;;..;?· lp' r~~¿¡4!l qt': tq1?4C!~~r~s 'ucid~s ppr rel~ciones de
vEda tendientes todas al bien común humano;' para Aristptelef? la sociedad
o cipc!ad, como éJ l~ !.la~.. "e:;¡ mu~h~g!lW~!'~ d~ ~!lldaA~ll~!! que tien~n en-
tré Sí -yÍI!cu1o moral" <r.<2Jit: L. 3,caQ. 10); ~a!l~p 'IOITlá,~ .~fi!ma: "l~ c¡t.¡.-
da~l e~Il~_a 'c?m,unicf~~q p,eife~t~" (~o~.The~!; 1 U 9" 9.0,~rt. 2). En la pri-
rriera,si.~Jfi.<;~c}é~n 12!:l~?~J1 ~~!sti~ múcb.?:s' ~o_cie<;l.~p.t;~, ~lE:f-ri~s z:,aturales. y
ot'1·_~ c!~~!:fa~ II~r~ITl~,l}.!.~ RO,L ~1 ~o}~b!~i, el} l!l ~~g!l}1qa, ~q!o c:x~ste una so-
ci~CG.d: la sociedad humana, es en' ésta sociedad en la que vá a imperar la
ley,~'y~ a la cüál ños r~t~rirefx:¡.os éxclti.~iva:~~nte·ep"·n~~stro estu~ip. " .
4.s_ócfed~d 'e~' ~~~ p.~s~ri~ ~O!~1'p.u-¿~;"~Lfg,u~1 'que ,lap'ersona, fí~ica,
está dotada efe' propia actividad. y fin: de deberes}' de derechos. Pero, co-
mo observa Gillet, la. sociedad. no es un ser individual, una realidad subs-
.
t~4a:t ~ '1.~(l!yi~~:' Cl:>~¿" ~r ~o~i?~~~~,q ,~~ixPl~9"º 'eC ~B~rI;o vivo. "Eí Todo
sOcitil es un' esládo del ser., ño es un' s~i; un modo d~ ser, po úq. ser" (3q).
Pero"~sto debe-épteiid~r~e' .;'n el' s~r;,tido q~e la s~'ci~da'd no es' un ser s{¡bs-
ta'üdaCul tampoc'o lin-~erf¡¿tido; ~GlO - u'p. '~e; ~or~r:' d'e ~na' reafid'ad b¡~n
réál;éomo ánota' SanioTom<is; comp~esto de dos elementos iriseparabl~s:
y
10s"indÍvidu¿-s' la - c;;reéüiic1i'cf. .... n • • -- ,"" " "

'Sé ha dicho qué la sociéJad es un On5'arliSVIO porque tiene diferentes


miembros' que cles~mpefí~' 'f~~c¡'~nes ' Jistint.;s' R~_r9 t~!ld'ientes tod~s a' ~n
fin ~~'?_~I!' n,o. O~S!~I3!~' C!~e.n.,lO~, q'!e ~ ~,~ci~,<:l~?"n'9 ~s' ~n orli~ni~rno, sino
una organización; pbr cuatlto los asociados' no sacrifican en forma absoluta
';¡:
sti 1[ge~ta..? a-!. 'toc!.o y' ~{, ~e:- ~o~~t~1} ~[«i~inei1t~ ~;t~," c~rn~ a~ontec:~on
los orgamsmos, smo' que conservan la lib~;rtad eSPlPtual Y matenal sufIclen-
te pata cu~pllr
,,~~ .' . . , -. 'indivrcItiál~~t~
-
----1~ .... __ ...... ," ~i fin' -¿lti~~ e~pec'íf¡co
~",._:, ,,_. . de la persona hu-
;
mana.
" .,~ta sociedad tiene un carácter esencíalmente temporal y transitorio. por-
que, ¿omo' se dice ~ii~~! -~ó<tiió' $<tci~f d.~ 'M~i~~ (Intto. J), ~ólp el Q~m­
bré - e~i~moí-tal;la s<?.ci~ª~<f n~ goia' (lH ~i áJ.!;i~~~~, auqque. pue4e dec:;irse
qtit'f exisqr~ si~m.pre míe~tr~s, hay~ ~xist~n~ia hw:m~l).,I!. f.~t~ carácter de tra.n-
sitopeaa'cL según escri~e M,aí;i,tain. "~t.á, q.~qtqs~t~gqy d~t;nninado P9r es~
eric.ár.i1ináiI1~~to d«: l~ ~i~ _te!~§t!e lia<;~a' ~l.! }?iQpi,a ~ul?eraciÓn; el cual rli~­
gá"-$;;l~~ !!.~. fI!! ú)ti~~.:t l~ ~cl~. t<¡,w~~i1,·l; ~~'~i ·~~.I!n~,. up P-'l9,I11~!lt.c.>, ~
nú~sWO a~stm8~ el r:l9m~ep!~, \«;ir~~tr~..~';;i CO~C:e~lq,<!-, la cIlJda~ ~~ comuni-
,clac[ de vlaéIores, de gente que peregnna haCia otro lugar defmltlvo de la
persona, Tal es lo que puede llamarse el carácter peregrinal j ,. Pero, "la vi-

r nt]
da Dolítica, que dentro de ciertas condiciones dadas ha de procura,; la ma-
yor elevación posible de nivel de existencia .de la multitud, debe aspirar
también a un heroísmo propio; y para dar mucho al hombre, debe exigirle
mucho. En consecuencia, la condición de vida de los miembros de la ciu-
dad temporal nunca podrá confundirse con una beatitud en la tierra; ni con
una felicidad de laxitud y de reposo. Pero eso no significa que la civiliza-
ción temporal sea exclusivamente un medie para alcanzar la vida eterna;
es un fin intermedio, un fin infravalente, y en tal carácter, reclama para si
una dignidad que no debe negársele. Esa misma dignis:Jad invalida el pre-
texto que esta vida es un valle de lágrimas, cuando se pretende que el cris-
tiano debe resignarse por eso a la injustIcia, y tolerar la condición servil y,
la miseria de sus hermanos" (37).
,El Dogma de la Comunión de los Santos representa en el plano espi~
ritual y sobrenatural lo que la sociedad es en el plano natural. San Pablo
expone la unión espiritual de todos los cristianos diciendo: "Nosotros que.
somos numerosos, no formamos sino un solo cuerpo, del cual Cristo es la
cabeza y del cual nosotros somos los miembros. Si sufre, todos sufren con.
él, si un miembro es glorificado, todos los otros se regocijan" (Epíst. a los
Corintios cap. 1 2 v. 26 y 27). y en otra parte: "Me. siento deu.dor con res-
pecto a cada criatura" .

A). Causa matel.-ial de la Socieuad.-Entendiendo por causa material
aquello de lo que se hace algo, la materia de la cual está constituido un
objeto, podemos decir, que la causa material de la sociedad es el hombre,
elemento susceptihle de ser informado para constituír el todo social; de no
existir el hombre no tendría la sociedad ni causa ni razón ,de ser. Pero la
nlateria personaÍ próxima de la sociedad no es el individuo aislado y atómi~
'co, como lo pretende el liberalismo. individualista, sino la persona como
miembro ,de sociedades 'menores imperfecta::; y que por lo mismo no satis-
facen plenamente el espíritu social de! hombre; la familia, las corporacio~
nes profesionales. etc., son incapaces de proporcionar a sus componentes
la totalidad de aquello que requieren para su perfeccionamiento espiritual
y material, por lo cual estas sociedades menores van a fOl"mar parte, asu
'Vez, de un todo social m.ás amplio y que otorga al hombre más posibilida;-
des para su desarrollo específico. .
Algunos autores, como Cathrein, consideran que junto a esta causa ma-~
terial personal de la sociedad. debe agregarse una causa material real: el.
territorio. Pero, reconocen, al mismo' tiempo, que no es algo esencial. a la
sociedad y que ésta puede existir sin que exista aquél, supuesta siempre la'
existencia de la persona humana.
La vida del hombre no es sino una constante ascensión hacia socieda-
des más amplias y más perfectas que satisfagan sus ansias de plenitud na~
,rural y sobrenatural. Su nacimiento a la vida temporal no representa otra
cosa que el cruzar el umbral de entrada a lo social tempo:nil; la muerte,
equivale a su incorporación a la sociedad sobrenatural de los bienaventura....~
dps. Es que en ias entrañas de la esencia del hombre está impreso el sello.
.de la sociabilidad, y siendo la criatura humana obra de Dios, debe concluír--
se que la sociedad también lo es.
Desde los filósofos de la Antigüedad hasta nuestros días ha sido reco-
nocida esta tendencia socia! del hombre. En efecto, Aristóteles en la Polí-
tica enseña: "el hombre es un animal sociable, aún en mayor grado que las
abejas y cuantos animales viven reunidos. La naturaleza, como decimos,
D@ hace en vano. Entre todos los animales, el uso de la palabra no lo tie~
ne más que el hombre ... la palabra tiene por objeto hacer comprender lo
que es útil o perjudicial y, por consiguiente, justo e injusto. Lo que distingue
singularmente al hombre es que conoce el bien y el mal, lo justo y lo inJUS-
to, como todos los sentimientos cuya comunicación constituye precisamente

[ tt3 r
la familia del Estado... el que no puede VIVIr en sociedad, o el que no ne-
cesita de nada ni de nadie porque se basta a sí mismo, no forma parte del
Esta,do: es un bruto o es un dios. La naturaleza impulsa, pués, a todos los
.ohombres hacia tal asociación; pero el primero que la estableció fué causa de
los mayores bienes pués si el hombre que llega a su perfección es el más
excelente de los animales, es el peor de todos si vive en el aislamiento, sin.
leyes y sin código" (Polít. L. 1 cap. I). Santo Tomás de Aquino, continua-
dor del pensamiento filosófico aristotélico y al cual logró imponer en la fi-
losofía escolástica, sustenta el mismo principio de sociabilidad innata y ne-
cesaria al hombre, dice: "Por lo que hace a sus actos puramente individua-
les, tiene ya el hombre naturalmente impresa en su razón, luz bastante pa-
ra poder dirigirse; y si hubiere de vivir siempre sólo, como algunos anima-
les, no necesitaría quien le dirigiese, sino que el sería el director o rey de
sus propios actos, debajo de Dios, Rey Supremo, pudiendo gobernarse por
la luz natural de la razón. Mas, como el hombre es por naturaleza animal
social y político, y necesita naturalmente vivir en sociedad más que ningún.
otro animal, ya que a los animales la misma naturaleza les prepara co<-
mida, abrigo y defensas, mientras que al hombre le dá en cambio la razón,
con que por medio de la sociedad, sobre todo, pueda de todas esas cosas
proveerse, resulta que el hombre, al no bastarse por naturaleza a sí mi2mo
y encontrar sólo en la sociedad esa suficiencia, está por la naturaleza orde-
,nado a vivir en sociedad... Se confirma e~to mismo porque los élflimales
tienen por naturaleza el instinto con que distinguen las cosas útiles y noci-
'Vas, las hierbas medicinales, las fieras que los persiguen, etc., pero el hom-
bre no tiene de todas estas cosas conocimiento natural, sino muy en común,
como si la naturaleza intentase que de esos principios comunes fuese por
la razón deduciendo todo lo que en particular le es útil o necesario. Pero
a todas estas deducciones necesarias no es posible que por su razón indivi-
dual Hegue un hombre solo; por 10 cual le es absolutamel~te necesario vivir
en sociedad, para que unos ayuden a otros, ocupándose cada uno en una
cosa particular, como la. medicina, etc ... Tc.rr..bién° se manifiesta evidentísi~
mamente esto mismo por el uso de la palabra de que el hombre est§. dota-
<:10, por medio de la cual puede comunicar con los demás sus conceptos"
(38). y al tratar Santo Tomás en la Etica esta materia concluye: "El hom-
bre, por naturaleza es un animal social, porque ne:::esita para vivir de co-
sas que no puede procurárselas por sí mismo; luego, por naturaleza el hom-
bre es parte de una multitud de ]a cual recibe la asistencia a fin de vivir
convenientemente" (39) .
.jaegues Maritain, moderno discípulo de Santo Tomás de Aqt:ino, emi-
te conceptos similares a los anteriores al decir: "La persona humana e::::ige'
de suyo v-ivir en sociedad. Lo exige, en primer lugar, por las perfecciones
mi~mas que le son propias, pués la persona no es un mundo sin puertas ni
ventanas; ... es un todo, pero un todo espiritual, abierto, por lo tanto, al in-
finito, aunque cerrado sobre sí. La persona se abre a las comunicaciones
espi.rituales de la inteli.gencia y del amOl', y son esas comunicaciones que su
esencia reclama las que exigen relación con otras personas, con las cuales
construirá una sociedad... He dicho que la persona postula la vida en socie-
dad en virtud de su misma perfección de persona. La postula ta.."llbién, en
segundo térr:::J.ino ( se tre.ta aquí sólo de las personas creadas). para acceder
a la pler:itud de su vida y a su pleno desarrono, a su realización propia. Por
eso la pf':rsona siendo un ser sometido al devenir, como es el hombre, Te-
quiere la sociedad: sociedad temporal (sociedad familiar y sociedad civil),
sí se trata de la vida terrenal; socieda sobrenatural, si se trata de la vida
etcl·na. La sociedad aparece entonces como proporcionando a la persona
las condiciones de existencia y desarrollo que precisamente necesita, pués
la persona por sí sola no puede lograr su plenitud ... No se trata aquí sola-
mente de las necesidades materiales - necesidades de pan, de vestido y de

[ 1J 4 ]
;techo - cuya satisfacción el hombre sólo puede obtener de sus semejantes,
'Sino también, sobre todo de la aypda que requiere para hacer obra de ra~
zón y de virtud, obra qt:e responde al carácter especHico del ser humano.
Pal'a lograr cierto grado .de elevación en· el conocimiento y cierto grado de
.perfección en la vida moral, erhombre necesita una educación y el socorro
..de sus semejantes. Por sí solo no llegará nunca a la perfección de su ser es-
pecífico, ni realizará, todo lo que está contenido en estas cinco letras: razón"
( 40). Eñ otra de sus Obras Maritain desarrolla este mismo pensamiento
diciendo: "La personalidad' es un todo, pero no es un todo cerrado, es un
,todo abierto, no es un pequeño dios sin puertas ni ventanas como la mónada
,de Leibnitz, o un ídolo que no vé, no oye y no habla. Tiende por naturaleza
,a la vida social y a la comunión... Esto es no solamente a causa de las ne-
cesidades e indigencias de la naturaleza humana, a causa de las cuales cada
,uno tiene necesidad de los otros para su vida material, intelectual y moral,
sino también a causa de la generosidad l'adical inscrita en el ser mismo d~
'la pcrsona,a causa de la apertura a las comunicaciones de la inteligencÍa y
del amor, propias del espíritu, y que exige que' se entre en relación con otras
.personas. Para hablar claramente, la persona no puede estar sola. Se puede
:decir con lean lacques Rousseau que el aliento del hombre es mortal al hom-
'bre; se puede decir con Séneca: cada vez que he andado entre los hombres,
he regresado disminuído. Esto es verdad, y por una paradoja fundaITl<:mtál,
,no po'demos, sin embargo, ser hombres, y llegar a ser hombres, sin andar en-
tre los hombres; 'no podemos hacer crecer en nosotros la vida y la actividad
.sin respirar con nuestros semejantes... Así, la sociedad se forma comq una
.cosa exigida por la naturaleza, y (porque esa naturaleza es la naturaleza
l1umana), como una obra cumplida por un trabajo de razón y de voluntad,
y libremente consentido. El hombre es un animal político, es decir que la
persona humana reclama la vida política, la vida en sociedad, no solamente
con respecto de la sociedad familiar, sino con respecto de la sociedad civil.
.Y la ciudad, en tanto cuanto merece su nombre, es una sociedad de perso-
nas humanas ... Es decir, es un Todo de todos, -'- porque la persona, corno
tal, es un todo. Y es un todo de libertades, porque la persona como tal sig-
nifica gobierno ,de sí o independencia (no digo independencia absoluta, lo
cual es propio de Dios)... La sociedad es un Todo cuyas partes s'on, a su
vez, todos, y es un organismo hecho de libertades, no de simples células
vegetativas. Tiene un bien propio y un.¡¡t obra propia que realizar .. que son
'distintos del bien y de la obra de los individuos que la componen. Pero ese
bien y_.esa 'c,bra son, y dehen ser, humanos por esencia, y en consecuencia
se pervierten si no contribuyen al desarrollo y al mejoramiento de las per-
sonas hUITlanas" (4 1) •
, A estos, testimonios filosófic..os debemos agregar la autorizada voz de
León XIII, quien en la Encíclica "Inmortale Dei" plantea la sociabilidad
natural del hombre; expresa: "El hombre está naturalm.ente ordenado a vi-
vir en comunidad política, porque, no pudiendo en la soledad procurarse
todo aquello que la necesidad y el decoro de la vida corporal exigen, como
tampoco lo conducente a la perfección de su ingenio y de su alma, ha sido
providencia de Dios que haya nacido dispuesto al trato y sociedad con sus
semejantes, ya doméstica, ya civil: la cual es la única que puede proporcio-
nar lo que basta a la perfección de la vida'" (Ene. Inmortale Dei. N9 6).
Por su parte El Pontífice Pío XI al respecto enseña: "Pero Dios, al mismo
tiempo, ha ordenado taITlbién al hombre para la sociedad civil exigida ya
por su propia naturaleza. En el plan del Creador la sociedad es un medio
natural, del que el hombre puede y debe servirse para obtener su fin, por
'Ser la sociedad humana para el hombre y no al contrario. Lo cual no hay
que entenderlo en el sentido del individualismo liberal, que subordina la
sociedad al uso egoísta del individuo; sino sólo en, el sentido que, mediante
,la unión orgánica con la sociedad, se haga posible a todos, por la mutua co~

[ 115 ]
Jaboración, la realización de la verdadera felicidad terrena; a,demás en el
sentido de que en la sociedad hallan su desarrollo todas las cualidades indi·
viduales y sociales insertas en la naturaleza humana, las cuales, superando
el interés inmediato del momento, reflejan en la sociedad la perfección di~
vina; lo cual no puede verificarse en el hombre aislado. Pero aún esta fina-
lidad, dice en último análisis, relación al hombre: para que reconociendo
·éste el reflejo de la perfección divina, lo convierta en alabanza y adoración
del Creador" (Enc. Divini Redemptoris. N9 29). El Código Social De Ma·
linas sintetizando todos estos conceptos afirma: "No es verdad que el in-
dividuo se baste a sí mismo. Por preciosas que sean sus facultades, sin la so-
ciedad en la que está llamado a vivir no puede conservar su existencia ni
alcanzar la perfección del espír~tu y del corazón" (Intro. 2).
Santo Tomás sostiene que en todo hombre hay la misma inclinación
natural a formar parte de una sociedad política que ha hacer obras de vir~
tud. En efecto, siendo la sociedad un bien natural del hombre en cuanto
hombre, y queriendo todo hombre naturalmente el bien de sU naturaleza.
luego, todo hombre quiere naturalmente vivir en sociedad. Pero, como eso.
ta tendencia a la virtud no es lo suficientemente fuerte en algunos, se pro-
ducen también naturalmente conflictos entre la persona y la sociedad.
El hecho mismo que la sociedad sea el complemento indispensable ?l.~
hombre, para cumplir acertadamente el deber impuesto por el Creador de-
perfeccionarse, nos está indicando que la sociedad debe ser para aquél sólo
un medio natural de cumplir su fin último, aunque en ciérto modo podria
decirse que la sociedad es un fin intermedio del hombre; más no debe ésta
erigirse a sí misma en último fin de la persona, porque esto es trocar el orden
impuesto por Dios e impedir a la criatura racional su libre desenvolvimien-
to hacia la consecución de su plenitud ontológica. En este evento, la comu-
nidad habría traicionado su finalidad y pasado a ser un obstáculo entre el
hombre y Dios, principio y fin de aquél, perdiendo toda razón de existir.
Hasta aquí hemos dicho solamente que la sociedad es necesaria al hom-
bre, pero falta precisar de qué especie de necesidad se trata, ya que pueden
distinguirse dos especies de necesidad: la necesidad absóluta y la condicio-
nal. La necesidad absoluta. al decir de Schwalm, se encuentra en la relacióO-
de dos partes, de dos elementos de una misma cosa, de tal manera unidos
que el separarlos' es destruÍr esta cosa (42), es una relación sin la cual una
cosa dejaría de existir; esta necesidad no sufre jamás una excepción. Indu-
dablemente no es esta necesidad la que impulsa al hombre a vivir en socie-
dad, porque un hombre por solitario y abandonado que esté, carente de to-
do contacto con sus semejantes, permanece, no obstante, con su naturaleza
de hombre intacta yen' la plenitud de sus atributos específicamente huma-
nos. Por consiguiente, si la sociedad no es de necesidad absoluta debe ser
únicamente de una necesidad condicional, o sea, aquella necesidad que n,)
depende solamente de la naturaleza de una cosa, sino que se subordina a
otro principio, esa condición es: la voluntad de vivir. Pero como esta '.'~­
Juntad de vivir (instinto de conservación) es un acto fundamentado en las
l"aíces de la naturaleza viviente humana, se puede decir, que es la más ab-
$oluta de las voluntades condicionales (43). Resumiendo lo dicho tenemos
que la sociedad es condicionalmente necesaria como medio natural e in-
dispensable, no sólo de conservar la vida, sino también de mejorarla (Hut
homo non solum vivat sed et bene vivat", dice Santo Tomás);
En virtud de ser la sociedad sólo una necesidad condicional, pueden
presentarse casos en que el hombre viva fuera de la sociedad. Esto ocurre
cuando el aislamiento se produce: 1) por una causa violenta. según el tér-
. mino del Doctor Angélico, es decir, una causa contraria a su voluntad y su-
perior a sus medios de resistencia; 2) por la voluntad ,del hombre, como
consecuencia de una depravación de su naturaleza (los idiotas, misántro-
pos, etc.); 3) por la voluntad del hombre, como consecuencia de Ímpetus

[ 116 1
,:y clones sobrenaturales. "El estado extra-social de ciertos holDbres no des.-
.conoce la necesidad general de la sociedad; la confirma más bien mostran~
do que estos hombres han caído por debajo o se han elevado 'por 'sobre las.
:necesidades de la naturaleza humana" (44). No existe, en consecuencia,
un determinismo ciego y fatal que impulse al hombre a relacionarse con sus
semeja~tes; tiene sí un movimiento natural a la sociabilidad, pero la satis-
facción de él no es un súpuesto necesario para la existencia del hómbre, por
'cuanto éste existirá como tal en ")a sociedad y fuera de 'ella. Lo anterior no
importa desconocer el hecho que el hombre es el más sociable ,de los ani-
males, porque mientras los otros animales se' reúnen llevados por necesi-
,dades de su naturaleza sensitiva, el hombre tiende a la sociedad por exi-
.gencias no sólo de. sus sentidos e instintos, sino también de su razón, de sus
'Flptitudes intelectuales y espirituales. La sociabilidad exclusivamente mate-
~ial y sensual en los animales, es en el hombre intelectual y moral; y esto
.p'orque, como observa Tristán de Athayde, "no hay en el hombre solamen-
;te un instinto social sino también una inteligencia social" (45).

B). Causa eficiente de la Sociedad.-Acabamos p'e ver, que el hom-


bre es lamatería, el elemento pasivo de la sociedad; ; pero, también les la
causa eficiente de ella, en él encuentra su origen, su autor, es el agente de
.la unidad social, motor de la actividad comunitaria. "Es el hombre, en con-
secuencia, el elemento que, al mismo tiempo, recibe y dá forma al com-
puesto social". Es lo pasivo y lo activo de la vida colectiva. "La sociedad
'Se hace de hombres, pero también es hecha por el hombre".
Pero no existe uniformidad para apreciar la razón o la naturaleza de}
acto que lleva al hombre a la creación del todo social. En efecto, tres doc-
trinas principales tr~tan de explicar el origen del hecho social; a saber:

a). Determinismo SociaI.--Según esta tesis el hombre sería impulsado


hacia la sociedad en una forma ciega e irresistible, con una inclinación na-
tural similar a la ley de la gravedad. Pero, ya vimos, que no hay tal fata-
lismo social, que pueden presentarse casos fortuitos o de depravación de la;
voluntad o espiritualización extraordinaria de ésta en que aún careciendo
las personas de todo vínculo social, no obstante, viven en su integridad de
hombres, sobreponiéndose así a la necesidad condicional de su naturaleza
sociable y política.

b). El arbitrarÍsmo social.-Esta doctrina es la antítesis de la anterior.


P<;lra esta doctrina, la voluntad es incondicionada y plenamente libre y la
:sociedad no es sino la resultante de la voluntad arbitraria de "agregación
de unidades totalmente libres". La sociedad humana es un producto artifi~
cial, sólo las de animales tienen un carácter natural. Esta doctrina :recibe
también el nombre de doctrina del Contrato Social, tomado de la Obra y
,teorías de Jean Jacques Rousseau.
Para el románticó y solitario Rousseau la base de todo está en la na-
turaleza primitiva del hombre y para mantener esta naturaleza originaria
,éste tiene que ser libre. pués, sólo en el estado de naturaleza es lihre. La li-
bertad es la esencia misma del hombre, pero para conservarla es preciso
,permanecer en la naturaleza primitiva, sin estar sujeto a la tuición de nin-
gún otro hombre. El estado natural es puramente instintivo, en ese estado
.hay una ecuación perfecta entre las necesidades del hombre y la forma de
satisfacerlas. "El hombre nace libre. la sociedad lo encadena", dirá Rous~
seau. Cuando nace la sociedad, la civilización, ,surgen los deseos y ambi-
,dones desenfrenados e insaciables. El equilibrio natural se rompe, viene la
sujeció,rr de unos hombres a otros, nace la lucha por la vida con toda su
crud~za y el. vivi: 8~. transforma en un dolor. Pero, Rouss~au no afirma que
..el estado mas pnmltlvo sea el que otorgue mayores ventajas, sino aquel en

[ 117 ]
que nacen la vida social y la civilización, "aquel que se encuentra entre la.
indiferencia del estado primitivo y la actividad febril de nuestro amor pro-
pio". Rousseau nos expone sus pensamientos, con aquella delicadeza de
expresión que lo caracterizaba, diciendo: "Solamente en sí mismo halla el.
hombre la paz. Sólo ha vivído mucho quien ha sentido la vida. Pero la ci-
Vilización ha traído la duda, la agitación perenne. Al mismo tiempo nos
ha traído I~ servidumbre, gracias a la división del trabajo. La desgracia so-
cial ha nacido el día en que el hombre ha visto que podía vivir del traba-
jo de otro hombre y en que se utilizó lo superfluo que podía servir como
necesario a otro ser humano" (46). El hombre es bueno, la sociedad lo
pervierte, "el aliento del hombre es mortal al hombre", en consecuencia,
hay que reintegrarle a la naturaleza, lejos de la sociedad, a la soledad, a
la libertad.
La solución del problema político la encuentra Rousseau en el Con-
trato Social. Analizando esta ficción del soñador ginebrino, dice Maria de
Maeztu en su Obra "Historia de la Cultura Europea": "El Contrato Social·
es el pacto que hacen los hombres soberanamente libres para someterse a
la voluntad general. ¿ Y al someterse a esa voluntad general, no pierden
la libertad? No; primero, pcrque se someten por su propia voluntad y, se-
gundC!, porque someterse a esa voluntad general, que es la de todos, no es
someterse a la de ninguno en particular. ¿ Y qué es la voluntad general?
La voiuntad general no es la suma de la voluntad de todos - no es una
suma de voluntades - es una nueva voluntad metafísica y abstracta que
encarna la voluntad del Yo común a todos. Esa voluntad general se en-
gendra por el sacrificio que cada uno hace de sus derechos personales en
beneficio de la ciudad, del Estado ... En virtud de ese contrato que el hom-
bre hace con los demás hombres se constituye la sociedad y el hombre pa-
sa del estado natural al estado social sin el grave peligro que hab;a que
perdiese su libertad. La voluntad general tiene que expresal'se y se expre-
sa por medio de la ley. La leyes la expresión de la voluntad general y sólo
es válida, es decir, legal, ley, cuando expresa la voluntad de la mayor:a.
La voluntad general, al expresarse en forma de ley, al legislar, deja de ser
un ente metafísico y abstracto y se convierte en la expresión de una ma-
yoría. La ley que emana de la mayoría es legal; la minoría no tiene dere-
cho a legislar, la minoría no existe ante la ley... Aquel hombre solitario
para quien el hombre sólo podía mantenerse en estado de pureza cuando
estaba aislado, acaba por entregarse al mito de las mayorías, al dominio
de las masas - la soberanía popular - la soberanía recibe esencialmente
en el pueblo, en la masa, en la reunión de todos los individuos tomados
en conjunto, su justificación legal" (47).
Los fundamentos teóricos de la Revolución Francesa son tomados en.
gran parte de las doctrinas de Rousseau, por lo cual su Ínfluencia alcanza
hasta nuestros días, ya que la mayor parte de los países occidentales se
han organizado políticamente según los postulados enunciados por los re-
volucionarÍos racionalistas y utópicos de 1789, los cuales al grito de Li-
bertad disolvían los gremios y las corporaciones dejando entregado al obre-
ro a la más opr<?biosa tiranía del capitalista y sometiendo a los ciudadanos
n la dictadura irresponsable de las mayorías; los cuales al grito de Igualdad
preparaban el advenimiento de la burguesía lo que dividiría a los hombres
en dos castas irreconciliables y desiguales, separadas por algo muy inferior
aún a la nobleza de la sangre: el dinero, y los hombres se clasificaron: en
los poseedores de la riqueza y en los que precisan de su trabajo para sub-
l:;istir; los cuales al grito de Fraternidad esparcían el odio, el rencor y ia
venganza y erigían guillotinas por doquier como símbolo de los nuevos
tiempos que venían.
. Con razón ha podido decir T ristán de Athayde: "La teoría del Con-
trato Social, con que Rousseau se erigió en patrono de la Construcción li-.

[ 1 18 J
beral de la burguesía, en el siglo XIX, es la precursora de la teoría ,de la
:rescisión social, con que Marx entregó al p~oletariado el encargo de la des-
·kucción socialista de la burguesía. Un error generó otro' error" (4B).

c). Necesidad y libertad de la sociabilidad.-Hé aquí la doctrina ver-


dadera que vá tanto contra el determinismo como contra el arbitrarismo
social, por cuanto, el primero, sólo considera a la naturaleza-inclinada ne-
cesariamente a la sociabilidad, y el segundo, sólo concede importancia a la
-v;oluntad libre conio factor creador de la sociedad. ,
En substancia el principio subsistente de operación es el hombre, sir-
viéndose de la voluntad natural y libre para entrar en sociedad. La socia-
bilidad es necesaria porque nosotros queremos de una manera general, por
'!:'.na determinación esencial y necesaria a m~estra voluntad, todo lo que con-
::erva nuestro ser (Som. Theol. 1 11 q. 10 arto 1); es así, que la presencia
del hombre en sociedad es un medio de conservar su ser. luego, nosotros
(lueremos, de una manera general. por una determinación natural y nece-
;aria de nuestra voluntad, estar presentes en la sociedad. El anhelo de vida
social es un querer necesario cuya necesidad está subordinada a un estado
normal de la naturaleza humana. porque hay casos infra-humanos o super-
humanos que hacen innecesaria toda convivencia con los demás hombres.
Hemos expresado, que la voluntad está necesariamente dirigida al Bien
absoluto, y que el libre albedrío no es ,sino la voluntad en cuanto puede
determinarse sin necesidad alguna de su naturaleza en la elección de un
bien contingente y particular. Pués bien, la sociabilidad también es libre,
porque la voluntad humana puede escoger entre los varios fines y bienes
parciales, entre los varios grupos particulares que nos conducirán a la vida
colectiva necesaria a nuestro bien propio y común. Pero, esta libertad de la
voluntad está limitada, según Tristán de Athayde, por dos necesidades:
las necesidades objetivas y las subjetivas. Las primeras, "constituyen los
medios necesarios de existencia a que tenemos que· adaptarnos para vivir.
y resultan de la pre.exístencia de los grupos ya constituídos en los cuales
debemos integrarnos normalmente, como son la familia, la nación, la clase
'Social,. etc." (49). Las segundas, las subjetivas, son aquellas que limitan la
libertad de la voluntad comunicándole directamente al hombre y no a los
grupos sociales a que éste pertenece, como las anteriores, "ciertas disposi-
ciones, ciertos modos de ser" que le privan parci¡¡lmente de la facultad de
dete.minarse a sí misma; entre estas últimas necesidades tenemos: el me-
dio social y la herencia social.
Vemos, en consecuencia, que,· el libre arbitrio del hombre actúa como
causa eficiente y transformadora de la vida social; pero, a la vez, las ne-
cesidades objetivas y subjetivas actúan como factores estimulantes y con-
~ervadores de la sociabilidad. Por otra parte, siendo libre el acto que im-
pulsa al hombre a la sociedad, es un acto moral., sometido a normas éticas;
por lo cual, es en último término el orden moral quien dá exist~ncia y go-
bierna a la vida ,política.

C). Causa formal de la Sociedad.-.-Causa formal ele una cosa es su


manera de ser actual. lo que la constituye intrlnsecamen~e .. Busca~ la causa
o

formal de la sociedad es querer explicarse la manera de 'ser, In perfección


propiá que constituye intrínsecamente a la sociedad. La causa forr.ml de
la sociedad es: la unión moral de los asociados tendientes a la obtenció::l
del bien comúÍl.
El bien común, causa final de la sociedad, en cuanto es conocido y
querido por los' asoCiados, es la causa de la unión social. de los actos de
aquellos para obtener ésta; porque lo peculiar de la causa final es promo-
ver un deseo hacia su consecución, estable(:iéndose un orden entre los me..

[ 119 '}:
dIOS y el fin a obtener. este orden establecido tentre los miembros con la
mira del bien común es la causa formal de la sociedad.
Pero, este orden es jerárquico, por lo cual, con razón escribe Tristán
de Athayde: "el bien común es el fin propuesto. Pero para llegar a tal fin.
-es preciso emplear los medios necesarios. Y el proporcionar tales medios
constituye propiamente la forma social. Pués tal proporción es un orden
determinado, que distribuye. equitativamente entre los diversos miembros
de la sociedad las posiciones respectivas para hacer más eficaz su acción
.común en el sentido de alcanzar el fin propuesto que es, como dice Gredt,
"la felicidad natural imperfecta de esta vida" ... Este orden jerárquico y
graduado entre los varios miembros de la sociedad es lo que dá a ésta su
forma, o como se acostumbra a decir en lengua moderna, su constitución"
(50). Sin este orden soci~l la sociedad llegaría a ser una muchedumbre
sin sentido y est,éril.
Es a este orden al que se ha llamado también orden público, y que los
juristas positivistas, después de esbozar unas cuantas vaguedades, ter.mi-
nan alegando que son incapaces de definirlo porque es muy difícil y que es
lUás fácil sentirlo que definirlo. i Triste conclusión de quienes pretenden dar
las normas legales para conservar un orden que no saben en qué consiste 1
Tomando como base la definic.ión tomista de orden: recta adaptación d1!
Jos medios al fin; podemos formular una definición de orden social o pú-
blico, diciendo que es: la recta adaptación jurídica de las personas y los
medios al bien común. ¡Cuán distante está este concepto del que tiene la
<que se llama a sí misma: "gente de orden", para quien el orden consiste
en que las calles permanezcan tranquilas y que nadie grite su angustia des-
templadamente 1
Vermeesch hace una acertada comparación entre el orden que reina
e.n el cuerpo humano y el que debe reinar en la sociedad, dice: "En orden
'ñ los individuos de que consta (la sociedad), se puede considerar como
-el todo respecto de las partes (Som. Theol. 11 11 q. 61 arto 1), como el cuer-
po respecto de los miembros. Y como el cuerpo humano, o no puede subs-
sistir, o a lo menos subsistirá imperfectamente sin alguna conformación y
proporción de cada miembro en sí mismo, en orden a los demás y en or-
den a todo el cuerpo, y sin la subordinación de los miembros al bien del
'CuerPo, de igual modo la comunidad que existe y obra por medio de 10."
miembros, exige para existir, y existir convenientemente, que los miembros
estén según corresponde, en sí mismos, en orden a los demás y en orden
a la comunidad, y que todos, unida su actividad busquen el bien común ...
Por consiguiente, así como tiene derecho a existir, la comunidad tiene de-
yecho a exigir y a subordinar a su propio bien aquellas acciones o cosas que
pertenecen a las personas de que se compone" (5 1 ) .
Pero hay más. Esta unidad moral u orden social que ,debe existir en la
sociedad, se rige por dos principios: el de unidad y el de variedad, sir-
viéndonos de los términos usados por Tristán de Athayde. La unidad tie-
ne por objeto cohesionar y orientar a los individuos y a los grupos natu¡-
~ales para lograr una mejor acción común. Todo lo que constituye la for-
TIla de la sociedad, el orden que existe entre los asociados y los m'edios con-
ducentes al fin común, están gobernados por el principio de la unidad 50-
-cial, que dá a la sociedad la categoría de un Todo, de una p'ersona moral
,con sus derechos y deberes propios. Este principio unitivo (vis unitiva) es
lo que propiamente constituye la Autoridad, lo que en la definición tomis-
1:a de la ley se conoce como: "el que cuida de la comunidad". Como la
lUnión moral de los asociados no se puede mantener sin una Autoridad,
tObserva Cathrein, que muchas veces se confunde la Autoridad con la for-
lIna, porque no puede existir unión moral sin, una Autoridad concreta; pe..
.ro, estrictamente hablando, continúa Cathrein, la Autoridad es una pro-

[ '20 J
~"edad esencial de la sociedad, es decir, la Autoridad no constituye intrí'n-
':Secamente a la sociedad, SInO que es una propiedad esencial de ella.
. Ahora. Por el principio de la variedad,' fundamentado en el principio
.de la unidad, conservan las personas y los grupos naturales sus propias fi..
,rialidadel¡ específicas,' siendo algunas superiores a la sociedad misma y otras,
aunque particulares, redundan en beneficio común; por consiguiente, la uni-
dad debe ser flexible y humana, en todo el sentido de la palabra, porque,
·d querer entrabar la misión esencial de la persona humana y de las socie'-
dades menores (la familia, corporación, municipio, etc.), tratando de so-o
juzgarlas y absorberlas dentro de la órbita del Poder Público, !es violar el
~rácter de medio que tiene la comunidad y la Autoridad, atribuyéndose
.nna naturaleza de fin último que no les corresponde por tener la persona
,UD fin' último específico y bien determinado: Dios.

D). Causa final de la Sociedad.--Sabemos- que causa final de algo es


~arazón primordial en virtud de la cual se hace, la finalidad que se pen;¡i-
gue; respecto de la sociedad, estando materialmente constituída por hom-
,hi'es, su causa final no puede ser otra que el bien común de los hombres
,:reunidos entre sí. Es por esto, que no estamos del todo de acuerdo con
Vermeesch' cuando dice: "El bien de la colectividad de individuos es el
bien de la misma sociedad, por consiguiente, la sociedad al vivir para el
:bien de la colectividad vive para sí misma: luego es un ser que vive para
.si mismo" (S 2); y no coincidimos con él, po.que, como apunta acertada-
.tnente Donat, la sociedad nunca puede ser el fin mIsmo, pués, ella existe
.para un fin, el cual es distinto a la sociedad; ésta debe tender a su conser-
vación y aumento sólo como medio para lograr el fin.
El fin de la sociedad c-Íyil no es únicamente el custodiar el respeto al
.orden jurídic,p, para el eficaz imperio de la libertad, ni tampoco es el bien
público considerado en sí mismo. El fin de la sociedad civil es la prosperi-
dad pública, es decir, el conjunto de las condiciones requeridas para que
todos los miembros en cuanto sea posible obtengan la mayor felicidad tem-
poral subordinada directamente al fin último. Comprenden estas condicio-
nes, entre otras, el goce del recto orden jurídico y la existencia de' los bie-
,nes necesarios para el alma y el cuerpo.
Por otra parte, siendo la sociedad algo natural al hombre, y siendo
bias el autor ,de la naturaleza humana, se debe concluÍr que la misma so-
~-fedad tiene origen divino; por lo cual, se comprende que Dios haya im-
preso en el hombre esa tendencia a la sociedad con el objeto que ésta le
proporcione a todas las personas, sin excepción alguna, el bienestar tem-
poral necesario a la perfección moral de cada una; en otras palabras, todos
Jos asociados deben cooperar para que la comunidad total goce de los me-
,dios naturales y sobrenaturales que implica una vida verdaderamente hu-
..nana. Pero no hemos de pensar que el fin próximo de la sociedad ciiril sea
el fin último del hombre, no, eso sería un error, porque, como observa T a-
parelli, "la esencia misma del hombre limita la acción social a lo externo;
y por tanto el fin social inmediato es de un orden temporal y externo" (5'3).
,León XIII enseña esta doctrina al afirmar que el fin propio e iilmed.iato
de la sociedad civil es: "procurar al género humano los bienes temporales
de este mundo, fin importante y honorable, pero del cual no debe sobre-
pasar sus límites".
Indudablemente que precisar en concreto en qué consiste el 'bien co~'
mún social es bastante complejo. Jacques Maritain desarrolla en los siguien-
tes términos el pensamiento de Santo Tomás; para quien el bien común no
es sino la buena vida humana de la multitud; dice: "No digamos que el fin
de la sociedad es el bien individual o la simple reunión de los bienes indi~
viduales de, cada una de .las personas que la constituyen. Semejante fór';
.mula disolvería la sociedad como tal en beneficio de sus partes, y condu-

[ 121 ]
Clna a la "anarquía de los átomos"; llevaría, bien a una concepClOn Eran-o
camente anarquista, bien a la <,rieja concepción anarquista enmascarada de}'
materialismo burgués, según la cual toda la función de la ciudad consiste
en velar por el respeto de la libertad de cada uno, mediante lo cual los
fuertes- oprimen libremente a los débiles... El fin de la sociedad es el bien
común de la misma, el bien del cuerpo social. Pero si no se comprendiese
que ese bien del cuerpo social es un bien común de personas humanas, co':'
roo el cuerpo social e& un todo de personas humanas, ésta fórmula, a su
vez, conduciría a otros errores, del tipo estatista o colectivista. El bien co-
mún de la sociedad no es, ni la simple reunión de los bienes privados, ni el
bien propio de un todo que, (como la especie, por ejemplo, con relación
el los individuos, o como la colmena con relación a las abejas), se relacio-

na con él y sacrifica a las parj:es a sí; es la buena vida humana de la m.ul-


titud, de una multitud de personas, es decir, de totalidades a la vez car-
nales y espirituales, aunque les acontezca vivir más o menudo en la carne
que en el .espíritu. El bien común de la ciudad es la comunión de esas per-
sonas en el bien vivir; es, pués, común al todo y a las partes, digo a las
partes como si fuesen todos, porque la noción misma de persona, significa.
totalidad; es común al todo y a las partes, sobre las cuales aquél se vuelca.
JI que dehen beneficiarse con él. Bajo pena de desnaturalizarse, el bien co-
mún implica y exige el l·econocimiento de los derechos fundamentales de
las personas, (y.,el de l<;>s derechos de la ~ociedad familiar, donde las per-
sonas están vinculadas más primitivamente que en la sociedad política); y
comporta como valor principal la. más alta accesión posible, (es decir,
compatible con el bien del todo), de 'las personas a su vida de persona y
a sú libertad de expansión - y a las comunicaciones de bondad que a su
vez proceden de ahí" (54). Es caracte:;:-Ística en la obra de Maritain la im-
portancia fundamental que dá a la noción de persona humana y de los gru-
pos naturales menores, pués, él se dá cuenta acertadamente que no se pue-
de hacer filosofía política verdadera y justa, sobre todo tratándose del bien
común, si no está cimentada en el conceptp absoluto de la personalidad;
.h~ciendo abstracción de éste o desfigurándole se cae inmediatamente en U!~
1'elativismo poHtico que permite sostener valederamente cualquiera tesis po-
lítica, por absurda y monstruosa que ella sea. Expresa en _otra parte el fi-
lósofo citado: "io que concierne a la obra política es la vida humana del
todo social, y cada uno, hemos visto, está ·empeñado integro en esa obra
común, por más que ;no esté empeñado en ella con su yo Íntegro y con to-
do lo que es en él, y por más que la trascienda desde otros puntos de vis-
1-a... La obra política hacia la cual debe tender todo aquello es la buena vi-
da humana de la multitud, d mejoramiento de las condiciones de la vida
humana, el' perfeccionamiento interno y el progreso - material sin duda,
pero también, y principalmente, el moral y el espiritual - , gracias al cual
los atributos del hombre pueden manifestarse y realizarse en la historia: el
objeto esencial y primordial, para el cual los hombres se reúnen en la co~
rrlunidad política. es procurar el bien común de la multitud de tal suerte
que la persona concreta, no solamente en una categoría de privilegiados,
'Sino en la masa íntegra,' acceda realmente a la medida de independencia.
que conviene a la vida civilizada, asegurada a la vez por las garantías eco-
nómicas del trabajo y de la propiedad, los derechos políticos, las virtudes
civiles y la cultura del espíritu" (55) ..
, Es importante recalcar que el bien común es el bien común del todo
social y de las personas, como partes de este todo; pero el todo social de-
he respetar el bien común ele las sociedades menores naturales, como son:
la familia, la ciudad, la región, los municipios, etc. El mismo iilósofo neo-
tomista a que nos venimos refiriendo en. otra oportunidad había dicho: "el
f;n propio y' especificativo de la ciudad y de la civilización, es un bien co-
mún; pero este bien común difiere .de la simple suma de los bienes indivi~o

[ 122 ]
-duales, y está por encima de los intereses del individuo en cuanto éste es
parte del todo sociaL Es un bien común material y moral al mismo tiempo,
1 moque consiste en la recta vida tenestre de la multitud congregada, y, por-
que los componentes del todo civil son personas humanas. Los antiguos le
da'ban el nombre de comunicación en el rect0 vivir. Aunque difiere del,
~ilJ;lple conjunto de los bienes particulares, tampoco es el .bien de un todo,
que 'sacrifica las partes en su provecho, como ocurre en el caso de la espe-
cie con resoecto a sus individuos; es el bien común del todo y de las par-
tes: un bie; que salva los bienes particulares en la integridad del todo, en
cuanto son cdmunicables (exteriormente comunicables); un bien que de
suyo es comunicable a las partes, ya se trate de la prosperidad material de,
la ciudad o de su patrimoni.o intelectual y moral. Además, el todo de, que
hablamos no es un toao substancial. Como un organismo vivo; es una co-_
munidad de personas y de familias. De ahí que en su ordenamiento deba
respetar los derechos más fundamentales que la ley natural confiere a la,
persona humana y a la sociedad doméstica. De lo contrario, ocasiona la co-
~ffUpción de su propio bien... Con esto comprendemos que el fin propio de:
la sociedad civil no consiste solamente en garantizar el respeto a las liber-
tades individuales y a los derechos de cada uno, y asegurar el bien mate-
rial; debe asÍmÍsmo procurar el bien verdaderament~ humano de la socie'--
dad, que es de orden moral" (56).
Los ,benes comunes de los grupos natural~s menores tienen el caráctel'
de bienes particulares respecto del bien común de la sociedad civil perfec-
ta. Los bienes comunes de estas entidades~ tendrán un orden jerárquico
, igual al que tengan las sociedades a que se refieran.
En la consecución del bien común la sociedad política debe respetar
la jerarquía de bienes y de valores impuesta por la razón: los bienes espi-
rituales son superiores y tienen preemÍneñcia sobre los materiales, los mo-
rales están primero que los económicos y los intelectuales son anteriores a.
lOS corporaies. Ha de buscarse antes que nada los bienes morales, ya que
son los primeros de todos y los que especifican al hombre por, ser éste un
ser moral. Al respedo León XIII enseña: "Si una sociedad no bus(::l. sino '
ventajas exteri,ores, el lujo y abl1l;dancia de los bienes de la vida, si hace
r,rofesÍón de despreciar a Dios en la administración de la cosa públic<'l y de
1)0 preocuparse de las leyes morales, se aparta criminalmente de su fin y

de las prescripciones de la naturaleza y no es en realidad una sociedad y'


comunidad humana, sino una engañosa simulación de sociedad" (57).
La sociedad está colocada dentro del orden IÍlo'ral y debe velar porque
el hombre logre su destino sobrenatural. aunque no es éste su fin específi-
co, ya que la consecución de él es propio de la otra sociedad perfecta: la
Iglesia; pero, esto no quita que la sociedad civil debe guardarse de entor-
pecer a la persona la obtención de su fin espiritual. Es en atención a lo an-
terior que Maritain ha podido decir: "el bien temporal, por lo mismo que_
es temporal, no es fin último: está ordenado a un bien mejor, al bien in~
temporal de la persona, a la conquista ,de su perfección y de su libertad es-
piritual... en la esencia del bien común temporal está prescrita la realiza-.
ción de ciertas aspiraciones iniciales de la persona, a fin de indemnizarla,
de la derrota que la naturaleza inHinge a esas mismas aspiraciones. De ahr
que el respetar y servir a los fines supratemporales de la persona humana,
esté igualmente exigido por la esencia misma del bien común temporal...
En otras palabras, el bien común tempol'al es fin intermedio o infravalente.
Ír'or su especificación propia, es distinto del fin último y de. ~os intereses.
,.ternos de la persona humana; pero su misma especificación incluye la
:mbordinación a ese fin y a esos intereses,de los cuales recibe el módulo,
de sus medidas .." No incurpbe a la sociedad política el perfeccionamiento
~~spiritual de la persona humana; mas por razón del fin terrestre mismo que.
la especifica;. está deslin 1-:1a esencialmente a establecer un conjunto de cir~.

{ 123 1 continuar
ir atrás
'Cunstancias necesarias al progreso de la vida material, intelectual y moral
-de la multitud. Ese progreso debe alcanzar un grado conveniente al bien y
:.; la paz del todo: y debe realizarse de tal modo que cada persona sea po~
sitivamente auxiliada en la conquista paulatina de su perfecta vida de per~
'$ona y de su libertad espiritual... Santo Tomás nos dice que, con respecto
a la comunidad, cada persona humana es de por si como la parte con res~
úecto al todo; y que por esó está subordinada a toda la comunidad... el
:hombre no es una pura persona, una persona divina; lejos de serlo, su per~
Banalidad está, como su intelectualidad, en el grado más bajo. El hombre.
no es solamente persona; su ser no subsiste sólo espiritualmente: es además
~hdividuo fragmento individuado de una especie. Por eso es miembro de
·la socied~d, como parte del todo social; y las coerciones de la vida social
le son necesarias para alcanzar su vida misma de persona y para ser soste~
nido en esa vida ... pero el hombre. dice también Santo Tomás, tiene dentro
.de sí una Vida y unos bienes que trascienden el orden de la sociedad polí~
tica. Porque es una persona... La persona humana, miembro de la socie~
.dad, es en sí misma un todo que forma parte de un todo mayor; pero no
es parte de la sociedad según todo su ser de persona, ni según todassult
.:pertenencias personales. Aunque su vida de persona necesita de la ciudad
temporal el foco de esa vida la reclama para un vivir más alto" (58). Aún
·antes que surgiera el cristianismo en defensa de los fines sohrenaturales de
la persona, ya Aristótoles y Platón exigían una subordinación directa y
positiva del fin y de la misión de la Autoridad al fin último de las perso~
.,nas humanas. En una forma más sencilla, pero siempre dentro del pensa-
miento que la sociedad tiene como causa final el bien común temporal vi-
vificado moralmente por el fin último de la persona, se expresa el soció-
logo Mons. Osear Larson diciendo: "una sociedad que descuida el fin mo-
ral o cree que no es de su atingencia, no peca solamente contra la Religión,
siriO que contra el mismo fin de la sociedad. El hombre es esencialmente un
~er moral: ninguna de sus actividades I~bres cae fuera de los preceptos de
'la Moral, porque todo acto humano es bueno o es malo, es conforme o dis-
'conforme con su naturaleza racional, le conduce hacia su fin último o le
aparta de él. Y éste es el gran objeto de su vida. ¿ Cómo podríamos decir
que procura verdaderamente el bien del hombre si prescinde de ese bien
moral, qu es su mayor bien y el más apremiante?... El hombre puramente
natural no existe. Por conSIguiente, en cierto modo, la sociedad debe pro~
curar en su orden el fin sobrenatural: lo cual no significa que deba dar le~
yes o formas que conduzcan a las almas a la vida eterna, pués carece de
al,ltoridad y de medios para tal cosa, y antes por el contrario, su misión es
-el bien temporal de los hombres; pero, al legislar sobre las condiciones de
la vida terrestre, ha de tener presente esta elevación sobrenatural" (59).
Por otra parte, la paz de que deben gozar los ciudadanos tiene una im~
'portancia preponderante como constitutivo del bien común; en efecto, sien~
rlo ella la tranquilidad en el orden, y éste la recta adaptación de los me~
dios al fin, tenemos, que si la sociedad no otorga a las personas los medios
.a que tienen derecho para alcanzar su plenitud ontológica, o falsea y per~
vierte estos medíos, .Ios hombres no podrán ordenarse a su fin específico, y
'no ha.biendo orden no hay paz, y no habiendo paz existirá una mascarada
de bien común. Claro está, que aquí tomamos el término orden en su veT~
dadero sentido filosófico y no de "letargo del desorden" o. de "el silencio
-de la opresión".
Siendo el bien común la recta y buena vida humana de la multitud,
éste no existirá si no se guarda la justicia y la moral o metafísica de las
costumbres, si la vida de la multitud no se desenvuelve dentro del orden
moral. El bien común debe comprender la práctica de las virtudes en la
'nasa de los ciudadanos, habiéndole proporcionado la sociedad previamen~
'te. el mÍnimun de bienestar requerido, según Santo Tomás, para ejercitar

[ t24 1
la virt~d. Todo acto político que falte a la justicia y a la moralidades de'.
PQr. sí atentatorio contra el bien común' y de funestas consecuencias políti-
.:a~. La ley injusta e inmoral no obliga en cop.ciencia.
Ahora. Después de naber visto cuál es la causa final de la sociedad,
debemos preguntarnos cómo vá ella a propender a la consecución del bien
común, por qué medios, cómo debe actuar. Hé aquí la misión de la Au-
toridad, vínculo de unión de todos los asociados. Y el medio de que se sir-
ve, a su vez, la Autoridad para lograr el bien >corp.ún es: la Ley.

3). La Ley como medio de realizar el Bien Común.-Siend~ la ley eL


Wedio ~e que se sirven la sociedad.y la Autoridad, principio de unión de
aquélla, para realizar el bien común, si la Autoridad y la ley no se dirigen á
este bien pervierten y. desnaturalizan su fin. .
Toda Autoridad, todo gobierno debe dirigir sus leyes únicamente a la
consecución del bien común y no debe buscar la utilidad particular de Olas
gobernantes. Santo Tomás enuncia esta norma diciendo: "Son injustas las.
leyes, de dos maneras; o bien por ser contrarias al bien. común, o por el fin,
como cul,tndo algún gobi~rno impone leyes onerosas a los súbditos, y no de
utilidad común, sino más bieñ de codicia y de ambición... y estas'más bien
son violencias que leyes" (Som. Theol. I Il q. 96 arto 4). y también: "El
Reino no es para el rey, sino el rey para el reino, porque Dios los constitu;,
yó para regir y gobernar, y para conservar a cada cual su derecho: este es el
fin de la institución; que si hac.en otra cosa, mirando por su interés particu-
lar no son reyes sino tiranos" (60). León XIU a su turno enseña: "La pro-
moción del bien común y su cuidado es, no sólo la ley suprema, sino el fin
'Único y la razón total de la soberanía".
Por tener la ley como finalidad el dirigir a los súbditos al bien común.
se ha dado el nombre de justicia legal o general a aquella especie de la vir~
tud de la justicia que "inclina a los miembl'Os de la comunidad a dar a és-
ta lo que yomo tal le es debido", que orienta nuestras acciones hacia ~l bien
común de la colectividad de la cual formamos parte. Se llama también ge~
neral porque ordena los actos o la .materia de las demás virtudes en con~
formidad al bien común; ",es necesario - dice Santo Tomás - qué haya
una virtud que ordene todas las demás al bien común, y esta es la justicia
legal. distinta por su esencia a todas las demás". Como hemos dicho, esta
especie de la virtud general de la justicia recibe el nombre de Legal porque
ella está fundada en la ley, sea ésta la ley eterna; la ley natural o, respecto
de algunas materias, la ley positiva, debiendo tender ésta al bien común
¡como a su fin propio,
La diferencia entre la ley y el precepto o privilegio estriba, precisam.en~·
te, en esta finalidad esencial ae la ley civil de d.irigirse al bien común, pués,
. el privilegio se ordena al bien particular, lo que no obsta para que en algu~
nos casos se refiera indirectamente al bien social y pase a constituÍr verda~
dera ley. Esto mismo sostiene Soto al expresar: "los preceptos sobre bienes
particulares tienen fuerza de ley, porque aquellos bienes particulares se -or~
denan al bien común, y no se pueden llamar leyes con propiedad a estos
preceptos, sino aplicaciones de la ley a cosas particulares... Así, pués, como
la ley en general manda sobre nuestras acciones lo que es de cosas singula~
res, resulta que los preceptos son aplicaciones de ella a lo particular. Por
tanto, aunque una ley explique otra con más' particularidades, no por eso
deja de ser ley, porque siempre permanece universai" (6 1). y ya con an~
terioridad había dicho Santo Tomás: "Mirando la ley primaria y principal-
mente al bien común de la colectividad, todo otro precepto que tenga por
objetivo un bien cualquiera particular, no tendrá razón de ley sino en
cuanto se halle enderezado al bien común. La ley' se ordena, pués, siempre
al bien común ... El precepto no es más que una aplicación de la ley a co~·

[ 125 J
sas particulares. Y como quiera que .ese orden al bien común, que es pro~
pio de' la ley, sea aplica.ble afines particulares, también, bajo este respec-
to las cosas particulares son objeto del precepto". Igualmente, Suárez esti~
:ma que aún el privilégio es verdadera ley si redunda en bien común, por~
'que ',cde parte del bien común no repugna que sea ley, porque, aún cuando
su materia próxima sea el bien especial de alguna familia o de alguna casa
o de algunas personas (por lo cual fué tal vez llamada ley privada por I-si-
doro), no obstante, formalmente debe también mirar al bien común... Pués
aquel bien concedido por el pri'\"¡legio, de tal manera debe ser propio de
algunos, que redunde en bien común... Mas, por eso, la misma concesión
-del privilegio debe ser tan racional, que importe al bien común conceder
privilegios semejantes por causas semejantes". (62). •
Todo bien particular debe ordenarse al bien común, así como en lo
especulativo la verdad de ninguna conclusión particular es cierta y firme
'Si no c;e refunde en los principios primeros.
Es lógico que el objeto de toda ley sea siempre el bien y jamás el mal.
,Nacida de la razón, ordenadora de los medios en relación a un fin determi-
nado, ter-iendo por misión señalar a los súbditos la conducta que deben ob-
servar, la ley debe necesariamente velar porque se realize el bien, el orden,
el cual consiste en la buena coordinación de lo's medios conducentes al fin.
El mal es el desorden. La leyes expresión del orden y de la justicia que
'sólo existen respecto del bien. Los mandatos del superior que no tienen por
objeto al bien, no son verdaderas leyes y la inobservancia de ellas e~ un de-
ber de los ciudadanos. Pero la ley no debe propender a cualquier bien,
sino remotamente al Bien absoluto, fin último del hombre, y próximamen-
te al bien común, a la felicidad común temporal. Santo Tomás lo ratifica
al decir: "Tratándose de las cosas a realizar, de las cuales se ocupa la ra~
zón práctica, el principio supremo no es otro que el fin último. Y tratándo-
se de la vida humana, ese fin último es la felicidad o ,beatitud suprema. l;a
'ley debe, pués, mirar principalmente a ese orden de cosas que se hallan en-
lazadas con la bienaventuranza. Además, si la parte se ordena necesaria-
mente al todo, como lo imperfecto a lo perfecto; y el hombre, individual-
mente considerado, no es más que una parte de la colectividad o comuni-
dad perfecta, síguese que la ley propiamente debe mirar a aquel orden de

'* cosas que conduce a la felicidad común" (Som. Theol. 1 II q. 90 Mt. 2).
La !ey no puede tener por objetivo el bien de los Índividuos, sino el bien
de la comunidad, pués, de lo contrario, la ley no tendría por finalidad el
resguardo de la paz y del orden dentro de la comunidad, ya que esa con-
servación no depende de las partes en sí mismas, sino de la disposición que
tengan las partes en relación con el todo, de la posición que ocupan los in-
dividuos dentro de la comunidad. Es contra toda rectitud, observa Suárez,
ordenar el bien común al privado o el todo sU:bordinarlo a la parte misma;
de modo, pués, que dictándose la ley para la comunidad, debe procurar
primeramente el bien de ésta.
Además, el fin ha de ser proporcionado al acto y a su principio y fa-
cultad, y siendo la ley regla común de las operaciones morales, se despren-
de que el primer principio de las operaciones morales debe ser el primer
principio de la ley; pero, el fin último o la felicidad común es el primer
principio de la ley, y el fin último o la felicidad es el primer principio de
las operaciones morales, ya que en lo moral el fin es el principio del obrar,
y así el último fin es el primer principio de semejantes obras;' pero, el bien'
común o la felicidad de la ciudad es el último fin de ella en su orden; lue-
go, debe concluirse, que el .bien común y la felicidad social debe ser el pri~
me1.' principio de la ley, es decir, que la rey debe ser dada para el bic:l co-
Illún (63).

[ 126 ]
Es preciso no olvidar, que toda potestad viene de Dios quien sólo la ha
.aado .para la obtención del bien común y no para' provecho ilegítimo de
los gobernantes. Aquel que sirviéndose de la Autoridad busca su propiO
]bien es tirano, como lo dice Santo Tomás.
Para que la ley cumpla con el requisito esencial de dirigirse al bien co~
:rnún sólo se requiere que en sí se refiera al bien común, aunque no haya
"Sido esa la intención del legislador. Expresa en este sentido el Dqctor Exi-
.lnio: "para el valor y substancia de la ley, sólo es necesario que la cosa
'aquella de que se dá la ley, en este tiempo~ en este lugar, en esta gente y
comunidad, sea útil y conveniente al bien común de ella; mas esta utilidad
y provecho no es dada por el legislador, sino que se supone, y, por tanto,
en cuanto a su ser, por decirlo así, no depende de la intención del legisla-
dor. Por lo cual ocurre también, que tal cosa debe ser de suyo referible al
'.bien común; pués, todo Ihien titil, en cuanto es tal, es apto para ordenarse
a aquel fin para el cual es útil, y en éste sentido, es necesaria la Tntención:
.de la obra, no del operante" (64). .
Como habíamos observado con anterioridad, aunque la ley dañe algu-
nos bienes privados, si se dirige al bien común, es justa, pués, el bien co-
.mún ha de ser preferido al bien privado. Pero, dice SUá,"eZ atinadamente,
hay que observar dos cosas:' primera, que no sean tantos los daños particu-
lares que superen al provecho de los demás, y segunda, que si fuere menes~
ter se añada dispensa o excepción para hacer menos onel"OSO el cumplimien-
,to de la ley por parte de todos los asociados. Mas. lo anterior no equivale
a sosten el' la ju!!trcia de uné\ ley que deliberadamente vá a dañar a algún
.particular sin justa cau~a a pl"etexto que ello es útil al bien común; se;ne-
jante leyes injusta y no obliga en conciencia.
Del hecho de ser el bien común causa final de la ley, se deriva una di~
visión de ésta en atención a la diversidad de, profesiones que, de modo es~
pecial, tienen por objeto ,la consecución del bien común.
Los filósofos y Legisladores de la Antigüedad ya habían descrito co-
mo esencial a la ley el tender al bien común. En efecto, Aristóteles f:.nseña:
¿tLa justicia legal, esto es, las ley~s civiles, son causa y conservación de la
,felicidad y de sus partes" (Mor. L. 9). Platón, a su vez, dice: HEllegi~la~
dar debe hacer todas las leyes en gracia de la paz pública" (Las Leyes.
Dial. 1). Cicerón, por su parte, expresa: "consta que las leyes se han he~
cho para la salud de los. ciudadanos, la incolumnidad de las ciudades y pa-
ra la vida tranquila y bienaventuranza de todos" (Las Leyes. L. 2). En las
Doce Tablas se lee: "salus populi, suprema lex est", la salud del pueblo e&
la suprema ley (65).

4). Especies y Distribución del Bien Común.-,-AI reunirse los hombres


,en sociedad no pierden por ello su s~r individuai, sino que al ser y a la
operación indi..vidual, se une el ser y las operaciones de la multitud actual ..
m~nte congregada. Pero, como hemos dicho, la sociedad no es ni un ser:
ficticio ni un ser substancial, es un ser moral constituídó, .como observa
.,schwalm, por dos elementos unidos e inseparables: ios individuos y la co~
lectividad; cada uno de estos ca-principios por sí solo es incapaz de for-
mar la sociedad. "La mdtitud, sin los individuos. - dice Santo Tomás -
.no es más que un concepto abstracto; pero la multitud, con sus individuos,
es una realidad bien real" (66). y en la Suma escribe: "El nombre colec-
tivo implica dos cosas: pluralidad de individuos y unidad, por lo ménos la
unidad que nace del orden: Un pueblo es una multitud de hombres regi-
dos por un orden cualquiera" (Som. TheoI. 1 JI q. 3 I arto 1).
El fin que persigue la ley no es el bien común de Jos individuos ni el
hien común de la colectividad exclusivamente, porque la persona no exis--

[ 127 1
te para la colectividad ñf ia eolecÜvidád para la persona ; la causa final de
la ley mira al bien común tailto de l~s personas como de la colectividad.
Para el Doctor Angélico "hay !m 'bien que e&, propio del hombre, en'
.cuanto persona privada ... y hay otro bien común que pertenece a esta o "-
-otra persona en cuanto es parte de un todo" (67). Con esto, Santo Tomás
no hace sino reconocer la existencia de ua bien distributivo que pertenece
a las personas que forman la sociedad, o de ésta en cuanto medio para el
perfeccionamiento de las personas, además del bien común colectivo que·
atiende a la conservación y progreso de la so~iedad en sí misma, como per~
feccionadora del hombre. El primero es verdad que mira a los individuos,
pero en cuanto SOI\ miembros de la comunidad. Al bien común distributl-<
vo lo enuncia Santo Tomás por la fórmula:,."el bien común concerniente a
talo culQl" y el bi~n colectivo: "el bien de la multitud asociada".

A). El Bien Común Distributi.vo.-EI hombre entra en sociedad para


obtener de este modo su elevación espiritual y material, es decir, la socie~
dad es un fin intermedio o un medio para ayudar a sus miembros a reali~
zar sus finalidades específicas. De aquí que el fin de todo grupo social, di-
ce SchwaJm, es en cierta manera el bien propio a la naturaleza de cada aso-
ciado; lo que .expresa Santo Tomás diciendo: "El hombre, por naturaleza.
es patte de una multitud por medio de la cual se le procura ayuda y asis-
tencia para llevar .buena vida" (68). y en otro acápite dice el Aquinaten-
se: "Un bien puede pertenecer en propiedad a un hombre. considerado co-
mo individuo ;... hay sin embargo un bien, el bien común, que no pertene-
ce a tal o cual sino en cuanto son miembros de una colectividad, al solda-
do como parte del ejército, al ciudadano como miemoro de la ciudad" (69).
En este sent.ido la sociedad y la ley pasan a tener por fin "puro y sim-
ple" el bien de los ciudadanos, es decir, se convierten en un instrumento de
las personas; pero, no respecto de un individuo solo y aislado el cual sería.
d fin del ~odo, sino respecto de todos los hombres simultáneamente; cada
uno en sí es un fin parcial, restringido de la sociedad. De este modo, la so-
ciedad no se vá a sacrificar Íntegra por el bien de un individuo, ya que::i"·
mo expresa Santo Tomás: "el bien de la multitud es más grande que el de.
un solo miembro de la multitud" (Som. Theol. 1 II q. 39 arto 2). El bien
social debe medirse por el bien que tenga la totalidad de los individuos.
A nuestro parecer, Suárez sostiene con razón que este bien común dis-
tributivo "es .bien común sólo secundariamente y como redundancia, mas
inmediatamente es bien privado porque bajo el dominio de persona priva··
da y' a su provecho se ordena inmediatamente; y se dice bien común o por-
'que la república tiene un cierto alto derecho s.obre ios bienes propios de los
particubres. de suerte que pueda usar de ellos., cuando lo fueren necesarios,
o también por lo n;ismo que cada persona es parte de la cOlflunidart, el bien
de cada uno que no redunda en daño de los otros, es provecho de toda la
comunidad" (70). Pero, también hemos de tener en cuenta que las cosas
que pertenecen a la comunidad inmediatamente. mediutamente pertenecen
a los individuos.
Es importante recalcar la igualdad esencial de derechos que tienen to~
dos los hombres, pués, si bien es cierto que en cuanto individuos tienen di-
ferencias y desigualdades accidentales, en cuanto personas todos los ciuda~
danos .tienen los mismos derechos esenciales para llevar una vida humana
digna de su naturaleza racional. La igualdad reside en la identidad eaencial
de la naturaleza humana de todos los hombres, la cual reclama para todos
una existencia de acuerdo con esa naturaleza.
, La ley y la sociedad al procurar que los hombres gocen del bien a que.
tienen derecho deben atender no sólo a su calidad de individuos sino tam~
bién de personas. Jacques Maritain observa agudamente: "El mundo mo-

r 128 ]
cierno confunde dos cosas que la sabiduría antigua sabía distinguir: confun-
de dos cosas que la sabiduría antigua sabía' distinguir: confunde individua~
lismo y personalidad. t Qué nos dice la filosofía cristiana ~ Dícenos que ,la
persona es: "una substancia individual completa, de naturaleza intelectual
y señor de sus acciones", s,ui jurís, autónoma, en sentido auténtico de la
palabra. Así, el nombre de persona está reservado a las substancias que po-
seen esa cosa divina, el espíritu, y que por eso constituyen" cada cual. un
mundo superior a todo el orden de los cuerpos, un Illundo espiritual y mo-
Tal que, hablando con propiedad, no es parte de este univer~o... El tlom.-
hre de individuo, por el contrario, es común al hombre y, al animal, 'a la plan-
ta, al microbio y al átomo. Y mientras la ~ersonalidad reposa l$obre la subs-
tancia del alma humana... la individualidad se funda como ta,I, en las exi-
gencias propias de la materia, principio de la individuación; .• Como indivi-
duos, somos apenas un fragmento de la materia ... cuyas leyes sufrimos. Co-
mo individuos estamos sujetos a los astros. Como personas les domina-
mos,l (71). La persona es él principio espiritual que en el orden del sel'
refunde todos los constitutivos inmateriales de la naturaleza humana y que
en el orden de la acción. es la que dá carácter humano y libre a los actos
del hombre, de los cuales éste es responsahle. El individuo, en cambio, es
Jo gue reúne los elementos materiales de la naturaleza humana, que son de
un carácter accidental y constituyen los principios de diferenciación entra
los hombres.
En cuanto persona, el hombre reclama de la sociedad la distribución
efe un Bien Común Intelectual que comprenda los conocimientos científicos,
artísticos y culturales en general; la distribución de .n Bien Común, M01181
que ayude al hombre a conservarse dentro del recto orden moral. dándole
oportunidad de conoc~r este orden e incitándole a guardarlo; la distribución
de un Bien Común Religioso que atienda a las relaciones espirituales entro
el hombre y Dios, aunque la consecución de la bienaventuranza incumbe
directamente a -la Iglesia como sociedad perfecta divina, pero la sociedad
p_eI'Íecta civil debe permitir y facilitar a las personas la práctica de las ac-
ciones morales que las han de conducir a su 5n último espirituaL
En cuanto individuo, el h~mbre tren e derecho a exigir de la sociedad
lo que llamaríamos: el Bien Común Vita,l necesario para subsistir y practi-
car la virtud, lo necesario para la vida del hombre: las subsistencias. ali-
mento, vestido y casa; ademas, tiene derecho al Bien Común Biológico que
permita la conservación de la salud, la prevención y cura de las enferme-'
dades, la vigorización y robustecimiento de la raza, étc.
Todo lo expresado no equivale a sostener que porque el hombre vive
en sociedad vá a exonerarse de la obligación de proveer por sí mismo a sus
necesidades. Es él quien primeramente debe velar por su bienestar mate-
rial y espiritual. "Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuel ...
vas a la tierra" (Génesis cap. 3 v. '9); hé aquí el anatema que lanza Jehová
Dios sobre el padre de los hombres. No se puede hacer recaer en la socie~
dad una obligación que corresponde individualmente a cada cual, corres-
pondiéndole 'a aquélla únicamente el facilitar su cumplimiento; tomand~
eso sí mayor interés por aquellos que están física o mentalmente imposibi-
litados para satisfacer personalmente' ,sus necesidades.
Pero. al hombre casi nunca lo encontramos aislado, se presenta como
formando parte de grupos menores naturales (} voluntarios (familias, regio-
nes. corporaciones, etc.), que le van a facilitar su desenvolvimiento y que
'tienen también su bien común propio, el cual pasa a ser un bien particular
con respecto ,a la sociedad perfecta. Esta debe también ayudar a eS'as so-
ciedades menores a lograr sus respectivos bienes comunes que, a ~u vez.
d~.tribuirán' entre sUs asociados;

[ 129 ]
B). Bien Común. de ~~lec:,ti~.-,Por sobre el pien que la SQeie~
dad distrÍbuye entre lo~ ingividuoll a~ia,dos y que sólo indirectamente es
uri ¡bien común, debemos colocar el biep común pz:opié,Ullente tal y que co-
heSponde a la sociedad en, cuanto persona moral y a cuyo, uso o usufructo
se' otdena inmediatamente. La virtud que nos lleva a dar a la comunidad
lo que le eS debido es la justicia legal, general o social, éste último tér-
mino es el usaqo actut;llmente por los sociólogos. La ley, pués, al dirigirse al
bien común como a su caUSa final obliga a los sú,bditos a .cumplir con los
'imperativos de la justiciá legal o social.
La justicia legal, llamada <lsí.p~r ser realizada por la ley eterna, por
la ley natural o por la ley positiva, es "la virtud que incli)1a a los, miem~
bros de la comunidad a .dar a ésta lo que como tal le es debido", o como la
defi~e Vermeesch diciendo que es aquella;. "que prescribe (impera) como
debidos al bien común los actos de Varias virtudes impuestos a los ciudada-
nos, '0 por alguna ley. positiva de la comunidad, o por su conexión necesa-
:tia con ~l bien común" (72). Si nos se!vimos de ia sociedad para satisfa-
cer nuestras necesidades espirituales y materiales es de toda justicia que los
asociados aportemos nuestra contribución a la conservación y progreso de
ella, pués, creciendo cada vez más su bien común, mayor y mejor será, el
bienestar general.. El propio Santo Tomás desarroHa el concepto de la jus-
ticia ,legal o social diciendo.; "la justicia tiene por fin regular las relaciones
que ligan a los hombres mutuamente. Ahora bien, un hombre puede rda-
cionárse con otro hombre de dos maneras: la primera, individualment,=; la
segunda, socialmente, a saber, en cUé,mto sirve a una sociedad, y por ello
a todos los hombres, que la constituyen. Porque_es evidente que todos los
que viven en sociedad, están con ella en la misma relación que la parte con
su todo. Ahora bien, la parte:" de un todo, en cuanto parte, es algo del todo;
y 'por lo mismo él bien de la parte debe ser subordinado al todo. De esto se
sigue q~ el bien de cada vil tud en particular, ya sean virtudes que nos per-
ieccionan personálmente, ya sean las que nos perfeccionan en nuestros lazos
(',on otras personas, debe ser referido al bien común, al cual nos ordena la
. justiFia legal. Luego, los actos. de, todas las virtudes pueden referirse a la
justicia legal, por cuanto es ella la que subordina al hombre al bien \::omún.
En este sentido se puede decir que la justicia legal es una virtud generaL.
Es necesario que haya una virtud superior que ordene todas las demás vir-
tudes al bien común, y esa es la justicia legal o social, distinta por esencia
de todas las demás" (Som. TheoI. 1 II q. 58 arto 6). La justicia legal o so-
cial en cuanto tiene por objeto propio el bien común es una virtud especial
según su esencia, pero es general a título de causa en cuanto ella ordena
los actos, de todas las demás virtudes al bien común. El bien común será el
bien de la sociedad ínt'egra, el bien de todos los que constituyen la comu-
nidad .
. Entre las diversas especies de virtuQes morales, sin duda, que la jus~
ticia. legal o social 'e~ superior a todas, porque el bien público sobrepasa por
su excelerlcia al bien privado de los. individuos. "Trabajar en servicio de\
bien común implica mayor semejanza a Dios", expresa Santo Tomás comen-
tando a Aristóteles. (73).
El principi~ más el~mental de equidad nos obliga a retribuÍr a la so-
ciedad lo .que de ella hemos aprovechado; junto al deber jurídico de cum-
plir la ley, si ella existe, y qu~ nos coaccipna para contribuir al bien. común.
tenemos un grave deber moral de conciencia de aportar nuestros bienes, nues-
tros esfuerzos y sacrificios" para que todos los asociados tengan lo necesario
para llevar upa recta y digna vida hu~a~a. No es un deber de caridad, es
mucho más que eso, es un deber de justicia estricta; porque, así como a na-
die podemos quitarle lo que le pertenece o tomar como propio algo que es
aJeno sin faltar clara~ente a la justicia, así tampoco, y con mayor razón~

.[ J 30 1
no podemos extraer del bien común, del bien que pertenece a todos, que
:todos han' forjado, lo que nos aproveéhe' egoístamente y no dar nada en
compensación, sin faltar ciertamente a la justicia, pués. con tal proceder
nos ~statnos enriqueciendo a costa de terceros y si esto es inmoral e injus-
to en el orden privado, lo será mucho Inás en el orden social ya que el bien
trocial es superior al bien particular de los individuos aislados. Estando el
bien, co~ún, como dic'e Rutten, "destinado para todos, ,debe también ser
alimentado por todos". En consecuencia, tenemos la obligacion ya sea ju-
,:rídica p moral de cóntribuír al bien común en la medida de' nuestra capa-
cida,d y aptjtudes y según las necesidades que los demás asociados tengan
para llevar un verdadera vida humana. Al respecto dice Pío XI: "Pués, así
.como en el organismo viviente no se provee al todo si no se dá a cada par-
te y a 'cada miemQro cuanto' necesitan para cumplir sus funciones; 'así, tam-
poco, se puede proveer al organismo social y al bien común de toda la so-
ciedad, si no se dá a cada parte, es decir a los hombres, dotados de la dig-
nidad de personas, cuanto' necesi tan para cumplir sus fun~iones sociales'"
(Ene. Divini Redemptoris. ~9 51).
No sólo por razón de justicia deben trabajar los asociados para aU-
mentar el bien común, sino incluso por' razones utilitarias, pués, todo nue-
vo bien social redundará directa o indirectamente en beneficio de todos y
cada uno de los asociados. En efecto, existe una relación muy estrecha en-
tre el bien privado de las personas, como partes del' todo, y el bien común
del todo. Las personas físicas se ordenan al bien de la persona moral de la,
cual son partes, y ésta, en cuanto es todo, se ordena al bien de las personas
físicas, que son sus miembros. E~tas' personas fí'sicas que, como individuos
son para !:IÍ, como miembros o partes son para la comúnidad; y lo que les per-
,tenece, inmediatamente a elias, mediatamentepertenece a la comunidad por
el derecho que ésta tiene sobre los miembros. A su vez, siendo, la comunidad
llDO de los medios con que el Creador de la naturaleza humana dotó al hom-
hre para proveer a la· indigencia de esa naturaleza, fo que inmediatamente
sea de la comunidad, mediatamente pertenec~' a los miembros, como partes
de ella, ya que como ,lo dijo Santo 'Tomás: "lo que es del todo, es en cierto'
,modo de la parte" (Som. Theol. II II q. 6 J arto 1). Por consiguiente, la
comunidad al buscar el bien común procura mediata, pero necesariament~,
el .bien de cada persona en 'cuanto ella es miembro de la comunidad (14).
Respecto del suj eto de la justicia social o legal. podemos decir con
Vermeesch: "Como los principales deberes de la justicia legal, por lo me-
llaS los positivos, se determinéJ,n en las leyes, por eso se dice que en el le-
gislador reside esta justicia '·"principal y como arquitectónicamente" (Som.
Theol. II II q. 58 arto 6). Porque el oficio del que ordena es más impor-
tante que ,el de aquellos que ejecutan la ordenación. Además, es indudable
'que el príncipe, al ordenar con rectitud, más fácilmente es llevado por el
deseo de' hacer lo que es debido a la, comunidad, C:ontréJ,yendo un mérito
especial en la práctica de la justicia legal. Pero, adviértase que el príncipe,
al dirigir como sabio arquitect.o la construcción Qrdenada del edificio social,
ejercita, además de la' justicia legal, la conmutativa, pués al aceptar su ofi- .
cio ha contraído el estricto compromiso de cumplir esas obligaciones... N~'
se crea, pués, que es ai príncipe a quien se satisface con el cumplimiento de ,
los deberes que impone la justicia legal. El sujeto del derecho ,es la socie~
dad: El príncipe no es sujeto del derecho, sino de la justicia, como todos
los demás ciudadanos. Y esta justicia es la misma en él que en los súbdi- "
tos" (75). De modo, que los sujetos de la virtud justicia legal son tanto
los gobernantes como los gobernados; pero, el sujeto del derecho es la 'co-
Inunidad. '
En nuestra colaboración para el acrecentamiento del bien común no
debe' guiarnos exclu~ivamente un 'móvil utilitario, sino que desintereSada-
mente debemos' esforzarnos en la conservación y progreso de la unidad so-

[ 13 f J
dal, y de todo lo que, tiende a ello, por l!l socieq!ld ,-en sÍ, mi!lma. por ser
ella la q~ft "realiza lKi, perf~~C;i'?P: l}lá~Il!éL c!~, J~ ~pec;:i~ hwnanaen su na...
turaleza jr según 1a voluntad de Dio!'!, al,ltor de la natllra!e:l:a.,. el bien co~
niún: utilitario está 'prffner() en'et o~den def ()rige'n -" ~t desiIlteresado, pri.
n,.ero ~n dignidad" (76)'- ' "" ~,

C). Jerarquía de los Bi~ Comunes.-,Al determinar el orde,n y la im-


portancia de los bienes comunes hemos de evitar Caer en el liberalismo, que
niega todo 9,erecho a la colectividad y considera a las unidades, sociales co-
mo fin del todo, y en el colectivismo, que c.op.sidera al todo como la razón
de ser de las unidades. Para deteratinar la subordinación de unos bienes a
otros debemos tomw en cuenta la jerarquía de valores, y de acuerdo con
ella tenernos que: sobre los bienes materiales se encuentran los bienes espi-
rituales y que por sobre los bienes del individuo están los bienes de la per·
sona y de ía sociedad; según esto, podemos confeccionar la siguiente gra-
dación:

a). Bien Común Colectivo Espiritual.-Es ,a este bien al cual deben


propender las leyes con mayor dedicación, pués, siendo la sociedad una
¡p,grupaci6n de personas humanas, de criaturas inteligentes y libres, es lógico
que la inteligencia y la razón tengan un lugar prominente. El hombre es un
animal espiritual y, por lo 'mismo, moral, en consecuencia, la sociedad, por
medio de la ley, debe tratar de enriquecer este patrimonio espiritna! para
que el hombre viva en un medio social que le sea propio. Tan absurdo es
suponer que una manada de búfalos vaya a dar maYor importancia al ali-
'mento espiritual, que a buscar praderas donde pacer, como afirmar que lo
fundamental en una sociedad de' hombres. con una misión extra-temporal
-.que realizar, es.el ,buscar el bienestar material. puro es esto y hasta iluso.
pero es la lógica consecuencia del carácter esencialmente racional del hombre.
,
~

- ., .

b). Bien Común PersOnal.-'La personalidad es lo inmllterial en: el hom-


bre, es su alma espiritual llamada a Un destino sobrenatural, es lo que ha-
t;e que el hombre sea la imiigen de Dios a cuya semejanza fué creado según
se lee en el Génesis: "y dijo Dios: Hagamos al h9mbre a nuestra imágen.
conforme a nuestra semejanza" (Gén. cap. 1 v. 26). La persona ha de es-
coger libremente los medios q!le la llevenhacia la perfección moral, que es
su misión natural y el antecedente necesario para la optención de Sil fin úl-
timo, fin personalísimo e inalienable.
"Este destino - escribe Mons. Larson, - eli el que establece la jerar-
quía de'; los valores en la vida, es el que nos confiere la santa liber,tad de
realizarlo, es decir, el derecho a ser respetado en su consecución; y el que
nos mantiene ciertamente en el respeto de los derecho!! ajenos. ASÍ, el cum-
plimiento de un deber es el origen de todoe los derechos. De ahí nace su
derecho a la vida, :::u, libertad de conciencia.Y a practicar su Religión, su
derecho a fundar un hogar, a escoger su trabajo y profesión, a educar a sus
hijos. a administrar su propiedad, a regir sus propios actos, etc., derechos to-
dos ante los cuales la misma colectividad y el Estado deben deten,erse. COn
respeto. Su ejercicio deberá armonizarse, sin duda, con el hien colectivo y
podrá reglamentarse, pero jamás ser violado; la violación de un verdade-
rO derecho de la persona humana es una ámenaz.a para los derecho; de tQ-
-das las demás personas qU,e forman la colectividad.. No es_ésta última, pués,
como pretende todo totalitarismo, la fuéntede los derechos personaleª. Ni
estos B~n ilimitados y únicos~ como pre~eJlde la doctrina liberal" (77).
Aunque aquí se trata del bien que corresponde a una persona, no ob&-
tante ellQ.. tiene' preferencia sobre el bien común, ma,terial ,de la colectivi-
dad, l'0rque como dice Santo Tomás: el bien común es ~perior al bien

1 132 i
privado del miSIllO género, pero no es lo mismo cuando se trata de géneros
diferentes (Som. Theol. II II q. 152 arto 4), como es el caso presente, ya
.que el bien personal es de u.n género superior al bien colectivo material.
En consecuencia, el bien común temporal de la ciudad debe estar. co-
mo expresa Maritain, esencialmente subordinado a los bienes intempora-
les. a los bienes supratemporal es de la persona humana considerada como
persona, como .dotada de una. subsistenc,ia espiritual y llamada a un destino
superior al tiempo. El hombre desde el punto de vista social envuelve una
contradicción, por cuanto la persona tiende a una vida superior a la vida
social. pero para satisfacer sus necesidades reclama una vida comunitaria;
"la persona exige siempre la sociedad y tiende al. mismo tiempo a superar-
la, en pro~ura .de su fin que es entrar en una sociedad de puras personas,
es decir, la sociedad de las Personas Divinas, que la colma dándole infini-
tamente más de lo que podía naturalmente pedir" (78). El hombre está
subordinado al bien común, pero, como observa el mismo Maritain, lo más
profundo que hay en él, la personalidad, su vocación eterna, está sobreor-
denado a esta obra común y la trasciende.

c). El Bien Común Colectivo Material.-Hemos dicho que existen dos


dases de razones· por las cuales el hombie ha· de buscar primero el mante-
nimiento y progreso de la sociedad que su bien particular: las razones uti-
litarias y las desinteresadas. En atención a las primeras, las utilitarias, el
. hombre debe propender al bien común de la colectividad porque es ella la
que le permite satisfacer las indigenéias propias de su natt\raleza humana,
las cuales quedarían insatisfechas al hacer el hombre una vida solitaria. Se-
gún esto, la sociedad representa para el hombre un fin intermedio. un fi-
nís quo. Pero frente a las razones interesadas, el hombre debe amar la so-~
;eiedad por sí misma, por ser ella la que conserva y perfecciona su' natura-
leza específica, por ser ella la que "realiza la perfección máxima de la ¡es-
peci_e humana", y siendo su bien el bien de la especie es él superior al bien
cC?mún distribuído entre los asociados. Además, "el bien: que es el ser en
cuanto deseable y atrayente, es, en efecto,. una pai'ticipación limitada, pe';
ro real, una semejanza, una analogía del ser· irífinito, infinitamente desea-
ble y atraYente. Por semejanza, todo bien tiene algo de divino en ",Sí; y co-
. ;mo la sociedad realiza colectivamente las perfecciones de la naturaleza hu-
mana, mucho mejor que ning6n individuo aislado. ella es en el orden hn-'
mano, lo que hay de más divino" (79). Por otra parte, Di~s. autor de b
naturaleza humana,imprimió en ésta un· ímpetu social que llevaría al hom-
bre a vivir ,en, sociedad como único m'edio de proveer a sus necesidades;
"de manera, que se puede decir que la societlad es querida por Dios.
En virtud de lo expresado, hemos de concluir, que el bien común de
la colectivi'dad está por sobre el bien de los individuos, y que éstos deben
sacrificar sus propios intereses en aras del interés Común. Lo cual estable-
ée Santo Tomás diciendo: "Lo imperfecto es relativo a lo perfecto. Toda
parte se refiere a su todo, como 10 imperfecto a lo perfecto. Es por esto
que toda parte es naturalmente hecha para el todo... Un individuo no "5
.más para la comunidad que una parte del todo H (Som. TheoI. 1 II q. ,(l4
arto 2) . Toda parte debe subordinarse al todo para que resulte un conjun-
to armónico y ordenado, pués, lo contrarío traería la anarquía y el desorden.
Es importante que comprendamos que este sacrificio del bien del indi-
viduo al bien común de la. colectividad debe ser algo accidental y particu-
lar, no puede erigÍorsele en sistema general y ordinario, pués, el hombre de-
Sea la sociedad primeramente por interés y en segundo lugar por' ella mis-
ma; por consiguiente, si pi~rde la sociedad su utilidad para todos (1 para
la mayoría, acabarán los asociados por abandonarla y aquélla por extinguir..

[ 133 J
:Se: Sojuzgar
permanentemente al bien individual es el s~icidio 'de la socie"'-
dad C9mo p~rsona II\orai.

, d) . 'El B~ ComÍín Indiyidual.-Est~ es el bien comÓn que se refiere


al individuo, expresión de fo Carnal en el hombre y 10 que le asemeja a los
demás sere!3 creados; la individualidad es lo que constituye propiamente al
'hombre en parte del todo social y que como tal ha de suboTWnarse rJ bien
del todo. El bien común individual es un bien material porque la noción de
individuo comprende precisamente lo que el hombre tiene de materia. E6t~
bien común individual es dé una categoría inferior al bien común colectivo
espiritual y al bien común personal; pués, la materia debe estar sometida
al espíritu, a la razón, ya que el hombre es un animal racional y porque la
persona es superior al individuo; pero, además, está subordinado al bien
común colectivo material, por cuanto siendo parte debe ordenarse al todo
social. ' ' ' .
Maritain' expone, 'en los sigui~ntes' términos la d~pende~ciadel bien in-
dividual al bien social: "el bien temporal de la persona humana tomada
como individuo esta vez, o como parte, está subordinado al bien del todo,
pués éste, como tal, es superior a aquél. La naturaleza de las ;cosas exige,
pués que el hombre exponga su bien temporal y hasta su vida por el bien
dé la comunidad, y que la vida social imponga a su vida de individuo, par-
te del todo, más de una traba y más de un sacrificio, trabas, a veces muy
duras, que la persona (tomada cOmo indiViduo) tiene el deber de aceptar
cuand,o son justas y conformes a las exigencias del bien común" (80).
El bien común de los individuos con respecto al bien común de la co-
lectividad es sólo un medio, cuyo ~acrificio puede exigir ésta: no ~ucede
lo mismo con la persona y su bien, la cual por' su destino tms~endente so-
brepasa a la sociedad quien ha de velar por que aquélla alcance su bien
y su fin supratemporal. No se 'puede pedir a la persona ningÚ,h' sacrificio de
su ,bien específico, pués, en tal caso la sociedad, estaría desvirtuando su ra-
,zón de ser. El individuo, por el contrario, en cuanto es parte debe someterse
a la ~ociedad y a su "'bien común:

, e). Armonía entre los diversos Bienes Comunes.-La verdadera y gran


política es aquella que logra armonizar equitativamente el bien com,ún dis-
tributivo y el bien común colectivo, el bien de los a,sociados con el bien de
la colectividad. Política que debe huír tant'o, del colectivismo absorbente y
aniquilador de la persona, como del liberalismo destructor de la vida social
y atomisador 'de la per"sona. ~. ' ,
~ justicia del orden social dependerá de la medida en qu'e la colecti-
vidad se subordine al bien del hombre, para que éste logre su fin específi-
CO y pueda satisfacer aquellas' necesidades ét las cuales no puede proveer
aisladamente, y de la medida en que el hombre se subordine a la colectivi-
'dad, como parte que es dd todo, y de' la medida en que ambos colaboren
,conjuntamente por el hien de la parte y del todo; sólo entonces se podrá
decir que se ha conseguido el bien C01;nún, , " ,
Es tan ,estrecha la relación entre el bien común de los asociados y el
. de la colectividad que Santo Tomás ha podido decir : "El que busca el l:Ii!!n
general de ia multitud, b'usca conse¿ue~ncÍalmente su bien propio por dos
, razones~ 1) porque el bien propio no puede existir 'sin el bien general de
la familia o de la ciud3.d o del reino. Así Valerio Máximo dice de los an-
cianQ~ romanos (L. IV cap. 4 NI? 9),' que prefer.ían' ser pobres en t¡n Es-
tad¿ nco qu~ ser ricos en un Estado pobre; 2) porque el hombre, siendo p!'lr-
te de la familia o de la Ciudad, debe considerar hueno. para él' mismo, lo
que consiclera ~omo sabi0 y prudente pá:ra la sociedad. Ptiés, la buena dis-
:f'osici6n de las partes resulta de su relación con el todo, porque, como lo

-[ 1,3,4 ]
dice San Agustín (De Confeso L. III eap. 8), toda parte que no concuerda
co~ el todo o que no se armoniza con él, es deforme" (Som. Theol. II Il
q. 48 arto 10).
Tanto el bien común de la parte como el del todo deben buscarse yor~
denarse en orden a Dios y a su glorificación. "Es evidente - dice el An~
gé'lico - que «rl bien común, de la parte existe para el bien del todo; por
consiguiente cada cosa particular ama su bien propio' con un amor o ape~
tito natural, en vista del bie,n general del universo entero que es Dios" (Som.
Theol. 11 11 q. 3). '

D). Distribución del Bien Común.-La so~iedad debe servirse de' la


ley como de un médio para reconocer y conferir a la persona humana to~
do aquello que es ,necflsario' para llevar una vida recta de acuerdo con su
naturaleza y con su fin trascendente. La naturaleza humana y sus necesida~
de'S son 'esencialmente iguales en todos los hombres; por consiguiente, to-
dos reclaman iguales derechos y bienes con que proveer a sus necesidades
de personas humanas. El bien común ha de ser distribuÍdo entre los hom~
b~es. considerados como personas de igual naturaleza, por aquellos que
cuidan, de la sociedad, de ácuerdo a la más estricta igualdad; tomando eso
si en cuenta la' cantidad de bienes a 'repartir y la, mayor o menor posibili-
dad gue tiene ~<\da persona de proveer a sus necesidades por !'lus propios
medios. La igualdad de todas las personas es'reconocida por León XII cuan~
do en la Carta Cristiana del Trabajo expresa: "También hay ,que tener e~
'Cuenta ... q'ue todos, tanto Jos de arriba como los de abajo, en calidad de
.ciudadanos son iguales. Es decir, que los proletarios, con el mismo ,derecho
'que los ricos, son por naturaleza ciudadanos, esto es, partes... del cuerp<>
de la sociedad" (Enc. Rerum Novarum). ' '
Si bien es cierto, que cuando' la ,ley distribuye el bien común entre las
'Personas debe considerarIe.s a todás en Un mismd pie de igualdad, cqn las
mismas necesidades y los mismos derechos, no obstante, cuando se trata
de distribuÍr el bien común' entre los hombr,es, considerados como indivi-
dúos. la ley debe ajustarse a los principios ,de la justicia distributiva.
La justicia distributiva es aquella especie de justicia que rige las obliga-
ciones de la sociedad para con los individuos, . del todo social para con las
partes, y en virtud de la cual los que gobiernan la sociedad deben distri-
buÍr los cargos y bienes sociales según sean los' sacrifici,os hechos por cada
,parte en ,beneficio del bien común, es decir, según el valor social de los In-
las
dividuos, y distribu'ír cargas sociales, contribuciones' y deberes soc,iale8
de acuerdo a la capacidad de cada individuo para soportarlos y según ,SQ
'·mayor o menqr esfuerzo en pro de la comunidad, buscando siempre la ma-
yor utilidad pública. "Por la justicia distributiva - expresa Santo Tomás
- se dá algo a una persona privada, en cuanto lo que es del tO,dq es debi~
do a la parte; en proporción tanto mayor cuanto más principal sea dicha
parte. por eso, :en virtud de la justicia distributiva, se dá a una 'persona tan",
to más de los bienes comunes cuanto, más pJ;inci¡:jal es en la comunidad"
(Som. Theol. II II q. 6 J arto 2). Más principal será el individuo mientras
~ayor sea su aporte al bien común colectivo. La desigualdad en la repar~
tición del bien común entre los individuos es perfectamente lógica y ipsta:
el efecto, anota, Schwalm, es por naturaleza proporcionado a la acción de
la causa, y aquÍ' el, bien común es efecto de la actividad social de los indi-
a
vi.duos que es 'la causa. ,Si los individuos cooperan, desigualmente. forjar
el biencomúh, desigualmente lian de participar, en su distribución. Imponer
iguales c~rgas a todos, sin atención ninguna a sus' fuerzas, a ,sus· facultades
y a sus aportes sociales es, como expresa Suárez, contra razón y justicia.
Esta desigualdad en la repartición del bien común y en las cargas 80-
.ciales se explica porque aún cua:ndo todos los hombres, en cuanto personas~
~on iguales y tienen l~s 1llis~os !=Ierechos, ep. cua~,to inqi~duos, '~on del to~
do, desiguales, pués,. 11;\ igualdad~pt:é$c~ es la .&ase de todas las desigual~
dades individuales, como la unidad de la naturaleza lo es de todas las in~
dividualidades diversas entre ~; "todo ~ desigualdad en los" individuós -
la
~scribe T aparelli -'- por ~<i, que seá ¡:)erfectísima en ellos semejanza de
;naturaleza; pero esta semejanza sólo reina en el orden abstracto, en el mun-
do real la" desigualdad es indeleble" (8) J. Ahora bien, si los individuos 80n
accidentalmente desi~aies; déSlguales también han de ser sus aportes al
bien común, y en consecueíi¿fa, desiguaTménte h~n de participar en la dis-
ttibución del mismo, en conformidad a" sus ~er~cimientos, en atendón ál
esfuerzo desplegado por cada cual para la conservación y progreso del con-
glomerado soclal. Por consiguiente, los cargos públicos y los beneficios so-
ciales no se hé\n de repartir entre los componentes de détermimidos parti-
dos políticos o de logias de obscuros propósitos, sino en~re aquellos que
cuenten con mayores méritos y preparaci'ón pará serVirlos con honradez e
inteligencia; proceder en otra for~a, es violar flagrantemente la justicia
distribu.tiva que deben los gobernantes a l~s gobernados:
En la distribución del bien común ha de tratarse de no incurrir en lo,s
-doserTores ya esbozados, a sah'er: el individualisl1.1o y' el colectivismo. La
'fiociedad y¡ la ley no pueden permanecer indiferentes, como pretende el li-
beralismo individualista, ante las necesidades y derechos legítimos e igua-
les que tienen todas, las personas humanas y que reclaman de la !lociedad
un reconocimiento de ellos y la cooperación de ésta para" proveer e sus in-
digencias, lo cual se logra por el reparto equitativo del bien común. Pero.
tampoco la ley ha de caer en el errpr colectivista que presume en todos una
igualdad individual que les dá derecho para participar en la distribución
del bien común en la misma igualdacl. "Querer la igualdad absoluta de ~o­
dos. es -,- declara con razón Schwalm - favorecer por una injusticia for-
mal a aquellos que dan menos a la sociedad, en desmedro de los que dan
más" (82). Cometer semejante j.njusticia significa pisotear los valores inte~
lectuales y motales y_arrancar de raíz del corazón del hombre las ansias de.
superación. Justificadamente ha dicho T ristán de Athayde: "El igualitaris-
mo mecánico en la repartición del bien común Racial, consecuencia de la
concepción socialíata y proletaria. es un error social, tan grave como el in-
diferentismo de la sociedad en la repartición puramente libre y a.rbitraria
-de los bienes colectivos entre los 3sociados, consecuencia de la concepción
liberal y burguesa". (83).
El que l¡l. justicia "distributiva mande a los que cuidan de la sociedad
,repartir el bien común en conformidad a los derechos esenciales e iguales
de todas las personas humanas y en conformidad a la contribución social
de todos los individuos. no impide que los gobernantes se esmeren en que
.se r~peten los legítimos der,echos que tienen los ecbnómica e intelectual-
mente débiles en virtud de la justicia legal y "distributiva. Es lo que enseña
León XIII al decir: "Los derechos deben ser respetados religiosamente don-
de quiera que se encuentren, y el Pod"er Público debe procurar que a cada
cual se le dé ló suyo, evitando y reparando toda injusticia. Pero en la tu-
iela de los derechos privados hay que" dar la preferencia a los débiles y
..rteneaterosOsf ' {Ene. Rerum Novarum),'
, Una vez" que a todos les ha sido dado loq~~ en justicia se les debe,
~tonces. y 8610 entonces, corresponde a la candad, el amor de los hijos de
Dios. entrar a' regir las relaciones ae" los aso dados entre sí y ~ éstos ~on
108 que gobiernan la comunidad. La caridad no tiene I&mte ni medida. al-
canza hasta donde llega nuestro amor 9. Di~5 repr~entado por el prójimo.
índice

(. 136 1
V. LA AUTORIDAD O ESTADO, CAUSA EFICIENTE DE LA LEY
CIVIL.

1 ).La ley debe ~ar de la Autoridad Legítima.-Hemos visto que


la leyes up.a ordenación racional enderezada al bien común, pero a esto de~
hemos agregar ahota que debe ser dictada o promulgada por el que cuida
de la comunidad, por la Autoridad legítima. Hé aquí la causa (eficie·nte. de
1a \ley.
En efecto, dijimos, que la leY tenía por finalidad el bien común. por
']0 tanto, ella debe emanar -de la Autoridad competente ya que es ésta la
que representa y dirige ordenadamente la sociedad civil hacia la obtención
'de 'este bien común, que es también la causa final ,de la sociedad y de la
inÍsma Autoridad. La 'ley no es, sino el medio de que se sirve el Poder so~
<:ial. para lograr el bi.en común, lo cual constituye su fin. Esto lo expresa
:daramente Santo Tomás al decir: "La ley propiamente ha.blando mira a
aquel orden de cosas que se 'halliln Íntimamente enlazadas con el bien .éó-
múit. Ahora bien, ordenar 'lOa cosa al bien común compete únicamente a
la multitud en su totalidad, o a aquel que representa y hace las veces de esa
multitud. Por lo tanto, legislar pertenecerá, o a la comunidad política en...
tera, o a la persona pública a cuyo cuidado está esa comunidad. Ello es na~
lural. ya que en todo género de cosas, es aquel a' quien corresponde reali...;
Lar un fin a quien compete" ordenar las cosas a este ,mismo fin" (Som.
Theol. 1 II q. 90 arto 3). De tal manera, que correspondiendo_a la multitud
toda por sí misma o,a quien ésta haya transferido legítimamente la potestad
el lograr el bien cómún. es lógico que sólo la multitud o su representante
tengan derecho a usar de los medios legales tendientes a ese fin. El que ri-
ge a la comunidad no tiene la potestad legislativa en cuanto es tal o cual
pérsona privada. 'sino en cuanto representa y hace las veces de la multitu&
A ningún miembro individual de la colectividad compete la facultad legis~
lativa sobre los deffiás. pués. por naturaleza todos son de una calidad idén-
tica y nadie individualmente considerado tiene la misión específica de pro-
pender al bien común de la colectividad; ésto sólo corresponde a la mÍ8>-
roa colectividad y a su principio de unidad: la Autorida'=!.. Platón lo com-
prendió al expresan "Oficio es del rey hacer leyes" (84). Aristóteles,' a su
vez, expresa: sólo al' Emperador está concedido tanto el dar las leyes co-
mo interpretarlas (Mor. 10).. Suárez emite un concepto similar al decir que
corresponde dar la ley: "a la potestad gubernativa de la república; a la
cual perten.ece el procurar el bien común" (85).
Es de toda evidencia que la ley debe emanar del poder público, cual~
quiera que sea la forma en que esté constituídq, porque ~s a él a quien co~
rre~ponde específicamente· gobernar y, como expresa Balmes. gobernar ~
¡dirigir, y no podría dirigir si no tuviese la facultad de dictar las normas.
pertinentes. si careciere del de~echo de' imponer leyes obligatorias.
Pot otra parte, toda ley implica una relación entre un superior que or~
dena y un inferior que obedece; ahora bien. ningQna persona particular tie~
ne poder pará obligar a título propio a otra semej ant,e a ella, pués, los hom~
hres. son iguales por esencia. Todo hombre es naturalmente libre frente a
otro lí'ombre. La criatura racional sólo está sometida naturalmente a su Pa"
¿re espiritual, en cuanto es' obra .de Dios, a su padre carnal. en cuanto es
hijo de familia, y a la Autoridad legítima, en cuanto. es ,miembro, de .una co-
munidad- humana a C\lYO bien común debe contribuir mediante la sumisión
a aquel que hace las veces de aquélla. Esta Autoridad legítima, en repre-
.sentación de la comunidad, puede imponer al súbdito obligatoria Y coerci..
tivamente la obse~vancia de las leyes y disposiciones necesarias a la conse-
cución del bien común del todo social. Nadie más que la auténtica Autori~

[ 137 1
dad :euede obligar en estos términos i.rnverativos a algún miembro de la co-
munidad. Toda persona privada carece de potestad para ello. Santo Tomás
expresa lo anterior diciendo: "Una persona~rivada no puede inducir eficaz-
mente a la virtud, ya que. no le aJIlllara d recurso a la fuerza o coacción,
-recurso, sin el cual no pued~ haber' iIlduc.cic$n eficaz a la v:it:tud, como Aris-
tóteles emreñl'l.Y porque solamente la multitud;; urí!!; persona públiq dis-
yone de semejante fuerza coactiva, ya que ella es la única que puede in-
flingir penas; por eso el poder legislativo es propio y exclusivo de la mul-
titud o de aquel que la representa" (Som. Theol. 1 11 q. 90 arto 3). Santo
Tomás al formular este juicio tuvo presente, como lo dice expresamente,
d pensamiento de Aristóteles para quien la ley debe tener fuerza coactiva.
y aunque puede un hombre' privado mover a virtud a cualquier ciudadano
con avisos y consejós, no lo puede completamente, .esto es, obligándole, por
10 c~al los tales ~onseios no tendrán valor y fuerza de ley (Mor. 10 cap.
9). Cicerón a su turno. a(irm~ que la leyes la expresión del poder público,
dice: "Como las leyes están por encima de los magistrados, los magistra;.
do~ están por ~ncima del pu~blo; se pued,e .decir verdaderamente que el ma-
gistrado es la ley parlante; la ley el magistrado mudo" (86). Suárez se
adhi~re a la idea que venimos sustentando al afírmarque "lél. leyes pre-
~epto impuesto por aquel que tiene fuerza para obligar y forzar, y por tan-
to, que es de esencia de la ley, que sea dada por quien tenga poder pú-
blico... SuponemO:s en, primer lugar, - dice en otra ¡:¡arte - que el pre-
cepto, como tal, necesariamente pide alguna potestad superior en el pre-
cipiente respecto' de aquel al cual manda ... Mas, por el precepto obliga el
el que manda a otro, al que mandá, y, por tanto, es menester' que sobre él
tenga derecho y superioridad de potestad. Pués, no puede haber acción sin
principio proporcio.pado del c~al mane, y este principio es en este caso aque-
lla potestad por la cual uno se constituye superior a Qtro. Además, no to-
do hombre puede mandar a otro, nÍ un ig~al (por decirlo así) puede obli-
gar a un igual" como és manifiesto l porque' no hay r~~ón alguna para que
tenga uno más obligación de obedecer al otro que recíprocamente, y habría
guerra justa por ambás 'partes; h'ay, pués, necesariamente especial potestad
superior para mandar válida yeficazmente" (8 7). '
Es en atención a lo expuesto que en las Partidas se dice : "Nadie pue-
de hacer leyes sino el Emperad~r o .el R~y u otro por mandato de ellos, y
si otro las hiciere sin Su mandato no pueden tener nombre de leyes, ni 'de-
ben se~ obedecidas, ni gua~dadas por tales, ni deben valer en ningún tiem-
po" (88). .• - ..; ,
Si el dictar e imponer leyes obligatorias sólo_ in<;umbe a los que repre-
.aentan a la colectividqd,' es decir, a la Autorida,d, es ne~esario estudiar ~
donde arranca esta facultad de la cual no están investidos los individuos
por sí mismos. La potestad legislativa es una conse~ue~cia ,del origen y fin
de la Autoridad. Es la naturaleza de su origen la ql,le confiere a la Autori-
dad, como atributo es.encial de ella. la facultad de imponer y sanciona~ la
ley. .

2) .. Orig~ de la Autoridad.-La Autoridad surge naturall1l-ente por el


solo hecho de la' sociedad humana. es .un efecto de la inclinación natural
del hombre hacia la ~sociación. Mas, siendo la sol::iedad conforme a la na-
turaleza humana: y la Autoridad el prod~cto espontaneo de esta sociedad,
se debe concluÍr que en último término la Autoridad tiene por origen al
Autor de la sociedad, de la, naturaleza humana: pio~. Por. consiguiente, po~
demos distinguir: un origen natural de. la Autoridad, la cual nacería como
eonsécuencia de' la comunidad; YUIl origen divino, en cuanto 'todo lo na-
tural es diviQo y Dios cr~6 s~~iable ia naturaleza 'humana. y la soci-edad no
puede conservarse ni progresar sin una Autoridad. Pero, el que la sociedad
"S la Autoridad tengan su causa primera en Dios, no significa que ellas se

{13S'j
constituyan por una aCClOn directa de Este, sino que son, los propios aso·
ciados quienes designan a la Autoridad y le transfieren la soberanía con-
ferid,!- por Dios a la multitud.

A). Origen Natural de la Autoridad.--EI hombre es llevado por natu·


raleza a la sociedad civil ya que en ella encuentra el medio adecuado, co·
:mo sociedad perfecta que es, para proveer a _todas;sus incJigenci.a:s tem:po·
l'ales individuales; a 1<':s cuales no podría dar satisfa~ión c~.mveniente si su
'vida tr~nscurriese en el aislamiento. Es por esto, que el móvil que natural-
mente impulsa, al hombre a reunirse con sus semejantes es un móvil utilita-
rio de perfección personal; por consiguiente, dentro de la sociedad buscará
y tenderá a su bien personal. Pero, una vez en sociedad se dá cuenta que
si cada persona o sociedad menor (familia, gremio, muniCipio, etc.), pro-
pende' exclusivamente a su propio bien, a su propia perfección, la sociedad
civil se destruiría, se aniquilaría y todos los beneficios que de ella se habrían
podido obtener se esfumarían. De aquí pués, que todos se unan y cohesio-
nen para lograr junto al bien particular el bien común del todo social. Y
es esto lo que constituye la forma o ca:usa formal de la sociedad. Sin duda
hay muchos otros factores secundarios que influyen para ha,cer' del conglo-
'merado social una unidad, tales por ejemplo: un común origen racial: un
común destino histórico, una tradición común, costumbres análogas, una
mism~ forma de rendir culto al Creador, los mismos dolores, etc. Pero, tan·
to el factor fundamental de unión como los secundarios; necesitan' expresar-
se en una fórmula más concreta, más real y más enérgica, necesitan J~j al'
de ser meros juicios o sentimientos para tra.nsformarse en un hecho sensible
. y de contornos definidos. Y hé aquí que surge la Autoridad, c~mo' medio
necesario para el perfeccionamiento de la unidad social logrando así un ma-
yor bien común y, como consecuencia, un mayor bien particular. Pel'o, la
,Autoridad no es la form,a de la sociedad, no crea la unidad social, es sólo
la expresión, el ec:o, el florecer de una. unidad ya existente. "
La Autoridad social nace naturalmente de la necesidad que, halla una
fuerza que' aúne y ordene imperativamente a todos los hombres y organis'-
mos subordinados hacia el bien común. "En todas aquellas cosas, ' - -discu.
rre Santo Tomás - que estando ordemidas a un fin; pueden, sin embargo,
proceder de muy diversas maneras, es necesario &).guien que dirija, para
'que el fin, debido llegu~ directamente a conseguirse ... Pero el hombre, por
$er agente intelectual, d'el cual es propio obrar intencionalmente, tiene evi~
dentemente un fin' al cual toda su vida se ordena. Pero hacia ese fin los
, hombres marchan de muy, diversas maneras, como se vé por las' mismas
ocupaciones y normas de conducta de cada individuo. Es necesario, pués,
alguien que dirija". Y en otra parte sostiene el mismo Doctor: ."Siendo
natural a los hombres el vivir en socÍedad es necesario que haya entre, eUos_
algpien por quien la multitud sea regida. Porque al existir reunidos mu-
" chos hombres, si cada uno, proveyese a sí mismo según su privado parecer
y conveniencia, y no hubiese quien cuidase de las cosas pertinentes al bien
común, se disol,veríala multitud en' diversas, partes, de la misma manera
que se disolvería el cuerpo, del hombr~, o del cualquier otro animal, si no
existiese en el" organismo una fuerza directiva y gubernativa común (vis
r~gitiva co~munis) que ~e aplicase al1;>ien común de todos los miembros.
Considerando lo cual dijo Salomón: DO,ncle'no hay gobernador se disipa·
rá el pueblo. Y esto porque hay entre los hombres algo' Propio e indivi~
dual y 'algo Común; y en cuanto a esto último se míen, péro en cua,nto a lo
primero, difieren y discrepan; y lo que es causa de discrepancia' no puede
serlo de unión. Por donde es necef;ario que además de aquello que los im·
pulsa y mueve al bien par~Í:Cular de cada uno, l1. a ya algo que les mueva ,al
'bien común de todos. (>or lo cual ,vemos 'lue en toda pluralidad de cosas

[ 139 ]
qtieestán ordenadas, a 'la, unidad, se ellc'¡en.tra algun~ que rig~ a las demás.
Conviene, ,pués, que en' foaa mt1ched!lmhre:. haya un px:incipio de gobier-
no" (89). 'Cicerón cntu~ 19S Antiguos. "para no cib;n otros, :ya había com-
prendido la necesidad de la Autoridad como factor de unificación de 109
asociados para la conquista del bien c:;omún, e~presa: "Hay necesidad de
los magistrados; sin su prudenci~ y su diligencia, la ciuda~ no puede exis-
tir; y en la determina,ción de sU!l funciones reside toda la economIa de la
república" ' (90). Vitorta, ~I gran teólogo y jurista hispano, enseñaba en
su qtedra: "la estabilidad de la sociedad exige una fuerza cohesionado-
ra; y una potestad gobernante y providente" (91). Esta misma ha sido
]a doctrina permanellte d~ los' pontífices; en efecto, León Xlllded~ra:
"En tóda reunión y comúnidad de h~mbres, la misma necesidad obliga a
que haya algunos que manden, con el fin de que la sociedad, destitu~a de
prinCipio o cabeza que la rija, no se disu~lva y se vea privada de conse-
guir el fin para el cllal nació y, fué constituida" (Enc. Diuturnum llIud.
~Q '4); y en la Encíclica Ínmortale Úei sostiene:, "Mas como quiera que
ninguna sociedad pueda supsistir ni permanecer si no hay quien presida a
todos y 'mueva a cada uno con un impulso eficaz y encaminado al bien
común, aíguese de ahí ser necesaria a toda sodedad de, hombres una Au-
toridad que la dirija" (Ene. Inmortale Dei NQ 7). La Autoridad, en con-
secuencia, poaría definirse como aquella parte de la sociedad que está en-
<;árgada de dirigir a las peIsonas y a los grupos menores al bien común
del todo social. ., ,
La Autoridad, ~~gúnio 'visto,' no tiene por fundamento la voluntad
, libre y omnipotente de los in~ividuos que acuerdan enajenar una pnrte
,: de' su libertad en beneficio de' la colectividad, co~o afirman los partida-
nos del contrato soCiaL No. La Autoridad está basada en el carácter so-
eiable de la naturaleza hwnana; lo que Aristóteles enunció diciendo que
el hombre es un animal político. "Si son las necesidad~s de la naturaleza
humana - ha dicho T rlstán de AtQ.ayde - las que llevan al hombre a la
sociedad, son 103 imperativos de la naturaleza social los que llevan la so-
ciedad al Estado" (92). Es en esta virtud q~e Bellarmino expresa: "el
póder es de derecho natural: él no depende del consentimiento de los
,hombres: que ellos lo quieran o no, deben ser regidos por alguien, d me-
nos de querer que el género humano perezca, lo que es contrario a la in-
• dinación de la naturaleza" (93) . 1ampoco puede considerarse a la Au
toridad como un prd"ducto del pecado original del género pumano, pués,
como observa el Doctor Angélico, aún en estado de inocencia hubieran
nec"esHado los hombres de 'la Autoridad política; porque las indigencias
humanas reclaman la vid~ en sociedad y ésta requiere una Autoridad que
ordene al bien común a todos los asociados y a los grupOl! naturales me-
nores, ya que la so~iedad civil representa en el ~~den temporal la cima
más alta a que, alcanza el hombre eil su ascensión p~rmanente hacia so-
ciedades ~ada vez más p'erfectas" es' decir, c~da vez más independientes y
"cuyo bien comun es cada vez más compl!?to, más integralmente humano,
" más perfecto. Entre las sociedades que persiguen fines humanos la civil
~ la única perfecta: es soberana e independiente y ,su bien común, es el
más perfecto y amplio. Con razón ha dii:ho Santo T~m;is que la sociedad
civil es "la comllnidad ,principal por excelencia". Pero, la Autoridad no
puede legítimamen'te desconocer los derechos inviolables de estas socie-
dades naturales mellores" <\ l~s cuaJes está más íntimamente vinculado el
hombre y ~ través de las cuales se proyecta en la socied~d civil.
Para que se pueda decir que existe realmente una sociedad dr.- nom-
f,res racionales y libres es p~eci90 que haya entre' ellos una profunda uni-
dad espiritllal y material, qlle todos los medios estén adaptados al fin 80-
Cial, es decir, que haya un ordefl soCia,l interno y externo, que 109 actos
de los hombres estén ordenados' al biencomúp lo qlle redundará en be-

1 140 l
neficio del todo y de las partes. A la Autoridad ell'lpece el acrecentar esta
unidad, el hacer más efectivo y rígido este orden social y el lograr que to~
d~s las energías y medios se enderezen al bien común social. Pero es im~
P9rtante insistir, una vez más, que la Autoridad es el producto ~spontá~
neo, natural, lógico de la unidad social, mas no es quien la forja. La uni~
dad social, en una sociedad humana bien constituida, debe preexistir a la
Autoridad, pués, el imponer una Autoridad arbitraria, que no responda a
una efectiva unidad social arraigada en .el espíritu de los hombres reuni"
e

. dos, es igual que, escribir en la arena, ya que a los primeros síntomas de


agitación y dificultades sociales se derrumbará toda la: ficticia y aparente
organización social. La unidad social es la forma de la sociedad, la Auto,.
ridad es sólo una propiedad de éstas. Es por eso que partiendo de esta
idea Osvaldo Lira ha podido decir: "La' Autoridad - el Poder - no es
la forma de la sociedad, porque no es ni puede ser el principio de perfec~
ción y de unidad. La forma de la Nación, lo que la constituye en su enti~
dad especffica es, como lo apunta con profundidad Vásquez de Mella, la
comunidad .de intereses, sentimientos, aspiraciones y tradiciones; comuni;
dad de espíritus. por consiguien~, y de actividades espirituales. Sin eso
no seguiría las trazas de .la persona indivip.ual ni se encontraría orientada
haCÍa su perfección. La Autoridad, todo aquel conjunto de organizacio~
nes que constituyen el poder político, viene a ser sólo una manifestación
má; o menos perfecta de una unidad que ya existe: una proyección exigi~
da por la condición de le, persona humana que no i~tuye lo espiritual, sino
que-lo conoce por el solo medio de la abstracción, y por 'la .finalidad de
orden social y extern,:> que pertenece a la sociedad civil. Dentro de una
concepción escolástica de la sociedad, el Estado podría incluÍrse en el ca~
1egorema propiedad; es decir, ~n la categoría de algo accidental, incapaz
de subsistir por sí mismo, pero que se haya unido por nexo necesario e
irrompible con la substancia cuyo accidente es. Si :el Poder fuese la for~
ma de la sociedad; resultaría que mientras más perfecta fuese, más ro~
busta debería ser no sólo la Autoridad sino su ejercicio y su puesta en vi~
gor. Ahora ,bien, es un hecho que mientras más elevado nivel de cohesión
y de cultura ha alcanza <lo una sociedad, mientras mayor es su unidad,
menos necesario resulta que recurra a un despliegue de Sus medios rlé ac~
c.ión'; antes al contrario, aquello podría resltltar en su propio desmedro y
desprestigio... 1::s, pués. el Estado, un representante de un orden ya exis-
tente. En consecuencia, de una unidad. porque en la definición que del
'orden enuncian los escolásticos, 'se habla de la reducción de muchos ele~
mentas de unid.ad~ Representando .unaunidad, proyectándola al exterior~
el Estado debe por lo mismo conservarla y desarrollarla. Porque. como es
'evidente. la semajanza entre las personalil individuales y las" colectivas no
se extiende a todos los aspectos, y uno de los que no cae dentro de eUa
es, precisamente~ el que el alma colectiva admite' intensificaciones y dés,..
mayos, siendo, como es, de categoría accidental, incapaz de subsistir en
sí propia" (94).' Este mismo peqsamiento que la Autoridad no es la for~
ma de la sociedad sino ;"na propiedad de eII.a, se encuentra ya en Suárez.,
quien afirma que la soberanía, o sea, el derecho qúe' tiene la sociedad d~
darse una Autoridad independiente y libre, se realiza a la manera de una
propiedad que sigue la naturaleza de las cosas ("per modum proprietatis
c.c;>nsequentis naturam"). Por consiguiente, la perfección moral de la SO~
ciedad civil no se logra exclusivamente por la presión ejercida por una
Autoridad rígida y, enérgica, sino mediante el robustecimiento. de los víncu~
los sc;ciales entre los asociados, especialmeni:e de la comunión ,de los es,...
pír.itus dispuestos a sacrificarse por el bienestar natural y espiritual de la
cQI~ctividad.· La sociedad v.erdaderamente virtuosa es aquella que prac-
'tica la virtud no por ,imposición de la Autoridad, sino como 'resultante na-
tural de una actitud interior. de los asociados. La peJ"feccjón de la Eocie~

{ 141 1
dad se mide el1 último termino por JaperJección· indi,Viqu(il de sus miem~
broi; de tal 'Planera, que una sociedad . será tanto m,~ perfecta y virtuosa.
ros
CUé\nto 'más contribuya, ~a la perfección y virtud de asoqados,.
. Es preciso,' sin embargo, reconocer con Maritain, que siempre es J:l:e~
cesa;ria la Autoridad y su poder de coerción por cuanto en la especie h.~
mana, el mal se dá con :más frecuencia que el bien. y este hecho proviene
.de otro: que "el hOn;lbre vive con más frecuencia según los sentidos que
según la razón". "De ahí que sea quimérico pensar - sostiene Maritain -
en una. sociedad exenta, de relaciones de autoridad y libre de toda coer~
ción, o en una organiZación de la sociedad que requiera la intervención
constante de la buena voluntad, inteligencia y virtud de la mayoría... Pe~
ro también es cierto que las coerciones sociales deben tener como objetivo
propio la dignidad de la persona humana, la conquista moral de la liber~
tad, y la recta vida húmana de la multitud; yeso en razón de la natura~
leza misma del hombre, cuya esencia no es mala SInO inclinada al
bien'? (95).
Esta facultad o derech~ que tiene la sociedad civil, en cuanto socie~
daq perfecta, de poder darse una Autoridad propia, con entera indepen~
dencia ele cualquiera otra sociedad que persiga fines exclusivamente hu.~
manos. se le denomina Soberanía política.. El Estado (o Autoridad) es la
forma concreta, es la proyección visible' de esta soberanía. La soberanía
política de la sociedad, o sea, el derecho que .tiene ésta de gobernar~e li~
bremente, equivale al derecho que tienen las personas humanas de reali~
zar qutá~quicamente sus fines espeéíficos.
B). Orig¡en Divino de I~ Autoridad.-Por el hecho mismo de tener la
Autoridad un origen natural, siendo la expresión de una manera de ser
de la naturaleza, soCial, tiene f!.mdamentalmente un origen divino, pué~,
Dios es el Creador de la naturaleza del hombre y, por consiguiente, de la
natural~za social. '
El que la Autotidad tenga su causa primera en Dios no es algo ex~
cepcional ni extraordinario, ya que todas las cosas creadas tienen en El su
origen y fin último, al cual se dirigen r~gidas por la ley eterna que ordeaa
todo el' universo creado a Dios. De tal manera, que la Autoridad no ·es
sino una de las formas prácticas de operar de la ley eterna, por cuanto
. ésta es la razón de la divina Sabiduría que dirige toda acción, todo mo~
vimiento, según la definición tomista (Som. TheoI. 1 11 q. 93 arto J).'
Pero, a esto debemos agregar otras razones y testimonios que demues~
tran el origen divino. de la Autoridad.

a). Razón lógica.-El hombre, hemos dich~ (e iteradas veces, entre-


gado a su propia suerte, desligado absolutamente de sus semejantes, .es in~
capaz de bastarse a sí mismo en la satisfacción de sus necesidades perlio~
nales e inHividuales; por lo cual. el Creador de su naturaleza le imprimió
en las entrañas suhstanciales de su ser una inclinación espontánea a la so~
ciedad, la que proveería a sus indigencias. En consecuencia, la sociedad
civil ha sido querida por el autor de la naturaleza del hombre, ya que vió
en ella el medio del cual había de usar és~e paré!. realizar la vida espec-
ficamente humana que le correspondía y cO,nseguir de este modo la pI.e~
nit~d del ser. En esto no puso Dios acto distinto del crear. Podemos d~­
cir, en consecuencia, que siendo la sociedad civil, querida por Dios tiene ¡m.
origen divino. Pero, vimos anteriormente, que la sociedad civil para, po~
der conservarse y progresar reclama una Autoridad encargada de orde-
nar'a los asociados y grupos menores. al bi~m de ,la sociedad, al bien común,
pués, de lo contrario' se disgr,ega y pasa a, ser una, masa amorfa de. indivi-
duos sin ningún sentido y razón de, ser, careciendo, de la fecundidad ne-
Gesaria para ,engendrar algún bien a los que se han reunido con la .esp,e..
"lanza de. hallar en ella el complemento necesario a ]a naturaleza humana.
Por consiguiente, si, Dios quiere y, forja la sociedad, lógicam~nte ha de
querer su conservación y progreso; en otros términos, ha de' c()nf~rir ~
ésta la soberanía, o sea, el derecho de darse a sí misma una Autoridad
libre e independtente; lo que equivale a afirmar que Dios desea la Auto~
ridad como directriz de la vida colectiva, fllego, la soberanía, la Autori~
.dad, tienen un origen divino, p~és, ~a naturaleza humana exige la socie~
dád ,y la naturaleza social exige la Autoridad, y todo lo que tiene su ori~'
gen en la naturaleza de las cosas tiene Su origen en Dios, exclusivo autOlo
de ésta y de sus derechos y necesidades.
J,,¡eónXUI enseña 9na doctrin,a similar, diciendo: "y verdaderamen-
te qu!,! la naturale:;:a, o más bien Dios; autor de la naturaleza, manda que
los hombres vivan en sociedad civil, lo que demuestran muy claramente.
ya la facultad de hablar, conciliadora muy grande de la sociedad, ya mu..,
chisiriJ.as ansias innatas del ánimo, ya también muchas cosas necesarias y
de grande importancia que loshombr~s aislados no púedén conseguir y,
que Ips tienen unidos y 'asociados unos con otros. Ahora bien, ni puede
existir ni concebirse la &ociedad en que alguno no temple y un~ las vo~
luntades de todos, para que de muchos se haga como uno solo y las obli-
gue con rectitud y orden a un bien común; quiso. pués, Dios que en la so~
ciedad civil hubiese quierues mandasen a la multitud" (Enc. Diuturnum
HIud NI? 11).
Por otra parte, teniendo todos los hombres ig\lal naturaleza racional
y libre, no s€ justifica que por razones accidentales' algunos tengan poder
hasta de vida o muerte sobre sus semejantes. Esto sólo se explica, si se
'c.onsidera a la Autoridad como mandataria de la potestad legislativa di-
vina, gozando de! imperio. de ésta y del derecho de ser ohedecida. Ni la
muchedumbre, por grancl~ que sea su número, pu~de dar a alguien el de-:
Techo de privar hasta de la vida a los asociados, del cual está investida en
ciertos y determinados casos la Autoridad, por cuanto si nadie pued~ ha~
cedo individualmente no se divisa por qué vá' a poderlo cuando se agru-'
,pa con otros. Además, como veremos después, la iey emanada de Auto-
Yidad legítima crea entre ésta y los súbditos un lazo moral" pués, la ley
obliga en conciencia a su observancia, ligando ?sl{e deber moral de con-
(:iencia con nuestro fin último, y es de tO,da !=videncia que una obligación:
en conciencia de esta naturaleza sólo puede tener su origen en Dios, 'Sólo
El puede conferir a la Autoridad el poder de obligarnos en estos términos.
Al respecto León XIII declara: "s610 Dios es el propio, verdadero y
Supremo Señor' de las co¡;as; al cual todas necesariamente están sujetas y
deben obedecer y servir, hasta tal punto que todos los que tienen dere-
:Cho de mandar,de ninguno otro, lo reciben sino de Dios. Príncipe sumo
y Soberano de todos... Así como en el mundo visible, Dios ha creadC' las
<::ausáS segundas, en
, -,-' -,
las cuales
.
se ~efleja en cierto grado la naturalez,,! y
,
las acciones divinas, y concurren al conseguimiento del fin a que tiende
el universo, así también El ha querido ql.!e en la sociedad civil hubiese una
autoridad cuyos _ depositarios reflejasen, en cieri:a manera, la imágen de
la potestad y providencias dívinas sobre el linaje humano" (Enc. Inmor-
tale Dei. N<.> 8 y 9). ' '
TambiéQ hay que convenir con León XIII, basado en Santo Tomás.
-que para la observancia integral de las leyes no bastan las sanciones p-e-
,nales ni castigos, porque la pena obra por el miedo y éste, como observa
Santo Tomás, es "flaco apoyo, porqtte los que por él. se someten, cuando
ven la ocasión .de escapar impunes, se levantan contra p~mcipes y sobe-
l'anos con tanta mayor turia cuanta mayor' hi'l sid~ la sujeción impuesta
por el miedo, fue~a de que el miedo exagerado arrastra a muchos a la de-
sesperaciqn, y la desesp~l'ación se lanza impávida' a las más atroces reso~

[ 143 J
luciones" (96). EIl. ~0115ecu~n,ci~. no .~s~)Óiico.~eia! a la Autoridad en-
tregada a una obedienciá eventual y de tan poca protundidad y dignidad
espiritual como es la que obtiene mediant~ él temor al castigo; una obe-
diencia tal, carente de· toda nobleza, IÍ~ es coñforme con la misión subli-
me y nobilísima que incumbe a la Autoridad; por consiguiente, hay que
conch.iír, que ellá exige üit respeto más a1t?, más puro, exige que se la res-
pete y obedezca con rectitud de. int~nción, lo que sólo $e logrará ;si los
~bdit08 ven en ella la depositaria de la potestad divina.

b). Testimonio del Antiguo T~tame~to.-Numer08os son los pasa-


jes en que los L,ibros bíblicos del Aatiguo Testamento hablan de \t..Auto-
ridad temporal como de una delegación de la Potestad Infinita. Citare-
mos s610 a l g u n o s . · . . -
En el Deutero~omio se lee: "Pondrás sobre ti un rey q~e Jehová, tl1.
Dios, habrá elegido; de en medio de tus hermanos lo tomarás por rey pa-
ra establecerlo sobre tí" (Deuteronomio XVII, 15). En el Libro de Sa-
muel se narra que Jehová dijo al Profeta: "Ahora pu~, dirás así a mi siei-
va David: Así ha dicho Jehová ·de los ejércit.os : Yo te tome d;e la ma-
jada, de detrás de las ovejas, para que fueses príncipe sobre mi pueblo.
sobre Israel; y he sido y estado contigo en todo en cuanto has andado"
(L. 11 de Samuel VII, 8 y 9). En el Libro de los Proverbios dice la"Sa.
hidurÍa: "Por mi reinan los reyes, y los príncipés decretan lo justo.· Por
mi dominan los príncipes. y todos los gobernadores juzgan la tierra" (L de
108 Prov. cap. 8, v. 15-16). El Libro de la Sabiduría, dirigiéndose a los
gobernantes les dice; "La potestad os la ha dado el Señor, del Altísimo
tenéis esa fuerza, el cual examinará vuestras obras y escudriñará vuestros
corazones y pensamie~tos, porque siendo vosotros unos mini~tros de su
reino universal, no juzg:ásteis con rectitud ni observásteis la ley de la jus-
ticia, ni procedisteis conforme a la voluntad de Dios; caerá El sobre voso-
tros espantosa y repentinamente, pués aquellos que ejeréen potestad so-
bre otros serán juzgados con extremo. rigor. Los que rectamente guardan
la justicia serán justificados" (L. de la Sabiduría VI, v. 4 y sigs.). Lo cu~I
se contiene igualmente en el l.ibro del Eclesiástico: "A cada Nación puso
Dios gobernador" (Eclesiás. 1 7, 19). y en el Libro de Daniel dirigién-
dose el Profeta a Nabucodonosor, y en él a todos los gobernantes, le di-
ce: ':Tu, oh rey, eres rey d~ reyes, porque el Dios del cielo te ha dado rei-
no, potencia, 'fortaleza y majestad" (L. de Daniel cap. 2 v. 37); y en otré\
parte: "el Altísimo se enseñorea en el reino de los hombres, y a quien el
quisiere IQ" dará" (L. de Daniel cap. 4 v. 25).

e). Testimonio del NuevQ Tes~ento.-Abundan igualmente en el


Nuevo Testamento los textos que se refieren a la Autoridad como una
desmembración de la Autoridad. Omnipotente del Legislador Supremo.
En respuesta a hi. maliciosa pregunta de los fariseos: "¿ Es o no es tí·
cito, pagar tributo al César?", Cristo responde: "Dad al César lo que e~
del César y a Dios lo que es de. Dios", legitimando con ello la Autoridad
y 8US derechos (Sn. Mateo cap. 22 v. 15 a 23), Sin duda, el testimonio
más .claro y concluyente del origen diy~no. 9.e la Autoridad lo dá el pro-
pip Cristo durante la. mascarada de eniuiciam~ento de que er~ objeto, y a
la inter~ogación del cobarde Pilatos:·" t ~ mi no· me hablas? t No sabes
Que tengo, potestad para crucificarte. y potestad para soltarte?", Jesús res·
ponde serenamente: "No tendrías poder alguno sobre mi si no te fuera
dado de arriba". (Sn. Juan, cap. 19, ':'9. 9 aH) ..
Los ap6stoles continuaron predicando la doctrina ddMaestro, y asi
vemos, que en pleno reinado del depravado Nerón, escribe San Pablo a.
los Romanos: "Toda .persona esté sujeta a las potestades superiores; por-
,que no hay potestad que no provenga de Dios, y Dios es el que ha esfa- '
hlecido las que hay. Por lo cual quien desobedece a las potestades, a Jat.
ordenación de Dios' desobedece. De, consiguiente, los que desobedecen.
ellos mismos se acarrean la cündenación. Los príncipes no son de temer
por las buenas obras que se t,<,gan. sino por las malas. ¿ Quieres tú no te-
ner que temer nada de, aquel que tiene el poder? 'pués obra bien y merece-
rás de él alabanza, porque es un ministro de Dios para tu bien. Pero si
obras mal. ti.embla, porque no en vano se ciñe la espada; siendo como' eS:
ministro deJJios, para ejercer su justicia castigando al que obra mal.' Por
tanto, es,¡fecesario qüe le estéis sujetos, no sólo por temor del castigo, sino.
" también por conciencia. Por esta misma razón pagad también los tribu-
tos, porque son ministros de Dios, a quien en esto mismo sirven. Pagad~
pués, a todos lo que se.les de~:, al que se debe tributo, el tributo; al· que
impuesto, el impuesto, al que temor, temor; al que honra, honra?' ~SaIt
Pablo Ep1/lt. a los Rom. cap. 1 3, vs. I a 8). El mismo Apóstol en su Car-
ta Primera a Timoteo le recomienda que ante todo se hagan oraciones por
"los' reyes y por todos los constituídos en dignidad" (San Pablo Epíst. [
a Tim. 2, 1). En la Epístola que dirige el año 65 a Tito, Obispo de Creta,.
.Ie insinúa: "Amonéstales que vivan sujetos a los príncipes y potestades~
que obedezcan sus órdenes, y que estén prontos pal;"a toda obra buena'~
(.S~n Pablo Epíst. a Tito cap. 3, v. 1). ,
, San Pedro, cabeza visible de la Iglesia de Cristo, el año 64, ante de
'iniciarse una de las sangrientas persec'uciones de Nerón, exhorta a los
erlstianos del Asia Menor en los siguientes términos: "Estad sumisos a:
toda humllna criatura por respeto 'a Dios: ya sea ,al rey, comp' que e,!;tá so- .
br~ tqdos; y~ a' los gobernadores. 'como puestos por él para éaStigo de los·
malhechores, y alabanza de los buenos. Pués esta es la voluntad' de Dios.
q~e obrando bien amordacéis la boca a la ignorancia de los hombres ne-
(iios... Honrad a todos. amad a los hermanos, temed a Dios, respetad al
r~y" .(San Pe,dro Epíst. J, cap. 2" vs. 1 3 a I 7).
. ,

d). Consecuencia del origen divino de la Autoridad.-En primer lu-


gar, )a Autoridad es digna del mayor, respeto ya que es una imágen de·
Dios. Sabiéndose los gobernantes procpradores de Dios para el bien co-
mún,han de eemerarse en que sus leyes sean justas y honestas y dictadas
en provecho de' toda la comunidad. Se. ennoblece el Poder y la obedien-
, cia, pués, los súbditos no se van a' someter·a la.' voluntad de un hombre,
$ino a la de Dios, en lo cual no hay deshonra, sino virtud. Es claro, que
~sto mismo implica mayol' responsabilidad para los gobernantes, por cuan-
to al prostituír el, Poder que se- les ha conferido. traicionan a los súbditos
y, 'permítasenos la expresión, hasta al mismo Dios. Los gobernantes tie-
nen esta grave responsal;>i1idad ante Dios, aunque desconozcan la proce-
dencia divina de la Autl>ridad, pués. como apunta Maritain, el poder les
viene' de Dios ~\.mque lo nieguen. .
Por su' carácter de ministros de Dios los gobernantes deben gozar de
la estimación y estabilidad que se merecen, pero ellos por su parte deben
ser las antorchas que iluminen a sus pueblos. Por lo cual, 'refiriéndose a la
influencia' s~cial de los gobernantes, Cicerón dijo: "En efecto, aunqúe las
faltas del los principales del Estado, sean ya por sí mismas un' gran mal.
el mal -más grande es que ellas tienen numerosos imitadores. Podéis vc'r.
si querei~' interrogar· al pasado, que tal como han sido los principales I de la
,ciudad, tal,!la sido la ciudad misma; y que toda alteración que s~ ha ope-
:racfo len las costumbres de los principales ciudadanos ha sido seguida de
una aJteraci6n semejarite en las d~I pueblo... No sQlamente dañan porque
30n corrompidos, sino porque corrompen; y el ejemplo de ellos hace- más
mal que sus faltas" (97). Presten atención todos I~s gO!~rnantes a las pa-,
láhras del filósofo romano, y no. olviden :que las más de las veces las tira~
nías y dictaduras nacen por la corrupci,ón y la inepcia de los gobernantes.
Las Democracias instaur~das en, 10$ siglos XIX y XX tienen una amarga
expetiencia al respecto:

C). Designación del sujeto de la Autoridad.-Siendo la Autoridad


conforme a ]a naturaleza del hombre y <le 'la sociedad,. en consecuencia,
tiene un origen divino ya que la naturaleza de las cosas es obra de Dioa.
Ahora bien, hemos de precisar este concepto y señalar que lo qae tiene un
origen divino es la _Autoridad en sí, sus derechos Yo prerrogativas. el dere~
cho de mandar; mas, la designación de detenninados sujetos para que la
ejerzán actualmente y usen de los der-echos inherentes a ella es de derecho
, humano y no divino. Me explico. Esta institución divina que es la Autori-
dad existe potencialmente con todas sus atribuciones en el plan providen-
<:oial de Dios, esperando, podríamos decir, ser puesta en acto, esperando
que ~n sujeto sea investido de ella y la ejerza; este sujeto puede ser: o la
comunidad misma o el que ésta designe para que la ejerza en su nombre.
La sociedad ollO posee por naturaleza los derechos propios y actuales de la
'Autoridad, sólo puede adquirirlos invistiéndose a sí misma de ella, o sea,
-que la. Autoridad sería ejercida en este caso por la multitud. Pero, comp
esto en la mayoría de ios casos es imposible realizarlo sin que se produzca
la anarquía, la sociedad ha de designar sujetos determinados para que in ..
vestidos de los derechos de la Autoridad gobiernen la comunidad entera.
No es la muchedumbre la que otorga los atributos del poder, ella solamen-
te designa a quienes considera digno de servirse de la Autoridad, creación
divina, _para dirigir a los asociados hacia el bien común. Todo lo relativo
a la manera de actualizar la Autoridad, ya se trate de elección de los agen-
'tes, formas de gobierno, etc., queda entregado a,la ley o costumbre de ca-
da comunidad ,en especial y no es de derecho natural ni divino. Pero, co-
mo lo observa León XIII, con la elección del sujeto de la Autoridad, "se
qesigna ciertamente al gobern~le, pero no se le confiere el derecho de
gobernar; no se confiere el mando, sino que se designa quien lo ha de ejer-
cer" (Ene. J;)iuturnurp. mudo N9 5).
, La designación es hecha normalmente por 1a comunidad y no por obra
de Dios, salvo en casos excepcionales, como sucedi6 en el pueblo hebreo
cuyos reyes Saúl y David fueron elegidos por propia voluntad de Jehová,
]0 que se explica por el caráctér de elegido de Dios que tenía ese pueblo.
La designaciÓn la hace la comunidad por medios convencionales, ya sea
según la ley o la costumbre de cada nación, lodo esto es libre y arbitrario
y en ello no intervienen actos sobrenaturales de Dios. El poder viene de
Dios, pero son los hombres. los que lo ejercen; por consiguiente, la sobe-
ranía, como dice Zeiller, es una institución divilJ,a, no necesariamente los
soberanos. . ' ~
Los partidarios de la doctrina del Contrato Social y de la Soberanía'
Popular sostien~n que es la comunidad la que confiere a los gobernantes
el derecho de mandar, la soberanía, que es de ella de donde arranca la
pqtestad, en térmiI,1.os tales que puede negarla a un gobernante cuando le
'venga en gana, es decir, derrocarlo cuando estime conveniente. Para los
teóricos del Contrato Social, cada uno de los hombres cedió algo de su
derech<;> )( de ,~u libertad y por propia voluntad trasladó la parte de po-
'testad que le pertenecía a aquel a quien de ese modo habría reunido la su-
lÍúi de los derechos. Aceptar esta doctrina implica desconocer el car;\cter
naturalmente sociab-Ie del hombre, para transformar la sociedad y ]a Au-
toíidad en algo fi'icido. de un pacto ficticio y voluntario, lo que equivale a
sbcava'r toda base estable qe la Autoridad, la cual quedaría entregada a
los vaivenes del capricho de los presuntos contratantes; en otras palabras.

(146 i
la Autoridad no podría obligar, sino. obedec~r, no podría dirigir, sino ser
dirigida por las voluntad de. sus creadores, en buenas cuentas, no sería Au~
toridad. Según esta doctrina, dice León XIII, "no siendo los gobernantes
.sino delegados, que ejecutan la voluntad del pueblo, es necesario que todo
.se mude al compás de la voluntad de éste, no viéndose nunCa libre el Es-
tado del temor de disturbios y asonadas" (Enc. Diuturnum Illud. NQ 30).
, Por otra parte, observa Schwalm, "no Se, puede dar un. poder sino
c'uando se le posee actualmente: nemo dat q1¡od non habet. Un hombre o
una 'nación 'no delegan poderes a un funcionario oa' un soberano, sino
.cuando ellos mismos tienen eminentemente estos poderes. 'Pero la mu-
chedumbre, en el estado de muchedumbre, no posee actualmnte losdere-
.chos del poder. Ella es el número bruto de los 'individuos, no hay en ella,
pués, ningún otro poder que el poder sumado de los individuos que la
(',omponen. Por cuanto, todo" individuo es dueño de sus actos individuales
por su razón y voluntad propias; pero no dueño de los actos de todos los
otros, porque los otros sO,n igualmente dueños de sus actos. Eles dueño de '
tender al ;bien propio de Su naturaleza individual, según su fin humano;
la suma de estos pqderes indi'viduáles no produce otra cosa que una suma
de personas libres en frente de sus bienes propios, ella no posee ningúp
poder en frente del bien común ... En el orden 'del bien común, el hombre
individual tiene el deber de someterse a la Autoridad; pero, no tiene el
poder de crearla: de' su derecho' sobre sí y sus actos privados' no puede
salir un derecho sobre todos en un orden de bien superior; de que sea el
dueño de sí para el bien suficiente a su propia vida, no se desprende el
derecho de llevar toda vida hOmana a su complet() bien" (98).
La soberanía no es delegada por el pueblo, y el gobierno, cualquiera
que el fuere, no es tampoco su mandatario ni su delegado, ya qúe si el pue-
blo no Ja crea, no pue.de ser ni su prinCipio ni, su dueño. La soberanía nace •
espontánea' y naturalmente tan pron~o como se constituye una sociedad
'humana, es algo inherente, a .la naturaleza de ésta y, por consiguiente, de
un origen divino. Existe en potencialidad. El pueblo puede ejercerla por
si' mismo, en este sentido se pice que la multitud es el primer sujeto elel
poder, o hi~n, pllede. confiar su ejercicio o uso a uno o mu<;hos hombres
determinados; pero, éstos no serán ni sus delegados ni sus agentes, si~o
:que le substituirán en el poder, por haber confiado, a ellos el derecho de
soberanía en la forma práctica, que' cada comunidad establece' al efecto.
El gobernante, hombre o' corporación, investido de la Autorida,d por de~
signación del pueblo, pasa a ser ministro de Dios, en cuanto goza de .la
soberanía' que es de derecho natural '0 divino,' y substituto del pueblo,
quien le abandona, no la sqberanía propiamente, por cuanto no es dueño
de ella' y nadie puede dar lo que no tiene, sino el uso de la Autoridad que
la éomunidad totql no quiso o no pudo ejercer. Por consiguier:tte, habiendo
la comunidad confiado el ejercicio de la. soberanía a un hombre o corpo-
'ración, no puede retenerla 'para sí, 'no e's posible entregar y retener y, en
consecuencia, debe respetar a quien, legítimamente confirió el us() de la.
soheranla, de lá cual no puede ·seguír gozando., Pretender que es el pue-
'blo el que crea la soberanía, es justificar toda suerte de rebelión, pués, se-
gún un viejo axioma jurídico, las cosas se deshacen de la misma manera
,qtJ.e se hacen, y transfe~ido por el pueblo el uso' de la soberanía ~ un go~
bern~nte puede privarlo de él ta~ pronto cuanto lo desee. Y no se opong~
a . esta conclusión lógicaaqmmas consabidas frases, dichas con un tonq·
g:rave y trascendental, d~ ,que las revoluciones no son lícitas, porq,ue': "van
,contra la majestad de la ley", "son una vio!ación de la Constitución Po-:
litica", "es atentar contra las instituci()nes" fundamentales"; todo lo cual
i::arece de- sentido, pués, si es el ptieblo ~l que crea la Autoridad y lá ley
bien puede éste en uso de sus· derechos cambiar léil ,Autoridad y modificar,
]aley cuando-l~ plazca; si la leyes la manifestación de la voluntad popu-

[ 147 }
~
lar soberana puede ser derogada y abolida legítimamente por esta mlSmft
voluntad omnipotente. '
No. La soberanía no tiene su origen en la comunidad; pero, ésta pue-
de investirse a sí misma de eUa y pasar a ser el sujeto primero de la Au-
toridad. El pueblo puede retener para sí la soberanía y no designar a na-
die para que la ejerza a su nombre; la soheranÍa primera, inmediatamen-
te puede ser ejercida por la propia comunidad, sólo secundariamente, me-
diatamente puede residir en los gobernantes designados por ésta. "Nóte-
se - observa Bellarmino ~ que, esta potestad reside' inmediatamente, co-
mo en su sujeto, en toda la multitud; porque esta potestad es de derecho
divino. Este derecho no ha dado dicha potestad a ningún hombre parti-
cular, luego la ha dado a la, multitud; y además quitado el derecho posi-
tivo,' no hay más razón para que entre muchos iguales domine uno más
bien que otro, luego la potestad es de toda la multitud. Por fin la socie-
dad humana debe se'r república perfecta, lu~go debe, tener la potestad de.
conservMse, y por consiguiente de castigar a los perturbadores" (99).
Dado que en la generalidad, de los casos el pueblo no podrá ejercer sa-
tisfactoriamente por sí mismo los derechos esenciales al Poder, ha de de-
signar a quienes lo hagan por él, sin que ello signifique CJ,ue es el creador
de la soberanía.
Ahora bien, si el Poder no lo dá la colectividad sino que tiene su ori-
gen en Dios, e,s necesario, saber en qué forma se comunica a los gober-
nantes la potestad que emana de Dios. Al respecto se han formulado dos
doctrinas: una, afirma que la comunicación se produce inmediatamente de
Dios a los gobernantes, la otra sostiene que se comunica mediante el con-
curso de la comunidad. Para la primera doctrina, la sociedad no hace más
que cJesignar a las persc:mas que ejercerán la Autoridad y Dios comunica
inmediatamente el poder a las personas designadas, pués, lo contrario se-
, ría dar a la comunidad la facultad de revocar la potestad cuando bien le
pareciere, ya que el: superior es libre de retiral' las facultades otorgadas a.
otro,. Contra esta d~ctrina se ha dicho: "la potestad viene de Dios autor
de la naturaleza, en cuanto dispuso y ordenó que la misma república para
la conservación y d~fensa de la sociedad, confiriese' a uno o a muchos la
potestad del gobierno, supremo. Hecha la designación de la persona o perso-
nas que hayan de mandar se dice que 'esta potestad proviene de Dios, en
cua~to la sociedad misma está obligada por derecho natural y divino a obe-
decer al que iínpera. Porque en efecto Dios ha ordenado que la sociedad es-
té gobernada por uno o muchos" (100). La mayor parte de los teólogos-ju-
ristas se pronuncian, y nosotros con ellos, en favor, de la segunda tesis que
sostiene que la sociedad no, sólo designa a los gobernantes, es decir, pone
la condición necesaria para la comunicación del poder, sino que ella lo co-
munica realmente, h~biéndolo, por su parte, recibido de Dios. La socie-
dad sería la causa instrumental de la Autoridad. Para los partidarios de
esta doctrina "toda potestad viene de .oIOS, pero añaden que no se comu-
nica a ningún hombre particular inmediatamente, sino mediante el consen-
timiento de la sociedad civil. La razon de esto es evidente: porque todos
los hombr~s nac~n libres con respecto al imperio civil, luego ninguno tie-
ne potestad civil sobre otro; no residiendo pués ésta Di en cada uno de
ellos 'ni en ninguno determinadamente, .síguese que se halla en toda la co-
lección de los hombres. Cuya potestad no la. confiere Dios por ninguna
acción particular distinta' de la creación, sino que es como una propiedad
que ,sjgue la recta raz6n, en cuanto ésta ordena que los hombres reunidoS
moralmente en uno, prescriban por consentimiento expreso o tácito el mo-
do de dirigir, conservar y defender la sociedad. De aquí se infiere que \a
potestad que reside en el prfu¿ípE;t en el rey, o en muchos, sean nobles o
plebeyos, dimana de la (',omul,lidad, próxima o remotamente: pués que es-
ta potestad no viene inmediatamente de Dios, lo que debería constarna...

[ 148 1
por particular revelación" (10 1 ). El Compendio Salmaticense acepta esta
segunda doctrina, ya que en él se establece: "todos afirman que dicha po~
'testad los príncipes la tienen de Dios; pero se dice con más ,verdad, que
'ellos no la reciben inmediatamente, sino mediante el consentimiento del
pueblo; pués que todos los hombres son iguales en naturaleza, y por na-
turaleza no hay superior ni inferior} y ya que ésta a nadie dió potestad
sobre' otro, esta potestad la ha dado Dios a la comunidad. la cual juzgan-
,do que le sería mejor el ser gobernada por una o muchas personas deter-
minadas, la transfirió a uno o a muchos, para que' la rigiesen... tienen,
pués, los príncipes recibida de Dios la potestad' de mandar, porque su~
puesta hi elección hecha por la república, Dios confiere al príncipe este
poder que estaba 'et:l la comunidad. De lo que se sigue que el prrncip'e 'rige
y gobierna en nombre de Dios, y que quien le resiste, resiste a la ordena-
cióh 'de Dios" (102). Para Maritain "la autoridad no reside en la multi-
tud, pero pasa pOr ella en el instante en que ella elige a los que han de
ejercer esa Autoridad. Por otra parte, una vez designados, la Autoridad
,reside en ellos en virtud de cierto consenso de la multitud, por una libre
determinación vital de la multitud que ellos personifican" (103). Esta
.doctrina se puede sintetizar con una frase muy precisa de Santo Tomás:
<,'Potestas a: Deo mediante consensuhominum", el Poder viene de Dios
mediante el consentimiento de los hombres. Pero hay que tener muy pre~
sente que para esta doctrina, el 'hecho que sea la sociedad quien comunica
el Poder no significa que sea ésta quien engendra la Autoridad <;> la sobe~
ranía, pués,' ésta nace naturalmel1te por la sola existencia de la comunidad
humana; en consecuencia, es de derecho natural, lo que en el fondo ej:)ui~
vale a afirmarqu~ es 'de derecho, divino.
Como podemos 'observar, para ambas dóctrinas el Poder viene de
Dios, en lo que discrepan es en la forma como se comunica la, potestad;
,pero en último análisis sostienen la ,misma doctrínadel origen divino de
la Autoridád. Creemos, con Balmes, que '''la distinción entre la comuni~
cación mediata y la inmediata, puede tener poc'a o mucha importancia se~
gún el aspecto por el cual se la considere. Encierra mucha, ~n cuanto sir-
ve para recordar a la potestad civil que ,el establecimiento de los gobier-
:r;¡os y la determi~aci6n de si,¡ forma ha dependido en' algún modo de la
misma sociedad; y' que ningún individuo ni familia pueden lisonjearse de
que hayan recibido. de Dio.s el gobierno de los pueblos, de tal suerte que
para nada hayan debido mediar las leyes del pafs, y que todas cuant8$
,existen: aún cuando sean de las apellidadas 'fundamentales" hayan sido una
¡gracia oto.rgada por su libre voluntad. Sirve también la expresada distin-
ción, en cuanto establece el o.rigen del poder civil, comd dimanando de
Dios autor. de la naturaleza; mas no como si fuera instituído po.r provi~
dencia extraordinaria a manera de objeto sobrenatural, como se verifica
con respecto a la suprema auto~idad eclesiástica" (1 04). '
. Si la Autoridad recibe su potestacl de Dios debemos' conduír, que la
. ley humana saca su fuerza obligatoria inmediatamente de la voluntad del
gobernante, 'hombre o corporación, y mediatamente ele la voluntad divi,
na que quiere que se obedezca a. las !iutoridades legítimas y a las leyes,
justas. '

3 )'. Formas de Gobie¡-no.-Esta es una materia de política contingen~


te y sobre la cual no hay principios necesários; no obstante esto, daremos
algunas naciones sOmeras de la libertad y de las diversas formas ,de go-
pierno y cuál de ellas sea mejor.

a) Libertad en las Formas de Gé;bierno.-'Ma'ritain observa, y con to-


da razón, que el derecho del pueblo a ,darse la constitución y forma de go'

1 149 1
bierno de su agrado es el primer y más fundamental de los derechos po~
líticos y que está sometido solamente a las ex;ge~cias de la justicia y de la
ley natural (105). No hay otras hmitaciones, pl,lés, en las formas de go-
bierno nada, hay necesario, tod~s pueden ser buenas según el tiempo, lu-
gar e idiosincracia del pueblo. . ,
El Código Social de Malinas dice textualmente: "No estando provi-
dencialmente ligada la legitimidad del poder a ninguna forma de g,:>bier-
no, no puede haber monarquía, ni aristocracia, ni democracia de derecha
divino" (N<'> 40). Y en otro acápite establece: existe "plena libertad para
preferir Ulía forma de gobierno a otra, precisamente. porque ninguna de
estas formas especiales se opone en sí misma a los dictados de la sana ra-
zón" (N<'> 41).
Igualmente ~eón XIII reconoce la libert~d que tienen los pue~los de
procurar su bien común. mediante la forma de gobierno que desee\;1, ex;·
presa el sabio Pontífice: "El derecho de soberanía, en razón de sí propio,
no esta necesariamente vinculado a tal o cual forma de gobier~o; puédese
escoger y tomar legítimamente úna u otra forma política, con tal que no
le' falte capacidad de cooperar eficazmente al bien -común... juzgando rec-
tamente, cualquiera. verá que ,entre las varias formas de gobierno ninguna
hay que sea en sí misma repreJ;1sible, como _que nada contiene que repug~
ne a la doctrina católica, antes bien; puestas en práctica discreta y justa-
mente, pueden todas ellas mantener al Estado en orden p~rfecto. Ni tam-
poco es digno de censura que el pueblo sea más o, menos parti~ipante en
la gestión de las cosas públicas, tanto menos cuanto que en ciertas oca-
manes y dada una legislación determinada, pueda esta intervención no só~
lo ser provechosa, sino aún obligatoria a los ciudadanos" (Ene. Inmortale
Dei N<'> 9 y 36). Y en otro documento el mismo PontíJice dá a conocer el
pensamiento de la Iglesia, dice: "La Iglesia no rechaza ningún régimen
político de gobierno, con tal que sean en sí mismos aptos para procurar el
bien de los ciudadanos; pero quiere, como también lo ordena la natura-
leza, que cada uno -de ellos esté constituído sin injuri~ de nadie, y singu-
larmente dejando Íntegros los derechos de la Iglesia" (Enc. Libertas. N<.>
36). En la Encíclica Diuturnum Illud plantea la doctrina 'catóüca diciendo:
"no hay por qué la Iglesia no apruebe el principado de uno solo o de mu-
chos, con tal que sea justo y atienda a la común utilidad. Por lo cual, sal-
vo la justicia, no se prohibe a los pueblos el que_ adopten aquel sistema de
gobierno que sea más apto y conveniente a su naturaleza o a los ,instinto!>
y costumbres de sus antepasados" (Ene. Diuturnum Illud. N<'> 6).
Ul~mamente se ha descon,?cido la lili'ertad que tienen los pueblos pa-
ra darse la forma de gobierno que estimen conveniente, violando de este
modo el primer y fundamen'tal de los dere~hos políticos que tiene todo
pueblo, según el decir de Maritain: el derecho a constituír su propio go-
bierno. Si bien es cil:'!rto que se .ha justificado este atropello a la libertad
de los pueblos afirmando que circun;;tancias extraordinarias - así lo exigían,
pero no es menos cierto que en las gra.I}des viscisitudes históricas es cuan-
do se prueba la sinceridad del amor a la justicia y el respeto verdadero
que se profesa a los derechos de las personas Yo de los pueblos .

. b) . Formas de Gobiemo.-Los gobiernos pueden ser: justos o legí-


timos e injustos o ilegítimos, buenos o perversos. Entre los justos y legíti~
mas tenemos: la Monarquía o gobierno de uno solo, la Aristocracia o go-
bierno de los mejóresy la Democracia.o República que es aquel en que
gobierna todo el pu~blo. Frente a estas formas de gobiernos justos exis~
ten otras de gobiernos injustos e !legítimos, a saber: cuando en la Monar~
quía el mOJ?arca ejerce el poder en forma despótica y en provecho propio
es un TiraniéJ., cuaJ}.do el gobierno _se ejerce corrompidamente en benefi~,
~ • • • lo

J 15.0
- ,1.
cío de los poderosos y de los que poseen la riqueza es una Oligarquía, cuan-
dp es todo el pueblo el que gobierna pero lo hace en favor de los que na-
da p.oseen es una Demagogfa. '
Todas las formas ju~tas y legítimas de gobierno tienen sus ventajas y
sus inconyenientes que no son del caso analizar.
, Según lo expresado, las formas de gobierno llamadas ad:ualmente De-
Inocracias e' inspiradas en los principios individualistas, y liberales, no son
propiam,ente Democracias sino Aristocracias. porque en ellas el gobierno
no está entregado él todo el pueblo y el participar en las elecciones de los
goberr~antes no es :gobernar. Si, bien el tener intervención en la ,constitu-
-;ión y forma' del gobierno es un, derecho natural del puehlo, no lo es el
gobierno democrático, en el cual las funcibnes gubernativas son desempe-
ñadas por todo el pueblo colectivamente, porque, el pueblo puede elegir
el gobierno monárquico o. el aristocrático.
Lo característico en la estructura de' las llamad,!!s Democracias poste-
'riore,s a la Revolución F n¡.ncesa es el estar basadas en lo que el historiador
chileno Alberto Edwards llama: "la desquiciadora utopía de la indepen-
dencia y división de ,los poderes", en la división del Poder en tres pode:'
r~s: e! ejecutivo, el legislativo y e! judicial. Pués bien, la razón de por qué
se constituyeron las democracias liberales spbreeste craso error político y
jurídico es, fácil de explicar. La. primera, una razón teórica, 'y es que los
doctrinarios de la Revolución Francesa, especialmente Montesquieu, in-
fluyeron grandemente en la formación de los filóso'fos, políticos y legis-
ladores del siglo XIX y, como e! citado Montesquieu' en su Obra: "El Es-
píritu de las Leyes" preconizaba esta división tripartita, fué ella adoptada
por ,sus discÍpu.los y más tarde realizada en los propios gobiernos. Pero el
motivo que indujo a Mohtesquieu a idear o divulgar esta trinidad política
es muy comprensible: Montesquieu, fervoroso individualista, comprendió
que si de un .lado estaba e! Poder, con todas sus atribuciones, y del otro
el individuo solo, aislade. eritregado a su propia suerte, sería él impoten-'
te para defender sus derechos y su lihertad en caso de que fueran ama-
gados por el Poder. ¿ CÓInO evitar que el individuo fuese ,un esclavo del
Poder? Muy fácil. Destruyendo el Poder. Y esto fué lo que hizo Montes-
quieu. Destruyó e! Poder y lo parceló en tres poderes, como quien parte
una mé\nzana, y eS,tos tres poderes serían independientes entre sí, sobera-
nos en 'sus respectivCis materias y co~ la obligación de espiarse mutuamen-
te. No deja de ser ingeniosa la solución,sólo que es una burla a los que
ejercen el Poder. En vez de darle a} Poder unidad, efectividad, agilidad1
rapide," y hacerlo responsable de sus a:ct()s; la concepción liberal lo aoi-
,quiló, lo desmembró, hizo imposible la unidad en la dirección de los ne~
gocios públicos, cada poder velaría por' sus propios derechos sin impor-
tarles si los ejercía o no recta y útilmente, se forjó un gobierno carente de
tod~ iniciativa; lento, torpe, entrabado' por mil detalles de competencia y
de . organización burocrática. y lo que es más grave se tornó un gobierno.
irresponsable, porque los tres poderes - eran gobierno pero' ninguno res:'
pondía de la realización de! bien común.' No se apercibieron los liberales
,que' lo que ellos llama,han poderes ejecutivo, legislativo y judicial. eran,
como expresa V,asquez de l\1ella, "medios necesarios para ejecutar la so-
beranía, pero ~edios comunes, y por s~r comunes, no pueden servir 'para
el
diferen<;iar nada sino paré}' ser diferenciados", 06), y que, como comen-
ta Osvaldo Lira. toda Autoridad, todo Poder por el hecho mismo de serlo.,
debe poseer cQmQ constitutivos esenciales' esas trf;'!S funcion~s; porque ,son
f!lociones del poder y no poderes. (107). ,Pero, tal vez, 'no sea muy exac-
to que los teóricos liberales no apercibieron que <;on esta división' trans-
formabim al Poder en un gigante con pies de barro, en un inválido y abú-
lico; y digo que no es muy exacto porque s~guraInente crearon exprofeso
~ste org~nism:o estatal que vegetaba pero que no obraba, para que de es-
te modo
i'l- no hubiese nadie
. que interviniera
.... en las. .relaciortes entre 108 ca-
pitahstas y los asalariados, para que a la sombra del Estado, que semejaba
un 'policía barrigón y flojo. los poderosos explotasen impunemente a los
<débiles.
Sin duda, Montesq~ieu fué consecuente' con sus princlplOs, enemigo
.de los gremios y de las cor¡>oraciones, conc~bía a~ individuo solitario y,
por consiguiente, indefenso, y había que salvarlo ¡mnque ello implicase la
destrucción del Poder. Aquí está el error de Montesquieu y de sus conti~
nuadores; el homÍ1Te no se encuentra, no debe encontrarse solitario frente
al Poder porque perece, pués, es el más débil. Son l~s grupos y socieda~.
des menores los que deben controlar al Poder y éste debe servirse de ellos
para dese¡npeñar acertadamente su misión en pro del bien comÚn. El error
liberal fué negar existencia y derechos inalienable,s a los grupos interme~
dios, fué negar lo que Vasquez de Mella llama: la Soberanía Social, qu'e
es el conjunto de derechos naturales que tienen la familia, la escuela, el
municipio, las corporaciones profesionales Y. en. general, todas las socie-
dades naturales menores.

c). La mejor Forma de Gobiemo.-En términos generales y teóriCoa


.se puede decir que la mejor forma de gobierno 'es la más conforme con la
idiosincracia de cada pueblo, con sus costumbres, con sus tradiciones, aque-
lla en que es mayor' la unidad de fin,. de autoridad, de armonía, aquella
en que es mayor la .eficacia de legislación y de fuerza material y en que
.son más naturales las formas, aquella que asegure mejor la paz de los ciu-
dadanos.
Prácticame~te la mejor forma "es aquella en que bajo el mando de
uno solo que es superior a todos en autoridad y poder, hay algunos ma-
gistrados prin~ipales, sin 'que el poder deje de pertenecer a todos los miem~
hros o individuos de la república, ya sea porque pueden ser elegidos de
.todas las clases del Estado, ya porque todos toman parte en su elección.
:r al sería una sociedaq en que eQtrase el Reino o Monarquía, en cuanto uno
preside, la Aristocracia, eh cuanto muchos tienen parte en el mando, y la
Democracia o poder del pueblo, en cuanto estos magistrados principales
'Pueden salir de la clase del pueblo y en cuanto a él pertenece su elección"
.(Som. Theol. I II q. 105 arto 1). Por consiguiente, el mejor gobierno es
;aquel que tiene un carácter mixto y en. el cual tienen' todos alguna parti~
cipación, ya que' de esta suerte se conserva mejor la paz y el pueblo re8~
peta y ama a, su gobierno. -
Esto se refiere a la constitución pJ;opiarnente política del Estado, no
enuncia un esquema total de la estructuración social, pués, en ésta hay que
'Considerar, en todo su inmenso valor, la existencia de sociedades menores
e intermedias a través de las cuales el hombre' se proyecta en la sociedad
:y en el Estado. .

4). Misión de la Autoridad.-Todo hombre busca la sociedad cO,mo


.un med~o de satisfacer necesidades, tanto espirituales como materiales. pa-
ra poder realizar así su último personal. La Autoridad, como expresión
de la sociedad, debe procurar que el hombre encuentre en ésta lo que le
es indispensable en la consecución de ese fin último sobrenatural. Hé aquí
la misión de la Autoridad.
. La sociedad y el Estado no son un fin en sí mismos, sino que son me~
¿ios para el perfeccionamiento de la persona humana; la Autoridad debe
propo.rcionar a ésta lo necesario para que la vida que lleve dentro de la co~
lectividad sea una vida realq¡ente humana. Debe tratar que el hombre sea
cada vez m4s hombre, !=Iue viva según la razón y la virtud, que su existen~
cia esté en armon(a coh el fin nobilísimo a que está destinado, es c;lecir.

[ .t 52 1
que la sociedad hum';1na sea auténticamente una sociedad de personas hu~
manas.
Pero, como anota M.:u.itain. la sociedad de que es miembro el ser hu~
'mano no es' una sociedad' de puras personas, sino una sociedad de perso~
nas que son también individuos, o sea, ,que el ser humano no sólo reclama
una ~ida espiritual superior, basada en la virtud y en el recto orden mo~
Tal, sino que reclama también una vida máterial digna y compatihle con
'su condición, pués, según lo dicho por. Santo' Tomás, para practicar la vir~
tud se requiere un mÍnimun de bienestar mat~riaI. No corresponde ni a la
sociedad civil ni a la Autoridad el dirigir al hombre a su fin ultimo sobre-
natural usando de medios del mismo carácter. no. eso incumbe a la otra
<Sociedad perfecta: la Iglesia; la Autoridad civil. no' obstante. debe esfor-
zaJ,"se porque exista un bien común temporal que permita a todos el llevar
una buena vida h1:lmana enéauzada hacia, el 'último fin que cada uno ha de
'lograr personalmente; pero para lo cual la persona humana exige el res-
peto a sus derechos y Jibertad por. parte dél Estado y la garantía de éste
-de que le serán\ respetados Rorlos demás miembros de la colectividad. La
,Autoridad tiene la misión 'bien definida e importan'tÍsima de ser el' guardián
-de los derechos de todos los asociados, pués, de' otro modo la vida co-
'léctiva se extinguiría. ' .
La Autoridad tiene ,la. misión de crear, conservar y p'erfeccionar el,
b\en común, peto ésto es solo un fin remoto; su fin próximo es ordenar
'todos los actos de los individuos y grupos menores intermedios hacia este
bien común del todo social; sólo entonces Se podrá decir que existe orden
'Social ya que están todos los mediOf¡ adaptados al bien común que es el
flin" social, bien común del todo social y de sus partes. Existiendo este or-
den social habrá ,paz, cuyo loiro también es misión de I~ Autoridad. por-
que la paz no es sino. la tranquilidad en el orden verdadero y profundo.
La Auto.ridad no debe 'limitarse a observar Como las personas y las
.sociedades menores tienden caprichosa y libremente al bien común, diri.
gidaspor supuestas leyes naturales, como pretenden los liberales, sino que
-es a ellci a quien corresponde propender al bien común, unifica:nd o los es-
'fuerzos de aquéllas en favor de éste. La misión de la Autoridad es una
'misión específicamente unificadora. pero sin absorber dentro de sí la ac-
tividad de las personas y de los grupos naturales, como pretenden los so-
cialistas. por..qUe unificar no es lo m;smo que absorber. pués, cOmO anota
Osvaldo Ura cqmentando a Vasquez de Mella, "la unidad supone la dis~
linción. El unificar supone que todo aquello que se vá a reducir a la uni-
dad mantiene sus propias características, y que la unidad se verifica no
por modificaciones que acarreen la desaparición de esas características pro-
pias y cuYo résultado sería la constitución de un t,odo uniforme, sino por
,la eficacia de' un principio trascendente que traslada los caracteres propios
a una existencia superior, dejánd<;>los inmutados en su esenciá:, unidad com-
pleja, multiforme; unidad de vida, superior a 'cada uno de los elementos
por ella armonizados. Uniformar es 7;elativamente fácil; unificar es muy
'td,ifícil. porque supone trascendencia y superación" (108). En su tarea unÍ-
ficadpra debe la Autoridad fomentar y resp~tar la ~isión propia d.e las
,sociedades menores y la iniciativa privada' de los hombres, realizando por
SU cllenta solamente aquello que no puede hacerlo la actividad privada de
'los asociados; úni~mente deben ser desempeñadas por el propio Estado
las funciones que se refieran directamente a la utilid~d pública, laS demás
deben quedar entregadas a los particulares. '
El que la Autoridad tenga por misión esencial el crear. conservar y
. perfeccionar el 'bien común. no impide que preste mayor atención y soli-
citud' 'a las necesidades de los económicamente débiles, que son los que
más necesitan de la protección de la Autorid~d para que sus derechos le-
.gíti!ll~S sean debidamente respetados. La Autoridad debe reconocer á ca·

[ lB 1
da uno' lo suyo, .tanto al, rico co~o al po.bre, pero la 'l!'er}lad es que el pri~
!nero se hace respetar por' sí mismo, en cambio, al segundo sólo se le res~
peta si es amparado por el Poder Público. "
Los gobernantes siendo ~inis~ros ~e Dios' para el bien, como expre~
sa San Pablo a los Roman,?s! no deben procurar su propio provech~ y fe~
licid'ad, sino que deben ser los servidor~s de la nación, buscar su bien co-
mún, defender su patrimonio cultural, sus tradiciones,. sus sentimientos, in~
teres~s y aspiracione$,tod~ lo cual sintetizan ~os teólogC)s-juristas dicien~
do = no es la Nación para el rey, sino el ~ey para la Nación, significando
con el nombre rey lo que entendemos actualmente por Estado' o Poder f>ú~
/ blico. Como usufructuarios de una Autoridad que viene de Dios los go~
bernantes deben enderezar sus actos hacia. la justicia y la virtud y deben
ser para los súb·ditos un ejemplo permanente de rectitud y honestidad,
p'or lo cual dijo Santo Tomás: {'Es imposible asegurar el bien común de la
sociedad, si ella no posee ciudadanos virtuosos, por lo menos los que go-
biernan" (Som. Theol. 1 H q. 92 arto 1). Debe el Poder Público colocarse
por encima de las divisiones y disputas de los hombres, no ser parte sino'
juez de ellas; no debe buscar el agradar a una clase, a un partido político
o a sectas determinadas, sino que debe procurar el bien de todos los aso-
ciados sin discriminaciones de ninguna especie, para lo cual es indispen-
sable que todos los sectores de la cornunidad estén representados en el
Poder Público.
Toda la misión que corresponde a la Autoridad debe realizarla me-
diante la ley, con 10 cual ésta pasa a sér el medio de acción del Poder, y
como la Autoridad, personificación jurídica de la sociedad, tiene como fin
espedfico el dirigir todas las manif~staciones de la vida colectiva hacia
el bien común, el medio: la ley, también ha de estar encaminada al bien
común, COIPO lo vimos anteriormente. La leyes el modus operandi que'
tiene la Autoridad para lograr su finalidad, es el acto de Autoridad que se
proyecta en el tiempo y se hace cognoscible a todos los ciudadanos.
Pero si ,bien es cierto, que la Autoridad o Estado debe cumplir con
el deb~r de, instituír, conservar y hacer progresar el bien común temporal
de la sociedad; no es menos cierto, que tiene la obligación de observar
Jos deberes públicos que lo ligan a Dios, pués, como observa Tristán de
Athayde, "el Estado no es una reunión de seres animales sino de criatu-
ras morales. Y un grupo de seres morales, esto es, que ~econocen implíci-
ta o explícitamente la existencia de un orden substancial, de Q.eberes y de
derechos, no puede l(~gKimamente durar sin ir hasta el fundamento de ese
orden moral que' es Dios... Para que el Estado realice todo el bien que
puede producir no puede prescindir de esa finalidad superior que eleva
tod~ las demás, 'sin 'perjudicar a ninguna. Procediendo así, no hace el
Estado más que reconocer uno de los hechos primordiales de la sociedad
de la que ~l es la expresión temporal superior: ,el hecho religioso. Y por
otro lado, procederá de acuerdo con el respeto a un derecho que le co-
rresponde respetar tan rigurosamel1,te en lo que respecta a los derechos
privados de los ciudadanos o de los grupos como en lo que se relaciona
con las exigencias del derecho natural: el derecho de Dios" ,( 1 09) .
''si' grande' y noble es la misión de la Autoridad es también grande l~
responsabilidad de los' gobernantes, no sólo como substitutos de ,la comu-
nidad en el ejercicio de la soberanía, sino también como' depositarios de
una potestad que emana ,de Dios. León XIU expone como debe proceder
un vérdadero gobernante y la responsabilidad que pesa sobre él diciendo:
"para que la justicia se conserve en' la nación interesa sobre, manera que
aquellos que administran las ciudades entiendan que la potestad política
no ha sobrevenido, para la utilidad de algún particular, y que el gobierno
de la República no co~viene que se ejerza para utilidad de aquellos a quie~
nes ha sido encomendado, sino de los súbditos que, les han sido confiad~s~
continuar
l 154 ]
ir atrás

T OInen los príllcipes el ejemplo de Dios, de donde les ha venido la Auto-


ridad. y. proponiéndose imitarle en la administración de la república, go-
,biernen al· pueblo con equidad y fidelidad y mezclen la .caridad al pueblo
con la severidad que es necesaria. Por esta causa les avisan las Sagradas
Leh'as que ellos IniSInOS tienen ql.le dar cuenta algún día al Rey de los Re-
yes y el Señor de los Señor<:;'!s; si abandonaren su deber no podrán evitar,
en modo alguno la severidad de Dios. "El Altísimo examinará vuestras
obras y escudriñará los pensamientos. Porque siendo ministros de su reino.
no juzgásteis con rectitud ... se os presentará espantosa y repentinamente,
pués, el juicio será durísimo pará los. que presiden a los demás... no ex-
ceptuará Dios persona .alguna, ni respetará la grandeza de nadie, porque
el mismo hizo al pequeño y al grande y de todos cuida igualmente; mas a
los poderosos amenaza mayor castigo" (L. de la Sabiduría, 6,4-8). (Enc.
Diuturnum Illud NI? 1 8) . .

'l' 5). ~ímites a la aéción legislativa del Estado.-La Autoridad o Esta-


do tiene 'una misión bien definida: hacer que la sociedad cumpla su fin,
es decir, obtener. el bien común de los asociados; pero, en la realización
de esta tarea tiene Ifmites que no lo e~ lícito traspasar, ellos son: la per-
sonalidad humana, los grupos naturales menores y el propio bien. común.

A). La Personalidad Humana.-Para estudiar esta materia, una de


las más interesantes de la 'Filosofía del Derecho, con cierta detención, exa-
minaremos la situación del.hombre entte los seres creados; sus constituti-
vos, su individualidad y $U personalidad, para terminar con los derechos
de la persona frente al Estado. .

a): El Hombre.-EI hombre no ocupa en el universo un puesto ex-


cepcional, sino de gradación superior. El concepto· del hombre ha de es-
tar .subordinado a la concepCión del Universo. "E.I hombre -.- expr~sa
T ristán de Athayde en so', interesante ensayo sobre "El Hombre Moderno
y lel Hombre Eterno" - es ~ma pieza en ese inmenso engranaje de las co-
sas, en. que todas las cosas encuentran lugar 'y. cada cosa debe estar en su
lugar marcado por, el orden inmanente a la creación... El hombre es una
parte de esa. creación total y su puesto es realmente esencial en el orden
general de las cosas; pués se .colbca justa.mente en el punto de· intersección
entre el orden natural, y el orden sobrenatural. El hombre es' un pasaje,
un punto de unión entre fel mundo' y Dios. El más alto de )os seres en la
escala animal, el ~As bajo en la. escala angélica, cierra el hombre el mun~
Jo de la materia y abre el del espíritu terminando una serie de seres crea-
dos, vis~bles, y abriendo ,otra serie de seres invisibles. El hombre está,
pués, en Cierto punto del escalonamiento ascendentes de los seres. No' es
él. .el más alto de los seres, nl un ser equivalente a los demás.F orma parte
de un orden general en qUé es el má~ alto en relación a algunos y el más
b~jo en relación a' otros, pero nunca lo mismo que los demás. De allí su
po:sición cent.ral, su importancia, su relativa excepcionalidad y al mismo
tiempo su posición parcial, su relatividad y su Íncorporación a' una reali-
dad que trasciende" (1 1. O). Ha de rechazarse, pués, el humanismo abso-
luto pa~a el cual el hombre es lo único reaÍ y la única ley a cuyo rededor
gira el universo total; pero también ha de. rcpudia,rse el naturalismo ab-
soluto que concibe al hombre cerno sometido ciegamente a leyes y cir-
cunstancias que lo, rigen fatalmente y lo transforman en una arcilla &uscep.,.
tibl~ de ser modelada libremente. No. El hombre es una ,parte del univer-
so creado, pero no le está sometido ni es algo ajeno a él. :
La. razón del origen y ,destino del hombre no se encuentra nÍ en él
mÍ'sm9 ni en el universo. El origen y destino del hombre sólo se ;f>V Cl~.,.r tra

.{ 155J
en Dios, por lo qqe Tri~tán de Athayde dice: '¡'El hombre no se explica
por sí mismó, ili el universo en sí explica al hombre, Condición eterna de
su naturaleza es su origen y finalidad divina. Cualquiera que sea la hipó~
tesis aceptada sobre el ortgen de su cuerpo (yen ese punto dejó la Iglesi~
toda la libertad a las ciencias deJa observación) lo que se afirma es sólo
el origen y el destino sobrenatural de su forma espiri.tual. El alma humana
es creaci6n directa de Dios y solamente en Dios encuentra su última ade~
cuación. Viniendo de la nada por opra del Eterno y estableciéndose en lo
Eterno, son los valores eternos los que hacen del hombre lo que es por
naturaleza. La vida del hombre, en la tierra, es un pasaje entre dos mó~
mentos de eternida~ .. Creados por Dios, el hombre guarda en su alma
el reflejo de su creador. Su origen 'rem~toes perfecto como perfecta es
en su especie, la naturaleza inici::il que recibió. El hombre no es, pués, un
perfeccionamiento de la especie, del mundo o de la sociedad. Y sí es el
)'eflejo de-una perfección suprema, de que guarda en su naturaleza los tra~
zos fundamentales. Su perl>onalidad es lo que hay de más perfecto en toda
la naturaleza. "Persona significat quod est perfectissimum in tota natura"
(Sum. Theol. 1 q. 29 arto 3). Hay, pués, para el hombre una unión per~
manente con su origen ,que es el más alto y el más puro de los orígenes.
El hombre se debe respetar a sí mismo, tanto a su cuerpo como a su alma
por ser obra de un artista totalmente perfecto. No que sea de una obra to~
talmente perfecta en sí, o que pueda llegar a la perfección por sí mismo
en las condiciones naturales de la vida. El hombre es nn ser naturaimente
perfecto, sólo por participación en la perfección de 'su origen. Somos "del
linaje de Dios", como decía San Pabro (Hechos de los Apost. 17,29).
Desde que cesa esa participación pierde el hombre toda perfección. Hay,
pués, para él hombre un modelo constante. Y ese modelo es su Creador
que preexisti6 a él, que existe separado de él 'y sobrevivirá como Eterno
que es, a su raza efímera, en la tie~ra. El origen divino del hombre le co~
munica, pués, por toda la vida de la especie y en la vida de cada miembro
de la especie, una serie de elementos que éonstituyen su ley natural de la
cual no se puede alejar sin decaer ... Si el hombre es obra inmediata de
,Dios, al menos en ~u forma substancial, también se destina a Dios, por na~
taraleza. Pertenece a la ley natural del hombre, esa finalidad. Fuera de
ella está el hombre desviado de su destino. Solamente en Dios encuentra
el hombre la plenitud de su realización. Todas las fin'alidades parciales del
hombre en su vida, todos sus deseos, todás las viscisitudes de su existencia
están subordinadas a esa finalidad última. El hombre se torna una criatu~
ra incomprensible y deformada, en su naturaleza, cuando se le priva de
esa finalidad' suprema que es la contemplación del Eterno. La vida huma-
na es una curva libre e imperfecta entre dos puntos' necesarios y perfectos.
Si~mpre que el hombre niega cualquiera de esos elementos (tanto la per~
fección de su origen y, de su fin, como la libertad e, imperfección de sus
medios) se subleva contra el orden natural de las cosas, contra su bien y
su felicidad. El bien del hombre es el cumplimiento fiel de su destino, y la
felicidad es la subordinación de todos sus actos al Bien' Supremo. Como
el destino del hombre es venir de Dios y vivir para volver a Dios, todo lo
que sea negación de ese destino, eS el mal y el sufrimiento" (1 11 ).
El drama del hombre no es otro que el tener un espil'itu, una alma,
con un destino sobrenatural que alcanzar, y el estar limitado, constreñido
en su' acción por la m&teria qtie contiene al espíritu, pués, el alma humana
al informar a la, materia' constituye con ella una substancia única, de or~
den carnal y de' orden espiritual. El hombre, comO todos los seres mate~
riales, consta de dos principios f!onstitutivos, uno determinado y el otro
indeterminado: la forma substancial y la materia prima, aquélla deterrni·
nante ,jy ésta determinable, ésta. potencia, es decir, capacidad pasiva de.
ser y de recibir uha determinación y aquélla acto, o sea, perfección y eS-

[ 156 1
caeía del ser. El hpmbre, este ser compuesto de materia y forma, espirl.
tual, qJ igual que todos los seres' materiales, es un individuo de una espe-
cie, pero se diferencia de aquéllos en que es además una persona no so-
metida a la individuación, y que constituye un todo completo y ce-
rrado. El hombre es una substancia completa. La materia que representa
cantidad, espacio, es el principio de la individualidad, por el cual el com-
pues~o hunwno pasa a ser un individuo diferente a los demás de la misma
especie (Som. Theol. JII q. 77 arto 2). La forma es el principio de iden-
tidad específica, es el factor o denominador común de todos los seres de
la especie humana y lo que los diferencia de las otras especies. La mate-
:ría .siendo pura potel).cia, vocación 'para ser,' se' encuentra entre el ser y el
no ser, y lucha contra la perfección de la forQ'lapara limitarla, para con-
cretarla, para que determine los diferentes individuos; La materia, como
,'dice Der,isi, "viene de abajo, surgiendo de la -nada sin llegar a ·ser por si
misma, como una sombra que obscurece la luz del acto de la fórma. Desde
entonces el ser resultante es compuesto de potencia y acto, qe luz y tinie-
blas. La forma, el acto substancial, viene de arriba, cOmO participación del
Acto Puro, de la ' Forma o Perfección en" sí, infinita, de Oios" (112) .
. El hombre en cuanto uno de sus elementos constitutivos es la mate-
, ría es individuo de una especie, y en cuanto logra su perfecl:ión específica
por la forma que determina y actualiza a la materia es persona. Además
de lo corporal el hombre tiene en sí un e'spÍritu que es de un valor muy
superior al mundo de lo finito: "La individualidad yla personalidad
- expresa adll}irablemente Maritain - son dQS líneas metafísicas que se
cruzan en la unidad de cada hombre. Parte una de los confines del no
ser y sube del átomo a la planta, al animal, al hombre y más arriba aún,
al AnWel; parte la otra del super-ser y baja de Dios al Angel y afhombre .•.
Hallamos aquí, una vez más, esa condición propia y ese drama del ser
humano, de ser,. según la expresión de Santo Tomás, un horizonte entre
dos mundos" (11 3) . '

.h). Er Individuo.-Como respuesta a aquellos que han ~firmad~que


la distinción entre individuo y persona es algo artificial e inútil, es intere-
santa constatar _que ya el pensamiento griego con Aristóteles y, aún, el
chino, habían logrado comprender esta distinción y, así vemos, que la fi~
losofía china' decía: "la persona és del cielo y el individuo de la tierra".
( 114) . ,Y tenía,. razón la. sabiduría china porque la personalidad es lo que
el hombre tiene de más noble y alto y lo que le asem~ja a Dios, en cam-
bio. la individualida,d es lo que tiene el hombre de corporal, de material.
de terreno. '
-, La individuación es lo· que hace que" una' cosa . de:· la mismanatu-
raleza que otra difieran entre sí, a pesar de pertenecer ambas a la misma
especie y al mismo género; es aquello' que hace que difieran dos cosas de
idéntica nal;uraleza~ La idea de individuación implica la de división,
distinción, 'diferenciacIón. La individualidad, aunque es condición de exis-
tencia de los seres, representa limitación, variabilidad, potencialidad, con
lo cual aleja a los seres creados de Dios, del Primer Motor Imnóvil. del
Acto Puro. "Es la· dHerencia que proviene de la limitación;. no deriva de
la plenitud ontológica, sino de la indigencia ontológica esencial de todo lo
que es creado y especialmente de lo que es. material: Es la
diferencia por
indigencia, sin la cual ninguna ('.osa creada. puede. existir y que proviene,
no de que cada cosa es e irradia cierta abundancia del ser, sino de que (:ada
cosa no es tal otra cosa de igual naturaleza" (11 5).
Lo que constituye el principio de la individuación, lo que hace di~
ferenciarse un cuerpo de otro, es la materia, ya que ella implica número
y lagar. cantidad y espacio, lo cual es susceptible de variar de u~ ser a otro. '
, '

{ 157 1
Ahora bien, diferenciándose los individuos, la form:a de éstos también' re~
recibirá extrínsecani~hTe ciertos ~?-racte:res difere~ciales,' porque la' formá.
el alma humana, constituye' con la materia, a la éual impresiona ontológi-
camente, una' misma substancia que es' tanto corporal como espiritual. Es
por esto que Maritain, refutando a Descartes, expresa: "El alma no es co-
mo pensaba Descartes una' substancia completa que existe por su lado:
mientras que el cuerpo es otra substancia con existencia propia de sercom-
pleto: pensamiento, la primera; y la segunda, extensión. El alma y la ma-
teria son dos co-principios 'substanciales de un mismo ser, de una sola y
única' realidad. El alma humana constituye, con la materia que informa,
una substaqcia a la vez corporal y espiritual que se llama el hombre; y co-
mo cada alma está' hecha p<lra animar un cuerpo determinado (el cual re-
cibe su materia de las célul:as germinativas de que proviene, con toda su
carga hereditaria), cada alma tiene una relació':1 esencial con un cuerp'o
determinado, cada alma tiene en su misma substancia c(3.racteres indivi-
duales que la diferencian de otra alma humana. Para el hombre, como pa-'
ra los otros seres corporales, la materia es' la raÍZ ontológica primera de la
individualidad" (11 6) . -
Por ser la materia el elemento constitutivo de la individuaci6n, el
hombre, en cuanto individuo, está' -colocado en igual jerarquía que los de-
más seres materiales indi"~isos;,, porque. considerado como individuo, el
hombre no es más que un ejemplar oe una especie, una parte Ínfima de
todo el universo creado, sometido a influencias de todos los tipos: frsicas,
biológicas, económica~, históricas, políticas, et:::. .

-e). La Persona Humana.-EI hombre no es sólo i:qdividuo es tam-


bién persona, en lo que se diferencia de los demás seres creados, pués, úni-
camente son personas aqueIIo~ seres que han sido participados con el es·
píritu y que los eleva a una categoría superior al mundo creado, y que ha-
ce de cada uno de ellos un mundo espiritual y moral, pasan a ser Todos den-
tro del Todo del universo, El espíritu, la forma, el alma inmortal e inmate-
rial es lo que hace que el hombre sea una persona, un univer;o en sí mismo,
un microcosmo, como lo denomina Marttain, independiente y superior a lo
sensible, pués, "aunque .depend~ente de los m.ás pequ'eños accidentes de
la materia, existe con la existencia misma de su alma, que dOJIlina al tIem-
po y a la materia". El hombre en cuar¡,to persona poseedora del espíritu
es una imágen de Dios, según lo expresé;!. el Génesis.
El individuo humano tiene una individualidad más perfecta que los
otros seres, porque posee una individualidad informada por un espíritu,
es una individualidad racional. Todo 10 cual expresó Santo Tomás dicien-
do: "La individualidad 'es realizada de una manera especial y más pérfec-
ta en las substancias racionales, que tienen el dominio de sus actos, y no
son dirigidas como las otras cosas, sino obran de por sí: porque las accio-
nes son' los hechos de los individuos. Así, entre todas las substancias, los
individu~s de naturaleza. racional reciben ellos un" nombre especial: se les
llama personas" (Som. Theol. l q. 29 arto ) . En consecuencia, la perso-
na es la substancia individua de naturaleza ~acional y la grandeza de ella
e~tá en que su natu.raleza es intelectuaJ y en que puede subsistir por sí mis-
ma. "Una persona - expresa el Doctor Angélico - es una cierta natu-
raleza, existiendo de una cierta manera, el modo de existencia que impli-
ca la persona es el más n0ble de todos: es el existir por sí mismo. La na-
turaleza comprendida en el' concepto de persona es la más digna de todas:
es la natt~ralez~ i!1teIectu;'ll, _ tomada en general" ()) 7). La persona por
ser substancialmente inmaterial posee unIversalidad en el conocimiento,
ccmélencia de sí, de 811 fin esencial y de" su libertad frente al mundo y, de
l!u determinación respecto al fin último ep. cuya consecución nb es libre.

r 158' 1
Lo que caracteriza a la p,ersona es su. independencia y el podersubsis~
tir por sí misma, la subsistencia, es decir, la propiedad metafísica en vir-
tud de la cual una naturaleza es un sistema centrado sobre sí para existir
y óbi-ar, como la define Maritain. La personalidad es la subsistencia por' sí
mismo de un espíritu intelige'nte y libre: pero, en el. hombre es: "la sub-
sistencia 'de un espíritu encarnado que comunica su exist~ncia y subsisten~
oCia al cu~rpo que aniJ;lla", el cual subsiste, como enseña Santo Tomás, g'ra-
eias a la subsistencia del alma espiritual (1 1 8). '
Siendo el hombre, en cuanto persona, un ser racional y libre, será au-
téntica'mente una persona cuando se comporte de acuerdo a esa naturale-
za racional ylibr.e y no se deje avasallar por los sentidos y las pasiones,
'expresiones éstas propias de su individualidad enraizada en la materia y
no' en el espíritu, en el ser, como la personalidad.
. Ahota . bien, realizando el hombre una vida propia de la persona, se
encaminará al fin a que está destinado por su causa eficiente primera, el
cual no es sino la gloria formal de la Divinidad. Es por esto que la perso-
na, substancia espiritual completa, cerrada en sí misma, dueña de sus ac-
tos, Re dirige mediante su inteligencia, y su voluntad hacia el Ser Infinito,
al Absoluto, a l~ Verdad y, Bondad por esenCia, c'omo a algo a lo cual está
destinada naturalmente y a cuyo logro debe encauzar toda su vida espiri-
tual. El faro, que ilumina la marcha de la persona hacia su plenitud onto-
lógica es su propia forma substancial, motor espirit\lai que mueve a la per-
30n~ a obrar según su naturaleza específica para alcanzar así su fin tras-
cendent~" pués, aunque la persona sea subsistente y libre frente al univer-
so creado, frente a su causa final, frente al destino asignado por el Crea-
dor, que no es 9tro que la glorificación de Este, la persona humana no es
libre, debe dirigirse necesariame~te hacia su fin' último; pero, en cuailto ai
modo, a la acción, a los medio.sque ha de usar para alcanzarlo, en eso es
:libre. Lógicamente que para cumplir su .destino, espiritual y moral ha de
'servirse de medios y actos intrínsecamente honestos y morales, ha de en-
cauzar su vida dentro del más riguroso orden moral,. pués, de lo contra-
rio, corre el riesgo',' ella sola entre los seres del mundo sensible, de tron-
,char su ascensión 'bntológica y de traicionar a su Creador y de traicion~rse
a sí misma. No siendo la persona .humana su propio fin, para alcanzar su
verdadero fin último ha de conformar ;su .vida y sus actos, no a una nor-
'Illp. que ella crea y se impone libremente, sino a una norma que emana de
su naturaleza y dice relación a sU fin último, al Ser. "El hombre no puede
colmar su persona sino ,por el conocimiento y el amor, perfecto. del Ser in-
'finito, con cuya .posesión alCanza a su vez la Verdad y el Bien en sf~ últi:-
mo" fin de su actividad inmanente. El fin intrínsecod.e la persona sólo se
alCanza con el logro del fin tra~cendente" (119). . .
,'
d). La, Persona Humana frente al Estado.-T eniendo la persona hu-
mana, p~r imperativo de su CreadQr y de su ley nat~ral, que realizar su
fin último sobrenatural, es preciso que goce de la I independencia necesa-
ria para dirigir sus actos. y su vida hacia ese fin; sin q~e nadie, persona
n~tural Q moral" pueda erigirse en fin último de la' persona humaba y en~
torpecer' la marcha de ésta hacia su legítimo y verdadero destino. Aún el
mismo Dios, último fin de la' persona, respeta la autonomía de ella, mo-
viéndola no necesariamente, sino libremente conforme a su naturaleza;
Dios no busca una glorificación. ciega e irracional de la persona, desea
la adoración libre y con toda la dignidad propia de uri ser' racional y li-
bre. L~s sociedades, cualesquiera que ellas sean, no pueden exigir a la
persona una sumisión total en desmedro de su auténtico fih último, pués,
ellas están llamadas a servir a la persona en su ascensión hacia su ple-
nitud ontológica, son simples' meaios con que Dios dotó a la per-
eona para hacerle más factible la consecuclOn de su último fin. El que
una sociedad, se&. natural o convencional, pretenda arrogarse ~I carác-
ter de causa final de la persona, implica violar su naturaleza de medio al
servicio de la persona. Ninguna sociedad, ni aún el Estado, expresión de la
sociedad civil, tiene derecho a interponerse entre la persona y Dios, primer
principio y fin de ésta, y erigirse en razón última de la· persona. El derecho
que tiene la person,a a dirigir~e libremeI;lte a su destino es un derecho que
arranca de la propia ordenaci6n divina, p.or lo tanto nadie tiene la potes..
tad de obligar a la persona a conformar sus actos a una norma contraw
. puesta con s~ fin, pués, una nonn.<i t';'I, carecería de tod~ fuerza obligato~
. ria y debería ser legítimamente d~obedecida por la persona. La persona
. <aÚÍl cuando no es libre en la elección del último fin, es plenamente libre
ante el Estado respecto de la elección de. los medios que dentro del orden
moral la permitirán realizar su misión, siempre que con ello no vaya a des-
conocer la igual libertad de las otras personas. La persona ha de ser libre
y respetada por.que es la imágen, el reflejo de Dios, por lo qu~ Maritain
expresa: "El valor de la persona, su Iiberta.d, sus derechos, surgen del or~
den de las cosas naturalmente sagradas que llevan la señal del Padre de
los seres y tienen en El el término de su movimiento. La persona tiene un&
dignidad absoluta porque está en relación directa con lo ab¡:¡oluto, y que
reflejan, en cierto modo, un' absoluto superior al tiempo y al mundo, ha-
~ia el cual tienden" (120). . .
La libertad e independencia de la persona humana en la conseCUClOn
~ de su fin arranca de la pro,9ia ley natural, pués, si ésta impone a la persona
la obligación moral de ejecutar ciertos actos intrínsecamente buenos y de.
abstenerse de otros intrínsecamente malos, es porque ella tiene el derecho
o el deber de realizar su destino, y si tiene este derecho, igualmente debe
tener derecho a las. cosas o medios necesarios para ello y debe tener, a su
vez, el derec;ho a que nadie le perturbe el debido uso de estas cosas o me~
dios. Si~ndo la ley natural la impresión de la ley eterna divina en la natu~
raleza humana, con el objeto de conservar al hombre dentro del. orden mo~
ral, es de toda evidencia que nadie tiene facultad legítima para alterar la
ordenación establecida por Dios. Por otra parte, teniendo toda Autoridad
su origen en Dios, y sólo en esta virt:ud obliga en conciencia a la obedien~
cia, es lógico qti.e no puede violar I~ ley natural grabada por Dios en la
criatura racional y que impone a 6ta la obligación de practicar la virtud y~
'al Inismo tiempo: le confiere el derecho a la libertad de los medios para,
practicarla y a1canza,r así él fin. para que fué creada. Debe tenerse siempre
presente lo' expresado por Santo lomás: "Una ley humana no es vercJ.a~
deramente ley, sino en cuanto deriva deja ley natural: si en un punto se
'separa de la ley natural, ya no es ley, eS una violación de la ley" (Som.
TheoI. 1 11 q. 95 arto 2).
Pero si bien es cierto, que una persona por el hecho ele ser un todo.
una substancia completa y con un fin específico que alcanzar, debe gozar
del derecho de lograrlo libremente, sin que nadie tenga potestad para des-
viarla del orden que a él conduce, ni menos impedir su consecución de~
finitiva; no es menos cierto, que esa persona para poder llevar una vida
propiamente humana, digna de su categoría espiritual, ha necesitado, po,1"
impulsos naturales a su ser, asociarse a los demás hombres y hacer una vi~
da comunitaria teniendó en vista el bien común. Además, esta sociedad
para conservarse y progresar ha necesitado d~ una Autoridad encargada
. de unificar> 195 .esfq.erz.os de, los. 8,SQclados hacia el· biel,l común y de pro~
pender al acrecentamiento de éste. En consecuencia, la Autoridad o Es-
tado, ha precis~do reglamentar la vida de las personas en sociedad, pués.
de lo contrario,. ~sta se desmembraría, ya que cada uno velaría por sus
propios intereses y la libertad de unos iría en desmedro de. la de los otrOQ~
Ahora bien; (Cómo conciliar la li1~ertad n~tural y. propia de la persona,...

{ 160 I
i?ara cumplir su fin hascendente, con este orden que la Autoridad o E~
tado debe establecer· en la sociedad? Esta interrogante surgió tan pronto
~omo se constituyo, la sociedad humana y 6fpecialmente cuando el cristia-
nismo dignifit6 y dió un valor absoluto al concepto de persona huma--
·na. La historia de los pueblos es una búsqueda permanente de una respues-
ta a esta interrogativa y las q!le Se han dadó y puesto en práctica han va-
riado en cada pueblo y en cad" época. Y en la guerra actual los hombres
mueren con el conv~ncimiento de que al ofrendar sus vidas están contri-
buyendo al triunfo de la verdadera solución del dilema: Estado o Persona.
Ya Aristóteles fiabía planteado. l~ cuestión de la libertad de la perso-
na frente al todo st;>cial y a la Autoridad. Expresa Aristóteles que la aso-
aa<;ión pdlítica es Una comunidad; ·la dificultad está en saber hasta donde
ha de .extende'rse: Unos la extienden a todo: sacrifican la libertad, otros, la
,destruyen en'teramente.: disuelven el cuerpo político, otros, en fin, com-
.prendiendo la necesidad de, una concWaciónentre estas dos soluciones ex-
,tremas, hacen consistir la ci~ncia política en la determinación exacta de los.
derechos del Estado y de las personas. Según el Individualismó el Estado.
es para el ,i~dividuo, aquél debe someterse ~ éste y sólo tiene por misión
el lograr un mayor bienestar individual. En el lado opuesto, el Estatismo c>
'Totalitarismó, afirma que el individuo, la persona humana. y los grupos na-
tural~s menore3 se deben al Estado y su lema es: "Todo en el Estado, na-
,da' fuera del Estado y nada> 'contra el Estado"; y Hegel llega a afirmar: "El
Estado es la: substancia misma de los individuos" (121), olvidando que
, antes de ser ciudadano se es hombre y que toda sociedad humana tiene
por fin el bien de la naturaleza humana, pués, cómo· dice León XIII, "la
naturaleza no ha engendrado las' sociedades familiar y política para que el
.nombre las mirase como su fin, sino para. que encontrare en ellas los me-
• dios que le ayudasen a perfeccionarse a' sí mismo". El Estado es un valor
relativo y,)lO un valor absoluto. . .
, La verdad no se encuentra en estf\s soluciones extremas" del proble-
ma. El ho~bre bajo unos aspectos está sometido' al Estado, pero en otros
le trasci~nde. Santo Tomás expone claramente. la verdadera doctrina tan
opuesta al Individualismo (:omo ai Estatismo; expresa el Doctor Angélko:
, 'fEs manifiesto que todos los que viven en comunidad son con respeCfto' a
la comunidad como partes de un todo y como tal ordenables al bien del
todo; pero' el hombre no se' ordena a la ,comunidad política con todo sn
ser y todas S,US cosas, sino tan sólo -bajo el a!}pecto de la te~porabilidad
pública de sus aCtos. Esta ordenabilidad parcial del hombre a la ciudad
,terrestre está subprdinada, por otra parte. al otro aspecto' que tiene por fin
. único el Bi~n Increado" (Som. Theol. l· II q. 21 arto 4): Desde este punto
de vist<;l, en' que cada persona individual es a la comunidad entera como la
parte al todo. puesto que en virtud de algunas de sus condiciones propias
la persona es parte de la sociedad, ella se empeña Íntegra y se, ordena ín-
tegramente para el ~ien común de la sociedad, según lo expresa Maritain;
más continúa argumentando y dice: "Pero agreguemos inmediatamente que.
si el hombre se empeña íntegro como parte de la sociedad política, (ya
que puede tener que dar su vida' por ella), no es, empero, p~rte de la so-
ciedad política en virtud de su yo Íntegro, ni en virtud de todo lo que hay
',en él. Al contrario, en virtud de ciertas cosas que hay en él, el hombre se
'eleva íntegro por encima de la' sociedad pdlítica. Aquí viene la segunda
asercióIl, q~e completa y equilibra la priplera: "El hombre no está orde-
nado en la sociedad política ,según su ser Íntegro 'y según todo lo que es
en él (S<;>m. Theol. I 11 q. 21 arto 4) .... Hay una diferencia enorme entre
esta 'aserción: '.'EI hombre, por ciertas cosas que son en él, se empeña Ínte,:"
,gro 'como 'parte de la sociedad política", y esta otra: '''El hombre' es parte
,de la' sociedad política con su Yo Íntegro y con todo lo que es en él",. La.
primera es verdadera, la 'segunda falsa. ,Aquí 're~ide la dificultad del pro-

[ 161 j
blema, y su solución. El individualismo anárquico niega que e! hombre
se, ..eirip~ñe, ín!egro" el)viituc:l. de. c;:iertal! c9~aa.q:Ue' aMen .éJ, como parte¿
~~. la soc;:iedac! políticéi ¡ ,el t9talit!3.rismQ .éifinn(i que. e! h9.mbre. Se empeña.
Íntegro como'parte de ,l,a soci~ad polític~,. CQP. su_ ypíntegro y con todo lQ
que es e~ él. La verdad es que elhomh:re se empeña íntegro. - ' pero no.
con ~ yo íntegro -'-; como parte de la sociedad política, orden,ada hacia.
el bien pe ésta... La persona humana, se ,e,mpeña ín~egra Como parte de la.
sociedad política, más nó en virtud de todo, lo que es C,n ella ni todo lo
que le pertenece. Én virtud de otras cosas que son de elli3., está también.
íntegra, por encima de la scciedad política. Hay en ella cosas -.-' y las má$
impórtantes, las más sagradas - que trascienden la sociedad política y
atraen hacia más arriba de la sociedad. política al hombre íntegro - ese
mismo hombre íntegro que es parte de la sociedad política ,en virtud de
otra categoría de cosas... El hombre' es parte de la cq.munidad, política, e
inferior a ésta en cuanto a las cosas que, 'en él y de él, dependen, conres~
pecto a su esencia, de la comunidad política, y pueden en consecuencia.
ser llamadas a servir de medios para e! I;>ien - temporal - de ésta últi~
ma. Así, un matemático ha aprendido las matemáticas gracias a, las \nsti-
tuciones edúcativas que solamente la vida social hace posibles; y la comu-
nidad podrá exigir al matemático que sirva ~l grupo social enseñando las
matemática:s... y por otra parte, el hombre trasciende la comunidad P9lí-
tica en cuanto a las cosas que, 'en él y de él, por sutgir de la ordenación
de la persona como tal en, lo absoluto, dependen, con respecto a su esen-
cia, de más alto que la comunidad política, y conciernen a la realizacióri
- supra-tempó'ral - de la persona en tanto que persona. Así, las verda-
des matemáticas no dependen de la comunidad social, y conciernen al or-
den de los bienes absolutos de la persona como tal" (122).'
PIecisando más, podemos, descomponer esta doc.trina, la única ver~
dade~amente justa y esbozada ya por Santo Tomás, en tres proposiciones:
1) Subordinación de! individuo al Estado, como de una parte al todo, se-
gún aquello de' Santo T orriás: 'El bien común es el fin de los individuos
que viven en sociedad, de tal manera que, el bien del todo es el bien de
cada una de las partes" (Som. Theol. I II q. 58 arto 9); esta proposición
envuelve un recpazo al Individualismo para el cual el individuo es el fin
del Todo social. 2) Subordinación del Estado en su supremacía misma. a
lo que es e! bien de la naturaleza humana, pués. según lo dicho por e! Doc-,
tpr Angélico: "El fin d,e la política es el bien humáno, el mejor de los fi-
nes humanos" (123); e! individuo es e! fin del Estado, no respecto de sus
propiedades individuales, sino con respecto de la naturaleza universal por
la cual es hombre (124). 3) Dentro del bien humano, fin del Estado, ha
'de darse supremacía al bien de la personalidad, ya que como dijimos: "Una
persona es lo que hay de más perfecto en toda la naturaleza, es e! ser sub-
sistente en una naturaleza racional (Som. Theol. 1 II q. 39 arto 3); el fin
del tstado es hacer progresar a' las personas, facilitarl~s los medios para
que cumplan su fin, garantizándoles su autonomía y libertad.
Sintetizando podemos enunciar la siguiente· jerarquía: el individuo
existe para la sociedad, la sociedad para la persona y la persona para Dios.
Todo lo cual expresó poéticamente Calderón de la Barca escribiendo:

"Al rey, r~ hacienda Y: la vidl,l


se ha de dar, pero el honor
es· patrimonio del alma,
y el alma sólo es de Dios".
(

Siendo la sociedad para ia persona y ésta para Dios, s,u origen y fin.
debemos concluír que el Estaqo ha de respetar los derechos inherentes al
hombre como ser animal, substancial y racional; la función primordial del

[ 162 J
Estado es así la de garantir a cada' hombre" en el orden temporal, la· reali~
'zación de la naturaleza humana. La' person~ huinana tiene derechos ante~
i"ibr.es al Estado por ei sólo hecho de ser persona, un todo dueño d.e slY
de sus actos y, . en con,secuencia; no' es sólo un medio del cual se puede,
servir el Estado, sino un fin de éste, exigiendo ser tratada y respetada co ..
m~ tal. Los derechos' naturales de la persona humana no emanan del Es..
tado; cómo sostienen lo totalitarios oestatistas, sino de nuestras naturaleza
raciona'! y del fin para el cual hemos sidó creados. Toda oJ;,ligaCión qu.e
tenemos para con Dios, p,ara con nosotros mismos y, para con el prójimo
.se' convierte en un derechó de la persona frente al Estado. ,
El Estado debe respetar el derecho de la persona a la viqa, a su inte~
gridad corporal; derecho a la libertad física y a conducir su. vida como due N

ña de sí misma y de, sus acciones, responsable ante Dios, ante su concien~


<cia y ante la .ley. Derecho a buscar su fin último sobrenatural y a perfeccio"o
narse' racional y moralmente con este objeto. ,Derecho a mantenerse. den~
tr~ del orden moral establecido p'qr la ley. natura,I.· Derecho a practicar la
virtud y a hacer una vida encauzada hacia su felicidad 'eterna. Derecho a
adorar a Dios y a dirigiJ;'se a El por 'la senda queJe señala su propia con-
ciencia como querida' por Dios. Derecho a vivir dentro de la sociedad so~
bren~tural de la Iglesia. Derecho a elegir. su propia profesión, tomando en
cuenta las normas de la Moral y el bien común. Derecho a la propiedad pri-
vada de los bienes materiales, como medio de garantizar la libertad dé la
persona. Der~cho de asociarse a otras personas en sociedades menores.De~
recho a fundar libremente un hogar y a que sean respetados todos los fines.
naturales de la familia, especialmente el 'educar a los hijos. "En definitiva-,
observa Maritain - el derecho de cada ser humano a ser tratado cOl~l~na
persona, no como una cosa". ' .
Vásquez de Mella hace un interesante bosquejo de los derechos de la
persona humana, como correlativos a los deberes de ésta emanados de las
relaciones de la person'a con Dio's, con las demás personas y con los otros
seres creados que le est~n sometidos. Dice el profundo político español:
'''Dada la existencia de Dios, autor de los seres limitados, se originan dos
. relaciones del ser finito con el infinito, una de causalidad y otro de finali~
. dad ... La primera es la relación de dePlendencia de efecto a causa; la se~
,gunda es la relación de finalidad de medio a fin. Estas dos relaciones e;is,.
ten en todos Jos seres y se repiten, y en el hombre, como son conocidas, na~
ce uná tercera relación, la relación de igualdad. En el hombre. como es ser
:!IIlperior entre todos los seres de la creación visible hay· otra relación que
es la de superioridad ••• Hé aquí como en la persona humana existen cuatro,
relaciones es.enciales: la de. causalidad, la de la finali.dad, la de la igualdad.
y por último la de superioridad sobre los .seres que le sop. inferiores ... Ca~
da relación' es el fundamento de un deber moral y cada deber moral es el
-fundamento de un derecho. La moralidad no consiste más que en la ecua~
ción, y en la conformidad de la voluntad con esas relaciones. La relación
de dependencia y el someterse a ella el entendimiento, volunt~d y cuerpo
<constituyen el fundamento de los d~beres teológicos y abarcan el 'culto inter~
no y externo, yesos deberes teológicos llevan como' medio para reali;z:arlos
un derecho: el de la libertad de conciencia rectamente entendida. La rela-
ción de finalidad supone un deber, el de perfección, que a su vez supone
otro, el' de conservación; estos, como medios, suponen el derecho a la vida,
.el derecho a la defensa y el derecho a la propiedad, y el de dignidad para
,no someterse al fin de otro .. La relación de igualdad lleva consigo el ,deber
de co"operación y de un mutuo auxilio, lo que otros han llamado condiciona~
lidad; ésta $upone el derecho de relativa independencia, el derecho de pac~
tar y el de asociación. La relación de superioridad lleva consigo uno de 10ft
fundamentos objetivos de la propied~d" 125).< (

{ 163 ]
; Estos derechos d~ la persq.na.)" algunos otros no señ~lad~s, constit~yen'
un límite que el Estado no p~ede franquear! y en casa de hacerlo, faltaría
a su misión directriz de_ la vida colectiva a fin ,de obten~r un mayor perfec~
cion'amiento' de l¡" persona humana y debe restaurar CUl;\nto antes el reape~
to a la dignidad de ésta, pués, com9 apunto en términos precisos Osvaldo
Lira, ¡'mientras no se reconozcan los derechps trascendentes de la persona~
esos que salen de la esfera del Estado, esos que emergen del nivel de la
voluntad creada para hincar sus raíces en la ordenación divina o en la na-
turaleza misma de Dios, habrá individualismo, habrá anormalidad, habrá
violencia; habrá, en una palabra, mutilac::ión del hombre" (1 26 ) . .
Todo lo expresado no quiere decir ,que se le desconozca al Estado la
facultad legítima de ordenar los actos' de las personas y sociedades meno~
Tes ha,cia la cons~c~ción del bien común. J;:l Est.ado puede y debe reglamen~
tar el uso que la persona haga de sus derechos: pués, de lo contrari9, se pro~
duciría la anarquía y el bien común sería irrealizable. La libertad termina
cuando se transforma en un atropello á' la misma libertad. El liberalismo
:p.iega esta atribución del .Estado y el tptalitarismo la exagera, haciendo al
.Estado fuente exclusiva de todo derecho .. La verdad y la justicia seencuen~·
tran e.n el punto armónico entre los derechos de la persona y el bien -;;oJllún.

B}. Las' sociedades menores intermedias.-·-'Hé aquí otra de' las limita-
cioIle'sque tiene la Autoridad o Estad~ en' su acción legislativa, y que por
haber sido desconocida por la democracia liberal ha engendrado el totali-
tarismo que es una negación, más exagerada aún 'que la democracia lihera!,
de la existencia, misión y_derechos. de los grupos' intermediarios entre la per-
sona y el Estado.
tI~mos dicho, que la vida del hombre no es sino una constante ascen-
sión hacia sociedades cada vez más perfectas, es decir, hacia sociedades que
propendan a un bien común cada vez más completo. El homb~e no se en-
cuentra aislado; el hombre solitario es una abstracción. El individuo nace
'd~ntro de una sociedad íntima: la familia,la qu~ le proporciona 10 necesa-
rio para subsistir y perfeccionarse moral, intelectual y materialmente. Con·
1Jnúa la obra educadora de fa familia: la e!3cuela, el' grupo pedagógico, quien
f~rm:a profesionalmente al hombre, en términos tales que éste pueda, me-
diante la aplicación de sus conocimientos adquiridos y de su trabajo, pro-
veer a sus necesidades y ocupar un puesto en la actividad social. Las fami-
Úas que residen en una misma coml~pa constituyen los municipios c,op el fin
de propender al bienestar camÓn local, especialmente al material.. La agru-
pación de varios municipios forman la región cuyos habitantes persiguen un
bien común más amplio que ,el municipio, Saliendo de los ámbitos relativa-
mente estrechos de la región, el hombre se vincula con todos aquellos que'
ejercen qna misma prófesió~ u oficio, creándose los gremiós, si~q.icatos, las
~orporaciones y las clases sociales rectamente entendidas, . . , . . .
Es a través de todos' estos grupos menores que el hombre s~ proy~cta
en la sociedad civil, la más perfecta en el orden natural y de la temporali-
dad. La spciedad civil Roes una reLJpjóti de~ <\tOIJlQs cli~persos.~, <;le~<?rdena~
c;los; es Já. resultante de la conjunción de diversassociecf~9.~s q1.!It;1~;nas me-
nores en -el seno de l(is cuales desenvuelve el hombre su vJda, No. es algo
'simp1e, 'como' han~retendido con' Simpleza los liberales ,indiv)dJ,lalistas, es
algo complejo, es !lIgo vivo y no. algo inerte. El hombre rQ,."e~!.~ ~olo. no
'c;lebe estarlo, frente fl- la Au~orid~d,_freJ;1.!e al Estadp; ~n!Ie. §ste.,J'. los,aso-
ciados existen todos los grupos menores señalados; de lps cu~les ,ha~e¡;nos
~~ t;,rev e, ex~;n~' ¡:més: el' hl"-ce.r ló ' f on ,_ m!iyqr ,4~téijci~n' ,)~el'¡ .. :'q,~~via,r!a, .qe
4

nuestro proposlto.

a}. La Familia o Grupo Biológico.-Existe· en la naturaleza de la cria~·


tura racional una tendencia natural hacia la unión de los dos sexos, como-

L 164 ~
medio de cons~rvar la especie; de aquí nace la sociedad ,conyugal entre roa·
,xiqo y mujer.' Lá sociedad conyugal, cuyos frutos son los hijos, es la base
,orle la familia, formada por ést,ps y sus progenitores. En consecuencia, la so·
~iedad conyugal ysu resultante: la familia, son naturales a la condición hu·
,mana, y preceden a la sociedad civil, de la cual la familia constituye la cé-
lula primaria. La familia es anterior a la sociedad civil y al Estado, encon-
,trando en éste el cómplemento necesario para cumplir su misión. La socie-
-dad civil no es sino una "unión de familias", entendiendo por familia se·
,gún 10 expresado por Santo Tomás: "el grupb humano natural destinado a
conservar el individuo y la especie!! (Som. Theol. 1 II q. 105 arto 4). La
familia' socialmente considerada es una sociedad imperfecta porque precisa
;'para conservarse y progresar de la sociedad civil, a la cual se ordena como.
I(l su fin próximo; pero, biológicamente considerada es una sociedad perfec-
,ta. pués, ella' dá la vida a los hijqs y tiene preferencias naturales en la edu-
.etición de ellos, siendo la 'escuela una prolongación de la familia.
Por ser la familia, el fundamento de la sociedad civil necesita ser pro-
tegida por el Estado; en primer lugar, mediante un rob\,lstecimiento del
,vínculo matrimoriial, revistiéndolo dé la mayor seriedad jurídica y velando
por la unión indisólt;lble de los cónyuges. en segUndo lugar, propendiendo
a la mayor natalidad posible, faeilitándolés a los cónyuges la mantenci~n
.de una familia numerosa y castigando severamente todo atentado contra la.
.concepción y vida de los hij9s; en tercer lugar, garantizando a la familia el
.derecho de educar libremente a ~l,1s hijos, sin que el Estado tenga derecho
a sUplantarla en esta obra; en cuarto lugar, propendiendo a la formación
,de la propiedad familiar rodeándola de gran estabilidad. Debe repararse la
injusticia cometh:la con la familia por la democracia liberal 'al desconocq'
prácticazv,ente su existencia como núcleo fundamental de la sociedad civil y
.al negarle toda intervención' en 10sasuntoB políticos concernientes a la co-
.munidad de familias. La democracia Iib~ral ha sido, como dice T ristán de
Athayde. la muerte civil de la familia. El Estado debe dar ingerencia a .la
familia e,n los asuntos públicos o políticos, ya sea mediante el voto faffiiliar
'{) por cualquier otro' sistema, porque todo negocio de interés general es al-
:go que repercute socialmente en el seno de todas las socied~des familiarCfi.:
En general, el Estado debe respetar todos los derechos naturales de la
:familia, pués. coino observa Maritain, "de igual modo, que el, hombre 'h.
llido constituí'do persona, hecha para Dios y para una vida superior al tiem-
po, antes de haber sido. constituído parte de la comunidad política. ha sido
:(:onstituído parte de 'la sociedad familiar, antes de haber sido constituido.
parte de la sociedad política. El fin para el cual existe la familia, es el df!
engendrar y educar las petsonas humanas y prepararlas a su destino total'.
N si el Estado tiene,. por su parte, una función educativa, y si la educación
. "O se halla fuera de su esfera, es para ayudar a la famili~ a realizar su mi:-
, ",iótf'y'acomptetarJa,no<paraborrar del' niño·'su'vocaCiqn (le persona hu..
.mana y reemplazarla por la de herramienta y material del Estado" (121),¡
La familia~ además de ser el cimiento en que reposa el edificio. so~a"
tiene un hondo y sagrado sentido espiritual, porque el Sacramento del Ma.-
,trirnonio entre el hombre y 'ta, mujer semeja la ,unit$n espiritual entre Cristo
y la Iglesia. '

b). La Escu"a o Grupo Pedag~gico.-La Escuela no nace naturalmen-


te. como la familia o la sociedad cJvil, sino que ea una institgción volunta-
oc
ria ·e$p'~iáll%lJc:la. cop$ec.uencia 1.. f~alidad natural deJa .familia¡ se po.,.
dría decir que ea un grupo natural por accidente (128).
La Escuela ea el complemento necesario a la obra de la familia en la
educación de 109 hijos y constituye la segunda célula social. Escuela y fa.,.
milia deben siempre marchar unidas; separarlas ea violar el derecho nat....
. ;mI dé .s.ia última de educar a los. hijos. La E.cuela debe desenyolvoer su """

"
t 1651'
, ",'
ilvidad teniendo siempre presente el mQdelo queJe brinda la familia, tra~
-tando _de asemejarse a,
elhi- y de desarroJIl)r ~su l)1isión e.du~tiva lo más aj us-
tada posible a la naturaleza fcvniliar. HI'1 de existir una comunidad y con-
tinuidad de espíritu entre la Escuela y la familia, pués, lo contrario es soca-
var la base misma de la sQciedad. La Escuela cumple con su verdadero fin
s610 e,n el caso que sea una ~uté'ntica frupilia pedagógica y coopere con la
socÍedad doméstica en fa formacióll de la persona humana. Arrebatar a la
familia el derecho de educar ,a los hijos ayqdada libremente por II! Escuela
es un crimen .del cual tarde .o .temprano se arrepienten
mañas.
..' .
las sociedades hu-

Pero la Escuela también ha de tener presente la naturaleza del Estado


y debe' tratar que su o.bra educadora redundé en' un acrecentamiento del
$entido. s,?cial del hombre, inculcándole la. devo.~ión al bien común y el es-
píritu de sacrificio en pro de la colectividad; de una manera especial incum~
be a la enseñanza uruversit!lria el dar este sentido social a la educación.
El Estado debe respetar el derecho de la Escuela a educar conforme al
'espíritu familiar. No correspqnde al Estado el monopolizar la e,ducación y
no tiene derecho a tiranizar las ideas; sólo debe limitarse a fomentar, a ayu-
dar y a perfec~ionar la educación impartida por la familia y por la Escuela
plmo proyección de aquélla. Esto no l!ignifica que se le niegue al Estaao .la"
facultad de establecer por su cuenta centro~ educativos paralelos a los pri-
vados, pero creemOS que n,o es .esta Ía misión específica del Estado ni que
gobernar es educar, pués, el gobierno es para gobernar y la familia es la
,que qebe formar a los ciudadanos, complementada .por l¡;¡. -Escuela.
. . ' ... ,' !l.,Ji .
c). El Municipio o' Grupo PolítiCQ.-El municipio es la re'unión natural
de las familias que habitan en una mis~a comuna, con el objeto de propen~
der al bienestar común local más bien material que espiritual; lo' cual expre-
sa Vásquez de Mella diciendo : "Yo, reconozco que el municipio. es el prj~
mer grado de lo que ,llamo soberanía social; es la primera eS,cuela de la ciu~
'dadanía que nace eSPo.ntáneamente de la congregación de familias, que sien,-
ten necesidades múltiples y co.muneS que ellas so.las ,no. pueden satisfacer
aisladamente y que las obliga a juntarse y producir una represent,ación <;9-
mún que dá origen al municipio que es sociedad' natural" (1 2.9). El muni-
cipió, en consecuencia, es una sociedad d~ der.echo n~tural, es decir,. que SlJ
eXistencia y su fin respo~den' a necesidades de la naturaleza humana. El mu-
:nicipio no depende en. cuanto a si
origen Y, a sus der«t,cho.s del Estado; su
origen y sus derechos arrancan de lá naturaleza del hombre y de las fami-
lias. El Estado. no. es árbitro de la existenCia de lo.S municipios,. ésto.S existen
,por sí misl'{los, debiendp lim~tarse '~I Est~dó a rc¡!,co.n~cerlos crupo. tales y. a
.respetarles sus derechos; tratando, eso sí, que la .acc~ón de todos ellos se
diriia ~l bien común :d~ la s~cledadentera." " '
El rntinicipio tiene arite~ioridaci 16gic;'" .sobr~ el E~tado y debe gozar de.,
la.independencia necesaria para encauzar la ae<tividad de todas .las familias
qlie' c}e él dep~nden .hacia el l;>ie~ comiín, ~le IJ3., «omuna. para que el ,mupi~
opio reaJice efectivamente su' misión es necesa,rio recono<;erlo coxp.o"sujeto
de la triple función que comprende todo pode¡;,: la función legislativa, eje-
~utiva y j~dicial; quit~do al poder civj! \ eL mO~lo.PQ.I.io. de estas ;funciones
;destrozadas el?- tres pod~res independient~s..;y desarti<;ulados. 'Sl, rpppicipi()
debe poseer sus Qienes propi()~ Yo una J:?acienda rpunicipal capaz de cullrir 105
·ga~tos que ínvolué~ela ,g,estión municil'~L¡ J;.1.Esta.dp ,Q..el;>~ resp~t¡lI las. eqtú~
das, <con las cu~les,se fiQP.n~ié} el pres~pu~~t:O_ .rw~Qicipál. . El Esta~oha, qe re~
eq,:ri~c~r,a Ic¡>s mUIlÍcip!o.s el d~iec~p a.as!=>.fi~i.se. entló"c ellos, Y<l- Sea .CPfU,Q Nf:l.a
m:edicfa' de ~ef~nsa dé, Sus 'int(!reses, 9 p~r>a propeI1-d e r albi,~pestl»' ,y prQgr,e~
.s?·.·de ÍJtl~¡ ~ó~~~!d~~W~.v:~~t.¡¡t d~' tatp~~i~~:cwe,h~!)~ta.P.. V.l!.~i~:.éº~n.I,l':l~.l .

I f66'J
d);:La Corporación' Frofesional o 'Cl'UPO Económico.-EI hombre en
'vittud dé la, profesión que ejerce pertenece a una clase social determinada.
":'0". gr. :, la clase de los agricultores, de los comerciantes, etc., entendiendo por
clase sociaÍ: 'üna "categoría de personas indivjduales y colectivas, untfícadas.
por, un ihterés social común" (t 3 O) . , Estas' clases sociales no tienen un ca...
. iácter exclüsivamente municipal, regional q. local. sino que poseen un ca-
!rádet nacional y en muchos casos internacional.
El concepto de clase enunciado por nosotros no tiene nada de común
con la concepción marxista de' las clases y su lucha permanente, 'como tam'-
póC'o c~n el concepto burgués s~gún el cual los hombres ingresan a un~ u
'otra clase soCial de acuerdo con el monto de la fortuna de cada uno. La
~er,dadera clase s<;lcial se constituye en 'atención a la profesión de sus miem-
'bros y no en atención ,al dinero que éStOS posean.
:' ''La corporación o el' gr~mio ~ace espontáneamente, como consecuencia
:de la existencia de las clases s~cialei, pu~, como anota Vásquez de Mella)
"desde el mOIllento, en que existan esas categorías ,sociales unificadas 'con
un fin común colectivo,; es ,natural que ,dentro de las mismas clases se agre-
lnien sus miembro.s para poder representarlas mejor y surge la, corporación'~
,( 131). La corporación es la resultante del espíritu decl,Jerpo o de coope';
,ración entre los miembros de una clase social dada_ '
Siendo las clases sociales' y las corporaciones la realización del derecho
natural de asociación, que tienen los hombres, debemos concluír,' que su eXlS-
:tencia y derechos no están sometidos ala voluntad legislativa' del Estado.
'el cual debe respetar' su funcionamiento interno. Est'ando obligado' el Esta""
do a garantizare todos IQs derechos inherentes a la naturaleza humána de lós
súbditos, debe reconocerles a éstos la facultad de poner en ejercicio el de-
l'echo natural de, asociación constituyendo corporaciones. '
Las corporaciones ,deben gozar de au,tononiía para reglar las materias
'que se refieran a su actividad propia, .solucitmarido 'directamente los proble-
mas que atañen a los intereses privados de ,sus miembros. El Estado está
""obligado a reconocer y respetar, 11; jurisdiccióri.' qué tienen las corporacione:;
profesionales sobre todos los asuntos relativos a la respectiva profesión: ln-
du~ive ha, de, tener la corporación potestad para legi'llar, administrar y juz-
gar. El conjunto qC los' derechos' naturales que" poseen las clases sociales y
, 'las corponidones >es'lo que Vásquéz de MJU<i denomina "acertadamente:' So-
, beranÍa Social, en contraposición 'c.\. la soberanía pólítica que corresponde'~l
Poder Político o Estado. ,' : ' , .,; ,~ ',,"
. No porque el Es'tado está impelido ii r,éC9I10Cer la autonomía de las cor-
, poraciones profesíonales, en lo q'ue se refiere 'a h actividad humana que re-
presentan, eno vá .~ "significar que .sean'las corpo'racio'nes quienes han de
gob~rnar; no, eso' sería un gra-ve erróf.' Las corporaciones tienen la misión
,'dedirigir la política econóinica de la hacióny de exponer ante el PoderPú-
. 'blico', las , necesidades de 'carácter' más' general 'que afecte a su'ramo e ;'indi-
carlas soluciones. Las corp.o,racionésn"oestánllamadas a dirigir, toda la,'ac-
,tividad social sino sólo la qv.e ,~tá comprendida dentr~ de su objetivo; ~<no
son órgario~q.E!_~ób~eranía política: son expresión de' sob~ranÍa social". '.
", ": Las corporaciones' en toda soeiedad.,civIl·bien organizada son :un con-
trafuerte eficazÍsimo :contra ,todos' 198 exc;esos' y atropellos deL,' Estad'o; . es
por'esto, 'que égfe sieIhpretrat~rácleque noexista,n o 'en que tengimlas me-
nores auibucipnes posibles. ,r~J;6, u'n' Estadq : n~a,l,. 'Y' sinceramente, guardador
ae los derecho~,de la:' 'persona huma.na, prOpe~de¡:áa, qu'ese formen las:'cor-
poraciones y lesreéonpcerá ampliamerit~ susderecho¡:;, porque cón 'ello es':
'ema-
tará dand'osafisfacción 'a uno <;le los prirÍ~ip~les, tleréchos' dtH boi::n.bfe;
nado de- su propía h~lturaleza racicmaIy librei~iei 'der~cho de asodaCión;

'e)/ El Estado 'comooi-denaaor de laSsociedades;'ihterinediasliáHi(~1


bien común de la Sociedad Civil.-Teniendo el Estado, como dijimos, la

r 167 ]
.nisi6ri de procurar el bien común de lallo~dad civil, debe coordinar la ac-
tividad de todas las sociedades mé"t!.ore'! JÍ1terrn~di_~ ,~n vista delbenefi~
'-común; pero, sin que esto signifique la absorción de el~as por el Poder Po-
'lítico. El Estado, tomado como sinónim(), de la sociedad civil, no es sino la
'~ontunidad principalí'sima de que nos haiJla Santo Tomás y que reúne en su
'::seno"fodos los consorcios indicados, cOnSeIVanQO ellos, no obstante, su na~
'turaIeza y fines específicos. Al Estado corresponde una, inisión armonizado-
'l:'a de los fines particulares de "Cada grupo con la mira de obtener el bien
.del todo social. ' .
• Incumbe al Estado unificar los grupos' menores, suavizar sus roces, dal'-
ies las grandes directivas a las cuales hán de ajustar sus gestiones; mas., no
'e está permitido monopolizar para sí la misióit propia de ellos, pués, al ha-
.,::erlo, fuera de faltar al derecho natural, fundamento. de estos grUllOS, ten-
"chía que realizar tareas engorrosas que no corresponden específicamente a
,~u finalidad, produciéndose con ello una hipertrofia del Poder Político de&-
'-de todo punto de vis~a perjudicial. La principal razón de. ser QeI Poder Po~
'lítico es la de unificar las sociedades intermedias, pero de ningún modo fu..
''/Sionarse' cOIr'enas ni suplantarlas en sus fines. Tanto el Estado como las
otras sociedades gozan en mayor o menor grado de soberanía para tratar
los asuntos que les conciernen; ninguna puede interferir la obra de otra.
""Cada sociedad, soberana o subordinada, tiene una misión~~specificada por
.su propia finalidad. So pena de producir . interrupciones en la . marcha del
'Conjunto susceptibles de degenerar en catástrofe, ninguna de ellas deb.e in-
'vadir atribuciones de las restantes. Quéqense cláses,' municipios y regi~mes
-encargados de la admini,stración de los intereses de los asociados; quédese
el Estado a cargo exclusivo de unificar las admini.straciones, no uniformar..
las, y de hacerlas converger al norte común" (132).
La soberanía que poseen la sociedad civil y las sociedades menores no
es una soberanía abspluta, es una soberanía naturalmente relativa, ya q.e
'!CI>.da una tiene un campo de acción delimitado del cual no puede salinle;
incumbe al Estado el velar e intervenir para qu~ las diversas sober¡"nfa~ D;;'
'Se hagan fuego y estén todos los grupos dirigidos al bien de la comunidad
~~ . . - ,

La función del Estado no es anular o uniformar la variedad social, sino


'Ilropender a que ésta se reduzca a una unidad social final; l<~ que i~pli~
,por parte del Estado una obra de trascendencia y superación. El Estado DO
debe' perder sus energías en tratar de aglutinar a todos los hombres dentro
-de una sola clase social, en _el sentido dicho, ya sea ésta pobre o rica, pOI"'"
que eso, fuera de ser ÍD1posible, vá contra la variedad y diversidad de tra-
.caja que exige una sociedad para poder subsistir y progresar, puéis hay,
<lue tener presente, que en el verdadero concepto de clase social se habla
~e conjunto de personas individuales y colectivas unificadas por un ,interés
.'SOcial común, T para nada se toma- err cuenta- la cantidad· de bienes· que- po-
~ari Sus componentes. Corresponde al Estado reunir, acercar, armonizar las
,:Iases 'Sociales, evitando que vivan en lucha perman!!nte, como' quieren Joa
marxistas, o que se hagan una concurrencia irracional y aniquiladora. como
pretenden los liberales. . _
-Uno de los más graves y perniciosos errores de la democracia libenl
individualista fué el haber desconocido la existencia ele los grupos 'interme--
dios, colocando al individuo solo frente al Estado, y cuand~ existían de-he-
~ó fué el haberlos dejado que actuaran caprichosamente. sin armonía, per...
'ltigtñcndo cada 'Uno 'su propio interés; lo cual'necesariamentedebia. produ..
al' la anarquíae<:onómica y social. pemanecieitd o el Estado como un grItA
'Organill1lo puramente polrtico y sin ninguna' o escalla ingeren~ia ,ei influencia
~Jr'la vida econ6mica, creyendo que' la armonía nacería del "libre juego de
lu leyeS naturales". Reaccionando contra esta concepción $uicida de la 8Q.o
~ad.. JOasóeiali.tai invisten. al Estado de -la totalidac:t d¿1as¡'.fácvltades:,7.
de la mlSlon de cumplir los fines propios de los 'grupos menores; aquí el
..Lsq,.do domina-la vida política y la vida, económica" nada escapa a su in~
. iaVenci6n . y pasa a' ser el substituto de todas las sociedades intermedias.,
.EJ silogismo ,social contemporáneo dió una conclusi6n falsa que es el soci~
,Jismo. porque estaba: basado en la premisa falsa del liberalismo. Una ver·
..c;ladera concepción del Estado debe huir de esos dos errores extremo~ Y,
buscar la estabilidad y el progreso social en la acción de los grupos natu-
.':rales menores supervigilados y encauzados al bien común por un Estado-
fuerte y dinámico con facultades de intervenir en la vida económica y sQ><o
.' ~íal; pero, a la vez, guardador celoso de los clerechos' de la persona huma·
.na y 'de:; los derechos naturales de los grupos intermedios.

.C).. Él Bien ComÚD.-Hé aq~í la tercera limitación a la obra legisla..


,;tlva del Estado. ,
,La causa final de la sociedad no es otra que CI' bien común de la co.-
,aectividad. El Estado, expresión jurídica de la sociedad. también, está na·
$Dado a crear. conservar y acrecentar el bien común. La misión de la Au- .

,manos al bien comun. .


r
,a:ori~~d.. he~os dich::>. consiste en~rden!lr a las pers?nas los grupos pri-
,~ Siendo los gobernantes ministros de Diospará el bien, según lo expre-
~a San Pablo a los Romanos (Epíst. a los Rom. cap. 1 3). es lógico qQe no
pueden obri'lr el malo buscar su bien privado. porque ello iría contra el
·mandato que han recibido' de Dios de velar por el bienestar de los hombres
:y de proporcionarles los medios' necesarios para que .obtengan su destino
.personal. La Autoridad justifica su' existencia sólo en cuanto promueve al
,bien común. en caso contrario, degenera en tiranía y, cumpliéndoseciertaSl'
.,condiciones m6rales, es lícita la rebelión en su contra. '
. Toda l~ obra legisl~tiva del Estado ha de estar dirigida al bien común.
que es"'el conjunto ,de, recurso!; espirituales y materiales. necesarios a la co-
"munidad para que pueda ,vivir y ofrecer a sus miembros el m~dio de rea 4

J,izar lo más perfectamente posib'le su destino personal". Este mismo bien


'Íeomún es un límite' que el Estado no puede franquear. lo que no impide que
.ponga una atenci6n preferente ·en la protección de los más débiles y nc;~
",s:;eSitados. '

6). El Poder Civil y el Poder EspirituaJ.-T enienclo el hombre un dés-


;tino temporal, natural y un destino supra-temporal, sobrenatural Y nece¡¡"
!'tanda de la' sociedad pára cumplir sus destinos, ha de ser miembro de dO$
;~oc;iedades perfectlÍll. a saber: de' una.sociedad. natural y de un,a sociedad
.sobrenatural. '
" La sOcledad natural o civil, de la única de que hemos hablado hasta
el
...aliara.· tiene- por- fin,ptocurar bien- natural- humano, consegUir el bienest_·
material temporal; como miembro de ]a sociedad natural e] hombre es el
~tro..de la actividad de ella;.la causa final de esta sQdedades el bU8~
. :el bien común, a todos Jos hombres. El Estado o Poder Civi] es ]a expre-
·,m6n. la personificación jurídica de la sociedad· civil. Corresponde al cuerpo
.~ el compuesto humano. La Autoridad de esta sociedad si bien ea cierta
,~ue recibe 8U potestad de Dios. no, es' de. un origen .diVino inmediato ni!1IlI
"designación se hace direetamente por Dios. sino mediante el eonaentimiea.
fo y elección de la multitud. Las leyes de esta Autoridad civil, aunque ti&.
:l!rtm~~~~, '~'lJ>,~~p'~I .. el· dj~~r ,y ordenar a los. aso~ifldo,s~~aciael cumpli-
,JIU~nto de au destino temporal. no deben qbstacubzar ,a éstos la, conaectJl'o
~def. d~o.obrenatural. ,, ",
; .,'4 ;sociedad ,sobrenatural o Igl~ia,es la $Ocie dad espiritual y jurídica..
~te ,perfecta que,tiene por ,fin llevar al hombre a la obtenciQn de su da.--
ean"'"
'l4ÍDt) '.csohronaturáf. ,L~ ..cunión ~e todos .l~ ficlellen tomo, de 1.lglesi~

I t69: ]
el·
'tituy"e
· '.' L ..
CiIC!rpO Místico de Cristo. prolongacióI1. viYiente-, de. 1... p~r~ona di-
'vida"de CristC;. tab~za visible dé 'csiasocledad Cspiritual.es el Pontífice Ro-
; mano; Vicario' dé Cristo en la tierra y depositario de la po~estad. dada por
Cristo' a S?n- Ped"ro : "Tú eres Pédro y soh.eesta piedra edificaré mi Iglesia;
y las puertas del infierno no prevale<;erán contra ella. Y a tí, te daré las lla-
'ves del reino de los' cielos. Y todp lo que atares sobre la tierra. sera taro':'
'pién atado en los cielos; y todo lo que desatares sohre la tieua, será tam-
bién' ,desatado en los cielos" (Sn. Mateo. XVI, J 8-20), Por consiguiente,
'la Iglesia es de origen divino inmediato. Jo mismo que la auto.ridad de to-
dos sus' ministros. La Iglesia constituye el.Poder espiritual. "Esta sociedad,
pués. aunque consta de hombres no de otro modo que la comunidad civil.
con todo, atendiendo al fin a que míra y los medios .que usa y se vale para
lograrfo. es sobrenatural y espiritual y. p~r consiguiente. distinta y diversa
de la sociedad política; y lo que es más digno de atención es que es CODL'"
'pleta en su género y perfecta jurídicamente. com.o que posee en sí misma
y por, sí propia. merced a la voluntad.y gracia de su Fundador. todos los
,elementos y factlltades necesarios a su integridad y acción. Y como, el fin
a que atiende la Iglesia es nobilísimo sc;>bre todo conocimiento. así de igual
modo. su potestad se eleva muy por encima de cualquiera otra. ni puede
en manera alguna estar subordinada. ni sujeta al poder civil. Y en efecto.
Jesu'cristo otorgó a sus Apóstoles plena autoridad y mando libérrimo sobre
las cosas sagradas. :;on facultad verdac:;lera de legislar. y con el doble po-
der emergente de esta facultad. a saber: el de juzgar y el de castigar... No
es, por tanto, la sociedad civil. sino la Iglesia. quien ha de guiar a los hom-
,bres a la patria celesti,al; a la Iglesia ha hecho Dios el. encargo de que en-
;tienda en las cosas to~ntes a la Religión y dé provisión sobre ellas; que en-
señe a todas las gentes y amplifique cuanto cupiere en su poder el imperio
del nombre de Cristo; en una palabra. que a su propio juicio. con libertad
y expedición gobierne la cristiandad" (León XIII. Enc. Inmortale Dei.
NQ,17). '
Dentro de estas dos sociedades, civil y sobrenatural. encuentra el hom-
bre el co~plemento necesari<:l a S1..I realización, ter~poral y esp~ritual y la $é!,-
tisfacción adecuada de las dos inclinaciones fundamentales de su naturale-
za: la inclinación política y la inclinación religiosa. Estas dos sociedades
,ofrecen al hombre las dos clases _de bienes que precisa: el bien natural y
el sobrenatural, el bien del cuerpo y el bien del alma. La sociedad civil y
la sociedad religiosa' semejan maravillosamente los doselemetltos ,substan·
éiales del ser humano: el cuerpo y el alma; debiendo existir entre· ambas una
'unidad similar a la existente entre el cuerpo y el alma en el ser ,humano, ,sin
que ninguna de ellas absorha a la otra, pués, ello sería rOn;tper el orden im-
'puesto., por e.I Creador de 'la natur~leza humana. '
ReSpect,o a las materias temporales. a la búsqueda del bi,en común na-
't:ural, el Esta,do. expresión de la sociedad civil. es plenamente libre para
.desenvolver su activida{l; eS,una esfera de acción Que le incumbe exclusiva-
mente. La Iglesia car~~e de . facultad p'~r~ inn;lÍscuÍrse directamente~en' ros
:rregocio$ temporales. Es al.cl'istianÍsmo' a quien Se· debe,el haber.' separado
los dos poderes y el haber conferido a la Autoridad, civil la' total, jurisdic-
idón sobre· los asuntos materiales; e,ncomendándQle, ~. su vez. la misión de
propender a la conservac~ón ~del . <;>rden joda! temp.oral, haciendo reiriar la
pa.z. y el bienestar entre los sl].bditos. Es el propio Cristo. qu'ien reconoce el
legítimo derecho de .raA~t9ridad, civil a c09rar el triButo indispensa.ble pa-
ya .solventar'los gastos"qu~ --irroga J;u gestión administrativa,. a!' responder
.a los fariseos: "Dad al César lo quecs del César. 'y a Dios' lo que es dé
Di.os". (Sn.', Matep. 2:2'. 2 1)., En 19 que~e ~fiere' a la:!:icuéstlones 'tempora-
.leS .la Iglesia, ,sus fieles. y ministios,. estáJ,l. sometidos' a :hi. 8.utbritlad civil'Y
deben dar .elejemplo de una 'übediencia :sincera y leal.' ,

L 170 ]
• "P~ro; respecto a las materias de ,ílld~le' espirit~~i'íar'gl~sia d Sociedad
sQbr,enatJÍral ha de ser tarpbién del todo' independiente, pués, -es a ella ex~
dusivamen~e a quien, corresponde el dar al hombre el ,bien sobrenatural. El
tt·:stado encuentra aquí una limitación infranqueable a su acción legislativa.
¡;V;ioJ~rla~mporta desconocer su carácter de gerente del bien común solamen-
,ie"tempor'al'y"at,ropellár1os 'derecho:;; legítimos de la Iglesia, pués; "el de-
recho de independencia y libertad es el primero deles derechos externos de
JaIglesia, la garan~ía de' sus derechos internos como religión y como culto,
y el atributo de su soberanía como sú.ciedad perfecta y completa". La Igle-
sia necesita gozar del derecho externo de independencia para poder regir
su propia vida íntima, 10 que comprende todos los derechos internos de' la
Iglesia ya que, como expresa Vásquez dé Mella,el derecho au~árquico o de
regir su vida íntima "es el primero de, los internos y de una manera, eminen-
, te' comprende todo~. 10.", de su especie, porque :Supone el derecho de magis.
, teno que comprende los de definir el dogma y la moral, enseñar la doctri-
'na religiosa y vigilar por su p'ureza, condenanclo las doctrinas contrarias;
',el derecho sacr~ental y litúrgico para administrar los Sacramentos, como'
comunicador~ de la vida sobrenatural y para regular el culto 'interno\y ex-
terno; el derecho ·jerál·quico, que los anteriores suponen, de establecer su
'doble jerarquía "-e orden y de jurisdicción para ~l gobierno. d~l pueblo fiel,
de don¡l.e se deduce el derecho, de escoger y deSIgnar sus mIDlstros y de, Te-
guIar la práctica de los consejos evangélicos aprobando y fundando Orde-
nes y Congregaciones religiosas; el dlerecho de cOmunicación entre los miem-
bros de la jerarquía con los fieles y dél Jerarca supremo con todos; el
"derecho de cristianizar o evangelizar el mundó, esto es de propagarse y es-
tabl~cerse en todas partes, que exis~e .. aunque le salga el mal con el marti-
'rio al encuentro, porque la Iglesia es, como la Redención, universal 'Y des-
tinada a cobijar-bajo su manto)a tierra; y finalmente, el derecho económico,
o sea, el de propieda,d sobre los bi~nes temporale~, que exige como medio
'el ejercicio de todos esos der~chos fundamentalesilJ.ternos desde el )Usten-
'to de los ministros, hasta las necesidades del culto y la defensa y la difp.~
sión de la doctrina" (133). Todos estos derechos ' deben ser g¡uantizacos
por la Autoridad Civil, ;més, así como todos los 'ciuc!.adat¡.os están obligarlos
'a dar al César lo que es del César, éste debe dar a Dios y a sc1IglesÍa lo
: que es de Dios, sus derechc:>s. .' .
Por lo que hemos dicho, podemos darnos c~enta; que Dios distribuyó
el gobierno de ,los hombl'es ,entJe dos pot~stades: la, eclesiá!?tica y la civU;
'dándole a ésta el ~uídado de las cOsas temPorales y a,aquélla' el de las co-
sas del· espí~jtu y sagradas., C~da' uno de estos Pbderes es: sobe~ano en su
respectivá esfera de acción" en conformidad con, su' naturaleza y Su causa'
próxima .. Pero, como ejercen el poder sóbre un mism'o sujeto y pueden pre- ,
sentarse materias mixtas que 'caigan tanto en la órbita, del Poder civil como
:d~r Poder espiritp.al, espr~ciso' que' haya entre ellos', deHa ,uruón" ,'(cierta
: trabazón' ordenada~ trabazón íntima,; , ,que no sin r.azón se c'onipar(i,a' 'ta, del
,tilma con el cuérpo 'en el ho'mbr~. ·'parl.;\, Ü1,zg.,¡;lT cjl,á!lía,ycuál,sea:*qu'e,iIa
unión, : forzoso se hace atender a la naturaleza de cada una de las dos 50-
bel'anías" relacionadas así como es dicho, y tener cuenta de la excelencia y
nobleza de los objetos para que existen, pués que la una tiene por fin próxi-
, mo y' principal el cuma. dé los intereses caducos y deleznables de los hom-
bres, yla otra el de procurarles los bienes celestiaÍes y eternos" (León XIII.
Ene. Inmortale Dei. NQ 2 O). '
, . Para resolver a quién, le corresponde la preeniinencia en las cuestiones
J1:¡ixtas, hay que tener presente la escala de Valores y la jerarquía .de los
~ines; 'es a -lállIz: de ellas que hay que rec~,nocer a la Iglesia o Poder espi~
ri~al- el: derecho .de primacía' sobre el Poder civil, 'por cuanto el fin perse-
guido ·pdr acjilél' es :de un orden superior al perseguido 'por éste,' Teniendó"
la Iglesia por finalidad encaminar' a l~ persona humana a l~ obtención

[ 171 1
.de lIUde$tino sobrenÍltural h~ de. tener-téU.npién la facultad de impedir fa
,~~~ncia 4~~ c\1alq,!ier . ob~táculo . que . ~ . inte!pqng!). entre I~ persona y su
'destino e~pintual dado que los objetivos humanos Son medios conducentes
:~l fin sobrenatural, y "quien cuida del fin. debe .necesariamente cuidar de los
médios aptos para cons~guirlo". La subordinación del Poder civil al Poder
. espiritual en las cuestiones que atañen a ambos no es sino la sumisión 1.-
'.gica de la carne al -espíritu. de la materia a la forma, del cuerpo al alma"
'de lo temporal a lo sobrenatural, de lo finito a lo infinito. Mas, el Estado
--,está súbordinado sólo en cuanto a lo que se _refiere al orden sobrenatural,
"en cuanto en el orden natural puede haber un medio necesario que se uti-
lice o un obstáculo que ~emueva para la consecuc,ión de su fin tiene la Igle-
-Sia esa suprema potestad" (1 34) .
La aserción anterior no importa sostener que ha de .ser la Iglesia la que
-deba substituir al Poder civil y dirigir directamente a la sociedad civil; nO'j

eso sería instituir la teocracia con todos sus inconvenientes y desconocer la


:obra del cristianismo en pro de la diferenciación entre el Poder civil y el
'.religioso,. La Igles,ia no posee una potestad directa sobre la Autoridad civil,
.sino una potestad indirec~ y limitada, en virtud de la cual sólo tiene de~
Techo a intervenir en lo temporal en la medida en que su fin sobrenatural
exija'lla acción de ella para regir cuestiones que, aunque temporales. dicen
l'elación mediata o inmediatamen.te con los derechos y fin del hombre o se
"Tefieren a la misión propia de ella, tales como: concepción y nacimiento de
los hijos, educación de éstos. matrimonio. familia. formación sacerdo'tal, pro-
':piedad eclesiástica, etc. La intervención de la Iglesia en estas materias mix-
't'as sólo tiene por objeto proteger el bien .de las almas y establecer una
wbordinación con el objeto de obtener una ordenación entre los distintos
fu~ .. .
La unión que debe existir entre la Iglesia y el Estado no ha de ser uaa:
unión material, de organismos, de funcionarios. sino una unión de espíritwt•.
.aepropósitos. gracias a la cual los asuntos que incumben igualmente a 10$
dos Poderes. espirituales y civil, sean considerados en un clima de armonía..
-yeconociendo el Estado la naturaleza superior del fin perseguido por la Igle-
sia y que lo temporal ha de eStar al servicio de lo infinito. Ambos Podere9
'tienen que marchar unidos, el orden social debe estar en consonancia COo.
el orden espiritual. "La labor de la Iglesia en las cuestiones que son tempo-
;rales de suyo pero que por sus proyecciones entran en enlaces con el domi.
:nio de lo espiritual, es doble: una positiva y directa, que consiste en indicar
.al Estado en casos bien concretos "cuando puede haber un medio natural
..que se utilice"... ; otra negativa e indirecta que consiste en indicar al mismo
'Estado cuándo tales, o cuales medios temporales van <;ontra los intereses so-
'brenaturales y la necesidad que existe entonces de suspender su funciona~
:miento o de suprimirlos simplemente" (135).
D -
. _r..ru:a.. •
termmar. pod emos SlDtetizaZ:_IC&eg
" d·' do:' en -1as,~·ct~~·
'_-!I_- tern..
porales tiene plena soberanía el Estado, en las cosas que se refieren al fin
:sobrenatural del hombre posee plena soberanía la Iglesia, yen las cosas mix..
taa, dentro de la armonía de lo!! dos Poderes, debe subordinarse ·la mate-
:ría a la forma, el Estado a la Iglesia.
índice

{ 112 1
CAPITULO QUlNTO

. DE· LA OBED~NCIA AL PODER LEGITIMO Y A SUS J,.EYES

J. DE LA. OBEDIENCIA AL PODER LEGITIMO

1 ). Uegitimidad del Poder.-.-Como ya 10 hemos enunciado, los súbdi';'"


tos tienen el grave deber moral de someterse y obedecer a la Autoridad !Ci~
,vil, pués, ello es indispensable pará que ésta clJll\pla su misión promotora.
del bien social. Pero, la obligación de. obedecer al Poder sólo rige cori aquel
q'¡e posee los títulos de la legitimidad. No basta que una Autoridad exista.
.de. hecho para que los súbditos estén ligados en conciencia a obedec~rle,
.porque el mero hecho no engendra el de.recho y porque, como observa Bal~
:mes, "la' potestad ilegítima no es potestad, la idea de potest~d envuelve la
idea de derecho; al contrario no es más que potestad Hsica, es .decir, fuer-
:za" (J). Pretender que se débe obediencia a toda Autoridad cualquiera que
se~ su origen y' el uso' que hace de la soberanía ~s legitimar toda tiranía. to~ .
·da violación a los derechos de los pueblos y hacer del hombre un' esclavo
carente de dignidad y de razón. Por otra parte, lo que dá al. Pod~:r el atri-
.buto de ser respetado es, su procedencia. divina. el hecho que los·gobernan-·
tes.s~n minis.tros. de'Dio5,carácter- del cual carecen"evidentemente'si no'
po'seen un título legítimo para desempeñar el. Poder.
Sólo el Poder legítimo puede reclamar obediencia de los 'súbditos, y
su legitimidad debe ser tanto de origen como de ejercicio o administración:
aunque un gobierno que carece del tít,ulo de legiti~idad de origen puede ser
legitimado posteriormente" Según esto, podemos distinguir dos clases de
leiitimidad.
- ,
en los gobiernps:
-
.

a). Legitimidad de origen o de adquisición.-El Poder es legítimo por


su origen cuando es adquirido en conformidad 'al derecho escrito o consue,.
tudinario .. La forma. de adquirir legítimamente el Poder es algo puramt;:nte
accidental y nada dispone especialmente sobre ello la ley natural, pués, lo
.deja entregado al aIlbitrio de los pueblos.
. . Un Poder puede ser ilegítimo .~n, cuanto a su adquisi~ión. según expresa
Santo Tomás, de dos maneras, á saber:' "1)' por defecto de la persona, co~
lOO cuando es indigna del mando; ·2) por defecto en cuanto al modo mis-
r 173 ]
roo de adquirir la potestad, como cuando se adquiere ésta por violencia u
otra manera ilícita. El primer defecto, que es la indiginidad de la persona,
no le quita el derecho del mando... y por consiguiente los súbditos están
obligados a obedecer a semejantes superiores, aunque sean indignos... Em~
pero, el segundn modo impide el derecho de mando; p1.lés, el que arrebata
el mando por medio de violencia, no es verdadero prelcido, superior, y por
lo tanto, si es posible, puédese rechazar semejante dominación, a no ser
que después llegue a ser legítima, o por' el consentimiento de los súbditos,
o por autoridad de algún superior" (2).
Un gobierno originariamente ilegítimo puede en el transcurso de su ges-
tión ser legitimado si observa estrictamen,te las normas de justicia, respeta.
los derechos de los ciudac;lanos y encamina toda su acción hacia la con~~
cución del bien común, pués, en este caso, se entiende que la multitud dá
su consentimiento para la existencia de' tal gobierno, requisito i..dispensa-
ble para una legítima designación de la Autoridad, ya que si bien es cierto
que toda potestad viene de Oios, ella se transmite mediante el consentimien-
t<;, de los súbditos.

b). Legitimidad de administración o. de ejercicio.-Poder legítimo en


'Cuanto al ejercicio o uso de la Autoridad es aquel que confqrma sus actos
al derecho divino positivo, al derecho nat.ural, a las leyes positivas y al es-
píritu del pueblo que rige. Como se podrá observar, un gobierno legítimo
respecto de su origen puede ser ilegítimo en cuanto al uso que hace de la
potestad y, por el contrario, uno ilegítimo respecto de su adquisición pUéde
ser legítimo en lo tocante al ejercicio, de la soberanía. obteniendo con' ello
su legitimación.
Puede ser ilegítimo un gobierno por abusa,r en su administración del
poder de que es~ investido; st;gún Santo Tomás el. abuso del mando o po-
testad puede ser de dos modos: "1} porque el precepto del superior es con-
trario aÍ orden mismo y objeto del Poder, como cuando manda algún acto
pecaminoso e ilícito .... en cUYo caso el súbdito. no sólo no está obligado a.
obedecer, sino que está obligado a no obedecer, como vemos que lo hici~~
ron los santos mártires, padeciendo la muerte, antes que obedecer a los man-
datos impíos de los tiranos. 2) El segundo modo de abuso del mando o
potestad, es cuando los súbdit'os son obligados a alguna cos,a que está fue-
ra de la potestad legítima del superior, c<;>mo si éste exige tributos que el
súbdito no tiene óbligación de pagar u otras cosas análogas; en cUYo caso,
el súbdito no está obligado en conciencia a obedecer, pero tampoco e~tá
obligado a no obedecer" ( 3 ) , . .
,.'" Por consiguientes, para que los súbdito's estén obligados en conciencia
. a obedecer al Poder no basta que éste tenga un origen legítimo, es preciso
que se mantenga dentro de la legitimidad, pués, sólo los gobiernos que obran
legítimamente tienen derecho a exigir obediencia de los súbditos quienes es-
tán obligados a ell¡:t, .

2). Obediencia al Poder Legítimo.-Todo Poder legítimo posée el de-


recho de reclamar de sus súbditós acatamiento y sumisión a sus mandatos.
En el SYLUBUS, colección de los más graves errores modernos, Pío IX
condena la siguiente proposición: "Está permitido rehusar la obediencia a
los príncipes legítimos y aún rebelarse contra, ellos" (4)., La Autoridad no
es sino el derecho de ordenar a la voluntad creando en la conciencia el de-
ber" de obedecer, pués, hay razones ineludibles que nos obligan a obedecer
a la potestad legítima y que pasaremos a exponer.

a}. Los •
inferiores deben obediencia a los superiores.-Aunque todoa
los hombres son por naturaleza iguales, sin embargo. algunos por estac re"

( 174 1
vestidos con la Autoridad son superiores jerárquicamente. a los súbditos.
~1,Iienes .'Voluntariamente los han constituídos 'en dignidad para que rijan 1&
vida colectiva. encauzándola hacia el bien común de la sociedad; mas,. ex.,.
preSa 'el Doctor Angélico: "así como las acciones de las. cosas nat:urales pro,-
.ceden de las poteqcias naturales, así también las operaciones humanas pro~
ceden de .la voluntad humana. En las cosas na!:'.1rales fué conveniente que
las superiores' moviesen a las irrferior~s.,a sus .acciones respectivas, por la ex·
celencia de la virtud natural que Dios les ha dado; y así es necesario tam. . .
hién que ,en las ..cosas .humanas los superiores muevan a los inferiore..'l por
.medio de la voluntad, en fuerza de la autoridad ordenada por Dios. El mo ..
ver,por medio d~ la razón y de la voluntad ~s mandar; y 'así comO' por el
mismo orden' natural instituíd o por Dios, en la naturaleza las cosas inferio~
~es están por necesidad sujet?s a la moción de las superiores, así también
.,en las humanas los inferiores deben, por der.echo natural y' divino, obedecer
:'"l sus superiores:' (5). .
El mismo Santo Tomás 'se encal'g::\ de. enseñar a los cristianos que la
oObediencia a la fé. y mandatos de Cristo no se 'Oponen a la obediencia a las
potestades seculares, sino que muy p01" el contrario han de ir unidas. Dice
,el Aquinatense: "la fé de Cristo, es el principio y la causa de la ju¡¡ticia, se-
gún ,aquello de la Carta a l~s Romanos, cap. 3: "La. justicia de Dios por la
fe de Jesucristo"; y así por esta fé no se quita el ord.en de la justicia, sino
:más. bien se la afirma. Este orden requiere que los inferiores . obedezcan a
sus superiores; pués, de otla manera Q-O podría conservarse la sociedad hu"!
:mana; y por esto la fé de Cristo no exime a los fieles de la obligacióp de
.obedecer a las potestades seculares" (6).

h). Siendo el Pod¡er lIna necesidad social ha de ser obedecido.-Según


10 hemos . expresado, ninguna sociedad humana puede conservarse y progre-
sar si no tiene' una Autoridad· que ordene las actividades de los miembros
hacía el bien del todo social. Si faltare una Autoridad, cualquiera que sea
:su forma y naturaleza, la sociedad se disolvería, se reduciría a un conjunto
de elementos dispersos, se atomisaria y no podría servir de medio para el
,perfeccionamiento de las personas asociadas. En consecuencia, la naturaleza
<le la sociedad reclama una Autoridad que unifique las fuerzas sociáles y
los grupol? naturales menores que la constituyen; Autoridad que represen-
ta la "vis unitiva" de la comunidad.
Ahora bien; si la existencia del Poder es la respuesta adecuada a una
necesidad connatural a 'la sociedad, es de toda evidencia 'que ha de ser res..,
.petado y ayudado en su gestión unificadora, pués. de lo contra:rio, la vida
en c.omún sera imposible y el hombre se vería impelido a llevar una vida
solitaria incompatible con su naturaleza política y con las' exigencias de su
~spiritu que pide la vida asociada ya que sólo en ella encuentra satisfacción
'a sus ansias de perfeccionamiento.
El hombre no puede llevar una vida especfficamente humana si no se
>encuentra asociado a los otros: hombres; es así que ninguna sociep,ad pue-
de existir y prosperar si carece de una Autoridad respetada y respetable;
luego, hay que concluír, que el hombre por su propio interés de superación
'humana ha de prestar acat'imiento a la Autoridad legítimamente constituída
.Y obedecer sus leyes encaminadas al bien común.' So!:¡tener que el hombre
precisa de la sociedad como medio, pero que no está obligado a obedecer
al' Poder legítimo es un absurdo y un contrasentido monstruoso.
León XIII en su Carta á los Cardenales Franceses les expresa que se
debe aceptar sin reticencia. lealmente el Poder civíl, agregando que la ra-
'zón .<;le esta aceptación es: "que el bien común de la sociedad vale más que
-todo otro interés; porque es el principio creador, el elemento que conserVa
la sociedad humana; de donde se sigile qu'e todo verdadero ciudadano de-
:be .quer'erlo y procurarlo a tod~ costa... p'.or consigyiefite, desde el momen~
- ! .

[ t 75 1
to en que existe -en una sociedad un poaer constitUido y puesto a la obra.
el interés común se encuetitr-a ligado a ese poder y se debe, por tal raz6n~
aceptarlo tal como eS, - respetárlo y estar1e sometido como a representante
del poder que viene de Dios" (7).

. e). San Pablo exige la obediencia a las potestades civiles.-EI Apóstot


de los gentiles en su Carta a los Romanos conmina a los cristianos a Obed e 7
cer a la potestad civil, expresando: "Toda persona esté st1j<;.ta a las potes-
tades superiores: porque no hay potestad que no provenga-!le Dios, y Dios
es el que ha establecido las que hay. Por lo cual quien desobedece a las po-
testades a la ordenación de Dios desobedece. De consiguiente, los que
desobedecen, ellos mismos se acarrean la condenación. Los príncipes no son
de temer por las buenas obras que se hagan sino por las malas. ¿ Quieres
tu no temer nada de aquel que tiene el poder? Pués obra bien y merecerás
de él alabanza, porque es UI]. niinistro de Dios para el bien. Pero si obras
mal, tiembla, porque no en vano se ciñe la espada; siendo como es minis-
tro de Dios, para ejercer su justicia castigando al que obra mal. Por tanto,
es necesario que le estén sometidos, no sólo por temor del castigo, sino-
también por conciencia.. Por esta misma razón pagáis también los tributos ..
porque son ministros de Dios, a quien en esto mismo sirven. Pagad, pués, a
todos lo que se les debe: al que se debe- tributo, el tributo; al que impuesto,
~l impuesto; al que temor, temor; al que honra, honra" (San Pablo Epíst.
a los Rom. Cap. XIIl va. I a 7). No se puede exigir mayor claridad de doc-
trina ni mayor elevación de conceptos. Las palabras del Apóstol son la ex-
presión fiel del auténtico espíritu cristiano en el cual ellas están basadas.
Comentando la enseñanza de San Pablo dice León XIII: "Por tanto,
quebrantar la obediencia y acudir a la sedición, sublevando la fuerza arma-
da dé las muchedumbres, es crimen de lesa majestad, no solamente huma-
na, sino divina:" (Ene: lnmortale Dei NQ I 1) . .
Es importante recalcar que según lo expresado por el Apóstol desobe-
decer a la Autoridad es desobedecer los mandatos de Dios, y que debe es-
tarse sometido a aquélla no sólo por el indigno temor al castigo, sino por
un imperativo moral de conciencia. .
. Existen otros pasajes de las Sagrad'ls Escrituras que nos hablan de la
sumisión a la Autoridad civil, como en las Epístolas de San Pedro y otros,
pero consideramos que el citado es el más explícito al respecto.

d). Viniendo la potest~d de Dios es pt;eciso· obedecerle.-Al referirnos-


al origen del Poder vimos que él procedía de Dios, lo cual expresa San Pa-
blo ·en el texto transcrito diciendo que los gobernantes son ministros, dele-
gados de Dios. para el bien. Por consiguiente, siendo nosotros criaturas de
Dios debemos someternos a sus dictámenes y a los de, los gobernantes que
10 representan. No podemos negar á. Dios y a sus mandatarios el debido
acatamiento sin renegar· de nuestro origen y de nuestro destino. El hombre
no es sino el efecto final de una causa infinita de la cual depende.
. Sant~ Tomás al respecto dice: "La virtud de la obediencia,' mira o
atiende en el cumplimiento del precepto que observa, el deber de observar~
lo. Esta obligación o deber de observar el precepto, nace del orden mismo
de la prelación o potestad, la cual tiene fuerza de obligar, no sólo en el or-
den temporal sino en el orden espiritual por motivos de conciencia, como
enseña el Apóstol, por lo mismo que el orden de prelación potestativa di-
mana de· Dios, según indica el mismo- Apóstol. De aquí es, que en cuanto
esta potestad dice reladón o procede de Dios, los cristianos están obligados
a obedecer a los tales príncipes, pero no en cuanto esta potestad !;lO tiene
relaCIón con Dio;;" (8). La última frase de Sant!J -Tomás se refiere· a ~que­
nos casos en que el Poder no es legítimo, pués, entonces la potestad no ema-
na de Dios sin.o de la violencia o de cualquiera otra causa ilegítima.

[ J 76 1
Siendo el fundamento de' la Autoridad civil la propia potestad divina
,"la aut()ridad de los príncípes reviste un carácter sagrado más que humano ..
y está regÚlada para: que ~no ofenda los derechos de la justicia ni abuse del
poder mandando lo pernicioso o ilícito; la obedie)lcia de los ciudadanos tie'~·
l'ie~porcompáñeras la horihi y ladignidad, porque no es esclavitud oser~
Vidumbre de hombre a hombre, sino sumisión a la voluntad de Dios, que
rdíla por medio de Jos hombres. Una vez que esto' ha sido entendido, la
cOt:J.ciencia comp~ende. al momento que es' un deber de justicia el acatar la
majestad de los príncipes, obedecer constante y lealmente a la pública au-
ioridad, no obrar nada con espíritu de sedición y observar rigurosamente
las leyes del Estado" (Ene. Inmortale Dei. León XIll, N9 23).

e) ~Hay que dar al CéJ;ar lo' que es del César.-Por fin, ~ ~l propio
Cristo quien nos enseña práctic~mente el. obedecimiento a las. potestades se-
culares al pagar el tribu,to al César y. al responder a los fariseos que' capcio-
.samente le interrogaban si era lícito pagar el. impuesto: "pad al César io
que es del César y a Dios lo que es de Dios". El César romano representa.
en este pasaje al Poder Civil de todos los' tiempos y de todas las naciones
. y ante el cual se sometió el mismo JeslÍs. Lo que debemos al Cé!¡ar, al Po-
der Público, es la óbedienéia y el cumplimiento de sus l1}.andatos.
Quien no presta acatamien~o a la Autoridad legítima 'con aquella pu-
reza de intencióñ y con la humildad, de Cristo no puedeAlamarse su discípu-
lo. Quien sobreponga su soberbia a la obediencia a la Autoridad .legítima
que vela por el bienestar de la comunidad no es digno de usufructuar de
'ía sociedad. . . '
. .' Estas 'palabras de Cristo y la; razones anteriormente expuestas nos de-
. muestran' ql,le los cristianos no p'rédicaron la obe'diencia al Poder Civil sójo
cuando éste les fué favorab.Je,como sostiene. por ig~orancia o mala fé Leo-
poldo Alas (9), sino que cm medio de las persecuciones ~ás sangtJinarias
los cristianQs 'profesaban siempre la doctrina. del origen divino del Poder y
oe la sumisión's éste. Baste sólo citar los servicios prestados al Emperador
Romano por la LegÍón T ebana, formada exclusivamente por crilltianos,' la
cu.al dirigiéndose al Emperador MaxÍn'lino le dice en bellas frases: "Somos.
vuestros soldados,. pero somos al mismo tiempo servidores de. Dios, y no
podemo~ obedecer vuestras órdeq.es, cuando son contrarias. a las suyas, ni
renunciar a nuestro Dios, nu~stro, Creador y Dueño, que ,es también el vues-
tro, aunque vo~ no lo quisicSrrus. Mientras no se exija' de nosotros cosa. al-
guna que pueda ofenderle, os obedeceremos como hemos hecho hasta aho~
ia; de otro' modo le obedeceremos a El ante que a vos. Sólo El es preferí...
"~le a nuestros ojos a vuestra autoridad, y sería ultrajaras dar a otro la pre-
ferencia"( 1 O).
Hoy como ayer y comO' mañana t~s cristianos han de obedecer a la Au-
toridad legítimamente tonstituída, aungue ella esté inspirada en. principios
contrarios a la fé criaiana, pués, "l. quiénes eran los que gobernaban como
(~ininistros de Dios", en .el imperio romano, cuando Pedro y Pablo, asesi-
nados por u,s Emperadores I'om~no~, exigían reverencia y somet.imiento
leales a lo!! poderes cons'tituídos} t Estaban los Apóstoles, inspirados por el
f:spíritu de V erd~ y fuerza, "en la luna" de Jos acontecimientos qu~ los
~nterraban ·en las Catl'lcumbas subterráneas para poder ofrecer el sacrificio
jo' venerar a sus millares de mártires} ¿No era dtipo más acabado de la ti":.
l'anía "insoportable e injusta ejercida por la Autoridad legítima, el de Ne.
tón. Tiberio, Calíg\Jla. Claudio ~ De esos monstruos asesinos, lúbricos, in.
"~endiarios. corl'U;ptores de la sociedad entera, matadores' de cristianos. <lis-
puestos a "borrar el nombre cristiano de la tierra" (Tertuliano) ;de eUos dI-
ten los Apóstoles, que deben recibir .la obediencia, la sumisión leal, Ja: re--
:-yerencia, el h090r 9.~ los cristianos, sus más fieles l~ionario8 como Mauri~'.

t H7.J
índice
cío; como Sebastián, sus mejores ciudadanos; porque los VICIOS y las injus-
ticias .viénen de los hombres, pero el poder viene de Dios" (1 1 ) .
~ntes d~~ terminar- hémo~ d~advertirque l~ ob~diencia y ~~espeto· al
Poder Legítimo no sólo ha sido exigida y. practicada por . los cristianos, pa.:,
m quienes la sumisión a él era consecuencia natural del origen divino de la
potestad, sino que aún filósofos paganos han enseñado que se' debe acata-
miento a los gobernantes y, aún más, que se les debe amar. En efecto, Ci-
cerón expresa: "Preséribamos, no solamente a los magistrados como es pr~
ciso ordenar, sino a los ciudadanos como es preciso obedecer. Porque aquel
que ordena bien tiene necesariamente que obedec er algún tiempo, y aquel
que tiene la sabiduría de ia obediencia parece digno 'de mandar u~ día. Con-
viene que aquel que obedece espere mandar algún aía, }: que el que manda
se acuerde que luego él ~déberá obedecer. Pero es poco someterse y obede-
cer a los magistrados, prescribamos todavía que se les respete y se les ame"
(12). . . .

,n. .OBLIGATORIEDAD DE LA LEY CIVIL

1). La ley como expresión del Poder.-Hasta ahora hemos hablado de


la obediencia al Poder qvil sólo en términos generales, refiriéndola a la
Autoridad en sÍ. Pués bien, este respeto y sumisión· se ha de particularizar
en el acatamiento de los medios de expresión que tien~ el Poder. siendo Ja
ley el principal de ellos, pudiendo decirse que comprende a todos los demás.
En consecuencia, nuestra lealta.d al poder Legítimo se mide .por nuestro
cumplimiento integral de la ley; es ella la que representa la razón ordena-
dora de los gobernantes, es ella la que hace llegar a conocimiento de todos
los súbdhosel acto de Autoridad que debe ser r~spetado, es ella la savia
vivificante que se derrama por todos los cauces de la actividad social. por-
tando en sí el mandato imperativo del poder. Es la ley quien nos dá la opor-
tunidad de inanifestar ante la sociedad y ante nu.estra propia conciencia la
sinceridad de la adhesión que profesamos a la Autoridad. No se puede de-
cir que respetamos al Poder Público si violamos sus leyes en la primera oca-
si6ñ el) que nuestros actos caeri dentro de sus disposiciones. La leyes la
Autoridad que se proyecta, que vive, qUe actúa y que gobierna la vida co-
lectiva; debiendo. por 10 tanto, ser obedecida por las mismas razones por
las cuales se impone el sometimiento a la Autoridad.
No se puede predicar un respeto vago y romántico al Poder, dejándo.-
se )a libertad de obrar o no en conformidad a las leyes que éste dicte; eso
sería un contrasentido inaceptable. Lo racional y consecuente es sostener
ona completa obediencia a la Autoricta,d y a sus leyes, modus operandi de
que se sirve aquélla y. sin las cuales no '~_dría realizar su misión en pro del
bien común.

. .:.2); Cu~idádes que.ha de tener la I~y Ci~1 'p~apoder ·obíigar.-.El hom~


bre está obhgado a obedecer. al Poder constItUldo. pero no a cualqUiera Au~
tori.daé:l; sino s~Jo a la: Í~~ítima: ~e igua!manera, los sübditos no están obli~
gados a la observancia de toda ley positiva emanada del Poder Público, si~
~o sólo respecto' de aquellas quecuÍllpl~ con ciertos requisitos m()rales Y
propíáméilte ' jurídicos. que les dan caiégoiía de auténticas leyes.
.Lis. cualidades qOue necesari~arriente. ha de tener toda ley para que pue"
cJ~ .eii.gírse.a 'la~ s~bqi~?s ..s~ ·ob~eivanda· son 1':8 que ,exp~ndre~08 a, cJ n ,:"
tinuacÍóri ..
a). La I~ civil ha de ser promulgada por la Autoridad legítima.- Sólo
~]a Autóridad leg!\ima tiene potestad para dictar la ley, sólo ella es la lIa-
,macla a ord~nar los actos de los asociados hacia el bien común; sólo ella
:tiene el carácter' de representante de Dios para el bien de los súbditos. Pe-
ro, aún la Autoridad legítima al promulgar una ley ha de actuar dentro de
sus atribuciones sin franquear lqs límites de su póder. Todo mandato pro-
veniente de una falsa autoridad carente de títulos legítimos no es ley ni obli-
,ga a los ciudadanos. quienes pueden libremente desentenderse de la dispo-
.,sición ilegítima. , "
. .. Es al Poder Legítimo. tanto respecto de la adquisición como de la ad-
.,ptinistración. a quien corresponde en forma exclusiva el promulgar la ley.
Mas, es preciso ohservar que no es lo mismo un Poder Legítimo, q~e una
legislación legítima, pués, una, ley ilegítima puede eIJ?anar de un Poder le::
,gítimo, pasando a ser éste por tal hecho u~ Poder ,ilegítimo en lo tocante
a .la administración. '
Al expresar que es a la Autoridad .Iegítima a quien incumbe el promul-
gar la ley, nos referimos tanto a la proIIlulga.ciÓn propiamente tal; o sea, al
acto por el cual la Autoridad ordena el cumplimiento de un precepto legal,
y a la publicación, es decir, al acto por el cual esta Autoridad pone en co-
nocimiento de los súbditos el tenor del t~xto legal.·
Tema de discusiones ha sido' el determmar qué carácter tiene' la pro-
~ulgación dentro' de la génesis de la ley. En efecto, para algunos la promul-
gación és algo esencial a la ley, sin la cual ésta no existe; para; otros la pro-
mulgación ~s sólo, una condición indispensable para Hue la ley obligue. Pe-
...o, én realidad. este problema carece de importancia prác~ica porque hay
unanimidad de pareceres en que lógicamente la ley no 'obligará sino des-
pués de promulgada.
Santo' Tomás, aunque no entra en detalles respecto de la' disputa refe-
rida, afirma la necesidád'de la promulgación diciendo: "la ley se jmp6ne a
los súbditos a modo. de regla y medida. Toda regla, toda medida, entonces,
.se impone cuando se aplica a los objetos que han de ser regulados y medi-
dos. Por éonsiguient~ para que la ley tenga obligatorieda,d - y la obliga-
toriedad. es una propiedad indispensable de la ley - se precisa' su aplica-
,ción a aq~eIlos individuos para quienes se prescribe; aplicación que se rea-
liza, por el mero hecho de ponerla en conocimiento de tales ÍI1dividuos, es
decir, mediante la promulgación. Esta, pués. es nece.sariaa fin de que la ley
adquiera vigor" (Som. Theol. 1 JI q. 90 arto 3). . - ,
. Domingo Soto, sosteniendo la necesidad de la promulgación y su ca~
,l'ád:ér de constitutitvo formal de la ley, expresa: "Ninguna ley tiene valor
de t;l antes de la promulgación, sino que 'se instituye cuando se promulga.
,Y se prueba por la naturaleza de la misma ley. Porque es la regla y medi-
da' de nuestras acciones. Es así que la regla, si no se aplica a los ,que obrap,
,.es vana; y no se puede aplicar, sino por su conocimiento, porque el que usa
de la regla tiene necesidad de verla, es, pués, consiguiente que antes de.la
. prqmulgaci6n, por la cual es conocida de los súhditos, no les obligue, sino
~que' entrynces. manda, cuando es promulgada" (t 3 ) . . .
Francisco Suárez considera a la promulgación como algo esencial a la
ley. en su, estado externo, "porque para que la ley esté plenamente consti~
tuida és menester que tenga eficacia d~obligár; mas ésta no la tiene mi~n'"
,h:as.no Se promulgue; luego, mientras no se promulgue no es verdadera ley.
,Y. por tanto, la promulgación es de la esencia de 'la ley" (14). Además, pa-
ra .su~rez "es necesaria l<\, pro,m~lgación, "porque" para que la regla opligue
de suyo, es menester,' que en cuanto, esté· de su' parte; 'sea suficientemente
,propuesta. Mas es la ley regla dada )10 a 'una 'que otra persona,' sino a toda'
;]~ corilUnidacl; lúegodebe' ser propuesta de modo público y acomtidádo 'a:
.la' 'comunidad, y tal publicación o proposición-se; llama proínulgacióJ1'.~.:,,,'llÍ
tleY' pide obediencia de los súbdito!" l~ .cual no puede tributarse si no ~ su,.

[ 179 1
ficientemente propuesta, y porque' no obliga a cada uno sino en cuanto sor.
partes de la comunidad; por tanto, 'para que obligue, debe proponerse a
la comunidad, lo cual es ser promulgada" (1 5) . .
Es evidente que para obrar libremente se necesita un conocimiento pre-
vio, y como el hombre es un ser racional y libre, ha de cumplir la ley en
forma también libre, para lo cual precisa conocerla y poder así determinar
su actitud ante ella. Por ~tra parte, no mandando generalmeñte 11\ ley civil
$610 lo intrínsecamente bueno sino que legisland,o muchas veces sobre ma~
terias que sólo remotamente se refieren a la léy natural, es evidente que los
súbditos no pueden conocerla apoyados únicamente en la razón; precisan
de una noticia externa e mequívoca que les dé certeza sobre el pensamien-
to y voluntad del legisiador: Nadie puede c:1\tar obligado a lo que no co~
noce y respecto de' la ley debe tra~arse de' un, conocimiento público, pués,
la ley no obliga cuando sólo se tiene un conocimiento privado de ella. El
súbdito es responsable de la infracción de la ley cuando libre y voluntaria-
mente la ha violado, ,y obra con libertad únicamente cuando sabe lo que
ha de hacer o evitar, es decir, cuando la ley ha llegado hasta él mediallte
la promulgación y publicación de ella.
En cuanto a la forma de hacer la prcmulgación no hay nada necesario
y todo queda entregado a la costtimb(l~ y al Derecho de los pueblos; pue-
de usarse la escritura, el pregón, la radio, etc. Pero, en todo caso, el legis-,
lagor deb~ usar la forma que haga cognóscible la ley al mayor, número de
súbditos y si es dable a la comunidad entera. •
El efecto que produce la promulgación es hacer obligatoria la ley des-
de ese momentc, tanto respecto de los que efectivamente tuvieron conoci-
mi€'nto del texto legal come de aqudJos que no se enteraron de él. Después:
,de la promulgación l1adie pu€'de alegar ignorancia de la ley. La ignorancia
de, la ley no excusa su cumplimiento. Se ha recurrido a esta ficción, en vir~
tud de la cual la ley se, supone conocida por todos, para evitar los males
mayores que resultarían de aceptar la ignorancia de ia' ley como causal de
exenci6n de ella, pués, en el hecho todos alegarían tal ignorancia o desco-
nocimiento. Hay que observar eso sí, que moralmente no puede imputái'se-
le violación de la ley a quien realmente no ha tenido ,"onocimiento de ella;
la ficci6n pierde su valor moral cuat"rto se, corre el riesgo de conculcar la
justicia por aplicarla integralmente. \o- ,
La l€'y promulgada actualmente y ante los súbditos que vá, a regir es
obligatoria no sólo para los presentes, para los que viven a la época de la
promulg~ción, sino que' también par~ el futuro, para los que han de venir,
pués, 'como generalmente la publicación de la ley se hace por medio de la
escritura, ésta es, al decir pe SaÍlto Tomás, una continua promulgación. 'En
Jos casos en que no se use la escritura, la tradici6n se encargará de promul·
gar permanentemente la ley. ' ' , ' "
Una vez promulgada la ley por ese solo hecho es obligatoria, no ne-
cesitándose la aceptación 'por parte de los súbditos, ya que co~o dice Suá-
rezo "no es de la esencia de la ley ni conviene formalmente a ley alguna,
antes p~gna de algún modo con la razón de ella, pués de esencia de la ley
es que tenga fuerza de obligar; mas si pende de la aceptación de los súbdi~
tos. ya no obligaría precisamente ella, sino QUe los mismos súbditos se so~
meterían a la ley voluÍtta~iainente. Si, pués, ~lguna vez se requiere la é'cep~
tadón del' pueblo, o es por "la imperfecta potestad del príncipe, que sólo
con esta condición y dependencia recibe la potestad, o es por la benigni~
dad del legislador, que, no quiere usar de su absoluta potestad" (J 6)'.
. b). La Ley Civil ha de ser conforme a la Ley Eterna y a Ja Ley Natu·
ral.-Viniendo la Autoridad de. Dios es lógico que las leyes que promulgue
no deben oponerse y contradecir a la ley Eterna, pués, ello ~uivaldría a
detltruír el tirden impuc:8to,por la razón divina en virtud del ,cual todas las.

{ 180 )
, "

<osas- cread.as son dirigidas a 9US xespectivos fines. "La ley humana - tx~
presa Santo Tomás - ' en tanto' tiene razón de ley, en cuanto es conforme
.a la 'recta razón; y según esto ,es evidente, que se deriva de la ley Eterna"
. (Som. Theol. 1 Il q. 93 arto 3). La ley Eterna es, corno anota Cicerón, la
primera y la última ley, todas las demás tienen su fuente en ella y deben es-
'\tar dirigidas a ella como a sU fin propio; la fuerza obligatoria y la virtud d~
..las leyes civiles depende de su armonía con la ley Eterna. '
Lá Autoridad proviene de Dios y debe ayudar a la conservación del
'Ordenamiento impuesto por el Creador. Pero, es e.Jidente que el Poder Civil
s610 tiene 'atribuciones en lo referente al gobierno de los hombres y de las
.cosas que les están subordinadas a éstos. careciendo de la potestad nece-
saria' para regir el resto del universo creado. La Autoridad debe, traducir,
'por medio de sus leyes, los mandatos de la ley Eterna en cuanto ésta se re~
Iaciona: con el hombre, es decir, de la Ley Natural, ya que ésta no. es' sino
la ley Eterna grabada en las, entrañas substanciales del ser racional.
El Poder al promulgar la ley ha de tener siempre presente que -el con-
:glomerádo que gobierna es una comunidad humana y que por lo tanto las
leyes a las cuales vá a estar sometida deben ser leyes ,acordes con la' natu-
,ralezá racional humana, con la ley que dirige la actividad moral delhom.-
.bre, o sea, con la ley Natural. Toda ley Civil precisa armonizarse con la ley
Natural, pués. en caso contrario no es ley humana obligatoria, por cuanto"
ninguna Autoridad tiene potestad para imponer al, hombr('! uña ley contra-
,ria a su naturaleza l:aciopal creada por Dios. Correspondiendo e!specífica-
,mente a la Autoridad gobernar y r~g1ar la vida colectiva. a fin de que el
hombre encuentre en ella el complemento necesario Él. ,su perfección y los
,.medios indispensahies para la "consecución de ,su último fin, no puede líci-
tamente pervertir estos medios y hacer imposible a éste el logro de su des~
tinq final. • ', -.,
Siendo la ley natural una ley de origen divino, COíno"hemos visto, exi-
',ge ser respetada por toda ley humana ya que ,,-el Supremo Legislador' es Dios
y la ley primaria y. fundamental respectó del, hombre es la ley natural, de
ella arranca todo derecho y todo deber, tocando sólo a la ley civil el pre':'
..cisarla y el concretarla para casoS particulares': ya sea ppr vía de c'onc1usió'ú
''O por vía de dete--rmÍhación, ya sea' que provenga inmediatamente de ella:
'0 se derive sólo mediatamente. Las leyes civl.les que están en colisÍón con
la ley natural carecen de toda justicia y honestidad,' 1)0 siend~ 'en conse':
cuencia, obligatorias porque. según enseña Santo TOmás, en 'tal ,caso, no són ~
leyes sino violencias. .'. ' , , ' "
, San Isidoro sintetiza este requisito de la ley, civil diciendo: "que ha de
ser convenie'nte a la disciplina" (1 7) .. po~que' la ,disciplina comprende ia
,.:formación de nuestras costumbt,es y 'ella se ha de dár a los hombres segú.n
.su naturaleza; . ' , ,
Ciceró~ sabiamente ,expresa que la leyes legítima en cuanto está' de
acuerdQ con lá naturaleza ~no depenp.iendo su' justicia <lel hech'o 'de ,haber
sido dictada por el Poder Público ni de la utilidad que reporte a~uien la
gU'arda; dice el filósqfo romano: "Otro absurdo y el más fuerte, es' el ten.er
,¡Mr just<:> todo lo' que' es,'ordenad o por las instituciones ,o las leyes de' lo?;
pueblos... No, no existe sino un solo derecho, al cual fué', sometida la socie-
dad hu~ana, y una sola ley instituída: está leyes la recta razón. eri' criañtó
ella prohibe u ordena; y esta }(:y, escrita o no, quienquiera que 1~' ignora es
injusto. Si la justicia es la observancia de las leyesescntas y de' las institu-
:eiones mlciónale~. y si. com~ l~ sostiene la misma gdnte o.os de la escuela
e;:r:enaica y los epicúreos). 'todo debe medirse por la 'utilidad; aquel que
Ie;rea.. que la cosa.le 'aprovecha. descuidará las'leyes, las viqlará Si ,pue~.,U
'justicia es, pués. absolut~ente nula fli ella no está eiÍ la naturaleza:' funda:
.da sobre un intereSo un, interés' contrario las destruye. Sobre todo si la na~
4tJraleza· no debe, confirmar el derecho. todas las Virtudes serán disipaq~s.'"

[ 181 1
:Ú8). En otra parte Ci~erón _insiste en que la ley civil.requie.re estar basada
en la naturaleza racional del homore y en la ley que nge a esta. no bastan-
'do para 1!l legitimidad de la leY el que haya sido promulgada por la Auto-
'¿dad Pública. "porque si las voluntades de los pueblos. los decretos de 108
'jefes de los Estados. las sentencias de los jueces fundasen el derecho, el ro-
bo sería de derecho, el adulterio, Jos testamentos falsos serían también de
¿erecho. desde que se tuViera el apoyo, de Jos sufragios o ·los votos de las
;multitudes. Si hay en las sentencias y en las voluntades de los ignorantes
.un poaer tal que por sus sufragios perviertan la naturaleza de las cosas,
;i por qué no decretan eUos que lo que es malo y pernicioso sea en el futuro
tenido por bueno y saludable} ~por qué la ley que de la injusticia puede
hacer algo justo, de un' mal no podría ella hacer unbien} Es que tenemos,
para distinguir una buena ley de una mala, una regla, una sola regla, la na-
,turaleza. Y no solamente el derecho se determina según la naturaleza, sino
también la honestidad y la tOrPeza en genéral; porque es una noción que
el sentido común nos dá, y cuyos' elementos se han incoado en nuestro es-
piritu. para que la honestidad sea puesta en la virtud., y la tOrPeza en los
;vicios. ES así que. hacer depender esta noción de la opinión de cada cual
o de las multitudes. en vez de colocarla en la naturaleza, es de un demen-
,te. La bondad misma de un árbol o de .un cabaJlo. como decimos abusando.
de la palabra. no reside en manera algurla en la opinión. sino en la natura-·
lltza: si es así. la distinción de lo que es honesto y de lo que no lo es reside
en la naturaleza... Si la virtud. en general. se basase sobre la opini6q,. in di-
;vidual o colectiva. sería lo mi~mo en las 'virtudes particulares ¿ Quién juzga-
:rá. pués. que un hombre es prudente. hábil. no por su conducta misma. si-
no por un juicio externo} La virtud no es sino la razón perfeccionada y la
l'azón está ciertamente en la naturaleza: la honestidad, en general. se en-
f.!uentra también allá" (19). 'Magnífica es esta respuesta de Cicerón a aque-
llos que hoy como ayer han querido fun'dar el bien y el mal en "la vol un-
.tad soberana del pueblo". quien PIlSB a ser el peor de los tiranos no sólo
ñsica sino también moralmente. Como se- puede ver por las palabras del
:filósofo ya en su tiempo se con()cía la aberración de la, soberanía popular.
que "algunostrasnochados consideran como la gran conquista de los siglos
XIX y xx. y' en virtud de la cual se juzga que lo que desea la mayorÍh
,del pueblo es lo bueno. lo honesto y lo justo; basta que una ley sea "la de-·
~Iaración de la voluntad soberana" para que se la ·considere legítima y obli~
~e a BU observancia. .
Para Cicerón ~ para todos los que alca~aI1 _a comprender la esencia
de la Moral. del Derecho y de la Ley, la bondad- de ésta no debe funda~
mentarse en la voluntad caprichosa y omnipotente de 'las muchedumbre••
mno en los valores absolutos de la I~y EtezPa, expresión de :ll razón orde-
nadora divina que gobierna el ~undo creado, y en la . ley Natural. impresión
dé aquélla en el ser raciona], pués. son eilas las que dirigen a los seres crea-
~os ha~ia los fines propios de la naturaleza específica de cada cual, Y. res-
pecto de] hombre. la bonda~ de ]as cosas en general y de las leyes en el-
pécial se mide por e] mayor o menor acercamiento que producen entre ia·
,~ y su fin último trascendente. La ley más perfecta será aquella que mejor
iie adapte a la naturaleza racional del hombre y la que le encauce más di-
rec~Jnente hacia la conseeución de su último fin. es decir, la ley Civil que
ttea más confor~e con 11:1 l~y Eterna y con la ley' Natural.
, "
. el.Laley ~Vi1 ha de estar dirigid~ áI Bi~n Común.-Est~ es un requisi-
!o ~e~ciªlde la Jey y .9!l~ ~tá contenido,en,]a d~finición qu~ d~ ella dá
Santo Tomás y que anali?!ªffl()gen páginas anteriores: Es esta una 'cc>ndicl6t:l
~ede~'~ cUmplir ~ocfa ley promulgada por Autoridad legítima, pU:és, 'cÍe·· (0'.'
~tr~ó n,~ ~.I/Y' ' ., .,... .. . .., ,. . . .,.. ...

1 182 f
,La ley que sólo mira al interés privado de los goberaantes no es una
l~r legítima y obijgatorÍlt y éstos de mini$tros de. Dios l?ara el bien cQmún.
\\Se transforman en tjrano!!. Un mandato de Autondad dIctado en provecho
¿e. a1gUllos particulares no es propiamente ley, por cuanto no está dirigido
~ bien común, aunque en .algunos casos puede dirigirse indirectamente al .
. pien d·e la comunidad; cuando algún precepto beneficia sólo a personas pri-
yada$ no es estrictamente una ley, sino un privilegio.
'. Al dictarse la ley h!! de hacerse en t¿rminos generales y en interés· co'"
mún, tratando· de, imponer a· cada UllO las obligaciones y deberes que le ca..
,",esponden en justicia. tomando como' base la igualdad esencial de todos
)QS hombres. pero considerando. a la vez, las desigualdades accidentales dl)
te:,d Q g~nero que entre ellos existen.
~,. Para que se pueda exigir a 109 súbditos obediencia a una leypromul-
~ada por la Autoridad legítima es 'Precise que ella responda a una necesi-
dad social. es decir, debe tener por objeto- perfeccionar las relaciones entre
los miembros de la comunidad. evitando que se produzcan conflictos de in-
~e~eses contrapuestos que irían en perjuicio del orden social que requiere
toda colec,tividad para progresar. La ley sólo tiene razón de ser cuando su
.existencia es solicitada en forma imperiosa para evitar un mal social que im-
:Pida a la comunidad servir efectivamente de medio para .el perfeccionamien-
t~ del hómh're. ' . . .
La .ley no ha' de contentaráe con. tratat de subsanar un mal sociar sino
~ue debe ir más allá propendiendo al acrecenta~iento del bien ~omún. de
"-tal 'manera· que lo~ asociados encuentren en. la vida colectiva todo el apo-
yo y complemento necesario para su ascensión material y espiritual y poder
'~sí alcanZar su fin sobrenatural propio a su esencia humana. .
· ... ·-Por 'otra parte, la misión de la Autoridad sótose circunscribe. come>
J¡emos visto, al 'bien <:omún. su existencia sólo 'se justifii:a en cuanto es lazo
· ~e unión de todos los asociados para laborar por el bienestar colectivo; en
· ~ónsecuencia•. no puede promúlgárninguna ley' que no mire al bien cómún.
~" .. Toda ley que no tenga por fin ell bien camÓn no obliga:; por el contra..
Tio, la ley ql,le: ~8tá dirigida al bien' común obliga· moralmente. pu,és7"'''todo
individuo. todo ciudadano,· no es más que una parte del todo sócÍai. ComO'
tiSf~e~ naturaJmente está subordinada al todo; el bien de .1a colectividad es
itnterior al bien de Jos miembros que la componen. Las leyes. si son justas.
pót'fuéna ~aBde recaer 90bre los súbditos ordenándoles al bien común, ~
·:bien de la Ciudad. Paz:' 10 mismo. pués. que los individuos están 'obligado"
". ceder de subien en favor d~l bien público, por eso' misrllo están obligado$
• cumplir· aquellas leyes que son dictadas con visias a ese. bien público. L~
parte se·de1:ie al todo;d individuo se debe a la sod~dad. y exonerar a lolt
¡ .úbdJt~ del deber de cumplir las leyes emanadas' del poder soéial. éq'ui':'

: :\>aldria'a establecer un derecho - ~I qU!! t~en'e j!1 $obe¡'~nQa,mandar -


,in
.,
.u ·cor~eapobdien·te. deber" (20): : . .
.' • .'. i'" ~' :'. t' ~.~
"
,.
,
-. .' \

•• ', "r'," , , ',-.' ,

i d). La le,. civil ha (fe ser justa.-Todos 19s requisitos señalados y loe
que ~ncficare~os más adelante, podrían cQmprender~ al decir, que la ley ha
,!{-r.. ~rjústaf p'~ró•. ~lha?laraquí ele laj~stic~a' de la ler lo ltl)remoa en un
~tido estticto•.estable<:lendo, que .para q~e la ley 'obligue ha de guardar
t~ ~ jü~ticia .con.mu.l~Uvá. ,la distr'ihl,ltiva· y la. iei~al~o social.· . . . '
~:;".:.t.~."lu~ticia Conmutapva e~ '~quelIa qü~ rige las. relaciones entre partes
yen.' Virtud de la cual las prést8ciones que se hagan éstas entte !!oÍ. han de
.ei' equivalentes •. ' ninguná . parte puede exi~r:·.8 .Ia otra un~ obligaCión más
9.~~q,~. q~~ ~qúena quec~ntrajo, c:ed~ uná de las partes:' J;Ji tampoco puede
~9gisrse" un crédito sup,erior' al que .Ie co.rr,esfl0lJ.~e ~gún:la confC-enció~;
~licando estos conceptos. que son de. jUl!ti~é\ privada. " las relacione. en-
tre gobemantes y gobernado&~ podemos decir. que ésto!!. únicamente eetán
Obl(g.dot a obedecet' 1.. leyes si ·son dietadwLpor aq~~1J~8den't,r<:! .dé 1Q!
~ ,..'" • :',. ., • ' •• "- ". , ~. _~" • • 11 ., \.':='. ~ y' •. ""', ' >,. > ': . < " "::.

'·f ~~j I
límItes impuestos a la potestad; toda ley dictada excediendo las facultades
~onferidas a los gobernantes nO Obliga a: los súbditos, porque es una ley vio~
btoria de la justicia conmutativa qúecfebe regir las relaciones entre los SU~
peno res y los inferiores. Así como los gobernantes pueden y deben exigir
.el .cumplimiento de las óbligaciones legítimamente impuestas, a los gober~
Dados, éstos pueden y deben exigir de, aquéllos que no les impongan gra~
vámelies ilegítimos y mayores a la necesidad social. Los súbditos deben en
justicia obedecer a los, gobernantes mientras éstos no violen la propia jus~
:bcia, pués, en ca~o que la Autoridad se extra milite .en S,US ordenamientos los
:súbditos quedan exonerados de su obligación de obedecerla. En consecuen~
cia, la ley J,?ara ser obligatoria debe respetar la )usticifi conmutativa no or~
¿enando más que lo que legítimamente pueda.
La Justicia Distributiva, hemos 'expresado, es aquella que preside las
relaciones entre la sociedad, representada por la Autoridad, y los asociados,
o sea, del todo con las parte~, y en virthd de hi cual el Poder ha de distribuir
los cargos y beneficios sociales, en atención al mérito o valor social de cada
uno, según lo que cada miembro haya aportado a la c9munidad, Y ha de
distribuír las cargas, contribuciones, impuestos y deberes sociales tomando
en cuenta la capaCidad dé cada cual para sobrellevarlos. Santo Tomás ex~'
presa que la ley para que sea justa y legíti~a debe observar la justicia dis~
tributiva imponiendo las cargas con igualdad de proporción, dice el Doctor
Angélico qu~ ~~n justas las leyes que: "reparten las cargas con", igualdad de
proporcionalidad entre los sujetos para quienes se dictan, ir en vista al bien
común ... Las leyes que en la repartición de sus cargas guardan esa propor~
ción y equidad, obligan en el foro de la conciencia, son len verdad leyes
1egales" (Som. Theol. 1 IlTq. 96art. 4). Por consizuiente,si se distribuyen
los cargos y cargas sin respetar los méritos, la proporcionalidad y la capaci~
dad pa¡;a soportarlas, será injusta la ley aunque' lo mandado por ella no
fuese inicuo. Lo anterior no equivale. a negar la igualdad esencial de los
hom~res ante l~ ley, debieI1do imponerse ést~ a todos igualitariamente en
fa medida en que, les afecte la materia d~ la ley. Al respecto Suárez expre-
sa: "imponer iguales cargas' a todos, si~ atención ninguna a fas fuerzas ya'
l~s facultades~ también es' contra razón y,justicia, co~o consta de suyo. Que
esta injusticia bas,t~ para la ~~lidad de la ley, lo áfinna expre,~amente Santo
~ omás, diciendo, que "las tales más son víolencias que leyes, y así que ne¡
-obligan en cpncfencia'.'... Mas; si acontece que la leyes de suyo útil, pero
que se hahe~cho al~u!lá. ~xc~J>ción inicua, iio por r-so la ley fuera del todo
nula o cesaría de óbljgar a lo!,! Qtros; porque a ellos propiamente ,no' se les
hace injustici~ positiva, como. diríamos, imponiéndoles tal carga, porqUe
ésta de suyo 110 era. ma1ª,S!I1º s:¡ue se haCe .5ó10 cierta, desproporción res~
pedo de los 'otros y dé toda la comunidad, lo cual no p~rece· suFiCiepte pa-
ra la nulidad de la ley. Pero si por la' excepción de aÍgunos son grabados
.Ios otro,s fuera de la equidad, en cuanto a éste exc~so no lés obligará la ley,
mas, podrá obligarle!> en 'cuanto a lo otro en lo que no fuese injus~a'.' (21).
,La ley justa, como lo an9ta~os ánteriormente, ha de procurar, el bien
.coml1~, o sea,. de,be 'respetar ~atercera' especie de justicia: la . justicia Legal
~, como la llaman los so~ólogos mocernos; la justicia Social y que eSaque~
lla que'rige las o}jligaciones~.de los individu~s,para con la sqciedad en 'orden
,éf bien común de. ésta, es deCir, de las partes con el todo, y en virtud de
~~ .cJ,ialla ley debe guard<Í:(los perecholJ debidos a lélcomunidad, ordenan-
.gp 10s actQS de los' súbditos hacia la consecucitSn del bien de ésta. ' ,
.,.¡ "Solamen\e la ley que 'cumple con esfas ~es especÍC)l de, jUsticia p'uede
Jléíniarsf una iey, yerdB:d~I<uÍúmte justa.'. . .. .

.~}. 4·~ .#~:bá,ge)..iier ,~~~.~n' duda que ~t,e'es ,el requr$ít,? de


mas alto Valor espmtual' que ha de ten~'r la ley para ser realmente tal, pués;

J '184' 1
J1coI)forme a él no se exige únicamente a la ley que' no disponga nada con-:-
'traiio a la ley Eterna y a la Ley Natural, regla y medida de las acciones hu~
manas, sino qué además esté en armonía con la ley divina positiva, y con
,toda norma ele mó;á.l. La ley no ha de limitarse a no contradecir a la natu~'
.,raleza del hombre, . sino que debe propender, a la ascensión espiritual d~ és~
:te tratando de elevar y mejorar sus costumbres. La ley además de prohibir
'a los súbditos el mal ha de mandarles la observancia de la virtud, por cuanto'
,gólo de este modo' cumple cQn su' carácter de promotQra del perfecciona~
.miento del hombre y de la comunidad. Aunque el dirigir. al hombre a su.
fin sobrenatural .no es propiamente la razÓn de ser de la ley civil, no obs~
tante, no debe imponer ésta nada que se oponga a su obtención,. respetando
Aas relaciones. entre Dios 'y el' hombre, o sea, respetando la ReligÍón que no
:;es ,otra cosa que el conjunto de relaciones entre ambos. . ' •
. Una ley que sólo atiende a-la utilidad, despreci!;mdo la virt;dno es una
.ley, pués, cOfllO observa Suárez, "solamente aquella que es regla recta y,
.:/honesta puede ser llamada ley, y, por tanto,' dijo Santo Tomás. (Som Theol.
, 1 11 q. 96 arto 4), que el precepto. torpe no es ley sino iniquidad ... y hi ra~
:zón manifiesta es porque la leyes medida de ,la rectitud: mas la, ley inicua
. no es medida de la rectitud .de la obra humana, antes bien, la acción que
,es conforr:ne a.ella es acción inicua y, por. tanto, no es ley;. sino que parti~
,cipa del nombre de ley por. cierta analogía, en cuanto que en orden a algún
:fin prescribe .cierto modo de obrar" (22).
Apesarque e~ 'el fondo,. según hemos expresado, no existen ado s :iñ~
,diferentes, aparentemente hay algunos' que no son.' t:ti d~ virtud ni contra~
Tios a ésta, que no se presentan ni como buenos ni como Ihalos; en estos
,cas.os por el hecho de ser mandados por la ley se deben copsiderarcomo
.buenos y si son prohibido; por ésta debemos "abstenernos de ellos y consi~
iClerárseles corno malos y contrarios a la virtud. En efecto, expresa el mis-
mo Syárez:'''si, el acto mandado no es de .suyo malo, y és mandado 'por el
:superior, por' esto mismo puede' ser ejercitado honestamente, porque l:ecioe
;i;llguna honestidad 'por la fuerza del precepto, aún cuando no 'la tenga siem~
-pre de .suyo... Pués, así como un acto de suyo no malo se hace malo por
justa pro.qi,bición del superior; así, un, acto de suyo ni bueno ni malo se hª~
:tá bueno por una ley que lo mande justamente; y'asÍ siempre es la ley dé
un acto_bueno, porque o 10 supone bueno. o io .ha,ce tal... Pués, los actos
manda~ por la ley, 'unas veces supo¡l¡'en' ,buenos y honestos de suyo,
'Y por la ley reciben solamente la necesidad y la <lIhligación, porque 'antes
-eran voluntarios y la omisión no era mala, peró, después de 'dada· la ley, au,
~misión se hace mala' y -'~l acto se hace necesario para la honestidad... Mas,
·alguna 'vez s~ cÍá la ley' 'de actos indifere~tes.de suyo ... ; y entonces se hace,
-bueno el acto", ya por la eficacla, ya P9r el p~ de la ley; la cual honesj:idad
..ordinariamente pertene~e a alguna vjrtud. especial según la capacidad de la·
"lIlateria acerca de la que versa·... t alguna vez no obstante"puede pertene~
,cer esta honestidad a sola la obediencia o a la ju~ticia legal" (23). Aún'
,cuando en el texto transcrito pareciese que Suárez acepta. la existencia de
'9Ctos indiferentes de suyo, en el hecho no es así, pués, el sol e acto ,de obe~
deaerala ley 'ya 'es una ~irtud y como tedá virtud implica una perfec~ión
..en 'e¡'que la practica, luego, el ejecutar lo mandado por la ley no es un acto'
:indiferente. Es interesante, anotar que el término: justicia lega'; está toma'Í
do aquí por Suárez no en el mismo sentido' 'dado. por ~nto T OInás y acep'"
, tado. por nosot.ros, o sea, como la especie de justicia en virtud. de la cual los
.asociados están obligados a cooperar al bien común "de la sociedad, sino en
~l .,sentidO'. 'que moder,~amentese le dá al concepto de justicia ,legal, coBSi':
>'derándosela como la especie de. justicia que nos obliga moralmente a obe*
;.:decer a la ley, - ' . '

[ 185 1
No debe creerse que le ley civil que permite el mal es desnQneata ya
.que, ~bmovimos, la ley civil no ha de prohibir necesariamente todo mal y
me,ndar todo bien; ella sólo manda 108 actos de virtud que se precisan para
:el logro del bien com!Ín tomandQen cuenta las debilidades humanas; de'
prohibir todo mal resulb!.fÍaq J:Oales mayores. Es por esto que no falta a la
,hon~tidad la ley que versa ~cer~ de la permisión del mal, dado que "la
materia de aquella ley n.9 es la obra mala; sino el permiso de ella; y que el
perm~o de una obra mala puede ser bueno, como quiera. que Dios lo quie-
xe, y así, que ella es de materia honesta" (24). Pero hay que observar que
lo dicho sólo se refiere a la ley que permite el mal. pués, una ley que orde~
na el mal es una ley deshonesta.
, La ley que no cumple con este requisito de la honestidad no es obli~
gatona; pero, si existe duda acerca de su honestidad debe presumirse su-
honestidad y, por lo tanto, ha. de ser guardada. Al respecto CXPl'esa el Doc ..
•tar Eximio: "la ley que no tiene esta justicia u honestidad no es ley ni obli~
ga, . iii tampoco pu~de guardarse. Consta esto, porque la justicia que repug ..
na á. eSta deshon~stidad de la leyes contraria al mismo Dios. porque en~
cierra culpa y ofensa de Dios; luego, no puede ser lícitamente guardada.
porque no puede ser Dios l(citamente ofendido. Ademá~: tal injusticia nG
puede hallarse sino en las leyes dadas por los hombres; y es menester obe-
,é:lecer más a pios que a los hombres; luego, no pueden tales leyes ser guar-
':dadas contra la obediencia de Dios... Mas advierten los doctores que es ne~
~esarío que conste éón "certiélumbre .moral la injusticia de la ley; pués, si la
(:osa el dudosa, debe presumirse en favor del legislador, ya porque tiene
má;s alt9 derecho y poder; ya también porque se rige por más alto consejo
y puede tener razones universales ocultas a, los súbditos; ya también por-
gue de otra suerte tomarían, los súbditos demasiada licencia de no obede~
~ 11 las leyes, porque apenas pueden ser tan justas que no puedan ser por-
~~noa puestas e ll duda por razones aparentes" (25).

f). La ley civil ha de tener un objeto 'Posible.-El ordenamiento de la


ley debe recaer sobre las acciones libres del hombre. es decir, sobre aque·
~I~ que puede o no ejecutar arbitrariamente; es así que no tiene libertad
para ejecutar un acto imposible, luego, la ley no puede imponer un objetG'
imposible. - , . .
~ Para .que la ley obligue necesita tener un objeto materialmente poli·
hle, o sea. en conformidad con la condición frágil de la naturaleza humana
'y cort la capacidad de cada uno de soportar la ley. lo cual es distinto en
~da hombre p. pesar de la igualdad específica de tddos ellos. ,
, . Pero. el, objeto .no sólo ha de ser materialmente posible. sino que tam-
pién lo ha de ser moralmente; en otro~ términos, el objeto de la ley delvmi
~t de tal naturaleza que pueda cumplirlo el súbdito sin apartarse del 'or.
cen ~oral imPuesto por el Creador mediante la ley Eterna y la ley Natural.
,~ . Si la ley no tiene un objeto moral y físicamente posible no es ley, 00-
'puede serlo y. en cOI\~cuel\cia.. 1\0 obliga. I "

• g'). La ley civil 'ha de conformarse a las circunabmcias.--EI legi.lador


~ dictar la ley tendrá que tomar en cuenta: las costumbres honestas y ltti.-
le. del pueblo, I~ tradiciones de éste, su idiotinl':racia, etc., en general.' de~
~ preYer que la ley lea cqnveniepte al tiempo y al lugar, "porque estas
. circunltancias "an de observarse en todo acto prudente. Mas. aquí no le
«Jilaideran por parte del acto de mandar, sino por parte de la materia 'o,
.cto que' es mandado, .porque no convienen las mismas acciones en tódo-
JU&,!lr y 'en t040 tiempo. y por tanto. aJ.dar laa leyes deben atenderse pt;in-
:cipalíaimamente cata.. circ:unstanciaaH (26)"

1 186 .1
No atendiendo una leY a estas ~ircunstancias no obliga de derecho Y~
en la generalidad de lo~ casos, no obligará de hecho, pyés, -caetá ptonta-
;mente ~n desuso. El ejemplo típico de una ley que hacasó totalmente por
J)O tomár en cuenta estas circunstancias fué la ley dictadét. aquí en Chile con'
éi fin de establecer' la .Jornada UpÍca de Trabajo, . ley que buena o malá
~pDca se aplic6 integJ;'almente y que después de algttnos meses de vigencia
fué .derogada totalmente.
, ,
3). Obligatoriedad moral de la ley civiL-Ante, de eStudiar si la ley
,que' cumple con los requisitos anotadbs obliga o no en conciencia,. ~8 ix¡n-
portante ver si la coacción ;uridica o sanció!l e, esep.cial a la ley civil.
r ~ ~ ,

. a). 'La pena 00 es eseocial a la ley Civil.-Hasta el siglo XVII! s~ sos>-


tuvo que la coacción jurídica 'no pertenecía a la esencia de la ley, (:lor la·
~~nCil1a razón que ésta se basaba en la ley _natur~l y su respeto estaba ga..
)·a.ntizado por la Moral. Cuando se separó el Derecho de la Moral y ésta
iio velaba y~ por el cumplimiento de aquél, fué extendiéndose la idea que
.lá ley' necesitaba una coacción independiente de .la mo~a:l y que la sanciól1
;1.\rídica era alg9 es~ncial e inher~ntea ella. Fué Ka~ quien introdujo este
nuevo concepto. propagándose rápidamente, a lfl. par que su filosofía pura~
Í!iendo adoptado por los juristas inspirados el). los principios positivistas,
imperando sin contrapeso durante el siglo XIX~ ,
, La verd~d es que la pena es uná garantÍ<?, de la eficacia y dél cumpli-
;miento de la ley, porque el temor a ella determina 'la voluntad libre de lo.
súbditos a obrar conforme a la ley ya que, de lo contrario, el orden social
'impuesto ,por' ésta sería impunemente violado. Mas, la' coactividad o san~
~ón es' sólo una propiedad de la ley y no un constitutivo ~ubstancial de
eJla. "La lex exige el poder coactivo' no como complemento de su noción
y naturaleza, "Sino en el orden. de su efectivj~ad extrínseca a su constitu~
~ión", . '.
,La ley que posee los :.-equisitos señalados en su oportunidad obliga a
Su obséz:yancia aún cuando carezca de toda pena; 10 que se demuestra por
la propia existencia de ésta. pués, no podria imponerse pena alguna al 'in-
-hactor de la ley si no· fuera culpable y no se le puede declarar culpable si
1a ley no obliga con ant,erioridad. Pero, a pesar que toda ley de por"sí liga,
la c~nciencia de los súbditos, es necesario, pata su eficacia y para que cum-
pla el fin que se propuso, que a la parte preceptiva de ella se agregue una
parte punitiva en la cual se establezca el premio o castigo que tendrán aque-
llosque la observen lealmente. .
:'~; Hemos de vex: en la téy un dictámen de la razón y de lajusticia.un,a
proyección de la ley. Eterna y de la sabiduría. divina; debiendo. en conse-
.~uenda. obedecerla por" la virtud que ella encierra en sí. sin mirar alpre-
ínio o castigo aneXO a ell~, puestó que, c9mo éX¡)resa Cicer9n. "cuan~o,IQ
Que nos' impulsa a .la ~irtud, no es la hon~tidad misma, sino alguna utili-
'dad o posibles beneficios ocultos, somos hábiles 'y no buenos". (27). .'
, " Dentro de los fa~t~res que nos impulsan' a obedecer la l~y ,~xiste una
jerarquía en, cuyo eXtremo inferior CSl@' el temor a I~p~~yen el superior
,~J ~or a la justjcia y al orden social ya que, c"mo expresa San Pablo.' el
:aniór es la plenitud de la ley. "El amor eS su observanci~·.v!va, la mállpeJ·
;{ec~; pero no se crea que no es un acto'mora~.el'pbserv{:lrla l~y ,por temor.
Pú~ este.ea el principio dé la sabiduría" (28). I~dudaplemente.es de rila-
la
1,;r: valor "c,spiiítual el ob~rvar ley por su valor intríns~' que .p~r e\ te·
j;nQr a la peoQ. por medi9 de la cual el legislador se. prppon~ imponerl", a
Jo~_"ubo~~i~~~os. El jWlto d~be hae~r !,bstraccit$n. de '.hi,'pe'tt. yacataz: la ,ley,
..(lomo
';" ro; _.'.
¡ •
Un imperativo de conciencia.'
,.", 8 " • .- , ~
.. ,.

.f r87 l"
. b). La ley Ciyil óbliga .a los súbditos en conciencia.-De las razones
:aducidas para' fundame~tar el de~r de <?bediellcia al Poder legítimo se des-
. prende que la ley que nena los requisitos expuestos en el nÚmero anterior ha
<le obligar en conciencia, fuera de la obligatoriedad física que impone la
:Autoridad por medio de la pen'a, pues, el sostener que la ley obliga s610
porque el Poder constituído la hace obligatoria es una petición de prin-
!cipios. "
. La ley civil debe se~ una conclusión o una determinación dI;! la ley Eter-
na y de la ley Natural, ya que de lo contrario será cualquiera cosa menos
'ley; en consecuencia, tenien-do su origen y fundamento en las leyes citádas
ha de ser obedecida en conciencia, por cuanto "las leyés dichas, por tener a
Dios por legislador, nos obligan en nuestro fuero interno y ligan "el acata-
..miento de ellas con nuestro fin último.
" Siendo como s~mos criaturas de Dios, causa primera y fin último del
hombre, no podemos moralmente faltar a su ley Eterna y a su ley Natural,
.impresión .de aquélla en la naturaleza raéional humana, sin que ello nQs sig-
nifique la p~rdida de nuestro destino sobr~naturaI. Pero' si debemos s.umi-
sión ~ Dios, Suprema Autoridad legislativa,' también hemos de estar some-
,tidos y obedecer las leyes dictadas por el Poder civil, por cuanto ¿s te no es
sino un mandatario de la Autoridad de Pios, pués, como dice el Apóstol.,
los gobernantes son ministros de Dios para el bien (Epíst. a 'los Rom. cap.
XIII). . , ",' I
De manera que debemos en conciencia obedecer al Poder civil por ser
éste un representante de _Dios, y por esta misma razón debemos acatar sus
leyes legítimas, las cuales para sertalés han de conformarse a la ley Eterna
y a la h;y Natural, Iq que( les dá ,un nuevo" ~ítulo para o]:>ligar moralm"'ente a
los súbditos puesto que éstos dehencibediencia a la ley impresa por Dios
en la naturaleza hi.i:inana; todo lo cual ratifica Santo Tomás diciendo: "Las
.leyes huma,nas, si son justas, la fuerza de obligar. en el fuero de la concien-
Cia la tienen de la ley Eterna, de la cual se derivan, según aquello de los
Proverbios, cap. VIII: "Por' mi reinan los reyes y los legisladóres deqetan
cosas justas" (Som. TheoI. 1 II q. 96 arto 3). Pero, hay que observar una
pet¡ueña diferencia entre las obligatoriedad de las leyes Eterna y Natural
~con la de la ley Civil, p1,1és, mientras, en aquéllas, la obligación procede in-
mediatamente del ,mismo Dios, en ésta la obligación no procede inmedia-
tamente del mismo Dios sino mediante elimperip del legi~lador humano,
'a~que radicalmente' la obligatoriedad de. ella tenga un .origen natural y,
'divino. . . . . . , . "
Dándose la ley a toda la comunidad, todo~"los que forman parte. d~
ella y están bajo la jurisdicción del Poder que di~ta la ley deben moral-
"mente obserVar éstá tanto los que existen a la época de la promulgaciQn de
ella como los que vivieren con posterioridad; por consiguiente, mientras
'estÍí ~n vigencia la l~y obli"ga a la comunidad y a todas sus pa:¡;tes, las cual~
. no ti~nen la facultad de limitarse a observar sólo las leyes que voluntaria-
'mente acepten, pués, al designar a los gobernantes han renunciado a esta
,facultad y xvientras éstos legislen Scg6n la justicia. * ",
En las Siete Partidas se expon~n tres razones por las cuales el pue~
",b-lo ~stá oblig<;ldo a cumplir las leyes: "la primera, porque so~ mandamien-,
;'t08 de Señor; la segunda, 'porque le ahorran castigo; la tercera, porque le
,-aduc!;n pro" (29). . '
,La Escolástica no dió un nombre. especial a la virtud que ,inducía a 1~9
. súbditos a obedecer las leyes dictadas por .el Poder legítimo. Los juristas Y.
sOciólogos modernos, por su parte, han reservado el término de ju~ticia le-
:gal para esta virtud, la cual sería:. "aquella justici;l social que impone ~
"':obligaci6n de respetar . las leyes justas, dictadaS por legítima Áutaridad'~;
~81 designar a esta virtud con el término de justicia legal. los Autores mo •
• dernos han alterado el concepto que, los escolásticos tenían de la justicia

( 188 1.
legal para quienes era una especie' de la j.usticia que tiene por objeto reco-·
nocer mediante IR ley Eterna, ·la ley Natul'al o la ley Civil los derechos de
la comunidad sobre los asociados y' que' está dirigida a la conse<:ución del
bien "común. Este último concepto escolástico lo encierran los modernos ba-
jo el término de Jusdcia Social, sosteniendo eso sí la obligatoriedad moral.
de una y otra. Pero, todo esto es cuestión de terminoll;lgía que no altera en
nada Ifl principio de la obligatoriedad en conci@ncia de la ley civil promul-
gada ¡,hor un Poder legítimo. '. ' '. " .
La ley ha de ser observada mediante un acto de razón y un acto de li-
bertad; por' consiguiente, solamente quienes están en pleno goce de su· ra-
lZón'y de su libertad son obligados moralmehte p.or la ley. porcúanto para
caracterizar una acci6n como. buena o mala moralmente es previo que sea
~ma acción racional y libre, ,pués, "fuer~, de la libertad y de la razón no
existe moralidad". Cuando en alguna persona falta la libertad o la razón.
está exenta de la ley. " , ' .
.Es preciso que la ley sea 'guardada del modo que e.lla dispone para su,
.observancia, tomando en cuenta, eso .sÍ, las circunstanCias variables que pue-
den disminuÍJ: o aumentar su~ ';virtud o malicia y, aún transformarla total-
mente.
, Tema muy 'discutido entre los teólogos-j uristas ha sid" el saber si la
ley tiene tal fuerZa obligatoria que deba preferirse aún la muerte a· su vio-
,.lación, es de<:ir, si la ley. obliga a los actos heroicos. Indudablemente esto
.depende de la materia de la ley, de las circunstancias que rodean el acto
de -acatamiento a 'ella y' de la situación que ocupen lás personas. Una ley
que esté estrechamente ligada con 'la ley natural es lógico que obligue en
'términos más enérgicos, aún debiendo preferirse la muerte a la infracción,
que la ley' que sólo se relaciona reÍnotamente con ella. Soto. concordando
'con nuestra maneraqe pensar' y censurando la respues.ta dada por CaYeta-
no a esta '~uestión, expresa: "es cierto que puede ser de tanto interés para
,.la repúbliéa lo que se manda, que la ley en su cumplimiento.obligue hasta
morir. Pués aunque el Príncipe no sea señor absoluto de la vida, como Dios.
en determinadas circunstancias puede exponer a muerte a SQS súbditos; co-
,mo ,el todo a las pa,rtes. En verdad, aunque se ha de morir antes de pei;ar..
sin embargo, no' se presume que la ley obligue siempre con tanto rIgor. Y
por' tanto, si la ley obliga a' arrostrar la muerte o no, hay que determinarlo
,por la gravedad de la obra. Y más: ni la ley divina nos obliga en todo caso
con esa gravedad y severidad. Y es la razón, porque quien, obra contra lá
.ley por miedo",a, la muerte, 'no falta por desobedierrcia, sino por mi~do" (30).
Siendo la ley un mandato, no un consejo, pI:ocedente del Poder legí-
timo impone la necesidad,;,mOl·al de dbrar confOlme a ella; en consec~n"
da • .ofuaLen., contra .de. eUa e.s.,.una_ .(ªlta y un mál mor.al ,que. alcanza. hasta
Dios, mandant~ de la potestad civil y legislador' de, la ley. Eterna y de la.
ley Natural que' sqn los fundamentos de la ley Civil. Además la ley propia-
mente tal ha de ser una regla de la razón, pués bien. el obrar contra la ra~
~ó'n es obrar contra la naturaleza' asignada por el Creador ,al hombre, Y.,
por consiguiente, es una ofensa inferida al Autor de la criatura humana.
. P~o si bien es cierto que la h~y obliga,.a cúlpa moral, la gravedad de
'ésta no es siempre la misma. pués. ella dep.encle de muchos lactores. En·
,efecto. la infracción a una ley será tantc? nlás· grave éuanto más se relaciona
c:.~n ella la ley Eterna y 'la ley Natural. 'Ia moral. las buenas' costumbres, el
bien común, la paz pública. En general. para apreciar la malicia de la vio':
lad6n a la ley hay que' tener muy en cuenta el fin de la respectiva ley y lase
cQnsécuencias que dimanen de la violaci,ón. , .' ','
Para San Alfonso Ma~a .de Ligorio, padre de la TeologiaMoral. la ley'
.obliga Pajo culpa grave: 1) si la matéria de la leyes grave en si misma: 2)'
al la costumbre interpreta así a la ler; ,3) si las palabras de la lt,y dan a cQ-
nbéér tá gravedad de la cosa; 4) ~~ ~l prece:pto se añade un~ pena gra-
ve (11).
, El célebre Francisco de Viloria ~neeñaba en su Cátedra que las leyes
nd táft '$ólo obligtin a, culpa sino que "si establecen algo !?umamente conve~
niente a la paz ciudadana, al incremento del bien público, a la honestidad
de las costumbres, obligan liIajo pecado grave" (32). Lo cual es aceptado
por los moralÍ!!tas,. '
La ley obliga moralmente cualquier~ que sea la ideología de los go-
bernantes, ,pués, el poder de ellos no emana de sus ideas y convicciones' si-
no- de Dios, mediante el coqsentimiento de la comunidad que los ha desig-
nado. Pero no significa esto que el Poder civil, esté llamado a determinar la
mayor o meno:r 8'ravedad moral que tiene la violación de la ley, sino que él
.ólo coloca las ob~as en la especie de virtuq o de vicio.
Puede presentarse en un 1Ilomento dado la dificultad de saber cuál ley
debe obedecerse cuando existen dos leyes contradic,torias. En términos ge~
nerales, se ha de decir, que debe obedecerse preferentemente aquella que
es de una categoría superior y cuya obligación es más rigurosa. Entre una
aparente ley humana opuesta a las leyes Eterna, Natural y divina revelada
han de observarse éstas preferentemente al mandato civil, porque hay que
obedecer primero a Dios, y desPl!és a los hombres y porque una, ley civil
que no' se conforma a las leyes citadag no es l~y. También, puede acaecer,
Uh conflicto entre la ley' civil y la ley canónica, para resolveIlo, hemos de
áplicar los mismos principios que rigen las relaciones entre el Poder civil
y el Poder espiritual, o sea, que si se trata de una materia que cae dentro
del campo del Poder civil se ha de dar la prioridad a la ley civil; por el
cO'ntrario, si se trata de una materia espiritual sometida a la jurisdicción del
Poder espiritual debe ser regida ~xc1usivamente 'por la ley canónica; res~
pedo a las materias 'mixtas debe prevalecer la ley canónica, porque tiene un
origen y fin espiritual más alto que la ley civil.

,,' c). Platón 'y ~l déber' de' 8o~e~~~ á. lél$ 'Ieyes.-Platón ejerció una' gran-
de 'influencia durante los primeros siglClB de la Era Cristiana tantq en el pen-
samiento filosófico puro COIllO en las icleas, políticas. Durante esta época la ma-:-
yor parte de los Padres de la Iglesia, buscl;ln su in,spiración en las fuentes
~Iatónicas; desde S~ JusJin,o <!. San Agqstín son, platónicos. Pero ya en el
sigloXUI. siglo ell ,el cual la, escoIál¡lqca &t: torna ~"' guía del pensamiento
Wosófico; la influ,encia de Platón c:;omienza a.declinar,. aunque Quran,te él
todavk sobresalen algunos discípulos suyos, como San Anselmo y San
,t3utmaventura. Mas,.ia escol¡:Í~tica. q~e il'i~ia en !!sesiglo ,su reinado inte~
lectual con Alberto el Grande y Santo Tomás; desentierra la filosofía aris~
totMica tan; proscrita J~asta entqnc~¡; ~ 9u~ sólo se copo~ía parcialmente a
través de 19s no siePlpre auténticos escritos y traducciones de filósofos ára-
bes. Y a la' hegemqnía filosófiC<!, ge PtatpI]. sgcede ll;l primacía del pensa-
iniento filo~ófico de su qjscípulo Ar~s~~tele:'l más co~forme con la concep~
ciónclistiaóaqu~ t,!ldel idealista y poético filósofo de J~ Ac<!.demia .
. . Si bien es cierto que se. hl¡l·m~ntenid.o aJa Qbra platónica en un relativo
QhscureFimieJ;lto, ella es de un~ g'l'a,Jl PtrlIeza, lit<fraria y en ciertos ;¡Ispectos
d!,! un~ pureza intelec,tual y espirit~al extraordinaria. Platón es el poeta' de
la Filosolía. E;n sus célebr~8 Diálogos ~cráticos trata delicadamente las más
, arduas, y .clip.eiIes cu«~tione!l y ~n. ningún Iq9,mentó, ,PClr cOVIplejo que sea su
razohamiéntó, pierde la elegancia d~ JgIl.dó, yp,e forma.
, .' En, su' pi~lqgo ~ri~qD~ o d~el D~b~ ,n~s~xpone con la penetración psi~
,~01órp~,!~n. siQra elW9bl~~a ,del sow~~tj\ll~~n_to ,é\ la"sleyes del' Estado. ~Se
~íive~ pat~ e1I.Q, ~~ ,lll,lª c0IJ-yers~ci.§n imagjna,ri?- ~ní:re Sócr_ates; que está en~
earce1ado y prÓXImo a l;Ier condenado a beber la sictita' por córruptor de: la
juventud, y Critón, Un discípulo de aquél, quien insta al Maestro a evadirse
<:le la celda mediante el soborno de los carceleros. A estas sugerencias de
.$u discípulo Sócrates responde COn toda la serenidad interior propia del que
'sabe que sólo en la muerte encontrará la alegría y la posesión de la justicia
.$ de la verdad:

"Sócrates.-... si estando nosotros para fugarnos ó para salir de 'aquí,


<Como quieras decirlo, viniesen las leyes y el Estado, y presentándose 'delan~
te. de nosotros, nos dijeran: t Qué vas a hacer Sqcrat~? Lo que contestas
.equivale a destruírnos, en cuanto de ti, de¡:ende. ' ¿ Crees que puede subsistir
un Estado cuando las sentencias, legal~s carecen de fuerza y las puede vio~
lar un particular? ¿Qué diríamos a éste y otros reproches semejantes? Por~
;Que tendría mucho que decir un orador sobre la necesidad de la sanCión
¿'e las sentencias. ¿ Diría a
las leyes que la República ha sido injústa con
.no~otros y. no nos ha sentenciado bien? ¿ Es eso lo que les dirÍamos?

Critón.-Eso, ' y ,nada más que eso.'

Sóc~tes.-Y a eso 'dirán" ías leyes: ¿No hemos convenid.o, Sócrates.


,en que te someterías al júicio de la República'? Y si semejante lenguaje nos,
.sorprendiera. acaso entonces nos dirían: No te sorprendas, Sócrat'es, pero
,respóndenos, puesto que acostumbras a, proceder por preguntas y respues~
tas: Dinos las quejas que tienes contra la República y contra nosotras, para
·que así hagas todo lo que puedes por destruÍrnos. En primer lugar, a nosotras
,nos debes la vida. pués por nosotras se casó tu padre Con la que te dió a
.luz. ¿ Qué tienes que reprender en las leyes, que sobre el matrimonió hemos
establecido? - Nada, .les resporideré. -'- y las que se refieren ,a la alimen~
tación, y' educación de los hijos; a las cuales dehes tu educación, ,t no te pa-
.tece que ordenaron justamente a tu padre educarte en todos los ejercicios
de -la inteligencia y del cuerpo? - Muy justamente, diré. Y ~espués de
,debernos el nacimiento; la subsistencia y la enseñanza, ¿ te atreverás a sos~
,tener que no ercls nuestro hijo y servidor. 10 mismo que tu~ padres? Y sien~
40 esto así, ¿crees acaso tener los mismos derechos que nosotras de modo
.que te ~e~ lícitó devolvernos todo ~o que trat«mosde hacerte sufrir? Es~
,derecho que tú no puedes tener respecto de un padre o de un encargado.
para devolver mal por mal, injuria por injuria y golpe por golpe,epiensas
tenerlo respecto de tu patria y en contra de tus leye~? Y si tratásemos de
perderte creyendo justa tu pérdida; tú,. previniéndote, e tratarías, de per~
demos y de perder a tu patria? ¿ Llamarías a eso justicia, tú que haces pro~
,:fesión de practicar la virtudi ¿Acaso nI sabiduría te deja ignorar que la
patria es más digna de respeto y veneracióIi ante los dioses y los, hombres,
..que un padre, que una' madre y que todos los parientes reunidos; que hay,
que' honrar la patrii;l, humillarse ante ella y obedecerla, mejor que a un pa~
dre irrltado; que debe convencérsela por la persuasión u obedecer a sus
,maIldatos Y sufrir sin murmurar todo lo por ella ¿rdenado i Si ,efIa quiere
que seas azotado con varas o cargado de cadenas; si quiere que vayas a la
guerra para en. ella verter toda tu s~ngre, debes partir sin vacilar, porque
tal es tu deber, y no debemos desobedecer, ni hurr, ni abandonar tu pues~
to;'y'en el ejército, y ante los jueces, yen todas partes 'obedecex: a la patria
..0 .usar con ella de persuasión, como se debe; porque si es impío hacer vio:'
}enc~ aI',padre p a la madre. lo ~s mucho mas hacérsela a la patria. ~Qué
;esponderemo,? a esto, Critón ¡(Reconoceremos acaso la verdad de lo que
.Qi~ell las leyes? ' .

- ':' e~ p~sible ót'r~


Critón.'::'-'No ~o$a.
, " ;. ~:.:
continuar
ir atrás
· Sócrates.-Considera, pues -añadirían las leyes-, que si decimos la.
verdad como tú. reconoces, lo que intc~n~as contra nosotras no es. ;usto~
Porque no sólo te hemos hecho compartir, a tí y a los demás ciudadanos ..
aquellos bienes que podemos, sino que además d"eclaramos que cualquier
ateniense que después de haber sido inscrito en la clase de 19S efebos. y de'
haber visto cómo funciona la República y de habemos visto a nosotras, las,
leyes,' quiera irse, libre es de hacerlo y tiene derecho, si no le gustam~s, ~.
emigrar con sus bienes donde quiera. Ninguna de nosotras, las leyes, Impl~
de que si alguno ·quiere ir a una colonia, porque no le agrademos ni nosotras
ni la República, o ~asta si quiere irse a e5table~er en tierra extraña, lo ha~
~n ~n seguida. Pero aquel que se quede aquí después de saber cómo ad-
ministramos justicia y regimos los negocios de la ciudad, de ese decimos
.que, con sólo el hecho de quedarse s.e ha comprometido a hacer cuanto le
ordenem9s,.. y si no op~g.ece le declaramos tre.s v~ces clllpable: lo uno, por~
que nos desobedece a nosotras. que le dimos el S,er; lo otro, porque nos
desobedece a nosotras, que le dimos la educación, y luego, porq)Je habien~
do contraído la obllgación de sernos sumisos no quiere ni. obedecer ni per~
suadirnos si hac~mos algo que no esté bi~n, Mientras nosotras le propone~
mos a .buenas, no como orden tiránica, .que haga lo que le ordenamos, per~
mitiéndole una de dos cosas: o que nos persuada o que nos obedezca, él ni
llOS per~uade ni menos nos obedece. :
Hé aquí, Sócrates, las inculpaciones que habrás merecido si' haces lo.
que has proyectado, y tú serás mucho más culpable que ningún otro ciuda-
dano. Y si les preguntase la razón, me harían callar diciéndome que más
que ningún otro me he sometido a sus condiciones. Tenemos - me dirían -
grandes pruebas de que .nosotras y la República te hemos agradado siem-
pre, porque has permanecido en la ciudad más que ningún ateniense, y no>
ha habido espectáculo que te haya hecho abandonarla y salir de ella, ex-
~pto una vez que fuiste al istmo de Corinto a ver los juegos. Jamás has
salido sino para expediciones militares, y nunca has emprendido viaje al~
,guno, como todos los ciudadanos suelen hacerlo; tú no has tenido curiosi~
cIad por ver otras ciudades y conocer otras leyes; tú nos amabas tanto, y
tan rest,lelto estabas a vivir a nuestro modo, que has tenido aquí tus hijos ..
testimonios vivientes de cuánto .estl? te agradaba;, fi.t\almente, mientras tu
proceSo, podías condenarte al destierro si lo hubieras querido, y entonces:,
hacer, con asentimiento de la República, lo que has debido hac;er luego a,
pesar suyo ... Tú, que te. preciabas de,índ~ferente ante, la muerte, y que pre-·
tendías que era preférible al destierro, ahora, sin consideración a estas be-
11ás pala,bras, sin respeto a 'nosotras, las leyes, meditas nuestra ruina, haces:
~o que el más vil esclavo, vas a huír, S6crates, contra los pactos y compro-
misos que habías cdntraído de vivir bajo nuestro régimen. Porque, ante to-,
do. responde: t décimos' o no verdad cuando aseguramos que has c~nveni­
do, no de palabra, sino de hecho, en somet~rte a nosotras? t Qué contes-
ter a esto Critón f t Hay otra cosa. que confesarlo '?

CritÓD.-En verdad, es pr~so confesarlo..

Sóc:rates.-¿ Y no violas· los pactps y compromisos que te ligan a


:nosotras? - seguirían diciendo. Si, los violas. Y sin embargo, no los ha-
bías contraído ni por coacción ni por sorpresa, ni porque no tuvieras ef
tiempo .de pensar, sino que has tenido, para pensar en, ello, setenta años..
durante los cuales te dábamos el derecho de ausentarte si no e.'Itabas satis-
fecho de n~sotras y si nuestros pactos no te parecían justos. Pero tú no has
l!Iftlido de aquí, no has preferido a Lacedemonia ni a Creta, que tanto las
elogias por su gobierno, ni a ninguna otra ciudad griega o bárbara, mno que
'~ hae ausentado de Atenas menos aún .que los cojos, ciegos y demás invá...

! 192 J
\itlos; prueba clarade qlJe sentías más c~rmo que los demás. aten1e~ses pO!
-esta ciudad- y por nosot:r¡:hs. las leyes; pues" cabe amar una cIUdad SIn 'amar
las leyes de ella. {y habías de ser ahora infiel a tus compromisos? No, Só-
crates, no; haznos caso y no te expondrá,s al ridículo saliendo de Atenas.
Considera, adeIIY;ás, qué vas a ganar tú ni qué van a ganar 'tus <tmigos.
conque seas infiel a tus compromisos y quebrantes uno solo: qué, Sócrates.
porque es casi segur? que tus amigos ',serán desterrados, se verán privados
de su patria o perderán todos sus bienes, y tú, si te rufugias en alguna ciu~
2

dad vecina, en T ebas o en Megara, que están regidas por buenas leyes, se-
l'ás reci.bÚlo como 1,ln enemigo del régimen; todós aquellos que sientan ape-
go a su país verán ~en tí· un hombre sospechoso, un corruptor de. las leyes y
tú mismo c.onfirm<t/ás la' opinión de que t~s juec:~ te condenaron just<t~en.:.
te; que todo corrllptor de las leyes pasara tamblen por corruptor ,de Jove-
nes y de gentes sencillas. ¿ Y huirás de las ciudades mejor gobernadas y
del' trato de los hombres más virtuosos? Pero, dinos: ¿merece, entonces la
pena de vivir? O si te acercas a ellos, ¿ qué palabras les dirás? ¿ Tendrás el
cinismo de repetirle lo que' sueles ahora, de que el hombre debe amar por
~ncima de todo la virtud, la justicia, las leyes, la obediencia a las leyes? ¿ No
crees que han de hallar vergonzosa, la conducta de Sócrates? Pues fuerza
es que lo creas. Pero bien: te irás lejos de estas ciudades bien regidas y lle-
~arás a Tesalia, ~a . casa de los amigos de Critón., y allí, si: allí reinan el
desorden y l~licencia, y tal vez te oigan con gusto referir' la manera chusca
como te fugaste en vuelto en un, manto, cubierto con alguna piel, disfraza-
do, en fin, s~gún van todos los fugitivos, sin que nadie pudiera conocerte.
No faltará, acasO', alguno que te diga: Ved ahí un anciano que no te-
niendo ya tiempo para vivir, tan grande pasión tuvo por la vida que no va-
ciló, por conservarla, en atropellar las más' sacrosantas leyes. Acaso no se
encuentre si \a nadie molestas: pero apenas haya contra tí la menor queja,
,oirás otras m]l cosas ¡'ndignas de tí, vivirás siendo esclavo y víctima de los
demás hombres: porque, {qué has de hacer? ¿No,te ocuparás en Tesalia
sino en perpe.tuos festi'mis, como si sólo la, gula te hubiese llevado allá? ¿ Y.
dónde estarán' entonces aquellos hermosos discursos sobre la justicia y la
virtud? ¿ Ataso quieres conservarte para tus hij os, a fin de mantenerlos y
educarlos? ¿ Y_.los educarás en Tesa,lia, y por hacerlos bien los harás ex-
tranjeros d,t- s{i patria? ¿ O es que no quieres llevarlos contigo? Y enton-
ces, ¿crees que estando tú ausente de Atenas ser,án mejor e,ducados que vi-
viendo tú? Pero indudablemente tus amigos los cuidarán, 'y ese cuidado dé
tus amigos, ¿ no será igual después de tu' muerte? '
Convéncete de que los que te llaIllan amigo te servirán lo mismo' si es
que verdaderamente puedes contar con ellos. Finalmente, Sócrates; sigue
, los consejos de las' que te han conservado hasta aquí y no te cuides tanto
de tus' amigos, ',de tu vida ni' de otras' cosas que la justicia, ríndete a nues-
tras razones. Cuando llegues al infierno tendrán con que defenderte ante los,
jueces; porque no te forjes ilusiones, si haces lo que te has propuesto falta-
:rás a las leyes y no harás que tu causa ni la de los 1;uyps sea mejor. ni' má~
justa, ni más santa, en vida ni' en muerte. Si ,mueres será¡¡¡ víctima de la in-
justicia, no, de las leyes, sino de los hombres, y" si de aquí sales verg~nzo ...
samente, volviendo injusticia por injusticia y mal por mal, faltarás al pac-
to que con nosotras te obliga y perjudicarás a muchos' que de tí no debían
esperarlo, a ti mismo, a nosotras, a tus amig~s, a tu patria. Siempre, mien-
tras vivas, seremos fus, 'enemigas irreconciliables, y cua,ndo hayas muerto,
nuestras hermanas, las leyes que hay en. el infierno, 1'\0 te recibirán, sin du~
da, con gran favor, sal?iendo que has hecho todos Jos esfuerzos imaginario~
por destruÍrnos. No sigas. pués, los consejos de, Critón, sino los nuestros.'
Paréceme. amado Ctitón, oír estas palabras' ,como los coribantes oían
las flautas, y el sonido de esas pa!abras hiere con tanta fuerza mis oídos qu~
me impide escuchar ningún otro d i s c u r s o , '

[ 193 ]
Hé aquí las ide~ que ahora me domina., y todo lo que pudieras de~
cirrne para apartarme de ellas será inútil; al menos esa es mi convicción.
Ahora, sin embargo, si piensas que has de adelantar. algo, habla.

Critón.-No; nada tengo que decir, verda.deramente.

S<5crates.-'Dejemos, pués, esta cuestión, queria{) amigo, y sigaoos el


camino por donde nos guía Z~us". ,
Es imposible no quedar maravillado ante la rectitud interior, la lógica
y la psicología de que dá muestras Platón en el pasaje transcrito. Además.
él nos lleva al convencimiento de que no es preciso ir a buscar en el ori-
gen divino del Poder y en la ley Natural, base fundamental y necesaria de
la ley civil, la razón de la obligatori~dad moral de ésta, sino que ella se im-
pondrá naturalmente a' nuestras conciencias como el resultado logico de
nuestra honradez espiritual y de nuestra lealtad sincera y profunda hacia
una sociedad que nos dió el ser, nos lo conserva y procura nuestra perfec-
ción material y espiritual, preparando así la obtención de nuestra plenitud
y el cumplimiento de nuestro destino sobrenatural.
1

d). Aplicaciones prácticas de la obligatoriedad moral de la ley civil.-


Los súbditos están obligados a la observancia de toda ley que cumple con
los requisitos necesarios para ser tal y que expusimos oportunamente. Aho-
ra bien, debemos insistir sobre el acatamiento de ciertas leyes que si bien
es cierto en muchos casos su infracción aislada no es de mucha gravedad.
sin embargo, dada la f,recuencia con que se las viola, aún por gente virtuc-
sa, hace necesario recalcar su obligatoriedad, máxime cuando el atropello a
ellas generalmente no ,deja la menor huella en la conciencia del infractor.
Nos referimos:' a las leyes sobre impuestos, sobre tasas aduaneras, sobre
precios máximos de venta y sobre normas de racionamiento de ciertos !,JrO-
duetos. '
Las leyes sobre' impuestos y tributos provenientes de una Autoridad
legítima, que tienen una causa justa y que guardan la debida proporción en
la tasa, obligan en conciencia por muchos motivos, fuera de los generales
ya enunciados, a saber: 1) Al preguntársele a Cristo si era lícito pagar tri-
, huto al César respondió: "Dad al César lo que es del César y a Dios lo que
es de Dios"; ade~ás él mismo pagaba el tributo; 2) San Pablo nos con-
I):lÍna a pagar tributo a quien se debe tributo (Epíst. a los Rom. cap. XIII);
:;) "La razón lo exige también por dos motivos principales. Las contribu-
CIones son la condición de la vida social; la sociedad no puede existir sin
que los hombres que se reúnen se iIllPongan ciertos sacrificios para dar vida
al conjunto y para mantener la comunidad. Quien quiere el fin quiere los
medios, queriendo la sociedad, ha de quererse su ·conservación, debiendo
cuantos participan de sus beneficios soportar sus condiciones y sus cargas"
(33). En, consecuencia, el más elemental deber de reciprocidad con la so-
dedad nos obliga a cooperar al bien común mediante el pago de las con-
tribuciones' que en justicia nos corresponden; 4) La justicia distributiva
'exige que las cargas sean proporcionales a la capacidad de cada uno, por
consiguiente, aquellos que evaden el pago de los impuestos gravan injusta-
'mente a los que cumplen con la ley, por cuanto el Estado ha de requerir la
cantidad determinada para financiar su presupuesto. Por todo lo dicho ve-
'mos que las leyes tr~taria5 obligan en concieJ,1cia y quien las viole queda
'moralmente obligado a la' restitución.
Las leyes sobre, tasas aduaneras, sobre prohibiciones o restricciones de
impor~ar o de exportar son auténticas leyes que tienen por fin proteger la
economía y la, producción nacioIl::tI; en consecuencia. obligan en concien..
cía y quien las viola no sólo incurre en una falta moral, sino que es reo de

[ 194 ]
~raición al país. Quien infringe estas leyes, cometiendo el delito de contra-
band~ o cualq~ier otro semejante, está moralmente obligado a la restitu-
.c;:ión. Por consiguiente, no hay nada más inmoral e injusto que sostener, co~
mo se dice a cada mqmento, que robarle al fisco no es robo ..
Las leyes que señalan precios máximos de venta son verdaderas leyes
::que tienen por objeto proteger a los consumidores, tratando que todos pue-
,dan tener los artículos,. que'precisan para satisfacer sus necesidades a un pre-
cio justo en los períodos de escasez de ellos.. No respetar estas leyes cuan-
<lo son justas no sólo es un crimen contra la moral o la justicia, sino que es
también un crimeq contra la caridad al prójimo con cuyas necesidades sé
-especula. Es interesante observar qüe estas leyes, consideradas hoy en día
como el medio más eficaz de realizar lo que se ha dado el) llamar una po-
.lítica dirigida, eran conocidas desde antiguo y Soto eXf'one su obligatorie-
dad diciendo: "cuando. se determina por la ley el precio del trigo o de otra
.mercadería, p.uesta;la pena, si alguno vendiere más caro"tiene la obligación
en con<;iencia por· el mismo hecho de restituír el exceso, en que supera al
~precio legal: mas no a la pena antes de ser condenado, como dice Santo
t om~s" (34). Quien explota la sociedad no es digno de ser recibido en
.su seno y a:provechar de los beneficios de todo orden que ella le proCUra.
El que abusa de las necesidades de los demás no es sólo moral y legalmen-
te un delincuente, si~o que es un cobarde que apuñalea por la espalda a la
.sociedad.. " .
,El racionamiento de mercaderÍas.Y productos se establece cuando por
,circunstancias diversas la cantidad disponible de' ellos no alcanza a satis-
, facer la demanda de los mismos; de tal mapera, que ~i se ~antuviera la li-
bertad de comercio sU precio subiría en tal forma que sólo los acaudalados
-podrían obtenerlo. Para evitar esto es que iqterviene el Estado, protegiendo
el derecho y los intereses de todas las personas ricas o pobres regulando lo
..que cada uno puede, consumir legítimamente y no más, y controlando ade-
más el justo precio de las mer~aderías o productos. En consecuencia, si fS-
tas leyes o disposiciones son' justas tienen un fin eminentemente social y se
dirigen dIrectamente al bien común, cumpliendo con ello con uno d,e los
requisitos esenciales de toda ley; por lo cual al igual que toda otra ley obli-
gan en conciencia a respetar el derecho de los demás a su justa cuota y a
.abstenerse de hacer valer influencias o dinero para obtener más de lo qu~
·en justicia le corresponde, pués, al procede'r de una manera semejante atro-
pella el de:recho que otros tendrían sobre la parte que injustamente hizo suya.

, e) .. I:.a ley civil obliga a los Gobernantes.-Hemos C1e: distinguir aquí


dos clases de obligatoriedad:.la física y la moral. Por regla general, la ley
obliga a los gobernante~ físicamente, es decir, deben someterse a la pena';
.sólo en un ca~o no obligacoercitivamente la ley, y es 'cuando el Poder es
ejercido exclusivamente por un solo Soberano, en este caso nQ es lógico
pensar que el Soberano vá a castigarse a sí mismo, aunque' puede aceptar la
'p'ena voluntariamente en atención al ejemplo que ello significa.
Respecto de la obligatoriedad moral la situación es distinta, pués, to-
do gobernante, sean ml.u;hos auno solo los que ejercen el Poder, están obli~
gados en conciencia a la observancia de la ley, por cuanto,como observa
,Soto, "el prí.n.cipe no está fuera de la república, sino que es un miembro de
ella, a saber, la cabeza. La ley humana obliga en concien'cia, porque se de-.
riva de la ley Eterna por medio de la Natural. De aquí se puede inferir al
'punto la fuerza de obligar. A saber, de aquel principio natural: "La ley que
. no quieras para ti, no la dictes para otro". Porque 1<;> contrario lo reprende
Jesucristo diciendo: "que ponen cargas pesadas ~a los otros las cuales ellos
ni siquiera tocan"; luego por lo mismo, que ,el príncipe dá, la ley, por dere-
:cho natural está él ¡:¡ujeto a la misma. Pero acaso se deduzca esto con ~ás

[ 195 l'
-daricolad así: El legislador (según se ~a dicho) al dar la ley, coloca aquella
óbra en cierto ser' de virtud. Ahora bien, mandada una obra de virtud, to~
da la república, y, por tanto, la misma cabeza de ella, está obligada a obrar
según la misma... Mas cuando afirmamos, que el Príncipe está sujeto a sus
leyes, lo entendemos de las que tocan por igual a él mismo que a los súb-
ditos" (35). •
Santo Tomás de Aquino. partiendo de la base que el Poder es ejerci-
do por un Soberano exclusivo y qtle, por lo tanto, la ley no le obliga coer-
citivamente, expresa: "ELsoberano está libre de J¡\ ley, en el sentido de que,
en caso de transgresión de la misma, nadie puede dictar contra él juicio con-
denatorio ... Ante Dios y por lo que él al carácter directivo de la ley se re-
fiere, el soberano no est~ exento de la ley; y debe cumplirhi voluntariamen-
te, no por coacción" (Som. Theol. I 11 q. 96 arto 5).
Indudablemente que para que los gobernantes estén obligados moral-
mente por la leyes preciso que no actúen en calidad de ordenadores, sino
de miembros de la colectividad. '
En las SIETE PARTIDAS que, al igual que todos los viejos' cuerpos le-
gales. españoles, es la expresión más acabada, de la sabiduría y, del buen jui-
cio, se dispone : "Todos los hombres están obligados a obedecer las leyes,
y '-mayormente los reyes por estas razones: la primera, porque són por las
leyes honrados y guardadps; la segunda, porque les ayudan a cumplir la jus-
ticia y derecho que están obligados a hacer; la tercera, porque ellos son ha-
cedores de ellas, y es de derecho que quienes las hacen las obedezcan pri-
'meramente" (36).

4). Teoría de las Leyes Meramente P¡enales.-AI plantearnos el pro-


blema de las leyes meramente penales no pretendemos abarcar todo lo que
en forma' excesiva se ha dicho de ellas ni todo lo que respecto de las mis-
mas se puede decir. Sólo tratamos aquí. la teoría de las leyes meramente pe-
nales por la grande importancia que se les dió en su época, ya que en los
momentos actuales esta teoría se encuentra en plena decadencia, no siendo
aceptada por la mayoría de los tratadist<lS de Teología Moral.

A) .Exposición de la Teoría de las Leyes Meramente Penales.-Los sos-


tenedores de la existencia c1e leyes simplemente penales han .partido de una
división, tripartita de las leyes, a saber: leyes morales o leyes puramente pre-'
ceptivas o prohibitivas, las cuales no establecen ninguna sanción y sólo obli-
gan en conciencia o a culpa; leyes penales mixtas, las cuales obligan en con-
,ciencia o a culpa y a pena, p.odemos decir, siguiendo a Cayetano, que .ley
penal mixta es "la que ordena cumplir u omitir una cosa y conmina la mul-
ta o la pena en contra de los que no cumplen o no omiten lo prescrito por
la ley" (37); leyes meramente penales, o sea, aquellas que no obligan pro-
piamente en conciencia, sino sólo a la pena que establecen.
El Cardénal Cayetano, defensor de la existencia de la especi~ de leyes
a que nos venimos refiriendo, expresa que ley meramente penal es: "la que
manda una sola cosa de las dos cosas contenidas en la ley: o bien cumples lo
que la ley te manda u omites lo que te prohibe; o bien pagas la multa, o
la pena allí anotada. En cuanto a lo que se refiere a la ley meramente pe-
nal, la cosa es clara; pués, como consta de su misma noción, obliga o a ha-
cer u omitir alg<:>, o bien a sufrir la pena correspondiente. Está en tu poder
10 que prefieres. Empero, después que hayas hecho acfuello al cual vá unida
una pena, estás, si, obligado a sufrir ,la pena, pero no antes que el ministro
de la ley'lo exija, o el juez te condene" (38). En otros términos, la ley
m'eramente penal es aquella que sólo obliga en una forma hipotética o dis-
yuntiva o a observar la parte preceptiva o prohibitiva de la ley, o bien, a
sufrir la pena asignada por la ley al transgresor de ella si es descubierto por

[- 196 J
los ejecutantes de la misma. Pero de lo dicho se iñ.fiere que en última ins-
tancia la ley meramente penal sólo vá a obligar en conciencia a soportar la
pena, pués, los súbditos tendrían la facultad de no cumplir la parte precep-
,tivade 'ella. .
, ' Este concepto alternativo que hemos dado de las leyes meramente pe-
nales no es aceptado por todos los defensores de la' existencia de ellas, es-
peci('llmente por los pocos moderilos que siguen esta teoría, para quielles la
ley meramente, penal impondría una· obligación de conciencia diferida, es
decir, que ella "engendra 'una obligación de conciencia, no inmediatamen-
te, sino solamente o en el momento de la ,infracción, .() en el momento ·de
la condenación" (39); de lo cual se desprende que existh-ían dos especies
·de leyes meramente penales:' aquellas que obligan en conciencia desde el
,momento de la infracción y aquellas que sólo obligan en conciencia a cum-
plir la sentencia condenatoria del juez; en las primeras, la: obligatoriedad
,de, la ley emanaría de la propia ley y, en las segundas, ella dependería de
la sentencia judicial. . ,
En todo caso, la ley puramente penal debe versar sobre materias que
'en sí no sean ni buenas ni malas moralmente, sino f.,->bre materias t;!.lyC> efec-
to prúxirnc sea moralmente indiferente. pués, de, 1'; contrario, obligaría siem-
'pr~ en concien,cia, ya que ante todo debe cumplirse la ley Natural que man-
¿a obrar el bien y abstenerse del ~al. ' .
A los teólogQs-juristas que defienden la teorÍ~ de las leyes met;amente
,penales se les ha presentado la dific1-l1tad de saber cuándo una ley que im-
pone una pena es una ley penal mixta, o sea, que obliga en conciencia a lo
preceptuado por ella ya sufrir la pena en caso de contravención, (!) es una
ley mel'amente penal que sólo obliga en conciencia a la pena. Para algunos,
-como Alfonso de Castro, Suárez y otrps, la ley que impone una pena se
presume meramente penal. Para ~tros, entre' los cuales se . cuenta Soto y
Bílluart, la ley meramente penal no se presume y .en 'el silencio del legisla-'
¿or ha de entenderse que la ley obliga a culpa moral; en consecuencia, só-,
10 son leyes simplemente penales,. que obligan únicamente a pena, aquellas
que el legislador expresamente declara tales, .pués,' la mayor parte 'de las
, veces, cuando se' decreta una pena, el legislador tiene la intención de pro-
hibir el acto que él castiga; agregándose que teniendo la obligatoriedad de
'tales leyes por, fuente inmediata al que las dicta,bien puede éste despojar-
las de 'esa obligatoriedad a culpa declarándolo con la debida ant~lación. Es-
ta última es la opinión aceptada más comunmente entre los teóricos de las
leyes meramente penales. También se ha dicho' que la ley que tiene más
bien la fOrnla de concesión () de dispensa es una ley meramente penal 'y que,
por consiguiente, dicha ley no obliga a culpa, pero tampoco 19 que se añade
a modo de pena tendrÍ!l verdadero carácter de tal, sino de rec<?mpensa o
<Castigo.
Si bién es cierto que la ley meramente penal obliga a la pena, ,ésta tam-
poco obliga 'antes de la sentencia del juez, por las siguientes razones: a la
naturaleza repugna' que uno mismo sea el agente y el pa'cie~te, todo delin-
~uente debe ser Qído antes de ser condenado,nadiq¡;ptled~ser castigado sin
previa investigación y denuncia de su falta o sin que, medie una acusación en
y
:sU contia, toda . ley debe .ser posible llevadera y una ley que obligara a
-castigarse a sí mismo' s'erÍa una ··Ieyintolerable: ningún reo está oQbligado a
descubrirse para sufrir la pena, ni a cumplirla en conciencia antes de, ser con-
denado, si se permite al reo la pose~Ü)n Id~ sus bienes cuando está procesa,
. do pero, no. c,()ndenado ,elL~yipeIl,te, q~e'¡no está obligado a pagar la multa
:ántes'que 'esté procesado. Peto,'siempte que el juez condena al reo p'or sen-
tencia justa y legal a una pena, que no es la muerte o lesión alguna corpo.'
:rat ,tiene obligación el reo de obedecerla, aún cuando deba; 'él obrar algó;
'mas, cuando se trata de alguna pena corporal, el derecho natural a la vida.
y a la integridad corporal ~os exime de t0da obediencia que nos pueda obli:"
gar a que pongamos sobre nosotros mismos' nuestras manos vengadoras,
aunque estp no autoriza la resistencia ilegítima al cumplimient<;> de la sep-
téncia justa. ' '
En el fondo la teoría de las leyes meramente penales está fundamen-
tada el) la tesis volun,tarista oe la ley, sustentada en gran parte por Suárez.
En la ley simplemente penal lo que se busca es obedecer a la ley en los tér-
minos en que' el legislador quiere voluntariamente ser obedecido. Es preci-
so no ser más' realista que el rey. El legislador no siempre quiere ser obede-
cido con la misma energía, y si en un caso dispuso que una ley s610 obliga
a pen'} no se vé porqué los súbditos se van a obligar bajo culpa moral. Por
otra parte, ciertos casuistas han sostenido que prescribiendo una pena tem-
poral, el legislador manifestárÍa su voluntad de dispensar de las penas eter-
nas y ~ob1;enaturales. A esto se agrega que las leyes emanadas de legisla-
dores irreligiosos o arreligio!!',os sólo obligan a las penas temporales, pués,
é.'1tos no tienen interés en crear obligaciones de conciencia sancionadas con
pena::; morales.
El origen de las leyes meramente p~nales lo encontramos en las Reglas
de alg~.mas Ordenes Religiosas, como los Dominicos y los Franciscanos, en
las cuales se establece que las infracciones a la Regla n:o ,constituyen peca-
do, sino que ellas solarnente obligan a someterse a una pena. De, este cam-
po exclusivamente eclesiástico pasaron al campo civil como consecuencia
de dos circun,stancias p~incipales.
La primera circunstan,cia que impulsó a aplicar la teoría de las leyes
meramente penales en el campo legislativo civil, fué la necesidad de com-
batir la tesis de la omnipotencia del Príncipe, tesis que sostenía que la for-
.nalidad de la ley residía en' la voluntad' arbitraria del legislador y no ~n
la razón o en la conformidad c:;on la ley Natural que determin,a el orden y la.
)ust.ici~. El razonamiento que se hizo fué simple: si la leyes la voluntad del
príncipe debe obedecérsela de ~cuerdo con esa voluntad, y estaobleciendo
ésta nada' más qUe penas, sin conminar en conciencia a la obediencia del
precepto, luego, la obligatoriedad de lá ley se reduee a la pena impuesta
por el legislador.
La segunda circunstancia que obligó a los legistas a introducir el con-
cepto de leyes meramente p.enales en las ieyes civiles fué la necesidad de
encontrar una respuesta práctica a la separación kantiana del Derecho y la
Moral, en virtud de la cual el derecho es algo objetivo y sancionado única-
mente con penas objetivas, y la moral es una ciencia subjetiva que depen-
de de cada cual. Derecho y moralidad son dos líneas paralelas, externa una,
interna la otra, sin que tengan un punto d.e contacto. La moral no vela ni
resguarda el cumplimiento del derecho y éste no es la expresión de la mo-
ralidad, de la ley de la naturaleza humana. sino algo independiente de ella
y que sólo representa la voluntad arbitraria del Poder, la cual todo lo le-
gitima p'or monstruoso, perjuidicial y deshonesto que sea. A estos legisla-
dores, para quienes no cuenta el orden moral sino sólo su voluntad omni-
potente, se dirigen los sostenedores de la' existencia de leyes meramente pe-
nales, por boca de un<llde eJIos, para decirleS: "Vosotros. legisladores pre-
tendéis establecer vuestras ordenanza~, si no por encima, por lo menos fue-
ra de las lecciones de la moral, y relegáis éstas a la ciudadela interior de la
conciencia individual. i C.omo. quer.iis! pero entonces, no pidáis más a la mo-
ral que garantice vuestras orden~nzas ante la conciencia; no contéis nada
más que .con los jueces, los gendarmes y las prisiones. Derecho y Moral no
tienen riada de común. ¡Seal Sóis vosotros los que lo habéis querido" (40),
Como se .puede ver por lo .dicho, las leyes meramente penales tuvie-
ron un gran valor estratégico y como arma de polémica, para contrarrestar
el: despotismo de los príncipes y el desprecio de algunos de ellos por 'la Mó~

[ J 98 r
Yaf. Esto explica en gran parte las exagerá€iones en que se incurrió y la ma~
nifiesta' disconformidad de esta teoría con el esp:íritu y letra de los textos
bíblicos, los cuales están muy lejes de recOliocer la existencia de leyes que
s610 obliguen a la pena, co.mo son las leyes llamadas meramente penales.
A. los ataques que se hicieron a la aparición de la teoría de las leyes
. meramente penales en el campo civil, los sostenedores de éstas respondían:
para el bien común que persigue el legislador basta que la infracción de la.
ley sólo produzca el efecto de tener que soportar una pena; además, sien~
·-do efectivo que no hay ley sin que produzca alguna ohligación, las leyes
meramente penales, siendo verdaderas leyes, también obligan a cumplir lo
mandado o a soportar el castigo, pués, como expresa Suárez, "aún cuando
a,lguna ley no' obligue en conciencia al acto por cuya transgresión se impo~
:ne la pena, obliga, al menos, o a él, o a pagar o sufrir la pena, y así, es que
'ni aquella leyes sin alguna obligación del todo propia" (41); tambíén es
verdad que no es lícito imponer pena al que, no tiene culpa, pero latamen~
te considerada la pena es toda aflicción o mal impuesto por la Autoridad
éon el fin que se observe alguna ley, es decir, que "para esta clase de pe~
nas, sí bien se requiere alguna causa proporcionada referente al bien públi~
~o, no se requiere que ella sea una culpa moral"~

B). Critica a la Teoría de las Leyes Meramente Penales.-De lo expues-


, to sobre la obediencia al Poder Público y a sus leyes. que cumplen con los
-requisitos necesarios. Se desprende que toda ley obliga én conciencia, no
~abieJ1do ningún antecedente emanado ya sea de las Sagradas Escrituras. de
S:I,1s intérpretes, de los Pontífices o de la sola: razón: apoyada ,en la ley Eter-
'na, _Natural y Divina revelada que autorice distinguir entre leyes morales y
leyes meramente penales. Todo esto es creación de los juristas en contra-
dicción flagrante con los' textos de San Pablo, entre otros. Aunque basta-
rí.a para desechar la tesis de las leyes merameJ1te pCJ1ales todo lo que hemos
venido diciendo sohre la obediencia al. Poder y sobre la obligatoriedad mo~
:ralde la ley, creemos, no nbstante. que es de interés exponer algunas ra~
zones que se han esgrimido en contra de esta tesis, aunque ella actualmen~
te pa perdido mucho de su importancia.

a). Los legisladores son. como dice San Pablo a los l{omanos. mmlS~
tros de Dios para el bien. en consecuencia, deben ser obedecidos como ta-
les, aunque sean inmorales e irreligiosos y aunque crean que la moral y' el
derecho tienen campos de acción diferentes e independientes uno de otro.
Además, el Apóstol expresa que es necesario estar sometido a los gob~rnan~
tes "no sólo por temor al CastIgo sino también por cOJ1ciencia" (Epíst. a los
Rom. cap.' XIII) . . . .

, b). La ley civil no es tal en cuanto expresa fielmente la voluntad de


Jos gobernantes, sino en cuanto' es la exteriorización de la ley Natural en
armonía con la naturaleza racional humana y sé encamina al bien común,
y bajo este aspecto nada ni nadie pued~ quitarle su obligatoriedad, ni aún
la Autoridad, pués, la ley Natural no es una ley humana ~nodivina. La
voluntad del Soberano no es. onmipotente, está limitada por la ley Eterna
y la ley Natural, a las cuales debe ajustarse al dictar sus leyes, siendo sola-
mente en este caso moralmente obligatorias; por el contrario, si éstas están
en contradicción con aquéIJas no obligaIl ni a p~lla y es precÍso resistirla15.
La obligatoried~d de las leyes, es independiente de 'la voluntad del legisla-
dor porque cma.'la ella del entroncamie~to de éstas c.on la p.otestacl y leyes
d!vin~~. las cua~es esta.btecell un. orden mor~l. pqr enyi.ma de la potestad le-
gtl!lat1v~ de los hombres. .
.'
c). No puede existir pena sin culpa "porque la pena - expresa 50-
to-'- tiene tan íntima conexión con la culpa, que no tiene ni la naturaleza
ni el nombre verdadero de pena, si no está impuesta por la culpa. Y habla-
,Inos aquí de, la pena jurídica según que es venganza y castigo. Porque cas-
,tigar; vengar, imponer suplicio, es decir, imponer la pena, nunca es lícito
,sino por la culpa. Por tanto, si no hay culpa, usúrpase impropiamente y fue-
ra del sentido de las palabras. Porque con la pena se hace la justa compen-
sación a la culpá; a saber, que quien faltó por condescender con su volun-
tad (pués, según San Agustín, donde no hay acto voluntario no hay peca-
do), padezca contra su misma voluntad ... la pena, no solamente no es in-
dicio de no haber culpa, sino al contrario, es claro testimonio de la grave-
dad de la misma. la cual, se toma de la transgresión y orp.isión de la ley"
( 42). Caundo falta la culpa lo que se llama pena es más bien precio, pacto
o. cualquiera otra cosa.

d). Lo que, no impone la obligación de obrar o de no obrar no es ley,
pués, la ley propiamente tal es aquella que tiene por objeto ordenar impe-
rativamente las acciones de los súbditos hacia el bien común.

e). Contra aquellos que afirman que las leyes meramente penales im-
ponen sólo una obligación alternativa se dice: ello equivaldría a descono-
'Cer precisamente el carácter penal de la ley penal. "El Código Penal no es.
un conjunto de capítulos de obligaciones alternativas. La alternativa impH-
'Ca objetos ofrecidos a la opción del obligado: la ley no ofrece ninguna op-
ción a los ásesinos ni a los automovilist.B:s temerarios; los castiga" (43).
o

f). El que se sancionen las leyes con penas temporales no significa que
'el legislador pueda o quiera dispensar de las penas sobrenaturales, sino que.
por el contrario,' eso sólo quiere decir que' el legislador ha querido darles
efectividad temporal y actual a las penas' eterna.s.

g J. Aunque la posición de Santo Tomas de 1\quino respecto a esta


cuestión ha ofrecido dudas a sus comentaristas Cillet no trepida en decir de
'Santo Tomás: "Para él, el que una ley positiva emanada de la Autoridad'
legítima encargada de velar por el bien común, por el interés público, obli-
ga e~ conci~ncia; porque por intermedio del. bien común, ella se refiere a la
ley natural, expresión permanente de la vol.untad de Dios. El no se preocu-
pa de saber. como algunos lo hacen hoy día co~ alguna ligereza. si un go-
bierno neutro o ateo tiene la intención o no de obligar en conciencia al dic-
tar las leyes. A él le basta que la Autoridad sea legítima, que la's leyes die-
'tadas por ella se inspiren en el interés público, no impongan a los ciudada-
nos cargas manifiestamente por encima de sus medios, para que obliguen en
el fuero de la conciencia. con igual título que la ley natural a la cual ellas se
·remiten. A4n en el caso, de que las leyes fuesen manifiestamente injustas, y
que el individuo tendría el der~cho de sustraerse a ellas, Santo T omás cle~
<:lara que él debería renunciar a su derecho antes que exponerse a ofrecer
~l escándalo y a alterar el or~en público" ( 44 ). Magnífica síntesis .es la
'que hace Cillet de la doctrina del Aquinatense y que, a nuestro modo de
'Ver, no acepta la existencia de leyes meramente penales.

h). La mayoría de las leyes se dirigen dir~tamente al bien común, es


tdecir, a la conservación y progreso de la comunidad, encontrando 9U fuer-
n' obligatoria ~n: la . Justicia Legal, en su' significa~o tomista, o Social, se-
tgUn" la terminología de los modernos, la cual obliga a los asociados a dar a
la colectividad, al bien común, todo lo que necesita para suacrecentamiell-
too La justicia legal o social no dá un derecho alternativo, sino que obliga
/

'(200 J
¡a ejecutar todc;>s los actos y a acatar todas las leyes que sé dirigen al bien
'común sin discriminar si éstas llevan o no -penas consigo, ni cual ha sido la
'volunt~d del legislador.

. i). El último Código Canónico y los T rat'ados' d~ Teología Moral mo~


<Iernos ya no aceptan la existencia de leyes méramente 'penales eclesiásti~
'cas; no habiendo ninguna razón ni moral ni jurídica para seguir defendién~
dola en el campo de las leyes civiles; en el cual. por lo demás, es bastante
-difícil, si no imposible, encontrar en el fondo una ley que pudiera ser con~
.siderada meramente penal:

j). "t Quién ha dicho que la ley obliga' a una sola de' las dos partes?
.:Afirmar que se puede libremente quebrantar la parte imperativa, cuidando
'que la policía no pesque al hechor. t Quién no vé que eso es promover el
'\egoísmo más. far,isaico, el individualismo sórdido, la negligencia y el des~
'Precio de las exigencias del bien común?.. Con la pequeña buena intención
de indderar los gobiernos en su proceder. contra la Religión, esos autores-
'corroen el sentido social de los individuos; es un mal muy grande:.. La mis-
ma naturaleza de la ley exige esta vinculaci6n intríns~ca del súbdito, .esto
leS, una vinculación que se extiende no sólo a su actividad exterior, sino mu~
'{:ho más, a'· su intérioridad moral, para llevarlo a «ontri,buír totalmente, se-
gún su naturaleza, a la consecución del bien común. El legislador, pués, o
'~l príncipe no tiene facultad de cambiar la naturaleza' de las leyes, Quitán~
. >doles aquel vigor, que les viene de su natl,lraleza misma, ~sto es, de vincu-
:)ar en conciencia al acto impuesto ... La ley en la mano del príncipe es un
:instrumento, :r;n~s aún, el instrumento principal con el· cual aporta su con-
tribución al bien común, ordenando arquitectónicamente las activiaades de
'los súbditos al bien común. ,Por ésto, imponiendo la ley, se limita tan sóio
a establecer lo que cae bajo esta imposición, y no altera la' naturaleza del
'VÍnculo que tal ~mposición importa... Si lo impuesto es necesario para el
'bien común, por el hecho ,mismo de ser impuesto, en virtud de la ordena-
'¿ón que Vincula a los súbditos en conciencia a tender al bien común, vincu-
la en conciencia a su observancia... Vínculo que proviene no de la volun-
tad del 'l~gislador, sino de la justicia legal misma, de ia justicia social que
zegula las relaciones con el bien común... La ley puramente penal, pierde
'eJltonces esa nobleza y esa santidad que la hacia digno ministro del bien
;común, y queaa reducida a un simple ,instrumento de coacción, ipto tan
sólo para inflingir sanciones'" (45).

. 5 ). Cesación ~de la obligatoriedad moral' de la ley civil subsistiendo vi~


.gente ésta.-Es de toda evidencia que cesa la obligatoriedad de la ley cuan-
'do ésta .deja de existir, ya sea por la derogación parcial o por abrogación
1:otal, por desuso, por cmpplimiento del fin o' terminación del plazo fijado
, para su vigencia, etc. Aquí sólo nos preocuparemos de las razones por Las
;lCuales puede dejar de obligar un'a ley a pesar de que ella permanece en vi-
'gencia con cáráctt:lr gene'ral. " . ,

a). La Epiqueya.-Toda .ley, hemos dicho, debe estar concebida en


;ténninos generales, amplíos, tratando de abarcar en su texto literal el es--
'pmtu inspirador de ella; pero,' es imposible al legislador prever todas las
'Circ~nstartcias imaginables .que puedan rodear a los hechos regidos ,por la
'ley y que la hag~n injusta en un caso dado, o bien, perjudicial o imp0tlible
Ge cumplir; aún más, sería inconveniente que la ley se refiriera a los 'casos
-particulilles que p~dieran presentarse, pués, ello iría en contra' de laclarl-
dád y' de la' generalidád que debe tener toda Iéy. Este mismo perisainiento'
loO expresa Santo Tomás cuando dice: "Toda ley se ordena a la salud pú~

'r 2pf J
blica de aquellos a quienes se impone. Es, precisamente, esta salud o utili-
dad pública la que crea su legalidad y su fuerza obl!gatoria. En la medida..
que se aparta de ese ñn, pierde su obligatoiiedad. Por eso decía el Juris~
consulto que "no podía haber razón alguna de derecho, ni tampoco benig~
nidad justa alguna que autorice una interpretación tan severa dt< aquellas
ordenaciones establecidas en ,buen acuerd·o para fomento de la salud pú-
blica, que las, haga perjudiciales a la misma salud... Sucede con frecuencia
que la observancia de un precepto es útil a la salud pública por regla ge~
neral, y perjudicial a esa salud en casos particulares. Obedece esto a que,
no pudiendo el legislador prever todos los casos 'particulares, propone y
formula las leyes sef5Ún lo que comunmente sucede, fija siempre la mente
en la utilidad pública. Pero esto mismo nos revela que, cuando se presenta
un caso en que la observancia de la ley sería nociva al bien común, esa ley
no debe guardarse" (Som. Theo!. 1 II q. 96 arto 6).
A esta facultad que se reconoce a los súbditos de no cumplir la ley
cuando de hacerlo según los términos literales de ella se iría contra su es-
píritu o se perjudicaría injustamente al bien común o al bien particular es
lo que se denomina: Epiqueya. El Doctor Angélico define la epiqueya di-
ciendo que es: "una virtud que induce al ánimo a abandonar el sentido li-
teral de las palabras de la ley cuando ésta, necesariamente expresada en
términos generales, observada según su· tenor literal, en ciertos casos ex-
cepcionales, r~sultaría inmoral" (Som: Theo,I. Il II q. 120'). Como se pue-
de ver, para Santo Tomás la epiqueya es una virtud pertenecien'te a justi·.
cia, porque en los casos en que se interpreta la ley aplicando la epiqueYd
se' entiende que el legislador no hal¡>ría mandado la observancia de ella. La
epiqueya, como anota Valensin, es una 'eximición de la obligatoriedad de
la ley, fundada sobre principios de derecho o de moral que se interponen
entre la ley y un sujeto de la ley en un caso particular.
El derecho de interpretar la ley usando de la epiqueya o equidad, co~
roo la llaman vulgarmente los juristas, está condicionado a las múltiples y
variadas circunst{\ncias. que pueden rodear a un caso particular y que ha~
gan inaplicables o injusta la ley para ese, caso o evento, no obstante esto,
podemos indicar algunos casos generales que autorizan el uso de la epique-
ya o equidad: 1) cuando de observar. la ley se iría contra la justicia u ho-
nestidad na.tural; en otros términos más amplios, cuando de guardar la ley
civil se violaría la ley natural. 2) cuando se opone a una ley dictada por una
Autoridad superior, como ser: la ley divina positiva. 3) c~ndo por cum-
plir la ley se atentara ~l bien común, pués, como dice Modesto: "Ningún
acto de la ley, o ninguna benignidad permite, que las cosas que se estable-
cen saludablemente para provecho de los hombres, las inclinemos hacia la
s~veridad contra la convenie'ncia de los mismos con una interpretación li-
gurosa... Resulta" pués, que ocurriendo el caso, que, si lo viese el legis:a~
dor, lo exceptuaría no ha de obseryru:se" (46). 4) cuaftdo la observancia
de la ley no reporta un beneficio común y sí un grave mal particular al cual
el legislador no quiso manifiestamente obligar. ~
La f~cultad moral q!1e se concede al súbdito de no aplicar la ley t.n un
.caso determinado, no quiere decir que se le otorgue a éste el derecho de
cumplir sólo las leycr~ que él acepte como buenas y justas ni autorizarlo pa-
ra juzgar e interpretar la ley en gel1eral" ya que, como expresa -el Doct.:>r
Angélico, "aquel que en c~so de necesidad obra haciendo caso omiso de
las palabras de la ley, no se ar~oga la facultad de juzgar la ley en sí misma,
sino tan sólo en ese determinado caso, en que vé la necesidad de incumplir
la prescripción legal considerada en cuanto a la materialidad de las pala~
'1>ra8.... Cuando uno soslara el tenor literal de una ley para atenerse al e~pí­
~tu d~ la.; .I!}isma, a la intención del legislador, no pretende interpretar esa
InisIt\.a . ley de manera absoluta. gen~rall sit;o única~ente. por .10 que se re-
:Here a un caso concreto, en el qwe la evidencia del perJUICIO que el incum~
plimiento de esa rey entonces ocasionaría, dice claramente que es otra la
inten'ción del legislador. En caso de duda, no hay más que una alternativa:
obrar de conformidad con el texto de la ley, o recurrir al superior" (Som.
Theol. 1 II q. 96 art. 6). . '
Es preciso' no hacer un uso exagerado de la epiqueya y, sobre todo,
tener mucha rectitud interior para' juzgar si las circunstalicias que rodean
al hecho lo eximen de la sujeción a la ley. La epiqueya sólo se justifica en
casos graves y repentinos, pués, como apunta; el Aquinatense, "si la ob~
servahcia de la ley según el texto literal de la misma, no eJ;ltraña un peligro
inminente al que necesapamente haya que salir al encuentro, un individuo
cualquiera pm;ticular, no está autorizado para interpretar y decidir qué sea
útil, qué perjudicial a la comunidad política. Ese<' derecho lo tiene única~
mente el soberano,' quien para' tales casos posee aquella potestad que es
necesCiria para conceder las debidas dispensas. Si así no fuere, !;lino que, por
el co¡{trario, el péligro no sufre dilación, aquella, al menos, dilación que se
precisa para recurrir al superior competente, esa misma inminencia o ne~,
cesidad lleva anexa la dispensa de la ley, porque la necesidad no tiene ley"
,(Som. Theol. 1 II q. 96 arto 6). Domingo Soto; comentando a Santo T o~
más, para mayor claridad' divide esta materia en tres puntos:' 1) si el súbdi~
to conoce claramente que en el caso presenté no es inténción de la ley el
que se cumpla, puede obrar por sí y ante s, en contra de la ley, ya sea el
peligro repentino o quede tiempo para acudir al superior. 2) si el súbdito
tiene dudas respecto de si la ley obliga o no en ese caso, habiendo tiempo
debe consultar al supérior, pero si el peligro es inminente ha de observar la
letra de la ley. 3) si el súbdito está en la duda, pero ~e inclina más por la
no observancia de la ley, aunque con temor de faltar moralmente, en este
evento, s~ hay tiempo ha de recurrirse al superior, pero si el peligro. es sú- '
bita, con toda seguridad puede obrar en contra de la ley (47).
Es de interés apuntar que si bien es legítimo y moral no' cumplir la le~
tra de la ley cuando se presume que el espíritu de ella es de no regir para
ese caso, por el confrario, observar las palabras materiales de la ley ma-
leando el fin de ella, eS una prevaricación de la ley, porque "la inteligencia
de los dichos se ha de tomar de los motivos que hubo para hablar: porque
no deben someterse .las cosas a las palabras, sino las palabras a las, co~
sas" ( 4 8 ) . , "
Para terminar, podemos decir, que la epi<iúey~ está ba:sada en un prin~
cipio, de interpretación fundamental y de aplicación general, en virtud del
cual ha de estarse más a los fines qu'e persigue el legislador al dictar la: ley.
que a las palabras con que' exprese
. ,"" el espiritu
. inspirador de ella.

I . h). La Disp~-,La dispen!!a es un acto por el cual el legislador per~


mite en ciertas circunstancias especiales la inobservancia de la ley. El efec~
to propio de la dispensa es colocar al favor ...'eido con ella al márgen .le la
I'ey. subsistiendo ésta en toda su integridad: ~s sólo una excepción en be~
neficio de determinadas persolIas. Por medio de ella el legislador establece
la manera de ser llevada la ley a la práctica por cada· uno de los miembros
de la multitud. Sólo el legislador o Soberano o sus representantes pueden
dispensar por causas graves, y en este sentido puede decirse' que el Sobe~
rano está por encima de la l e y . , !
. Santo Tomás fundamenta la dispensa y señala las condiciones de ella
diciendo: "Sucede a veces que ese precepto común, por regla general útil y
J>eneficioso a la comunidad política, resulta perjudicial en casos determina-
dos o para una determinada persona; su observancia impediría un bien ma~
yor, o acarrearía un mal. y como, por' otra .p~te, sel'Ja sumamente peli.
er060 encomendar la regulación de la observancia de ese precepto - 'a n,O

[ 203 ],
ser en casos urgenttsimos' y de iran evidenda - al criterio personal de
Cad~ uno, por eso la potestad que tienen todos aquellos que gobiernan una
multitud o comunidad, lleva anexa la potestad necesaria para dispensar de
las leyes humanas eit casos y con respecto a personas particulares, o sea:
allí donde tales leyes son defectibles. Y aquella autori.dad que sin motivo
justo, racional, y tan sólo por' su antojo otorgare esa dispensa, será tenida
por dispensadora infiel, o cuando menos imprudente: infiel, si el motivo
de su dispensa es otro que el bien común; imprudente, si obra con desco~
nocimiento de la causa por la cual dispensa" (Som. TheoI. l II q. 97 arto 4).
La dispensa sólo debe ser concedida por razones graves y atendibles,
como ser: imposibilidad de cumplir la ley, servicios prestados a la socie~
dad, etc.; pero, nunca ha de ir en perjuicio del bien común sino en bene~
ficio de éste. .
La dispensa no constituye una excepción o un atropello a la igualdad
eSencial y jurídica de todas las personas, pués, "no hay preferencias de per~
sonas cuando 'se procede desigualmente entre personas desiguales. Conce~
'der la gracia de una dispensa a determinada persona, que por sus condi~
ciones individ,uales no se halla en disposición de cumplir la ley, no es tener,
preferencias'" (Soin. Theol. l II q., 97 arto 4). No hay nada más injusto que
la igualdad cuando la situación de las personas no es igual. ,
Cuando se ha dispensado a alguien del cumplimiento de la ley no ha~
biendo causas legítimas para ello, esta dispensa no exime de la obligación
moral de observar la ley, aunque la dispensa subsist~ en el derecho positi~
vo, por cuanto la ley natura! que está siempre en vigencia prohibe huír sin
causa legítima de las cargas justas puestas por la Autoridad. .
Si .bien es cierto que la ley éivil es expresión de la ley natural y en ésta
no cabe dispensa de los preceptos generales; no es menos' cierto, que el
Supremo Legislador de la ley' natural ha podido prever toda~ las circt.:ns~
tancias que pudieren presentarse respecto de los actos regidos por esta ley
interna; mas, en lo tocante a la ley civil el aut0t: de ésta no puede huma~
namente anticiparse a las circunstancias que sobrevengan durante la vigen~
cia de ella y que la hagan inobservable para ciertas personas.
Las diferencias inás notables entre la epiqueya y la dispensa son: en
'primer lugar, que por la epiqueya se exime al súbdito del cumplimiento de
la ley para un caso determinado, en cambio, la dispensa concede licencia
de la ley de una manera du,rable y univer.sal; en segundo lugar, tanto el le~
gislador como los súbditos pueden interpretar la ley y hacer uso de la epi~
queya, en cambio, la dispensa sólo puede provenir del legislador.
índice
CA~ITULO VI

DE LAS LEYES INJUSTAS Y DE LA RE,BELION

1. LAS LEYES IN]UST AS

1 ). Qué se entiende por ley injusta.-Si bien es cierto que no se puede


hablar de ley injusta porque el mandato injusto no se compadece con la
naturaleza misma de la ley, no obstante ello, nos servimos de esta expresión
para significar toda disposición que apalentemente es una ley pero que no
cumple con todos los requisitos necesarios para ser una verdadera ley obli~
gatoria. &

Por consiguiente, una ley será nula e injusta y no obligará: cuando no·
emanare de Autoridad legítima que obra dentro de sus ,facultades, cuando
esté en oposición con lá ley Eterna y con la ley Natural, cuando no se dirija
al bien común de la colectividad, cuando violare la justicia conmutativa,
la distributiva y la legal o social. cuando' fuere deshonesta, es decir. dis~,
conforme con los principios morales y la ley divina positiva, cuando tuvie~
re un objeto físic~ y moralmente imposible. cuan9.o no se adaptare a las
circunstancias en medio dé las cuales desenvuelve el pueblo su' vida. ' En
todos' estos casos, aún cuando' varios de 'ellos no implican propialoente un
atropello a la justicia estrictamente cQnsiderada, decimos que la ley es in~
justa. .
Ahora bien, la ley injusta puede ir ,en contra del :bien humano o del
bien divino y aunque en ninguno de Jos dos caSos es de suyo obligatoria en
conciencia, Fespecto del primero pueden presentarse ciertas modalidades
que la hagan accidentalmente obligatoria.

2): Leyes injustas átentathrias al bien humanó.-D~ntro de las leyes
injustas hay algunas que sólo son contrarias al bien humano, es decir, ley~s
que por su origen' o fin impli~n un ataque solamente' a los derechos de los
hombres,sin menosc~bar directamente' los derechos de Dios ni sus leyes.
Estas leyes injustas, 6nicamente obligan en ciertos casos especiales.
Para Santo Tomás las leyes "son contrarias al bien humano, o por razón
del fin. como' cuando un soberano impone leyes onerosas a sus subordina~
dos, enemigas del bien común y sólo favorecedoras de los intereses parti~

[205 ]
eulares y de ]a gloria del soberano; o por razón del autor, cuando éste, en
el ejercicio de su poder legislativo, traspasa los límites de la potestad de
que se le ha investido; o por último, por razón de la forma, como cuando
reparte las cargas entre la multitttd con notoria desigualdad, y ello aún
cuando esas cargas sean beneficiosas al bien común. Las leyes que así son
injustas, mejor debieran llamarse violencias qne no leyes, porque, como di~
ce San Agustlín (De Lib. arb. Lib. 1 cap. 5) "una ley que no es justa, no
es ley". Desprovistas del carácter y sin la naturaleza de leyes, no pueden,
por consiguiente, ohligar en el foro interno, a no ser por razón del escán~
dala ci' del desorden que el incumplimiento de las mismas pudiera originar;
pués cuando esto sucede, está el hombre obligado a ceder de su derecho,
según lo insinúa la Escritura por estas palabras: "Si alguien te forzaré a ir
mil pasos, vé' con él otros dos mil; y si alguien te despoja de la túnica, en~
'trégale también la capa" (San Mateo, cap. V, v. 41). (Som. TheoI. l II
q. 96, arto 4).
Las leyes injustas por regla general no obligan en conciencia; pero,
pueden ser observadas voluntariamente por los súbQitos aunque no estén
moralmente constreñidos a ello, siempre que no ort;lenen algo intrínseca~
mente malo; mas, cuando no pueda dejarse de cumpli~ la ley sin escándalo
o grd\l'es trastor~os ha de ser lsta guardada accidenta)mente. En este últi~
roo caso, no es propiamente la ley injusta la que o.bligÍ\, sino la ley natural
que nos ordena evitar el, escándalo y las perturbaciones de la paz social, y
renunciar al bien pnvaao en aras oel cien ,;ocial. '
A1.1nque las leyes injustas no son verdaderas leyes sino actos de ...io~
lencia, hay que tener presente que están amparadas por la presunción de
conformidad a la justicia y mientras no se destruya esta presunción no se
puede desobedecerlas. Es por esto que se ha de tener mucha prudencia y
resignación para juzgar la ley antes de dejar de cumplirla, pués, los peligros
inherentes al desobédecimiento de ella pueden ser mayores que la lesión a
un derecho privado. .. , '
Lo dicho no quiere decir que negu_emos ahora la obediencia al Poder
legítim&, porque "el respeto que se debe él los poderes constituídos no po~
dría envolver el respeto, ni mucho menos la obediencia sin límites a una
medida legislativa cualquiera, dictada por ~sos, mismos poderes".

3). Leyes injustas atentatorias al bien divino.-A esta clase de leyes in~
justas pertenecen aquellas que van contra ley divina positiva, o bien, con~
tra la ley natural, la cual es de un origen divino; a pesar, que podría decir-
se, que tina ley que e!ituviere en oposición con la ley natural más bien aten~
taría contra la naturaleza humana y; por lo tanto, sería de la especie dé le~
yes injustas anteriormente citadas; pero, por nuestra parte, consideramos
que una ley violatoria de la ley natural es una ley atentoria al derecho del
Supremo Legislador, autor de la ley natural.
Estas leyes opuesta~' a los mandatos de Dios, como por ejemplo la ley
sobre divorcio, según observa Santo Tomás con toda razón,. "jamás deben
ser acatadas y obedecidas, pués, como dicen los Apóstoles (Hechós de los
.Apóstoles cap. 5, V. 29) "es necesario obedecer a Dios antes que a los
hombres" (Som. Theol. 1 II q. 96, arto 4). y ya ha.bía dicho el mismo Doc-
tor: "Cuando la ley escrita contradice al derecho natural, es injusta y no
obliga" (Som. Theol. 1 II q. 57, arto 2).
Respecto de. estas leyes injustas no hay ninguná circunstancia que pue~
da darles carácter obiigatorío ya que .como enseña León XIII en la Encícli-
ca Libertas: "Mandar y exigir obediencia a las órdenes, es un d~recho de la
potestad humana en cuanto ésta no está en pugna con la potestad divina,
y' en cuanto se JIlantieIie en los 'límites que Dio~ le ha señalado. Pero cuan~
do esta potestad humana dicta órdenes abiertamente contrarias a la volun~

[ 206 ]
\-ad divina, ella excede aquellos límites y se pone en pugna con la autori~
wdad divina; entonces es justo no obedecer". En otro acápite del'mismo Do~
'cumento expresa: "cuando. falta el derecho de mandar o se manda algo
'Contra la razón, contra ley eterna, o, los mandamientos divinos, es justo no
'Obedecer a los hombres, se entiende, para obedecer a Dios". Según esto no
só,lo no hay que obedecer la ley contraria al bien divino sino que hay que
:resistirla.
Si, como hemos dich~, hay que dar al César lo que es del César, éste y
los súbditos deben dar a Dios lo que le c.orresponde, es decir, deben estar-
les sometidos y guardar su~ preceptos. El Póder no tiene potestad para
'obrar en contra de los mandatos de la Autoridad suprema y los súbditos
:han de resistir las órden,.es contrarias a las leyes de Dios, pués, hay que" dar
;al César lo suyo, pero no· lo d~ Dios.
Indudahlemente que para aquellos que consideran que la Autoridad,
.apoyada en la fuerza, es la fuente primaria y única de la ley, jamás habrá
'tma ley que sea injusta, aunque contenga una aberración moral o social.
Pero quienes considera!) que hay algo más alto espiritualmente al Poder
Público, muchas veces ejercido por individuos ineptos y depravados, no
pueden renunciar a la dignidad de personas en busca de 10 Absoluto me-
ocliante el obedecimiento a una· ley injusta. índice

11. LA REBELlON

1 ). Licitud de la Rebelión.-Nos parece ocioso insistir en todas las ra-


:zones aducidas para fundamentar el deber de obedieñda y de sometimiento
:a la Autoridad legítima, por cuanto ella es representante de la Autoridad
divina para procurar el bien de los súbditos; pero, ello no envuelve una
:Condenación' absoluta a la rebelión 'p,or parte de los súbditos en contra de
los gobiernos tiránicos y despóticos. Hemos afirmado que resistir a la Au-
'toridad civil es resistir a: la ordenación de Dios; mas, esto no implica reco-
.nocer aL Poder Público el derecho de atropellar la justicia o atentar contra
'el bien divino o humano. Si, bien es cierto que el gobierno tiene la facultad
de exigir obediencia; no lo es menos, que los súbditos tienen derechos que
no 'pueden ser desconocidos por aquél y en: cuyo resguardo pueden éstos
'l"ebelarse contra el ,gobierno indigno.
No se puede condenar a los gobernados al sacrificio de todas sus li-
bertades y a la sumisión ciega a los, despotismos de todas clases. No se
'puede aceptar la tesis política de Maquiavelo, para quien lo justo estaba
en relación directa con la utilidad y conveniencias d,el Príncipe; ni la de
'Hegel con su creación del Estado-Dios; ni la de Hobbes, en virtud de la
cual la voluntad de los gobernantes es la única expresión de la justicia'; ni
]a de Rousseau, qu~en buscando la forma de proteger la libertad ,de los in~
-dividuos los entregó a la tiranía de las multitudes; ni la de Marx que erigió
al proletariado' en árbitro de la. justicia. No. La verdadera tesis política es
;aquella que afirma que la Autoridad tiene sus derechos inherentes emana-
dos de Dios y que no le pueden ser desconocidos; pero, que a la vez, los
',súbditos también los tienen y no, pueden ser atropellados por un Poder dic-
tador. La verdadera tesis política es aquella en que se conjugan estos de-
rechos sin menoscabo de ninguno de ellos. La Autoridad ha de compren-
-<:ler que su potestad, aún cuando tenga su origen en Dios, "rto se extiende
- dice el Angélico - a aquellas cosa.i? que son contrarias al bien diviqo y
.;al bien humano", ,
Siendo la misión específica, la única' razón de ser de, la Autoridad, el
propender al bien común, es evident~ que, stse desentiende de él o, aún
;más, si su actuación redunda en perjuicio de éste, desnaturaliza su misión y

,[ 201 1
\-ad divina, ella excede aquellos límites y se pone en pugna con la autori~
wdad divina; entonces es justo no obedecer". En otro acápite del'mismo Do~
'cumento expresa: "cuando. falta el derecho de mandar o se manda algo
'Contra la razón, contra ley eterna, o, los mandamientos divinos, es justo no
'Obedecer a los hombres, se entiende, para obedecer a Dios". Según esto no
só,lo no hay que obedecer la ley contraria al bien divino sino que hay que
:resistirla.
Si, como hemos dich~, hay que dar al César lo que es del César, éste y
los súbditos deben dar a Dios lo que le c.orresponde, es decir, deben estar-
les sometidos y guardar su~ preceptos. El Póder no tiene potestad para
'obrar en contra de los mandatos de la Autoridad suprema y los súbditos
:han de resistir las órden,.es contrarias a las leyes de Dios, pués, hay que" dar
;al César lo suyo, pero no· lo d~ Dios.
Indudahlemente que para aquellos que consideran que la Autoridad,
.apoyada en la fuerza, es la fuente primaria y única de la ley, jamás habrá
'tma ley que sea injusta, aunque contenga una aberración moral o social.
Pero quienes considera!) que hay algo más alto espiritualmente al Poder
Público, muchas veces ejercido por individuos ineptos y depravados, no
pueden renunciar a la dignidad de personas en busca de 10 Absoluto me-
ocliante el obedecimiento a una· ley injusta.

11. LA REBELlON

1 ). Licitud de la Rebelión.-Nos parece ocioso insistir en todas las ra-


:zones aducidas para fundamentar el deber de obedieñda y de sometimiento
:a la Autoridad legítima, por cuanto ella es representante de la Autoridad
divina para procurar el bien de los súbditos; pero, ello no envuelve una
:Condenación' absoluta a la rebelión 'p,or parte de los súbditos en contra de
los gobiernos tiránicos y despóticos. Hemos afirmado que resistir a la Au-
'toridad civil es resistir a: la ordenación de Dios; mas, esto no implica reco-
.nocer aL Poder Público el derecho de atropellar la justicia o atentar contra
'el bien divino o humano. Si, bien es cierto que el gobierno tiene la facultad
de exigir obediencia; no lo es menos, que los súbditos tienen derechos que
no 'pueden ser desconocidos por aquél y en: cuyo resguardo pueden éstos
'l"ebelarse contra el ,gobierno indigno.
No se puede condenar a los gobernados al sacrificio de todas sus li-
bertades y a la sumisión ciega a los, despotismos de todas clases. No se
'puede aceptar la tesis política de Maquiavelo, para quien lo justo estaba
en relación directa con la utilidad y conveniencias d,el Príncipe; ni la de
'Hegel con su creación del Estado-Dios; ni la de Hobbes, en virtud de la
cual la voluntad de los gobernantes es la única expresión de la justicia'; ni
]a de Rousseau, qu~en buscando la forma de proteger la libertad ,de los in~
-dividuos los entregó a la tiranía de las multitudes; ni la de Marx que erigió
al proletariado' en árbitro de la. justicia. No. La verdadera tesis política es
;aquella que afirma que la Autoridad tiene sus derechos inherentes emana-
dos de Dios y que no le pueden ser desconocidos; pero, que a la vez, los
',súbditos también los tienen y no, pueden ser atropellados por un Poder dic-
tador. La verdadera tesis política es aquella en que se conjugan estos de-
rechos sin menoscabo de ninguno de ellos. La Autoridad ha de compren-
-<:ler que su potestad, aún cuando tenga su origen en Dios, "rto se extiende
- dice el Angélico - a aquellas cosa.i? que son contrarias al bien diviqo y
.;al bien humano", ,
Siendo la misión específica, la única' razón de ser de, la Autoridad, el
propender al bien común, es evident~ que, stse desentiende de él o, aún
;más, si su actuación redunda en perjuicio de éste, desnaturaliza su misión y

,[ 201 1
pierde toda su razón de ser. Por consiguiente, los, súbditos no están obli--
gados a acatar un Poder qite carece 'de títulos justos para ordenar y pue--,
, den rebelarse en contra suya.
Además, dijimos exi el momento oportuno, que los ciudadanos sólo
debían obediencia a la Autoridad legítima, tanto de adquisición o de origen
~omo de ejercicio, es decir, a la Aqtoridad que en su co'nstitución y en el
uso de la soberanía se conforma con, los principios de la justicia y con el
respeto que se ,debe a los derechos del pueblo. De tal manera .que si el Po-
der no se ajusta a estas normas en el ejelécicio' de su función pública se
transforma en un Poder ilegítimo carente de toda potestad e impotente pa-
ra obligar ~ sus gobernados, teniendo éstos" en consecuencia, el legítimo<
derecho de rebelión.
,Por otra parte, como expresa Santo Tomás, "el régimen tiránico no es
justo, ya que no se ordena al bien común, sino al bien privado del tirano.
y por lo tanto, lá perturbación de este régimen no tiene razón de sedición;
a no ser cuando ese perturhamiento es causa de que la multitud venga a su-
frir perjuiclos mayores que los que origina el régimen tiránico. Pués más
sedicioso es el tirano que en el pueblo que le está sujeto alimenta disc~r-
,dias y sediciones para poder dominar más seguramente. Esto es, pués ti-
rcinico por estar ordenado al bien propio 'del imp~rante, con daño de la
multitud" (Som. Theol. II II q. 42, arto 2).
Aunque es verdad que no se puede ejecutar un acto intrínsecamente
malo para obtener un bien, ya que el fin no justifica íos medios, no obs-
tante, es lícito ejecutar un acto extrÍnsecá y relativamente malo para obte-
iler un bien superior; en consecuencia, podemos rebelarnos contra las leyes
injustas, para restablecer el imperio de la justicia, aún cuando con ello va-
yamos a causar cierto mal propio de toda rebelión; en lo que debe verse una
expiación colectiva. '
La legítima defensa que se haga en contra de llis leyes injustas pue-
de pasar por diversas etapas, las cuales son señaladas por Maritain
cuando dice: "Es sabido que jamás debemo~ obedecer a las leyes con-
trarias a los mandamientos de Dios, y que no sólo es lícito oponer a un go-
bierno tiránico una resistencia legal activa, procurando por v~as legales el
~mbio de régimen político del Estado, sino que l;s ciudadanos, obrando
no como personas privadas. sino en representación del pueblo, a lo menos.
tácitamente, pueden tener la obligación de recurrir ya sea a la resistencia pa-
siva, ya a la fuerza y a la resistencia a mano armada (resistencia defensiva)
. contra las agresiones de un gobierno legítimo convertido en tiránico, y has-
, ta de destruírle, o de suostittúr con un nuevo Poder la Autoridad impoten-
te ante un peligro grave, o también de impedir por la violencia y la efusión
de sangre el acceso del usurpador al Poder, suponiendo que e~ todos estos
casos no se sigan para el pueblo mayores males... Todo es verdaro y es
útil" (49). .
El Dr. José M. Llovera hac,e en su Tratado de Sociologla un bosquejo<
muy preciso de las diversas clases de resistencia que pueden oponerse a las
leyes injustas. En efecto, dice el citado sociólogo: "De ahí también el de-,
recho de resistencia al tirano: a) siempre será ¡ícita la resistencia pasiv:a o
desobedecimiento a la ley injusta; b) lo será también la resistencia activa
defensiva, pués con ella no se hace más que defenderse contra una injusta
agresión; c) la resistencia activa ofensiva no violenta es lícita, puesto que es
usar de un derec,ho concedido por la Autoridad; d) la resistencia activa ofen-
siva y violenta, hasta llegar a la deposición del tirano. será también permi-
tida cuando lo reclame el bien de la comunidad" (5 O) .
En términos generales, podemos decir, que la rebelión u oposición vio-.
lenta sólo es lícita cuando representa "una indispensable justa defensa con-
tra una actual agresión fundamentalmente tiránica". Analizaremos a con-
.f1nuacióa las" eondiclones particulares que debe tener una rebelión para set-
lícita.

Z). Condiciones que debe cumplir una Rehelión para ser lícita.-·Los
requisitos que debe llenar una rebelión para ser legítima los podemos resu-"
mir en los sigment~:

a). Que la tiranía sea excesiva y habituaI.-Debe tratarse de un, regl-


inen verdaderamente insoportable, en el cual el conculcamiento de los de-
rechos más elementales afecta a toda la sociedad, en que la opresión seex-
tienda ~ todas las actividades y personas sin que éstas tengan la menor li-
bertad. No bastan actos aislados de despotismo" del;>en tener un carácter
permanente. Es preciso, que haya una opresión absoluta y de todos los mo-
mentos" La anarqu~a provo\(adá. por el Poder ha'de ser total, en consecuen-
cia, no bastaría para justificar una rebelión la política desacertada e incon-
veniente del Poder Público; el bien común ha de ser completamente pos~
pu~to al interés de los gobernantes o de personas déterminadas; mas, no'
es c&usa suficiente de rebelión el que los gobernantes sean incapaces o vi-
ciosos. Pío XI en su Encíclica a los, Mejicanos denominada "Nos es muy'~
expresa que la rebelión sólo es permitida cuando los "poderes constituÍdos
se levantasen cbntr~ la justicia y la verdad hasta destruÍr los fundamentoS'
mismos' de la Autol'idad," (5 1 ) .
, Si la tiraq.ía no fuese excesiva Santo Tomás -aconseja: "tolerar por al ...·
gún tiempo tal tiranía, antes que exponerse a que se agraven las cosas mo-
leSÚ\ndo al tirano" (52). Por su parte, León XIII afirma que la rebelión no
est& permitida cuando los abusos no son intolerables y "si' alguna vez acon-
teciera que la Autoridad usa del poder fuera de' modo, la doctrina de la
Iglesia Cat6lica no autoriza pam, que los súbditos por su cuenta se sub·le-
ven, no séa que la tranquilidad pública se turbe más y más, y la sociedad
sufra un detrimento .mayor".' . ..'

b). Que no haya una Autoridad superior a quien acudir.-P~ra que el


pueblo pue~a legítimamente usar del derecho de rebelión es preciso que
tenga facultad de proveerse a sí mismo en lo tocante a la Autoridad. y af
ejercicio de la soheranÍa; pero, si por sobre el pueblo o del gobernante in-
dig~o existe otra Autoridad superior a ambos, se deboe recurrir a ella prime-
ram~ntepara solicitarle' que impida se sigan cometiendo abusos por parte
~el gobernante y de la Autoridad inferior. Sólo en caso que no exista esta
Auta~jdad superior o ella se niegue a amparar a los súbditos, o bien, su in-
tenrenc~ón no logre hacer cesar las injusticia, entonces, y sólo enton~es, el-
pueblo !le encuentra plenamente autorizado para rebelarse.

e). Q~e se hayan agotados todos los medios no violentos.-Siendo la


rebeli6n up medio del cual hay que servirse en casos muy extremos, es evi-
d~nte qué previamente hay que hácer valer todos ~os otros medios más o
~~nQs pacíficos, a saber: la resistencia legal pasiva, la resistencia activa de~
lcn:ñva yla rellistencia ofensiva no violenta. Sólo en el evento en que hu-o
bi~ren sido ineficaces 'todos 109 otros medios podría recurrirse a la rebelión
violen~a.

o "d). Que JaRebelión tenga probabilidades de éxito.-Tal vez es esta la


ci>ndici6n que pueda ofrecer mayor reparo, pero que. en el hecho, es indis~
c~tible. En efecto, aún cuando exista una justa causa de rebelión no puede
prov9~rsela cuando seguramente redundará, en mayores perjuicios y do...
Jor~8 para el pUeblo agravando todavía más .Ia injusticia que, pretendía re-
párar. En tales circunstancias no, se puede en realidad esperar ningún ha?-

:1 209 }
neficio bastante como para compensar loslW1crificio.s que la rebelión imp~
lOe a los súbditos.
Sin duda; que es difícil ,apreciar, con c;ert;~~a q.e" ai;ltemano cuál puede
~er el resultado de tina rebelión, pero, pueden ~xistir ciertas circunstancias.
a saber: atropello de la dig~idad humana de los sú!J:d~tos" at~ntados contra
las leyes de Dios' y la' Religión, etc., que impongan en todo C!!so, a los pue~
blos la obligación de rebelarse contra ~l Poder que tales Cº~!I ordena, aun~
que con ello sus vidas corran grave riesgo, pués, la Verdad y la Virtud bien
merecen la inmolación de un pueblo.

, e). Que la Rebelió~no acarree 'males may~.-Toda rebeli6n lIev,_


(:onsigo serios y gxaves 'peligros, por cuanto "puede suceder que la tctnta~
tiva de derribar a un tiran.o no surta efecto Q resulte" al contrario, un agra~
vamiento de la tiranía. Si, sin embargo, fuera' posible. derribar al tirano,
de esta misma victoria provi~nen muchas veces graves disensiones en me~
dio del pueblo. Ya sea después de derribado el tirano, di~dese el pueblo
en muchos partido!:¡ cuando se trata de organizar el nueVo régimen. Sucede
'que el pueblo se sirve, durante la revolución, de ciertos auxiliares que, des~
pués de derribado el tirano, apoderáns~ del Poder y vienen a oprimir a los
$úh-ditos aún más pesadamente, temiendo sufrir de otros lo mismo que hi-
cieron sufrir" (53). Como lo expresa SantoJomás, de quien es el párrafo
transcrito, la rebelión tiene tres peligros principales: en caso de fracasar
~xiste el peligro que se agrave la tiranía, si tien~ éxito puede producirile la
lucha entre los vencedores y, por último, existe' la posibilidad que se erija
de entre la multitud un tirano peor al anterior.
Fuera de estos males que pueden emanar de una rebelión hay muchos
ótros y, que aconsejan tener una extr~ma prudencia antes de iniciar cual~
quier movimiento sedicioso, ya que en la generalidad de ios casos los ma-
les que se p~oducen son casi siempre mayores que las ventajas, que puede
engendrar la insurección.
,
f). Que la Rebelión sea un medio y no un fin.-AI rebelarse contra un
podet; que dicta leyes injustas no se ha de prete~der como fin el derrocar
al tirano, sino restablecer el respeto a ios derechos de las personas o de
Dios; guardando siempre la rectitud de intención. " '
Pío XI, en la Encíclica anteriormente c~tada, hace constar este requisito
cuando dice que hay que tener presente: '''Que estas reivindicaciones· ti(',n~n
caráéter de medio o de fin relativo, no de fin último y absoluto" (54).

g) '. Que la Rebelión sea dirigida por una Autoridad pública o que par-
¡jcipe en ella todo el pueblo.-No cualquier particular o grupo privado tie-
ne derecho a rebelarse_contra el PoderconstitQ.ído. En efecto, quien ejerce
~l Poder lo ha recibido por delegación; .,pués bien, esta delegación puede
provenir de una Autoridad superior o del pueblo mismo. De tal manera Que
sók .la Autoridad pública o el pueblo pueden derrocar a quien ellos desig-
naron, ' Toda rebelión encahezada por particulares o grupos determinado$
es' injusta. . " " "
León XIII condena toda insurrección por cuenta de particulares;. ex-
presa el Pontífice: "y si llegare a suceder que los príncipes se, excedier~n
te~erariamente en el ejercicio de su poder, la doctrina católica nQ permite
insurrec;ciones por. su ' cuenta' contra ellos, por temo'; de que la tranquilipad
del orden no ~ea, más y más perturbada, y que la sociedad reciba un, daño
todayía' mayor" {55). "
'Es Rre;vi.b a' la iniciación de toda r~be1ión, realizada por el pueblo, ,que
ras,_volu~tíides de todos los cil;J.dadanos ~stén, moralmente acot<:les en quee~
preciso d,errocar al tirano porque no se puede soportar más su yugo. Pero.
'l~ntiéndase bien .. nadie, ni clase social ni partido político ni institución u or-
:oanización alguna puede reemplazar la voluntad popular y erigirse en per-
~onero de ella. No se puede arrastrar a un pueblo a los peligros y sacrifi-
cios ~e una rebelión sin su voluntad, hacerlo sería el más nefasto de los crí7
3nenes. .,
Sanlo Tomás corrobora lo aquí expresado al decir: "No se debe pro-
,ceder ~ontra tiranos por iniciativa individual de algunos particulares sino
por la Autoridad pública" (56).

h). Que Jos medios sean lícitos y' proporcion~dos. Ilicitud del tiranici-
dio.-No basta para, legitimar una rebelión el que la causa y el fin sean jus-
tos, e~ preciso que los rebeldes se sirvan de medios totalmente lícitos, pués,
es suficiente usar un solo medio ilícito para que todo' el movimiento adquie':
.ra carácter de ilegítimo. El fin no justifica los mediqs, es decir, el fin bueno
no justifica el empleo de medios intrínsecamente malos, y son malos no
sólo los medios que ~"an contra la justicia sino también los qué hieren la ca-:
:ridad. No hay que 'olvidar que "bonum ex integra. causa;malum ex quo-
cumque defectu", el bien proviene de la integridad d~ la' causa y el mal del
menor 'defecto. ..' .
Este requisito. se los recuerda Pío Xl a los mejicanos, instándoles a que
tengan presente que dado el carácter de medio de la rebelión "no justifica
~ás ,que acciones lícitas y nunca acciones intrínsecamente malas" (57). No
se puede defender la justicia sino por medios lícitos;. lo contrario, es un
contrasentido demencial. Antes de actuar hemos de tratar de purificar nues-
tros medios, pués, 'sólo los medios puros son fecundos en bienes .
. Pero, los medios además de ser honestos han de ser proporcionados al
Jin, o sea, que "hay que usar de ellos' sola~ente en la medida en que ~h'van
para obtener el fin o para hacerle posible en todo o en parte y de tal ma-
nera que no causen a la comunidad daños superiores a aquellos que se tra-
ta de reparar" (58). .
Un medio que está expresamente condenado es el tiranicidio, es decit~
la muerte del· tirano por un parti~lar. Esto' es ,una consecuencia del hecho
que la' resistencia no corresponde a los particulares, sino a la Autoridad pú-
'blica o al pueblo colectivamente. Al respecto expresa Santo Tomás: "Opi-
nan algunos, que si el exceso de la tiranía es intolerable, 'pueden y perte-
nece a: los hombres valerosos matar al tirano, y exponerse a la muerte por
libertar al pueblo ... , pero esto es contra la doctriná apostólica" (59). En
, el concilio de Constanza, sesión XV, se condenó la proposicion que afir-
maba la licitud del¡ regicidio; la proposición condenada eíy la siguiente:
"Cualquier vasallo o súbdito puede y debe lícita y meritoriamente matar a
un, tirano cualquiera, hasta' valiéndose de ocultas asechanzas, o astutos ha-
lagos o adul,aciones, no 'obstante cualquier juramento. o pacto hecho con
él, y sin esperar la sentencia o el mandato de ningún juez" (60). ,y esto es
,perfectamente lógico,. pués, no.. se . puede imponer la justicia por rnedio del
asesinato .el cual es intrínsecamente malo.
A pesar de lo dihho el P. Juan de Mariana sostiene. la licitud del tira-
nicidio como último ,recurso; pués, segun él. el derecho de defen~a propia
autoriza lacol1sumación del tiranicidio por propia autoridad y por cualquier
particular. Lo único que exige el P. Mariana es mucha prudencia para juz-
gar qué g9bernante es tirano. Igualmente el mismo jesuita critica la citada
resolución del Concilio de Constanza arguyendo: "esta proposición no fué
aprobada por el romano pontífice Martina V, ni por Eugenio, o ~us suce-
.sores, .de cuya autoridad pende la de todos los concilios de la Iglesia; y
más especialmente porque consta que aquel co.ncilio.. se celebró en medio.
del gran trastorno que su,fría la Iglesia p,or la disidencia de tres po.ntífices,
lC• • uno de los cuales pretendía ser la verdadera cabeza de ella.. Además

,{ 211 J
los padres del concilio se propusieron refrenar la licencia de los hussist~!I )~
reprobar la opinión de los que deCÍan, qué. el principe, cometiendo cualquier
erimen, caía del principado; y que podía cualquier, por lo tanto, despojar-
le iInpunemente de la potestad réa!, que ejercía' con injuria de sus súbditoll,
Por otra parte, el ánimo dé los padres era .más propiamente reprobar la va-
cidad de Juan Parvi, teólogo paris~ense"( 61). Pero, .~ariana en todo ca-
so no considera lícito envenenar al príncipe ni usar mediqs encubiertos si-
milares. No siendo muy atendibles las razones que dá Mariana para negarle
valor a la resolución a que nos venimos refiriendo, uno se siente inclinado
a pensar que como la Obra de Mariana: "Del Rey y de la institución de la
Dignidad Real", estaba destinada a la educacjón y forma<;:Íón del Príncipe
que después fué Felipe III aquél trató de inducirlo a hacer un buen gobier-
no bajo la amenaZa, en caso contrario, de que quien le asesinara haría una
obra v i r t u o s a . ' .
, n
3). No cumpliéndose los requisitos señalados la Rebelión no es justa ní
lícita y sólo cabe la oración y la resignación.-Si los medios pacíficos Sbn
del todo ineficaces y no se reúnen las condiciones necesarias para que la re-
beli6n sea legítima, sólp resta a los subordinados la oración y la resignación.
como únicos recursos sobrenaturales para mejorar la situación. Aunque son
éstos los últimos medios según la carne, son los primeros según el espíritu
y "si los cristianos, aún para defenqer los fundamentos de;: los derechos di-·
vinos y humanos, prefieren los medios divinos a:la incertidumbre peligrosa
de los medios .brutales, tan fáciles de mancharse de mayor injusticia que la
que s~ trata de lavar, fueran aplastados por el poder tiránico, "lo serían por
la defensa de los derechos de Dios, y esta resistencia sería si~pre80bre­
naturalmente fecunda" Pío XI" (62). Ningún cristiano ha de olvidar el
reproche dirigido por Cristo a u~o de los suyos que trataba de defenderlo
de quienes iban a prenderle: "Vuelve tu espada a su sitio: porque todos los
que se sirvieren de la espada a espada morirán" (San Mateo, cap. 26, v.
52). y esto explica, como alguien anota, por qué las persecuciones de los
primeros siglos de la Iglesia cristiana producían mártires y no revoluciones.
Para que vuelva la paz y'la justiciaaa un pueblo no ·es suficiente que'
ore, debe además merecer la libertad y Ta paz y ser digno de tamaños be-
neficios. Sólo la práctica' de la virtud, su amor a la paz y a la justicia, sus
cualidades espirituales y su proceder honesto, hacen a un pueblo merece-
dor de la libertad y del respeto a sus derechos. Santo T omáli no trepida en
afirbar: "es en castigo de los pecados que Dios permite a los impíos apo-
derarse del poder". .
Indudablemente que pata quienes colocan las vías del hombre antes
que las vlas de Dios, para quienes anteponen la obra propia a la obra de
Dios, ·la oración y la resignación no serán sino un lenitivo para justificar una
actituq de esclavo envilecido; pero, para quienes prefieren dejar que se
desenvuelva el sltbio plan providencial son éstos los medios más nobles y'
más fecundos.
Por consigui.ente, no desatendamos desdeñosamente el con~ejo dado
por León XIII: "y cuando el exceso ha llegado ya hasta el punto de no de~
jar . aparentemente ninguna esperanza de salvación, la paciencia enseña a:
·buscar el remedio eh el mérito . y en incesantes
' .
plegarias a Dios" .(63) .
índice

I[ 212 1
E P (L O'C O,

Hé aquí expuesta la única filosofía de la Ley que no~ revela los autén~
(ticos fundamentos' remotos de, ella: la ley Etema y la ley Natural, 'y que dá
"a la ley su verdadero sentido de mandato racional arquitecto del Bien Co-
,mún y expresión del poder legítimo, el cual se enlaza con la Potestad Di-
'vina; Ninguna otra aparente filosofía legal podría cimentar, en bases más
, .sólidas, 'el carácter obligatorio de la ley justa y los títulos que justifican el
,.desobedecimiento a las leyes injustas. ' ,
Hemos visto a la .ley actuando dentro de una Sociedad natural civjl
.co,n un Bien Común que alcanzar, el cual, a su vez, d~b.e volcarse sobre las
personas; rige a esta Sociedad una Autoridad política de alto origen y que
'tiene 'la misión de ordenar a los súbditos, organizados en sociedades meno-
.res. hacia ese Bien Común;' todo dentro de un estricto orden moral. Socie-
.dad: personalista, comunitaria y pluralista. Ei' Poder civil y el Poder reli.:.
gioso con sus respectivos derechos aut6nomos en sus materias propias y, en
lo demás, estrecha relación y sometimiento de la materia' al espíritu.
Pero, por grande que sea la importancia de la ley y por noble que sea
.su origen, no se' debe legislar sobre todas las materias, pués, con ello se in~ ,
troduce la confusión en el pueblo y la vida de éste se torna excesivamente
.engorrosa. No hay que olvidar aquella máxima de Tácito: "Corruptisima
republica ,plurimae leges" (1). Mientras' más corrompida es una república
,más leyes tiene. . . ' .
No se 'trata de aumentar, desorbitadamente el número de leyes existen:
tes; se trata de interpretar las estrictamente necesarias de acuerdo con el es-
píritu de 'justicia y con la. virtud. La justicia legal positiva no ha de estar en
contrapo'sición con la jUMicia real y verdadera. La ley no vale en sí, sino por
la justicia que contiene. La ley positiva nO es necesariamente el ,reflejo del'
la justicia y de lá verdad. La ley positiva sólo es ley si concuerda con la mo-
ral y la ley Natural; asimismo, su interpretación por los particulares y la
Magistratura 'se ha de hacer a la luz de los, principios morales y de la justi-
cia. El. funestísimo error cometido .por los juristas positivistas es el haber
identificado lo justo legal con lo justo real, que en muchos casos pueden
, ,estar en oposición; es por ésto, que Guillermo Ferrero critica .eI espíritu, (Jo
mejor dicho, la carencia de espíritu con que los juristas positivistas inter-
pretan la ley escrita, en los siguientes términos: "la letra de la ley, que no-
debería ser sino un signo aproximativo de la justicia, se cOIlVierte en la jn&-
ticia misma, esto es. en un símbolo místico... la mayor part~ de las- ideij6

[ 213 1
índice
N O' TA s
PO R.T A DA
1) Sa~ Clemente' 1. Papa. De la Carta a l~s fieles' dc Corinto. Cit. por Carlos Hamil-
ton. Apuntessóbrc el derecho d~ Rebelión. Pág. 58.

P'R E FAC·I O
1) Edmundo Picardo El Derecho Puro. Pág.' 394.
2) Maritain. Siete Lecciones sobre el Ser. Págs. 17·18.
3) 'Aníbal Basctifián. Informe sobl'e la Memoria de prueba de Miguel Lastarria S.

CAPITULO I
1) Maritain. Para una filosofía de la persona hUlÍl¡¡,na. Pág. 12.
2) Vénaneio Carro. Domingo Soto y el Derecho 'de Gentes. Pág. 32.,
3) Venancio Carro. Ob. cito Pág. 32.
4) Angel Ossorio y Gallardo.' Derecho y Estado. Pág. 19. Cit. por Venancio Carr{)~
Ob. cit. ,Pág. 34. ' '
5) Grocio. Cit., por Venaneio Carro. Ob. cit. Pág. 160.
6) Victor Cathrein. Filosofía del Derecho. Págs. 268·69.
7) Rafael Fernández Concha .. Filosofía del Derecho. Pág. 161; N:o 264.
8) Víctor, CathJ:'ein. Ob. cit. Pág. 265. '
9) Víctor Cathrein. Ob. cit. Pág. 266.
10) ldem. '1 '
11) Rafael Fernández Concha., Ob. cito Pág. 1m, N.o 271.
1~) Arturo AJessandri R. Teoría' del Abuso del Derecho. Curso ~ Derecho Civil. TOIn<t:
IV. Págs. 933·934. "
13) Rafael Fernández C. Oh. cit. Pág. 169, N.o 272.
14) 'Enrique Ahrens. Curso de Derecho Natural. Pág. 144.
15) Manuc¡ Kant. Metaphysik der Littcn (Hartemstein).' V. 17. Cit. porCnthrein_
Oh. cit. Pág. 44. I ,
16) GeorEe!! Renard. La valeur de la Loí. Pág: 185.
11) A. Vermeesch. Cuestiones aecrea de la ;Justicia. Pág. 17, N.o 4.
18) Rafael.Fernández C. Oh. cit. Pág. 120. '
1D) Rafael Fernández C. Ob: cit. Pág. 339.
20) Cathr(!in., Ob. cit., Pág. 226., ..
21) O. N. Derisi. Los Fundamentos Metafísicos del Orden Moral. Pago 229.
'22) A. Vermceseh. Ob., cit'. Pág. 18.
23) A. Vermeesch. Ob. cit. Pág. 19.
2:i) .' ,Derisi. Ob. cit. Pág. 230 ..
25)' A: Vermeesch'.Ob. cit. 18.
26f Derisi. Oh. cit. Pág. 230.
,:m I{erisi.. Ob.cit. Pág. 229.
" .
[ 215 ]
28) Venancio Carro. Ob. cit. Pág. 148.
"20) ~l F~nández C. Ob. cit. Pág. 64.
oro) Francisco Suárez. Tratado de la Ley 'Y de Dios Legis¡ador. T. 1. PA,;. OO.
~1) Suárez. Ob. cito T, 1. Pág. 148.
32) ~San Jsidoro de Sevilla. Etimologías. Lib. 2, cap. 10 y Lib. [) cap. :~. Cit. Pot'
Suárez. Ob. cito T. l. Pág. 20.
33) Marco Tulio Cicerón. Les Loi~. Liv. 1. Pág. 366.
34) San Agustin. Cuestiones del Nuevo Testamento. Q. 15. Cito por Suárez. Ob. cit.
Pág. 20. I
35) Domingo Soto: Tratado de la Justicia y el Derecho. T. 1. Pág. 13.
36) SulÍrez. Ob. cit. T. 1. Pág. 20.
37) A. Cast-elein. Morale. Pág. 389.
38) Zeferino González. Estudios sobre la filOsofía de Santo Tomás. T. lll. Pá¡. 4:91.
,39) Suárez. Ob. cito Pág. 56.
40) Suárez. Ob. cito T. 1. Pág. 61.
,41) Suárez. Ob. cit. T. 1. Pág. 61.
42) Suárez. Ob. cit. T. 1. púg. 63:
,43) Suárez. Ob. cit. T. J. Pág. 64.'
-44) Suárcz. Ob. cito T. 1. Pág. 68.

e A P I TUL o JI
1) Soto. Ob, cito T. 1. Pág, 62.
2) Suárez. Ob. cito T. ll. Pág. 33.
3) San Agustin. Contra. Faust. L. 22,
La Ley. Pág. 153.
a 27. Cit. por Constantino Fernández Alvar.
4) Cicerón. Ob. cito Pág., 380., "
l5) , Valensin Albert. Traité de Droit Naturel. pág. 193.
6) Giorgo del Veechio. Filosofía del Der~o. T. ll. Pág. 53.
,7) Soto. Ob. cito '1.'. 1. Pág. 62.
8) Castelein. Ob. cit. Pág. 39L
9) Derisi. Ob. cit. Pág. 308.
10) Suárez. Ob. cit. T. n. Pág. 5.
11) 'Suárez. Ob. cit. T. n ..Pág. 4,1:.
12) Cicerón'. Ob. cit. lJ. JI, párrafo JV.
13) Derisi. Ob. cit. Pág. 305.
14) Vásquez de Mella. Obras Completas. T. X. Págs. 164-167. Cit. po~' Osvaldo Lira.
Nostalgia dc Vásquez de Mella. Pág. 26_
15) Soto. Ob. cit. Pág. 66. T. 1.
lO) Bautain. Filosofía' 'de las lt:'yes bajo el punto de vista cristiano. Pág. 37.
17) Suárez. Ob. cit. T. n. PÍígs. 30-31-32.
18) Recasens. Estudios de Filosofía del DereCho. Pág. 521.
19) Venancio Carro. Ob. cito Pág. 37.
20) San Jsiaoro. 2 Etimolog. c. de lege. Cito por Suárez. Ob. cit. T. .JI. Pág. 5.
21) Suárez. Ob. cit. T. n. Págs. 31-'32.
Sunrez. Ob. cit. T. JI. Págs. 35-36.
~, San AgusHn. La misma cita N.o 3 de este capítulo II.
24) San Anselmo. Cur Deus homo. Lib. 1, cap. 12. Cit. por Suárez. Ob. cit. T. Ir.
Pág. 18.
25) Suárez. Ob. cit. T. n. Pág. 19.
26) Soto. Ob. cit. T. 1. Págs. 71-72.
27) Derisi. Ob, cit. Pág. 305.
28) Derisi. Ob. cit. Pág. 306.
29) Fernández AI'l'ar. Ob. cit. Pág. 157.
SO) San Agustin. La Ciudad de Dios. L. 19, cap. 12.
31}' Bautain. Ob. cit. Pág. 40.
32) Suárez. Ob. cito T. JI. Pág. 35.
83) 'Suárez. Ob. cito T. 11. Pág. 13.
34) Suárez. Ob. cit. T. n. Pág. 52.
:35) Suárez. Ob. cito T. n. Págs. 51·52.
<16) Etienne Gilson. Santo ,Tomás de Aquino. Pág. 224.
3'7) Suárez. Ob. cit. T. JI. Pág. 39,. '
38) Suárez. Ob. cit. T. n. Pág. 53.
:39) Valensin; Ob. cit. Pág. 192.
4(}) Bantain. Ob. cit. Pág. 35.
41) Soto. Ob. cit. T. 1. Pág. 59.
42)' San Agustín. De Libero Arbitrio. Lib. 1, cap. 6. Cito por Suárez. Ob. cit. T. Ir.
Pág. 47. I
43) Cicerón. Ob. cit. L. n. Pág. 380.
44) Demóstenes. Cit. por Mar('iRDo O. C. en eJ libN ,2,' dig. de 'leg.). Cit. a su vez,
por, Suárez. Ob. cit. T. n. I:'ág. 48.

[ 216 1
~45) ,Suárez. QI.>,. 'cit. ',['. n. Pág. i.
o4tl) Z. González. Ob. eit. T. IJI. Pág. 496.
"'47) Soto. Ob. cito T. I. Pá~. 68·69.

CA~ITUL,O 111

1)' DcrisL Ob. cit. Pég. 56. De este mismo autor son tomados varios de los conceptos
emitidos en este párrafo.
2) Derisi. Ob. cito Pág. 54.
3J Cicerón. Ob. cit. Pág. 377.
5) Derisi. Ob. cit. Pág. 277.,
'>5) Cicerón. Ob. cit. Pág. 373.
6) Suárez. Ob. cito T. JI. Pág. 56.
7) Grabmann. Thomas von Aquin Kultu,rphilosophie. Págs., 35-36. Cit. por Derisi.
Ob. cit .. Pág., ,278. . " . ,
8): Del'ÍaÍ. Ob. cit,. Pág. 312.
9). San,to Tomás de Aquino. In. JI sent. dis. 38, q. 1. arto 1. Cito por Derisi. Ob.
cit .. Pág, 289, I
~10) Derisi. Ob. cit. Pág. 312.
11) Cicerón. Ob. cit. Pág. 366.
12) Caste1ein. Ob. cit. Pág. 874.
13)' Caste1ein. Ob. cit. Pág. ,391.
14) Ver cita N.o 14 del cap. JI. ,
:15) Maritain. Los Derechos del Hombre y la 'Ley Natural. Pág. 91.
:16) Rafael Fernández C. Ob_ cH:. Pág. 76.
,'17) Suárez. Qb. cito T., n. Pág'. 67.
13) San Agustín. Confesiones. T. JI, cap. 4.
19) Derisi. Ob. ,cito Pág. 344,. '
~O) Derisi. Ob. cit. Pág. 351.
21) Suárez. Ob. cito T. 11. Pág. 84.
'22) Recasens. Ob. cit., Págs. 521 y siga.,
23) Soto. Ob. cit. T. 1. Pág. 8l.
,24) Soto. Ob. cit". T. 1. Pág. 82.
''25)1 Suárez. Ob. cit. T. n. Pág. 66.
26) Carro. 01;1. ,cit: Pág. 138.
27) Suárez. 01;1. cit. T. n. Pág. 61.
28) Suárez. Ob. cito T. n. Págs., 64-65.
29) Suárez. Ob. cit. T. n. Pág. 13.
,30) Maritain. Los Derechos del Hombre y l~ Ley Natural. P~g. 90.
'SI) Castelein. Morale. Pág. 392.
32) Derisi. Ob. cit. Pág. 316.
''33) Los que no aparecen en la hibliografía son citados por Valensin. Ob. cit. Pág. 196.
M) Citados, por Valensin. Ob. cito Pág. 196. '"
'35) Gerson. Tract. de vita spirit, 1ect. 2. Cito por 'Suárez: Ob. cit. T.n. Pág. 'i4 .
. "36)'Suárez. Oh. cit. T. 11. Pág. 78. ' ,
37) San Anselmo. Lib. de 'vol. Dei. Cito por Suárez. Ob. cito T. II. Págs. 79-80.
38) Soto. Ob. cito T. 1. Pág. 84.
~y Suárez, Ob. cit. T. n. Pág. 81,
40) San Agustin. De vera religo cap. 26, Cit. POi', Suál'ez. Ob. cit. T. n. -Pág. 88.
-41) Soto. Ob ..cit. T. 1. Pág. 93,
1~)' Fernández Alvar. Ob. cit., Pág. 164 ..
"iU) Fernández Alvar. Ob. cito Pág. 165,.
,44} Suárez. Oo. cit. T. n. Pág. 102.
45) Maritain. Los Derechos del Hombre y' la Ley, Natura!. Pág. 90.
;46), Suárez. Ob. cit. T. n. Pág. 114.
:47)' Castelein. Ob. cit. Págs. 395-396. ,
48) Maritain. Los Derechos del Homb!'e y la Ley Natural. Pág. 92.
49) Mnritaiu. Los Derechos del Homl;lre y la Ley Natural. Pág, 93.
50) Cicerón. Ob. cit.' Pág. 310.
~1) Suárez. Ob. cit. T.' II, Pág. 112 .
52) Suárez. Ob. cit. T. n. Pág. 114.
53) Suárez. Oh. cito T. n. púg. 165.
,54) Suárez. Ob. cit. T. n. Pág. 166.
00) "Derisi. Oh. cit. Pág. 326. -. '
56} .Suár'ez: .Oh, cit. T. n. Pág. 168.' , , ,
57) Stiárez: 01;1. cito T. n. Págs. 170-171-178-189.
5.'3) Soto. Ob. cit. T. I. Pág. 104.
'59) Suárez. Ob.cit. T. n. Págs. 193~.
60) • DerisL Oh. cit. Pág. 301.
61) DeriaL Oh. cito Pág. m>o.
~)i Suárez. Oh. cit. T. n. Pág. 94.
'«1)! Soto. Oh. cit. T. 1. Pág. 91.

l 217 l'
:(99 Su~. Ob. eit. T. n. Págs. 13G:-13'í.
\(w Snlirez. Ob. cit. T. n. Pág. 133.
~) San Agu~tín. Cit. por Suárez. 0'1;. cit. T. JI. Pág. 133.
«) Suárcz. Ob. cito T. JI. Pág. 141.
(0) Suárez. Ob. cit. T. n .. pág. 158.
69) Santo Tomás. Cito por Sriáiez. Oh. cit. T. n. Pág. 218.
70) Cicerón. Ob. cit. Pág. 374.
71) Suárez. Oh. cito T. n. Pág. l63.
'72), Cayeumo. Cito por Suarei. Gl)'. rif. T. n. Pág. 237.
73) Suárcz. Ob. cito T. U. figs. 24.'3-245.
74) Suárez. Ob. cit. T. n. Pág: 252.

CAPITULO IV
1) Soto. Ob. cit. T. 1., Págs. 116-117. - •
2) Maritain. Los Derechos del Hombre y la Ley Natura!. Pa~. 104.
"S) Luis Vives. Citado por Costa. La Ignorancia del Derecho. Pág,. 11·16-36·31. Ci·
'tado, a su 'vez, tlor Dorado Montero. Valor social de Leyes y' Autoridades. Pág. 15.,
~) Fray Luis de León. Los Nombres de Cristo. L. J, lllÍrr.afo 6. Pág. 94.
)5)1 Fray Luis de León. Ob. cito Pág. 94. •
'0) Soto. Ob. cit. T. 1. 'Pág. l(lH.
7) :Suárez. Ob. cito T. n. púg. 66.
8) Soto. Ob. cito T. 1. Pág. 112.
9) Platón. Les Lois. Liv. 9.
10) Aristóteles. Política. Lib. 1; C9.p. 1. Pág. 15.
, 11) Cicerón. Ob. cito Lib. 1.
12) Aristóteles. In rhetorieis ud Alexandrum c. de gen. Cito por Soto. Ob. cito T. I~,
Pág. 12. I
, 13) San Isidoro. Lib. 5. Cit. por Soto. Ob. cito T. 1. Pál:. 12.
14) Suárez. Ob. cit. T. r. Pág. 211.
15) Castelein. Morale. Pág. 406.
, 16) Soto. Ob. cito T. 1. Pág. 49.
17) 'Suárez. Ob. cito T. 1. Pág. 221.
18) Fuero Real. Cit. por Juan Beneyto Pél"ez. Idea", Políticas dI' la Edad Media. Pig:s.
31-32.
19) Sarito Tomás. Citado por Bautain. Ob. cito Pág. 301.
; 20) Plató.n. Les Lois. Liv. 8. '
,21) Aristóteles. Morale. Li\'. 10, cap. 9.
22) Soto. Ob. cit. T. 1. Pág. 14.
,23) Fernández Concha. Ob. cito Pág. 66. N.o 10B.
24) Fernández Alvar. Ob. cit. Pág. 137.
25) Carro. Ob. cit. Págs. 134-13(').
26) Fernández Alvar. Ob. cito Pág. 138.
, 2'i'), Pufendorff. Cit. pOI' Carro. Ob. cito Pág. 167.
28) Jaime Balmes. El Protestantismo comparadó con el Catolicismo. Pág. 211.-
29)' Z. González:. Ob. cit. Pág. 493.
30) Suárez. Ob. cit. T.' L Págs. 7%75.
31) 'Soto. Ob. cito T. 1. Pág. 137.
'32) Suárez. Ob. cit. T. 1. Pág. 120.
• 33) Suárez. Ob'. cit. T. I. Pág. 126 .
34) Santo Tomás. Contra lmpugnantes Dei cüItum nc. religionem c. ID. Cito por-
Schwalm. Philophie Social¡,. Pág. 2.
35) Tristán de Athllyde. Política. Pág. 8.
36) Gillet. Cito por José Bernales. El bien Común. Pág. 10.
37) Maritain.· Para una 'filosofía de la perRona humana. Págs. 170-171.
aB) Santo Tomás. De Regiminc Principum l, 1. Cit. por Grabmann. Santo Tom:í!J de
Aquino. Bágs. 185-186:,
39) Santo Tomás. Ethic. 1 lect 1. Cit. por Schwalm. Ob. cito Pág. 5.
, 40) Maritain. Para una filosofía de la persona humana. Págs. 143-144-145
41) Marita,in. Los Deyech08. del Hombre y la Ley Natural. Págs. 17-18-19:
42) SchwaIm. Ob. CIt. Pug. 6.
43) Schwalm. Ob. cit. Pág. 7.
, 44)' Schwalm. Ob. cito Pág. 9.
45) Tristán de Athayde. P.olítica. Pág. 12.
,46) Rousscau. Cit. por Maria de Maeztu. Historia de la Culttlra Europea p' 18<>
. 47) Maria de Maeztll. Ob. cito Págs. 175-176. . ag. u•
48) Tristán de Atbayde. Ob. cito Pág. 19.
49)' Tristán de Athayde., Ob. cito Pág. 20.
50) Tri3tán de Athayde. Ob. cito Pág. 23.
51) Vermeesch. Ob. eit. Pág. 2.'1.
~2) Venneesch. Ob. cit. P¡íg. 22.

[ 21 ~ 1
58} Taparelli. Ensayo teórico de Derecho Natura¡. Pág. 393. '
54) Maritain. Los' Derechos dcl Hombre y la Ley Natural. Págs. 21-22-23 •
.55) Maritain. Los Derechos del Hombre y la Ley Natural. Págs. 67-68.
56) Maritain. Para una filosofía de la persona humana. Págs. 165-166-167.
57) León XIII. Cit. por Mons. Osear Larson. Lección de Derecho Social. Pág. 47.
58) Maritain. Para una filosofía de la per¡¡Ona humana .Págs .. 167 a 170.
59) Osear Larson. Lección de Derecho Social. :j?ág. 48.
(0) Sacto Tomás. De Regimine Principum. Cap. 11. Cito por Balmes, El Protestan-,
tismo comparado con el Catolicismo. Pág. 215. '
61), Soto. Ob. cit. T. I. Pág. 28.
62) Suárez. Ob. cit. T. 1. Pág. 140.
63) Suárez. Ob. cit. T. 1. Pág . .132.
64) Suárez. Ob. cit. '1'. l. Pág. 137.
65) Las Doce Tablas. Cit. por ]'ernándell Alvar. Oh. cit. Pág: 143.
66) Santo Tomás., Quaest. disputo Do potentia, cap. lIT, a. 16, ad." 16. CH. por'
Schwnlm. Oh. cit. P,íg. 15. '
67) Santo Tomás. De Charitate quaest. disp. a. 4.ad. 2. Cit. por Fernández Alvar.
Ob. cIt. Pág. 142. ' ,
68)' Sllnto Tomás. 1 Ethic.a. lect. l. Cit. por Schwalm. Oh. cit. Pág. 17.
69) Snnto Tomás. Quaest~ Disput. q.única, a. 4, ad. 2. Cit. por Schwalm. Oh. cit.;
Pág. ,17. l '
70) Suárez. ,Ob. cit. T. 1. P{\gs. 135-136.
71) Maritain. Trois Reformateur. Págs. 28-32. Cit. por Tristán dc Athaydc. Politica.
Pág. 13. I
72) Vermeesch. Ob. (lit. Pág. 75.
73) Santo Tomás. Ethic. 1. 1 Lec. I. Cit. por ,Bartplomé Palacios. Las Encíclicas,
Sociales. Pág. 78. ,
74) Vermeesch. Ob. dt. Págs.' 23-24-25.
75) Vermeesch. Oh. cit. 84. .
'76) . Schwalm. Ob. cit. Pág. 21.
77) Larson. Doctrinas Soci~les. Págs. 20-21.
78) MarÍtain. Para una filosofía de la pei'sona humana. Pág. 48.
79) Schwalm. Ob. cit. Pág. 22. '
80) Maritain. Para una filosofía de la persona bumana. Pág. 147.
81), Tapare1li. Oh. cit. Pág. 175.
82) Schwal.m. Ob. cit. 'Pág. 29.
83) Tristán de ,Athayde. Ob. cit. Pág. 14.
84) Platón. Diálogo De Regno. Oit. por Soto. Oh. cit. T. I. Pág. 29~
85) Suárez. Ob. cit. T. I. Pág. 152. .
86) Cicerón. Ob. cit. L. ITI.
87) Suárez. Oh. cito T. I. Págs. 146-148.
88) Partidas. Cit.. por Beneyto Perez. Ob. cit. Pág. 32.
89) Santo Tomás. De Regimine Principum. Lib. 1, cap. 1. Cit. por Valentín' Pan-
zarrasa. J ustida Social. Pág. 38.
90) Cicerón. Ob. cit. Pág. 318.
91) Francisco de Vitoria. Relectiones de Potestate Civile, N.o 6.
'92) Tristán de Athnyde. Política. Pág. 42. ,
93) BelIarmino. Contov. generalis. II 1. TII. c. VI. Cit. por Schwalm. Ob. cit. Pág. 91:.
94) Osvaldo Lira.Ob. cit. Págs. 112-113.
95) Maritain. Para una filosofía de la persona humana. Págs. 186-187.
96) Santo Tomás. De RegiinI'ne Principum. 1. 10. Cito por León XIII. Ene. Diutur-
num, llIud. N.o 28. . ,
~7) Cicerón. Ob. cit. Págs. 404-405.
,.98) Schwalm. Ob. cit. Págs. 494-495.
99)' Bellarmino. Bell. de Laiis. L. iL cap. 6. Cit. por BaImes. El Protestantismo.
Pág. 53. , I
100) Daniel Concina. Teología Dogmática. L. 1. Q. 4 c. 2. Cit. por Balmes. El Pro-
testantismo. Págs. 1.61-162. • ~
102) Compendio Salmaticensc. Trae. tercius de'Legibus. cap. 2. 1. Cit. por Balmes~-El'
Protestantismo. Págs. 167cl68. - -
103) Maritain. Para una filosofía (le la persona humana. Pág. 180.
104) Balmes. El Protestantismo. Pág. 193. .
1(5). Maritain. Los Dérechos del Hombre y la ley NaturaL Pág. 124.
. 106) Vasquez de Mella. Obras Completas. T. X. P'ágs. 175-176. Cito por OsvllldoLi-·
ra. Ob. cit. Pág. 130. ,- .
107) OsváÍdo'Lira. Ob. cit. Pág. 130.
108) Osvaldo Lira. Ob. cito Pág. 128.
109) Tristán de Athayde. Política. Págs. 74-75.
110) Tristán de ,Athay.de. El Hombre Moderno y el Hombre Eterno. Págs. 62.63.
:111) Tristán de Atb,ayde. El Hombre Moderno y el Hombre Eterno. Págs. 64 a 67.
112) Derisi. Oh. cit. Pág. 222.
:n:n ,Maritain. Para 'una filosofía de 'la pel'SOnn humana.. Pág. 136.
1.14) Vie lntellectuelle. Marzo 1936. La Penséc Chinoise. Cit. por Tristán de Athayde.,
El Hombre .... Pág. 28. . . ,
:mn Maritain. Para una filosofía de la persona humana. J?ágs. 125-126.
llR) Maritain. Para una filosofía de la persona hUInana. Págs. 128-129~
117) Santo Tomás. De Potentia,q. 9 arto 3. Cit. por Schwalm. Oh. cit. Pág. 437;,

;( '219 1
118) Mllrltain. Para una filosofía de la persona' humana. pag. 134.
.'ll9) DériSi. Ob. cit. Pág. 236 •
120) Maritain. Los De¡;echos del hombre y la Ley Natul'!ll. Pág. 14.
121), Hegel. Cito por Schwalm. Ob. cito Pág. '154.
:122) Maritain. Los DerechoS del hombre y la Ley Natural. Pág. 31.
123) Santo Tomás. Ethic. 1 lect. 2. Cito por Schwalm. Ob. cito púg. 421.
124) Schwalni. Ob. cito Pág: 422.
:1.25): Vasquez de Mella. ObraR Completas T. X. Págs. 164-167- Cito por Osvaldo Lira.
Ob. cito Págs. 25-26.
126) Osvaldo Lira. Ob. cit.' Pág. 163.
127) Maritain. Los Derechos del Hombre y la Ley Natural. Pág. 113.
128) Triatán de Athayde. Política. Pág. 35.
1.29)" Vásquez de Mella. Obras Completas T. X. Pág. 318. Cito por Osvaldo Lira. Ob.
cito Pág. 4 0 . ' ,
130) Vasquez de Mella. Obras Completas T. X.' Pág. 153. Cit. por Osvaldo Lira. Ob.
cit. Pág. 53.
131) Vasquez de Mella. Obras Completas T. VIII. Pág. 156. Cit. wr"'osvaldo Lira.
Ob. cito Pág. 156.
1.32) Osvaldo Lira. Ob. cit. Pág. 159.
133) Vasquez de Mella. Obras Completas T. Y. Págs. 186-187 . Cit. por OsvÍlldo Lira.
m.ili. •
134) Vasquez de Mella. Obras Completas T. V-. Pág. 98. Cito por Osvaldo Lira. Ob.
cito Pág. 206 I
l3ú) Osvaldo Lira. Ob. cito Págs. 208-209.

CAPITULOS V Y VI

1) Balmes. El Protesta~tismo... l'ág. 2,'W.


2) Santo Tomás. De Regimine Prinéipum. Dist. 44. Cito pOf Gonzúl('z. Ob. cito Pág.
~. I
3) Santo 'romás. be Regimine Principum. Dist.44. ·Cit. 'por González. Ob. cito púg.
465, , $

4) Pío IX. Syllabns. Pág. 63. Cit. por Carlos Hamilton. Ob. cito Pág. 59.
5) Santo Tomás. De Regimine Principum. 11 q. 12 arto 2. Cito por Balmes. Ob. cit.
Págs. 148-149. . ' . I .,
6), Santo Tomás. De Regimine Principum. n q. 104 arto 6. Cit. por Balmes. Ob.
cit. pág. 149.
7) León XIII. Carta a los Cardenales Franceses In, 125. Cito por Carlos Hamilton.
Ob. cit. Pág. 6 2 . ' ,
! 8) Santo Tomás. De Rcgimine Principum. Dist. 44. Cito llor !:. González. Ob. cito
Pág. 463. .
9) Leopoldo Alas. El Derecho y la' Moralidad. Págs. 71-72.
1.0) Ex. Epist. S. Eucherlíi ad Silvinum. Cito por Bautain. Ob. cit. púg. 328.
.11) Carlos Hamilton. Oh. cito púgs. 57-58 .
12) Cicerón. Ob. cit. págs. 397·398.
13) Soto. Ob. cit.' T. 1. Pág. 34.
,14) Suárez. Ob. cit. T. 1. Pág. 205.
15) Suárez. Ob. cit. T. 1. Pág. 206.
1.6) Suárez. Ob. cit. T. 1. Pág. 210.
, 17) San Isidoro. Etim. Lib. 5, cupo él. Cit. por Santo Tomás. Somme Theologique 1
II q. 95, arto 3.
, 18) Cicerón. Ob. cit. L. I-XV. púg. 37~.
"19) Cicerón. tObo cito L. I-XV. Págs. 372·373.
,20) FernándCz Alvar. Ob. cit. Fág. 177.
21) Suárez. Ob. cit. T. 1. Pág. 177.
22) Suárez. Ob. cito T. 1. Pág. 18.
23) Suárez. Ob. cit. ·T. 1. Piig .. 166.
24) Suárez. Ob. cit: T. 1. Pág. 167.
2.')) Suárez. Ob. cito T. 1. Pág. 172.
26) Suáre:r.. Ob. cito T. 1. Pág. 180.
27) Cicerón. Ob. cito Pág. 372.
2fi) Bilutan. Ob. cit. Pág. 325. .
29) Siete Partidas. Cit. por Beneyto Pérez. Oh. eit. Pág. 177.
ao) Soto. Ob. cit. Pág. 162. ' .
al) Frassinetti. Compendio de la Teología Moral de San Alfonso' María de Ligol'io.
Pág. 63.
'32) Vitoria. Relectionel! De Potestate Cirin.
38) Bautaill. Ob. cit. púg. 2í9.
34) 80to. Ob. cit. T. 1. Pág. 94.
M) Soto. Ob. cit. T. 1. Pág. 212. .
36)' Siete Partidas. Cit. por Juan Beneyto Pérez. 'Oh.' cito Páe;. 32, N.o 10.
'37) Cayetano. Cit. por Valentín Panzarrasa. Ob. cit. Pág. 60.

r 220 J
SE) Misma cita anterior •
39), Renard. Ob. cit. Pág. 204.
40) Cit. por Renard. Ob. cito Pág. 193.
41): Suárez. Ob. cito T. l. Pág. 232.
42) Soto. Ob. cit. T. 1. Págs. 166-167 .
43) Renard. Oh. cit. Pág. 203. , I
, 44); Gillet. Conscience chrétienne et justice sociale. Págs. 241-242. Cit. pol' Renard."
Ob. cit. Pág. 197.
~5) Valentín Panzarrasa. Ob. cit. _Pág. 63. ' '
, 46): Modesto. Digest. de legíb. 1 Nulla. Cit. por Soto. Ob. cit. T. 1. Pág. 215.
47) Soto. Ob. cit. T. 1. Pág. 218.'
48) San Hilario. De Trinit. 13. Cit. por Soto. Ob. cit. T. 1. Pág. 215.
49) Maritain. Du Regime temporet et de la Liberté. Cit. por Panzarrasa. 'Ob cit.
Pág. 508. '1 '
50) .T osé- M. Llavera. Tratado Elemental de Sociología Cristiana. Cito por p'anzarrasa.
Ob. cito Pág. 511.
51) Pío XI. Enc. Nos es Muy. 28-1II-1937.Cit. p6rLuigí Sturzo. La Política y]a,
Moral. Págs. 189-190. "
52) Santo Tomás. De Regimint' Principum 1 cap. VI.' Cit. 'por Panzarrasa. Ob. cit.
Pág. 509. ~
53) Santo Tomás. De Rcgimine Pl'Íncipum 1 cap. VI. Cit. por Tristán de Athayde.
Polftica. Pág. 87. I
54) Pío XI. Ene. Nos es Muy. Cit. por Panzarrasa. Ob. cit. Pág. 509.
55) León XIII. Ene. Quod apostoli., 28-XII-1878. Cit. por Carlos Hamilton. Ob. cit.
Pág. 59. j "
56) Santo Tomás. De Regimine Principum 1 cap. VI. Cit. por Tristán de Athayde~,
Ob. cit. Pág. 89. I
57): Pio XI. Enc. Nos es Muy. Cito por Stur:;:o. Ob. ciL .P{tgs. 189-\90.
58) Misma cita anterior. " '
59) Santo Tomás. De Regimine Principum r..ih. 1 cap. VI Cit. pOI' Z. González. O~.
cit. 456. !
60) Cit. por Balmes.' El Prótestantismo ..• Pág. 245.
61)' Juan de Mariana. Del Rey y de la institúción de la Dignidad Real. Pág. BO.
62)' Carlos Hamiltoll. Ob. cit. Pág. 65. '
63) León XII;I. Ene. Quod Apostoli. ,Cito por- Carlos Halllilton. Ob. cit. Pá~. 59.

EPILOGO

1) Tácito. :Anales lII. 27. Cit. por Castelein. Morale. Pág. '412. .
'2) Guillermo Ferrero. 1 simboli in, rapporto alla storia e alIa -filosofía del diri~••
rula psicología e aUa sociologia. Cit. por Dorado Montero. Ob. cito Pág. 1159.
3) Illering. El Espíritu del Derecho Romano en las diversas fases de su desarrollo-.,.
T. 1. Págs. 72-73. Cit. por Dorado Montero. Ob. cit. Pág. 166.
'4)' Cados ,Hamilton. Oh. cit. Págs. 65-66.
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Borja. Madrid. Hijos de Reus, Editores. 1916. .
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avec la traduction en francais. Publiées J¡ous l!i directio~ de M. Nisard.
Tome Quatriéme., Paris. J. J. Dubochet et Cie, Editeurs. 1841.
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Tomás C. Brena. Montevideo. Editores: MOSCa Hermanos. 1937.
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"Cultura", México. 1930.
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Buenos Air~s. 1941.
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nentes para el autor directamente por el Pbro.,D. Alberto Rencoret
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anotado por S~lvador Minguijón Adrián. Editorial Labor. 1930.
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D'Aquin.-Deuxiéme ,Edition. Paris. 1922. ..
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al castellano poI D. Jaime T orrubiano Ripoll. 2 Tomos. Madrid. Edi-
torial Reus. 1922." .
16)' STURZO, LUICI.-La Política y la Morai.-.-Editorial Losada. Bue-
nos Aires. 1942.
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17} SUAREZ S. J:, FRANCISCO.-Tratado d¡e las leyes y de Dios Le~
gislador.-·-Vertido al castellano por 0', Jaime T orrubiano RipoJl. Ma-
drid. Hijos de Reus. Editores e
Impresores. 1918.
78) 'rAPARELU S. J.; LUIS~-En~yo teóri~ de Derecho. Nalur~, apo-'
yado en los hechos.-T raducido directamepte de la últimá edición
italiana por D. Juan Manuel Ortí y Lara. 2 Tomos. ~g~~edición.
Madrid. 1884 .
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:79)' TOJ\fA,S DE AQUINO, SANTq.--Somnie Théologique.-Traduite
intégl'"alement en francais par M: l'abbé Drioux. Paris. Librairie d'Eu-
gene Belin. 1852.
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.Populaire. Paris. 1922. ..
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Luis Recasens Siches. 2 ¡TomQs. 'Librería ~osch. Barcelona. .1929.
,62) VERMEESCH S. J., A.-Cuestiones acerca de la' Justicia.-<Versión
española de la segunda edición, latina por D.' Pedro~ Valls T arragó.
Editorial ;;.Calleja. <Madrid. 1904. .. <
'~3):' ZElLLER, J,ACQUES.-L'idée de I'Etat'dan$ Saint Thomas D'Aquin.
-París. Félix Alean. Editeurs. 191 O~
índice

[ ;27 ]
1 N D I e E'
Pág.

Dedicatoria ........................ ~ ...........................,.... '.......... ~ .... ' ...........'.. 5,


lnforme del Dil'ector del Seminario de Derecho Público ........... : ..... : 6
Jnforme del Profesor. señor CarlosVergara Bravo ....................... . 8
.~~;}:~~ .........:.....................;................:....:..:...... ....:'.':::'.~: ..~:....:: ....:..:.:~ :::::: ::::::::::~: ':::::: -::::~~
;
10
IJ

CAPITULO I

NOCION~S PRELIMINARES

I. EL DERECHO Y EL. HOMBRE

1) La ciencia del Derecho ha de considerar al hombre en toda su


integridad ................. , .............. ~ ..... ".·.... ·i.'.~ .......... ~ .. , ............. . 15
.2) El Derecho deb'e propender a la obtención del fin específico del
Hombre ...... ...... ...... ...... ...... ...... """ .. '... ............. ....... ...... ..... .. 16

n. LA ETICA y Eh DERECHO.

1) Rectificación de conceptos ... t... ......


h ....... .
..................... .. 17·
.:2) La Etica y su objeto .................................................. ;, .. .. 18
. 3) El Derecho y su objeto ...... .:.... ...... . ........... ...... ...... .. .. .. 18
4) El Derecho es a la Etica como la e~pecie es al género ...... . .... . 18
'5) La Etica es el fundamento del Derecho ................................. :.. 19
6) La Etica: regla el uso del Derecho .................. :............... , ........ . 20
7) . La Etic~ dá vida al Derecho '. .20
.,8) Los Legisladores ante las rel~~i'~~~~"d~"i~ Eti~~"~~~"~i D~;e~h~ 21;

{ 229 1
IIl. LA JUSTICIA
Pág.
1) . La Justicla y la Etica ...... ...... ...... ...... ...... ...... ...... .... .. ...... ...... 2I
2) Qué clase de virtud es la Justicia _.. ,... ...... . .. ... ..... . .... .. ...... .... .. 22
3) E.". qué consisté la virtud de la Justicia ...... ...... ...... ...... ...... ...... 22
4) La Justicia y su objeto .... ;..................................................... :. 22.

IV. EL DERECHO

1) El derecho objetivo ...... ...... ...... ...... ...... ...... ...... •..... ...... 23'
2) El derecho subjetivo . ..... ...... ...... ...... ..... ...... ...... ...... ...... 23
a) Es una. facultad ...... ............ ...... ...... ...... ...... ...... ...... 24
b) Es una facultad, moral ................ :. ...... ...... ...... ....... ...... 24
c) Es una facttltad moral inviolable ...... ...... ..... ...... ...... 24
d) Es una fac.ultad moral invÍolabl_e de la persona humana 25
Qué cOI~iprenq.e el derecho subjetivo ...... ...... ...... ...... ...... 25
a) Relación inmediata de persona a cosa .... ...... ...... ...... 25
b) Relación inmediata de persona a persona ...... ...... 26
c) Relación m"ediata de persona a persona ...... ...... ...... 26
3) El Qerecho y la Ley...... ...... ...... ...... ...... ...... ...... ...... 26

V. LA LEY Y LA UBERTAÓ MORAL

1") AcepclOnes de la voz ley ...... ..•... ...... ...... ...... ...... ...... ...... . .... .
2) La Ley y el libre albedrío de la persona .... ....... ...... ...... ...... . .... .
3) . La necesidad de leyes proviene de la libertad moral de la persona

VI. NOCION GENERAL. DE LA LEY Y SUS


CLASIFICACIb~ES

1.)Etimología de la palabra Ley...... ...... ...... ...... ...... ...... ...... 29


2) Noci6n de la ley en general ............ :..... ...... ...... 29
3) Base de la ley... ...... ...... ...... ...... ...... ...... ...... ...... ...... 30
4) Divisiones de l!l ley ...... ...... ...... ...... ...... ...... ............ ...... ...... 3r
a) Ley Eterna y Leyes Temporales .......... ............ ...... ...... 3I
b) LeX Temporal Natural y Positiva ...... ...... ...... ...... ...... 32
c) Le:t.es Positivas Divinas y Humanas ... c.. ...... ...... ...... ...... 32
d) Leyes Positivas Divinas Mosaica y Eyangélica ...... 33'
e) Leyes Positivas Humanas EclesiástiCas y Civijes ...... ...... ...... 33
5) Clases de leyes que. se .estudiaránen especial...... . ..... . ..... ...... 34

CAPITULO 11

LA LEY ETERNA

1 ) . Concepto de la ley Eterna ..... .


2) Existencia' de la ley Eterna

[ 230 J
Pág.

a) Argumento basado ~n tradición histórica ......... t.. •••••• •••••• 31


b) Argumento basaqo en el Amor de Dios a, sus criaturas ..... .' 37
e) 'Argum~ntobasado en el Orden y en la Sabiduría de Dios 37
3) Sentidos en que se considera eterna esta ley............. .." ....... ~ 39
a) En cuanto a su origen .. .... ...... ...... ...... ...... .•.... ...... ...... ... ... 39
b) En cuanto a su inmutabilidad ............ :... ,. ............ ............ 40
e) .Eü··cüantó··ir ~ü·vig-é"~i~·::, .. :·:;.,.. :'·::., .. "':" ...~... ...... ...... ...... 4t
4) Qué acto es en Dios la ley Eterna ...... ...... .. .. ~. ...... ...... ...t.. ...... 41
a) ES-:un·ái:tó"líbre".".·:::·... :.·.": ... ::":, ... : ... ,.... :................ ;.... 41
b) ¿ Es un acto racional o volitivo? ...... ...... ...... ... ... ...... ...... 4r
5) Seres"y'act9s"tegidos por la ley Eterna ...... ....... ............ ...... 43
a) La ley Eterna en relaci6n con lo necesario y lo Eterno ...... 43
h) U'leyEterna en relaeióneon'los seres racionales y sus actos 44
6) ,Promulgación de la ley Eterna ...... ... ... ...... 46
7) Conocimiento de la ley .Eterna ...... ...... ...... ...... ...... 47
8) De los efectos d~ la ley Eterna ............... :.. ...... ...... ...... 48
9) Obligatoriedad 'de la ley Eterna ....... :................ : ...... ...... 48
10) La ley Eterna y la Providencia Divina ..... ...... ...... ...... ...... 49
11) La ley Eterna es el fundamento y límite de toda ley . . . . . . 4 9

CAP 1 T.U LO 11 1

LA LEY NATURAÍ....

I. LA NATURALEZA HUMANA

1) Noción'de'lá Na'turaleza humana ...... ...... ...... ....... ...... ...... ...... 53
2) La Materia prima. y. la Forma Substancial son los constitutivos
de la Naturaleza humana .'..........................: ........ : ....... ...... ...... '53-
.3) La Naturaleza humana' apetece el último fin ... :.......... ".~ ...... '65

Il. LA MORALIDAD DE LOS ACTOS HUMANOS

1) La norma moral ............................... , ......... , ................... .. 55


2) -La bondad intrínseca y extrínseca de los actos humanos .... .. 56

III. NOCION DE LA LEY NATURAL

1) Concepto amplio de la ley Natural· .............................. ".'" 58


2) Concepto restringi~o de la ley Natural ............................... ,,~ 59
3) Legislador de la ley Natural ...... ...... ...... ...... ....... ... .. 60
4) (Qué clase de acto es en Dios la ley Natural .. _............ , .. . . ·61
a) El intel.ectualismo puro ...................... : .....,............. .. .. 62
b) El intelectualismo moderado .................. " ' P ' . . . . . . . . . . . . 62
c) El voluntarÍsmo puro ............... :...................................~... . 63,
5) La ley Natural es en el hombre Ull acto racional...... .. ... : .... .. 63
IV. EXISTENCIA DE LA LEY NATURAL

') La existencia ae
la leyNat~ral se deduce de la existencia de la
ley Eterna ................... .':~'..'........ :... ~ ~ ..... ' ........ ~: ...: ... .-. '.: ... : ... ,., 64
.2) La existencia de la ley Natural es' una consecuencia de la Sabi-
Y
Bondad Divinas ...... ...... . .... ::..... .:.~........ ..:.:: ......... :...

.
durÍa 651

3) ~:l~~~.~a~~~ ~,~~ri~~~~~· .~~.~~~~~i~~}~.. :~~~~~c:.:: d::~~~~~:- ~;~ '6~


4) La existencia de la ley Natural nos la atestigua. nuestra propia
conciencia ...... ...... ...... ...... ...... ..:.:':' ............ ~' .... :. :..... ...... . ... :. 'fl
5) El consentimiento universal de tQdos Jos pueblos 'nosprueba qüe
eXist~ una tey Natural ... ,.. .. ....... : .. ,..... .. ... : .~ ..,::' ...... , ... :.. .' 69

V: OBJETO DE.LA LEY NATURAL


1) ~peratividad de la ley Natural...... ...... ...... ...... ...... ...... ...... 69
2) La l~y Natu~al tiene por objeto mandar opro~ibir los actos bue-
nos o lllalos respectivamente. agregándoles razón .especial de bien
o mal en orden a Dios ... .. ...... ...... ...... ...... . ..... ...... ...... ...... ...... 70
3) La ley Natural y los actos de virtud ...... ...... ...... ............. 71

VI. PRECEPTOS DE LA LEY NATURAL

1) Existen varias clases d~ preceptos naturales pero una sola ley


Natural...... ...... ...... . .... ...... ...... ...... ....... ...... ...... ...... ...... ...... 71.
2) El Precepto Suprem~ de la ley Natural...... ...... ...... ...... ...... ...... 72
3) Primeros Preceptos de la ley Natural...... ...... ...... ...... ...... ...... 7'3,
4) .Preceptos segundos y terceros de la ley Natural.... ...... ...... ...... 73,

VII. PROMULGACION Y CONOCIMIENTO


- . .DE .LA
LEY NATURAL

1) Promulgación de la ley. Natural...... ...... . ..... 74


2) Conocimiento y revelación de la ley Natural .. .... ..... :.... 74
VlII. UNIDAD DE LA LEY NATURAL
]) La ley Natural es Una para todos ms hombres ...... ...... ...... ...... 76
. a) La ley Natural es Una en cuanto a su legislador ...... ...... ...... 77
b) La ley Natural es Una porque es Una la naturaleza racional
humana ...... ...... ....... ...... ...... ....... ...... ...... ...... ...... ...... 78

IX. INMUTABIUDAD DE LA LEY NATURAL I ."," ~

Sentido en que se dice inmutable la ley NaturJ;ll ...... .. ........ .. 79


Inmutabilidad fonn~l de la ley N~tur..al ...... ...... ...... ...... ...... .. .... 8D,
a) Siendo la ley Natural como una propiedad de la naturaleza ra-
cionaI.' mientras exista ésta existirá inmutable aquélla ...... . ..... 80
[232 1
Pág•

.'b) r;<?gi1l1~~d~ .la l~ Natural so!>re. la malclad y la ,bondad· i~~


ttínsecas, y siendo éstas últimas! inmutables. lo será ;tambié~
aquélla ... :........... ; ...............,............................................ . 8'0:,
e) La .ley Natural es inmptable porque sus preceptos son ne¿es~~
;ríos y de una verdad intdnseca y perpetua ...... ••.•.. . ... ~..•...• 82
3) Mutabilidad material de la ley Natural ............. :.... :.: .......•....... 82'
4) Casos que falsamente se han presentado como' de . mutación de
'Ia ley Natural...... ...... ...... ...... ...... .:.... ...... . .... ~ ...... ...... . ... .. 8~

X. OBLIGATORIEDAD DE LA LEY NATURAL

1) La obligación es el efe~to principalísimo de la ley Natural 84


2) Condiciones que deben acompañar al cumplimiento de laobli-
gacion de la ley Natural ...... , .........................................~ ...... 86.
a) La ley Natural debe cumplirse con suficiente conocimiento :... 86
b} El precepto de la ley Natural .debe ~guardars~ voluntariamente 86
e} No se. cumple él precepto de la ley Natural si los motivos y
fas' circunstanci~s, además del acto, no son honestos ........... 86
3) La permisión p.o, tiene lugar eiJ. la ley Natural .: ...... ................... _8J
4) ,No puede dispensarse la obligación que nace de la ley Natural 87
a} Ninguna potestad humana puede dispensar de la ley Natüral 87
b) Dios no puede de derecho ordinario dispensar de la obliga-
ción de la ley Natural ......~ ....................... ; ...... «.... ...... 87
:5 j Sanción de' la ley Natural .................................. ~......... :.... ~8_8
a} Sanción imperfecta en el orden, natural ...... ...... ....... ...... 89
b) san~f6il "p~rfecta en el prde~ sobrenatural.·..... ....... ...... 89

XI. INTERPRETACION DE LA LEY NATURAL

1) De si es necesaria la interpretación de la ley Natural y a quien


.le corresponde hacerla ...... ...... ...... ...... ...... ...... ...... ..:.... . .... '. ",9D
.2)' La epiqueya estrictamente considerada no cabe en la ley Natural 90

XII. ,LA LEY NATURAL EN RELACION CON LA TEORIA


GENERAL DE LA ,LEY
1) La ley Nat!,lraly: laleyJ:t~r.I1.~ ..... , ........... , ....................... ,., ......, <lJ
21 La ley-Natural y las leyes humanas ..... : .............. !... ....... ...... ...... 91

CAPITU.LO IV
LA LEY CIVIL
l. GENERALlDADE.S

1) La ley Civil como aplicación práctica y particular de la' Ley Na~


tural ..... : ........ "... :............... ' .: .. ,.............. , ................... :., ........• ' 93:
á), La ley Civil como conclusión de los principios generales de la
ley Na~rél.l ..........., .................. _ .................... _.. ...... ...... 94
b) La ley Civt1 como. determinación específic;a de 195 preceptos
genéricos de la ley Natural ...... ...... ............. ...... ...... ...... ...... 94
2}" NeceSidad de leyes Civiles ...... ...... ...... ...... ...... ...... ...... ...... .... 9.5
a) La ley Civil es necesada como reveladora y llin¡;¡-ularizadora
f d~ la 'ley Natural .. :............................................ :.. ...... ...... ...... 97
, b-) La ley Civil es una necesidad social ...... ...... ...... ...... ...... . ..... 98 .
3) Concepto de la ley Civil ...... ...... ...... ...... ...... ...... ...... ....... ...... 99'
4) Causas de la ley Civil .......................................... ~..... ...... ...... 106,

11. LA ACCION U OMlSION ORDENADA POR LA LEY


CIVIL, CAUSA MATERIAL' DE ELLA

(1) La ley Civil como regla de los actos inteligentes y libres del
hombre ...... ...... ...... .............. .... _ ...... ...... ...... ...... ... ... ... .... ...... 1 00
.~) Lo que constituye malerialmente a la ley Civil son las disposicio~
nes de ella tendientes a encaminar a los súbditos a la virtud y al
bien común ..................................... :............................... e-.. ¡ 00
~) No es materia propia de la ley Civil el mandar obligatoriamente
todos I.s actos moralmente buenos .... (...... ...... ...... ....... ...... ...... 102
i4) La ley Civil no tiene por matp.lia propia prohibir todo lo moral-
mente malo ........................ :.......'.... ...... ...... ...... ...... ...... 103

JIL LA RAZON, CAUSA FORMAL DE LA LEY ClyIL

1) ¿ La ley Civil es formalmente un aéto volitivo o racional _d~l le-


gislador? ....... " ............... ,..... ...... ....... ...... ...... ...... ...... ...... 105
A) Doctrina que ~ostiene que la ley Civil es formajmente un acto
volitivo del legislador ....................................... :.: ...... ...... 105
B) Doctrina que sostiene que la leyes formalmente tanto un acto
volitiyo como un acto ra<;ional ~el legislador .... ...... ...... ...... 106.
C) Doctrina que sostiene que la leyes formalmente un acto de.
razón del legislador ..................................... ~.... ...... J06
D) Conclysión .. ...... ...... ...... ...... .. .... ...... ...... ...... ...... . ..... ...... 109
~ Respecto del súbdito la leyes formalmente un acto racional ...... 1 10

IV. EL BIEN COMUNt CAUSA FINAL DE LA LEY CIVI~

1) Es d~Ja esencia de la ley Civil.que se dé en términos generales


y para la comunidad social.. ...... ...... ...... ...... ...... ...... ...... ....... 110
2) Concepto y Causas de la Sociedad ...... ...... ...... ...... ...... ...... ...... I 12
A) Causa material de la Sociedad ...... ...... ...... ...... ...... ...... ...... J 13
B) Causa eficiente de la Sociedad ...... ...... ...... ...... ...... ... ... ...... I I7
a) Determinismo social ...... ...... ...... ...... ...... ...... ...... 11 7
b) El Arbitrarismo social...... ...... ...... ...... ...... .. ........ ~. ...... 11 7
c) Necesidad y libertad de la sociabilidad ...... ...... ...... ...... J 19
C) Causa formal de la Soc~~dad ......................... ,.... ...... ...... 119
D) Causa final de la Sociedad ............... :.. ...... ...... ............ ......12 Ji
3). La ley Civil como medio de realizar el bien común ...... ...... ...... 'J 25

l 234 1
P~•

.¡f) Especies y Distribución del Bien Común ...... ...... ... ... ........ .. ~ .127.
A) El Bten Común Distributivo ...... ...... ......................... .....• .t 28
B) El Bien Común de la Colectividad ............................ :.. ".... 130
C) Jerarquía de los Bienes comunes .......................... "...... ....... 132
a) Bien Común Colectivo Espiritual...... ...... •..... ...... ....... ,132
b) Bien Común Personal ................................. :.. ...... ...... '132
e) Bien Común Colectivo Material ....... ; ...... .... :........... " 133
d) Bien. Co~ún Individual....... ...... ............ ...... ...... ...... 11 l4
e) Armonía' entre los diversos Bienes Comunes ...... ...... ......:134
O Distribución del Bien Común , ..... ,..... ...... ...... ...... ...... ...... 134

V. LA AuTORIDAD O ESTADO,. CAUSA. EFICIENTE DE


LA LEY CIVIL
1)' La ley debe emanar de la Autoridad legítima ... ... ... ... ...... . .... . 137
2) Origen de la Autoridad : ................................ ;...... ,............ . .138
A) Origen Natural.de la Autoridad ., .............................. ~ ... .. 119
B) Origen Divi'no de la Autoridad ........................................ .. 142
a ) Razon ' 1"oglca...... ......
. ...... ... .... ...... ...... . ..... ...... ...... . .... .. 142
b)Testimonio del Antiguo Test.amento ................. :.. 144
e) Testimonio del Nuevo Testamento .... :.......................... . 144
d) Consecuencias del. origen divino de la Autoridad " ..... . 14S
. C) Designación del sujeto de la. AutoTidad ............................ :146
3) Formas de Gobierno ........ :................................................... . .1'49
a) Libertad en las Form~ de Gobierno ...................... .. 149
b) Formas de Gobierno .................. : ........... , ...................... . 150
c) La mejor Forma de Gobierno' ....... " ............................. :.. .. 152
'-1) Misión de la Autbridad ...... ..,... ...... ...... ...... ....... "'0" . . . . . . .. . . .. 152
5) Límites a la acción legislativa del Estado .................. : .......... .. 15S
A) La Personalidád Hum~Ra ...... ...... ...... ...... ...... ...... ...... . .... . 155
a>. !;:I Hombre .........................................;......... :......... . -L5,?-
(57 .
b) El Individuo .................................... ".c.................... .
c) . La Persona Humana ...... ...... . ... .'. ...... ...... . ..... ...... . ... .. 158·
. d) La Persona Humaná frente al Estado .......................... _ 159
B) Las Sociedades Menores Intermedias .. ..... ..--:... ...... . .... . 164
a) La Famili~ o Grupo Biológico ............................ ;. 164
b) La Escuela o Grupo Pedagógico ........................,. 165.
c ) El M umClplO
. . . o G r~po P 01 rt"ICO .......................... ,., .. . 166
d) La Corporación Profesional o GruPQ Económico 1. . . . . . . . . ... }67
e) El Estado como. ordenador de las Sociedades Intermedias
hacia el Bien Común de la Sociedad Civil ..... . 167
~) El Bien ..Común: ,.................... ' ................... , ........ , ............... . .169
6) El Poder Civil yC el Poder Espiritual...... ...... . ..... ...... ...... .. .. .. 169

CAPITULO V.
DE LA OBEDIENCiA AL PODER LEGITIMO Y A SllS
LEYES
1. DE LA OBED_ENCIA AL PODER LEGITIMO
1) LegÍtimidad del Poder ...... . "

( 235 ]
Pág.
á) Legitimidad de origen o d~ adquisicion ...... ...... 173
b) Legitimidad de administración o de eíercicio .... ...... 174
t) Obediencia 1\1 Poder Legítimo ...... ...... . .".... ...... ...... ...... ...... 1 74
a) Los inferiores deben obediencia a los superiores ...... ...... ...... 174
b) .Siendo el Poder una necesidad social ha de ser obedecido ...... 1 75
e) San Pablo exige la ohediencia a las potestades civiles ...... ...... ) 76
d) Viniendo la pótestad de Dios es preciso obedecerle 176
e) Hay que dar al César lo que es del César ...... ............ ) 77

n. OBUGATORIEDAD DE LA LEY CIVIL

1) La ley como expresión del Po_der ...... ...... ...... ...... ...... ...... 178
2) Cualidades que ha de tener la ley civil para poder obligar ) 78
a) La ley civil ha de ser promulgada por la Autoridad legítima 179
b) La ley civil ha de' ser conforme a la Ley Eterna y a la Ley
Natural ...... ...... . ..." .. , o.. . ••.••.•• _ •• ___ ••• •••••. •••••. •. .••• .....• J 80
c) La léy civil ha de estar dirigida al Bien Común ...... 182
d) La ley civíl ha de ser justa ........................... '" ...... ...... ) 83
e) La ley civil ha de ser honesta. ...... ...... ...... ...... ...... ) 84
f) La ley civil ha de tener un objeto posible ...... ...... 186
g) La ley civil ha de conformarse a las circunstancias ...... ) 86
3) Obligatoriedad moral. de 'Ia ley civíl . ..... ...... ...... ...... 187
a) La pena no eS esenCial a la ley civil ... ...... ...... ...... ...... 187
b) La ley civil obliga a los súbditos en conciencia ..... : ...... 188
c) Platón y el deber de someterse a las leyes ...... ...... ...... ') 90
d) Aplicaciones prácticas, de la obligatoriedad moral de la ley
civil ........................ '.. .... ... ... ...... ... ... . ..... ...... ...... ...... . ..... 194
e) ,La ley civil obliga a los. Gobernantes ...... ...... ...... ...... . ..... 195
4) Teoría de las Leyes Meramente Pena~es .... ,. ...... ...... ...... ...... 196
A) Exposición de la Teoría de las Leyes Meramente Penales.. ) 96
B) Crítica a la Teoría de las Leyes Meramente Penales ...... ...... ) 99
5) Cesación de la obligatoriedad .moral de la ley civil subsistiendo
vigen te ésta ...... . .. . .. . ... .. ... ... ....... o 2 O1
a) La Epiqueya ...... . o..... ...... ...... ...... 2 01
b) La Dispensa ...... ~..... ...... ...... ...... ..... ...... ............ ...... . ..... 203

CAPITULO VI

DE LAS LEYES INJUSTAS Y DE LA RElJELION


.1. LAS LEYES INJUSTAS

1) Qué se entiende por ley injusta ...... ...... ...... ...... ...... ...... 205
2) Leyes injustas atentatorias al bien humano ...... ...... ...... ...... 205
3) Leyes injustas atentatorÍas al bien divino ...... ...... ...... ...... 2.06

ll. LA REBELION
,1) Licitud de la Rebelión ........................................... (.... 207.
2) Condiciones que debe cumplir una Rebelión para ser lícita 209

t 236 ]
Pág.

a) Que la tiranía sea excesiva y habitual ...... ...... ...... '" .. .


-
209
.
b) Que no haya una Autoridad superior a quien acudir ..... . 209
c) Que se hayan agotados todos los medios. no violentos 209
d) Que la Rebelión' t~nga probabilidades de éxito ...... ..... . 209
e) Que la Rebelión no acarrée males mayores ...... ....... .... . 2H)
f)Que la Rebelión sea un medio y no un fin ....................... . 210
g) Que la Rebelión sea dirigida por una Autoridad pública o
.que participe en ella todo el pueblo·...... ...... . ..... . ..... . ..... 210
h) Qu~ .100s medios sean ;lícitos y proporcionados. Ilicitud del ti-

3}
ranicidio .......................................................................... .
No cumpliéndose los requisitos señalados la Rebelión no es justa
ni lícita y sólo. cabe la oración y la Tesignación ...... ...... .. ... .
2"
212

Epílogo .......... ,..... ; ...,', ..............................................' ..... , .... .. • 213


Notas ".~., ......... , .............................................................. . .. ;;..... ~ 21S
'Bibliografía. ...... .. .... ...... ...... ...... ...... ...... ...... ...... ...... . ...... . ...... 223
lndice' . .' ... . 229
. . . . . . . . . . . '1. •• ,.~ •• '" . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . _. . . . . . . . . . . . . . . _ •••••••••••••••••••••••••

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